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Isaías 13-14

«Pero tú dijiste en tu corazón: “Subiré al cielo, Por encima de las estrellas de Dios levantaré
mi trono, Y me sentaré en el monte de la asamblea, En el extremo norte. Subiré sobre las
alturas de las nubes, Me haré semejante al Altísimo”.» Isaías 14:13-14

Por tanto, el Señor declara que juzgará a la Babilonia pecadora usando a los Medos, a los
cuales él levantará (13.1—14.23). En esta sección hay un pasaje que es interpretado a
menudo como referente a la caída del propio Satanás (14:12-15).

Aunque el pasaje puede tener una referencia secundaria a Satanás, aparece claro a través
del contexto que de lo que primariamente está hablando es de los gobernantes orgullosos y
ambiciosos que tenía Babilonia.

Se señalan pasajes del Nuevo Testamento como Lucas 10:18 y Apocalipsis 9:1 como
argumentos de que este pasaje es una referencia a la caída de Satanás. Ciertamente,
hallamos aquí la actitud de Satanás y su orgullo. La ambición de ser como Dios (v. 14) es
exactamente la sugerencia que Satanás sembró en las mentes de Adán y Eva en el Edén.

En 14:24-27 Isaías se vuelve a Asiria, que había sido mencionada anteriormente (10.5ss), y
señala que esa nación también sería derrocada. Después, en secciones sucesivas, se va
hablando de distintas naciones que han tenido su papel en la historia de Israel, y que con
frecuencia han sido usadas por Dios para castigar a Israel.

Babilonia abundaba en riquezas. El rey de Babilonia gobernaba la nación con la ayuda que
tenía del mando absoluto de tanta riqueza. Los tiranos sacrifican sus intereses verdaderos a
sus lujurias y pasiones. Es graciosa la ambición de codiciar ser como el Santísimo, pues Él
ha dicho: «Sean santos como yo soy santo»; pero esta ambición de la que se habla es
pecaminosa, apunta a ser como el Altísimo, querer su trono y lugar de honor que solo de Él
es. Él dice en su Palabra: el que se exalta será humillado, y muestra de ello nos dio nuestro
Señor Jesucristo, quien siendo en forma de Dios no estimó el ser igual a Dios, sino que se
humilló a sí mismo tomando forma humana y obedeciendo hasta la muerte de cruz.

Aprendemos con la caída de los enemigos del pueblo de Dios que Él trata con los que
perturban la paz de ellos. Y como es recibido el rey de Babilonia en las regiones de los
muertos, indica que hay un mundo de espíritus al cual va las almas de los hombres al morir.
Los redimidos no tendremos nada con ellas; y la muerte y el infierno serán indudablemente
muerte e infierno para todos los impíos que caen desde la altura de sus glorias vanas de este
mundo y de la plenitud de sus placeres vanos.

De todo esto aprendamos que la semilla de los malhechores nunca será renovada, tendrán
muerte eterna y solo resucitarán para el castigo eterno. La ciudad en la cual realizaban sus
actividades será destruida. Así se ilustra la suma destrucción completa de la Babilonia
neotestamentaria, Apocalipsis 18:2. Cuando un pueblo no se limpia con la escoba de la
renovación, ¿qué pueden esperar, sino ser barridos de la faz de la tierra con la escoba de la
destrucción?

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