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RESUMEN 2DO PARCIAL.

PDD

ADOLESCENCIA Y PSICOPATIA. Aberastuty.

Duelo por el cuerpo, la identidad y los padres infantiles.

La definición del rol femenino o masculino en la unión y procreación y los cambios corporales que
se producen durante la adolescencia son el punto de partida de los cambios psicológicos y
adaptación social que también lo caracteriza. Teniendo en cuenta esto se establecen las
correlaciones entre este periodo de la vida y las psicopatías.

Las modificaciones corporales incontrolables y los imperativos del mundo externo exigen al
adolescente nuevas pautas de convivencia. Esto lo lleva como defensa a retener muchos de sus
logros infantiles, aunque también coexiste el placer y el afán de alcanzar su nuevo estatus.
También lo conduce a un refugio en su mundo interno para poder reconectarse con su pasado y
desde allí enfrentar el futuro. Estos cambios, en los que pierde su identidad el niño, implican la
búsqueda de una nueva identidad que se va construyendo en un plano consciente e inconsciente.

Un mundo interno bueno, buenas imágenes paternas, ayudan a elaborar la crisis de adolescencia
tanto como las condiciones externas conflictivas y necesarias durante este periodo. Toda
elaboración de duelo (en cuanto a los cambios), exige tiempo para ser una verdadera elaboración
y no tomar las características de una negación maniaca.

La pérdida que debe aceptar el adolescente al hacer el duelo por el cuerpo es doble: la de su
cuerpo de ñoño cuando los caracteres sexuales secundarios lo ponen ante la evidencia de su
nuevo estatus, y la aparición de la menstruación en la niña y del semen en el varón, que le impone
el testimonio de la definición sexual y del rol que tendrán que asumir, no solo en la unión con la
pareja sino en la procreación. Esto exige el abandono de la fantasía de doble sexo implícita en
todo ser humano como consecuencia de su bisexualidad básica.

Se produce también en esa época una actividad masturbatoria intensa, que surge no solo como un
intento de descargar las tensiones genitales, sino también para negar omnipotentemente que se
dispone de un solo sexo y que para a unión se necesita de la otra parte.

En la pubertad, la aparición de una intensa actividad masturbatoria tiene nuevamente el


significado de una negación maniaca y se acompaña de fantasías de unión. El adolescente suele
fantasear con el objeto amoroso y esta fantasía tiene la misma finalidad que el juego en el primer
caso: elaborar la necesidad de pareja, vegada a través de la masturbación. La elaboración del
duelo conduce a la aceptación del rol que la pubertad marca.

Solo cuando el adolescente es capaz de aceptar simultáneamente los dos aspectos, el de niño y el
de adulto, puede empezar a aceptar en forma fluctuante los cambios de su cuerpo, y comienza a
surgir su nueva identidad. Ese largo proceso de búsqueda de identidad ocupa gran parte de su
energía y es la consecuencia de la perdida de la identidad infantil que se produce cuando
comienzan los cambios corporales.
En el adolescente y en el psicópata la elección de vocación despierta angustias similares. Lo que
traba la decisión no es la falta de capacidades sino la dificultad de renunciar, porque elegir toma el
significado, no de adquirir algo, sino de perder lo otro. Cuando el adolescente adquiere una
identidad, acepta su cuerpo, y decide habitarlo, se enfrenta con el mundo y lo usa de acuerdo con
su sexo. La conducta genital no se expresa solo en el acto sexual sino en todas las actividades.

En el adolescente, las modificaciones en su cuerpo lo llevan a la estructuración de un nuevo yo


corporal, a la búsqueda de su identidad y al cumplimiento de nuevos roles.

Tiene que dejar de ser a través de los padres para llegar a ser el mismo. Si queda detenido en eso,
se produce un debilitamiento de la identidad, similar al que se produce en el yo infantil cuando
recurre permanente o demasiado preferentemente a una determinada defensa, la
proyección.

El adolescente se presenta como varios personajes, a veces ante los mismos padres, pero con más
frecuencia ante diferentes personas del mundo externo, que nos podrían dar de él versiones
totalmente contradictorias sobre su madurez, su bondad, su capacidad, su afectividad,
su comportamiento, e incluso, en un mismo día, sobre su aspecto físico. Las fluctuaciones de
identidad se experimentan también en los cambios bruscos, en las notables variaciones
producidas en pocas horas por el uso de diferentes vestimentas. No solo el adolescente padece
este largo proceso sino que los padres tienen dificultades para aceptar el crecimiento a
consecuencia del sentimiento de rechazo que experimentan frente a la genitalidad y a la libre
expansión de la personalidad que surge de ella.

Este siente la amenaza inminente de perder la dependencia infantil.

Entre esos procesos incluidos:

a) algunas técnicas defensivas como la desvalorización de los objetos para eludir los
sentimientos de dolor y pérdida.

b) la búsqueda de figuras sustitutivas de los padres a través de las cuales se va


elaborando el retiro de cargas. Si pudiera lograr una independencia absoluta de la
autoridad paterna o materna se observaría que la rebeldía frente a los padres es posible solo
cuando fluctúan con el sometimiento a otras figuras que los reemplacen.

Existe una marcada disociación entre la actitud frente a los padres y a los sustitutos. Inhibiciones
genitales, impotencia, angustia frente a la genitalidad, les pueden despertar la necesidad de
mantenerse como niños aunque sus cuerpos les muestren que ya no lo son. Estos conflictos,
nacidos sobre todo de la disociación entre el cambio corporal y el psicológico, lo llevan
a la necesidad de planificación característica de la adolescencia, queabarca desde el problema
religioso, o el de la ubicación del hombre frente al mundo, hastalos más minúsculos hechos de la
vida cotidiana.
Para el adolescente, hablar de amor, o planificar sobre su vida amorosa futura aparece como una
defensa ante la acción que siente imposible desde dentro o desde fuera. La crisis puberal
determina un autismo defensivo, y la impotencia despertada por la continua frustración frente al
mundo real externo dificulta su salida hacia ese mundo, y lo hace refugiar en la planificación y en
las ideologías.

El adolescente es un ser humano que rompe en gran parte sus conexiones con el mundo externo,
pero no porque esté enfermo, sino porque una de las manifestaciones de su crisis de crecimiento
es el alejamiento del mundo para refugiarse en un mundo interno que es seguro y conocido.
Como el todo impulso de crecimiento, existe también el temor a lo nuevo. La omnipotencia de las
ideas; actuaciones psicopáticas que se evidencian en la tendencia a la acción no planeada y que
buscan encontrar en la acción misma el castigo por deseos prohibidos.

Rasgos característicos de las psicopatías y de la adolescencia:

El psicópata necesita estar con gente, su forma de comunicación se da a través de la acción y


necesita de los otros para realizarla. Además, por miedo a conocer su interior busca estar
acompañado, para no sentir su propia soledad.

El adolescente, por el contrario, necesita estar solo y replegarse en su mundo interno. Le es


necesario para, desde allí, salir a actuar en el mundo exterior.

El autismo que se ha descripto como típico de la adolescencia, lo conduce a una cierta torpeza en
la comprensión de lo que pasa a su alrededor; esta mas ocupado en conocerse que en conocer a
los demás.

El psicópata, por el contrario, tiene un insight defensivo sobre lo que el otro necesita y lo utiliza
para su manejo. En el psicópata es manifiesta la compulsión a actuar y la dificultad para pensar, y
la acción no tiene el valor instrumental de adquirir experiencia.

El adolescente piensa y habla mucho más que lo que actúa. Cree en la comunicación verbal y la
necesita. Se frustra si no es escuchado y comprendido. Cuando se produce un fracaso repetido en
esta comunicación verbal puede recurrir al lenguaje de acción y eso se hace muy evidente en la
compulsión a robar o a realizar pequeños actos delictivos; en ese momento, el adolescente entra
ya dentro de cierta psicopatía.

En la adolescencia, la comunicación verbal adquiere el singular significado de un


preparativo para la acción y como la palabra esta investida de una omnipotencia similar a la que
tenía en la infancia, el hablar de amor equivale al amor mismo, y no ser atendido en sus
comunicaciones verbales implica ser desestimado en su capacidad de acción. La utilización de
la palabra y el pensamiento como preparativos para la acción es una característica del
adolescente y cumple la misma función que el juego en la infancia: permitir la elaboración de la
realidad y adaptarse a ella.
El destino de las identificaciones de la infancia dependerá no solo de la elaboración interna que
realiza el niño, sino también de las pautas de conducta de la familia y de la sociedad. La formación
de la identidad comienza con la vida misma, pero el logro de la identidad sexual exige la libre
experimentación, y atraviesa fluctuaciones.

La elaboración del duelo por el cuerpo infantil y por la infancia del doble sexo conduce a la
identidad sexual adulta, a la búsqueda de pareja y a la creatividad. Cambia así la relación con los
padres adquiriendo esta las características de las relaciones objeto adultas.

El psicópata, por un fracaso en la elaboración de esos duelos, no alcanza la verdadera identidad y


la ideología que le permitiría alcanzar este nivel de adaptación creativa.

Elección vocacional e inserción laboral. Díaz y Hollert.

LA SITUACION INSERTIDUMBRE FRENTE AL FUTURO.

En estos tiempos han aumentado la oferta y la demanda de orientación vocacional. Este fenómeno
se explica en parte por el peso que adquiere en la vida cotidiana el impero de un ideal social,
“hace la tuya sin perder tiempo”. Para lograrlo hay que tomar individualmente decisiones
ganadoras con el mínimo gasto y el máximo beneficio. Emprender una carrera en estas
condiciones es para el adolescente actual como una marcha contra el reloj, siendo la
incertidumbre frente al futuro la única certeza con que se cuenta. Certeza paradójica:
exige respuestas acertadas para hacer frente a circunstancias fortuitas.

Una profesora que trabaja en una zona llamada de riesgo describía así la situación de los
adolescentes excluidos: solo ven la posibilidad de elegir hacer activamente lo que sufrieron
pasivamente. Pero, muchos otros piden orientación vocacional. Se encuentran con
variadas propuestas en el mercado para tramitar la situación de decidir a que dedicarse luego de
finalizado un ciclo de estudio donde las determinaciones han corrido por cuenta de los padres y la
legislación educativa. “no tengo ninguna idea, estoy como en las nubes; me informaron pero…la
decisión igual tengo que tomarla yo; me da lo mismo estudiar biología marina que teatro.”

Están obligados a saber hacer lo que se les pide: decidir precipitadamente, porque no pueden
pretender una anticipación ya que pareciera que nadie la tiene. La cuestión es difícil de abordar
para ellos porque, según la opinión general, no es recomendable remitirse a la experiencia
acumulada por quienes los precedieron. Los que representan el ideal social desean que los jóvenes
no malgasten su precioso tiempo y los dejan en libertad de desear lo mismo: por lo tanto, en esa
lógica no hay elección, hay que elegir rápido y bien, con la satisfacción garantizada.

LA LIBERTAR DE NO ELEGIR

Sin pérdida de tiempo, el cliente se apura a cumplir con todas las estipulaciones. Lee la lista de
opciones que ofrece el mercado: carreras universitarias, terciarias, cortas: la
delimitación de sus aptitudes en correspondencia con alguna o varias de ellas, a lo que se agrega
una lista de salidas laborales. Pero aún le queda por averiguar qué es lo que tiene que hacer el con
eso. Solo resta anotarse y seguir adelante. Si se detiene, pierde. Si cambia de carrera, pierde;
sobre el recaerá lo producido en este lapso: desperdicio un metal precioso. Puede convertirse en
un desperdicio humano.

Desde el punto de vista del discurso social hegemónica, esta oferta tiene un lema: no hay elección.
Hay que hacer eficazmente “la de uno” con esfuerzo y éxito: gastarse bien para consumir más. A
lo que demanda la masa: no hay que equivocarse, no hay que fracasar, no hay que perder tiempo.
Resulta un ejemplo de subordinación al cliente.

NO ES POSIBLE NO ELEGIR

La propuesta para la elección vocacional está centrada en atender el discurso que se genera en
grupos de adolescentes. Se trata de una serie de cinco o seis reuniones semanales, de
aproximadamente dos horas de duración cada una que, hemos llamado “la estación”, taller de
elección vocacional. El tema es un malestar común frente a un conflicto. Tienden a converger en
esa frase: no hay elección.

Realizan el doloroso descubrimiento de que no les es posible no elegir, si ellos dejan la elección en
manos de otros, ya están eligiendo. Esto tiene un agravante: la experiencia de un sentimiento no
formulable junto a la imposibilidad de apropiarse de una elección y de sus consecuencias.

Para elegir a que dedicarse, hay que descubrirlo. Que otro lo indique no sirve. Sustituir el peso
del signo orientación, por la significante elección articulada a lo vocacional.

Los tiempos del sujeto de la adolescencia, los trayectos que necesita realizar para elegir en
función de su vocación no coinciden con la pretensión de velocidad que el lazo social postmoderno
exige para que el mundo marche sobre ruedas. Los profesionales que orientan a los jóvenes desde
un ideal de inmediata inserción en el lazo social capitalista, que les venden modelos de
adaptación, provocan el efecto contrario del que persiguen: aumentan la pérdida de tiempo para
el sujeto de la elección y para su inserción laboral. Cuando más apremiado se encuentre el
sujeto por una exigencia insensata, mayor será su inhibición, mayor su angustia, y también
mayor la posibilidad de actuaciones más o menos violentas o desesperadas.

UN RECORRIDO VALIOSO

La formalización de Lacan sobre el discurso capitalista: discurso dominante en la


actualidad, una de las formas del discurso amo.

El discurso hace lazo social, funciona y produce porque existe el lenguaje y, en


consecuencia, el inconsciente. Lacan escribió la fórmula de cuatro discursos; el del amo, el de la
histérica, el de la universidad, y el discurso capitalista.

La educación debiera preparar gente con la capacidad de inventar mundos, de hacerse cargo de
ellos e interpretarlos. “propone que la educación desarrolle en los alumnos la misma capacidad
que distingue a los empresarios: la de inventar mundos, experimentar con la realidad. “un
requisito indispensable para convertirse en empresario es experimentar con la realidad, tomar
riesgos y ser prudente al mismo tiempo, y ese balance no está”.

¿Cómo se lograría conectar el conocimiento con la experiencia?: hay que convertir a la escuela en
una empresa, y a cada maestro, cada madre, cada padre, en algo así como un empresario, que
sabe vender.

“siempre me he preguntado qué pasaría si uno empieza a incentivar a niños


emprendedores con padres burócratas. Eso habría que averiguarlo para reeducar a padres y
profesores”. Por lo tanto, el obstáculo mayor es la burocracia: atenta contra la empresa.

No les digo en absoluto que el discurso capitalista sea débil, tonto, al contrario es algo locamente
astuto… pero destinado a reventar… eso no podría correr mejor, pero justamente eso,
marcha así velozmente a su consumación. Hay quienes entran decididos prematuramente en la
carrera: quieren gozar de los beneficios del camino al éxito. Para imaginarlos, piensen en los
adolescentes que dan la impresión de que nacieron sabiendo; irritan a los profesores
desacreditando el valor de aquellos conocimientos que califican de inútiles. Piden práctica, no
teoría. Con su postura develan la verdad de la posición del amo: saben que es lo que él quiere:
más y más producción, eficiencia, capacidad. Entre ellos se encuentran tanto los aburridos en clase
como los jóvenes prodigios.

EL PEDIDO DE ORIENTACION VOCACIONAL ENGAÑA… SIN EMBARGO DICE LA VERDAD.

Los pedidos de orientación vocacional formulados por adolescentes no resultan manifiestamente


ambiguos, ya que pueden escucharse como solicitud de una respuesta directiva y precisa. Sin
embargo encierran una trampa que se pone al descubierto tan pronto como las circunstancian lo
permiten.

Desde la práctica del psicoanálisis, fundamentada en el funcionamiento del inconsciente, se parte


de reconocer la ambigüedad en el pedido y la distancia entre lo enunciado “pido orientación”,
estoy en lo que pido.

Es frecuente que al comenzar el taller aparezcan proposiciones excluyentes del tipo:


“estudio o trabajo; si no, me tengo que ir de casa”: también es habitual oír otro tipi de planteo,
acompañado de un sentimiento de impotente indiferencia: “me da lo mismo estudiar
arquitectura o periodismo”. Los dos razonamientos desembocan generalmente en quejas
circulares: finalmente, habrá que decidir descartando, o por indicación de otro, quien encarnara
un ideal aceptado y/o rechazado, un modelo identificatorio.

Se escucha decir a los jóvenes: “te imponen tal o cual cosa”. En la frase, el sujeto del mandato es
impersonal. El objeto es otro como yo = vos. Vos y yo quedan en una relación de simetría frente a
un enemigo común, imaginarizado como privador de cualquier acceso al goce ya sea en el terreno
sexual o sublimatorio. La “o” que reúne y separa lo que gusta es la zona de intersección donde el
analista, a través de sus intervenciones y dando lugar a la palabra de los integrantes del grupo.

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