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Malparidas: VIOLENCIA OBSTÉTRICA HACIA

MUJERES - MADRES DURANTE PARTOS Y


CESÁREAS EN EL CONURBANO
BONAERENSE.
• Tutora: Dra. Laura Massa
• Asesora temática: Lic. Carolina Francia

• Barbero Agustina – Leg. N° 128459


• Universidad Nacional de Luján – CR: San Miguel
• Año 2021

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Barbero Agustina – Leg. N° 128459 –TFG - UnLu – CR. San Miguel.

PÁGINA DE APROBACIÓN

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Autorizo, exclusivamente para fines académicos y científicos, la reproducción total o


parcial de este Trabajo Final de Graduación por medios fotocopiadores o electrónicos.

Firma ______________________________________

Lugar y fecha________________________________

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Agradecimientos

Este trabajo final de graduación, como estipulan los requisitos académicos, ha sido
escrito por mi persona, pero es fruto del acompañamiento y sostén colectivo de las
personas que contribuyeron en este proceso. A su vez, es producto de la reflexión y
lucha colectiva de millones de mujeres. Por ello he decidido utilizar la tercera
persona; para dar cuenta de las múltiples voces que se entretejen en el texto.
Agradezco primero, y especialmente, a las compañeras mujeres y protagonistas de
este trabajo, quienes me han confiado sus relatos de parto, con sus alegrías y
dolores.
A la Universidad Nacional de Luján.
A la Dra. Laura Massa, mi tutora, por su detallada lectura y su guía amorosa y
comprometida. A la Lic. Carolina Francia, mi asesora, por sus valiosos aportes,
aliento y motivación. A Andrés (Rulo), mi lector, por su tiempo y dedicación.
A mi compañero de vida, Néstor, por su enorme apoyo para lograr este y tantos
otros proyectos compartidos.
A mis motores que todo lo impulsan, León y Yaco.
A mi madre y su compañera Silvia, por su incondicional confianza en mí.
A mi padre y su compañera Mónica, por el acompañamiento indispensable de cada
día.
A mis hermanos Lucila y Facundo, a mis amigas y a mis hermanas de la vida.
A cada una de las mujeres que luchan por nacimientos libres de violencia.

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Dado que el proceso de parir forma el nexo de la naturaleza con la sociedad,


el modo como una cultura se ocupa del parto
apuntará tan claramente como una flecha,
a sus valores fundamentales.
(Davis Floyd 1993:16)

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Índice
PÁGINA DE APROBACIÓN ...................................................................................... 1
Agradecimientos ...................................................................................................... 3
RESUMEN.................................................................................................................. 7
INTRODUCCIÓN........................................................................................................ 8
Capítulo 1: EMERGENTES DE UNA RELACIÓN DESIGUAL ............................... 15
1.1 Antes de empezar............................................................................................ 15
1.2 Capitalismo y violencia: La “partera” de la historia .......................................... 18
1.3 Patriarcado capitalista ..................................................................................... 22
1.4 Los partos hasta el S. XVI y la sabiduría de la resistencia ancestral. .............. 27
1.5 Advenimiento de la obstetricia e institucionalización de los partos – De
protagonistas, a espectadoras de nuestros partos. ............................................... 33
1.6 Colonialidad y Modelo Médico Hegemónico .................................................... 40
1.7 Género y salud sexual y reproductiva.............................................................. 46
Capítulo 2: LA VIOLENCIA OBSTÉTRICA COMO EXPRESIÓN DE LA VIOLENCIA
DE GÉNERO EN EL AMBITO DE LA SALUD ........................................................ 53
2.1 Enfoque de riesgo y modelo tecnocrático: La máquina en el centro de la
escena. .................................................................................................................. 53
2.2 Violencia de género y violencia institucional .................................................... 58
2.3 Violencia obstétrica como violencia de género ................................................ 64
2.4 Mecanismos de desautorización hacia las mujeres-. ...................................... 71
2.5.1 Tipos de violencia obstétrica ........................................................................ 78
2.5.2 Intervenciones y cascada de intervenciones ................................................ 85
2.6 Consecuencias de la violencia obstétrica ........................................................ 92
2.7 El Currículum oculto de la formación en medicina. .......................................... 97
Capítulo 3: EXPERIENCIAS DE LAS MUJERES EN LAS MATERNIDADES
PÚBLICAS Y PRIVADAS. ..................................................................................... 104
3.1.1 Territorio y caracterización del sistema de salud argentino y del conurbano:
............................................................................................................................ 104
3.1.2 El territorio donde ocurre el parto y espacialidad hegemónica ................... 109
3.2 Marco legal de la violencia obstétrica y Derechos de -quien se le demanda que
sea- paciente ....................................................................................................... 116
3.3 La ley del parto respetado y sus reveses. ..................................................... 128
3.4 Parir es político: Movimientos por el parto respetado. ................................... 140
CONSIDERACIONES FINALES ............................................................................ 147
Posibles líneas de acción .................................................................................... 151

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Referencias bibliográficas ................................................................................... 153


ANEXOS ................................................................................................................ 160

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RESUMEN

A partir del nacimiento de la medicina moderna, comenzó a tomar fuerza la


noción de que la vida sexual y reproductiva de las mujeres, debe estar supeditada al
orden médico. Desde mediados del siglo XIX, debido a los avances en la tecnificación
de la medicina, se pasa a ubicar a las mujeres en un lugar de subordinación en
relación con los y las profesionales de la salud, específicamente en el momento del
parto o cesárea. Estos últimos comienzan a ser quienes lo conducen y guían, ya que
detentan el conocimiento autorizado, en detrimento de los saberes previos de las
mujeres, así como de las percepciones de su propio cuerpo. Si bien son innegables
los beneficios de los avances en este campo, las prácticas de rutina durante el parto,
aplicadas de forma sistemática, mecanicista y medicalizada, muchas veces deriva en
situaciones de violencia para las mujeres.
La violencia obstétrica es un tipo de violencia de género, ejercida por parte del
personal sanitario sobre los cuerpos de las mujeres en su vida sexual y/o reproductiva,
mediante un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y una patologización
de los procesos fisiológicos. Para este tipo de violencia las cuestiones de género se
intersectan con las de clase, por lo que es fundamental abordar este tema desde una
perspectiva ontológica y feminista.
En este trabajo, buscamos recuperar las experiencias de mujeres que han parido
en Maternidades Públicas y Privadas del conurbano bonaerense, con un enfoque
cualitativo, a fin de hacer hincapié en los aspectos subjetivos de las mujeres que han
sufrido violencia obstétrica.

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INTRODUCCIÓN

El presente trabajo final de graduación es el último requisito para la titulación de


la Licenciatura en Trabajo Social de la Universidad Nacional de Luján.
El objeto de esta investigación es conocer las experiencias de violencia
obstétrica de las mujeres CIS1, adultas y primíparas2 que asisten a las maternidades
públicas y privadas para la asistencia al parto / cesárea en el conurbano bonaerense,
desde el año 2017 al 2020. El marco de referencia para comprender estos procesos
son tanto las teorías feministas como la bibliografía específica sobre el tema. La
motivación no es comprobar la existencia de la violencia, en tanto la bibliografía
consultada ya da cuenta de ello, sino profundizar respecto a las características de este
fenómeno a nivel local, para, por un lado, comprenderlo, y por el otro aportar un
conjunto de reflexiones al Trabajo Social.
Históricamente, los partos fueron estudiados y tratados considerablemente más
como evento médico y biológico, que como acontecimiento cultural y social. Este
hecho guarda relación con el proceso de institucionalización de los partos en los
hospitales, donde el Modelo Médico Hegemónico comienza a detentar un saber-
conocimiento autorizado, en detrimento de los saberes prácticos de las parteras, pero
también de las percepciones y sentires de las propias mujeres, en lo que a sus cuerpos
atañe.
Con la pérdida absoluta del protagonismo de estas últimas, irrumpieron prácticas
médicas autoritarias que, como desarrollaremos en este trabajo, comúnmente
expresan múltiples modalidades y expresiones de violencia.
En este sentido, en concordancia con los movimientos feministas, es preciso
que, a modo de denuncia, visibilicemos la violencia obstétrica por todos los
mecanismos que sean posibles. En esto último radica la importancia de investigar
sobre el tema desde el Trabajo Social, dado que como explica Guerra (2003), la
dimensión investigativa es constitutiva de nuestro ejercicio profesional y es la
necesidad de actuar sobre la realidad, lo que nos conduce al conocimiento, es decir:
para intervenir hay que conocer.

1 Personas cuya identidad de género está alineada con el sexo que le asignaron al nacer.
2 Según la RAE (Real Academia Española) se definen las mujeres primíparas como aquellas
que paren por primera vez.

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Ahora bien, partimos de la premisa de que la forma en que conocemos –


intervenimos, de ninguna manera es neutral o imparcial, sino que se corresponde a
un proceso que se define a partir de determinadas finalidades, lo cual supone valores
ético-políticos que lo legitiman (Netto, 2003).
En atención a lo antedicho, desde el Trabajo Social, es fundamental que se
concretice la perspectiva de género en sus procesos de intervención, dado que como
expresa García (2018) “esa misma naturalización de la violencia obstétrica, que
permite a la biomedicina seguir produciendo cuerpos dóciles y domesticados, es lo
que conlleva la aceptación callada por parte de muchas mujeres de este paradigma
de salud” (p.16).
Respecto de los procesos y propósitos de la presente investigación, recuperando
los aportes de Sautu (2005), revalorizamos la importancia de emplear la reflexividad,
es decir, el supuesto axiológico por el cual el/la investigador/a asume que sus valores
forman parte del proceso de conocimiento y reflexiona acerca de ello. Atendiendo a
estas consideraciones, es que desmitificamos la idea de sujetos/as objetivos/as que
observan el objeto de estudio. Por el contrario, abordaremos la violencia en este
trabajo desde una lógica feminista y crítica.
En función de lo expresado al inicio, el presente trabajo pretende reconstruir las
Experiencias de violencia obstétrica de las mujeres CIS, adultas y primíparas que
asisten a las maternidades públicas y privadas para la asistencia al parto o cesárea,
en el conurbano bonaerense, desde el año 2017 al 2020.
Las preguntas que lo han guiado son:
▪ ¿Cómo y por qué motivo el parto se ha trasladado de los hogares a las instituciones
de salud?
▪ ¿Qué factores sociohistóricos posibilitaron la emergencia de la violencia
obstétrica?
▪ ¿De qué manera se manifiesta la violencia obstétrica durante la asistencia al
parto/cesárea?
▪ ¿A través de qué mecanismos opera la violencia obstétrica?
▪ ¿Cuáles son los paradigmas dominantes de atención a la salud en el conurbano
bonaerense?
▪ ¿Cómo se configura el actual modelo médico de atención al parto y el nacimiento
en el conurbano?

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▪ ¿Como son las experiencias de las mujeres para el acceso a sus derechos
sexuales y reproductivos en los servicios públicos y privados de salud?
▪ ¿En qué medida las mujeres llegamos con conocimientos acerca del parto
respetado a nuestros partos?
▪ ¿Qué posibilidades tienen las mujeres de que sus derechos sean efectivizados
durante el trabajo de parto y/o parto/cesárea?
Para poder avanzar en el abordaje de estos interrogantes, los propósitos de
investigación son:
Objetivo general:
Conocer las experiencias de violencia obstétrica de las mujeres adultas
primíparas, que asisten a las maternidades públicas y privadas para la asistencia al
parto / cesárea, en el conurbano bonaerense, desde el año 2017 al 2020.
Objetivos específicos:
▪ Caracterizar la violencia obstétrica como una de las expresiones de la violencia de
género.
▪ Describir el paradigma de salud y su expresión en la salud sexual y reproductiva
en el sistema de salud público y privado.
▪ Indagar el nivel de conocimiento de las mujeres primíparas acerca del parto
respetado y sus percepciones en torno a la asistencia al parto.
▪ Reflexionar acerca de las expresiones de violencia obstétrica que se dan en las
maternidades públicas y privadas.
Para poder concretar los propósitos delimitados, y en clave de fundamentación
metodológica, cabe recuperar que los antecedentes de este trabajo dan cuenta que la
violencia durante la asistencia al parto o cesárea persiste en toda América Latina. A
partir de ello, decidimos explorar las experiencias de las mujeres en el conurbano
bonaerense, con la premisa de que encontraremos la misma variable en los relatos
de este territorio. Afirmamos lo antedicho, en tanto la violencia sobre los cuerpos de
las mujeres y disidencias, trasciende las experiencias singulares, respondiendo a la
estructura patriarcal capitalista que organiza nuestra sociedad. No obstante, nos
preguntamos acerca de cuáles son las particularidades de las vivencias de las mujeres
que paren en los subsistemas públicos y privados del conurbano. En concordancia
con ello, se entretejen reflexiones teóricas con verbalizaciones de las entrevistadas a
lo largo de todo el trabajo.

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Hemos confeccionado el presente, de acuerdo con lo planteado por Chitarroni


Horacio (2014), en base al diseño de tipo exploratorio, debido a que nos encontramos
ante un tema que cuenta con algunos aspectos investigados de manera insuficiente
y, por ende, intentaremos aumentar el grado de familiaridad de conocimiento acerca
de la violencia obstétrica.
Se trata de un estudio de campo, enmarcado en la investigación aplicada ya que
el tema ya es conocido por quienes investigan, por lo que se utiliza la investigación
para dar respuesta a preguntas específicas.
Utilizaremos fuentes secundarias, que corresponden al marco teórico del trabajo,
como también primarias, en tanto hemos realizado entrevistas a mujeres que han
parido en maternidades públicas y privadas del conurbano bonaerense.
El modo en que pretendemos llevar a cabo el trabajo de investigación y las
estrategias que se realizaran para demostrar los resultados será a través de un
enfoque cualitativo, ya que en concordancia con lo planteado por García (2018) este
es más idóneo para los trabajos con perspectiva de género, dado que el mismo,
permite trabajar con subjetividades y que las mujeres expresen sus cosmovisiones
dentro de un diálogo.
La técnica principal para aproximarnos a nuestros objetivos se trata de la
realización de entrevistas. Tal como explicar Guber (2004), la entrevista es una de las
técnicas más apropiadas para acceder al universo de significaciones de los/as
actores.
La centralidad de la mirada de este trabajo está puesta en la experiencia de las
mujeres, por lo que realizamos cuatro entrevistas: dos mujeres que transitaron su
parto en el sistema público, y dos en el sistema privado, pudiendo estar presente quien
las haya acompañado (si existiese) al momento del parto o cesárea. En esta línea de
pensamientos, adherimos a los dichos de Guber, “cada miembro es una síntesis global
portadora de los hechos y normas dominantes de esa unidad social” (2003:142). De
esta manera, la validez no está centrada en la representatividad de la muestra o en la
generalización de los hallazgos, sino más bien en la comprensión de los procesos
subjetivos y la interpretación del fenómeno estudiado (Canevari, 2011).
Hemos proyectado que las entrevistas sean de tipo estandarizadas abiertas,
caracterizadas por el uso de un listado de preguntas ordenadas y redactadas por igual
para todas, pero de respuesta libre o abierta. Esto se debe a que como expresa Guber
(2003), la libre asociación permite introducir temas y conceptos desde la perspectiva

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de la persona informante más que desde la lógica de quien investiga. Si bien se


presenta una guía de entrevista, estas pautas podían modificarse de acuerdo con los
relatos de las mujeres. Estas fueron grabadas para su posterior desgrabación de
manera integral.
Según Sautu (2005), el criterio que utilizamos para la selección de la muestra es
una cuestión teórica. Teniendo en cuenta el problema de investigación y población
que se estudia, se procede a seleccionar casos 3 construyendo muestras que
respondan a esos criterios. En relación con lo mencionado anteriormente, y de
acuerdo con a nuestro problema de investigación, se decidió seleccionar una muestra
no probabilística – dirigida, en la que “la elección de los elementos no depende de la
probabilidad, sino de causas relacionadas con las características de la investigación
o los propósitos de la investigación” (Hernández 2014:176). Los criterios de la misma
fueron:

● Mujeres CIS. La violencia obstétrica se extiende a varones trans,


lesbianas y personas no binarias, pero consideramos que, en las personas
disidentes, se expresa con ciertas particularidades.
● Que se encuentren transitando la adultez temprana4 (de 20 a 40 años).
La OMS5 señala que las mujeres se encuentran en edad reproductiva desde
los 15 a los 44 años. Por otro lado, señala que la adultez inicia a los 20 años,
finalizando a los 59 años. Es por esto por lo que se realiza el recorte de la
muestra a partir de los 20 años, en tanto quedan excluidas las jóvenes por
considerar que sus situaciones deben ser analizadas desde otro marco de
referencia.
● Que sea primípara. Nos interesa conocer el nivel de conocimiento
acerca de la violencia obstétrica con que llegan las mujeres al parto / cesárea,
especialmente aquellas que no cuentan con experiencias previas.
● Que sus partos o cesáreas hayan sido asistidos en instituciones públicas
o privadas del conurbano6.

3 Se utiliza el término casos para respetar la terminología del autor, aunque en este trabajo adherimos
al término situación: donde está situado algo.
4 También llamada adultez joven.
5 Organización Mundial de la Salud.
6 Existen también otras modalidades de vivenciar los partos por fuera de las instituciones de salud, tales

como los partos planificados en domicilio, partos planificados en domicilio sin asistencia, parto no

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● Que las mujeres hayan llevado la gestación a término.


● Que el evento (parto o cesárea) se haya producido entre agosto del 2017
y febrero del 2020. Este recorte se debe a que se busca que el relato no se
encuentre afectado de sobremanera por el factor memoria, por lo que se
establece un corte de hasta tres años a la fecha de la entrevista. Y un segundo
corte en el inicio de la pandemia, ya que la violencia obstétrica, adquirió
expresiones particulares durante esta, que no son objeto de este estudio.
● Que sean estudiantes de Trabajo Social de la Universidad Nacional de
Luján, y cursen la carrera en el Centro Regional San Miguel.

Por último, en concordancia con Hernández, se sostiene que “toda investigación


debe ser transparente, así como estar sujeta a crítica y réplica, y este ejercicio
solamente es posible si el/la investigador/a delimita con claridad la población
estudiada y hace explícito el proceso de selección de su muestra” (2014:170). En este
sentido, hemos accedido a las entrevistadas a través de una publicación en un grupo
que nuclea estudiantes, graduados/as y docentes de la Universidad Nacional de
Luján7, en la Red Social Facebook.
En dicho anuncio se presentaron los criterios anteriormente expuestos y se
solicitó la colaboración de mujeres que quieran y puedan reconstruir su relato de parto
o cesárea. Vale la aclaración de que en ningún momento se hemos mencionado el
término violencia obstétrica, a fin de no condicionar la muestra.
Decidimos previamente seleccionar las primeras cuatro mujeres que se
ofrecieran a colaborar con la investigación, revisando que cumplan con todos los
criterios.
Por último, respecto al tamaño de la muestra, el número de sujetas que hemos
determinado para la misma es de cuatro mujeres:
• Dos que hayan parido en subsector público de salud. De las cuales sean:
o Una mujer de 20 a 30 años.
o Una mujer de 30 a 40 años.
• Dos que hayan parido en subsector privado de salud. De las cuales sean:

planificado en domicilio sin asistencia. No obstante, estos requieren otro marco teórico que excede a
este trabajo.
7 Grupo público en la Red Social Facebook llamado Trabajo Social UnLu Estudiantes, docentes y

graduados.

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o Una mujer de 20 a 30 años.


o Una mujer de 30 a 40 años.

En un primer momento, explicaremos las estrategias metodológicas utilizadas


para la elaboración de este trabajo. A continuación, se ubica el Capítulo I, en el cual
se dará cuenta de los antecedentes que posibilitaron la emergencia de la violencia
obstétrica.
A continuación, se ubican el capítulo II, donde desarrollamos teóricamente las
características de la violencia obstétrica como violencia de género, así como sus
mecanismos y tipos. Mas adelante, en el Capítulo III, detallamos la conformación del
sistema público y privado de salud del conurbano y las conjeturas realizadas de cara
a las entrevistas, al calor de la normativa vigente. Para finalizar, se ubican las
conclusiones, la bibliografía utilizada y por último los anexos.

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Capítulo 1: EMERGENTES DE UNA RELACIÓN DESIGUAL

En este primer capítulo, nos adentraremos en la contextualización histórica de la


obstetricia, como una disciplina que surge en el marco de la inquisición y de la gran
quema de brujas, donde ancestrales saberes femeninos acerca de la salud en general,
y de la salud sexual reproductiva / no reproductiva en particular, fueron condenados y
quemados en la hoguera -literalmente hablando-. Para ello, procederemos a analizar
el modo en que dentro de Europa la asistencia a los partos pasó de las manos de las
parteras, a las de los obstetras y el proceso mediante el cual los nacimientos pasaron
de ocurrir en los hogares para llevarse a cabo sistemáticamente en los hospitales.

En esta misma línea, realizaremos un breve recorrido por el concepto de género


y a través de la interacción de este último con la definición del Modelo Médico
Hegemónico, podremos ahondar en que las ciencias médicas distan en demasía de
la ciencia neutral u objetiva que aparencialmente pretenden ser.

1.1 Antes de empezar

Damos inicio a la misión que nos hemos propuesto, de describir y comprehender


el fenómeno de la violencia obstétrica. Para ello, partimos de la aserción de que este
se nos aparece de manera fenoménica; a decir de Kosik (1967), esto responde al
mundo de la apariencia, por lo que se manifiestan inmediatamente, primero y con más
frecuencia.
En conformidad con los dichos de Marx (1967), consideramos que el modo en
que se nos presentan las cosas no es la manera como éstas son; ya que, si las cosas
fueran como se presentan, la ciencia entera sobraría. Asimismo, como
desarrollaremos en este primer capítulo, esta expresión de la violencia de género
responde a una especie de Iceberg colosal, cuya base se compone de aspectos
estructurales que regulan nuestra sociedad.
Por su parte, nuestro objeto de conocimiento posee otra complejidad, y es que
no está determinado de una vez y para siempre, sino que se encuentra en permanente
movimiento. A partir de lo antedicho, nos preguntamos ¿De qué manera podremos
trascender esta inmediatez y captar su dinámica real?
En base a los aportes de Netto (2012), afirmamos que no existe una serie de
pasos o reglas prearmadas para lograrlo, ya que ello supone un apriorismo

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metodológico, el cual Borgianni y Montaño (2000) describen como racionalidad formal-


abstracta, que tiende a considerar los procesos sociales como cosas, semejantes a
los fenómenos naturales, por eso, independientes de la voluntad de los sujetos/as, y
desarticuladas de la estructura más amplia y de otros fenómenos (Pág. 13)
En contraposición a ello, Netto propone al método materialista dialéctico,
elaborado desde el pensamiento de Marx, ya que, a través de este, se funda la
posibilidad de conocer el movimiento de la realidad, en tanto totalidad concreta. Este
método, implica partir de los fenómenos empíricos –el todo caótico- para iniciar un
proceso de abstracción en el plano del pensamiento, de la consciencia, buscando
reproducir de la manera más fiel y acabada posible, el movimiento de la realidad. Vale
destacar que esta última no será entendida desde la fragmentación que se nos impone
desde los sectores dominantes, para pensar nuestra realidad desde esferas
aparentemente autónomas, tales como la política, la social, la económica, etc. Por el
contrario, se adhiere a la perspectiva de totalidad, entendida esta desde los aportes
de Kosik:

“(…) Como realidad en tanto un todo estructurado y dialéctico, en el cual puede


ser comprendido racionalmente cualquier hecho (clases de hechos, conjunto
de hechos). Reunir todos los hechos no significa aún conocer la realidad, y
todos los hechos (juntos) no constituyen aún la totalidad. Los hechos son
conocimiento de la realidad si son comprendidos como hechos de un todo
dialéctico, esto es, si no son átomos inmutables, indivisibles e inderivables,
cuya conjunción constituye la realidad, sino que son concebidos como partes
estructurales del todo” (1967: 56).

Además, es preciso aclarar que los problemas de conocimiento / intervención,


existen objetivamente en la realidad (Es decir, por ejemplo, pensando en nuestro
tema, las mujeres son violentadas durante la asistencia al parto/cesárea
independientemente de que realicemos, o no esta investigación).
Ahora bien, es importante remarcar que el plano de lo fenoménico es la única
vía de acercarnos a lo esencial de nuestro objeto de conocimiento, reconstruyendo la
realidad en clave de las múltiples mediaciones que la determinan. Como expresa
Kosik, “Si la esencia no se manifestase en absoluto en los fenómenos, el mundo de la

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realidad se distinguiría de modo radical y esencial del mundo fenoménico: en tal caso,
el mundo de la realidad sería para el hombre -el otro mundo-" (1967:3).
Siguiendo a Pontes (2003) se entiende que las mediaciones, permiten captar las
determinaciones y relaciones de los fenómenos sociales. Desde la perspectiva de
totalidad, todo es complejidad, cada totalidad parcial, articulándose mediante múltiples
mediaciones. En síntesis, si es posible acceder a la esencia, a través de lo
fenoménico, entendemos que el ámbito por excelencia donde se da esto último, es la
vida cotidiana. Al respecto Netto refiere:

“La vida cotidiana puesta en su insuprimibilidad ontológica, no se mantiene


como una relación seccionada con la historia. Lo cotidiano no se despega de
lo histórico, más bien es uno de sus niveles constitutivos: el nivel en que la
reproducción social 8 se realiza en la reproducción de los individuos como
tales” (2012: 23).

A propósito de nuestra investigación, en concordancia con Sadler (2004)


afirmamos que la manera en que una sociedad organiza el comportamiento
reproductivo refleja sus valores nucleares y principios estructurales. Por lo que se
expresa allí, el movimiento de la parte al todo y del todo a la parte, que postula Kosik
(1967).
En relación con lo antes expuesto, cabe destacar que, a través del conocimiento
inmediato de la realidad, que en este trabajo daremos cuenta mediante entrevistas
con mujeres que han parido o atravesado una cesárea, es que accedemos a nuestra
“puerta de entrada” por la que podremos llegar a conocer algunas de las múltiples
determinaciones que estructuran nuestro “iceberg” que en la cima contiene la violencia
obstétrica, entre otras cuestiones.
Vale la pena aclarar que de ninguna manera este conocimiento será acabado ni
inmutable, siquiera al dar por finalizado este trabajo. Si no que es acotado, temporal
y total o parcialmente refutable.
Entonces, para comprehender a estas violencias, en sus múltiples
determinaciones, es preciso primero, enmarcarlas en la sociedad en que se dan, que
no es más que la estructura que las contiene.

8 Las negritas son nuestras.

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1.2 Capitalismo y violencia: La “partera” de la historia

De acuerdo con el materialismo histórico (Marx, 1967) el capitalismo es un modo


de producción que se basa en la propiedad privada de los medios de producción y de
subsistencia, los cuales están en manos de la burguesía. El proletariado, al carecer
de ellos, se ve obligado a vender su fuerza de trabajo en el mercado laboral a cambio
de un salario, a fin de lograr su reproducción social. Es por esto que la clase que vive
-o necesita vivir del trabajo- es explotada por la burguesía como mano de obra.
La fuerza de trabajo pasa a ser una mercancía más, a partir de la cual, las clases
capitalistas van a extraer la plusvalía9, objetivo primero del capitalismo.
Marx explica de manera muy sintética la concepción materialista de la historia,
afirmando que:

“En la producción social de su vida, los hombres entran en determinadas


relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción
que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas
productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la
estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la
superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas
de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el
proceso de la vida social, política e intelectual en general” (1967:9).

Entonces, dicho en otros términos, lo que sostiene el materialismo histórico, es


que la historia y las formas de las conciencias se originan a partir de las relaciones
sociales de producción / reproducción. El modo en que se adquiere la conciencia es
cuando se produce10/reproduce la vida material, y no a la inversa.
Sobre esta base, se afirma que la sociabilidad burguesa genera un marco de
contradicciones y antagonismos, dado que es capaz de desarrollar en un mismo
proceso, la concentración más perversa del enriquecimiento de unos, a costa del
empobrecimiento de otros. Tanto Netto (2012) como Pimentel (2016) sostienen, que

9 Marx (1967) definió a la plusvalía en El Capital como el valor no pagado del trabajo del obrero u
obrera, que será apropiado por las clases dominantes. Originando así la esencia de la explotación o
acumulación capitalista.
10 Cuando se transforma la naturaleza mediante el trabajo.

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podemos identificar que en todo modo de producción existió la pobreza, pero que
siempre estuvo ligada a la escasez de recursos.
En cambio, con el desarrollo de las fuerzas productivas, aumenta la riqueza
producida, pero al mismo tiempo aumenta el empobrecimiento de la masa de
población que trabaja. Entonces, pobreza y riqueza son dos caras de la misma
moneda, por lo que para que deje de existir una, debe dejar de existir la otra. Esto
indica que, la pobreza de ninguna manera es eliminable en el orden del capitalismo.
Se puede apaciguar, pero bajo ningún concepto acabar con ella, ya que el capitalismo
normalmente funciona generando riqueza y pobreza.
Como se hemos venido diciendo, Marx (1967) sostiene que, a diferencia de las
anteriores clases oprimidas, los medios de producción son ahora propiedad privada
de la burguesía, mientras el proletariado es absolutamente desposeído, siendo ahora
la clase trabajadora, doblemente libre: de los medios de producción y de vender su
fuerza de trabajo. Estas “libertades”, además, traen consigo la posibilidad de morir de
hambre11.
Al hablar del capitalismo, hablamos de un modo de producción que todo lo
destruye en la medida de obtener y maximizar sus ganancias. A decir de Marx: “Por
tanto, la producción capitalista solo sabe desarrollar la técnica y la combinación del
proceso social de producción socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales
de toda riqueza: la tierra y el hombre” (1978: 423).
Por lo cual, siguiendo a Iamamoto (2007), se ubica la génesis de la "Cuestión
Social" en la sociedad burguesa en el carácter colectivo de la producción, en
contraposición a la apropiación privada de la propia actividad humana.
Resulta importante caracterizar que la “Cuestión Social”:

“(…) No es otra cosa que las expresiones del proceso de formación y desarrollo
de la clase obrera y de su ingreso en el escenario político de la sociedad,
exigiendo reconocimiento como clase por parte del empresariado y del Estado.
Es la manifestación, en el cotidiano de la vida social, de la contradicción entre
el proletariado y la burguesía (…)” (Netto 1997:5).

11 En este trabajo consideramos la pobreza una de las formas de violencia económica y política.

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En otras palabras, la “Cuestión Social” expresa el pauperismo, pero también las


luchas y manifestaciones para hacerle frente. Es decir, los capitalistas no avanzan
contra personas “pasivas”.
Es importante detenernos brevemente para conceptualizar qué entendemos por
estado. Marx definió a este último como:

“(…) Un órgano de dominación de clases, un órgano de opresión de una clase


por otra es la creación del orden que legaliza y afianza esta opresión,
amortiguando la lucha de clases.”, cumple el propósito de controlar posibles
manifestaciones de reclamos por parte del proletariado y si así lo considera,
incluso reprimir” (1978:150).

Siguiendo a Iamamoto (1992) no podemos concebir al Estado escindido de la


dominación, por lo que la autora resalta el movimiento contradictorio de este: por un
lado, garantizar los intereses de las clases que luchan por el control del poder y por la
apropiación de la mayor porción posible de recursos de toda índole. Y al mismo
tiempo, a incorporar algunos de los intereses de la clase que vive -o necesita vivir- del
trabajo, gestionando la organización y prestación de los servicios sociales, a fin de
evitar la pauperización extrema, y garantizar la sobrevivencia de las clases
trabajadoras. En este sentido, según Pimentel (2012), la limitación más profunda del
Estado radica en combatir la pobreza sin tocar las bases de la sociedad capitalista ni
sus contradicciones.
Continuando en esta línea de pensamientos, las clases sociales tienen intereses
que son intrínsicamente conflictivos, por lo que existe una puja de fuerzas
permanente:

“Las condiciones económicas transformaron primero a la masa de la población


del país en trabajadores. La dominación del capital ha creado a esta masa una
situación común, intereses comunes. Así pues, esta masa es ya una clase con
respecto al capital, pero aún no es una clase para sí. En la lucha, de la que no
hemos señalado más que algunas fases, esta masa se une, se constituye como
clase para sí. Los intereses qué defiende se convierten en intereses de clase.
Pero la lucha de clase contra clase es una lucha política” (Marx 1978:165).

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Karl Marx (1978) postula que necesariamente este sistema será acabado, pero
difícilmente la burguesía entregue el poder de manera pacífica y armoniosa. Por el
contrario, si las clases dominantes llegaron al poder de manera violenta, según el autor
es del mismo modo que estas pueden ser derrocadas. Al respecto afirma:

“La historia del proletariado va pasando por distintas etapas (…). Al principio son
obreros aislados; luego los de una fábrica; después los de toda una rama de
trabajo, los que se enfrentan en una localidad, con la burguesía que personal y
directamente les explota. Sus ataques no van sólo contra el régimen burgués de
producción, van también contra los propios instrumentos de producción. Los
obreros sublevados, destruyen las mercancías ajenas que les hacen la
competencia, destrozan las máquinas, prenden fuego a las fábricas, pugnan por
volver a la situación ya enterrada del obrero medieval” (Marx y Engels, s.f.).

De todos modos, el estudio de la sociedad capitalista ya fue extensamente


abordado en basta bibliografía, por lo que no es pertinente reiterar todas sus
características en nuestro trabajo. No obstante, nos interesa desarrollar a grandes
rasgos, el papel central que ocupa la violencia para sostener las características
anteriormente descriptas.
Sin ir más lejos, es a través de la violencia que se instaura todo nuevo orden, y,
por consiguiente, fue gracias a la misma que la burguesía llegó (y se perpetuó) en el
poder. Para que las personas dejaran de ser campesinas, fue preciso “disciplinarlas”.
Ese cometido se logró violentamente: destruyendo las viviendas, conformando las
grandes urbes, y con leyes extremadamente duras.
Se castigaba el indisciplinamiento, hasta con torturas para las personas que
“vagabundeaban pudiendo trabajar”. Para lograr el objetivo de separar a los
campesinos/as y artesanos/as de los medios de producción y/o subsistencia
(Pimentel, 2016), fue preciso la utilización de múltiples mecanismos de coerción
estatales.
Esta separación es la violencia estructural, que se puede comprender en el
traspaso del feudalismo al capitalismo. Es por ello que al respecto Marx (s.f.) la define
como: “(…) la partera de toda vieja sociedad que anda preñada de una nueva”.

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En una división entre estructura y superestructura12 que realiza Marx, podemos


ubicar a la violencia en el aspecto superestructural, ya que para el autor la propia
explotación es violenta.
De todos modos, es preciso recalcar que la violencia en tanto estructura no es
“exclusiva” del modo de producción capitalista, pero si, es el factor que caracteriza la
existencia del antagonismo de clases. Como expresan Marx y Engels:

“Hasta nuestros días, la historia de la humanidad ha sido una historia de luchas


de clases. Libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores feudales y siervos
de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos,
siempre frente a frente, enfrentados en una lucha ininterrumpida, unas veces
encubierta, y otras, franca y directa (…)” (Marx y Engels: s.f.).

Ahora bien, la violencia va a estructurar de tal modo nuestra sociedad, que se da


lo que Molina (1983) dio en llamar una cotidianización de la violencia. Y esto se
demuestra en que vivimos absolutamente rodeados y rodeadas de órganos coercitivos
y represivos. Sin embargo, la única violencia que se cotidianiza, únicamente es
aquella ejercida por los sectores dominantes. Lo cual deja en evidencia que se ha
instalado exitosamente el componente opresivo del Estado.

1.3 Patriarcado capitalista

Ahora bien, una vez descripto a grandes rasgos el modo de producción


capitalista, nos preguntamos: “¿Cómo sería la historia del desarrollo del capitalismo si
en lugar de contarla desde el punto de vista del proletariado asalariado se contase
desde las cocinas y dormitorios en los que, día a día y generación tras generación, se
produce la fuerza de trabajo?” (Federici 2018:27)
Federici (2018) afirma que las teorías Marxistas han sido de suma utilidad para
el feminismo. Sin embargo, estas no abordaron algunas cuestiones claves como la
cuestión del trabajo no remunerado de las mujeres al interior de los hogares; La
categoría trabajo aparece desde un enfoque sumamente restringido del concepto, que
carece de una dimensión de género. Por añadidura, afirmamos que limitarnos a ello

12El autor hace esta división a fines metodológicos, pero explica que ambas esferas se encuentran en
constante relación dialéctica.

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es insuficiente para describir nuestra sociabilidad. Por lo que tomaremos los aportes
de Marx, pero los enriqueceremos en base a lo desarrollado por las autoras que han
profundizado al respecto, ampliando hacia las múltiples formas de dominación.
Autoras como Silvia Federici (2018), han analizado detalladamente aquellos
límites que presenta la teoría de Marx, recuperando y resaltando el papel de las
mujeres. La misma, señala que Marx, describe tanto el capitalismo como la lucha de
clases, desde la óptica del trabajador industrial asalariado, de la fábrica, de la
producción de mercancías y del sistema del salario. De ahí que, al pensar en la posible
rebelión, Marx se limita a encuadrarla a los hombres, en el sentido estricto de la
palabra.
Retomamos el interrogante de la autora: ¿Guarda Marx silencio sobre el trabajo
doméstico porque no veía en él, fuerzas sociales capaces de transformarlo en una
dirección revolucionaria? Federici (2018) afirma que es necesario ampliar las teorías
marxistas a las formas de explotación de las mujeres específicamente, en tanto no se
puede estudiar la historia desde el punto de vista de un sujeto universal, único, dado
que ello termina por imponer la cosmovisión hegemónica impartida por las clases
dominantes.
Por otro lado, en el anterior apartado, hemos caracterizado la vida cotidiana
como el ámbito de la reproducción. Pero ¿Qué entendemos por reproducción? Para
comprender dicha categoría, resultan pertinentes los aportes de Federici (2018), quien
enfatiza el rol central de las mujeres como encargadas de la reproducción de la mano
de obra en trabajos como el doméstico, la sexualidad y la procreación entre tantos
otros. Rechazando la teoría de la reproducción únicamente comprendida a los límites
del sistema salarial y el trabajo dentro de las fábricas.
La economía feminista, ha demostrado la manera en que el capitalismo logra
exitosamente imponer que estos trabajos no producen valor, y son secundarios,
naturales y se encuentran caracterizados por el amor e instinto13. Las autoras Icart y
Velazco (2016) señalan que el campo del trabajo asalariado en tanto campo
mayoritariamente masculino ha invisibilizado su necesaria relación con las actividades
de cuidado, menos mercantilizadas pero básicas para la sostenibilidad de la vida, las
cuales han sido asignadas a lo femenino, y asociadas a la supuesta eficacia de las

13Sin ir más lejos, hasta nuestros días el trabajo doméstico no es tenido en cuenta por ninguna clase
de contabilidad nacional.

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mujeres en el trabajo doméstico. Y este existe en contraposición al trabajo productivo,


aquel realizado por los varones comprendidos en el sistema salarial.
Tal como explica Arruzza (2010), la opresión de las mujeres es un elemento
estructurante de la división del trabajo y se cuenta directamente entre los factores a
través de los cuales el capitalismo, no solo refuerza su dominio en términos
ideológicos, sino que organiza continuamente la explotación del trabajo vivo y su
reproducción.
Entonces, como puede inferirse, afirmamos, es precisa una perspectiva feminista
que contemple las diferencias de género, a lo cual nos ocuparemos en este trabajo.
Pero, aun así, vale aclarar que es necesario ampliar la mirada en tanto son múltiples
las variables que se intersectan, tales como étnicas, de edad, de clase, etc. A este
respecto, Scott agrega:

“Sólo un análisis específicamente feminista revela el carácter sistemático de


las relaciones entre hombre y mujer. Sin embargo, el análisis feminista por sí
solo es insuficiente, ya que es ciego a la historia y no es lo bastante materialista.
Hay que recurrir tanto al análisis marxista, y en particular a su método histórico
y materialista, como al análisis feminista, y en especial a la identificación del
patriarcado como estructura social e histórica, si se quiere entender el
desarrollo de las sociedades capitalistas occidentales y la difícil situación
de la mujer dentro de ellas14”(1996:2).

Entonces, “entendemos que el patriarcado es una forma de relación social que


antecede de sobremanera al capitalismo” (Massa, 2020:7), cuya descripción en
etapas anteriores a este modelo excede nuestro trabajo. Pero si, es relevante describir
“aquellas particularidades que el patriarcado ha adquirido en este modo de
producción” (Massa, 2020:7). Hartmann describe el sistema patriarcal como “(…) un
conjunto de relaciones sociales entre los hombres, que tienen una base material y
que, aun cuando son jerárquicos, establecen o crean interdependencia y solidaridad
entre los hombres, que los pone en situación de dominar a las mujeres”. (1996:12) Y
luego agrega:

14 Las negritas son nuestras.

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“El hombre tiene un nivel de vida más alto que la mujer por lo que se refiere al
consumo de artículos de lujo, al tiempo de ocio y a los servicios personalizados.
Un enfoque materialista no debería ignorar este punto crucial. De aquí se
desprende que el hombre tiene un interés material en que continúe la opresión
de la mujer. A largo plazo, ésta puede ser una “falsa conciencia”, ya que la
mayoría de los hombres podrían beneficiarse de la abolición de la jerarquía
dentro del patriarcado. Pero a corto plazo esto equivale a controlar el trabajo
de otra gente, control al que el hombre no está dispuesto a renunciar
voluntariamente.” (1996:7)

Entonces, según la autora, la dominación de los hombres por sobre las mujeres,
principalmente alude a la exclusión de estas últimas del sistema del trabajo asalariado,
relegándola al ámbito de lo doméstico, y por consiguiente a las tareas de reproducción
que se dan dentro del hogar, mencionadas previamente. Si analizamos estos aportes
en base a nuestra actualidad, por un lado, podemos afirmar que -en contraposición a
lo que plantea el feminismo liberal-, la creciente participación femenina en el mercado
laboral siempre está acompañada del mantenimiento de trabajo doméstico y/o
explotando a otras mujeres de manera precarizada.
En segundo lugar, las relaciones sociales patriarcales dentro del capitalismo no
se restringen al ámbito aparentemente privado, familiar-doméstico; sino que se hayan
tanto en el trabajo asalariado como en todos los ámbitos de la vida. Por esto, es
menester desnaturalizar la escisión de lo privado y lo público, porque ambas
responden a la misma desigualdad. Teniendo en cuenta que esta fragmentación fue
promovida con el objetivo de instalar la familia nuclear 15 , garantizando así, la
reproducción de la clase trabajadora y la reproducción del trabajo16.
Ahora bien, en tal sentido, la autora Iris Young, postula que el patriarcado:

“(…) No es un sistema autónomo al sistema capitalista. Ya que, de esta manera,


al igual que el marxismo tradicional, la teoría del sistema dual 17 tiende a

15 Netto (1997) describe cómo la familia nuclear dificultó o demoró asumir la conciencia de clase, desde
que se dejó atrás la colectivización de las tierras y las familias extensas.
16 Por eso también, la norma de la heteronormatividad que permita procrear biológicamente
17 La teoría dual, según Young (1992) explica y entiende, por un lado, el capitalismo con su

contradicción principal: el antagonismo de clases sociales; y por el otro, el patriarcado con el


antagonismo de las clases sexuales. Si para el proletariado el objetivo final es la conquista de los
medios de producción, para las mujeres lo es el control de los medios de reproducción.

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visualizar la cuestión de la opresión de la mujer como un mero anexo a las


cuestiones centrales del marxismo” (1992:5)

De ello se desprende que, Young promueve la necesidad de elaborar una teoría


partiendo de “(…) lo mejor del marxismo y del feminismo radical para comprender al
patriarcado capitalista como un sistema en el cual la opresión de la mujer es el atributo
central” (1992:1). En el mismo sentido, adherimos a esta crítica a la idea de dos
sistemas separados donde uno se relaciona con lo económico y otro con lo sexual,
dado que si el capitalismo es patriarcal y están profundamente interrelacionados, no
hayamos ningún beneficio en insistir respecto al doble sistema.
En la vinculación del patriarcado con el capitalismo, Young plantea como tesis
que “la marginalización de la mujer, y, por consiguiente, nuestro funcionamiento como
una fuerza laboral secundaria, es una característica fundamental y esencial del
capitalismo” (1992:12). Por lo que es inimaginable un capitalismo sin patriarcado. A
pesar de que, como hemos expresado, la opresión contra las mujeres antecede al
capitalismo, ello no implica que el patriarcado sea un sistema autónomo. Sin embargo,
desde la llegada del capitalismo asistimos a la consolidación de la división sexual del
trabajo, que ubicó a la mujer a una posición marginal y secundaria.
Para Young (1992) la base material del patriarcado sería el propio capitalismo.
En este sentido nos preguntamos ¿Cuánto más debería valer el aparente salario
“familiar” si reconociera el trabajo reproductivo?
Esta opresión de género y de clase, configura la “Cuestión social”. Pimentel
(2016), señala que para aprehender la “Cuestión Social” es necesario pensarla como
un fenómeno complejo compuesto por tres dimensiones, haciendo referencia a los
aportes de Marx, a los que incorporaremos los aportes de las autoras señaladas
previamente.
En primer lugar, la dimensión material que refiere a la explotación del trabajo y
acumulación capitalista, basada en la apropiación de la plusvalía relativa de quienes
están incorporadas e incorporados al sistema salarial, y la plusvalía absoluta del
trabajo doméstico y de cuidado, entre otros. Además, también se ubica en esta
dimensión, la dinámica misma del capitalismo, la cual genera una superpoblación
relativa o ejército de reserva18, del cual las mujeres conforman una buena porción,

18A decir de Marx (1967) aunque el capital tiende a aumentar la población trabajadora, (ya que en ello
radica la posibilidad de aumento de la plusvalía), de forma constante, convierte a una parte de ella en

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aceptando (obligadamente) menores pagas a igual trabajo. Lo material se expresa


también, mediante la violencia de género dentro del ámbito familiar como en el ámbito
público, valiéndose de su aparencial división.
Por otro lado, la “Cuestión Social” se compone, además, de su dimensión
política, relacionada con la lucha de la clase trabajadora y de los movimientos
feministas. La “Cuestión Social”, políticamente hablando, pasa a ser reconocida como
problema cuando los sectores dominados comienzan a ofrecer resistencia a las malas
condiciones de vida. Esta lucha se configura como amenaza al orden burgués -
patriarcal, y es por ello por lo que estos van a tomar el carácter de “Cuestión social”.
Y, por último, la dimensión de intervención del Estado. La cual se encuentra
articulada con la dimensión política, porque justamente buscan contener las formas
de resistencia de la clase que vive del trabajo, y asegurar las condiciones para la
reproducción del capital.
Es por esto último, que, pese a que las mujeres han ganado espacios en
múltiples territorios, el capitalismo difícilmente concederá la socialización del trabajo
doméstico, ya que utiliza los mecanismos de opresión contra las mujeres en pos de
sus objetivos, valiéndose del patriarcado para maximizar sus ganancias. Así mismo,
podemos observar cómo se materializa esta dimensión en la creciente tendencia de
la feminización, y la maternización de las políticas sociales.
Dicho esto, retomamos la afirmación hecha en el anterior apartado respecto a
que el Estado no es un ente neutral y mediador. Sino que tiene carácter de clase, pero
también -y no en menor medida-, de género.

1.4 Los partos hasta el S. XVI y la sabiduría de la resistencia ancestral.

La cacería de brujas coincide en el tiempo con el periodo en el que surge la ciencia, abarca el final de la
Edad Media, el Renacimiento, y se extiende hasta el siglo XVII, periodos clave en la edificación de la ciencia
moderna. Esto significa que ocurrieron simultáneamente dos fenómenos. Por una parte, la destrucción de una
línea de conocimiento: el de las mujeres. Y por otra, el nacimiento de otra forma de conocimiento que
acompañaría el desarrollo de la civilización occidental, que surge con una marca distintiva: la ausencia de las
mujeres.
(Norma Blázquez 2011: 32)

mano de obra excedentaria, la cual funciona como presión a quienes están actualmente asalariados/as,
hasta que esté en condiciones de aprovecharla. Es una contradicción inherente al capitalismo,
independientemente del hecho de que, según la coyuntura y el lugar, se manifiesta bajo formas y grados
diferentes, podemos afirmar que el ejército de reserva se compone por una cantidad enorme y creciente
de personas, que se encuentran ya sea paradas, infraocupadas o extremadamente precarizadas.

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En los anteriores apartados, a grandes rasgos dimos cuenta del modo de


apropiación mediante el cual el patriarcado capitalista se adueña de la fuerza de
trabajo de la clase que vive -o necesita vivir- del trabajo, pero revisando principalmente
la manera en que se apropia del trabajo de las mujeres: negándolo como tal y
extrayendo de este la plusvalía absoluta. Así mismo, la vida sexual, reproductiva y no
reproductiva de éstas, no solo no escapó de esta lógica, sino que resulta un factor
clave para el sostenimiento del sistema.
Para ello, es preciso volver hacia la época precapitalista, a fin de caracterizar el
modo en que las mujeres conocían e intervenían sobre sus propios procesos.
Haremos este trayecto, para poder pensarlo en contraposición a la modernidad, dando
cuenta del cuerpo femenino en clave de territorio, donde lejos de ser soberanas de él,
este ha sido objeto de intervención y control por parte del capitalismo patriarcal en
general, y como analizaremos más adelante, por parte de la medicina en particular.
Del mismo modo, pretendemos que dar cuenta de este recorrido, habilite comenzar
una desnaturalización de los patrones de parto/nacimiento de la actualidad, en tanto
estos fueron construidos, por lo que también es posible su deconstrucción.
A decir de Rita Segato “Es en el cuerpo femenino y en su control por parte de la
comunidad, que los grupos étnicos inscriben su marca de cohesión” (2003:140). Este
control se expresa en los cuerpos femeninos / feminizados en innumerables
expresiones; pero nos interesa adentrarnos en cómo logró materializarse, incluso, en
un uno de los momentos más desconocidos y misteriosos para los varones de aquel
entonces: el parto.
“Uno de los saberes femeninos por antonomasia, era tradicionalmente todo lo
relativo al embarazo y el parto: los médicos poseían escaso interés en las
enfermedades -de mujeres- y en cómo éstas daban a luz” (García 2018:64).
Partimos de la premisa de que el parto, de acuerdo con la fisiología humana 19,
precisa asistencia. Como resulta bastante coherente, este acompañamiento hasta
siglo XVI era llevado adelante por mujeres con experiencia al respecto, en general

19 “La bipedestación trajo consigo ciertas modificaciones en la estructura de la pelvis: la vagina no está
alineada con el útero, sino que forma un ángulo recto con éste, así que el canal de parto presenta
distintas dimensiones y dificultades en cada zona, el bebé (cuya cabeza mide unos 35 cm de diámetro
aproximadamente), para salir, va realizando diversas rotaciones con su cuerpo, lo que hace que el
parto humano resulte un acto complejo y largo. Un parto humano dura de media nueve horas, frente a
las dos horas que suele durar el de cualquier primate”. (Shipman, 2014: 38).

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parteras o matronas, quienes también tenían conocimientos acerca de la interrupción


del embarazo, como del control de la natalidad.

“Las mujeres siempre han sido sanadoras. Ellas fueron las primeras médicas y
anatomistas de la historia occidental. Sabían procurar abortos y actuaban como
enfermeras y consejeras. Las mujeres fueron las primeras farmacólogas con
sus cultivos de hierbas medicinales, los secretos de cuyo uso se transmitían de
unas a otras. Y fueron también comadronas que iban de casa en casa y de
pueblo en pueblo. Durante siglos las mujeres fueron médicas sin título;
excluidas de los libros y la ciencia oficial, aprendían unas de otras y se
transmitían sus experiencias entre vecinas o de madre a hija. La gente del
pueblo las llamaba -mujeres sabias-, aunque para las autoridades eran brujas
o charlatanas. La medicina forma parte de nuestra herencia de mujeres,
pertenece a nuestra historia, es nuestro legado ancestral” (Ehrenreich y English
1988: 7).

La cita anterior da cuenta de un poder y conocimiento por parte de las mujeres


sobre la salud. Ahora bien, nos surge el interrogante ¿Cómo sucedió este pasaje de
preponderancia, respecto los procesos que nos atañen, al lugar que ocupado hoy en
día? En el siglo XVI—época de transición del feudalismo al capitalismo— varios
médicos, por supuesto varones, comienzan a interesarse por la obstetricia y a escribir
tratados sobre las parteras/comadronas con el fin de comenzar a desplazarlas. Sadler
(2004) explica que para 1421, directamente se prohíben las curaciones por parte de
personas sin preparación estrictamente médica, despreciando así la experiencia
práctica de las mujeres. Cabe destacar que las mujeres recién a partir de 1880 han
logrado acceder a las universidades, por lo que esta ciencia era enteramente
masculina y perteneciente a la nobleza.
De esta manera es que la medicina, de manera incipiente, va ganando lugar
sobre los procesos reproductivos de las mujeres. Explica Sadler (2004) que la
reducción de la tasa de mortalidad, sumado a la disminución de infecciones
puerperales, sirvieron como pretexto para terminar de desterrar a las
parteras/matronas20.

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Sin embargo, Sadler (2004) explica que hubiese sido relativamente muy sencillo capacitar a las
matronas en medidas de higiene.

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Cuando los médicos desplazaron a las mujeres del ámbito de la salud en general
y de la asistencia a los partos en particular, de manera fenoménica, ello parece
justificarse debido a una práctica más científica y “objetiva”. Sin embargo, como
explica García (2018), las curanderas y matronas habían acumulado años de práctica
empírica que los médicos despreciaban. Por lo que, en sus orígenes, la medicina
como única habilitada a “curar”, no fue más que una imposición de la clase dominante,
teniendo en cuenta que, en ese entonces, la carrera duraba entre algunos meses a
dos años, y cuyos estudios jamás se completaban con una práctica, siendo la
formación enteramente teórica, pero a su vez muy aferrada a doctrinas dogmáticas.
La bibliografía elaborada por autoras feministas (García 2018, Canevari 2011,
Campiglia 2018, Sadler 2004) ha criticado ampliamente la idea de la supuesta
objetividad de las ciencias médicas, argumentando que esa premisa legitima
proyectos científicos que perpetúan la existencia de poderes sociales hegemónicos,
que bloquean y excluyen a todos aquellos sectores de población exentos de poder.
Como explica Foucault (1975), la medicina no es un campo de conocimiento puro
y universal, sino que está condicionado y visto por los ojos del momento histórico, y
los sistemas económicos y políticos en los que se inscribe. Y agrega:

“Dado que en las sociedades occidentales contemporáneas la ciencia está


concebida como el discurso de la verdad, la medicina y sus profesionales
aparecen como una de las autoridades más importantes de nuestro tiempo”
(Foucault, 1996:87)

Con esto último, damos cuenta de que no es menor la base de poder 21 que
posee esta ciencia, ya que como veremos más adelante, esta radica en establecer los
límites de qué será sano o normal y qué será patológico22.

21 Foucault (1997), uno de los pensadores contemporáneos que más ha desarrollado al respecto,
sostiene que el poder es algo que está en la sociedad, que a veces se personaliza, pero que actúa
permanentemente en nosotros, determinándonos, ordenándonos, tanto en lo mental, consciente o
inconsciente, en el cuerpo, en las fantasías, etc. Nos predetermina, nos impide pensar en otras
posibilidades que las promovidas por quienes detentan el poder. En este sentido, existe una acción del
poder en nuestra conciencia permanente, unida a la idea de culpa, si no cumplimos con lo propuesto.
En concordancia con ello, podríamos afirmar que nuestra posibilidad real y material de libertad se
encuentra bastante acotada o al menos sumamente condicionada por la hegemonía que impongan los
poderes dominantes.
22 Como veremos en los próximos apartados, se encuadran más aspectos en lo que concierne a la

enfermedad y/o al riesgo.

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Como contrapartida, por supuesto que las mujeres, no han entregado sin más la
base de poder y el dominio sobre sus propios cuerpos, sino que se emprendió una
autentica resistencia a la imposición de las relaciones capitalistas y a la expropiación
del poder obtenido en virtud de la sexualidad, el control sobre la reproducción y “el
arte de curar”. Es así como el Estado de la Europa medieval, en respuesta
aleccionadora, impulsa una de las mayores masacres contra las mujeres de la historia:
La caza de Brujas.
“Se calcula que más del 80 % de las personas juzgadas y ejecutadas en Europa
en los siglos XVI y XVII por el crimen de brujería fueron mujeres” (Fajardo 1977:60).
Dando como resultado, cientos de miles de mujeres 23 asesinadas, quemadas,
colgadas y torturadas. Recordemos nuevamente que este fenómeno, no era una
especie de linchamiento popular, sino que eran ejecuciones planificadas y llevadas a
cabo por el incipiente Estado, de la mano del poder religioso, valiéndose de
herramientas legales. Frente a esto nos preguntamos ¿Qué implicaba el poder y
autonomía de las mujeres acusadas de brujería en ese momento histórico? ¿Acaso
representaba una amenaza política, sexual y religiosa para la Iglesia, y para el
Estado?

“Existe un acuerdo generalizado sobre el hecho de que la caza de brujas trató


de destruir el control que las mujeres habían ejercido sobre su función
reproductiva y que sirvió para allanar el camino al desarrollo de un régimen
patriarcal más opresivo” (Federici, 2010: 26).

Es necesario enfatizar que la mayor parte de las mujeres condenadas como


brujas eran sanadoras o curanderas no profesionales, por lo que su brutal represión,
sin dudas, marca uno de los tantos mecanismos de la lucha de los varones para
eliminar a las mujeres de la práctica de la medicina24.

23 En la bibliografía existente, las precisiones respecto a este suceso son muy heterogéneas; algunos
investigadores sostienen que entre los siglos XIV y XVII se condenó a la hoguera alrededor de un millón
de mujeres acusadas de brujas. Incluso algunas investigaciones estiman que fueron varios millones de
víctimas.
24 En la actualidad, según Campiglia (2018) una gran cantidad de las mujeres que forman parte del

personal de salud, se encuentran subyugadas al dominio medico encarnado mayoritariamente por


varones, especialmente en lo a la salud sexual y reproductiva respecta.

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La guía de los inquisidores fue el famoso Malleus Maleficarum25, en el cual las


parteras representan el mayor de los males, ya que ayudaban a la madre a destruir el
fruto de su vientre, y excluían a los hombres de las habitaciones donde las mujeres
parían. Según Federici (2018), uno de los motivos que explica la satanización de las
parteras proviene más de los miedos de las autoridades al “infanticidio” que de
cualquier otra preocupación por la supuesta incompetencia médica de las mismas.
Con la marginación de las parteras, comenzó un proceso por el cual las mujeres,
habiendo perdido el control que habían ejercido hasta ese momento sobre la
reproducción toda, pasaron lentamente a ser reducidas a un papel totalmente pasivo
en el parto.
Con este cambio, empezó también el predominio de la premisa médica que, en
caso de emergencia, es menester priorizar la vida del feto por sobre la de la madre.
Esto contrastaba absolutamente con el proceso de nacimiento que las mujeres habían
controlado por costumbre. Y efectivamente, “para que esto ocurriera, la comunidad de
mujeres que se reunía alrededor de la cama de la futura madre tuvo que ser expulsada
de dónde se ocurrían los partos” (Federici 2010:137).
Por otro lado, cabe resaltar que también las brujas eran acusadas de despertar
una “atracción sexual imparable” en los hombres:

“Existen siete métodos por medio de los cuales (las brujas) infectan de brujería
el acto venéreo y la concepción del útero. Primero, llevando las mentes de los
hombres a una pasión desenfrenada; segundo, obstruyendo su fuerza de
gestación; tercero, eliminando los miembros destinados a ese acto; cuarto, con-
virtiendo a los hombres en animales por medio de sus artes mágicas; quinto,
destruyendo la fuerza de gestación de las mujeres; sexto, provocando el aborto;

séptimo, ofreciendo los niños al Diablo (…)” (Kramer y Sprenger, 1486:4).

Podemos afirmar que la sexualidad es el denominador común de todo aquello


por lo que se las acusa. Al mismo tiempo, desde el poder dominante, se logra
demonizar y castigar cualquier decisión cercana a lo no reproductivo, apropiándose

25“(El martillo de los brujos) Escrito en 1486 por dos monjes dominicos, convirtiéndose en el manual
indispensable y la autoridad final para la Inquisición, para todos 'los jueces, magistrados y sacerdotes,
católicos y protestantes, 'en la lucha contra la brujería en Europa” (García Fernandez 2014: 10)

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del cuerpo de las mujeres con el objetivo de convertirlas en una verdadera máquina
de gestar y parir.
Es por ello, que consideramos realmente muy llamativo, que la caza de Brujas
no aparezca frecuentemente en la historia del modo de producción capitalista, a pesar
de constituirse en, como expresa Federici (2018), uno de los acontecimientos más
importantes de su desarrollo.
Silvia Federici (2010) en El Calibán y la bruja, demuestra la relación existente
entre este suceso y el desarrollo de una nueva división sexual del trabajo, donde
quedan las mujeres relegadas al trabajo reproductivo; por lo que como se precisó
anteriormente, la caza de brujas es un eje central de la acumulación y la formación
del proletariado. La autora expresa que la caza de brujas fue también:

“Instrumental a la construcción de un orden patriarcal en el que los cuerpos de


las mujeres, su trabajo, sus poderes sexuales y reproductivos fueron colocados
bajo el control del Estado y transformados en recursos económicos” (2010:233).

Como narra Federici (2010) la mujer paso de ocupar el rol social de la bruja,
salvaje y peligrosa, a considerárselas como seres pasivos, asexuados, más
obedientes y hasta moralmente mejores que los hombres, incluso capaces de ejercer
una influencia positiva sobre ellos.
Concluyendo este apartado, concluimos que la caza de brujas finaliza en la
última parte del siglo XVII, cuando la clase dominante se aseguró de haber destruido
la base de poder de las mujeres de la Europa previa al capitalismo. Pero ahora sí, la
medicina tenía el terreno allanado para su gran entrada triunfal.

1.5 Advenimiento de la obstetricia e institucionalización de los partos – De


protagonistas, a espectadoras de nuestros partos.

Anteriormente presentamos el proceso por el que se establece una medicina


“oficial” y la manera en que, de allí a nuestros días, solo ella será la única habilitada a
asistir partos.
En cuanto a las mujeres, la soberanía de nuestros propios cuerpos ya se nos
había expropiado de tal modo, que, como relata Sadler (2004) la reproducción
obligatoria era asunto de intervención estatal: se castigaba duramente a las mujeres

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culpables de crímenes reproductivos, con pena de muerte por el uso de


anticonceptivos.

“Si en la Edad Media las mujeres habían podido usar distintos métodos
anticonceptivos y habían ejercido un control indiscutible sobre el proceso del
parto, a partir de ahora sus úteros se transformaron en territorio político,
controlados por los hombres y el Estado: la procreación fue directamente puesta
al servicio de la acumulación capitalista” (Federici, 2010:139).

Y es así como de manera progresiva, se busca ubicar a las mujeres en el rol de


reproducir biológica y socialmente mano de obra para el modo de producción
capitalista.
Hacia el XVIII, los partos en el occidente eran mayoritariamente asistidos o
conducidos por varones. Sadler (2004), afirma que el desarrollo de la medicina
occidental implicó un progresivo abandono de un enfoque integral de las personas,
escindiéndolas por completo de su relación con el medio ambiente en general. Pero,
además se conformó con ciertas características particulares en lo que atañe a los
cuerpos femeninos. Es por ello, por lo que uno de los elementos claves para la
comprensión de nuestro tema son las teorías de género, en cuyo concepto nos
detendremos a continuación para intentar comprender cómo se sostiene esta
exclusión y subordinación de un sexo por el otro.
La categoría género es una de las contribuciones teóricas más significativas de
los feminismos para explicar dicho proceso, por lo que será un punto nodal para
nuestra investigación. Vale aclarar, no se puede hablar de una única teoría de género,
sino de una amplia variedad de debates y caracterizaciones al respecto.
En esta investigación comprenderemos la perspectiva de género, principalmente
en base a los aportes de Joan Scott (1992), quién utiliza el concepto como categoría
de análisis, entendida como una construcción simbólica, que alude al conjunto de
atributos socioculturales asignados a las personas a partir del sexo, (es decir la
genitalidad de las personas al nacer) y que convierten la diferencia sexual en
desigualdad social26.

26 Agregamos que además se intersectan con múltiples variables (económica, política, laboral, etc.).

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Así mismo, la importancia del concepto género, justamente radica en visibilizar


el supuesto ideológico que dispone determinada genitalidad a determinados roles
sociales (de cuidado, de crianza, de maternaje, etc.), en pos de romper con la idea del
carácter natural de las mismas.
La autora afirma que el concepto pone de manifiesto la relación desigual entre
varones y mujeres. Aunque desde nuestro criterio, sostenemos que es preciso ampliar
que la relación de desigualdad existe entre los varones CIS, heterosexuales, y toda
aquella persona que no pertenezca a esa identidad sexo-genérica.
Otro aspecto que la autora señala es la dimensión de poder dentro de la
concepción de género, en tanto este es una manera primaria de significar las
relaciones de poder. Y sostiene que:

“Las diferencias biológicas y la división del trabajo de la procreación opera como


una de las ilusiones colectivas más fundamentadas. Los conceptos de género
como referencias objetivas estructuran la percepción y la organización concreta
y simbólica de toda organización social. Puesto que estas referencias establecen
la distribución del poder (el control diferenciado sobre el acceso a los recursos
materiales y simbólicos) el género se halla involucrado en la misma construcción
del poder” (1992:37-38).

En las subdivisiones que realiza Scott (1992) de la definición de género, señala


en primer lugar las representaciones simbólicas que para cada sexo dominan el
imaginario social en un lugar y momento histórico determinado (Estos símbolos se
sostienen en base a las diferencias sexuales). En segundo lugar, señala que los
conceptos normativos que definen las interpretaciones simbólicas anteriores
provienen de doctrinas religiosas, disciplinas científicas, sistema educativo, legal,
político, etc.

“(…) los lenguajes conceptuales emplean la diferenciación para establecer el


significado y que la diferencia sexual es una manera primaria para construir una
diferenciación significativa. El género aporta una manera para decodificar los
significados y para comprender las complejas conexiones que existen entre las
diversas maneras de interacción humana” (Scott 1992:38).

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El género, (como el resto de las variables que se intersectan) funciona como


discurso que se despliega en el orden social, legislativo, institucional y material,
mediante procesos que se significan a través del lenguaje. Entendiendo a este último
como un sistema de signos, pero también como práctica social y política 27.
Los significados asociados a los géneros se construyen por medio de una lógica
binaria y dicotómica, que otorga a los significados masculinos mayor valor, en
detrimento de los femeninos.
Por ejemplo, diversas autoras feministas, señalan la vinculación de lo masculino
a lo racional y objetivo, y en su detrimento, lo femenino al ámbito de las emociones y
la naturaleza (lo desordenado, lo incontrolable). Ahora bien, considerando que la
medicina centra su estudio en los procesos biológicos, concordamos con los dichos
de Canevari (2011), donde afirma que se desprende de esta línea de pensamientos,
que la salud y el cuerpo de las mujeres es un asunto de gran interés para esta ciencia.
La autora sostiene que la medicina históricamente busca dominar los procesos
fisiológicos y patológicos. Es así como lo reproductivo no escapa de esa lógica.
Este creciente interés, se daba mientras se construían hospitales en los cuales
los practicantes de las incipientes ciencias médicas podían observar gran cantidad de
nacimientos y desarrollar técnicas estandarizadas y herramientas para el manejo del
parto28.
Como explica García (2018), a finales del siglo XVIII los hospitales europeos
comenzaron a establecer departamentos de obstetricia. El hogar, -ámbito histórico
destinado a la mujer que atravesaba el parto rodeada de otras mujeres que habían
pasado por esa experiencia-, fue paulatinamente desplazado por los hospitales
siguiendo las políticas higienistas impulsadas por los Estados de mediados de siglo
XIX.

27 Entonces, entendiendo al lenguaje como político, en esta investigación optamos por utilizar la
categoría mujeres, ya que nuestra muestra está justamente conformada por mujeres CIS. Sin embargo,
partiendo de que no solo las mujeres podemos gestar/parir, sino que también lesbianas, no binaries y
varones trans, consideramos que el término cuerpo gestante puede invisibilizar nuestra realidad
material y sexuada, limitando nuestra existencia a la gestación y parto: Lo que no se nombra, no existe.
Y si no existe, solo por dar un ejemplo ¿Cómo tendrá, un equipo de salud, las herramientas para
brindarle asistencia a un varón trans en trabajo de parto?
Si bien se comprende el uso de la economía del lenguaje, sustituir el término mujeres, no binaries,
varones trans y/o lesbianas por "persona gestante" y/o "cuerpo gestante” o incluso “útero-portante”,
representa una fragmentación y reducción del plano reproductivo en detrimento de la integralidad de
las personas. Este planteamiento resulta funcional a la invisibilización de las mujeres y disidencias, y
la perpetuación de su explotación sexual y reproductiva.
28 Tales como el fórceps.

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La autora afirma que los hospitales se convirtieron en el lugar donde los valores
de la obstetricia moderna se pusieron en práctica. Ello implicó el uso de tecnología y
medicaciones en los nacimientos con el objetivo de minimizar los riesgos
potenciales. Pero también se modificó con ello, el tiempo que mujeres y personal
médico dedicaban al proceso de parto.
Recordemos que estamos en presencia de un contexto de revolución industrial,
por lo que es un momento clave en el desarrollo de la medicina ya que incorpora
sustancialmente la tecnología, lo cual favorece que esta obtenga la hegemonía en
torno a “las prácticas apropiadas”.
Por ello el incremento de burocratización y estandarización de la asistencia
también tuvo lugar, lo cual analizaremos más adelante. También es el momento de la
“modernización” y “el progreso”, donde el estado reorganiza la intervención sobre la
“Cuestión Social”, potenciando los componentes de naturalización y moralización. La
ciencia se reconfigura en ese mismo sentido
En los hospitales, los cuerpos de las mujeres eran considerados territorio digno
de todo tipo experimentación. Por lo que, en la práctica médica, como Sadler (2004)
y García (2018) desarrollan, los primeros obstetras se dedicaron a realizar
absolutamente todo tipo de intervenciones.
De la mano de la institucionalización progresiva del parto, siendo ahora el médico
quien dirige la situación, para comodidad de este, las autoras explican que se instala
la obligación de acostarse para la revisación (tactos) y casi todas son promovidas a
parir de forma supina29 y con las piernas levantadas. Magnone Alemán (2010) afirma
que el sistema pasa por alto el dolor y pretende cuerpos dóciles para ser intervenidos.
El poder simbólico del mandato médico es tan fuerte que algunas mujeres pierden la
noción intuitiva de qué tipo de posiciones las favorecerían en el trabajo y proceso de
parto.
Es esta posición, sumada a la inmovilización durante el trabajo de parto, lo que
conllevó, entre otros factores, a que este se desarrolle con dolores de una gran
magnitud30; cuestión que increíblemente, siglos después, pese a que (como veremos
más adelante) la evidencia científica viene desaconsejando reiteradamente desde
hace siglos, se mantiene intacta:

29Posición corporal donde la persona se encuentra acostada y boca arriba.


30Es importante recuperar que los partos no siempre fueron un acontecimiento caracterizado por el
dolor. Casilda Rodrigáñez Bustos (1995) demuestra que previo a la modernidad los partos eran de
extremo placer, y no de extremo dolor.

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“Me acostaron. Yo quería salir de esa cama, no quería estar acostada (..) Yo ya no podía
controlarme más en las contracciones: ¡No me podía controlar a mí misma! (…) Yo pensé que
practicarían con una otras posturas y no estar ahí en la cama acostada a solas, esperando en una
camilla, teniendo las contracciones, esperando que dilatara más”
Gala, 34 años
Entrevista realizada el 6 de agosto de 2020

Consideramos pertinente detenernos un momento en esta escena de un trabajo


de parto en una institución, en la cual ubicamos el personal médico, en la habitación
o en la sala de partos, con sus instrumentos y con su discurso científico como el único
saber autorizado.
Este último, en base a lo desarrollado por Sadler (2004) y García (2010), se
define como el reconocimiento social otorgado a médicos y médicas, y a la medicina
para la intervención en los procesos de salud - enfermedad, desautorizando a las
mujeres gestantes, con respecto a sus propios conocimientos y percepciones. Este
conocimiento, afirman las autoras, no solo desprestigia cualquier otro saber, sino que,
además, legitima la hegemonización de la biomedicina para la atención de las
gestaciones y permite el ejercicio jerárquico de médicos y médicas sobre mujeres
gestantes, que devienen en pacientes.
La mujer obligadamente acostada, inmóvil, ubicada en el lugar de “paciente 31”,
sometida a cumplir con las exigencias médicas, y dónde infinidad de intervenciones le
serán efectuadas por los y las profesionales; pero las cuales no solo no podrá
visualizar, sino que difícilmente sea consultada o informada.
De este modo, se niega por completo, el parto como evento cultural, social,
sexual, emocional obturando a las mujeres la posibilidad de tomar decisiones respecto
de las distintas posiciones según sus necesidades, y a su vez se imposibilita el sostén
de la partera o matrona con experiencia que mencionábamos previamente, pero
también de todo vínculo significativo. La mujer es ahora un auténtico “objeto”, “un

31Según Sadler (2004) el término paciente alude a quien sufre y tolera los trabajos y adversidades sin
perturbación del ánimo, a la persona que padece física y corporalmente; el/la doliente, el/la enfermo/a,
y especialmente quien se halla bajo la atención médica.

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campo de intervención médica”. Acostada, expuesta y vulnerable, ya no será ella


quien se incline a recibir la persona recién nacida. Si no el nuevo protagonista del
parto: El Médico.
Algunas autoras relatan que la única justificación por la que las mujeres en los
partos institucionalizados no les es permitido parir en cuclillas o de pie, es porque el
Rey Luis XIV exigió ver cómo sus descendientes venían al mundo. Pero justamente
fue así, que los médicos descubrieron -casualmente-, que era mucho más cómodo
para ellos a la hora de intervenir en los partos, aunque el esfuerzo de quien está
pariendo se magnifique, el dolor se multiplique y el proceso de trabajo de parto sea
más lento.
De este modo, como relata Campiglia (2018) una vez que la medicina logra
incrementar los dolores en el parto a través de la inmovilización de la mujer, se
comenzó a hacer hincapié en el control del dolor, y se comenzó a recurrir a la
analgesia como una práctica habitual en el ámbito hospitalario.
En este contexto, sumado a la reducción de la tasa de mortalidad materna, la
biomedicina se fue imponiendo como modelo hegemónico hasta llegar durante el siglo
XX a cubrir la casi totalidad de asistencia a los partos. En ese siglo, nuestro país y
gran parte de Latinoamérica, se caracterizó por la obligatoriedad de parir en las
instituciones bajo el estricto control de médicos obstetras.
Belli (2013) explica que este cambio, al igual que sucedió en Europa, respondió
a una profundización del proceso de exclusión de saberes locales, producto del
desarrollo de la Colonialidad 32 del poder y del saber. Ello condujo (y sigue
conduciendo hoy en día) a la implementación de diversos tipos de intervenciones
dirigidas al control social que -en situaciones como las que se abordaran en este
trabajo- intentan fortalecer el poder del Modelo Médico Hegemónico33.
Es por lo antedicho que la autora sostiene que, de manera simultánea al inicio
del colonialismo en América, se producen los primeros intentos de constitución
colonial de los saberes y poderes.
En nuestro país, la primera maternidad de que se tiene registro comenzó a
funcionar el 10 de diciembre de 1853, en el Hospital de Mujeres de la ciudad de
Buenos Aires, casi 80 años luego de su inauguración en 1774 34. Sin embargo, el

32 Ver apartado 1.6.


33 Ver apartado 1.6.
34 Raíces R. Rápida historia del Hospital Rivadavia. Disponible en:
http://www.buenosaires.gob.ar/areas/salud/rivadavia/historia.php

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proceso de institucionalización de los nacimientos fue lento y heterogéneo en el


territorio nacional. Probablemente, además de razones culturales, eso puede ser
debido a la cantidad de maternidades existentes: En el año 1938 había sólo 19 centros
de maternidad en la ciudad de Buenos Aires y 23 en el resto del país, localizados en
las grandes ciudades35.
En el año 1937 se creó la Dirección Nacional de Maternidad e Infancia,
dependiente del Departamento Nacional de Higiene, aumentando en los años
siguientes la institucionalización de los partos en el país del 30 al 60%. Actualmente,
según el Anuario de Estadísticas Vitales del Ministerio de Salud 36, el porcentaje de
nacimientos institucionalizados se mantiene estable en los últimos cinco años:
alrededor del %99,7 y %99,6 del total de personas recién nacidas vivas.
Podemos concluir que, con el objetivo de brindar una asistencia al parto
científicamente respaldada, se promueve a las mujeres a concurrir a los servicios de
salud mediante las diferentes estrategias que hemos desarrollado.
Sin embargo, como veremos en el transcurso de este trabajo, el acceso a las
instituciones de salud no basta para asegurar una atención adecuada, ya que muchas
deficiencias graves en la asistencia al parto/cesárea ocurren en ellas, y no son pocas
las veces que estos hechos devienen en las más atroces expresiones de violencia
obstétrica.

1.6 Colonialidad y Modelo Médico Hegemónico

Antes de describir el Modelo Médico Hegemónico 37 propiamente dicho, es


pertinente detenernos en recuperar la relación entre, la configuración de la emergente
medicina, -Pos Caza de Brujas- en la Europa Medieval, y la manera en cómo se
“exporta” hacia América Latina.
La medicina es resultado de esta organización social, al igual que el capitalismo
y el patriarcado, y opera como una especie de poder organizado y transnacional. Y se

35 Felitti K. Intersecciones en las configuraciones de la maternidad en la historia argentina, 1900-1946:


registros médicos y culturales bajo la lupa. História, Ciências, Saúde – Manguinhos (2016); 23 (1):221-
23.
36 Disponible en : http://www.deis.msal.gov.ar/wp-content/uploads/2020/01/Serie5Nro62.pdf (Último

acceso 27 de Julio de 2020)


37 En adelante, también se mencionará como MMH.

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va a caracterizar por su lugar central en el proceso de consolidación y reproducción


del sistema capitalista patriarcal, valiéndose de sus intervenciones sobre los cuerpos.
En las tierras que habitamos, estos procesos se inician en lo que hoy se conoce
(y se celebra) como “Descubrimiento de América”38. Dónde una vez más el capitalismo
demuestra su esencia más feroz, cargándose de un nuevo genocidio, además de la
esclavitud, saqueos y violaciones a las mujeres que habitaban estas tierras.
Gracias a estos procesos, a decir de Quijano (2000), se transformaron las
economías cerradas del Medioevo, para comenzar a delimitar lo que hoy es un
mercado mundial. A decir de Marx:

“Los descubrimientos de los yacimientos de oro y plata en América, la cruzada


de exterminio, la esclavización de las poblaciones indígenas, forzadas a trabajar
en el interior de las minas, el comienzo de la conquista y del saqueo de las indias,
la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros, son todos
hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista (...) Las
riquezas apresadas fuera de Europa por el pillaje, la esclavización y la masacre
refluían hacia la metrópolis donde se transformaban en capital” (1897:495).

En este sentido, adherimos a lo propuesto por Quijano (2000) quien rompe con
el “Eurocentrismo”, afirmando que Europa no sería potencia hoy en día, si no fuese
gracias a la emergencia de América. Propone que es a partir de la conquista de
América como territorio, lo que posibilita que emerja un nuevo orden geopolítico y
económico, otorgándole así, centralidad en esta última.
Afirmamos que este fenómeno configura hasta nuestros días nuestra
sociabilidad, en concordancia con el término utilizado por el autor como Colonialidad
del poder39, dando cuenta de la colonización en clave de un proceso de larga duración,
en contraposición a pensarlo como un hecho histórico que empieza y termina. La
Colonialidad resulta en la imposición de un ordenamiento, basado en patrones de
poder que con clasificaciones sociales operan en múltiples dimensiones. “Venimos de
violaciones a indígenas”, se lee en el cuerpo de mujeres en manifestaciones

38Territorio que curiosamente ya estaba descubierto por millones de personas que vivían en él
39Quijano (2000) se contrapone a las corrientes teóricas de los estudios “postcoloniales”, dado que
postula la idea de continuidad histórica.

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feministas. A decir de Segato: "El cuerpo de mujer es la primera colonia, la primera


colonia en la historia de la humanidad fue el cuerpo de la mujer" (2016:155).
En base a los aportes de Quijano (2000), afirmamos que la “conquista” y la
inquisición, y posteriormente la revolución industrial, dan lugar a la modernidad, la cual
comienza en el siglo XVI. Canevari (2017) sostiene que esta última se entiende en
tanto emancipación racional, como una salida de la inmadurez y la oscuridad, por un
esfuerzo de la razón como proceso crítico. Pero, a su vez se caracteriza por la
violencia irracional con la que se lleva a cabo este proceso. Porque el punto de partida
es eurocéntrico, desde la premisa de superioridad civilizatoria; por lo que todo aquello
que se opone al proceso civilizatorio es un obstáculo que hay que domesticar, o
eliminar. Es en este contexto es que surge la medicina moderna.
Entonces, dimos cuenta la manera en que el capitalismo se expande a partir de
la Colonialidad: a partir de la apropiación de nuestros territorios, nuestros cuerpos,
nuestros recursos naturales. No obstante, ocurre en la modernidad, siempre con el
objetivo de concentrar capital, va a valerse de un nuevo mecanismo: la
mercantilización de aquellos aspectos de la vida cotidiana que hasta este momento
fueron considerados bienes comunes (incluidos los cuerpos). Como expresa Canevari
(2017), estos se convierten también en mercancía y es sobre ellos donde se expande
el capitalismo de la medicina moderna.
Los procesos de salud y enfermedad, o diferentes formas de bienestar, se han
mercantilizado, así como también las necesidades (reales o creadas) de acceso a la
salud. Y allí radica una importante ganancia monetaria. Canevari demuestra lo
antedicho a partir de lo siguiente:

“Los informes muestran el proceso creciente de concentración de la riqueza en


el mundo que cada vez está en poder de menos personas a quienes llaman -
milmillonarios-. Varones en el 90%, de más de cincuenta años que han
heredado su fortuna y ahora se dedican a multiplicarla. Y llama la atención que
el sector de la economía que ha ofrecido la mayor rentabilidad ha sido la
asociada a la salud, con una ganancia anual del orden del 47%.” (2017:41)

En este sentido, según la autora, los cuerpos de las mujeres y sus subjetividades
requieren ser domesticados y dominados para llevar adelante la empresa. Es
entonces, que el Modelo Médico Hegemónico amplía progresivamente su injerencia

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en la salud – enfermedad- atención, vinculado a un proceso creciente de


mercantilización de la atención médica.

“El proceso capitalista conduce a la emergencia de varios modelos de atención


médica. En dicho proceso el Modelo Médico Hegemónico intenta la exclusión
ideológica y jurídica de los otros modelos alternativo” (Menéndez, 1983:1).

Menéndez define al Modelo Médico Hegemónico como:

“El conjunto de prácticas, saberes y teorías generadas por el desarrollo de lo que


se conoce como medicina científica, el cual desde fines del siglo XVIII ha ido
logrando dejar como subalternos al conjunto de prácticas, saberes e ideologías
que dominaban en los conjuntos sociales, hasta lograr identificarse como la única
forma de atender la enfermedad, legitimada tanto por criterios científicos como
por el Estado” (1988:1)

De esta manera, las consideraciones que se están realizando sobre las


concepciones de los procesos de salud – enfermedad tienen como única posibilidad
ser curativa o reparativa. El autor enumera algunas características de este modelo:
biologismo, a-sociabilidad, a-historicidad, a-culturalismo, individualismo, eficacia
pragmática, orientación curativa, relación médico/paciente asimétrica y subordinada,
exclusión del saber del paciente, profesionalización formalizada, identificación
ideológica con la racionalidad científica, la salud/enfermedad como mercancía,
tendencia a la medicalización de los problemas, tendencia a la escisión entre teoría y
práctica (Menéndez, 2002).
Por último, el MMH se enmarca en la tendencia a la escisión entre la teoría y
práctica y la concepción de la salud-enfermedad como mercancía, lo cual se vincula
íntimamente con la tendencia a la medicalización de los problemas que mencionamos
previamente 40 . Este modelo conlleva a una fuerte inducción al consumo, el
mercantilismo, el individualismo y la falta de solidaridad.

40Por esos motivos, Menéndez (1983: 3) realiza múltiples cuestionamientos al MMH: “ (el) aumento del
costo de la atención de la salud…; el aumento correlativo de la “intervención” médica, una de cuyas
expresiones más visibles y costosas son las inter quirúrgicas, que en algunos casos supone normalizar
determinado tipo de intervenciones como la forma estandarizada de atención; el aumento correlativo
de la iatrogenia, así como de la ineficacia; el predominio de los criterios de productividad y rendimiento

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Señala el autor, que se instala un deterioro de la escucha y la palabra. Pero


además hay una colonización de estas personas que llegan al consultorio pidiendo
que le realicen estudios o le indiquen fármacos. “El prestigio de un profesional que no
interviene con tecnologías o medicamentos es dudoso”. (Canevari 2017:92 citando a
Daniel Chávez, 2017)
Al mismo tiempo, sucede que los objetivos y medios de la medicina ya no los
manejan los médicos sino aquellas grandes empresas médicas o farmacéuticas.
¿Quién no ha sido testigo, en una sala de espera de cómo los/las visitadores/as
médicos, ingresan al consultorio y acuerdan que el profesional en cuestión recete (¿O
venda?) determinado producto farmacológico?
Es claro que la tecnología impuso un distanciamiento aún mayor en la relación
médico- “paciente”. Sin embargo, los métodos complementarios de diagnóstico son
eso: métodos complementarios. Como afirma Canevari (2017) no es imposible
reemplazar la conversación, la escucha, el examen. Esto es así dado que es el
profesional, aliado con las tecnologías, quien va a tener la única palabra autorizada
para dictaminar que sucede en los cuerpos.
En ese sentido, la medicina ha logrado instalar exitosamente la idea de que
“campo de la salud” es igual a la idea de campo médico. Lo cual es una estrategia
terminológica pero también política de gran eficacia, en tanto como afirma Menéndez
(1989), se territorializa un saber que se erige como hegemónico, que se ofrece como
exclusivo y excluyente de otras prácticas. Este modelo tiende a excluir o minimizar la
incidencia y el reconocimiento de la importancia de los determinantes del orden
sociocultural, económico y político en la producción y solución de los problemas de
salud – enfermedad.
Siguiendo al autor, incluso hablar de salud desde la perspectiva hegemónica
vigente, inmediatamente remite a la enfermedad, ya que se comprende que la salud,
es no padecerla.
La definición de la organización Mundial de la Salud dice que:

en la atención médica, en detrimento de la “calidad” de la misma; la ampliación ideológica y técnica de


cada vez más áreas de atención; el reconocimiento, referido a la práctica médica en general de que
junto con las funciones intencionales de curación, dichas prácticas cumplen funciones de control social
e ideológico”

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"La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no


solamente la ausencia de afecciones o enfermedades. El goce del grado máximo
de salud que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser
humano sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica
o social. La salud de todos los pueblos es una condición fundamental para lograr
la paz y la seguridad, y depende de la más amplia cooperación de las personas
y de los Estados"(1946:3).

En otro orden desde nuestra perspectiva, o en disputa con la perspectiva


hegemónica, comprendemos que la salud, es a su vez resultado de procesos sociales
y culturales. A este respecto adherimos a lo planteado por Menéndez (2009), quien
afirma que los sentidos en torno a la salud – enfermedad, se producen de forma
relacional entre diferentes actores de la sociedad y están atravesados por
concepciones colectivas de género, etnia, edad, clase social, etc. Es decir, se trata de
significaciones íntimamente ligadas al contexto histórico del que son productos; por lo
que la patología, el padecer, la normalidad, son construcciones colectivas41.
Pero a su vez, es importante recalcar que los determinantes económicos son
claves para garantizar el acceso a una atención de la salud de calidad, en un marco
de creciente mercantilización de la medicina. Es por ello que dicho proceso es un
factor clave para analizar el objeto de este trabajo. Los modos de enfermar, sufrir,
parir, nacer y morir en nuestra sociedad están condicionados por determinantes
sociales, económicos y de género, entre otros, dentro de un sistema sanitario que no
es ajeno, sino que reproduce las desigualdades.
Canevari (2017) afirma que deconstruir este paradigma, el cual sostiene las
producciones del saber científico hegemónico, exige pensar la salud enfermedad
como un proceso al mismo tiempo singular que colectivo, determinado por múltiples
determinaciones: condicionantes socio-económicos; los géneros y sus relaciones;
sistema de valores y creencias en relación al cuerpo y sus cuidados; modelos
científicos y el modo de interpretación e intervención técnico profesional; análisis de
las prácticas sociales y de la vida cotidiana; entre otros aspectos.
Dicho de otro modo, es menester concebir la salud desde la perspectiva de
totalidad, rompiendo con la fragmentación con la que aparentemente se nos presenta.

41 Las negritas son nuestras.

45

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1.7 Género y salud sexual y reproductiva

En el anterior apartado, hemos desarrollado el Modelo Médico Hegemónico. Al


mismo tiempo, de este último deviene la medicalización de ciertos procesos de la vida
cotidiana. Menéndez plantea que:

“La expansión (de la medicina) opera a través de lo que se denomina proceso


de medicalización, es decir un proceso que implica convertir en enfermedad
toda una serie de episodios vitales que son parte de los comportamientos de la
vida cotidiana de los sujetos y que pasan a ser explicados y tratados como
enfermedades cuando previamente sólo eran aconteceres ciudadanos”
(2003:193).

Un claro ejemplo de este proceso sucede con la muerte, suceso tabú en nuestros
tiempos, el cual lejos de ser visualizado como parte de la vida, es más bien una
especie de fracaso de la medicina o las ciencias. Así mismo, sucede con el proceso
de envejecimiento. Aunque llevado al extremo si quien envejece no es un varón.
Ahora bien, esta medicalización se va a ver fuertemente exacerbada cuando se
trate de otras identidades sexo-genéricas que no sean la de un varón, CIS y
heterosexual. No obstante, dado que en este trabajo recortamos nuestro universo a
mujeres CIS, de acuerdo a nuestro problema de investigación, profundizaremos sobre
la medicalización de los cuerpos de estas.
En el anterior apartado, explicamos que el Modelo Médico Hegemónico
incrementa cada vez más sus recursos tecnológicos. Consideramos que como
contracara de los avances que ello permite, también existe una creciente
fragmentación principalmente de los cuerpos de las mujeres, que radica en una
perspectiva basada exclusivamente en los aspectos biológicos. Así mismo, este
proceso es continuado por una fuerte patologización. Y no nos referimos sólo de los
momentos del parto/cesárea y gestación. Sino que estamos en presencia de una
enajenación de todo aquello que atañe a la vida sexual de las mujeres. Como bien
explica Patricia Schwarz:

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“La metáfora médica, a su vez, refuerza el binomio masculino y femenino.


Según ésta, las mujeres tienen una naturaleza patológica, concepción que se
fundamenta en la inestabilidad de sus procesos biológicos, en relación con su
aparato reproductor y los cambios que éste produce en todo el cuerpo. Hace
extensiva la interpretación de la condición biológica al campo comportamental.
Por ello, el discurso ginecológico reconoce la necesidad de dominar, controlar,
administrar la naturaleza femenina, de tal modo que esta disciplina se convierte
así en una ciencia de la mujer” (2009:111).

Solo por nombrar algún aspecto, estimamos que al menos la mitad de la


población planetaria menstrúa todos los meses, durante la mayor parte de su vida. Sin
embargo, con una simple critica lexicológica de la manera en que se nomina este
proceso, parece que este sería digno de ocultar: “Indispuesta”, “Esos días”, etc. Ni
hablar de la falacia de que la sangre menstrual es sucia y/o con olor desagradable
(Por lo que los comerciales la muestran azul). Tal vez, tenga esto que ver con
estrategias de marketing de empresas de los productos descartables de higiene, que,
dicho de paso, no se contabilizan en ninguna canasta familiar básica. En conjunto,
todo parece indicar que esta menstruación debe pasar lo más invisibilizada posible.
Así mismo con el bello corporal, el cual quien lo lleve al natural o no logre
ocultarlo del todo -salvo que, sea portado por un varón CIS heterosexual-, se le
acusará, entre otros, de pereza, poca estética, falta de higiene. Incluso cuando la
propia medicina ha explicado reiteradamente la funcionalidad del bello corporal en su
calidad de importante barrera protectora (especialmente sobre la vulva) los mandatos
sobre el cuerpo femenino se imponen, inclusive, por los brazos ejecutores de esta
ciencia.

Fue como vergonzoso, es vergonzoso en realidad. Me acuerdo viste, cuando vieron todo mi cuerpo,
desnuda no sé por qué. Si bien una se depila y todo, en el momento cuando vieron mi cuerpo, no sé
porque, se rieron de mí, se miraron entre ellas y se rieron. Dijeron, dame una presto barba y como
que cortaron bello en la panza. Me dio mucha vergüenza, porque no me dijeron nada digamos. Pero
se reían entre ellas de mí. Lo que sentí es como que dijeron, la panza de ella es (…) Como que se
tendría que haber depilado más. Me acuerdo de eso y es vergonzoso.
Luz, 24 años.
Entrevista realizada el 6 de agosto de 2020.

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Todo esto parece indicar que el cuerpo femenino no sería el ideal, y que deberá
someterse a una serie de prácticas de disciplinamiento, que abarcan desde mandatos
impuestos a través de todos los medios de comunicación, hasta las expresiones más
aberrantes de violencias como las que ejecutó el personal de salud que violentó a Luz,
minutos antes del nacimiento de su primer hijo.
Dimos cuenta anteriormente, que nuestra sociedad, tiene diferentes mecanismos
de disciplinamiento y de domesticación para con las mujeres: El capitalismo se adueñó
de su fuerza de trabajo, mientras el patriarcado de sus cuerpos.
Ahora bien, el modus operandi de la medicina para disciplinar toda persona cuya
identidad sexo – genérica42 no se corresponda con la de un varón CIS heterosexual,
es justamente la patologización de sus cuerpos.
Es entonces por ello, que la vida sexual femenina se encuentra fuertemente
medicalizada. Como afirma García (2018) las mujeres son domesticadas para que
teman lo que en sus propios cuerpos se produce, como si se tratara de una bomba de
relojería a punto de estallar. Domesticar a las mujeres, expresa la autora, en el miedo,
es una estrategia exitosa de control, para obtener el “consentimiento” frente a diversas
prácticas.
Esto implica la manipulación en torno a todo lo que atañe a la sexualidad. “Las
mujeres tienen órganos que no sienten como suyos, cuyas funciones les son ajenas,
y de los que disponen los entendidos en el terreno que sea” (García 2018:94 citando
a Sau, 2000). La sexualidad femenina toda, se ha patologizado, y pasado por una
especie de “filtro de enfermedad”, para desnormalizar lo que deberían ser
considerados estados naturales y/o saludables de la vida de las mujeres.
Es en esa misma lógica, que el Modelo Médico Hegemónico, desde la
institucionalización del parto, ha construido de este un evento médico.
Contrariamente, desde nuestra perspectiva afirmamos que el parto es un hecho
sexual, parte de la vida sexual de las mujeres. Paula Quevedo (2012) afirma que la
destrucción de la sexualidad femenina afecta a toda la maternidad, no sólo al parto.
Puesto que destruye también la posibilidad de placer de la gestación, de la
exterogestación43 y de la lactancia. A decir de Fernandez del Castillo:

42 Si bien en este trabajo realizamos el recorte a Mujeres CIS, es preciso ampliar la mirada, por lo que
afirmamos que la patologización se extiende a lesbianas, no binaries y varones trans, que pueden tener
como denominador común el hecho de menstruar, entre otros.
43 Ser llama exterogestación al periodo que abarca los primeros 9 meses después del nacimiento.

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“Orgasmo y reflejo de eyección materno fetal son dos reacciones espontáneas


similares. Ambas se producen gracias a un estado emocional y hormonal
parecido, de auténtica «rendición», dirigido y premiado por las mismas
sustancias: oxitocina y endorfinas. Y todo el mundo sabe que no se puede
controlar, dirigir, forzar, ni siquiera observar indiscretamente un episodio de la
vida sexual sin inhibirlo” (2012:46).

Por otro lado, a nuestro juicio, se suma la variable de que en el occidente impera
una fuerte subestimación a todo lo que es natural, así como todo lo que respecta al
autoconocimiento. Desde la época de la modernidad a esta parte, estos aspectos, de
manera fenoménica, se presentan como contrarios a los criterios válidos, al control, a
las ciencias; por lo que se va a promover un fuerte rechazo y desvalorización de estos,
estableciéndose una falsa dicotomía entre ellos. A causa de esto último, hay un gran
desconocimiento sobre cómo funcionan los propios cuerpos, lo que no ayuda
precisamente a salir de esta opresión.
Dijimos que la medicalización no sucede solo durante el evento reproductivo,
pero si podremos ver su expresión más feroz en él. Según afirma García (2018), esto
sucede a partir de un saber-médico inscripto en la necesidad de control social del
cuerpo y la sexualidad femenina. Se ha aceptado como “natural” reducir la sexualidad
de las mujeres a los aspectos reproductivos y por lo tanto a la maternidad. Esta
manera de ver la sexualidad de las mujeres como una función supeditada a la
reproducción, determina que les sea negado el derecho al erotismo y al placer, y se
les adjudica por completo y de manera unilateral las tareas de crianza.
Esto último, se traduce en la perspectiva materno – infantil, a partir del cual,
históricamente las instituciones de salud funcionan. Este clásico enfoque, según
Lopez (2003) está centrado en la figura de la mujer en tanto madre y del niño/a en
tanto hijo/a, estando ausente en esta relación, la participación del varón en el ejercicio
de la paternidad y desligándolo por completo de la planificación familiar 44. Una clara
muestra de este enfoque es la toma de posición de dejar totalmente afuera a los
varones-padres45 del suceso del nacimiento:

44 Las familias de conformaciones diversas, en este enfoque quedan absolutamente invisibilizadas


45 Si existiese.

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Yo necesitaba alguien que me acompañe no quería estar sola. Quería que estuviera mi pareja
conmigo. (…) Les pedí también que, si se podía quedar conmigo después de la cesárea, durante la
noche. Y me dijeron que no, que un hombre no podía pasar, que eran todas mujeres las que estaban
ahí.
Gala, 34 años.
Entrevista realizada el 06 de agosto de 2020.

En este pequeño fragmento, vemos como de manera implícita se da el supuesto


de que la función principal de la mujer es la maternidad y que las tareas de crianza y
los trabajos de cuidados de la familia, en tanto ámbito de “lo privado”, son su absoluta
responsabilidad y principal aporte a la sociedad.
Este enfoque se sustenta en el prototipo de la madre abnegada y sacrificada,
que impera en nuestra sociedad. Este ideal, promovido por la iglesia, se materializa
durante el parto, mediante lo decretado por la biblia: “parirás con dolor, y multiplicaré
tus dolores en el parto”. Esto último aparece a modo de castigo por haber disfrutado
(en el mejor de los casos), del placer sexual.
Romper con la idea de la maternidad como condición sine qua non de la mujer,
y de la gestación como el estado ideal, donde esta es amorosamente cuidada, es el
primer paso para visibilizar las múltiples violencias que atraviesan las mujeres
gestantes. Sin embargo, podemos decir que, de manera muy incipiente, el enfoque
materno infantil, convive con el enfoque de la salud sexual y reproductiva, en clave de
una contradicción entre instituido-instituyente. Desde este:

“(…) Se entiende que el cuerpo de las mujeres es el campo donde se anuda y


donde anida el ejercicio de poder de género. La sexualidad y las decisiones
reproductivas serán un nicho privilegiado de análisis de las relaciones de poder
entre los géneros .... -se intenta- identificar y modificar las causas que
estructuran las relaciones de poder, y que colocan a las mujeres en una posición
de subordinación, incidiendo en el acceso y control de los recursos de la salud
para su propio beneficio” (López 2003:26).

A diferencia del concepto de salud, la noción de salud sexual y reproductiva de


la OMS46 se refiere a un estado de completo bienestar físico, mental y social y no sólo

46 Disponible en: https://www.who.int/topics/reproductive_health/es/

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a la falta de dolencias o enfermedades. Tiene que ver con que las personas estén
aptas para tener relaciones sexuales gratificantes y enriquecedoras, sin coerción y sin
temor de infección ni de embarazos no deseados; poder regular la fertilidad sin riesgos
de efectos secundarios desagradables o peligrosos, tener una gestación y parto
seguro y criar hijos/as saludables. La OMS sostiene que existen factores como la
pobreza, el trabajo, el acceso a la salud y educación, las desigualdades de género, la
violencia contra las mujeres, la baja condición social y personal, la falta de
oportunidades, y factores de índole demográficos, como la formación temprana de
pareja, fecundidad y envejecimiento que afectan a la salud de las mujeres.
Por lo tanto, se habla de salud no sólo en términos de ausencia de enfermedades
sino de “bienestar”, definición que va más allá del Modelo Médico Hegemónico que se
centra en la enfermedad. Esta perspectiva de salud incorpora las condiciones
sociales, económicas, ambientales, emocionales y culturales que se intersectan
respecto al bienestar de las mujeres.
Sin embargo, al recorrer las definiciones de la OMS nos preguntamos ¿Esta
definición adscribe también a mujeres y disidencias?
En este sentido se torna fundamental hacer un análisis que permita iniciar una
deconstrucción de la división sexual del trabajo, en clave de perspectiva de género,
en vista de políticas de salud que piensen a la mujer como sujeta activa y soberana
de su cuerpo.
En definitiva, incorporar la perspectiva de género a las políticas de salud, pero
fundamentalmente en materia de salud reproductiva habla de una decisión ético –
política que permite avanzar hacia un corrimiento del enfoque tradicional materno-
infantil, que sin duda ha impactado en la anulación de las mujeres como sujetas
activas durante el parto o cesárea, pero también sobre la invalidación para poder
decidir autónomamente sobre su salud sexual y reproductiva, en todas sus
expresiones.
A modo de síntesis, los cuerpos femeninos como territorio de control y de
disputa, han sido objeto de mitos, representaciones y prácticas. El Modelo Médico
Hegemónico, disputa ese territorio, valiéndose de tecnologías diversas, así como de
su base poder, la cual radica en el conocimiento-saber autorizado.
En consecuencia, observamos que la medicina refuerza los estereotipos
tradicionales de género legitimándolos a partir de las diferencias biológicas entre
mujeres y varones, siendo estas últimas objeto del ejercicio de múltiples

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intervenciones médicas, pero muy especialmente en un determinado ciclo vital: “la


edad reproductiva”.
En el capítulo siguiente, nos proponemos problematizar las prácticas que se
ejercen sobre el cuerpo de las mujeres en los momentos gestación, parto / cesárea y
puerperio inmediato.

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Capítulo 2: LA VIOLENCIA OBSTÉTRICA COMO EXPRESIÓN DE LA


VIOLENCIA DE GÉNERO EN EL AMBITO DE LA SALUD

En el primer capítulo dimos cuenta del modo en que la medicina se suma a la


antigua tradición de la disputa por el control del territorio corporal femenino. En estas
pujas de poder, hay marcas de las expresiones de violencia sobre los cuerpos de las
mujeres por parte de las prácticas médicas.

En este segundo capítulo, a través de los relatos de las cuatro mujeres


entrevistadas, podremos conocer cuáles son las prácticas de rutina y/o protocolos
más comunes en los partos/ cesáreas que se realizan en las maternidades públicas
y privadas del conurbano bonaerense. Pero a su vez daremos cuenta de las
relaciones asimétricas que se establecen entre las mujeres y el personal sanitario.
Nos abocaremos hacia una definición de violencia obstétrica, sus mecanismos, tipos
y consecuencias. Por último, intentaremos dar cuenta de algunas de las causas que
la originan y sostienen.

2.1 Enfoque de riesgo y modelo tecnocrático: La máquina en el centro de la


escena.

Dimos cuenta del proceso de mercantilización creciente de la medicina. Ahora


bien, tal como con tantas otras mercancías, de esto resulta que el capitalismo
patriarcal, deba ahora construir constantemente potenciales consumidores y
consumidoras de esta.
En la medicina, esta construcción se materializa a través del enfoque de riesgo,
el cual de alguna manera “individualiza las situaciones y es cada persona la
responsable de prever los riesgos de su salud” (Canevari 2017:97 citando a Passos
Nogueira, 2008). Vale aclarar que esta responsabilidad no tiene que ver con potenciar
la autonomía, sino más bien la culpa. El componente miedo, es central en la
sustentación de esta perspectiva. De esta manera se da una forma de dependencia,
que difícilmente pueda ser satisfecha de manera acabada.
En el relato de Luz, vemos cómo opera este enfoque, utilizando un componente
moralizante, al mismo tiempo que un mecanismo culpabilizador, donde pese a no
participar, ni ser informada en cuanto a los procesos e intervenciones que a su cuerpo

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conciernen, se le adjudica absoluta responsabilidad por los procesos fisiológicos que


se dan en el mismo:

Por eso era ir todo el tiempo a sacarme sangre y tener como un nudo en la garganta, porque
según ella se me podía morir en cualquier momento si yo hacía algo mal. Por lo menos esta vez
fue cuando más me reto porque supuestamente yo no estaba como cuidándome, ni cuidando a
mi hijo, pero bueno.
Luz, 24 años.
Entrevista realizada el 6 de agosto de 2020

Como podemos apreciar, el discurso que más pesa es el de riesgo, devenido en


miedo. Ya no hay lugar para sus sentires como sujeta de necesidades, sino una
anulación de su persona, reducida a su condición de paciente, con un único propósito:
Que el “producto” bebé nazca sano.
No obstante, son innegables los beneficios de los avances tecnológicos, ya que
permiten la obtención rápida de un diagnóstico, brindando la posibilidad de una
intervención temprana. Pero más allá de estos grandes adelantos, es importante tener
en cuenta su contracara que, según Canevari (2017) está dada por la tiranía de
numerosas pruebas complementarias, la segmentación excesiva de órganos, el
intervencionismo desmesurado, la falta de atención a los aspectos emocionales y/o
sociales y su consecuencia iatrogénica.
El concepto de riesgo adquiere una significación particular en las mujeres
gestantes47. Ya que estas “son visualizadas como cuerpos -en riesgo- y desde allí se
suscitan numerosos controles e intervenciones que son desencadenantes de
diferentes violencias” (Canevari 2017:99 citando a Erviti, 2010). En ese sentido, es
interesante resaltar que la clasificación que se hace de las gestaciones es: Bajo riesgo
/ Alto riesgo, en donde la nominación “riesgo” acompaña todas las situaciones
A esta patologización, podemos pensarla como una estrategia necesaria para
sobremedicalizar e intervenir (y en algunos contextos también mercantilizar) esos
cuerpos.

47De acuerdo con la RAE la palabra embarazo se define como: impedimento, dificultad, obstáculo;
como encogimiento, falta de soltura en los modales o la acción; y como estado en que se halla la
hembra gestante. A lo largo de este trabajo, optamos por utilizar el término gestación, como la acción
de gestar: llevar y sustentar la madre en su seno el embrión o feto hasta el momento del parto. También
se entiende como: preparar o desarrollar algo, especialmente un sentimiento, una idea o una tendencia
individual o colectiva.

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Este fenómeno, se va a ver fuertemente en la asistencia al parto, donde la


tecnología y los medicamentos tendrán la absoluta potestad. Ya que principalmente
lo tecnológico, refuerza muy marcadamente la idea de la única palabra autorizada,
reafirmando su característica “objetiva y neutral”. A decir de Butler (2006), aunque la
tecnología es un recurso al cual algunas personas necesitan tener acceso, también
es una imposición de la cual otras buscan liberarse.
Partimos de que comprendemos al parto como un proceso donde existe una
confluencia entre la naturaleza y la cultura. Afirmamos ello, dado que los procesos
reproductivos en general y el proceso de nacimiento en particular, a decir de Giberti,
“no son solo procesos naturales, considerando que las culturas modelan las personas
imprimiéndole sus representaciones y prácticas. Es entonces, además, un hecho
social, histórico, político- cultural, psicológico y en ocasiones también religioso”
(1998:130). Sin embargo, “la medicina ha transformado lo natural en una intervención
humana con reglas que se adjudican validez científica y en donde lo que es bueno
para las mujeres, no se considera útil desde el punto de vista de la eficacia de las
prácticas” (Canevari 2017 :113).
De esta lógica se desprende el modelo tecnocrático48 de asistencia a la salud.
Aun así, no es el único existente, sino que, en menor medida convive con otros

48 Según Davis Floyd (2004) el modelo tecnocrático puede ser sintetizado en doce principios básicos:
1) Separación mente cuerpo: se asume que para conocer mejor algo es preciso aislarlo de su contexto.
2) el cuerpo como máquina: Esta metáfora hace distinción de género, mientras el cuerpo masculino es
tomado como la máquina Ideal, el cuerpo femenino se veía como inminentemente defectuoso al
alejarse "del modelo".
3) Ver al paciente como un objeto y 4) Distanciamiento del médico: si el paciente es un objeto' no
importa su opinión y sentimientos; se desecha la posibilidad de que esté
intelectualmente incluido en la conversación y decisiones, a pesar de ser la persona protagonista del
proceso de salud-enfermedad. El médico realiza una especie de alienación con respecto de su
paciente, elige conversaciones cortas y en donde no se comprometa afectivamente.
5) Diagnóstico y tratamiento desde afuera hacia adentro (reparando disfunciones): el
impulso racionalista promovió un abordaje mecanicista, materialista e intervencionista en la medicina
En el parto esto se traduce en el uso de tecnologías de diagnóstico y tratamiento que tratan de
“regularizar” los procesos que el sistema médico entiende no se están produciendo en tiempo y forma.
6) Organización jerárquica y estandarización del cuidado: la forma más básica es la
subordinación del individuo a la institución. La organización del sistema necesita que
los/as pacientes respeten las rutinas hospitalarias.
Finalmente existe el sistema de especializaciones médicas que se coloca por encima de la atención
primaria e instaura a la interna médica jerarquías dentro de las especialidades. En intervención y alta
tecnología para parir.
7) Autoridad y responsabilidad inherente al médico, no al paciente: cuando el médico tiene la autoridad
el paciente carece de responsabilidad. Muchos médicos creen que solo a ellos les corresponde el curso
de un tratamiento y que los pacientes deben obedecer.
8) Sobrevaloración de la ciencia y de la tecnología: este modelo expresado en la obstetricia utiliza
rutinariamente alta tecnología respondiendo a un propósito más profundo que el de producir bebés
sanos, tiene que ver con uno de los aspectos de fuerte arraigo cultural que constantemente surge a lo

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modelos de atención como el humanista y el holista, los cuales refieren a enfoques de


partos institucionales pero respetuosos49" (Magnone 2010). De todos modos, en la
asistencia al parto institucional, la bibliografía ha demostrado que es el enfoque
tecnocrático mayoritariamente hegemónico.
Entonces, el paradigma tecnocrático, según Belli (2013), se encuentra basado
en la ciencia biomédica, la alta tecnología, la productividad económica y el gobierno
de ciencias patriarcales y/o androcéntricas como la medicina y la ginecología. Se trata
de un modelo de asistencia al parto de tipo institucionalizado, intervencionista, donde
se produce una medicalización de los procesos normales. Como expresa la autora, se
caracteriza por una fuerte obsesión por el control biotecnológico y una organización
protocolizada y mecanizada del trabajo.
Belli (2013), afirma que en este modelo, las mujeres viven sus gestaciones y
partos a través de máquinas analizadas por especialistas, en detrimento del valor de
sus propias sensaciones. Lo tecnológico se convierte en lo único objetivo, porque los
expertos ya no miran a las personas, sino a las máquinas, que se encuentran ahora
en el centro de la escena.
Este tipo de atención obstétrica “(…) reduce la posibilidad de las mujeres de
valerse por sí mismas, dependiendo de una intervención técnico-médica para afrontar
su vida sexual y reproductiva” (Belli 2013:28 citando a Camacaro Cuevas, 2009).
Agregamos que este modelo se caracteriza también por una fuerte tendencia a la
estandarización: Las palabras “rutina” y “protocolo” son claves para justificar
intervenciones.
Como describe Garcia (2018) se observa cómo el saber autorizado ya no va a
ser el relato de la mujer, sino los exámenes y la maquinaria tecnológica: el ecógrafo
es quien es capaz de ofrecer un diagnóstico neutral, objetivo, mientras que las

largo del proceso de embarazo y parto: el miedo frente a lo incontrolable de un proceso natural liderado
por los cuerpos de las mujeres.
9) Intervenciones agresivas con énfasis en resultados a corto plazo: en un modelo que cree en la cura
desde afuera hacia adentro en general las enfermedades crónicas no pueden ser curadas, lo que se
trata es de aliviar los síntomas. Y esto se hace a través del uso de tácticas agresivas con alto nivel de
efectos secundarios.
10) La muerte como derrota: la muerte es interpretada como la derrota de las capacidades humanas
frente al poder de la naturaleza. No se la contempla como parte de la misma vida.
11) Sistema guiado por las ganancias: como en casi todas las dimensiones de la sociedad en un
contexto capitalista, el cuidado humano se guía por la mercantilización y la acumulación de ganancias
para el sistema médico.
12) La intolerancia hacia otras modalidades de curación humana: cuando existen sistemas
hegemónicos, como en salud el tecnomédico, los demás sistemas son devaluados a "alternativos".
49 Ver apartado 3.4.

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sensaciones de las mujeres son absolutamente ignoradas, e incluso resignificadas


para adaptarse a la información que arrojan las máquinas, y no al revés.

Yo le decía como que estaba muy nerviosa, que se me estaba subiendo la presión, porque realmente
estaba muy nerviosa y ella miraba ahí y me decía: no, tranquila, un poquito. Es normal, es normal.
Luz, 24 años.
Entrevista realizada el 6 de agosto de 2020

Este paradigma tecnocrático convierte al parto en “(…) el producto de una


cadena fabril, donde hay tiempos estipulados, procesos, de los que no se puede
escapar, para que el producto final, -que es el bebé-, sea de buena calidad…” (García
2018:120 citando a Fornes, 2014).
Así mismo, como explica Llovet (1999) se visualiza la adopción de
procedimientos que no son necesarios para el beneficio de las personas, pero que
protegen al personal de salud, y le suministran antecedentes y pruebas de apoyo, de
cara a la posibilidad de que el paciente inicie acciones legales en su contra. Esto se
conoce como “medicina defensiva”, la cual:

“(…) se vincula directamente con el modelo tecnocrático de atención de los


partos, donde lo prioritario son las comodidades de la institución, en donde la
tecnología y los medicamentos están al servicio del funcionamiento hospitalario,
al cual le es más conveniente acelerar los procesos del parto, estandarizarlos,
mecanizarlos, determinando causas predeterminadas que responden a
tratamientos estipulados. Este paradigma se apoya en la medicalización de la
salud en general y en especial de los procesos del embarazo, parto y puerperio”
(Francia, 2015:79).

Entonces, desde el enfoque tecnocrático, se realiza un pasaje de quien detenta


el protagonismo del parto, dejando atrás a la diada mujer-madre y bebé, por la de
bebé-maquinaria. García (2018) explica que la máquina es el elemento activo, el que
aporta la supuesta información relevante, “el que traduce el feto, al único lenguaje que
el personal sanitario está dispuesto a escuchar” (2018:113). Las mujeres, entonces,
quedan relegadas a conformarse como la parte pasiva.

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Para concluir, como dijimos, a nuestro juicio resultaría ingenuo no reconocer los
innegables beneficios que los avances tecnológicos han logrado conquistar en el
campo de la medicina. Sin embargo, las prácticas de rutina y de protocolo durante el
momento del parto, aplicadas de forma sistemática y como justificación a toda clase
de intervenciones sobre los cuerpos de las mujeres, adquieren un carácter negativo,
que muchas veces deriva en situaciones de violencia contra las mujeres.

2.2 Violencia de género y violencia institucional

La violencia es profundamente política y resultado de relaciones estructurales de poder,


dominación y privilegio entre los varones y las mujeres en nuestra sociedad.
(Canevari 2011:140)

En el capítulo anterior, hemos desarrollado algunos de los discursos, las


prácticas y los mitos que construyen la hegemonía, que en todo momento histórico
van dictaminando que deben y que no deben hacer los cuerpos femeninos, así como
donde deben y no deben estar, e incluso cómo deben y no deben ser. Esto demuestra
que, tal como Simone de Beauvoir afirma, este mundo siempre ha pertenecido a los
varones (1949: 63).

“Ella, no es otra cosa que lo que el hombre decida que sea; así se la denomina
-el sexo-, queriendo decir con ello que a los ojos del macho aparece
esencialmente como un ser sexuado: para él, ella es sexo; por consiguiente, lo
es absolutamente. La mujer se determina y se diferencia con relación al
hombre, y no éste con relación a ella; la mujer es lo inesencial frente a lo
esencial. Él es el Sujeto, él es lo Absoluto; ella es lo Otro50” (1949:18).

En este sentido, afirmamos que los cuerpos de las mujeres son arena de control
y disputa, por lo que siguiendo a Colanzi (2014), comprendemos el cuerpo femenino
como territorio, el cual es y ha sido objeto de vigilancia de saberes, representaciones
y prácticas. Ahora bien, como resultado de esta puja de fuerzas, tal como fuimos
demostrando durante el capítulo anterior, podemos afirmar que la búsqueda de la
opresión de las mujeres es una constante en la historia de la humanidad misma.

50 Las negritas son nuestras.

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A este respecto cabe preguntarnos ¿De qué medios se valió este atropello?
¿De qué manera logró consolidarse? Pues bien, se trata de un mecanismo de control
y subordinación contra las mujeres y toda persona que su identidad sexo genérica no
se corresponda con la de un varón CIS y heterosexual, el cual conocemos cómo
violencia por razones de género.
Esta les permite a los varones sostener la dominación masculina y es, además,
un instrumento para afianzar ese sometimiento.
La Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer fue un punto
nodal a nivel internacional, dado que por primera vez se abordó la violencia contra las
mujeres dentro del ámbito de los derechos humanos. Sin embargo, sostenemos que
su importancia radica en lo planteado por Segato (2003), la cual postula que:

“La ley es importante, no tanto en la producción de sentencias, sino para


consagrar categorías, con la potencia con que la ley las sacraliza. Cuando
sacraliza una categoría, la ley hace un trabajo de ir transformando la
sensibilidad ética de la gente”.51

Tal es el caso, que la violencia por razones de género no siempre estuvo en la


agenda pública, por el contrario, esta se ha considerado tradicionalmente un derecho
de los hombres sobre “sus” mujeres, protegido, -incluso en algunos países hasta en
la actualidad-, por la legislación misma, ya sea explícitamente o por omisión.
Dicha declaración, define por violencia de género, “todo acto de violencia
basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado
un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las
amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se
producen en la vida pública como en la vida privada” 52 . Aun así, cabe resaltar
nuevamente que la violencia por razones de género no se limita a la violencia
perpetrada a mujeres, sino que los ataques de odio se manifiestan también, contra
toda persona que su identidad sexo genérica no se adapte a las dos “moldes” que la
heteronormatividad ofrece para ser. No obstante, debido a que el universo de este
trabajo se limita a mujeres CIS, nos centraremos en las mismas.

51 Publicado en Las estructuras elementales de la violencia -2003- Editorial Prometeo y UNdeQuilmes


52 Artículo primero de la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer. NNUU, 1994.

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Tal como expresó Silvia Federici en una de sus ponencias53, adherimos que la
violencia es una constante en la vida de la mujer bajo el capitalismo. Podemos afirmar
que esta ocurre en absolutamente todas las circunstancias de la vida. Ya sea durante
periodos neoliberales o de mayor redistribución, al interior de los hogares, en las
plazas, en los diferentes empleos, e incluso dentro de las cuatro paredes de un
quirófano o de una sala de partos.
En este sentido, si bien el término violencia de género no fue utilizado por
Simone de Beauvoir, consideramos que sus aportes se actualizan de manera
pertinente para comprenderla. En particular, si entendemos que las situaciones de
violencia contra las mujeres responden al plano de lo estructural, dada su condición
de otredad, inferioridad y dominación. En este sentido, ser “lo otro” en el orden del
patriarcado, nos coloca en una condición de profunda subordinación. A decir de la
autora:

“Cuando un individuo o grupo de individuos es mantenido en situación de


inferioridad, el hecho es que es inferior; pero sería preciso entenderse sobre el
alcance de la palabra ser; la mala fe consiste en darle un valor sustancial
cuando tiene el sentido dinámico hegeliano: ser es haber devenido, es haber
sido hecho tal y como uno se manifiesta; sí, las mujeres, en conjunto, son hoy
inferiores a los hombres, es decir, que su situación les ofrece menos
posibilidades: el problema consiste en saber si semejante estado de cosas
debe perpetuarse” (Beauvoir, 1949:26).

Por otro lado, la autora refiere que, dado que generalmente se justifican las
desigualdades entre varones y mujeres desde las diferencias en la genitalidad, ello
promueve la idea de que estas responden a un orden natural y biológico. Y explica
que:

“(…) No se nace mujer: se llega a serlo54. Ningún destino biológico, psíquico


o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra

53 «La Guerra contra las mujeres y la acumulación capitalista» jueves 19 de septiembre 19:00 hs.
Biblioteca del Congreso Nacional (Paraguay) disponible en
https://revistaemancipa.org/2019/09/20/silvia-federici-la-guerra-contra-las-mujeres-y-la-acumulacion-
capitalista/
54 Las negritas son nuestras.

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humana; es el conjunto de la civilización el que elabora ese producto intermedio


entre el macho y el castrado al que se califica de femenino. Únicamente la
mediación de otro puede constituir a un individuo como otro” (1949: 207).

Dijimos que este sometimiento histórico, se consolida fuertemente gracias a la


violencia de género, Ahora bien ¿De qué manera se materializa esta violencia? En
primer lugar, como bien explica Rita Segato (2003), siempre se encuentra latente, a
modo de amenaza y por consiguiente del miedo. También mediante la violencia
extrema y la violación, a modo de acto disciplinador, ya sea contra aquella mujer que
ose de salir del lugar asignado por el patriarcado capitalista, aquella que amenace los
privilegios masculinos o simplemente como muestra de quienes detentan el poder en
nuestra sociedad. Y para ello, se valeran de la jerarquía que poseen los varones sobre
las mujeres, con el fin de acceder a nuestros cuerpos.

El asesinato de mujeres por el único motivo de ser mujer es la expresión


máxima de la violencia por razones de género. Ahora bien, teniendo cuenta que,
según el observatorio “Ahora sí que nos ven” en nuestro país cada 29 horas55, la
violencia machista se carga un nuevo femicidio, pensar en términos de desigualdad y
asimetría resulta sumamente insuficiente. Es por ello por lo que adherimos a lo
planteado por Segato, quien postula que el termino adecuado es el de dueñidad.

Es así como en este mundo de “dueños”, son estos quienes van a decidir sobre
la vida y la muerte. Anteriormente dijimos, citando a Simone de Beauvoir (1949), que
este mundo siempre perteneció a los varones. Pues bien, Segato afirma que el cuerpo
de la mujer es un territorio para demostrar con crueldad e impunidad, justamente esa
dueñidad.

Pero para que la violencia patriarcal contra las mujeres se consolide a lo largo
del tiempo, es preciso que estos actos sean legitimados y naturalizados. El patriarcado
no tiene reparo ni compasión, incluso en culpabilizar a las mismas mujeres por las
violencias que les es perpetrada, haciendo uso de los mitos y estereotipos de género.
Para ello, funciona muy fuertemente la dimensión simbólica de la violencia. Pierre
Bourdieu fue quien primero acuñó este término y lo explica como una:

55Último acceso 17/01/2020. Disponible en https://ahoraquesinosven.com.ar/reports/298-femicidios-


en-2020

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“Violencia amortiguada, insensible e invisible para sus propias víctimas, que se


ejerce esencialmente a través de los caminos puramente simbólicos de la
comunicación y del conocimiento o, más exactamente, del desconocimiento,
del reconocimiento o, en último término, del sentimiento” (2000: 12).

Además, agrega que se apoya en relaciones de dominación de los varones


sobre las mujeres, a lo que el autor llama dominación masculina. Por su parte, Segato
(2003) sostiene que este aspecto es inherente a la violencia de género, y es
justamente lo que dificulta la lucha contra la misma. Rita Segato ha denominado
“violencia moral” al mecanismo de control social y de reproducción de las
desigualdades:

“Entran aquí la ridiculización, la coacción moral, la sospecha, la intimidación, la


condenación de la sexualidad, la desvalorización cotidiana de la mujer como
persona, de su personalidad y trazos psicológicos, de su cuerpo, de sus
capacidades intelectuales, de su trabajo, de su valor moral. Y es importante
enfatizar que este tipo de violencia puede muchas veces ocurrir sin cualquier
agresión verbal, manifestándose exclusivamente con gestos, actitudes,
miradas. La conducta opresiva es perpetrada en general por maridos, padres,
hermanos, médicos, profesores, jefes o colegas de trabajo” (Segato 2003: 115).

Entonces, si bien es vital realizar acciones de toda la sociedad en conjunto


contra la violencia física y sexual entre otras, podemos afirmar que también es
necesario intervenir sobre la violencia moral y simbólica, para lograr comenzar a
desarticular aquellos discursos que legitiman, sostienen y reproducen esa violencia
por razones de género.
Cabe destacar, que nuestro país cuenta con una ley integral 56 , basada en
tratados y convenios internacionales de jerarquía constitucional, que promueve el
acceso de las mujeres al derecho a vivir una vida libre de todo tipo de violencias, tanto
en el ámbito privado como en el público y la cual incluye la violencia simbólica, que
define como “…La que a través de patrones estereotipados, mensajes, valores,

56
Ley N 26.485 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las
mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales.

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íconos o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en


las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad…”.
Aun así, afirmamos que dichas violencias son manifestaciones de la “Cuestión
Social”, por lo que intervenir en cualquiera de estos aspectos, refieren a formas
paliativas de intervenir sobre una violencia que es estructural. Las mismas, de ninguna
manera deben ser confundidas con las causas que las originan: El orden patriarcal,
cuyo punto nodal, a partir de las autoras citadas, es un cruce entre la construcción de
la otredad y apropiación de los cuerpos y vidas de las mujeres. Mientras no se incidan
directamente sobre este último, en tanto esencia, la violencia por razones de género
seguirá siendo la historia de nuestra socialización.
Entonces, para sostener la desigualdad de género las instituciones generaron
estrategias y dispositivos de violencia represiva y simbólica. “De forma naturalizada,
imponen la arbitrariedad cultural de la inferiorización femenina mediante diversos
discursos, mitos sociales, explicaciones religiosas y científicas” (Fernández 2004:6)
Consideramos que la falacia de que la violencia debe ser siempre a mano de
un varón en el ámbito del hogar da lugar a la invisibilización de otras violencias tales
como la violencia institucional, de modo que queda sumamente oculto, que ese
agresor puede ser el propio Estado o sus instituciones, ya sea de manera directa o
indirecta.
En 1993, la Declaración sobre la Eliminación de la violencia contra la mujer de
la Asamblea General de Naciones Unidas, contemplaba la violencia “física, sexual y
psicológica perpetrada o tolerada por el Estado”. En su artículo N° 4 menciona
deberes a cumplir por parte de los Estados, para proteger de la violencia a la mujer.
Estos van desde garantías de la protección de las víctimas, a medidas en la atención,
asistencia, educación o investigación.
En el mismo sentido se pronuncia la Convención de Belém do Pará, de 1996,
cuando indica que es violencia la “perpetrada o tolerada por el Estado o sus agentes,
dondequiera que ocurra”. En este sentido, entendemos la violencia institucional como:

“Todo tipo de violencia ejercida en instituciones, en especial en los servicios


públicos, caracterizada por la acción u omisión de condiciones tanto materiales
como simbólicas, responsables por la falta de acceso y la mala calidad de los
servicios. Abarca, también, desde abusos cometidos en virtud de las relaciones
desiguales de poder entre usuarios y profesionales dentro de las instituciones,

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hasta una noción más restringida de daño físico intencional, fruto del racismo,
sexismo, moralismo, y otros estigmas” (Fleury, Bicudo, Rangel 2013: 14).

En esta línea de pensamientos, tal como dijimos en el capítulo primero, el


Estado es quien tiene el monopolio de la coerción y la violencia legal, mediante su
brazo ejecutor que son las fuerzas policiales y militares. Entendemos como violencia
institucional, tanto lo antedicho, como cuando funcionarios/as se “exceden” de esa
violencia que les legitima el Estado. Sin embargo, hay otras violencias institucionales
que se encuentran de sobremanera silenciadas, que no siempre tienen que ver con el
daño físico; si no que se relacionan con el componente simbólico que hemos descripto
previamente, tales como ofrecer información insuficiente o falaz, cuestionar el relato
de las mujeres sobrevivientes de violencia de género 57 , así como no tomar las
denuncias a las mismas, recortar presupuestos, etc.
Entendemos que compartimos con los/las trabajadores/as de las instituciones,
la misma sociedad patriarcal, con los mismos mitos y estereotipos machistas; por lo
que la falta de capacitación en perspectiva de género para ellos y ellas, y/o aplicación
de la Ley Micaela58 expresa una forma más de violencia institucional.
Entonces, el Estado -y cualquiera de sus instituciones- pueden también ejercer
violencia de género, ya sea porque sus agentes realicen actos de violencia física,
psicológica o sexual, pero también por no cumplir su responsabilidad en la prevención,
promoción y/o asistencia de dichas violencias contras las mujeres.
Ahora bien, nos preguntamos ¿Qué características específicas adquiere la
violencia institucional y la violencia de género cuando es efectuada por el sistema de
salud?

2.3 Violencia obstétrica como violencia de género

La manera en la que nuestra cultura trata a las mujeres durante el parto


es un buen indicador sobre cómo las mujeres y su contribución a la
sociedad son valoradas y honradas.

57 La desacreditación, infantilización y humillación a la que son sometidas, genera en las mujeres que
vivieron algún tipo de violencia de género una revictimización, es decir, agrega otra importante cuota
de sufrimiento y dolor, por lo que difícilmente esa mujer decida volver a denunciar.
58 Establece la capacitación obligatoria en género y violencia de género para todas las personas que

se desempeñan en la función pública, en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la Nación. Se


llama así en conmemoración de Micaela “La Negra” García.

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(Ina May Gaskin, s.f.)

Desde el sentido común, está establecido que las instituciones de salud


(especialmente las públicas), suelen ser receptoras de situaciones de todo tipo de
violencias, así como uno de los ámbitos propicios para la detección de estas. Sumado
a que las ciencias médicas se presentan -de manera fenoménica- como objetivas y
neutrales, sucede que pensar que el espacio hospitalario puede ejercer violencias
contra las personas, resulte un tanto dificultoso, o al menos contradictorio.
Es entonces que, una vez explorada la violencia de género y la violencia
institucional, podemos dar paso al tema central que estructura nuestro trabajo, que es
la violencia llevada a cabo por los dispositivos biomédicos, particularmente en las
atenciones obstétricas.
En concordancia con Colanzi (2014), afirmamos que el lugar que ocupa el cuerpo
de la mujer durante los nacimientos59, evidencia las desigualdades de género en
nuestra sociedad.
De esta manera, para lograr comprender cómo determinadas prácticas en el
ámbito de la salud, constituyen situaciones de violencia propiamente dicha,
consideramos que ante nada es preciso poder realizar un ejercicio de cuestionar, o al
menos permitirnos dudar de “la verdad” o los dogmas de las ciencias médicas, los
cuales se asientan en el conocimiento o saber autorizado.
Ahora bien, es justamente en el hecho de pensar este conocimiento autorizado
como una construcción, que radica la posibilidad de desarticular uno de los pilares que
sostienen estas violencias contra las mujeres durante los procesos reproductivos.
Para ello, son pertinentes los aportes de Mercedes Campiglia (2020), quien
afirma que el Modelo Médico Hegemónico, lejos de ser neutral y heterogéneo, es un
tejido. Este se conforma, por un lado, por determinados criterios de la ciencia, los
cuales están basados en la evidencia científica. La participación de estos criterios de
la medicina en los nacimientos ha tenido un impacto sin duda positivo, tales como
reducir la tasa de mortalidad, salvar vidas, etc.
Sin embargo, además de la práctica asentada en evidencia científica, se
realizan de forma cotidiana una enorme cantidad de otras prácticas, que lejos de
mejorar, atentan contra el bienestar de mujeres y personas recién nacidas. Estas

59
Según Colanzi (2014) la etapa reproductiva de las personas con capacidad gestante concentra las
mayores acciones e intervenciones en los servicios de salud.

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prácticas tienen que ver con saberes sociales, que se imprimen en los cuerpos de las
mujeres. Tal como lo señala Menéndez (1994), la institución médica, además de
atender el cuidado de la salud, está impregnada de concepciones sociales que se
traducen en prácticas, las cuales dan cuenta de las profundas desigualdades en la
distribución del poder de la sociedad de la que es producto.
Si bien en informes y documentos de organismos de salud nacionales e
internacionales, no se aconseja la intervención innecesaria durante el proceso
fisiológico del parto (por supuesto hablamos de partos de bajo riesgo), el número de
cesáreas e intervenciones médicas en Argentina supera altamente la media
recomendada (Las Casildas60 OVO, 2015). Los datos son estimativos e informales ya
que no hubo un real interés por parte del Estado en lograr recabar datos formales al
respecto.
Pues bien, según desarrolla Campiglia (2016), todas esas intervenciones que se
consideran legítimas realizar en el cuerpo de la mujer, pese a ser contrarias a la
medicina asentada en evidencia científica, cuyo fin no es el cuidado de su salud, sino
que responde a otros intereses, también refieren a expresiones de violencia. Por
ejemplo, “agilizar” el tránsito de las mujeres dentro del hospital:

Yo no sé de dónde saque fuerzas. Cuando me dijo la doctora vamos a prepararnos, yo le dije: -


¡No más tengo fuerzas! Entonces me pusieron un goteo en un momento, como a las seis de la mañana
que me noqueó. Estaba como drogada, y le digo. - ¡No tengo fuerzas!, y ella me dijo ahora vas a poder.
Y me tuvieron que romper la bolsa, porque tarde mucho en dilatar, más allá de las pastillas y el goteo,
y me dijo que era para agilizar. Tuve 7 (de dilatación) (…) Y eso fue muy doloroso… Horrible.
Bruna, 24 años.
Entrevista realizada el 8 de agosto de 2020.

La medicina no existe en el vacío, sino que se encuentra atravesada por


intereses políticos y económicos. La autora Mercedes Campiglia (2016), afirma que el
Modelo Médico Hegemónico no es ajeno a las tensiones de poder de la sociedad en
la que se inscribe, y que esta dinámica capitalista establece modalidades particulares
en relación entre efectores de salud y “pacientes” y entre instituciones.
Entonces, así como el sistema médico no escapa ni a las lógicas del mercado,
ni a sus violencias. Es por ello que Vallana (2016) afirma que se han convertido los

60Agrupación feminista que difunde información e interviene en torno a la gestación, parto, nacimiento
y crianza de niños y niñas que impulso el Observatorio de Violencia Obstétrica (OVO).

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procesos fisiológicos y la reproducción en un negocio rentable, además de un eficaz


método de control de la reproducción y de las mujeres.
Es de acuerdo a estas lógicas, en lo que radica el modelo tecnocrático del
nacimiento que desarrolló Davis-Floyd (1993) o el modelo industrializado del parto que
postula Gutman (2007):

“Me refiero al nacimiento industrializado, vivido tanto desde el lugar de la


parturienta como desde el lugar del bebé: ambos manipulados, cortados,
separados, pinchados, abandonados, violentados, medicados, anestesiados,
monitoreados, vigilados y filmados (…) el sufrimiento se hace presente cuando
los partos son conducidos y las mujeres somos infantilizadas, maltratadas,
pinchadas, cortadas, abandonadas humilladas y tratadas como un cuerpo
funcional que tiene la obligación de responder al resultado esperado. Aparece
confusamente cuando somos acostadas en posición dorsal (boca arriba) con los
pies atados y los genitales al descubierto, recibiendo órdenes incomprensibles y
amenazas sobre el tiempo de descuento antes de ser castigadas con una
cesárea. Así, el sufrimiento puede ser insoportable, aunque la anestesia borre
todo dolor físico” (2007:72).

En este orden de pensamientos, si las lógicas del patriarcado capitalista se


imponen, los procedimientos y/o protocolos institucionales, claramente se amoldarán
a estas últimas, en lugar de a la mujer gestante o a su trabajo de parto.

Me dice (la médica obstetra): - Bueno, ¿Porque no lo tenemos ahora? Hay una cama libre, aparte
faltan solo unos días para la fecha de programación y nada, lo tenemos ahora y listo. Y yo me quedé
sorprendida, porque bueno, ya me había planificado para la cesárea programada.
Luz, 24 años.
Entrevista realizada el 6 de agosto 2020.

El proceso del parto requiere de tiempo. Pero resulta que, en el sistema


capitalista, como reza el dicho popular, el tiempo es dinero, por lo que, a decir de
Vallana “la reproducción pretende convertirse en una práctica productiva,
estandarizada y altamente tecnificada” (2016:45).
De ello deviene el motivo por el que se aceleran los procesos, por medio de
prácticas como la inducción y aceleración a través de medicamentos como la oxitocina

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(que hacen las contracciones más frecuentes y dolorosas), la rotura artificial de bolsa
y/o membranas, o se recurre a la cesárea, sea de forma directa, o indirectamente fruto
de las excesivas intervenciones, tal como sucedió con Gala.

Me dijeron que me ponían oxitocina para agilizar un poco más el parto61. Eso sí lo sentí, porque
empecé a sentir más rápido las contracciones. De eso sí me acuerdo, quizás me dieron más
explicaciones, pero no las recuerdo.
Gala, 34 años.
Entrevista realizada el 06 de agosto de 2020.

Ahora bien, estos discursos encuentran su vertiente en, al menos, dos tipos de
violencias: por un lado, la violencia por razones de género, que se expresa en la
asignación de las mujeres a un lugar subordinado en la sociedad, generando una
relación de profunda desigualdad entre las usuarias de los servicios de salud, y los
efectores y efectoras del mismo62.
Por otro lado, la violencia institucional, basada y sostenida por un saber/poder
autorizado tanto de la medicina en general, como de la institución hospitalaria en
particular.
Esta relación dialéctica entre violencia de género e institucional, resulta en lo que
conocemos como violencia obstétrica. Entendemos a la misma como un tipo de
violencia que ejerce el sistema de salud y sus efectores, mediante una apropiación del
cuerpo de las mujeres y los procesos de gestación, trabajo de parto, parto/cesárea y
posparto. Pero también ocurre fuertemente durante las interrupciones de embarazos,
ya sean inducidos o espontáneos, hacia mujeres que no han tenido una gestación a
término y vivieron una pérdida gestacional.

Cuando mi bebé tenía 5 meses, yo me volví a embarazar y bueno… Justo se descubrió que yo
era celíaca, que tenía mucha anemia y demás. Y terminé perdiendo el embarazo. Entonces cuando
volví a internarme ahí para que se me hiciera el legrado, me pusieron con una mujer que acaba de
tener familia. Y bueno, la verdad que no me tenían que haber puesto en la misma habitación con una
persona que está feliz, que acaba de recibir a su bebé, que está festejando… Y vos estas ahí… ¡Mal!
Sufriendo por la pérdida de tu embarazo. Entonces ahí si lo ves también desde otro lado. Yo te entiendo

61Las negritas son nuestras.


62Esta relación es el punto de encuentro entre las necesidades de las mujeres y la satisfacción de estas
por parte de la cara visible del Estado que es el equipo de salud (Canevari 2010 citando Climent, 1994).

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que no pueda haber otras habitaciones, pero de última poneme en la habitación de monitoreo o
cualquier lado, pero no justo en esa. Fue muy, muy fuerte.
Bianca, 30 años.
Entrevista realizada el 8 de Agosto de 2020.

Es relevante remarcar que la violencia obstétrica no solo sucede en los


nacimientos, sino que también en otras situaciones dónde hubo una gestación,
marcando fuertemente la experiencia subjetiva de manera negativa, como relata
Bianca.
La violencia obstétrica involucra violencia física, sexual, verbal,
psicológica/emocional, simbólica y económica. Refiere a la imposibilidad de la mujer
de tomar decisiones fundamentales respecto a su parto y/o gestación y, como explica
Canevari (2017), es una de las formas más invisibilizadas de obstruir los derechos
sexuales y reproductivos de las mujeres. Se expresa además en conductas
disciplinadoras y en la falta de acceso a la información y vulneración de la autonomía
de las mujeres. Sus expresiones y sus consecuencias generalmente se asumen como
normales y parte natural -o hasta esperable- del proceso, lo que genera la
normalización y la legitimidad social frente a los maltratos; por consiguiente, la
dificultad en reconocer el daño que provoca.
Vallana (2016) agrega que la violencia obstétrica se sostiene muy fuertemente
de la patologización del proceso de gestación-parto, la cual fomenta una dependencia
de las mujeres al sistema médico, en su conversión simbólica como “pacientes”,
produciendo una desposesión de su proceso y siguiente control médico e institucional.
Consideramos que el enfoque de riesgo viene a ser de sostén a dicho proceso.
Paralelamente, según Vallana (2016) se reproducen tratos irrespetuosos y
violentos. Estos pueden ser tales como insultos, alusiones abusivas a la sexualidad
femenina, intervenciones absolutamente innecesarias (aunque en oportunidades
protocolarias), imposiciones sin basamento científico alguno. Castro y Erviti (2015)
afirman que también se visualiza una promoción del silencio y la obediencia,
apropiación de los cuerpos de las personas recién nacidas, búsqueda de
consentimientos a través de mecanismos tales como la administración del miedo y la
desinformación.

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Como daremos cuenta a la luz de las experiencias de las mujeres entrevistadas,


la violencia no se presenta espontáneamente el día del parto o cesárea (aunque este
trabajo se centre en dicho proceso), sino que esta se manifiesta desde la primera
consulta.
Por su parte, Garcia (2018) afirma que La violencia obstétrica no es solamente
una violencia dirigida a las mujeres que están pariendo o gestando, sino que alcanza
a las personas que están naciendo y se expande a las personas cercanas, a la
comunidad:

Mas después de lo que paso con mi hermana. Estábamos ahí porque a nosotros nos dijeron va a ir a
cesárea porque es de emergencia. Y no nos dijeron nada más. Estábamos todos (…) La familia con el
corazón en la boca y no nos decían nada. Pasaron 6 horas hasta que terminó todo, y ella estaba en
terapia intensiva. Pero no sabes lo que tuvimos que reclamar para que alguien nos diga dónde estaba
mi hermana y mi sobrina. ¡Impresionante! No nos decían dónde estaban, ni que había pasado (…)

Teníamos que exigir y me acuerdo bien, que nos dijo un guardia que estaba ahí custodiando
todo, nos dijo no se preocupen (…). Está en terapia intensiva, pero está viva. Y bueno, horrible fue.
Pero no solo fue horrible para ella sino para nosotros también.

Luz, 24 años.
Entrevista realizada el 6 de agosto 2020.

Según Garcia (2018) La violencia obstétrica se halla invisibilizada, y es esa


misma naturalización lo que permite a la biomedicina seguir produciendo cuerpos
dóciles y domesticados, que promueve la aceptación callada por parte de las mujeres.
En base a lo antedicho, estamos en condiciones de afirmar que la violencia
obstétrica no tiene una explicación y/o solución unicausal que radique en la mala
voluntad por parte del personal de salud, sino que, dado que se trata de una forma
más de violencia de género, responde a cuestiones estructurales.
A este respecto, Campiglia (2016) afirma que la premisa de que el cuerpo de la
mujer es un objeto del que resulta legítimo disponer, subyace a las diferentes
manifestaciones de violencia de género, desde el feminicidio, hasta el abuso sexual y
las violencias en la atención del parto/ cesárea.
En ese sentido, es por la misma lógica de dueñidad de los cuerpos femeninos,
que se habilita a que el sistema de salud distorsione la información que le brinda a

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una mujer acerca de su propio proceso, le realice una cirugía no justificada sin su
consentimiento, o mutile su vagina por protocolo.
La autora afirma que el desdibujamiento de la condición de sujetas de las
mujeres gestantes en los dispositivos de salud se ejecuta por medio de una serie de
prácticas estandarizadas que apuntan a la serialización de los procedimientos,
reduciendo a la mujer a su condición orgánica63.
Pero resulta que la violencia obstétrica se encuentra tan normalizada en nuestra
sociedad que resulta difícil la visibilización de la enorme magnitud del fenómeno. “La
violencia obstétrica es una de las caras de la violencia contra las mujeres más
legitimada por el poder/saber médico y más silenciada por el colectivo social”
(Camacaro Cuevas 2009:49). Así mismo, cómo toda violencia de género, a más
invisibilización, mayor peligro.
Por último, es importante considerar que los discursos y prácticas no recaen de
la misma manera en todas las mujeres, sino que varían dependiendo de múltiples
determinaciones, tales como el nivel socioeconómico, la edad, la etnia, el contexto, la
región y el número de partos anteriores. En este punto es importante la noción de
interseccionalidad, entendiendo que la categoría de género nunca funciona de
manera independiente, sino que tiene profundas conexiones con otros ejes de poder
que se inscriben sobre los sujetos y las sujetas (Hill-Collins 2012; Kerner 2009). De
todos modos, aunque nuestro trabajo no tiene por objeto investigar la asistencia al
parto/cesárea según dichas variables, afirmamos que son cuestiones interseccionales
las que muchas veces se materializan en un incremento del trato irrespetuoso o
deshumanizante
Aun así, esta violencia se da en todo tipo de mujeres, de todas las culturas, todas
las clases, todas las edades, lo que demuestra que el principal factor que predispone
a padecer violencia obstétrica es simplemente ser “paciente” y ser mujer.

2.4 Mecanismos de desautorización hacia las mujeres-.

Las técnicas modernas de represión son en general invisibles y no dicen lo que prohíben,
porque decirlo es dar indicación de su existencia.
(Casilda Rodrigáñez 2010: 19).

63A los dichos de la autora, consideramos pertinente agregar que la reducción al plano de lo biológico
no implica un respecto a lo fisiológico del proceso, sino que todo lo contrario.

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Si la violencia por razones de género en general ha logrado instalar en buena


parte de la sociedad la culpabilización sobre las sobrevivientes, -si no lo buscaron, al
menos se lo merecen-, la violencia obstétrica avanzó aún más en su legitimación
social, postulándose, directamente como necesaria para ayudar a las mujeres. A partir
de ello, nos interrogamos ¿Cómo se logró tal grado de invisibilización y naturalización?
Pues bien, porque la violencia obstétrica, es también violencia simbólica. Según
Michelle Sadler, “Resulta invisible porque las mujeres se sienten obligadas a obedecer
y a no cuestionar al personal de salud” (2004:15), como vemos en el relato de Luz:

No me ponía en el rol de: ¿Qué es lo que yo quiero? Me ponía en el rol de… bastante sumisa,
en realidad. Ahora me agarra como culpa, decir bueno, ella es la que sabe que es lo mejor para mí hijo,
le voy a hacer caso. Por eso, por ahí me río pensando en eso.

Luz, 24 años.
Entrevista realizada el 6 de agosto 2020.

Pero, por otro lado, en las mujeres se encuentra internalizado, que al más
mínimo margen de cuestionamiento, esa violencia generalmente aumenta. En la
situación de Luz, además de la violencia verbal y emocional frente al incumplimiento
de las indicaciones realizadas, percibimos un desconocimiento absoluto de las
condiciones materiales de existencia, lo que denota violencia de tipo económica:

Y es ahí que me preguntó: - ¿la medicación la compraste? Y yo digo ¿Qué medicación?, - ¡La
medicación que te dije que te compres! Y digo no, no porque me habías dicho que era por las dudas,
y nada yo como estaba cara…La verdad que, si era por las dudas no, no, no la compré. Y ella me dice:
- No, vos estás poniendo en peligro la vida de tu hijo. No puede ser. Lo primero que hice fue largarme
a llorar
Luz, 24 años.
Entrevista realizada el 6 de agosto 2020.

La violencia obstétrica y el modelo tecnocrático o industrializado del nacimiento


obedecen, según Michelle Sadler (2004), a seis elementos básicos de que facilitan el
ejercicio de la violencia simbólica en la atención obstétrica. Escogimos referirnos a

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mecanismos de desautorización64 ya que este término se vincula estrechamente con


el concepto de conocimiento autorizado que hemos desarrollado a lo largo del
presente trabajo.
No obstante, consideramos que estos mecanismos y expresiones comienzan
desde la primera consulta y se extienden hasta los controles post-nacimiento. Por eso
mismo, enriqueceremos los aportes de Sadler con lo desarrollado por otras autoras, a
fin de entender la violencia como constitutiva de todo el proceso reproductivo.
En este sentido, salvo algunas excepciones, la gestación es un proceso que
se controla de manera ambulatoria, donde las mujeres acuden a diferentes consultas,
estudios y cursos de preparto / preparación para la maternidad65.
En primer lugar, se ubica la homogenización. Las mujeres son vestidas con
batas asignadas para el parto o cesárea; de esta manera se las despoja de sus
características identitarias y se las homogeniza como “pacientes”. A ello contribuye la
consideración de todas las mujeres gestantes como “mamá / mamita / mami, etc.”. Al
respecto, Bianca relata como sintió una despersonalización de la asistencia que
recibió:

No, nunca me llamaron por mi nombre. Era mamá, mami, mamita. Tampoco me preguntaron
cómo me llamaba… Era como era muy impersonal digamos. La verdad que no se me preguntó eso.
Pero sí me acuerdo de que, por ejemplo, a mi marido cuando lo vieron le preguntaron el grado (militar),
porque lógicamente entiendo que ahí todos los médicos tienen grado militar, entonces le preguntaron
el grado, donde había estado… Con el sí hablaban, pero no, a mí no me preguntaron cómo me llamaba.
Bianca, 30 años.
Entrevista realizada el 8 de Agosto de 2020.

Observamos que el modo en dirigirse hacia las mujeres por parte del personal
médico, además de ser impersonal, es caracterizado por la infantilización de las
mujeres, lo cual se relaciona con la concepción de que estas atraviesan un estado
“poco racional”, por lo tanto, incapaces de comprender razones o motivos. Es aquí,
durante un proceso que remite a funciones tanto fisiológicas como culturales, que se

64 Según la RAE de desautorización es: 1. f. Acción y efecto de desautorizar. Quitar a alguien o algo
autoridad, poder, crédito o estimación.
65 En estos cursos, se despliegan una serie de discursos, prácticas y mecanismos, donde, a decir de

Sadler (2004), las mujeres van interiorizando medidas de control, así como una serie de complejos de
sospecha, carencia, deficiencia, que funcionan como mecanismos poderosos de desautorización de
las gestantes.

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materializa el mito aún vigente por el cual a las mujeres se las concibe como alejadas
de la esfera racional, y más cercanas a la naturaleza que a la cultura.
En segundo lugar, se sitúa la patologización como elemento primordial del
paradigma de riesgo. Como hemos visto, el modelo biomédico bajo las lógicas del
capitalismo requiere del fomento de una relación de dependencia de los usuarios y
usuarias, para con los efectores. Vallana (2016) señala que en las gestaciones el
cuerpo es representado como sospechoso y en riesgo, por lo que esta relación se da
para, conseguir una especie de restitución de la salud o la normalidad.
El cuerpo gestante es interpretado como una especie de bomba por explotar
en cualquier instante, sospechándose que pueda presentar problemas y patologías,
así como la premisa de que puede no estar “funcionando bien”. como relata Gala,
quien atravesó todo su trabajo de parto acostaba debido a que se le colocó el monitor
fetal de manera continua, pese a la no recomendación de la OMS de dicha práctica, y
pese a no presentar signos de sufrimiento fetal alguno:

El monitoreo siempre fue constante, todo el tiempo. Todo el tiempo le monitoreaban los latidos.
Gala, 34 años.
Entrevista realizada el 06 de agosto de 2020

Como hemos afirmado anteriormente, el factor principal, que fomenta el


manejo y control constante de la gestación y nacimiento, por parte del sistema
biomédico, es el discurso de los riesgos. En este sentido, a decir de Vallana (2016)
los exámenes de sangre, ecografías, etc. son dispositivos de seguimiento y control
que posibilitan la acción normalizadora de la medicina, ya que por medio de éstos se
califica la normalidad o anormalidad de esa gestación. Tomando preponderancia la
tecnología, en detrimento de la observación clínica de esa mujer.
En tercer lugar, está la fragmentación, bajo la cual el sistema biomédico
centra su atención en el funcionamiento del organismo, escindiendo a las mujeres de
aspectos interseccionales, tales como su cultura, sus costumbres (que de hecho son
muchas veces interpretados como impedimentos en la homogenización). Además, la
reducción de las mujeres al plano meramente biológico propio del Modelo Médico
Hegemónico conduce a desestimar todo lo que no tenga estrictamente relación con el
acto médico. De esta manera, en el nacimiento industrializado, factores como el
miedo, la angustia, el frío o la soledad aparecen como si se tratara de aspectos ajenos

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a la competencia del servicio de salud. En el relato de Gala, vemos como además de


la asepsia indicada para un quirófano, parece que también debe estar aséptico a toda
emocionalidad/ afectividad.

Cuando entramos al quirófano, le dije que estaba muy nerviosa. Me dijeron que no tenía que hablar ni
respirar (…) Luego el anestesista me dijo que me callara y no respire así, porque yo estaba muy alterada
y recién ahí entendí porque me lo dijo. Que no tenía que hablar y esas cosas (…) Después hablaban
entre ellos otras cosas, cosas de ellos, a mí ni me hablaban. Sentí como si era un trámite estar ahí
conmigo.
Gala, 34 años.
Entrevista realizada el 06 de agosto de 2020

El cuarto elemento es la naturalización, donde nuevamente distinguimos


como se ubica lo femenino en su relación simbólicamente asignada con la naturaleza
e incapaz de comprender lo racional. Operando como un poderoso mecanismo de
desautorización de las percepciones, interpretaciones y sentires que manifiestan las
mujeres sobre su proceso. En este sentido, en los relatos de las mujeres
entrevistadas, ubicamos una especie de “suspensión” de su cualidad de sujetas. En
lo relatado por Bruna, parece ser que, a pesar de reclamar por los reiterados tactos,
si bien la profesional verbalmente es amable, el protocolo institucional se impone por
sobre las decisiones de la misma sobre su cuerpo, acallando por completo su reclamo:

Me habían hecho el tacto a las 6:40. Y a las 7 y punto vino otra y me dijo bueno es cambio de guardia,
te tengo que hacer tacto, le dije que no quería, no daba más. ¡Me hicieron recién!, le dije. Es el cambio
de guardia, dice, tengo que ver cómo estás, y yo ya a esa altura no daba más, pero bueno… Me dijo
de buena manera, incluso no sentí que lo hiciera de mala gana, pero sentí que era innecesario.
Bruna, 24 años.
Entrevista realizada el 8 de agosto de 2020.

El quinto elemento es la contaminación, entendida como la conceptualización


de la mujer gestante misma como contaminante para la atención del parto o cesárea
por parte del personal médico. En este sentido, sus miedos, dudas, sensaciones y
opiniones son invisibilizadas y suprimidas, en tanto “contaminan los protocolos y
procesos de atención”. Durante el parto, como bien explica Davis-Floyd (1993), el
mecanismo de ignorar a las mujeres y priorizar los resultados de los exámenes y

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tecnologías es particularmente evidente, ya que el personal pasa constantemente a


tomar las lecturas de los monitores sin siquiera interactuar con ellas.
A este respecto nos preguntamos ¿De qué manera se configura la relación con
las mujeres gestantes, cuando todos sus sentires están siendo interpretados y
comunicados mediante maquinaria tecnológica? Sadler (2004) señala que sus relatos,
sus sensaciones, sus percepciones, intuiciones, conocimientos, etc., no son
relevantes, sino entendidos como meros contaminantes del proceso de atención de
su parto o cesárea. En concordancia con ello, en las cuatro entrevistas que
realizamos, encontramos situaciones como llantos no atendidos, incansables
solicitudes de compañía desoídas, expresiones de miedo, dolor, frío y angustia
totalmente canceladas.

(…) Pero la mayoría del tiempo estuve ahí sola en sí, yo pedía que venga alguien, pero no
venían. No sé si sería una estrategia de ellos o una manera de ellos de atención en sí.
Gala, 34 años.
Entrevista realizada el 06 de agosto de 2020

Y entonces ya me la ponían a Simón al lado mío, y yo estaba como llorando del dolor. Entonces nada,
le decía a mi mamá que no lo podía tener; porque realmente me dolía mucho, que si pudiera llamar a
alguien porque me dolía un montón. Y la enfermera me decía que era normal.
Luz, 24 años.
Entrevista realizada el 6 de agosto 2020

Por último, encontramos la culpabilización, Sadler (2004) entiende la misma


como aquellos dispositivos y discursos que responsabilizan a las mujeres de cualquier
tipo de efecto adverso durante el parto o cesárea.
Las decisiones son controladas en su totalidad por quienes poseen el
conocimiento autorizado, en este caso el personal médico. Desde el momento en que
las mujeres fueron despojadas de sus propios partos, son estos quienes tienen el
poder para determinar cuándo pasa cada cosa. Aun así, como relata Luz, sucede que
se responsabiliza a las mujeres de las dificultades que puedan producirse:

Me acuerdo de que fui en ayunas a sacarme sangre como siempre; que ella me hacía la prueba y era
un sábado, y entonces estaba todo cerrado y yo me atendía por guardia. Y cuando vio el papel que le
di, de los resultados, como que empezó a decirme: - ¡Vos no te das cuenta de que Simón se puede

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morir, qué esto no puede ser que se te suba a este nivel Supone qué tenía 50 de ácidos biliares, que
era montón
Luz, 24 años.
Entrevista realizada el 6 de agosto 2020

Magnone Alemán (2013) desarrolla que uno de los mecanismos de dominación


explícitos y de los más eficaces, consiste en apelar a los mandatos sociales de la
maternidad. En Luz, este mecanismo se valió de la tan recurrente estrategia de
amenazar con que con el riesgo de vida de su bebé. Nos preguntamos si este
mecanismo de culpabilización obstaculiza posteriormente visibilizar la violencia
ejercida, y en su lugar construir una percepción de “culpable”, por lo acontecido.
A estos aportes de Sadler (2004), consideramos que es pertinente sumar que
además de desautorizar a las mujeres, también se quita estimación a sus familiares y
redes sociales en tanto apoyo y participación significativa en ese nacimiento. Gala
resalta en varias oportunidades, que la primera medida del personal de salud fue
excluir a su pareja de todo el proceso, a pesar de sus innumerables solicitudes por el
acompañamiento de este, con quien había planificado realizar diferentes posturas
para atravesar el trabajo de parto.

Ya cinco y media estaba entrando, en la camilla, esperando. Estaba acostada y no permitieron que
entre mi pareja. El no puedo estar en ningún momento. Yo les pedí, si él podía pasar y me dijeron que
no (…) Tampoco pude escuchar la explicación porque estaba concentrada en los dolores que tenía,
eran impresionantes las contracciones. Y estuve sola un rato largo, sola ahí adentro y eso no me gustó.
Yo necesitaba alguien que me acompañe no quería estar sola. Quería que estuviera mi pareja conmigo.
Gala, 34 años.
Entrevista realizada el 06 de agosto de 2020

La manera en que se permite la participación del padre o pareja parental varía


entre los hospitales y clínicas, y hay servicios donde aún no es permitida.
Generalmente cuando es posible su participación, se da en el período expulsivo del
parto, y por lo general no ha recibido una preparación previa.
Como resultado del entrelazamiento de estos mecanismos, Sadler (2004)
advierte que las mujeres internalizan en mayor o menor medida las normas impuestas.
Conscientes de que no en todos los casos se presentan estos mecanismos, todas las

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mujeres usuarias con que hemos sostenido conversaciones reportan conocer este tipo
de trato, por haberlo vivido ellas mismas y familiares.

2.5.1 Tipos de violencia obstétrica

Una vez definida la violencia obstétrica y los mecanismos que la sustentan, nos
abocaremos a profundizar en las diferentes maneras que existen de ejercerla. Vale
aclarar que estas divisiones que establecemos son a fines conceptuales, ya que estas
pueden presentarse tanto de manera independiente, como simultánea.
Para dicho propósito, optamos por retomar los aportes de Mercedes Campiglia
(2016) quien, a partir de su investigación, construyó tres categorías para explicar los
tipos de violencia obstétrica, cuyas particularidades serán exploradas en este
apartado.
La primera de ellas refiere al maltrato. Tanto los relatos de las mujeres
entrevistadas en nuestra investigación, como aquellos que fueron documentados en
la bibliografía que utilizamos como marco teórico de este trabajo, dan cuenta de la
magnitud y profundidad del maltrato perpetrado contra las mujeres, cotidianamente
durante la atención obstétrica.
Campiglia (2016) ubica en esta categoría, los malos tratos ejercidos tanto
verbalmente por medio de amenazas, gritos y burlas, como físicamente, a través de
la práctica injustificada de procedimientos dolorosos66. Sumamos a esta categoría los
aportes de Medina (2008), quien desarrolla el maltrato del orden de lo psicológico (o
emocional), donde se incluyen tratos deshumanizados, discriminación y humillación.
Comprende también la omisión de información sobre la evolución de la gestación,
parto o cesárea y el estado de salud de la persona recién nacida. No obstante, a partir
de las entrevistas realizadas, podemos afirmar la información no solo es omitida, sino
que también es tergiversada o directamente falaz, como observamos en reiteradas
oportunidades. En el relato de Luz, por ejemplo, a pesar de su deseo de tener un parto
vaginal, la obstetra aduce las siguientes objeciones:

66
Canevari (2011) da cuenta de la práctica disciplinadora de la realización de legrados sin anestesia a
mujeres que llegan al servicio de salud con “sospecha de aborto”.

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Pero ella me dijo, no vos sos primeriza, -me acuerdo esa frase textual- nunca vas a dilatar. Así me dijo,
vos sos primeriza y nunca vas a llegar a dilatar, así que lo más rápido y eficiente es hacer la cesárea y
ya está.
Luz, 24 años.
Entrevista realizada el 6 de agosto 2020

La afirmación sobre que, al ser primípara, Luz está imposibilitada de dilatar, no


guarda relación alguna con la medicina asentada en evidencia científica. Según la
Estrategia de Atención al Parto Normal (OMS 2012:44), resulta imprescindible
garantizar el acceso y comprensión de las mujeres de la información asentada en la
evidencia, así como desarrollar programas de educación sanitaria que propicien la
participación en el proceso y el conocimiento de las mujeres gestantes y sus parejas.
En nuestras palabras, se trataría de establecer mecanismos que garanticen que las
mujeres sean respetadas en tanto sujetas activas en la toma de decisiones, en
conocimiento de los riesgos y beneficios de cada práctica e intervención. Sin embargo,
en la situación ilustrada, la obstetra aduce que la cesárea “es más rápida y eficiente”.
Por el contrario, la OMS67 viene alertando respecto a que la cesárea es una
cirugía mayor y que trae aparejados mayores riesgos que un parto vaginal. Es
entonces que nos queda abierto el siguiente interrogante: si Luz hubiese accedido a
información certera y confiable ¿La obstetra hubiese obtenido su consentimiento para
realizar esta práctica? Consideramos que el alarmante aumento de porcentaje de
nacimientos vía cesárea no tiene que ver con su eficiencia, sino con la necesidad de
optimizar los tiempos y “asegurar” los resultados, en clave de las lógicas de
productividad.
Es importante detenernos un momento para realizar la aclaración de que de
ninguna manera estamos considerando la cesárea con una connotación negativa en
sí misma. Esta intervención en oportunidades salva vidas e incluso muchas veces es
elegida por mujeres y personas gestantes por diversos motivos. Lo que estamos
poniendo en cuestión, es que esta ocurra por desinformación, comodidad del equipo
médico o por la necesidad de cumplir con ciertos objetivos.
A su vez, visualizamos aquí también el mecanismo de hegemonización, donde
según la obstetricia todas las gestaciones son medianamente iguales, todos los partos

67 Ver anexos.

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son idénticos y todas las mujeres responden a un mismo patrón: Si sos primeriza, no
vas a dilatar nunca.
Retomando la caracterización del maltrato como tipo de violencia, tres de las
cuatro entrevistas realizadas, hicieron mayor hincapié en el dolor o el sufrimiento
referido al trato que les brindó el personal de salud, que en lo que respecta al plano
corporal físico estrictamente hablando.
Ahora bien, en este trabajo nos preguntamos: ¿Cuál es él o los factores que
permiten y legitiman estas vejaciones sobre el cuerpo de las mujeres, a partir desde
que se ingresa a la institución?
Para llevar adelante estos maltratos, tal como lo señalan Castro y Erviti (2015)
es preciso que previamente, se de ese extrañamiento respecto de “esa otra” sobre
quien se va a intervenir, basada en la otredad que describe Simone de Beauvoir
(1949), y su construcción como “no-persona” que la desdibuja como sujeta.
Dicho de otra manera, según lo que hemos observamos en las entrevistas,
parece que, al ingresar a la institución hospitalaria, surge una especie de “suspensión”
de la cualidad de sujeta de las mujeres gestantes, lo cual se manifiesta de diversas
maneras, que van desde burlas y humillaciones, hasta la obligación de las mujeres a
pedir permiso y autorización para ir al baño, caminar, moverse, o ingerir un alimento
o bebida.
Ahora bien, como dijimos previamente, consideramos que la violencia
obstétrica también puede presentarse mediante los mismos tipos que la violencia de
género en general. De modo tal podemos encontrar una violencia obstétrica de tipo
simbólica, física y psicológica como relatamos anteriormente, pero también ubicamos
de tipo sexual y económica.
La violencia sexual se hace visible con la falta de respeto al pudor, la desnudez,
la cantidad de tactos sin previo aviso -ni permiso-, donde visualizamos las
manifestaciones de la apropiación y dueñidad sobre los cuerpos femeninos
Por otro lado, la violencia económica, en las entrevistas se presentó de manera
más frecuente y explícita en los servicios privados, aunque no exclusivamente. Bianca
relata como tuvo que abonar estudios obligatorios por fuera de su obra social:

Además de lo que pagamos de Obra social, hubo varias ecografías que las tuve que pagar. No
hice 3D ni nada de eso, solo las ecografías que me pedían y aparte de la de la translucencia. Bueno,
un Doppler del corazón me pidieron y cada una de estas las tuve que abonar por fuera.

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Bianca, 30 años.
Entrevista realizada el 8 de Agosto de 2020

El testimonio de Bianca describe una situación muy frecuente en los servicios


privados, donde la obstetra con quien se atendió durante toda la gestación, le solicita
un abultado cobro aparte para “personalizar” el día del parto.

Tengo obra social por el trabajo y bueno, no sé por qué, pero acá en Buenos Aires los médicos
te cobran un plus aparte para asistirte en el momento del parto o cesárea. Esto también era un problema
digamos, porque uno tenía que saber que para el nacimiento tenía que contar con 15 o 20 mil pesos
para que te asista. Si no tenías que ser atendida por el que este en ese momento de turno. Bueno,
cuando encontré una doctora que me gustó que era de la obra social, está también me cobraba, pero
yo ya había decidido que era una locura gastar 15 o 20 mil pesos en alguien que me asistiera el parto
cuando todos son médicos y ya todos deberían saber.
Llegado el momento decidí ir por guardia, porque tener un bebé por primera vez genera muchos
gastos y la verdad que a mí en su momento me pareció una locura. Pero si hubiese sabido todos lo
que iba a pasar el día del parto los hubiese pagado cerrando los ojos, pero bueno…
Bianca, 30 años.
Entrevista realizada el 8 de Agosto de 2020

Tal como mencionamos en el capítulo I, la mercantilización de la salud es un


proceso generalizado que ha transformado a la salud en un bien que se puede
comprar y vender en el mercado 68 . Es entonces que la violencia económica, se
relaciona por ejemplo con la imposición del cobro de un “plus” como relata Bianca,
cuya cuestión en oportunidades es anunciada en el tramo final de una gestación,
cuando ya no es fácil decidir el cambio de profesional, cuando la mujer puede haber
establecido un vínculo y sin mencionar que esto se presenta fenoménicamente como
necesario para una mejor atención.
En segundo lugar, la siguiente categoría tiene que ver con el abandono, la cual
es una de las manifestaciones de violencia más invisibilizadas. Campiglia (2017),
sostiene que esto se debe a la dificultad de iniciar una demanda por esta causa,
además de que no es posible localizar su marca en ninguna parte del cuerpo. No
obstante, afirma la autora, “la cicatriz que produce es profunda y guarda relación con

68Vale la aclaración de que no necesariamente aquellas personas que hacen más inversiones para
acceder a una buena salud obtienen mejores resultados que aquellas otras que acuden a los servicios
públicos.

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un sentimiento de humillación que se experimenta cuando es desconocida la


condición humana del sujeto” (2016:92).
Las autoras que han entrevistado a los efectores del sistema de salud afirman
que esta desatención, generalmente es justificada a partir de la gran cantidad de
usuarias del servicio de salud (Garcia:2018, Canevari:2017, Campiglia:2016). No
obstante, en las entrevistas realizadas, se describen habitaciones, salas de partos y
quirófanos donde las mujeres se encuentran rodeadas de personas, aunque
paradójicamente relatan una profunda sensación de abandono y soledad.

Luego cuando me rompieron bolsa eran como 7 personas más las que entraron y ahí ya no sabía
quiénes eran.
Gala, 34 años
Entrevista realizada el 6 de agosto de 2020

Frente a estos dichos nos preguntamos, ¿Es realmente el gran caudal de


usuarias o la falta de espacio la causa por la que gran parte de las mujeres en los
hospitales públicos y privados atraviesan el proceso aisladas de al menos una persona
significativa para ella?

Estaba un poco desesperada porque como te dije sentía que estaba muy sola. Necesitaba alguien
conmigo. En la misma habitación había otra chica conmigo. Y nadie se acercaba. No tenía con quién
practicar (los ejercicios). Yo tenía la idea de que dejaban entrar a mi pareja y él me acompañaba a
realizar los ejercicios.
Gala, 34 años.
Entrevista realizada el 06 de agosto de 2020

Las historias de las mujeres también dan cuenta, con frecuencia, de otro tipo
de abandono; una desatención deliberada que responde a una intención decidida de
no atender las solicitudes o hacerlo con cierta indiferencia.

Después lo que pasó fue que como, terminó toda la cesárea estuve mucho tiempo por ahí esperando
a que me asignaran un lugar.
Habrán sido como dos horas, yo sentía frío. Estaba en un pasillo, o sea me pusieron en un pasillo medio
aislado. Yo con mucho frio. No había nadie, así que estaba ahí esperando, esperando… esperando.
(…) Y es horrible. Cuando me acuerdo estar con mucho frío, frío, frío, y desnuda con la bata. Pero estar

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en un pasillo, que nadie te diga con esto (La anestesia) vas a sentir un poco de frío, por el efecto o
estamos viendo donde ubicarte, ¡Algo! ¿No?
Luz, 24 años.
Entrevista realizada el 6 de agosto 2020

Tanto frente al abandono como al maltrato, como Castro y Erviti (2015) desarrollan,
se le pide a la mujer sumisión y obediencia, lo cual guarda relación con la idea
arraigada de que el rol de la mujer gestante durante el nacimiento es el de “cooperar”,
ya que quienes “hacen” el parto son los y las profesionales.
Hemos dado cuenta que el maltrato y el abandono son formas de violencia.
Ahora bien, vale aclarar que agilizar los procesos sin relación alguna a riesgos
basados en evidencia científica, también constituye una forma de violencia. Incluso
cuando esto se lleve adelante con absoluta amabilidad.
Con relación a lo antedicho, nos detendremos más detalladamente en la tercera
categoría: La hiper-medicalización. Campiglia (2016) ubica en este tipo de violencia
obstétrica, la inmensa cantidad de intervenciones que son llevadas a cabo de forma
cotidiana, aun cuando está demostrado por las instancias de regulación de la medicina
(Tales como la OMS, FASGO69, Etc.) que lejos de procurar salud, generan daños de
toda índole. Esta violencia de manera fenoménica se presenta como “necesaria” y
generalmente implica un aumento del dolor y el sufrimiento. Campiglia (2016) afirma
que se usan sistemáticamente los recursos de la biomedicina para alterar los procesos
fisiológicos sin tomar en cuenta las recomendaciones70 o guías. Al respecto señala
Magnone Alemán (2013):

“El problema del crecimiento de intervenciones en el parto se acentuó, según


la OMS (1996:3), cuando la siguiente afirmación errónea se instaló en el saber-
hacer de los obstetras: Un nacimiento sólo puede ser declarado normal
retrospectivamente y de este modo el cuidado durante un parto normal debiera
ser similar al cuidado de un parto complicado” (Magnone Alemán, 2013:82).

69 Federación Argentina de Sociedades de Ginecología y Obstetricia. Entidad científica nacional sin


fines de lucro de la República Argentina.
70 Ver anexo N° 2.

83

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A este respecto, coincidimos con Felitti (2011) quien señala que el parto concebido
como un hecho patológico, coincide con una larga historia de sustracción de la mujer
del control de los saberes referidos a la sexualidad, los nacimientos, los abortos, y la
salud en general. Saberes que eran ejercidos por mujeres (parteras y curanderas).
Ese “pasaje”, afirma la autora, de la salud en el seno del hogar/comunidad a la
institución fija un antes y un después en la historia de la autonomía del cuerpo de la
mujer y, en particular, en el parto.
Anteriormente dijimos que en el ámbito de la medicina coexisten prácticas
diversas y estas se imponen en la formación en medicina; todas aquellas
intervenciones que no tienen como fin el cuidado de la salud, lo que la autora identifica
como hípermedicalización.
Según la OMS (1996), el 70% de los partos que demandan atención en los
hospitales, no requieren de asistencia medicalizada por lo que deben existir razones
muy válidas para interferir con el proceso natural. Ahora bien ¿Que entendemos por
un parto medicalizado? Según la OMS, es aquel que, aun habiéndose iniciado de
forma espontánea71, es dirigido mediante oxitocina sintética, rotura de membranas, y
otras prácticas destinadas a acortar su duración. Mercedes Campiglia (2016) afirma
que el parto es un proceso que en la gran mayoría de los casos no debería necesitar
de grandes intervenciones, pero contrariamente en la actualidad se encuentra
fuertemente intervenido y conducido, aplicándose diferentes medicamentos para
acelerarlo o desacelerarlo, aliviar el dolor, practicándose episiotomías de rutina y
cesáreas en una cifra alarmante, entre otras intervenciones.
De esta manera, lo que sucede es que unos tipos de medicación se hacen
necesarios por utilizar otros, por ejemplo, como afirma Campiglia (2016) muchos de
los anestésicos administrados para aliviar el dolor desaceleran el trabajo de parto, por
lo cual se hace necesario suministrar oxitocina para acelerarlo nuevamente. Así
mismo sucede en el sentido contrario, cuando se administra oxitocina, puede ocurrir
que la intensificación de las contracciones haga que las mujeres se desesperen de
dolor e incomodidad. Como visualizamos en el relato de las mujeres, este
procedimiento es vivido con un gran sufrimiento:

71 Nos referimos aquellos que no fueron inducidos mediante medicamentos y/o maniobras.

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Barbero Agustina – Leg. N° 128459 –TFG - UnLu – CR. San Miguel.

Me acostaron, -yo quería salir de esa cama, no quería estar acostada-. Me sacaron toda la
ropa, me pusieron medicación por vía, para agilizar un poco más las contracciones. Me dijeron que me
ponían oxitocina. Eso sí lo sentí, porque empecé a sentir más rápido las contracciones (…) fue una
desesperación constante, estar sola y esperar mucho tiempo… Todo me parecía interminable, muy
largo. Estaba desesperada porque como te dije sentía que estaba muy sola. Necesitaba alguien
conmigo.
Gala, 34 años.
Entrevista realizada el 06 de agosto de 2020

Como vemos en el relato de Gala, este extremo dolor es intensificado de


sobremanera si se las obliga a permanecer en posición supina por lo que, en algunas
oportunidades, se hace necesario, si es que la institución cuenta con ello, aplicar
anestesia. Si volvemos a Gala, observamos que además del dolor y la incomodidad
que le produce estar acostada, se suma una sensación desesperante de soledad.
En absolutamente todas las oportunidades que menciona que el personal
médico se dirigió o acercó a ella, fueron con fines puramente técnicos o diagnósticos:
para desvestirla, para acostarla, para colocarle la vía intravenosa y el monitor fetal,
para realizar tactos vaginales, romper artificialmente la bolsa, colocar la anestesia y
finalmente practicar la cesárea, por lo que visualizamos aquí el modelo industrializado
de nacimiento en su máximo esplendor.
No aparecen en el relato de Gala, acercamientos a su persona con fines de
contención física ni emocional. A continuación, analizaremos el impacto de esta
hípermedicalización, deteniéndonos a observar cuyas intervenciones se hicieron
presentes en los relatos de las mujeres entrevistadas.

2.5.2 Intervenciones y cascada de intervenciones

El sistema biomédico desarticula no solamente el cuerpo de la mujer gestante


(útero, vagina, etc.), sino que también desarticula la misma de sus características
personales e identitarias, elementos sociales e individuales percibidos como
contaminantes (Sadler: 2004). Entonces, así como todas las mujeres son “mamita”,
todas las mujeres deberán someterse a los mismos protocolos, independientemente
de las singularidades de cada situación. Todas, pasaran por los mismos “rituales” de
intervención.

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Barbero Agustina – Leg. N° 128459 –TFG - UnLu – CR. San Miguel.

En ese sentido, ocurre que cuantas más intervenciones, tantas más serán
necesarias. Por supuesto nos referimos aquellas que no tienen que ver con la
medicina asentada en evidencia, ejemplo de ello, como afirma Campiglia (2016), son
el uso generalizado de oxitocina sintética durante el trabajo de parto, el corte de rutina
en los genitales en el momento del nacimiento (episiotomía), el uso de posiciones
contraindicadas por la OMS para el trabajo de parto y parto, la separación de la mujer
y la persona recién nacida, entre otras.
Si bien no es objeto de este trabajo abordar cada una de las intervenciones
para contrastarlas a luz de las recomendaciones de los organismos internacionales,
tomaremos una limitada muestra de ellas en relación con la frecuencia con que se
presentaron en las entrevistas. A fin de lograr especificar la manera en que
determinadas prácticas constituyen expresiones de violencia de género, nos interesa
especificar solo algunas de ellas, en tanto se presentan de manera sumamente
invisibilizada y hasta justificada.
Al indagar acerca de las intervenciones, una de las primeras que se relevan
son los tactos vaginales. En los relatos, las mujeres consideran que les realizan
tactos innecesarios, a veces muy seguidos unos de otros, y señalan la molestia que
sienten, al ser estos efectuados por personal diferente. Tal como relató Bruna, quien
fue sometida a un tacto a las 6:40 y a otro, por otro personal distinto, a las 7:00.

Lo loco fue que pasé muchas guardias, porque Dante nació a las doce menos cuarto del mediodía del
otro día, toda esta tarde la madrugada y bueno cambié varias guardias y cada nueva guardia era
revisarme hacerme tacto a ver como estaba.

Bruna, 24 años.
Entrevista realizada el 8 de agosto de 2020.

Así mismo, Bianca, al haberse atendido en un hospital escuela, alega que se


imaginó que en alguna oportunidad la tactaría un residente, sin embargo, la cantidad
de tactos que le fueron realizados por diferentes personas, le causó un gran cansancio
e incomodidad:

Como a las 2 de la mañana empecé con contracciones fuertes y más seguidas. Y bueno, y ahí empecé
con un médico que venía, me hacía tacto. Al rato venía otro y hacían tacto de nuevo. El médico que

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General
Barbero Agustina – Leg. N° 128459 –TFG - UnLu – CR. San Miguel.

estaba de guardia venía, hacia tacto, pero a la vez los practicantes también tenían que hacerlo para
poder verificar, comprobar.
Ellos, es parte de su profesión, pero en este momento no le gusta a nadie (…) Nunca me pidieron
permiso, o sea, eso era de imaginar, yo ya sabía que iba a ser así, que los residentes van a pasar a
hacerte tacto. Pero no imagine que tantos. Cuando cambio el horario de los turnos de la Guardia, entro
otro profesional y entraron otros dos residentes y entró la partera. Y bueno, todos ellos también hicieron
tacto. En realidad, estaba tan nerviosa y cansada… muy cansada, que el medico venia cada rato, el
tacto de los residentes, todo.
Bianca, 30 años.
Entrevista realizada el 8 de Agosto de 2020

En el mismo orden, es muy interesante observar lo que sucede con el rasurado


genital. A pesar del consenso respecto a que el mismo aumenta el riesgo de
infecciones, en algunas situaciones, como aconteció con Luz, se siga obligando a
hacerlo e incluso es tema de ocupación segundos antes de la cesárea:

Dijeron, dame una presto barba y como que cortaron bello en la panza. Me dio mucha vergüenza,
porque no me dijeron nada digamos. Pero se reían entre ellas de mí.
Luz, 24 años.
Entrevista realizada el 6 de agosto 2020

Entonces, es sin duda una cuestión estrictamente estética y como afirma


Vallana (2016) guarda relación con la administración del cuerpo de la mujer gestante,
con unas implicaciones simbólicas importantes en cuanto a su infantilización. Esta
administración de los genitales femeninos es un ejercicio del poder: el poder de mirar,
de tocar, de decidir, (ya que la mujer no puede ver o tocar por la supuesta
contaminación).
Campiglia (2017) afirma en su investigación que durante la atención obstétrica
se imponen a los cuerpos un determinado orden moral que establece jerarquías,
sancionando modelos deseables o reprochables de maternidad (2017:89). Ahora bien,
cabe agregar que la experiencia de la maternidad resultara favorable para que -pese
a la fragmentación de la asistencia- todo ese cuerpo sea regulado en su totalidad, lo
cual habilita que al personal de salud le resulte sumamente gracioso el bello corporal,
y acto seguido comienza a rasurarla.

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Barbero Agustina – Leg. N° 128459 –TFG - UnLu – CR. San Miguel.

En cuanto a la episiotomía, esta consiste en realizar un corte en la vagina y el


periné en el momento período expulsivo. Es una práctica cuyo uso rutinario en partos
vaginales sin complicaciones, está desaconsejado por la OMS. En algunas
situaciones, este corte representa uno de los mayores miedos de las mujeres frente
al parto:

Yo lo que le tenía terror era a la episiotomía, que es el corte que te hacen si no sale él bebé,
supuestamente eso no se puede hacer. Yo le pedí a mi obstetra que, si él estaba en el parto, que, si él
podía por favor evitar hacerlo, que haga todo lo posible. Pero me dijo como, no lo hacemos la
episiotomía, es el último paso, tranquila, no es que vas a llegar y te van a cortar.
Bruna, 24 años.
Entrevista realizada el 8 de agosto de 2020.

Sin embargo, la tasa de episiotomía en Argentina es del 90% aunque esta


práctica nunca debería superar al 10%, en ningún lugar por ninguna razón. (Davis-
Floyd:2004). No obstante, como finalmente sucedió con Bruna:

Ese fue el pedido que le realice, pero al final si me lo hicieron. (...)Lo del corte fue lo peor que me pasó
en el parto y que después me cosieron sin anestesia. Fue lo que más recuerdo. Como que yo le tenía
tanto miedo y al final tuvo que pasar.
Bruna, 24 años.
Entrevista realizada el 8 de agosto de 2020.

Esta práctica constituye un grave problema de salud, por tratarse de una lesión
quirúrgica y hemorrágica que violenta la integridad anatómica y funcional del canal
blando del parto (Cárdenas 2008). Al practicarla se incrementa también el riesgo de
afectación de esfínteres. Existe la posibilidad de que la mujer presente dolor crónico
en el ejercicio de la sexualidad. La autora Cárdenas (2008), refiere que los médicos y
médicas que practican episiotomías de forma rutinaria argumentan que se debe a
evitar desgarros. Contrariamente, está ampliamente probado que los desgarros
severos (de tercer y cuarto grado), sólo se presentan cuando se ha realizado una
episiotomía. Sadler (2004) advierte que las episiotomías son realizadas
incansablemente e incluso para desarrollar la destreza de los estudiantes sin
justificación médica para emplearla.

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Vale aclarar que de ninguna manera intentamos decir que toda episiotomía
constituya violencia obstétrica, pero si lo es, cuando no existe real justificación para
practicarla.
Continuando con las intervenciones, ubicamos un medicamento llamado
oxitocina sintética que, diluido e inyectado en vena por goteo72, desencadena y/o
acelera el proceso de parto. Esta intervención no siempre se realiza con la
autorización o el conocimiento de la gestante (Gutman: 2007). Michel Odent (2011),
reconocido obstetra francés, señala que el uso de oxitocina sintética durante el trabajo
de parto podría tener efectos nocivos para él o la bebé a largo plazo.
Aunque se supone que las inducciones del parto obedecen a causas
relacionadas con la medicina asentada en evidencia científica, como gestaciones
prolongadas (después de la semana 41.3 o 42, -dependiendo del protocolo que posea
la institución-) o problemas en la salud en la gestación que requieran de la
programación anticipada del nacimiento, pueden responder más al acomodo de
agendas por parte de los y las obstetras que, como hemos visto, son fácilmente
transformadas en necesidades e inminente riesgo:

(…) Y ella (la médica obstetra), como que me lo planteó, que era lo mismo tenerlo ese día, que tenerlo
después de una semana ¿No? Entonces ya que estaba en la clínica, y ella que estaba de guardia, y ya
fue, total era como un trámite. Y así que lo tuve ese día.
Luz, 24 años.
Entrevista realizada el 6 de agosto 2020.

Por otro lado, otra expresión de la Hiper-medicalización, son los nacimientos


mediante cesárea injustificada, o también denominada por los movimientos
feministas por el parto respetado como inne-cesárea, que crecen de forma desmedida
en nuestra sociedad. De las cuatro entrevistas realizadas, tres de ellas tuvieron una
cesárea. Como denominador común, encontramos que se les recalca el riesgo de un
parto normal, pero no así el riesgo de una cesárea, presentándoles esta última como
lo más seguro.

Me dijo que tenía colestasis, si yo quería medicación o el parto gratuito y todo gratuito, o sea, con la
cobertura, tenía que atenderme con ella. Así que tuve que volver. Y ella lo que me dijo es que no había

72 Usualmente, en las oportunidades que se le informa a la mujer que se le suministrará oxitocina


sintética, se utiliza el término “goteo” para hacerlo.

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opción más que cesárea, y me la había programado para la semana 38.


Al principio quería un parto normal, eso quería cuando me plantee tener un embarazo.
Pero ella lo que me planteaba, que solo podía cesárea.
Esto después yo me enteré de que aun teniendo colestasis yo podía tener un parto normal.
Luz, 24 años.
Entrevista realizada el 6 de agosto 2020

No obstante, La propia OMS viene alertando que la cesárea:

“(…) Ciertamente no es inocua y conlleva riesgos inherentes, quirúrgicos y


anestésicos. Este incremento va de la mano con una mayor morbilidad y
mortalidad materna ya que se eleva el riesgo de placenta previa y acretismo
placentario, lo que condiciona una mayor posibilidad de hemorragia obstétrica
y por lo tanto mayor probabilidad de muerte materna” (Informe GIRE, 2013:
136).

Este organismo considera que no existe justificación alguna para exceder el


15% de cesáreas. En la Semana Internacional del Parto Respetado, organizaciones
de la sociedad civil, profesionales de salud y especialistas de la Defensoría del Pueblo
de la Ciudad presentaron un informe para mostrar el crecimiento de cesáreas en el
país, que llegan al 60 % en el sector privado y al 30 % en el público. Sin embargo,
durante los foros por el Plan estratégico 73 al parto respetado 74 , obstetras que
disertaron en nombre de diferentes regiones sanitarias, hablaron de un porcentaje de
alrededor de un 90% de cesáreas, por lo que preferimos no tomar ningún porcentaje
como exacto, aunque si podemos afirmar que estamos muy por arriba de lo
recomendado por la OMS.
Tal como explica Sadler (2004), es como resultado de la estandarización y
rutinización del sistema, y de la hegemonización de todas las mujeres, que no existe
un mecanismo institucional para separar los partos normales de aquellos que
presentan complicaciones, y por ello se tratan todos los partos con la misma batería
de procedimientos.

73 Ver anexo N° 4
74 Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=Nl7Z0tw82QQ

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La autora expresa que, aunque el personal médico reconozca que para un


parto normal lo mejor que puede hacerse es no hacer nada (en el sentido de no
interferir con el proceso natural), su entrenamiento y formación profesional van en
contra de ello. Por nuestra parte consideramos que además de las orientaciones de
los y las profesionales, existen fuertes presiones institucionales y condiciones
laborales que tienen que ver con ello. Es por esto por lo que para el personal es difícil,
por ejemplo, no actuar cuando las contracciones de una mujer se desaceleran una
vez dentro de la sala de partos. De no haber un progreso aparente tras un corto
periodo de tiempo, alguien va a sugerir que es necesario intervenir; y puesto que los
recursos para hacerlo están al alcance de la mano, existe una especie de presión por
usarlos.

Fuente: http://somosmamiferas.blogspot.com/2015/01/la-cascada-de-interveciones.html

En el relato de las cuatro mujeres entrevistadas, muchas de las interacciones


que se generan desde las consultas previas al día del parto o cesárea y de manera
más intensificada durante el trabajo de parto, se relacionan con el apuro de todo un
sistema que no permite que los procesos se desarrollen a su propio ritmo.
En las prácticas e intervenciones desarrolladas pueden observarse diferentes
modos de ejercicio de la violencia, algunos de ellos explícitos y otros más encubiertos,

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pero es importante remarcar que aquello que los caracteriza es el hecho de que
apuntan a un objetivo diferente al del cuidado de la salud.
Anteriormente dimos cuenta de que en el Modelo Médico Hegemónico se
entretejen acciones propias de la medicina asentada en evidencia con otra serie de
acciones que responden a intereses diferentes a éste, por lo que afirmamos que se
constituyen en prácticas violentas, de sometimiento y disciplinamiento de los cuerpos
femeninos. Teniendo en cuenta lo antedicho, cabe cuestionarnos ¿Qué pasaría si en
el centro de esta escena, en lugar de estar una mujer, se encontraría un varón?

2.6 Consecuencias de la violencia obstétrica

Quien inflige el daño,

ignora que las cicatrices permanecen,

aun después de que el golpe haya dejado de doler.

Carmen Amoraga (92: 2010)

Los testimonios de las mujeres dan cuenta de las vejaciones que viven en los
dispositivos de Obstetricia y evidencian situaciones de alto grado de vulnerabilidad y
angustia tanto durante el evento, como después del mismo. Como afirma Olza (2017),
se puede salir debilitada de un parto y tener que afrontar emocionalmente dañada la
etapa del posparto, con sus claras consecuencias en lo vincular y con un impacto
profundo en todo el sistema familiar. O bien salir empoderada de un parto y esto
permitirá obtener confianza durante el puerperio.

Durante el tiempo de internación en los servicios de obstetricia, según el relato


de las mujeres, se atraviesan numerosas situaciones de abuso, en un contexto de
inmensa desinformación y abuso de poder, el cual daña emocional y psicológicamente
a las mujeres, pero en ocasiones también la fisiología de sus cuerpos.

Me recuperé bien. Bah, si no hubiese sido por lo del corte (la episiotomía) enseguida estaba re
bien. Pero me tiraban los puntos. Por semanas no me podía sentar y todavía no me quedó igual.

Bruna, 24 años.
Entrevista realizada el 8 de agosto de 2020.

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Las mujeres sobrevivientes de violencia obstétrica relatan una sensación


creciente de pérdida de poder sobre sus propios cuerpos, como si ese cuerpo que
saben suyos, una vez que han ingresado a la institución ya no les perteneciera.

Puede ser que apuren el trabajo de parto, o sea, cuando intentan apurarlo, en algún punto, no
es una violencia literal. Pero si hay prácticas al momento de cuando vos entras que te deberían avisar
previamente. En un punto que se transforman en prácticas un poco violentas cuando no te informan
bien o no te permiten otras opciones en sí. En todo caso sos vos la que estás ahí poniendo el cuerpo y
asumiendo todos los riesgos.

Gala, 34 años.

Entrevista realizada el 06 de agosto de 2020

Avalamos la idea de que no en todos los nacimientos se presentan estos


mecanismos. Sin embargo, la violencia obstétrica se encuentra tan extendida como
generalizada y las mujeres de manera implícita o explícita la tienen. Bruna considera
que ha tenido “suerte” porque la han atendido bien en su parto.

Si, lo creo, de echo te digo la verdad, yo realmente siento que tuve suerte en el hospital porque
tienen el mejor equipamiento, es un hospital re lindo, sofisticado, por eso tiene tanta demanda, pero
tengo conocidas que no la pasaron nada bien y es también la gente que te toca, eso también lo rescato.

Bruna, 24 años.
Entrevista realizada el 8 de agosto de 2020.

¿Podríamos decir que la buena atención es una “suerte”? ¿Se podría decir que
la misma es una excepción, mientras la norma sería una mala atención? A través de
las entrevistas quedó validada la idea que la obtención de factores simbólicos y
económicos no bastan para garantizar un nacimiento libre de violencias. Con relación
a lo planteado por Bruna, consideramos que, sumado a estos factores, simplemente
queda librado al factor “azaroso” y a manos de qué dispositivo institucional y equipo
médico quede la atención.

La violencia de género constituye un problema de salud pública, ya que


diversos estudios han demostrado cómo las víctimas tienen en general peor salud,
tanto mental como física (Blanco Prieto, 2005). En concordancia, García (2018) detalla
que las mujeres sobrevivientes de violencia obstétrica presentan diversos cuadros
médicos en su salud, tanto físicos (secuelas sexuales, dolor, incontinencia, problemas

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con la lactancia, etc.) como emocionales (síndrome de estrés postraumático,


depresión postparto, rechazo a ser tocada, etc.).

Según el informe de Las Casildas, un 60,2% de las mujeres que sufrieron


violencia durante el parto sienten que esa violencia impactó en su cuerpo: sensación
de vergüenza por las marcas y/o cicatrices (50,4%), rechazo frente al propio cuerpo
(55%) y sensación de “estar fallada” y no poder (90%). Como vislumbramos en el
relato de Luz, donde después de tres años del nacimiento de su hijo, relata sus
primeros contactos con el de manera sumamente conmovida y angustiada, pero sobre
todo un gran sentimiento de frustración:

Entonces nada, me acuerdo de que ese primer día por lo menos yo, no podía estar yo con
Simón. No podía, fue re difícil para mí, encima tuvo que tomar mamadera, que en realidad eso me
costó, porque digo ¡No puedo darle la teta, ni siquiera eso pude! Así que me costó un montón ese
primer tiempo y bueno, después dos o tres días estuve así y bueno (…) Fue muy difícil ese primer
contacto.

Luz, 24 años.

Entrevista realizada el 6 de agosto de 2020

En 2017 el Observatorio de la violencia obstétrica, lanzó una primera encuesta


para medir en todo el territorio nacional la atención al parto y/o cesárea y establecer
un diagnóstico situacional a nivel atención perinatal que permita elaborar
recomendaciones y sugerencias a los organismos e instituciones médicas.

En una segunda etapa lanzaron otra encuesta para medir el impacto que tiene
estos maltratos en la vida de las mujeres y sus hijos/as. Un 76,1 % ciento de las
entrevistadas contó que sufrió un impacto en su estado emocional y psicológico:
imágenes repetitivas del evento obstétrico, pesadillas, vergüenza o culpa sobre ese
sufrimiento, crisis de llanto, pérdida del apetito, problemas para dormir, miedo frente
al estado de salud, falta de deseo hacia la vida, dificultades para identificar las
emociones, irritabilidad y cambios de humor. Un 48,7 % de las mujeres dijo haber
sufrido secuelas en su salud sexual y reproductiva, que incluyen problemas de
infertilidad, daños en el suelo pélvico, prolapso, problemas en futuras gestaciones y
dolores, incomodidad o dificultad emocional en relaciones sexuales. Un 43,8 % de las
encuestadas, además, contó que el maltrato en el parto le generó dificultades en el
vínculo con su hijo o hija.

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“Los resultados resultaron alarmantes y dan cuenta de un sistema médico


dominante, que en relación con los procesos obstétricos deja marcas y cicatrices
físicas, emocionales y psicológicas de por vida en quienes asiste”, explica el Informe
sobre Secuelas de la violencia obstétrica de Las Casildas.

Los números de esta encuesta demuestran la vulneración cotidiana y


sistemática en los nacimientos en hospitales públicos y privados de todo el país. “El
sistema perinatal hegemónico pone en riesgo físico, emocional y psicológico a las
personas gestantes y sus hijos e hijas”, dice el informe. Y agrega: “Consideramos de
suma urgencia la necesidad de transformar el sistema de atención perinatal
hegemónico, hacia una práctica médica con perspectiva de derechos y género, lo que
implica por supuesto un proceso profundo de sensibilización, difusión y formación”,
proponen desde Las Casildas.

En una primera instancia se partió del supuesto de que el tipo de atención que
recibían las mujeres durante el parto impactaba en su subjetividad moldeando su
relación con las nociones de cuerpo, femineidad, sexualidad y maternidad. Parece que
aún es necesario recordar la obviedad: La mujer tiene derecho a decidir sobre su
cuerpo y sobre su vida reproductiva.

Ibone Olza Fernández (2003) describe en uno de sus estudios (“Tratamiento


psicosocial de madres lactantes con depresión postparto en Atención Primaria”) el
síndrome de estrés postraumático (SEPT) como secuela obstétrica. La autora señala
que las consecuencias a nivel psicológico luego de un nacimiento con violencia
obstétrica son ineludibles. El estrés postraumático es el tercer trastorno psiquiátrico
más frecuente en las mujeres en el post-parto (tras la depresión y la dependencia
nicotínica), dicho trastorno genera importantes disfunciones familiares, sociales y
laborales. Su severidad depende de diversos factores. La suma del estrés causada
por la intervención, la percepción de una mayor amenaza para la vida de la mujer y/o
del feto y la separación del recién nacido pueden contribuir a la aparición de
respuestas disociativas (pérdida de identidad) y síntomas de trauma agudo
(sentimientos de violación).

El SEPT, afirma Olza Fernandez (2003), aparece con mayor frecuencia en


mujeres - madres de bebés prematuros o con dificultades graves en la salud. Las
mujeres con trastornos de ansiedad o que ya han tenido otras vivencias traumáticas

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previas (como situaciones de violencia de género) también tienen un mayor riesgo de


sufrir las secuelas de un parto traumático. También ocurre en mayor porcentaje tras
una cesárea de urgencia o un parto vaginal instrumental75. La evidencia indica que
sus síntomas son más intensos luego de un parto inducido, si la mujer siente que
perdió el control durante el parto o si tuvo mucho dolor durante largos períodos de
tiempo sin alivio alguno.

Es necesario aclarar que, puestas a elegir, no todas las mujeres preferirían un


parto vaginal y/o natural en el que el uso de la intervención se redujera al mínimo
posible:

Al mediodía seguía con 2 de dilatación a pesar de todo el trabajo. Entonces mi mama se


preocupó porque ella paso por una situación parecida y al final mi hermana nació con una discapacidad
severa, entonces que tampoco me ayudaba y bueno. Y por las malas experiencias que hemos tenido
a la hora de tener familia en la familia. Mi mamá aparte de que mi hermana nació con discapacidad,
después perdió un bebé porque se le desprendió la placenta y en vez de hacerle una cesárea en el
momento esperaron… ¡No sé por qué! Así que bueno, por todo lo que había pasado ella estaba muy
nerviosa y yo también conociendo toda la historia de mi mamá también estaba nerviosa.

Bianca, 30 años.

Entrevista realizada el 8 de Agosto de 2020

Campiglia (2017) explica en su trabajo, que la medicina asentada en evidencia


científica está compuesta por tres elementos: la investigación, la experiencia clínica y
la preferencia de los y las “pacientes”. Ninguno de estos elementos puede pasarse
por alto, pero tampoco ninguno de ellos es un valor puro e incuestionable. Aun así,
consideramos que sus decisiones no ocurren en el vacío, sino que se encuentran
determinadas por las propias experiencias y de las mujeres cercanas, por los relatos
y prácticas del sistema médico, etc.

Me dolió un montón porque siempre tuve la ilusión de tener un parto natural. Sobre todo, porque
la partera que fue la que me dio el curso de preparto, habló de los beneficios de que era mejor para el
niño. Yo ya sabía que iba a nacer porque ya había roto bolsa, estaba dilatando y bueno… Y trataba de

75El parto instrumental es aquel que en el momento del expulsivo requiere de la utilización de un
instrumento, ya sea ventosa, espátula o fórceps.

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tranquilizarme por ese lado, pero por otro lado estaba tan dolorida y cansada ya, entonces cuando vino
la médica a eso de las 2:00 de la tarde le dije que quería una cesárea.

Bianca, 30 años.

Entrevista realizada el 8 de Agosto de 2020

Para concluir el apartado, en este trabajo tenemos la convicción de que


definitivamente no hay un nacimiento que sea en sí mismo mejor que otro, pero sin
duda, el peor es aquel que elimina la subjetividad de las mujeres, las acalla, las anula
y las pretende sumisas y obedientes.

Paralelamente, la ideología cristiana normaliza el sufrimiento de las mujeres


madres en el parto bajo la recompensa del gozo del alumbramiento, así, Jesucristo
les dice a los apóstoles el día antes de su muerte: ―la mujer cuando pare siente
tristeza, porque llega su hora. Pero cuando ha dado a luz un hijo, ya no se acuerda de
la tribulación por el gozo que tiene de haber venido al mundo un hombre (10, 16, 21)
(Pío XII citado en Goodrich: 1966). Aparte del sexismo implícito en esta frase, vemos
normalizada la idea de que cualquiera sea el sufrimiento que experimente una mujer
en el parto o cesárea, éste será olvidado y justificado. Bajo este orden de ideas, es
justificado el dolor, el sufrimiento, la soledad, los gritos, los insultos, las intervenciones,
el maltrato, el miedo y la violencia.

2.7 El Currículum oculto de la formación en medicina.

Como desarrolla Campiglia (2017) la formación tanto de grado como la


residencia en medicina no incluía instancia alguna que contemplen los derechos de
las mujeres y sus familias. Si bien la autora da cuenta de asignaturas sobre medicina
legal, o bioética, los contenidos se basan más bien en el estudio del marco legal que
regula la propia praxis, que en la persona que se le está brindando la atención.
Probablemente este paradigma comience a verse modificado, ya que
recientemente la FASGO76 ha comenzado a trabajar, en una reforma de su propuesta

76 Disponible en FASGO http://www.fasgo.org.ar/ (Último acceso 15 de noviembre, 2020)

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curricular para incorporar los contenidos de género y derechos, pero aun así es
incipiente. A decir de Canevari:

“El desconocimiento de los marcos legales por parte de quienes son


responsables directos de su observancia pareciera constituir un nudo gordiano
de las dificultades que enfrentan las mujeres cuando concurren a un servicio
público de salud, buscando asistencia Obstétrica. Aunque no es un problema
unicausal, ni mucho menos. (…) Es un problema histórico estructural que
requiere de una mirada crítica al autoritarismo médico- patriarcal y a las leyes
que buscan proteger a las mujeres” (2017:69).

Y agrega, que la sobre medicalización en la atención y asistencia de los


nacimientos, es aprehendida. Y ello ocurre durante la formación, por lo que los
profesionales de la salud generalmente no la identifican como una expresión de
violencia.
Dijimos que la medicina no es “impermeable” a las lógicas capitalistas.
Entonces bien, los recursos de la misma son utilizados para responder a determinada
demanda de “productividad” que la institución imponga. Campiglia (2020) reveló que
en los hospitales que atienden a un gran caudal de partos y cesáreas se establecen
ciertos criterios de “cortesía” o solidaridad, tales como el de entregar las salas
“despejadas “al siguiente turno. ¿Cómo se logra ello? Pues bien, acelerando
artificialmente los nacimientos, que como dijimos previamente esta práctica no guarda
relación alguna con el cuidado de la salud de las mujeres. Sin embargo, opera esta
especie de norma implícita.
Las entrevistas realizadas, dan cuenta de que la aceleración del trabajo de
parto ocurre tanto en el sector público como en el privado. Canevari (2017) explica
que el porcentaje que el subsector privado brinda asistencia para los nacimientos es
inferior. Es entonces que por lo que no podríamos asociar exclusivamente la sobre
medicalización al gran volumen de demanda.
Campiglia (2020) expuso, además, que “entregar” las salas con las mujeres
que ya han parido y bebes sanos/as es sumamente valorado por sus superiores. Es
entonces, agrega la autora, que prima el principio de productividad en detrimento del
cuidado de la salud de esas mujeres, la cual es medida como en objetivos o tareas a
ser realizadas en determinado tiempo. Consideramos relevante resaltar que, en esta

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línea de pensamientos, aparece nuevamente la idea de que los partos y nacimientos,


son una cuestión que el personal de salud debe hacer.
En las lógicas de la productividad, en los diferentes dispositivos va a tomar un
papel central el uso y la gestión del factor tiempo. No obstante, el tiempo de las
mujeres usuarias no será de igual valor que el de los profesionales, como lo refiere
Canevari (2011). Las “pacientes” son llamadas, como su denominación lo indica, a la
paciencia. Deben estar dispuestas a esperar. Y ese supuesto aplica a toda
circunstancia:

Después lo que pasó fue que como, terminó toda la cesárea estuve mucho tiempo por ahí esperando
a que me asignaran un lugar.
Habrán sido como dos horas, yo sentía frío. Estaba en un pasillo, o sea me pusieron en un pasillo medio
aislado. Yo con mucho frio. No había nadie, así que estaba ahí esperando, esperando… esperando
Luz, 24 años.
Entrevista realizada el 6 de agosto 2020

Así mismo, las mujeres también deben estar preparadas para apurarse cuando
se considere necesario, aceptando que se aceleren sus procesos de dilatación y
nacimiento a través de hormonas, cuyo proceso apareció en las entrevistas con la
categoría “agilizar”, “agilizar un poquito”.
Campiglia explica este fenómeno con total claridad: “La híper-medicalización
del nacimiento es un reflejo de las asimetrías sociales, que se traducen en el valor que
se atribuye al tiempo de los diferentes actores” (2017:108).
Entonces, desde nuestra mirada, afirmamos que hay una diferenciación
absoluta del valor del tiempo. Donde el tiempo de las mujeres aparece con un valor
muy bajo, mientras que el del personal de salud es sumamente valioso porque es
escaso. Y en este sentido, el tiempo destinado a la atención de cada mujer debe ser
“optimizado”. Ahora bien, es allí donde radica una de las causas de la sobre
intervención: reducir el tiempo de atención de los y las profesionales, aunque vaya en
contraposición de la medicina asentada en evidencia científica, aunque impacte
negativamente en la salud física y emocional de las mujeres y las personas recién
nacidas.
Es interesante ver las tensiones que existen entre las y los Lic. Obstétricas/os
y los/as médicos/as. La atención de los partos y cesáreas en Argentina es asignada a
los y las obstetras. Resulta que, tal como vienen reclamando las y los profesionales

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de la partería desde 2007, los mismos son personal altamente costoso y


sobrecalificado para dicha tarea. Desde dicho año a la actualidad, han sido
presentados diferentes proyectos en el Congreso para modificar la ley77 que encuadra
la profesión de partería, como meras "colaboradoras 78 " de los médicos. En la
actualidad, un proyecto79 que modifica sus incumbencias ya tiene media sanción. El
mismo, a grandes rasgos establece que los licenciados y las licenciadas en obstetricia
sean habilitados a asesorar, colocar y retirar métodos anticonceptivos, prescribir
medicamentos (de uso obstétrico), pedir estudios de laboratorio y por imágenes,
indicar vacunas, analizar infecciones de transmisión sexual y cáncer de cuello uterino
para derivar a especialistas, atender gestaciones de bajo riesgo y promover la
lactancia materna.
El proyecto tiene por objetivo, además “contribuir a garantizar los derechos
sexuales y reproductivos de las personas desde un enfoque de derechos humanos y
perspectiva de género”. Y su vez menciona los “principios de integridad, ética,
bioética, idoneidad, equidad, colaboración y solidaridad, aplicados a la asistencia,
acompañamiento y cuidado de las personas usuarias del servicio de salud que
atraviesen cualquier evento obstétrico”. En nuestras palabras, el proyecto apunta a
que las y los profesionales obstétricos puedan ejercer de manera autónoma en
gestaciones saludables. Sin embargo, algunos sectores80 de la medicina hegemónica
se oponen fuertemente a esta ley, sobre todo a que los y las Lic. Obstétricas puedan
realizar diagnósticos.
Retomando el tema de la formación, Castro afirma que los y las profesionales
de salud son formados por medio de un dispositivo “desvinculante” en el que se les
entrena para tomar distancia emocional de sus pacientes (2014: 179). Desde la
formación los estudiantes inician su contacto con la anatomía a través del trabajo con
cuerpos literalmente fragmentados. (Canevari, 2011). ¿Es entonces inseparable el
ejercicio de la violencia de la práctica médica? Probablemente no. Sin embargo,

77 El ejercicio profesional de la obstetricia se enmarca en la Ley Nacional 17.132, sancionada en enero


de 1967. Disponible en http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-
19999/19429/norma.htm (Último acceso 15 de noviembre, 2020)
78 Aparece con este término textualmente en dicha Ley, denotando la feminización de la profesión de

la partería.
79 Disponible en https://logueos.com/adjuntos/46a745d53597ce97c6e7b5f2d5aa4c66.pdf
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-19999/19429/norma.htm (Último acceso 15
de noviembre, 2020)
80 Los principales sectores que se oponen a ley de ejercicio profesional de la partería son AMAP

(Asociación de Médicos de la Actividad Privada) y FEMECA (Federación Médica Gremial de la Capital


Federal).

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ninguna otra especialidad médica presenta tantas denuncias ante la CONSAVIG81


como la obstetricia.
Canevari (2017), afirma en su estudio que la residencia médica requiere una
enorme dedicación de tiempo, que alcanza hasta las 90 horas semanales, lo cual
implica dedicación horaria excesiva. La autora resalta que esta sobrecarga horaria
lleva a la reducción de la capacidad cognitiva y a una alienación por parte del personal
residente, que se destaca por la existencia de respuestas rápidas y cuyas opciones
aparecen de manera dicotomizada. Agrega que otro efecto de esta sobrecarga, es el
“adormecimiento” de las emociones, necesario para poder tomar decisiones fríamente
y mantener la distancia positivista.
Canevari (2017), explica que el aprendizaje en la residencia es práctico y se da
por imitación. Esto hace de la medicina una especie de “técnica” que se aleja de una
posibilidad de la duda y de la búsqueda de evidencias como fundamento de la praxis.
De esta manera nos podemos preguntar ¿Cuáles son los motivos que fundan
tanta insistencia en la inmovilización de las mujeres durante el trabajo de parto? ¿Cuál
es la causa que genera que se sigan realizando episiotomías de rutina pese a las
advertencias de diferentes organismos reguladores? Pues bien, Canevari (2017)
explica que determinadas prácticas simplemente se trasmiten de generación en
generación, y advierte que aquello que se aprende y se internaliza, no es modificado
de manera simple y sencilla. En estas son transmitidos los conocimientos teóricos y
prácticos sobre la atención del parto/ cesárea, pero también de cuál es el trato que
merecen las mujeres a quienes se atiende.
Bianca, a medida que avanza en el relato, va recordando la cantidad de tactos
recibida por médicos y residentes, sin consultarle en oportunidad alguna:

Como a las 2 de la mañana empecé con contracciones fuertes y más seguidas. Y bueno, ahí empecé
con un médico que venía, me hacía tacto. Al rato venía otro y hacían tacto de nuevo. Y me decía, no
está bien. Yo entiendo también, a la vez habiendo residente, el médico que estaba de guardia venía

81La Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de Violencia de


Género (CONSAVIG) fue creada el 21 de febrero de 2011 por Resolución N° 120 de este Ministerio
con el objetivo de implementar en conjunto con organismos nacionales, provinciales y municipales y
organizaciones sociales, las tareas vinculadas con la elaboración de sanciones a la violencia de género
establecidas por la ley N.º 26.485 de "Protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la
violencia contra las mujeres en todos los ámbitos que desarrollen sus relaciones interpersonales" en
sus diferentes tipos y modalidades. También es cometido de esta Comisión desarrollar tareas de
asesoramiento que resulten necesarias para la implementación de la mencionada ley conforme a la
normativa nacional e internacional. Disponible en https://www.argentina.gob.ar/justicia/consavig

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y hacia tacto. Pero a la vez los practicantes también tenían que hacerlo para poder verificar,
comprobar ellos. Es parte de su profesión, pero en este momento no le gusta nadie.
(…) Nunca me pidieron permiso, o sea, eso era de imaginar. Yo ya sabía que iba a ser así, que los
residentes van a pasar a hacerte tacto, pero jamás me imagine que tantos.
Bianca, 30 años.
Entrevista realizada el 8 de Agosto de 2020

En términos de Rita Segato (2016), la pedagogía de la crueldad es necesaria


para la insensibilización ante la violencia. En este sentido nos parece pertinente
retomar el papel de la violencia en el proceso de aprendizaje, que como vimos en el
relato de Bianca aparece sumamente naturalizada.
Para finalizar este apartado, podemos concluir que la violencia obstétrica no es
un fenómeno que al interior los dispositivos de salud, cursa en una sola dirección. El
personal de salud ejerce violencia sobre las mujeres a las que atiende y de manera
simultánea, el sistema en general y las instituciones en particular, ejercen violencia
contra el mismo personal.
Es importante romper con la falsa dicotomía que construye “obstetras
buenos/buenas y malos/malas”, porque dicho supuesto invisibiliza u al menos opaca
la complejidad y las múltiples determinaciones que dan origen al fenómeno de la
violencia obstétrica.
De ninguna manera podemos simplificar la violencia obstétrica como producto
de la mala intención de profesionales. Contrariamente, la misma, solo por nombrar
alguna de las determinaciones, es resultado de intereses político-económicos,
exigencias institucionales, condiciones laborales precarizadas, profesiones
deslegitimadas, relaciones y formaciones jerárquicas y autoritarias e intrínsicamente
violentas, y por supuesto de un sistema en general patriarcal y capitalista. La violencia
obstétrica no responde a una sola determinación, sino, que se trata de un problema
tan complejo como estructural.
A lo largo de este segundo capítulo se han analizado la manera en que las
instituciones sanitarias y la medicina misma, en tanto parte de estas estructuras
sociales reproducen estos “andamiajes” por los que las mujeres no pueden apropiarse
de su cuerpo en tanto territorio de soberanía y de esta manera no logran ejercer el
dominio sobre él (Canevari:2011).
Es así como desarrollamos y definimos las formas en que se expresa la
violencia obstétrica ejercida sobre las mujeres, la cual afecta la posibilidad de gozar

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de la salud y del proceso de nacimiento e impide el ejercicio de sus derechos sexuales


y reproductivos, restringiendo la soberanía sobre el propio cuerpo
A partir de la definición de violencia obstétrica, se profundizó en las formas en
que se expresa: el maltrato, el abandono y la hiper-medicalización, para lo cual los
principales mecanismos de desautorización que imperan y a la vez sostienen y
retroalimentan la violencia son: la culpabilización, homogenización, contaminación,
patologización, fragmentación y naturalización.
En resumidas palabras, intentar reconstruir las múltiples determinaciones de la
violencia contra las mujeres durante la asistencia al parto o cesárea, es sumamente
complejo. La violencia está sustentada en una larga historia de sometimiento por parte
del patriarcado capitalista, por lo que dar cuenta de esta implica “un proceso de
deconstrucción de andamiajes sólidamente sustentados en la objetividad de las
estructuras sociales y en la subjetividad de las estructuras mentales” (Bourdieu,
2005:244).
En el último capítulo, desde un enfoque de territorialidad, analizaremos las
experiencias de las mujeres al calor de las conquistas cristalizadas en herramientas
legales, y su aplicación concreta.

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Capítulo 3: EXPERIENCIAS DE LAS MUJERES EN LAS MATERNIDADES


PÚBLICAS Y PRIVADAS.

En este último capítulo, caracterizaremos a grandes rasgos el conurbano


bonaerense, su sistema de salud y la espacialidad hegemónica de las maternidades
en clave de territorialidad. En segundo lugar, daremos cuenta del marco legal de la
violencia obstétrica y su contracara al calor de los relatos de las mujeres entrevistadas.
Por último, desarrollaremos el recorrido histórico de la lucha por el parto respetado.

3.1.1 Territorio y caracterización del sistema de salud argentino y del conurbano:

En la sociedad capitalista el cuerpo es para las mujeres lo que la fábrica es para los
trabajadores asalariados varones: el principal terreno de su explotación y resistencia…”

(Federici, 2010: 30).

Previo a profundizar en el tema que nos convoca en este apartado, nos


detendremos a definir ¿Qué entendemos por territorio? Pues bien, entendemos por
territorio como aquel espacio donde desarrollamos la vida y se manifiestan las
condiciones materiales de existencia; donde hay sujetos individuales, pero también
colectivos, los cuales debemos tener en cuenta para comprehender las relaciones de
fuerza que se disputan en él (Massa, Massei, Aime, Badano y Pellegrini:2018). Como
desarrolla Laura Massa (s/a), poder reconstruir las particularidades del territorio y sus
expresiones coyunturales, nos aproxima a poder situar los problemas.

En este sentido, además, esta categoría nos permite leer las prácticas de los
sujetos y sujetas en clave situacional. Es por ello que la perspectiva territorial permite
superar la mirada que se limita a la inmediatez y despolitiza las desigualdades,
trascendiendo las demandas individuales, reconstruyendo demandas colectivas.

En esta línea de pensamientos, podemos afirmar que el territorio es mucho más


que una superficie geográfica delimitada. Aun así, es importante lograr precisar el área
de estudio de nuestro trabajo, para comprenderlo desde los múltiples determinantes
que lo atraviesan. Según el Atlas del Conurbano Bonaerense82 (2016), la extensión
territorial del conurbano se operacionaliza siguiendo la categoría “24 partidos del

82 Disponible en http://www.atlasconurbano.info/pagina.php?id=169

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GBA” (INDEC), que refiere al área que rodea a la Ciudad de Buenos Aires y que forma
parte del aglomerado “Gran Buenos Aires” que incluye, conjuntamente, a la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires y dichos partidos distribuidos en 2 Cordones:

El primer Cordón abarca a Avellaneda, Lanús, Lomas de Zamora, La Matanza


(una parte), Morón, Tres de Febrero, San Martín, Vicente López y San Isidro.

En cuanto al segundo Cordón -territorio donde se ubican las maternidades


donde se han atendido las mujeres entrevistadas-, está conformado por Quilmes,
Berazategui, Florencio Varela, Esteban Echeverría, Ezeiza, Moreno, Merlo, Malvinas
Argentinas, Hurlingham, Ituzaingó, Tigre, San Fernando, José C. Paz, San Miguel,
La Matanza (otra parte) y Almirante Brown.

Fuente: Instituto del Conurbano

Por otro lado, antes de caracterizar su sistema de salud específico, es preciso


desarrollar algunas precisiones acerca del sistema de salud argentino en general.
Cuya principal característica, como afirman Acuña y Chudnovsky (2002) es su
particular estructuración. A decir de Carolina Francia (2015), el rasgo principal del
sistema sanitario de nuestro país es una gran heterogeneidad de instituciones. La

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misma se compone por tres sectores; público, de seguro social obligatorio (Obras
Sociales) y privado.

El sector público está integrado por las estructuras administrativas


provinciales y nacionales de nivel ministerial, y la red de hospitales y centros de salud
públicos que -teóricamente hablando-, prestan atención gratuita a toda persona que
lo demande. Acuña y Chudnovsky (2002) señalan que la población que se comporta
como demanda natural de este subsector, es la que carece de cobertura de alguno de
los otros dos subsectores. Así mismo, agregan que su ubicación geográfica es
sumamente amplia y generalmente se encuentra donde no es rentable ubicarse para
privados.

Francia (2015) explica que el subsistema público de salud se financia con


impuestos recaudados a nivel nacional, provincial o municipal y que cuenta con una
gran diversidad de servicios que se extienden a lo largo de todo el país, organizándose
por niveles de complejidad. En el primer nivel se encuentra la Red de Atención
Primaria de la Salud (APS), en el segundo nivel ubicamos los Centros de
especialidades y los Hospitales de mediana complejidad, y por último, en el tercer
nivel se hayan los Hospitales de gran complejidad. No obstante, se advierte una gran
desarticulación:

“En el caso del subsector público tradicionalmente se ha observado la


existencia de una falta de articulación entre las diferentes jurisdicciones
(nacional, provincial y municipal) y en el caso de los subsectores de la
seguridad social (Obras Sociales) y privados, están compuesto por un gran
número de organizaciones heterogéneas en cuanto al tipo de población que
agrupan, cobertura que brindan, recursos financieros por afiliado y modalidad
de operación ” (Chudnovsky 2002: 5).

Por otro lado, Como Acuña y Chudnovsky (2002) exponen, el sector del seguro
social obligatorio se organiza en torno a las Obras Sociales, que brindan cobertura
a aquellas personas que se encuentran asalariadas y sus familias, según ramas de
actividad 83 . Además, cada provincia cuenta con una Obra Social que cubre a los
empleados y empleadas públicos/as de su jurisdicción. Finalmente, el Instituto

83 Especialmente a partir de Obras Sociales sindicales

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Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados/Programa de Asistencia


Médica Integral (INSSJyP - PAMI) brinda cobertura a los jubilados y jubiladas del
sistema nacional de previsión y sus familias. El aporte es obligatorio y se realiza a
través de las contribuciones tanto del empleador/a como del/la empleado/a.

El sector privado84 son aquellas empresas de medicina prepaga con fines de


lucro. El mismo incluye:

a) A los y las profesionales que prestan servicios independientes a personas afiliadas


a Obra Social específicas o a sistemas privados de medicina prepagada;

b) Los establecimientos asistenciales, contratados también por las Obra Social, y

c) Las entidades de seguro voluntario -Empresas de medicina prepaga- que incluyen


un subsector prestador de servicios agrupado en la confederación Argentina de
Clínicas, Sanatorios y Hospitales Privados.

Estos tres subsistemas, no solo están escasamente integrados entre sí, sino
que además se encuentran fragmentados al interior de cada uno de ellos. “Su falta de
coordinación y articulación impide la conformación de un “sistema formal” de salud y
atenta contra el uso eficiente de recursos y el logro de niveles aceptables de equidad
en su cobertura” (Acuña y Chudnovsky 2002:4 citando a Cetrángolo,1997:23).

Ahora bien, en la Provincia de Buenos Aires específicamente, como bien


desarrollan Airovich y Crojethovic (2002) se da una peculiar descentralización:

“(…) El subsector público se fue constituyendo por una progresiva transferencia


de establecimientos desde la jurisdicción nacional hacia las provincias y, tras
la aguda descentralización de las décadas pasadas, por la transferencia de los
centros de salud provinciales a la órbita de los municipios” (Airovich y

Crojethovic s/a :6 citando a Cetrángolo:2011).

Como explican Acuña y Chudnosvky (2002) este proceso no estuvo


acompañado por la definición de las responsabilidades a cumplir por cada nivel
gubernamental; Sino que contrariamente operó sobre municipios con capacidades
institucionales y recursos heterogéneos y sumamente en inequidad de condiciones,

84“Este subsector se financia a partir del aporte voluntario de las personas usuarias que, generalmente
también cuentan con cobertura de seguridad social (doble afiliación)” (Acuña y Chudnovsky 2002:15).

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dando lugar a brechas considerables entre los territorios locales en el acceso a los
servicios y en las modalidades de la atención.

Siguiendo a Francia (2015), otro rasgo característico de la conformación del


subsector público bonaerense es la organización territorial de la política de salud en
doce regiones sanitarias, en concordancia con la Ley N° 7016 del año 1965, las cuales
cada una ellas representan un espacio desconcentrado del Estado provincial, para la
coordinación técnico-administrativa de la política sanitaria.

Fuente: Instituto del Conurbano

Teniendo en cuenta lo antedicho, como explican Airovich y Crojethovic (s/a),


en el territorio bonaerense la gestión y la prestación de servicios transcurre en un
escenario fuertemente fragmentado entre los tres subsectores. Pero al mismo tiempo,
al interior de la esfera estatal, el diseño de las políticas y la provisión de servicios se
organiza en una estructura organizativa en la que se combinan desarticuladamente
los niveles nacional, provincial y municipal de gobierno, con fuertes consecuencias en
el acceso, la cobertura y la calidad de la atención.

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Por último, para finalizar la presente caracterización de modo más bien


cuantitativo, traemos a cuenta los siguientes datos: El primer nivel de atención está
compuesto por 887 establecimientos sin internación, casi en su totalidad municipales.
Contrariamente, el segundo nivel de atención dispone de 72 establecimientos con
internación (hospitales) que si bien dependen de las diferentes jurisdicciones son
mayoritariamente provinciales (9.618 camas totales distribuidas en 482 nacionales,
5.755 provinciales y 3.381 municipales); a este mapa de establecimientos se suman
las 13 nuevas Unidades de Pronta Atención (UPAS) exclusivamente provinciales85.

3.1.2 El territorio donde ocurre el parto y espacialidad hegemónica

Desde el enfoque de territorialidad, dijimos que el territorio no es simplemente


una zona física. La cuestión de la espacialidad configura el accionar de los sujetos y
las sujetas en él. Es por ello por lo que el análisis del mismo resulta relevante para
nuestro tema de investigación. A decir de Canevari:

“Los nacimientos transcurren en un escenario donde circula poder, y en donde


la relación entre las mujeres y los/as profesionales de la salud, se encuentra
cargada de tensiones, que emergen en una violencia real y simbólica contra
quienes son nombradas pacientes” (2017:31).

Entonces, hasta el momento fuimos desarrollando algunas de las


características geográficas y sanitarias del territorio investigado. Ahora bien, en este
apartado nos interesa profundizar acerca del tipo de espacialidad hegemónica, la cual
de alguna manera da cuenta del rol que se les asigna a las mujeres, o al menos, es
funcional a este.
Si bien este trabajo no contó con observación en instituciones de salud,
tomaremos los aportes de Canevari (2011) y Campiglia (2017) a la luz de los relatos
de las mujeres entrevistadas. En las cuatro entrevistas realizadas, al comienzo de los
distintos procesos de nacimiento, aparece la camilla y la asignación que las mujeres
deben permanecer en las mismas. Observamos en tres de los cuatro relatos, que se

85Fuente: Series 2000-2015, base de datos del Grupo de diseño y gestión de políticas de salud, en
base a datos DEIS 2015, para los 24 partidos del conurbano.

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espera que ellas permanezcan obedientemente en las camillas asignadas mientras


que, -salvo en la mujer que tuvo una cesárea programada- el personal se va ocupando
que la dilatación del cuello uterino sea de manera rápida.
A diferencia de las instituciones privadas, los relatos dan cuenta, que, en las
salas de trabajo de parto de las instituciones públicas, no existen divisiones que
permitan ningún tipo de intimidad a las mujeres.

La maternidad está en primer piso y hay como 10 habitaciones más. Está quirófano y está la sala donde
te monitorean. Porque eran dos por habitación (…) Después él (Compañero de Gala) no se animaba
entrar. Porque todo lo que sentía de los gritos de las que estaban en trabajo de parto y es como que se
quedó un poco acobardado.
Gala, 34 años
Entrevista realizada el 6 de agosto de 2020

Hospital Mi pueblo, Florencio Varela, Buenos Aires.

La circulación por los pasillos de las instituciones generalmente está permitida


casi exclusivamente para el personal de salud. Campiglia (2016) señala que estos son
áreas despejadas, diseñadas para poder realizar desplazamientos rápidos en caso de
emergencia. Las mujeres, para movilizarse de un sitio a otro, deben ser llevadas en
camillas o sillas de ruedas y sólo por orden del personal de la institución. Es llamativo

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como las mujeres utilizan casi en su totalidad los términos “me llevaron”, “me trajeron”
para relatar su traslado por las distintas habitaciones y/o salas.
Según Campiglia (2016), generalmente cerca de la sala de trabajo de parto se
ubica el quirófano. Este se encuentra provisto del equipo necesario para la práctica
de cesárea y al cual se accede exclusivamente con la vestimenta indicada por la
institución. Probablemente en ello radica la dificultad aún mayor de las mujeres en
reconocer a los y las profesionales, ya que sumado a que, como visualizamos, en
ninguna de las entrevistas realizadas estos se presentaron por su nombre, y aún más
dificultoso será si sumamos los ambos, botas, gorros y barbijos.
También cerca del área de trabajo de parto, se encuentra la sala de parto. A
este espacio se traslada a las mujeres cuando se considera que ha llegado el
momento del período expulsivo86. En esta espacialidad que llamaremos hegemónica,
el periodo expulsivo, acontecerá en una camilla ginecológica. Campiglia (2016) explica
que alrededor de dicha camilla circula un importante número de profesionales que
dará indicaciones a la mujer con respecto a cómo y cuándo debe pujar. También se
encuentra el equipo que asistirá a el/la obstetra ejecutando las maniobras que
éste/esta considere necesarias.
Ya dijimos previamente que la única posición que habilita la camilla dificulta el
trabajo de parto y parto. ¿Cuál es entonces su razón de ser? Se trata de un espacio
diseñado para colocar el cuerpo de las mujeres en una posición que facilite la
manipulación e intervención a la totalidad de su cuerpo.
Por otro lado, a decir Campiglia (2017) describe que los partos o cesáreas son
divididos por “etapas” que ocurren en diferentes salas: trabajo de parto, expulsivo/
cesárea - alumbramiento de la placenta y post parto inmediato. En concordancia con
Canevari (2011), consideramos que el hecho de que se divida las etapas del parto en
diferentes espacios da cuenta de la fragmentación con la que es visualizada el
proceso.

86 El expulsivo o también llamado periodo de pujar, termina con el nacimiento del bebé, que sale por el
canal de parto gracias a contracciones involuntarias uterinas. Disponible en
https://www.elpartoesnuestro.es/informacion/4-periodo-de-expulsivo (Último acceso 15 de noviembre,
2020)

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Hospital Mi pueblo, Florencio Varela, Buenos Aires.

A los aportes de la autora, podemos agregar que además de la escisión en la


que se visualiza el proceso en sí a través del espacio, los relatos dan cuenta que, en
momento del expulsivo, cambia la mayoría del personal, lo cual da cuenta de una
profundización de este modelo de nacimiento constituido por etapas aparentemente
autónomas. Continuando con la caracterización de la espacialidad, a decir de
Canevari:

“… Las reglas respecto al uso de los espacios se vivencia por las mujeres y sus
familias como una expresión de la violencia. (…) el ingreso y el egreso al
servicio es restringido, con una guardia de seguridad que regula los
movimientos. Cuando la mujer llega al servicio queda sola y no siempre se le
permite estar acompañada por un familiar. Una vez que ingresa no tiene
libertad para irse…” (2017:147)

El ingreso al territorio hospitalario muchas veces implica el aislamiento de las


redes sociales y afectivas de las mujeres. Por lo que estas restricciones en la
espacialidad también involucran a todo el entorno familiar y social que se deben limitar
a esperar afuera o en la sala de espera, mientras en oportunidades solicitan
información que pocas veces les es brindada. Esto denota, además, que aún perdura
fuertemente el mito de que el nacimiento es significativo única y exclusivamente para
la mujer-madre.

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Eran dos veces al día (las visitas), mediodía y a la tarde. Y mi pareja se quedaba todo el día ahí en la
sala de espera.
Esperaba y volvía a entrar a la tarde, tipo 4:30 de la tarde.
Gala, 34 años
Entrevista realizada el 6 de agosto de 2020

Entonces, en este escenario, mientras Gala (a quien recientemente le fue


practicada una cesárea) se encuentra bajo supervisión médica, su pareja parental es
obligada a permanecer absolutamente excluida de los primeros cuidados de su hijo
recién nacido, siendo remplazados por el personal médico, cuyo tiempo, como ya
dijimos, es limitado y escaso.
A decir de Sadler (2004), el hecho de que los/as participantes en ese
nacimiento sean exclusivamente personal de salud especializado, hace que las
interacciones sean solo “médicas”. Entonces la mujer es, en este contexto, una
“paciente”, una primípara, con una cesárea/parto, etc. No es Gala, de 32 años que
quería que su compañero la acompañe en distintas posiciones durante el trabajo de
parto y que se sentía extremadamente sola durante la internación.
En este sentido, nos abocaremos brevemente a analizar los participantes de
este territorio donde ocurre el nacimiento. Siguiendo a Sadler (2004) podemos hablar
de individuos especializados (personal de salud) y no especializados (Redes de apoyo
y/o contenciones significativas). El sistema médico hegemónico privilegia, en algunas
oportunidades hasta exclusivamente, la participación de personal especializado.
Según la autora, esto da cuenta de que el parto es concebido fundamentalmente como
un proceso orgánico.
Campiglia (2017) describe que existen relaciones de fuerza al interior de estos
participantes especializados. Dentro de los cuales el o la obstetra se encuentra en lo
más alto de la escala de poder87. En una jerarquía levemente inferior, se ubica el
neonatólogo o neonatóloga, quienes son también médicos de un alto nivel de
especialización, pero que no toman la mayoría de las decisiones en la sala de partos.
Los/as médicos/as residentes de obstetricia (profesionales ya recibidos que
están estudiando la especialidad) se ubican bajo los profesionales de obstetricia y

87 Este poder se va a ver reforzado y acrecentado si el obstetra es varón. Canevari (2017) explica que,
aunque una colega mujer tenga las mismas atribuciones, simbólicamente se le asigna mayor poder a
él. Esto radica en que estamos en presencia de un sistema que se basa en una lógica androcéntrica,
de ahí se desprende que la especialidad que más prestigio y poder detenta, se masculinice,
independientemente del sexo de los/as que la lleven adelante.

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sobre las parteras. Nos preguntamos ¿Y dónde se ubicarán las mujeres y sus
familias? En el piso inferior de la escala jerárquica, con poco margen para tomar
decisión alguna.

“La presencia casi exclusiva de especialistas médicos trae como consecuencia


que la mayoría de las interacciones y transacciones que ocurren entre la mujer
y el personal de salud sean médicas, es decir, al servicio de monitorear el
proceso fisiológico y patológico” (Sadler 2004:116 citando a Jordan 1993: 61)

Ante la pregunta sobre las interacciones entre el personal de salud durante las
cesáreas, tres de las tres entrevistadas que pasaron por una cesárea, comentan que
solo hablaban entre ellos en términos médicos, o a cuestiones cotidianas cuyo
universo para las mujeres eran totalmente ajeno, como relata Gala:

Sí, (hablaban de) como se iba desarrollando la cesárea. Después hablaban entre ellos otras cosas,
cosas de ellos, a mí ni me hablaban. Sentí como si era un trámite estar ahí conmigo.
Gala, 34 años.
Entrevista realizada el 06 de agosto de 2020

Los conocimientos médicos son altamente especializados, por lo que el


lenguaje utilizado es sumamente técnico. De esto se desprende que muchas veces
las mujeres no están al tanto acerca de su estado de salud. El personal está formado
para justamente realizar procedimientos médicos. Es entonces que, recuperando lo
desarrollado por Garcia (2018), sucede que el dolor se alivia con medicamentos, la
ansiedad con sedantes o anestesias, las contracciones son reguladas con hormonas
para ser aceleradas o viceversa, etc. y el territorio estará dispuesto para tal fin.
Es interesante hacer una pequeña comparación con las salas de los hospitales
o maternidades que adscriben al modelo de parto respetado. La espacialidad que
podemos observar dista totalmente de aquella que describimos anteriormente y la
concepción del manejo de dolor incorpora otras herramientas -no invasivas- como la
pelota de parto.

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Maternidad Estela de Carlotto, Moreno, Buenos Aires.

Consideramos que la espacialidad guarda una estrecha relación con la


concepción de atención a los nacimientos. Campiglia (2017) afirma que el espacio
humilla o empodera, libera o atrapa, asusta o tranquiliza, por lo que lo considera una
poderosa intervención sobre el cuerpo de las mujeres. Durante un conversatorio88, la
reconocida obstetra Florencia Hortel, propuso brindar una espacialidad que respete la
subjetividad de las mujeres, lo cual caracterizó como “muy barato”: “Trata de un
espacio para moverse y algunos instrumentos para el manejo de dolor, como una
pelota y tela. Por lo que, si bien la infraestructura es importante, consideramos no
puede ser la excusa”, afirmó.
En tanto se les ordene a las mujeres que atraviesen el trabajo de parto en una
camilla, conectadas a un monitoreo constante, y a parir en una única posición
preestablecida, estaremos en presencia del Modelo Médico Hegemónico del
nacimiento, sin lugar alguno a las individualidades, por ende, violento.
La espacialidad hegemónica donde ocurren los nacimientos refleja el sistema
el Modelo Médico Hegemónico, e indudablemente, en conjunto con los participantes
(o quienes están ausentes) en el proceso, tiene implicancias positivas y/o negativas
en el desarrollo de los partos / cesáreas y su posterior impacto.
Para concluir este apartado, afirmamos que los cuerpos de las mujeres a lo
largo de largo de toda la historia han sido territorio privilegiado para el despliegue de
relaciones de poder. En la actualidad, la espacialidad hegemónica en los dispositivos

88 El Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, en conjunto con el Ministerio de las Mujeres,
Políticas de Género y Diversidad Sexual y la Cámara de Diputados de la Provincia, organizaron un Foro
Regional para trabajar la implementación de la Ley Nacional 25.929 y el proyecto de creación de un
Plan Estratégico Provincial de Parto Respetado. Disponible en
https://www.youtube.com/watch?v=5wdPmFKOZ9c (Último ingreso 15 de Noviembre de 2020)

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de salud da cuenta de ello en tanto es posible advertir en los mismos que aún existe
una fuerte violencia desplegada. Ello cobra visibilidad en que, como hemos
desarrollado, el tipo de espacialidad hegemónica reduce a las mujeres a un rol
absolutamente pasivo.
No obstante, consideramos que los cuerpos de las mujeres también se han
constituido en los principales terrenos para ejercer sus luchas y resistencias. En este
sentido, en el próximo apartado caracterizaremos el marco legal vigente, producto de
la lucha de las mujeres en la búsqueda de recuperar la soberanía sobre sus cuerpos.

3.2 Marco legal de la violencia obstétrica y Derechos de -quien se le demanda que


sea- paciente

Lo que entendemos como violencia obstétrica, podría ser encuadrada de dos


maneras diferentes. Una de ellas es, como violencia institucional, contra los y las
pacientes “en general”, la cual guarda relación con el enfoque del derecho a la salud
como un derecho humano (Villaverde 2006: 31-32). Y, por otro lado, podría
encuadrarse como violencia de género. Cabe resaltar que, tanto en la Argentina como
en otros países que han legislado (previa y posteriormente al nuestro) sobre esta
situación problemática, lo han hecho enmarcando la misma como violencia por
razones de género.
Como relata Vallana (2016), el primer país en tipificar este fenómeno fue
Venezuela, con la Ley Orgánica Sobre el Derecho de las Mujeres a una vida libre de
Violencia, la cual define la violencia obstétrica como:

“La apropiación del cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres por el
personal de la salud, que se expresa en un trato deshumanizador, en un abuso
de medicalización y patologización de los procesos naturales, trayendo consigo
pérdida de autonomía y capacidad de decidir libremente sobre sus cuerpos y
sexualidad, impactando negativamente en la calidad de vida de las mujeres
(Ley Orgánica Sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de
Violencia)”89.

89 Nos pareció sumamente interesante que, en la legislación venezolana, en el artículo 15, numeral 13,
directamente se establecen sanciones a las instituciones y al personal de la salud que incurra en
determinadas acciones que nombra y enumera de manera clara y explícita:
1. No atender oportuna y eficazmente las emergencias obstétricas.

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En lo que concierne a nuestro país, la primera Ley nacional que se ocupa de


esta situación problemática es la Ley N° 25.929, más conocida como de Parto
Humanizado o Respetado90 del año 2004. Cuyo nombre real dista bastante de este,
correspondiendo al de Ley de Derechos de Padres e Hijos durante el Proceso de
Nacimiento. La misma detalla de manera clara y específica en su Artículo N° 2 los
derechos de las mujeres en relación con la gestación, el trabajo de parto, parto /
cesárea y postparto91.

2. Obligar a la mujer a parir en posición supina y con las piernas levantadas, existiendo los medios
necesarios para la realización de un parto vertical.
3. Obstaculizar el apego precoz del niño o niña con su madre, sin causa médica justificada, negándole
la posibilidad de cargarlo o cargarla y amamantarlo o amamantarla inmediatamente al nacer.
4. Alterar el proceso natural del parto de bajo riesgo, mediante el uso de técnicas de
aceleración, sin obtener el consentimiento voluntario, expreso e informado de la mujer.
5. Practicar el parto por vía cesárea, existiendo condiciones para el parto natural, sin obtener el
consentimiento voluntario, expreso e informado de la mujer. (Ley Orgánica Sobre el Derecho de las
Mujeres a una Vida Libre de Violencia).
90 Como crítica a al modelo de atención hegemónico en los nacimientos, la OMS en 1985 impulsa una

alerta respecto a la hiper medicalización en la asistencia al Parto. En la misma línea de pensamientos


surgió un movimiento internacional al interior del aparato biomédico que apuntaba regular el uso de la
tecnología. Al modelo de atención promovida por este movimiento se le nomina como
“nacimiento/parto humanizado”. Campiglia (2016) afirma que, a partir del movimiento de
humanización del parto, el cuerpo de la mujer fue resignificado; se lo definió a partir de un nuevo
paradigma: como un cuerpo con capacidad de parir, el cual, salvo casos aislados, no requería de
ninguna clase de intervención. El parto, en el contexto de la atención humanizada, pasó a ser concebido
como un proceso fisiológico y no como un evento de riesgo y se le atribuyó una fuerte vinculación con
la intimidad y la sexualidad femenina. El nacimiento, explica Campiglia (2016) dejó de ser interpretado
como un peligro inminente tanto para la mujer como para la persona recién nacida.
También Davis-Floyd (2001) planteaba que el enfoque humanizado debía comprender los aspectos
biológico, psicológico y social de las mujeres para abordarlas de manera holística en tanto personas y
no sólo como “pacientes. Davis-Floyd (2001) consideraba que la información acerca de los riesgos y
beneficios de las diferentes opciones de atención del nacimiento debía ser dispuesta a las mujeres para
que pudieran participar de forma activa en la toma de decisiones sobre sus cuerpos. También, Davis-
Floyd (2001) señalaba el uso de cuidados basados en evidencia científica como factor clave. Sin
embargo, consideramos que la atención respetuosa a los nacimientos, sigue permaneciendo como una
especie de corriente alternativa al interior de la medicina hegemónica.
91 a) A ser informada sobre las distintas intervenciones médicas que pudieren tener lugar durante esos

procesos de manera que pueda optar libremente cuando existieren diferentes alternativas.
b) A ser tratada con respeto, y de modo individual y personalizado que le garantice la intimidad durante
todo el proceso asistencial y tenga en consideración sus pautas culturales.
c) A ser considerada, en su situación respecto del proceso de nacimiento, como persona sana, de modo
que se facilite su participación como protagonista de su propio parto.
d) Al parto natural, respetuoso de los tiempos biológico y psicológico, evitando practicas invasivas y
suministro de medicación que no estén justificados por el estado de salud de la parturienta o de la
persona por nacer.
e) A ser informada sobre la evolución de su parto, el estado de su hijo o hija y, en general, a que se le
haga participe de las diferentes actuaciones de los profesionales.
f) A no ser sometida a ningún examen o intervención cuyo propósito sea de investigación, salvo
consentimiento manifestado por escrito bajo protocolo aprobado por el Comité de bioética.
g) A estar acompañada, por una persona de su confianza y elección durante el trabajo de parto, parto
y postparto.
h) A tener a su lado a su hijo o hija durante la permanencia en el establecimiento sanitario, siempre que
el recién nacido no requiera de cuidados especiales.

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Sin embargo, Buenos Aires, era una de las tres provincias (junto con Formosa
y Catamarca) que no adhería a la misma. Esto resulta sumamente alarmante y
llamativo, considerando que en dicho territorio reside cerca del 40% de la población
argentina.

Con estos antecedentes, en marzo del año 2009, se sanciona la Ley Nacional
N° 26.485, Ley de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia
contra las Mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales.
La violencia contra las mujeres es conceptualizada como:

“Toda conducta, acción u omisión, que, de manera directa o indirecta, tanto en


el ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual de poder,
afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual,
económica o patrimonial, como así también su seguridad personal. Quedan
comprendidas las perpetradas desde el Estado o por sus agentes”.

Y es en esta Ley donde la figura de violencia obstétrica es incorporada, y se


comprende como una modalidad de violencia92. Y la define en su artículo 6 como:

“Aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos


reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso
de medicalización y patologización de los procesos naturales, de conformidad
con la Ley 25.929. (Inciso e). Se considera trato deshumanizado el trato cruel,
deshonroso, descalificador, humillante o amenazante ejercido por el personal
de salud en el contexto de la atención del embarazo, parto y postparto, ya sea
a la mujer o al/la recién nacido/a, así como en la atención de complicaciones
de abortos naturales o provocados, sean punibles o no. (Ley de protección
integral de las mujeres. Ley 26.485)”.

Además de las modalidades, en su artículo 5 clasifica la violencia en diferentes


tipos y conceptualiza de manera precisa cada uno de ellos:

i) A ser informada, desde el embarazo, sobre los beneficios de la lactancia materna y recibir apoyo para
amamantar.
j) A recibir asesoramiento e información sobre los cuidados de sí misma y del Niño o Niña.
k) A ser informada específicamente sobre los efectos adversos del tabaco, el alcohol y las drogas sobre
el niño o niña y ella misma.
92 Las otras modalidades que expone la ley N° 26.485 son violencia doméstica, institucional, laboral,

contra la libertad reproductiva y mediática

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o Física (se emplea contra el cuerpo de la mujer produciendo dolor, daño


o riesgo de producirlo y cualquier otra forma de maltrato agresión que
afecte su integridad física),
o Psicológica (la que causa daño emocional y disminución de la
autoestima o perjudica y perturba el pleno desarrollo personal o que
busca degradar o controlar sus acciones, comportamientos, creencias y
decisiones, mediante amenaza, acoso, hostigamiento, restricción,
humillación, deshonra, descredito, manipulación aislamiento. Incluye
también la culpabilización, vigilancia constante, exigencia de obediencia
sumisión, coerción verbal, persecución, insulto, indiferencia, abandono,
celos excesivos, chantaje, ridiculizando, explotación y limitación del
derecho de circulación o cualquier otro medio que cause perjuicio a su
salud psicológica y a la autodeterminación);
o Sexual (cualquier acción que implique la vulneración en todas sus
formas, con o sin acceso genital, del derecho de la mujer de decidir
voluntariamente acerca de su vida sexual o reproductiva a través de
amenazas, coerción, uso de la fuerza o intimidación, incluyendo la
violación dentro del matrimonio o de otras relaciones vinculares o de
parentesco, exista o no convivencia, así como la prostitución forzada,
explotación, esclavitud, acoso, abuso sexual y trata de mujeres);
o Económica y patrimonial (se dirige a ocasionar un menoscabo en los
recursos económicos o patrimoniales de la mujer)
o Y violencia simbólica (la que, a través de patrones estereotipados,
mensajes, valores, iconos o signos transmita y reproduzca dominación,
desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la
subordinación de la mujer en la sociedad).

Cabe señalar que los tipos y las modalidades de violencia que aparecen en el
texto legislativo como categorías delimitadas, en la realidad se presentan de manera
dialéctica o con mayor preponderancia de un tipo por sobre otro. Incluso en las
situaciones de violencia obstétrica, donde esta se puede expresar mediante todos y
cada uno de los tipos descriptos en la ley.

En la misma línea, es recién durante el año 2020, que la provincia adhiere a ley
de “Parto respetado”. Si bien la efectividad de dicho texto legislativo se encuentra

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sumamente alejada de la realidad que las mujeres describen, consideramos que la


adhesión es política y es sumamente necesaria, en tanto es una herramienta para
toda mujer y persona gestante. En el mismo sentido, a pocos días de la adhesión se
impulsó la creación de un Plan estratégico que será aplicado por el Ministerio de Salud
y el Ministerio de las Mujeres, para construir de forma colectiva protocolos y
estrategias sobre la temática. Además, el plan tiene como objeto brindar asistencia y
capacitación a los equipos médicos, adecuar las salas de preparto y parto, y
desarrollar una campaña de difusión.
El plan supera a la Ley hablando de personas gestantes, personas recién
nacidas, personas trans, y también personas que sufrieron violación sexual.
Consideramos que el ser madre es un hecho cultural, por lo que es importante esta
modificación en tanto no toda gestación supone el reconocimiento de la identidad de
madre. En este sentido coincidimos con Oiberman (2013) en que ser madre o figura
de cuidado para un recién nacido, excede el hecho biológico, requiere de una serie de
ordenamientos psíquicos que se irán configurando a partir de la experiencia (incluidas
las experiencias previas) y presenta un significado a nivel social, cultural, histórico y
psicológico.

La legislación nacional, no distingue entre “parto vaginal” y “cesárea”, sino que


menciona el término parto incluyendo ambas alternativas, y en algunas
especificaciones menciona “parto vaginal” y “parto por cesárea”. Respecto a la OMS,
esta distingue “Parto normal” de “otros tipos de parto” o “parto por cesárea”.

En el ámbito de lo académico, abunda de sobremanera el término "parto por


cesárea". Aun así, las cuestiones ideológicas que encierra optar por una forma de
nominar o la otra, no tienen que ver con las ciencias médicas, sino con el poder de la
palabra. El término parto, refiere al proceso por el que la mujer o la hembra de una
especie vivípara expulsa el feto y la placenta al final de la gestación; consta de tres
fases: dilatación, expulsión y alumbramiento. Sin entrar en la discusión de lo
biologicista que resulta esta definición, podemos dar cuenta de que parir implica la
idea de un esfuerzo propio de expulsar. Esto si queremos hablar desde lo lingüístico.
Pero la mayor implicancia de hacer esta diferenciación es política. Así, aunque la OMS
y la medicina hegemónica concuerden en que parir es por parto natural o por cesárea,
es necesario apropiarnos de este lenguaje, ya que no todas las mujeres que han
atravesado una cesárea sienten que han parido: Dos de las tres mujeres que hemos

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entrevistado, jamás se refirieron al evento como parto, sino como la cesárea, la


intervención, la operación y respecto del nacimiento han mencionado me lo sacaron,
cuando lo sacan de la panza (…).

De ninguna manera estamos afirmando que no existen experiencias de


cesáreas donde las personas sientan que hayan parido. Pero optamos por hacer esta
diferenciación a fin de no invisibilizar subjetividades, pero tampoco la lucha de
movimientos de mujeres por la humanización del parto y las organizaciones que llevan
años en contra de la violencia obstétrica y dentro de esta, contra las cesáreas
innecesarias.

Dejando a un lado el plano de lo terminológico, también ubicamos algunas


dificultades concretas, que enfrentan las mujeres para que se garanticen los derechos
establecidos en las leyes que se encuentran en vigencia, al momento de asistir a un
dispositivo sanitario en busca de asistencia a un parto o cesárea.
Por otro lado, retomando el marco legislativo vigente, todas las mujeres
gestantes tienen derecho a una atención de calidad y en igualdad de condiciones en
lo que a la asistencia al parto o cesárea respecta, independiente de factores de tipo
económicos y/o sociales, etc.
Contrariamente, en la atención de la salud también se expresan las
desigualdades de clase, por lo que aquí encontramos una primera dificultad.
Afirmamos esto ya que a través de las entrevistas pudimos visualizar que las mujeres
han estado muy lejos de haber decidido cómo, dónde y junto a quien parir. Dicha
posibilidad, se encuentra más bien ligada a la obtención de ciertos recursos
(económicos y culturales), aunque el acceso a ellos tampoco garantice una atención
libre de violencias. Bianca afirma: le hubiese pagado sin dudarlo a la Dra. Si hubiese
sabido todo lo que me iban a hacer. Y relata que:

Me costó mucho conseguir un médico con quien pudiera sentirme cómoda y tranquila para llegar a
avanzar con el embarazo. Tengo obra social por el trabajo, es la del ejército: IOFA. Y bueno, no sé por
qué, pero acá en Buenos Aires los médicos te cobran un plus aparte para asistirte en el momento del
parto o cesárea. Esto también era un problema, digamos porque uno tenía que saber que para el
nacimiento tenía que contar con 15 o 20 mil pesos, para que te asistan, si no tenías que ser atendida
por el que este en ese momento de turno (…) Bueno, cuando encontré una doctora que me gustó, que
era de la obra social, esta también me cobraba, pero yo ya había decidido que era una locura gastar

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15 o 20 mil pesos en alguien que me asistiera el parto cuando todos son médicos y todos deberían
saber.
Bianca, 30 años.
Entrevista realizada el 8 de Agosto de 2020

Desde que el acceso a la salud fue dispuesto como un bien posible de comprar
y vender en el mercado, los y las usuarias de este pasaron a ser consumidoras/es,
por lo que se construirán también, todo tipo de inequidades y desigualdades.
Mientras tanto, el cumplimiento de esta ley se transforma en un rentable
negocio en Buenos Aires y CABA. Algunas clínicas privadas han comenzado a ofrecer
un programa de parto dónde se interviene sólo si es necesario, las mujeres pueden
parir entonces acompañadas, en la posición que elijan. Para acceder a los mismos,
es necesario abonar por fuera, incluso de hasta la más alta categoría de prepagas,
tanto las consultas previas y el pago del parto / cesárea. Uno de los hospitales
privados que ofrecen este “servicio” es el Hospital Universitario Austral. El mismo
describe el programa en su página web como:

“La asistencia del trabajo de parto y parto es individual y personalizada. La


mujer en trabajo de parto es ingresada y asistida durante todo el proceso por
personal del Equipo de Parto Seguro Sin Intervención (PSSI) que se traslada
al hospital exclusivamente para la atención de ese nacimiento. Las
habitaciones PSSI se encuentran situadas en el piso de maternidad, fuera del
ambiente quirúrgico. En caso de surgir algún imprevisto, la cercanía al
quirófano y el hecho de contar con profesionales de guardia de múltiples
especialidades, facilitan la rápida resolución del mismo. Las habitaciones
destinadas a PSSI cuentan con bañera, sofá, banquillo para parto vertical,
eslinga, equipo de música, pelota de esferodinamia, otros tantos facilitadores
para el parto, etc., como así también los insumos necesarios para una atención
de la madre. Además, el Servicio de Neonatología instala una servocuna en la
misma habitación y los materiales necesarios para una correcta atención de
bebé que nace de modo tal que, en condiciones normales, no es necesario
trasladar al niño a otro espacio físico para su primer control clínico. La recepción

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del niño recién nacido es llevada a cabo por un neonatólogo y una nurse de
nuestro hospital”.93

Vemos que lo que se ofrece no es nada más que aquello que se estipula en la
Ley N°25.929. En efecto, para acceder a ello se requiere un abultado pago extra,
además de lo cubierto por la prepaga u obra social.
Simultáneamente, también debemos resaltar que en algunas maternidades
públicas se han comenzado a impulsar asistencias a nacimientos de manera
respetuosa, como es el caso de la Maternidad Estela de Carlotto y del Hospital
Posadas.
Por otro lado, entendiendo a la salud en clave de totalidad, afirmamos que no
existe salud, sin alimentación, sin alegría, sin agua, sin buenos tratos, sin vestimenta,
sin amistades, sin trabajo, con discriminación y fundamentalmente con violencia
(Canevari 2017:94 citando a Chiarotti, 2003).
Otro de los obstáculos que tiene nuestro marco legal, es la ausencia de
sanciones, por lo que, ante un hecho de violencia obstétrica, no existe una forma
puntual de denunciarlo, en tanto no está tipificada como un delito.
No obstante, si existe la posibilidad de realizar reclamos de tipo
administrativos. Una de las opciones, es ante la CONSAVIG. Trata de un trámite
gratuito que consta de la presentación de una nota (Ver anexo N° 3) relatando lo
sucedido. A partir de ello, la comisión intentará verificar la existencia de prácticas y/o
condiciones en el establecimiento sanitario denunciado, que generen situaciones de
violencia hacia las mujeres. Asimismo, puede realizarse una auditoría en el
establecimiento y posteriormente se formularán recomendaciones para procurar que
las situaciones de violencia no vuelvan a ocurrir.
Otra vía de reclamo administrativo es ante la Defensoría del Pueblo de la
Nación. El mismo, también es un trámite gratuito que consiste en la presentación de
una nota relatando lo sucedido. A partir de la denuncia, la Defensoría puede iniciar
una auditoría en la institución y hacer las recomendaciones pertinentes. Esta entidad
puede solicitar la intervención de otros organismos94.

93 Disponible en: https://www.hospitalaustral.edu.ar/especialidades/parto-seguro-sin-intervencion/


(Último ingreso 15 de noviembre de 2020).
94 Tales como la Superintendencia de Servicios de Salud, el Instituto Nacional contra la Discriminación,

Xenofobia y el Racismo (Inadi) y las defensorías locales.

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Por último, para realizar una denuncia judicial es preciso el patrocinio jurídico
de un abogado. Pero sucede que, para ello, las situaciones deben encuadrarse en
mala praxis, la cual, si está configurada por las leyes como delito, valiéndose de
secuelas físicas.
Son escazas las herramientas existentes ya que la violencia obstétrica
propiamente dicha no tiene sanción penal. No obstante, pese a estas limitaciones, es
sustancial fomentar la realización del reclamo o denuncia ante un hecho de violencia
obstétrica, ya que ello contribuye a hacer visible la problemática. Puede aportar,
además al proceso singular de sanar/procesar la experiencia vivida, así como
interpelar a los diversos sujetos involucrados; desde el personal y la institución de
salud, donde lo deseable es que puedan re pensar sus propias prácticas, hasta la
comunidad en general.
En este trabajo aseguramos que el punitivismo nunca es la solución, pero
teniendo en cuenta que mientras las lógicas de nuestra sociedad sigan siendo
sancionatorias y punitivistas, es importante que exista la posibilidad real, concreta de
denunciar el incumplimiento de esta ley por parte de las instituciones, tal como ocurre
con otras violencias. Sin duda, la sanción no es la clave, pero es un acto reparatorio
hacia las mujeres que han sufrido violencia.
Otra de las dificultades que ubicamos en esta ley, es aquella que hace
referencia a la medicalización y patologización. ¿Hasta cuándo se considera
medicalización necesaria y cuando se transforma en un exceso de ella? ¿Cómo y
quiénes delimitan lo normal de lo patológico? Como explica Canevari (2017) son solo
los/as profesionales de la medicina quienes tienen la autoridad para hacer las
demarcaciones, ya que en ello descansa en el carácter científico de la medicina
Las recomendaciones de la OMS ya en 1985, la OMS publicó unas
recomendaciones (OMS 1985:436-437), que suelen llamarse La declaración de
Fortaleza (Brasil). Las recomendaciones se basan en que la mujer tiene un papel
central en todos los aspectos de dicha atención y deben poder elegir como parir. Las
parteras han de ser las encargadas de los partos normales/ vaginales/ fisiológicos.
Las cesáreas nunca deben superar el 10-15 %, y se insiste en la inconveniencia de
rituales de medicalización sin justificación.
Sin embargo, ¿Cómo puede ser que sigamos teniendo una tasa tan alta de
cesáreas? ¿Cómo puede ser que se rechace toda la evidencia científica disponible,
que demuestra lo importante que es el modo de nacer en un gran número de factores

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de salud posteriores? ¿Cómo pueden negarse sistemáticamente las advertencias que


la OMS viene realizando hace más de treinta y cinco años?
Finalmente, la historia clínica95, como explica Canevari (2017), es completada
por quienes son responsables de velar por los derechos de las mujeres y a su vez
potenciales violadores de la norma: la institución y sus efectores. Luego es el
instrumento legal donde se dirimen las situaciones de conflicto, en donde las
relaciones de fuerza son inmensamente desiguales.
En este contexto, ¿Qué posibilidades tienen las mujeres de “hacer respetar”
sus derechos? Por lo general, socialmente se acallan aquellas experiencias violentas
con la excusa: "por suerte él bebe está bien". Pero aquellas que deciden denunciar o
iniciar una demanda encuentran grandes dificultades.
Es pertinente detenernos a analizar brevemente el tema de la “exigibilidad”.
Todos los años, del 13 al 19 de mayo se conmemora la semana del parto respetado
con un lema diferente. El lema del año 2019 fue: "El poder de parir está en vos".
Visualizamos en este tipo de guiones, mediante cierto reduccionismo voluntarista, que
la mujer aparece como la única responsable en hacer reclamar sus derechos. Así
mismo, consideramos que el acceso a una atención de calidad y libre de violencias no
puede y no debe estar supeditado a la capacidad de las sujetas de demandar el
cumplimiento de esos derechos (Gianna y Massa: 2016).
Si la efectivización de estos depende directamente de que las mujeres exijan
por el cumplimiento de los protocolos, recomendaciones de entes reguladores y de
las leyes vigentes, y considerando que estas demandas deberían ser durante un
trabajo de parto, o minutos antes de que les sea practicada una cirugía cesárea, pues
consideramos que el sistema violento tiene su victoria casi asegurada.
Además, vemos en este tipo de afirmaciones, la orientación del Estado en la
responsabilización, así como la culpabilización que distingue la moral patriarcal
capitalista, donde son las propias sobrevivientes de violencia las culpables por acción
u omisión de la violencia que les fue perpetrada. No obstante, en ese trabajo
consideramos que son los efectores de salud de todas las disciplinas, las instituciones
y el Estado en conjunto quienes deben velar por el cumplimiento de la normativa
vigente.

95 Documento que registra las practicas realizadas con sus fundamentos.

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No caben dudas de los logros y los avances ocurridos en materia de derechos


de las mujeres, aunque la brecha que separa la ley de su cumplimiento al interior de
las instituciones es muy amplia.
A decir de Nancy Fraser (2014) de lo que se trata es de dirigir la atención hacia
la distancia entre lo real y lo ideal; es decir, llamar la atención, acogiéndonos a una
noción abstracta de justicia, a fin de que permita a reconocer la injusticia.
Siguiendo a Massa y Gianna (s/a), nos encontramos con la paradoja de que
existe una distancia entre los derechos consagrados por el Estado y las posibilidades
de garantía por parte de ese mismo Estado, sus instituciones y sus agentes. El Estado
sanciona la norma y el mismo Estado la incumple.
Rita Segato (2013) plantea que no se pueden comprender las dificultades que
enfrentan las mujeres en la búsqueda de una vida libre de violencia sino lo
enmarcamos dentro de un modelo teórico que dé cuenta de las estructuras
patriarcales que en definitiva pone en marcha los mecanismos de la violencia96.
Si el Estado forma parte del patriarcado capitalista y las leyes que se emiten, y
las instituciones, están configuradas por las mismas lógicas misóginas y de
dominación, debemos reconocer que los obstáculos que enfrentamos no tienen que
ver únicamente con el dolo o mala intención de los y las profesionales, sino, como
dijimos, radica en lo esencial de nuestra sociedad.
Segato (2003:144) plantea que una de las estructuras elementales de la
violencia las dificultades de las mujeres para establecer un vínculo de contrato en este
contexto, guarda relación con la ubicación que se les ha otorgado en una esfera que
no es política sino natural. Es entonces que, según la autora, para hacer un acuerdo
las partes deberían estar en condiciones de ejercer la ciudadanía de manera
igualitaria.
Los feminismos históricamente presionan sobre el Estado, exigiendo la
garantía de derechos que ya fueron estipulados, así como poniendo nuevos asuntos
en la agenda pública. Esta lucha no siempre tiene implicancias en la materialidad, pero
si en implica avances en el sentido social, político y simbólico.

96De hecho, según Rita Segato (2013) es necesario, inclusive, lidiar con la perplejidad de que, aunque
nunca las mujeres han tenido más capacidad de denuncia que en la actualidad, nunca han sido más
vulnerables a las agresiones de tipo letal y a las formas de crueldad que hoy se aplican al cuerpo de
las mismas. ¿Por qué? Porque la legislación formal no es capaz de desarticular ese artefacto – o
dispositivo - violento que organiza las relaciones interpersonales que llamamos “patriarcado” (Segato,
2013:83).

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Como desarrolla Canevari (2017) si bien a nivel nacional se han impulsado


algunas normativas orientadas a garantizar los derechos de las mujeres, no siempre
esto se asume en las diferentes instituciones sanitarias, lo cual complejiza aún más la
situación problemática.
En este sentido, es curioso como el Dr. Fernando Iudica, director del hospital
Austral de Pilar, se manifestó frente a diversos medios solicitando la objeción de
conciencia cuando el senado trato el proyecto de IVE97. No obstante, con anterioridad
y hasta estos días, la institución en cuestión se mantiene al margen de toda normativa,
impidiendo que la totalidad de profesionales receten todo tipo de anticonceptivos que
no se traten del “método de planificación natural”98.
El acceso a los derechos sexuales y reproductivos, como parte constitutiva de
los derechos humanos, exige que el Estado garantice la existencia de mecanismos
habilitantes que posibiliten su aplicación en lo concreto.
La histórica y estrecha relación entre el Estado argentino y la Iglesia católica
dan lugar y fomentan las concepciones “paternalistas”, mostrando una vez más la
urgente necesaria laicidad del Estado y el cumplimiento de las leyes vigentes.
Mientras tanto, pese a que existe la ley, esta será inalcanzable, en tanto sigan
existiendo “núcleos duros” patriarcales, que permanecen impermeables a los avances
en cuestiones de género. Sería el caso de la aplicación efectiva de educación sexual
integral en los establecimientos educativos, las aplicaciones de la ley de ligadura
tubaria o las interrupciones legales del embarazo.
En relación con la idea anterior, vemos como perdura en el tiempo un especial
interés por parte del patriarcado capitalista en seguir sosteniendo el control y
disciplinamiento sobre los cuerpos de las mujeres en general y en los temas referidos
a su vida sexual y reproductiva / no reproductiva en particular.
Finalizando este apartado, observamos que las legislaciones vigentes implican
importantes avances en lo que respecta a la declaración de derechos, producto de la
lucha colectiva de las mujeres. Vale recalcar que estas leyes cuestionan algunos de
los acuerdos históricos que legitiman las desigualdades entre varones y mujeres. Sin

97 Interrupción voluntaria del embarazo. Refiere al derecho a decidir voluntariamente y acceder a la


interrupción de su embarazo hasta las catorce semanas, inclusive, del proceso gestacional. Disponible
en http://www.abortolegal.com.ar/proyecto-de-ley-presentado-por-la-campana/ (Último ingreso el 15 de
noviembre de 2020).
98 El término planificación natural de la familia se utiliza para describir métodos de planificación o

prevención del embarazo basados en la observación de signos y síntomas naturales de las fases
fecunda e infecunda del ciclo menstrual (OMS 1989:1)

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embargo, la distancia entre la letra de las leyes mencionadas y las garantías para el
ejercicio de tales derechos es todavía un abismo, lo cual profundizaremos en el
siguiente apartado.

3.3 La ley del parto respetado y sus reveses.

Anteriormente presentamos a grandes rasgos la Ley nacional N° 25.929


denominada Derechos de padres e hijos durante el proceso del nacimiento. Por un
lado, dijimos que la misma constituye, ante todo, la aceptación y visibilización de la
existencia de violencia obstétrica durante el proceso de la gestación, el trabajo de
parto, el parto o cesárea y el posparto, que atraviesan las mujeres y personas
gestantes, pero también su entorno y las personas recién nacidas.
Siguiendo a Massa y Gianna (s/a), si bien es relevante el reconocimiento de la
lucha por la imposición de estos temas en la agenda pública, y su posterior
conformación como derecho, en necesario tener en cuenta la contracara del mismo:
la dualidad entre la igualdad formal y la desigualdad material.
En relación con ello, en este apartado nos interesa adentrarnos en este
instrumento y su contenido para poder avanzar en su análisis, a la luz de las
entrevistas realizadas.

ARTICULO 1º.- La presente ley será de aplicación tanto al ámbito público como
privado de la atención de la salud en el territorio de la Nación. Las obras
sociales regidas por leyes nacionales y las entidades de medicina prepaga
deberán brindar obligatoriamente las prestaciones establecidas en esta ley, las
que quedan incorporadas de pleno derecho al programa médico obligatorio.

Este primer artículo, establece las competencias, señalando que los tres
subsistemas de salud deben ajustarse a la ley en cuestión. A su vez postula que todas
las prestaciones deben estar cubiertas por las prepagas y obras sociales.
Sin embargo, tal como relata Bianca, es usual en el sistema privado y de obras
sociales, la solicitud de una considerada cantidad de dinero por parte de los y las
obstetras para asistir personalmente los nacimientos. En su relato, si bien considera

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lo antedicho una situación abusiva y angustiante, considera que, si hubiese podido


abonarlo, el trato del personal hacia ella hubiese mejorado.

De cambiar algo, creo que le pagaría la doctora. Digamos, el hecho de tener un profesional que ya sabe
tu historia clínica, que te conoce más o menos y que está para lo que una está necesitando, cambia
totalmente. Igual es injusto porque en Córdoba los partos no son así. El médico que te sigue, el médico
que te acompaña, entrás en trabajo de parto y lo llamás para que venga a asistirte y listo. Nunca supe,
excepto cuando vine a vivir acá (Conurbano de Buenos Aires) que haya que pagar para que el médico
te acompañara. Bueno creo que ese orgullo fue el que me impidió tener una mejor atención. El hecho
de que me parece un robo que te cobren, porque de última el Estado o la obra social les paga la hora
para hacer su trabajo. Te viene haciendo un seguimiento que dura todo el embarazo ¡Y no podés no
estar el último día ! Encima a la vez una tener que estar todo el tiempo dándoles detalles a los
residentes, a los obstetras de turno, que: - ¿Cuantas semanas estás? que esto y lo otro. Encima que
te sentís mal, que tenés un montón de cosas en tu cabeza, no es agradable digamos. No es justo pasar
por esa situación.
Bianca, 30 años.
Entrevista realizada el 8 de Agosto de 2020

Por otro lado, Bianca relata que, pese a que se atendió mediante obra social,
tuvo que abonar por su propia cuenta, gran parte de los estudios básicos:

A pesar de lo que pagamos de Obra Social, hubo algunas ecografías que las tuve que pagar. Varias
ecografías las tuve que pagar aparte. No hice 3D, ni nada de eso, solo las ecografías que me pedían y
aparte de la de la translucencia la de la nuca, la de los órganos. Bueno, un Doppler del corazón me
pidieron y cada una de estas las tuve que abonar por fuera de la obra social.
Bianca, 30 años.
Entrevista realizada el 8 de Agosto de 2020

ARTICULO 2º.- Toda mujer, en relación con el embarazo, el trabajo de parto,


el parto y el postparto, tiene los siguientes derechos:
ARTICULO 2º A - ser informada sobre las distintas intervenciones médicas que
pudieren tener lugar durante esos procesos, de manera que pueda optar
libremente cuando existieren diferentes alternativas.

Es evidente que el derecho a que las mujeres sean informadas sobre lo que se
está practicando sobre sus propios cuerpos no es más que el respeto más elemental
hacia ellas. Ahora bien, en las entrevistas pudimos visualizar que en absolutamente

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ninguna de las situaciones se brindó información suficiente y adecuada, comunicando


riesgos y beneficios, así como posibles alternativas para poder “optar libremente”.
Contrariamente, en varias situaciones las mujeres no fueron comunicadas acerca de
las intervenciones, y en otras, más que informadas fueron “avisadas” a groso modo
de lo que se estaba llevando adelante, como da testimonio Bruna:

La obstetra de guardia del materno directamente me dijo, te vas a quedar internada y te vamos a
inducir el parto, porque tiene que nacer Dante. Ese mismo sábado me quedé ahí a las 18 horas me
pusieron la primera pastilla intravaginal para empezar la inducción. Iban cada 6 horas, así a medida
que dilatas, te ponían otra, y otra… y ahí fue ya como a las 22 horas que empezaba a sentir mucho
los dolores. Pero lo único que me decía la doctora era: descansá.

Bruna, 24 años.
Entrevista realizada el 8 de agosto de 2020.

Mediante las entrevistas, pudimos dar cuenta que en las instituciones de salud
ocurre que no son pocas las intervenciones médicas que, no sólo no se informan a la
mujer ni a su familia, sino que además se llevan a cabo de manera rutinaria y/o
protocolaria, y sin lugar para la información y por ende a un real consentimiento.

ARTICULO 2º B. A ser tratada con respeto, y de modo individual y


personalizado que le garantice la intimidad durante todo el proceso asistencial
y tenga en consideración sus pautas culturales.

Michel Odent (2009), viene alertando sobre lo perjudicial que es un para una
mujer en trabajo de parto atravesar situaciones de stress, en tanto estas segregan
hormonas que inhiben la producción de oxitocina99. Sin embargo, la confinación a las
camillas, las luces altas, escenarios donde hay siete personas observando como una
de ellas realiza un tacto vaginal100, entre otras, son algunas de las situaciones que
aparecen en los relatos, las cuales se encuentran muy lejos de garantizar respeto,
intimidad y consideración de la individualidad. Bruna plantea que a pesar de estar

100 Relato de Gala. Entrevista realizada el 6 de agosto de 2020.

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informada acerca de lo beneficioso de adoptar posturas verticales para el parto


expulsivo, el protocolo se impone para todas las mujeres en situación de parto:

París acostada y punto. No es opción. Eso que yo sí que estaba bien estaba informada, pero bueno, al
menos yo si o si quería parto natural. Entonces no cuestione la posición, él era el que sabía y bueno,
así fue.

Bruna, 24 años.
Entrevista realizada el 8 de agosto de 2020.

Otro punto sumamente llamativo del artículo en cuestión es la denominación de


los nacimientos como “proceso asistencial”, poniendo mayor hincapié en la prestación
medica que en el propio proceso de quien está pariendo.

ARTICULO 2º C A ser considerada, en su situación respecto del proceso de


nacimiento, como persona sana, de modo que se facilite su participación como
protagonista de su propio parto.

El primer interrogante que nos surge al leer este artículo es ¿Quiénes deberían
facilitar el protagonismo de la mujer? Consideramos que habla más bien de una
naturalización de la apropiación de los nacimientos por parte del Modelo Médico
Hegemónico, por lo que el protagonismo, debería de alguna manera ser devuelto o
concedido a la mujer. Contrariamente, de acuerdo con el enfoque hegemónico que es
el de riesgo, se visualiza a las mujeres como pacientes y a las gestaciones y partos
principalmente, como procesos que en cualquier momento pueden desatar una
catástrofe, como relata Luz:

Me fui a aplicar las inyecciones. Por si ella decía que, si no me bajaban rápidos esos ácidos, iban a
tener que tener una cesárea de urgencia; me fui rápido a inyectarme con el corazón en la boca de que
se podía estar muriendo mi hijo.

Y nada, después era así porque yo fui al día siguiente y ya me bajaron y bueno, bueno, “ándate a tu
casa ya está”, pero no era que me querían internar.

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Si había tanto riesgo de que se me podía morir mi hijo, lo mínimo que una se espera es bueno, déjame
internada, contrólame. Y nada, si tengo que tener una cesárea de urgencia, la tengo: no importa. Pero
no, ella me hacía irme a mi casa con todo el susto en el corazón y después volver otra vez y así.

Luz, 24 años.

Entrevista realizada el 6 de agosto de 2020

En las cuatro entrevistas, encontramos escenarios donde justamente a través


del lenguaje y valiéndose de la “palabra autorizada”, se producían y reproducían
procedimientos semejantes, donde la administración del miedo es el método por
excelencia, que garantiza el consentimiento de las prácticas e intervenciones en los
cuerpos de las mujeres. Nuevamente observamos cómo se omite dar información
acerca de las distintas intervenciones médicas que pudieren realizarse, evitando así
que la mujer tenga la opción de elegir libremente.
Bajo la lógica del Modelo Médico Hegemónico prima el lugar pasivo de la mujer
en la toma de decisiones respecto de su parto, por lo que esa omisión de dar la
información que corresponde, esta naturalizado por todo el personal médico.
En este sentido, se diagnostican rutinariamente pronósticos desalentadores
que son del orden de la excepcionalidad, que en ocasiones se solucionan rápidamente
con la cesárea. Cada día se incrementa el porcentaje de cesáreas en el sector tanto
privado como público, y el abuso y mal uso de dicha práctica es uno de los indicadores
más significativos de la ausencia del protagonismo de la mujer en el proceso del
nacimiento y por ende del avasallamiento del derecho a ser considerada una persona
sana, en lugar de una paciente.

ARTICULO 2º D. Al parto natural, respetuoso de los tiempos biológico y


psicológico, evitando prácticas invasivas y suministro de medicación que no
estén justificados por el estado de salud de la parturienta o de la persona por
nacer.

En este artículo es interesante detenernos en una cuestión terminológica. Está


claro que una mujer que ha atravesado un parto natural ha parido vaginalmente101.

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Sin embargo, el hecho de parir vaginalmente no implica que esta pudo atravesar un
parto donde se hayan respetado las necesidades fisiológicas.

Desde nuestro criterio, un parto natural o fisiológico, es aquel donde los


recursos de la medicina se encuentran disponibles, pero se permite que este proceso
siga sus tiempos biológicos y emocionales respetando la singularidad. En este
sentido, también es necesario que la mujer en situación de parto haya tenido libertad
de movimiento, sin que su postura sea determinada por los y las profesionales, que
se haya respetado la intimidad en todo sentido, y haya sido contenida
emocionalmente. Es decir, hablamos de un parto respetado.

Como señala Mariana Aragón (2013), y justamente hemos podido contrastar


en las entrevistas, en este momento, en las instituciones de salud argentinas ocurren
cesáreas y partos vaginales, pero los “partos naturales” son una especie en extinción,
incluso en contra del deseo de la mujer cuando esta lo manifiesta explícitamente.

Al principio quería un parto normal, eso quería cuando me plantee tener un embarazo.

Pero ella lo que me planteaba, que solo podía cesárea.

Luz, 24 años.

Entrevista realizada el 6 de agosto de 2020

Es pertinente realizar la aclaración de que ninguna manera estamos aludiendo


que todas las mujeres opten por un parto natural y/o vaginal, así como tampoco
consideramos que sea esta la mejor opción para todas las mujeres y personas
gestantes. Como señala Hilda Bonelli (2012) la “cesárea a pedido o por elección” es
en la actualidad -y cada vez más frecuentemente-, una opción que puede ser solicitada
a libre demanda por las mujeres. Ya no es necesario que la mujer o el feto cumplan
con determinadas condiciones médicas, que hacen que el profesional se vea en la
obligación de realizar el acto quirúrgico requerido, sino que es posible que ella
manifieste su deseo. De todos modos, la autora señala en su estudio que uno de los
motivos aludidos tiene que ver con el temor al dolor en el parto, por lo que es preciso
brindar toda la información que sea necesaria para que la decisión final que ella adopte
sea producto de un análisis informado, conociendo las ventajas y desventajas
demostrables con la evidencia existente respecto del parto vaginal y cesárea. Bonelli

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(2012) remarca la necesidad de que la mujer debe ser acompañada por el o la


profesional de salud, para tomar esta decisión.

ARTICULO 2º E. A ser informada sobre la evolución de su parto, el estado de


su hijo o hija y, en general, a que se le haga partícipe de las diferentes
actuaciones de los profesionales.

Consideramos que, pese a que el artículo anterior menciona la importancia del


protagonismo de la mujer, aquí (y en los anteriores artículos) visualizamos que esta
ley es absolutamente pensada en los esquemas del Modelo Médico Hegemónico, en
tanto las mujeres aparecen más bien como una participante más. Como desarrollamos
anteriormente, en el modelo tecnocrático el lugar de las mujeres es de pacientes,
donde no son interlocutoras validas con respecto a los procesos del nacimiento, sino
que son los profesionales de la mano de la tecnología quienes serán la voz autorizada.
En el relato de Bianca ella misma aparece como una espectadora, donde incluso su
pareja adquiere más protagonismo, y es consultado si está preparado en lugar de ella
y donde las conversaciones durante la cesárea no tienen relación con la evolución del
proceso y la información del mismo hacia su persona:

Mi marido él se sentó al lado mío (lo dejaron entrar con nosotras) y se quedó hasta que nació la gorda.
Y bueno me acuerdo de que el anestesista hablaba y hablaba y hablaba y hablaba de una cosa y de la
otra. Entonces me puso al lado un turbo que me tiraba aire caliente y conversaba con las médicas. Y
antes de la cesárea le pregunto a mi marido: Papá ¿Estás listo? Prepara el teléfono. La sacaron a la
gorda y cuando la sacan es re rubia y bueno… Le hacen una bromita a mi marido.

Bianca, 30 años.

Entrevista realizada el 8 de Agosto de 2020

ARTICULO 2º F. A no ser sometida a ningún examen o intervención cuyo


propósito sea de investigación, salvo consentimiento manifestado por escrito,
bajo protocolo aprobado por el Comité de Bioética.

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Sadler (2004) en su trabajo, advierte sobre la cantidad de episiotomías y


cesáreas que se efectúan con fines “pedagógicos” a fin de que residentes adquieran
conocimientos sobre la práctica. Así mismo, sobre todo en el relato de Bianca de
manera mucho más presente, visualizamos que la realidad no se asemeja a lo
postulado por la normativa, que no existe tal consentimiento escrito y en ocasiones
las mujeres siquiera son avisadas que serán tactadas y/o intervenidas por médicos
practicantes:

Si, durante la guardia esa fueron tres (tactos) una chica y un varón. Eran los residentes más la doctora
que estaba a cargo. Pero no, nunca me pidieron permiso.

Bianca, 30 años.

Entrevista realizada el 8 de Agosto de 2020

ARTICULO 2º G. A estar acompañada por una persona de su confianza y


elección durante el trabajo de parto, parto y postparto.

Contrariamente a lo estipulado aquí, la medicina moderna, producto del


individualismo, se articuló en torno a prácticas como el aislamiento, la división de
tareas y el reemplazo del intercambio simbólico de la escucha del sufrimiento que
operaba en la relación médico-paciente por la prescripción de fármacos y la
realización de exámenes diagnósticos (Campiglia 2017:189 citando a Le Breton,
2002). Los testimonios de las mujeres que hemos entrevistado que han atravesado su
trabajo de parto y cesáreas aisladas de todo vínculo significativo para ellas, se refieren
a ese hecho con un gran sentimiento de desesperación y soledad.

Consideramos que el aislamiento de las mujeres es clave para dar rienda suelta
a todos los tipos de violencia obstétrica. La realidad es que los horarios de visita, los
protocolos, la supuesta falta de espacio y etc. generan que este articulo sea un mero
enunciado teórico. Al preguntarle a Gala acerca de sus sensaciones durante el trabajo
de parto, hace mayor hincapié en el sufrimiento que le generaba la soledad, que al
propio dolor físico producto de las contracciones uterinas.

Sola. Al Igual que en todo el trabajo de parto: sola. Porque tampoco es como lo que yo espere en los
cursos de parto, que no informan un poco más quien iba a estar o no podía estar. Dictaban solamente

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los ejercicios. Y un poco de lactancia. Pero yo pensé que mi pareja iba a poder estar ahí. Pero llegamos
y dijeron directamente que no, que no podía estar mi pareja ahí, que solamente en el horario de visita
puede estar.

Gala, 34 años.

Entrevista realizada el 06 de agosto de 2020

ARTICULO 2º H. A tener a su lado a su hijo o hija durante la permanencia en


el establecimiento sanitario, siempre que el recién nacido no requiera de
cuidados especiales.

Este articulo concuerda con los postulados que la OMS (2018) viene
postulando:

“Se debe mantener a los recién nacidos sin complicaciones en contacto piel
con piel (CPP) con sus madres durante la primera hora después del nacimiento
para prevenir la hipotermia y promover la lactancia” (OMS 2018:7).

Sin embargo, los protocolos institucionales se sobreponen una vez más, a los
derechos de las mujeres, las personas recién nacidas y a toda recomendación
postulada por los organismos reguladores:

Recién cuando me llevaron a la habitación, al rato, me llevaron al bebe y a la hora lo pude ver. El
primero que lo vio fue mi pareja. Y después mi mamá. Recuerdo que lo llevaron a la hora a la habitación
donde estaba yo y ya en la cunita. Pero primero lo conocí en una foto del celular. Cuando lo llevaron lo
primero que hice fue intentar estirar los brazos para poder tocarlo. Ahí recién fue el primer momento
que tuve contacto con él. Luego de eso estuve casi todo el día en la cama, recién al día siguiente pude
sentarme para poder estar con él. Y ahí recién si, lo pude levantar y tocar.

Gala, 34 años.

Entrevista realizada el 06 de agosto de 2020

En la misma línea, como venimos desarrollando, los partos intervenidos y las


cesáreas generalmente requieren de mayor asistencia médica para las mujeres (y en
ocasiones para las personas recién nacidas). Luz relata los primeros contactos con su
hijo sumamente conmovida, ya que, debido a una complicación en la cesárea, debió

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someterse a una nueva cirugía, por lo que fueron sumamente complejos los primeros
encuentros con su bebé:

Entonces nada, me acuerdo de que ese primer día por lo menos yo, no podía estar yo con Simón. No
podía, fue re difícil para mí. Así que me costó un montón ese primer tiempo y bueno, después dos o
tres días estuve así y bueno, me dieron el alta y después estuve con Simón ya yo sola, pero bueno, fue
muy difícil ese primer contacto.

Luz, 24 años.

Entrevista realizada el 6 de agosto de 2020

ARTICULO 2º I A ser informada, desde el embarazo, sobre los beneficios de la


lactancia materna y recibir apoyo para amamantar.

ARTICULO 2º J. A recibir asesoramiento e información sobre los cuidados de sí misma


y del niño o niña.

ARTICULO 2º K. A ser informada específicamente sobre los efectos adversos del


tabaco, el alcohol y las drogas sobre el niño o niña y ella misma.

Dijimos anteriormente que la información brindada suele ser insuficiente. Ahora


bien, como vemos en el relato de Bianca, si bien la información es el primer paso para
acceder a los derechos, la realidad denota que las cuestiones de género y el enorme
poder del sistema de salud sobre los cuerpos de las mujeres se imponen, por lo que
la información es una cuestión necesaria pero no suficiente:

¿Y sobre el parto respetado ya sabias algo? Si, en realidad, el curso preparto de me lo dieron ahí en el
Hospital Militar la partera hablaba de la importancia del parto respetado y nos dio algunas partes de la
ley para que leyéramos nos dijo que teníamos que estar acompañadas, pero yo me fui con una
sensación de que ellos no me respetaron a mi cuando quería la cesárea, entonces esto en el fondo
creo que es como si sintiera la decepción basándome en lo que me dijeron la partera y la obstetra.

Bianca, 30 años.

Entrevista realizada el 8 de Agosto de 2020

Por otro lado, en cuanto a espacios propicios para la información, pensamos


en los cursos de preparto o de preparación para la maternidad como una oportunidad
valiosa de poder generar conocimiento, mediante lo colectivo, de información

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realmente significativa. Sabemos que los recursos profesionales pueden ser limitados
por lo que no puede haber acompañamiento permanente por parte de estos a cada
mujer. Ahora bien, ¿Qué pasaría si se capacitaría con información realmente
relevante, acerca del proceso del parto y técnicas de acompañamiento emocional y
del manejo de dolor, tanto a la mujer como a su pareja o vinculo significativo para ella?
Sin embargo, la información que se brinda en estos espacios sigue centrándose en el
modelo medico hegemónico, donde el fin del parto es una persona recién nacida sana
y bien cuidada, más allá de los medios para llegar a ello. Al consultarle a Gala acerca
de los temas abordados en el curso, relata lo siguiente:

Primero como tenía que preparar el bolso. Tanto el mío, como el del bebé: ya tenerlo listo con unos
pañales, unas ropitas, algodón, pervinox, óleo y todo lo que tiene que ver con él y conmigo. Dos
camisones y algunas cosas más, que no me acuerdo ahora eso. Y después si lo de las cuestiones del
cuidado. Y las señales de alerta que debía tener para las últimas semanas o respecto a las
contracciones.

Gala, 34 años.

Entrevista realizada el 06 de agosto de 2020

El siguiente articulo desarrolla los derechos de la persona recién nacida, que,


si bien están íntimamente relacionados con los derechos de la mujer, en este trabajo
realizamos el recorte de centrarnos en las mujeres.

ARTICULO 3º.- Toda persona recién nacida tiene derecho:

a. A ser tratada en forma respetuosa y digna.


b. A su inequívoca identificación.
c. A no ser sometida a ningún examen o intervención cuyo propósito
sea de investigación o docencia, salvo consentimiento manifestado
por escrito de sus representantes legales, bajo protocolo aprobado
por el Comité de Bioética.
d. A la internación conjunta con su madre en sala, y a que la misma sea
lo más breve posible, teniendo en consideración su estado de salud
y el de aquella.
e. que sus padres reciban adecuado asesoramiento e información
sobre los cuidados para su crecimiento y desarrollo, así como de su
plan de vacunación.

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ARTÍCULO 4º.- El padre y la madre de la persona recién nacida en situación


de riesgo102 tienen los siguientes derechos:

a. A recibir información comprensible, suficiente y continuada, en un


ambiente adecuado, sobre el proceso o evolución de la salud de su hijo
o hija, incluyendo diagnóstico, pronóstico y tratamiento.
b. A tener acceso continuado a su hijo o hija mientras la situación clínica lo
permita, así como a participar en su atención y en la toma de decisiones
relacionadas con su asistencia.
c. A prestar su consentimiento manifestado por escrito para cuantos
exámenes o intervenciones se quiera someter al niño o niña con fines
de investigación, bajo protocolo aprobado por el Comité de Bioética.
d. A que se facilite la lactancia materna de la persona recién nacida
siempre que no incida desfavorablemente en su salud.
e. A recibir asesoramiento e información sobre los cuidados especiales del
niño o niña.

ARTICULO 5º.- Será autoridad de aplicación de la presente ley el Ministerio


de Salud de la Nación en el ámbito de su competencia; y en las provincias
y la Ciudad de Buenos Aires sus respectivas autoridades sanitarias.

ARTICULO 6º.- "El incumplimiento de las obligaciones emergentes de la


presente ley por parte de las obras sociales y entidades de medicina
prepaga, como así también el incumplimiento por parte de los profesionales
de la salud y sus colaboradores, y de las instituciones en que estos presten
servicios, será considerado falta grave a los fines sancionatorios, sin
perjuicio de la responsabilidad civil o penal que pudiere corresponder."

El artículo está orientado a sancionar el incumplimiento de las obligaciones de


la ley. No obstante, el texto legal da por sentado que todos los nacimientos ocurren
en instituciones de salud, por lo que deja un vacío legal a aquellas personas que por
elección o por circunstancias tienen sus partos por fuera de dichos contextos. Tal es
el caso de los partos planificados en domicilio. Consideramos que el Estado puede no

En relación con lo antedicho, el concepto de “riesgo”, como fuimos dando cuenta, no es neutral, sino
102

que es una construcción.

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abogar por los partos domiciliarios planificados, pero, aun así, debe respetar la
autonomía de cada mujer y contemplar la diversidad103.

Para cerrar este apartado, si bien nos limitamos a realizar un análisis especifico
de la Ley 25.929, podemos concluir que esta ley es transversal a otras leyes como
aquellas con relación a las cuestiones de género y a los derechos del Paciente.

3.4 Parir es político: Movimientos por el parto respetado.

Hasta el momento dimos cuenta de los diferentes procesos de desposesión104


del patriarcado capitalista sobre los cuerpos femeninos: desde su fuerza de trabajo
hasta su vida sexual y reproductiva/no reproductiva. No obstante, es importante
aclarar que ello convive con una fuerte lucha por la resistencia. En este sentido es
central el movimiento feminista, que ha construido un inmenso aporte teórico,
metodológico y por supuesto, político, cuestionando y buscando deconstruir la
subordinación de género. Particularmente, en este trabajo tenemos la convicción de
que los feminismos atraviesan y enriquecen enormemente las maternidades. Pues
bien, una de las formas de hacerlo, es a través de la lucha por gestaciones y
nacimientos respetados.

Para comprender la historicidad de esos procesos, nos remitiremos hacia los


años 60´, donde en Estados Unidos y en Europa, se gestaba la denominada segunda
Ola del feminismo. Uno de los principales aportes de esta, es el origen del
trascendental lema feminista, con absoluta vigencia: “Lo personal es político”.

103 La Sociedad de Ginecología y Obstetricia de Buenos Aires emitió un comunicado en el año 20015
en el que se posiciona en contra del parto domiciliario, aludiendo que “En nuestro medio los partos
domiciliarios por elección no estarían cumpliendo con la letra y el espíritu de la ley, ya que son asistidos
por "equipos de salud" autoconvocados que no cuentan con aval ni apoyo de una institución
responsable. SOGIBA ve con preocupación los casos de complicaciones graves de partos asistidos en
domicilio por "equipos de salud" pero sin "institución asistente" y que son llevados y a veces
"depositados" sin responsable alguno en las guardias de hospitales, sanatorios o clínicas. (…) Por este
motivo nos vemos en la obligación de advertir a la población que, en coincidencia con lo expresado en
la ley, entendemos que el nacimiento de cualquier argentino debe llevarse a cabo en instituciones que
cuenten con las condiciones necesarias para resolver cualquier complicación materna o feto-neonatal
en tiempo y forma”. (http://www.fasgo.org.ar/images/Parto_Domiciliario_Documento.pdf).
104 Es un concepto acuñado por el geógrafo teórico y marxista David Harvey (2005). Este término hace

alusión al acto de desposeer o desposeerse, pero con relación con arrebatar, quitar, robar, privar,
expropiar o despojar.

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El mismo, colocó en el debate público aquello que hasta entonces parecía ser
sólo del ámbito familiar y doméstico. Las críticas se dirigieron tanto a la forma
tradicional de trazar la frontera entre ambas esferas, como al sentido mismo de la
distinción. (...) En primer lugar, el ámbito público se transformaba en objeto de
reflexión, teorización y legislación, mientras que la esfera doméstica (familiar y sexual)
se trivializaba, aceptando como dato natural las relaciones patriarcales. En segundo
lugar, la distinción público-privado suponía, tanto desde el punto de vista de la
organización social como de la ideología, la desigual asignación de mujeres y hombres
a una y otra esfera. en tercer lugar, la defensa de la “privacidad” tenía como
consecuencia práctica que el ámbito doméstico y familiar se sustrajera al escrutinio
público y a la protección legal. (Lopez Gómez 2003:21 citando a Pateman:1996).

Es de este modo, que el feminismo de los 60´ abordó cuestiones tales como
métodos anticonceptivos, aborto, gestación, parto, puerperio, menstruación, patria
potestad, divorcio, etc.

Como expresa Canevari:

“Los feminismos que emergieron a partir de las décadas del `60 y `70 en
América Latina y en el mundo, tomaron como una de sus cuestiones centrales la crítica
a los significados y reglas atribuidos a la sexualidad y a la reproducción, y su papel en
la estructuración de las relaciones de subordinación entre varones y mujeres. El
cuerpo, la sexualidad y la reproducción, habían sido constituidos como territorios de
privación de poder para las mujeres. El feminismo entiende que cualquier proyecto de
emancipación debe necesariamente enfrentar y desentrañar la trama de relaciones
desiguales allí erigidas. Con ese punto de partida, se encendió un proceso de
politización 105 o de (des)encubrimiento de los diferenciales de poder en esos
ámbitos. Introdujeron en las discusiones públicas, los derechos y la autonomía, como
interpretaciones alternativas acerca de las necesidades de las mujeres”. (Canevari
20107:66 citando a Claudia Bonan 2003)

Mientras tanto, en nuestro país, como explica Felitini (2011), las mujeres de los
sectores medios urbanos atravesaban un periodo de grandes cambios a nivel político,
jurídico, laboral, y se interpelaban acerca de las pautas en relación con la reproducción
y la sexualidad. En este contexto, relata la autora, se evidenciaba además un uso

105 Las negritas son nuestras.

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creciente de métodos anticonceptivos como pastillas hormonales o el DIU 106 y una


mayor aceptación del sexo antes del matrimonio. Estas transformaciones sociales,
culturales y políticas llevaron a que en la década del ’70 se formará un movimiento
feminista de la segunda ola a nivel nacional, que luchaba por los derechos sexuales y
reproductivos de las mujeres. No obstante, debido al contexto que atravesaba tanto el
país como América Latina, marcado por dictaduras militares, por ende, de violación
sistemática a los derechos humanos, el movimiento feminista se vio acallado.

Mientras tanto en Francia, según Felitti (2011) desarrolla, comenzaba a cobrar


importancia las ideas del médico francés Frederick Leboyer en relación con el “Parto
sin violencia” en el cual se pregonaba la importancia de la libertad de movimiento, la
luz tenue, la intimidad y la presencia de una persona significativa para la mujer en
situación de parto, entre otras cuestiones.

Con la recuperación de la democracia en el año 1983, el activismo de las


mujeres es visibilizado más fuertemente. Tres años después, en 1986, comienzan a
realizarse anualmente los Encuentros Nacionales de Mujeres107. En esta dirección, es
oportuno resaltar, además, el encuentro realizado en 2014 en la ciudad de Salta, en
donde por primera vez se abre el taller de violencia obstétrica. Es de esta manera, a
través de las luchas sociales del movimiento feminista, que se van instalando en la
agenda pública el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos -no
reproductivos de las mujeres. Por mencionar solo algunas de las diversas leyes,
traemos a cuenta:

o La sanción de la Ley Nacional N° 25.673 de Salud Sexual y Procreación


Responsable (2003)
o La Ley Nacional N° 25.929 de Derechos de Padres e Hijos en el Proceso
de Nacimiento108 (2004),
o la Ley Nacional N° 26.150 de Derecho a recibir Educación Sexual
Integral (2006)

106 Dispositivo intrauterino. Método anticonceptivo femenino reversible.


107 Desde mediados de la década del 1980 se realizan en nuestro país y de forma anual los Encuentros
Nacionales de Mujeres.
108 Conocida como Ley de Parto Respetado.

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o la Ley Nacional N° 26.485 de Protección Integral para Prevenir,


Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en los ámbitos en
que desarrollen sus relaciones interpersonales (2009).

A su vez, se crean diferentes programas, de Maternidad Segura y Centrada en


la Familia, de Salud Sexual y Procreación Responsable. En el 2006 se incluye la
cobertura gratuita de la Anticoncepción Quirúrgica, y en el 2020 la paradigmática
aprobación del proyecto de IVE109, entre otros.

Es así como va surgiendo en la escena política un activismo, una militancia por


politizar y traspasar al orden de lo social, un evento que hasta entonces permanecía
en la esfera privada, en concordancia con el lema citado en el título del apartado.

Los cambios legislativos, como bien señalan Castro y Erviti (2009), se han
acompañado por el activismo por parte de grupos, redes y asociaciones que
denuncian la prevalencia de un modelo biomédico en la atención al parto y al
nacimiento y la persistencia de situaciones de violencia obstétrica, al mismo tiempo
que promueven el empoderamiento de las mujeres y sus familias desde un enfoque
de derechos sexuales y reproductivos – no reproductivos (Levin, 2010).

En nuestro país, la lucha por el parto respetado y la eliminación de la violencia


obstétrica es una demanda eminentemente de género, que surge del movimiento
feminista. El movimiento por el parto humanizado en la Argentina gana visibilidad
desde comienzos del siglo XXI con la tipificación legislativa de la violencia obstétrica
como una manifestación de la violencia de género.

Eva Giberti (1993) afirma que uno de los principales objetivos de los
movimientos por el parto humanizado es denunciar las intervenciones que limitan la
autonomía y el poder de decisión de las mujeres. Los mismos, son sumamente
heterogéneos. Dentro del mismo convergen mujeres, feministas, doulas y
profesionales de la salud. En este sentido, luchan por el respeto tanto de los tiempos
biológicos y emocionales, así como de los aspectos culturales y singulares, en
concordancia con lo estipulado por la ley. Algunas de esas conquistas fueron
cristalizadas por herramientas tales como el plan de parto 110 . Afirmamos que lo

109Interrupción voluntaria del embarazo.


110 Con respecto a las herramientas existentes, una de ellas es la posibilidad de confeccionar

un Plan de Parto, el cual es un documento donde las mujeres estipulan sus preferencias, necesidades,

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antedicho supone un corrimiento mayúsculo de las bases que plantea el modelo


medico hegemónico instalado hace siglos, el cual ignora toda individualidad. A este
respecto nos preguntamos ¿Será por ello que los cambios en la atención obstétrica
son tan lentos? Como las autoras Arnao Bergero, M., Galván, V. L. y Rosso (2018),
explican:

“De esta forma, el parto respetado aboga por una humanización del sistema de
salud que pueda priorizar la singularidad del otro, valiéndose de la tecnología
en los casos en donde sea necesario, pero, por, sobre todo, mirando a la
persona en su aquí y ahora como sujeto de derecho y soberana de su cuerpo.
Este modelo necesita, por parte de los profesionales de la salud, un amplio
conocimiento de fisiología del parto y entrenamiento en el trato con
personas sintientes, pensantes, que tienen historias personales que las
definen, siendo conscientes del poder que tienen sus actos, palabras,
miradas, en un momento tan crucial, significativo y de tanta vulnerabilidad para
las parturientas, y haciendo un uso ético de este poder” (Arnao Bergero 2018
:10).

Para pensar en partos respetados, es ineludible entenderlos como hecho


sexual y por ende como parte de la vida sexual de las mujeres. La importancia de ello
radica en tanto estos pueden ser vividos como una experiencia positiva, placentera y
con gozo. Pero en el mismo sentido, se remarca como una experiencia que puede ser
libremente elegida (o no) por una mujer y en lugar de constituirse como mandato
reproductivo.

deseos y expectativas sobre el proceso de trabajo de parto, parto/cesárea, nacimiento y pos parto. El
mismo debe ser presentado a la institución.
Por otro lado, entre las alternativas de servicios particulares, existe la posibilidad de la
contratación de parteras y/o doulas para que acompañen las gestaciones, el proceso en las
instituciones, o durante el trabajo de parto en el domicilio de la mujer gestante. Las doulas cumplen un
rol como acompañante de la mujer-madre en el proceso de gestación y parto, y posparto. Las mismas,
tienen conocimientos básicos sobre fisiología del parto y sobre puerperio, primeros auxilios,
puericultura, lactancia y educación prenatal. Las doulas pueden desempeñarse en hospitales, casas
de partos, sanatorios y domicilios y como bien dijimos es un servicio al alcance solo de aquellas familias
que pueden costearlo. Por esto queda claro que es dificultoso que cada mujer gestante cuente con una
doula. Pero nos preguntamos ¿Qué pasaría si en los cursos de preparto se capacitaría con algunos de
estos conocimientos acerca de la fisiología de los cuerpos durante el trabajo de parto?

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Teniendo en cuenta la ley N°25.929 (2004) hablamos de un parto respetado


cuando existe un trato individual, personalizado, respetuoso, íntimo y en el cual se
tienen en cuenta las pautas culturales y sociales de la mujer. Es aquel en el que las
mujeres gestantes son consideradas personas sanas y se respetan los tiempos tanto
fisiológicos como psicológicos; sobre todo, en donde se puede elegir de qué manera
parir y con quien. Teniendo como eje que las mujeres pueden ejercer su libertad como
sujetas autónomas siendo los protagonistas la mujer pariendo y el / la bebé naciendo,
en tanto sujetos activos. A decir de Carolina Francia: “Un parto respetado es la suma
de los derechos que toda mujer tiene ante un momento muy importante y
extraordinario en su vida: el nacimiento de un/a hijo/a” (2015:97).

A este activismo se agrega el compromiso de algunos efectores de salud con


nuevos modelos de atención como el de Maternidad Segura Centrada en la Familia 111
(MSCF) promovido por UNICEF112, que se presenta como un horizonte aspiracional
en la atención perinatal en establecimientos públicos de salud 113(Castrillo, 2015).

Según Arnao Bergero, Galván y Rosso (2018), cuando las personas con
capacidad gestante son habilitadas para parir de un modo respetuoso, las
experiencias son vividas como situaciones de plenitud y empoderamiento. Las autoras
afirman en su estudio que los relatos de las mujeres que viven un parto respetuoso
(en los tiempos del propio cuerpo, a su ritmo, en un ambiente familiar, íntimo, cuidado,
amoroso) constituyen en sí relatos de experiencias de empoderamiento.

Por último, en este trabajo consideramos firmemente que nacer mejor es vivir
mejor. Cambiar la forma de nacer nos hará una sociedad más digna, más justa, más
equitativa y sobre todo menos violenta.

A modo de síntesis, en este último capítulo, dimos cuenta de cómo pese a la


existencia de los textos legales, la violencia obstétrica sigue siendo una práctica

111 Este modelo plantea el reconocimiento a las mujeres-madres y a la familia, junto al equipo de salud,
como protagonistas. Define la seguridad de la atención como una de sus prioridades; estimula el
respeto y la protección de los derechos de la mujer y del bebé por parte del equipo de salud. Promueve
la participación y la colaboración de la familia y la comunidad en la protección y el cuidado de la mujer
y el recién nacido. Y estipula la implementación de prácticas seguras y de probada efectividad (Larguía
et al, 2011).
112 Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
113 Con estos lineamientos comenzó a funcionar en enero de 2013, en el partido de Moreno, Provincia

de Buenos Aires, la Maternidad de Moreno Estela de Carlotto (MEC), orientado a garantizar derechos
perinatales, pero también aquellos vinculados a la salud sexual integral (Rosemberg y Zerbo 2017).

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sumamente generalizada en la atención en los nacimientos, valiéndose esta mediante


todos mecanismos desarrollados en el capítulo 2, y expresándose desde malos tratos
y falta de información, hasta en la espacialidad hegemónica, la cual en sí misma
predispone un lugar subordinado para con las mujeres. En este sentido, pensar en el
territorio del Conurbano como en profunda inequidad en sí mismo y entre sus mismos
partidos, en clave de desigualdad en cuanto a la asignación de recursos, da cuenta
que el acceso a la salud en general, y en el momento del parto en particular, se ve
negativamente afectado en términos materiales. Es preciso remarcar que esta
desigualdad, además de en las mujeres, también impacta en las instituciones y en
personal de salud en términos de flexibilización, explotación y precarización laboral.

Para concluir, hemos dado cuenta que la problemática de la Violencia


obstétrica es en sí misma una situación problemática compleja y atravesada por
múltiples determinantes. Es a la luz de las luchas y conquistas de los movimientos por
el parto respetado que podemos visualizar que cuestionar y problematizar las
gestaciones y los modos de parir / nacer permite politizar las maternidades y así
traspasar el ámbito de lo privado. Cómo analizamos, aún estamos lejos de lo
postulado por la Ley N° 25929, no obstante la lucha por los nacimientos libres de
violencias es la expresión de ese horizonte, donde las mujeres puedan vivir las
gestaciones como parte de la vida sexual y reproductiva, de manera deseada y sin
opresión.

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CONSIDERACIONES FINALES

En este trabajo nos propusimos describir y analizar las relaciones de violencia


que se establecen durante la asistencia al parto/cesárea, desde la perspectiva de
género y con una mirada puesta particularmente en las experiencias de las mujeres
primíparas en el conurbano bonaerense. Recuperando la perspectiva de totalidad,
historicidad y situacionalidad adoptada en el mismo, optamos por no poner el término
conclusiones, ya que como dijimos, esta investigación de ninguna manera se
encuentra acabada, así como aún tenemos interrogantes, algunos desde el inicio de
este proceso, y otros surgidos en su desarrollo.
Partimos de la base de que los antecedentes de este trabajo ya daban cuenta
que las mujeres sufrían violencias y maltratos en la asistencia al parto/cesárea. La
motivación, entonces, no fue comprobar su existencia sino profundizar respecto a este
fenómeno en el territorio del conurbano bonaerense, para comprenderlo y contribuir a
desnaturalizarlo.
Ahora bien, a fin de recuperar a grandes rasgos el camino realizado, en el
primer capítulo dimos cuenta de que el proceso del parto, por miles de años fue
concebido como un proceso natural, donde las mujeres eran contenidas por otras
mujeres y asistidas por parteras o matronas. Sin embargo, a partir de la Inquisición,
miles de mujeres -acusadas de brujas-, fueron -literalmente- quemadas en la hoguera,
junto a sus saberes acerca de la reproducción y no reproducción.
A partir del siglo XVII, el desarrollo de la ciencia médica en el occidente va
delineando la Obstetricia. Teniendo en cuenta que las incipientes universidades no
aceptaban mujeres en sus aulas, y que los saberes de las mujeres y sanadoras
populares fueron desplazados, demonizados e incluso incinerados, la obstetricia se
abrió paso como la única alternativa posible para asistir los nacimientos, totalmente a
mano de varones.
Es preciso recalcar, que como señalamos, las ciencias médicas, se
configuraron con un fuerte rasgo androcéntrico y con una clara delimitación en un
enfoque biologicista, dejando de lado aspectos tales como los culturales, emocionales,
sociales y económicos.

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De esta manera todos los saberes y conocimientos que tenían las mujeres
sobre el parto fueron desautorizados y este pasó a ser concebido como un
acontecimiento médico, relacionado con la enfermedad, lo patológico y el riesgo. Por
ende, una vez desplazados los partos de los domicilios hacia los hospitales, se instala
la necesidad de que debe ser controlado e intervenido.
En ese sentido, la medicina visualiza como sujeto ideal al varón; las mujeres,
por su parte, son del orden de la otredad, como aquello que no es un varón y asociada
a la naturaleza, por ende, al caos. Es así como su sexualidad toda es reprimida,
medicalizándolas y patologizándolas.
En este trabajo pretendimos contribuir a problematizar las falsas dicotomías
como naturaleza/cultura, biológico/social, cuerpo/mente, sexo/género como posición
política, ya que estas clasificaciones duales constituyen uno de los fundamentos de
las desigualdades, legitimadas por el Modelo Médico Hegemónico, tras su apariencia
de neutralidad.
Las asimetrías en la distribución del poder en nuestra sociedad llevan a que,
como lo señala Butler (2002), algunos cuerpos tengan más valor que otros. La
violencia obstétrica da cuenta fuertemente de la asimetría entre los géneros propia de
una sociedad en la que las mujeres tienen un lugar subordinado respecto de los
varones.
Fuimos desarrollando algunos de los mitos sociales y científicos respecto al
género femenino y cómo estos han ido cambiando con el transcurso del tiempo. Sin
embargo, lo que parece permanecer intacto, es el supuesto de que el Modelo Médico
Hegemónico, se posiciona desde un lugar de objetividad y verdad autorizada. Y en
ese sentido, este último ha arrebatado la posibilidad de las mujeres de tomar
decisiones en nombre de ese saber autorizado.
Esto es así en tanto, en los relatos, las mujeres dan cuenta de que la
información que se les brinda es insuficiente, tergiversada o en ocasiones una
verdadera falacia para obtener su consentimiento. Hemos hallado que no hay
diferencia ni en la amplitud, ni en la profundidad, ni en las expresiones de la
violencia obstétrica en el ámbito público ni privado, porque, como dijimos, las
desigualdades de género tienen que ver con la estructura más general de
nuestra sociedad Patriarcal- Capitalista.
Observamos, además, que dado que el Modelo Medico Hegemónico aborda el
parto como un fenómeno exclusivamente orgánico, la atención disponible es colocada

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en la evolución fisiológica del proceso mientras que la condición humana aparece


como un obstáculo que demora o molesta.
Vale resaltar que el proceso del parto no se trata de una especie de crisis
repentina, donde los demás deben tomar la dirección porque la mujer-madre no posee
control sobre su cuerpo o capacidad de razonar. El parto es un proceso humano,
fisiológico. Pero se lo ha deshumanizado considerándolo más bien un acto médico, es
decir, medicalizándolo excesivamente y patologizándolo. Es por esta premisa, que los/
las profesionales han centrado la atención en el protagonismo médico y en los
aspectos tecnológicos, desplazando a las mujeres de su capacidad de decidir y actuar
durante el parto, por lo que la mujer es considerada una “paciente”.
A partir del análisis de las prácticas obstétricas de las mujeres entrevistadas,
podemos reflexionar que existe toda una batería (o cascada) de intervenciones que
se ejecutan, totalmente por fuera de conocimientos de la medicina asentados en
evidencia científica, y que, por el contrario, dan cuenta de relaciones de sometimiento
que guardan relación con cuestiones de género. En ese sentido, se han impuesto
como rutina una serie de acciones médicas como la episiotomía, el uso de oxitocina
sintética, etc., que muchas veces traen complicaciones y derivan en situaciones de
violencia. Reiteramos, toda práctica médica que tenga por objeto otros fines al cuidado
de la salud de las mujeres y sus hijos/as, así como aquellas que bajo el discurso del
“cuidado”, las objetualice y/o minimice, son violentas.
El elevado índice de intervenciones innecesarias que se practican a las mujeres
que devienen en violencia, es resultado de este fenómeno en el que se priorizan las
necesidades institucionales e intereses económicos en detrimento de la salud de las
mujeres y sus hijos e hijas.
La violencia obstétrica es una modalidad más de violencia de género, pues
parte de la premisa de que la mujer es un objeto del que resulta legítimo disponer. Se
trata de una manifestación del ejercicio de sometimiento históricamente ejercido sobre
los cuerpos de las mujeres. En esta investigación se desarrollaron tres categorías para
describir las distintas maneras de ejercerla: la violencia desnuda, la violencia
velada y el abandono como modalidad de violencia
Aunque al iniciar este trabajo afirmamos que la violencia obstétrica se
encuentra tan naturalizada que difícilmente las mujeres pueden reconocerla, lo cierto
es que las mujeres que han relatado su parto / cesárea reconocieron, en diferentes
medidas, expresiones de violencia obstétrica. Aun así, ofrecer resistencia a estos

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procedimientos no es una empresa sencilla ya que se encuentran sostenidos por los


mecanismos de desautorización tales como la homogeneización, fragmentación,
patologización, naturalización, contaminación y culpabilización.
Conscientes de que no en todos los casos se presentan estos mecanismos,
los hemos observado en los relatos de todas las mujeres entrevistadas, las cuales
señalan conocer este tipo de trato, por haberlo vivido ellas mismas y familiares. Sin
embargo, nos preguntamos por qué no existe una real voluntad política de relevarlas.
Las experiencias de sufrimiento abundan y los datos escasean ¿Será por
considerarse que la violencia obstétrica no interviene en el resultado esperado, es
decir, mujeres y bebés físicamente “sanas/os”?
La problemática estudiada, no puede ni debe reducirse a la insensibilidad o
mala voluntad del personal de salud. Si no que ésta es una problemática inherente e
incorporada a la praxis cotidiana en las instituciones hospitalarias, enraizadas en los
saberes médicos hegemónicos como superiores y portadores de la verdad autorizada.
No obstante, en este trabajo nos encontramos con la dificultad de que al
empatizar con las mujeres usuarias que vivieron violencia obstétrica, tendíamos a
construir una mirada dicotómica que construye víctimas y victimarios. Sin embargo,
pensar la violencia obstétrica en términos dicotómicos invisibiliza la complejidad del
fenómeno. En tanto señalemos al personal de salud como perpetrador del acto
violento, y no como dentro de un mecanismo complejo parte de una sociedad
capitalista y patriarcal, la reflexión en torno al tema se limitará al plano de lo
fenoménico e individualizará la responsabilidad en cada efector de salud que participa
del proceso, en lugar de comprehenderlos como expresiones y encadenamientos de
postulados, saberes y prácticas profundamente arraigados en las representaciones
sociales, en la formación académica y en el ethos institucional del sistema de salud.
La formación médica se hace eco de las desigualdades de la sociedad que es
parte. Y a su vez la situación se ve exacerbada otras cuestiones estructurales del
servicio (como la falta de recursos y la precarización laboral del personal sanitario,
etc.). Así mismo, se ha mostrado cómo los discursos propios de una sociedad
capitalista en la que los intereses del mercado han permeado el ejercicio de la
medicina buscando la “optimización” del funcionamiento de los cuerpos, respondiendo
a los criterios de agilización y estandarización propios de la productividad. En ese
sentido, sostenemos que la violencia obstétrica es resultado de prejuicios y
representaciones sociales, intereses político-económicos, condicionamientos

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institucionales, mandatos profesionales, relaciones jerárquicas y autoritarias, etc: Se


trata de un problema complejo y cuya base es estructural.
El parto o la cesárea representan el último momento de una gestación, pero
nunca es el final, sino que hablamos de un inicio. En ese orden de ideas, hemos
analizado la manera en que una experiencia negativa impacta sobre la subjetividad
de las mujeres. No obstante, prácticamente no se ha hecho referencia a los/las
niños/as que nacen en un ambiente cargado de violencia en donde ellos/as también
son víctimas.
Por último, vale aclarar que el lugar de subordinación de las mujeres, en el
ámbito de la salud no es resultado de un proceso ligado a la modernización de las
ciencias médicas. Si no que radica en el resultado de una lucha por la base de poder
de la medicina, en la que se disputa el cuerpo de las mujeres, entiendo a este como
territorio.
Porque si las mujeres lograran recuperar el control y la soberanía de sus
propios cuerpos, se llevaría a cabo un auténtico choque de intereses, ya que el
empoderamiento incomoda profundamente a los protocolos establecidos
históricamente y hace que se tambaleen los cimientos mismos del Modelo Médico
Hegemónico, pero también del patriarcado mismo.
Finalizando este trabajo, sabemos que no todo el mundo ha parido, pero todos
y todas hemos sido paridos / paridas por mujeres, y en este Modelo Médico
Hegemónico, ellas han sido y siguen siendo muy malparidas.

Posibles líneas de acción

En este trabajo nos preguntamos cuáles serían los posibles caminos por seguir
que permitan comenzar a desarticular el estrecho vínculo que existe entre violencia y
atención del nacimiento. Como hemos analizado, si bien los movimientos por el parto
respetado siguen trabajando arduamente por visibilizar estar problemática, y han
logrado colocar el tema en la agenda pública y política, aún no está garantizado el
cumplimiento de la Ley N° 25929.

Consideramos que la respuesta para erradicar la violencia contra las mujeres


durante el parto/ cesárea es compleja y requiere de dos vertientes necesarias:

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En primer lugar, que todos y todas podamos visibilizarlas. Para ello, es preciso
propiciar herramientas tales como aprovechar la oportunidad de los encuentros
prenatales para brindar una verdadera preparación, que implique además a otros
vínculos significativos para las mujeres y las personas recién nacidas.

Pero por otro lado, principalmente es de suma importancia generar un cambio


de paradigma en la atención médica, que permita romper con la lógica del rédito
económico, donde la salud es una mercancía; así como también es urgente un cambio
en el paradigma del disciplinamiento de los cuerpos femeninos a través de todo tipo
de intervenciones que no tienen que ver con el cuidado de la salud. Así mismo, los
protocolos de las instituciones no pueden seguir estando por encima de los derechos
y la salud de las mujeres.

Otro punto a tener en cuenta es que, en nuestro país, la no reglamentación del


ejercicio profesional de la partería también está vinculada a una sobre intervención y
por ende guarda relación con el elevado índice de cesáreas. Las parteras son las
profesionales capacitadas específicamente para la atención del parto de bajo riesgo,
mientras que los y las obstetras están entrenados / entrenadas para atender
complicaciones, por lo que es lógico postular que las primeras cuenten con una mayor
cantidad de recursos para acompañar partos de bajo riesgo.

En cuanto al Trabajo Social, su intervención en el ámbito de la salud es de gran


importancia en tanto ocupa un lugar muy importante a la hora de trabajar sobre
temáticas de salud y género. Sin embargo, en relación con la violencia obstétrica aún
no ha logrado alcanzar el espacio necesario debido a que ésta es una problemática
poco visibilizada de manera general, y a nivel institucional ocurre en un contexto donde
la medicina tiene un poder superior ante el resto de las disciplinas.
En resumidas palabras, podemos concluir en que los esfuerzos deberían
concentrarse en: 1° una transformación en los objetivos de la preparación de las
mujeres gestantes durante la gestación. 2° Modificación urgente de las bases del
Modelo Médico Hegemónico y su replicación en las instituciones de salud. 3° Un
cambio en los modelos de formación de los profesionales de la salud donde sea
transversal la perspectiva de género.

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Referencias bibliográficas

● ACUÑA, Carlos y CHUDNOSKY, Mariana (2002): El Sistema de Salud en la


Argentina. Documento Nº6. Centro de Estudios para el Desarrollo Institucional.
Universidad de San Andrés.
● ARAGÓN, Mariana (2013). Violencia obstétrica vs. Parto respetado. Apuntes
para un debate urgente a través del texto de la Ley Nacional 25.929. X Jornadas
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Programa creado por ley nacional y ley provincial (año 2005)
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quirúrgica. La ley de ligadura tubaria y vasectomía
● Ley Nacional N.º 25.929 (2004) Ley de Derechos de padres e hijos durante el
proceso de nacimiento.
● Ley Nacional N° 25.929 - Parto Humanizado
● Ley Nacional N° 26485 (2009). Ley de Protección Integral para prevenir,
sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que se
desarrollen sus relaciones interpersonales.

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ANEXOS

ANEXO N°1
Guía de entrevista y entrevistas.
Los nombres de las mujeres son ficticios para resguardar la intimidad de cada una de
ellas, así como tampoco se hace mención a los nombres de las instituciones de salud.

Momentos: apertura, focalización y profundización de información.


• Presentación.
• Explicación de los objetivos del estudio.
• Compromiso de confidencialidad y de facilitar el trabajo una vez finalizado.

1. Preguntas sobre la gestación

• ¿Cómo fue el embarazo?


• ¿Cómo te sentiste?
• ¿Cómo fueron los controles?
• ¿Te han invitado o sugerido a algún curso/charla/encuentro de preparto o
preparación para la maternidad? ¿Participaste? En caso de respuesta
afirmativa:
• ¿Qué temas se tocaron? ¿Te sentiste conforme? ¿Qué temas consideras que
se podrían haber tratado para mejorarlo?

2. Preguntas sobre las expectativas respecto de parto / cesárea

• ¿Te gustaría contarme como transcurrieron las semanas previas al


parto/cesárea? ¿Cómo te sentías?
• ¿Cómo imaginabas ese momento? ¿Te hubiese gustado que se dé de alguna
manera en particular? ¿Cuál?
• ¿Cómo era el vínculo con el/la profesional que te atendió?
• ¿Hubo de tu parte algún pedido específico respecto al parto? (En caso de que
sí) ¿Cuál? ¿Me podrías comentar cuál fue la reacción/respuesta del/ de la
profesional?

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• (Solo para parto/cesárea en institución privada) ¿Pagaste o te propusieron


pagar un monto de dinero extra por la atención de profesionales en particular
(equipo completo o algunos/as de los integrantes)?
• ¿Me podrías contar si conoces algo acerca de los derechos de las mujeres en
el parto / parto humanizado o respetado? (Ahondar)

3. Preguntas sobre el parto /cesárea propiamente dicho

3.1 Preguntas introductorias

• ¿Cómo te fue en el parto? ¿Dónde sucedió? ¿Te gustaría contarme cómo se


dio? (Indagar acerca si fue parto vaginal o cesárea. En caso de ser cesárea,
indagar si hubo trabajo de parto y si fue o no programada. Si fue programada
indagar si fue decisión personal o médica y sus motivos)
• ¿Cuántas semanas de gestación llevabas/ De cuánto estabas?
• ¿Qué intervenciones te realizaron? ¿El personal te fue informando sobre los
procedimientos que te iban realizando? ¿Se te pidió tu opinión sobre éstos?
¿Te sentiste bien informada?

3.2 Preguntas específicas sobre intervenciones y medicalización - SOLO para


mujeres que atravesaron trabajo de parto (Natural / inducido / ambos) – Realizar
aquellas que no fueron relatadas mediante la pregunta anterior.

• ¿Cómo comenzó el trabajo de parto? (Indagar si inició espontáneamente o fue


inducido)
• ¿Cómo te sentiste?
• ¿Cómo sentiste a tu cuerpo durante el trabajo de parto?
• ¿Conocés lo que es la vía? El personal médico suele llamarle “suero” /”suerito”
¿Te pusieron vía? ¿Te explicaban que medicamentos te suministraban a
través de esa vía? ¿Cuáles fueron?
• ¿Conocés lo que es la oxitocina? El personal suele llamarle “goteo” y
generalmente dicen que es para apurar o ayudar a tener más contracciones
¿Te colocaron oxitocina? ¿Te explicaron para que servía y sus
riesgos/beneficios?

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• ¿Qué cosas te aliviaban durante el TP? ¿Qué cosas no ayudaban a transitar el


TP?
• ¿Durante el TP podías moverte libremente? (Indagar acerca de obligación de
permanecer en posición supina)
• ¿Podrías comentarme respecto a si te dejaron ingerir alimentos o bebidas
durante el TP?
• ¿Monitoreaban los latidos al/ a la bebé? ¿De manera constante o intermitente?
• ¿En el TP rompiste bolsa? ¿El personal la rompió artificialmente?
• ¿Te realizaron tactos vaginales? ¿Recordás maso menos cuántas veces?
¿Quién / quienes lo hacían? ¿Te explicaban para que lo hacían y sus
riesgos/beneficios?
• ¿Conocés sobre la episiotomía? Es un corte que realizan entre la vagina y el
ano, antes del nacimiento, y cuando termina el parto suturan /cosen ¿Te
practicaron episiotomía/puntos? ¿Te avisaron? ¿Te explicaron por qué
causas?
• ¿Te realizaron enemas? En caso de si ¿Te avisaron /pidieron tu
consentimiento?
• ¿Recordás si te pidieron que vayas rasurada o si lo han hecho ellos? ¿Te
pidieron consentimiento?
• ¿Conocías lo que es la maniobra de Kristeller? Se conoce como Kristeller
cuando, durante el parto, el personal se sube del abdomen de la mujer y hace
presión. ¿Te realizaron esta maniobra?

3.2 Preguntas sobre violencia verbal – simbólica (Para mujeres que han atravesado o
no trabajo de parto).

• El personal que te atendió el día del parto, ¿Cómo se presentó?


• ¿Cómo se dirigían hacia vos? (Indagar si se dirigían por nombre o algún
“apodo”)
• ¿Cómo describirías el trato del personal que te atendió en el parto? ¿Podrías
especificarme, si es posible, cómo te trató cada uno?
• ¿Pudiste elegir algún aspecto o aspectos de tu parto? ¿Cuáles? ¿Por qué (si o
no)?
• ¿Pudiste elegir quién estaría presente en tu parto?

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• ¿Tuviste miedo en algún momento? ¿Cuándo, por qué?


• ¿Pudiste expresar tus emociones, sentires, miedos durante el proceso del
parto/cesárea?
• ¿Te iban comentando como iba el parto/cesárea y cómo esta tu bebe/beba?

4. Preguntas SOLO para el evento cesárea

• Durante la cesárea ¿Te ataron los brazos? ¿Te explicaron el motivo?


• ¿Me podrías comentar si el personal hablaba entre si durante la cesárea? ¿Recordás
de qué?
• ¿Cómo sentiste la anestesia? ¿Te consultaron alguna cuestión respecto a la
anestesia? (Indagar si fue peridural o general)
• ¿Cómo fue la incisión que te realizaron?
• Al finalizar la cesárea ¿Cómo fue el primer vínculo con el/la bebé?

5. Preguntas acerca contacto con la persona recién nacida

• Una vez que nació tu bebé ¿Cómo fue el corte del cordón?
• ¿Cómo fue el primer contacto?
• ¿Cómo fue cuando lo llevaron a hacer los controles? ¿Cuánto tardó
aproximadamente en volver?

6. Preguntas de cierre.

• ¿Volverías a tener otro parto/cesárea en el mismo lugar? ¿Por qué?


• ¿Fue muy diferente el parto/cesárea a como lo imaginabas? ¿Por qué? ¿Qué
te hubiera gustado cambiar?
• ¿Qué fue lo más difícil para vos?

7. Preguntas sobre Violencia Obstétrica

• ¿Escuchaste hablar sobre violencia obstétrica? ¿Qué opinas al respecto?


¿Crees que se produce con frecuencia?

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Entrevistada: Gala
• Subsector: Público
• Edad gestacional al momento del parto: 40 semanas de gestación
• Evento: Cesárea

Entrevistadora: Te gustaría contarme, primero, ¿cómo fue el embarazo?

Gala: Fue difícil en los primeros meses, era como un montón de sensaciones nuevas
y estaba como muy alborotada en muchos sentidos. Los últimos meses fueron medios
complicados, por una cuestión de lo que se venía. El tema de los calambres, sueño.
Tenía que sostener muchas cosas. Pero puntualmente no fue difícil para mí.

Entrevistadora: Respecto a los controles, ¿Me podrías decir más o menos cómo era
la relación con tu obstetra y cómo se fueron desarrollando los controles?

Gala: Si. Los controles fueron buenos, me gusto la relación que tenía con la obstetra
en el hospitalito.

Cada vez que tenía que ir, me aclaraba las cosas: para qué eran las ecografías,
porque era necesario hacerlas en determinado tiempo. Con ella si podía sacarme
dudas, en sí. En eso no tuve problemas. Pude hacerme todos los controles. Lo que sí,
una parte los tuve que hacer en otro lugar donde tenía que pagar, porque en el hospital
demoraban mucho tiempo para hacerlos: Una ecografía, que es algo simple,
demoraba un mes y medio, y no tenía tiempo a veces para esperar tanto.

Entrevistadora: Durante el embarazo ¿Te invitaron alguna especie de curso de


preparación para la maternidad o de preparto?

Gala: Al curso de preparto me invitaron del hospitalito en sí. Pero yo fui a uno que
hicieron acá, en Villa Tesei, en el centro cultural. Que convocaba la municipalidad, eso
fue en los últimos meses. Fui con mi pareja los primeros encuentros, después ya fui
sola. Estuvieron buenos, te tranquilizaba el saber por lo menos lo que tenía que
esperar. Después los ejercicios, muchos me los olvide en el camino al parto (risas).

Entrevistadora: ¿ Recordás más o menos que temas se tocaron en ese curso?

Gala: Primero como tenía que preparar el bolso. Tanto el mío, como el del bebé: ya
tenerlo listo con unos pañales, unas ropitas, algodón, pervinox, óleo y todo lo que tiene

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que ver con él y conmigo. Dos camisones y algunas cosas más, que no me acuerdo
ahora eso. Y después si lo de las cuestiones del cuidado. Y las señales de alerta que
debía tener para las últimas semanas o respecto a las contracciones.

Entrevistadora: ¿Hay algún tema que no se tocó y hubiese sido necesario que se
incluya?

Gala: La lactancia. Me hubiera gustado. Porque eran como 4 encuentros por temática,
pero en el medio los suspendían. Suspendieron como un mes casi y fui a los últimos.
Pero cuando lo dieron, yo estaba en el último mes: ya no tenía ni ganas de ir.

Entrevistadora: Bueno, vos me dijiste que tuviste una Cesárea ¿Te gustaría
contarme cómo se fue dando?

Gala: El día anterior, el viernes por la tarde noche, ya había despedido la mucosa más
o menos. Igual al día siguiente, yo a la mañana fui a la feria a caminar un poco. Fue
mi pareja, y ahí ya empecé como a cansarme de más y tener más contracciones. Nos
fuimos a casa, y las fui controlando. Empecé a controlar los tiempos, estaba asustada
un poco. Las contracciones se daban cada 5 minutos y ya estaba. Así que pedimos
un Uber y nos fuimos al hospital tipo cuatro. Y a partir de ahí, cuando llegamos espere
afuera un rato, me dijeron que camine un poco más y ya cinco y media estaba
entrando, en la camilla, esperando.

Entrevistadora: ¿Contame, cuando esperabas en esa camilla te dijeron que


permanezcas en alguna posición en especial?

Gala: Si, estaba acostada. Estaba acostada y no permitieron que entre mi pareja. El
no puedo estar en ningún momento. Yo les pedí, si él podía pasar y me dijeron que
no.

Entrevistadora: ¿Te dieron los motivos?

Gala: Tampoco pude escuchar la explicación porque estaba concentrada en los


dolores que tenía, eran impresionantes las contracciones. Y estuve sola un rato largo,
sola ahí adentro y eso no me gustó.

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Yo necesitaba alguien que me acompañe no quería estar sola. Quería que estuviera
mi pareja conmigo. Lo que vi es que fue el mismo mecanismo con todas las mujeres
que estábamos ahí.

Estaban solas ahí adentro, esperando a que dilataran más. En mi caso, ya a las 8:30
se acercó un grupo de médicos con las enfermeras, y yo no rompía bolsa y ya estaba
en 8 dilatación.

Y me tuvieron que romper la bolsa y cuando rompieron me dijeron que tenían que
programar rápido la cesárea, que tenía que ser en ese momento por meconio.

Entrevistadora: Antes de preguntarte por el momento de la cesárea, en ese trabajo


de parto ¿Realizaron otras intervenciones?

Gala: Me acostaron, -yo quería salir de esa cama, no quería estar acostada-. Me
sacaron toda la ropa, me pusieron medicación por vía, para agilizar un poco más las
contracciones.

Pero la mayoría del tiempo estuve ahí sola en sí, yo pedía que venga alguien, pero no
venían. No sé si sería una estrategia de ellos o una manera de ellos de atención en
sí.

Y cuando yo entré al hospital, me pidieron todos los estudios, pero luego me los
volvieron a hacer en ese momento, porque como los otros fueron pagos y hechos en
otro lugar, ellos tenían que hacerlos ahí, previamente al parto.

Entrevistadora: ¿Te acordás que respondían cuando pedías que viniera tu pareja?

Gala: Me dijeron que no, que no era posible.

Les pedí también que, si se podía quedar conmigo después de la cesárea, durante la
noche. Y me dijeron que no, que un hombre no podía pasar, que eran todas mujeres
las que estaban ahí.

Pasó mi mamá. Ella trabaja ahí y entonces la conocían. Y la dejaron pasar. Pero en
sí, tenía que estar sola todo el tiempo. Pero igual una respuesta clara nunca me dieron.
Si me la dieron, no lo recuerdo.

Entrevistadora: Cuando te ibas suministrando los medicamentos por la vía ¿Te iban
explicando más o menos qué era lo que estaban poniendo?

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Gala: Me dijeron que me ponían oxitocina para agilizar un poco más el parto. Eso sí
lo sentí, porque empecé a sentir más rápido las contracciones. De eso sí me acuerdo,
quizás me dieron más explicaciones, pero no las recuerdo.

Entrevistadora: ¿Recordas qué cosas te aliviaron el proceso del parto?

Gala: El recordar como respirar. Intentaba hacer los ejercicios, intentaba respirar de
acuerdo con la última capacitación que tuve en los talleres. Eso un poco, me
tranquilizaba, porque fue una desesperación constante, estar sola y esperar mucho
tiempo, todo me parecía interminable muy largo. Necesitaba que alguien me hablara,
me contenga.

Entrevistadora: ¿Qué más sentías en ese momento?

Gala: Estaba un poco desesperada porque como te dije sentía que estaba muy sola.
Necesitaba alguien conmigo. En la misma habitación había otra chica conmigo. Y
nadie se acercaba. No tenía con quién practicar (los ejercicios). Yo tenía la idea de
que dejaban entrar a mi pareja y él me acompañaba a realizar los ejercicios.

Entrevistadora: ¿Y recordás si monitoreaban los latidos del bebé y de qué manera?

Gala: El monitoreo siempre fue constante, todo el tiempo monitoreaban los latidos.

Entrevistadora: Bueno, y todo este personal que me fuiste mencionando. ¿Cómo se


dirigían hacia vos?

Gala: En ese sentido me llamaban por mi nombre.

Entrevistadora: ¿Y te acordás como se presentaban?

Gala: Si la obstetra sí, las dos que estaban ahí si se presentaron por su nombre.
Luego cuando me rompieron bolsa eran como 7 personas más las que entraron y ahí
ya no sabía quiénes eran.

Entrevistadora: ¿Qué acciones llevaron adelante esas personas?

Gala: Tres estaban a cargo atendiéndome a mí. Después el resto me di cuenta con el
pasar de los días que eran personal de enfermería. Que estaban ahí. Que los fui
conociendo a medida que estaba allá dentro, de maternidad.

Entrevistadora: Entonces hablando de la Cesárea, ¿Cómo fue ese momento?

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Gala: En realidad para mí fue como que pasó rápido. Como que fueron 15 minutos,
pero en realidad fueron desde las 8:30 que entré, hasta las 11:30 de la noche. Que
nació mi bebé. Pero para mí no duró nada, lo que sí apenas me rompieron la bolsa
me di cuenta de que iba a ser por cesárea y eso me lo dijeron enseguida. Entonces la
obstetra, ahí fue enseguida a buscar a mi pareja para que firmara, de ahí me llevaron
directamente al quirófano.

Cuando entramos al quirófano, estaba muy nerviosa. Porque fue todo muy rápido para
mí. Me dijeron que no tenía que hablar ni respirar. Y después me preguntaron qué
música quería escuchar. Y les dije Abel pintos. Y recuerdo que escuchaba esos temas.
Y eso me tranquilizó.

Luego el anestesista me dijo que me callara y no respire así porque yo estaba muy
alterada y recién ahí entendí porque me lo dijo. Que no tenía que hablar y esas cosas.

Entrevistadora: ¿Y sobre que más iba hablando el personal durante la cesárea?

Gala: Sí, como se iba desarrollando la cesárea. Después hablaban entre ellos otras
cosas, cosas de ellos, a mí ni me hablaban. Sentí como si era un trámite estar ahí
conmigo.

Entre y salí; y ellos haciendo su trabajo rápido.

Entrevistadora: Con respecto al anestesista, ¿Te preguntó algo sobre cómo te


sentías?

Gala: No, directamente entre, me subieron la camilla, me sentaron. Y me inyectaron


en la espalda. Y a partir de ahí. Fue muy rápido, pero muy rápido todo. Si es que me
habían explicado, no lo escuche demasiado.

Entrevistadora: Me dijiste que tu pareja no pude entrar, ¿Pero tu mamá pudo entrar
en el momento de la cesárea?

Gala: No, no pudo pasar nadie tampoco.

Entrevistadora: ¿Cómo te sentías en ese momento?

Gala: Sola. Al Igual que en todo el trabajo de parto: sola.

Porque tampoco es como lo que yo espere en los cursos de parto, que no informan
un poco más quien iba a estar o no podía estar. Dictaban solamente los ejercicios. Y

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un poco de lactancia. Pero yo pensé que mi pareja iba a poder estar ahí. Pero
llegamos y dijeron directamente que no, que no podía estar mi pareja ahí, que
solamente en el horario de visita puede estar.

Entrevistadora: ¿Cómo eran esos horarios de visita?

Gala: Eran dos veces al día, mediodía y a la tarde. Y mi pareja se quedaba todo el día
ahí en la sala de espera.

Esperaba y volvía a entrar a la tarde, tipo 4:30 de la tarde.

Después él no se animaba entrar. Porque todo lo que sentía de los gritos de las que
estaban en trabajo de parto y es como que se quedó un poco acobardado.

Entrevistadora: Entonces, luego del nacimiento, ¿Te llevaron a la habitación? ¿Ahí


estaban las otras mujeres en trabajo de parto que decís?

Gala: La maternidad está en primer piso y hay como 10 habitaciones más. Está
quirófano y está la sala donde te monitorean, esa noche estaba sola. No había otra
mujer al lado mío. Porque eran dos por habitación. Yo esa noche estuve sola. Por
suerte estaba mi mamá. Qué puedo entrar, porque me habían dicho que mi pareja no
podía, yo me había desesperado de quedarme sola.

Entrevistadora: ¿Podrías contar cómo fueron los primeros contactos con tu bebé?

Gala: Cuando yo salí del quirófano me llevaron a la habitación, me pusieron un par de


pesas encima mío para que no pudiera hablar.

Me explicaron que no podía hablar, porque era para que no me hinche porque con la
cesárea iba a ser peor. Creo que a la hora -más o menos- pude ver recién a mi bebé.

No fue en el momento, sí recuerdo cuando nació, que lo escuché cuando lloró. Pero
no lo pude ver.

Recién cuando me llevaron a la habitación, al rato, me llevaron al bebe y a la hora lo


pude ver. El primero que lo vio fue mi pareja. Y después mi mamá. Recuerdo que lo
llevaron a la hora a la habitación donde estaba yo y ya en la cunita. Pero primero lo
conocí en una foto del celular.

Entrevistadora: ¿Cómo fue ese primer contacto?

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Gala: Cuando lo llevaron lo primero que hice fue intentar estirar los brazos para poder
tocarlo. Ahí recién fue el primer momento que tuve contacto con él. Luego de eso
estuve casi todo el día en la cama, recién al día siguiente pude sentarme para poder
estar con él. Y ahí recién si, lo pude levantar y tocar.

Entrevistadora: ¿Cómo podrías caracterizar el trato de cada uno de los profesionales


que te atendió, si pudieras clasificar el trato que recibiste?

Gala: De una de las médicas, que fue la que siempre estuvo ahí fue bueno. Que fue
la que me explicó que hay que había que hacer cesárea ya. Y actuar rápido, ir a buscar
a mi pareja. Y no estar dando muchas vueltas con esos procedimientos que tienen
ellos. En ese sentido sí. Después, todo eso los controles fueron buenos, pero me
hubiese gustado que hubiera más acompañamiento, que hablarán más. Qué
practicaran con vos otras posturas y no estar ahí en la cama sentada a solas, o
esperando sentada en una camilla teniendo las contracciones, esperando que dilatara
más. Y vos pedís que venga alguien y no, te dejaban que pase un tiempo, los llamaba
y al rato venían. Quizás es su manera de trabajar, ¿No? Para mí debería haber otra
manera de comprender lo que es un parto.

Entrevistadora: ¿Fue diferente de lo que vos imaginabas a las semanas previas al


parto?

Gala: Si, yo pensé que iba a estar con mi pareja. Que iba a estar acompañada. Que
me iban a hablar más. Que me iban a preguntar qué otras posturas querían tener. El
taller te daba muchos ejemplos de situaciones que podías llegar a tener.

En el curso se trabajaba más estando parada, creo que tenían otra cultura de lo que
es el parto

Pero en el hospital era muy diferente a lo que se hablaba en el taller.

Entrevistadora: ¿volverías a tener otra cesárea u otro parto en el mismo lugar?

Gala: Si fuera la única opción y no quedará otra en ese momento, iría si me encontrara
con la obstetra que me atendió todos estos meses, ahí si volvería a ir.

En ese momento yo le dije si iba a estar ahí, pero como es un hospital público la
atención es despersonalizada. Vos vas y el personal que está, te atiende. Ella
después, al día siguiente fue y me visitó en la sala.

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De todas maneras, si volviera a embarazarme creo que buscaría otras opciones.

Entrevistadora: ¿Podrías identificar qué fue lo más difícil de todo el proceso?

Gala: En los últimos momentos con 8 dilatación yo ya estaba aterrada, estaba gritando
estaba como loca.

No podía controlar las contracciones, no me podía controlar a mí misma. Yo quería


que estuviera mi pareja o una amiga o que estuviera alguien con quien yo pudiera
hablar o estar. Con alguien, contenida por algún familiar, un conocido. Eso sí fue feo.

Después fue difícil la lactancia. En si la lactancia ahí adentro. Tenía muy poca
información. Estaba cansada, me dolía todo el cuerpo, no sabía si bajaba la leche o
no bajaba, o si yo estaba haciéndolo bien o no. En el primer momento que lo hacía,
sentía como me miraba mi bebe, nos mirábamos como dos desconocidos.

El momento más difícil después fue llegar a casa y no saber qué hacer, un montón de
cambios en el cuerpo, por estar en el hospitalito tres días y con mucha tensión, miedos
y nervios.

A mí me dieron el alta y yo antes de irme pedí que lo revisaran a él de nuevo, y a él le


dieron el alta al otro día.

Entrevistadora: ¿Y vos te quedaste internada también con la internación de él?

Gala: Si, yo me quede con él. Yo pedí que se quedará un día más, porque cuando yo
estaba con él, sentía que no respiraba bien y como él nació con meconio, quería que
se quede un día más, para que lo controlen un poquito más, porque no me quedaba
tranquila con como respiraba. Y lo controlaron un día más para ver si seguía con esa
situación, pero ya el día siguiente no, no la tenía más, él ya estaba bien y le dieron el
alta.

Entrevistadora: Te quería preguntar ¿Vos conocías algo acerca de los derechos del
parto, el parto respetado?

Gala: No, yo tenía pensado en leerlo, pero no llegué a leerlo.

Entrevistadora: La última pregunta que te hago es, si habías escuchado hablar de


violencia obstétrica. Y si consideras que se produce con frecuencia.

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Gala: Creo que sí, que en un punto sí. Puede ser que apuren el trabajo de parto, o
sea, cuando intentan apurarlo, en algún punto, no es una violencia literal. Pero si hay
prácticas al momento de cuando vos entras que te deberían avisar previamente. En
un punto que se transforman en práctica un poco violentas cuando no te informan bien
o no te permiten otras opciones en sí. En todo caso sos vos la que estás ahí poniendo
el cuerpo y asumiendo todos los riesgos.

Entrevistada: Luz
• Subsector: Privado
• Edad de la mujer al momento del parto/cesárea: 25 años
• Evento: Cesárea

Entrevistadora: Contame un poco cómo fue el embarazo de Simón

Luz: Bueno, el embarazo bastante bien, pero como yo tenía colestasis sufría mucho
en el sentido de la picazón y el miedo de lo que le pase al bebé y todo eso. O sea, eso
se me descubrió después, como en el segundo trimestre - casi tercero - y a partir de
ahí un poquito más complicado por el tema de que tenía muchos controles: me
sacaban sangre todo el tiempo y bueno por ahí así fue un poquito difícil en general.

Entrevistadora: ¿Cómo fueron las semanas previas al nacimiento? ¿Cómo te


sentías?

Luz: Las últimas semanas fueron más complicadas porque en realidad me sacaban
sangre cada tanto y cuando llego como la semana 35, ahí es como que se me se me
elevó un montón los ácidos.

Y la obstetra en ese momento, lo que me dijo es que, yo ya tenía que tener una
medicación y que ya la tenía que haber estado tomando, anterior a eso. Pero yo había
entendido otra cosa: que la medicación era por las dudas y como eran muy caras, yo
no la había comprado porque se suponía que era por las dudas, ¿No?

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Pero en ese momento que se me subió un montón, me reto la obstetra. Porque dijo
que no, que si la tenía que tomar que estaba poniendo en riesgo la vida de Simón,
que se me podría morir ahí cualquier momento. Y tenía que tomar si o si esa
medicación; también me dieron unos corticoides para el desarrollo de los pulmones y
todo;

Y como que desde ahí no, no me perdía el rastro la obstetra.

Todo el tiempo me hacía ir: cada dos días, me sacaba sangre y todo.

Y yo ya estaba re gorda, re cansada del embarazo y tenía que tomarme el colectivo e


ir; y esperar a que ella me atienda, me sacaba sangre, me daban los análisis, todo en
ayunas; y ella me atendía y me decía: - bueno ahora ándate a casa.

Como así, ¿No? Así que fue intenso en las últimas semanas, por eso era ir todo el
tiempo a sacarme sangre y tener como un nudo en la garganta, porque según ella se
me podía morir en cualquier momento si yo hacía algo mal. Por lo menos esta vez fue
cuando más me reto porque supuestamente yo no estaba como cuidando o
cuidándome ni cuidando al a mi hijo, pero bueno.

Entrevistadora: ¿Te acordás cómo fue que te dijo esa vez?

Luz: Me acuerdo de que fui en ayunas a sacarme sangre como siempre; que ella me
hacía la prueba y era un sábado, y entonces estaba todo cerrado y yo me atendía por
guardia. Y cuando vio el papel que le di, de los resultados como que empezó a
decirme: - ¡Vos no te das cuenta de que Simón se puede morir, qué esto no puede ser
que se te suba a este nivel supone qué tenía 50 de ácidos biliares, que era montón!

Y es ahí que me preguntó: - ¿la medicación la compraste? Y yo digo ¿Qué


medicación?, - ¡La medicación que te dije que compres! Y digo no, porque me habías
dicho que era por las dudas, y nada yo como estaba cara…

La verdad que, si era por las dudas no, no, no la compré y ella me dice: - No, vos estás
poniendo en peligro la vida de tu hijo. No puede ser.

Lo primero que hice fue largarme a llorar porque, o sea, me lo dijo prácticamente
gritándome y diciéndome que estaba como poniendo la vida de Simón en riesgo.
Porque en realidad, la colestasis hasta lo que ella me había explicado no tenía cura ni

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tratamiento, qué es como que era algo inevitable que me iba picar que me iban a subir
los ácidos. Entonces supuestamente la medicación bajaba un poco los ácidos, pero
nada.

Hasta lo que ella me había explicado, yo sentí que no tenía control de la enfermedad
en mi cuerpo, y que me iba a durar hasta donde me duré el embarazo. O sea, una vez
que yo tenía el parto, ya se me va a ir, pero bueno, en este momento lo que ella me
hizo sentir, era como que no. Como que la culpa si me llegaba a pasar algo era mía.

Y obviamente yo me puse re mal, me salí corriendo de ahí, fui a comprar carísimos


los medicamentos.

Me fui a aplicar las inyecciones. Por si ella decía que, si no me bajaban rápidos esos
ácidos, iban a tener que tener una cesárea de urgencia; me fui rápido a inyectarme
con el corazón en la boca de que se podía estar muriendo mi hijo.

Y nada, después era así porque yo fui al día siguiente y ya me bajaron y bueno, bueno,
“ándate a tu casa ya está”, pero no era que me querían internar.

Si había tanto riesgo de que se me podía morir mi hijo, lo mínimo que una se espera
es bueno, déjame internada, contrólame. Y nada, si tengo que tener una cesárea de
urgencia, la tengo: no importa. Pero no, ella me hacía irme a mi casa con todo el susto
en el corazón y después volver otra vez y así.

Yo imagínate que me venía a mi casa y no sabía nada, controlándome todo el tiempo


a ver si mi hijo se movía no sabía qué hacer.

Era como todo el tiempo vivir con eso, incluso yo estaba cursando, eso fue otra cosa
que yo no tendría que haber hecho. Por ahí tendría que haber dejado de cursar y
quedarme solo en casa, pero bueno, yo sentía que también no me quería perder la
cursada, estaba como entre las dos cosas, ¿No? Como perder todo el año, y cuando
yo tuviera el bebé ahí sí. Ya no quería cursar entonces era perder el año embarazada,
o cursarlo después cuando naciera.

Yo no quería tener que cursar con un bebé en brazos, se me hacía más difícil, que
estando embarazada, por eso yo seguía yendo.

Pero bueno, al final cuando pasó eso que yo iba y venía al hospital, hable con la
docente y ella me dijo no vengas más, no importa lo de las faltas vos ya estas

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aprobada y regular: no te preocupes. Pero bueno, eso paso después de que me paso
esto.

Entrevistadora: Lu, respecto al vínculo que tenías con esta obstetra, ¿Me podrías
comentar si tuviste un pedido especifico hacia ella y cuál fue su respuesta al respecto?

Luz: En realidad cuando yo empecé a atenderme con la obstetra, fue porque es la


asignada según la obra social.

OSECAC tiene sus propios médicos. Y si yo necesito algún medicamento, eso tiene
que ser recetado por sus médicos.

Entonces como al principio, yo no me llevaba bien con la obstetra, desde un principio


porque minimizaba todo lo que yo le decía. Como que siempre me tomaba a chiste
viste, como que soy una exagerada. Y encima como yo era primeriza obviamente,
había muchas cosas que no entendía del embarazo. Y para mí era peor buscarlo en
Internet que preguntarle a ella; y entonces como yo veía como cierta burla, constante
en ella o esta minimización de lo que yo sentía, por eso me cambié de obstetra a uno
privado, que empecé a pagar.

Pero bueno llego un momento como que me obligaban a como que tenga está
obstetra.

(El obstetra privado) Me dijo que tenía colestasis, si yo quería medicación o el parto
gratuito y todo gratuito, o sea, con la cobertura, tenía que atenderme con ella. Así que
tuve que volver. Y ella lo que me dijo es que no había opción más que cesárea, y me
la había programado para la semana 38.

Al principio quería un parto normal, eso quería cuando me plantee tener un embarazo.
Pero ella lo que me planteaba, que solo podía cesárea.

Esto después yo me enteré de que aun teniendo colestasis yo podía tener un parto
normal, pero me podían inducir al parto antes para acelerar las contracciones y todo.
Pero ella me dijo, no vos sos primeriza, -me acuerdo esa frase textual- nunca vas a
dilatar. Así me dijo, vos sos primeriza y nunca vas a llegar a dilatar, así que lo más
rápido y eficiente es hacer la cesárea y ya está.

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Así que me la programo para la semana 38, y luego al final lo tuve unos días antes:
en la semana 37. Porque yo fui como siempre, cada dos días a sacarme sangre: tenía
los ácidos normales.

Le pedí más medicación para tratar de dormirme, porque la picazón era tanta que uno
no podía ni dormir. Entonces le pido esa medicación, porque le digo que no estoy
pudiendo dormir, porque me picaba todo el cuerpo y todo. Me dice bueno, ¿Porque
no lo tenemos ahora? Hay una cama libre, aparte faltan solo unos días para la fecha
de programación y nada, lo tenemos ahora y listo. Y yo me quedé sorprendida, porque
bueno, ya me había planificado para la cesárea programada.

Y ella, como que me lo planteó, que era lo mismo tenerlo ese día, que tenerlo después
de una semana ¿No? Entonces ya que estaba en la clínica, y ella que estaba de
guardia y ya fue que tenga la cesárea, total era como un trámite y así que lo tuve ese
día.

Yo en ese momento no pensé, y seguí las indicaciones de ella y bueno. Llamé a mi


marido y le dije: Lo vamos a tener ahora. Y dice, pero ¿Cómo?, ¿No era tal día? Sí,
pero ella me dice que es lo mismo tenerlo ahora, así que lo tuve ese día.

(Se tienta) Me río, me río. Porque no puedo creer que realmente, yo le haya hecho
tanto caso a ella.

Y también sentía en ella una figura de autoridad fuerte, como que yo no sé, que
tampoco me ponía a pensar: ¿Y qué tal si yo no quiero tenerlo ahora?

No me ponía en el rol de “¿qué es lo que yo quiero?”; me ponía en el rol bastante


sumisa en realidad, ahora me agarra como culpa decir bueno, ella es la que sabe que
es lo mejor para mí hijo, le voy a hacer caso. Por eso por ahí me río, pensando en
eso.

Porque digo bueno, hoy capaz con la comprensión que tengo de las cosas, no voy a
dejar que me pasen tanto por encima, yo voy a tratar de hacer valer lo que yo quiero
con mi cuerpo o sea con mi embarazo, pero bueno.

Por eso me reía, porque la verdad me pongo a recordar, y digo: No puedo creer como
me dejé que ella no me dejara decidir, y ella decidiera todo. (Se conmueve)

Entrevistadora: En ese momento tal vez es difícil pensarlo así ¿No?

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Luz: Ella es la que sabe. Al ser obstetra y haber estudiado, uno se ponen las manos
de ella. Entonces a pesar de que al principio no la quería y todo. Bueno, uno tenía que
agachar la cabeza porque si no, quién sabe cuánto me hubiera salido una cesárea en
algo privado o en otro lugar.

Entrevistadora: Lu Podemos ir al día del nacimiento, ¿Cómo fue el trato que recibiste
ese día?

Luz: El día del parto, bueno a la mañana paso eso que te dije. Que ella me dijo que
iba a entrar a cesárea porque bueno, justo no había muchas teniendo, así que había
como disponibilidad justo ese día.

Entrevistadora: ¿Te acordás como se dirigían a vos?

Luz: Y nada me acuerdo de que me decían mamita, mamá.

Y al principio entre como una sala de espera antes del quirófano.

Bueno, ahí en ese momento, pude estar con Lucas (compañero de Luz). Que me
daban como un suero y después ya pasé al quirófano que estaba solo con la partera
y con ella.

Fue como vergonzoso, es vergonzoso en realidad. Me acuerdo viste, cuando vieron


todo mi cuerpo, desnuda no sé por qué. Si bien uno se depila y todo, en el momento
cuando vieron mi cuerpo, no sé porque, se rieron de mí, se miraron entre ellas y se
rieron.

Dijeron, dame una presto barba y como que cortaron bello en la panza. Me dio mucha
vergüenza, porque no me dijeron nada digamos. Pero se reían entre ellas de mí. Lo
que sentí es como que dijeron, la panza de ella es (…) Como que se tendría que haber
depilado más. Me acuerdo de eso y es vergonzoso.

Entrevistadora: Bueno Lu, pero todas las mujeres tenemos bellos en el cuerpo.

Luz: Si, pero era como que en ese momento a mí no me gustó. Ya que se miraron
entre ellas y se mataron de risa; yo no podía hacer nada.

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Después vino el anestesiólogo me puso la anestesia. Al toque me agarró, me


preguntaron si sentía algo: no sentía nada, esa anestesia (…)

No sé qué tipo de anestesia es. Pero era como que te anestesiaba de los pechos para
abajo, así que me agarro al toque.

Yo le decía como que estaba muy nerviosa, que se me estaba subiendo la presión,
porque realmente estaba muy nerviosa y ella me decía: no, tranquila, es normal, es
normal.

Lo mismo de siempre, porque durante todo el embarazo siempre me decían, todo lo


que yo decía era normal, como que me estoy quejando al pedo ¿Entendés? No sé
qué pretendía de mi la obstetra. ¿Que no hablará, que no esté nerviosa? Bueno, así
que era como mirar el momento y estar muy muy nerviosa, me latía el corazón horrible

Entrevistadora: ¿Y pudiste expresar esos sentimientos en ese momento?

Luz: Yo cuando le dije me sube la presión, estoy muy nerviosa, ella me dijo: mmm,
no, un poquito, bueno tranquila, no se te subió tanto la presión tranquila, ya está todo
bien. Como es normal que estés un poco nerviosa y nada seguían hablando entre
ellas en realidad.

Entrevistadora: ¿De qué hablaban?

Luz: No hablaban tanto conmigo, yo me acuerdo de que estaba como muy nerviosa,
no hablaban conmigo; y por ahí cuando llegó Lucas ahí yo lo miré y le dije: - estoy
muy, muy nerviosa. Y como que me decían que trate de no hablar también. Porque
no sé porque es, como que viste que con la operación después no tenés que hablar.

Entrevistadora: ¿Lu, me podrías contar acerca del primer vínculo con Simón cuando
terminó la cesárea?

Luz: Si me acuerdo de que salió, o sea lo saco a Simón de la panza -que costó un
poquito, porque lo tenía muy, muy arriba- yo sentía como esa sensación de que
estaban tratando de bajarlo.

Y cuando ni bien salió, y meo (risas); me acuerdo de que la obstetra la meo toda. Y
se rió y dijo: - Uy, nació Simón, dice. Y me lo pusieron un ratito, que lloraba. Estaba re
nervioso y bueno.

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Y después se lo llevaron muy poquito tiempo y le dijeron a mi marido que se los lleve,
que vaya con él.
Y así que eso, pero fueron 3 segundos.

Después lo que pasó fue que como, terminó toda la cesárea estuve mucho tiempo por
ahí esperando a que me asignaran un lugar.

Habrán sido como dos horas, yo sentía frío. Estaba en un pasillo, o sea me pusieron
en un pasillo medio aislado. Yo con mucho frio. No había nadie, así que estaba ahí
esperando, esperando… esperando.

Hasta qué en un momento me vinieron a buscar. Me dijeron: - ya hay habitación para


vos. Y me llevaron.

Y bueno, justo pasó que tuve una complicación: que sangraba mucho y de que me
dolía, o sea me dolía mucho y parecía realmente como contracciones.

Lo sentía como muy fuerte, como dolores de contracción.

Y entonces ya me la ponían a Simón al lado mío, y yo estaba como llorando del dolor.
Entonces nada, le decía a mi mamá que no lo podía tener; porque realmente me dolía
mucho, que si pudiera llamar a alguien porque me dolía un montón.

Y la enfermera me decía que era normal, y me pusieron analgésicos para que no me


duela tanto, que es normal que sangre, bueno.

Y así pasó la tarde, me lo ponían a Simón para que le dé la teta. y yo no podía darle
la teta, no podía porque realmente el dolor era horrible y me trataban de exagerada
¿no?

Así que eran como las 11 de la noche cuando yo gritando de dolor le dije a mi mamá
que llamé a la obstetra de guardia. Porque no podía más.

Y cuando me vio la obstetra que estaba de guardia, que era otra dijo: ¡Esto es un
asco, esto es un asco, se está desangrando!

Y toda la camilla estaba toda llena de sangre, porque había derramado sangre desde
la tarde hasta las 11 de la noche, así que tuve que volver al quirófano, porque ella me
dijo que ya no se podía más estar así que había perdido un montón de sangre; estaba
débil y me tuvieron que sacar sangre ahí en ese momento y era como todo tratarte

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mal. ¡¿Como porque no avisaste antes?! y yo lo único que sabía decir era yo avise,
yo avise, y me dice no, horrible que no avisaste. Yo no podía más del dolor. Lo que
me pasó era que estaba eliminando coágulos de sangre grandes, como mini bebés y
era por esto las contracciones que yo sentía y hasta que bueno el anestesiólogo me
vio y me anestesió y ya no sentí más nada.

Después toda la noche, lo atendió a Simón mi mamá porque yo no podía ni moverme


porque estaba como doblemente anestesiada.

Así que digamos que, yo el vínculo con Simón me costó un montón en ese momento
porque no podía darle la mamadera nada ¡Nada!

Era como que mi cuerpo estaba todo dormido por la cantidad de sangre que perdí y
la anestesia que tenía encima. Además, los obstetras de la noche decían ¿Cómo no
avisaste?, pero yo decía avise a la enfermera. Pero ellas no sé, no me daban bola.

Entonces nada, me acuerdo de que ese primer día por lo menos yo, no podía estar yo
con Simón. No podía, fue re difícil para mí, encima tuvo que tomar mamadera, que en
realidad eso me costó, porque digo no puedo darle la teta, ni siquiera eso. (Se
conmueve)

Así que me costó un montón ese primer tiempo y bueno, después dos o tres días
estuve así y bueno, me dieron el alta y después estuve con Simón ya yo sola, pero
bueno, fue muy difícil ese primer contacto.

Entrevistadora: Lu para ir terminando ¿Vos habías escuchado hablar sobre parto


humanizado?

Luz: No, cuando yo tuve el embarazo y el parto no había escuchado de la violencia


obstétrica nada nada, fue mucho tiempo después que lo escuché, en la universidad y
medio como al azar ¿No?

No enfocado en lo que me había pasado a mí. Ahí es como que sentí y me di cuenta
de que había pasado por la violencia obstétrica, pero en realidad en ese momento yo
no sabía.

La verdad es que no sabía, que me culpen por una enfermedad que yo no podía
controlar o que me culpen por algo…

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Como que todo el tiempo era mi culpa todo.

Porque en realidad, por ahí yo siempre trataba de dejarme en las manos de ellos, de
los profesionales de la salud y siempre pasaba algo que era mi culpa, supuestamente.

La verdad que ahora yo siento que no era mi culpa, porque uno no controla lo que le
pasa al cuerpo o cómo transitar el embarazo.

Una no sabe qué es lo que le va a pasar. Y la colestasis no sabía que la iba a tener;
y digamos que en ese momento yo no sabía nada, ni lo había escuchado tampoco,
Pero después lo escuché y después me fui concientizando y bueno…

Incluso después de este parto que tuve tan horrible, -porque si yo me acuerdo de mi
cesárea lloro-, es recordar y llorar.

Yo dije un montón de tiempo, no. No voy a tener otro hijo porque esto es horrible,
horrible. Como la pase, no sabía que se podía pasar tan mal.

Uno piensa en el embarazo que es color de rosa. Pero no. Era como pasarla mal todo
el tiempo.

Que te controlen, que es lo que te pasa y te pasa por sobre tu cuerpo y como está él.

Siempre anular lo que vas a decir, y lo que decís porque es normal y porque total es
una pavada, así que mucho tiempo digamos que yo dije que no, no voy a tener otro.

Sí, sí, esto es lo que tengo que pasar para tener otro hijo y no, uno prefiere no pasarlo.

Entrevistadora: ¿Qué aspectos hubieses cambiado de tu parto?

Luz: Creo que cambiaría poder tener más control sobre lo que me pasa y control sobre
lo que sea. Sobre los profesionales también, que me guíen por lo menos poder elegir
la obstetra, que es salgo mínimo. Por lo menos elegir quien te va a atender o quién te
va a realizar el parto y también por ahí, si fuera posible, que yo estuve averiguando, y
es posible tener un parto natural, que es lo que mejor. Porque al final yo nunca entendí
qué fue lo que me paso ese día.

Porque no sé porque perdí tanta sangre y se echaban las culpas entre ellos, pero creo
que sí, que algo habrá pasado en la cesárea o mi cuerpo habrá respondido
determinada forma a la cesárea creo yo, no sé.

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Pero si hubiera tenido un parto natural no me hubiera pasado esto de tener que pasar
tantas veces por el quirófano.

También, porque uno si tiene un parto respetado tiene el parto como natural y ya está,
y no tiene que estar con todo esto que uno no sabe cómo reacciona en el quirófano,
y a mí se me podía haber ido en la vida en ese momento, así que eso cambiaría, si
tuviera que cambiar algo. -

Entrevistadora: Y esto de la violencia obstétrica ¿Considerás que se produce con


frecuencia?

Luz: Si. Mas después de lo que paso con mi hermana.

Se complicó porque no tenía obra social. Y el año pasado tuvo (Un hije) y fue increíble
la violencia que tuvo. Yo igualmente estaba más preparada ¿no? Pero también la
paso muy mal. ¡Muy mal!

Pero porque tenía un embarazo de riesgo: Le tocó convulsionar en sus últimas


semanas y ahí tuvo cesárea de emergencia.

Y bueno, horrible fue. Pero no solo fue horrible para ella sino para nosotros también.
Estábamos ahí porque a nosotros nos dijeron va a ir a cesárea porque es de
emergencia. Y no nos dijeron nada más. Estábamos todos (…) La familia con el
corazón en la boca y no nos decían nada. Pasaron 6 horas hasta que terminó todo, y
ella estaba en terapia intensiva. Pero no sabes lo que tuvimos que reclamar para que
alguien nos diga dónde estaba mi hermana y mi sobrina. ¡Impresionante!

No nos decían dónde estaban, ni que había pasado. Nosotros pensamos que se nos
había muerto mi hermana.

Porque era tanto lo que no que no nos decían, que yo ahí me di cuenta de que
realmente la violencia obstétrica, pasa todo el tiempo. Todo el tiempo, a todas. Y ellos
se creen dueños de nuestro cuerpo, o qué nosotros no sabemos lo que ellos saben y
como ellos saben más que nosotros…

Yo entiendo que ellos sepan más, pero sigue siendo tu cuerpo. Una tiene que tener
derecho de pedir explicaciones de lo que te está pasando.

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Entrevistadora: Totalmente. -

Luz: Y no, no te lo dan. Y no te miento, en ese momento que me pasó con mi


hermana. Nosotros pensábamos que estaba muerta y que no nos querían decir
porque encima era un Hospital Público, y viste que uno siempre piensa que es lo peor,
si no te dicen.

Y no, al final estaba en terapia intensiva, pero estaba viva. Pero ¿qué les costaba
decirnos? Teníamos que exigir y me acuerdo bien, que nos dijo un guardia primero:
un guardia que estaba ahí custodiando todo, nos dijo no se preocupen está viva. Está
en terapia intensiva, pero está viva.

Es increíble, vos ves en las películas de EE. UU., que salen, te lo muestran al bebe, o
te dicen: ¡Ah! Mira, paso esto o te explican paso esto.

Pero acá no pasa. Eso acá no pasa. Y es horrible. Cuando me acuerdo estar con
mucho frío, frío, frío, y desnuda con la bata. Pero estar en un pasillo, que nadie te diga
con esto (La anestesia) vas a sentir un poco de frío, por el efecto o estamos viendo
donde ubicarte, ¡Algo! ¿No?

Nada, prefieren no hablarte y eso hace peor. El silencio también. No sé porque se


quieren ahorrar palabras. -

Así que nada, es horrible y digo bueno, ahora yo pienso que si tengo otro voy a tratar
de que sea más respetado y hacerme valer.

Y que, si tuviste una cesárea, no implica tener cesárea después. No es así, no, yo
puedo tranquilamente. Yo pensaba que no podía. -

Creo que es algo que debería ser más popular, que todo el mundo esté hablando de
esto, que toca a todas.

Entrevistada: Bruna
• Subsector: Público

• Edad de la mujer al momento del parto/cesárea: 24 años

• Evento: Parto

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Entrevistadora: ¿Te gustaría contarme un poco acerca del nacimiento de Dante?

Bruna: Dante nació en el Hospital X, es un hospital municipal, yo tenía 24 años. Nació


en febrero del 2018 a las 38 semanas.

Entrevistadora: ¿Cómo fue el embarazo?

Bruna: El embarazo fue divino, perfecto. Desde que me enteré. Hacia el final no. Más
o menos cuando me faltaban dos meses, un mes como mucho, empecé a tener
muchos vómitos, pero hacía mucho calor y comía algo y se ve que toda esta cuestión
de la panza que ya estaba crecida, más la hinchazón, ahí vomitaba mucho, el último
mes.

Pero después durante todo el embarazo tranquilo, yo seguía trabajando, en ese


momento teníamos una librería. Trabajaba en la librería todo lo más bien, todo perfecto
muy tranquilo el embarazo.

Entrevistadora: ¿Podrías contarme más o menos como fueron los controles?

Bruna: No me acuerdo exactamente bien. Sé que eran bastantes: el primer mes te


hacen estudios de sangre. Después a los dos meses vas y te hacen, no se… Cada
mes tiene como un estudio específico, después contracciones obviamente. Salvo que
pase algo. A los 5 meses más o menos me enteré el sexo. Después hay un estudio
que es de glucosa, que eso no me lo hice, por eso tampoco no se mucho. Y a los 7
meses más o menos se empiezan los monitoreos: vas y te controlan que este todo
bien él bebe

Entrevistadora: ¿Cómo era la relación con tu obstetra?

Bruna: Se llama a Fernando, era un amor, a mí me lo recomendó mi tía, qué ella tuvo
a sus dos bebés y mi mamá también tuvo a dos de sus hijos con él. Es muy dulce,
muy tierno, muy tranquilo. Yo al principio como que fui con mucha confianza y me
costó como poco, igual, pero los primeros meses era, como ¡Dale, decime algo más!

Yo siempre le hablaba, y el “tranquila” … como que todo amor y paz, que nada iba a
pasar. Y lo que sí le pregunté, fue cuando una se prepara para el momento, que tenés
miedo, que no vas a poder, que como es y yo le tenía terror a la episiotomía, que es
el corte que te hacen sino sale él bebe, supuestamente eso no se puede hacer.

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Yo le pedí a mi obstetra que, si él estaba en el parto, porque encima después tuve un


problema con la obra social, -por lo tanto, no estuvo-, yo le había pedido eso, que, si
él podía por favor evitar hacerlo, que haga todo lo posible. Incluso me habían
recomendado unos masajes previos para ir preparando la zona cuando se lo dije fue
que se rio, básicamente ya había confianza, pero me dijo como, “hacelos esos
masajes si te sirven”, pero eso no lo hacemos la episiotomía, es el último paso,
tranquila, no es que vas a llegar te van a cortar, al final si me lo hicieron.

Entrevistadora: Entrando ya en el tema del parto, ¿Las últimas semanas cómo te


imaginabas que iba a ser?

Bruna: Yo estaba ansiosa, siempre quise que bueno… eso que sea parto natural, eso
estaba segura al finalizar, este… Como que ya te sentís preparada, más allá de los
miedos que siempre están. Dante no daba señales todavía y un día a las 38 semanas
justamente un viernes, me acuerdo, estaba acostada y me pica el cuerpo, ¡pero me
picaba mal! Hasta las plantas de las manos, al punto de rascarme contra la pared. Yo
decía que raro… La panza toda roja. Espere, pase la noche… Al otro día voy al trabajo
y bueno, le pregunto a mi mamá, le digo Ma mira, me pica bastante y le pregunto a
una de mis tías y me dice, Bren anda ya a control, me dijo que eso que no era normal
del embarazo.

La llamo a mi vieja, voy con ella, me acompaña a las 3 de la tarde el sábado. Llego,
me hacen un estudio de sangre y me salta que tengo colestasis: Es un problema en
el hígado, segrega más líquido y eso estaba generando las picazones.
Supuestamente hay embarazos donde se detecta antes, y en ese caso a las 37
semanas hacen nacer él bebe, porque a partir de ahí corre peligro la vida del bebe.

Yo estaba en la semana 38, así que la obstetra de guardia del materno me dijo, te vas
a quedar internada y que me iban a inducir el parto, porque tiene que nacer Dante.
Ese mismo sábado me quede ahí, a las 18 horas me pusieron la primera pastilla
intravaginal para empezar la inducción. Iban cada 6 horas, así a medida que dilatas,
te ponían otra. Mientras estaba todo bien, a las 12 me pusieron la otra y ahí fue ya
como a las 22 horas se empezaba a sentir los dolores, tranqui… tampoco era que me
moría, la doctora me decía “descansá”. Lo loco fue que pasé muchas guardias, porque
Dante nació a las doce menos cuarto del mediodía del otro día, toda esta tarde la

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madrugada y bueno cambié varias guardias y cada nueva guardia era revisarme
hacerme tacto a ver como estaba.

Entrevistadora: ¿Podés contarme más o menos el tema de los tactos vaginales?


¿Cuántos profesionales te lo hicieron maso menos?

Bianca: Sí, sí, sí, la verdad fueron bastantes. En un momento me pareció bastante
como rebuscado que calculá a las 7:00 hicieron un cambio de guardia. Siempre las
que venían se despedían, incluso me decían “buena suerte negrita” … Buena onda,
pero me acuerdo de que me habían hecho el tacto a las 6:40 y a las 7 vino otra y me
dijo “bueno es cambio de guardia, ¿cómo estás? Te tengo que hacer tacto”, le dije me
hicieron recién, “es el cambio de guardia tengo que ver cómo estás”, y yo ya a esa
altura no daba más. Pero me dijo de buena manera, incluso no sentí que lo hiciera de
mala gana, pero sentí que era innecesario. -

Entrevistadora: ¿Y se presentaban el resto de los profesionales?

La realidad es que, si se presentaban, el trato fue bueno. Imagínate que yo me hice


todos los controles con mi médico por la obra social y después fui al hospital a tener,
me fui chocha. Lo peor de todo fue que cuando llegué al hospital al principio, a las 15,
que le dije bueno vinimos porque la verdad es que no tengo clínica, porque surgió un
problema con la obra social y la enfermera me dijo “bueno, bueno, no te hagas
ilusiones. No te acomodes porque no es que vos estás eligiendo tener acá” Y yo tipo,
Ah, ok divino. Como diciéndome, no te atendes acá y ahora venís a parir. Bueno vengo
al control a la Guardia, porque es una Guardia municipal y me está pasando algo, y
da la casualidad de que me hacen el estudio y tengo que tenerlo ahí. -

Y me acuerdo cuando me llevaron a la habitación, porque primero pasas a una sala,


luego otra habitación, hasta que vas a la sala de parto. Ni bien entre a la primera sala,
estaba con mi mama, con mi tía… Recién empezaba todo. Ella entra y me dice “si, ya
me enteré, que quedaste internada” ¡Re mala onda! y yo bueno, trátame bien que yo
estoy re asustada.

Entrevistadora: ¿En ese momento te pusieron alguna vía?

Bruna: No, la verdad es que previamente me dieron una pelota, te facilitan la ducha,
te ayudan… Hay una partera que viene y te dice podés hacer estos movimientos…
Pero parís acostada, no es opción. Y yo si bien estaba informada, no me planteé la

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posición, si sabía lo que quería parto natural. No me cuestioné, la posición era como
él sabía que iba a ser así y estaba como esperando que así sea y así fue.

Entrevistadora: ¿Qué cosas te aliviaban a pasar el trabajo de parto y que cosas te


molestaban?

Bruna: Gracias a Dios, me permitieron que esté mi mamá y mi tía y estaba Nico, que
es mi pareja. Siempre, incluso cuando venían las doctoras me preguntaban si quería
que se quedaran al hacerme tacto, y es muy importante estar acompañada porque
conozco casos en los que se ponen mala onda y no dejan que haya nadie por ahí la
pareja y nadie más.

Lo que si fueron muchas horas y por ahí mi tía ya en un momento estaba sacada. “No
puede ser que la tengan así sufriendo” Para ella lo tendrían que haber intervenido, yo
le dije a mi mama en un momento, le dije llorando, por favor que hagan algo no puedo
más… No era posible porque no había anestesista, fueron muchas horas.

Entrevistadora: ¿Si pudieras cambiar algo de tu parto algo que no te haya gustado?

Bruna: Sinceramente la veo muy difícil, lo del corte fue lo peor que me pasó en el
parto y que después me cosieron sin anestesia, fue lo que más recuerdo como que yo
le tenía tanto miedo y al final tuvo que pasar.

Entrevistadora: ¿Te explicaron por qué te hicieron esa episiotomía?

Bruna: No, no. Mi mamá que estaba ahí conmigo, que sabía que yo le tenía miedo y
Nico, que lo torture todo el embarazo, como que se puso blanco, solo recuerdo que
mi mamá le dijo Nico que está bien, como si quería salir. Pero yo creo que tuvo más
esa reacción porque sabía que era lo que yo no quería que pasara y paso.

Pero no, mi mamá me dijo que tardaron en hacerlo, hasta que ya no se pudo más y lo
hicieron.

Yo no sé de dónde saqué fuerzas, cuando me dijo la doctora vamos a prepararnos,


yo le dije no tengo fuerzas, me pusieron un goteo en un momento como a las seis de
la mañana, que me noqueó, estaba como drogada, le digo no tengo fuerzas, y ella me
dijo vas a poder.

Entrevistadora: ¿Cuándo te pusieron el goteo te avisaron?

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Bruna: Si, si me dijeron, en un momento la partera, una divina, buena onda, me


tuvieron que romper la bolsa. Tarde mucho en dilatar, más allá de las pastillas y el
goteo, porque cuando empezó a agilizar tuve 7, un poco más y en un momento a eso
ella lo llamo coronación, como que pudo llegar al punto final, eso fue muy doloroso,
horrible.

Entrevistadora: ¿Te rompieron la bolsa entonces?

Bruna: Exacto, porque no se rompía, en un momento cuando empecé a dilatar, y ya


venía el momento, ella me dijo, “tenemos que romper la bolsa porque ya vas a tener”
Y había que romperla… No recuerdo que haya sido como algo brusco o como
atropello, no lo recuerdo así.

Entrevistadora: Los primeros contactos que tuviste con tu bebé, ¿podrías describirlo?

Si, nació Dante enseguida me lo pusieron encima, me acuerdo de que no lloraba,


quedo así arriba y yo le decía llorá, llorá al lado mío. La partera lo tapo y me decía
tranquila mamá, no pasa nada y estuve un ratito. No fue tanto tiempo. Después se
fueron a limpiarlo lo llamaron al papá para acompañar, ahí lo escuche que fueron a la
habitación de al lado y habrán sido 10 o 15 minutos. Yo estaba con la partera, y me lo
trajo Nico me acuerdo que se paró delante de mí, que le dije, no me lo des, porque
ese fue el momento terrible cuando me cosieron y me dolió mucho. La doctora me dijo
tranquila. Bueno, re copada la mina viste, pero igual, poneme una anestesia, le
pusieron bastantes puntos al final.

Entrevistadora: ¿Pudiste en ese momento expresar tu dolor?

Bruna: Sí, pero no, digamos, lo dije en la medida que pude. La mina, siempre
receptiva y vamos, decía “aguanta es un poquito más, yo sé que te duele” y en un
momento me dijo bajala, porque claro son los pinchazos y levantaba la cola por la
reacción, me decía baja la cola y yo le decía es que me duele mucho.

Entrevistadora: ¿Y ella que te decía?

Bruna: Si, si ya sé que te duele, pero falta un par y ya está, como que era rápido

Entrevistadora: ¿Crees que la violencia obstétrica se dé frecuentemente en nuestro


país?

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Si, lo creo, de echo te digo la verdad yo realmente siento que fui afortunada en el
hospital porque tienen el mejor equipamiento, es un hospital re lindo sofisticado, por
eso tiene tanta demanda, pero tengo conocidas que no la pasaron bien y es también,
la gente que te toca, eso también lo rescato.

Porque mi partera no me conocía, yo caí, estuve con médicos, que es mi primer


embarazo que es re difícil. Bueno me arriesgué, no me quedaba otra, estaba mi mama,
mi pareja, mi tía, mi suegra, todo el mundo, no van a dejar que me hagan nada raro y
fui afortunada. No siento y no recuerdo que algún comentario haya sido mala leche,
bueno capaz lo del corte creo se podría haber evitado.

Me acuerdo de que en un momento me dijo la partera, “mamá, Dante ya está abajo,


en esta nace, mucha fuerza, están haciendo el trabajo muy bien juntos” muy
contenedor el mensaje.

Me acuerdo de que de hecho fue así y nació creo que hice cuatro pujos, fue muy
rápido. Eso sí puedo pensar que podría haberse evitado, porque Dante nació bien no
tenía vuelta de cordón, nada. Eso creo podría haberse respetado más.

Entrevistada: Bianca
• Subsector: Privado

• Edad de la mujer al momento del parto/cesárea: 30 años

• Evento: Cesárea

Entrevistadora: ¿Querés contarme cómo fue el embarazo?

Bianca: Si. Estuve mucho tiempo buscando embarazarme -casi un año- y bueno…
Cuando empecé con todos los análisis y demás para saber si estaba todo bien, me
embaracé. El embarazo en general fue tranquilo, me costó mucho conseguir un
médico con quien pudiera sentirme cómoda y tranquila para llegar a avanzar con el
embarazo.

Tengo obra social por el trabajo: Es la del ejército (IOFA) y bueno, no sé por qué, pero
acá en Bs As los médicos, te cobran un plus aparte para asistirte en el momento del
parto o cesárea. Esto también era un problema, digamos, porque uno tenía que saber
que para el nacimiento tenía que contar con 15 o 20 mil pesos, para que te asista. Si
no tenías que ser atendida por el que este en ese momento de turno

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Entrevistadora: ¿Y entonces esta obstetra te lo propuso?

Bianca: En realidad todos los que conocía por amigas que habían tenido familia
cobraban. Pero bueno, ya sabía esto más o menos, cuánto era lo que estaban
pagando y demás. Bueno, cuando encontré una doctora que me gustó, que era de la
obra social, si, está también me cobraba. Pero yo ya había decidido que era una locura
gastar 15 o 20 mil pesos en alguien que me asistiera el parto, cuando todos son
médicos y ya todos deberían saber.

El embarazo lo tuve sin problema, me hice muchas ecografías. Hubo una que no salió
bien y fui repitiendo porque parecía que tenía un problema en el corazón. Pero
después resultó que no. Y todo lo demás fue bien después. A pesar de lo que pagamos
de Obra Social hubo algunas ecografías que las tuve que pagar, como varias
ecografías que las tuve que pagar aparte… No hice 3D ni nada de eso, solo las
ecografías que me pedían y aparte de la de la translucencia la de la nuca la de los
órganos. Bueno, un Doppler del corazón me pidieron y cada una de estas las tuve que
abonar por fuera de la obra social.

Entrevistadora: ¿Bueno y al final vos fuiste con esta obstetra que te sentías cómoda?

Bianca: No, yo me sentía cómoda con ella, pero llegado el momento decidí ir por
guardia, porque tener un bebé por primera vez genera muchos gastos y la verdad que
a mí en su momento me pareció una locura. Pero si hubiese sabido todos lo que iba
a pasar el día del parto… los hubiese pagado cerrando los ojos, pero bueno...

Entrevistadora: Bueno de eso se trata nuestra entrevista, de lo que paso el día del
parto… ¿Querés empezarme a contar cómo fue?

Bianca: Si, había cumplido las 40 semanas, ya habían pasado como 5 días de la
fecha de parto que tenía… Y bueno y empecé a salir a caminar y a la noche me sentí
mal… y rompí bolsa. Cuando rompí bolsa me fui a la guardia y bueno, preparé todos
los papeles de la internación y demás, llevé toda la documentación que yo tenía.

Llegué y había dos médicos de guardia: una obstetra y el otro era un residente. ¡Te
preguntan todo! a pesar de que leen los análisis -que quiero creer que los leen-, igual
te preguntan todo. Y me llevaron a una sala de monitoreo y después me asignaron
una sala. Estuve como 2 horas ahí en monitoreo y después me derivaron a la
habitación que me habían asignado. Como a las 2 de la mañana empecé con

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contracciones fuertes y más seguidas. Y bueno, y ahí empecé con un médico que
venía me hacía tacto, al rato venía otro y hacían tacto de nuevo, y me decían, no está
bien. O entiendo también, a la vez habiendo residente, el médico que estaba de
guardia el venía, hacia tacto. ¡Pero a la vez los practicantes también! Tenían que
hacerlo para verificar comprobar ellos… Es parte de su profesión, pero en este
momento no le gusta nadie.

Entrevistadora: ¿Te pedían permiso? ¿O se presentaban?

Bianca: No, nunca me pidieron permiso, o sea, eso era de imaginar… Yo ya sabía
que iba a ser así. Que los residentes van a pasar a hacerte tacto, pero no imagine que
tantos.

Entrevistadora: ¿Recordás cuantos fueron los que te hicieron tacto?

Bianca: Si, durante la guardia esa fueron tres: una chica y un varón -eran los
residentes-, más la doctora que estaba a cargo.

Cuando cambio el horario de los turnos de la guardia, entro otro profesional, entraron
otros dos residentes y entra la partera. Y bueno, ellos también hicieron tacto, después
de las 8:00 digamos cuando cambiaba el turno. Y entra el resto del equipo y eso. Me
hacían tacto… Ya no veía más al resto que había visto durante la madrugada.

Como a las 12 del mediodía, las contracciones eran tan fuertes que era como que
convulsionaba de cómo me sacudía con cada una, no podía controlar nada de
movimiento. Y obviamente por el dolor y yo ya estaba en un ataque de nervios, la
partera venía}, me tranquilizaba, me decía que era normal y ella pidió que me dieran
un sedante.

El sedante lo que hizo fue que durmiera media hora - media hora reloj -, y, pero nada
más, porque no me calmaba, las contracciones volvían. Ya estaba muy cansada…
Como a las 12 la noche rompí bolsa. A las 2 de la mañana empecé con muchos
dolores. Al mediodía seguía con 2 de dilatación, a pesar de todo el trabajo seguía con
2 de dilatación… Entonces mi mama se preocupó porque ella paso por una situación
parecida y al final mi hermana nació con una discapacidad.

Entonces que tampoco me ayudaba… Y bueno y por las malas experiencias que
hemos tenido a la hora de tener familia en la familia… Mi mamá, aparte de que mi
hermana nació con discapacidad, después perdió un bebé porque se le desprendió la

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placenta y en vez de hacerle una cesárea en el momento esperaron. No sé por qué.


Así que bueno, por todo lo que había pasado ella estaba muy nerviosa y yo también.
Conociendo toda la historia de mi mamá, también estaba un poco nerviosa y sobre
todo porque me dolió un montón… Siempre tuve la ilusión de tener un parto natural.
Sobre todo, porque la partera que fue la que me dio el curso de preparto hablo de los
beneficios de que era mejor para el niño.

Yo ya sabía que iba a nacer porque se había roto bolsa, estaba dilatando y bueno y
trataba de tranquilizarme por ese lado, pero por otro lado estaba tan dolorida y
cansada ya… Entonces cuando vino la médica a eso de las 2 de la tarde le dije que
quería una cesárea. Me dijo que íbamos a esperar un rato más, y ahí me hizo tacto y
me dijo que tenía cuatro o cinco de dilatación, vamos a esperar un rato más.

Paso una hora. Volvieron a hacerme tacto y estaba igual, entonces le dije que quería
la cesárea. Entonces vino la partera a decirme porque era mejor el parto y demás y
yo dije igualmente, y ya estaba con un mal humor y no quería ver a nadie, que no me
importaba, que trajeran los papeles que iba a firmar el consentimiento para la cesárea.
Bueno, creo que hasta el día de hoy se me caen las lágrimas por la cara de decepción
de la pantera. Nunca me había sentido tan mal, no sé. Al final creo que en el fondo
pensó, “no me va a cobrar el parto”. Fue lo único que pensé, que no me va a cobrar
el parto, por la cara que me hizo. Pero no me sentía mal porque al fin y al cabo tener
la cesárea, pero si me hizo sentir mal ella. Defender el parto respetado es una cosa y
respetar la decisión del otro también es importante. Porque en el momento el dolor me
superaba y que está estaba muy cansada y que no quería tener un parto era mi
decisión.

Bueno, lo alargaron como una hora y pico… esperando. Y tenía miedo porque una
vez que dilatas hasta cierto punto no es viable una cesárea, pero bueno, me llevaron
al quirófano. Y cuando llegue temblaba tanto por las contracciones que me moría,
aunque parece que estaba convulsionando todo el cuerpo, no me podían poner la
anestesia. Estuve un rato, pero en un rato ahí los médicos tratando de prepararme
para ponerme la anestesia, que pudieron y apenas me pusieron anestesia sentí un
alivio y frío, hacía mucho frío. Y bueno, pero bueno justo vino mi marido, él se sentó
al lado mío, lo dejaron entrar con nosotras y se quedó hasta que nació la gorda y
bueno me acuerdo de que el anestesista no me hablaba, pero hablaba y hablaba y

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hablaba de una cosa, de la otra. Y me puso al lado un turbo que me tiraba aire caliente
y conversaba con las médicas. Antes de la cesárea le pregunto a mi marido “papa
¿Estás listo? Prepara el teléfono”. Sacaron a la gorda y la saca, ¡Re rubia! Bueno ahí
le hacen una bromita a mi marido.

Entrevistadora: ¿Volviendo más a la parte del trabajo de parto, aparte del tacto te
pusieron vía?

Bianca: Me la pusieron para pasarme el calmante. Pero me la dejaron y cuando yo


dije que quería la cesárea y la doctora llamo a la partera y me hicieron el tacto, me
dijeron que estaba en cuatro o cinco de dilatación. Ahí si me pusieron la oxitocina para
ver si se aceleraban un poco el proceso. Por eso se espere una hora más, pero cuando
pase una hora y estaba igual ahí, si dije que ya quería la cesárea.

Entrevistadora: ¿En qué posición estabas en el trabajo de parto? ¿Podías moverte


libremente o te hacen poner en alguna posición?

Bianca: No, cuando yo entre y dije que había roto bolsa, dijeron que no podía caminar,
que no podía moverme. Que tratará de recostarme y bueno, estuve en la cama y
bueno, mi mamá entraba y me masajeaba. Es lo único que hice. No podía estar en
ninguna forma en la cama.

Entrevistadora: ¿Pudiste elegir quien te acompañe?

Bianca: En realidad en la habitación ya estaba con mi mamá, porque mi marido salió


a hacer los trámites de internación y cuando volvió como yo estaba de mal humor salió
a dar una vuelta.

Entrevistadora: ¿Qué cosas te hubiesen aliviado ese trabajo de parto?

Bianca: Si me hubiesen dejado caminar, hubiese podido caminar por el pasillo, que
había no digo grandes distancias, pero tenía un dolor tan grande atrás, que necesitaba
moverme. No podía estar ahí en la habitación, por más que me dijeran lo que me
dijeran, no tenía forma de estar y bueno. Yo había visto vídeos de partos que les dicen
que traten de caminar, de moverse, bailar. Pero a mí no. Entonces pensé que nunca
había previsto que al haber perdido el líquido de la bolsa no me podía mover. Entonces
como me dijeron eso, no, no lo hice, después la verdad que nunca averigüé si eso se
podía no se podía, pero ya estaba.

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Entrevistadora: ¿Y sobre el parto respetado ya conocías algo?

Bianca: Si, en realidad, el curso preparto de me lo dieron ahí en el Hospital Militar. La


partera hablaba de la importancia del parto respetado y nos dio algunas partes de la
ley para que leyéramos, nos dijo que teníamos que estar acompañadas. Pero yo me
fui con una sensación de que ellos no me respetaron a mi cuando quería la cesárea,
entonces esto en el fondo creo que es como si sintiera la decepción basándome en lo
que me dijeron la partera y la obstetra.

Entrevistadora: ¿Vos recordás por qué tuviste esa sensación?

Bianca: Me di cuenta… fue la cara porque la conocía o sea, cuando eso hice el curso
preparto, está nos dijo que si queríamos pautáramos una cita en el hospital y nos iba
a mostrar todas las partes del hospital, a dónde eran las salas donde esperaban, etc.
Si vos tenías un parto lo tramitabas con grupo pediátrico, que es la parte de
maternidad en este Hospital Militar, esa parte es tercerizada. Pero si vos te haces una
cesárea, ellos no la facturan. Porque se hace cargo el hospital, porque se hace en el
cuarto piso, en el quirófano con el personal del hospital. Entonces creo que ahí venia
la decepción de ella y por eso insistían en que sea por parto natural

Entrevistadora: ¿Te acordás si en algún momento te dejaron ingerir algún alimento


o bebida?

Bianca: No, nada, yo cené en casa la noche anterior como a las 9:30 a 22 y estuve
hasta la noche, que estuve 24 horas sin comer, y al otro día tampoco porque como a
la tarde me hicieron la cesárea, no me dejaron comer hasta el otro día, estuve casi un
día y medio sin comer.

Entrevistadora: ¿Y cómo te sentías sin comer nada?

Bianca: En realidad estaba tan nerviosa y cansada, muy cansada, que el médico
venia cada rato, el tacto de los residentes y que en cada cambio de turno te volvían a
preguntar todo: que los análisis que de cuantas semanas estaba, todo así, y yo
pensaba ¿No hablan estos médicos en cada cambio de turno? Encima que ya no tenía
más ganas de hablar, tenía que explicar todo yo. Si vuelvo a tener otro bebé, cerrados
los ojos pago lo que me pidieran, 20 y 30 mil pesos, los pago. Porque no tengo ganas
de pasar otra vez por esa situación tan estresante y desagradable.

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Entrevistadora: ¿Cómo se dirigían hacia vos por tu nombre o por algún apodo? ¿y
ellos mismos se presentaban?

Bianca: Si, eso se presentaban. Decían si eran residentes o médicos. Desde qué año
estaban, quién era el superior que tenía en la guardia. Y no, nunca me llamaron por
mi nombre. Tampoco me preguntaron cómo me llamaba, era como era muy
impersonal digamos. La verdad que no se me preguntó eso, sí me acuerdo, pero si
por ejemplo mi marido cuando lo vieron le preguntaban el grado porque lógicamente
entiendo que ahí que los médicos tienen grado militar, entonces le preguntaron el
grado, donde había estado… Con el sí hablaban, a mí no me preguntaban, solo me
preguntaban que como me sentía, y si tenía contracciones, si tenía mucho dolor, si
las contracciones las sentía muy fuertes.

Entrevistadora: ¿Sentiste miedo en algún momento?

Bianca: Miedo sentía cuándo empezaba a sacudirme con todo el cuerpo por las
contracciones. Ahí si entonces me dió un poco de miedo. Me acuerdo de que mi mamá
me contaba que la paso tan mal, como que le dejaron pasar el parto y le tuvieron que
sacar a mi hermana con fórceps. Y ella quedo con secuelas motrices, no pudo caminar
nunca y un leve retraso madurativo; Y creo todo eso también me ponía ansiosa y
sentía que no estaba acompañada. Que necesitaba contención. Si hubiese tenido eso
seguramente tenía un parto, que si pagaba no me pasaba todo esto, porque podría
haber tenido con quien hablar y decirle lo que me pasaba.

Realmente no tenía ganas de pasar por una cesárea, los puntos y el posoperatorio,
es más difícil manejarse con un bebe. De todas maneras, luego estuve feliz porque
nació la gorda y estaba bien y tenía a mi mama, mi marido y tuve a la gorda el
miércoles a tarde y el viernes.

Entrevistadora: ¿En el momento de la cesárea iban comentando cómo iba la


cesárea? ¿Cómo estaba tu bebé?

Bianca: No, no, hablaban entre ellos y hablaban con mi marido y recuerdo que le
decían que prepare el teléfono que iban a abrir.

Entrevistadora: ¿Cómo fue tu primer contacto con tu bebé?

Bianca: Se las llevaron y mi marido se fue con ellos, si les escuchaba porque la lavan
ahí cerca, donde yo estaba en el quirófano, hasta que a mí me cerraron y demás.

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Cuando nació me la mostraron, estaba toda bordo, no la vi muy bien, que aparte que
estaba muy ansiosa. Es como ver, pero no ver… Recuerdo haberla tenido y mi marido
la agarró, ya vi que la tenía el, me quedé tranquila. y espera que terminar el proceso
digamos de la cesárea y bueno, me llevaron a la habitación y al ratito me trajeron a la
bebé ahí nomás, no paso mucho tiempo.

Entrevistadora: ¿Si pudiera cambiar algún aspecto de lo que fue la cesárea o el


trabajo de parto, que cambiarias?

Bianca: Creo que le pagaría la doctora, digamos el hecho de tener un profesional que
ya sabe tu historia clínica, que esa te conoce más o menos, y que está para lo que
una está necesitando, cambia totalmente. Igual es injusto porque en Córdoba los
partos no son así. El médico que te sigue el médico que te acompaña, entrás en
trabajo de parto y lo llamas para que venga a asistirte. Nunca supe, excepto cuando
vine a vivir acá, que haya que pagar para que el médico te acompañara. Bueno creo
que ese ese orgullo fue el que me impidió que el hecho de que me parece un robo te
cobren. Porque de última el estado o la obra social les paga la hora para hacer su
trabajo, te viene haciendo un seguimiento dura todo el embarazo y no podés no estar
el ultimo día. A la vez tener que estar todo el tiempo dándoles detalles a los residentes
a los obstetras de turno, que cuántas semanas estás, que esto y lo otro, encima que
te sentís mal, que tenés un montón de cosas en tu cabeza, no es agradable digamos,
no justo pasar por esa situación

Entrevistadora: ¿Habías escuchado hablar de violencia obstétrica?

Bianca: Si había escuchado, pero en el momento ese que vos estas ahí teniendo
familia pasan tantas cosas por tu cabeza y tantos miedos, que en lo último que estás
pensando es en el trato o en cómo se están manejando los médicos o la institución.

Entrevistadora: ¿Y crees que se produce con frecuencia acá en el conurbano?

Bianca: Creo que sí, de echo cuando mi bebé tenía 5 meses yo me volví a embarazar
y bueno, justo se descubrió que yo era celíaca, que tenía mucha anemia y demás y
termine perdiendo el embarazo, pero cuando volví a internarme ahí para que me
hiciera el legrado, me pusieron con una mujer que acaba de tener familia. No te
pueden poner en la misma habitación con una persona que está feliz, que acaba de
recibir a su bebé, que está festejando, y vos estas ahí mal sufriendo por la pérdida de

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tu embarazo, entonces ahí si lo ves también desde otro lado, no entendés que no
pueda haber otras habitaciones, pero creo que de última poneme en la habitación de
monitoreo u otra, pero no justo en esa, es muy fuerte.

ANEXO N° 2
RECOMENDACIONES DE LA OMS SOBRE EL NACIMIENTO
DECLARACIÓN DE FORTALEZA 1985
ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD

Tecnología apropiada para el parto

En abril, la oficina regional europea de la OMS, la Organización Panamericana de


Salud y la oficina regional de la OMS para las Américas organizaron una conferencia
sobre la tecnología apropiada para el parto. La conferencia tuvo lugar en Fortaleza,
Brasil, con la asistencia de más de 50 participantes: comadronas, obstetras, pediatras,
epidemiólogos, sociólogos, psicólogos, economistas, administradores sanitarios y
madres. La cuidadosa revisión de los conocimientos sobre la tecnología para el parto
llevó a la adopción unánime de las siguientes recomendaciones.
La OMS cree que estas recomendaciones son aplicables a los servicios perinatales
en todo el mundo.
Toda mujer tiene derecho a una atención prenatal adecuada y un papel central en
todos los aspectos de dicha atención, incluyendo participación en la planificación,
ejecución y evaluación de la atención. Los factores sociales, emocionales y
psicológicos son fundamentales para comprender la manera de prestar una atención
perinatal adecuada.
El nacimiento es un proceso normal y natural, pero incluso los "embarazos de bajo
riesgo" pueden sufrir complicaciones. A veces es necesaria una intervención para
obtener el mejor resultado. Para que las siguientes recomendaciones sean viables, es
necesaria una profunda transformación de los servicios sanitarios junto a
modificaciones en las actitudes del personal y la redistribución de los recursos
humanos y materiales.
Recomendaciones generales

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Los ministerios de sanidad deben establecer normas específicas sobre la tecnología


apropiada para el parto en los sectores público y privado.
Los países deben efectuar investigaciones conjuntas para evaluar las tecnologías de
atención al parto.
Toda la comunidad debe ser informada de los distintos métodos de atención al parto,
de modo que cada mujer pueda elegir el tipo de parto que prefiera.
Se debe animar a las madres y a sus familias a practicar el autocuidado en el periodo
perinatal, y a reconocer cuándo necesitan ayuda y de qué tipo para mejorar las
condiciones del embarazo, parto y puerperio.
Los grupos de ayuda mutua entre madres ofrecen un valioso apoyo social y una
oportunidad única para compartir información sobre el parto.
El equipo sanitario debe fomentar actitudes coherentes para garantizar la continuidad
en el control del parto, y el equipo peri natal debe compartir una filosofía de trabajo
común, de modo que los cambios de personal no dificulten la continuidad en la
atención. Los sistemas informales de atención peri natal (como las parteras
tradicionales) deben coexistir con el sistema oficial, y se ha de mantener un espíritu
de colaboración en beneficio de la madre. Tales relaciones pueden ser muy efectivas
cuando se establecen en paralelo.
La formación de los profesionales debe transmitir los nuevos conocimientos sobre los
aspectos sociales, culturales, antropológicos y éticos del parto.
El equipo perinatal debe ser motivado conjuntamente para fortalecer las relaciones
entre la madre, su hijo y la familia. El trabajo del equipo puede verse afectado por
conflictos interdisciplinarios, que deben abordarse sistemáticamente.
La formación de los profesionales sanitarios debe incluir técnicas de comunicación
para promover un intercambio respetuoso de información entre los miembros del
equipo sanitario y las embarazadas y sus familias.
Debe promoverse la formación de parteras o comadronas profesionales. La atención
durante el embarazo, parto y puerperio normales debe ser competencia de esta
profesión.
La evaluación de la tecnología debe implicar a todos los que usan dicha tecnología,
epidemiólogos, sociólogos, autoridades sanitarias y las mujeres en las que se usa la
tecnología.
La información sobre las prácticas obstétricas en los diferentes hospitales, como la
tasa de cesáreas, debe estar al alcance del público.

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Debe investigarse a nivel regional, nacional e internacional sobre la estructura y


composición del equipo de atención al parto, con el objetivo de lograr el máximo
acceso a la atención primaria adecuada y la mayor proporción posible de partos
normales, mejorando la salud perinatal, según criterios de coste-efectividad y las
necesidades y deseos de la comunidad.
Recomendaciones específicas
Para el bienestar de la nueva madre, un miembro elegido de su familia debe tener
libre acceso durante el parto y todo el periodo postnatal. Además, el equipo sanitario
también debe prestar apoyo emocional.
Las mujeres que dan a luz en una institución deben conservar su derecho a decidir
sobre vestimenta (la suya y la del bebé), comida, destino de la placenta y otras
prácticas culturalmente importantes.
El recién nacido sano debe permanecer con la madre siempre que sea posible. La
observación del recién nacido sano no justifica la separación de su madre.
Debe recomendarse la lactancia inmediata, incluso antes de que la madre abandone
la sala de partos.
Algunos de los países con una menor mortalidad perinatal en el mundo tienen menos
de un 10 % de cesáreas. No puede justificarse que ningún país tenga más de un 10-
15 %.
No hay pruebas de que después de una cesárea previa sea necesaria una nueva
cesárea. Después de una cesárea debe recomendarse normalmente un parto vaginal,
siempre que sea posible una intervención quirúrgica de emergencia.
La ligadura de las trompas de Falopio no es una indicación de cesárea. Existen
métodos más sencillos y seguros de esterilización tubárica.
No existe evidencia de que la monitorización fetal rutinaria tenga un efecto positivo
sobre el resultado del embarazo. La monitorización fetal electrónica sólo debe
efectuarse en casos cuidadosamente seleccionados por su alto riesgo de mortalidad
perinatal, y en los partos inducidos.
Se precisan más estudios sobre la selección de las mujeres que podrían beneficiarse
de la monitorización fetal. Entre tanto, los servicios nacionales de salud deberían
abstenerse de adquirir nuevos equipos.
Se recomienda controlar la frecuencia cardiaca fetal por auscultación durante la
primera fase del parto, y con mayor frecuencia durante el expulsivo.
No está indicado rasurar el vello pubiano o administrar un enema antes del parto.

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No se recomienda colocar a la embarazada en posición dorsal de litotomía durante la


dilatación y el expulsivo Debe recomendarse caminar durante la dilatación, y cada
mujer debe decidir libremente qué posición adoptar durante el expulsivo.
Debe protegerse el periné siempre que sea posible. No está justificado el uso
sistemático de la episiotomía.
La inducción del parto debe reservarse para indicaciones médicas específicas.
Ninguna región debería tener más de un 10 % de inducciones.
Durante el expulsivo debe evitarse la administración rutinaria de analgésicos o
anestésicos (salvo que se necesiten específicamente para corregir o prevenir alguna
complicación).
No está justificada la rotura precoz artificial de membranas como procedimiento de
rutina.
Se requieren más estudios para valorar cuál es el mínimo de ropa especial que deben
llevar quienes atienden al parto o al recién nacido.
Aplicación de las recomendaciones
Las anteriores recomendaciones reconocen diferencias entre distintos países y
regiones. Su aplicación debe adaptarse a cada circunstancia.
Los gobiernos deben determinar qué departamentos deben coordinar la evaluación
de la tecnología apropiada para el parto. Las universidades, sociedades científicas y
grupos de investigación deben participar en la evaluación de la tecnología.
Las normas de financiación deben desalentar el uso indiscriminado de tecnologías.
Debe fomentarse una atención obstétrica crítica con la atención tecnológica al parto y
respetuosa con los aspectos emocionales, psicológicos y sociales del parto.
Los organismos gubernamentales, universidades, sociedades científicas, y otros
grupos interesados deberían ser capaces de controlar la práctica excesiva e
injustificada de la cesárea, investigando y dando a conocer sus efectos nocivos sobre
la madre y el hijo.
La OMS y la OPS deben promover una red de grupos de evaluación para ayudar a los
países a adoptar nuevas tecnologías desarrolladas por países más avanzados. Esta
red se convertirá a su vez en un centro para la difusión de la información.
Los resultados de la evaluación de la tecnología deben ser ampliamente difundidos
para cambiar la conducta de los profesionales y las actitudes del público en general.
Sólo tras una cuidadosa evaluación deben los gobiernos considerar el desarrollo de
normas para permitir el uso de nuevas tecnologías para el parto.

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Deben promoverse reuniones nacionales y regionales sobre el parto, que incluyan a


profesionales sanitarios, autoridades sanitarias, usuarios, grupos de mujeres y medios
de comunicación.
La OMS y la OPS deben designar un año durante el cual la atención se centre en la
promoción de un nacimiento mejor.

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ANEXO N° 3
Modelo de denuncia ante la CONSAVIG y Resoluciones de la Defensoría del
Pueblo de la Nación
Modelo de carta para la denuncia ante la CONSAVIG.
…………………………………, de………………………. de 20…
A La CONSAVIG, Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la elaboración de
Sanciones de la Violencia de Género.
Av. Corrientes 327, piso 14, C1043AAD, Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Por medio de la presente, yo,…………………………………………………………,
con DNI N° ………………………. y domiciliada en (indicar dirección, localidad, provincia y
CP) ………………………………………………………………, siendo mi Obra Social/Prepaga
……………………………………, vengo, en virtud del derecho que me otorga la Ley N°
26.485 de “Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia hacia las
mujeres
en los ámbitos en que desarrollan sus relaciones interpersonales” a poner en su
conocimiento y
denunciar los hechos de violencia perpetrada hacia mi persona el día ……………… en
la
institución ………………………………………………………………………ubicada en
(indicar dirección, localidad, provincia) ........…………………………………………………….
En tal oportunidad, sucedió lo que a continuación detallo: ………………………..……….
………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………
Estoy convencida que los sucesos narrados constituyen actos de violencia Obstétrica y por
tal motivo solicito su pronta intervención.
Sin otro particular, les saluda atentamente,
Firma:
aclaración:
DNI:
dirección de contacto:
teléfono de contacto:
dirección de mail:
Solicito que mi identidad se mantenga en reserva:
SI / NO

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ANEXO N° 4
Plan Estratégico Provincial de Parto Respetado
Diputada Provincial Mariana Larroque
Resumen del proyecto de Ley
Se crea el Plan Estratégico Provincial de Parto Respetado en el ámbito del Ministerio
de Salud de la Provincia de Buenos Aires.
Se reafirman los derechos de las personas gestantes y las personas recién nacidas
durante el trabajo de parto, parto y postparto establecidos en la Ley Nacional 25929
de Parto Humanizado.
Objetivos
● Articular con organismos provinciales con incumbencia en la temática.
● Brindar asistencia técnica y capacitación a los equipos de salud de los
establecimientos de la provincia.
● Desarrollar campañas de difusión sobre los derechos de las personas
gestantes y las personas recién nacidas.
● Promover la adecuación de las salas de preparto y parto contando con el
equipamiento y elementos necesarios que permitan la libertad de movimientos
que cada persona gestante requiera.
● Desarrollar estrategias comunitarias y territoriales de acompañamiento y
asesoramiento durante el embarazo y preparación del parto.
● Elaborar indicadores de seguimiento y resultado de la implementación de los
protocolos.
● Promover acciones que mejoren la comunicación entre el primer y segundo
nivel de atención para la atención del embarazo y el parto, en concordancia
con los niveles de complejidad que se requieran.
El Plan se implementará en establecimientos de salud -públicos y privados- quienes
deberán garantizar procesos de atención que respeten los derechos de las personas
gestantes y recién nacidas promoviendo el acceso a la salud con equidad y calidad.
Mesa Intersectorial de Trabajo
Conformación de una Mesa de Trabajo Intersectorial, convocada por el Ministerio
de Salud de la provincia de Buenos Aires. Será un espacio de consulta, discusión y
generación de propuestas y protocolos para el desarrollo e implementación del Plan
Estratégico de Parto Respetado.

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