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Los Costos de La Voz
Los Costos de La Voz
Galo Balcázar
El costo de la locución, en general, depende del medio en el que se transmite debido al impacto
que puede generar. No depende de la duración de la pieza ni del tiempo que tome grabar; ni
siquiera, de la voz. Si el cliente te eligió, eres un profesional capaz de darle voz a su marca,
servicio, institución o empresa; cualquiera que sean los motivos para haber tomado su decisión.
La locución se cobra por pieza que se muestra al público objetivo —sea particular o masivo— ya
que cobramos por el uso y explotación de nuestra voz como esencia y distintivo para lo que te
contrató el cliente. Los medios tradicionales tienen costos específicos por llegar de forma abierta a
todo público y potencial cliente, y por eso no le había duda de los costos al cliente o a las agencias
publicitarias o mercadotécnicas; lo mismo sucede con la comunicación interna de los videos
empresariales o que van a pantallas o circuito cerrado. En todos le damos personalidad y peso a
cómo escucha el destinatario el mensaje.
Sin embargo, Internet quedó en un vacío legal ya que su público no era tan amplio. Ahora
pregunto ¿hay algo más masivo que la red? Creo que ahora nadie puede negarlo: además, gracias
a la recopilación de datos del usuario final, llega a un público más específico, segmentado y
enfocado con mayor probabilidad de adquirir los bienes o servicios, por lo tanto debe ser de lo
mejor pagado, además que ya casi suplantó por completo a los medios abiertos (por lo menos en
las esferas de capacidad adquisitiva más allá de lo esencial).
El problema con la locución, en general, es que se tiene la creencia que es solo grabar la voz; sin
embargo, va más allá de eso.
Yo lo comparo con un deporte: todos pueden —a menos que tengan un impedimento físico—
jugar fútbol en la calle, o pueden lograr llegar a llenar estadios para que los vean jugar e incluso
para portar el nombre de marcas, productos, servicios e instituciones, incluso, representar a un
país.
¿Qué establece la diferencia? El nivel de conocimiento, entrenamiento, desenvolvimiento,
exigencia, compromiso y talento que tienen a los que les pagan por hacerlo de forma profesional.
Quien no entiende la inversión en tiempo, esfuerzo, conocimiento, entrenamiento, compromiso y
dedicación, cobrará lo que sea o aceptará cualquier ingreso extra por hacerlo. Otro punto para
considerar es que muchos de quienes no cobran según los tarifarios tienen otra fuente de ingresos
y no se dan cuenta que quienes nos dedicamos a este hermoso oficio, con esto pagamos renta,
servicios, comida, ropa, escuela y demás detalles que son necesarios para vivir bien, no solo para
sobrevivir.
La locución es un oficio que puede ser profesional o no como la carpintería: cualquiera puede
comprar madera y “hacer” una mesa o una silla. Sin embargo, no todas las creaciones se
sostendrán por sí mismas ni serán funcionales, duraderas a través del tiempo, ergonómicas o
estéticas. He ahí también la diferencia entre un carpintero aficionado y alguien que hace
ebanistería, es decir, el arte de la carpintería.
En la mayoría de Latinoamérica —salvo, por lo que sé, en Argentina— no hay una carrera como tal
de manejo de la voz la cual sea un requisito fundamental para obtener una licencia y poder ejercer
como profesional de la voz. Antes existía una licencia en México que después se convirtió en
certificado y terminó por desaparecer; eso establecía un parámetro de calidad y fortalecía a un
gremio que podía defender sus costos, derechos y temporalidades de pago y exposición. Ahora en
muchos lugares surgen academias, talleres, talleristas, escuelas y otros intentos académicos, pero
que no están regulados pedagógicamente ni cuentan con la exigencia o el aval de matriculación de
un ente regulador; lo sostiene la experiencia de los docentes. Eso no asegura la educación ni el
compromiso real de los nuevos talentos ante la responsabilidad de este trabajo, y mucho menos el
cobijo legal ni regulador conforme a la ley en cuanto a pagos ni exposición de las piezas.
De esta misma forma lo comparo con un arte marcial, al principio uno tiene que pensar en cada
parte del proceso que citamos con anterioridad; sin embargo, el estudio a consciencia y la práctica
constante lo convierte en segunda naturaleza, por lo que alguien entrenado y experimentado lo
hará de forma más rápida, eficaz y eficiente que alguien que solo cree que puede hacerlo solo por
tener voz, o en el caso de las artes marciales, solo por el hecho de creer que puede hacer —por
tener cuerpo– lo que vio en las series o películas.
También conozco que todo en este mundo que vivimos es una negociación y sé que (como me
mencionaba una muy buena amiga) los “grandes jugadores” en el mercado como las
corporaciones transnacionales, los networks y las grandes marcas, siempre han querido imponer
sus precios debido al volumen de producción que manejan.
Pero, si no encuentran una resistencia unida, siempre tenderán a pagar menos y menos, sin
importarles que los ingresos están asociados a talentos, gente, tiempos y a esfuerzos de negocios.
De pronto olvidan que negociar es encontrar el mejor precio y conveniencia para todos los
involucrados en el proyecto y no solo para el que paga.