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MEXICO
TRABAJO FINAL
GRUPO 1301
LICENCIATURA EN HISTORIA
Guerra. Desde los inicios de los tiempos, desde que el hombre tiene conciencia de
su existencia, hasta nuestros días, la guerra ha estado presente en todo momento.
Así como Jesús de Nazaret alguna vez dijo “donde haya dos o más en mi nombre,
ahí estaré”, parece que de igual forma, donde hay dos o más hombres hay conflicto,
y mientras mayor sea el número de individuos, mayor es la presencia de guerra. En
un principio fue el humano contra la naturaleza salvaje. Cuando este apareció
desnudo y frágil en medio de una medio hostil, se reunió en tribus para protegerse,
y de ello nace la sociedad. Pero mientras más compleja se vuelve esta sociedad,
más difícil es mantener la estabilidad dentro y fuera de ella. Y cuando el ser humano
creyó haber dominado este hostil ambiente, y cuando tuvo medios de producción
que lo superaban, tuvo el suficiente tiempo para encontrar a su próximo enemigo
dentro de la misma sociedad que él había desarrollado. Y es por ello que desde los
últimos 5 000 años tenemos a Meguido, Nínive, Babilonia, Melos, Cartago,
Andrianópolis, Constantinopla, Lepanto, Tenochtitlan, Waterloo, Puebla,
Stalingrado, Berlín, Hiroshima, Nagasaki, Bagdad, y muchas, muchas más batallas
repartidas por todos los cachitos del mundo. Y como ser humano, en su búsqueda
eterna de perfección, ha pasado gran parte de su historia (la historia de la
humanidad) perfeccionando técnicas para asediar y matar a sus iguales. En esta
investigación no buscamos catalogar como malo o bueno este desarrollo de la
guerra. Lo escribimos con la intención de analizar, estudiar y dar a conocer la
historia del desarrollo de la poliorcética. Más específicamente de un periodo: La
Edad Media. Esperamos que esta investigación ayude a destruir el paradigma que
ha cegado a la población popular, haciéndole creer que esta edad fue un
oscurantismo científico. Con este texto deseamos se vea todo el ingenio aplicado
en la creación de artillería.
Llámanos cercano Oriente a la región continental ubicada en los países del noreste
de África y del suroeste de Asia (de Libia a Afganistán), está comprende 29 países
entre los cuales se encuentra Egipto, Siria, Palestina, entre otros. El occidente se
compone de países desde la frontera entre la actual Europa y Asia hasta la
península ibérica.
Una de las más notables cruzadas fue la cuarta, emprendida en 1202, la cual marca
un hito en la historia del imperio bizantino por las decisiones tomadas durante está,
que concluyeron con el saqueo de Constantinopla.
Europa occidental estaba relativamente poco poblada, pero aún demasiado con
relación a la extensión de tierras cultivables. Los bosques cubrían más de la mitad
del territorio y la cacería era necesaria en todas partes. Los campos no producían
lo suficiente para alimentar a la población. Sin embargo, los países de Europa
occidental eran casi exclusivamente agrícolas. Existían pocos centros comerciales,
pocos centros fluviales y marítimos. Los transportes, con excepción de las
caravanas de mercaderes, estaban poco organizados. Y el comercio de productos
exteriores era monopolio de las grandes ciudades.
Al principio la caballería no era una institución, aún menos una institución cristiana.
La necesidad de organizarse impulsó a los guerreros a entrar a una fraternidad
militar regida por las reglas ya existentes. Hacia mediados del siglo XI la caballería
comenzó a vincularse a la religión. Los sacerdotes y prelados fueron llamados a
participar en las ceremonias en la que se confería la virtud de caballería. Se vivía
siempre dispuesto a aplacar la ira de Dios con donativos o favores más que con un
comportamiento recto.
Lo más corriente era que la mujer noble escogiese en matrimonio por razones de
interés o de conveniencia. Los medios de la medicina eran rudimentarios y brutales,
las epidemias comunes y el único alivio, por lo menos espiritual, lo ofrecía la Iglesia.
No era nada extraño ver a la gente morir de hambre, ni los asesinatos por venganza.
La vida cotidiana era dura y eso hacía atractivas las expediciones guerreras.
Aunque de una localidad a otra no se veneraba al mismo santo, había cierta unidad
religiosa alrededor de los grandes santos, las Vírgenes y los Apóstoles, asociados
con las reliquias ubicadas en el Oriente. Los creyentes asistían a venerar estas
reliquias. El fervor de la cristiandad occidental motivó más migraciones que el de los
cristianos orientales.
Los germanos, al convertirse, quemaban todo lo que habían adorado, pero llevaban
aun en la memoria la pasión por los dioses guerreros. El paraíso había estado
prometido a quienes murieran en la batalla. Ni Cristo ni la Iglesia católica prometían
el mismo Paraíso. La belicosidad germánica contaminó el cristianismo en
Occidente. La imagen de un Cristo rey guerrero también provenía de la tradición
mesiánica judía. Esta presenta el triunfo final de Dios sobre el Mal, al Mesías
victorioso sometiendo bajo su poder a todas las naciones. El guerrero cristiano
tomaba al pie de la letra el término “Dios de los Ejércitos”, aplicado a Jehová. A San
Miguel, jefe de la milicia celestial, se le transformaba en divinidad guerrera. Los
santos que ejercieron en su vida el oficio de soldado gozaban de un fervor especial.
Muchas leyendas de santos participando en las batallas contra los turcos y los
turkmenos comenzaron a circular de Oriente a Occidente.
Los cantares de gesta reflejan en qué medida el culto a la violencia se mezcló con
la fe católica. Un buen casco o una coraza bien hecha tenían más valor que una
mujer hermosa. Mucho antes de las cruzadas, los papas solían dirigirse a los
sentimientos religiosos de los combatientes que se ponían al servicio de la Iglesia.
Urbano II condeno las guerras fratricidas de los laicos y supo movilizarlos a una
guerra contra los paganos.
Despojado desde el siglo VII de casi todas sus posesiones en África y Asia, el
Imperio romano de Bizancio dominaba el mediterráneo oriental y ganaba cada vez
más terreno hacia el norte y el oeste. En Oriente, hacia finales del siglo X,
emprendían su expansión hacia el oeste dos pueblos de origen mongol, los turcos
y los turkmenos (turcomanos). A finales del siglo XI, el imperio de Bizancio se
encontraba acorralado entre los turcos establecidos casi en el Bósforo y los
normandos afrancesados que apuntaban a los Balcanes y Constantinopla. Los
normandos eran al mismo tiempo los aliados de los papas contra los musulmanes
y adversarios de los griegos.
Cristianismo
Jesús, como sus discípulos, pertenecía a la religión judía, y a los ojos de estos, ellos
no eran más que herejes. Algo fundamental para la expansión del cristianismo
primitivo fue la aceptación de cualquier persona en este grupo (cosa que no sucede,
por ejemplo, en el judaísmo). Pero es gracias a Saulo de Tarso (después llamado
Pablo) que la religión se extiende a lo largo y ancho del Imperio Romano, ya que
este era un romano que se convirtió tras una visión.
En sus inicios, la religión comenzó con tan solo 100 personas. Sin embargo, su
extensión fue rápida, llegando a miles en el mundo mediterráneo tan solo 3 siglos
después de su surgimiento. Sin embargo gracias al emperador Constantino se
invoca el famoso Concilio de Nicea y el Edicto de Milán en el que se decreta la
libertar de culto en el Imperio Romano. A pesar de este paso, Juliano reinstaura por
un tiempo el paganismo Romano, pero esto no dura mucho tiempo gracias a
Constantino II, quien apoyó al cristianismo. En el siglo IV, y gracias a Teodosio I, se
establece el cristianismo como la religión oficial del imperio romano.
Islam
Mahoma era el profeta del Islam y nació en La Meca (570) en el seno de una familia
noble. A principios del siglo VII comenzó a predicar una nueva religión monoteísta:
El Islam. Esta palabra significa resignación a la voluntad del Dios único (Alá). El
Islam fue revelado directamente por Dios a Mahoma y sus enseñanzas se recogen
en el Corán (Libro sagrado de los musulmanes).
a) La profesión de fe. ‘No hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta’
b) Orar 5 veces al día mirando a La Meca y la oración comunitaria de los viernes
en la mezquita.
c) Ayunar durante el mes sagrado del Ramadán.
d) Dar limosna a los pobres.
e) Peregrinar a la Meca al menos una vez en la vida.
Por su lado, el islam tiene una respuesta más concreta: La Yihad. Esta es un
concepto del islam que representa una obligación religiosa de los musulmanes y se
refiere al decreto religioso de guerra, basado en el llamamiento del Corán a dar a
conocer la ley de Dios. El erudito musulmán Ibn Jaldún (1332-1406) escribió: "En la
comunidad musulmana, la yihad es un deber religioso, debido a la universalidad de
la misión (musulmana) y (la obligación) de convertir a todo el mundo al Islam ya sea
por persuasión o por la fuerza... Los demás grupos religiosos no tienen misión
universal, y para ellos la yihad no era un deber religioso, excepto solamente para
fines de defensa. De este modo sucede que la persona encargada de los asuntos
religiosos en (otros grupos religiosos) no se ocupa de ejercer el poder en absoluto"1
Debemos dejar en claro que existen dos tipos de Yihad: La Mayor y La Menor. El
Yihad Menor es la lucha contra los hombres, y el Yihad Mayor es la lucha que cada
musulmán debe emprender contra el mal que hay en sí mismo, contra su ego y sus
propias maquinaciones. El Profeta llamó Mayor al combate interior, no porque tenga
un rango más elevado sino por su complejidad. Efectivamente, luchar contra el
demonio que se lleva dentro requiere de una gran habilidad y se está expuesto a
unas trampas y engaños que son más sutiles que los que tiende el enemigo
humano.
Es por esta Yihad Menor que los musulmanes también toman las armas, atacan y
se defienden durante las cruzadas.
Finalmente, lo que detonará la guerra entre estas dos religiones es la así llamada
“Tierra Santa”: Jerusalén. Estos territorios son sumamente importantes para ambas
1
Ibn Jaldún, Muqaddimah p 99 de la edición árabe, p 303 de la edición inglesa, traducida a su vez del árabe
por Franz Rosenthal, 1958.
religiones, y el tener el control político y económico de estas tierras se volverá la
principal causa de estos movimientos de guerra que duraran 200 años.
Prólogo: Causas
El primer y más relevante factor que haría estallar la primera cruzada sería la
expansión musulmana selyúcida y sus victorias en Asia Menor contra los ejércitos
bizantinos, destacaría la batalla de Manzikert, en la antigua Armenia, en agosto de
1071. Como resultado obtendrían el control de ciudades como Edesa y Antioquía y,
en 1078, crearían el sultanato de Rum con capital en Nicea, al noroeste de Asia
Menor, sin embargo, la conquista de Jerusalén en 1087 sería el pretexto principal
del emperador bizantino Alejo I Comneno (1081-1118) para conseguir la ayuda de
los ejércitos de Occidente en la lucha por el control de Asia Menor con el pretexto
de recuperar tierra Santa. De esta manera Alejo pidió ayuda militar a Occidente en
marzo de 1095. La petición llegó al papa Urbano II (r. 1088-1099) que se mostró a
favor de la idea al igual que miles de caballeros europeos.
En 1091 Urbano II ya había enviado tropas para ayudar a los bizantinos contra los
nómadas pechenegos de la estepa, que invadieron el imperio por el área norte del
Danubio, y estaba dispuesto a hacerlo nuevamente, sobre todo por lo que
significaba recuperar de manos de los infieles (musulmanes) Tierra Santa, sin
embargo este era solamente uno de los tantos motivos que resultaban importantes.
Una cruzada aumentaría el prestigio del papado, al liderar un ejército combinado de
Occidente, y consolidaría su posición en Italia, que había sufrido serias amenazas
por parte de los emperadores del Sacro Imperio en el siglo anterior, y que incluso
obligaron a los papas a reubicarse fuera de Roma. Urbano II también aspiraba a
convertirse en la cabeza de una iglesia cristiana unificada de Occidente (católica) y
Oriente (ortodoxa), ya que ambas iglesias se habían dividido en 1054 por
desacuerdos sobre la doctrina y las prácticas litúrgicas. En el caso de que alguien
tuviera escrúpulos, se podía justificar una campaña de violencia tomando como
referencia algunos pasajes concretos de la Biblia y haciendo énfasis en que se
trataba de una campaña de liberación, no un ataque, y que los objetivos eran justos
y honestos.
● Contexto musulmán
Pedro el ermitaño fue el encargado de liderar la primera cruzada era uno de los
tantos predicadores ambulantes, con fama de ser hombres santos, que el pueblo
veneraba más que a los obispos y abades. En 1095, Pedro ya era un instigador de
masas y había formado una comunidad de seguidores que llevaban una vida
ascética, se calcula que debió contar con al menos cuarenta o cincuenta mil
personas que lo seguían, sin embargo, a él no se le pueden imputar los desórdenes
de Constantinopla ni el resultado final de esta Cruzada, fueron los ejércitos
populares los que adquirieron rápidamente una mala reputación, ya que
destrozaban los lugares que solo debían atravesar y se enfrentaban entre sí.
Las nuevas campañas comienzan en el año 1100, bajo la dirección del arzobispo
de Milán; pero el primer gran acontecimiento fue la reconquista de Edesa por el
Atabeg (gobernador) turco Zangi, es aquí cuando el papa Eugenio III convocó a la
segunda cruzada; que al igual que la primera provocaría grandes e innecesarias
matanzas de judíos. Después de jurar lealtad al emperador bizantino, el ejército
cruzó el Danubio sin contratiempos. En la capital del imperio se dividieron en dos
grandes contingentes, uno franco, liderado por el rey Luis VII y otro bajo el control
del rey alemán Conrado. El ejército de Conrado avanzó sobre Nicea, tomando el
camino más corto y arriesgado. Poco después de comenzar el avancé se les unieron
cientos de peregrinos que murieron a manos de los turcos en Dorilea.
El ejército franco eligió avanzar por la costa, una ruta más segura, hacia la tierra
santa. En el camino absorbieron las tropas quedantes de Conrado, no obstante,
solo parte del ejército llegó a Antioquia, esto debido a el poco apoyo brindado y al
sabotaje recibido por los griegos. De Antioquia avanzaron a Jerusalén donde se
reforzaron por gobernantes locales y Grandes Maestres de las órdenes militares.
Cuando sus tropas se repusieron decidieron atacar Damasco, una de las ciudades
más ricas de la región. Está decisión resulta difícil de entender puesto que el rey de
Damasco se había comportado como un aliado de los cruzados. La segunda
cruzada concluye con la huida del ejército cruzado en Damasco ante la llegada de
las tropas de Nur-al-Din. Los cruzados volvieron a Jerusalén con algunas bajas y
nuevos enemigos, lo que se consideró un fracaso de cruzada.
Saladino fue traicionado por algunos subordinados, pues parte de los emires creían
que no merecía el poder que poseía; ciertamente, la mayor parte de ese poder lo
había obtenido circunstancialmente. Eso lo obligó a emprender campañas
importantes para afianzar su posición. Comenzó recuperando Alepo y Damasco,
pero la reconquista de Jerusalén en 1187 fue la más grande de esas campañas y
detonó el estallido de la tercera cruzada. Con la venia de Saladino, los cristianos
que se encontraban en Jerusalén se refugiaron en Tiro, allí esperaron la llegada de
las tropas alemanas, francas e inglesas, lideradas por los reyes Federico Barbarroja,
Felipe II y Ricardo Corazón de León, quienes respondieron al llamamiento a una
nueva cruzada. Antes de enfrentarse nuevamente por una Jerusalén cada vez más
dañada, Ricardo intento negociar con Saladino el matrimonio de una noble cristiana
con un líder musulmán que se encargaría del gobierno la ciudad, pero el sultán se
negó y en cambió le ofreció permitir el peregrinaje y una tregua de paz por cinco
años entre musulmanes y cristianos. A pesar de lo desfavorable del acuerdo,
Ricardo aceptó para volver a Europa a enfrentarse a uno de sus hermanos, quien
pensaba derrocarlo. Así terminó la tercera cruzada que puede considerarse también
como un fracasó para los cruzados.
La cuarta cruzada fue convocada por el rey alemán Enrique VI y el papa Celestino
III, aprovechando que Saladino había muerto y que el mundo musulmán se hallaba
dividido. Esta cruzada se convirtió en un enfrentamiento entre cristianos: el basileus
se negó a apoyar la cruzada y los venecianos ofrecieron hacerlo a cambio de la
mitad de los beneficios; finalmente los cruzados financiados por Venecia atacaron
Bizancio para remplazar al basileus por Isaac II que les había ofrecido unirse a la
cruzada si lo llevaban al poder. Isaac II fue destronado en muy poco tiempo y los
latinos tuvieron que volver a intervenir, asaltaron Constantinopla y colocaron en el
poder a Balduino de Flandes; el imperio Oriental comenzó a fragmentarse en ese
momento y los cruzados aprovecharon para saquearlo más posible de la ciudad, los
venecianos terminaron siendo los más beneficiados con esta guerra.
Prólogo: Bizancio
La ciudad de Bizancio fundada en el siglo VII a.C. por su epónimo Byzas, en la orilla
norte del estrecho del Bósforo, una pequeña península rodeada por el rio “Cuerno
de Oro” y el mar de Marma, era la posición ideal para controlar el paso al Mar Ponto
(el actual Mar Negro) y una ruta entre Europa y Asia Menor, de muy fácil defensa
siempre que se contara con una muralla por su lado terrestre y una flota confiable
en sus costas.
En los años sucesivos a su fundación fue el sitio de batallas por su control entre
Persas, las distintas coaliciones de polis griegas y Macedonia; intercalado con
lapsus de independencia en los que pudo ocupar zonas de la Anatolia e islas del
Egeo, siendo hasta el 100 a.C. que sería anexionada por la entonces República
Romana, aun con lo cual sería asediada por dos emperadores, Séptimo Severo y
Constantino I, los cuales consientes de beneficiosa ubicación la reconstruyeron y le
dieron dos círculos de murallas defensivas que a su vez le permitieron a la ciudad
expandirse, además de volverla la capital imperial en el caso del segundo quien la
refundaría en el 330 con el nombre de “La Nueva Roma” mejor conocida como la
ciudad de Constantino o Constantinopolis/Constantinopla.
Los siguientes siglos la ciudad se vería enfrentada con los reinos occidentales, tanto
por los territorios del caído imperio occidental como por un cisma religioso entre
ortodoxos y católicos, resistiría y en ocasiones se aliaria a los nacientes reinos
barbaros del norte que se asentaban en sus fronteras además de sus conflictos con
los persas y posteriores musulmanes. El imperio llegaría a ser la nación más
influyente en el comercio del mundo conocido en su época con una expansión
cercana a la máxima de la Roma de antaño, pero para el siglo XI su debacle lo
llevaría a verse superado por las repúblicas de Génova y Venecia y retrocediendo
a defender sus posesiones en los Balcanes y la Anatolia.
Un momento a resaltar son las solicitudes del emperador Alejo I para recibir apoyo
del Papa y lanzarse a la recuperación de territorios en Asia Menor aprovechando la
fragmentación del Califato Omeya, siendo un detonante para las cruzadas, las
cuales solo le traerían la ocupación de la ciudad en 1202, cuando las tropas
cruzadas aprovechando las tramas palaciegas y el declive del imperio, superaron
las murallas costeras y se hicieron con el control del imperio fundado en su lugar el
Imperio Latino, que duraría hasta el 1261 cuando Miguel VIII de la dinastía de los
Paleólogos conseguiría retomar la capital.
Solo la captura del Sultan Bayaceto por el conquistador mongol Timur, logro retrasar
el ataque a la capital bizantina que llegaría hasta el gobierno de Mehmef II, lapsus
que los siguientes emperadores usarían para pedir auxilio a los reinos cristianos de
occidente accediendo más de una vez al control religioso del Papa, pero la
población mayormente ortodoxa de capital se negaba, prefiriendo caer contra los
otomanos que les permitirían mantener su fe que rendirse a los católicos que exigían
la conversión motivo por el cual no recibieron más ayuda que la de Segismundo de
Hungría que solo iría a perder en la batalla de Nicopolis.
El Sultán por su lado había llevado una fuerza de 80 000 a 100 000 elementos,
cerca de 100 navíos y 70 bombardas, destacando el enorme cañón nombrado “Gran
Bombarda” o “la Basílica”, diseñado por el ingeniero húngaro Orbon en Edirne
contando con 9 metros de longitud y la potencia para disparar proyectiles de 600
kilos, que serían los encargados de derribar los muros,
Las bombardas eran, un cilindro de cobre o hierro con un solo extremo abierto y el
otro cerrado, pero con un orificio llamado “oído” que permitía comenzar la ignición
de la pólvora dentro del tubo, lo que a su vez expulsaba una esfera de roca
producidas a golpe de cincel, con gran potencia.
Por mar el lado del “Cuerno de Oro” la presencia de la cadena y 9 navíos junto a
esta, controlaban sin mayor inconveniente ese frente siendo solo abierta para
permitir la entrada de 4 naves genovesas que tras librar a los turcos surtirían de
víveres, municiones y algunos hombres a la ciudad, este sería el único apoyo
llegado en todo el sitio.
Los combates llegarían incluso a darse bajo tierra donde se librarían batallas
subterráneas donde los otomanos construyen túneles con la finalidad de penetrar
en la ciudad o de vulnerar los cimientos de las murallas, mientras los defensores
cavaban los propios a fin de causar derrumbes que bloquearan todo.
Así la ciudad totalmente rodeada, con una parte de la muralla interior derruida por
las bombardas, de las cuales la “basílica” acabaría explotando llevándose consigo
a su creador, por su extensivo uso, así sin ninguna esperanza de auxilio y con el
mal presagio de un eclipse lunar, los pobladores veían la derrota inminente,
inclusive el Sultán Mehmed se permitiría ofrecer una capitulación pacífica a la
ciudad y darle un día libre a sus tropas antes del embate final.
Constantino se negaría a entregar la ciudad tanto por orgullo como por las
represalias de los otomanos a los que ya les habían infligido bastantes bajas, así
las reliquias serian llevadas en procesión por las murallas y la población se reuniría
en la Basílica de Santa Sofía en un gesto extraordinario de fraternidad dejando de
lado todas las disputas religiosas e ideológicas que en antaño habían provocado
guerras civiles, a fin de rezar por un milagro que no llegaría.
Siguiendo a las tropas extranjeras que se rehicieron a la mar intentando huir, una
parte de los habitantes haría lo mismo, inclusive nadando a través del “Cuerno de
Oro” hasta la neutral Galatea, mientras la actual Estambul era saqueada de sus
pocas riquezas materiales que aún le quedaban.
La poliorcética es arte de atacar y defender las plazas fuertes .Como ya hemos leído
a lo largo de los capítulos anteriores, en el periodo que estamos estudiando
encontramos 3 tipos de guerra y nosotros las nombraremos y describiremos según
lo que, a nuestro juicio, las define.
Guerra de campo
Este tipo de guerra, aunque si tuvo bastante auge durante la cruzadas y la edad
media en general, nosotros hemos decidido dejarla de lado, ya que creemos que
existen suficientes textos que la han estudiado esto, además de que saldríamos de
la definición estricta de poliorcética.
La principal función del castillo temprano fue defender y cobijar a las familias más
notables del territorio que protegía. En su interior se solía alojar el señor, su familia,
su séquito… además de la mesnada, la guardia personal y otros oficios
relacionados. Sin duda fue el reflejo del cambio social producido por una sociedad
gobernada desde puntos más locales y visibles.
Grosso modo, un castillo es una casa fortificada, lo que indica que para realizar su
función básica tampoco requería que tuviese un gran tamaño; dicho esto, podía ser
defendido y construido con los mejores materiales y medios disponibles sin ser
extraordinariamente caro. La principal fuente de la que disponemos para estudiar
las fortificaciones y castillos medievales es la arqueología.
Entre los elementos defensivos más básicos e importantes citaremos los siguientes:
Asedio
La infantería: El requisito más básico para poder llevar a cabo un asalto directo a
una plaza fuerte es contar con efectivos que puedan realizar dicho asalto.
Contaremos como infantería todo individuo a pie capaz de portar armas, operar
máquinas, o trabajar el suelo, es decir: soldados, e ingenieros y trabajadores.
En este apartado también entran las máquinas de palanca, ya que están más
relacionadas con las torres de asedio y con las escalas que con el resto de
elementos de asalto. Se rigen por los principios de la palanca y son elementos de
relativa sencillez también empleadas desde la antigüedad con diversos objetivos de
asedio y guerra (ya sea en tierra o en el mar). Sin duda, su función es efectiva
durante el asalto directo a las murallas. Entre estas máquinas de palanca
encontramos la sambuca. La sambuca es en definitiva una escalera o rampa
protegidas con un túnel de madera y pieles que sobre un soporte actúa como puente
levadizo gracias a complejos mecanismos de cuerdas y poleas. En la parte posterior
del túnel había una especie de cesta donde se introducía material que ejerciese
como contrapeso. Se podía aplicar a los asedios de tierra como a los asaltos
realizados desde el mar, montándose estas máquinas en los barcos. Permite
anclarse a las murallas o barcos y que los soldados entren protegidos a tomar la
plaza. Sin duda una máquina compleja y útil en lo referente a la toma de posiciones
sin destruir las estructuras defensivas, de modo que una vez conquistadas se
pudieran reutilizar. El defecto puede estar vinculado con su movilidad y lo costoso
de su construcción. Otro elemento destacable son las grúas. Estas máquinas solían
situarse en las partes altas de las torres o fortificaciones y se usaban tanto en
tiempos de paz como de guerra. Estas grúas estaban construidas en madera, y
constaban de una gran viga o fuerte brazo, en cuyo extremo se situaba un
contrapeso y en el otro una pala o parrilla, desde donde colgaban cuerdas con
garfios.
Una máquina más de estas que hemos estado mencionando es el ariete. No hay
lugar a dudas en que es una de las máquinas, más simples y básicas a la hora de
intentar derribar una pared, una puerta, o algún elemento defensivo. Por las mismas
características es también la más usada y conocida. Es una herramienta que se
empleaba en los asaltos a plazas fuertes. En su configuración básica, un ariete es
un tronco de madera de tamaño variable (así como la cantidad de usuarios
proporcionalmente) que se emplea con fuerza horizontal sobre una superficie para
derribarla u horadarla. Esta fuerza viene del balanceo y golpeo repetido contra la
superficie, que normalmente eran puertas o lienzos de muro de piedra. Otra variante
en su uso, que anteriormente mencionamos, es la que tiene un garfio en el extremo
del tronco, llamado por los antiguos romanos falx muraria; una pieza de metal con
la que los asaltantes iban arrancando y perforando las piedras que componían la
base de la muralla, u otros materiales. Usualmente se combinaba el uso de la
cabeza con forma de garfio, y la normal, más roma y simple. Esta forma de empleo
tan básica suponía también un gran riesgo para los usuarios, que estaban
totalmente expuestos a los posibles ataques que recibiesen desde que se
aproximaran a las murallas, con proyectiles, hasta que lleguen al punto en el que
quisieran usar el ariete, donde les podían caer toda clase de proyectiles y sustancias
inflamables
Entre lo que podemos concluir a través de esta investigación, es como este periodo
de las Cruzadas supuso un gran impuso en el ámbito de la poliorcética medieval,
pues logró reunir ingenios de casi toda Europa y Asia, haciendo de la guerra de
asedio una constante en la que pugnaba la sencillez y la economicidad frente a lo
más costoso; entre la eficacia y la ineficacia.
Como otra de las conclusiones, podemos observar como esta arquitectura militar
trajo consigo una reorganización tanto del espacio habitable como incluso de la
misma sociedad sobre este. Es inevitable observar estos cambios, ya que están
presentes cuando uno mira las antiguas fortificaciones, donde en el centro se
hallaban las elites y a su alrededor, formando incluso una concentricidad, los demás
grupos de aquellas sociedad. Mientras más alejadas del centro estaban, más
marginado eran. Con esto queremos demostrar que la guerra no solo implica dos
contingentes armados matándose simultáneamente, sino que consigo, la guerra
trae toda una reorganización en las múltiples categorías desarrolladas en una
sociedad.
Aunque la guerra alcanzó un gran auge de desarrollo durante esta etapa medieval,
no será este su máximo desarrollo ni mucho menos su límite, por lo que aún queda
toda una historia de la poliorcética que desarrollar.
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