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CONTEXTO FILOSÓFICO Y CULTURAL DE DESCARTES

Descartes nace a finales del siglo XVI, un siglo marcado por una serie de revoluciones
culturales, sociales y científicas, que provocarán una serie de crisis que tendrán una incidencia
directa en la filosofía y, muy particularmente, en el pensamiento de nuestro autor.
La crisis religiosa desembocará la guerra de los Treinta Años, contienda en la que Descartes
participó, y supuso una profunda crisis social y demográfica, que sacude los cimientos de la
sociedad europea de la época. Esta crisis acaba rompiendo la unidad de la Iglesia y cuestionando
uno de los pilares sobre los que se fundamentó la Edad Media que veía como todo su andamiaje se
derrumbaba, dando paso a un período de incertidumbre. Razón y fe separan sus caminos como
consecuencias del nominalismo Ockham, quien niega que la razón pueda alcanzar las verdades de
razón, y las verdades de razón, a su vez, ya no podían sostenerse sobre la fe religiosa.
La revolución científica supuso el triunfo de la nueva ciencia y la sustitución del modelo
geocéntrico basado en la astronomía aristotélico-ptolemaica por el modelo heliocéntrico propuesto
por Copérnico. La revolución también supone la superación del modelo de ciencia aristotélico, y los
principales representantes de esta, como son Galileo, Kepler o el propio Copérnico, apostarán por
un modelo físico basado en las matemáticas, fuertemente influidos por el neopitagorismo y
neoplatonismo renacentistas. El nuevo modelo del cosmos es un modelo matemático, pues la
Filosofía está escrita en el universo, pero está escrita en caracteres matemático, como defendiera
Galileo.
Como primera consecuencia de la revolución científica podemos destacar la pérdida de la
posición central del ser humano en el universo, la Tierra pierde su posición privilegiada en el
cosmos. Además hay que destacar la crisis de confianza en la autoridad, puesto que el conocimiento
acumulado por esta había mostrado ser falso. La problemática sobre el conocimiento emerge como
auténtica protagonista de la reflexión filosófica. La cuestión acerca de nuestra posibilidad de
alcanzar conocimiento y cómo estar seguros de este se vuelven cruciales.
Los cimientos religiosos y epistemológicos del mundo se tambalean. No es, por lo tanto,
extraño, que el escepticismo reaparezca de la mano de Montaigne. Los escépticos dudan de la
capacidad de los sentidos para percibir la realidad y niegan toda posibilidad de alcanzar un
conocimiento verdadero. El ser humano debe aceptar sus limitaciones y no intentar ir más allá de lo
que, por naturaleza, puede ir.
Sin embargo, como ya ocurriera en la Antigua Grecia cuando irrumpieron los sofistas, frente
al escepticismo surgirán nuevas corriente filosóficas que lo combatirán con dureza: el racionalismo
y el empirismo. Aunque en ocasiones se ha presentado ambas corrientes como antagónicas es
necesario destacar que tienen un importante punto en común: el sujeto es el auténtico protagonista
en la problemática en torno al conocimiento. El sujeto es el que piensa y el que conoce, es pues el
núcleo de ambas corrientes. Pero mientras que el racionalismo se inclinará por la intuición
intelectual y las matemáticas como modelo de ciencia, destacando el propio Descartes, Leibniz y
Spinoza, el empirismo se inclinará por lo la intuición sensible, la experiencia, posición que será
defendida por Locke o Hume, entre otros, y su modelo de ciencia será el de las ciencias
experimentales.
Descartes quedará enmarcado en el racionalismo, considerándole como padre de esta
corriente, y le imprime sus principales características: confianza en la razón, matematización del
cosmos, defensa de las innatas, visión mecanicista del mundo y subjetivismo, al considerar al sujeto
al margen de esas leyes generales que rigen el universo.
El proyecto filosófico de la Modernidad es el problema del conocimiento, de alcanzar un
método que nos permita alcanzar la verdad, y el proyecto cartesiano es el más claro exponente de
este propósito. La empresa cartesiana nace en gran medida como reacción al escepticismo de
Montaigne y sus seguidores, y todo su filosofar estará dominado por la reflexión en torno a la
búsqueda de un método para dirigir la razón y alcanzar conocimientos certeros.

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