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¿Qué es eso de las “Vibraciones”?

         Creo que todo el mundo sabe que estar enojado, triste, depresivo, etc.,
corresponde a un bajo nivel vibratorio o energético (“malas vibras” o “malas
ondas”, en lenguaje coloquial), y que estar contento, feliz, optimista, positivo, es
señal de que nuestras vibraciones están altas.

        ¿Vibraciones de qué?…

        De nuestra mente, de nuestro cerebro. Lo que tenemos en nuestra mente es


lo que proyectamos al mundo, a los demás, y éstos lo reciben consiente o
inconscientemente; ya sea una energía elevada, media o baja. Y como ese tipo de
vibraciones son contagiosas (por resonancia vibratoria), andar en “mala onda”
tiende a contaminar a los demás, y por lo tanto, al mundo, y lo contrario tiende a
ayudarlo.

        Todo lo cual indica que si queremos acceder a un nivel superior de existencia,


el único camino consiste en ir elevando nuestras vibraciones o energía mental y
emocional, porque superior = vibras altas, e inferior = malas vibras.

        El libro llamado “Kybalion”, atribuido al dios “Thot”, llamado así por los
egipcios, y conocido como “Hermes Trismegisto” por los griegos, muestra los
“Siete Principios Herméticos”, siendo el de Vibración el número tres, el que a rma
simplemente que: “Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra”, lo cual es
bastante obvio para quien tiene nociones de lo que es el átomo. Claro que si uno
mira una piedra no va a notar ninguna vibración en ella; pero ya sabemos que sus
partículas están vibrando.

        Aunque nuestra cultura no sea muy amplia, generalmente vamos


enterándonos de que los diferentes estados de la materia corresponden a sus
distintos niveles vibratorios, igual que los colores, los sabores etc.; pero no
solemos asociar esas vibraciones con lo que sucede en nosotros mismos, en
nuestra mente y estados de ánimo.

        Sin embargo, nuestro cerebro es una especie de “antena” que transmite


siempre hacia el Universo lo que pensamos o sentimos, convertido en vibraciones,
en energías; y también recibimos en todo momento “gigas o petas o teras” de
información provenientes de todo el Universo, y de miríadas de mentes, entre
otras fuentes vibratorias del Cosmos, y también terrenales.

        Pero nuestro cerebro, nuestra mente, obedeciendo a nuestras tendencias,


preferencias y creencias, es selectivo, y descarta todo lo que no le incumba o no
le interese o crea imposible o peligroso o inútil, etc., así que mentalmente nos
mantenemos dentro de los límites de información y vibración (mental-emotiva)
correspondientes a nuestras tendencias o intereses o preferencias o creencias.

Y de eso, raramente salimos.

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        También recibimos vibraciones, conteniendo información, provenientes de
otras dimensiones; es decir, no tridimensionales, no sujetas a nuestros límites
espacio temporales; consecuentemente, esas dimensiones no están “allá lejos”,
sino “por aquí cerquita”, o “en todas partes”…, porque no es un asunto de “lugar”,
sino de nivel vibratorio o energético.

        Pero claro, nuestro equipo transmisor-receptor, nuestra mente, está


con gurada o “programada” (por nosotros mismos, aunque en general, no
conscientemente) para mantenerse solamente dentro de ciertos límites, como
hemos visto, así que el resto lo ltramos, lo bloqueamos, por eso no somos
conscientes de todo lo que nuestro inconsciente sabe, porque él no ltra ni
bloquea nada; es uno quien lo hace, y quien selecciona lo que pre ere.

        ¿Para qué bloqueamos ciertas vibraciones o energías que nos llegan?, para
poder sobrevivir dentro de cierta cordura entre tantos millones de bloques de
información que nos van llegando a cada instante.

        O sea que sabemos solamente lo que hemos escogido saber, más o menos
“lo de siempre”, como quien selecciona siempre uno o dos canales de TV
solamente, y el resto (trillones de “canales”) lo descartamos. Es que preferimos la
rutina, las costumbres, lo conocido; la zona de confort mental.

        Sin embargo, a veces somos conscientes de tener una conexión vibratoria


con otra persona, por ejemplo cuando a un ser querido le sucede algo muy malo,
como en el caso real de un joven vecino mío que se cayó desde un parapente,
aunque no fue algo grave porque lo hizo desde muy baja altura, ya llegando a
tierra; pero de inmediato su madre lo llamó desde otro país: ¡SIENTO ALGO
TERRIBLE! ¡QUÉ TE HA PASADO, HIJO!

        Menos mal que el chico no le dijo: “Me he caído de un parapente”…, para no


angustiarla más, y sólo le mintió diciendo que se había caído de la bicicleta, pero
que no le pasó nada serio.

        Vea usted lo inmediato de la conexión emocional, independientemente de


distancias (y sepa que esas conexiones “telepáticas” corresponden a vibraciones
emocionales, no intelectuales ni físicas).

Así que conviene estar atentos a la clase de vibraciones que enviamos al Universo.

Enrique Barrios

www.enriquebarrios.com

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