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FINANZAS PUBLICAS Y POLITICA FISCAL

MÓDULO IV

Autora

Lic. GABRIELA ESTRADA

CICLO ESPECIFICO CON GESTIÓN A DISTANCIA


DE LA CARRERA DE LICENCIATURA EN ECONOMIA

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y pertenece al Ciclo Específico a Distancia de la Carrera de Lic. en Economía
de la Fac. de Cs. Económicas –UNRC
Finanzas Públicas y Política Fiscal - Módulo IV

Lic. Gabriela Estrada

2010 © by UniRío editora. Universidad Nacional de Río Cuarto


Ruta Nacional 36 Km. 601 – (X5804BYA) Río Cuarto - Argentina
Tel.: 54 (0358) 467 6309 – Fax.: 54 (0358) 468 0280
editorial@rec.unrc.edu.ar - www.unrc.edu.ar/unrc/editorial.cdc

Primera Edición: Noviembre de 2010

I.S.B.N.: En trámite

Compaginación y Edición de Textos


María Cristina Avila

UniRío Editora
Secretario Académico: Claudio Asaad
Directora: María Elena Berruti
Equipo: José Luis Amman, Daila Prado, Maximiliano Brito, Daniel Ferniot.
Diseño de tapa: Lic. Carlos Pascual

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723


Impreso en Argentina – Printed in Argentina

Queda prohibida la reproducción total o parcial del texto de la presente obra en


cualquiera de sus formas, electrónica o mecánica, sin el consentimiento previo y escrito de la Editorial.

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Universidad Nacional de Río Cuarto

Marcelo Ruiz
Rector

Javier Salminis
Vicerrector

Claudio Asaad
Secretario Académico

Facultad de Ciencias Económicas

Roberto Tafani
Decano

Graciela Mignaco
Vice decana

Raúl Caminati
SecretarioAcadémico

Cecilia Ficco
Directora Area Educación a Distancia

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Módulo IV

Palabras de la Profesora

En este Módulo – el último - abordaremos el tema


de Política Fiscal, de modo de cubrir el siguiente
objetivo planteado en el programa de la materia:
Analizar las principales corrientes de pensamiento
económico en relación a la implicación para la
política fiscal.

Para ello es necesario iniciar con una


contextualización de qué abarca la política fiscal, o
mejor, a qué hacemos referencia al referirnos a la
misma.

De tal modo que empezaremos con conceptos


básicos para luego incluir algunos ingredientes que
tienen especial significación en esta temática; y
finalmente presentaremos una reseña de las
diversas corrientes de pensamiento económico en
relación al aporte efectuado al análisis de la
política fiscal.

¡Empecemos el recorrido…..!

Contenido:

1. Concepto y Objetivos
2. Problemas que afectan a la eficacia de la política fiscal.
3. Problemas inherentes a la Política Fiscal.
4. La neutralidad de la política económica
5. Instrumentos de política económica
6. La coordinación de la política fiscal y monetaria
7. Una mirada al rol del Estado y el papel de los impuestos a la luz de las
diferentes corrientes del pensamiento financiero.

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1.- Concepto y Objetivos

A pesar de que diversos pensadores y economistas anteriores a Keynes se


preocuparon de los efectos y repercusiones que podían tener los impuestos sobre la
economía, se suele considerar la publicación de la Teoría General de la ocupación, el
interés y el dinero (1936), el momento en que la política fiscal empieza a tener una
entidad propia e individualizada, y a jugar un papel verdaderamente como medida
estabilizadora de la economía.

En efecto, si se considera a la política fiscal como aquel conjunto de variaciones


en los programas de gastos y de ingresos del gobierno, realizados con el objetivo de
asegurar la consecución de los diferentes objetivos de política económica: un cierto
nivel de empleo, una tasa tolerable de inflación, el equilibrio externo, etc., entonces
comprenderemos el interés que tenía Keynes en romper con las ideas clásicas, y en
especial con la rigidez de la hacienda pública ortodoxa. Dicha ruptura permitiría evitar
el equilibrio presupuestario, dando la posibilidad al decidor iolítico (policy maker)de
generar aquel nivel de gasto público que creyese necesario, como acabamos de
indicar, para lograr un determinado fin económico, generalmente el nivel de pleno
empleo aunque no existan los suficientes ingresos para financiarlo, es decir, generando
un déficit público.

Todo ello daría lugar a un desarrollo en el estudio de los diferentes


planteamientos sobre los efectos que tendría esta medida, discusión que llega incluso a
nuestros días, en función de las hipótesis y características inherentes a las diferentes
corrientes de pensamiento.

En principio, se ha venido afirmando tradicionalmente que, con altos niveles de


desempleo, el gobierno podría promover, directa o indirectamente, un gasto adicional
y/o privado, que redundaría en una mayor producción y nuevos puestos de trabajo. Lo
contrario sucedería si nos encontramos ante elevadas tasas de inflación.

Por supuesto que el problema no es tan simple y sencillo, ya que ni la inflación ni


el desempleo se presenta de forma aislada o por separado. Muy por el contrario, tras
la crisis de 1973, suelen coincidir intensos procesos inflacionistas con elevadas tasas
de desempleo, lo que limita de manera sensible las posibilidades de los instrumentos
de política económica como, en este caso, ocurre con la política fiscal.

Efectivamente, ante este tipo de situación, la política fiscal tendría que graduar el
impacto y alcance de sus medidas o combinarlas con otras de naturaleza bien distinta,
con el fin de evitar efectos no deseados sobre algunos de los objetivos restantes.

La definición de política fiscal podría enunciarse de otra forma más amplia, es


decir, entendiendo por ella los cambios o variaciones en los gastos e impuestos del
gobierno, concebidos para influir en el tipo o modelo económico, por una parte, y en el
nivel de actividad por otra.

En el primer caso, la política fiscal incidiría en la estructura del sistema,


cambiándola o reformándola en función de los fines propuetos; en el segundo caso, la

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política fiscal actuaría para corregir o encauzar los desequilibrios o desviaciones que se
produzcan conjuntamente en el nivel de actividad.

Los cambios en el nivel de actividad que se podrían provocar mediante la


política fiscal son, en términos generales, de dos tipos:

a) Los que operan de manera automática.


b) Los que implican una actuación discrecional y específica del gobierno.

Es posible señalar que los estabilizadores automáticos son aquellos


instrumentos fiscales que por el simple hecho de existir y sin verse influidos por
decisiones del gobierno, actúan de una forma anticíclica.

Su defensa frente a las medidas discrecionales, radica en la polémica que


todavía existe, entre los defensores de un mayor liberalismo económico, que estarán a
favor de emplearlo de forma preeminente, y aquellos otros que son partidarios de un
importante intervensionismo estatal en la economía, que defenderán, por el contrario, la
utilización mucho más frecuente de las medidas discrecionales.

Para finalizar, los objetivos que pretende alcanzar la política fiscal, como
instrumento de la política económica, se relacionan con:

o Reducir la inflación. En este sentido, y como es sabido, la política fiscal de


carácter expansivo suele generar un crecimiento de los precios en el país,
provocado por una arte de la denominada inflación de demanda; y por otra,
puede también afectar negativamente a los precios, si la financiación del mayor
gasto público que requiere el carácter expansivo de esta medida, se financia a
través del recurso al banco emisor.

o Combatir el desempleo También es conocido que el denominado paro


keynesiano es debido a una insuficiencia de la demanda agregada que puede
ser paliado a través de un política fiscal expansiva, a pesar de los problemas
que ello puede provocar respecto al nivel de precios.

o Por último, la política fiscal puede ayudar a mejorar el saldo exterior, cuyos
efectos, se analizarán en el marco del modelo de la síntesis neoclásica.

2. Problemas que afectan a la eficacia de la política fiscal.

La consideración de la incertidumbre

La aplicación de una determinada política económica activista para combatir las


perturbaciones de la economía no plantearía serias dificultades si existiese un
adecuado conocimiento de la situación actual y de su previsible evolución futura. Es
decir, que los instrumentos fiscales y monetarios serían capaces por sí mismos para
corregir esas fluctuaciones.

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Sin embargo, la gran mayoría de los problemas que se plantean en la política
económica, se pueden resumir en que resulta imposible predecir con exactitud los
defectos de sus medidas concretas aplicadas, es decir, esta política se mueve en un
ambiente no de certeza, sino de incertidumbre.

La consideración de la incertidumbre, se opone a los planteamientos de J.


Tinbergen, y inconcreto a su famosa “regla de oro” para la actuación de las
autoridades, y que, sin duda, facilitaba mucho su labor a la hora de determinar y aplicar
los instrumentos, ya que según la cual, el número de instrumentos independientes
debía ser igual al número de objetivos, de forma que el policy-maker podría elegir entre
el abanico de instrumentos disponibles el (los) más adecuado(s) para conseguir su(s)
objetivos (s) previsto(s).

Es posible definir la incertidumbre como “una descripción del grado o tipo de


conocimiento que surge allí donde se dispone de una información incompleta sobre la
que es preciso actuar” y hacerlo racionalmente supone utilizar de la mejor forma
posible la información escasa que se posee.

Esta incertidumbre puede aparecer fundamentalmente por dos motivos


concretos: en primer lugar, porque el modelo que se utilice para representar una
realidad, no la consiga determinar perfectamente; y, en segundo, porque los
parámetros de las ecuaciones no adquieran un valor fijo, sino que, por el contrario,
tengan un carácter aleatorio.

El primer tipo de incertidumbre que acabamos de exponer, aparece constatado


por la propia realidad, puesto que en ella se observa que existe una falta de acuerdo
entre los economistas acerca del modelo correcto para representarla.

En cualquier caso, la elección de uno u otro modelo dependerá de múltiples


factores, pero lo correcto sería la introducción en ellos de alguna variable que recoja la
posibilidad de que sus predicciones no sean correctas, y que, por tanto, están
sometidas a un margen de error.

Este tipo de incertidumbre no tiene que ver con las acciones de las autoridades,
es decir, es independiente de las decisiones de éstas, y por ello al aplicar sus medidas
de política económica deberían actuar sobre la base de los valores esperados como si
fuese cierto que sucedieran realmente.

Sin embargo, en el segundo tipo, hay incertidumbre respecto al valor de los


parámetros de las ecuaciones, por lo que se supone que éstos no tienen un carácter
fijo, sino que son aleatorios. Estos valores fluctuantes de los parámetros producen
también cambios en los multiplicadores tradicionales de las políticas económicas, y
desde nuestra perspectiva en el multiplicador fiscal. Así, a la incertidumbre respecto a
la magnitud de los efectos generados por una acción concreta de política económica se
denomina “incertidumbre sobre el multiplicador”.

Este escaso conocimiento respecto a los posibles efectos que van a generar los
instrumentos económicos sobre las variables objetivo, obligan a ser muy cautelosos a
la hora de aplicarlos, tanto más cuanto mayor incertidumbre exista.
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La conclusión fundamental que se deriva es que las autoridades deben utilizar
todos los instrumentos de que dispongan para conseguir sus objetivos aunque superen
al número de éstos, con lo que rompe la regla de Tinbergen, citada anteriormente, y
que sostenía que el número de instrumentos independientes debe ser igual al número
de objetivos, para que el modelo propuesto tenga una solución única.

Los retardos temporales

Otro de los problemas fundamentales que afectan a la política económica en


general y a la fiscal en particular es el de los retardos temporales o también
conocidos como lags.

Es posible señalar al respecto la existencia de dos tipos de retardos:

1. Interno, que abarca desde el momento que se produce una perturbación en la


economía hasta que las autoridades actúan en contra de ella. A su vez, este
retardo interno se subdivide en primer lugar en un retardo de reconocimiento,
que es el tiempo que transcurre entre el momento en que se produce la
perturbación hasta que las autoridades reconocen que es necesario aplicar una
política compensatoria. Este retardo podría ser negativo si las autoridades
hubiesen previsto el problema a entes de que se produjese.
En segundo lugar aparece, dentro de este retardo interno, el de decisión, que
concretamente abarca desde el fin del de reconocimiento hasta que las
autoridades deciden actuar sobre la perturbación; y por último, en tercer lugar, el
retardo de actuación o de acción que incluiría el tiempo transcurrido desde el fin
del retardo de decisión hasta que las medidas correctoras son aplicadas.
En general, se reconoce que la influencia que ejerce el retardo interno sobre la
política fiscal se amplia, y en cualquier caso, es superior al de la política
monetaria, por varias razones: por la inexistencia de indicadores adecuados de
política fiscal, que permitan reducir al máximo el período de reconocimiento de
las perturbaciones, y, quizás más importante, porque las decisiones fiscales no
la adopta el Banco Central del país, como en el caso de la política monetaria,
sino que es fundamentalmente el Gobierno, e incluso el propio Congreso, con lo
que la decisión y la actuación sufre una gran demora.

2. Externo, que se extiende desde que las medidas han sido aplicadas, es decir,
desde el fin del retardo interno, hasta que aquellas surten sus efectos
mayoritariamente. Por tanto, se trata de un retardo en el tiempo, con lo cual su
existencia y su propia importancia cuantitativa reducen la eficacia de la política
fiscal, agravándose así el problema, porque su duración es variable.

En comparación con la política monetaria, la política fiscal posee un retardo


externo mucho más reducido, pero no inexistente, por lo que posee una ventaja sobre
la primera; sin embargo, el retardo interno es de mayor duración, e incluso distinto para
los gastos y los ingresos públicos, puesto que para los primeros si el sector público
compra bienes y servicios tienen que decidir cuáles compra, admitir pujas para los
bienes ofrecidos por el sector privado, y a continuación decidir la adjudicación de los
conocidos por el sector privado, y a continuación decidir la adjudicación de los
contratos, mientras que para los segundos no son necesarias estas decisiones.
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En cualquier caso, no puede decirse que los retardos largos impidan la
efectividad de la política fiscal, sino que por el contrario, su utilización debe ser más
vigorosa.

En definitiva, la eficacia de la política fiscal va a verse reducida por la existencia


de lags o retardos temporales, que si bien pueden minimizarse, fundamentalmente, el
interno, con unos mejores indicadores y una mayor rapidez en la toma de decisiones y
en las actuaciones, aunque también el externo con una mayor flexibilidad de los
mercados, no pueden eliminarse, con lo que a la hora de aplicar este instrumento de
política económica deben tenerse en cuenta, pues su no consideración pueden
condenarla al fracaso.

El papel de las expectativas

En un principio, las expectativas no fueron consideradas en la ciencia


económica; quizás fuese debido a su difícil introducción en la teoría clásica ortodoxa
recibida, aunque desde su inicio el problema de las expectativas de la gente respecto a
los posibles valores que una variable económica alcanzase en su futuro tuvo siempre
un gran interés.

No cabe duda, en efecto, que desde una perspectiva actual, la influencia que
ejercen las expectativas sobre las decisiones económicas es de primera magnitud, lo
cual se observa en las previsiones de los gobiernos, sindicatos y empresarios respecto
a la evolución de la economía, lo que les mueve, a unos y a otros, en negociaciones
salariales, o de cualquier otro tipo, a actuar en base a ellas.

No obstante, ya en el siglo pasado autores como Marshall, Keynes, Schumpeter,


Fischer y Hicks comenzaron a considerar la importancia de las expectativas. Así, A.
Marsahall introdujo la influencia que, en su opinión, ejercían las expectativas de
beneficios inflacionitas sobre los impactos de la oferta monetaria en los tipos de interés;
J. M. Keynes, por su parte, considera de vital importancia la adquisición de información
para adoptar decisiones; Schumpeter tiene muy en cuenta las expectativas en su teoría
del empresario innovador; I. Fischer es considerado como el fundador de la teoría de
las expectativas adaptativas, por ser el primero que la introdujo explícitamente en un
modelo sobre la inflación, en concreto lo hace al estudiar la relación entre el tipo
nominal y real de interés, por un lado, y la tasa de inflación, por otro. J. Hicks, incluye
en su análisis el concepto de elasticidad de las expectativas, distinguiendo entre una
elasticidad rígida, en la que las expectativas de una variable vienen dadas por sus
valores pasados, y una unitaria, en la que los precios esperados se mueven en el
mismo sentido que los actuales.

Los aportes anteriores en torno a las expectativas nos muestra que tras pasar
por un período de tiempo en el que las expectativas podrían considerarse exógenas,
formadas independientemente de la realidad, comienzan a ser introducidas en los
modelos en la forma de expectativas “adaptativas o extrapolativas”, y a considerarse
por tanto endógenas, según lo cual el valor esperado de una variable en un
determinado período es función de los valores alcanzados por dicha variable a lo largo
del tiempo, estando ponderados estos valores anteriores por unos parámetros
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con cifras más altas para los años más próximos, y con la condición de que la suma de
esas ponderaciones sea igual a la unidad, con el fin de que aquellas variables sobre las
que se forman las expectativas que tengan un valor muy estable, su valor esperado
coincida con ese valor estable

No obstante, esta modalidad para la formación de las expectativas presenta


serios inconvenientes:

1. Las expectativas no se forman teniendo en cuenta únicamente este tipo de


información, dejando a un lado otra que puede ser fundamental.
2. Supone un comportamiento arbitrario por parte de los agentes económicos,
quienes no tienen en cuenta la realidad actual para formarlas, estando en contra
de los comportamientos maximizadores que guían en muchas ocasiones las
actuaciones del público.
3. Para aquellas variables que mantienen una gran estabilidad esta fórmula es muy
válida, pero por desgracia, da origen a muchas equivocaciones, cuando la
variable sobre la que se forman las expectativas tiene un comportamiento
errante.

En realidad, es cierto que la evolución pasada de una variable tiene una gran
influencia en las expectativas sobre su comportamiento futuro, pero también es cierto
que los agentes económicos al tratar de predecir esa evolución utilizan en muchas
ocasiones informaciones adicionales (situación económica, políticas del gobierno, ...).

En base a toda esta información considerada surge, a partir de un trabajo


original de J. F. Muth, la hipótesis de expectativas racionales, según la cual los agentes
económicos al formar sus expectativas tienen en cuenta toda la información relevante
disponible y toda la teoría económica.

La consideración de toda la información relevante resulta fundamental para la


formación de expectativas racionales óptimas, no basta con unas buenas intenciones
de las autoridades para tratar de alcanzar unos determinados objetivos. En efecto, no
es suficiente, desde estos planteamientos meros anuncios del gobierno respecto a sus
deseos, por ejemplo de combatir la inflación, con la finalidad de influir sobre las
expectativas de ésta, puesto que los agentes económicos usan toda la información,
tanto pasada como actual, de las políticas del gobierno para valorar la probabilidad de
que la reforma pueda y efectivamente sea llevada a cabo como el gobierno anunció.
Podría decirse que esta política no sería creíble si no existe una adecuada relación
entre la política monetaria restrictiva, los agentes económicos no van a reducir sus
expectativas inflacionistas si la política fiscal aplicada es expansiva, porque en última
instancia, el déficit público se acabará traduciendo en inflación; y por lo tanto los
deseos de las autoridades fracasarán al no influir sobre las expectativas de los
individuos.

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No obstante, independientemente de estos planteamientos, algunos autores
hablan de la imposibilidad de considerar expectativas racionales, porque ello supondría
básicamente que los agentes económicos se tienen que estar adaptando
continuamente a la información que les llega, recogiéndola y asimilándola de forma
adecuada.

Por ello, más que hablar de expectativas racionales, dice B. Friedman, habría
que hacerlo de expectativas semiracionales, es decir, de una adecuada combinación
de expectativas adaptativas y racionales que es lo máximo que pueden llegar los
agentes económicos para adaptarse a la corriente continua de información que les
llega.
La estructura de estas expectativas semiracionales se basa en la hipótesis de
que los agentes hacen una estimación de los efectos a largo plazo de un cambio en la
política de gobierno, pero no están seguros sobre el proceso de ajuste desde la
situación inicial a la de equilibrio a largo plazo. En definitiva, este sistema podría ser
considerado como un promedio ponderado simple y mecánico de las expectativas
adaptativas y las expectativas racionales.

En resumen, se ha tratado hasta aquí los problemas que afectan a la aplicación


de la política económica por parte de las autoridades del Sector Público, y que sin duda
disminuyen su eficacia. Cualquiera de ellos –incertidumbre, retardos temporales y
expectativas- si no se tienen en cuata a la hora de la aplicación de la política fiscal, en
nuestro caso, y de la política económica, en general, podrán producir efectos
desestabilizadores importantes que condenarían al menos en parte, a la política
aplicada al fracaso.

3. Problemas inherentes a la Política Fiscal


Hasta principios de la década de los sesenta, el análisis de los impactos de los
diferentes instrumentos de la política económica se realizaba en el marco de las curvas
IS-LM, en el que se suponía que existía una independencia total entre ambas, es decir,
una política fiscal expansiva generaba sus efectos correspondientes con total
independencia de su forma de financiación. En este marco general, los dos
instrumentos fundamentales en la época de actuación macroeconómicos tenían dos
objetivos distintos; por un lado, la política fiscal se dirigía a alcanzar un nivel de renta
compatible con el pleno empleo y con la estabilidad de precios, mientras que, por el
contrario, la política monetaria se dirigía a controlar la cantidad de dinero o el nivel de
los tipos de interés.

Sin embargo, ya a mediados de la década de los sesenta comenzaron a


aparecer los primeros trabajos que hacen especial hincapié en esta interdependencia,
trasladando la restricción en sus gastos que tienen los agentes económicos privados al
gobierno. En efecto, se señala que una política fiscal expansiva debe financiarse, bien
con incrementos en la cantidad de dinero o con emisiones de deuda pública, lo que en
cualquier caso afecta a la política monetaria; pero también una actuación de ésta de
forma restrictiva que eleve los tipos de interés, disminuye la inversión real, alterando el
nivel de demanda perseguido por la política fiscal.

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Por tanto, esta interdependencia da origen a la denominada restricción
presupuestaria del gobierno, que hace referencia a que éste no podrá gastar un mayor
volumen de recursos financieros de los que pueda disponer (concretamente ingresos
impositivos, emisión de dinero y emisión de deuda pública, es decir:

Compra de bienes impuestos sobre los


y servicios por el intereses de la deuda
Gobierno.

+ otros intereses
+ intereses de la deuda =
+ préstamos del
sector privado

+ pagos por transferencias + dinero de alta potencia


distintos a los intereses + oro y divisas gastados
emitidos

El corolario más importante de esta restricción


presupuestaria es que las autoridades no
pueden determinar arbitrariamente sendas para
todas las variables, sino que al menos
una vendrá determinada de forma endógena por la
acción conjunta de esta restricción y de la
estructura de la economía. La restricción
presupuestaria es permanente, es decir,
se mantendrá con independencia del período
considerado y de las condiciones
económicas de partida.

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¡AHORA ES HORA DE UNA PAUSA!

Luego de la pausa reuniremos, en un recorrido fugaz, una mirada hacia la política económica
y sus instrumentos, desde una óptica preliminar al desarrollo de los aportes que las diversas
corrientes de pensamiento realizaron a distintos tópicos de la política fiscal.

4. La neutralidad de la política económica

La notable repercusión que la Teoría General de la Ocupación, el Interés y el


Dinero de Keynes produjo sobre el análisis económico, se debió a la idea de que el
nivel de producción y empleo está determinado por la magnitud de la demanda
agregada de bienes y servicios, y que el Estado puede regular esta, por medio de la
política fiscal o monetaria. No obstante, la política económica es concebida como un
sistema de contrapesos a las variaciones espontáneas de la economía que permite
evitar las fluctuaciones no deseadas. El mensaje de Keynes, fue ratificado cuando a
finales de los años cincuenta A.W. Phillips, determinó en un estudio empírico para la
economía británica, la existencia de una relación inversa y estable entre las tasas de
desempleo y el ritmo de crecimiento de los salarios nominales, a tal relación se le
denomino, "Curva de Phillips" y fue colocada en el contexto de la política económica y
de la teoría de la inflación debido a la estrecha relación entre el crecimiento de los
salarios nominales y del nivel de precios, lo cual implicaba que satisfacer determinados
objetivos de empleo implicaban la tolerancia de algún nivel de inflación y viceversa.

Algunos economistas, resistieron su teoría, encabezados por Milton Friedman,


quien propone que el estado abandone todo intento de estabilizar la economía.
Friedman deduce que las políticas monetarias supuestamente anticíclicas podrían
resultar desestabilizadoras y procíclicas, y que en todo caso los resultados eran
aleatorios debido al desconocimiento de la extensión y la estructura de retrasos, por
tanto, propone que el Estado renuncie al activismo anticíclico y adopte como política
monetaria una regla de crecimiento anual constante de la oferta de dinero, estos
economistas arguyen también que los cambios en el déficit presupuestario no tiene
efectos sobre la demanda, si no van acompañados de variaciones monetarias, por esta
razón, la controversia respecto a la efectividad de las políticas económicas sobre la
demanda agregada, se ha orientado hacia la política monetaria, sin prestar atención a
la fiscal.

Para Friedman, la curva de Phillips tiene el error básico de considerar el salario


nominal como el factor determinante del mercado de trabajo, para él, es el poder
adquisitivo del salario (salario real), la variable importante, el precio del mercado de
trabajo. La oferta de trabajo sería una función creciente y la demanda una función

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inversa del mercado de trabajo del salario real, sin embargo siempre existirá un cierto
número de desempleados, a la cual se le llamo la tasa natural de desempleo.

Lo diferente en el caso de los keynesianos, es que Friedman introduce


explícitamente la existencia de expectativas adaptativas, por lo que las negociaciones
salariales se hacen en términos nominales y los contratos tienen un período de
vigencia durante el cual, el nivel de precios esta aumentando, los demandantes y
oferentes deberán hacer sus predicciones de la inflación futura para que el salario
nominal coincida con un determinado salario real.

Si las anticipaciones resultan correctas, el mercado estará en equilibrio y la tasa


de desempleo se encontrará en su nivel natural, por el contrario, si los trabajadores
subestiman la tasa de crecimiento de los precios, ello equivaldría a una sobrestimación
del salario real, y por lo tanto, la oferta de trabajo y el nivel de producción serán
superiores a la estimación que hubiera resultado de una anticipación correcta: la tasa
de desempleo se situará debajo de la tasa natural, por el contrario si los trabajadores
sobrestiman la tasa inflacionaria, subestimarán el salario real y obtendrán una tasa de
desempleo superior a la natural, es así como; las desviaciones de la tasa de
desempleo respecto a tasa natural son consideradas situaciones de desequilibrio
ocasionadas por falsas expectativas de precios y salarios, lo importante en el caso
analizado por Friedman, era que la tasa de inflación esperada se ajustaba
gradualmente en función de las tasas pasadas de inflación y de los errores de
predicción en el pasado, se trata pues, de un enfoque de expectativas adaptativas.

Esta idea conduce de modo necesario a una distinción entre el corto y el largo
plazo, en el mecanismo adaptativo la tasa de inflación esperada se mueve en forma
gradual hasta que por fin se logra igualar con la tasa efectiva de inflación, por lo tanto,
solo en el corto plazo, el tiempo que demoran las expectativas en igualarse con la
inflación, la política económica es efectiva para regular los niveles de empleo y
producción; en el largo plazo, cuando la tasa esperada de inflación ha logrado
igualarse con la tasa corriente, la política económica es neutral.

Con la introducción de las expectativas racionales, los agentes económicos,


tomarán en cuenta además de la experiencia pasada de la tasa de inflación, toda la
información útil a su alcance a fin de hacer el mejor pronóstico y no incurrir en errores
de expectativas, por lo tanto la efectividad de la política económica, dependerá en gran
medida de la calidad y la cantidad de información que se asume tiene el público en el
momento de formar su expectativa del nivel de precios, por lo tanto si las desviaciones
del empleo respecto a sus niveles naturales es una función de los errores de las
expectativas, los efectos de la política económica son plena e instantáneamente
anticipados de manera que las expectativas son perfectas aún en plazos muy cortos,
en consecuencia la política económica no puede hacer desviar la producción y el
empleo de sus valores de equilibrio, por lo que la política económica es neutral también
en el corto plazo.

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5. Instrumentos de política económica

Los instrumentos son los parámetros de acción de la política económica, por


medio de éstos las autoridades pueden incidir, en su intento para lograr determinadas
metas, con el fin de cumplir su objetivo de función social. Es necesario resaltar que en
la elección de esos instrumentos deben ser coherentes, ya que no todos son siempre
utilizables, en la práctica, pueden existir diferentes vías para alcanzar un mismo
objetivo, o lo que es lo mismo pueden existir diferentes combinaciones, para lograr la
combinación de objetivos perseguidos.

Realizando un recuento de las diversas políticas económicas y sus respectivos


instrumentos, se pueden mencionar:

5.1. La política monetaria

La cual se define como:

“El procedimiento utilizado por un Banco Central para incidir en la


economía por medio de su influencia sobre la expansión del dinero y el crédito”
(Torres, 1999).

La política monetaria cuenta con una serie de instrumentos para lograr sus
objetivos, destacan: el encaje mínimo legal, las operaciones de mercado abierto, el
redescuento, la persuasión moral, los topes de cartera y las tasas de interés.

5.2 La política cambiaria

La cual se define como:

“La intervención de las autoridades en el curso de diversas variables


económicas, con el propósito de conseguir un tipo de cambio acorde con una
posición externa sólida” (Torres, 1999).

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La política cambiaria, emplea el manejo del tipo de cambio de la moneda
nacional en relación con la moneda extranjera, para influir sobre los flujos de
importaciones, exportaciones e inversiones procedentes del exterior.

5.3 La política comercial

La cual se define como:

“Las acciones tendentes a incentivar el intercambio comercial de bienes y


servicios con el resto del mundo” (Torres, 1999).

Esta política cuenta con instrumentos arancelarios y no arancelarios como:


aranceles, sobretasas, depósitos previos, cuotas, restricciones sanitarias y fito
sanitarias, así como restricciones de etiquetado.
El problema a resolver, es el de la búsqueda de un principio de selección o
criterio para elegir la mejor combinación de instrumentos posible.

La selección de los instrumentos

La selección de los instrumentos consiste en buscar, entre las recetas


conocidas, la que sea más adecuada a las circunstancias. La etapa de selección de
instrumentos debe incluir tres subetapas básicas:

a) Determinar la cantidad de instrumentos necesarios para alcanzar los objetivos


especificados, para lo que se utiliza el principio de Tinbergen, que especifica que
dada una cantidad de objetivos de política económica, para que la consecución de
todos ellos sea posible es necesario contar como mínimo con la misma cantidad de
instrumentos efectivamente controlables, por tanto, si la cantidad que el político
efectivamente puede controlar supera a la cantidad de objetivos planteados, el
político tiene "grados de libertad" para dejar de lado instrumentos, o bien
especificar un mayor número de objetivos. Si por el contrario, es menor, deberá
dejar de lado uno o más objetivos, a menos que pueda concretar el control sobre
instrumentos adicionales.

b) Determinar la cantidad de instrumentos efectivamente disponibles, ya que puede


ocurrir que no todas las variables constituyan instrumentos útiles para el desarrollo
de la política económica, esto puede suceder por dos circunstancias princi-
palmente, a saber; instrumentos no indiferentes, que se refieren a la posibilidad de
que no son indiferentes a las preferencias de la comunidad, en este caso las
autoridades pierden grados de libertad para el diseño de la política económica,
porque encuentran limitaciones al manejo de los que importan a la sociedad, la

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segunda circunstancia se refiere a los relacionados entre sí, de manera que las
autoridades económicas no pueden manipularlos por separado, ya que al modificar
el valor de un instrumento, altera el valor del otro.

Por tanto pasadas estas subetapas las posibilidades son básicamente tres:

 Que la cantidad de instrumentos “útiles” sea igual a la de instrumentos


“necesarios”

 Que la cantidad de instrumentos “útiles” sea mayor a la de instrumentos


“necesarios”

 Que la cantidad de instrumentos “útiles” sea menor a la de instrumentos


“necesarios”

El primer caso permite una resolución satisfactoria del problema de política


económica, ya que será posible alcanzar todas las metas establecidas sobre las
variables objetivo porque se respeta la pauta cuantitativa de Tinbergen.

El segundo caso presenta un problema a resolver, ya que si bien la pauta


cuantitativa indica que los instrumentos son suficientes para alcanzar las metas
impuestas sobre las variables objetivo, el político debe elegir cuáles utilizar.

Finalmente, el tercer caso también plantea un problema, aunque de naturaleza


diferente al anterior: se trata de una situación en la cual los instrumentos útiles no son
suficientes para alcanzar todas las metas especificadas, por lo cual el político debe
reducir sus aspiraciones y sacrificar uno o más objetivos, en forma total o parcial, lo
que nos plantea la teoría del second best (segundo mejor). Este caso requiere de
pautas que le permitan minimizar ese sacrificio.

c) La selección de instrumentos siempre lleva implícitos tiempos y costos, como Trapé


(2000) dice: "cada instrumento no solo tiene un impacto diferente sobre el objetivo
especificado, sino que además implica diferentes demoras para alcanzar la meta e
implica costos de utilización que son distintos a los de los demás instrumentos" (p.6).

La utilización de instrumentos siempre lleva implícitos tiempos y costos, para ser


seleccionado para la consecución de un objetivo debe cumplir dos condiciones: una
necesaria (referida a su idoneidad) y otra suficiente (referida a su idoneidad comparada
con otros instrumentos), por tanto, para que sea eficiente debe ser eficaz, en el logro
de su objetivo y además debe incorporar los elementos de costo y tiempo para lograr
que sea un instrumento eficiente, al ser el de menor costo y mayor brevedad en la
consecución de los objetivos, comparado con otros, si cumple ambas condiciones se
denomina que es un instrumento eficiente.

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La política económica y el desarrollo económico

Las políticas económicas analizadas anteriormente son consideradas como


coyunturales, ya que sus objetivos están delimitados a la estabilidad de precios, el
pleno empleo y el equilibro de la balanza de pagos, en el corto plazo, sin embargo, se
afirma que “ los fines y objetivos señalados no son los únicos que persigue la política
coyuntural, puesto que ésta ha de contribuir asimismo al desarrollo económico del país
en una forma armónica y equilibrada, evitando de ese modo una degradación del medio
ambiente y un empeoramiento de las condiciones de vida humana” (Coulbois, 1974
citado por Fernández, Parejo y Pérez, 1995, p.135).

La política económica estructural actualmente resulta más importante en el


conjunto de las actuaciones de la política económica, debido a que las actuaciones de
política coyuntural, comenzaron a resultar insuficientes cuando surgieron problemas
económicos de corte estructural, lo cual requería de políticas estructurales, el auge de
las medidas de corte estructural fue apoyado por la escuela llamada del ofertismo, la
cual recomendaba eliminar o reducir todos los obstáculos que detuvieran el aumento
en la oferta, además de las dificultades crecientes a las que se enfrentan las políticas
coyunturales.

Por lo tanto a las políticas coyunturales les corresponde corregir los


desequilibrios macroeconómicos generales para lograr un marco de estabilidad, estas
políticas son condición necesaria pero no suficiente, por lo tanto, deben
complementarse con políticas estructurales, que permitan a la economía resolver
problemas graves y de raíz estructural que les afecten para ser más competitivas y
enrumbarse hacia un proceso de desarrollo económico sostenido.

5.4. La Política Fiscal

La política fiscal hace su aparición formal aproximadamente en el año de 1930,


apreciándose su vinculación con la revolución keynesiana, se distinguen dos
precursores: Frankling D. Roosevelt y John Maynard Keynes, el primero se enfrento a
un desempleo masivo al inicio de su mandato y sus intentos se encaminaron hacia una
política de gasto público, con las miras puestas en no excederse autorizando proyectos
de escasa utilidad, el segundo, Keynes, se había comprometido en una dura pelea con
el Tesoro británico, al que le imputaba la deflación que Inglaterra estaba padeciendo, él
en su obra Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero, pudo demostrar que
los gastos públicos podrían aumentar la ocupación.

La segunda guerra mundial fue una magnifica lección de keynesianismo, la


expansión del gasto agregado, se basó en la aceptación de los gobiernos, de asumir la
responsabilidad, del mantenimiento de un nivel de ocupación adecuado. Finalizada la
segunda guerra mundial, se consolidan las ideas keynesianas como instrumento al
servicio de la estabilización macroeconómica, que alcanza hasta los inicios de la

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década de los sesenta, su máximo apogeo.

Es en ese momento que se considera que el Estado debe intervenir en el


mercado y se le asignan las siguientes funciones:

 Asignación: Se concentra en la canalización de los recursos públicos y privados


hacia las actividades de interés público y en contra de otras que no son
consideradas de carácter prioritario.

 Distribución: Se orienta a modificar el nivel de ingreso real de los diferentes grupos


que conforman una sociedad mediante la fijación de precios máximos a
determinados tipos de bienes y servicios, transferencias y tributos, entre otros.

 Estabilización: Para la consecución de los objetivos previos se requiere de un


adecuado entorno macroeconómico que permita un alto nivel de empleo, una
razonable estabilidad del nivel de precios, posición externa sólida y una tasa
aceptable de crecimiento económico. En forma puntual, la función de estabilización
de la política fiscal consiste fundamentalmente en neutralizar las tendencias cíclicas
inherentes al comportamiento de la economía, inyectando o sacando recursos del
flujo circular mediante la aplicación de los instrumentos fiscales: gastos e
impuestos.

 Promoción del Desarrollo: Se relaciona con el bienestar y la mejora de las


condiciones de vida del bien común.

La política fiscal es definida por Miller y Pulsinelli (1993) como:

El cambio deliberado de los niveles de gasto del gobierno federal, de los


impuestos y de la adquisición de préstamos para lograr objetivos económicos
nacionales tales como un alto nivel de empleo, una estabilidad de precios, un
crecimiento económico y un equilibrio en la balanza de pagos.

Donde la política fiscal busca lograr, lo siguiente;

a. Aplicación de correctores directos a la distribución de la riqueza, a través de


transferencias e impuestos.

b. Conseguir la estabilidad económica, pero sobre todo maximizar el objetivo de


pleno empleo, donde se plantea en casos de recesiones, incidir en la demanda
agregada incurriendo en déficit presupuestarios, mientras en situaciones de
auge, debe reaccionar reduciendo la demanda agregada, por medio del gasto,
tratando de lograr el superávit presupuestario.

c. Cubrir las necesidades de bienes públicos.

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d. Buscar la mayor compatibilidad entre los diferentes objetivos conflictivos de la
política económica.

Mediante la aplicación de una política fiscal expansiva a través de aumento en los


gastos en bienes y servicios del gobierno, aumento de las transferencias o reducción
de los impuestos, o cualquier combinación entre todos ellos, en casos de recesión, y en
casos de auge se debe aplicar una política fiscal contractiva mediante la reducción de
gastos en bienes y servicios del gobierno, reducción de gastos de transferencias,
aumentos de los impuestos o alguna combinación de estos.

6. La coordinación de la política fiscal y monetaria

La coordinación de políticas es importante debido a que los instrumentos


utilizados tienen distintos efectos sobre los diferentes objetivos, generándose un
conflicto entre objetivos, sin embargo parece inevitable, resolver este problema, ya que
es bastante difícil conseguir todos los objetivos propuestos. A medida que aumenta el
número de objetivos, y por ende de los instrumentos, la coordinación de la política
económica, se torna más compleja y aumentan las posibilidades de incongruencias.

Específicamente, en el caso de la política fiscal y monetaria, la diferencia radica


en las variables que afectan, la política monetaria afecta directamente la cantidad de
dinero e indirectamente la corriente de ingresos, caso contrario plantea la política fiscal,
ya que influye directamente sobre la corriente de ingresos e indirectamente sobre el
acervo de dinero.

Sin embargo, la política monetaria también puede ser ejecutada por las
autoridades fiscales, por medio, de la captación de recursos y la concesión de
préstamos directos o indirectos al sector privado, en ambos casos, contribuye a
contraer o expandir la masa monetaria, estas operaciones además, afectan la liquidez
del sector privado y el costo del dinero en los mercados financieros, por lo tanto, la
política fiscal, puede contribuir con la política monetaria, en el control de los medios de
pago, por lo que se concluye que una inadecuada coordinación entre ambas puede
anular la efectividad de la política económica en la consecución de sus objetivos.

Es así como Lizano (1990) dijo:

En el transcurso del tiempo se ha ido estableciendo una cierta división del


trabajo.....Así a la política monetaria se le responsabiliza prioritariamente de asegurar el
objetivo de la estabilidad del sistema económico, mientras que a la política fiscal se le
asigna la responsabilidad primera de alcanzar un ritmo acelerado de crecimiento
económico y una distribución satisfactoria del ingreso. Así se ha despojado, poco a
poco, a la política fiscal de sus obligaciones en relación con la estabilidad de la
economía, lo que se dio en llamar en un tiempo las “finanzas compensatorias".

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El pensamiento económico a través del tiempo y
del espacio merece su lugar y es por eso que lo
incorporamos en el estudio de nuestra materia a
fin de recuperar el aporte que las diferentes
corrientes hicieron en torno al papel del Estado,
de los recursos y sus objetivos.
Ahora vamos a realizar en una secuencia
temporal un camino por las distintas escuelas en
la valorización de los autores más
representativos de ellas.

7. Una mirada al rol del Estado y el papel de los impuestos a la luz de


las diferentes corrientes del pensamiento financiero.

Introducción
La evolución del pensamiento financiero permite situarse en la dimensión
espacio tiempo a fin de analizar el aporte de cada corriente al estudio de las finanzas
públicas. Por su parte el Sector Público debe satisfacer necesidades públicas
mediante la provisión de bienes públicos, preferentes y mixtos, y para ello necesita
contar con los recursos necesarios. Dichos recursos en la mayoría de los casos son de
naturaleza coactiva, en razón de ello es que desde el pensamiento de Adam Smith - en
materia financiera-, el análisis puede centrarse en dos temas principales, el rol del
Estado y el papel de los impuestos.

Es en línea a estas temáticas que el trabajo aborda una reseña evolutiva desde
los pensadores clásicos en adelante. En dicho análisis y en cada corriente es válido
distinguir las visiones economicistas de algunas corrientes de las que no lo son, esto
es, las que despliegan un fundamento filosófico, político o sociológico. Y dentro de
este mundo no homogéneo, se juega su rol la política fiscal. Efectivamente, las
corrientes de pensamiento no concuerdan sobre el papel que tiene que jugar a la hora
de dar solución o respuesta a los problemas que se plantean en la economía. Sin
embargo, es un instrumento casi decisivo con el que cuenta el sector gobierno.

Después de la aparición de la obra de Keynes, la política fiscal es analizada y


desarrollada de forma más notable que hasta entonces.

El interés y la necesidad de analizar la política fiscal a través de diferentes


corrientes de pensamiento, y poder realizar una mirada prospectiva desde el recorrido
histórico que describe el papel del estado y sus decisiones respecto de la economía es

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un desafío que excede el espacio de este trabajo. El mismo recoge las principales
conclusiones de las corrientes que se suceden luego de la escuela de pensamiento
clásico, seleccionando los autores que se consideran representativos.

La Influencia de los Estudios Financieros y sus principales autores

Se torna difícil establecer el grado de influencia entre los hechos


socioeconómicos y las ideas sobre la materia de finanzas públicas, al punto de
afirmarse: “No se puede determinar con precisión cuál de las influencias es más
decisiva, y es suficiente comprobar la recíproca dependencia de la historia del
pensamiento y la historia de los hechos de las finanzas públicas”.

Comenzaremos con la evolución del pensamiento económico y los


aspectos relacionados a la materia de finanzas públicas.

Dada la necesidad de diferenciar el fenómeno económico del financiero


es que resulta posible señalar que diversas concepciones tienden a definir la actividad
financiera sobre concepciones económicas.

Autores como C. Bastiat y N. Senior, han sostenido que la actividad


financiera es un caso particular de cambio, mediante el cual los tributos se presentan
como las retribuciones a los servicios públicos.

Por su parte, ciertos economistas de la escuela clásica (Adam Smith,


David Ricardo, John Stuart Mill) y algunos autores franceses, como Juan Bautista Say,
tienden a considerar la actividad financiera como perteneciente a la etapa económica
del consumo.

Los medios financieros, si bien son de naturaleza idéntica a la de los


medios económicos, difieren en el aspecto cualitativo y cuantitativo y el criterio para la
elección de dichos medios, es político.

Es posible partir del análisis respecto de cuál ha sido la influencia en


materia presupuestaria, sin embargo antes de ello señalamos la organización del
análisis en función del siguiente esquema1:

I. Escuela Inglesa:
II. Corrientes antiliberales – Intervencionista del Estado.
III. Liberal intervencionista para el pleno empleo.
IV. Corriente Neoliberal.
V. Otras Corrientes: la Nueva Macroeconomía Clásica.
VI. El Sector Público: nuevos retos.

1
Cristaldo, Luis: “Evolución del Pensamiento Financiero”. Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción.
Villarrica. República del Paraguay.

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VII. Un caso relevante: el Impuesto Negativo sobre la Renta (INR).
Luego de esto, presentaré un recopilado desarrollo de las ideas básicas
que han influido en las finanzas públicas para cada corriente, seleccionando para cada
una, a algunos autores2.

I. Escuela Clásica Inglesa

Entre los autores más destacados de esta escuela podemos referirnos a:


Adam Smith (1776), Thomas Malthus (1798), David Ricardo (1817) y John Stuart Mill
(1870), entre los más destacados.

La escuela clásica de pensamiento económico, también llamada escuela


clásica inglesa, tiene como núcleo ideológico -un cuerpo teórico coherente- parte de los
escritos de Adam Smith, continúa la obra de los economistas británicos Thomas Robert
Malthus y David Ricardo –quien desarrolla y formaliza las ideas del primero-, y culmina
con la síntesis de John Stuart Mill, discípulo de Ricardo. Aunque fueron frecuentes las
divergencias entre estos economistas, sin embargo coincidían en determinados
conceptos principales: defendían la propiedad privada, así como los mercados, y tal
sostuvo Mill, “sólo a través del principio de la competencia tiene la economía política
una pretensión de ser ciencia”.

Puede señalarse que A. Smith profesaba una cierta desconfianza en los


gobiernos, en contraposición a su gran confianza en “la mano invisible”. Los clásicos
tomaron de D. Ricardo el concepto de rendimientos decrecientes.

Cuando Adam Smith subraya el papel del consumo sobre el de la


producción, le da a la ciencia económica otra connotación, podría afirmarse que más
amplia. Él consideraba que había que permitir a los individuos que ellos mismos
alcanzaran su propio bienestar como medio para aumentar la “prosperidad de toda la
sociedad”; de esa manera era factible que se incrementar el nivel genera de vida del
conjunto de la comunidad.

Refiriéndonos a este autor diremos que Adam Smith (1723- 1790), nació
en Escocia. Estudió Ciencias Morales y Políticas y Lenguas en Oxford. Se le considera
como el fundador de la escuela clásica. En 1759 apareció su Teoría de Sentimientos
Morales, dedicándose más a partir de ese momento a la jurisprudencia y a la economía
que a las doctrinas morales.

La solución al funcionamiento económico de la sociedad descansa en las


leyes del mercado y en la interacción del interés individual y la competencia. El
empresario se ve obligado por las fuerzas de la competencia a vender sus mercancías
a un precio próximo al costo de producción; asimismo, ha de ser lo más eficiente
posible para mantener sus costos bajos y permanecer.

2
Aclaración: en la selección de autores no se sigue un criterio de prioridades sino por considerarlos representativos
por sus aportes y análisis.
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La mano invisible del mercado no sólo asigna las tareas, sino que también
dirige a las personas en la elección de su ocupación y hace que se tenga en cuenta las
necesidades de la sociedad. De la misma manera, el mercado regula cuales son las
mercancías que han de producirse. La esencia de la economía del mercado es que en
ella todo se convierte en mercancías con un precio, y que la oferta de éstas es sensible
a los cambios en los precios.

El mercado es un mecanismo que se autorregula, y el sistema de precios


organiza el comportamiento de los individuos de forma automática.

Hay que tener una idea clara de la importancia revolucionaria de esa


doctrina. El mercado es impersonal y no conoce favoritos; con el se acabaron las
prerrogativas de la nobleza. Esta idea debe ser contrastada con los sistemas anteriores
de organizar la sociedad, en los que cada uno tenía asignado su lugar y en él
permanecía.

Smith fue el gran defensor del "Laissez Faire" es decir, de la no-


intervención del gobierno en los asuntos económicos. A su juicio, los gobiernos son
derrochadores, fáciles de corromper, ineficaces e inclinados a otorgar privilegios en
detrimento de la sociedad en su conjunto. Para promover el bienestar, los mejores
medios son el estimulo del propio interés y el desarrollo de la competencia.

Teoría del valor

Para A. Smith, el valor era independiente de los caprichos del mercado.


Los precios nominales podrían fluctuar, pero el valor permanecería constante. Pero si
el valor era distinto del precio, ¿cómo se establecía entonces? A. Smith afirmó que el
trabajo era la medida del valor. En particular, admitió que, cuando se trataba de una
sociedad primitiva, el valor del bien dependía de la cantidad de trabajo necesaria para
producirlo.

Teoría de la acumulación

En la obra de Smith, el análisis del cambio dinámico de la sociedad


descansa sobre la teoría de la acumulación. Esta teoría viene condicionada por la
distribución de la renta entre las diversas clases sociales y, especialmente, por la
parte que pertenecía a los capitalistas y a los terratenientes. No era probable que los
asalariados recibieran lo suficiente para permitir "excedente" alguno sobre sus
necesidades, mientras que los otros dos grupos sociales si tendrían fondos suficientes
para financiar nuevos gastos y para sostener sus niveles de vida normales. El
excedente podría destinarse a la ampliación del consumo, pero seria mejor para la
sociedad que éste excedente de fondos se ahorrara. De esta forma, las rentas se
convertirían en fondos que, mas tarde, ampliarían la producción.

Los capitalistas eran los agentes principales a través de los cuales la


renta se convertiría en acumulación. La cantidad de beneficios podía considerarse
como el determinante básico del ritmo de la acumulación y, a su vez, de la tasa de
expansión económica.

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En ese sentido, Smith destacó los efectos de la acumulación, y a su vez,
de la tasa de expansión económica.

En ese sentido, Smith destacó los efectos de la acumulación de los


beneficios de los empresarios, pues se reinvertirían en maquinaria, permitiendo una
mayor división del trabajo y aumento de la productividad, y en generando, por lo tanto,
una mayor riqueza. Por ello, Smith veía en la acumulación de los beneficios el motor
que pone en movimiento la mejora de la sociedad.

Algunos autores e investigadores han sostenido que la preocupación de


Adam Smith, así como lo fue para los fisiócratas y aún para los mercantilistas, fue el
enriquecimiento del Estado. Por supuesto conocemos que el proceso de su extenso
estudio partió de la indagación del enriquecimiento de las naciones como condición
previa. Sin embargo, al problema de raíz no lo abordó; se preocupó más por el
bienestar de los individuos y dejó casi sin desarrollar el problema de las finanzas
públicas. Más bien relacionada con ésta, sí se planteó los aspectos referidos a la
distribución de la renta –siempre entre individuos- .

Robert Malthus (1776-1834)

Mientras tanto, la nota pesimista de la escuela clásica la aporta T. Malthus


al condicionar al aumento de la prosperidad al crecimiento “excesivo” de la población,
sosteniendo que mientras los alimentos aumentaban a una propensión aritmética, la
población lo hacía duplicando cada generación. A lo cual le adjudicaba como paliativo
positivo al control natural que se presentara.

En 1798 publicó un “Ensayo sobre el principio de población en cuanto


afecta eal futuro progreso de la sociedad”. La doctrina de Malthus puede considerarse
a decir de E. James “…la de un conservador social, opuesto a la reforma de las leyes
de asistencia pública y favorable al mantenimiento de determinados privilegios”. Él
cree que la demanda efectiva cuando era insuficiente podía condicionar el crecimiento
de la producción, además, al contrario que Smith le confirió otra importancia al papel
del ahorro, señalando que podía darse un desequilibrio de éste con la inversión.

David Ricardo (1772-1823).

Este economista inglés, tratadista de la economía clásica, fue autor de


nuevas teorías: sobre el valor, la moneda, los bancos, entre otros. Si bien fueron los
problemas monetarios lo que llevaron a D. Ricardo a interesarse por la ciencia
económica, cabe destacar que en 1817 publicó: “Principios de economía política y de
tributación. Revelándose bastante diferente a la concepción de Adam Smith respecto a
la actuación de lo que éste denominara la mano invisible. Además de estudiar distintos
problemas se orientó a analizar la distribución de la renta.

Éste fue uno de sus aportes más originales, ya que se basa en la


clasificación smithiana de las rentas en tres categorías: renta del terrateniente, salario
del trabajador, “Beneficio” del capitalista. Centrándose en un análisis dinámico de
observar cómo se modificaban los distintos niveles de renta evolucionaban en el
tiempo. Producto de ello fue la formulación de tres leyes sobre renta, salario
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nominal- salario real y tasa de beneficio. Tal como señala y fundamenta E. James 3, “el
error de Ricardo fue ver en esto una tendencia de carácter permanente…” plasmado
en las leyes referidas, y luego “…su razonamiento está mal construido y descansa, por
lo menos, sobre tres errores. El beneficio,…no es la retribución del capital. No es
lógico que una elevación de los salarios nominales originen una baja del tipo de los
beneficios reales. Y no necesariamente lo terratenientes guardan los beneficios
resultantes de mayor producción y precios”.

La renta económica

En primer lugar, debemos destacar que Ricardo formalizó el concepto de


renta económica, que decía que las diferencias en la calidad de las rentas de la tierra
determinarían que los propietarios de las tierras fértiles obtendrían rentas económicas
más altas, pero la producción en las de peor calidad seria solo la justa para cubrir los
costos y no daría lugar a renta. La clave de la aparición de renta económica radica,
pues, en que la oferta de tierras fértiles es rígida.

Ley de la distribución

Según Ricardo, la ley de la distribución era uno de los temas más


importantes de la teoría económica. Al analizar la distribución de la renta nacional entre
las tres clases sociales más importantes (trabajadores, capitalistas y terratenientes)
destacó que la renta total estaba limitada por los rendimientos decrecientes. En
consecuencia, los incrementos en la renta alcanzados por una clase social tienen que
lograrse a costa de arrebatárselos a otro grupo social.

En una perspectiva dinámica, Ricardo pensaba que el crecimiento de la


población acompañaba a la expansión económica, y que esta expansión llevaría
consigo un aumento de las necesidades de alimentos que, debido a la ley de los
rendimientos decrecientes, sólo podrían satisfacer a costos más altos.

Con el fin de mantener los salarios reales a su nivel anterior, serian


necesarios salarios monetarios más altos, lo cual haría disminuir la participación de los
beneficios en el producto.

Dada esta línea argumental, Ricardo señaló que el proceso de expansión


económica podía minar sus propios cimientos, es decir, la acumulación de capital a
partir de los beneficios, emergería el estado estacionario, en el que ya no habría
acumulación neta.

Aunque resulta difícil establecer delimitaciones claras entre el núcleo de la


escuela clásica y sus seguidores, en este aparato incluiremos algunos comentarios
sobre la obra de determinados autores a los que les correspondió la misión de depurar
y corregir la estructura teórica clásica.

3
Emile James ((1974): Historia del Pensamiento Económico. Biblioteca de Ciencias Sociales. Aguilar. Madrid,
1974 (tercera edición).
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John Stuart MILL (1806-1873)

John Stuart Mill puede considerarse como el último gran representante del
pensamiento económico clásico; y es posible señalar que al igual que Smith, tuvo una
concepción bastante amplia del mundo.

En el campo de la ética, Mill defendió una suerte de matizado utilitarismo


en el que pueden entreverse influencias de Bentham y en el que introdujo una
constante preocupación por incluir en el concepto habitual de «utilidad» las
satisfacciones derivadas del libre ejercicio de la imaginación y la conciencia crítica.
Sobre las principales tendencias filosóficas de su tiempo, Mill se manifestó a favor del
positivismo comtiano y contrario al intuicionismo de Hamilton.

Políticamente mostró siempre un gran entusiasmo por la forma


democrática de gobierno atemperado por el pesimismo sobre la incidencia real en el
bienestar social de su práctica. Sus trabajos sobre lógica y metodología de las ciencias
revistieron gran importancia en su tiempo, fundamentalmente mediante su búsqueda
constante de un principio válido para la inferencia de leyes generales; tras los pasos de
Hume, Mill definió la causalidad como un proceso empírico falsable que denominó
«inducción por enumeración».

En su papel como economista, Mill fue considerado históricamente como


un representante tardío de la escuela clásica inglesa; algunos autores posteriores,
como Marx, discutieron dicha filiación y destacaron su alejamiento de la noción del
valor-trabajo. Su obra principal en el campo de la economía política apareció en 1848
bajo el título de Principles of Political Economy (Principios de economía política), en los
que cabe distinguir tres partes diferenciadas.

En la primera, Mill elaboró un completo análisis del proceso de formación


de los salarios que entendió determinado por la interacción entre la oferta de trabajo y
de la demanda del mismo en forma de fondo de salarios. Consideró el beneficio como
renta del capital y lo hizo dependiente del nivel general de precios. En su teoría del
intercambio introdujo la utilidad como factor determinante del valor de cambio de un
bien, a la par con su coste de producción. En el campo de la economía internacional se
le debe la introducción del término «relación real de intercambio».

En la segunda parte se ocupó de cuestiones de estática y dinámica y


expuso su idea de una evolución hacia el estancamiento de la totalidad del sistema
capitalista a causa de una tendencia irreversible a la reducción de los beneficios,
concepto que sería recuperado por Marx.

La tercera parte es la que mejor refleja su condición de reformista y trata


de las medidas necesarias para favorecer una más justa distribución de la renta, entre
las que Mill propuso la limitación de la herencia, la cooperación obrera e interterritorial y
la promoción de la pequeña propiedad campesina.

Respecto a sus contribuciones el mismo señaló que su único y más


importante aporte era la diferenciación entre las leyes de la producción y de la
distribución; es decir, respecto a las primeras dijo que éstas son de carácter
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natural en donde la intervención humana no puede cambiar dichas leyes, sobre las
leyes de la distribución Mill afirma que son producto de arreglos sociales y en sí, son
las instituciones las que las construyen y realizan la distribución. En este punto se
diferenciaba de la gran mayoría de pensadores clásicos quienes construyen un sistema
que fue utilizado en la política para cerrar los caminos a las masas oprimidas ya que
según esta no había forma de mejorar la retribución al trabajador pese a la buena
voluntad que se tuviera.

En cuanto al Laissez Faire Mill se ubica en una posición intermedia que


combinaba su convencimiento de la teoría clásica con su interés por el bienestar social;
él sabía que en ausencia del intervencionismo del gobierno no necesariamente se daba
la máxima libertad y que existían restricciones e injusticias que solo la legislación podía
eliminar. Detrás de estos enunciados hay una aceptación de que las relaciones entre la
sociedad no son del todo armoniosas.

La propiedad privada para Mill es un derecho que no debe ser


considerado como absoluto así que la sociedad puede interponer sus criterios cuando
se genere un conflicto con el bien público. Los elementos de la discusión de la
propiedad privada, responden al eclecticismo de Mill. Respecto al modelo de política
económica, él acepta algunos elementos de la cátedra socialista pero no todos. Mill
comienza por afirmar que, al observar la situación del modelo capitalista, prefería un
modelo socialista de desarrollo, pero luego se retracta considerando que en
comparación al modelo socialista prefiere al capitalista en su esplendor.

Dentro de la propia escuela clásica hay una serie de autores que, si bien
de forma genuina se sitúan en esta escuela de pensamiento, en realidad fueron sus
críticos. En este sentido, cabe destacar los trabajos de Malthus y de J. B. Say.

II. Corrientes antiliberales - Intervencionista del Estado

En esta corriente se enmarcan el socialismo materialista histórico (K.


Marx-F. Engel - Manifiesto Comunista 1848), el comunismo bolchevique (V. Lenin
1916), el comunismo chino (M. T. Tung 1930), Charles Sismonde de Sismondi 1842, el
socialismo utópico (Robert Owen1858), el socialismo industrial (Saint Simon 1825), el
socialismo de cátedra (Adolfo Wagner 1873).

Si bien aquí nos referimos a los aportes que se incluyeron como Crítica a
los Clásicos, nos centraremos en Jean Charles Leonard Sismode de Sismondi (1776-
1842) y Karl Marx (1818-1883) solamente.

Jean Charles Leonard Sismode de Sismondi (1776-1842). Suele


considerárselo como un historiador, que no pertenece nítidamente a ningún grupo. Sus
obras destacadas fueron: la Histoire des républiques italiennes y la Histoire des
Francai, libros éstos de historia general. También escribió otras obras importantes de
economía política: La richesse comérciale (1803) en la que presenta las ideas de A.
Smith; pero son otras obras como sus Nouveaux principes d´énocomie politique (1819)
y sus Etudes sur l´économie politique en las que Sismondi se explaya contra las
principales teorías clásicas, en particular contra David Ricardo. Este autor objeta el
estudio de la riqueza y del bienestar, arguyendo que los objetivos que puedan
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perseguir en algún momento difieren entre sí: “…la riqueza mal distribuida no procura
el bienestar…”.

Es de destacar también que considera que el método de los clásicos es


abstracto y tendiente a generalizaciones sobre conceptos que distan de reflejar la
realidad. Son sus intentos de elaborar “su teoría” respecto a los trabajadores:
explotación, beneficios de los empresarios, libertad, contratos, competencia,
maquinismo, los que sientan los precedentes como punto de partida al pensamiento
socialista que se desarrolló posteriormente a él. Tal vez puede destacarse que fue uno
de los primeros economistas en considerar la evolución de las instituciones.

Karl Marx (1818-1883) , economista alemán y doctor en filosofía, fue el


autor de las teorías económicas socialistas más importantes, puestas de manifiesto en
su principal obra El capital (1967-1894). Si bien cabe mencionar que la oposición a la
escuela clásica provino de quienes pueden considerarse los primeros autores
socialistas, el francés Claude Henri de Saint-Simon y el inglés Robert Owen.

Desde la visión clásica del capitalismo, el marxismo representó una fuerte


recusación, para otros estudios, en algunos aspectos planteaba una variante a la
perspectiva clásica. Marx adoptó la teoría del valor de Ricardo, además explicó que los
precios eran la consecuencia de la cantidad de trabajo necesario para producir un bien;
planteando esta teoría del valor para allanar el análisis apuntando a incorporar lo que
ocurría con la heterogeneidad de precios.

Marx retoma esta teoría pues consideraba que en ella estaba la clave del
capitalismo y que en éste se explica la “causa de todos los abusos”. Sus estudios y
análisis económicos, compartidos con su amigo y colaborador Friedrich Engels, lo
llevaron a considerar que los beneficios e ingresos provenientes de la explotación de
las propiedades y las rentas ejercían su poder sobre los débiles. Esta crítica es la que
lo lleva a su histórica lucha de clases.

Se produce durante los siglos XVII Y XVIII el hecho de lo que se podría


denominar “privatización de las tierras”, fenómeno que fue facilitado por la influencia
que los terratenientes ejercieron en el Parlamento para modificar los derechos de
propiedad que los agricultores tenían sobre las tierras comunales. Llevando a éstos
últimos a buscar trabajo alternativo en la ciudad, más precisamente en las fábricas.

Podría referirse a la base de la teoría de este autor como la conformada


por el análisis de la historia, que él mismo fundaba en el “materialismo dialéctico”. La
aludida división en clases se determina, para él, por tres aspectos: lo que se produce,
cómo se produce y la forma en que se intercambia la producción.

En suma, Marx buscó descubrir las “leyes del funcionamiento” de la


sociedad capitalista, a lo largo de su obra. En razón de ello fue que construyó su
modelo económico para demostrar la explotación hacia la clase trabajadora, llegando a
desarrollar la teoría del valor-trabajo, en la cual postulaba que el valor de los bienes se
deriva íntegramente de la cantidad de trabajo necesario para producirlos.

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III. Liberal-intervencionista para el pleno empleo

En esta corriente estamos incluyendo a John Maynard Keynes 1883-1946


y lo referido al New Deal (E.U.A.) 1932. Partimos de los planteamientos de los
enfoques keynesianos sobre la política fiscal.

Podríamos aquí referirnos a la historia de la macroeconomía, la cual – a


consideración de importantes autores- comienza en 1936 con la publicación de General
Theory of Employment, Interest an Money de Keynes.

La Gran Depresión de 1929 no sólo fue una catástrofe económica sino


también un fracaso intelectual para los economistas que estudiaban la teoría de los
ciclos económicos, como se denominaba entonces a la macroeconomía. Pocos
economistas tenían una explicación clara de la Depresión, de su profundidad o de su
duración. Las políticas adoptadas por la administración de F. Roosvelt en el Nwe Deal
se basaban en el instinto más que en la teoría económica. La General Theory ofrecía
una interpretación de los hechos, un marco intelectual y un claro argumento a favor de
la intervención del Estado.

Además el eje de la General Theory era el énfasis en la demanda


efectiva, es decir en lo que actualmente llamamos demanda agregada. Según Keynes,
a corto plazo la demanda agregada determina la producción. Aún cuando ésta termine
retornando a su nivel natura de largo plazo, el proceso es lento.

En el proceso de obtención de la demanda efectiva, Keynes introdujo


muchos de los elementos de macroeconomía moderna: el multiplicador, que explica
cómo pueden magnificarse las perturbaciones de la demanda y provocar mayores
cambios en la producción; el concepto de preferencia por la liquidez (el término que
utiliza Keynes para referirse a la demanda de dinero), que explica cómo puede afectar
la política monetaria a los tipos de interés y a la demanda efectiva; la importancia de las
expectativas en el consumo y la inversión; y la idea de los instintos animales o mejor,
los cambios en las expectativas constituyen un importante factor que subyace a las
variaciones de la demanda y la producción.

Por último, la obra en cuestión excedía un tratado para economistas, tenía


implicaciones para la política económica y estaba en sintonía con la época. Era
considerado “irresponsable” esperar que la economía retornaría por sí sola a su nivel
natural. En medio de una depresión, tratar de equilibrar al presupuesto no sólo era
absurdo, sino algo peligroso. El uso activo de la política fiscal resultaba esencial para
que el país retornara a un elevado empleo.

La Teoría General de Keynes podría sintetizarse en los siguientes tópicos:


Superioridad de la política fiscal sobre la monetaria; Equilibrio con subempleo de los
recursos; El tipo de cambio como factor importante para el logro del equilibrio de la
balanza de pagos.

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Consideramos a continuación la Corriente Postkeynesiana: en especial
creemos relevante incluir el Modelo básico de Kalecki4. A fin de completar la síntesis
aquí plasmada de la visión keynesiana de la política fiscal es que incluimos un breve
planteo de la denominada corriente postkeynesiana.

En general, esta corriente procura destacar las ideas propuestas por


Keynes, pero dándole la importancia que tiene dentro de la economía, en particular las
aportaciones que juega la teoría propuesta por el economista polaco M. Kalecki, que si
bien menos conocida que la del propio Keynes, contiene elementos relevantes respecto
del análisis de la demanda agregada más cercanos a la realidad, al incluir el grado de
monopolio de la economía.

Es complejo presentar las ideas de Kalecki en espacios limitados,


entonces bien señalaremos que en sus estudios se recoge el comportamiento de una
economía cerrada y privada donde: la renta nacional se divide en:

 beneficios percibidos por capitalistas y


 salarios percibidos por los trabajadores.

El producto nacional incluye: Inversión y consumo de capitalistas y


trabajadores.

Parte del Supuesto que los trabajadores gastan todos sus ingresos en
consumo. Por tanto debe ocurrir:

Beneficios + Sueldos y = PNB = Inversión + Consumo de + Consumo Brutos


Salarios Bruta capitalistas trabajador
(B) (I) (Cc) (Ct)

Como los trabajadores no ahorran:

[1] B = I + Cc

Por otro lado, la función de consumo que depende de los beneficios obtenidos en el
periodo anterior (Kalecki se centra en la de los capitalistas)

[2] Cct = qBl-t + A


Donde:
Bl-t : beneficios alcanzados en el período anterior
q: propensión marginal a consumir por parte de los capitalistas
A : consumo autónomo (punto de vista Keynesiano)

4
Modelo extraído de: A. Calvo Bernardino y M. A. Galindo Martín en La Teoría de la Política Fiscal. Cap. 4.
Dykinson, 1990. Madrid.
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Sustituyendo [2] en [1], llevando a cabo un análisis estático que implica que Bt = B l-t
= B tenemos:
B = I + qB + A despejando

[3] ___1___ [ I + A] siendo 1/(1-q) el multiplicador


1-q

El nivel de beneficio entonces, depende de: El consumo autónomo, el


nivel de inversión y la propensión marginal a consumir.

Respecto al nivel de inversión, que compone la ecuación [3], Kalecki lo


divide en dos componentes:

 Inversión en capital fijo e


 Inversión en existencias.

La Inversión en capital fijo: depende de la decisión de invertir:

 Función creciente del ahorro bruto total y del aumento de las ganancias por
unidad de tiempo

 Función decreciente a la tasa de variación del capital.

La inversión de existencias F (t + e´) depende de DOt , tasa de variación de la


producción Dt

Luego de esta simplificada introducción, encontramos que la variación del nivel de


ahorro de los capitalistas, de la producción y del consumo autónomo afectan
positivamente al volumen de beneficios alcanzados. A diferencia de la visión del
keynesianismo tradicional, en la que sólo incluía la inversión autónoma.

De manera que:

 El papel del Ahorro en el modelo kaleckiano, señala que debe existir un ajuste
entre éste y el nivel de inversión a realizar, siendo el ahorro anterior a la
inversión, a diferencia a lo expuesto en la teoría neoclásica.

 La formación de los precios en el modelo kaleckiano: se considera la existencia


de un mercado en competencia imperfecta, en el que se presupone que las
empresas conocen las curvas de demanda y de costos marginales.

Concretamente, Kalecki señala que las empresas establecen sus precios, teniendo en
cuenta tanto los costos medios directos como los precios de otras empresas que
elaboran productos similares.

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 El papel de los impuesto y la política de empleo en el modelo kaleckiano:
contempló dos circunstancias:

 El papel que tienen los impuestos sobre la economía.

 La posibilidad que tendría el político de alcanzar el pleno empleo de una


economía, actuando a través de la política fiscal.

Efectos de los Impuestos: parte del supuesto de que el presupuesto esta equilibrado, lo
que significa que el Estado se financia mediante el gravamen.

En este sentido, contempla la implantación de 3 posibles impuestos: Sobre los bienes


de consumo; Sobre los ingresos obtenidos por los capitalistas y Sobre el capital.

1) Si el gasto publico esta financiado a través de impuestos sobre bienes


de consumo que compran los trabajadores, implica que tanto la inversión como el
consumo de los capitalistas, no variaran inmediatamente por la introducción de ese
gravamen.
Ahora bien, ese mayor gasto publico que puede traducirse en: sueldos
para funcionarios, compensaciones para desempleados, etc.

Provocará que aumente: El costo marginal de esos productos y el nivel


de precios.

Por lo que los capitalistas no se verán motivados para cambiar su gasto.

El único efecto de esta medida es sobre el sector monetario; ya que en


opinión de Kalecki, a pesar de que el volumen y estructura de producción no se ha
modificado, su valor nominal en cambio si lo ha hecho, por lo que se demandara más
dinero en efectivo, y por consiguiente el tipo de interés tendera a incrementarse, dando
lugar un efecto negativo sobre la inversión.

2) La introducción de un gravamen a los ingresos obtenidos por los


capitalistas: no varían los costos directos de producción , ya que aquellos van a recaer
sobre las ganancias brutas conseguidas por los capitalistas.

3) Los impuestos sobre los ingresos de los capitalistas: gravamen sobre el


capital, Tc, de tal forma que:

 El consumo de los capitalistas y la inversión: constantes


 El nivel de renta aumenta dando lugar a una mejoría en el nivel de empleo de la
economía.
 El tipo de interés no se ve afectado, como ocurría con el impuesto sobre las
ganancias, por tanto no se va afectar el nivel de inversión existente.

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 También genera un aumento en el tipo de interés, ya que los prestamistas
quieren mantener constante su ganancia.

Ello supondrá una reducción en el nivel de inversión, o por el contrario


permanecerá constante, si los empresarios esperan que los rendimientos futuros
aumenten en la misma cuantía que lo han hecho en ese mismo año, es decir, que se
mantengan constantes en términos netos.

A la vista de los resultados obtenidos, tal y como afirma el mismo Kalecki,


“el impuesto sobre el capital es tal vez el mejor expediente para estimular el ciclo
económico y reducir el desempleo. Tiene todos los meritos de la financiación del gasto
nacional por medio de los prestamos, pero se distingue del endeudamiento, por la
ventaja que tiene el estado de no endeudarse”. El único inconveniente que tiene su
empleo intensivo, es que socava el principio de propiedad privada, y por tanto, puede
levantar una fuerte protesta y rechazo por parte del sector económico privado que se
ve afectado negativamente por su implementación.

IV. La Economía Neoclásica – Escuela de Cambridge

Uno de los logros más importantes de la teoría neoclásica fue su


aproximación a los problemas económicos, que se conoce como el análisis de
equilibrio parcial, mediante el cual se seleccionan las variables relevantes en un
determinado problema, suponiendo que todo lo demás queda fijo o estable (Cláusula
Caeteris Paribus).

Representaron con valiosos aportes a este pensamiento autores como:


Alfred Marshall, John Bates Clark, Knut Wicksell, Gustav Casell, Irving Fisher, Vilfredo
Pareto, Arthur Cecil Pigou. La Economía del Bienestar (Economics of Wealfare – 1920).
Joseph Alois Schumpeter (1883-1950). Podemos señalar que el economista
norteamericano Irving Fisher (1867-1947) se destacó por utilizar el método matemático
de la economía política para precisar mejor la formulación a sus problemas, a la vez
que empleó también la estadística. La teoría cuantitativa del dinero da cuenta de
dichos aportes y de la profundidad de su análisis.

También realizó aportes a la fórmula de la teoría cuantitativa de la


moneda, incorporando elementos de la técnica crediticia. Propiciando así la necesidad
de dividir de las actividades bancarias las relacionadas con la circulación monetaria del
negocio del préstamo.

La Economía Neoclásica tuvo en los siguientes autores una visión que


podría denominarse como de “disidencia” que reflejó la crisis de esta escuela de
pensamiento. Ellos fueron: Thortein Bunde Veblen, Piero Sraffa, Joan Robinson,
Edgard Hastings Chamberling.

En unos años, la General Theory había transformado la economía. No


todo el mundo se convirtió y pocos estaban de acuerdo con toda ella. Pero la mayoría
de los debates comenzaron a girar a su alrededor. A principios de los años ´50
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había surgido un gran consenso basado en la integración de muchas de las ideas de
Keynes y de los economistas anteriores. Este consenso se llamó síntesis neoclásica.
Por citar a Paul Samuelson en la edición de 1955 de su texto Economics (New Cork,
MacGraw-Hill), que fue el primer manual moderno de economía.

En los últimos años, el 90 por ciento de los economistas americanos ha


dejado de considerarse “economistas keynesianos” o “economistas antikeynesianos” y
trabajan en pro de la creación de una síntesis de lo valioso que hay en la vieja
economía y en teorías modernas de la determinación de la renta. El resultado podría
denominarse economía neoclásica y es aceptada, en líneas generales, por casi todos
los autores, excepto los de extrema izquierda y extrema derecha.

Los autores de la llamada Síntesis Neoclásica se propusieron algunas


formalizaciones de las ideas de Keynes. La más influyente fue el modelo IS-LM,
desarrollado por John Hicks y Alvin Hansen en los años treinta y principios de los
cuarenta. Se criticó por mutilar muchas de las ideas de Keynes: las expectativas no
desempañaban ningún papel y el ajuste de los precios y los salarios estaba totalmente
ausente.

En los años ´60 surge la corriente de pensamiento económico monetarista


liderada por Milton Friedman. Los principales puntos de debate frente al pensamiento
keynesiano se refieren al hecho que la política monetaria frente a la política fiscal se
basan en que si bien Keynes había puesto énfasis en esta última más que en la
monetaria a fin de luchar contra las recesiones, Friedman cuestionó totalmente esta
conclusión y vertió las mismas en un libro titulado: A Monetary History of de United
Status, el que fuera publicado en el año 1963, junto con Anna Schwartz.

Las ideas que propugnaba el enfoque monetarista, según A. Calvo


Bernardino y M.A. Galindo5, “permaneció vigente en la Universidad de Chicago,
representada además de M. Friedman, por G. Stigler y A. Wallis. Cuyas ideas han sido
calificadas como de contrarrevolución científica. El monetarismo supone un ataque a la
base del pensamiento económico vigente hasta ese momento, proponiendo una
reelaboración de la teoría cuantitativa del dinero y proporcionando una mueva
metodología cuya esencia buscaba seleccionar relaciones decisivas utilizando
macromodelos en sus análisis agregados. Los planteamientos monetaristas poseen
una consideración temporal a largo plazo; adhieren además a las variantes de la teoría
cuantitativa del dinero. Señalan que la demanda de dinero, en términos reales, es una
función “estable dependiente de un número muy reducido de variables, siendo las más
importantes las variaciones en la renta real y en el tipo de interés real de los activos
alternativos al dinero” (Calvo Bernardino y Galindo, op. Cit).
El Enfoque Monetarista.

Podría afirmarse que el monetarismo es el movimiento que se apoya en


la creencia de que el principal determinante de la demanda global, empleo e inflación
es el dinero. En 1950 se da la contrarrevolución científica cuyo origen habría que
buscarlo en La teoría cuantitativa (Irving Fisher).

5
Ver Bibliografía.
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Las características de la contrarrevolución monetarista podrían resumirse
en: una reacción a la base del pensamiento vigente en esa época; la reelaboración de
la teoría cuantitativa del dinero; la implementación de una nueva metodología
inductivista para el abordaje de los análisis; la incorporación de los modelos agregados;
la inclusión de una nueva función cual es la demanda de dinero (en términos reales).

Por su parte, la política monetaria monetarista introduce como supuestos:


la adhesión de variantes de la Teoría Cuantitativa; consideran la Demanda de Dinero
en función de pocas variables, la independencia entre la demanda y la oferta
monetaria, y la consideración de la oferta determinada exógenamente por la autoridad
monetaria.

Esta corriente de política monetaria monetarista considera en su visión


aspectos relacionados con: Eficacia del aumento imprevisto en la cantidad de dinero,
Ineficacia del aumento en la cantidad de dinero de manera discrecional, y la inflación
como un fenómeno monetario.

La política fiscal es considerada como inútil para la corriente monetarista;


la financiación de una expansión del gasto si se genera por deuda pública se puede
generar un desplazamiento de la actividad privada. Para que no genere este efecto
negativo en la economía, una política fiscal expansiva es que ellos sostienen que se
deben cumplir dos requisitos: que el mayor gasto público no sustituya al gasto privado
y que la financiación del gasto público provenga de fondos ociosos. De tal manera la
política fiscal debería tener la siguiente función: fijar el total de los gastos públicos,
establecer un programa determinado de gastos de transferencias, así como un sistema
basado en el impuesto sobre la renta; y en caso de aumentar el gasto, éste también
debe estar acompañado por un aumento en los impuestos.

Para los monetaristas la política fiscal ejerce un efecto inmediato y


moderado sobre la producción, que no puede ser medido por el multiplicador
keynesiano. La forma de financiación es considerada fundamental por los efectos que
es capaz de generar, ya que los cambios en las variables fiscales modifican los precios
relativos y la riqueza de los sujetos, de ahí la importancia de su forma de financiación.

Respecto del mercado de trabajo y su relación con la política fiscal, es


posible señalar que para los monetaristas el empleo, el paro, los precios y los salarios
se determinan de forma simultánea a partir de las curvas de oferta y demanda de
empleo. Los monetaristas dudan de la estabilidad de la curva de Phillips bajo
expectativas inflacionistas cambiante. Para lo cual plantean una nueva formulación la
mencionada curva, con las siguientes consideraciones: a cada tasa de inflación le
corresponde una curva de Phillips distinta, y una variación en la tasa prevista de
inflación desplaza la curva de Phillips (hacia arriba un incremento y hacia el origen una
disminución).

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Incidencia Fiscal en el pensamiento postkeynesiano

Hay dos dimensiones en el pensamiento neoclásico relacionado con los


aspectos de la política fiscal:

1) La relación entre las tasas impositivas legales: la incidencia legal y la distribución


del ingreso para cualquier nivel y composición dados de la producción global.

2) La relación entre la combinación de las tasas impositivas, la escala global de la


actividad fiscal, y el nivel y composición de la demanda efectiva.

Para abordar el estudio de ambas Dimensiones se debería integrar:

 La “Teoría del Valor y la Distribución”


 La “Teoría de La Demanda Efectiva

Los fundamentos neoclásicos se basan en los siguientes tópicos:

 La Teoría de la distribución basada en la Productividad Marginal.


 La existencia de flexibilidad plena de precios y salarios.
 La Teoría del capital: Cto. Pcción. K =Valor Actual del Rend. Esperado
 La existencia de una limitación del análisis a corto plazo.
 La Teoría de la distribución: PmgS perceptor de beneficios <> PmgS asalariado

V. Otras corrientes: la Nueva Macroeconomía Clásica y la Política fiscal

La misma tuvo su origen en la derivación del monetarismo de Chicago


(1970) y fueron sus representantes: Lucas Jr., Barro, Grossman, Sargent, Wallace,
entre otros.

Sus axiomas básicos se fundan en: hipótesis de las expectativas


racionales y el principio del equilibrio continuo de los mercados. La primera apunta
entre sus características que se acercan a la realidad, permiten no repetir errores, se
forman “como si…” los agentes económicos creyesen que el resto actúa del mismo
modo y sus formulaciones están expresadas en términos de precios relativos.

La Eficacia de la Política Fiscal tiene implicaciones y efectos:

 Sobre la política económica discrecional de los gobiernos: la califica de ineficaz.


Posibilidades de éxito: Los períodos transitorios, los contratos a plazo, no
linealidad en el modelo y los problemas de información
 Sobre la política monetaria óptima: fijar una tasa de crecimiento constante de la

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cantidad de dinero
 Sobre el mecanismo de transmisión de impulsos monetarios
 Sobre la estructura de los modelos econométricos
 Sobre los ciclos económicos

Para la Nueva Macroeconomía clásica la deuda pública y los impuestos


son equivalentes,en tanto que sustentan que el gasto público se debe financiar vía
impuestos o vía deuda.

VI. El Sector Público: Nuevos Retos

La evolución y el establecimiento del Estado de bienestar (Welfare State,


término acuñado a partir del concepto de los seguros sociales bismarkianos, 1883).
Haciendo un salto en el tratamiento del tema, que amerita un desarrollo y análisis que
excede el alcance de este trabajo, podrían definirse los objetivos del Estado del
Bienestar como el logro de niveles mínimos de renta, salud, vivienda, alimentación o
educación para los ciudadanos, asegurados por el Estado.

Podría considerarse desde la visión de otros autores que la concepción


del Estado del Bienestar responde a un conjunto de factores, desde la idea que
empieza a acuñarse desde finales del siglo XIX y que se nutre de las teorías
keynesianas (1936) en particular, de demanda agregada hasta el tratamiento de los
fallos del mercado y cómo reducirlos.

Desde la mirada de las finanzas públicas, el estado del bienestar está


compuesto de un primer conjunto de gastos en los que se conocen como bienes
preferentes –merit wants a decir de Musgrave6- : educación, vivienda o salud y de un
segundo grupo de gastos en programas de mantenimiento de rentas: los llamados
seguros sociales.

Este Estado de Bienestar supone la intervención de los poderes públicos


en la vida económica y social a fin de corregir disfuncionalidades del mercado. En
idioma de las finanzas públicas estaríamos refiriéndonos al desarrollo de objetivos
encolumnados en la función de redistribuir recursos, a lo cual se agregaría la necesidad
de instituir un sistema legal de protección del ciudadano. Esto no quiere decir que no
se reconozca que el nivel de protección social en un país es el fruto de luchas sociales
y de negociaciones sindicales arduas y prolongadas.

La circunstancia mediante la cual las administraciones de los gobiernos


dispongan de los recursos para financiar los costos implícitos de la generalización de la
Seguridad Social y de un determinado nivel de enseñanza pública, obligatoria y
gratuita, por ejemplo, así como el fomento y la subvención de la enseñanza superior
que han incluido presupuestariamente en algunos países – o mejor, en muchos países-
pero esta posibilidad de financiamiento está sujeto a la estabilidad , al crecimiento

6
Ver Bibliografía.
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económico y es muy susceptible ante las crisis financieras incidiendo en la capacidad
de generación de recursos públicos.

La financiación de los servicios públicos desde luego requiere que la


economía se reactive ya que los déficit públicos en la actualidad son difíciles de
Vertiginosamente es posible señalar que la posibilidad de mantener el Estado de
Bienestar –en particular en la Europa Occidental- se vio profundamente afectada por la
crisis económica de la primera mitad de la década de los noventa. El incremento
desmedido a veces de los gastos públicos puso en límite a las administraciones de las
naciones que conformaban los Estados de la Unión Europea. Llegó entonces el
desafío de aplicar medidas a problemas comunes, ellas tenían el alcance de reforma y
reajuste. Recién en la segunda mitad de la década, cuando la economía europea sale
de la crisis, la mayoría de los gobiernos continúan intentando corregir los problemas
estructurales y de financiación, los que impactaron en los sistemas de protección
social.

El Sector Público en los tiempos que estamos viviendo, adolece –si bien
el término es metafórico- de una transformación producto de la que es propia de los
sistemas económicos y condiciona la definición de su papel. En los ochenta se
produce, a decir de José A. Martín Álvarez, un cambio en la perspectiva del sector
público: en primer término el cambio implicó el propósito del disminuir la participación
del sector gobierno en el conjunto de la actividad económica. ¿De qué manera podría
operarse este cambio? Disminuyendo el quantum del gasto público en relación al
Producto Bruto Interno.

Esta tendencia venía en línea a la superación de los denominados fallos


del mercado: asignación ineficiente de recursos en una economía en la que se
combinan bienes privados y bienes públicos; equidad, en relación a la distribución de la
renta; y finalmente, la aparición de desequilibrios macroeconómicos. Es así que,
continuando con la secuencia temporal, que en los años ochenta la concepción que
sostenía que el intervensionismo del sector público sea efectiva para corregir los fallos
del mercado, se pone en duda.

A lo anterior se suman hechos que contribuyen a tal “duda”: crisis


económicas que modificaron los instrumentos de las políticas económicas
estabilizadoras; crisis derivadas de los denominados shock de oferta, y por último, la
apertura de las economías, manifiesta en su integración y en la presencia de nuevos
centros industriales, productivos en el mundo.

Todos estos cambios que conllevan cambios en la política económica


introducen preocupación en los equilibrios presupuestarios, más bien generan
incertidumbre ante los déficit presupuestarios. Esta preocupación se basa en los
efectos expulsión de la actividad, los efectos crowding-out del déficit público.

Así, el retorno al equilibrio presupuestario implicó poner freno al


crecimiento del gasto público y al aumento de los impuestos, de manera de no generar
mayor presión fiscal. Por lo tanto, la visión desde la microeconomía plantea la
necesidad de que el sector público no intervenga en las actividades económicas. Esto
conduce a reformas del Sector público y son reformas básicamente en las
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funciones del sector público, las que impulsan reformas de la propia organización del
sector público también. Las reformas del sector público que están presentes en los
años noventa y que continúan progresando por esa década y comienzo de la siguiente
pueden reunirse en: la reforma fiscal, la reforma del gasto público –cuanti y
cualitativamente- y la reforma de desregularización y privatización.

Sin embargo, la disminución del gasto trae consigo un costo de


oportunidad, y si consideramos la oferta de los servicios públicos, los gobiernos
participan de los llamados ciclos políticos, es decir tenemos que pensar en el
comportamiento no sólo de las ideologías de los gobiernos sino también en el
comportamiento de las burocracias. Ya la ley de Wagner (1835-1917) mostraba la
tendencia al crecimiento absoluto del gasto público, y no sólo ésta era una teoría
explicativa desde los aspectos económicos, habría que sumar la acuñada por Peackok
y Wiseman (efecto desplazamiento), la de Musgrave (crecimiento de la renta per capita,
cambio técnico, cambio demográfico, costo relativo de los servicios públicos,
urbanización). Desde la visión política, podemos mencionar la teorías de la
redistribución de la renta (Downs), la de Grupos de interés (Buchanan y Tullock) y Ciclo
político-económico-electoral. Las que responden a una perspectiva burocrática: la de
maximización del presupuesto y la de empleados públicos.

En la actualidad asistimos a un comportamiento financiero de los


gobiernos que presenta rasgos que evidencian más bien, un incremento del gasto
público, debido a:

 aumentos en la participación en el PBI;


 aparición del déficit público que conlleva una aumento en la presión fiscal,
 gobiernos débiles o demagogos,
 aumento en las demandas de ayuda familiar y de empresas en crisis, y
necesidad de brindar mayor protección social.

Podríamos sumar también, en el caso de países subdesarrollados, el comportamiento


de la deuda pública, que genera condiciones de posibles aumentos del gasto por la
cuantía de los intereses.

VII. Un caso relevante: El Impuesto Negativo sobre la Renta7 (INR)

Este impuesto lleva a figurar el Impuesto sobre la renta de las personas


físicas pero en realidad pero en realidad no hace alusión a valores positivos (por
encima del ) sino que hace referencia a valores negativos por debajo de dicho punto.

Esto no es un tema nuevo, ya que este impuesto ha constituido tema de


atracción para: sociólogos, hacendistas y filósofos sociales. Más bien el INR tiene un
significado preciso para los economistas. Por ello señalamos que la finalidad que
persigue es simple: pagar subsidios a los hogares pobres a fin de incrementar sus muy

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El INR: una solución novedosa y eficiente a la pobreza difundido en Estudios de Economía Aplicada. ISSN:
1133-3197, a Dr. José Antonio Martínez Álvarez.
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limitados ingresos, eliminando o reduciendo el gap de pobreza (Green 1968). Lo
novedoso no es el hecho de otorgar un subsidio a los más necesitados, sino de utilizar
el impuesto personal sobre la renta como vehículo para tal fin. El objetivo sería
incrementar las rentas bajas, y se instrumentaría a través del Sector Público. Se
tornaría en una forma de transferencia, de carácter general.

Muchos son las personas que se han visto interesados en este


instrumento, entre ellos: Friedman, Musgrave, Tobin o Buchanan, Due, Atkinson,
Lampman o Stiglitz.

Operativamente estaríamos ante la posibilidad de realizar transferencias a


personas con rentas por debajo de un determinado nivel y, a la vez, recaudar
impuestos positivos de aquellos cuyas rentas superen una cantidad establecida
previamente, la finalidad sería la de alcanzar una mejor redistribución de la renta. Si
bien este instrumento tiene diversas propuestas, siguiendo a Green, pueden
mencionarse las siguientes características comunes: a) es importante eliminar o
reducir la pobreza; b) se otorga importancia al nivel de renta disponible familiar, a fin
de determinar la concesión de la transferencia por imposición; c) se utiliza el sistema
fiscal como medio de transferir rentas.

Cabe destacar que al INR hay que analizarlo desde su operatividad y


desde la posible aplicación práctica.

Ya Friedman propone un plan en 1963, que constituía una forma simple


de imposición negativa, basado en el pago de un subsidio por parte del Estado a un
contribuyente tipo, al 50% de la cantidad en que el valor total de las exenciones y
deducciones (del impuesto sobre la renta) supera a la renta tributaria bruta, antes de
ser gravada. Las ventajas? el intento de solucionar el problema de la pobreza; el
aporte de una ayuda útil y directa; la posibilidad de sustituir medidas de asistencia
social, disminuyendo así los costos de administración.

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A modo de cierre

Si se considera a la Política Fiscal como un conjunto de variaciones en los


programas de gastos y de ingresos del gobierno, efectuados con el propósito de
satisfacer diferentes objetivos de la política económica, entenderemos las búsquedas y
los caminos que dentro de corrientes de pensamiento fueron desenvolviéndose en
sucesivas secuencias de preguntas-respuestas, plasmaron los representantes de ellas.
Más o menos lúcidos, más o menos capaces de develar el juego de variables que casi
resulta imposible apartar: gastos, recursos, impuestos, dinero, ahorro, inversión.
Keynes fue un economista lúcido al igual que Smith, Malthus, J.S. Mill, Marshall.

No obstante The General Theory of EmploymentInterest and Money es


una obra compleja, que plasma como cuestión importante descubrir cómo se
determinan los niveles de producción y de empleo. Keynes trata de revolucionar las
ideas desarrolladas hasta el momento. Se opone a los clásicos, contrapone su visión
del papel que debía jugar el Estado en la política económica de una nación y así
avanzamos hasta llegar a un elemento que jugó un papel importante a la hora de
diseñar políticas: el rol del presupuesto del sector público. No menos importante es el
debate que se dio a la hora de legitimar cuál constituía la mejor base para establecer
impuestos, aspectos que no incluimos en el trabajo, pero que deseamos mencionar
aquí. Menos aún podemos dejar de valorar la importante cuestión que movió a Marx en
sus leyes de funcionamiento.

Finalmente, los análisis que efectúan los diversos autores son distintos,
puesto que los keynesianos, monetaristas, los de las nuevas escuelas, y aún los que
más recientemente construyen y aplican planes que incorporan hipótesis o modelos de
dichas escuelas, y que aún no llegan a conformar corrientes de pensamiento, utilizan la
perspectiva macroeconómica, mientras que, el terreno microeconómico es considerado
por los postkeynesianos específicamente en los postulados de la incidencia fiscal.

Arribamos al final del Módulo IV.


Espero hayas encontrado allanado el
camino que supone el aprendizaje de
estos temas, así como las relaciones
que es posible derivar a estas alturas
del Programa de la materia.
Resta incorporar y ampliar lo que
creas conveniente para concluir con
éxito el recorrido, y así encontrarnos
acreditando los saberes en el examen
final.
¡SUERTE!
Fue un gusto compartir estos temas
con Ustedes.

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Bibliografía consultada y compendiada en el Módulo

- CALVO BERNARDINO, A. y GALINDO MARTIN, M.A. (1990): “La Teoría de la


Política Fiscal”. Madrid Dykinson, S.L.
- CRISTALDO, Luis: “Apuntes sobre Finanzas Pública”.. Universidad Católica
“Nuestra Señora de la Asunción” Sede Regional Guairá. Villarrica, Paraguay.
- DUE Y FRIEDLAENDER: “Análisis Económico de los Impuestos y El Sector
Público”. Editorial Ateneo, 1977.
- JARACH, D. (1996): “Finanzas Públicas y Derecho Tributario”. Segunda
Edición. Abeledo-Perrot, Buenos Aires.
- MUSGRAVE, R. y MUSGRAVE, P.(1992): “Hacienda Pública Teórica y
Aplicada” Madrid, Mc Graw Hill Ediciones.
- ROLL, Eric (1973): “Historia de las doctrinas económicas”. Fondo de Cultura
Económica. México.
- SMITH, Adam: “Una Investigación sobre la Naturaleza y Causa de la
Riqueza de las Naciones”. Libro V, Fondo de Cultura Económica.
- STIGLITZ, J. (1988): “La economía del sector público”. Barcelona, Ed.
Bosch.

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