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Diversidad

de géneros

Juliana Galvis
Isabela Castañeda Bravo
Camila Chirán
Juan Pablo Alvarado Herrera
Jaime Andrés Erazo
Jorge Andrés López

Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales


Departamento de Comunicación y Lenguaje
Carrera de Comunicación

Cuaderno Javeriano de Comunicación • No. 16 • pp 1-93 • septiembre 2021 • ISSN 2322-8474


Diversidad
de géneros

Autores

Juliana Galvis
Isabela Castañeda Bravo
Camila Chirán
Juan Pablo Alvarado Herrera
Jaime Andrés Erazo
Jorge Andrés López

Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales


Departamento de Comunicación y Lenguaje
Programa de Comunicación
VIGILADA MINEDUCACIÓN Res. 12220 de 2016
Diversidad
de géneros
Autores Presentación
Juliana Galvis Andrés Felipe Castelar y
Egresada de Psicología. Carlos Andrés Tobar Tovar, PhD.
Isabela Castañeda Bravo
Egresada de Comunicación. Compilación y edición
Camila Chirán Carlos Andrés Tobar Tovar PhD.
Departamento de Comunicación y Lenguaje.
Egresada de Psicología y estudiante de Comunicación.

Juan Pablo Alvarado Herrera Paula Andrea Hoyos Hernández, Mg.


Departamento de Ciencias Sociales.
Estudiante de Psicología y Derecho.

Jaime Andrés Erazo y Jorge Andrés López Tatiana Amorocho Jaramillo


Programa de Comunicación.
Colectivo Mister and Mr, Chile.

Luis Felipe Gómez Restrepo, S. J. Comité Editorial


Rector Pontificia Universidad Javeriana Cali.
Violeta Molina Natera
Ingrid Schuler Directora del Departamento de
Vicerrectora Académica Comunicación y Lenguaje.
Libardo Valderrama Centeno, S. J. Ana María López
Vicerrector del Medio Universitario Directora del Programa de Comunicación.
Pablo Rubén Vernaza Gómez Adriana Rodríguez Sánchez
Secretario General Coordinadora de trabajos de grado
del Programa de Comunicación
Teresita Sevilla Peñuela
Decana Académica Carlos Andrés Tobar Tovar
Coordinador del Grupo de Investigación
Violeta Molina Natera Comunicación y Lenguajes.
Directora Departamento de Comunicación y Lenguaje

Ana María López Rojas Luisa Fernanda Panteves Ospina


Revisión de estilo en español
Directora Carrera de Comunicación

Adriana Rodríguez Sánchez Claudia Lorena González González


Coordinador Sello Editorial Javeriano
Dirección de Trabajos de grado

Carlos Andrés Tobar Tovar William Fernando Yela


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Compilación y edición y presentación
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ISSN versión impresa: 2322-8774


Editado: junio de 2021

El contenido de los artículos es de exclusiva responsabilidad de los autores.


Los textos pueden reproducirse total o parcialmente citando la fuente.
Diversidad
de géneros
Edición No. 16 - septiembre 2021

Diversidad de géneros

Índice

Presentación: el seminario temático TranSER y el compromiso con la


investigación formativa sobre las diversidades de géneros en Colombia 5

Estudio Introductorio. La identidad en disputa: una reflexión sobre


la experiencia de la diversidad de géneros en los escenarios de la 12
medicalización, los medios de comunicación y la política

La medicalización en el proceso de transición corporal y reconocimiento:


análisis de los testimonios de dos mujeres trans colombianas 24

La lucha por el reconocimiento, la inteligibilidad y la consolidación de


una experiencia transmedia: aproximaciones comunicológicas sobre la 38
diversidad de géneros

La construcción de una cultura trans y las posibilidades expresivas de las


49
redes sociales-digitales

Políticas públicas para la ampliación de la democracia a través de la


participación de los colectivos trans 68

Lo queer y la moda disidente 79

4 Cuaderno Javeriano de Comunicación • Cali Colombia • No. 16 • pp 1- 91 • septiembre 2021 • ISSN 2322-8474
Edición No. 16 - septiembre 2021

Diversidad de géneros

PRESENTACIÓN
El seminario temático TranSER y el
compromiso con la investigación
formativa sobre las diversidades Por:

de géneros en Colombia Carlos Andrés Tobar Tovar* y


Paula Andrea Hoyos Hernández**

El número 16 del Cuaderno Javeriano de Comunicación está *Psicólogo y Comunicador.


Magíster en Filosofía.
dedicado a las expansiones y contracciones de los lenguajes relativos Doctor en Antropología
a las diversidades de género. Desde esta perspectiva se ha planteado Social y Cultural. Profesor
del Departamento
un encuentro presencial y remoto con comunidades trans que de Comunicación y
participan activamente en las luchas políticas por el reconocimiento Lenguaje. Coordinador del
Grupo de Investigación
cultural, la redistribución económica y la representación política, en Comunicación y
en las ciudades de Cali, Bogotá, Bucaramanga, Armenia, Calarcá Lenguajes de la Pontificia
Universidad Javeriana Cali.
y Cartagena. Correspondencia: catobar@
javerianacali.edu.co ORCID
ID: https://orcid.org/0000-
A través del diálogo entre estudiantes y mujeres agremiadas en 0001-5144-5462
diferentes colectivos trans en Colombia, se ha avanzado en la
**Psicóloga, Magíster
descripción de los dramas sociales en el marco de los esfuerzos en Familia. Doctoranda
que realizan estos grupos por ser visibilizados y permanecer en Psicología. Profesora
del Departamento de
vigentes en el ámbito de la deliberación pública y política de los Ciencias Sociales e
asuntos comunes. De esta manera fue posible una aproximación investigadora del Grupo de
Investigación en Salud y
a los alcances ético-políticos de las prácticas sociales agenciadas Calidad de Vida de Pontificia
por las comunidades de mujeres, que afrontan una disputa por la Universidad Javeriana
Cali. Correspondencia:
legitimidad de las diversidades de género y su lugar en la solución paulahoyos@javerianacali.
solidaria de las cuestiones de la vida en común en tiempos del edu.co ORCID ID http://orcid.
org/0000-0001-7948-6338
post-acuerdo y de la pandemia por efectos del Covid-19.

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Carlos Andrés Tobar Tovar y Paula Andrea Hoyos Hernández

Si bien las diversidades de género han existido a lo largo de la historia humana, en el último
cuarto del siglo XX la revisión conducente a una antropología de la vulnerabilidad ha dado
lugar al estudio sistemático de grupos otrora invisibilizados y desprovistos de un lenguaje
público, para designar sus experiencias de diferenciación (Calvo de Saavedra, 2019). Las
luchas por el reconocimiento político, que tienen lugar después de la caída del muro de
Berlín, favorecieron la aparición de enmarcamientos sociales desde los cuales se hacían
evidentes las disconformidades y la necesidad de cimentar un conocimiento desde la
perspectiva de aquellos que habían sido subordinados o abyectos por efecto de la cultura
patriarcal, capitalista, hegemónica (Fraser, 2008).

El impacto de esto en las ciencias sociales y humanas, así como en el campo de la


comunicación, ha sido evidente. La necesidad de transformar el orden de la invisibilidad
por el de la visibilización ha hecho que emerjan proyectos académicos centrados en la
producción de conocimiento situado (local y regional) sobre las contracciones y expansiones
de los lenguajes con los que se explican las nuevas formas de identificación (Fuentes,
2010); dicho de otra forma, el estudio de cómo nombramos la realidad pasa también por
cómo se nombran los cuerpos en su relación con lo visible.

De este modo, visibilizar es reconocer. El régimen del reconocimiento supone la participación


en complejos procesos dialógicos que hacen viable, en el campo social y político, la
“inteligibilidad de lo humano” (Honneth, 2011); entendiendo que esta es multiforme, no
binaria, diversa y en perpetua expansión expresiva. El estudio del reconocimiento está
concatenado con el de la cultura, considerando que son los ordenamientos simbólicos los
que posibilitan la composición de los grupos humanos, ya sea desde el parentesco o desde
formas innovadoras mediante las cuales es posible diferenciarse de otros (Foucault, 1968).

En oposición a la fuerza expansiva de la cultura, se encuentran las formas contractivas de


la sociedad. La sociedad se fundamenta en la prohibición, en la capacidad de limitar las
expansiones en favor de la delimitación de un mundo “normalizado” y un pensamiento
moral, fundado en ideas y valores que dan lugar a sistemas de clasificación, como la
medicalización, los medios masivos de comunicación, la política y, especialmente, el
género, entre otros (Castelar, 2015).

Si bien el punto de partida es la descripción objetiva de las prácticas sociales, es su conexión


con fines socialmente relevantes lo que ha permitido los diálogos interdisciplinares con los
que se asume este aporte en el campo de la comunicación (Gómez-Rodríguez et al., 2017).
Los autores han propuesto una vía de interpretación que involucra a la comunicación, la
psicología y el derecho. Tal intento ha dado sentido al proceso formativo trazado por TranSER.

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Presentación: el seminario temático TranSER y el compromiso con la
investigación formativa sobre las diversidades de géneros en Colombia

TranSER es un programa para el fortalecimiento de una sexualidad plena, satisfactoria y


saludable en mujeres transgénero de cinco ciudades de Colombia. Cuenta con la financiación
de la Pontificia Universidad Javeriana Cali, el Centro de Estudios de Infectología Pediátrica
y el Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación (Convocatoria para Proyectos de Ciencia,
Tecnología e Innovación en Salud, número 807 de 2018, código 1251807642341).

El desarrollo del mencionado proyecto ofrece la oportunidad de deconstruir comprensiones


de las diversidades de género, a partir del estudio de las tensiones y retos que tienen la
docencia e investigación en Colombia; asuntos relativos al reconocimiento de la diversidad
en todas sus connotaciones. El proyecto intenta superar la distancia existente entre el
mundo académico solventado en ontologías, epistemologías y metodologías, que no
siempre son accesibles a los grupos sociales que viven en condiciones de vulnerabilidad.

Se trata de una experiencia que involucra agentes comunitarios con entidades académicas
y de prestación de servicios en salud. A través de las convergencias entre los participantes
es posible afrontar la discriminación que padecen las comunidades trans, dado que en
la mencionada interseccionalidad se puede generar una opinión informada que afecta de
forma positiva el acceso de las mujeres trans al entramado social institucional (Granados,
Hernández y Olvera, 2017).

Dentro de las posibilidades expuestas se circunscribe el Seminario Temático TranSER2, escenario


deliberativo en el que los autores desarrollaron un diálogo entre el saber académico y aquel
que deviene de la experiencia de las mujeres trans. Asuntos relativos a los procedimientos
de transición sexo-genérica, la discriminación social, la violencia trans-fóbica, el régimen
de la invisibilización a partir del tratamiento mediático, la parálisis de la política pública por
cuenta de ideologías conservadoras, el ensanchamiento democrático por la vía del acceso
a derechos fundamentales, entre otros temas, fueron objeto de exegesis, mientras que el
mundo experimentaba el aislamiento social por causa del Covid-19, los crímenes a líderes
sociales en Colombia, las manifestaciones del supremacismo blanco, y, especialmente, el
plebiscito mediante el cual los chilenos decidieron reformar su Constitución Política. Todos
estos acontecimientos pueden ser pensados desde las disputas identitarias y el auge de
la inconformidad con los sistemas de clasificación de la vida social, que tienden a ser más
restrictivos y a naturalizar un régimen de la vulnerabilidad.
1
Este es un producto del ejercicio académico desarrollado entre el Departamento de Comunicación y
Lenguaje y el Departamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Javeriana Cali en el marco de
la Convocatoria para el Fortalecimiento de Proyectos de CTEI en Ciencias Médicas y de la Salud con Talento
Joven e Impacto Regional, número 850 del 2019, del Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación.
2
Para acceder a las sesiones del Seminario Temático TranSER véase: Pontificia Universidad Javeriana.
Seminario Temático Transer. Vitela.javerianacali.edu.co. Recuperado desde http://vitela.javerianacali.edu.
co/handle/11522/12942.

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Carlos Andrés Tobar Tovar y Paula Andrea Hoyos Hernández

El seminario es una respuesta javeriana a la necesidad de integrar nuestro saber local y


nacional a procesos latinoamericanos en los que se están redefiniendo las formas en que
se establece el encuentro entre los jóvenes y las realidades. Se trata de una propuesta
de aproximación a las epistemologías con las que se hace inteligible la vida en común.

Los artículos desarrollados encarnan los principios expuestos. Se fundamentan en una


reflexión crítica que se originó desde la necesidad expresada de los participantes por
consolidar un formato de encuentro remoto que ayudará a establecer comparaciones entre
las categorías estudiadas y el relato de las mujeres. Bajo las limitaciones de encuentros
presenciales que impone la pandemia, se organizó el Quinto Coloquio Ciclos de vida y
Vulnerabilidad Social en el Valle del Cauca: Subversión del Género3, evento de divulgación
pública del conocimiento orientado al diálogo sobre los significados del género a través
del desarrollo de cuatro webinares realizados en el siguiente orden:

1) La medicalización en el proceso de transición corporal: desde la experiencia de las


mujeres trans. Realizado el 6 de agosto de 2020.
2) El uso estratégico de los medios de comunicación para la visibilización de los dramas
sociales de las mujeres trans. Realizado el 20 de agosto de 2020.
3) La construcción de una cultura trans y las posibilidades expresivas de las redes
sociales-digitales. Realizado el 11 de septiembre de 2020.
4) Las políticas públicas y el ensanchamiento democrático por la vía de la participación
de la comunidad trans. Realizado el 2 de octubre de 2020.

A partir del abordaje previsto en el Seminario Temático TranSER y los webinares que
componen el Coloquio Ciclos de Vida y Vulnerabilidad Social, se ejecutó una agenda de
trabajo que se materializa en los artículos entregados a la comunidad académica a través
de esta publicación.

En primer término el lector encontrará un estudio introductorio titulado La identidad en


disputa: una reflexión sobre la experiencia de la diversidad de géneros en los escenarios
de la medicalización, los medios de comunicación y la política. Se trata de un texto inédito
escrito por el fallecido psicólogo vallecaucano Andrés Felipe Castelar Caicedo y editado por
el profesor Carlos Andrés Tobar Tovar. La propuesta ayuda a tematizar las implicaciones
de la diversidad de géneros en los tres escenarios en los que acontecen las reflexiones

3
Para acceder al Coloquio Ciclos de vida y Vulnerabilidad Social en el Valle del Cauca véase: Pontificia
Universidad Javeriana. Ciclos de vida y vulnerabilidad en el Valle del Cauca. Vitela.javerianacali.edu.co.
Recuperado desde http://vitela.javerianacali.edu.co/handle/11522/13804.

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Presentación: el seminario temático TranSER y el compromiso con la
investigación formativa sobre las diversidades de géneros en Colombia

de los jóvenes investigadores: el campo de la medicalización, el ámbito de la valoración


social de medios y tecnologías de comunicación, y la participación política que da lugar a
la deliberación de las políticas públicas.

En segundo término se presenta el artículo La medicalización en el proceso de transición


corporal y reconocimiento: análisis de los testimonios de dos mujeres trans colombianas. El
texto fue escrito por la psicóloga Juliana Galvis Álvarez y en él se propone una aproximación
a las posibilidades y limitaciones de la medicalización, entendida como una serie de prácticas
sociales en las que participan las mujeres trans y que no está exenta de controversias en
lo que atañe a la perspectiva de las usuarias.

En tercer término se encuentra el texto La lucha por el reconocimiento, la inteligibilidad y


la consolidación de una experiencia transmedia: aproximaciones comunicológicas sobre la
diversidad de géneros. La propuesta es realizada por Isabela Castañeda Bravo. El artículo
expone las implicaciones de la lucha por el reconocimiento en el marco de los intentos por
hacer inteligible la diversidad de géneros a través de estrategias narrativas. La propuesta
se fundamenta a partir de la participación de la autora en el Laboratorio de Narrativas
Transmedia, en el cual se diseñó una estrategia para la visibilización de los dramas sociales
de las mujeres trans.

En cuarto término se propone el texto La construcción de una cultura trans y las posibilidades
expresivas de las redes sociales-digitales. La propuesta de Camila Marcela Chirán Melo
plantea un abordaje a los procesos de ordenamiento simbólico que tienen lugar en la
configuración de una experiencia cultural, a través de la recuperación del testimonio de
mujeres. En aras de la discusión, la propuesta de argumentación desarrolla los siguientes
asuntos: 1) ¿qué es la cultura?, aproximaciones a un andamiaje artificial; 2) cultura trans:
aprendiendo sobre “un palimpsesto”; 3) la cultura y la búsqueda de reconocimiento y 4)
redes sociales-digitales: ¿un vehículo para la expansión e inteligibilidad de una cultura trans?

En quinto término se presenta el artículo Políticas públicas para la ampliación de la democracia


a través de la participación de los colectivos trans, escrito por Juan Pablo Alvarado Herrera.
El artículo aborda cómo las experiencias de diversidad de género contribuyen a la ampliación
del lenguaje político con el que se reconocen las convivencias de las mujeres trans y su
legitimación en el ámbito de las políticas públicas.

Finalmente, cierra la publicación el artículo Lo queer y la moda disidente. El texto fue escrito
por Jaime Andrés Erazo Ochoa y Jorge Andrés López Martínez, creadores de contenidos
digitales a través de la cuenta de Instagram @mister.and.mr. El artículo propone una

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Carlos Andrés Tobar Tovar y Paula Andrea Hoyos Hernández

genealogía del término queer y sus implicaciones en el ámbito de la deliberación sobre los
asuntos de la diversidad de géneros. Desde esta concepción se aporta a la comprensión
de la moda, entendida como una experiencia estética en la que se elaboran las tensiones
entre tendencia y estilo.

A través de este recorrido se evidencia el modo en que el Seminario Temático TranSER


materializa el compromiso con la investigación formativa sobre las diversidades de género
en Colombia, propuesta que intenta ampliar el conocimiento que tenemos sobre la otredad
cultural y el alcance ético-político de la relación de los grupos con la medicalización, los
medios de comunicación y la política.

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Presentación: el seminario temático TranSER y el compromiso con la
investigación formativa sobre las diversidades de géneros en Colombia

Bibliografía

Butler, J. (2002). El género en llamas: cuestiones de apropiación y subversión. En Cuerpos


que importan: sobre los límites materiales y discursivos del “sexo” (pp. 179-207). Paidós.
Calvo de Saavedra, Á. (2019). El lugar de la sensibilidad moral en la teoría del reconocimiento.
En D. Grueso (ed.), Axel Honneth: reconocimiento, herida moral y teoría crítica (pp.
37-55). Sello Editorial Javeriano.
Castelar, A. (2015). Performatividad y lenguaje de odio: expresiones de la homosexualidad
masculina en la ciudad de Cali. En Diversidad, identidad, sexualidad (pp. 63-99).
Universidad Icesi.
Foucault, M. (1968). Prefacio. En M. Foucault, Las palabras y las cosas (pp. 1-10). Siglo
XXI Editores, S.A.
Fraser, N. (2008). Escalas de justicia. Herder Editorial.
Fuentes, R. (2010). Investigación de la comunicación: referentes y condiciones internacionales
de un diálogo transversal de saberes. Signo y Pensamiento, XXIX(57), 38-48.
Gómez-Rodríguez, G., Morell, A. E. y Gallo-Estrada, C. (2017). A 30 años de Comunicación
y Sociedad: cambios y permanencias en el campo académico de la comunicación.
Comunicación y Sociedad, (30), 17-44. https://doi.org/10.32870/cys.v0i30.6838
Granados, J. A., Hernández, P. A. y Olvera, O. A. (2017). Performatividad del género,
medicalización y salud en mujeres transexuales en Ciudad de México. Salud Colectiva,
13(4), 633-646. https://doi.org/10.18294/sc.2017.1363
Honneth, A. (2011). Invisibilidad. Sobre la epistemología moral del reconocimiento. En La
sociedad del desprecio (pp. 165-182). Editorial Trotta.
Pereira, J. M. (2005). La comunicación: un campo de conocimiento en construcción:
reflexiones sobre la comunicación social en Colombia. Investigación y Desarrollo,
13(2), 412-441.

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Diversidad de géneros

ESTUDIO INTRODUCTORIO
La identidad en disputa: una
reflexión sobre la experiencia de
Por:
la diversidad de géneros en los Andrés Felipe Castelar Caicedo,
escenarios de la medicalización, los editado por:
Carlos Andrés Tobar Tovar, PhD.
medios de comunicación y la política

La lógica de una identidad en disputa puede verse contrastada en Andrés Felipe Castelar
Caicedo fue un psicólogo
tres de los escenarios en los que se requiere ampliar la comprensión y magister en Filosofía,
sobre la diversidad de géneros: el campo de la medicalización, al pionero en el estudio de los
alcances ético-políticos de
ámbito de la valoración social de medios de comunicación, y la los asuntos de la diversidad
participación política de colectivos otrora invisibilizados. Estos tres sexual en el Valle del Cauca.
Murió el 7 de abril de 2015.
niveles de análisis serán abordados por los autores en el transcurso Sus trabajos fueron un punto
de esta publicación; en tal virtud, se presenta una aproximación de partida para el desarrollo
del Seminario Temático
a los asuntos a tratar a modo de formalizar un hilo conductor. TranSER. El profesor
Carlos Andrés Tobar Tovar
reconoce el valor de esas
investigaciones y le ofrece
Sobre la medicalización un homenaje, reeditando
un documento inédito
derivado del seminario de
La consulta médica y psicológica es frecuentada por hombres y investigación del Grupo de
mujeres que se interrogan por la vivencia y la aceptación de su Investigación Praxis, que
tuvo lugar en el segundo
sexualidad: a partir de inquietudes venidas de la niñez o de la semestre de 2008 en el
entrada en la madurez, de exploraciones mutuas con amigos del Departamento de Filosofía
de la Universidad del Valle,
mismo sexo, en algunos casos de escarceos o miradas (temidas en la ciudad de Cali.
como equívocas), de alusiones en los medios de comunicación
o incluso desde su misma convicción (ser, sentirse o declararse
homosexual desde la infancia), los consultantes se cuestionan
sobre los modos de obtención de su placer íntimo; enfrentan el

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géneros en los escenarios de la medicalización, los medios de comunicación y la política

enorme peso moral sobre la posible atracción por personas de su mismo sexo; analizan
las implicaciones sociales y familiares, el sentido último de su vida y tarde o temprano
arriban a uno de los interrogantes más complejos que pudiese ser formulado frente a un
psicólogo: “¿quién soy?”, “¿qué debo ser?” o “¿qué es eso que somos hoy?”.

En ese orden de ideas, la sugerencia del grueso de los profesionales de la psicología,


psiquiatría u orientación profesional, tanto en el espacio terapéutico como en grupos de
apoyo y, en general, en los cuestionamientos cotidianos que reciben, suponen que el
paciente debe tomar la decisión de asumir su orientación sexual, para así enfrentar abierta
y conscientemente su realidad. Decisión tan trascendental como difícil, pues el proceso
implica darse a esta tarea por medio de un acompañamiento profesional, una guía que
presencie (oriente, asesore, si se quiere) el surgimiento espontáneo de tal respuesta. En
algún momento los y las pacientes se verán en la necesidad de decidir sobre su cuerpo,
su objeto de deseo e “identidad sexual”.

En Colombia, por ejemplo, el psicólogo Rubén Ardila (2007), profesor emérito de la


Universidad Nacional de Colombia, señala que la “terapia afirmativa” es un proceso
psicoterapéutico por medio del cual se reconoce que la homosexualidad y las experiencias
trans constituyen “un estilo u opción de vida, tan normal como la heterosexualidad, ni peor
ni mejor que ella. Se cree que las personas con orientaciones sexuales diversas desean
aprender a vivir en paz consigo mismos y con los demás, a pesar de funcionar dentro de
un contexto social definitivamente homofóbico” (p. 70). Ello implica un ejercicio racional
de búsqueda de apoyo psicológico o psiquiátrico, además de la consolidación de un tejido
social de apoyo (familia, amigos, etc.), y de la colaboración profesional en temas como la
pareja, la familia, la consolidación jurídica y civil de una unión, entre otros.

Igualmente, las guías de autoadaptación al medio (cómo relacionarse fácilmente con amigos
y familia, cómo ligar, cómo hacer que la relación de pareja perdure) indican la necesidad,
antes de todo, de aceptarse a sí mismo como homosexual. Es decir, en palabras del autor
Brian MacNaught (1997): “Ahora, me siento más relajado con mi estilo de vida siendo trans
y he encontrado mi nicho en el mundo. Lo que aprendí, finalmente, es que la clave de mi
felicidad es conocerme, amarme y ser yo mismo – no conocer, amar y ser lo que otros
esperan que yo sea” (p. 6)4. Estas palabras (aceptación, autorreconocimiento, búsqueda de
apoyo), que hoy se manejan con gran naturalidad en el discurso de las ciencias sociales, no
han sido explicadas ni definidas con precisión. Incluso, han sido fuertemente cuestionadas

4
MacNaught, B. (1997). Now that I’m out, what do I do? (p. 6). St. Martin’s Press. Traducción de Andrés
Felipe Castelar.

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Andrés Felipe Castelar Caicedo, editado por Carlos Andrés Tobar Tovar, PhD.

por algunos filósofos contemporáneos por tratarse de la imposición de un modelo que


es ajeno a los individuos y que forma parte del discurso dominante sobre el bienestar5.

Y quien encabeza la lista de los críticos acérrimos de la terapia clínica de fines adaptativos
es precisamente un filósofo formado en la psicología: Michel Foucault. Sus estudios
tempranos sobre la enfermedad mental y su encuentro con la exclusión social derivada de la
categorización sistemática entre locura y normalidad, lo alejaron rápidamente de la práctica
psicológica e hicieron que se dedicara a investigar el origen y sentido de la clasificación de
las llamadas “anormalidades” de los seres humanos, en aras de comprender la naturaleza
del hombre y procurar el bienestar y la eliminación de las dolencias psíquicas.

Desde la filosofía política, la crítica de Foucault hacia la intervención terapéutica y la


medicalización (que empieza desde su tesis de psicólogo, publicada como Enfermedad
mental y personalidad, en 1955) devela los principios normalizadores de la medicina
moderna y demás disciplinas, como la psiquiatría y la psicología, centradas en la mirada
y escucha como instrumentos de clasificación y análisis. Pero el asunto de fondo en sus
investigaciones es develar la relación estrecha establecida entre el poder y el conocimiento,
a través de la episteme, es decir, del conocimiento reglamentado por la ciencia y usado
como instrumento clasificador, taxonómico, anterior a un sujeto que constituye dicho saber.
En otras palabras, para Foucault, y con él autores como Judith Butler, no hay un sujeto
racional que se encuentre precediendo a la historia. Por el contrario, su trabajo genealógico,
estableció “una forma de historia que da cuenta de la constitución de los saberes, de los
discursos, de los dominios de objeto, etc., referirse a un sujeto que sea trascendente en
relación al campo de los acontecimientos o que corre en su identidad vacía, a través de la
historia” (Foucault, 1992, p. 181).

La enfermedad mental, otrora vista como posesión diabólica o un mal designio divino, con
la aparición de la terapia clínica se convirtió en una anormalidad de la naturaleza. Así, la
identidad que se asignaba a los pacientes que recibían el diagnóstico de “trastornados”
(por ejemplo, cuando se habla de estructuras mentales, de patologías psiquiátricas o de
tipos patológicos de personalidad) se convertiría en un instrumento normalizador de los
individuos, convertidos en seres sujetos a dispositivos de dominación y control. Estos
seres formaban parte de un conjunto de acciones, prácticas, discursos y procesos que se
agrupaban en torno a la separación entre normalidad y patología.

5
Para un análisis particularmente sugestivo, de donde se inspiran muchas de las preguntas de este estudio,
ver: Foucault, M. (1976). Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión. Siglo XXI, Especialmente el capítulo
3, denominado La implantación perversa.

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géneros en los escenarios de la medicalización, los medios de comunicación y la política

La diversidad de géneros en el ámbito de los medios de comunicación

Por otra parte, en lo cotidiano, contar con una identidad propia construida (o adoptada)
de forma individual a partir de lo social, se ve fortalecida con el tiempo gracias a la difusión
mediática. Por ejemplo, en la película Todo sobre mi madre, del director español Pedro
Almodóvar, una de las coprotagonistas es una persona travestida llamada Agrado (interpretado
por Antonia San Juan), quien se ve en la necesidad de hacer una improvisación teatral
ante un público que esperaba Un tranvía llamado Deseo, obra de Tennesse Williams.
Su monólogo debió basarse en la historia de su vida, y del proceso que atravesó para
convertirse en lo que él/ella es. Por ello, hace la lista de cirugías, modificaciones corporales
y procedimientos por los cuales ha transformado su cuerpo masculino en uno feminizado.

En ese momento él /ella confiesa ante el auditorio la frase que encabeza el epígrafe, y que
ha sido una de las más impactantes de dicha cinta: “porque una es más auténtica, mientras
más se parece a lo que ha soñado de sí misma”. Ser auténtico no sería simplemente
ajustarse a los designios biológicos o sociales, sino trascenderlos, ir más allá de ellos,
empleando todo el esfuerzo y las ganas de cambiarlos. En su caso, él/ella siempre había
querido convertir su cuerpo masculino en uno con muchos más rasgos femeninos (lo cual
no quiere decir que fuera un hombre que quería ser mujer).

Ese manifiesto de la autenticidad, entendida como querer ser uno mismo a partir de lo
que uno ha soñado, resulta muy interesante y concuerda con la posición actual de muchas
personas trans hoy en día, según la cual el ser humano está en permanente realización y
el único límite que tiene es sí mismo. Pero también se constituye en un verdadero desafío
para el concepto político de la identidad. El discurso identitario también ha sido potenciado
por las propuestas estéticas y éticas de los medios y las tecnologías de comunicación,
que sin imponer una única forma de referirse a la identidad, logran, empero, promover
una idea particular de esta.

La necesidad de realizar lo que se anhela, como en el caso de Agrado, pasa por la imagen,
por el efecto de autosatisfacción que nos recuerda el mito de Narciso. Si bien es cierto que
el ideal identitario por alcanzar tiene un fuerte componente personal, también es cierto que
la promoción de estilos de vida exitosos y de prácticas sofisticadas de intercambio social
inciden en la estructuración de los mismos. El efecto de seducción de los medios, que se
puede extender desde un llamado directo a construir la identidad (es decir, a ser “uno/a
mismo/a”), hasta la sugerencia de conservarla por medio de la adquisición de productos
o el uso repetido de marcas particulares, es bastante notorio hoy en día.

Cuaderno Javeriano de Comunicación • Cali Colombia • No. 16 • pp 1- 91 • septiembre 2021 • ISSN 2322-8474 15
Andrés Felipe Castelar Caicedo, editado por Carlos Andrés Tobar Tovar, PhD.

Sin embargo, esta primera mirada resultaría un tanto ingenua, pues la presencia mediática
no necesariamente es directa ni ejerce una influencia completamente racionalizada ante
la audiencia. La obediencia no es el único proceso que se despierta en su auditorio. Los
medios no necesariamente inoculan sus mensajes en su público: también pueden ser
artífices de un discurso legitimador de conductas mayoritarias o de una acción que sea
considerada como inadecuada. Así, en palabras de Stuart Hall (1993):

Los medios de comunicación no pueden imprimir su mensaje en nosotros como si fuésemos


tabula rasa mentales. Pero tienen un poder integrativo, clarificador y legitimador para formar y
definir la realidad política, especialmente en aquellas situaciones poco familiares, problemáticas
o amenazantes; donde no hay “sabiduría popular”, ni redes sociales que ejerzan una influencia
significativa, ni cultura que cohesione, ni precedentes de acciones o respuestas relevantes ni
testigos de primera mano que testifiquen o validen las proposiciones que tenemos a nuestra
disposición y con las que podamos confrontar o modificar su poder innovador. (p. 72)

De tal suerte que las aspiraciones de un grupo de personas por llegar a ser lo que sueñan
y anhelan no son las únicas respuestas a la influencia de los medios, también lo son la
necesidad de encontrar respuestas a la diferencia sexual, la construcción de identidades
promovidas como válidas y, de paso, la deslegitimación de aquellas formas de vida no
ortodoxas. Los medios y tecnologías de comunicación se convierten en un dispositivo de
poder que explica y justifica, o rechaza, las formas de vida y socialización que se alejan de
lo considerado “normal”. Y la “identidad”, en este caso, la sexual, se puede ver atravesada
por las exigencias de normalización por la vía de la diferencia, o de la asimilación por la vía
del conformismo, emprendidas por los media.

El geógrafo y pensador inglés David Harvey (1998) plantea una idea muy interesante al
respecto, al decir que nuestra sociedad postmoderna (es decir, postfordista, que vive
un capitalismo tardío) transforma la concepción tradicional de espacio y tiempo, que
proviene de la época ilustrada, y que escenifica de forma distinta el drama personal que
se construye de forma narrativa, tomando como punto de referencia el largometraje
cinematográfico, por oposición a la construcción de la novela [roman] decimonónica, o al
poema épico medieval, relatos ambos de tipo secuencial, realistas. El relato postmoderno
ve en el cine un instrumento que cumple el papel de catalizador de emociones difusas (y
de paso, de transformador de relaciones postmodernas) en la vida cotidiana: los relatos
aparecen entrecortados, hay una ruptura en el tiempo y flashes en retrospectiva, las voces
de los narradores se superponen, se maneja el suspenso y los finales no son indicadores
de felicidad6. No presentaré en profundidad el trabajo de Harvey, pero sí tomaré de él la

6
Ver: Harvey, D. (1998). Las condiciones de la postmodernidad (pp. 340 y ss.). Amorrortu Editores.

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Estudio Introductorio. La identidad en disputa: una reflexión sobre la experiencia de la diversidad de
géneros en los escenarios de la medicalización, los medios de comunicación y la política

idea según la cual la estética cinematográfica influiría en la identidad que describe a los
personajes al transformar el tipo de relato que se hace del mismo.

Esta idea es clave porque me permite ilustrar cómo a través del lente cinematográfico (pero
también del obturador fotográfico, del editorial de prensa) se evidencia la fragmentación
del sentido de la realidad, y de paso se pone en discurso una propuesta según la cual la
identidad es fragmentaria, y se toma a partir de trozos, vivencias y fantasías entrecruzadas.
La postmodernidad, según Harvey, transforma de forma radical la idea según la cual la
identidad se hereda (en una metáfora de la predestinación, en la que la identidad corre por
las venas, como la sangre), o por el contrario, se sedimenta a través de las experiencias
discretas (que sería una metáfora del logro individual y racional, como la riqueza, el capital
alcanzado de forma secuencial y paciente). Por su parte, la postmodernidad acarrea la
posibilidad de aspirar a una entremezcla de formas identitarias, algunas complementarias,
otras verdaderamente contradictorias.

El entramado discursivo propio de los mass media contagia los discursos cotidianos sobre la
identidad: la limitación del tiempo televisivo, la exigencia de hacer del medio el mensaje, la
necesidad de “estar al día”, se traspasan del plató a la vida cotidiana y generan una sensación
vertiginosa de ser “uno/a mismo/a” para cambiar sin transformarse7. La necesidad de
contar con una identidad también pasa, entonces, por un afán estético, en el que prevalece
la comunicación visual, la presentación de evidencias emocionales radicales (como las
trasformaciones totales o make-overs, las cirugías estéticas que denuncian el cuidado del
cuerpo y el esmero por lucir de una u otra forma), y aquello que Christopher Lasch (1999)
denuncia como la ”espectacularización de la publicidad y la propaganda postmoderna“ (p.
104), en la cual se apela a las emociones y los sentimientos para promover prácticas de
socialización y de autorreconocimiento, con el fin de entronizar el afán, el momento y lo
efímero en el ser humano. Nunca antes hubo tanta necesidad de establecer un discurso
en torno de la identidad personal como en la época en la que prima el medio sobre el
contenido. La identidad es, entonces, una imposición discursiva controlada por quienes
toman el discurso como un modo de vida: los medios masivos de comunicación.

La identidad y la política: hacia una comprensión de las políticas públicas

Así también, en la política contemporánea es notoria la aparición cada vez más frecuente
de reivindicaciones identitarias que hace unos pocos años no habrían sido tenidas en cuenta,
tales como la demanda para legalizar la unión de parejas del mismo sexo, solicitada por

7
Estas ideas las desarrolla Pierre Bourdieu en el texto Sobre la televisión, publicado por la Editorial Anagrama
en 1996, especialmente a partir del capítulo Una censura invisible (pp. 19 y ss).

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Andrés Felipe Castelar Caicedo, editado por Carlos Andrés Tobar Tovar, PhD.

sectores Lgbitq+. No solamente en países como Estados Unidos o España, sino también en
Argentina o Colombia, se han generado debates intensos acerca de la condición identitaria
de las personas que participan en las experiencias sociales relativas a las diversidades
de género. A simple vista, podría parecer que la democratización de la arena política ha
facilitado ese proceso (el multipartidismo que acaba con vicios oficialistas, el fin de los
regímenes de partido único, la búsqueda de renovación y de aire fresco en las propuestas
de candidatos a cuerpos colegiados). Las necesidades específicas de comunidades pérdidas
o invisibilizadas por generaciones empiezan a ser escuchadas por el Estado, que trata de
conciliar sus demandas con la promesa de ser equitativo para todos.

Uno de los rasgos de la modernidad es la continua apelación a la colectividad como hecho


cultural que debe ser reconocido por la política. Por ejemplo, Marisa Revilla y Sergio
Carmona (2002) advierten que “el siglo XX ha sido el tiempo de la aparición en escena de
las identidades colectivas” (p. 71). Ellos representan a un grupo importante de pensadores
anglosajones que definen el término identidad colectiva como:

[…] las formas de acción colectiva (nacionalismos, reivindicaciones étnicas, religiosas, de


género, etc.) con las que distintos grupos sociales se han movilizado políticamente en torno
a la construcción de una forma de definirse a sí mismos y, por tanto, de diferenciarse de los
otros, otorgando en ese proceso un sentido a su acción. (p. 71)

Esto implica al menos dos ideas: es necesario estructurar un conjunto lo más homogéneo
como sea posible y, al mismo tiempo, separarse de forma significativa del resto de personas
que no se inscriben en ese grupo. La identidad es, esencialmente, un discurso con un
origen particular (y la mayoría de las veces, con un plan racional, deliberado) en torno a
una serie de elementos distintivos de un grupo, de sus similitudes y afinidades, así como
también lo puede ser de sus exclusiones.

Como indica Giorgio Agamben (1996), en el siglo XX resultaba necesario apelar a una
identidad, cualquiera que ella fuera, para no aparecer despojado de una propia ante el
Estado. Ser reconocido ante el Estado implica tener unos lazos de pertenencia que permitan
la inteligencia del individuo:

[…] el Estado puede reconocer cualsea reivindicación de identidad […] pero que las comunidades
hagan comunidad sin reivindicar una identidad, que los hombres se co-pertenezcan sin una
condición representable de pertenencia (ni siquiera en la forma simple de un presupuesto) eso
es lo que el Estado no puede tolerar en ningún caso. […] Por eso, lo relevante [para el individuo]
no es la singularidad como tal sino sólo su inclusión en una identidad. (p. 70)

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Estudio Introductorio. La identidad en disputa: una reflexión sobre la experiencia de la diversidad de
géneros en los escenarios de la medicalización, los medios de comunicación y la política

Asimismo, al referirse a la sociedad contemporánea basada en el espectáculo (cfr. Debord),


también es vital disponer de una identidad. Explica Agamben (2001):

[…] la sociedad del espectáculo es también aquella en que todas las identidades se han
disuelto, en que todo lo que durante siglos ha constituido el esplendor y la miseria de las
generaciones que se han sucedido durante la tierra, ha perdido su significado. En la pequeña
burguesía planetaria […], las diferentes identidades que han marcado la tragicomedia de la
historia universal se exponen y acumulan en una vacuidad fantasmagórica. (p. 75)

Muchas veces, ante el Estado y la sociedad, es necesario hacerse a una identidad propia
y defenderla (como él mismo dice, inútilmente) como si fuese una parte fundamental de
la vida personal, de cara a obtener el reconocimiento de justicia, dignidad o libertad, según
sea el caso. “La política contemporánea es ese experimento devastador, que desarticula
y vacía en todo el planeta instituciones y creencias, ideologías y religiones, identidad y
comunidad, y vuelve después a proponerlas bajo una forma ya definitivamente afectada
de nulidad” (p. 93).

Y ello ha sido fuertemente analizado en el terreno del deseo homoerótico. Para el liberalismo
político es claro que el ejercicio de la privacidad goza de reconocimiento, y que la intimidad
debe estar garantizada en los Estados, por lo cual no tendría por qué reclamarse un derecho
a la participación política, por ejemplo. Y sin embargo, hoy en día hay agrupaciones políticas
que reivindican los derechos colectivos para el sector homosexual8, las cuales han logrado
avances significativos a nivel de Colombia, dentro de un marco de cambio que se viene
notando en los últimos años en Occidente.

En conclusión, la idea de identidad, que proviene desde la filosofía antigua, alguna vez fue
concebida como algo monolítico, férreo, inmodificable y hereditario, propio de la naturaleza
del ser humano. Posteriormente, la propuesta de corte ilustrado transformaría el concepto
en lo contrario a tales planteamientos: la identidad en Locke era vista como un fenómeno
que permitía el entrecruzamiento de múltiples experiencias y su solidificación en el tiempo.
De ahí provienen las principales ideas que se manejan hoy en día acerca del término.

El surgimiento del concepto de identidad contemporánea ha servido para estigmatizar y


excluir, de una forma u otra, a aquellos grupos humanos considerados distintos. Es el caso

8
No obstante, la definición homosexual se queda corta al tratar de circunscribir el amplio rango de expresiones
de deseo no heterosexual. Por ello se ha difundido la sigla LGBT (lesbianas, gais, bisexuales, personas
trans), la cual, en el discurso de lo políticamente correcto, se considera más incluyente. El prefijo trans, a
su vez, aglutina a todas las personas que de una u otra forma van más allá de las expresiones tradicionales
del género: hablamos de personas travestidas, transformistas, transgeneristas, transexuales y aquellas que
lograrán, eventualmente, cambiar legalmente su definición sexual.

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Andrés Felipe Castelar Caicedo, editado por Carlos Andrés Tobar Tovar, PhD.

de los procesos de exclusión sistemática, que se han fortalecido en los últimos 30 años con
la aparición de aquellas identidades “nuevas” en el panorama político, identidades que no
se reconocían como tales. Al momento de constituirse las identidades (afrodescendencias,
identidades originarias o amerindias, sectores discriminados por su orientación sexual,
regiones nacionales que buscan su autonomía política), que en vía de construir su propio
discurso terminan por esencializar sus características, y así contribuyen a reificar un
proceso construido históricamente, un proceso de esencialización del sometimiento, de
la persecución, del maltrato y de la subordinación, así el rival o adversario (dominante,
maltratante, esclavista, excluyente) forma parte activa de la nueva identidad construida, y
la condición misma de demanda constituye una serie de “identidades de segundo orden”.
Ese orden estaría dado por la aparición o el reavivamiento de conflictos políticos y sociales
centenarios, que toman el criterio identitario como instrumento que afronte las múltiples
formas de agresión y exclusión.

Este aspecto conceptual se debe enfrentar a las dinámicas políticas y sociales actuales.
En la mayoría de los países de Occidente existen constituciones liberales, las cuales han
garantizado (unas más, otras menos) buena cantidad de libertades individuales, como se
dijo al inicio. A pesar de reconocer solamente individuos y de privatizar las particularidades
de los grupos y las minorías, estas constituciones permiten algunas formas de apoyo a
colectivos y sectores que han permanecido en desventaja. Esas necesidades específicas
de comunidades pérdidas o silenciadas por generaciones en muchos países, empiezan a
ser escuchadas por el Estado liberal que predomina en ellos, y que trata de conciliar sus
demandas con la promesa de ser equitativo para todos. Es el caso de las negritudes, los
grupos indígenas, las comunidades de gitanos, los y las hablantes de otras lenguas insertos
en mayorías lingüísticas de algunas regiones nacionales, etc. Pero también se incluyen en
esta lista personas practicantes de otras religiones o hablantes de otras lenguas.

Ahora bien, ¿por qué en Colombia se da el interés por pensar el problema de la identidad
sexual? En el país, la identidad como concepto definitorio ha sido una necesidad de orden
político, tal como lo señala Agamben. Pero ello no quiere decir que el concepto deba
ser abolido; solo que para contar con el reconocimiento de autoridades civiles y políticas
gubernamentales, ha sido necesario incluir el concepto de “identidad” en las reclamaciones
y peticiones. Este punto se relaciona estrechamente con la propuesta foucaultiana de
vincular la sexualidad con la política.

Sin embargo, promocionar la idea de hacer pública una identidad sexual específica, a través
de la aceptación de las preferencias sexuales diversas, de difundir los propios sentimientos
y contar con la protección para expresar los comportamientos y afectos homoeróticos,

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Estudio Introductorio. La identidad en disputa: una reflexión sobre la experiencia de la diversidad de
géneros en los escenarios de la medicalización, los medios de comunicación y la política

contrasta con el rechazo del grueso de la población, la cual aún no acepta del todo las
manifestaciones en público de la diversidad sexual.

Desde esta perspectiva, los crímenes y atropellos cometidos contra personas no heterosexuales
parten de la discriminación sistemática y persistente ejercida contra aquellos y aquellas
que se resisten de una u otra forma a la normalización social, pero también a que se les
considera parte activa de un conjunto identitario, reconocido en términos negativos y
despectivos, mediante la generalización de acciones y situaciones negativas socialmente.

En Colombia, el fenómeno de la reivindicación y la lucha política del sector Lgtbiq+ se


inició a finales de los años 70, con la participación y el trabajo de los primeros activistas
reconocidos públicamente, como Manuel Velandia y Pepe Zuleta, entre otros. En 1980, bajo
el gobierno de Julio César Turbay Ayala, se despenaliza la homosexualidad. Posteriormente,
y a partir de la Constitución Política de 1991 y dentro de ella el reconocimiento de derechos
fundamentales como la igualdad (artículo 13), la intimidad (artículo 15) y el del libre desarrollo
de la personalidad (artículo 16), así como de la incorporación de mecanismos de protección
a dichos derechos, como la obligatoriedad de cumplimiento inmediato de los derechos
antes mencionados (artículo 85) y la acción de tutela (artículo 86), también fue factible
hacerse reconocer como ciudadano con posibilidades de participación políticas9. Dice
Manuel Velandia (2007) en uno de sus documentos electrónicos:

Un derecho fundamental es el derecho a la autodeterminación y ésta es posibilidad de la


construcción de la identidad. Sin ella se nos afecta la convivencia, la formación y también la
vida misma. Esta es la razón por la que, las universidades, en el reconocimiento a los derechos
fundamentales de sus estudiantes, maestros y directivos, y el del papel que juega la identidad
sexual en la contracción del ser humano como tal, se ve avocada a posibilitar en sus espacios
la creación y consolidación de organizaciones fundamentadas en la sexualidad.

Sin embargo, el organismo que más atención le ha prestado a la problemática del


reconocimiento de derechos fundamentales de personas no heterosexuales es la Corte
Constitucional, que, desde su creación en 1993, ha ratificado la exequibilidad de decretos,
proyectos de ley y acciones de tutela basados en dichos derechos, además de haber
sentado jurisprudencia sobre algunas prácticas que tienen viabilidad de convertirse en
derechos civiles.

9
Veáse: Fajardo, L. A. (2006). Un interesante estado de la cuestión sobre la diversidad sexual y derechos en
Colombia. En J. F. Serrano, Otros cuerpos, otras sexualidades (pp. 138 y ss). Instituto Pensar – Pontificia
Universidad Javeriana.

Cuaderno Javeriano de Comunicación • Cali Colombia • No. 16 • pp 1- 91 • septiembre 2021 • ISSN 2322-8474 21
Andrés Felipe Castelar Caicedo, editado por Carlos Andrés Tobar Tovar, PhD.

Sin embargo, el problema de la identidad no solamente ha sido abordado por el campo


jurídico nacional, sino por la necesidad de divulgar investigaciones relacionadas con el
tema y educar a la población, en términos de sensibilización y de concienciación. En otro
documento divulgativo, el sociólogo Manuel Velandia (2007) señala que: “Los rastreos
cerebrales médicos posibles gracias a los avances de la tecnología prueban que desde
el cerebro sentimos, actuamos y pensamos, razón por la que además nuestro cerebro
determina quiénes somos y por tanto nuestra identidad”.

La idea encubierta de que existe una “identidad homosexual” determinada, de una u


otra forma, y que impediría la homogeneización, es decir, la adecuación social del rol de
género asignado al nacer, ha permitido la conquista de derechos impensables por otra
vía y ha permitido gozar de un reconocimiento cada vez más positivo. Esta biologización
esencialista, aunque no es la única forma de entender la identidad, es cercana a quienes
tratan de entender la diversidad sexual. Sin embargo, este proceso no es privativo de
personas perseguidas por su condición sexual, es decir, por ser minoría en cuanto a la
forma de asumir su sexualidad.

Así, la necesidad de emplear el concepto “identidad” se sigue usando, de forma estratégica,


con el fin de obtener el reconocimiento requerido para articularse al orden social sin
violentarlo. Ha trascendido incluso al arte y a las expresiones estéticas, de modo que se ha
promovido la idea de un cine rosa, es decir, un cine que trabaja e interviene directamente
en las temáticas sobre las diversidades de género. Dice un experto en el tema de la relación
entre cine y reconocimiento político: “Nuestros cuerpos viven los miedos, cargan las huellas
de las agresiones, sufren los problemas de salud y nutrición que genera la exclusión social,
recorren caminos inciertos en busca de una mínima protección, crean la vida en medio de
la muerte” (Serrano, 2006, p. 9). Así, el problema que inicialmente había sido de índole
político, y que tenía una agenda de carácter reivindicativo, ha devenido en una serie de
expresiones que van más allá, e incluyen el arte, la literatura, los mass media, la historia,
etc., que han logrado posicionar la participación de un sector usualmente invisibilizado.
Ello, en buena parte, y como he mencionado, gracias al uso de la idea de “identidad”,
vinculado con lo sexual.

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Estudio Introductorio. La identidad en disputa: una reflexión sobre la experiencia de la diversidad de
géneros en los escenarios de la medicalización, los medios de comunicación y la política

Bibliografía

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Agamben, G. (2001). Medios sin fin. Notas sobre la política. Pre-textos.
Ardila, R. (2007). Terapia afirmativa para homosexuales y lesbianas. Revista Colombiana
de Psiquiatría, XXXVI(1), 67-77.
Eribon, D. (1992). Michel Foucault. Anagrama.
Foucault, M. (1992). Microfísica del poder. La Piqueta.
Foucault, M. (1976). Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión. Siglo XXI.
Hall, S. (1993). Deviance, politics and the media. En H. Abbelove, M. Barale y D. Halperin,
(eds.), The lesbian and gay reader. Routledge.
Harvey, D. (1998). La condición de la postmodernidad. Amorrortu Editores.
Lasch, C. (1999). La cultura del narcisismo. Editorial Andrés Bello.
Revilla, M. y Carmona, S. (2002). En los tiempos de la identidad: las dimensiones cultural
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Serrano, J. (2006). Otros cuerpos, otras sexualidades. Instituto Pensar – Pontificia
Universidad Javeriana.
Velandia, M. (2007). Sexualidad y organizaciones universitarias [Blog]. http://
investigadormanuelvelandia.blogspot.com/
Velandia, M. (2008). Educar sobre SIDA: educar para la sexualidad, educar para la vida
[Blog]. http://manuelvelandiaautobiografiayarticulos.blogspot.com/

Cuaderno Javeriano de Comunicación • Cali Colombia • No. 16 • pp 1- 91 • septiembre 2021 • ISSN 2322-8474 23
Edición No. 16 - septiembre 2021

Diversidad de géneros

La medicalización en el proceso de
transición corporal y reconocimiento:
análisis de los testimonios de
dos mujeres trans colombianas Por:
Juliana Galvis Álvarez

Psicóloga. Becaria del


proyecto TranSER: programa
para el fortalecimiento
de una sexualidad plena,
satisfactoria y saludable en
mujeres transgénero de
cinco ciudades de Colombia
(Cali, Bogotá, Bucaramanga,
Armenia, Calarcá y
Cartagena), financiado a
través de la Convocatoria
para el Fortalecimiento
de Proyectos de CTEI
en Ciencias Médicas y
de la Salud con Talento
Joven e Impacto Regional,
número 850 del 2019,
del Ministerio de Ciencia
Tecnología e Innovación, y
ejecutado por la Pontificia
Universidad Javeriana
Cali durante el periodo de
febrero a diciembre 2020.
Correspondencia: juliana.
galvis@puj.edu.co

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La medicalización en el proceso de transición corporal y reconocimiento:
análisis de los testimonios de dos mujeres trans colombianas

Resumen

El artículo ofrece una aproximación al análisis de la función que cumple la medicalización


en procesos de transición sexo-genérica que experimentan las mujeres trans, a partir de
la discusión sobre su reconocimiento en el ámbito de la diversidad de géneros. Desde
esta perspectiva, la propuesta ofrece un abordaje de las posibilidades y limitaciones que
devienen de las prácticas sociales atinentes a la medicalización desde la recuperación del
punto de vista de mujeres que tienen una postura sobre dicho proceso. Los testimonios
que solventan la discusión categorial provienen del webinar titulado La medicalización en
el proceso de transición corporal: la experiencia de las mujeres trans10.

Palabras clave: reconocimiento, inteligibilidad, mujeres trans, transmedia.

Introducción

La medicalización, en su definición más técnica, ocurre cuando una condición “x” del
ser humano es “definida en términos médicos, descrita usando lenguaje médico, entendida
mediante la adopción de un marco conceptual médico, o tratada con una intervención
médica” (Conrad, 2007, como se cita en Kaczmarek, 2019, p. 119). La predominancia que
tiene la explicación médico-científica (en comparación con otros tipos de explicaciones,
como la religiosa) sobre los fenómenos que acontecen en el cuerpo y en la psique del ser
humano son un reflejo de las transformaciones de los paradigmas sociales y culturales. En
este sentido, esta área del conocimiento adquiere un nivel de autoridad sobre el discurso
de los cuerpos, ejerciendo un dominio (que constantemente es promovido, mantenido y
reforzado por la sociedad) sobre aquello que explica. A medida que la vida del ser humano
es abordada desde una visión médica y muchas corrientes de la psicología, se empiezan
a establecer categorías o estándares de lo deseable, como la salud, la calidad de vida11 y
lo funcional, y aquello que se debe evitar, disminuir o eliminar, por ejemplo, lo patológico,
disfuncional y anormal, y todas las comprensiones con las que se clasifica la vida de grupos
históricamente subordinados.

10
Para más detalles véase: Galvis, J., Montaño, P. y Toloza, C. (2020, agosto 6). Ciclos de vida y vulnerabilidad
social en el Valle del Cauca: Subversión del género, La medicalización en el proceso de transición corporal:
la experiencia de las mujeres trans. Pontificia Universidad Javeriana Cali. Recuperado desde http://vitela.
javerianacali.edu.co/handle/11522/14124
11
Las perspectivas de calidad de vida se originan y se nutren fuertemente desde la medicina (y ciencias
biomédicas), mientras que las de bienestar desde la psicología, con orígenes en la filosofía. En la filosofía
es más frecuente el término felicidad, no obstante, se usa el de bienestar en las siguientes perspectivas:
1. bienestar eudaimónico (bienestar subjetivo), 2. bienestar hedónico (bienestar psicológico), 3. bienestar
relacional (mirada construccionista), y 4. welfare (más político-social).

Cuaderno Javeriano de Comunicación • Cali Colombia • No. 16 • pp 1- 91 • septiembre 2021 • ISSN 2322-8474 25
Juliana Galvis Álvarez

La medicalización sexo-genérica ha supuesto un gran reto sobre la existencia y el reconocimiento


de las personas que no se identifican dentro del modelo usualmente opuesto/antagónico,
binario cis-heteronormativo de la sexualidad. Históricamente las personas gais, lesbianas,
bisexuales, trans, queer, intersexuales y no binarias han sido entendidas desde la visión
patológica (Cosme et al., 2017; Richie, 2019). Esto no solo supone la necesidad de emplear
un tratamiento o cura, sino, el asumir la carga que viene asociada al estar “enfermo”: el
estigma social, el cual también está ligado con otro tipo de expresiones de desprecio,
como las violencias y su relación con las desigualdades sociales e injusticias.

En la actualidad, los cambios sociales han dado lugar al ensanchamiento sobre las maneras
en las cuales se puede existir dentro una sociedad. Los colectivos Lgtbiq+ y feministas,
entre otros, han posibilitado un cambio del tipo de reconocimiento antes dado a los
grupos que se consideran minorías. Lo anterior implica cambios en el accionar de la
medicalización, en la cual se empieza a validar la diversidad y se disponen espacios para
una atención especializada.

En esta dinámica compleja que existe entre la medicalización y las identidades trans, se
podrían identificar una serie de posibilidades y limitaciones en función del reconocimiento
de una existencia trans. Se dice complejo porque esta relación es paradójica, pues para
una persona trans, la medicalización y los procesos que esta ofrece son el medio por el
cual se logra una transformación de la corporalidad, que permite un ajuste entre lo que se
siente o identifica con lo que expresa (posibilidad), y a su vez, es la medicalización y los
escenarios de salud donde se siguen categorizando están identidades como condiciones
o patologías y donde se pueden encontrar discursos de odio y estigmatización de parte
del personal de salud (limitación). En casos específicos, incluso, lo que generalmente se
considera una posibilidad puede terminar por volverse una limitación.

No todas las personas trans pasan por la misma experiencia, ni todas desean modificar su
cuerpo. Elementos como la capacidad adquisitiva van a mediar las experiencias de valoración
social. Así mismo, las condiciones políticas tendrán un efecto en las posibilidades para
reconocer la otredad representada en la diversidad de géneros.

La metodología propuesta para el encuentro con las mujeres se dio en el marco del Quinto
Coloquio Ciclos de vida y vulnerabilidad social en el Valle del Cauca: Subversión del Género,
evento anual que se realiza desde el Programa de Comunicación de la Pontifica Universidad
Javeriana Cali, con la colaboración de algunos grupos de investigación de la institución.
En el evento se realizó el webinar titulado La medicalización en el proceso de transición
corporal: la experiencia de las mujeres trans. El tema propuesto nace del trabajo desarrollado

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La medicalización en el proceso de transición corporal y reconocimiento:
análisis de los testimonios de dos mujeres trans colombianas

dentro del Seminario Temático TranSER, en el cual se abordaron diversas reflexiones


ético-políticas asociadas a la experiencia trans. Uno de estos temas es la medicalización.

El webinar fue transmitido por medio de la página de Facebook de TranSER y contó con
la participación de dos mujeres trans miembros del proyecto, quienes compartieron sus
experiencias y opiniones acerca de la medicalización, la transformación corporal y como
esto se relaciona con su reconocimiento en el contexto local.

A partir de las opiniones expresadas en el webinar y los referentes teóricos e investigativos


internacionales revisados en el seminario temático, se pretende elaborar una aproximación
sobre la medicalización y el reconocimiento. Las participantes del ejercicio fueron Camila
Toloza, joven trans de 23 años, quien vive en la ciudad de Bucaramanga. Es estudiante
de Turismo Sostenible y actualmente está participando en el proyecto TranSER. Y Pamela
Montaño, mujer trans, lideresa y activista de derechos de las mujeres trans y mujeres que
ejercen el trabajo sexual. Tiene 57 años, vive de la ciudad de Cali y es cofundadora de la
Asociación Transmujer.

Teniendo en cuenta los aspectos esbozados, se plantea un abordaje del asunto a tratar en
función de dos ejes de argumentación. El primero refiere a las limitaciones perceptibles del
proceso y la crítica a la medicalización como una práctica social que restringe la formación
de la identidad trans. El segundo alude a las posibilidades que supone avanzar en el proceso
y concebir una vía para afianzar una experiencia de bienestar. Al final se ofrecen unas
conclusiones que dan cuenta de la postura de la autora.

Limitaciones: la crítica a medicalización y las restricciones a la identidad

Una de las críticas más frecuentes a la medicalización es la continuación de la visión


patologizante sobre la diversidad de las identidades sexo-genéricas. Es necesario reconocer
que las transformaciones sociales han allanado el terreno para que se den cambios en
el contexto médico-científico, promoviendo la inclusión y normalización de los diverso, y
aunque las clasificaciones diagnósticas iniciales hacia el transgenerismo y la transexualidad
han sido modificadas para señalar que estas identidades no suponen una enfermedad
mental, se sigue estableciendo el diagnóstico de disforia de género, que es el sufrimiento
emocional de las personas con incongruencia de género, para conceptualizar la particular
relación que existe entre lo psíquico y físico de una persona trans.

Otras identidades que no son tan binarias siguen ahí como rechazadas, por ejemplo, las personas
que se consideran no binarias o las personas de género fluido, o personas que como tal no hacen

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Juliana Galvis Álvarez

una transición permanente sino que hacen lo del travestismo. Entonces esas cosas digamos
que todavía se siguen viendo como patologías. (Camila, comunicación personal, 06.08.2020)

En el caso de Colombia es necesario que las personas trans sean diagnosticadas con
disforia de género para poder acceder a algunos de los procesos de transformación corporal,
como el tratamiento hormonal o las operaciones de reafirmación del sexo. Con esto no
se quiere dar a entender que el concepto médico y un proceso de evaluación integral sea
algo negativo, pues se sabe que al identificar la necesidad real de aquel que consulta, se
puede brindar la solución más afín y evitar arrepentimientos futuros o confusiones. Lo que
si se destaca es la relación histórica que existe entre las aproximaciones patológicas y la
identidad trans, asunto que requiere la mediación de un diagnóstico para la construcción
de una expresión del género deseado, al menos si se quiere hacer uso de los medios que
brinda el sistema de salud.

[…] entonces yo empecé el proceso con mi EPS desde los 19 años. Saqué una cita con psicología,
luego tuve que pasar con psiquiatría para que me diagnosticaran. A mí me diagnosticaron
trastorno del transexualismo y con eso si fue que pude ir a endocrinología y empezar un
tratamiento hormonal. (Camila, comunicación personal, 06.08.2020)

Al hacer referencia al estado de enfermedad no se puede desconocer que el discurso


médico-científico también se ha alineado a ideologías morales y políticas (predominantes
en un tiempo y espacio particular), que en ocasiones hacen uso de un lenguaje y autoridad
médica para poder llevar a cabo una agenda privada. Ejemplo de lo anterior son las críticas
de algunos colectivos feministas sobre la relación entre la medicalización y la cultura
heteropatriarcal que pretenden controlar y regular el cuerpo, la reproducción y la salud de la
mujer (Richie, 2019). Esta regulación no ocurre meramente por la emisión de diagnóstico,
condición o patología, sino que la implicación o carga simbólica que representa estar enfermo
termina por ejercer un efecto regulador en la persona y la manera como se relaciona con
los demás. El enfermo no solo debe asumir los efectos físicos o mentales propios de su
condición (algunas condiciones médicas no producen un malestar físico significativo),
sino que debe afrontar la respuesta social ante su “enfermedad”. En algunas ocasiones
este segundo efecto genera un mayor malestar que el primero. Conrad y Barker (2010) lo
explican de la siguiente manera: “La lección desde una visión constructivista es que no hay
nada inherente a la condición que la haga estigmatizante, más bien, es la respuesta social
a la condición y a algunas de sus manifestaciones, o el tipo de personas que la sufren, lo
que hace a la condición estigmatizada” (p. 223).

La respuesta social de desprecio impacta directamente en el reconocimiento del “enfermo”


como una persona merecedora de respeto. Honneth (2011) nos ofrece el término de la

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La medicalización en el proceso de transición corporal y reconocimiento:
análisis de los testimonios de dos mujeres trans colombianas

invisibilización para describir esta situación, en la cual la persona pierde su cualidad social
de poder ser inteligible para los demás; ya no se es digno de un valor o incluso se prefiere
que sea excluido de ciertos espacios de interacción social a los cuales no “pertenece”.
Dependiendo de qué tan despreciable sea la condición, se va a evidenciar la negación
de posibilidades sociales, económicas, laborales, educativas, políticas, entre otras. La
invisibilización es un acto cargado de humillación.

Yo pienso que sobre las mujeres trans hay muchas cargas sociales, solamente el hecho de que
siempre somos leídas como algo malo, como algo indeseable, como algo antisocial, siempre
es una carga social que nosotras tenemos, por mucho que hallamos avanzado, siempre vamos
a ser objeto de burla, de rechazo…y puedo haberme construido como una mujer muy linda,
muy despampanante, al presentarme como una mujer trans eso va a cambiar, volvemos al
mito de siempre, es una mujer trans, es delincuente, es drogadicta, es prostituta. (Pamela,
comunicación personal, 06.08.2020)

Considerando los efectos negativos asociados a la expresión de la identidad trans, los


procesos de modificación corporal son altamente apetecidos en un grupo de mujeres, en
especial las transgénero y transexuales binarias. Estos procedimientos no solo proveen
la posibilidad de una construcción física más ajustada a la identidad, sino que por medio
de esta se puede lograr un cambio en el estatus de reconocimiento frente a los otros,
casi como si se pudiera acabar la violencia y discriminación en la medida que se elimina,
disminuye u oculta aquello que genera tanto rechazo, al no ser identificadas como mujeres
trans sino como mujeres cisgénero.

[…] porque la gente se juzga de lo que ven. Si ven a una mujer bella, despampanante, muchas
personas la van tratar mejor que si ven a una persona que no se adecua a lo que ellos quieren
ver. Entonces, cuando uno no cumple con esos estereotipos de ser la más bella y todo, entonces
va a recibir más rechazo, más discriminación. Por eso muchas mujeres buscan, nos hacemos
de la transición corporal, como para tener, pasar como un persona cisgénero y dejar de ser a
toda hora señalada en todos lados. (Pamela, comunicación personal, 06.08.2020)

“Yo pienso que muchas mujeres trans queremos como estas transformaciones corporales,
digamos, como para ser más validadas” (Camila, comunicación personal, 06.08.2020).

En un estudio realizado en Brasil a 602 personas identificadas como travestis, mujeres u


hombre transexuales, se encontró que el bienestar psicológico en mujeres trans, asociado a
las transformaciones corporales, estaba mediado por la violencia de su contexto. Por tanto,
cuando eran reconocidas como mujeres cisgénero el estrés emocional disminuía, porque
era menos probable que sufrieran actos violentos en su contra (Zucchi et al., 2019). Estos

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Juliana Galvis Álvarez

resultados son similares a los registrados en la investigación realizada por Pereira (2018)
con mujeres trans de Costa Rica, quienes usaban el método de “paquetear” (cuando se
“esconde” el órgano sexual masculino) para parecer mujeres cisgénero y evitar actos de
brutalidad policial.

Paquetear sigue siendo hoy una estrategia para alivianar el tránsito por los espacios públicos
hostiles, aunque cada vez más mujeres trans cuestionan la imposición del paqueteo y señalan
que termina convirtiéndose en un segundo closet, la cárcel de la existencia en el propio cuerpo.
Sin embargo, entre las décadas de 1997 y el 2000, era una herramienta fundamental para
escapar de la violencia policial. (p. 80)

En los contextos más hostiles las modificaciones corporales pueden ser casi como una
estrategia de supervivencia, en la cual toda la responsabilidad se pone sobre la mujer
trans y no en su contexto violento, porque el enfoque de la transformación esta sobre el
cuerpo, pero no se realizan correcciones sobre el sistema social que la estigmatiza. Es así
como una lectura reduccionista de un “problema” (asumir que la transformación corporal
es una salida completa para resolver la problemática de la identidad trans) puede terminar
por reforzar los mismos modelos segregatorios y dejar la carga de manera exclusiva en
la persona discriminada.

Adicionalmente, una de las críticas a este proceder es que se sigue promoviendo el modelo
cisgénero, porque nuevamente fortalece la premisa de que un cuerpo debe reflejar la
construcción del género que socialmente está normalizada para su sexo biológico12. La
solución podría estar centralizada en el cuerpo de la mujer trans y no en el ensanchamiento
de la diversidad de cuerpos que se pueden considerar válidos para una mujer dentro de
su contexto social.

[…] a mí no iba hacer mujer una vagina […], a mí me hace mujer como yo me sienta, como
yo me comporte. Para mí lo primordial es como yo me sienta. Yo me sentí una mujer desde
muy niña. Hoy en día, [con] los años que tengo, me siento una mujer. (Pamela, comunicación
personal, 06.08.2020)

En el caso de las mujeres trans que laboran en la prostitución, existe un modelo predominante
de “mujer” apetecida por el cliente; los procesos de transformación corporal son el medio
para poder materializar este deseo. Entonces hay un despliegue de acciones conscientes
por parte de una persona para poder volverse vigente en el espacio social que habita. En
este caso hay una necesidad de competencia laboral y económica, pero la motivación
12
Las opiniones de las personas trans son variada en este tema. Unas consideran necesario una intervención
de transformación corporal que se ajuste a su identidad y otras prefieren conservar la mayoría de sus
características fisiológicas asociadas a su sexo biológico.

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La medicalización en el proceso de transición corporal y reconocimiento:
análisis de los testimonios de dos mujeres trans colombianas

sigue siendo la misma, poder ser distinguida o referenciada de una manera particular, en
este caso desde el deseo sexual.

La sociedad las presiona a tener unos senos grandes, protuberantes, unas nalgas grandes, una
construcción porno, ¿por qué? Porque las chicas transgénero, muchas de ellas o la mayoría de
ellas, se construyen para cubrir esa demanda sexual, porque ellas trabajan sexualmente y el
cuerpo […] los hombres, porque también hay hombres que les gusta las mujeres anoréxicas,
hay hombres que les gusta las mujeres gordas, cómo todo, ¿sí? Pero entonces ellas lo hacen
cubriendo esa demanda, porque la sociedad exige una mujer bonita, un hombre bonito,
entonces esa es la necesidad que tiene para darle a la sociedad, como esa petición. (Pamela,
comunicación personal, 06.08.2020)

Las intervenciones corporales pueden traer consecuencias para la salud física y mental. Por
ejemplo, el aumento de riesgo en cáncer de mama, heridas, edemas crónicos, infecciones
y procesos de cambios emocionales (Cosme et al., 2017; Richie, 2019).

Otras cosas que para mí no son tan positivas, la masa muscular se reduce, uno siente, no
digo que todas, uno siente más debilidad muscular, es más difícil hacer ejercicio, también me
ha hecho mi metabolismo más lento, sentir que duermo más, como más cansada o también
en la parte neuronal, digamos que también con las hormonas está el riesgo de desarrollar una
depresión química […]. Para una persona que no esté mentalmente equilibrada entonces es
mejor no empezar un tratamiento hormonal, porque eso puede disparar ciertas patologías que
una tiene, como trastornos depresivos o de ansiedad, puede aumentarlos. (Camila, comunicación
personal, 06.08.2020)

“La toma de estrógenos aumenta en nosotras, las mujeres trans, [la posibilidad] de desarrollar
trombosis, o también por la toma de estrógenos aumenta un poco el riesgo de cálculos en
la vesícula. El acetato de ciproterona aumenta el riesgo de desarrollar meningiomas que
son como tumores en el cerebro” (Pamela, comunicación personal, 06.08.2020).

Uno de los obstáculos que aparecen para los procesos de modificación corporal es el
mismo sistema de salud, el cual pareciera colocar trabas en el servicio. El bloqueo constante
termina por hacerlas desistir de seguir el proceso.

“Digamos que he pensado en otras cirugías de feminización facial y eso, pero digamos que
con el seguro eso es muy complicado, porque toca de tutela tras tutela, y ahorita es peor por
la pandemia ,todo quedo como en stand by” (Camila, comunicación personal, 06.08.2020).

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Yo soy activista en derechos humanos. Estoy un poquito formada en todo esto de tutelas y
desacatos, pero si a una, que más [o] menos está un poquito empoderada, le maman gallo o
lo ponen a caminar, de aquí para allá de allá para acá, que tal para aquellas niñas que no saben
nada del tema, las chicas trans adolescentes. Hay muchas trans adolescentes y que rico que
hubiera unos programas donde puedan ellas ir y las aconsejen y formen”. (Camila, comunicación
personal, 06.08.2020)

Parte de los actos violentos que las mujeres trans experimentan se enmarcan en las
acciones de algunos profesionales que deberían velar por la promoción de su salud. Aquí
se ven algunas fallas propias del sistema de salud, a las cuales todo tipo de consultante
se debe enfrentar, como son las fallas derivadas de la discriminación por su género. La
relación entre médico y paciente puede ser una relación de poder, en la medida que el
paciente, por lo general, no tiene un dominio o experticia por aquello o sobre aquello que
consulta y, por tanto, debe confiar en el concepto médico. Esta dinámica puede ser el
pretexto para vulneraciones personales.

Fue muy difícil porque a mí me ha tocado luchar con muchos médicos. Por ejemplo, en el
accidente que yo tuve, que digamos tuve varias complicaciones en la cara, en el brazo, el
médico que me atendió por urgencias, él pensó que yo era una mujer cisgénero, que yo era
una mujer, cuando él se dio cuenta que yo era una mujer trans, yo por decirte, en mi brazo
izquierdo tuve una fractura múltiple, el médico cuando se dio cuenta que yo era una mujer trans,
él cambió, y por decirte algo, él me colocó en el brazo cantidad de clavos, y sobre los clavos
me enyesó. Eso no lo hace ningún médico, no lo hace ni un enfermero, ahí me di cuenta [de]
que el doctor había cambiado […] el cambio de él había sido muy brutezco al darse cuenta
[de] que yo era una mujer trans, a mí el brazo se me comenzó a podrir. (Pamela, comunicación
personal, 06.08.2020)

Ante los problemas de acceso y atención del servicio en salud, muchas chicas trans pueden
encontrar una solución en los procedimientos no regulados, practicados por sus pares o
por alguien que les ofrezca una solución más asequible. Estos métodos de modificación
caseros aumentan las complicaciones médicas e incluso pueden causarles la muerte.

Yo me fui de mi casa a los 13 años y comencé a hormonizarme a los 15 años en Bogotá,


por cuenta propia, porque en ese tiempo no había, no encontraba más cerca, digamos, las
hormonas, los estrógenos, que, digamos que en ese tiempo había muy buenos estrógenos
en el mercado […] estrógenos que más femeninas nos hicieron poner en ese tiempo, por que
las mujeres travestis de ese tiempo recurríamos a las hormonas porque no contábamos con
implantes ni nada de eso, en cuestión propia […]. Hoy en día ya hay muchas sentencias. La EPS
demora demasiado, muchas mujeres trans no acuden a este beneficio por eso, por la demora
que hay, por el “de aquí para allá de allá para acá” que las mandan. Es una forma que las EPS

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La medicalización en el proceso de transición corporal y reconocimiento:
análisis de los testimonios de dos mujeres trans colombianas

han adoptado para que nosotras desistamos. Pero eso nos perjudica, porque muchas de ellas
acuden a los procedimientos obsoletos; en prestar el cuerpo a alguna amiga para que les meta
fluidos. Se les mete fluidos a los senos y lo glúteos. Es riesgoso, hay van nuestras vidas […] hay
mujeres trans que han quedado muy bellas, o ellas mismas se construyen entre ellas mismas.
También muchas de ellas han muerto en estos intentos, porque son procedimientos obsoletos,
perjudican, pero [a] muchas de ellas no les importa, ¿por qué? Porque es la necesidad de cubrir
esa demanda social. (Pamela, comunicación personal, 06.08.2020)

Posibilidades: la medicalización y el afianzamiento de una perspectiva de bienestar

Previamente se comentó acerca de la transformación de la concepción diagnostica


alrededor de las identidades trans. Sin embargo, es necesario poder volver sobre estos
cambios para entender cómo esto supone una posibilidad en la experiencia trans.

La primera aparición del concepto de transexualismo como un diagnóstico fue en el


año 1980, dentro del Manual Diagnóstico y Estadístico de las Enfermedades Mentales
(DSM III) de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), donde este se clasificó como
un desorden psicosexual, junto con el trastorno de identidad de género en niños. Para
el año 2013 el DSM V replanteó el trastorno de identidad de género y lo categorizó de
manera exclusiva como disforia de género, descrita como el sufrimiento emocional de
las personas con incongruencia de género. Bajo este diagnóstico los pacientes podrían
recibir un tratamiento médico que lograra “resolver” su malestar. De manera paralela, el
documento de clasificación internacional de enfermedades (CIE) remueve las identidades
trans de los códigos de desórdenes mentales y crea un nuevo capítulo llamado condiciones
relacionadas con la salud sexual sin la connotación de patología. Estos cambios empezaron
a regir desde el año 2018 en el CIE 11 (Jorge, 2015; Van Meter, 2019).

El cambio en las clasificaciones médicas también supone un cambio en las soluciones


terapéuticas. En la actualidad la terapia de conversión no es recomendada13 por sus métodos
poco éticos, válidos y efectivos, y a diferencia de antes, la decisión de transicionar de género
o sexo y encontrarse entre los sectores con las orientaciones sexuales homosexuales y
bisexuales ya no son vistas como algo que se debe revertir, más bien, es algo que se debe
acompañar y/o afirmar mediante una seria de procesos médicos y psicológicos (APA, 2018).

En algunos países industrializados la cirugía de reasignación de sexo es vista como una de


las soluciones más acertadas para corregir la incongruencia entre el sexo y el género (Richie,
2019). Principalmente, estos cambios suponen una posibilidad del reconocimiento de las

13
Infortunadamente en numerosos países aún se siguen utilizando.

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Juliana Galvis Álvarez

necesidades expresadas por algunas personas transgénero. La propuesta de tratamientos


desde la medicina no es la eliminación de una identidad desviada, sino su acompañamiento
en la transformación corporal. Dentro de esta gama de posibilidades médicas se encuentran
la terapia hormonal, la feminización o masculinización de los rasgos físicos, la eliminación
del vello corporal por medio del láser y la cirugía de reasignación o reconstrucción de sexo.

Un ejemplo de esto es el caso de España, país en el cual se han dispuesto las UIG o
Unidades de identidad de Género, unidades sanitarias del sistema nacional de salud, con
las cuales se pretende dar cobertura a las necesidades sanitarias de las personas trans, por
medio de una atención especialidad e integral. Estas unidades nacen del reconocimiento
de dos aspectos de la salud de las personas trans: los datos de prevalencia e incidencia
asociados a la condición y la necesidad de un acompañamiento, de coordinación inter e
intra nivel (Gobierno Vasco, 2016).

En el estudio de Zamalloa et al. (2019) realizado en España, se recolectaron las causas de


ingreso y comorbilidades más comunes de las personas identificadas como transexuales,
que asisten al servicio de salud a lo largo del territorio nacional. Una de las conclusiones
de este estudio fue el aumento de ingresos en los hospitales que contaban con una UIG
en su cartera de servicios, en comparación con aquellos que no la tenían. Esto sugiere un
avance en la implementación de servicios basados en el reconocimiento de las necesidades
particulares de la comunidad trans.

La posibilidad de un replanteamiento de este fenómeno, donde se comprenda que no es


una necesidad individual asilada, sino un problema de salud pública, hace que se impulsen
procesos legales que habiliten de manera gratuita el acceso a intervenciones médicas y, por
ende, la reducción de complicaciones de salud físicas y mentales, e incluso la prevención
de automutilaciones y/o muertes por recurrir a lugares clandestinos.

La dificultad de no poder exteriorizar la identidad de género deseada se constituye como


un malestar emocional, y en la medida que aquellos construido y deseado de manera
privada (una identidad) se puede materializar, es posible lograr una expresión más ajustada
a las expectativas. En algunos casos las mujeres encuentran obstáculos en medio de su
transición corporal, ya sea el poco apoyo familiar o un limitado acceso a los procedimientos
médicos. Muchas están dispuestas a correr algunos riesgos de salud, recurriendo a la
automedicación, para poder ajustar lo imaginado con lo expresado.

Yo le dije a mi familia que yo era trans a los 18-19 años, y desde ese momento yo estaba
muy emocionada de empezar el tratamiento hormonal, por lo que sentía como cierta. Me

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La medicalización en el proceso de transición corporal y reconocimiento:
análisis de los testimonios de dos mujeres trans colombianas

desagradaban ciertas características secundarias masculinas que yo tenía y que no quería seguir
desarrollando. […] yo para ser sincera empecé a tomar desde los 16 años; ya había empezado
a tomar ciertas […] lo hacía sin que nadie supiera, entonces alcancé a tomar algunas píldoras
anticonceptivas, porque me frustraba la idea de no poder tener un cuerpo como yo quería.
(Camila, comunicación personal, 06.08.2020)
Para las más mujeres trans de ese tiempo era muy complicado, porque nos construíamos o
nos teníamos que ir de la casa por no ser aceptadas. Prácticamente yo me terminé de criar
con una de las amigas de ese tiempo, donde su mamá me acepto en su casa y me crie con
mi compañera. […] tenía otra familia que sí me iba a aceptar, porque me estaba aceptando
cómo yo me leía, como yo quería que me aceptaran, como yo quería que me vieran. (Pamela,
comunicación personal, 06.08.2020)

El comprender y reconocer el deseo que hay en muchas mujeres y hombres trans de


poder modificar su cuerpo acorde al sentir de su identidad también permite entender la
importancia que trae consigo la experiencia de la corporalidad en la vida trans. Hay una
necesidad de ejercer de manera visible la identidad construida alrededor del género. Este
ejercicio performativo está mediado en el cuerpo, siendo este un elemento importante
de aquello que pertenece a la esfera pública, aquello que entra en contacto con los
demás. La externalización de lo que se es en lo interno no deja de estar ligada a unos
referentes culturales. La manera como una mujer trans se construye está relacionada con
sus acercamientos al mundo de las feminidades y masculinidades; el tipo de mujer que
desea reflejar va a estar relacionada con los modelos de lo que en su contexto cultural se
entiende por mujer. Los procesos médicos que permiten las modificaciones corporales
serán un gran recurso para acompañar a la persona trans que así lo deseen y consideren
necesario durante su transición.

A modo de conclusión

La medicalización supone una reflexión un tanto ambigua frente a las posibilidades


y limitaciones para el reconocimiento de las identidades trans. Como ya se discutió
anteriormente, es altamente favorable el despliegue de instrumentos, espacios, procedimientos
y profesionales al servicio de unas necesidades que finalmente están siendo visibilizadas.
Necesidades que emergen desde las mismas mujeres trans, servicios integrales en los
cuales se puede ir trabajando en ese ajuste de la corporalidad que muchas mujeres trans
desean y necesitan. Al abordar un proceso de transformación corporal como la única solución
para la experiencia de la identidad trans, se limita la identificación de las responsabilidades
sociales en este problema de la invisibilización. Por tanto, la sociedad está llamada a un

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proceso de adaptación, a tomar acciones en pos del ensanchamiento de las categorías por
las cuales una persona puede ser o no digna de respeto y oportunidades.

La identidad sexo-genérica no debe ser un impedimento o un vehículo para hacerse pasar


por mujer cisgénero. Esa no debería ser la solución. Lo anterior supone un reto para el
estudio de la diversidad de géneros, puesto que se espera el reconocimiento de aquellas
mujeres trans que no cumplen con los estereotipos de feminidad; mujeres que no tiene
vagina, quienes reconocen que la transformación corporal no es la causa para considerarse
de un género u otro, sino uno de los pasos de su proceso se construcción.

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La medicalización en el proceso de transición corporal y reconocimiento:
análisis de los testimonios de dos mujeres trans colombianas

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Edición No. 16 - septiembre 2021

Diversidad de géneros

La lucha por el reconocimiento,


la inteligibilidad y la consolidación
de una experiencia transmedia:
aproximaciones comunicológicas
sobre la diversidad de géneros Por:
Isabela Castañeda Bravo

Comunicadora. Becaria del


proyecto TranSER: programa
para el fortalecimiento
de una sexualidad plena,
satisfactoria y saludable en
mujeres transgénero de
cinco ciudades de Colombia
(Cali, Bogotá, Bucaramanga,
Armenia, Calarcá y
Cartagena), financiado a
través de la Convocatoria
para el Fortalecimiento
de Proyectos de CTEI
en Ciencias Médicas y
de la Salud con Talento
Joven e Impacto Regional,
número 850 del 2019,
del Ministerio de Ciencia
Tecnología e Innovación, y
ejecutado por la Pontificia
Universidad Javeriana
Cali durante el periodo de
febrero a diciembre 2020.
Correspondencia: isabela.
castaneda@puj.edu.co

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La lucha por el reconocimiento, la inteligibilidad y la consolidación de una experiencia
transmedia: aproximaciones comunicológicas sobre la diversidad de géneros

Resumen

El artículo ofrece una reflexión sobre las implicaciones de la lucha por el reconocimiento,
en el marco de los intentos por hacer inteligible la diversidad de géneros a través de
estrategias narrativas. La propuesta se fundamenta a partir de los relatos que provienen del
webinar titulado El uso estratégico de los medios de comunicación para la visibilización de
los dramas sociales de las mujeres trans14, y la participación de la autora en el Laboratorio
de Narrativas Transmedia, ofertado por el Programa de Comunicación de la Pontificia
Universidad Javeriana Cali. La propuesta argumentativa se desarrolla a partir de dos ejes a
saber: 1) los procesos de reconocimiento para la inteligibilidad de la diversidad de géneros
y 2) los aportes a la visibilidad a través de las convergencias narrativas transmedia.

Palabras clave: reconocimiento, inteligibilidad, mujeres trans, transmedia.

Introducción

En la actualidad la tensión entre reconocimiento y derecho ha alcanzado niveles inéditos


de fricción y conflicto, por lo cual se hace necesario avanzar en la reflexión sobre el papel
que cumple la comunicación en el tratamiento ético de la información y el modo en que
los contenidos reflejan ideologías. Dada la naturaleza del debate contemporáneo sobre la
función social de los medios de comunicación, en palabras de una de las mujeres trans:

Los medios irrespetan la imagen de la mujer trans, teniendo en cuenta que aquí en Colombia
se ha caricaturizado lo que somos […] considerando que la mujer trans es la mujer vulgar
en el barrio, es a la persona a la que todo el mundo le puede faltar el respeto y sobre la que
infelizmente se ha enviado como tal ese imaginario, y que a través de los medios de comunicación
se comienza a vulnerar muchos de nuestros derechos, como nuestro buen nombre. (Orozco,
N., comunicación personal, agosto de 2020)

Este artículo parte de la tesis que indica que las ligerezas informativas de algunos medios
de comunicación producen un régimen de invisibilización que afecta directamente a las
comunidades de mujeres trans. En oposición a las limitaciones causadas por los mass
media, los grupos se ven evocados a agenciar sus formas de representación, las cuales

14
Para más detalles véase: Castañeda, I., Orozco, N. y Duarte, T. (2020, agosto 20). Coloquio 5: Ciclos de
vida y vulnerabilidad social en el Valle del Cauca: Subversión del género. El uso estratégico de los medios
de comunicación para la visibilización de los dramas sociales de las mujeres trans. Pontificia Universidad
Javeriana Cali. Recuperado desde
http://vitela.javerianacali.edu.co/handle/11522/14125

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Isabela Castañeda Bravo

son un reflejo de los procesos organizativos orientados a la ponderación de un perfil público


que explica el sentido de la lucha social (Rivas, 1998).

Los mensajes de las organizaciones versan sobre la necesidad de establecer un orden de


la visibilización que ayude a afianzar un conocimiento sobre las diversidades de género;
asuntos que contribuyan a repensar los sistemas de clasificación propios de la tensión
entre cultura y sociedad (Castelar, 2015). Tales cuestiones son necesarias en la Colombia
del postconflicto.

En este orden de ideas, el artículo ofrece una comprensión sobre la lucha por el
reconocimiento, en términos de lucha por la inteligibilidad de lo humano, asunto que tiende a
desvanecerse cuando se naturalizan discursos de inferioridad que dan contenido a prácticas
de discriminación. Quien padece la discriminación sufre la pérdida de aquellos sustratos
culturales que le hacen ser reconocido como una persona que requiere respeto. A la luz
de este problema, que ha venido siendo estudiado en el ámbito de la filosofía política y
la psicología moral, se propone una alternativa centrada en experiencias de convergencia
narrativa dentro de las cuales se puede promover una comprensión ampliada de lo que
implica la vida de las mujeres trans en los tiempos de la subversión del género.

Las fuentes de esta propuesta provienen de los contenidos estudiados en el Seminario


Temático TranSER, la participación en el Quinto Coloquio Ciclos de vida y Vulnerabilidad
Social en el Valle del Cauca, a través del webinar El uso estratégico de los medios de
comunicación para la visibilización de los dramas sociales de las mujeres trans, y el
desarrollo de una estrategia de comunicación transmedia denominada Valientas15. A partir
del entrecruce entre las mencionadas experiencias fue posible establecer los dos ejes
de exposición que se proponen en el texto: 1) los procesos de reconocimiento para la
inteligibilidad de la diversidad de géneros, y 2) los aportes a la visibilidad a través de las
convergencias narrativas transmedia.

El reconocimiento y la inteligibilidad en la diversidad de géneros

Siguiendo la propuesta de Honneth (2011), son las experiencias de dignidad vulnerada


las que se encuentran en la base de las luchas sociales. En ese sentido, dichas luchas
son coherentes con las expectativas de reconocimiento irresolutas, que dan contenido al
ordenamiento social de los grupos subordinados que hacen parte de los procesos actuales
de reivindicación.

15
Para más detalles véase: Valientas. Recuperado desde https://valientas.com/

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La lucha por el reconocimiento, la inteligibilidad y la consolidación de una experiencia
transmedia: aproximaciones comunicológicas sobre la diversidad de géneros

Siguiendo esta perspectiva, es preciso considerar que el reconocimiento no es un punto


de llegada. Por el contrario, se construye a través del camino recorrido, a partir de la
conciencia de la ausencia. En las sociedades contemporáneas, los conflictos psicosociales
por falta de reconocimiento están muy presentes. Estos tienen su punto de partida en las
violencias, la desposesión de derechos y la influencia de la mentira en los procesos de
comunicación. Todas estas son matrices de la invisibilidad.

El no reconocimiento de la existencia es una forma de invisibilización (Honneth, 2011).


Diferentes tecnologías del control social versan en los intentos por desaparecer a los
sujetos a partir de la negación de su cuerpo y el deseo que les habita (Castelar, 2015).

La invisibilización consiste en “mirar a través de”, en una disonancia entre el ojo moral,
que funciona a partir de la educación moral, y el ojo físico, aquel que percibe los objetos.
Las experiencias de discriminación, que devienen de la invisibilización, son problemas de
educación. Así, la falta de exposición al encuentro con la otredad cultural y el afrontamiento
de conflictos con comprensiones sociales diversas, hacen que se vaya deteriorando la
posibilidad de apreciar la diversidad y respetarla.

Dicho de otra forma, en la invisibilización los sujetos se vuelven ininteligibles y por ello
se puede justificar que sean objeto de violencias. Siendo la comunidad de mujeres trans
uno de los grupos humanos más vulnerables, uno de los aspectos más notables de su
reflexión sobre las expectativas sociales tiene que ver con las demandas de visibilidad,
que a su vez son demandas de inteligibilidad, asunto diametralmente opuesto a lo tratado.

Es posible considerar que, si la discriminación supone una contracción del lenguaje, el


reconocimiento orientado a la inteligibilidad supone una expansión del ordenamiento simbólico
empleado para la percepción de la humanidad. Y es precisamente el control social por la
vía de la contracción del lenguaje lo que se pone en cuestión a través de la diversidad de
géneros. Reconocer que existen formas diversas de vivir el género supone el distanciamiento
de clasificaciones hegemónicas con las que se justifica el orden social imperante.

Siguiendo a Butler (2002), el lenguaje centrado en los efectos de la inteligibilidad favorece


la recomposición de la política con la realidad, es decir, lo que se pierde en los procesos
de invisibilización/discriminación es la comprensión de la realidad. Hoy día asistimos a la
crisis de la política, en tanto que ella pareciera resultar ineficiente para afrontar los desafíos
planetarios contemporáneos, como lo son el cambio climático y guerra, entre otros.

De esta forma, lo que buscan las mujeres trans es ser respetadas, entre varias otras cosas.
Siguiendo a Honneth (2011) en su interpretación de Kant, de lo que se trata es de reconocer

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Isabela Castañeda Bravo

en el otro un valor distinto al propio. Las mujeres que participaron en el webinar insisten
en los aportes que ellas podrían hacer a una sociedad más justa e incluyente. Sobre el
asunto el siguiente testimonio:

Aceptar las diferencias de la otra persona, las partes negativas y positivas, en sus opiniones y
circunstancias de vida, y tratarlas con el mayor tacto y la mayor prudencia para no agredir su
forma de ser. Como estamos hablando de medios de comunicación, el respeto para los medios
de comunicación va en la ruta de cómo perciben la vida de las mujeres trans. Veo que hay que
implementar políticas internas en cuanto al uso asertivo del lenguaje para tratar a una mujer
trans; incorporar fechas emblemáticas como el día del orgullo gay, el día de la visibilidad trans,
acudir las manifestaciones Lgtbi o activistas trans para el uso de fuentes primarias adecuadas
para el abordaje de situaciones de violencia. (Duarte, T., comunicación personal, agosto de 2020)

Las mujeres trans traen los aprendizajes de lo que implica afrontar en sus cuerpos las
tensiones entre biología y cultura. Sobre esto señala Butler (2002) que el género es el
resultado de conflictos psíquicos que tienen lugar en la tensión entre cultura y sociedad;
de ahí que la biología se asume como la fuente argumentativa en la que residen las
comprensiones que delimitan las experiencias de la masculinidad y feminidad.

Es importante llamar la atención en las complejidades narratológicas de describir aquello que


se desprende de la intrincada tensión entre la psique, la cultura y la sociedad. Las dificultades
narratológicas tienen lugar cuando es necesario atribuir a los sujetos comportamientos
deseables o indeseables. Desde esta perspectiva, los medios de comunicación contribuyen
a preservar el estatus normativo con el que se sigue dando prioridad a la biología por
encima de otras fuentes de identificación. Sobre el tema una de las entrevistadas señala:

La palabra respeto siempre se escucha como algo de negociación y nos dicen que el respeto
se gana, entonces, hablo por mí, la gente considera que yo debo ganarme su respeto, pero
¿hasta cuándo yo tengo que cumplir las expectativas del otro? Yo pienso que el respeto está
muy alineado con el hecho de que yo sea un ser humano, con iguales derechos y con las
mismas capacidades, hablando, incluso, en términos generales. (Orozco, N., comunicación
personal, agosto de 2020)

El logro de la inteligibilidad es el de consolidar una experiencia de interacción sustentada


en la empatía. En el plano narratológico es importante establecer ideas y valores que
favorezcan la verosimilitud del trato social. La invisibilidad/discriminación establece su
propia lógica solventada en la desconfianza que produce la imagen de quien encarna la
subversión del género. Desde la lógica del reconocimiento/inteligibilidad debería avanzarse
en la cimentación de una experiencia empática que haga posible relaciones sociales más
tranquilas y menos angustiantes.

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La lucha por el reconocimiento, la inteligibilidad y la consolidación de una experiencia
transmedia: aproximaciones comunicológicas sobre la diversidad de géneros

En este sentido, las comunidades trans reclaman continuamente el reconocimiento de


otras dimensiones de la vida que no están limitadas por los dramas de la prostitución,
el VIH/SIDA y las violencias en general. Las mujeres trans que participan en TranSER se
enamoran, estudian, son hijas y esposas, tienen aspiraciones en la política local. Algunas son
profundamente religiosas, participan activamente en la interlocución con valores hegemónicos
que no necesariamente les son tan controversiales. La vida de las mujeres trans refiere
a otros temas que se pierden si solo se les ve con los ojos de la invisibilidad. Es por ello
que la lucha por el reconocimiento también tendría que entenderse como una pugna por
la narración más allá del modo en que tradicionalmente tienden a ser vistas y desplazadas.

A partir de los asuntos esbozados se establece una crítica desde la comprensión de las
mujeres trans a los medios de comunicación, ya que estos son inoperantes para efectos de
la representación política de las comunidades trans, porque son instancias pensadas para la
reproducción de ideas y valores hegemónicos. Al respecto plantea una de las entrevistadas:
“Ya no son los medios el espacio idóneo para la reproducción de información, sino que son
los sujetos sociales que hacen parte de la realidad quienes muestran toda esa información
a través de sus vivencias” (Duarte, T., comunicación personal, agosto de 2020).

En tal virtud se abre la senda a los procesos de autorrepresentación, que van acompañados
de los usos sociales que hoy día se les dan a las redes sociales digitales. Las necesidades
de comunicación relativas al reconocimiento como inteligibilidad de lo humano, requieren
del aprovechamiento de las estrategias y lenguajes mediáticos disponibles para aportar a
la tarea narratológica de contar la vida social de las mujeres más allá de los estereotipos.
Con relación a ello señala un entrevistado:

El papel de los medios hoy en día me parece fundamental para reconstruir ciudadanía. La idea
es que se creen estrategias a la hora de emitir un comunicado o un mensaje, y cómo está esa
idea de los mensajes implícitos y explícitos, hacia qué grupo poblacional va, porque también
tenemos que hablar de la inclusión y no podemos dejar a un lado que el tema de la comunicación
es un proceso transversal. Entonces se tiene una responsabilidad muy grande. Primero con
ustedes, comunicadores, y segundo con el país, porque lo necesita y más para el tema de la
credibilidad. (Orozco, N., comunicación personal, agosto de 2020)

Considerando estas aproximaciones, se avanzó en la construcción de una estrategia de


comunicación transmedia, la cual permite ampliar el espectro de relatos con los que se
puede apreciar la vida social de las mujeres trans. A continuación se plantean algunos
aspectos relevantes de lo que fue el desarrollo de la propuesta transmedia.

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Isabela Castañeda Bravo

Los aportes a la visibilidad a través de una estrategia de comunicación transmedia:


valientas

En la actualidad el auge de las plataformas digitales demanda la conformación de


nuevas narrativas que se fundamentan en convergencias que favorecen la propagabilidad
y expansión de los relatos. Se entiende por estrategia de comunicación transmedia todo
proceso narrativo que combina diversas experiencias textuales a partir de procesos
participativos en los que se fundamenta un vínculo entre la pieza de comunicación y las
audiencias, las cuales dejan su rol contemplativo, propio de los medios de comunicación
de masas, y se convierten en agentes capaces de modificar y resignificar el sentido de la
obra seminal (Jenkins, 2003).

Según Rincón (2012), atestiguamos la transición de la sociedad de masas, en la que aparecen


los medios masivos de comunicación, a la sociedad masiva de expresión, experiencia
societal caracterizada por el aumento en la capacidad y disposición para visibilizar los
dramas propios y ajenos que componen la vida en común.

Se hace énfasis en las propuestas transmedia y su capacidad para articular narrativamente


experiencias (Jenkins, 2003). La lógica transmedia, inherente a las sociedades de expresión,
fomenta la creación de mundos narrativos, que se compaginan con sistemas desde los
cuales se lleva a cabo una ampliación de los referentes disponibles, para establecer la
percepción de las realidades objetivas. Desde esta perspectiva, “cualquier producto que
se haga y que tenga que ver con la historia, nunca la contrae, solo la expande o la deja tal
cual como está” (Montoya et al., 2013, p. 147).

La ampliación de los referentes mejora las condiciones de literacidad, cuestión relativa a las
formas de apropiación que tienen las audiencias, donde el acceso a la narración no refiere
a la unidimensionalidad de la lógica introducción-nudo-desenlace, si no que se hace énfasis
en el carácter multidimensional desde el cual se establecen sistemas intertextuales. Sobre
el asunto, Kinder (2013) agrega: “[…] no sólo la comprensión y el recuerdo de las historias,
sino también el desarrollo de esquemas complejos de historias que se diferencian en los
conflictos, personajes y modos de producción de la imagen” (como se citó en Montoya
et al., 2013, p. 143).

Las estrategias de comunicación transmedia constituyen narrativas que no se concluyen,


sino que pueden adaptarse a las expectativas de los usuarios y a las necesidades
representacionales del tiempo presente.

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La lucha por el reconocimiento, la inteligibilidad y la consolidación de una experiencia
transmedia: aproximaciones comunicológicas sobre la diversidad de géneros

Valientas constituye una experiencia transmedia, en la que se articulan relatos que han
sido construidos a través de la recuperación del punto de vista de las mujeres trans
que participan en el proyecto TranSER. La experiencia tuvo lugar en el Laboratorio de
Narrativas Transmedia, dictado por el profesor Diego Fernando Montoya, del programa
de Comunicación de la Pontificia Universidad Javeriana Cali. El proceso se fundó en el
diálogo entre estudiantes y mujeres trans y tuvo lugar en el transcurso del 2020, paralelo
a la pandemia por el Covid-19.

Valientas se desarrolla en múltiples plataformas, que fluctúan en diversas historias, las


cuales pretenden acercarse, mediante la ficción y la no ficción, a las vidas de las mujeres
trans de Cali, Calarcá, Armenia, Bogotá, Cartagena y Bucaramanga. La obra núcleo es una
webserie de ficción en la que participan una gran cantidad de personajes secundarios, los
cuales hacen parte de la narración de sus propias historias en otros formatos narrativos. Los
formatos propuestos fueron diarios escritos, podcasts, cortometrajes, historias narradas a
través WhatsApp, historias ilustradas, instaseries y webseries, incluyendo la obra núcleo
desde la cual se articulan todos los relatos.

A través de las plataformas se cuentan las historias de una lideresa de la comunidad


trans que sufre de un grave accidente automovilístico; de una mujer que es expulsada de
su hogar debido a su identidad; de una estilista que sufre violencias, suceso que le abre
paso a un viaje de éxito y autodescubrimiento; de una concejal trans de un municipio del
Quindío, enfrentándose a burlas y obstáculos; de una niña que explora su identidad a
través de su primer amor infantil; de una emprendedora que crea su propia academia de
modelaje; de una mujer con VIH positivo, que sale adelante con su enfermedad a través del
activismo social; de una psicóloga que busca reconocimiento profesional; de una lideresa
de las mujeres transgénero de su región que, en el punto más alto de su vida, recorre su
pasado con nostalgia; de un hombre que oculta, de su familia y la sociedad, sus gustos
por vestirse y auto-representarse como una mujer; y un joven que empieza su transición
en su entorno escolar y familiar.

A continuación se presenta una figura que evidencia el sistema intertextual previsto para
la articulación de las historias.

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Figura 1
Sistema intertextual transmedia, proyecto TranSER

Nota: adaptado de Laboratorio en Narrativas Transmedia, D. F. Montoya, 2020.

Conclusiones

Se ha señalado que la lucha por el reconocimiento es también una búsqueda de


inteligibilidad. Desde esta perspectiva, se destaca la idea de que la discriminación, asociada
a la invisibilidad, se asocia con las limitaciones perceptuales de la otredad cultural asociadas
con un déficit educativo y social.

También se ha hecho énfasis en la importancia de los recursos para narrar la diversidad


de géneros y con ello ampliar los referentes para entender la vida en común en medio
de la diversidad, así como para subsanar los vacíos educativos y sociales relativos a la
discriminación. A través de una estrategia de comunicación transmedia se ofrece una
vía para el trabajo con las comunidades de referencia, en tanto que se aborda una de las
dimensiones más relevantes de la representación política: la narración de los dramas sociales.

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La lucha por el reconocimiento, la inteligibilidad y la consolidación de una experiencia
transmedia: aproximaciones comunicológicas sobre la diversidad de géneros

Valientas es una estrategia en la que convergen narraciones sobre la vida trans y propende
por la composición participativa de una opinión informada sobre las particularidades culturales
de la vida de las mujeres trans en Colombia. La complejización de la trama narrativa esbozada
en el sistema intertextual (Figura 1) puede servir para aumentar el conocimiento situado
que se tienen de estas comunidades. Sus gustos, preferencias y estilos de vida van más
allá de los estigmas que impiden el reconocimiento y la inteligibilidad de la humanidad.

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Isabela Castañeda Bravo

Bibliografía

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que importan: sobre los límites materiales y discursivos del “sexo” (pp. 179-207). Paidós.
Castelar, A. (2015). Performatividad y lenguaje de odio: expresiones de la homosexualidad
masculina en la ciudad de Cali. En Diversidad, identidad, sexualidad (pp. 63-99).
Universidad Icesi.
Guzmán, A. y Montenegro, M. (2010). Narrativas en torno al trastorno de identidad sexual.
Prima Social, (4), 1-44.
Honneth, A. (2011). Invisibilidad. Sobre la epistemología moral del reconocimiento. En La
sociedad del desprecio (pp. 165-182). Editorial Trotta.
Jenkins, H. (2003). Transmedia Storytelling. Recuperado desde http://www.technologyreview.
com/news/401760/transmedia-storytelling/
Montoya, D. F., Vásquez, M. y Salinas, H. (2013). Sistemas intertextuales transmedia:
exploraciones conceptuales y aproximaciones investigativas. Co-herencia, 10 (8), 137-
159. Recuperado desde http://www.scielo.org.co/pdf/cohe/v10n18/v10n18a05.pdf
Rincón, O. (2012). Hacia la sociedad masiva de expresión. En J. Bonilla, M. Cataño, O. Rincón
y X. Zuluaga (eds.), De las audiencias contemplativas a los productores conectados.
Sello Editorial Javeriano.
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sociales. En P. Ibarra y B. Tejerina, Los movimientos sociales (pp. 181-218).
Editorial Trotta.

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Edición No. 16 - septiembre 2021

Diversidad de géneros

La construcción de una cultura


trans y las posibilidades expresivas
de las redes sociales-digitales
Por:
Camila Marcela Chirán Melo

Psicóloga y estudiante de
Comunicación. Becaria del
proyecto TranSER: programa
para el fortalecimiento
de una sexualidad plena,
satisfactoria y saludable en
mujeres transgénero de
cinco ciudades de Colombia
(Cali, Bogotá, Bucaramanga,
Armenia, Calarcá y
Cartagena), financiado a
través de la Convocatoria
para el Fortalecimiento
de Proyectos de CTEI
en Ciencias Médicas y
de la Salud con Talento
Joven e Impacto Regional,
número 850 del 2019,
del Ministerio de Ciencia
Tecnología e Innovación, y
ejecutado por la Pontificia
Universidad Javeriana
Cali durante el periodo
de febrero a diciembre
2020. Correspondencia:
camichiran@javerianacali.
edu.co

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Camila Marcela Chirán Melo

Resumen

El artículo ofrece una aproximación a los procesos de ordenamiento simbólico que


tienen lugar en la configuración de una experiencia cultural, a través de la recuperación del
testimonio de mujeres trans que participaron en el webinar titulado Construcción de una
cultura trans y las posibilidades expresivas de las redes sociales-digitales16. En aras de la
discusión, la propuesta de argumentación desarrolla los siguientes abordajes: 1) ¿qué es la
cultura?, aproximaciones a un andamiaje artificial; 2) cultura trans: aprendiendo sobre “un
palimpsesto”; 3) la cultura y la búsqueda de reconocimiento; y 4) redes sociales-digitales:
¿un vehículo para la expansión e inteligibilidad de una cultura trans?

Palabras clave: cultura trans, reconocimiento, redes sociales-digitales.

Introducción

Las personas trans, al configurar su identidad de género, subvierten una serie de


valores difundidos en una sociedad cisheterenormativa y terminan consolidando nuevas
formas de organizar y entender la vida en común. Al crear ese ordenamiento u organización
social están construyendo cultura. En este artículo se pretende abordar en detalle este
planteamiento, ya que se busca comprender cómo se ha ido configurando, de forma
simbólica, una cultura que hace reconocible la cuestión trans, a partir de la experiencia de
un lenguaje entorno a la diversidad de géneros.

Para comprender esta tesis es necesario precisar a qué hace referencia el término cultura,
que en este texto se explica desde la perspectiva de Sampson (2000). Para este autor, la
cultura hace tolerable la condición humana y permite que un individuo pueda establecer
una relación con su entorno y regular los vínculos que tiene con otras personas. Además,
se señala que la inserción cultural toma el relevo de la adaptación evolutiva y les procura
a los seres humanos lo que les falta a nivel biológico. Es decir, las personas terminan de
desarrollarse, incluso a nivel neurológico (como se precisará más adelante), gracias a que
pertenecen a una cultura determinada.

Partiendo de esta concepción, se puede afirmar que el género, en cuanto a las características
y roles establecidos para mujeres y hombres, es una construcción cultural y no el resultado
16
Para más detalles véase: Chirán, C., De la Vega, B. y Martínez, S. (2020, septiembre 11). Coloquio 5: Ciclos
de vida y vulnerabilidad social en el Valle del Cauca: subversión del género. Construcción de una cultura
trans y las posibilidades expresivas de las redes sociales-digitales. Pontificia Universidad Javeriana Cali.
Recuperado desde http://vitela.javerianacali.edu.co/handle/11522/14126

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La construcción de una cultura trans y las posibilidades expresivas de
las redes sociales-digitales

establecido por el momento en que una persona nace, tal y como lo señala Butler (2001).
Este planteamiento está relacionado con lo expuesto por Castelar (2015), quien afirma
que cuando una persona va configurando su identidad, en función de la cultura a la que
pertenece, realiza una serie de clasificaciones y categorizaciones, y establece unas normas
u ordenamientos en los que se legitima la noción de lo posible y lo prohibido.

Al configurar simbólicamente esa cultura trans, integrada por todas las prácticas, creencias
y valores que comparten todas las personas, se espera que otros actores sociales la
reconozcan. Esto implica la validación de una forma de vida especifica, por la vía del
respeto y la asignación de un valor diferenciado (2011). En el marco de la composición de
comunidades y agremiaciones que hagan visibles gustos, preferencias y comprensiones
del mundo social, entre otros, se puede hacer uso de redes sociales-digitales, medios que
permiten la expansión de la cultura trans.

Todo lo expuesto hasta el momento se desarrolla en detalle a lo largo de este artículo, en


cuatro apartados a saber: 1) ¿qué es la cultura?, aproximaciones a un andamiaje artificial;
2) cultura trans: aprendiendo sobre “un palimpsesto”; 3) la cultura y la búsqueda de
reconocimiento; y 4) redes sociales-digitales: ¿un vehículo para la expansión e inteligibilidad
de una cultura trans?

En cada uno de los apartados señalados se plantea una discusión que toma elementos
categoriales estudiados en el Seminario Temático TranSER, y testimonios derivados del
Quinto Coloquio Ciclos de vida y Vulnerabilidad Social en el Valle del Cauca: Subversión del
Género, el cual tuvo lugar en el webinar denominado La construcción de una cultura trans
y las posibilidades expresivas de las redes sociales-digitales. A continuación, se procede
con el desarrollo argumentativo.

¿Qué es la cultura? aproximaciones a un andamiaje artificial

La aproximación conceptual a la cultura ha sido desarrollada desde diferentes disciplinas,


como la psicología, la antropología, la sociología, entre otras. Por esta razón existen
múltiples definiciones sobre esta noción. En los siguientes párrafos se presenta un recuento
conceptual sobre lo que se entiende por cultura, desde la perspectiva de Sampson (2000).

En el texto Funciones y sentidos de la cultura, Sampson (2000) inicia su abordaje señalando


las limitaciones que devienen de la definición de cultura, del Diccionario de la Real Academia
de la Lengua Española, donde se concibe la cultura como el conjunto de modos de vida y
costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico e industrial, en una

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Camila Marcela Chirán Melo

época o grupo social. Para el autor, esta definición es un intento por convertir el saber
antropológico en un asunto más comprensible. No obstante, se peca de simpleza, porque
se deja de lado el papel de cultura en la configuración de ordenamientos simbólicos.

Para avanzar en su comprensión, Sampson cita a Tylor, un teórico que afirma que el
término cultura hace referencia a aquel complejo todo, que incluye conocimiento, creencia,
arte, moral, ley, costumbre y otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre como
miembro de la sociedad. Aunque esta definición pareciera más amplia, Sampson establece
que esta concepción tiene como dificultad la incierta relación esbozada entre el individuo
y su cultura.

Otra postura que se ha encargado de abordar la cultura, y que Sampson menciona, es la


de la psicología popular o folklórica. Desde esta área de conocimiento, el concepto cultura
se entiende como el conjunto de características que captan una esencia, espíritu o actitud,
que intenta definir las esencias de todo un pueblo; su alma o espíritu subyacente que se
expresa en los fenómenos visibles. En esta visión popular de las culturas, la inteligencia
ocupa un lugar destacado, ya que la cultura propia es concebida como más inteligente
que otras, y en un sentido general, más virtuoso. Sampson establece que esta idea de
cultura se define en términos de las cualidades preferidas y las evaluaciones de un pueblo
dado. Sin embargo, este mismo autor advierte que el peligro que acecha: expresiones
contemporáneas como el chovinismo, el racismo, el sexismo, la transfóbia, entre otros,
tiendan a justificarse desde esta perspectiva. Desde esta aproximación, Grimson (como
se citó en Barrera, 2013) menciona:

[…] la ‘Cultura’ fue un concepto que nació para oponerse a la ‘Alta Cultura’ y las teorías racistas
que impregnaban en un primer estadio de la Antropología, al querer buscar diferencias –
jerarquías – entre los diferentes grupos humanos con los que se encontró una primera Europa
aislada al toparse con el mundo. Para Grimson (2008) el primer concepto de cultura surgió para
oponerse a la idea de que hay gente con ‘cultura’ e ‘incultos’, los que tienen esa ‘Alta Cultura’
que define un grupo en concreto – minoría por cierto – de la gran masa ‘sin cultura’ – ni media ni
baja –. Pues debemos recordar que en el siglo XVIII estamos ante la visión de que una persona
‘culta’, es una persona leída, sensible a las artes – ópera, teatro –, con ciertas costumbres que
le identifican con un grupo pudiente. (p. 3)

No obstante, Sampson no comparte esta definición de cultura, que promueve supremacismos


en los que se sitúa la pugnacidad entre culturas. Como consecuencia, este autor afirma
que es posible aproximarse con mayor rigor a la cultura, como objeto de indagación, si
se adopta la definición que Sigmund Freud da en el texto El malestar en la cultura. Para
el fundador del psicoanálisis, la cultura designa toda la suma de operaciones y normas

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La construcción de una cultura trans y las posibilidades expresivas de
las redes sociales-digitales

que distancian nuestra vida de la de nuestros antepasados animales, y que sirven para
dos propósitos: proteger al ser humano frente a la naturaleza y regular los vínculos que
establecen los hombres.

Freud (como se citó en Sampson, 2000) propone la existencia de unos rasgos que podríamos
discernir como culturales. En primera instancia, están todas las actividades y valores que
son útiles para el ser humano, en tanto ponen la tierra a su servicio, lo protegen contra
la violencia de las fuerzas naturales, entre otros. En segundo lugar, podemos reconocer
como ‘cultural’ el modo en que se regulan los vínculos recíprocos entre los seres humanos
(alianzas matrimoniales y familiares, estructuras del parentesco, entre otros).

Para Sampson, Freud logra una definición de la cultura notablemente moderna, que
corresponde, con algunas diferencias, a la caracterización que propone Emile Benveniste
(2000), pues para este último la cultura es un medio humano, todo lo que, más allá del
cumplimiento de las funciones biológicas, da a la vida, y a la sociedad humana, forma,
sentido y contenido. Para Benveniste, lo que una cultura prohíbe la caracteriza al menos
tanto como lo que prescribe. De este modo, la cultura abarca la totalidad de las instituciones,
prácticas, creencias, valores, obras y técnicas vigentes en una sociedad dada, cualquiera que
sea su tamaño. El hecho de que sea el medio humano lo hace también un medio artificial.
Si algo hay que destacar de estas definiciones es que suponen un distanciamiento de la
relación naturaleza/biología, asunto que será clave para pensar los procesos que hacen
factible la diversidad de géneros.

De acuerdo con Sampson, el primer constituyente de una cultura es indudablemente su


lengua, elemento que termina siendo la columna vertebral de toda cultura. La lengua es
un sistema semiótico coherente y autónomo, que resulta impermeable y ajeno para todo
no hablante. Por esto se dice que las culturas son tan diversas como las lenguas que los
hombres hablan. El efecto que crea la inclusión en un sistema lingüístico cerrado es la
constitución de un “nosotros” y la exclusión de un “ellos”. La cultura al crear un “nosotros”,
genera una identidad compartida y reconocida por sus integrantes. Delimita, circunscribe,
pero al mismo tiempo abre a la interacción con otros reconocidos como semejantes.

Considerando lo anterior, para Sampson toda cultura es un formidable aparato interpretativo


que cumple la función de proporcionar significaciones, de volver inteligible y controlable,
al grado que la finitud humana lo permita, el espacio natural y humano.

Aclarado lo anterior, y luego de hacer una revisión de las múltiples definiciones dadas al
término cultura, Sampson establece la importancia que esta tiene en la vida, transformación

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y desarrollo humano. De este modo, afirma que debido a la co-evolución del cerebro y del
lenguaje, facultades que únicamente posee la especie humana, la evolución, en términos
biológicos, ha sido sustituida por el desarrollo cultural y tecnológico. Para el autor, la cultura
toma el relevo de la adaptación evolutiva y nos procura lo que nos falta a nivel biológico. De
esta manera, como lo afirma Clifford Geertz (como se citó en Sampson, 2000), “los seres
humanos somos animales incompletos o inconclusos que nos completamos o terminamos
por obra de la cultura” (p. 154).

En este sentido, la cultura es directamente responsable de la composición psicológica


de sus miembros. Para explicar esta idea, Sampson expone que entre los primates, solo
el cerebro humano continúa creciendo a un ritmo fetal después del nacimiento, es decir,
al nacer la especie humana viene al mundo con un grado muy notable de incompletud
neuronal. Esta inmadurez cerebral tiene una explicación evolutiva clara, pues los humanos
pasan por un largo período de gestación en el vientre, que dura entre 38 y 42 semanas.
Sin embargo, su expectativa de vida es particularmente larga, y se ha establecido una
correlación precisa entre la duración de la vida y la duración de la gestación. Sampson
destaca que, aunque la gestación humana es relativamente larga y el bebé emerge grande
respecto al tamaño del cuerpo de la madre, el cerebro humano nace inmaduro.

Para compensar esta situación, el esquema fetal de rápido crecimiento del cerebro continúa
después del parto, durante el primer año de vida, en el cual el cerebro crece más del doble
de sus dimensiones en el momento del parto. Esta inmadurez neurológica hace que el bebé
humano sea muchísimo más dependiente que cualquier otro bebé animal. Asimismo, la
plasticidad o maleabilidad del cerebro hace que dependa para su desarrollo de una estrecha
interacción con la cultura. De este modo, sin cultura no hay mente ni intelecto, y además,
dicha cultura queda literalmente inscrita en los tejidos vivientes del cerebro.

Hechas estas aclaraciones y luego de incursionar en los terrenos de la psiconeurología,


Sampson establece que hay un enlace entre la cultura, como obra colectiva inscrita en
la larga duración transgeneracional, y la psique individual de la generación que sucede
fugazmente a la que le antecedió. Para ampliar esta idea, Tobie Nathan (como se citó en
Sampson, 2000) afirma que la cultura desempeña una función crucial en la construcción y
homeóstasis del aparato psíquico, es decir, es el grado de funcionalidad y de vitalidad de
una cultura la que, al asegurar la homeóstasis psíquica de la persona, también preserva
la salud mental.

Para Nathan (como se citó en Sampson, 2000), la cultura cumple dos funciones psicológicas:
primero, evita la perplejidad, es decir, debe disponer de un acervo de respuestas convincentes

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para evitar el surgimiento de interrogaciones desconcertantes y paralizantes; y segundo,


evita el pavor, lo que alude a una función protectora que la cultura debe ejercer para evitar
la efracción del espacio cultural.

En síntesis, la perspectiva reseñada menciona que la condición humana se caracteriza por


nodos de extrema sensibilidad y suma fragilidad, que cada cultura, a su manera, intenta
proteger de posibles vulneraciones. Para el autor, “sin la cultura la condición humana sería
simplemente intolerable” (p. 10).

Hasta aquí ofrece una aproximación al término cultura. Este abordaje será relevante para
la comprensión de cómo a través de la composición de una cultura trans se pueden
llevar a cabo las operaciones psicológicas señaladas, así como el afrontamiento del pavor
y la perplejidad.

Cultura Trans: aprendiendo sobre “un palimpsesto”

A partir de la aproximación al concepto de cultura es posible avanzar en una reflexión


situada sobre lo que podría entenderse como una cultura trans. En este apartado se expone,
en primer lugar, algunos aspectos para tener en cuenta sobre la configuración de la cultura
trans, y posteriormente se describen ciertas características, desde los testimonios de dos
lideresas trans del Quindío, quienes fueron entrevistadas en el marco del Quinto Coloquio
Ciclos de Vida y Vulnerabilidad Social.

Para empezar, se debe mencionar que las mujeres trans, en el proceso de configuración
de su identidad de género, han constituido una manera propia de vivir y expresar sus ideas
y valores. Estos asuntos se ven reflejados en la re-comprensión de los vínculos familiares,
el compromiso político-militante y la participación cada vez más activa en la discusión
pública sobre la diversidad de géneros. Cuando se habla de cultura trans se alude a los
modos propios con los que se configura una convivencia entre personas con historias
de vida comunes, y que necesariamente establecen diálogos e intercambios con otros
grupos que no son trans y que muchas veces representan la esencia del patriarcado. Uno
de los rasgos esenciales de las culturas es que fundamentan el patrón de reconocimiento
entre “el nosotros” y “el ellos”. Los procesos de diferenciación han sido ampliamente
estudiados en Latinoamérica y Brasil.

Las personas trans, al naturalizar la transformación del género, construyen cultura,


institucionalizan nuevas ideas y valores con los que se pueden entender los conflictos
sociales del presente, más aún en una sociedad como la colombiana, que se orienta a la

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construcción de la paz, a pesar de la violencia en los territorios, y sin pasar por alto los
tiempos de la pandemia por el Covid-19. Esta cultura trans tiene como gran desafío ponderar
la idea de que el género se construye culturalmente y que, por tanto, no es un resultado
establecido por el momento en que una persona nace (Butler, 2002).

Para Castelar (2015), la identidad está relacionada con la posibilidad de clasificar, categorizar
y ordenarnos a nosotros mismos y a los demás, es decir, al configurar una identidad
personal también estamos construyendo una forma de regular el mundo en el que vivimos.
En relación con esto, cuando una mujer trans se concibe como tal, no solo pasa por un
proceso individual, también está construyendo cultura, en tanto que ella misma ostenta
ideas y valores complementarios a los existentes. En otras palabras, su identidad de género
supone formas de habitar la sociedad que trascienden en el plano político.

De esa forma, elegir ser mujer, vestirse de tal forma y hablar de una manera no es solo
un asunto privado o personal, sino que supone la concreción de una ruptura de los valores
sociales que se nos han impuesto, y que hemos interiorizado y reproducido desde la
temprana infancia. Cuando una persona se asume como trans, se está generando un
nuevo orden de valores que no estaba permitido dentro de las categorías binarias hombre
y mujer, y que altera las creencias que teníamos sobre cómo deben actuar las personas
según su sexo (Castelar, 2015). Como ya se ha mencionado, al crear estos nuevos valores
e ideas se construye cultura.

Teniendo en cuenta lo anterior, la cultura trans refiere a ese ordenamiento social que
las personas pertenecientes a esta comunidad proponen a través de su vestir, lenguaje,
cuerpo y estilo de vida, y que subvierte o transforma los valores sociales existentes. Se
debe tener en cuenta que la cultura trans no surge de cero, sino que es un palimpsesto,
término que Castelar (2015) define como un “escribir y borrar sobre lo que ya se ha escrito
y borrado”. Es decir, la cultura trans puede entenderse como una síntesis objetiva de la
conflictividad social en torno a las reivindicaciones de género en el mundo; los referentes
para la diferenciación o distanciamiento se fundamentan desde la escritura de lo que se
entiende por patriarcado o cultura dominante. “En cierta manera nosotras hemos sido una
resistencia ante la sociedad” (de La Vega, B., comunicación personal, 11 de septiembre
de 2020).

A pesar de esto, la cultura trans no es de ninguna manera una imitación o copia del orden
heteronormativo (aunque algunas mujeres trans afirmen que en ocasiones repiten el mismo
esquema de valores que critican). En palabras de Castelar (2015), muchas mujeres trans son
portadoras de un mensaje subversivo. No se visten o maquillan para “parecer” mujeres,
sino que asumen una inteligibilidad o valores distintos, liberadas de ataduras bipolares.

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La construcción de una cultura trans y las posibilidades expresivas de
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Son transgresoras del género y del discurso de la hegemonía, y desafían la pretensión


de naturalidad y originalidad de la heterosexualidad. Además, en su cuerpo hacen visible
múltiples formas de sometimiento y dominación que vivimos los individuos gracias a las
categorías binarias de hombre/mujer.

Como las personas trans cuestionan los valores e imposiciones de la sociedad cisheteronormativa,
terminan siendo rechazadas. En medio de ese rechazo el desafío más grande que tiene la
cultura trans es lograr reconocimiento, visibilización e inclusión. Como se había advertido
antes, el objetivo de esta cultura es “naturalizar” la idea de que el género se construye
culturalmente, entendiendo por naturalización algo que va mucho más allá de la acción de
“tolerar” a las personas trans, y que implica generar sociabilidad. Es decir, que las mujeres
pertenecientes a esta comunidad puedan relacionarse con los demás sin ser cuestionadas,
burladas, humilladas o violentadas por haber elegido ser como son.

Cabe agregar que en algunas ocasiones el rechazo y la discriminación hacia las personas
trans proviene de sus hogares. Como consecuencia de esto, muchas mujeres pertenecientes
a esta comunidad tuvieron que abandonar a sus familias, renunciar a la posibilidad de
educarse y transformar la calle en su casa. Así lo señaló Sandra Martínez, lideresa trans
de la ciudad de Armenia (Colombia):

La calle es la que me ha hecho crecer como persona, porque vivo en la calle desde los 13 años.
No tuve estudio, pero la calle me enseñó muchas cosas y pues lo que le puedo aportar a la
sociedad es demostrar que tú puedes ser líder, puedes gestionar, aunque no puedes tener un
trabajo… no busco tenerlo, me encanta la forma en que hago gestión por las mujeres trans,
buscando beneficio para todos. (Comunicación personal, septiembre de 2020)

En ese sentido, la discriminación a la que se enfrentan las personas trans en muchos casos
se convierte en actos de violencia. Tal y como lo afirma Brittany de la Vega:

Hay muchas mujeres trans que han muerto por ese señalamiento social, porque nos juzgan
[…] por eso se han asesinado a muchas hermanas trans. Pero no solo son personas, sino
también grupos armados de los que hemos sido víctimas. Todo depende del contexto. No es
lo mismo una persona trans desmovilizada a otra que no ha tenido que pasar por el conflicto
armado. (Comunicación personal, septiembre de 2020)

A pesar de lo mencionado anteriormente, las lideresas Sandra Martínez y Brittany de la Vega


mencionan, desde su experiencia, que las mujeres trans se caracterizan por el liderazgo
y la alegría con la que asumen diferentes episodios de sus vidas. Esto se hace evidente
en los siguientes fragmentos:

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Somos lideresas, como podemos observar con nuestra compañera Sandra Martínez. El hecho
de poder crear espacios de convivencia, de participación, lo que viene ahorita en la parte de
mecanismos de participación ciudadana […] es la parte de lideresas lo que nos caracteriza.
Cómo ahorita nos estamos apropiando a través de los diferentes espacios, de lo que somos,
nosotros podemos aportar a través de nuestras ideas, de nuestros conocimientos […] nos
estamos formando cada vez más, estamos ejerciendo nuestros derechos como población
sexualmente diversa, estamos buscando espacios, creamos teatro […]. (de la Vega, B.,
comunicación personal, septiembre de 2020)

“[Nos caracteriza] lo alegres, porque podemos tener algún problema, cualquiera puede
tener cualquier problema, pero siempre mantenemos alegres, a todo le buscamos un
chiste” (Martínez, S., comunicación personal, septiembre de 2020).

Dicho de otra manera, la forma como se expresan y viven las mujeres trans está, de
cierto modo, permeada por el contexto en el que están inmersas. En este sentido, las
costumbres, creencias y valores de determinados grupos sociales juegan un papel central
para permitir, o bloquear, el surgimiento y expresión de una cultura trans. Esto es señalado
por Brittany de la Vega:

Eso depende de cada región. Por ejemplo, en la cultura Emberá-Chamí, cultura indígena, ellos
han implementado su refugio trans indígena, por el miedo que ellos tienen a sus costumbres, y
se tienen que vestir fuera de sus hogares. En la región del eje cafetero, creo que uno por tener
ciertas manifestaciones culturales, nos queda más fácil que en otras regiones, expresarnos.
Dependiendo de la colectividad de las personas hay más libertad de ser o no […] por ejemplo,
la cultura afro es doblemente discriminada. Primero por el color de piel y segundo por su
condición. Entonces, dependiendo de la región es distinto ser trans. Otro ejemplo, las chicas
en situación de discapacidad, pueden ser dos o hasta tres veces más discriminadas. Una chica
afro, discapacitada y trans puede ser más victimizada (Comunicación personal, septiembre 2020)

Lo anterior está relacionado con el planteamiento de Pereira (2018), en cuanto a que la


expresión, e incluso las formas de violencia que viven algunas mujeres trans, varían según
el contexto en el que están ubicadas. Para esta autora:

[…] sin afán alguno de jerarquizar las opresiones, es necesario reconocer que existen diferencias
abismales en las condiciones de posibilidad entre quienes habitan en el despojo material y
quienes habitamos en zonas un poco menos hostiles. Los sistemas de clase, género, sexualidad,
edad y, en muchos casos, raza se amalgaman en los cuerpos de estas mujeres que siguen
resistiendo a la tiranía de la opresión. (p. 77)

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En el caso colombiano, la religión, como una institución que promueve ciertos valores
en nuestra cultura, también influye en la expresión y constitución de una cultura trans. Al
respecto Sandra Martínez menciona que:

[Las mujeres trans] somos muy católicas, amamos a Dios sobre todas las cosas. Hasta donde
sé, no he visto alguna que diga que es atea, pues no sé, la puede haber, pero pues todavía no la
he visto. Somos muy católicas, creemos mucho en Dios. […] de pronto algunas religiones nos
atacan, nos quieren hacer sentir que somos pecadoras, que no vamos a ir al cielo, que vamos a
ir al infierno, eso yo creo que nos bloquea […] nos da a pensar mucho de que esto no es moda
ni nada. Yo soy así porque yo siento que yo nací así, o sea, con gustos diferentes. Yo no me
volví o me transformé ya grande, yo sé que a mí me gustan los hombres desde los cuatro o
cinco años. Entonces, cuando de pronto alguien de alguna religión nos dice que nos vamos a
quemar en el infierno, yo creo que ellos no deberían señalarnos o juzgarnos. Nosotras nacimos
con esos gustos, no deberían criticarnos como si fuéramos que […] las religiones no deberían
menospreciarnos, sino educar a la gente. Dios es amor y nosotras somos muy creyentes a
Dios, y en todo momento lo estamos mencionando. (Comunicación personal, septiembre 2020)

La cultura y la búsqueda de reconocimiento

Muchas personas trans tienen que afrontar recurrentes prácticas de discriminación.


Partiendo de este planteamiento, en los siguientes párrafos se presenta una discusión sobre
la categoría de reconocimiento propuesta por Honneth (2011), que ayuda a tematizar la
necesidad de inclusión y respeto que tienen las personas trans, a partir de lo manifestado
por las entrevistadas.

De acuerdo con una investigación realizada por Pereira (2018) con mujeres trans de San
José (Costa Rica), las personas con esta identidad de género han sido violentadas por
décadas. Dicha violencia ha sido legitimada e institucionalizada por autoridades policiales
y el sistema de salud. Con el tiempo, aunque algunas prácticas violentas hayan sido
erradicadas de las leyes costarricenses, la violencia estructural no ha dejado de afectar
a las personas trans. “[…] el sistema sigue permitiendo la impunidad judicial y social de
los abusos policiales y las torturas que sufren en la calle a manos de desconocidos que
atienden el mandato masculino” (p. 70).

Según esta misma autora, una mujer con pene no puede ser vista en un espacio público
sin antes ser juzgada y discriminada. Además, su existencia misma puede ser considerada
como motivo suficiente para que se les castigue y detenga. “La violencia alcanza a estas
mujeres en la calle […] en las zonas de trabajo sexual los ataques son cosa de todas las

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noches. Cuando no es la policía, son hombres que utilizan los cuerpos de las mujeres trans
para afirmar su masculinidad” (p. 76).

Las personas pertenecientes a este colectivo siguen enfrentándose en su cotidianidad a


estas y otras formas de violencia, “mientras autoridades, transeúntes y vecindades voltean
la mirada hacia otro costado de la ciudad” (p. 76).

Lo mencionado por Pereira es una clara representación del desprecio y rechazo que viven las
mujeres trans, cuestión extrapolable al caso colombiano. Según Honneth (2011), el desprecio
constituye la experiencia opuesta al reconocimiento. Este último término hace referencia
a una actitud aprobatoria, que se manifiesta a través de gestos y conductas expresivas
que señalan de manera simbólica cierta legitimidad. Cuando una persona efectúa un gesto
de reconocimiento hacia otra, el sujeto que reconoce se enfrenta a un comportamiento
eminentemente benévolo. Cuando sucede lo contrario, es decir, cuando hay ausencia de
gestos de reconocimiento, la persona afectada tiende a realizar acciones hostiles.

Para Honneth (2011), el hecho de reconocer es, en síntesis, una manifestación expresiva de la
descentralización del individuo, que el sujeto realiza teniendo en cuenta el valor de una persona,
mediante los gestos y comportamientos que tienen incidencia en la dimensión pública, los
cuales conceden a otro sujeto, sobre la base de su valor, una autoridad moral sobre nosotros,
en la que encuentra límite la realización de nuestros impulsos e inclinaciones espontáneas.

El reconocimiento implica también que una persona se vuelva visible para un otro. Dicha
visibilidad sucede cuando el observador tiene la intención de validar y ver a un sujeto
determinado. Por lo tanto, la invisibilidad no supone la no percepción de las personas
afectadas, ya que estas son fácilmente identificables en el campo perceptual del sujeto,
más no son aprobadas por él. En otras palabras, ser invisibles es no ser reconocidos y
validados (Honneth, 2011).

Asimismo, la invisibilidad es una forma sutil de discriminación, porque indica que un sujeto
no es socialmente visible para el individuo que está enfrente. Ante esto, a las personas
que no logran ser reconocidas les queda hacer provocaciones para volverse visibles
(Honneth, 2011). Lo anterior se hace evidente en algunas mujeres trans, quienes a partir
de sus expresiones, vestimentas y conductas buscan ser validadas y que otros actores
sociales las reconozcan.

En relación con esto último, Pereira manifiesta que sería injusto pensar en las personas
trans como víctimas pasivas, pues en su búsqueda por ser reconocidas, se han convertido
en un ejemplo social de perseverancia. Al respecto señala la autora:

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[…] guerreras incansables, ellas resistieron con ardiente valentía e insolencia los más fuertes
castigos. Su mayor victoria es la persistencia. Hoy honran a sus muertas y celebran con orgullo
la supervivencia de su estirpe que mantiene viva con sus cuerpos. Sonríen con complicidad
cuando recuerdan los mecanismos que fueron ideando juntas para hacer frente a tanta letalidad.
Humor, irreverencia, astucia, autodefensa y sororidad: fibras que tejen las redes de esas familias
que germinan como hierbas en las grietas de la calle. (p. 79)

Para la autora costarricense, algunas mujeres trans tienden a mostrarse insumisas e


insurrectas, y se han organizado para unirse a luchas feministas en las que participan
a través de sus cuerpos, voces y saberes. De esta forma aportan a la reducción de la
misoginia, el clasismo, la transfobia y la pedagogía de la crueldad, y han logrado, cada vez
más, ese reconocimiento anhelado (Pereira, 2018). Ejemplo de lo anterior es el testimonio
de Brittany de la Vega (comunicación personal, septiembre de 2020), quien expresa que
a través del arte y otros medios de expresión y participación busca que ciertos actores
sociales validen la experiencia y cultura trans. Asimismo, realiza un llamado de atención
a diferentes organizaciones estatales, para que apoyen actividades de sensibilización y
formación en temáticas de diversidad.

Quisiera una cultura incluyente, en donde todos y todas podamos sensibilizar a todo tipo de
población. ¿Cómo lograrlo? Haciendo teatro, haciendo performance, por medio de Skype, por
todos los medios de comunicación, por las redes sociales, haciendo énfasis en la equidad:
somos como cualquier otra persona. Yo pienso que para hacer ese tipo de aportes, es usando
todos los mecanismos de participación ciudadana, donde hemos cubierto demasiados espacios
y tenemos representación de nuestro sector Lgbti. Es usar todas las instancias locales,
departamentales y, en este caso, interdepartamentales […] por lo que quisiera empezar es
por institucionalizar eventos como Café Diverso, poder tener un presupuesto para eso, que
las chicas tengan un incentivo para que ellas puedan seguir todo este proceso de capacitación
y de poderse formar. Quisiera demostrar cómo nosotros, a través de nuestra identidad de
género, podemos sensibilizar a las personas. Espero apoyo de las instituciones educativas,
de las instituciones gubernamentales, para hacer procesos de sensibilización. Gracias a ese
apoyo institucional se podría crear también empresas […] necesitamos organizaciones que
crean en nosotros. Nosotras solas no podemos hacer sensibilización, porque no tenemos la
plata. Necesitamos también políticas públicas, necesitamos un empleo. Quisiera hacer una
casa transfeminista, donde muchas chicas puedan llegar allá cuando sean echadas de sus
casas por ser trans o por ser gais.

Adicional a esto, cabe recordar las expectativas de cambio social que tienen algunas mujeres
trans y que están relacionadas con el reconocimiento, la validación, el respeto y la oferta
de oportunidades laborales y educativas. Así lo expresa Sandra Martínez (comunicación
personal, septiembre de 2020) desde su rol como lideresa trans.

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Yo espero poder sacar a muchas mujeres trans de la prostitución. Sacarlas, porque sé que es
algo muy duro. Yo lo vivo, las chicas lo vivimos, no es algo muy bueno. No lo hacemos por gusto,
lo hacemos por necesidad […] [me gustaría] capacitarlas, que tengan su trabajo. Más de una
niña se quiere retirar de las calles, pero como no tenemos oportunidad. Entonces me gustaría
que hubiera una oportunidad de capacitación y de empleo para las chicas trans. También para
las mujeres adultas mayores. Que tengan un plan de vivienda, porque muy duro uno llegar a
adulta mayor y no tener una casa, no tener un trabajo y tener uno que estar en casa de paso
[…] y la verdad que la vida de mujer trans ha sido muy dura y llegar a adulta mayor y tener que
seguir sufriendo […] [también] se nos olvida las niñas que están en la drogadicción, que no
tienen un apoyo para que lleven un tratamiento de desintoxicación. A veces el mismo estrés,
el sufrimiento que ha tenido la niña, las ha llevado a consumir droga. Con un buen apoyo las
podríamos sacar de la calle, de la indigencia. También se necesita un apoyo para las niñas que
están en proceso de transformación, que cuando uno empieza, empieza haciendo el oso. Sería
muy bonito apoyarlas, maquillarlas, arreglarlas, es algo que nunca se les olvidaría.

Por último, es posible mencionar que la necesidad de reconocimiento y de disminuir el


rechazo y la discriminación que viven las mujeres trans, puede ser solventada gracias a
las redes sociales-digitales, pues a través de ellas es posible divulgar representaciones
positivas sobre las personas que pertenecen a esta comunidad. Este planteamiento se
discute en el siguiente apartado.

Redes sociales-digitales: ¿un vehículo para la expansión e inteligibilidad de una


cultura trans?

Las redes sociales-digitales, en tantos medios de expresión, pueden convertirse en


instrumentos que permiten el reconocimiento y la inteligibilidad que pretende alcanzar la
cultura trans. Esto, debido a que a través de estos canales se pueden divulgar valores e
ideas que contribuyan a la validación de sus vivencias por parte de los actores sociales, y
a la disminución de las prácticas de discriminación y violencia que esta comunidad trans
enfrenta a diario. Para comprender este planteamiento es necesario entender qué es la
sociedad masiva de expresión en la que nos encontramos y cómo las redes sociales-
digitales ocupan un papel central en dicha sociedad.

De acuerdo con Ossa (2013), la llegada de las tecnologías de la información y la comunicación


(TIC) tuvo como consecuencia la transición de una sociedad de masas a una sociedad en
donde se privilegian todas las formas de expresión. En palabras del autor: “las TIC se han
apoderado de espacios de difusión en donde las posibilidades de expresión superan el
carácter estético del contenido mediático; ya no se trata de comunicarse bien, se trata

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La construcción de una cultura trans y las posibilidades expresivas de
las redes sociales-digitales

de expresar lo que sea. Esta consigna introduce el fenómeno de la sociedad masiva de


expresión” (p. 8).

En este orden de ideas, el acceso a las redes sociales generó que los usuarios se sintieran
incluidos en un mundo que se cree que es democrático, y se convirtieran en activistas,
fanáticos, seguidores, productores, movilizadores en internet, entre otros. Es así como
en diversas plataformas digitales se ponen en evidencia “los procesos de reconocimiento
recíproco desde donde es posible mirarse y ad-mirarse como si se tratase de una mini
farándula en la cual es posible participar” (Rincón, como se citó en Ossa, 2013, p. 54).

En relación con lo anterior, Ossa (2013) afirma que “la necesidad de expresión es más
imperiosa en la actualidad que en otros momentos de la historia; esto debido a que las
emocionalidades han ganado un espacio que no controla la racionalidad comunicativa” (p. 7).
Además, este autor señala que, aunque en la sociedad existía una conciencia generalizada
de las libertades democráticas de expresión y desarrollo de la identidad, estos elementos
encontraron la oportunidad de ser promulgados y exhibidos a través de los medios y
tecnologías de comunicación, ya que la mayoría de las personas asumen como consigna
la importancia de comunicar lo que sea, pero comunicar. De esta manera, “en la actualidad
el carácter de lo masivo adquiere diversos matices en tanto que los individuos asumen
que su universo emocional es digno de ser contado” (p. 7).

La sociedad masiva de expresión puede ser abordada en relación con la categoría de género.
Así, según lo señala Gothmann (como se citó en Ortiz, 2003), los medios y plataformas
de comunicación pueden ser analizados en función de tres aspectos: primero, ofrecen
imágenes estereotipadas sobre los roles asignados a las mujeres y hombres; segundo,
el lenguaje que emplean esconde diversas formas discriminatorias, que en unos casos
resultan muy evidentes y en otros no tanto; y tercero, el punto de vista desde donde se
emiten muchos contenidos e información mediática tiende a ser una perspectiva masculina.

Partiendo de lo anterior, resulta pertinente preguntarse por el lugar que tiene la comunidad
trans en la sociedad masiva de expresión. Como se ha señalado en apartados anteriores,
la historia de este colectivo “ha estado marcada por la opresión, el odio, la violencia y la
invisibilización. Como todo colectivo minorizado, las personas trans han sido históricamente
discriminadas e incomprendidas y han experimentado el prejuicio de la sociedad
cisheteronormativa” (Otero, 2019, p. 15). Este panorama también se hace evidente en la
información, imágenes y audiovisuales que a diario diferentes actores sociales comparten
sobre las mujeres trans, por plataformas y redes como Facebook, Instagram, YouTube,
entre otras.

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En este sentido, gran parte de la representación de personajes trans se ha materializado en


retratos estereotipados y negativos, que no reflejan las experiencias reales del colectivo.
Además, muchas mujeres tienden a ser deshumanizadas y cosificadas a través de
representaciones hipersexualizadas, y desarrolladas desde miradas masculinas (Otero, 2019).

De acuerdo con Otero, en la actualidad prevalece un enfoque falocentrista a la hora de


representar a las mujeres trans, quienes comúnmente son incorporadas en la sociedad
masiva de expresión a través de tres tipos de roles: villanas, objetos de burla (bufones)
o víctimas.

Pese a esto, la sociedad masiva de expresión ofrece la posibilidad de que las personas
se conviertan en productoras de contenidos. De este modo, las redes sociales deben
ser vistas como un recurso que permite proponer concepciones más realistas sobre las
mujeres trans y sus vivencias. Ejemplo de ello es la cuenta de Instagram @Mister.and.
Mr, que nació en Santiago de Chile en el marco de los movimientos de reconocimiento
político Lgtbiq+, y que tiene como protagonistas a dos personas queer. Los autores de
esta experiencia presentan su postura en el artículo final de esta publicación.

Otro ejemplo es la cuenta de Instagram @Transtelar, que promueve la educación sobre


temáticas asociadas al género y la cuestión trans, bajo el lema “atravesamos géneros, cuerpos,
normas, imposiciones, imaginarios… espacios. Somos estrellas y en la disidencia brillamos”.

En relación con lo señalado hasta el momento, Sandra Martínez (comunicación personal,


septiembre de 2020) expuso que las redes sociales han sido herramientas fundamentales
para la formación y educación de personas trans y para la creación de redes de apoyo al
interior de la comunidad.

Yo creo que las redes sociales nos ayudan mucho como a entender muchas cosas, ya que la
mayoría de [las] mujeres trans no hemos tenido educación, porque nos ha tocado salirnos desde
muy temprana edad de las casas. Dichosas las niñas que han tenido la oportunidad, que las han
apoyado desde el principio, pero la mayoría no hemos tenido educación, y las redes sociales,
al ver uno una niña actuar de una forma u otra, entonces uno se va capacitando también, o
uno les va dando ideas a muchas, ideas positivas. Entonces yo sé que no todas, pero por ahí
[a] dos o tres les va[n] a quedar las enseñanzas que uno les dé […] hace más o menos un año
que las redes sociales me sirvieron mucho, no por lo de la campaña, sino porque tiene que
ver algo muy bonito, que se demostró que nosotras somos muy unidas, somos una familia las
mujeres trans […] el año pasado estuve en campaña y las chicas todas me enviaron un video
apoyándome, de diferentes ciudades, de otros países, niñas colombianas que están en otros
países, me enviaron un video para yo publicarlo en redes sociales, ellas apoyándome. Eso fue

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La construcción de una cultura trans y las posibilidades expresivas de
las redes sociales-digitales

algo que sensibilizo a las personas, porque yo lo compartía y ahí la gente entendió que somos
unidas, que podemos hacer mucho, que también merecemos una oportunidad. La verdad eso
fue algo muy bonito que las chicas hicieron el año pasado.

Asimismo, las redes sociales se han convertido en canales que les permiten a las mujeres
trans reclamar por sus derechos y buscar el reconocimiento de ciertos actores sociales.
Así lo señaló Brittany de la Vega (comunicación persona, septiembre de 2020):

Hace poquito, en las redes sociales de la Red de Mujeres Trans, hice una denuncia pública, a
través de un esquema de video. Actuamos con amor, y queríamos sensibilizar a las personas
que nosotros también tenemos nuestros derechos. Ahorita hace poco también hicimos Café
Virtual, que con lo de la pandemia, aprovechamos las redes sociales para hacer conciencia y
sensibilizar a través de la cultura y manifestaciones artísticas.

Adicional a lo mencionado, estos medios de expresión también han ido permitiendo la


inclusión de personas trans en narrativas de ficción y han facilitado la promoción de turismo.
Esto se hace evidente en el siguiente fragmento:

Ahorita vemos mucho Netflix. Ahí hay muchas series de personas sexualmente diversas
(lesbianas, gais); hay hasta actores y actrices de nuestra población, mire como se ve desde
ahí los temas de inclusión. Ahorita hablamos de turismo LGBT, porque eso también hace parte
de nuestras redes sociales. Nosotras como chicas podemos ir a visitar todos estos tipos de
espacios. (de la Vega, B., comunicación personal, septiembre de 2020)

Cabe agregar que las redes sociales constituyen un medio para la socialización entre
personas trans y para la promoción de distintos servicios.

La mayoría usamos es WhatsApp, Facebook, Instagram. Más que todo he visto a las niñas
en WhatsApp y Facebook. En estos momentos las mujeres trans son muy activas en redes
sociales, tanto para el trabajo como para socializarnos entre nosotros mismas, para conocernos,
pues las usamos mucho y le sacamos mucho beneficio. (Martínez, S., comunicación personal,
septiembre de 2020)

SI bien las redes sociales permiten la divulgación de ideas y valores que contribuyen al
reconocimiento de las mujeres trans, también se debe considerar que a través de ellas
algunas personas pueden atacarlas, discriminarlas y violentarlas. Tal y como lo menciona
Brittany de la Vega:

Yo digo que las redes sociales se pueden manejar de dos formas. Una, a través de la parte
de conciencia social, para promover diferentes esquemas, diferentes formas de expresar la

Cuaderno Javeriano de Comunicación • Cali Colombia • No. 16 • pp 1- 91 • septiembre 2021 • ISSN 2322-8474 65
Camila Marcela Chirán Melo

población sexualmente diversa. Vemos que hay muchas partes educativas, que hacen por educar,
por sensibilizar. Pero hay otras que se encargan, no falta el transfóbico, de discriminarnos, o
de visibilizarnos de una forma totalmente aterradora. Entonces yo creo que las redes sociales
pueden sensibilizarnos, educarnos, pero también es un arma de doble filo, porque no falta la
persona que no nos quiera y divulgue información mala de nosotros. O si, por ejemplo, una
chica trabajadora sexual que no les correspondería a ellos divulgarla, sino a nosotros […] puede
salir por ahí. Además, independientemente de lo que seamos, somos personas y tienen que
tratarnos como personas distintas con derechos iguales. (Comunicación personal, septiembre
de 2020):

Conclusiones

En este artículo se ha realizado una aproximación a los procesos de ordenamiento simbólico,


entendidos como aquellos que permiten la configuración de una cultura, y que tienen lugar
en la confluencia entre un grupo de personas trans. Así, en primer lugar, se retomó el
planteamiento de Sampson (2000), para quien la cultura alude a aquello que le permite al
ser humano completar su desarrollo, por la vía de su complemento en una artificialidad.
Este autor afirma que el lenguaje constituye la columna vertebral de toda cultura. Hablar
del ordenamiento simbólico de una cultura trans implica necesariamente preguntarse
por un lenguaje de lo trans; la manera en que se significa la realidad desde significados
distintos a los hegemónicos.

La propuesta de Sampson se recupera en los planteamientos de Butler (2001) y Castelar


(2015), quienes afirman que el género es una construcción cultural, y, por tanto, no se
determina por el momento en el que se nace. Si bien a cada persona se le asigna un sexo
biológico al nacer, es al momento de insertarse en una cultura cuando se define con qué
roles y características se identifica alguien. De este modo, las personas trans configuran
su identidad de género y rompen una serie de valores establecidos por la sociedad
cisheternormativa. Al hacer esto último, deben enfrentar como principal desafío el rechazo
y la discriminación de diferentes actores sociales.

Como consecuencia de lo anterior, uno de los principales propósitos que tiene la


configuración de una cultura trans es lograr ser reconocida y validada por otros colectivos
o grupos sociales con los que conviven. Hablar de este reconocimiento, según Honneth
(2011), implica pensar en la visibilización y aprobación de la experiencia trans. Para ello, las
redes sociales-digitales pueden ser una herramienta potente en la divulgación de valores
e imaginarios, que contribuyan al reconocimiento de las personas trans como parte de
nuestra sociedad.

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La construcción de una cultura trans y las posibilidades expresivas de
las redes sociales-digitales

Bibliografía

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de Claseshistoria, 343, 1-24.
Butler, J. (2002). Los cuerpos que importan. En Cuerpos que importan. Paidós.
Castelar, A. (2015). Diversidad, identidad, sexualidad (un palimpsesto). Editorial Universidad Icesi.
Honneth, A. (2011). Invisibilidad. Sobre la epistemología moral del reconocimiento. En La
sociedad del desprecio (pp. 165-182). Editorial Trotta.
Ortiz. R. (2003). Comunicación, cultura y globalización. Cátedra Unesco de Comunicación Social.
Ossa, C. (2003). Uso, abuso y desgaste de la expresión “Libertad de expresión” en Chile.
Genealogía y crítica. Comunicación y Medios, 13, 81-94.
Otero, M. (2019). La representación trans en ficción audiovisual: evolución de las
narrativas y el vanguardismo de Pose [Trabajo de Grado de Maestría, Universitat
Jaume I]. https://core.ac.uk/download/pdf/286100791.pdf
Pereira, M. (2018). La voluntad de existir: historias de violencia en una colectividad de
mujeres trans. Ex Aequo, 38, 67-82. DOI: https://doi.org/10.22355/exaequo.2018.38.05
Sampson, A. (2000). Funciones y sentidos de la cultura. En M. C. Tenorio (ed.), Pautas
y prácticas de crianza en familias colombianas (pp. 259-268). Serie Documentos de
Investigación del Ministerio de Educación y la OEA.

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Edición No. 16 - septiembre 2021

Diversidad de géneros

Políticas públicas para la ampliación


de la democracia a través de la
participación de los colectivos trans
Por:
Juan Pablo Alvarado Herrera

Estudiante de Psicóloga
y Derecho. Becario del
proyecto TranSER: programa
para el fortalecimiento
de una sexualidad plena,
satisfactoria y saludable en
mujeres transgénero de
cinco ciudades de Colombia
(Cali, Bogotá, Bucaramanga,
Armenia, Calarcá y
Cartagena), financiado
por Convocatoria para el
Fortalecimiento de Proyectos
de CTEI en Ciencias Médicas
y de la Salud con Talento
Joven e Impacto Regional,
número 850 del 2019,
del Ministerio de Ciencia
Tecnología e Innovación, y
ejecutado por la Pontificia
Universidad Javeriana
Cali durante el periodo
de febrero a diciembre
2020. Correspondencia:
jpalvaradoh@
javerianacaliedu.onmicrosoft.
com

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Políticas públicas para la ampliación de la democracia a través de la
participación de los colectivos trans

Resumen

El presente texto aborda cómo las diversidades de género contribuyen a la ampliación


del lenguaje político con el que se reconocen las convivencias de las mujeres trans y
su legitimación en el ámbito de las políticas públicas. Para tal efecto se desarrollan tres
apartados, a saber: el primero refiere a los debates en torno al género y su relación con la
significación de las realidades. El segundo alude al abordaje del reconocimiento como una
experiencia contraria al orden de la discriminación. Y el tercero da cuenta de las posibilidades
que devienen de las políticas públicas. Las reflexiones desarrolladas tuvieron como punto
de partida el webinar titulado Políticas públicas y el ensanchamiento democrático por vía
de la participación de la comunidad trans17.

Introducción

En la actualidad, diversos movimientos han buscado intervenir el lenguaje público


de las demandas de reconocimiento, como si se tratase de un instrumento capaz de re-
contextualizar los derechos humanos y generar garantías constitucionales. En tal virtud, el
lenguaje se relaciona con la capacidad de ordenar la realidad en el momento en que significa
convivencias deseables e indeseables. La capacidad de los agentes sociales y líderes de
opinión para profesar ideas y valores tiene un efecto en los procesos de organización
social (Rojas et al., 2008).

Las transformaciones en las discursividades responden a experiencias sociales, culturales


e históricas, que designan formas particulares de participación ciudadana, las cuales
encuentran en la diversidad de géneros un escenario para su constante expansión. Así,
se ha conformado social y políticamente la ciudadanía –en sentido amplio-, con el fin de
redefinir relaciones de poder basadas en el género y la vivencia de la sexualidad (Pecheny
y De La Dehesa, 2009)

Las transformaciones lingüísticas que proveen los movimientos sociales Lgtbiq+, asumen
que el género es una categoría cuestionable que legitima múltiples formas de vulnerabilidad
(Scott, 2011). Las nuevas comprensiones refieren el carácter incompleto y performativo
de los lenguajes. Ese que puede intervenirse a través de procesos de interpelación que
buscan ampliar la comprensión de los grupos sobre la vida en común. De ahí que las ideas

17
Para más detalles véase: Alvarado, J. P., Weinstein, L., Olarte, D. y Castañeda, G. (octubre 2, 2020). Coloquio
5: Ciclos de vida y vulnerabilidad social en el Valle del Cauca: subversión del género. Las políticas públicas y
el ensanchamiento democrático por la vía de la participación de la comunidad trans. Pontificia Universidad
Javeriana, Cali. Recuperado desde http://vitela.javerianacali.edu.co/handle/11522/14128

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Juan Pablo Alvarado Herrera

sobre lo masculino y femenino sean objeto de revisión (Fernández, et al., como se citó en
Hoyos y Valderrama, 2019).

Sin embargo, existe un error común frente al término género, pues se considera -
equívocamente- como una cualidad que tiene relación directa y exclusiva con los feminismos
y la comunidad Lgbtiq+, y no se le amplia como un modelo explicativo, aprovechable para
el análisis social de los grupos que padecen los efectos de la subalternidad. Quizás esta
confusión se debe a que los estudios de género se vinculan política y conceptualmente
a los movimientos feministas que precedieron, en términos históricos, a los estudios de
las masculinidades (Núñez, 2016).

Debates en torno a la re-significación del género

Los estudios feministas crearon condiciones para pensar el rol de las personas en la
organización social, la adopción de comportamientos y prácticas y las demandas según
el contexto en el que interactúan (Núñez, 2016). La perspectiva de las mujeres, no es
solo un cuestionamiento de masculinidades opresoras, sino que ofrece un parámetro
normativo para pensar la humanidad en su búsqueda de un vivir deseable. De ahí que las
tensiones entre naturaleza y sociedad, así como los asuntos atinentes a los cuerpos y las
subjetividades, respondan al interés de este enfoque (Núñez, 2016).

En relación con lo mencionado, el abordaje del género pasa por el estudio del papel que
tiene la repetición en la introyección de los asuntos identitarios que dan forma a la hetero-
norma. Desde la repetición se conforma el acervo de recursos sociales que los individuos
tienen disponibles para presentar sus comportamientos (Butler, 2007; Solana, 2013). En
este sentido, algunas de las repeticiones de dichos actos performativos de género reafirman
el régimen jurídico-normativo asociado a valores, ideales y creencias occidentales. No
obstante, en ese entramado discursivo también tienen lugar experiencias de interpelación
que tienden a ampliar los referentes con los que se nombra la relación entre política y
realidad (Solana, 2013).

Así, las expresiones performativas, fundamentadas en la interpelación, que se distancian


del régimen impuesto, irrumpen la norma y desestabilizan la misma; algunas de ellas la
subvierten, es decir, en términos de Solana (2013), roen la validez de su estructura para
cambiar el modo de lo que se asemejaba como normalidad. En tal virtud, es en el ámbito
del sistema de género donde se pueden encontrar las condiciones para transformar el
carácter ignominioso de las interacciones sociales (Butler, 2007).

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Políticas públicas para la ampliación de la democracia a través de la
participación de los colectivos trans

Con fundamento de lo anterior, algunos actores sociales consideran que dichas teorizaciones
alrededor del género consagran una ideología, la cual:

Supone un sistema de pensamiento donde las diferencias entre el hombre y la mujer, a pesar
de las obvias diferencias anatómicas, no corresponden a una naturaleza fija, sino que son unas
construcciones culturales y convencionales, configuradas según los roles y estereotipos que
cada sociedad asigna a los sexos. (Gutiérrez, 2018, p. 3)

Dicha conceptualización ignora que el género es una categoría de análisis de naturaleza


política que reconoce los procesos de construcción social de la identidad; es decir, de
lo que es ser hombre y mujer, desde una perspectiva binaria, o género fluido, partiendo
de una mirada más amplia y contemporánea. Desde su accionar, los feminismos y los
colectivos Lgtbiq+ aportan al cambio social (Gutiérrez, 2018).

Debido a la alteración del orden social y político tradicional, diferentes sectores políticos
y actores seculares, inusuales en el contexto democrático, se han trasladado al escenario
público, con el fin de defender la familia y lo valores tradicionales, amenazados por
las identidades y expresiones de género no hegemónicas. Consecuentemente, estos
activismos de oposición buscan impactar en la vida pública y en las instituciones políticas
que la regulan. Para ello han establecido una agenda de intervención política y social, la
cual se desarrolla a partir de particularidades del contexto, específicamente por códigos y
modelos patriarcales y cisnormativos y sus canales de poder (Moran, 2018). También se
movilizan en los medios institucionales y sociales; en los parlamentos, políticas públicas,
y estructuras educativas, a través del currículo y la producción intelectual y académica,
afectando de manera directa los procesos democráticos y obstaculizando los escenarios
de participación e inclusión.

Asimismo, favorecen el proceso de invisibilidad para la comunidad Lgbtiq+ frente al resto


de la sociedad, pues al no ser consideradas como legítimas, no existe la intencionalidad
por parte del observador de reconocerlas, hacerlas inteligibles y dar cuenta del valor
intrínseco que poseen.

Invisibilidad, discriminación y reconocimiento

El proceso de ser visible o no en el escenario público, desde una mirada psicosocial,


como la que se propone, refiere a la visibilidad como parte la validación social del ser
humano ante la mirada de los otros. Honneth (2011) postula que “ver a través de” designa
un hecho público que afecta la experiencia de los sujetos que son invisibilizados, cuestión

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Juan Pablo Alvarado Herrera

que está presente en los procesos sistemáticos de discriminación social. En el sentido de lo


expuesto, la invisibilidad es una forma sutil de discriminación, puesto que indica que dicho
sujeto no es socialmente visible para quién observa (Ellison, como se citó en Honneth,
2011). Por el contrario, el reconocimiento constituye un acto expresivo mediante el cual
es conferida a la visibilidad al sujeto, asunto que va en consonancia de la experiencia de
la inteligibilidad y la atribución diferenciada de un valor distinto al que se otorga el sujeto.

La invisibilización va acompañada de comprensiones epistemológicas que justifican


el hecho de que las otredades no sean vistas. Tal como se cita en Zurita et al. (2019),
existen diferentes “regímenes de (in)visibilidad”, validados históricamente y justificados
institucionalmente. Tales concepciones tienen lugar en el ejercicio de la autoridad pública
y en las formas en que se delimita el comportamiento deseable e indeseable.

Los sujetos que padecen la invisibilización buscan producir alteraciones del campo perceptual;
intentan evidenciar su existencia a través de conductas trasgresoras y de subversión. Las
mujeres trans se toman el espacio visual a través de narrativas y estéticas que problematizan
los límites binarios de la comprensión del género. Estos actos performativos del género
pretenden ser un elemento para la inteligibilidad. En palabras de Butler (2009), “quién
es considerado a efectos de vida, quién puede ser leído o entendido como ser viviente
y quién vive o trata de vivir al otro lado de los modos de inteligibilidad establecidos.” (p.
325). Sobre la alusión que hace la autora de los atributos de la performatividad se enfatiza
en lo siguiente:

La performatividad es un proceso que implica la configuración de nuestra actuación en maneras


que no siempre comprendemos del todo, y actuando en formas políticamente consecuentes.
La performatividad tiene completamente que ver con “quién” puede ser producido como un
sujeto reconocible, un sujeto que está viviendo, cuya vida vale la pena proteger y cuya vida,
cuando se pierde, vale la pena añorar. La vida precaria caracteriza a aquellas vidas que no están
cualificadas como reconocibles, legibles o dignas de despertar sentimiento. Y de esta forma
la precariedad es la rúbrica que una a las mujeres, los queers, los transexuales, los pobres y
las personas sin estado. (Butler, 2009, p. 335)

Sin embargo, el reconocimiento de la existencia del ser y estar en el campo de lo visible


puede intensificar fenómenos como la violencia; las personas invisibilizadas pueden
encontrar en esta un recurso para hacer parte del campo perceptual. El comportamiento
anómalo se asocia con perjuicios físicos, psicológicos y mentales, que resultan del proceso
de exclusión que padecen los sujetos (Barrientos, et al., 2010; Bravo, 2014).

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participación de los colectivos trans

En este panorama, la violencia se expresa por medio de acciones de constreñimiento, que


pueden ser ejercidas por particulares o por agentes estatales. Tales atropellos son descritos
por las comunidades Lgbtiq+ de diferentes países de Latinoamérica. Diversos estudios
señalan la necesidad de trabajar de forma coordinada entre las instituciones estatales y
la sociedad civil para afrontar las violencias que limitan los espacios públicos donde se
sitúan mujeres trans y otros grupos vulnerables (Comité de la Diversidad Sexual, 2012).

Las investigaciones también señalan que las personas trans constituyen grupos vulnerables,
porque representan una experiencia inclasificable dada la tensión entre naturaleza y cultura
(Fernández, 1996). Esta situación constituye un punto de partida para las identificaciones
desde las cuales se compone la experiencia trans, la desposesión de derechos, la inasistencia
estatal y las diversas violencias que conforman el correlato con el que las mujeres trans
asumen su lugar en la vida social (Gutiérrez, et al., 2018; Lempereur, et al., 2019).

Políticas públicas y recomposición normativa

La lucha por el reconocimiento implica deconstruir la perspectiva de quien va a ser


considerado sujeto y quién no. El régimen del reconocimiento también acarrea la lucha por
la inteligibilidad de las demandas de reivindicación social (Nazareno, 2016). Ser inteligible ha
movilizado las luchas sociales trans, asunto que se ve reflejado en las formas innovadoras
y creativas con las que se conquista el campo visual heteronormativo. Un ejemplo de ello
son las celebraciones entorno al orgullo gay.

Desde el enfoque de trans-ciudadanía se lleva a cabo una vía para el acceso a la recomposición
de los referentes normativos con los cuales se enuncian derechos y libertades. Esta concepción
de inteligibilidad entiende las políticas públicas como escenarios de hibridación entre la
política, la economía y la sociedad, es decir, marcos que sintetizan en el tiempo presente
las demandas de los grupos a partir de la reactualización de los referentes entre política y
realidad, asociaciones que se desgastan por efecto de la repetición y performatividad de
los lenguajes jurídicos.

Las políticas públicas se desarrollan en el ámbito de la función pública y definen el sentido


de los procesos y operaciones de bienes y prerrogativas, la inclusión o exclusión de
determinadas poblaciones, y contribuyen a la asignación de contenidos en la concreción
de soluciones solidarias a problemas comunes (Lefort y Jelín, como se citó en Pecheny,
et al., 2009).

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Juan Pablo Alvarado Herrera

Para la realización de esta manera de entender la política pública se requiere el plan del
Estado sobre una controversia social que es comunicada a la sociedad, la intervención del
aparato estatal por medio de un conjunto de acciones reglamentadas para la provisión de
bienes y servicio, y los efectos y consecuencias que se producen en la sociedad (Pecheny,
et al., 2009). Los asuntos mencionados se operacionalizan por medio de instrumentos,
técnicas y herramientas para la definición de la realidad social. Para tal fin, establece
categorías y funciones coherentes con la descripción de dicha realidad en el marco legal,
racional y burocrático (Lascoumes, et al., 2004).

En ese orden de ideas, las políticas públicas expresan mensajes a la sociedad que siguen
una lógica (Pecheny, et al., 2009), entre ellas, políticas comunicativas y expresivas, siendo
estas últimas la categoría donde se ubican las políticas sexuales, las cuales son consideradas
como vacías de sentido, e implican intervenciones inmateriales, metas medibles e impactos
en la población, que pasan a un segundo plano en la agenda pública. De esta manera,
las demandas de sectores de la ciudadanía -los cuales pretenden garantizar facultades
relacionadas a la sexualidad, a través del pleno ejercicio de los derechos sexuales y derechos
reproductivos, y su materialización en prácticas estatales- tienden a ser desestimadas.

Asuntos como el reconocimiento de uniones de parejas del mismo sexo, la legalización de la


interrupción voluntaria del embarazo o, en otros casos, su despenalización, el reconocimiento
legal de la identidad de las personas trans, entre otros, constituyen algunos ejemplos de
aquello que es visto como carente de sentido (Vaggione y Jones, 2015), mientras que las
políticas comunicativas referidas en sectores como empleo, impuestos, transporte, salud,
por mencionar algunas, son percibidas como relevantes para los intereses de la mayoría
de electores, por lo tanto, son de especial interés para los partidos políticos, tecnócratas
y funcionarios públicos en las diferentes ramas del poder.

En este orden de ideas, la sexualidad termina siendo afectada por las formas expresivas
en las que se plantean los asuntos a los que refiere. Los tabúes y las representaciones
sociales relativas al patriarcado alteran la ampliación de los contenidos relativos a la materia
(Hoyos y Concha, 2020).

En América Latina hay una tendencia a considerar la sexualidad en el marco del esquema
de prohibiciones sociales. Esto se ve reflejado en el desarrollo de las políticas públicas
que propenden por la ampliación de los contenidos asociados a las prácticas sociales
correspondientes (Preciado, 2009, p. 307). Según la Organización Mundial de Salud (OMS, 2005):

La sexualidad es un aspecto central del ser humano a lo largo de la vida y abarca al sexo, género,
identidades y roles, orientación sexual, erotismo, placer, intimidad y reproducción. La sexualidad

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Políticas públicas para la ampliación de la democracia a través de la
participación de los colectivos trans

se experimenta y expresa en pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores,


comportamientos, prácticas, roles y relaciones. Mientras que la sexualidad puede incluir todas
estas dimensiones, no todas ellas se experimentan o expresan. La sexualidad se ve influida por
la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales,
éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales.

Desde las limitaciones que se expresan en el intento de realizar políticas públicas coherentes
con los desafíos históricos de la población, se recurre a modelos explicativos como el de
la necropolítica. Según Estévez (2018):

[…] la explotación y destrucción de cuerpos tales como la masacre, el feminicidio, la ejecución,


la esclavitud, el comercio sexual y la desaparición forzada, así como los dispositivos legales y
administrativos que ordenan y sistematizan los efectos o las causas de las políticas de muerte. (p. 10)

Dicho fenómeno, en el que se evidencian sistemas de estratificación, se solventa en la


noción de biopoder, desde la cual se evidencia la capacidad de definir quién importa y quién
no, “quién es desechable y quién no” (Sagot, como se citó en Pereira, 2018). Muchos
grupos de mujeres trans padecen estas limitaciones y terminan siendo parte de contextos
de abyección, desde los cuales es muy difícil establecer una perspectiva de derecho. Al
respecto Pereira alude al caso de las mujeres trans en las cárceles de Costa Rica:

A veces las desvisten, las tocan, y no falta el policía que con la excusa de una requisa les corre
el calzón y les saca el pene en una calle oscura. Por décadas, la violencia que estas mujeres
enfrentan ha sido legitimada e institucionalizada, aunque ha sido prescrita por la ley, de fondo
la violencia persiste, permitiendo, por ejemplo, impunidad judicial, torturas policiales y de
desconocidos desde una lógica masculina. (p. 34)

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH, 2015) denuncia la existencia


de altos niveles de ensañamiento y crueldad, característicos en los actos homofóbicos y
transfobicos, referidos en “crímenes de odio”, que pueden expresarse a través de la “violencia
por prejuicio” contra las orientaciones sexuales e identidades de género no normativas.
Lo anterior se refleja en el promedio de vida de la población trans en Latinoamérica, que
no supera los 35 años de edad (CIDH, 2015).

En Colombia, a pesar de que la Constitución Política es vista como un texto progresista,


la ineficacia estatal lleva a que se deban activar mecanismos jurídicos para llevar a cabo la
relación del derecho y los ciudadanos. A través de la sentencia T-594 (Corte Constitucional,
1993), Pamela Montaño, mujer trans que participa en el proyecto TranSER, exigió que se

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Juan Pablo Alvarado Herrera

reconociera el cambio de nombre, de masculino a femenino, en el ejercicio de su derecho


al libre desarrollo de la personalidad18 y la libre expresión de su identidad de género.

El nombre se constituye como un pilar fundamental en la construcción de la identidad


personal, pues este emplea el lenguaje como instrumento de poder y clasificación. La
lucha de las comunidades trans refiere también al derecho a la transición, a la posibilidad de
cambiar los referentes absolutistas que devienen con la asociación entre biología y género.

A modo de conclusión

El caso de Pamela permite ejemplificar el modo en que se correlacionan las demandas


de reconocimiento subjetivo con una perspectiva normativa solventada por la comprensión
de los derechos humanos. Los grandes desafíos para la reivindicación social de las
comunidades vulneradas de mujeres trans van de la mano de la cualificación en un lenguaje
jurídico, que permita entender las relaciones entre política y realidad para hacer frente a
las contingencias ocasionadas por la necropolítica.

En aras del propósito enunciado, son indispensables las alianzas intersectoriales entre la
universidad, sociedad civil e instituciones estatales, así como la empresa privada y demás
sectores intersticiales en los que tiene lugar la vida de las mujeres trans. Poco conocimiento
se tiene sobre los dramas sociales de estas poblaciones, y se requiere ampliar el saber
que se tiene de cómo los grupos se adscriben al orden de la vulnerabilidad.

A través del conocimiento situado se pueden combatir los prejuicios con los que se
solventa el régimen heteronormativo y establecer una aproximación que tiene en cuenta
las interseccionalidades en las cuales convergen diversas formas de desigualdad. La
implementación de estrategias educativas que enfaticen en la sensibilización de la población
sobre los asuntos de la diversidad de géneros puede contribuir al decrecimiento de la
violencia (Bravo, 2014).

Finalmente, es preciso fomentar la participación ciudadana para la solución solidaria de


los asuntos comunes. A través de esa vía es posible dotar de contenido a las políticas
públicas, las cuales sólo funcionan si los actores sociales se apropian de la comprensión
normativa de las realidades que circunscriben.

18
Derecho constitucional promulgado por la Constitución de 1991 y desarrollado jurisprudencialmente.

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Edición No. 16 - septiembre 2021

Diversidad de géneros

Lo Queer y la moda disidente


Por:
Míster and Mr

@mister.and.mr es una
propuesta de divulgación
de contenidos digitales
relativos a la moda y a
la reflexión ético-política
sobre la diversidad sexual
en Chile y otros países
de Latinoamérica. Está
conformada por Jaime
Andrés Erazo Ochoa,
psicólogo clínico, magister
en psicoterapia Gestalt,
profesor de la Universidad
Mayor en Santiago de
Chile. Y Jorge Andrés
López Martínez, actor con
mención en pedagogía
en arte dramático y
consultor de servicio
al cliente en la capital
chilena. Correspondencia:
jaimerazo@gmail.com.
Consultar: Mister.and.mr [@
mister.and.mr]. (s.f.). [Perfil
de Instagram]. Instagram.
Recuperado de https://www.
instagram.com/mister.and.
mr/

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Míster and Mr

Resumen

El artículo ofrece una aproximación a la reflexión sobre el concepto queer y sus implicaciones
en el ámbito de la deliberación sobre los asuntos de la diversidad de géneros, a través de la
alusión a autores y autoras que han dotado de contenido la reflexión epistemológica sobre
la teoría queer19. Además, se presenta cómo las comprensiones de lo queer permiten la
discusión sobre la función social de la moda en el marco de los debates estéticos sobre
las tensiones entre tendencias y estilos. El texto presentado corresponde a una reflexión
que los autores hacen de un medio de divulgación de contenidos digitales en el que ellos
participan en calidad de productores de contenidos digitales. Se trata de @mister.and.mr.

Palabras clave: queer, cuerpo, moda, estilo, tendencia.

A modo de Introducción: ¿Qué es lo Queer?

La teoría queer aparece por primera vez en Hispanoamérica como una expresión
acuñada por Teresa de Laurentis (1987), autora feminista que ha realizado importantes
contribuciones a los estudios de género, la cinematografía y el psicoanálisis20. La expresión
queer recientemente ha hecho parte de la sigla Lgbtiq, la cual hace referencia a personas
lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, intersexuales y la última letra, que se refiere a
personas queer.

En el ensayo “Queer”: historia de una palabra, la filósofa española Beatriz Preciado (2012)
señala que: “desde su aparición en el siglo XVIII en lengua inglesa, queer servía para
referirse al tramposo, al ladrón, al borracho y a la oveja negra, pero también a todo aquel
que no pudiera ser inmediatamente ser reconocido como hombre o mujer” (p. 120). Era
una manera de calificar a los hombres afeminados y a las mujeres masculinas. Dicha
acepción fue incluida en la publicación Queer para dummies de la organización Sentiido21.

En la sociedad victoriana (reinado de Victoria I en el Reino Unido, entre 1837–1901), donde


se defendía “el valor de la heterosexualidad”, agrega Preciado, “queer era la palabra usada

19
Una primera aproximación al asunto se realizó el 26 de marzo de 2020 en la sesión 4 del Seminario Temático
TranSER, dedicado a los asuntos de la diversidad de géneros en el ámbito de los procesos de construcción
social de sentido. Para más detalles véase: Tobar Tovar, C., Castañeda, I., Chirán, C., & Galvis, J. (2021). Sesión
4: Producción social de sentido. Vitela.javerianacali.edu.co. Recuperado desde http://vitela.javerianacali.edu.
co/handle/11522/13122.
20
Para más detalles véase: Teresa de Lauretis. Teresa de Lauretis. Recuperado desde http://www.teresadelauretis.com/.
21
Para más detalles véase: Senttido. (2013). Queer para dummies. Sentiido. Recuperado desde https://sentiido.
com/queer-para-dummies/.

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Lo queer y la moda disidente

para nombrar a aquellas personas que escapaban del orden heterosexual” (p. 122). Eran
queer el maricón, la lesbiana y el travesti. No obstante, en menos de dos siglos la palabra
cambió radicalmente de uso, a juicio de la autora:

A mediados de los ochenta, empujados por la crisis del Sida, un conjunto de microgrupos
decidió apropiarse de la injuria queer para hacer de ella un lugar de acción política […]. Así, ya
no era ‘el señorito heterosexual’ el que llamaba al otro ‘maricón’, sino que ahora el marica, la
lesbiana y la persona trans, se autodenominaban queer. La palabra dejó de ser un instrumento
de represión social para convertirse en uno revolucionario. (p. 244).

El cuerpo, lo Queer y la disidencia

En el libro Cuerpos disidentes: otras formas de ser y de estar en el mundo, de Jacqueline


Torres (2015), se plantea que al hablar del cuerpo, no podemos pensarlo como si se tratara
de una idea. Es preciso situar el cuerpo en el tiempo y espacio, como la experiencia del ser
y del estar en el mundo. Esto significa que en cada momento de la historia y en cada cultura
se han normado los cuerpos, para asignarles lugares y propósitos de acuerdo a su sexo.

Según Torres, con la institucionalización del capitalismo se han ido perfeccionando las
prácticas que pusieron a los hombres al servicio de la producción y a las mujeres en la
reproducción de la vida, hasta llegar a las oficinas y convertirse en las súper mujeres, que
ya no son responsables solo de la casa, sino de hacer política, cuidar a la familia, compartir
-o no, en el caso de las migraciones- las deudas y amar al hombre de la casa.

Las presiones socioeconómicas y culturales que impone el modelo de producción capitalista


neoliberal están marcadas por la industria cosmética, la moda, la medicina, la alimentación
y el deporte, que crean patrones que requieren de consumo de muchos productos para
intentar alcanzar el modelo corporal. En la actualidad se ha producido una corporalidad que
niega la diversidad y busca implantar patrones de belleza, sueños, voluntades, sexualidades
y formas de ocio que sirven para sostenerlo.

Del mismo modo, como menciona Torres, también hay un impacto sobre nuestros cuerpos,
cuando se intentan controlar las relaciones con el Estado en una sola forma de ciudadanía.
El neoliberalismo, por ejemplo, trata de crear individuos sin memoria, que expresan antiguas
prácticas patriarcales que reproducen la exclusión, jerarquías, violencias, autoritarismos
y democracias ficticias, que no responden a la necesidad de todas las experiencias de
vida. Ahí están las instituciones, controlando la natalidad de las mujeres y criminalizando
el aborto, así como reprimiendo y desapareciendo a las voces disidentes, sean mujeres u

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hombres, estudiantes o profesionales, indígenas, campesinos o defensores de derechos


humanos, entre otros.

Carlos Fonseca y María Luisa Quintero (2009), docentes de la Universidad Autónoma


de México, explican en el artículo La teoría queer: la deconstrucción de las sexualidades
periféricas (citados por la organización Sentiido), que lo queer representa las sexualidades
que traspasan las fronteras de lo aceptado socialmente: la vida heterosexual, monógama
y entre personas de la misma edad y clase social, entre otros.

La palabra queer, afirman, utilizada como verbo, significa “desestabilizar” normas


aparentemente fijas, mientras que el adjetivo queer es entendido como “raro”, “torcido” o
“extraño”, y no existiría sin su contraparte straight, que significa “derecho” o “heterosexual”.
En términos generales, además de retar la heterosexualidad obligatoria (también llamada
“heteronormatividad”), la teoría queer rechaza clasificar a las personas por su orientación
sexual o identidad de género. Fonseca y Quintero señalan que, tal como lo ha dicho la
filósofa norteamericana Judith Butler (2005), cualquier categoría de identidad, como la
“lesbiana” o la “heterosexual”, por solo nombrar dos, regula, controla, autoriza y, en
menor medida, libera.

Así mismo, Brigitte Baptiste, quien es una reconocida mujer trans, bióloga y rectora de la
Escuela de Administración de Negocios (EAN) en Bogotá, Colombia, plantea que lo queer es,
en esencia, no aferrarse a parámetros o a estereotipos solamente por cumplir con las
expectativas de los demás. Es una premisa básica en cualquier ámbito de la vida, pero
especialmente en el “deber ser” del género y la sexualidad. Dice Baptiste: “no existen
parámetros correctos. Lo queer es vivir y expresarse de manera espontánea”. Se trata de
reflexionar en qué prácticas sociales una persona se siente incómoda y en cuáles quisiera
expresarse de otra manera. Ser auténticos. Y por eso es posible hablar de lo queer en
cualquier espacio.

Lo anterior se puede ilustrar al establecer la estrecha relación que existe entre estas teorías
y la biodiversidad. Según Brigitte Baptiste, “la naturaleza no tiene un único modelo para
existir y hacer especie. La evolución genera patrones que se acomodan a las circunstancias
y ensaya muchas alternativas, donde el azar juega un papel importante. Cada una de esas
propuestas se diversifica, multiplica y toma caminos inesperados”.

Tampoco comparte la afirmación de que “Dios nos hizo hombre y mujer”, frase usada para
rechazar a las personas trans. “Si al principio Dios los creó hombre y mujer, no significa
que los hizo fijos y para siempre de esta manera, porque eso sería una condena”. Para

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Lo queer y la moda disidente

ella, parte de la libertad de elección, que debe respetarse e incluso promoverse, es la de


pasar de un género a otro. Esa noción de que la diversidad sexual y de género es “algo
malo o antinatural” es atribuida a discursos religiosos simplistas, politizados y utilizados
como herramientas para generar miedo y control social.

Brigitte plantea en la entrevista que, pese a ser una categoría determinante de la personalidad,
que se desarrolla muy pronto, la identidad de género tiende a ser muy rígida: si una persona
tiene vagina, es y debe comportarse como lo que socialmente se considera es una mujer,
y si tiene pene, es y debe comportarse como un hombre. “Y cambiar esas estructuras
causa temor a la gente”. Sería ideal liberar a la sociedad de lineamientos tan rígidos, como
que los hombres deban ser de tal manera y las mujeres de tal otra. “El objetivo debe ser
destruir la división de roles y tareas. Mi anatomía no debe conducirme a ninguna clase de
posición, ni privilegiada ni sometida, dentro del orden social”.

¿Qué es el estilo de moda Queer?

Antes de hablar sobre qué es la moda o el estilo queer es importante diferenciar la


moda del estilo y la tendencia. La moda es lo que está en boga en un lugar y momento
determinado. Se refiere al presente. Es por eso que lo que está de moda hoy seguro dejará
de estarlo y cambiará. La tendencia se refiere al futuro. Nos muestra lo que va a ser moda,
y por lo general llega primero a grupos selectos y exclusivos. El estilo, por su parte, es
Infinito. No viene influenciado ni por una moda ni por una tendencia. Es un aspecto personal
que no tiene un inicio ni un fin determinado. Estilo son las pequeñas cosas que nos gustan
a cada uno de nosotros sin importar la temporada. Sin embargo, generalmente, al hablar
de la moda se habla de ella como industria, la cual acapara y mezcla esos tres conceptos.

Esta industria ha operado como medio articulador del imaginario colectivo, moldeando
los cuerpos y sus percepciones sociales. El género en sí mismo es una construcción y
percepción social. Judith Butler (2002) asegura que el género es performativo, no una
performance, pues no es una actuación, si no performativo, acercándolo a la categoría
artística del happening, en donde algo que se produce y se reproduce genera uno o
varios efectos en el otro. Actuamos, caminamos y hablamos de manera que consolidan
la impresión de ser un hombre o una mujer. Esta performatividad aparece en la historia de
la moda a partir del Imperio romano, en donde el drapeado de la togas, así como el largo
de las mismas, sus colores y el material en que se hacían, y junto a ellas el rizado del pelo
y diseño de barbas en los hombres, presentaban un estatus y ayudaban a comunicar el
lugar y rol de cada individuo en la sociedad.

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Dando un salto importante y viendo el comportamiento social de los siglos XVIII y XIX,
e incluso los inicios del siglo XX, se puede ver que la construcción del carácter de lo
masculino se realizaba en oposición a lo estético-femenino. Aquellos cuerpos embellecidos
por elaborados encajes, plumas y recovecos enmascaraban una tradición de mujeres
oprimidas e inmovilizadas por “jaulas indumentarias”, como los corsés y los miri-ñaques.
Por consiguiente, sus modos de vida eran afectados por este elemento artificial, que
restringía su acceso a otro tipo de actividades, e incluso repercutían en el funcionamiento
fisiológico natural del cuerpo, como en su flujo respiratorio.

Conforme avanza el siglo XX el marketing le confiere el color rosa a la mujer y el azul


se lo deja a los varones. Sin embargo, es en este mismo siglo donde resulta Imposible
negar la gran cercanía de industria de la moda con la homosexualidad, puesto que, como
lo afirmó Sontag (2007), “el esteticismo y la ironía homosexuales son una de las fuerzas
precursoras de la sensibilidad moderna” (p. 124). El homosexual siempre ha estado a la
vanguardia. En la primera mitad del siglo XX el diseñador Christian Dior, quien jamás habló
públicamente sobre su orientación sexual, definió este periodo en la construcción de la
hiper-feminidad; una idealización del cuerpo que ciñe la cintura, entalla el torso y pretende
una silueta de reloj de arena. Tiempos de recuperación y “normalización-normativa” de
la mujer idealizada como la ama de casa perfecta. Posteriormente, en los revueltos 60, el
futuro parece palpable, con los alcances de la actividad humana en el espacio. Se exhiben
las piernas en mini faldas, como nunca antes, gracias a Mary Quant, y es en esta misma
década donde se encuentra el epítome de la masculinización de la mujer con el smoking
femenino de Yves Saint Laurent. En la década del 80, y de la mano de diseñadores cómo
Thierry Mugler, Claude Montana y Giorgio Armani, aparece una silueta de trapecio invertido,
de prominentes hombreras, que con contundencia comunicaba visualmente a los hombres
un estado de “aquí estoy, presente como mujer y a la par del hombre”. Y finalmente en los
90, diseñadores abiertamente gais, como Jean Paul Gaultier y Gianni Versace, fetichizaron
a la mujer a través los códigos del homoerotismo, no para convertirla en un objeto sexual,
sino para empoderarla a través de ellos como catalizadores.

La teoría y sensibilidad queer es en sí misma dinámica; cambia y evoluciona constantemente.


Conforme llegó el siglo XXI las discusiones empezaron a apartarse de la sexualidad, para
centrarse en el género, como algo que, según dice Teresa de Laurentis (1987), “es tanto
una atribución como una apropiación, otros me atribuyen un género y yo lo asumo como
propio... o no” (p. 134). En este siglo, especialmente desde la segunda década, aparecen
diseñadores como Palomo Spain o Ludovic de Saint Sernín, quienes llegan a llenar
esta “nueva” necesidad de tener una libertad de expresión de género cómo respuesta
a la heterohegemonía, empujando las barreras del género hasta casi desaparecerlas,

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Lo queer y la moda disidente

particularmente en la exploración de nuevas masculinidades, con propuestas genderless


de códigos tradicionalmente femeninos sobre cuerpos masculinos.

La enorme aceptación y admiración de estas propuestas por parte del público hace pensar
que lo queer es el rumbo que va a tomar la estética en los años que vienen, y por esto
mismo la moda y el estilo queer están llamados a ser las herramientas más poderosa para
la expresión de género. Esto debido a que la moda como disciplina, y particularmente
la moda queer como herramienta del estilo, desarticula la construcción cultural de los
cuerpos normalizados y promueve nuevas identidades, mismas que históricamente han
sido oprimidas por las estructuras sociales tradicionales, generando así un camino en la
transformación de la sociedad, en la inclusión de aquellos cuerpos que no corresponden
con un estereotipo de lo “normal”.

Podemos entonces decir que el estilo queer es el vehículo que nos permite transitar
libremente entre los pilares binarios que están construidos como bases del género. Un
vehículo que nos da la posibilidad de explorar y jugar con texturas, colores, prendas y
accesorios que permitan manifestar nuestro sentir auténtico y nuestra propia visión del
mundo, así como nuestra individualidad, más allá de los roles impuestos por la sociedad.

A modo de conclusión: el impacto del estilo Queer

Regresando a las palabras de Brigitte Baptiste, “No existen parámetros correctos. Lo


queer es vivir y expresarse de manera espontánea”. Espontaneidad y autenticidad son la
base de la sensibilidad queer, que junto al body positive se han convertido en los principales
movimientos de empoderamiento y autoaceptación.

Nerea de Ugarte (2017), quien encabeza La rebelión del cuerpo, que busca combatir los
estereotipos y las imposiciones sociales según los cánones de belleza supuestamente
ideales, manifiesta al respecto:

Estos movimientos colectivos han aparecido porque se ha empezado a generar más conciencia
sobre el impacto que tiene la violencia simbólica en la construcción de la identidad. El hecho
de que nos bombardeen constantemente con publicidad, con medios de comunicación que
perpetúan un estereotipo de belleza específico y bastante inalcanzable, trae consecuencias a
nivel de salud mental, física, a nivel de bienestar emocional22.

22
Véase: El Mostrado Braga. (2017). Body Positive: el movimiento mundial que busca la aceptación del cuerpo
y que se vuelve cada vez más popular. El Mostrador. Recuperado desde https://www.elmostrador.cl/
braga/2017/11/08/body-positive-el-movimiento-mundial-que-busca-la-aceptacion-del-cuerpo-y-que-se-vuelve-

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En la actualidad, en un entorno más democrático se da la posibilidad de construir nuevas


identidades. El cuerpo moderno atraviesa un proceso de individualización y hace una
ruptura frente a las concepciones del orden del cuerpo tradicional. Hoy integra cada vez
más el circuito mediático la aparición de personajes que dan voz al “no-genero”, dentro de
los que destacan Jonathan Van Ness, del programa televisivo Queer eye for the straight
guy, el cantante Sam Smith, Conchita Wurst, Ruby Rose, la actriz India Moore, el actor
Billy Porter y la cantante no binaria LP. Los mencionados ejemplos, además capacidades y
aptitudes, han instalado la idea en el colectivo de que tienen un estilo propio y autentico, que
además es imitable, convirtiéndolos incluso en modelos a seguir. La sociedad condiciona y
en cierto punto los individuos ceden a su poder hegemónico con tal de conseguir algo de
reconocimiento, pero individuos mediáticos como los mencionados, de a poco subvierten
estos códigos.

La sensibilidad, y particularmente el estilo queer, teniendo a la moda como su principal


aliado, es generalmente el primer paso que permite romper con los estigmas impuestos
por el entorno, y se convierte en cierta medida en un forma ligeramente “más segura” de
empezar a explorar las búsquedas personales. Es muchas veces la moda y el estilo queer
los que dan la posibilidad de sembrar el germen del cambio y, poco a poco, re-articular
el imaginario colectivo. El estilo queer permite quebrar de a poco las reglas de la imagen
que articulan la construcción cultural del vestir y que cubren de un sentido simbólico a los
cuerpos, limitándolos de todo su potencial. Es la sensibilidad queer la que permite decir:
“no es ropa de hombre o de mujer, es solo ropa”. La moda revoluciona al individuo desde
el indumento.

cada-vez-mas-popular/.

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Lo queer y la moda disidente

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7 Presentación: el seminario temático TranSER y el compromiso con la
investigación formativa sobre las diversidades de géneros en Colombia
15 Estudio Introductorio. La identidad en disputa: una reflexión sobre la
experiencia de la diversidad de géneros en los escenarios de la
medicalización, los medios de comunicación y la política
27 La medicalización en el proceso de transición corporal y reconocimiento:
análisis de los testimonios de dos mujeres trans colombianas
41 La lucha por el reconocimiento, la inteligibilidad y la consolidación de una
experiencia transmedia: aproximaciones comunicológicas sobre la
diversidad de géneros
53 La construcción de una cultura trans y las posibilidades expresivas de las
redes sociales-digitales
73 Políticas públicas para la ampliación de la democracia a través de la
participación de los colectivos trans
85 Lo queer y la moda disidente

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