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Rubén Legidos

LA TRASCENDENCIA
DE LA INICIACIÓN

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Rubén Legidos

LA TRASCENDENCIA
DE LA INICIACIÓN

SERIE ROJA
[Autores contemporáneos]

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La trascendencia de la Iniciación
Rubén Legidos

Editorial MASONICA
SERIE ROJA (Autores contemporáneos)
www.masonica.es
© 2019 Rubén Legidos
© 2019 EntreAcacias, S.L.
EntreAcacias, S.L.
[Sociedad editora]
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1ª edición: noviembre, 2019
ISBN (edición impresa): 978-84-17732-63-9
ISBN (edición digital): 978-84-17732-64-6
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A mi perro Goofy,
«No saben hablar pero sabrán acompañar tu
silencio».

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DE ANTIGUOS CONCEPTOS
por Adolfo Yáñez

En La trascendencia de la iniciación, Rubén


Legidos —un escritor que ama las ideas y sabe
atribuirles la importancia exacta que merecen— se
recrea en glosar antiguos conceptos que siguen
teniendo la más vigorosa actualidad. Y lo hace con
la experiencia de alguien no sólo acostumbrado a
manejar hábilmente la pluma, sino con el bagaje
intelectual de quien posee múltiples lecturas,
disfruta de una mente rica y abierta, y se siente
preocupado por los seres humanos y por la
peripecia vital en la que todos nos encontramos.
Uno de esos conceptos de los que aquí Rubén se
ocupa es el mito, cuya permanente vigencia
defiende. Se niega a verlo vaciado de verdad. «El
mito y el hombre, asegura, están ligados
inevitablemente». Considera a los mitos realidades
sagradas y, para él, «lo sagrado es lo real por
excelencia». Como celebración del mito, nuestros
más lejanos antepasados pergeñaron ritos y
rituales. Eran éstos, y siguen siéndolo, un acto
social en el que el grupo participa y se identifica.
Hay ritos de purificación, de sangre, de tránsito o
paso, funerarios, de iniciación, de consagración,
etc.

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En el símbolo, nuestro autor encuentra la
expresión de algo mucho más profundo de lo que,
a priori, parece que expresa. Ha evolucionado en
paralelo al desarrollo del cerebro y de la
consciencia de hombres y mujeres. Renunciar hoy
a él sería renunciar al modo que los humanos
siempre tuvimos de entender el mundo, pues nos
acompaña desde la noche de los tiempos.
Cuanto Rubén Baidez nos dice de mitos, ritos y
símbolos, lo aplica a la masonería, institución que
conoce en su esencia más profunda y en sus
milenarias tradiciones. Enumera algunos
documentos en los que, ab initio, quedaron
reflejados los Antiguos Deberes y Constituciones
de esta hermandad de constructores operativos
hasta el siglo XVIII y especulativos a partir de
entonces. Nos da a conocer la situación a la que
antaño accedía el profano que se iniciaba como
aprendiz y cómo tal situación fue evolucionando
con el paso de las centurias hasta alcanzar en la
logia los ya clásicos tres grados de aprendiz,
compañero y maestro. Evoca, igualmente, la
necesidad surgida de las relaciones interpersonales
que generaba el ritual, relaciones que dieron lugar
al protocolo «con el que se busca facilitar la
interacción de los hermanos de un modo
adecuado».
Particularmente hermosas me han parecido las
páginas que aquí se dedican a la iniciación. Con
ella, comenzamos una aventura personal y

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trascendente o nos introducimos de forma
progresiva en un grupo previamente constituido
que disfruta de una historia, de un proyecto de
futuro e incluso de un lenguaje simbólico propio.
La iniciación se convierte para el iniciado en
transformación anímica radical que se expresa,
frecuentemente, con la metáfora de muerte-
resurrección. Por supuesto que la iniciación
masónica no debe entenderse como una sola
ceremonia que permite al profano formar parte de
la fraternidad que lo acoge, ni se completa en un
grado, el del aprendizaje. La ceremonia primera no
es más que un umbral que se traspasa, pero la
iniciación se prolonga en el tiempo y hay que
entenderla como proceso permanente que se
mantiene mientras se es aprendiz, compañero y
maestro. Baidez señala las distintas vivencias y
distintos aprendizajes con los que el iniciado se
va a encontrar en cada uno de esos grados,
pasando de la mirada interior —en el primero— a
la exploración de la alteridad —en el segundo— y
a la resurrección y disfrute de una plena y nueva
vida —en el grado de maestro—. Resultan
emotivas las impresiones vividas por «un
soldado», el día de su iniciación masónica, que
Rubén recoge para ejemplificar cuando nos ha
expuesto anteriormente.
En resumen, este libro contiene páginas densas
en conceptos, pero transparentes y muy útiles para
el que se asome a ellas. Animan a disfrutar en

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nuestros días, sin complejos ni rubor alguno, de
ideas, enseñanzas y experiencias que han ido
coagulando en el «sancta sanctorum» del alma
humana a lo largo de incontables generaciones.
Prácticamente desde que el hombre se sintió
hombre, desde que un día, de forma inopinada,
dejó atrás la animalidad del primate y despertó a la
luz de la consciencia y la razón.

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I. EL MITO

La explicación clásica que se ha dado para el


nacimiento de la filosofía occidental es la de la
repetidísima idea del «paso del mito al logos».
Esta afirmación no expresa en su totalidad la
realidad del hecho, pues el mito no se puede
catalogar a modo de «fábula», «invención» o
«ficción», debido a que la narración mitológica
encierra tras su lenguaje simbólico verdades
racionales y con mucho que decir al hombre de
hoy. En esta concepción influyó negativamente y
de manera determinante la forma en que en la
antigüedad grecolatina conceptuaron las
narraciones míticas. Jenófanes (hacia 565-470) fue
uno de los primeros en criticar y rechazar las
expresiones «mitológicas» de la divinidad
utilizadas por Homero y Hesiodo. Estas y otras
ideas fueron las que provocaron en la cultura
helena que el mito se fuera vaciando
progresivamente de todo valor. Como si fuera un
opuesto al logos, como más tarde a la historia. Por
lo tanto referirse a lo mitológico pasó a ser
equivalente de referirse a algo que no puede existir
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en la realidad.
Esto dio lugar a que en la historia hablar de mito
o mitológico se equiparase a creencias infundadas

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de la imaginación o de algo simplemente repetido
sin un verdadera base histórico-científica. Dicho
de otro modo, el mito era visto como si se tratase
de «una mentira repetida mil veces que se
convierte en una verdad», tal y como dijo J.
Göbbels.
Esta oposición frente al mito no era del todo
inocua y desinteresada, sino que buscaba resaltar
las diferencias entre las explicaciones filosóficas y
científicas con las antiguas narraciones míticas.
Pero al igual que en el mito encontramos logos, en
las explicaciones filosóficas (logos) encontramos
mitos. Por poner un ejemplo podríamos hablar del
paralelismo entre el mito de la caverna y las
iniciaciones eleusinas, o el poema de Parménides
del S. V a. C. (uno de los pilares de la cultura
occidental) el cual es un texto enigmático lleno de
profundo conocimiento racional pero con una
magnifica expresión de sustrato religioso donde
los «iatromantes» y sacerdotes de Apolo conducen
a los iniciados hacia un saber encaminado a
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transmutar el concepto de lo real.
Por lo tanto, aceptar una idea falsa sobre la
mitología sería privarnos como humanidad de la
aportación de sus verdades esenciales y lo mucho
que hoy nos tienen que decir y enseñar. El mito y
el hombre están ligados inevitablemente. Uno es
lo que es porque el otro es lo que es. Se interpelan.
El nacimiento del mito va de la mano al desarrollo
racional del hombre en este mundo. No hay

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aspecto importante de la vida que sea ajeno al
mito. Por ello, existen mitos religiosos (como el
nacimiento de los dioses), políticos (como la
fundación de Roma) o sobre temas particulares
(por qué el maíz se convirtió en el principal
alimento de un pueblo, como sucedió con los
pueblos prehispánicos de México).
Las primeras formas de mitología nacieron con
el Neanderthal. Estos fueron los primeros homos,
en la larga línea evolutiva del hombre, en tener
una consciencia clara de la muerte. Esta
consciencia era resultado de un desarrollo racional
muy elevado, el cual lo ponía ya frente al misterio
y el sentido existencial. Esto se debe, según la
teoría el paleoantropólogo español, Juan Luís
Arsuaga, a que el Neanderthal no era menos
inteligente que el homo sapiens sino que tenía otro
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tipo de mentalidad». Es por esta razón que en la
cueva de Bruniquet, en Francia, se baraja la
posibilidad de que los círculos realizados con
fragmentos de estalagmitas tengan un significado
simbólico. O incluso se cree que el yacimiento de
Pinilla del Valle, en Madrid, podría albergar un
santuario. El Neanderthal ya tuvo la suficiente
capacidad racional para ser consciente de lo
inhóspito y misterioso del mundo. Esto lo llevó a
cierto tipo de creencias culturales y comunitarias
cuya cohesión fue el mito. Y se debe a que el mito
responde a tres preguntas que le caracterizan, según
Claude Lévi-Strauss, antropólogo estructuralista:

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1) Trata de una pregunta existencial, referente a
la creación de la Tierra, la muerte, el nacimiento y
similares.
2) Está constituido por contrarios
irreconciliables: creación contra destrucción, vida
frente a muerte, dioses contra hombres o bien
contra mal.
3) Proporciona la reconciliación de esos polos a
fin de conjurar nuestra angustia.
El hecho de que el mito procure responder a una
búsqueda existencial y racional del ser humano
explicaría porque en lugares tan distintos y
distantes entre sí, hay mitos con elementos tan
similares y comunes. Si leemos el Génesis y el
Popol Vuh encontramos parecidos sorprendentes,
si se tiene en cuenta la distancia que hubo entre los
escribas de dichos textos.
Para estos pueblos antiguos el mito era una
historia de inapreciable valor, sagrada, ejemplar,
significativa pero sobretodo «verdadera». El mito
era tomado como algo vivo que profería modelos
de conducta humana y conferir por eso mismo
significación y valor a la existencia. Se acercaban
al mito como una historia sagrada, es decir, un
acontecimiento primordial que tuvo lugar en el
comienzo del Tiempo, ab initio. El relato de estas
historias sagradas equivalía a revelar un misterio,
pues los personajes del mito no son seres
humanos: son dioses o Héroes civilizadores, y por
esta razón estos constituyen misterios: el hombre

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no los podría conocer si no le hubieran sido
revelados. El mito es, pues, la historia de lo
acontecido in illo tempore, el relato de lo que los
dioses o los seres divinos hicieron al principio del
Tiempo. «Decir» un mito consistía en proclamar lo
que acaeció ab origine. Una vez «dicho», es decir,
«revelado», el mito pasaba a ser verdad apodíctica:
fundamenta la verdad absoluta. «Así es porque está
dicho que es así», declaran los esquimales netsilik.
El mito proclamaba la aparición de una nueva
situación cósmica o de un acontecimiento
primordial. Consistía siempre en el relato de una
«creación»: se cuenta cómo se efectuó algo, cómo
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comenzó a ser.
Se trata pues de realidades sagradas, pues lo
sagrado es lo real por excelencia. Al ser algo
revelado no es algo profano. Por lo tanto, una
persona que vive bajo modelo mitológico está
insertada en lo real y es menor el riesgo que corre
de perderse en lo irreal, vano e ilusorio de una
actividad de esta vida. El mito pues, describe las
diversas y a veces dramáticas irrupciones de lo
sagrado en el mundo. Por esta razón, el mito no es
algo que pueda recitarse indiferentemente en
cualquier lugar y momento, sino en momentos
concretos llamados tiempos o lapsos sagrados. Al
narrar el mito sagrado se esta dando un
fundamento a la realidad transcendente, a la vez
que se explica el porqué han venido a la existencia

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y el cómo.
Dicho esto, podemos concluir que en el mito las
palabras no solo son palabras. El relato mitológico
posee la capacidad de abrir todo un mundo, dar
realidad a cosas que siempre han estado
suspendidas en el horizonte de nuestra conciencia,
fuera de nuestro alcance. Por esta razón,
encontramos que en muchas ocasiones, apegado al
mito existen rituales de curación de enfermos. El
mito tenía poder y estaba entroncado en la vida
cotidiana de toda la tribu o sociedad.

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II. EL RITO

Si hemos empezado hablando del mito es porque


el rito no se puede entender separado de la
narración mitológica. El ritual celebra el mito.
Todo ritual tiene un modelo divino, un arquetipo.
«Así hicieron los dioses, así hacen los hombres»,
dicen los hindúes. El ritual tiene su fundamento en
lo divino, héroes civilizados o antepasados
míticos. Por ejemplo, en el Egipto de los últimos
siglos, el poder del rito y del verbo que poseían los
sacerdotes se debía a que aquellos eran imitación
de la hazaña primordial del dios Thot, que había
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creado el mundo por la fuerza de su verbo.
Todo ritual proyecta en su ritualidad la época
mítica del comienzo. Por ejemplo los judíos con el
descanso del Shabbat reproduce el acto primordial
del Señor, pues el séptimo día de la creación
descanso.
La celebración ritual abole el tiempo por la
imitación de los arquetipos y por la repetición de
los gestos paradigmáticos. Toda celebración ritual
se une al instante mítico del comienzo y coincide
con él. En la celebración del rito el tiempo profano
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queda suspendido. En la medida que el sujeto
participa del ritual él, abandona el mundo profano
de los mortales y participa del mundo divino de

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los inmortales. Podemos concluir entones que el
rito asociado al mito adquiere una dimensión
simbólica de carácter mistérico y transcendente.
Cabe decir, que la acción ritual no es irracional,
tiene una finalidad. El ritual es una forma de
comunicación, un código simbólico legible. Tras
el ritual hay un lenguaje que comunica plenamente
un significado y un mensaje. Hay especialistas que
apuntan que en los rituales hay símbolos
universales, es decir, en todos ellos hay un
repertorio similar de conceptos.
Un análisis adecuado de un ritual tiene que tomar
en consideración numerosas dimensiones
diferentes, y un análisis correcto debe tener en
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cuenta:
1. La acción ritual en sí misma (cual es su
esencia y que fin procura lograr).
2. Que aporta al participante.
3. Qué pretende lograr.
Según Marcel Maus el rito está animado por un
poder inmanente, una especie de virtud espiritual.
Por medio del cual, el sujeto se ve superado y se
expone ante los poderes sobrenaturales. Esta
realidad espiritual es fundamento de lo que existe
y más real que nuestro mundo cambiante. La
recreación de todo ese proceso lleva al hombre a
conectar con un estado primigenio y original, y
con la conexión de este mundo de fuerzas no
manifestadas con los procesos de toda la realidad.

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El ritual es necesario porque a través de él se
vehiculan las fuerzas internas que nutren cualquier
creación. Esto se consigue desde dos axiomas
diferentes:
1. Implorando o suplicando a la deidad que
sean gratos nuestros gestos, palabras y
símbolos rituales y que
consecuentemente nuestra intención y
deseo sean entendidos.
2. Procurando reorganizar y controlar
aquello que se entiende que ha sido
alterado en este mundo (es decir que es
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malo o esta mal).
El ritual es un acto social; su realización requiere
la cooperación organizada de individuos
encabezados por uno o varios dirigentes. Hay
normas que indican qué personas deben participar,
y en qué ocasiones; a menudo hay normas que
excluyen a determinadas personas como otras que
permiten u obligan a participar a otras. El ritual es
también social por cuanto que existe un
reconocimiento general de una pauta correcta,
moralmente válida, que debe seguirse en toda
ceremonia. Las relaciones sociales de toda la
comunidad están representadas en la organización
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del ritual.
El ritual así mismo da una identidad al grupo
hasta el punto que determina quién está dentro de
él. Por ejemplo, aquellos que no estaban

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preparados en Israel ritualmente y en santidad, no
podían tomar parte de las ceremonias e incluso
podían ser expulsados como parte del pueblo.
Existen muchos tipos de ritos:
De purificación. Busca por medio de la
celebración ritual devolver al cuerpo su pureza, o
como símbolo de la pureza del alma. Por ejemplo
las abluciones de agua de algunas religiones.
De sangre. Desde tiempos remotos la sangre ha
sido asociada con la vida. Rudolf Steiner,
refiriéndose al poder de la sangre según se refleja
en la famosa novela Fausto, del escritor alemán
Goethe, dice: «Fausto debe escribir su nombre con
su propia sangre, no porque el Diablo sea enemigo
de ella, sino, más bien porque desea obtener poder
sobre la misma. Ahora bien, en ese pasaje se oculta
una observación digna de tenerse en cuenta: que el
que obtiene poder sobre la sangre de un hombre
obtiene poder sobre el hombre mismo y que la
sangre es un “fluido muy especial”».
De tránsito o de paso. Para muchos expertos, el
concepto de rito de paso resulta muy amplio y
demasiado vago. Estos ritos están fuertemente
vinculados a acontecimientos de ciclo vital, como
puede ser el paso de la infancia a la madurez, o de
la niñez a ser una mujer potencialmente fértil, etc.
Estos ritos en ocasiones son preliminares
necesarios para la iniciación, que tiene lugar más
tarde. Estos ritos de paso tienen una perspectiva de

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cambio en el sujeto que los sufre. Es decir, por
medio de ellos hay un cambio social o comunitario
que no necesariamente ha de ser natural. También
tienen que ver con ceremonias de admisión a
sociedades como la masonería. Se podría incluso
denominar, en base a la masonería inglesa, como
ceremonia de aceptación.
Funerarios. Las ceremonias rituales fúnebres
han quedado en el resquicio de la memoria social
a modo de un tiempo para honrar la memoria del
fallecido, acompañarle en sus últimos momentos
en la tierra, velar su cadáver para darle un final
digno acorde a su vida, un tiempo de duelo para
llorarle o simplemente como el último adiós. Pero
desde la antigüedad estos rituales han tenido una
importancia supina debido a que las tradiciones
funerarias han estado fundamentadas bajo dos
premisas fundamentales: la búsqueda de la vida
eterna y la atenuación del dolor, que la muerte trae
consigo, mientras se espera la tan ansiada
resurrección que identifica a los miembros de la
cultura que los realiza, constituyéndose de esta
manera la semiosis social de la muerte para
acceder a la semiótica de la vida a través de la
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celebración de estas prácticas mortuorias. Dentro
de una ceremonia ritual, vida y muerte son dos
términos que se confrontan y se confirman al
mismo tiempo, cuyos aspectos de mayor
relevancia se ponen de manifiesto en objetos,
palabras y gestos con un sentido simbólico a fin de

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reafirmar el deseo de vivir y de trascender a la
muerte con la creencia en una vida más allá de lo
terrenal.
De iniciación. La iniciación no puede definirse
simplemente como la admisión en un grupo. En
estas ceremonias se busca dar una información
selecta a un sujeto tales como: verdades reveladas,
misterios explicados, la experiencia misma que no
puede ser comunicable, conocimiento, canciones y
palabras rituales, etc. El iniciado participa por un
breve instante del mito eterno, pasa a ser el
iniciado eterno. Esto hace que en su corazón se
deposite un germen de vida sobrenatural que tiene
el deber de hacer crecer a su servicio. Es decir,
ahora la vida del iniciado es una manifestación de
lo eterno. En él se concentran dos realidades que
ya no son opuestas. Es así pues, que el iniciado es
aquel que nace en correlación con el origen y
principio (arjé) de todo lo que es, más allá del
espacio y del tiempo. Más allá del mundo de la
apariencia. El iniciado se une a un tiempo ritual
que es el de la eternidad. Él ha vivido un
encuentro con potencias primordiales que no le
permiten ser el mismo, sino que lo bautizan como
heredero del mundo misterioso. Con ello no se
expresa que sepa toda la verdad, pero sí que hay
en su inminencia algo transcendente. Por medio
del ritual de iniciación, ha entrado en contacto con
la verdadera realidad, un instante eterno de lo
universal.

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Relativo a fenómenos naturales. Rituales
celebrando la primavera, la siembra, la cosecha,
las tempestades, etc.
Exorcismos. Busca de forma ritual liberar a las
personas poseídas por el demonio o un espíritu.
De consagración. Busca de forma ritual ser una
señal externa y pública de un don con el que la
divinidad ha capacitado a cierta persona de manera
sobrenatural para llevar a cabo una determinada
misión.
De conmemoración. Acción ritual que se hace
en memoria o en honor al recuerdo de alguien por
su vida, por ser un mártir, por su ejemplaridad o
bien porque persona que le tienen afecto así lo
convienen.
De acción de gracias. Por ejemplo el Día de
Acción de Gracias, formaría parte de un ritual de
gratitud. Así mismo en diferentes culturas y
religiones se ha dado la fenomenología de
agradecer a una deidad superior o fuerza cósmica
el bien recibido. Tras esta actitud de
agradecimiento hay un reconocimiento humilde de
nuestras propias limitaciones y finitud humana.
De expiación. Puede tener un carácter
comunitario tal y como era la festividad de Yom
Kippur. A sí mismo también puede ser para expiar
ciertos pecados de manera individual como son
algunos actos de contrición como la mortificación
de la carne en el medievo. Busca por medio de
rituales expiar y pagar algún pecado concreto que

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violenta tu conciencia.

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III. EL SÍMBOLO

La vida cotidiana está repleta de símbolos.


Aquello que llamamos cultura, alfabetización y
sabiduría no es más que un sistema simbólico que
se complica a medida que avanzan nuestras
sociedades tecnológicas e hiper-complejas,
requiriendo tanto tiempo para educarnos que
prolongamos nuestra juventud hasta prácticamente
la mitad de nuestra esperanza de vida. Nuestra
mente ha aprendido a ponerlos en práctica e
interpretarlos de manera automática. De modo que
de manera documentada, desde los tiempos de las
cuevas de Altamira, el ser humano se ha
convertido en un animal simbólico o cultural que
ha sido capaz de crear un sistema complejo y
sistematizado de signos que relacionan
significantes y significados a través de la escritura
verbal, musical o matemática, entre otros sistemas
lingüísticos que se pueden citar a vuelapluma.
Según indica Mosterín: «Los cerebros registran los
cambios al instante, procesan la información con
rapidez y la transmiten de cerebro a cerebro,
creando así la red informacional en que consiste la
cultura. La cultura es información transmitida
entre cerebros, es decir, información transmitida
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por aprendizaje social».

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El término cultura proviene del verbo latino
colere el cual significa cultivar. Así, agrum colere
significa cultivar el campo y vitem colere, cultivar
la vid. La forma de supino de colere es cultum y
de ella proviene la palabra cultura. Por supuesto
hoy en día nos referimos a cultura para esas
actividades, procedimientos, valores e ideas
transmitidos por aprendizaje social y no por
herencia genética.
Toda congregación o colectivo humano requiere
la construcción de su propio templo, con su propio
universo simbólico. Cada religión necesita su
catedral para llegar al conocimiento de las
revelaciones dadas por sus dioses. Con cada
disciplina deportiva ocurre exactamente lo mismo,
donde refulgen con brillo propio sus deidades.
Con las instituciones políticas de una sociedad, la
nación, el municipio... se reproduce el mismo
patrón. Sin su burocracia ritual y sin su símbolo,
no hay lugar a la interpretación, ni a la asociación
mental aceptada por una mayoría relevante de una
comunidad mediante la que se le dota de un
significado. Por tanto, el símbolo es un elemento
realmente abstracto e imaginario, fruto exclusivo
de la creación humana que se ha instituido como
lenguaje para alcanzar un concepto.
Es así pues se puede concluir que nuestra cultura
es eminentemente simbólica. Aprendemos pautas
de comportamientos, ritos religiosos con

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muchísima carga simbólica que pretende atraer
por medio de ciertos mecanismos materiales lo
espiritual y hasta aprendemos a ver en un triángulo
a Dios. ¿Cómo es posible que esto sea tan
intrínseco al ser humano? ¿Es posible ser
verdaderamente hombre sin el símbolo?
En el libro El Hombre y sus símbolos, Carl Jung
comienza haciendo una clara distinción entre lo
que es un símbolo y lo que es un signo. El signo es
aquello que dota de significado el ser humano,
dígase un logotipo, unas siglas del tipo: UNICEF,
CCOO, etc. En cambio el símbolo sirve para
expresar algo más de lo que pueda parecer a priori.
Está cargado con un valor adicional que apunta a
cierto esoterismo o algo oculto. Dicho de otro
modo, el símbolo apunta a una realidad que
transciende a lo que es evidente que encierra. El
desarrollo del símbolo está vinculado
estrechamente con el desarrollo de la conciencia.
Cuanto mayor ha sido el desarrollo del cerebro,
más simbología ha utilizado el hombre, y que
decir cabe, que el mismo lenguaje es simbólico.
Pero al igual que el símbolo sirve de forma
consciente, se vincula con el inconsciente. Una
prueba de ello es que nosotros mismos por medio
de los sueños creamos cierto tipo de simbología.
Pone el ejemplo de un hombre que soñó con una
mujer desaliñada, borracha, etc. Él en un primer
momento la identificó con su mujer, pero tras
algunas sesiones de terapia concluyeron que era la

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parte femenina que habita en cada hombre y que
estaba siendo anulada. El paciente no tenía
equilibrio entre esa parte masculina y femenina
(yin y yang). El símbolo de forma inconsciente
sirve para que el hombre exprese ideas que le
sobrepasan o conceptos que no llega a captar del
todo. Por esta razón las religiones recurren a cierta
simbología para poder expresar cierto tipo de
cosas que de otra forma no se puede expresar, o
que ni siquiera es totalmente captable por el
intelecto. Por ejemplo, la luz del sol como
manifestación de cierta experiencia mística.
Es sabido, afirma el psiquiatra suizo, que el
inconsciente versa sobre el pasado. Pero no se
puede reducir su ámbito de acción tan sólo a ello,
sino que también nos influye sobre toda decisión
futura que se vaya a tomar. Por mucho que en
nuestra manera consciente no esté. El inconsciente
está incluso en fenómenos que en otro tiempo se
llamó posesión y hoy es: histeria colectiva, que se
dan en lugares como: conciertos de rock and roll,
cultos carismáticos, etc.
La inconsciencia es determinante tanto en las
decisiones que tomamos, como en cierta manera
de interpretar algunas cosas presentes. Y la forma
de comunicarnos con nuestra conciencia es por
medio de la simbología. A pesar de que la
interpretación del mundo onírico es complicada,
es en los sueños donde más claramente se ve esa
asociación. Cuanto más bajamos de la consciencia

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del ser humano, mayor riqueza simbólica
encontramos. La consciencia intenta ajustarse a
los parámetros establecidos culturalmente, pero en
los sueños, nuestro inconsciente intenta regular
esa separación entre la conciencia y la
inconsciencia, manifestándose por medio del
símbolo. Nuestros antepasados estaban muchos
más acostumbrados a este tipo de lenguaje
ambiguo y que requiere de interpretación, por
ejemplo: el oráculo de Delfos. Por el contrario
parece que el ser humano, cuanto más dominio
quiere tener de su conciencia, mayor es su intento
por obviar e ignorar ese lenguaje simbólico de
sueños, visiones, etc. Por esta razón muchas
patologías actuales psicológicas tienen que ver con
esa disociación entre nuestra parte consciente y
nuestra parte inconsciente.
Por este motivo, podemos decir que mientras los
signos son ideados, los símbolos pertenecen a
todos los seres humanos. Son de manera
inconsciente algo que nos dice mucho a todos. Es
importante para analizar ese sueño, tener en cuenta
cómo es el carácter del soñante y por supuesto no
asociar sus símbolos con los nuestros. Hay que
intentar buscar una interpretación del sueño desde
el mismo individuo que sueña. Los símbolos son
arquetipos que están en el inconsciente. El
inconsciente supera a la conciencia. La conciencia
puede definirse como taula rasa, pero el
inconsciente no. Este último está lleno de

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impulsos, sensaciones, etc., igual que el de por
ejemplo un cachorro de animal. Esta
configuración le hace tener a veces pensamientos
propios, que pueden manifestarse como algún tipo
de pronóstico sobre el futuro o algo escatológico
por cumplirse. Es porque más allá de la mente
consciente, existe un inconsciente que elabora sus
propios pensamientos que se manifiestan como
bien ha dicho el autor una y otra vez, de modo
simbólico. Incluso mucha gente cree, según dice el
escritor, que la conciencia se ha creado a sí misma
desde la fuerza de la inconsciencia. También
afirma que aunque muchos creen que el mito es
algo inventado por algunos y creído por un pueblo
de crédulos, no es nada más alejado de la realidad.
Puesto que la simbología encierra ese elemento
inconsciente que hace que sea algo propio de todo
ser humano. Por eso en una sociedad que prima
más lo racional y consciente, se cree que lo
simbólico e inconsciente no tiene valor alguno.
Pero la simbología religiosa tiene mucha más
importancia de la que el hombre moderno le da.
Pues encierra en sí el secreto de un sentido vital. Y
por mucho que conscientemente no encontremos
explicaciones para Dios, debemos de ser lo
suficientemente humildes como para reconocer
que es algo que nos transciende a nuestra propia
consciencia. El problema real de la simbología
inconsciente es que no responde de manera natural
a una lógica. Su interpretación es tediosa y

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requiere de un autoconocimiento o de conocer al
soñante. Por ello muchos prefieren aliviarse de ese
fastidio de aguas movedizas y quedarse en lo
lógico, que es lo que sigue ciertos patrones
culturales.
Es importante tener en cuenta que en la
simbología debe hacerse una distinción clara,
entre: símbolos naturales y símbolos culturales. El
primero son significantes comunes a todos los
seres humanos y que pueden representarse de
distinta forma, pero constantemente quieren decir
lo mismo. El símbolo cultural es aquel que intenta
representar «verdades eternas» que se han ido
adaptando a la religión o cultura del momento. El
símbolo crea algo en la psique inconsciente del
hombre y negarlo es lo que le conduce a una
esquizofrenia del tipo lo que los nazis hicieron en
Alemania. Los antropólogos culturales, saben por
medio de estudios, que en el momento que se
abandonan los símbolos en pro de una sociedad
más moderna, el declive de esa sociedad es
inminente, hasta la destrucción del orden mismo de
esa cultura tal y como se conoció.
A medida que el hombre moderno se ha ido
tecno-cientificando ha conocido sobre la materia
pero se ha enajenado más respecto a los
fenómenos naturales, ya no forma parte del
mundo. Por lo cual, ese impulso inconsciente
clama por salir. El miedo real de la sociedad
moderna es acercarse a esos arquetipos simbólicos

31
y retroceder a un mundo de fantasías, ilusiones,
símbolos que aún tienen mucho que decirnos
sobre nosotros mismos. Hoy en día muchos se
preguntan por qué Dios no habla como en antaño
y es porque el hombre tan sumido en su
subjetividad, no quiere creer que Dios le hable por
sueños, simbólicamente, metafóricamente, etc.
Relegan ello a «eso es un fenómeno psicológico»
y por ende, censuran a Dios mismo. Es necesario
volver la mirada a nuestro interior y ser humildes
para reconocer esa mutilación del alma que hemos
realizado.
El símbolo responde a algo mucho más humano,
inconsciente y natural a nosotros mismos.
Mientras uno es un artificio, el otro es una
respuesta natural y un fenómeno común a todos
los seres humanos. Es así como podemos ver en
las cuevas de Altamira unas imágenes muy
similares a las de la Cueva de la vieja a más de
1.000 km.
Indudablemente, como bien apunta Jung, parece
que hay un patrón un tanto inconsciente que tiende
a hablar nuestra consciencia. Y ninguna mejor
manera para hacerlo que por medio de imágenes.
Bien se ha sabido siempre que una imagen vale
más que mil palabras. Y es que el símbolo refleja
mucho más de lo que de una lectura plana se
podría hacer. El símbolo apunta a una realidad
física y a otra que está más allá de ella. Y sólo el
hombre es capaz de identificar esas dimensiones.

32
Es por medio de esa capacidad de asociación y
abstracción que el ser humano ha llegado a tener
en los símbolos un poder de encriptar mensajes, y
a su vez representar cosas que exceden al
entendimiento y lenguaje humano. Es decir, toda
experiencia que transciende al ser humano es
metaforizada con un tipo de simbología muy
particular. Por ejemplo, si recurrimos al mito de la
Caverna, encontramos que al hablar de la
experiencia de salir fuera de sí (es decir del
éxtasis), encontramos ese girarse sobre sí para
mirar el sol. El sol en este momento podría
representar muchas cosas, idea de Bien, Dios, etc.
Todo el mundo podría ver algo diferente, pero lo
que queda en sí es el mensaje de la experiencia de
mirar a esa luz (que a todos nos podría recordar a
miles de historias que hemos oído sobre las ECM).
Por ejemplo para hablar de esa luz podría
mencionar al famoso escritor y poeta Goethe,
cuyas últimas palabras que dijo en esta tierra
fueron: ¡más luz, más luz! O por ejemplo
podríamos analizar la palabra Dios de nuestro
vocabulario, cuyo origen es Deus, del griego Zeus,
nombre cuya base tiene que ver con la luz. Es por
esto que quizás en ese éxtasis místico, el autor, en
este caso Platón, por medio de la metáfora
simbólica, esté hablando de la experiencia mística
en pura esencia. Quizás es por eso que la
religiosidad está plagada de iconos y simbología.
Pues es la forma natural y propia del ser humano

33
de expresar lo que le transciende. Es la manera
que nos es propia de intentar expresar aquello que
no nos es posible expresar de otro modo.
En ámbito religioso, encontramos historias tan
curiosas como la del simbolismo del Agnus Dei
que nos narra Albert Pike:
Debido al fenómeno conocido como
precesión de los equinoccios, el Zodíaco se
desplaza paulatinamente con respecto al eje de
la tierra, y por ello, con el paso de los siglos,
los sucesos astronómicos acontecen en signos
distintos. Por poner un ejemplo, la unión del
Sol y la Luna (Osiris e Isis), que marcaba el
renacer de Osiris, en la época del Antiguo
Testamento tenía lugar en Tauro, mientras que
durante el Nuevo Testamento tiene lugar en
Aries. Por ello en el Antiguo Testamento se
representa al dios como un toro joven (el
Becerro de Oro), mientras que en el Nuevo
Testamento aparece como un carnero joven (el
Cordero de Dios). Otro elemento que puede
llevar a confusión es que el número de estrellas
que componen una constelación puede variar
según la magnitud a la que dejemos de
contarlas (hoy las Pléyades las contamos como
siete, pero los egipcios las contaban como

34
14
nueve).
Es una parte muy importante del conocimiento
humano la simbología expresada en todas sus
formas: cultura, lenguaje, iconografía, etc. Ésta no
sólo nos informa o nos ilustra al respecto de algo
(de una realidad encerrada sobre sí y esotérica),
sino que también nos tiene algo que decir sobre
nosotros mismos. Es decir, en la simbología se
puede obtener una grandísima lectura de auto-
conocimiento sobre la naturaleza humana, el
inconsciente (que con fuerza desea comunicarse
con la consciencia) y sobre algo oculto que el
hombre desee velar a los ojos «profanos». Como
dice proverbios: «Honra es del Rey esconder un
secreto y del Príncipe encontrarlo». Es así como
por medio la simbología, el hombre ha encriptado
su conocimiento sobre astrología, espiritualidad,
misticismo, etc. para que sólo unos pocos que
realmente estén dotados e ilustrados puedan hacer
una lectura de ellos. Renunciar a la simbología es
renunciar a un modo que tiene el hombre de
entender el mundo. Pues a mayor capacidad
cerebral del homo y a mayor desarrollo de la parte
consciente, mayor ha sido el avance de la
simbología. Por un lado ese inconsciente íntimo de
cada uno de nosotros intenta aflorar y comunicarse
con nuestra parte consciente. Y por otro lado,
nuestra parte inconsciente, ante la experiencia del
misterio y de aquello por lo que es transcendido,

35
busca la manera de comunicarlo por medio de la
simbología. Renunciar a ella es renunciar a algo
que ha acompañado al hombre desde que ha sido
hombre. Y por supuesto considero imprescindible
que el hombre siga escuchando y volviendo su
mirada a esa simbología que algunos podrían
llamar psicológica, otros cultural pero como dice
Jung, nace de lo más íntimo de nosotros mismos.
Y es así como poemas como el del místico sufí
Rumi encierran dentro de sí una gran riqueza sólo
disponible para aquel que tiene ojos para ver y
oídos para oír.
La brisa del atardecer tiene secretos que decirte.
No regreses a dormir.
Tú debes pedir aquello que realmente deseas.
No regreses a dormir.
La gente entra y sale a través del umbral donde
los mundos se tocan.
La puerta es redonda y está abierta.
No regreses a dormir.
O tan sólo la simbología del lobo y el dragón
¿Qué nos querrán decir?
La simbología forma parte íntima del desarrollo
cerebral del ser humano y del conocimiento del
mismo. Se puede leer en clave de auto-
conocimiento de ¿qué es el hombre? y por
supuesto nos informa de la manera en la que el
hombre ve el mundo. Somos los únicos seres que
pisan la tierra con conciencia de simbología. Y

36
según Carl Jung la simbología es el lenguaje
propio de nuestra alma, el que debemos aprender a
ver y escuchar. Más allá del fenómeno físico de
pasar de la memoria a corto plazo a la memoria a
largo plazo, en el sueño, existe un inconsciente
que nos habla y se comunica con nuestra
consciencia de una manera prodigiosa, abierta tan
sólo a aquel que sabe escuchar y leer. Si tan sólo
tomáramos consciencia de la importancia de la
simbología en nuestra vida, comprendiéramos lo
que llevamos a cabo de forma simbólica tantas
veces y conociéramos qué son el significado y
significante y en qué se diferencian cada uno,
nuestra vida se llenaría de un mayor conocimiento
del mundo y de nosotros mismos. Algo a lo que no
creo que debamos renunciar. En el caso de que
esos conocimientos se aislaran y se accediera a los
mismos por separado, resultarían caóticos e
incomprensibles. Caeríamos en una especie de
maldición semejante a la Torre de Babel al
perderse los significados, tornándose inconexos y
fragmentarios. Los hombres incapaces de
comunicarse por la incompatibilidad de sus
lenguajes, incurrirían en actitudes como la
intolerancia, el fanatismo y el odio, poniéndose de
relevancia la necesidad de disponer de un sistema
compatible que les dote de un contexto y un
significado, tal que La piedra de Rosetta.

37
IV. EL MITO EN EL RITO DE
LA ANTIGUA MASONERÍA

La forma de vivir la masonería en Logia es


sobretodo de manera ritual. El rito forma parte de
manera inseparable de la masonería. No sólo es en
sus ceremonias que hay ritualidad, sino en todos
sus «trabajos». Por poner un ejemplo, el Maestro
de Ceremonias anda en la Logia de una
determinada manera. Si se trata del rito de
emulación se hace de una manera y si es del Rito
Escocés de otra (circunvalando). En la masonería
un Rito es el conjunto de reglas o preceptos con
los cuales se practican las ceremonias y se
confieren o se comunican los signos, toques,
palabras y todas las demás instrucciones secretas
15
de cada grado masónico.
Hemos dicho que lo que da sentido a la ritualidad
es el mito. Curiosamente el rito actual que se
llama de iniciación (en algún rito de la Orden se
llama aceptación) en masonería (el del Grado 1 o
de Aprendiz), no tiene mito. Si es cierto que
existen muchas especulaciones o formas de
interpretar el grado la cuestión ha plantearnos es
¿hubo algún tipo de mito antiguo u original en esta
ceremonia?
Algunos apuntan a que la ceremonia original

38
solo era un juramento. Pero cuando volvemos
nuestra mirada a la antigua masonería operativa,
encontramos que en Londres en el año 1356, tras
la disputa entre algunos grupos diferentes de
masones, se tomo la decisión de regular la
actividad con un código de regulaciones
comerciales, con la intención legislar el oficio de
algún modo, siguiendo el ejemplo de otros oficios
que se habían regulado con un código normativo.
La finalidad de la creación de estas regulaciones
era la de posibilitar según el mismo texto refleja:
«Qué cada hombre del oficio pueda trabajar en
cualquier trabajo el oficio si es perfectamente
hábil y sabe lo que hace». Esta primera
organización 20 años más tarde se convertiría en
la London Masons Company. Este primer grupo
no era una logia, sino un gremio comercial.
El hecho de que pasaran a ser logias, parece ser
que tiene que ver más con los grupos que trabajan
lejos de los núcleos urbanos. Probablemente se les
demando cierto autogobierno y organización, así
como formas de control comercial.
La primera información real sobre lo que ocurría
en las logias nos lleva a una colección de
documentos que conocemos como los «Antiguos
Deberes» o las constituciones manuscritas de la
masonería, el Manuscrito Regius de 1390, el
Manuscrito Cooke fechado en 1410 (existen 130
versiones de estos documentos que se remontan
hasta el siglo XVIII). Estos documentos son

39
verdaderos testigos del gremio de masones que se
dio en Gran Bretaña.
La versión más antigua del Manuscrito Regius
está en verso y aunque difieren en algunos
elementos las distintas versiones, en lo elemental y
contenido general son muy parecidos. La
estructura de lo que ocurría en la ceremonia de la
operativa para recibir a un nuevo aprendiz
comenzaba con una oración de apertura cristiana y
trinitaria. Posteriormente continúan con una
historia del oficio que empieza por el origen del
mundo siguiendo la tradición bíblica, luego pasan
las distintas narraciones por diferentes momentos
histórico-legendarios hasta llegar al surgimiento
de la navegación, momento donde el arte real de la
francmasonería llegó a Francia, desde donde fue
llevado por el Canal de la Mancha a Inglaterra,
donde se estableció y floreció dicho arte.
Obviamente el porcentaje de personas que no
podían leer era casi total. Por ello, se postula que
se seleccionaban a diferentes secciones que alguno
de estos masones memorizaban y posteriormente
recitaban. Esta narración como es obvio es un
mito. Los masones en la antigüedad legitimaban
su arte por medio de la transmisión legendaria de
16
un oficio antiguo.
Tras esta historia mítica, se le leía al aprendiz
reglas de carácter moral y ético y posteriormente se
le tomaba un juramento con la mano sobre la
Biblia. Dicho juramento era una simple promesa de

40
fidelidad al rey, al maestro y al oficio. A sí como
obedecer las regulaciones y no avergonzar a los
compañeros de gremio. Es decir, el juramento no
contenía sanciones, sino una demanda de fidelidad
al rey, al empleador y al oficio. Es evidente que el
juramento forma parte del corazón y médula de
toda la ceremonia masónica pues esta obligación es
la clave para la admisión del nuevo aprendiz. Tras
estos lo que hacía era firmar su Indenture, que en
español traduciríamos por «Contrato de
Aprendizaje», y a partir de entonces, el aprendiz
era denominado Indentured Apprentice (aprendiz
Contratado). En el momento de firmar su
Indenture, el Aprendiz contraía lo que legalmente
se denominaban Bonds of Indenture, que
podríamos traducir al español como Lazos de
17
Aprendiz.
Este nuevo aprendiz ahora pasaba a formar parte
de un equipo a cargo del maestro. El maestro
podía incluso venderlo o intercambiarlo. El
reconocimiento personal y laboral del aprendiz
indentado era nulo. Pasaron casi 150 años hasta
que encontremos una cierta regulación de ello. Es
entonces cuando aparecen dos grados. Para
comprender bien esto, hemos de entender que
hasta este momento en la masonería operativa,
sólo habían existido dos grados: aprendiz y
compañero. El grado de compañero no es
equiparable a nuestro grado de compañero actual
en masonería. Es equivalente al grado de maestro,

41
pues es en esta nueva ceremonia que se le revelaba
el levantamiento del maestro. Con la aparición de
un nuevo grado, el grado de compañero de oficio
pasa a ser el de maestro y el anteriormente
conocido como aprendiz se divide en dos:
aprendiz y compañero. ¿Cuál era entonces el mito
utilizado en estas ceremonias?
En el Manuscrito Harleian de 1650 nos da algunos
detalles de las diferencias entre estos dos nuevos
grados. Lo primero que nos señala es que hay dos
formas distintas de hacer el juramento. A sí mismo,
se nos informa que se introduce una palabra y signo
diferente para cada uno de ellos.
El documento de 1696 conocido como
Edinburgh Register House Manuscript nos
describe como se desarrollan estas dos
ceremonias. En el documento que se llama Las
formas de dar la palabra del masón o dicho de
otro modo, la forma de iniciar a un masón, se nos
describe que el candidato era puesto a prueba
previamente por medio de sufrir lo que hoy
llamaríamos «novatadas» o según se dice en el
documento, ceremonias para asustarlo (eran cosas
verdaderamente rudas). Tras estas pruebas para
disuadirlo, si las superaba, se le ponía el libro (la
Biblia) entre las manos y en esa posición tomaba
el juramento obligándole a absoluta discreción y
secreto. Tras esto era sacado de la logia, donde se
le daba la palabra y el signo. Tras esto, de nuevo
era ingresado en Logia donde saludaba quitándose

42
el sombrero y terminando con las palabras «bajo no
menos dolor que cortarme mi garganta» (es la
primera vez que aparece en un documento el signo
del aprendiz ingresado).
Tras esto, el aprendiz debía de trabajar
duramente al lado de su maestro por siete años.
Tras esto era llevado de nuevo a la Logia donde
prestaba juramento de rodillas, el cual era el
mismo que el aprendiz pero omitiendo dos o tres
palabras. Tras esto era sacado fuera de la Logia,
donde el maestro más joven (con menos tiempo en
el grado), le instruía en el signo y la palabra de
grado. Tras esto volvía y saludaba. Momento en el
que era instruido. La instrucción se hacía al oído
dándole la palabra secreta. Este la llevaba al más
próximo y el siguiente hacía igual hasta que todo
el mundo daba por buena la palabra. Es entonces
cuando llega al Maestro principal de la obra, el
cual le instruía en los cinco puntos de la
hermandad.
La leyenda o mito de este segundo grado no nos
ha llegado, pero los antiguos nos legaron la
historia de Josué y Jefté. Cabe resaltar que el
sistema de tres grados se desarrolló
primordialmente en Escocia. En Inglaterra en
cambio el sistema de dos grados prevaleció
incluso en el momento de la fundación de la Gran
Logia de Inglaterra en 1717. El mismo Anderson
en sus constituciones habla de aprendiz ingresado
y el segundo grado para el maestro o compañero

43
(Master & Fellow Craft). En este segundo grado si
sabemos que la leyenda era el levantamiento del
maestro y la palabra perdida era dada en una
ceremonia incluida en ese grado, llamada Regla de
tres órdenes (lo que hoy sería el Arco Real).
Recapitulando lo hasta aquí dicho, la fecha de
organización de los primeros gremios de masones
con fines comerciales es de 1356 y los primeros
vestigios de una ceremonia de admisión es de
1390. Es en algún lugar entre esas dos fechas que
todo comenzó. A partir de ahí la masonería se fue
desarrollando con un sistema de dos grados, en los
cuales hayamos dos leyendas: la de los albañiles y
la del levantamiento del maestro.
Este sistema de dos grados fue evolucionando
hasta el sistema de tres grados, en los cuales
encontramos tres mitos: el de los albañiles en el
primer grado. En el segundo no tenemos
documentos que lo testimonien pero los Antiguos,
nos legaron el mito de Josué y Jefté. En el tercer
grado el mito del levantamiento del maestro.

44
V. RITO Y PROTOCOLO

El rito como hemos dicho es la celebración ritual


del mito. Dicha celebración no se puede dar de
manera aleatoria y al azar, sino que siempre se ve
circunscrita a una determinada asamblea la cual es
una heredera legitima de acuerdo a la tradición
recibida. Con ello, no quiero decir que sea todos
los miembros de la misma quienes participan en la
ceremonia (aunque podría ser que sí). La
comunidad puede elegir un representante de toda
ella que actúa por el conjunto total de toda ella. Es
por esta razón que la validez del rito no sólo está
en el modo de proceder al realizar el rito, sino que
el espacio donde se da es importante. Ese espacio
sagrado no tiene tanto que ver con el lugar muchas
veces, sino con la asamblea que constituye el
verdadero lugar de celebración ritual.
Es inevitable que en dichos grupos de
celebración ritual se generen espacios de
sociabilidad. Pues el ser humano interactúa
siempre con su prójimo. Estos espacios que se
derivan de compartir un rito, no son relaciones al
uso, sino que adquieren una idiosincrasia
particular resultado de la celebración conjunta,
experiencias compartidas, creencias, etc.
Las relaciones interpersonales de los miembros

45
de estos grupos tienen unas particularidades
concretas de las cuales se deriva un protocolo que
le es propio. Este aunque no sea escrito, marca
pautas concretas que el asociado a dicha tradición
cumple. Es decir, el protocolo de estos grupos se
vértebra en base a ciertos conceptos que actúan a
modo de proyección de la propia sociedad. Este
busca proyectar una imagen tanto del miembro del
grupo como de la propia comunidad.
En la masonería esto está presente. Hay muchas
normas no escritas que regulan el comportamiento
del francmasón tanto dentro, como fuera de la
logia. Existen a su vez aquello que muchos
masones llaman usos y costumbres que no dejan
de ser acciones protocolarias propias de la logia
particular.
Los masones tienen un saludo particular que les
instruye el rito, pero se dan en algunos casos tres
besos u abrazos, o se refieren como querido
hermano, etc. A sí mismo existe un orden en la
forma de sentarse en la mesa o de proceder en
reuniones públicas tales como ágapes abiertos o
tenidas blancas.
El protocolo sirve para manifestar los valores de
la hermanad públicamente, su imagen y su
espíritu. Es decir, tendría que ver con lo que
muchas veces se ha denominado en algunas logias
como exoterismo. Así mismo, sirve para que los
masones puedan ponerse en el nivel e interactuar
de un determinado modo. No se busca la

46
separación o clasificación propia de la asamblea,
sino todo lo contrario, busca facilitar la interacción
de todos los hermanos de un modo adecuado. Es
por ello que los aprendices, se les invita a sentarse
juntos o servir las mesas, pues esta actividad les
ayudará a interactuar y generar ciertas
interrelaciones adecuadas.
El protocolo manifiesta en sí mismo el espíritu
del trabajo ritual y por lo tanto también del mito.
El es una expresión siempre de una identidad
personal y propia del grupo iniciático. El
protocolo viene arropado no sólo por el espíritu
del grupo, sino que se le dona a una persona que lo
lleva y transmite. Por esta razón, cuando uno en
Logia trabaja el rito, se adhiere a un protocolo
concreto el cual va interiorizando de un modo
particular. Dicho modo de actuar, que se comienza
a ejercitar, se va transformando en el mejor de los
sentidos aristotélicos en una segunda naturaleza y
por ende, es algo que añade virtud al sujeto que lo
adquiere.
Como apunte final, señale una idea que me
resulta un tanto curiosa. La cultura anglosajona es
mucho más gregaria (tal vez debido a la
climatología) que en lugares tales como España.
En Reino Unido podemos encontrar club o grupos
para realizar actividades bajo techo, más que en
otros lugares. Cada club o grupo desarrolla su
propio protocolo o forma de pertenecer al grupo.
Algunas personas han apuntado que la masonería

47
de origen anglosajón se ha visto fuertemente
influenciada en su interrelación histórica con
ciertos nobles en su protocolo por los modals de la
alta sociedad.

48
VI. LA INICIACIÓN

En las antiguas iniciaciones de los druidas galeses


se les hacía la siguiente pregunta: ¿De dónde
vienes y a dónde vas?
La respuesta era la siguiente:
Vengo del gran mundo, y tengo mi origen en el
espíritu. En este momento me encuentro en este
pequeño mundo de forma y cuerpo, donde he
atravesado el círculo de lucha y evolución, y
ahora, a su fin, soy un hombre. En mi comienzo
apenas tenía una pobre capacidad de vida, pero
atravesé toda forma susceptible de tener un
cuerpo y estar viva y alcancé el estado de
hombre, donde mi condición ha sido severa y
terrible por los siglos de los siglos. He llegado a
través de toda forma capaz de vivir en el agua,
en la tierra, en el aire. Y allí me acontecieron
todas las penurias, todas las durezas, todos los
males y sufrimientos. Pero la pureza y la
perfección sin contemplar y conocer todo, y esto
no es posible sin sufrirlo todo. Y no puede haber
Amor pleno y perfecto que no ponga las
condiciones necesarias para que sus criaturas

49
tengan la experiencia que conduce a la
perfección. Todos alcanzarán al final el círculo
de la perfección.
De Bardas de los druidas galeses.
El francés Louis-Claude de Saint Martin sobre la
iniciación dijo: «La única iniciación que predico y
ansío con todo el ardor de mi alma es aquella por
la que podemos penetrar en el corazón de Dios y
hacer que Dios penetre en nosotros, formando así
una unión indisoluble que nos hará amigo,
hermano y cónyuge de nuestro divino redentor».
Extracto de su carta a Kirchberger, 19 de Junio de
1797.
Iniciación viene del verbo latino initiare, que a
su vez deriva del sustantivo initium, principio, en
cuya raíz está el verbo inire, entrar. Sugiere, pues,
además de la idea de empezar, la de introducir a
alguien en algo. Si tenemos en cuenta que el plural
initia, en los autores clásicos, podía significar
sacrificios, misterios, se comprende que el vocablo
se cargara pronto de connotaciones religiosas. Así
mismo el término latino inicium se refería para
18
indicar el origen o nacimiento. Este vocablo
latino deriva de dos raíces etimológicas: in, hacia
adentro, e iré, ir, o sea ir hacia adentro o penetrar
en el interior.
En antropología cultural la iniciación
primariamente no refiere a unos conocimientos

50
(iniciación a las matemáticas, iniciación a la
música...), sino de la iniciación a la vida de un
grupo (comunidad, sociedad, religión...). Es muy
variada la tipología de sociedades en que uno
puede ser iniciado. Se trata siempre de entrar en
un grupo ya constituido, que tiene un proyecto,
una misión, unas tradiciones, un lenguaje
simbólico. El proceso de integración exige la
transmisión de una tradición viva recibida de los
mayores y el aprendizaje del lenguaje simbólico
del grupo (incluso, si se tercia, de doctrinas
esotéricas). Se debe entrar, sobre todo, en contacto
con el arquetipo del grupo, con los mitos de los
orígenes, con los acontecimientos fundacionales
que están en la base de la comunidad: la búsqueda
iniciática, en las religiones mistéricas, promete al
hombre la reintegración a su condición primordial.
De ahí la importancia de la anamnesis, de la
memoria cultual, que permite a los iniciados
conectar personalmente con los orígenes del
grupo.
La iniciación es un proceso de socialización, de
progresiva introducción en el grupo, de
asimilación gradual de los valores comunitarios,
socioculturales y religiosos. Ya desde este punto
de vista la iniciación presenta una clara dimensión
19
comunitaria: es un acontecimiento institucional.
Por lo tanto, podemos decir en la iniciación es
decisiva la participación activa de la comunidad de
los ya iniciados: es ella la que acoge y acompaña a

51
los iniciados, influye en ellos y se compromete
con ellos; es ella la que prevé la
institucionalización del camino iniciático para
poder verificar la autenticidad de la iniciación. El
éxito de la iniciación depende en gran medida de
la vitalidad de la comunidad. Pero también el
grupo se ve enriquecido en cada iniciación: repasa
cada vez su modelo de identidad; se dice a sí
mismo lo que es. El protagonismo del grupo no
descarta la intervención peculiar de algunas
mediaciones (ancianos, jefes, responsables,
sacerdotes), pero siempre en nombre del grupo.
La iniciación no va dirigida solamente a la
mente, al hombre interior, sino al hombre con toda
su realidad corporal-espiritual. Éste se somete
libremente a un proceso personal de
transformación radical en su condición social o
religiosa. La iniciación es, pues, un paso: paso de
una condición a otra, de un status a otro; por eso
los ritos de iniciación. La simbólica de muerte-
resurrección expresa bien la radicalidad de esta
transformación. Como signo de esta vida nueva, el
iniciado recibe a veces un nombre nuevo, vestidos
nuevos...
La iniciación es sin duda una revelación, una
traditio, transmisión de la tradición de la
comunidad (secretos, doctrinas, símbolos del
grupo); la instrucción es elemento importante en
toda iniciación. Pero no es sólo comunicación de
esquemas de pensamiento; no es sólo enseñanza

52
doctrinal. Es también aprendizaje de un nuevo
género de vida. Por eso los medios que pone en
juego no pertenecen sólo al nivel de las ideas;
moviliza toda una simbología (gestos, objetos,
lugares, personas, tiempos...), haciendo intervenir
a todas las facultades del hombre y en especial al
cuerpo. «La corporeidad se revela como condición
primera de toda iniciación auténtica» (Rausis).
La iniciación presenta siempre un aspecto
dinámico, tal como se evidencia en la variada
simbólica empleada en las distintas culturas: es
itinerario que hay recorrer; es paso de una
situación a otra (de las tinieblas a la luz, de la
muerte a la vida, de la esclavitud a la libertad); es
gestación y parto; maduración y crecimiento;
aprendizaje. La metáfora más socorrida es la del
paso de la muerte a la nueva vida. Está claro que
la iniciación requiere tiempo y comporta fases y
etapas. Los especialistas señalan
fundamentalmente tres tiempos: a) tiempo de
separación, de ruptura con el camino viejo, de
aislamiento (Buschzeit = tiempo de selva); b)
tiempo de marginación, de transición, de pruebas
y sufrimientos, de aprendizaje de palabras
importantes; c)tiempo de integración en el grupo,
de introducción en el nuevo género de vida, de
investidura. Ritos adaptados van jalonando en
cada etapa los progresos que va haciendo el
iniciando. Pero la iniciación es sólo «comienzo de
una experiencia destinada a continuar» (J. Ries);

53
aun terminado todo el proceso, la iniciación se
considera sólo virtual; la iniciación efectiva viene
20
después y dura toda la vida.
A pesar de la variedad de elementos, actores y
momentos que intervienen, el proceso iniciático es
único; hay una unidad orgánica entre todos los
21
elementos.
Es por esta razón, que el iniciado no es tan sólo
el que se integra en un grupo concreto, sino que
adquiere una nueva vida en su interior, desde la
propuesta de la comunidad. No es sólo el que ha
pasado por le proceso ceremonial sino el que
acompaña esta ceremonia con una nueva forma de
vida. Esta nueva vida no es un propuesta aleatoria
o al azar, sino que nace de un arquetipo concreto
del grupo, el cual está en una dimensión sagrada
para el grupo, donde no existe el tiempo, ni el
espacio, a modo de la dimensión terrena. Este
arquetipo es el celebrado en el mito y es revivido
con la celebración ritual a modo de hierofanía. El
iniciado por lo tanto se le propone vivir desde un
fundamento nuevo y original propio del grupo. Es
el hecho original y fundaste del grupo o de todo lo
que es. Ese evento adquiere en sí una dimensión
sagrada y ofrece al candidato unas coordenadas
sacras desde las que vivir.
La iniciación por lo tanto se entrega
esencialmente por la transmisión y vinculamiento
a una «cadena» iniciática de influencia espiritual a

54
una tradición concreta. Es por medio de ella que el
verdadero iniciado adquiere un compromiso de
consagrar toda su existencia a vivir desde la
propuesta de verdadera vida esencial que el grupo
le propone a modo de verdad eterna y fundaste de
la existencia (sino de toda la realidad al menos del
grupo en concreto). Todas sus fuerzas, energías,
acciones, etc., se verán dirigidos por la luz de esta
dimensión transcendente, pues la vía iniciática no
tiene como objetivo explicar la vida, sino
sencillamente encarna su misterio. Dándose así en
el iniciado la encarnación única de lo trascendente.
La vía de esta unión no puede ser de otro modo
que por el amor. La verdad y el amor forman así
un binomio indisoluble en la vida concreta del
candidato.
Evidentemente todo lo hasta aquí expuesto nos
lleva a diferenciar la iniciación ceremonial y
efectiva. La iniciación meramente ritual es
simbólica y tan sólo busca ser el catalizador en el
sujeto de lo que aspira ser. Por lo tanto, la
iniciación ceremonial en sí mismo no es una
verdadera iniciación, aunque si es el principio para
conseguir ser un verdadero iniciado. No hay
iniciado sin iniciación, pero no todos los iniciados
son verdaderamente iniciados. Aunque cabe decir,
que la ceremonia de la iniciación representa para
el ser que la ha recibido una adquisición
permanente, un estado que, virtual o
efectivamente, ha alcanzado de una vez por todas,

55
y que nada en adelante podría arrebatarle. De eso
resulta inmediatamente esta consecuencia, que los
ritos de iniciación confieren un carácter definitivo
e imborrable; por lo que por esta razón, nunca
podrían ser renovados o repetidos para el mismo
individuo. Así mismo siempre es una muerte
simbólica en la que se renace en una especie de
plenitud [Balandier, 1972]. A menudo se concibe
como una muerte simbólica donde el no iniciado
debe morir y renacer con una nueva identidad que
permite a los demás iniciados reconocerlo como
un igual. De forma inversa, la iniciación trae
siempre una muerte seguida de la resurrección,
ritualmente jugados y representados
colectivamente. Cabe decir también que la
cualidad iniciática, una vez que ha sido recibida,
no está vinculada de ninguna manera al hecho de
ser miembro activo de tal o cual organización;
desde que el vinculamiento a una organización
tradicional ha sido efectuado, no puede ser roto
por nada, y subsiste aunque el individuo ya no
tenga ninguna relación aparente con esa
22
organización.
La verdadera iniciación exige de una verdadera
transmutación del alma que la sufre y esta no se
da por una acto psicomágico, sino que la
iluminación llega para quienes quieren trabajar,
con celo y constancia. En la vía del espíritu no
sirven las trampas de la materia, ni los contactos,
ni los títulos, ni el ego, pues la verdadera

56
iniciación no se puede fingir, pues su brillo no es
ficticio y nadie la puede lograr sin
verdaderamente adentrarse en sí mismo, para
alcanzar un estado de pureza de su corazón sin
igual. Por esta razón, la iniciación tiene sus
propias reglas y procesos y no se puede saltar
ninguna de ellas.
En este punto también me gustaría resaltar que
a pesar de que la iniciación es ofrecida por un
grupo tradicional concreto, el fenómeno
iniciático, es manifestado de manera reitera en
muchísimos grupos y en casi todas la religiones.
Esto se debe a que propiamente, aun
dependiendo de un mito y un arquetipo concreto,
la iniciación va más allá de todo eso y en sí misma
aspira a poner al hombre frente al misterio
(aunque sea por medio de un mito y rito
concreto).
El Iniciado al mirar en sí descubre el Universo
entero, el Reino de Dios y la chispa divina. Es
decir, mirando en sus adentro se descubre más
allá de lo que meramente se percibe
sensorialmente. El hombre se reconoce de pronto
en su espíritu como hijo del misterio y encuentra
dentro de él mismo, lo que no encontraba fuera
de él. Esta idea fue magistralmente expresada por
San Agustín cuando dijo:
¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan
nueva,
tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo

57
afuera,
y así por de fuera te buscaba; y, deforme como
era,
me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste.
Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo.
Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que,
si no estuviesen en ti, no existirían.
La aventura iniciática que te lleva dentro de uno
mismo no es una exploración baladí, ni para
personas que no quieran aceptar verdades muy
íntimas en ocasiones encubiertas por el ruido de
una sociedad que nos aliena de nosotros mismos.
Este ahondar en nosotros se convierte así en una
acción muy peligrosa y una vía llena de obstáculos
terribles.
No se puede confundir por ello la iniciación
ceremonial con la iniciación cuyo proceso lleva al
iniciado a confrontar, resolver, aceptar,
responsabilizarte, etc., de lo que verdaderamente
hay en si mismo. Lo verdaderamente potente de
la iniciación es que esta evaluación personal no se
hace a luz de criterios personales y propios, sino
que se da a la luz del misterio y de la
transcendencia más absoluta.
La ceremonia por lo tanto, es tan sólo una
antesala de lo que ha de darse en el iniciado más
allá del ojo humano. Allí donde nadie le ve, en la
intimidad.
En la oscuridad o caverna donde lo inconsciente
se hace consciente, la verdad no se puede acallar,

58
y el ruido no puede contener el grito desgarrado
del alma humana. En el silencio interior y exterior
es donde bajo la atenta mirada del ojo que todo lo
ve, el alma humana se transmuta esencialmente
vislumbrada ante el brillo puro de la verdad.
Por dicho entonces hasta aquí, la iniciación no
puede ser confundida con simple sapiencia o
charlatanería. Mucho menos con trucos
aparentes que parecen transformar el plomo en
oro. La iniciación tiene que ver con la verdad y el
misterio. Y esto, es algo que transporta al sujeto a
lo más profundo del averno personal. Es por esto,
que los griegos pronto entendieron que no hay
verdadera iniciación sin pasar por el Hades (lugar
de los muertos), tal y como descendió Orfeo, o tal
y como encontramos en los mitos de Hércules y
Teseo, los cuales descienden a las regiones
infernales.
Desde el punto de vista astronómico, este
descenso a lo infiernos es un símbolo del sol
durante el equinoccio de otoño, pues
antiguamente se creía que este astro abandonaba
las altas regiones siderales, librando un combate
con el genio de las tinieblas, quien se adueñaba
de lo mejor de nuestra luz.
Se creía que el sol sufría entonces una muerte
temporal y descendía a las regiones infernales.
Pero desde el punto de vista de la mística esta
alegoría simboliza los ritos iniciáticos, realizados
en las criptas del templo, que recibían el nombre

59
de «mundo inferior» (Hades). Baco, Heracles,
Orfeo, Asclepio y todos los demás visitantes de la
cripta descendieron a los infiernos, de donde
salieron al tercer día, porque todos eran iniciados
23
y «constructores del Templo inferior».
Las palabras que dirige Hermes a Prometeo
encadenado sobre las áridas rocas del Cáucaso —
Prometeo uncido a la ignorancia y devorado por
el buitre de las pasiones—: «No esperes término
a tu suplicio antes de que Dios (o un Dios)
aparezca, te releve de tus dolores y descienda
contigo al sombrío Hades, a la niebla profunda del
Tártaro» (Esquilo, Prometeo), lo cual significa,
sencillamente, que hasta que Prometeo (o el
hombre) pueda encontrar al «dios», o Hierofante
(el Iniciador) que consienta en descender con él a
las criptas de la Iniciación y lo dirija alrededor del
Tártaro, no cesará el siniestro y potente buitre de
24
las pasiones de devorar los órganos vitales.
La región oscura de la cripta en la cual se
suponía que el candidato a la iniciación
abandonaba para siempre sus malas pasiones y
perversos deseos. De esta idea derivan todas las
alegorías contenidas en las obras de Homero,
Ovidio, Virgilio, etc., tomadas al pie de la letra por
nuestros sabios. El Flegeton era el río del Tártaro,
en donde el Hierofante sumergía tres veces al
iniciado, después de lo cual se daban por
terminadas las pruebas. Entonces se consideraba

60
que el hombre había vuelto a nacer; había dejado
para siempre en la sombría corriente al antiguo
pecador y, cuando al tercer día salía del Tártaro,
era sólo individualidad porque la personalidad
había muerto. Cada alegoría, como por ejemplo
las de Ixión, Tántalo, Sísifo, etc., es la
personificación de una pasión humana.
Las iniciaciones finales se verificaban siempre
durante la noche. Por consiguiente, cuando se
decía que alguien había descendido a los
Infiernos, se quería dar a entender que había
25
llegado a ser un Iniciado perfecto.
En tenor de lo expuesto, cabe concluir que este
descenso al infierno profundo no admite
artimañas, sino que es un camino estrecho el que
conduce una verdadera iniciación.

61
VII. INICIACIÓN VS. MISTICISMO

Son estrechas las ideas entre escuelas iniciáticas y


misticismo. Incluso en los cultos mistéricos de
antaño podemos ver los dos elementos. Pues el
misterio del que hablan debe entenderse desde el
misticismo. Desde los cultos de Isis a Eleusis
hasta el culto a la diosa Mater (Cibeles).
Tanto la mística como la iniciación buscan desde
esa huella de trascendencia absoluta que el
hombre alberga en su interior, una verdad que lo
transcienda todo. El ser absoluto. Muchas han sido
las formas y propuestas para esta búsqueda a lo
largo de la historia pero el fin siempre ha sido el
mismo. El hombre se sabe finito y busca algo que
le de sentido y le transcienda. Muchos monjes, en
los primeros pasos del monacato, buscaron
precisamente eso por medio del abandono de lo
material. Procuraron buscar a Dios. Querían
encontrar algo que tuviera sentido y fuera real más
allá del mundo de la apariencia. Esto podría
parecer un tema más propio de la época medieval
que de la sociedad del siglo XXI. No es así y así lo
confirma Robin Sharma, el autor del libro El
monje que vendió su Ferrari, quien dijo en una
entrevista a la revista Vanity Fair: «No hay
monasterios en el Himalaya para alojar a todos los

62
infelices de Occidente».
Tradicionalmente han existido dos vías de acceso
al conocimiento de lo trascendente, una es la vía
de la interioridad y la otra la visión cosmológica
(exterior). El propio Ratzinger lo definía así en su
obra el Dios de los filósofos: «...podrían seguirse
dos caminos no excluyentes: uno «descendente» o
deductivo, que intentaría derivar del concepto de
Filosofía presupuesta una idea proporcionada del
Dios de los filósofos; el otro camino sería
«ascendente» o inductivo…».
Este camino ya fue abierto por el propio Sócrates
en la filosofía y en Platón, por un lado pasando a
la tradición cristiana por el camino de la
interioridad a través de San Agustín y por otra
parte la filosofía aristotélica que pasa a la tradición
cristiana por Santo Tomás, que centra su
importancia en lo sensible.
Estas dos vías han sido tomadas por distintos
pensadores a lo largo de todo el periodo humano.
Unos tomarán como punto de partida lo sensible
para ascender a lo transcendente y otros buscaran
en su interior hasta llegar a lo eterno.
La vía mística puede tener como axioma o punto
de partida cualquiera de estas. En cambio la
iniciación solo toma como método aquella que
mira en el interior del hombre para transformar su
mirada sobre lo exterior. A sí mismo, la mística se
ha asociado siempre a determinadas doctrinas y
dogmas concretos derivados de una verdad

63
absoluta revelada por un Mesías o profeta
concreto. En cambio la vía iniciática es una
búsqueda personal y solitaria (aún a pesar de estar
en comunidad, cada individuo mantiene su
individual indagación). La mística busca alcanzar
un Dios revelado concreto, mientras que la
iniciación solo le da al candidato elementos
estructurales pero carentes de contenido doctrinal.
Ambas comparten cierta forma común, pero el fin
de uno tiene ciertos condicionantes que el del otro
no. Así mismo, también la mística sigue un
sistema como revelación de una verdad absoluta.
El iniciado reconoce que la verdad absoluta es tan
grande que el sujeto solo la puede aprehender de
forma imperfecta. Esto no quiere decir que afirme
una verdad relativa, sino que afirma la
subjetividad propia de cada uno. El iniciado no
recurre en su caminar a un credo particular o a la
mediación de una Iglesia, fraternidad o sacerdote,
sino que anda su camino sólo. Mientras la mística
tiene en su camino añadido creencias, el iniciado
busca experimentar y conocer por sí sólo.

64
VIII. LA MASONERÍA COMO
MÉTODO INICIÁTICO

Hemos ido dando una serie de apuntes a lo largo


de todo el libro en referencia a que es el rito en
relación con la iniciación. Los datos aportados nos
serán muy útiles para abordar la última de las
cuestiones a las que haremos frente en este libro,
en la cual nos preguntaremos sobre si la masonería
es iniciática y de serlo en que modo lo es.
En términos generales, los masones hablan de
iniciación para referirse a la ceremonia que se
lleva acabo en el primer grado, por medio del cual
el profano pasa a ser miembro de la fraternidad. El
hecho de pasar a ser aceptado por la organización,
tal y como hemos ido desarrollando no puede
conducir al engaño de que el sujeto es
verdaderamente un iniciado. El masón es
conducido por una ceremonia de paso por medio
del cual adquiere la identidad de ser reconocido
como masón por sus hermanos una vez concluya
real y efectivamente la ceremonia. Es por medio
de ésta que pasa a ser un integrante más del grupo,
un igual y un hermano. Este primer paso en la
antigua orden del Arte real, es tan sólo un primer
escalón, dentro de todo el proceso iniciático que
ha de desarrollar como proyecto vital el nuevo

65
hermano.
La iniciación en masonería no está completa en
ese primer grado, sino que toda la tradición
iniciática de la masonería forma en sí un sistema
completo, bien estructurado y estructurante,
dividido en tres grados secuenciales. No se puede
hablar propiamente de alguien como iniciado, por
el hecho de que haya pasado por la ceremonia del
primer grado. Sino que hemos de tomar el primer
grado en perspectiva y correlación con los
subsiguientes. El iniciado francmasón, lo podrá ser
una ver haya pasado por los tres grados simbólicos
y haya conocido la verdadera propuesta
arquetípica del grupo que es el Arquitecto Hiram
Abif (esto siempre que su vida refleje y acompañe
las ceremonias con un proceso vital y personal). El
esquema iniciático que se ofrece en la fraternidad
para los masones libres y aceptados, no se le
entrega al recipiendario en una única ceremonia,
sino que se dosifica y reparte en los distintos
grados simbólicos, hasta alcanzar el sublime grado
de Maestro Masón. Este es el momento donde la
iniciación se completa y alcanza su máximo
apogeo y expresión. Se podría decir incluso que
los dos primeros grados son preparatorios del
tercero, aunque en ellos se encuentran ya de por sí
elementos iniciatorios que se van completando
gradualmente.
Por lo tanto, con el primer grado no podríamos
hablar de iniciación, sino de inicio a modo de

66
empezar a ser… lo que es propiamente la finalidad
propia del rito de paso. Existe un antes y un
después de dicha ceremonia, pero no es un acto
iniciático tal y como hemos definido la iniciación.
Entonces, ¿se puede por lo tanto afirmar que la
masonería es verdaderamente una vía iniciática?
Lo es ceremonialmente. En sus tres primeros
grados la Orden ofrece al francmasón todo lo
necesario en virtud a su arquetipo para alcanzar la
iniciación, pero que el masón sea o no un
verdadero iniciado es otra cosa.

67
IX. ALGUNAS IDEAS POR
GRADOS EN EL PROCESO
INICIÁTICO DE LA MASONERÍA
SIMBÓLICA

Sin ánimo de sentar cátedra y ser la última palabra


sobre esta cuestión, me gustaría echar una mirada
a vista de pájaro por algunas de las propuesta que
el hermano masón va encontrado en los diferentes
grados simbólicos de la masonería en relación a la
iniciación. Seguramente se podría completar con
muchas otras sugerencias, pero he querido esbozar
algunas de las principales propuestas que el
candidato puede encontrar en cada grado.

GRADO DE APRENDIZ
Al nuevo miembro de la orden se le indica que la
verdadera iniciación se da por la vía cardiaca o
interior. Se le muestra que la única salida ante el
misterio es mirar hacía dentro y dejar de tener su
mirada hacía lo exterior. Esto en primer lugar
genera un impacto en el iniciando, pues ahora
debe de enfrentar el valor que da a lo extrínseco en
su vida. Debe ser capaz de poner orden y prioridad
en todo. Dentro de este poner orden, el aprendiz

68
debe aprender a desaprender para así poder
aprender con autentico y verdadero fundamento.
El aprendiz es herido de transcendencia, y ahora
pone bajo la luz todas aquellas acciones de su
vida. Allí reflexiona sobre todas ellas y evalúa si
verdaderamente es el silencio y la quietud la que
impera en su interior. El silencio no es tan sólo al
externo, a modo de estar callado en la tenida.
Tiene que ver con aquella paz interior de cuando
uno esta sólo consigo mismo. Para alcanzar tal
estado, es invitado a tomar conciencia de su propia
vida, acciones pasadas y hechos. Es momento si
quiere avanzar de responsabilizarse de todo ello,
enfrentarse a los propios monstruos interiores, ver
sus heridas y las que él propio cometió, intentando
sanarlas en su profundidad y superarlas. Es tiempo
de atreverse a pedir perdón y de ordenar el mundo
emocional.
El aprendiz debe poner su vida frente a frente y
bajo la luz de lo transcendente tomar verdadera
consciencia de toda su vida. Preguntarse, cómo
debe vivir de ahora en adelante para que su vida
haya tenido sentido haberse vivido. Ya no puede
volver a ser igual, ahora es tiempo de vivir su vida
consagrada a la verdad y el bien supremo. Esto
requiere de una existencia coherente y autentica.
No se permite continuar adormecido e ignorando
lo que de verdad hay inmanente en el fondo de su
alma.
Una poderosa herramienta que recibe en este

69
grado es la de interpretación de los símbolos,
como forma de adentrarse a lo inefable,
inconsciente, profundo, psíquico e íntimo, que va
más allá de lo puramente racional. (En el anexo II
incorporamos algunos de esos símbolos antiguos
con los que la masonería ha trabajado).

GRADO DE COMPAÑERO
El aprendiz ha alcanzado un estado de quietud en
su mundo interior sin igual. Es momento de salir a
explorar la alteridad. La iniciación nunca termina
en el ego o yo, sino que tiene como finalidad
transcenderlo. Te pone en comunicación con tu
entorno y tu diferente. El yo es algo a superar. Por
ello el compañero es invitado a viajar más allá de
los límites que conoce (zona de confort, yo, etc.) y
se le empuja a explorar y conocer lo diferente, lo
distinto, lo ajeno, etc. sin juzgar. Empatizando e
intentado comprender al otro. Es un momento
clave para buscar relacionarse y ordenar nuestras
relaciones interpersonales, para darles el lugar que
merecen.
Es un tiempo en el que se le invita a salir de su
ámbito de confort en el conocimiento y es tiempo
para ilustrarse. Debe formar hábitos de estudio.
Aprender a escuchar y hacer un uso moderado de
la palabra.
Todo lo adquirido hasta ahora no es para
alimentar su ego o espíritu, sino que tiene la

70
finalidad de ponerlo al servicio de los demás. De
ahí, que el compañero tenga que compartir su pan.
Lo que el ha adquirido en sus años de vida, no es
para él. Debe ponerlo al servicio de los demás.
Compartir sin esperar nada a cambio. Sin querer
alimentar el ego.

GRADO DE MAESTRO
Ahora tiene la oportunidad nueva de ser un
nuevo hombre. Todo lo viejo ha pasado y no hay
condenación para él posible. Puede vivir una
nueva vida. Pero esta nueva vida se vive desde la
perspectiva de la muerte. Sabe que ha de morir y
resucitar. Este grado no niega el misterio, sino que
lo afirma. La muerte y la pérdida es real. Pero hay
esperanza. El mal y todas sus formas (como la
muerte) no es lo último. Existe una transcendencia
que es real desde la que ahora vivir. Esta nueva
existencia está consagrada y condicionada por la
transcendencia más absoluta. Ahora el iniciado
sabe misterios sobre su propia muerte y
resurrección. Pero aun teniendo la palabra
sustitutiva no tiene la perfección. Debe seguir
luchando hasta alcanzarla. El iniciado tiene que
ser de manera constante pasando por todos estos
grados. Pero ahora eso lo vivirá de manera
distinta, ha nacido como un hombre nuevo bajo la
luz de la verdad, para buscar vivir consagrado a
ella.

71
72
X. LA INICIACIÓN DE UN
SOLDADO EN LA
MASONERÍA

Texto inédito

LA INICIACIÓN DE UN SOLDADO
Publicado en 1925 por Ricardo García
González, Maestro Masón de la
Logia Corazones Unidos.

En el amanecer de un hermoso día del mes de


abril, y al sentir el alegre toque de «diana», salta
inquieto de su lecho un militar con su mente
preocupada, por ser el día señalado para uno de los
más grandes acontecimientos de su existencia.
Todos cuantos actos realizó fueron de una manera
maquinal; pues su pensamiento era presa de una
sola idea.
¿Qué sería esa idea que no le abandonaba un sólo
instante?
Era que en la noche de ese memorable día, tenía
que someterse a las imprescindibles pruebas, que
impone a los profanos que quiera entrar en su
seno, la más perfecta, filantrópica y demócrata
institución humana: «La masonería».

73
A las ocho de la noche, y después de besar
paternalmente a su prole, e informar a su virtuosa
esposa que tenía que asistir a un acto de gran
transcendencia, se dirigió al lugar donde está
situada la Logia en la cual ha pedido su ingreso.
Durante el tiempo que permaneció esperando que
le avisasen, y cual si fuera una cinta
cinematográfica, fueron desfilando por su inquieta
imaginación, todos los pormenores de su
accidentada vida, que algo poderoso le estaba
examinando.
Llega el momento de la preparación de su
persona, y es conducido vendado a cierto lugar
según el ritual del caso; y al ver el estado en que
se encontraba, la soledad del lugar, los objetos que
le rodeaban y del espectáculo tétrico que ante su
vista tenía, comprendió: que aquello a que aspira
pertenecer, era algo tan grande y serio, que para
no impresionarse fuertemente ante aquel
significativo cuadro y aquellas sabias
inscripciones, había que estar desprovisto de un
sincero y tierno corazón.
Con mano temblorosa, por la gran emoción que
le embargaba, escribió las contestaciones de las
preguntas que sobre los grandes deberes del
hombre, en una esquela se le hacían; contestas,
que fueron, de acuerdo con las ideales y
sentimientos todavía profanos, que su cerebro
febril le iba dictando en aquellos solemnes
momentos.

74
Al firmar su «Testamento», y ser sacado de aquel
respetuoso recinto, su mente aprisionada estas tres
sublimes cosas: ¡Fe, valor y verdad! Cosas, que es
lógico posean, los hombres que allí fueren con el
corazón abierto y el alma pura.
Después de las distintas preguntas que se le
hicieron y al oír una voz grave que dijo:
¡Hermanos míos armaos de vuestros aceros un
profano está a las puertas del templo! Sintió un
estremecimiento de temor horrible; más,
rápidamente, ese temor pasó; con la sola idea, de
que aún cuando nada veía, ni sabía donde se
hallaba, el estar a merced de unos perfectos
caballeros, le confortaba y daba valor.
Después de los distintos y sabios interrogatorios,
que le dirigió aquella voz enérgica y grave, cuyas
frases eran todo un poema de alta sabiduría y
moral, que ejercieran en él, el efecto de un
bálsamo purificativo y regenerador, que animaban
todo su ser, enternecían su corazón, removiendo
su conciencia y dándole calor a su espíritu, pasó
por las duras pruebas que se le hicieron; sino, con
el valor suficiente, si, con la inmensa satisfacción,
de que aquello ocasionaba un grato cambio en su
persona, y seria darles una débil demostración a
aquellos caballeros de que estaba en cuerpo y
alma, a la disposición de la venerable institución a
que ellos pertenecían.
Por eso, al preguntársele: ¿Os sentís con
suficiente valor? ¿Persistís en haceros recibir

75
masón? Contestó con un ¡Sí!, salido de lo más
profundo de su alma.
En el momento sagrado de las obligaciones, ve
que tiene que prestar un solemne juramento,
similar al que tiene prestado en su profesión
profana, con la siguiente variación: Mientras aquel
es, para la defensa de la amada «Patria», que nos
ha dado el ser, que nos alimenta con las riquezas
de su suelo, donde están los seres más queridos
que adoramos, el suelo que ha bebido la sangre de
nuestros antepasados, y que quizás, en el mañana
recibirán nuestros humildes despojos materiales
para convertirlos en el polvo de la nada, este es tan
ideal; pues en el se jura además, mantener la
virtud, la honradez, el honor, la castidad y la
moral, y lo que es más sublimen aún; obliga a
prodigar la caridad, requisitos estos, que le son tan
necesarios a esa idolatrada patria, que sus hijos le
mantengan y defiendan, porque sin ellos ella no
puede subsistir.
Al prestar ese juramento, se encuentra, con que
desde aquel supremo instante, existen dos platillos
en la balanza de su vida, los cuales para mantener
siempre al fiel, dispondrá hasta de su propia vida,
que comprada con esas dos grandes e ineludibles
obligaciones, viene a ser como un grano menos de
arena; en la construcción de un vasto edificio. Y
llego el momento más culminante y final de la
iniciación. ¡El recibir la Luz!
El aspirante se hace la idea, de que al quitársele

76
aquella venda, se encontrara en alguna lúgubre
estancia; en presencia de algún espectáculo
horripilante; frente a rostros feroces de hombres
ataviados con alguna indumentaria repulsiva, y
¡Oh, desencanto maravilloso!, cuando su vista se
presenta un cuadro agradable y serio, un local
claro y ventilado, decorado artísticamente con
alegorías simbólicas y adornado con objetos de
puro arte, rostro afables, entre los cuales algunos
le son conocidos, caballeros vestidos
corrientemente; y lo que más aumenta su
admiración, es, que aquella voz que durante el
interrogatorio era grave y enérgica, se ha
transformado como por encanto, y le parece dulce
y familiar cuando le dice: ¡Las espadas de que os
veis rodeados, os las presentan otros tantos amigos
y hermanos pronto a defenderos si sois fiel a los
compromisos que acabáis de contraer; vos también
tendréis vuestra espada para defenderos y todos
juntos defenderemos la inocencia, la verdad y la
virtud, pero si traicionáis nuestro juramento, la
afrenta y la infamia seguirán todos vuestros pasos.
Más las amenazas son inútiles; el amor a la virtud
os contendrá.
Realmente se necesitaría ser un gran psicólogo,
para dar a comprender la rápida transformación
que sufrió aquel hombre ante aquel espectáculo;
fue tan grande su emoción, e hicieron tal efecto en
su alma aquella últimas palabras, que quizás Dios,
quiso tenerle compasión, al evitar que rodarán por

77
su mejillas, las lágrimas que en silencio, derramó
en su corazón.
Al salir esa noche del templo de la madre Logia
que le dio el ser, iba satisfecho aunque algo triste
y pensativo, ya que el destino caprichoso, quiso
tenerle mas presente en ese inolvidable día de su
vida, el recuerdo triste y doloroso de la autora de
sus días, fallecida hacía tiempo ya.
Cuando llegó a su dulce hogar, su amantísima
compañera le esperaba inquieta y asustada por la
tardanza en regresar, ya que no era su costumbre;
y al preguntarle la causa, por notar en su rostro
que algo grave le había sucedido, él con frases
tiernas y cariñosas, le hizo saber; que si le había
robado algunas horas de su humilde compañía
aquella noche, había sido, para cerrar con el
último eslabón, la cadena de amor y cariño que le
profesaba a ella y a sus pequeñuelos; puesto que
esa formal promesa, se la habían exigido de su
espontánea voluntad, unos hombres dignos y
honrados, en momentos y circunstancias que no le
era permitido el decirlo.
La contesta rápida de aquella santa matrona fue:
¿Por fin ya ingresaste en la masonería? Y al
contestarle afirmativamente, ella replicó: Cuánto
me alegro esposo mío; creo que has dado el mejor
paso de tu vida; pues por lo que me ha dicho
abuelito (el abuelo es un viejo masón) es la más
caritativa y virtuoso de las sociedades que existen;
y por los ideales que ha dicho que sustenta estimo,

78
que todos los hombres buenos y honrados, debían
acogerse a su bandera; para si la desgracia del
vicio principalmente, que hoy azota a la
humanidad, destruyendo innumerables hogares
felices, quisiera apresarlos entres sus garras,
tuvieran un arma fuerte y noble con que
defenderse, armas, como las que emplea esa
institución.
Yo te felicito por el éxito que has tenido de llegar
a su seno, y en presencia de estos angelitos que
duermen plácidamente protegidos por ese Dios
misericordioso que nos lo ha legado para alegría
de nuestros modesto hogar, elevo un ruego
ferviente a ese Ser Supremo, para que oyendo mis
plegarias, guié tus pasos y acciones de aquí en
adelante, para evitar que la molesta vida en que
nos desenvolvemos, te haga desviar en lo más
mínimo, del camino que esos benditos hombres de
que me has hablado te han indicado en esta
venturosa noche.
Él, inflado su corazón de alegría al ver que
aquella mujer que era su mejor consejera, puesto
que compartían juntos las privaciones de la vida,
soportándolas con abnegación, era feliz con el acto
por él realizado, y que compartía en parte las
razones que momentos antes se le habían hecho
conocer, no pudo resistir más, y entonces, sí,
borraron a raudales las lágrimas de sus ojos; con
ellas bendecía a su dulce compañera que presa de
la dicha inmensa que algo grande e incompresible

79
le proporcionaba, se había asido a su cuello,
prodigándole el mas fuerte y cariñoso de los
abrazos.
Esa noche, y dado los múltiples acontecimientos
que reflejaban en su mente, tuvo sueños: soñó, que
su difunta madre estaba junto al radiante de
felicidad y le decía: Hijo mío, cuando abandones
ese lecho donde descansas dulcemente del día
fatigado que has tenido, piensa que donde quiera
que estés, mi alma te acompañará; ese Dios que te
hicieron conocer en el lugar donde diste las mas
grandes pruebas de tu vida, que él bendice por los
ideales que persiguen, así como por la creencia
absoluta que tiene de su existencia, me ha
encomendado que te sirva de guía, sostén y ayuda,
mientras realizas los trabajos de tu edificio
masónico. Solamente te recomiendo, que ya que
esos hombres, te han dado una prueba de cariño,
amistad y confianza, le correspondas de igual
forma, concurriendo ante ellos haciéndoles el relato
de toda tu atormentada vida, para que son su
probada capacidad mental, puedan apreciarte
completamente al desnudo y vacío tu corazón de
los secretos que atesora, y juzguen si eres, o no,
digno, del trato de hermano que desde hoy te han
dado. Si cumples fielmente lo que allí prometisteis;
y atiendes mi recomendación, veré una vez más,
satisfechos mis deseos maternales desde este otro
mundo de la verdad que at dos nos iguala,
enviándote por ello, mi cariñosa y santa bendición,

80
que hago extensiva, a todos tus queridos y
respetables hermanos.
El cumplir el mandato que en sueños le dictó el
espíritu de su difunta madre; días después,
compareció ante los hermanos de su madre logia,
y comparándolos con ese tribuna de Dios, donde
algún día concurriremos los mortales para dar
cuenta de nuestros actos en la tierra, relató uno a
uno, todos los incidentes de su vida, aún, los
hechos más íntimos y doloroso.
Hoy día, se encuentra orgulloso del cambio tan
radical operado en su persona; cifrando sus
esperanzas en el poder ir cumpliendo poco a poco,
los compromisos contraídos, así como ir trepando
gradualmente la escala de la perfección bajo las
sabias enseñanzas de todos su queridos hermanos
que siempre le dicen: Ten «fe» en nuestros
ideales; Esperanza, en que has de ser útil a nuestra
causa; y prodiga la «Caridad», para que el Gran
Arquitecto del Universo compadeciéndose de ti, te
preste su ayuda poderosa, para que puedas cumplir
tu cometido.
Un soldado.

81
XI. PINOCHO COMO
PROCESO INICIÁTICO

Según una reciente investigación publicada por


Cecilia Gatto Troechi, antropóloga de la
Universidad de Perusa y estudiosa de temas
esotéricos: «Pinocho no es más que un texto
26
masónico». Carlo Collodi, el padre literario de
Pinocho, fue masón así como también el editor de
la obra, Ferdinando Martini. El cuento de Pinocho
es la historia del alma humana en su viaje de
evolución espiritual, es decir en su proceso
iniciático.
El viejo zapatero Geppetto, se puso su delantal y
tomando en su mano el compás, se puso a trabajar
sobre aquel tronco de madera tan especial, hasta
darle la forma de niño. Es tallado por el carpintero
Geppetto, y el hada confiere a Pinocho el don de
la vida y el libre albedrío. Al mismo tiempo, el
hada elige a un grillo llamado Pepito y le
encomienda una misión: permanecer junto a
Pinocho y ser su conciencia. (Esto significa que
Dios pone junto a cada alma la conciencia de la
verdad, que la acompaña siempre dentro de si
misma). En la obra original, Pinocho se molesta
con su compañero y lo aplasta de un manotazo.
Pinocho aspira a ser un niño de verdad y esa es

82
su misión. Geppetto también lo desea y por ello
sabe que su deseo sólo puede hacerse realidad si
Pinocho aprende y crece.
En su camino a la escuela, Pinocho es detenido
por el Honrado Juan el zorro y Gedeón el gato,
que lo atraen hacia el «camino fácil para el éxito».
Este camino pronto le lleva a darse cuenta que
tiene grandes costos: no puede volver a ver a su
padre (el Creador), el dinero que genera sólo se
utiliza para enriquecer a Stromboli, su
«manipulador», y ve lo que el destino le espera
cuando él envejece. Después de ver la verdadera
naturaleza del «camino fácil», Pinocho se da
cuenta del triste estado en el que se encuentra.
Está enjaulado como un animal ya merced de un
titiritero cruel. Fue engañado para vender su alma.
Tras lograr ser liberado y escapar, no acaba ahí
su periplo. De nuevo es tentado para ir a una «Isla
del Placer», un lugar sin escuela (conocimiento) y
las leyes (la moral). Los niños pueden comer,
beber, fumar, luchar y destruir a voluntad, todo
bajo el ojo atento del cochero. caracterizada por la
ignorancia, la búsqueda de la gratificación
instantánea y la satisfacción de los impulsos más
bajos. El Cochero anima este comportamiento
sabiendo que es un método perfecto para crear
esclavos. Pinocho comienza con esta vida a
convertirse en un burro.
Pinocho logra escapar y regresa a casa para
unirse con su padre, pero la casa está vacía. Se

83
entera que Geppetto ha sido tragado por una
ballena gigante. El títere entonces salta al agua y
él mismo consigue ser tragado por la ballena para
encontrar a su creador. Esta es su iniciación final,
donde tiene que escapar de las tinieblas de la vida
ignorante (simbolizada por el vientre de la ballena
gigante) y ganar luz espiritual. El interior de la
ballena representa la cámara de reflexiones
masónica, el descenso al centro de la Tierra. El
animal marino también es un antiguo símbolo de
la reconciliación del espíritu y la materia. El mar
es un símbolo del inconsciente. Así, el cuento nos
dice que encontraremos nuestra inspiración
espiritual, nuestra verdadera naturaleza, en nuestro
propio yo inconsciente, en el fondo de nosotros
mismo. A luz de la vela, Pinocho medita sobre su
suerte y decide cambiar, dejando atrás su pasado
de inconsciencia. Finalmente el muñeco es
expulsado por la ballena y sale al mar abierto,
actuando el agua actúa como elemento
purificador, limpiando interna y externamente a
Pinocho. Es entonces cuando el fuerte oleaje
parece que va a ahogar a Geppetto, pero para
salvarle Pinocho entrega y sacrifica su vida para
salvarle. Pinocho no sobrevive a la furia del
océano y finalmente se ahoga. Esta muerte del
muñeco es la «muerte mística» del profano al ser
27
iniciado. Al volver Geppetto en si en la playa, se
encuentra a su lado el cuerpo sin vida de su hijo.
Muy afectado, se lo lleva a casa y lo deposita en la

84
cama. Pero la acción de amor del niño, dando su
vida por su padre, le ha hecho merecedor de ser un
niño de verdad. Este resucita y se cumple así su
28
destino; ser un niño verdadero.
En la obra de Pinocho podemos encontrar el
proceso de la iniciación, por medio del cual el
muñeco de madera se convierte en un verdadero
hombre (en la forma de un niño), al mismo modo
que se concluye en el poema de Ruyard Kipling
«If». La propuesta iniciática es un proceso de
aprendizaje permanente que convierta al hombre
en más humano y en definitiva en un ser iniciado.
Alguno de los puntos de la transformación de
Pinocho serían los siguientes:
1) El muñeco de madera tuvo que aprender a
usar su libertad. La libertad lleva consigo la
responsabilidad y no sólo es capacidad de
elección. El camino de la verdad y la virtud
siempre es que más libre hace al ser humano,
aunque parezca lo contrario.
2) La segunda idea que encontramos es que
Pinocho no puede convertirse en un verdadero
hombre hasta que no se conoce verdaderamente.
Hasta que no se reconoce y no hace gala del viejo
adagio de «Nosce te ipsum», no puede ser un
verdadero hombre.
No se puede ser un verdadero iniciado sin
conocerse a uno mismo. Sin reconocer las luces y
sombras que nos son propias.

85
3) Pinocho se encuentra atado un sin fin de cosas
materiales, que debe aprender a darle su verdadero
lugar. La critica no está en lo material, sino en la
relación del hombre con ello. Si lo material no
ocupa el lugar adecuado en nuestras vidas,
acarreara mayores desgracias.
4) Pinocho no se convierte verdaderamente en
ser humano y en un verdadero iniciado hasta que
finalmente no aprende a amar. El amor es algo
concreto y personalizado. Él ama hasta la muerte a
su creador. Sin esta muerte no puede haber
resurrección. El paso previo a un estado superior.
Sacrificio y amor verdadero es las señas de
identidad del iniciado.

86
XII. CONCLUSIONES

A modo de conclusión podríamos extraer las


siguientes tesis de nuestra reflexión:
1. El mito no es invención irracional como si
se tratase de una mera historieta para
divertir. Su carácter no es lúdico-festivo,
sino que la esencia fundamental de los
mitos es el misterio, el cual es una parte
constitutiva de la existencia humana. En el
mito se encuentra albergada una rigurosa y
sistemática reflexión en torno a lo más
íntimo del hombre. El arquetipo resultante
va más allá del espacio y del tiempo de un
pueblo o momento histórico concreto, sino
que buscando más allá del tiempo presente
y concreto (en un tiempo sagrado) procura
dar respuestas a las inquietudes más
profundas acerca del ser humano. Es decir,
se busca en lo sagrado pues ello es lo real
por excelencia. Es el ser inmutable donde
no cabe la apariencia, ámbito propio de la
verdad.
2. El rito recrea el mito. Su celebración se
adhiere al tiempo sacro que celebra, yendo
más allá del tiempo profano.
3. Participar de un rito es aunarte, en cierto

87
modo, de las realidades sagradas que busca
representar. El ritual sirve a modo de
catalizador y vehículo de estas. Su
representación es eminentemente social y
tiene una dimensión comunitaria. El grupo
organiza su identidad en base a la filosofía,
ideas y naturaleza del rito que celebra.
4. La dimensión simbólica del ser humano es
una manifestación de la psique humana
más profunda a nivel neurológico. Cuando
más se ahonda en la transcendencia, mayor
es el recurso de la simbología como forma
de expresión. Renunciar a la riqueza
simbólica como si de algo irracional se
tratase, es mutilar al ser humano de una
dimensión que le es esencial.
5. La masonería trabaja sobre ritos y mitos.
La francmasonería desde la antigüedad
tiene diferentes mitos que le son propios:
1º Grado: el mito versa sobre el origen del arte
real y la historia propia de lo que significó
desde todos los tiempos ser frac-masón.
2º Grado: la historia de Josué y Jafté.
3º Grado: el levantamiento del maestro
(complementado por el Arco Real: donde no se
trabaja con la palabra sustitutoria sino se busca
la obtención de la original).
6. La iniciación masónica es una única
realidad entregada en varios grados de

88
manera progresiva. Su totalidad sólo es
cumplimentada en el tercer grado.
7. La experiencia de la iniciación con su
ropaje: mítico, ritual y simbólico, tiene
como horizonte final al ser humano.
Ahondar en ellos, es descubrir lo más
profundo y esencial del hombre.
8. La iniciación a diferencia de otros
métodos, sólo tiene «la vía cardiaca o del
corazón» como forma de acceso a lo
transcendente.
Hay diferencias entre la iniciación ceremonial y
una iniciación efectiva y real. No todos los que
han participado de una ceremonia de iniciación
son verdaderamente iniciados.

89
Este ensayo sobre la Iniciación
de RUBÉN LEGIDOS se
terminó de componer
en las colecciones de
MASONICA
en el día 28 de
octubre de
2019

90
Notas
[←1]
Eliade, M. Mito y realidad. Ed. Punto Omega. Madrid, 1968.
Pág. 13-14.

[←2]
Kingsley, P. En los oscuros lugares del saber. Ed. Atlanta.
Girona, 2014.

[←3]
La mentalidad es el conjunto de creencias y costumbres que
conforman el modo de pensar, de enjuiciar la realidad y de
actuar de un modo u otro. La inteligencia es la capacidad de
razonar y de elegir las mejores opciones para resolver una
cuestión.

[←4]
Eliade, M. Lo sagrado y lo profano. Ed. Punto Omega.
Madrid, 1967. Pág. 95-96.

[←5]
Eliade, M. Lo sagrado y lo profano. Ídem. Pág. 97-98.

[←6]
Eliade, M. El mito del eterno retorno. Ed. Alianza. Madrid,
1972. Pág. 28-29.

91
[←7]
Es por esta razón que la pregunta ¿qué hora es? O a ¿qué hora
dan comienzo los trabajos de los masones? Adquiere una
mayor profundidad e importancia. El masón trabaja en Logia
en un tiempo que no es el que marca el reloj.

[←8]
La Fonaine, J.S. Iniciación. Drama ritual y conocimiento
secreto. Ed. Lerna. Barcelona, 1987. Pág. 14

[←9]
Esto último es lo que se conoce como magia, que es una
forma de pensamiento especulativo-mítico que observa,
describe y conceptualiza los fenómenos del universo físico-
moral, la enfermedad y su representación mental- con el fin
de reorganizarlos y controlarlos.

[←10]
La Fonaine, J.S. Op. Cit. Pág. 11-12.

[←11]
En masonería por ejemplo los aprendices guardan silencio y
observan, mientras que los que participan en la ceremonia
son los oficiales de la Logia.

[←12]
Torres, D. Sapiens. Revista Universitaria de Investigación,
Año 7, No. 2, diciembre 2006. Pág.109.

[←13]

92
Mosterín, J. La naturaleza humana. Ed. Austral. Madrid,
2011. Pág. 226.

[←14]
Pike, A. Moral y Dogmas. Ed. MASONICA. Trad. Alberto
Moreno. España, 2009. Libro I. Pág. 230.

[←15]
Barceló Quintal, R.O. La iniciación, un rito de paso en la
masonería: La muerte simbólica. UAH. Pág. 186.

[←16]
Carr, H. 600 Years of Craft Ritual. Freemason information.
Masonic education and analysis.

[←17]
Moreno, A. El masón libre de Harodim. Blog Masonería
Antigua.

[←18]
Oñatibia, I. Bautismo y confirmación. Ed. BAC. Madrid,
2000. Pág. 4.

[←19]
Oñatibia, I. Bautismo y confirmación. Op. Cit. Pág. 5.

[←20]
"Entrar en el camino es la iniciación virtual; seguir el camino
es la iniciación efectiva». Rene Guenón.

93
[←21]
Oñatibia, I. Bautismo y confirmación. Op. Cit. Pág. 5-14.

[←22]
Guénon, R. Apercepciones sobre la Iniciación, capítulo XV.

[←23]
Blavatsky, H.P. Los orígenes del ritual en la iglesia y en la
masonería. Trad. Salvador Valera. Pág. 24.

[←24]
Blavatsky, H.P. Ibid. Pág. 24.

[←25]
Blavatsky, H.P. Ibid. Pág. 25.

[←26]
El País. ¿Pinocho masón? Artículo de la edición impresa del
Miércoles, 21 de agosto de 1996.

[←27]
Fogg, P. Pinocho y la iniciación, www.studylib.es [Consultado:
24·IX·2019].

[←28]
El blog alternativo, «Pinocho y su simbología espiritual»
[Consultado: 24·IX·2019].

94
Índice
DE ANTIGUOS CONCEPTOS 7
I. EL MITO 11
II. EL RITO 17
III. EL SÍMBOLO 25
IV. EL MITO EN EL RITO DE LA
38
ANTIGUA MASONERÍA
V. RITO Y PROTOCOLO 45
VI. LA INICIACIÓN 49
VII. INICIACIÓN VS. MISTICISMO 62
VIII. LA MASONERÍA COMO
65
MÉTODO INICIÁTICO
IX. ALGUNAS IDEAS POR
GRADOS EN EL PROCESO
68
INICIÁTICO DE LA MASONERÍA
SIMBÓLICA
X. LA INICIACIÓN DE UN
73
SOLDADO EN LA MASONERÍA
XI. PINOCHO COMO PROCESO 82
INICIÁTICO

95
XII. CONCLUSIONES 87

96

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