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¡Nunca te rindas!
Dicho mensaje ha sido cincelado una y otra vez a través de nuestra
historia a un altísimo precio. No ha existido conflicto en México que no
goce del privilegio de contar con hombres y mujeres que sin duda
alguna dieran la vida por la nación.
Este mensaje encuentra sus raíces en el fuego y el acero que nuestro
himno nacional reza sin atisbo de duda y aflora en cada uno de
nosotros al cantar, pues así como los Niños Héroes y cada soldado
mexicano en la batalla de Chapultepec hiciera, todo mexicano está
dispuesto a pelear por la tierra que le viera crecer.
Y es que en México la gente no sabe vivir de rodillas, la historia
respalda y atestigua mi afirmación, las palabras “nunca te rindas” es
un legado que nuestros antepasados han depositado en nosotros y
que guía nuestros pasos por el sendero correcto, cívico, y del
bienestar común.
Fuera ese breve pero preciso mensaje el que dirigiera la razón y el
corazón de nuestros cadetes al enfrentar al enemigo aun sabiéndose
superados en potencia y número. Son esas palabras las que les
entregaron la categoría de héroe de la nación, pues llevaron a cabo el
mayor esfuerzo que cualquiera de nosotros pudiera hacer por su país
y es entregar la vida.
La figura de Juan Escutia es ahora, gracias a ese mensaje lleno de
patriotismo y bravura, una referencia máxima del esfuerzo que puede
llevar acabo cualquier hombre por todo aquello que ama y lucha
arduamente por conservar: su tierra, su familia y su credo; pues es
Juan Escutia quien la tradición mexicana nos entregó, como el valiente
hombre que tomara la bandera nacional y se arrojara al vacío,
envuelto en ella, para evitar que fuera tomada por manos extranjeras.
Lo he dicho antes y lo repito ahora: los mexicanos no sabemos vivir de
rodillas. Es una característica que distingue al mexicano, que no se
rinde. La situación actual del país, la situación actual de esta ciudad
sugiere eso. Es una verdad innegable y Juan Escutia representa eso:
¡No te rindas!
Es un mensaje noble, lleno de amor, arrojo, coraje y tradición que
podemos delegar a nuestros hijos: “No te rindas hijo, que yo no me
rendiré, que yo no me rendí por ti”, la figura cívica que ha dejado este
joven, este Niño Héroe es tan palpable que no existe un salto
generacional, una diferencia de edades que no permita entender quién
es Juan Escutia y qué representa, porque él nos representa a todos
nosotros. Él fue tepicense también y caminó por las calles por donde
ahora ustedes caminan y soñó con lo que todos ustedes sueñan.
¿La pregunta es, tendríamos nosotros también su misma tenacidad y
arrojo para defender a nuestra nación? Sí digo yo, sí lo tendríamos.
Porque partimos del mismo punto que lo hiciera él y estamos hecho de
lo mismo: carne, huesos y sangre que expiraríamos sin duda alguna
por defender todo lo que nos compone, todo lo que nos convierte en
quien ahora somos, pues es la adversidad la que nos permite
encontrar la mejor versión de nosotros mismos.
SI algo tengo muy claro es que Nayarit está conformado por hombres
y mujeres que saben gritar y luchar por lo que es suyo, por todo
aquello que les pertenece, por aquello que han trabajado tan duro…
aquellos en desacuerdo con mis palabras les arrojo una pregunta: