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Capítulo 2: Reflexiones sobre la juventud moderna

El alarmante aumento de la agresión adolescente.


Quizá la entenderemos si centramos nuestra atención en los destinos de la pulsión
agresiva, aparece con toda su intensidad en la adolescencia bajo múltiples y cambiantes
formas, que van de la mentalización a la acción o más precisamente del sueño y la fantasía
al asesinato y el suicidio.
Su operación en términos de sus determinantes endógenos y exógenos, los destinos de la
libido.
La preocupación por los destinos de la libido cedió lugar a una inquietud por las vicisitudes
de la pulsión agresiva.
Si tomamos al píe de la letra la conducta y las palabras del adolescente, su angustia
consciente y sus sentimientos de culpa en relación con la sexualidad
La culpa y la angustia vinculadas a la sexualidad no desaparecieron, sino que simplemente
han sido desalojadas de la conciencia en virtud que la sexualidad infantil y adolescente
cuenta con la aprobación y el aliento de los especialistas, los padres y los pares.
La pulsión agresiva, propias metas como resultado de una mezcla insuficiente entre libido y
agresión. Violencia apoyada por toda suerte de ideologías y razones, y la pasividad, la
agresión se vuelve contra uno mismo, contra el objeto o contra el ambiente no humano,
indicando un desequilibrio o desmezcla fatal entre las dos pulsiones básicas.
Dos pulsiones en la pubertad se intensifican en igual medida las pulsiones agresivas y
libidinales.
Las pulsiones en la adolescencia desmezclan de pulsiones, la pulsión agresiva, en su forma
primaria no atenuada, es cualitativamente diferente de la agresión empleada con fines
defensivos. Esta diferencia obedece a que para ser modificada y adaptada a los intereses
del yo.
La agresión es un medio que permite al individuo injerirse en el ambiente a fin de
moldearlo de modo de salvaguardar apropiadamente su integridad psíquica, su autoestima
y su integración social.
Es incapaz de dar expresión a la verdadera naturaleza de su causa o a las medidas
necesarias para la regeneración de la sociedad, para joven deben existir causas básicas y
remedios definitivos, con urgente propósito de armonizar su self con el entorno.
Problema del desarrollo adolescente, el avance hacia la genitalidad saca a la luz los
antecedentes pulsionales de la niñez y sus relaciones objétales predominantes, Entre las
relaciones objétales infantiles reactivadas por la maduración sexual, durante mucho tiempo
cumplió un papel cardinal el vínculo edípico positivo; solo mas tarde y en forma gradual
hallaron un lugar de singular importancia en la teoría de la adolescencia, complejo de Edipo
negativo y las relaciones objétales preedipicas.
El desarrollo adolescente progresivo procede siempre por las vías regresivas, relaciones de
objeto preedipicas y edípicas. En esta regresión forzosa, sin la cual es imposible alcanzar la
madurez emocional, peligro a la integridad de la organización psíquica.
La intensificación de la pulsión sexual (pregenital y genital) en la pubertad no representa
por si misma la fuente exclusiva de los peligros psíquicos conocidos como angustia edípica y
culpa sexual, desarrollo adolescente, ese desarrollo progresivo depende de la regresión, su
tolerancia y su empleo en pro de la reestructuración psíquica.
Normalmente, el avance hacia la genitalidad es acorde con el yo, y cuenta con el apoyo
social de los pares y la sanción del modelo parental respecto de la unión sexual y la
paternidad o maternidad. En ese camino, los obstáculos están dados por las fijaciones
pulsionales y la angustia superyoica. Estos impedimentos en el sendero del desarrollo son
aspectos universales de la condición humana; Del éxito que tenga la regresión adolescente-
ala que Anna Freud (1958) llamo “la segunda posibilidad”- como reparación y restauración
depende, que una u otra de estas alternativas sea el legado de la adolescencia.
La regresión componente del proceso adolescente, constituye una fuente de conflicto,
angustia y culpa. Como cualquier otro estado de emergencia psíquica, o sea, interferencia
con la homeostasis psíquica, aquí se recurre a las medidas de defensa. Estos
acomodamientos suelen presentarse en una mezcla de diversas combinaciones. Dicho de
otro modo, pueden darse como cambio interno y como acting out., cabe sostener que la
regresión a la pregenitalidad y a su relación de objeto siempre posee un carácter desacorde
con el yo; tienen a disminuir la autoestima.
Movimiento regresivo en la intensificación del narcisismo de la adolescencia, el cual provee
un asilo y un refugio cada vez que el proceso adolescente fracasa, o bien es visitado como
efímero lugar de descanso. En uno y otro caso, la regresión adolescente representa un
peligro que adquiere dimensiones catastróficas cuando el impulso regresivo a la fusión con
el objeto se vuelve demasiado fuerte y el yo-realidad no puede contrarrestarlo. En tal
situación la aniquilación de la individualidad llega a su punto culminante y se torna
inminente la disolución de la estructura psíquica.
La regresión es ilimitada, e interminable, el progreso solo es asegurado por la creciente
delimitación del self. En su derrotero final, la regresión da paso a la megalomanía y al
narcisismo primario, mientras que el progreso desemboca en una afirmación del principio
de realidad y en la aceptación de la muerte.
Función específica que es inherente a dicha regresión; la regresión hace operar al yo
evolucionando, dotado de las capacidades propias del periodo posterior a la latencia, sobre
los conflictos, la angustia y la culpa infantiles que el débil y limitado yo de los años
anteriores era incapaz de resolver, neutralizar o despojar de su carácter nocivo. Estas tareas
han pasado a ser el mandato del yo adolescente, puede afirmarse que solo un yo capaz de
hacer frente a esas tareas tiene las propiedades de lo que cabe denominar “yo
adolescente”
La regresión adolescente apunta a resolver las dependencias infantiles por que estas son
inconciliables con las relacionadas objétales adultas y la autonomía del yo, relaciones
objétales infantiles en su ambivalencia, que afirma la dependencia del objeto tanto en
términos de agresión como de libido. El temor a la perdida del amor y la angustia de
castración provocan una tenue mezcla de ambas. Bajo la influencia de la regresión
adolescente, esta fusión se anula parcialmente, y la ambivalencia primaria- que incluye el
amor incondicional (posesividad total) y el odio irreconciliable (destructividad total)- invade
las relaciones del adolescente con los objetos, los símbolos, las representaciones y el self,
opuestos de esta ambivalencia pueden asumir durante la adolescencia proporciones
delirantes sin que ello constituya una indicación de psicosis.
La mezcla de pulsiones en relación con un mismo objeto puede ser eludida dividiendo al
objeto, o escogiendo un objeto parcial para amar y otro para odiar, uno para poseerlo y
otro para destruirlo. Esta solución durante la adolescencia tiene el efecto de primitivizar en
forma permanente las relaciones objétales. Si la demezcla pulsional y la ambivalencia
primaria son duraderas, esta postura en materia de conducta, de ideas y de moral se torna
rígida e inflexible. Habrá de ser descartado todo aquel que no se adecue a este modelo,
porque no puede tolerarse ninguna necesidad personal del objeto, o sea, ninguna
individualidad en “el otro".
Un yo adolescente será capaz de cumplir la tarea regresiva si puede tolerar la angustia
resultante de la regresión pulsional y del yo. Y esto solo es posible si permanece lo ligado a
la realidad como para impedir la que la regresión alcance la etapa de indiferenciación. Si no
esta preparado, por fuerza evitara la resolución regresiva de los conflictos infantiles y no
podrá consumar el desapego emocional de los lazos familiares y de las fantasías y
simbolismos infantiles.
Cuando la regresión tiene que evitarse, el proceso interno se juega sobre las realidades
efectivas actuales, y en ese caso el adolescente exterioriza y concreta lo que es incapaz de
vivenciar y tolerar interiormente como conflicto, angustia, culpa y depresión.
Si al adolescente le es imposible conciliar e integrar, las necesidades y deseos anacrónicos
del periodo infantil, tendera a reafirmar su libertad de las dependencias de la niñez por
medio de la acción y la imitación. Ya que no puede entablar contacto, regresivamente con
su mundo infantil.
En el plano superyoico, las posturas pulsionales irresueltas e inconciliables se representan
bajo la apariencia de elementos absolutos y opuestos, el bien contra el mal, lo nuevo contra
lo viejo.
La adolescencia en busca de una nueva matriz social de la que puedan llegar a ser parte
integrante.
La función social de la adolescencia abrazar una ideología a los atajos que toma el
adolescente cuando trata de eludir la regresión. Lo seducen entonces fácilmente las causas
o grupos sociales que definen para el lo bueno y lo malo, y el hace los suyos los agravios
sufridos por esta gente. Si uno comete actos de agresión y violencia, pero es un miembro
de un grupo que aprueba la acción, ello tiende a neutralizar su culpa individual; muchos
adolescentes que usan al grupo como mampara protectora contra los sentimientos de
culpa, santificando la agresión en nombre de un bien supremo.
Conceptualización que hace al adolescente de su ambiente. El blanco de su agresión.
La estructura psíquicas tiene su origen en la interacción incesante entre el individuo y su
entorno humano y no humano, y necesita ser apuntalada por ella, luego de que están han
sido selectivamente interiorizadas, integradas y organizadas en un patrón duradero que se
suele designar con el nombre de “ personalidad”, esa interacción depende de la
reciprocidad de la función, el entorno proporciona ingredientes o nutrientes indispensables
para que el organismo psíquico humano tenga un crecimiento y desarrollo sólidos, incluyen
estímulos externos suministrados por el medio cultural según el sexo, la edad, el lugar y la
época . Estos estímulos complementan las predisposiciones madurativas y las canalizan
hacia una estructura y contenido apropiados, hacia sus funciones personales y sociales.
Toda vez que el entorno cae por debajo de cierto nivel de complementariedad, adquiere un
carácter nocivo y el organismo psíquico que el envuelve sufre un daño.
Winnnicorr “ambiente facilitador”, para designar el hecho de que el desarrollo humano solo
puede producirse si el organismo cuenta con fuentes externas de experiencias especificas
de cada fase. Durante la niñez adquiere singular importancia la particular naturaleza del
entorno- especialmente en los que se hace a las relaciones objétales y al sentido de
seguridad física. -
Periodo adolescente, la envoltura de la familia y el vecindario se despliegan y penetran en
el ámbito de la sociedad, si el entorno carece de las condiciones esenciales que permiten la
articulación de las potencialidades y aspiraciones de los jóvenes con respecto a algo que
realmente importa, se verán críticamente perjudicadas las interacciones mutuamente
beneficiosas entre el adolescente y su ambiente. La apatía y el caos, la rebelión y la
violencia, la alineación y la hostilidad, son las consecuencias sintomáticas de un mal
funcionamiento del proceso social metabólico.
El empeño del adolescente por cambiar su ambiente es un afán de establecer armonía y
congruencia entre las estructuras psíquicas y ambientales, para que se soporten una a la
otra. Todo lo defectuoso u obsoleto que presentan las estructuras de las instituciones
sociales aparece expuesto en la conducta de muchos adolescentes.
Para quienes arriban a esta etapa con capitales insuficiencias yoicas, el grupo de pares se
convierte en heredero directo de la descartada envoltura familiar, sin cumplir, empero, esa
función positiva para el desarrollo que han mantenido en gran medida y por doquier las
formaciones grupales juveniles.
El efecto positivo del "ambiente facilitador", que depende de los requisitos normativos del
desarrollo adolescente, presupone que el niño ya ha interiorizado, antes de llegar a la
adolescencia, aquellos aspectos del ambiente que durante este último período jamás
podrán pasar a formar parte de aquel. En otras palabras, si el adolescente tiene
expectativas o demandas inadecuadas para su edad, nuevamente se producirá una
disrupción entre el organismo y el ambiente.
Toda suerte de expectativas infantiles han de cumplirse en el entorno de manera
constante.
La sociedad se trasforma en el progenitor idealizado, y torna emocionalmente vano al
progenitor real.
En casos de esta índole solemos observar que el conflicto edípico ha sido débil y su
resolución incompleta. El progenitor fomenta este resultado cuando trata de ahorrarle al
niño la angustia conflictiva de la fase edípica y calma la desilusión que este siente por su
insuficiencia y pequeñez con profusas afirmaciones acerca de su perfección y promesas de
su grandeza futura. Tales gratificaciones narcisistas suelen demorar el ingreso en el período
de latencia, o lo tornan imitativo y deficiente.
En el varón, el complejo de Edipo negativo siguió siendo el conflicto central de su
dependencia objetal hasta la adolescencia tardía. Esta excesiva conducta agresiva hasta la
adolescencia tardía es una defensa contra deseos pasivos o contra la homosexualidad.
Si hay una cuota excesiva de cuidados y dependencias nutrientes preedípicos vinculados al
padre edípico, el self no consigue afirmarse y tiene lugar una regresión a la constelación
edípica pasiva. Tendrá que lanzarse una embestida contra alguna autoridad interna o
externa a fin de afianzarse mejor.
Los adolescentes que se ven trabados en este impase siguen dos caminos alternativos: uno
lleva a retraerse en un "exilio" personal (regresión narcisista, autista) ; el otro reafirma la
necesidad de posesión del objeto mediante la conquista violenta resistiéndose de ese modo
a la fusión regresiva.

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