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El texto habla sobre la supresión de las juntas de La Plata y La Paz por las autoridades

virreinales del Río de la Plata y del Perú. La junta de La Plata fue disuelta
pacíficamente, mientras que la de La Paz fue disuelta violentamente por el ejército del
Brigadier José Manuel de Goyeneche, con sus miembros principales procesados y
condenados a muerte.

Se plantean dos hipótesis en el texto:

1. La represión de las juntas no estaba relacionada con su carácter


independentista, sino que era una manifestación de un conflicto de poderes
coloniales intracontinentales. El control de Charcas era vital para la
supervivencia y conservación de los espacios virreinales, lo que llevó a una
lucha de influencias jurisdiccionales entre ellos.
2. Aunque la represión de las juntas buscaba evitar una redistribución de la
potestad regia, el castigo a la junta de La Plata tuvo un efecto más grave en
términos de soberanía que el castigo a la junta de La Paz. Al negar a la
Audiencia la posibilidad de concentrar y arbitrar la soberanía, se perdió la
oportunidad de que un órgano americano de amplia potestad y jurisdicción
territorial asumiera legítimamente la soberanía indivisa, lo que favoreció su
dispersión a través de los cabildos. Esto impidió la reconstitución del cuerpo
político tal como se conocía hasta el momento.

El segundo fragmento discute las consecuencias del ejercicio de la violencia virreinal


contra las primeras juntas en la formación del cuerpo político de la futura Bolivia. El
texto argumenta que la violencia, como un recurso disponible en la sociedad y un
instrumento de la política, puede generar movilización social armada, resignificar lo
público, construir legalidad, y acelerar o modificar la dinámica y los sistemas sociales.

Se plantean dos apreciaciones historiográficas principales:

1. La emancipación de Charcas se ve como parte de un proceso de reajuste dentro


de la monarquía española en el contexto de la revolución del mundo hispánico.
Las decisiones políticas y militares adoptadas estaban relacionadas con
conflictos de autoridad y jurisdicción entre las diversas instancias y cuerpos de
poder virreinales, y estaban destinadas a redefinir, trastocar o conservar un
orden.
2. Siguiendo los postulados de José Luis Roca, lo ocurrido en La Plata y La Paz se
considera como partes interconectadas de un mismo proceso, cuyo detonante
general fue la crisis de la monarquía española de 1808 y cuyo detonante
particular fue el intento posterior de convertir al virreinato del Río de la Plata
en un protectorado de la corona portuguesa.

En resumen, el texto explora cómo la violencia y los conflictos de poder durante la


época colonial influyeron en la formación política de Bolivia.

El tercer fragmento discute la respuesta de las juntas de Charcas a la crisis de la


monarquía española y su esfuerzo por conservar los derechos del rey legítimo y los
derechos de los vasallos y corporaciones. Las juntas de La Plata y La Paz tenían un
origen común, nunca entraron en conflicto y mantenían una continuidad institucional.
La Junta de La Plata necesitaba, legitimaba y potenciaba la existencia de la Junta de
La Paz como parte de un sistema colegiado de juntas.

Las juntas se organizaron a partir de dos instituciones: la Audiencia y el Cabildo. La


Audiencia, considerada depositaria de la soberanía en ausencia del monarca, y el
Cabildo, el centro de poder de las sociedades locales, representaban dos concepciones
de soberanía: unitaria y dispersa.

El texto también discute la noción de “patria”, que en este contexto no se refiere al


concepto moderno de nación, sino a una comunidad de conciudadanos capaces de
autogobernarse. La “patria amenazada” se refiere a los territorios de la monarquía en
peligro por las ambiciones de naciones extranjeras como Francia o Portugal. Los
“patriotas” son aquellos que se interesan por el bien general y contribuyen a la defensa
y conservación de todas las partes del reino.

3. CASTIgO PARA LAS JUNTAS

4. El fragmento habla sobre el castigo impuesto a las juntas de La Paz y La Plata


en 1809 y 1810 respectivamente, bajo la autoridad del Brigadier José Manuel
de Goyeneche. En La Paz, nueve de los diez acusados fueron sentenciados a
muerte, acusados de querer introducir un nuevo gobierno y conspirar para
destruir el gobierno legítimo. Las ejecuciones tuvieron lugar el 29 de enero de
1810.
5. En contraste, el presidente de la Audiencia de Charcas, Vicente Nieto, no
siguió las indicaciones de Goyeneche para castigar a los miembros de la Junta
de La Plata con la misma severidad. En lugar de eso, Nieto impuso embargos
de bienes y papeles y prisión preventiva para los cómplices de la insurrección.
La acusación fue haber atentado contra la legítima autoridad del jefe que
gobernaba y haber contagiado a la ciudad de La Paz con su mal ejemplo y
abuso de potestad.
6. En resumen, el fragmento describe las diferentes respuestas de las autoridades
coloniales a las juntas de La Paz y La Plata durante la crisis de la monarquía
española.
7. El fragmento habla sobre las consecuencias que enfrentaron los participantes en
las juntas de La Plata y La Paz. Varios individuos, incluyendo a Manuel y
Jaime Zudáñez, Bernardo Monteagudo, entre otros, fueron encarcelados. Se
ordenó al Coronel Juan Antonio Álvarez de Arenales que se presentara en la
capital del virreinato para ser juzgado. Algunos funcionarios, como el fiscal
Miguel López Andreu y los oidores José Agustín de Ussoz y José Vázquez
Ballesteros, fueron destituidos de sus cargos y enviados a las ciudades de Salta,
Córdoba y Cuzco.
8. A pesar de las destituciones, algunos individuos permanecieron en ejercicio,
como el Conde de San Xavier y José Félix de Cantoblanco, aunque sus puestos
de autoridad en el tribunal fueron ocupados de manera interina por Lorenzo
Fernández de Córdova y Antonio Caspe y Rodríguez. Pedro Vicente de Cañete
fue nombrado fiscal.
9. El fragmento plantea tres preguntas importantes debido a la diferencia en el
castigo sufrido por los participantes en las juntas de La Plata y La Paz: ¿Qué
pretendían las juntas?, ¿Por qué las penas no fueron equivalentes? y ¿Qué se
quiso condenar en cada lugar? Estas preguntas sugieren una exploración más
profunda de las intenciones de las juntas, las razones de las diferencias en las
penas y los objetivos específicos de las condenas en cada lugar.

3. LA JUNTA DE LA PLATA: REfRENDO POPULAR y DEShONOR ADMINISTRATIVO


El fragmento habla sobre cómo los miembros de la Audiencia en Charcas
respondieron a los sucesos peninsulares y a la oferta de tutela de la princesa Carlota
Joaquina de la Casa de Borbón en ausencia de su hermano. Los miembros de la
Audiencia optaron por “ignorar” la comunicación, juzgando de “subversivo” el
contenido de los manifiestos.

La Audiencia buscó tres cosas a través de su inmovilismo institucional:

1. Impedir un cambio de orden que rediseñase sus potestades locales.


2. Defender sus posiciones corporativas y de autoridad como funcionarios de la
corona.
3. Evitar la posible dispersión de la soberanía o recuperar las soberanías dispersas
para reafirmar su situación de potestad.

La Audiencia, al ser el órgano de máximo poder en Charcas, asumió la totalidad de las


funciones ejercidas anteriormente por las autoridades reales y estableció un sistema de
juntas provinciales bajo su liderazgo para preservar su legitimidad gubernativa y
garantizar la gobernabilidad del territorio. Para evitar que cada cabildo se convirtiera
en una unidad política autónoma, la Junta de La Plata desarrolló una estrategia de
autopropaganda. Como gobierno autónomo de las cuatro intendencias creadas en 1783
(Chuquisaca, La Paz, Potosí y Cochabamba), la Audiencia debía ejercer su autoridad,
lo que se confirmó mediante la notificación de lo sucedido a la Junta Central Suprema
y Gubernativa y al virrey. Esto dio lugar a una serie de oficios y vistas que subrayaban
la potestad del tribunal.

El fragmento habla sobre cómo la Audiencia en Charcas envió delegados a varias


ciudades para explicar lo sucedido en la capital y su reasunción del mando político y
militar. El objetivo era lograr la adhesión de otras ciudades y evitar que los seguidores
de la princesa Carlota Joaquina de Borbón iniciaran un movimiento reaccionario.

Los emisarios de Chuquisaca tenían la misión de persuadir a los diversos territorios


para que ratificaran la legitimidad del tribunal en su decisión de deponer a su
presidente por traición y asumir la dirección de Charcas hasta que se aclarara la
situación en la península. La formación de una junta en La Paz fue interpretada como
una medida en línea con lo ejecutado por el tribunal, que consideraba necesaria la
administración del gobierno a través de una jerarquía de juntas provinciales.

El fragmento también discute las intenciones de los virreyes de Buenos Aires,


Santiago de Liniers e Hidalgo de Cisneros, en la represión de la Junta de La Plata. A
partir de los oficios intercambiados entre mayo y septiembre, se puede inferir que el
objetivo principal de ambos virreyes era restablecer el orden jerárquico de autoridades
existente antes de la acefalía real. Las medidas disciplinarias dictadas desde Buenos
Aires tenían la finalidad de fijar de modo unidireccional las capacidades
jurisdiccionales y de autoridad del tribunal.

El fragmento habla sobre cómo la Audiencia en Charcas envió delegados a varias


ciudades para explicar lo sucedido en la capital y su reasunción del mando político y
militar. El objetivo era lograr la adhesión de otras ciudades y evitar que los seguidores
de la princesa Carlota Joaquina de Borbón iniciaran un movimiento reaccionario.

Los emisarios de Chuquisaca tenían la misión de persuadir a los diversos territorios


para que ratificaran la legitimidad del tribunal en su decisión de deponer a su
presidente por traición y asumir la dirección de Charcas hasta que se aclarara la
situación en la península. La formación de una junta en La Paz fue interpretada como
una medida en línea con lo ejecutado por el tribunal, que consideraba necesaria la
administración del gobierno a través de una jerarquía de juntas provinciales.

El fragmento también discute las intenciones de los virreyes de Buenos Aires,


Santiago de Liniers e Hidalgo de Cisneros, en la represión de la Junta de La Plata. A
partir de los oficios intercambiados entre mayo y septiembre, se puede inferir que el
objetivo principal de ambos virreyes era restablecer el orden jerárquico de autoridades
existente antes de la acefalía real. Las medidas disciplinarias dictadas desde Buenos
Aires tenían la finalidad de fijar de modo unidireccional las capacidades
jurisdiccionales y de autoridad del tribunal.

El fragmento habla sobre las tensiones y conflictos de poder que surgieron en


América durante la crisis de la monarquía española. La actuación de Pizarro y el
arzobispo Benito María de Moxó y Francolí, junto con la formación de una junta y las
provisiones reales dictadas a otras autoridades de Charcas, representaban una
insurrección interna en la jerarquía del poder.

El sistema legal español permitía un disfrute compartido de competencias de poder, lo


que podría llevar a una posible atomización del mismo. Esto se evidencia en la
actuación del intendente de Potosí frente a la Audiencia. Aunque inicialmente
respondió a la demanda de auxilio de Pizarro, nunca cuestionó la autoridad de los
oidores. Su actitud cautelosa revelaba el reconocimiento de las potestades de la
Audiencia.

Los magistrados acusaron a Pizarro de priorizar la conservación de su mando sobre la


conservación de la nación y el rey. Le criticaron por su disposición a entregar el
territorio a una dominación extranjera y por su indiferencia hacia el abandono del
mismo. Estas acciones, junto con el uso de armas contra la población y la detención
de Jaime Zudáñez, provocaron la ira del pueblo contra el presidente y dieron lugar a
un movimiento popular destinado a evitar cualquier acto que atentara contra los
oidores.

El fragmento habla sobre la tensión entre Pizarro, el presidente de Charcas, y la


población local, que culminó en un conflicto violento. Pizarro, temiendo la acción
popular, ordenó a sus soldados disparar a quienes exigían armamento, lo que resultó
en muchas muertes y heridas. La población, viendo a Pizarro como un enemigo
declarado, resistió con los pocos cañones que se les habían entregado.

Para evitar la ejecución popular de Pizarro, el tribunal forzó su dimisión y asumió el


mando de Charcas como representante único del rey. La población aceptó este
resultado, interpretando el uso de la fuerza por parte de Pizarro como un abuso
ilegítimo e injustificable de autoridad. En contrapartida, el tribunal ganó legitimidad,
ya que la rendición de Pizarro y su posterior arresto se interpretaron como un acto de
obediencia de los oidores a las demandas del pueblo.

El intendente Sanz, consciente del peligro que corría su esfuerzo pacificador si se


interpretaba que había viajado a Chuquisaca para apoyar a Pizarro en su actuación
violenta contra el pueblo, se esforzó en dar explicaciones públicas de su ida a la
ciudad al tribunal y al pueblo. Reconoció públicamente la potestad de la audiencia y el
poder popular que la sustentaba, lo que ayudó a disipar el riesgo de una guerra civil.

El fragmento habla sobre la relación entre el intendente y el tribunal durante la crisis


de la monarquía española. El intendente, Paula Sanz, siempre se esforzó en proteger a
Pizarro, pero su principal objetivo era establecer el “sosiego público”, que significaba
principalmente el mantenimiento de la unidad territorial de Charcas.
Ambas autoridades, el intendente y el tribunal, coincidían en priorizar los intereses
locales y reforzar la unidad territorial frente a agresiones exteriores. Sin embargo, esta
concordia territorial también implicaba el reconocimiento por parte del intendente de
la potestad que el tribunal podía ejercer sobre él.

La autoridad que el tribunal podía ejercer sobre Charcas fue reconocida tanto por el
intendente de Potosí como por los virreyes rioplatenses. Sin embargo, cuando la
audiencia asumió su legítima potestad en respuesta a la demanda de los virreyes, no lo
hizo en los términos esperados. En lugar de eso, interpretó la situación como “propia
de las circunstancias” y defendió la actuación de la junta de La Paz.

El fiscal advirtió al intendente que si desarrollaba una acción armada contra La Paz,
sería declarado traidor al rey y atentador contra la quietud pública. Para asegurarse la
obediencia que otros cuerpos debían a la audiencia, el fiscal envió oficios al cabildo
de Potosí para que no cooperara con el intendente en sus intentos de agitar a los
pueblos. En todo momento, el argumento para la defensa de La Paz y de otras
ciudades que la emularan fue que…

4. LA JUNTA DE LA PAz: AUTONOMíA LOCAL y CADALSO

El fragmento describe el movimiento paceño del 16 de julio de 1809 en La Paz,


Bolivia, donde se depusieron a las dos más altas autoridades, el gobernador intendente
Tadeo Dávila y el obispo Remigio La Santa y Ortega, en defensa de la soberanía real.
Se formó una junta para “sostener los derechos de la corona, la seguridad de la patria
y evitar las consecuencias dolorosas y amargas”. Sin embargo, estas acciones no
fueron recibidas de la misma manera por la población debido a que el cabildo no tenía
el mismo peso institucional que la audiencia.

El 18 de julio de 1809, los representantes del pueblo de La Paz justificaron la


destitución de las autoridades debido a su falta de respeto y consideración por sus
deberes de autoridad. Se temía una conmoción popular, por lo que se decidió reunirse
en masa, convocar a sus representantes y pedir la deposición del gobernador interino y
que el obispo pasase el gobierno de la iglesia al presidente y cabildo eclesiástico.

Para fortalecer los vínculos entre La Paz y La Plata, se nombró a José Antonio de
Medina como diputado para la ciudad de La Plata, quien debería ir allí con
instrucciones para hacer entender y manifestar al tribunal y ayuntamiento los nobles
sentimientos que habían llevado a verificar el presente plan de gobierno. Este
nombramiento formalizó el sistema de juntas, en cuyo diseño fueron fundamentales
las gestiones realizadas por el enviado de la audiencia a La Paz, el abogado Mariano
Michel.

El fragmento describe la dinámica política en La Paz, Bolivia, durante el periodo


colonial. Los paceños reconocían la hegemonía del tribunal, pero también existían
otras fuerzas, como el intendente de Potosí, que podían considerarse superiores al
cabildo. A pesar de que el virrey del Río de la Plata había ordenado al intendente
intervenir en La Paz, este sabía que la audiencia no lo autorizaría, por lo que solicitó
al tribunal el envío de un ministro para realizar una indagatoria judicial.

La audiencia, en defensa de sus potestades jurisdiccionales y territoriales, permitió la


autonomía política de la junta paceña, siempre y cuando actuase como una junta
provincial dependiente de la de La Plata. Sin embargo, cuando el virrey del Perú
decidió intervenir para proteger su espacio jurisdiccional, la situación cambió y se
produjo una militarización de los sucesos.

El virrey del Perú, José Fernando de Abascal, fue informado de los movimientos de
La Plata y La Paz y de la actitud hegemónica de la audiencia, que se asumía como el
único órgano de gobierno en Charcas y desautorizaba cualquier actuación militar. La
audiencia también ordenaba al resto de provincias que solo acatasen provisiones
ratificadas por ella y defendía a la Junta Tuitiva.

El fragmento describe cómo la fragilidad de Cisneros en el mando del virreinato


rioplatense y la proximidad de las fuerzas peruanas a las zonas de conflicto
permitieron a Abascal dirigir toda la operación sin conflicto de competencias. Esto
tuvo tres consecuencias:

1. Aunque Buenos Aires había aceptado provisionalmente la capacidad


gobernadora del tribunal, Abascal desestimó de facto tal hegemonía. Temía que
el fenómeno juntista se esparciese por su virreinato, especialmente porque La
Paz había enviado emisarios a Puno, Cuzco y Arequipa para ampliar la
constelación juntista.
2. El escaso interés de los peruanos en respetar desde un inicio la potestad
gubernativa del tribunal afectó negativamente a la supervivencia institucional
de la Junta Tuitiva. Las decisiones paceñas en defensa del monarca se tornaron
en delitos contra las autoridades constituidas por este.
3. En las ciudades juntistas, se desatendieron los resultados del proceso
representativo orquestado por la Junta Central Gubernativa para elegir
diputados. Las actuaciones realizadas en La Plata y La Paz fueron vistas como
actos de sedición y descalificadas. A pesar de que ya se habían elegido
representantes por Potosí, Santa Cruz y Mizque cuando se disolvió la Junta
Central.
4. El fragmento describe el plan militar de Abascal, que consistió en reclutar y
adiestrar un ejército formado por personal de los territorios sureños del
virreinato peruano, bajo el mando del intendente de Huarochirí, Juan Ramírez.
Goyeneche dirigió estas tropas debido a la urgencia de las circunstancias.
5. A pesar de los intentos de solución pacífica, la necesidad de restablecer la
autoridad virreinal llevó a Goyeneche a intervenir en La Paz. Esto exacerbó las
disputas internas y llevó a la declaración de los invasores como “enemigos” y
“traidores a la causa del soberano y la patria”.
6. El proceso de negociaciones entre Goyeneche y la Junta Tuitiva fracasó,
resultando en la derrota militar de esta última. Para Goyeneche, la defensa de la
patria y de Fernando VII implicaba que la máxima autoridad en América era el
virrey, mientras que para los juntistas, la defensa del monarca y el
mantenimiento de la “quietud pública” equivalían a actuar a favor de los
intereses de La Paz.
7. Finalmente, el anunciado “perdón a nombre del rey” se convirtió en un proceso
criminal, con una orden de ejecución para la formación del proceso, las
averiguaciones del delito de sedición y sus autores, y finalmente para castigar.
Esta orden llegó de Buenos Aires.
8. El fragmento describe el proceso judicial que siguió al conflicto en La Paz,
Bolivia, durante el periodo colonial. El auto sumario se inició el 23 de
diciembre con declaraciones de seis personas no vinculadas al movimiento, y el
5 de enero de 1810 se procedió al edicto de prisión. Las confesiones
comenzaron al día siguiente, y la acusación del fiscal tuvo lugar el día 11. Los
diez acusados de “alta traición, infames aleves y subversivos del orden público”
fueron condenados a muerte.
9. El proceso fue visto como una mera formalidad para justificar las ejecuciones.
Aunque se acusó a los reos de anarquía y de separarse de la metrópoli, ellos
nunca renegaron de haber actuado en “defensa de la soberanía real”,
argumentando que sus actos eran efecto de su patriotismo.
10.El problema radicaba en que no había una única manera compartida entre los
diversos cuerpos americanos de proteger los derechos del monarca ante la
invasión francesa. Para la Junta paceña, la defensa de los intereses de Fernando
VII implicaba atender a las necesidades de la patria local contra las injustas
pretensiones de la princesa del Brasil y las seducciones de las potencias
extranjeras. Para evitar que el bienestar local fuese amenazado, se propusieron
varias medidas, como dejar de remitir numerario a Buenos Aires, mantener el
circuito mercantil de la ciudad y la provincia de La Paz, armar a todos los
vecinos para defender y sostener los derechos de la patria, asumir todas las
competencias en materia de contribución, y destituir y nombrar nuevos
funcionarios.
11.El fragmento describe cómo la Junta de La Paz buscaba ampliar el número de
subdelegados y dar representación a la población indígena. Estas atribuciones
en materia de gestión, seguridad, contribución y representación, junto con los
actos iniciales de destitución de autoridades, fueron interpretados por las
cabeceras virreinales como un cuestionamiento del orden social imperante.
12.Una vez que la audiencia dejó de ser la institución superior que autorizaba a la
Junta de La Paz a ejercer estas prerrogativas, sus actos fueron interpretados
como atentados contra el monarca. Se castigaba a los juntistas por asumir el
gobierno de su espacio local.
13.La intención de los juntistas estaba recogida en la “Relación imparcial de los
acontecimientos de la ciudad de La Paz”. En ella, se expresaba el miedo a la
pérdida de la autogestión territorial en favor de cuerpos ajenos o
desconocedores de las necesidades de desarrollo y bienestar local.
14.Victorio García Lanza, en una carta a Goyeneche, consideraba que la defensa
de la península dependía de que las provincias americanas establecieran los
medios más propios y aparentes, como quitar el mando a los europeos. Instaba
a Goyeneche a tomar el mando y gobierno de toda América, ya que en calidad
de compatriota americano e hijo de la patria americana sería el más adecuado
para levantar este patrio suelo abatido.
15.El fragmento describe cómo la declaración autonomista de Lanza, más allá del
oportunismo que implicaba la oferta a Goyeneche, destacaba el vínculo entre el
poder político y la preocupación por la patria local. La naturaleza americana de
la población determinaba su responsabilidad en la gestión del espacio
territorial.
16.Los detractores de la junta compartían esta opinión. En la “Relación imparcial”,
sus autores reconocían que lo sucedido en La Paz era consecuencia del mal
ejemplo de La Plata y de la indolencia y abandono del intendente Dávila. Los
europeos de la ciudad habían sido obligados a jurar públicamente su fidelidad
al monarca y hacer causa común con los americanos, lo que molestaba a
muchos de ellos porque se había dudado de su patriotismo y fervor al monarca,
y se había puesto en entredicho su enraizamiento local.
17.Las frases como que todos los miembros de las juntas iban a “un mismo fin con
los de Chuquisaca”, a “sacudirse el yugo de la nación española y librarse de
tantos robos que les hacía el rey” no significaban necesariamente soluciones
independentistas respecto a España. El “yugo de la nación española” hacía
referencia a la forma en que las autoridades virreinales atendían los asuntos
charqueños, priorizando sus intereses corporativos, de jerarquía y de autoridad
por encima del bienestar local.
18.La reacción del gobernador y el obispo a la oferta portuguesa sintetizaba el
extrañamiento del vecindario paceño “en su propia patria”. La respuesta
juntista fue la negación a que esto sucediera. De un lado, la acusación a sus
protagonistas de atentar contra los atributos de la soberanía, y de otro, los
comentarios de Abascal referentes a que la malicia de los autores del alboroto
inventaba cada día muchos artificios para dilatar el debido reconocimiento a las
autoridades, resumieron no una acción de in.
19.El fragmento describe cómo el discurso fidelista, destinado a asentar el cuerpo
supremo de autoridades en un momento de debilidad del monarca, tildó de
“ilegal gobierno” al autogobierno local y de “trastorno del gobierno legítimo
por un pueblo tumultuado” a la legítima precautelación juntista de la soberanía
del rey puesta en peligro por los carlotistas.
20.La audiencia de Charcas fue desautorizada e ignorada en su legítima
competencia para administrar el proceso judicial paceño. Los esfuerzos
dirigidos “a la defensa de la patria, sagrados derechos de la religión y de la
corona” se tornaron en proyectos de “subtraer esta provincia y las inmediatas
del suave dominio de la monarquía”. En resumen, se castigaba a los juntistas
por asumir el gobierno de su espacio local y defender la soberanía del rey.

Conclusiones El fragmento describe un conflicto subyacente en las Juntas de La Plata


y La Paz: una crisis de autoridad en diversas instancias, cada una correspondiente a
las distintas dignidades americanas. Esta crisis dio lugar a un problema de legitimidad
gubernamental que implicaba un riesgo de dispersión de la soberanía y una amenaza
de remodelación de la jerarquía de autoridades.

Las destituciones de autoridades acusadas de traición, las juntas, las exigencias de


sumisión institucional y los procesos represivos judiciales ejecutados por los virreyes
fueron cuatro modalidades para tratar de subsanar este problema.

El juntismo implicaba un desplazamiento y cuestionamiento de las potestades de los


virreyes, quienes respondieron con fuerza militar, procesos judiciales, sentencias y la
autoridad gubernativa de la audiencia y el cabildo. Esto resultó en dos fenómenos: la
reivindicación institucional y popular de la soberanía y el abuso de autoridad.

La dura represión que sufrió la Junta de La Paz frente a lo benigno de lo


experimentado por la de La Plata no se debió a que se la juzgó autora de un
movimiento independentista, sino a la naturaleza de las instituciones que sostenían a
las dos juntas: la audiencia y el cabildo.

La invalidación de las juntas formadas en 1809 mostró cómo la autoridad de los


virreyes se sobreimpuso a la de las juntas en su esfuerzo paralelo de restaurar una
soberanía indivisa. Aunque los virreyes no violaron la ley al hacerlo, sí vulneraron la
legalidad al imponerse por la fuerza a actuaciones institucionales que también habían
obrado conforme al derecho español, dando lugar a un abuso de autoridad que pudo
abrir un camino a la emancipación.de ahí que la fragmentación de la soberanía
resultase en gran medida del esmero con que las diferentes autoridades reales habían
tratado de conservar su autoridad y espacios de acción, siendo los roces institucionales
una fuente de pérdida de legitimidad gubernamental.

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