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PRESENTACION DE UN DISCURO
GRABADO
Semana: 3
SECCION: V5647
Señoras y señores:
Por eso, al venir a este acto sencillo, pero emotivo y solemne, siente uno la
necesidad de despojarse de todas las retóricas para verter nuestro corazón
sobre los que nos escuchan.
Y no hablo hoy para los compañeros de exilio, para los exilados de Guatemala,
o Puerto Rico, o Venezuela, y de otros países de nuestro continente. Hablo
principalmente para los mexicanos que nos escuchan; para los mexicanos
que tienen en este instante el raro privilegio --privilegio rarísimo en América y
cada vez más raro -- de vivir bajo una Constitución y bajo una democracia de
un pueblo que está rigiendo soberanamente sus propios destinos. Y cuando se
disfruta de ese privilegio, cuando se disfruta de todas las ventajas de la
libertad, es un poco más difícil comprender la tragedia de los que carecen de
ella.
Y aquí en México pude presenciar algo que a los cubanos no nos hubiese
llamado mucho la atención, porque hace mucho tiempo que el pueblo de Cuba
no aplaude al ejército cubano. Sin embargo, presenciamos en las calles de
México como aquel ejército -- orgulloso de este país, ejército al servicio de la
revolución y del pueblo-- era aclamado, era aplaudido, era vitoreado y sobre
ellos arrojaban flores un millón de mexicanos.
Fue para nosotros un ejemplo alentador y magnífico, porque vimos que era
México uno de los países que más estaba necesitado de una defensa, de una
defensa como la que representaba aquel ejército, porque a México se le
arrebató ignominiosa y alevosamente la mitad de su territorio, y si en México no
hubiera un ejército como ese estoy seguro que no se vacilaría en intentar
arrebatarle la mitad del territorio que le queda (APLAUSOS).
Y para nosotros este acto tiene el valor de un alto simbolismo; tiene el valor
que para todo hombre puede tener, por ejemplo, la bandera de su patria; la
bandera, un pedazo de lienzo en colores, simboliza para el hombre su patria,
simboliza todo el amor que los hijos de un país puedan sentir por ella.
Quien les habla aquí quiere aprovechar la oportunidad para expresarles quizás
uno de los sentimientos más fervorosos de veneración, de admiración y de
respeto que ha albergado hacia México; nuestra admiración y nuestro respeto
por los niños héroes de México; esos niños cuyo espíritu, como dijera el
compañero Juarbe “va reencarnando en la juventud mexicana”.
Y no envidio a los niños héroes de México, porque los admiro también y creo
que los niños héroes pertenecen a México y pertenecen también a América,
porque cayeron luchando contra un imperialismo que ha puesto sobre toda la
América sus garras (APLAUSOS).
Y cuando veo aquel monumento de piedra, y cuando veo aquellas columnas
que en forma de antorcha se levantan, cuando veo a la madre patria con
aquellos niños mártires en sus manos, cuando veo aquellas águilas con el pico
mirando hacia el cielo y el pecho erguido y la actitud desafiante -- porque jamás
había visto nada más imponente que esas águilas mexicanas--, cuando veo
todo eso comprendo que aquellos que una vez osaron pisar con sus plantas la
tierra mexicana, cuando se detienen frente a todos esos símbolos vivientes de
la dignidad del pueblo mexicano, digo que esos que pisotearon y profanaron
una vez la tierra azteca, esos tienen que comprender que aquella guerra no fue
una
guerra perdida sino que fue una guerra ganada para la dignidad de México
(APLAUSOS).
Esos niños héroes que cayeron me recuerdan también a aquellos que siguieron
su ejemplo, me recuerda a aquellos compañeros hace apenas dos años
asesinados en el Cuartel Moncada después del combate. Jóvenes idealistas,
que fueron ignominiosamente asesinados, previa tortura, asesinados después
de arrancarles los ojos, cosa que asombra, cosa que da vergüenza que no la
sepa el mundo, porque al mundo se le habló mucho de la barbarie de los nazis
y de la barbarie de los fascistas; y millones de hombres fueron llevados a los
frentes de batalla para defender el derecho de los pueblos a vivir
decorosamente, para defender los derechos humanos, y en todas las revistas y
periódicos del mundo se hablaba de los crímenes de los nazis, y sin embargo
de los crímenes monstruosos que se cometieron allá en la tierra de Oriente no
se habla.
Pero juramos que algún día hablará la historia, hablará el mundo, y que allá
también -- por la disposición firmísima de seguir en esta lucha los que
quedemos, por la disposición del pueblo cubano, un pueblo que luchó solo
durante 10 años por su independencia -- allá también se levantará un
monumento como este de las Seis Columnas, y el mundo conocerá también el
heroísmo de los niños héroes de Cuba (APLAUSOS).