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Los embarazos adolescentes son un fenómeno mundial con causas claramente conocidas y
graves consecuencias sanitarias, sociales y económicas. La Organización Mundial de la
Salud (OMS) considera el embarazo precoz o adolescente cuando la mujer se embaraza
antes de los 19 años, siendo que la mayoría de los casos se produce entre los 15 y 19 años.
Las principales causas de embarazo precoz se deben a varios factores diferentes, pero
pueden incluir: primera menstruación muy temprano, desinformación sobre el embarazo y
métodos anticonceptivos, bajo nivel socioeconómico, familias con otros casos de embarazo
adolescente, conflictos y mal ambiente familiar.
El embarazo precoz puede generar consecuencias tanto para la madre como para el bebé,
pudiendo tener un impacto físico, psicológico y socioeconómico. Debido al hecho de que la
mujer no está totalmente lista físicamente para una gestación, hay mayores posibilidades de
un parto prematuro, rotura precoz de la fuente y aborto espontáneo, por ejemplo. Además,
es posible que haya disminución del peso, anemia y alteraciones en el proceso de formación
de los vasos sanguíneos de la placenta, pudiendo resultar en aumento de la presión arterial,
cuya situación recibe el nombre de preeclampsia. Normalmente las mujeres que se
encuentran en un embarazo adolescente no están preparadas emocionalmente, por lo que
puede producirse depresión postparto o durante el embarazo, disminución de la autoestima
y problemas afectivos entre la madre y el bebé. Esto hace que, muchas veces los niños sean
puestos en adopción o sean criados por los abuelos, sin que haya ningún tipo de contacto
maternal. Es muy común que durante y después del embarazo no deseado la mujer
abandone los estudios o el trabajo, ya que creen que no es posible conciliar ambas cosas,
además de sufrir una gran presión de la sociedad y, muchas veces, de la propia familia en
relación al casamiento y al hecho de estar embarazada en la adolescencia. Además, estar
embarazada, muchas veces es motivo para que empresas no contraten a la mujer, ya que
puede representar más gasto para la empresa, debido a que dentro de algunos meses tendrá
licencia de maternidad. El hecho de que la mujer no está preparada física ni
emocionalmente puede aumentar las posibilidades de parto prematuro, del nacimiento del
bebé con bajo peso, e incluso, del riesgo de alteraciones en el desarrollo del niño. Debido a
todas las implicaciones que el embarazo adolescente puede provocar, este tipo de gestación
es considerado un embarazo de alto riesgo y debe ser acompañado por profesionales de la
salud calificados para evitar o disminuir el impacto de las consecuencias.
Para prevenir el embarazo adolescente, es importante que los jóvenes tengan acceso a
información precisa y completa sobre la sexualidad y la reproducción. Los jóvenes también
deben tener acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, incluyendo anticoncepción y
pruebas de detección de enfermedades de transmisión sexual. La educación sexual integral
en las escuelas también puede ser una herramienta efectiva para prevenir el embarazo
adolescente. Además, es importante que los jóvenes tengan acceso a oportunidades
educativas y económicas para que puedan planificar su futuro y tomar decisiones
informadas sobre su vida sexual y reproductiva.