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TEMA 2

Política y poder al comienzo de la República:


conflictos, instituciones, el imperialismo romano.

INTRODUCCIÓ N

El paso de la monarquía a la repú blica está unido al relato de la violació n de


Lucrecia, una matrona romana que se vio ultrajada (y posteriormente se suicidó )
por el hijo del ú ltimo de los Tarquinios. Su marido, L. Tarquinio Colatino, junto a
Junio Bruto, y otros ciudadanos, lograron destronar al rey e implantar una nueva
forma de gobierno, la Repú blica, a cuya cabeza pusieron dos có nsules.
Esto ocurría, segú n la tradició n en el 509 a.C. Este relato al parecer es falso,
producto de un intento de ofrecer la imagen de una Roma que poco a poco se iba
engrandeciendo. Es el problema de estos primeros momentos de la Repú blica.
Al margen de la progresiva expansió n de Roma, con la anexió n del Lacio en
el s. IV a.C., lo importante de este momento es la conformació n de una nueva clase
política que regirá los destinos de Roma. Se trata de una restringida aristocracia
patricia que luchaba por tener el control político frente el resto de la població n, los
plebeyos. El patriciado romano se formó a partir de la segunda mitad del s. VIII a.C.
cuando un grupo de familias logró elevarse sobre el conjunto de la comunidad
romana, diferenciá ndose del resto de la població n libre, la plebs. Cuando el cambio
a la Repú blica, lograron erigirse en protagonistas.
Sobre su origen hay diversas teorías:
1ª) A comienzos del s. XIX, Niebuhr, exponía que los patricios constituían el grupo
má s antiguo de la ciudad, mientras que los plebeyos eran los habitantes de otras
comunidades que se había trasladado a Roma, por la fuerza o voluntariamente.
2ª) Otros estudiosos piensan que dos tribus distintas fueron el origen de patricios
y plebeyos, una de las cuales sometió a la otra.
3ª) Otro grupo cree que en origen eran iguales y que la diferenciació n fue
econó mica.

LA LUCHA ENTRE PATRICIOS Y PLEBEYOS POR EL CONTROL POLÍTICO

Los primeros añ os de luchas de Roma contra los pueblos que formaban la


Liga Latina, este patriciado llevó a cabo una política conciliadora con la plebe.
Posteriormente, tras vencer, la posició n del patriciado fue radical, detentando ellos
ú nicamente el control de la política romana. El estado se transformó en un régimen
oligá rquico de base gentilicia, al que los estudiosos denominan Serrata del
Patriziato. A la cabeza del estado se colocó el senado, como ó rgano permanente de
la oligarquía.
Sin embargo, en un momento en que Roma se veía obligada a realizar a
nuevas guerras, había que contar con los plebeyos ricos, que querían entrar a
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formar parte de la direcció n política. Las desigualdades jurídicas y econó micas


entre ambos, y sobre todo, la existencia de numerosas familias plebeyas que se
habían enriquecido y habían establecido sus clientelas, gozando de un notable
poder econó mico, hizo concebir má s a la plebe rica la idea de pertenecer a la
direcció n política. Derivado todo ello, es el enfrentamiento entre patricios y
plebeyos, conflicto que durará desde el 494 a.C. hasta el 287 a.C. Con diversas
fases. Las má s conocidas son:
a) La secessio del monte sacro.- La plebe se retiró al Aventino en el 494 a. C.
para conformar una organizació n propia, supeditando su regreso a una serie de
acuerdos. Fue el momento en que se crearon los tribunos de la plebe, los
representantes de la plebe, quien tenía atribuido dos funciones el auxilium
(derecho y obligació n de proteger al plebeyo condenado por la justicia patricia) y
la intercessio (veto contra la magistratura patricia). Se crearon también los ediles
plebeyos y las asambleas plebeyas (el concilium plebis). Todo este entramado
políticos sirvió a los plebeyos para presionar a los patricios.
b) Superada la resistencia patricia, en el 451 se formó un gobierno de diez
personas, todos patricios, para dirigir el estado con el fin de recopilar el derecho en
el plazo de un añ o: fueron los famosos decenviri. Con el pretexto de no haber
concluido la tarea esta comisió n siguió en el poder, incluyendo a algunos plebeyos
que sustituyeron a los correspondientes patricios. Fueron calificados de tiranos y
sustituidos en el 449 por la magistratura consular.
Por su parte, la obra legislativa que llevaron a cabo, la Lex XII Tabularum,
la “Ley de las Doce Tablas”, tiene como principal mérito el ser la primera
codificació n legal de la historia romana, pero en la que só lo una de las leyes hacía
referencia a este conflicto patricio-plebeyo.
A partir de este momento se suceden toda una serie de vaivenes que hará
que se logren determinadas instituciones, tanto por parte de los patricios como de
los plebeyos, todo lo cual se vio materializado en la creació n de una oligarquía,
fruto de la unió n de un pequeñ o nú mero de familias plebeyas, que mediante la
alianza con el sector má s progresista de la gens patricia, desmantelaron y
suprimieron los privilegios de esta casta. Se integraron así toda la serie de
instituciones plebeyas creadas hasta ese momento y se ratificaron las decisiones
de la plebe, los plebiscitos, con cará cter de ley en el 227 a.C. a través de la lex
Hortensia.
Apareció de esta manera una nueva clase dirigente, la nobilitas patricio-
plebeya, que va a llevar las riendas de la política. Las acciones de gobierno de esta
nueva clase dirigente dará n un impulso al Estado, que se expansionará . En estos
momentos, que contemplan el afianzamiento de esta nobilitas, ocurrirá la definitiva
anexió n de Italia.
No obstante, existirá n algunos problemas internos a los que se tiene que
enfrentar, uno de cuyos momentos má s interesantes en la época de Apio Claudio
el Censor, de finales del s. IV a.C., calificado de patricio reaccionario, político
filoplebeyo o demagogo sin escrú pulos. Lo cierto que Apio Claudio fue el promotor
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de una serie de reformas interesantes desde el punto de vista político. Sobre todo,
interesa la primera que tiene que ver con la composició n del senado. En este
sentido, realizó en calidad de censor realizó una lectio senatus, o sea, una lista de
senadores, donde incluyó a hijos de libertos (antiguos esclavos).

INSTITUCIONES POLÍTICAS

Son las que tienen a su cargo las diversas competencias de la repú blica.
Estas instituciones eran las magistraturas, el senado y las asambleas populares.

1.º) Magistraturas
Estas instancias personales de gobierno tenían una serie de características.
Primero, estaban sujetas a elecció n y sufrían limitaciones. Segundo, eran de
cará cter anual, salvo la dictadura y la censura; y tercero, tenían cará cter colegial, es
decir, debían contar al menos condos miembros, para limitar el abuso de poder en
una ú nica persona. Cada magistrado podía hacer uso de la intercessio o veto hacia
las decisiones de sus colegas.
Asumía también el magistrado un poder estatal denominado potestas,
término má s abstracto que el de imperium o mando concreto, con el derecho a
recibir auspicios y ser aclamado como imperator por sus soldados después de una
victoria.
Fue la nobilitas la que terminó por monopolizar estas magistraturas,
fijá ndose una auténtica carrera, que podía llevar grado por grado hasta la dignidad
suprema de có nsul, es lo que se denomina cursus honorum, carrera de cargos que
fue fijada en el añ o 180 a.C. y que regulaba los distintos puestos, limitando la edad.
Así tenemos la cuestura, cuya funció n era la administració n del tesoro
pú blico y la protecció n del archivo del Estado; la edilidad, encargada del control
de las calles, edificios y mercados, abastecimiento de víveres y organizació n de los
juegos pú blicos; la pretura, encargados de la administració n de justicia; y el
consulado, que era la magistratura suprema que tenía encomendada la direcció n
del estado y el mando del ejército.
Paralelo en el cursus honorum a la edilidad, estaba el tribunado de la
plebe, que en su origen tuvo un cará cter revolucionario pero que luego paso a ser
magistratura pú blica del Estado, con la finalidad de proteger al pueblo de los
posibles abusos de otros magistrados.
Como magistraturas especiales estaba la censura, con la fundamental
funció n de confeccionar y controlar la lista de los ciudadanos, y supervisar las
costumbres y la moral; y como magistratura excepcional la dictadura, que só lo
existía en los casos excepcionales, y cuya funció n principal era la de defender el
estado en caso de peligro interior o exterior.

2.º) Senado
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Agrupaba a la aristocracia patricio-plebeya. Fue desarrollá ndose a lo largo de la


Repú blica como consejo supremo destinado a asesorar a los magistrados. En su
seno acogía, sobre todo, a los ex magistrados, y con ello otorgaba a la política
romana solidez y continuidad.
Destaca sobre todo su auctoritas, pues ninguna decisió n popular podía
entrar en vigor sin su consentimiento. Sus competencias se extendían a diversos
á mbitos de la religió n, política exterior, finanzas, administració n y orden interno.
Pero era, sobre todo, su papel en el á mbito de la política exterior donde destacaba.

3.º) Asambleas populares


Eran éstas, denominadas comitia, la vía de participació n del pueblo romano. La
má s antigua eran los comicios por curias (comitia curiata) procedentes de la época
moná rquica, siendo que en época republicana quedó reducida esta asamblea al
acto formulario de conceder el imperium al magistrado correspondiente.
Encontramos también los comitia centuriata, que era la asamblea
fundamental del pueblo romano, cuyo principio era la organizació n por centurias,
agrupadas en clases de acuerdo con su fortuna personal, y los comicios por tribus,
o distritos territoriales, sean urbanos o rú sticos.
Aunque durante la lucha de estamentos la plebe utilizó este principio de
residencia para ordenar sus reuniones, concilia plebis tributa, tiene má s
importancia la asamblea general de todo el cuerpo ciudadanos, sin distinció n de
estamentos, basado en el mismo principio de las tribus, denominada comitia
tributa.
Entre las funciones de las asambleas estaban la elecció n de los magistrados
(superiores, có nsules, pretores y censores en comitia centuriata; los otros en
comitia tributa) y votar las leyes en forma de plebiscitos. También tenían
competencia en materia penal para crímenes contra el Estado, en comitia
centuriata para los que entrañ aban pena capital, y en comitia tributa para los
crímenes de multas).
De todas las maneras, a pesar de estas atribuciones las asambleas poseían
muchas limitaciones. En principio era el magistrado en que las convocaba en los
195 días há biles destinados para ello, las presidía y dirigía; el populus só lo podía
expresar su voluntad sobre la cuestió n propuesta, nunca discutirla. Ademá s estaba
la auctoritas del senado y el voto oral, lo que hizo que estas asambleas fueran
perdiendo fuerza; ademá s, estaba la falta de representació n de todo el pueblo, lo
que hizo que estas asambleas se convirtieran só lo en una reunió n de la plebe
urbana.

POLÍTICA ROMANA EN LA É POCA DE EXPANSIÓ N, SS. III-II A.C.

A partir de aquí, una vez organizado el estado romano, y tras la política de


expansió n por Italia, que llevó a establecer una diferenciació n del territorio
romano en el ager Romanus (casco urbano y territorio rú stico circundante), los
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socii latinos y los aliados itá licos, Roma se convirtió en una potencia que, por
diversos motivos, logró primero, tras las dos primeras guerras pú nicas,
expansionarse en los territorios del Mediterrá neo occidental, y luego, tras lo que se
ha denominado “imperialismo romano”, hacer lo propio en los de la parte oriental,
estableciendo así las bases de su futuro imperio.
Sin embargo, esta política expansionista no se acompañ ó con una
adecuació n de las instituciones republicanas. Estas son transformaciones
políticas ocurridas.
La segunda guerra pú nica provocó un desequilibrio entre las tres
instituciones bá sicas de la repú blica, antes descritas, produciéndose un aumento
del papel rector del Senado, al que se doblegó incluso en tribunado de la plebe. En
este sentido, destaca también que las asambleas se convirtieron en unos dó ciles
instrumentos en manos de la institució n senatorial, sobre todo porque la
dispersió n de ciudadanos hacía muy difícil el ejercicio del voto.
Ademá s, a lo largo del s. II. a.C., el senado se encasilló como una aristocracia
de propietarios inmuebles, destacá ndose del resto de la sociedad romana por una
serie de rasgos externos característicos, como la tú nica orlada con una franja ancha
pú rpura (laticlavius), sandalias doradas, anillo de oro, etc. Incluso dentro del
propio estamento senatorial se produjo una restricció n que limitó el poder a un
reducido nú mero de familias, impidiendo la entrada de homines novi, usá ndose
unos instrumentos inadecuados para gobernar. Sin embargo, el pueblo los
aceptaba.
El modo de hacer política de este estamento era mediante alianzas entre
individuos, familias y grupos por intereses personales, familiares o sociales,
buscando el apoyo en determinados momentos de otras fuerzas sociales, como la
plebe urbana, grupos comerciantes, etc. Todo esto hizo que se convirtiera en una
oligarquía cerrada.
Por otro lado, interesaba a muchos nobiles investir alguna alta magistratura.
Ello llevó a un juego sucio e interesado, en el que se invertía fortunas enormes para
arrancar el favor de los electores. Ante esto el senado introdujo una serie de
medidas, sobre todo para frenar a determinados individuos que a la larga pudieran
suponer un peligro para esta institució n (ejemplo de esto es la lex Villia del 180 a.C,
para poner freno a la escalada de puestos, o la ofensiva de Cató n contra Escipió n el
Africano).
Todas esta medidas no pudieron extenderse al á mbito exterior donde la
meta ambicionada era el gobierno de una provincia, divididas entonces en
foederatae, liberae e stipendiariae, y donde el gobernador podía enriquecerse y a
los sú bditos no les quedaba má s remedio que acudir a algunas personas
influyentes y buscar su protecció n como patronos. Só lo en el 149 a.C. la lex
Calpurnia crea un tribunal permanente para juzgar los delitos de extorsió n.
La insuficiencia de la política romana de entonces también se vio en las
relaciones de Roma con los aliados, sobre todo con los pertenecientes a las capas
humildes, que contribuyeron enormemente en el periodo de expansió n, pero que
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por el contrario vieron menguados sus derechos, que estaban má s convencidos de


ser simples sú bditos de Roma, antes que aliados.

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