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Las condiciones de los países para entrar en la Unión Monetaria Europea eran las
siguientes dependiendo del caso que se diera, si mantenían su política monetaria o
preferían adoptar una moneda común.
Los países que habían formado parte del Sistema Monetario Europeo se dieron cuenta de
que o bien mantenían formalmente la autonomía de sus políticas monetarias pero
aceptaban en la práctica el liderazgo del Banco Central Alemán (Bundesbank) en la
determinación de los tipos de interés, o bien renunciaban totalmente a dicha autonomía,
adoptaban una moneda común y creaban un Banco Central Europeo. Con ello adquirían
una mayor credibilidad en la lucha contra la inflación, y cierto grado de influencia sobre lo
que iba a ser la Política Monetaria Común.
La decisión de adoptar una moneda común se suponía que se “importaba”, ya que vendría
dada por el hecho de mantener ahora una política de tipos de cambio totalmente fijos e
irreversibles (‘el euro’) con un país como Alemania que ya gozaba de dicha credibilidad.
Las autoridades de los países candidatos a integrarse en la Unión Monetaria entendieron
la existencia del trilema y decidieron renunciar a la soberanía en materia de política
monetaria. Valoraron en mucha mayor medida las ventajas de adoptar una moneda única
que los riesgos que entrañaba.
Criterios que determinan las condiciones para que un grupo de países forme un Área
Monetaria Óptima.
Las condiciones tienen que ver con aspectos que reducen la probabilidad de que se produzcan
perturbaciones asimétricas, como la diversificación productiva de cada país y la similitud de
estructuras productivas entre los países miembros, o con condiciones que reducen los riesgos
de renunciar al instrumento del tipo de cambio, como el grado de apertura externa de la
economía, la intensidad del comercio entre los países que quieren adoptar una moneda
común, la flexibilidad de precios y salarios, la movilidad del trabajo y la disponibilidad de
mecanismos de transferencia fiscal entre países. En general se tiende a pensar que la carencia
de una movilidad adecuada del trabajo, la falta de una Hacienda Pública Federal, que permita
la realización de transferencias fiscales y la insuficiente flexibilidad de precios y salarios hacen
que la eurozona no pueda ser considerada como un área monetaria óptima.
Los mecanismos para corregir la situación que ha provocado el shock son los siguientes:
Como estos mecanismos no funcionan en una unión monetaria habría que tomar otros
mecanismos como:
Tipo de cambio real y tipo de cambio nominal: importancia para el ajuste ante un
shock asimétrico.