Está en la página 1de 2

prevenir las futuras variaciones del poder adquisitivo del dinero

La inflación o alza de precios siempre se presenta como un factor que mueve los
cimientos de una economía, y en este sentido son los gobierno los que más sufren
con estos cambios.
Cuando la inflación no registra cambios, no significa que los precios no hayan
cambiado sino que la tasa de crecimiento se mantiene invariante. Cuando sube,
cada unidad monetaria que uno posee será capaz de comprar una menor cantidad
de un producto o servicio en particular, con lo que se reducirá el poder adquisitivo
de la población.
En el otro extremo, la deflación es exactamente la inversa, ya que implica la
disminución de los precios de bienes y servicios a través del tiempo. Esto suele
traer problemas porque al esperar que bajen, los agentes económicos dejan de
consumir para conseguirlos más baratos más adelante y las empresas dejan de
invertir porque prevén que caerán sus ingresos.
Los bancos centrales modernos tienen un objetivo de inflación. Bajo el mandato
del BCE, que busca la estabilidad en precios para apoyar así el crecimiento
económico y la creación de empleo, se intenta mantener la inflación en un nivel
inferior pero próximo al 2% a medio plazo.
A mayor inflación, o expectativas de inflación, los Bancos Centrales subirán los
tipos de interés para mantenerla cercana a este nivel, y viceversa.
Una manera de medir esto es mirar lo que hace la autoridad monetaria o deducir
su política hacia adelante. Cuando se descuenta un alza de las tasas es el
momento en que la mayoría se vuelca hacia los activos “duros”, acciones de los
sectores de commodities (petroleras y mineras) ya que suelen apreciarse porque
poseen una dinámica propia menos dependiente del ciclo de precios y de la
actividad.
Los tipos de interés negativo tienen un gran impacto en nuestro día a día y en
nuestros ahorros. Para empezar, al estar la liquidez penalizada con un -0,40%, las
entidades financieras deben repercutirnos esos costes a través de un aumento de
las comisiones, llegando en numerosos países a cobrar por mantener el dinero en
cuenta corriente. Además, las entidades a menudo eliminan los depósitos
bancarios por no poder ofrecer rentabilidades positivas. Por este motivo, los
inversores se ven arrastrados a aumentar su nivel de riesgo hacia activos
financieros que les permitan mantener el poder adquisitivo por encima de la
inflación.
Tras la gran crisis financiera global del 2008, el deterioro de las arcas públicas ha
sido de tal magnitud que nos encontramos en niveles de deuda sobre PIB (y
creciendo) similares en gran parte de los países a aquellos que vimos tras la
segunda guerra mundial: 100% deuda sobre PIB, aproximadamente. La manera
ideal de reducir esta deuda es a través del crecimiento económico y sobre todo de
la inflación (deflactando de este modo la deuda).
Las economías occidentales no están siendo capaces de crecer a tasas
consideradas normales, a pesar de la implementación de una década de políticas
monetarias no convencionales. Este hecho está dibujando un futuro panorama
económico donde se elevará la impresión de dinero (Modern Monetary Theory),
pudiendo así deflactar la deuda y permitir a los estados endeudados salir del
agujero.
Adicionalmente a esto, para agravar aún más la situación, la desaparición del
patrón oro existente entonces ha convertido a las divisas actuales en papel
moneda sin ningún valor intrínseco más allá de una promesa de repago de estados
muy endeudados (también llamado dinero fiat). Esto facilita aún más la tarea de
devaluar el dinero.
Es decir, en el escenario actual y a medio plazo, la intención de los bancos
centrales será la de reducir la deuda de los países vía inflación, haciendo que
suframos una pérdida de poder adquisitivo irreparable si mantenemos nuestro
dinero en nuestras cuentas corrientes.
En general, tanto los bonos gubernamentales como los corporativos, a
determinados niveles, no solo nos ayudarán a generar rentas por encima del nivel
de la inflación, sino que también nos permitirán elegir aquellos emisores con mejor
calidad de repago (menos deuda). A largo plazo, también la bolsa ha demostrado
su capacidad de generar rendimientos muy superiores a la inflación.
hay que seguir muy de cerca la coyuntura económica y la evolución de la inflación
de todos los países centrales (G7) para determinar el final del ciclo bajista y de
tasas de interés de referencia artificialmente bajas. Cuando supere los niveles
objetivos de los bancos centrales, se dará paso a un alza de las tasas con su
consiguiente efecto adverso sobre las acciones y los bonos.
En cualquier caso, la clave para conseguir el mejor resultado es la de mantener
una cartera diversificada, tanto en áreas geográficas, como en clase y número de
activos. Por este motivo, una cartera de diferentes fondos de inversión es sin duda
la apuesta que mejor rentabilidad ajustada a riesgo ofrece. Además, los fondos
tienen ventajas fiscales que permiten el diferimiento del pago de impuestos.

También podría gustarte