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Europa 4
Legajo: P- 2943/2
Considera la participación popular en la
Revolución Francesa, explique la movilización
campesina en el contexto revolucionario, sus
fases y sus principales procesos.
El contenido popular de la Revolución Francesa es insoslayable, más allá de
sus resultados finales. La movilización de las masas populares, si bien se
acentúa a partir de la crisis revolucionaria de 1789, sus raíces se encuentran
en el “antiguo régimen” y, de hecho, precedió por varios meses al accionar
revolucionario de la burguesía. Los distintos movimientos populares que se
dieron antes del estallido de la Revolución fueron procesos dispersos y
esporádicos, y respondieron a diferentes cuestiones. Se podían originar por la
suba del precio del pan como en 1775 con la denominada “guerra de las
harinas” donde las masas invadió los mercados y las fincas agrícolas; en
rechazo de las trabas aduaneras como en Paris en 1778 y 1785 o en contra de
los abusos feudales, con una elevada cuota de anticlericalismo, como en
1780, también en Paris. Este largo proceso de revueltas dio como resultado la
transformación en el ámbito de las ideas y actitudes del pueblo parisino y de
otras ciudades importantes (Lyon por ejemplo), el pueblo común comenzaba
a incorporarse al movimiento político, ya no manipuladas por el Parlamento,
sino con el propósito de cuestionar a las autoridades e incluso al propio rey.
De modo que la conciencia popular adquirirá una nueva dimensión, que aún
no existía en los conflictos de 1775: La convicción de que para defender su
pan cotidiano debían comprometerse en la lucha política, dirigida no solo
hacia los comerciantes especuladores, sino también contra el propio
gobierno. Esto creo un vinculo común de interés entre los asalariados, los
artesanos, los viticultores y los pequeños comerciantes de la ciudad y el
campo contra los monopolistas y acaparadores. A medida que la crisis se
ahondó, los sectores burgueses y los sans culottes (movimiento popular
urbano), e incluso los campesinos fueron llevados por la lógica de los hechos
a una oposición unida frente a las órdenes privilegiadas y al régimen
absolutista. Como bien señala George Rudé en su libro “La revolución
francesa” de 1988, la “revolución popular” se puede dividir en dos partes, la
que se relaciona con el campesinado y la que corresponde a los sans culottes
urbanos. Aunque compartían un fondo político común, cada uno tenía su
propio y particular origen y sus modos de comportamiento. Los dos
movimientos se superpusieron parcialmente, pero fue la movilización
campesina la que comenzó primero y fue también la primera en terminar.
En los años que siguen de 1790 a 1792 los disturbios campesinos pierden
intensidad, pero se convierten en un rescoldo permanente, se transforman
del inicial movimiento económico (lucha contra los impuestos y el precio del
pan por ejemplo) en un movimiento político que disputa a los señores
feudales la principalidad en la aldea. Los campesinos esperan de la Asamblea
General una respuesta a las quejas contra los señores feudales, pero estas
son insuficientes con las primera leyes de 1790, si bien el diezmo eclesiástico
queda abolido se necesitarán cuatro años más para que se les dé una
solución relativa con respecto al problema del feudalismo. Solo después de
nuevos disturbios campesinos, se anularon en Francia en 1792, todos los
tributos feudales cuyo pago no se hubiera exigido hace tiempo. De manera
que vemos como la constante presión de los campesinos entre los años 1789
y 1793 y la radicalización de sus exigencias contribuyeron a provocar el
cambio jurídico y lo aceleraron en su conjunto.
A partir de 1793 hasta 1800 se verificarán en varias zonas rurales una fase de
conflictos comparativamente menos frecuentes y muy dispersos desde el
punto de vista geográfico, en donde los campesinos se retiran del
movimiento revolucionario para defender su mundo tradicional. La
revolución afecta a los campesinos en su vida cotidiana. A las cargas
impositivas y al “tributo de sangre” que representa el reclutamiento viene a
sumarse la devaluación del papel moneda, las contantes exigencias de las
ciudades y de los diputados de la Convención respecto de la entrega de
granos y la secularización forzosa. Esto llevara a la resistencia del
campesinado que tomará un giro tendencialmente contrarrevolucionario (el
ejemplo más emblemático se da en la zona de la Vendée). Se producirán
manifestaciones de rechazo en contra de la política secularizadora
revolucionaria, en especial contra la imposición de nuevos párrocos,
dispuestos a prestar juramento. Lo que los campesinos rechazaban no era la
política eclesiástica y revolucionaria, sino, que esta política se entrometía en
la coherencia del mundo rural de escala reducida alterándolo e imponiéndole
normas, la lucha en última instancia era por la conservación de su cultura
comunal en la que se sustentaba su identidad.