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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE

MEXICO

FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES


ACATLAN

EUROPA SIGLO V-XV

TRABAJO FINAL

SOBRE LA EVOLUCION DE LA GUERRA: DE LA CUARTA


CRUZADA A LA CAIDA DE CONSTANTINOPLA

EQUIPO: LOS JENÍZAROS DE ORIENTE


 HERRERA SÁNCHEZ JESÚS  JOSÉ QUIRINO GUSTAVO
 CATALÁN LANDERO DIEGO  GUEVARA CÉSAR AUGUSTO.
 AMADOR GAYTÁN ELISA NELLY

GRUPO 1301

LICENCIATURA EN HISTORIA

NAUCALPAN, ESTADO DE MEXICO, A 01 DE DICIEMBRE DEL 2022


INTRODUCCIÓN

Guerra. Desde los inicios de los tiempos, desde que el hombre tiene conciencia de
su existencia, hasta nuestros días, la guerra ha estado presente en todo momento.
Así como Jesús de Nazaret alguna vez dijo “donde haya dos o más en mi nombre,
ahí estaré”, parece que de igual forma, donde hay dos o más hombres hay conflicto,
y mientras mayor sea el número de individuos, mayor es la presencia de guerra. En
un principio fue el humano contra la naturaleza salvaje. Cuando este apareció
desnudo y frágil en medio de una medio hostil, se reunió en tribus para protegerse,
y de ello nace la sociedad. Pero mientras más compleja se vuelve esta sociedad,
más difícil es mantener la estabilidad dentro y fuera de ella. Y cuando el ser humano
creyó haber dominado este hostil ambiente, y cuando tuvo medios de producción
que lo superaban, tuvo el suficiente tiempo para encontrar a su próximo enemigo
dentro de la misma sociedad que él había desarrollado. Y es por ello que desde los
últimos 5 000 años tenemos a Meguido, Nínive, Babilonia, Melos, Cartago,
Andrianópolis, Constantinopla, Lepanto, Tenochtitlan, Waterloo, Puebla,
Stalingrado, Berlín, Hiroshima, Nagasaki, Bagdad, y muchas, muchas más batallas
repartidas por todos los cachitos del mundo. Y como ser humano, en su búsqueda
eterna de perfección, ha pasado gran parte de su historia (la historia de la
humanidad) perfeccionando técnicas para asediar y matar a sus iguales. En esta
investigación no buscamos catalogar como malo o bueno este desarrollo de la
guerra. Lo escribimos con la intención de analizar, estudiar y dar a conocer la
historia del desarrollo de la poliorcética. Más específicamente de un periodo: La
Edad Media. Esperamos que esta investigación ayude a destruir el paradigma que
ha cegado a la población popular, haciéndole creer que esta edad fue un
oscurantismo científico. Con este texto deseamos se vea todo el ingenio aplicado
en la creación de artillería.

Finalmente, quisiéramos reafirmar nuestra posición neutral ante la categorización


de la guerra con una frase de Sócrates: “No digamos aún si la guerra produce males o
bienes, sino solamente que, en cambio, hemos descubierto el origen de la guerra en aquello
de lo cual nacen las mayores catástrofes públicas y privadas que recaen sobre las ciudades:
El lujo.”
DESARROLLO

Cercano Oriente y Occidente: Ubicación temporal, espacial y contextual de la


investigación

Llámanos cercano Oriente a la región continental ubicada en los países del noreste
de África y del suroeste de Asia (de Libia a Afganistán), está comprende 29 países
entre los cuales se encuentra Egipto, Siria, Palestina, entre otros. El occidente se
compone de países desde la frontera entre la actual Europa y Asia hasta la
península ibérica.

Los datos que serán considerados para la realización de la presente investigación


toman como punto de partida temporal al año de 1198; el inicio de la cuarta cruzada
y concluyen con la caída de Constantinopla en 1453.

A partir del siglo XI en Europa occidental se iniciaron campañas militares, bajo la


jefatura del papado romano, las cuales tenían como objetivo recuperar la Tierra
Santa que se encontraba bajo el poder del pueblo musulmán, estas expediciones
fueron conocidas como Cruzadas.

Una de las más notables cruzadas fue la cuarta, emprendida en 1202, la cual marca
un hito en la historia del imperio bizantino por las decisiones tomadas durante está,
que concluyeron con el saqueo de Constantinopla.

El análisis y la historia de las cruzadas posibilita observar las estrategias y el


armamento militar utilizado, asimismo permite el estudio sobre la evolución y el
avance de técnicas militares de guerra a lo largo de los años, un ejemplo de ello
será el avance del ejército otomano que propiciara la caída de Constantinopla.

Europa occidental estaba relativamente poco poblada, pero aún demasiado con
relación a la extensión de tierras cultivables. Los bosques cubrían más de la mitad
del territorio y la cacería era necesaria en todas partes. Los campos no producían
lo suficiente para alimentar a la población. Sin embargo, los países de Europa
occidental eran casi exclusivamente agrícolas. Existían pocos centros comerciales,
pocos centros fluviales y marítimos. Los transportes, con excepción de las
caravanas de mercaderes, estaban poco organizados. Y el comercio de productos
exteriores era monopolio de las grandes ciudades.

En Europa occidental prescindían de muchos objetos que parecían indispensables


en Oriente. El nivel de vida de los príncipes occidentales hubiera parecido pobre y
rustico a los nobles bizantinos, egipcios o persas. Los occidentales se forjaron de
oriente -de donde procedían la seda, las especias, los tapices y las joyas- una idea
fabulosa, en la que la admiración se mezclaba con la envidia. El siglo XI vio, sin
embargo, el desarrollo de la industria textil en occidente. Esta industria alcanzó
proporción suficiente para modificar el equilibrio social del norte de Francia, Flandes
y el sur de Alemania. Las fábricas atraían a las ciudades a los campesinos
arruinados. La máquina no existía sino en su estadio más rudimentario. La materia
bruta y la herramienta tenían un valor que nos resultaría difícil de entender. El
hombre era más supersticioso, pero al mismo tiempo más hábil y emprendedor.

La burguesía estaba aún al servicio de la nobleza. Las prácticas religiosas se


cumplían con gravedad. Los obispos y los abades ricos solían enfrentarse a los
señores laicos, formaban en cierto modo un Estado dentro del Estado. Hacía dos
siglos que la cristianización de Occidente podía darse por terminada y la iglesia
cristiana representaba la única fuerza espiritual. El idioma de la iglesia era el latín,
a pesar de que casi nadie lo entendía. La iglesia era una institución supranacional
y en todas partes constituía una casta aparte. Una casta tan apartada como
respetada. Proclamaba la igualdad de todos los hombres, por lo menos ante Dios.
Solo la iglesia tenía escuelas y los hombres letrados ocupaban posiciones
importantes en los gobiernos y administraciones.

Con el transcurso de los siglos, los descendientes de los francos, burgundios,


visigodos y demás pueblos germánicos perdieron la religión y lengua que antaño
poseían, pero siguieron formando una especie de aristocracia militar. La Europa
Occidental era de sangre y política, más germánica que latina. Las invasiones
normandas del siglo X dieron un nuevo ímpetu a las fuerzas de los francos. El
franco aceptó pronto al normando como un aliado y se asimilaron constituyendo una
sociedad fuerte, desbordante de belicosidad.
El feudalismo reconocía dos valores esenciales: los hombres y la tierra. El vasallo
debía prestar servicio mientras durara la guerra que el señor tenía declarada. Más
solo los jefes dotados de una personalidad poderosísima podían reinar
efectivamente. El juramento de lealtad se respetaba como un deber sagrado. El
sistema de contratos de asistencia mutua originaba situaciones complejas. La idea
de caballería no coincidía con la de la nobleza, ni con la del oficio de las armas;
correspondía más bien a nuestro concepto del grado de oficial. Era a la vez un título,
un grado y una virtud, y calificar a un hombre de buen caballero era hacerle objeto
del mayor de los elogios. El caballero debía ser capaz de dirigir la construcción de
aparatos de guerra, de convertirse en ingeniero, arquitecto, estratega, medico,
enfermero, veterinario, mecánico, contador, etc. Entre sus obligaciones morales
ocupaban un lugar primordial la fidelidad al señor y la protección de los soldados
bajo sus órdenes.

Al principio la caballería no era una institución, aún menos una institución cristiana.
La necesidad de organizarse impulsó a los guerreros a entrar a una fraternidad
militar regida por las reglas ya existentes. Hacia mediados del siglo XI la caballería
comenzó a vincularse a la religión. Los sacerdotes y prelados fueron llamados a
participar en las ceremonias en la que se confería la virtud de caballería. Se vivía
siempre dispuesto a aplacar la ira de Dios con donativos o favores más que con un
comportamiento recto.

Las obligaciones relativas a las armas eran muchas y se respetaban rigurosamente,


tenían el valor de ley y de código moral. La nobleza feudal era exclusivamente
militar, tan bien adiestrada y formada para la guerra que acababa por no tener otro
móvil en la vida. Estaba pasado el momento de las invasiones. Se terminaban los
agresores y las tierras por conquistar. Era una sociedad dotada de una agresividad
que superaba en mucho las exigencias y las posibilidades de la guerra en occidente,
donde el conflicto más grande era entre los papas y emperadores. El noble feudal
ocupaba en su sociedad el puesto de opresor. El señor debía proteger a sus
campesinos; pero les explotaba con dureza. El siervo, además de lo que debía al
señor, pagaba el diezmo o impuesto que debía a la Iglesia.
Para aplicar la ley hacía falta una autoridad poderosa, y en aquella época ni el propio
rey de Francia podía obrar contra algunos señores feudales, que se hallaban por
encima de la ley encerrados en sus fortalezas. Los señores practicaban el culto a la
fuerza, vivían pobremente en comparación con los nobles en Oriente, pero invertían
la mayor parte de su renta en equipo militar. La armadura se hace cada vez más
resistente. Los caballos estaban cada vez mejor adiestrados. El guerrero occidental
era en esta época superior a los guerreros bizantinos o musulmanes, tanto por la
calidad de las armas como por sus virtudes bélicas. Las cruzadas sirvieron de
remedio poderoso contra las pequeñas guerras entre señores feudales.

Lo más corriente era que la mujer noble escogiese en matrimonio por razones de
interés o de conveniencia. Los medios de la medicina eran rudimentarios y brutales,
las epidemias comunes y el único alivio, por lo menos espiritual, lo ofrecía la Iglesia.
No era nada extraño ver a la gente morir de hambre, ni los asesinatos por venganza.
La vida cotidiana era dura y eso hacía atractivas las expediciones guerreras.
Aunque de una localidad a otra no se veneraba al mismo santo, había cierta unidad
religiosa alrededor de los grandes santos, las Vírgenes y los Apóstoles, asociados
con las reliquias ubicadas en el Oriente. Los creyentes asistían a venerar estas
reliquias. El fervor de la cristiandad occidental motivó más migraciones que el de los
cristianos orientales.

Los germanos, al convertirse, quemaban todo lo que habían adorado, pero llevaban
aun en la memoria la pasión por los dioses guerreros. El paraíso había estado
prometido a quienes murieran en la batalla. Ni Cristo ni la Iglesia católica prometían
el mismo Paraíso. La belicosidad germánica contaminó el cristianismo en
Occidente. La imagen de un Cristo rey guerrero también provenía de la tradición
mesiánica judía. Esta presenta el triunfo final de Dios sobre el Mal, al Mesías
victorioso sometiendo bajo su poder a todas las naciones. El guerrero cristiano
tomaba al pie de la letra el término “Dios de los Ejércitos”, aplicado a Jehová. A San
Miguel, jefe de la milicia celestial, se le transformaba en divinidad guerrera. Los
santos que ejercieron en su vida el oficio de soldado gozaban de un fervor especial.
Muchas leyendas de santos participando en las batallas contra los turcos y los
turkmenos comenzaron a circular de Oriente a Occidente.

Los cantares de gesta reflejan en qué medida el culto a la violencia se mezcló con
la fe católica. Un buen casco o una coraza bien hecha tenían más valor que una
mujer hermosa. Mucho antes de las cruzadas, los papas solían dirigirse a los
sentimientos religiosos de los combatientes que se ponían al servicio de la Iglesia.
Urbano II condeno las guerras fratricidas de los laicos y supo movilizarlos a una
guerra contra los paganos.

Despojado desde el siglo VII de casi todas sus posesiones en África y Asia, el
Imperio romano de Bizancio dominaba el mediterráneo oriental y ganaba cada vez
más terreno hacia el norte y el oeste. En Oriente, hacia finales del siglo X,
emprendían su expansión hacia el oeste dos pueblos de origen mongol, los turcos
y los turkmenos (turcomanos). A finales del siglo XI, el imperio de Bizancio se
encontraba acorralado entre los turcos establecidos casi en el Bósforo y los
normandos afrancesados que apuntaban a los Balcanes y Constantinopla. Los
normandos eran al mismo tiempo los aliados de los papas contra los musulmanes
y adversarios de los griegos.

Cuando el emperador de Bizancio, Alejo Comnemo, escribió al papa Urbano II en


1904 solicitándole ayuda contra los turcos, se trataba de la llamada de un jefe
cristiano a otro jefe cristiano para defender la cristiandad. Los ejércitos que se
reunieron a la llamada de Urbano II no pretendían la salvación del imperio, sino
realizar conquistas por cuenta propia. A pesar de que por primera vez una empresa
de interés general arrastró la adhesión de todos los estratos de la sociedad; y de
que la guerra se promocionó como “santa” por hallarse libre de ciertos intereses;
más que defender a cristo, humillado en el mismo sitio en que vivió, o a los sitios
sagrados, los líderes cruzados pretendieron hacerse con nuevos dominios en las
arterias comerciales de la época. Para merecer dicha recompensa, los caballeros
debían exponerse a unos gastos que amenazaban con arruinarles. El esfuerzo que
exigía la empresa estaba fuera de toda proporción con la probabilidad de
enriquecerse. Los jefes de las Cruzadas de hecho se arruinaron.
El Cristianismo y El Islam: Sobre como religiones de paz llevaron a la guerra

 Cristianismo

El cristianismo como tal narra las enseñanzas de la vida de Jesús de Nazaret y la


importancia de la palabra de dios en la fe cristiana y los seres humanos. A lo largo
del antiguo testamento de la biblia cristiana, podemos observar múltiples profecías
sobre la próxima llegada de un rey guerrero que liberaría al pueblo judío de la
opresión de otros pueblos. Es Jesús de Nazaret quien viene a tomar este papel
como el masiah o mesías (ungido). Dejando de lado toda la historia divinizada de
este personaje, en el nuevo testamento, al momento de su asunción, Jesús, ahora
Cristo, promete a sus discípulos la próxima llegada del reino de los cielos.

Sus 11 discípulos comienzan a ir de pueblo en pueblo repartiendo la así llamada


“Buena Nueva”, el anuncio que Jesús le hizo. Con ellos va un rito: el bautismo. Este
cumple la función de introducirlos en su aun no oficial religión.

Jesús, como sus discípulos, pertenecía a la religión judía, y a los ojos de estos, ellos
no eran más que herejes. Algo fundamental para la expansión del cristianismo
primitivo fue la aceptación de cualquier persona en este grupo (cosa que no sucede,
por ejemplo, en el judaísmo). Pero es gracias a Saulo de Tarso (después llamado
Pablo) que la religión se extiende a lo largo y ancho del Imperio Romano, ya que
este era un romano que se convirtió tras una visión.

En sus inicios, la religión comenzó con tan solo 100 personas. Sin embargo, su
extensión fue rápida, llegando a miles en el mundo mediterráneo tan solo 3 siglos
después de su surgimiento. Sin embargo gracias al emperador Constantino se
invoca el famoso Concilio de Nicea y el Edicto de Milán en el que se decreta la
libertar de culto en el Imperio Romano. A pesar de este paso, Juliano reinstaura por
un tiempo el paganismo Romano, pero esto no dura mucho tiempo gracias a
Constantino II, quien apoyó al cristianismo. En el siglo IV, y gracias a Teodosio I, se
establece el cristianismo como la religión oficial del imperio romano.

El creciente poder del cristianismo en Occidente trajo un gran problema, y es las


luchas entre esta zona y Oriente por ser la principal zona de la religión. Los
continuos conflictos entre el Papa de Roma y el Emperador del Imperio Bizantino
trajo a la Iglesia una problemática de quién era más poderosa, lo cual finalmente
trajo una separación en el llamado Cisma de Oriente, convirtiendo la religión de
Occidente en el cristianismo católico y la religión de Oriente en el cristianismo
ortodoxo. Esta división se mantiene hasta la actualidad, mostrando grandes
diferencias ambas religiones aun siendo las dos cristianas.

 Islam

La península de Arabia, en el siglo VII su población era mayormente de pastores


beduinos nómadas organizados en multitud de tribus independientes que tenían
creencias religiosas politeístas y animistas. En algunas regiones costeras se
practicaba la agricultura y la población era sedentaria. Es el caso de la región de
Hedjaz, transitada por caravanas que comerciaban entre la India y el Mediterráneo.
La ciudad más importante era La Meca.

Mahoma era el profeta del Islam y nació en La Meca (570) en el seno de una familia
noble. A principios del siglo VII comenzó a predicar una nueva religión monoteísta:
El Islam. Esta palabra significa resignación a la voluntad del Dios único (Alá). El
Islam fue revelado directamente por Dios a Mahoma y sus enseñanzas se recogen
en el Corán (Libro sagrado de los musulmanes).

Sus principales preceptos son:

a) La profesión de fe. ‘No hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta’
b) Orar 5 veces al día mirando a La Meca y la oración comunitaria de los viernes
en la mezquita.
c) Ayunar durante el mes sagrado del Ramadán.
d) Dar limosna a los pobres.
e) Peregrinar a la Meca al menos una vez en la vida.

Mahoma sufrió la incomprensión de los ricos comerciantes de La Meca y de su


familia por lo que huyó a Medina en el año 622, esta huida se denominó la Hégira y
es la fecha de inicio del calendario islámico. Mahoma se convirtió en jefe político y
religioso, años después conquistó La Meca y, a su muerte (632), casi toda Arabia
era musulmana.

Tras la muerte de Mahoma, los musulmanes formaron un gran imperio. Lo


consiguieron gracias al impulso de la fe, a su poderoso ejército (sobre todo la
caballería) y a la debilidad de sus adversarios. Esta expansión tuvo tres etapas:

a) Califato ortodoxo (632-661): en esta etapa los sucesores de Mahoma fueron


elegidos entre sus familiares y amigos; residieron en Medina, adoptaron el
título de califa (sucesor del Profeta) y unieron la máxima autoridad política y
religiosa. En esta época los árabes conquistaron Siria, Palestina, Egipto y
Mesopotamia que eran regiones muy ricas.
b) Califato omeya (661-750): en esta etapa llegó al poder la familia de los
Omeyas que llevó la capital a Damasco y el imperio alcanzó la máxima
expansión hacia el oeste por el norte de África y la Península Ibérica, y hacia
el este hasta el valle del Indo y el Turkestán.
c) Califato abasí (750-1055): los omeyas fueron destronados por la dinastía
abasí y la capital fue Bagdad. Conquistaron Creta y Sicilia pero la expansión
se detuvo pues hubo muchas luchas internas a partir del siglo X entró en
decadencia. El califato fue conquistado por los turcos en 1055 y
definitivamente su desaparición se data en 1258, año en que Bagdad fue
tomada por los mongoles.
 La guerra se vuelve parte de ambas religiones

Ambas religiones ya explicadas anteriormente tomarán armas una contra otra en un


sangriento episodio conocido como “Las cruzadas”. Pero la duda es ¿Por qué si son
religiones de amor seguidoras de un Dios bueno decidieron que era buena idea
matarse unos a otros?

Primero, el cristianismo, con su rápida expansión, no pudo darse el tiempo de


explicar correctamente sus preceptos e ideas. Occidente es una tierra belicosa casi
por naturaleza, manteniéndose en guerras constantes internas, ya sea por choques
de intereses o invasiones extranjeras.
Por otro lado, cuando la religión cristiana llega a reemplazar a las deidades
“paganas” de los pueblos originarios de occidente (como los francos, vikingos,
anglos y sajones) realmente solo enciman estos nuevos nombres, pero mantienen
ciertas características de sus deidades. Al menos de esa forma puede explicarse (y
suele explicarse) que ante un religión de aceptación y amor se haya mantenido la
idea de la guerra como solución correcta.

Por su lado, el islam tiene una respuesta más concreta: La Yihad. Esta es un
concepto del islam que representa una obligación religiosa de los musulmanes y se
refiere al decreto religioso de guerra, basado en el llamamiento del Corán a dar a
conocer la ley de Dios. El erudito musulmán Ibn Jaldún (1332-1406) escribió: "En la
comunidad musulmana, la yihad es un deber religioso, debido a la universalidad de
la misión (musulmana) y (la obligación) de convertir a todo el mundo al Islam ya sea
por persuasión o por la fuerza... Los demás grupos religiosos no tienen misión
universal, y para ellos la yihad no era un deber religioso, excepto solamente para
fines de defensa. De este modo sucede que la persona encargada de los asuntos
religiosos en (otros grupos religiosos) no se ocupa de ejercer el poder en absoluto"1

Debemos dejar en claro que existen dos tipos de Yihad: La Mayor y La Menor. El
Yihad Menor es la lucha contra los hombres, y el Yihad Mayor es la lucha que cada
musulmán debe emprender contra el mal que hay en sí mismo, contra su ego y sus
propias maquinaciones. El Profeta llamó Mayor al combate interior, no porque tenga
un rango más elevado sino por su complejidad. Efectivamente, luchar contra el
demonio que se lleva dentro requiere de una gran habilidad y se está expuesto a
unas trampas y engaños que son más sutiles que los que tiende el enemigo
humano.

Es por esta Yihad Menor que los musulmanes también toman las armas, atacan y
se defienden durante las cruzadas.

Finalmente, lo que detonará la guerra entre estas dos religiones es la así llamada
“Tierra Santa”: Jerusalén. Estos territorios son sumamente importantes para ambas

1
Ibn Jaldún, Muqaddimah p 99 de la edición árabe, p 303 de la edición inglesa, traducida a su vez del árabe
por Franz Rosenthal, 1958.
religiones, y el tener el control político y económico de estas tierras se volverá la
principal causa de estos movimientos de guerra que duraran 200 años.

Las Cruzadas: De la Primera a la Cuarta

 Prólogo: Causas

El primer y más relevante factor que haría estallar la primera cruzada sería la
expansión musulmana selyúcida y sus victorias en Asia Menor contra los ejércitos
bizantinos, destacaría la batalla de Manzikert, en la antigua Armenia, en agosto de
1071. Como resultado obtendrían el control de ciudades como Edesa y Antioquía y,
en 1078, crearían el sultanato de Rum con capital en Nicea, al noroeste de Asia
Menor, sin embargo, la conquista de Jerusalén en 1087 sería el pretexto principal
del emperador bizantino Alejo I Comneno (1081-1118) para conseguir la ayuda de
los ejércitos de Occidente en la lucha por el control de Asia Menor con el pretexto
de recuperar tierra Santa. De esta manera Alejo pidió ayuda militar a Occidente en
marzo de 1095. La petición llegó al papa Urbano II (r. 1088-1099) que se mostró a
favor de la idea al igual que miles de caballeros europeos.

En 1091 Urbano II ya había enviado tropas para ayudar a los bizantinos contra los
nómadas pechenegos de la estepa, que invadieron el imperio por el área norte del
Danubio, y estaba dispuesto a hacerlo nuevamente, sobre todo por lo que
significaba recuperar de manos de los infieles (musulmanes) Tierra Santa, sin
embargo este era solamente uno de los tantos motivos que resultaban importantes.
Una cruzada aumentaría el prestigio del papado, al liderar un ejército combinado de
Occidente, y consolidaría su posición en Italia, que había sufrido serias amenazas
por parte de los emperadores del Sacro Imperio en el siglo anterior, y que incluso
obligaron a los papas a reubicarse fuera de Roma. Urbano II también aspiraba a
convertirse en la cabeza de una iglesia cristiana unificada de Occidente (católica) y
Oriente (ortodoxa), ya que ambas iglesias se habían dividido en 1054 por
desacuerdos sobre la doctrina y las prácticas litúrgicas. En el caso de que alguien
tuviera escrúpulos, se podía justificar una campaña de violencia tomando como
referencia algunos pasajes concretos de la Biblia y haciendo énfasis en que se
trataba de una campaña de liberación, no un ataque, y que los objetivos eran justos
y honestos.

El 27 de noviembre de 1095, Urbano II convocó una cruzada en un sermón durante


el Concilio de Clermont, en Francia y también realizó una gira de sermones para
reclutar cruzados. El mensaje, conocido como la Indulgencia y dirigido
específicamente a los caballeros, fue alto y claro: se necesitaba defender la
cristiandad y recuperar Tierra Santa, los que se embarcarán a hacerlo serían
perdonados de sus pecados y sus almas recibirían la recompensa en la otra vida.
Se enviaron cartas y embajadores a todos los rincones de la cristiandad. Las iglesias
principales, como las de Limoges, Angers y Tours, sirvieron de centros de
reclutamiento, así como también iglesias rurales y monasterios.

La llamada a “llevar la cruz” – con lo que la gente hacía el juramento de convertirse


en cruzado y llevaba una cruz bordada en el hombro para proclamar su compromiso
– tuvo un éxito increíble. Por toda Europa, guerreros conmovidos por el fervor
religioso, la salvación personal, la peregrinación y la aventura se fueron reuniendo
a lo largo de 1096, listos para embarcar hacia Jerusalén. La fecha de salida se
estableció para el 15 de agosto de dicho año. Unos 60.000 cruzados, incluyendo
6.000 caballeros, participarían en la primera oleada.

● Contexto musulmán

Los musulmanes selyúcidas, que habían logrado el control de la mayor parte de


Asia Menor y el norte de Siria en las últimas décadas del siglo XI, estaban ya
sufriendo sus propios problemas incluso antes de la llegada de los cruzados. En
conflicto con sus rivales implacables, los fatimíes chiitas de Egipto, los selyúcidas
sunitas les habían arrebatado Jerusalén. Sin embargo, la muerte del sultán
selyúcida Malikshah, en 1092, fue un serio contratiempo para sus ambiciones, al
producirse una lucha por el poder entre varios señores locales, sin que ninguno
consiguiera la supremacía. Además, la base selyúcida estaba en Bagdad, lejos de
las batallas que iban a tener lugar durante la Primera Cruzada, por lo que el apoyo
centralizado y la gestión militar fueron escasos. Además, los chiitas consiguieron
recuperar Jerusalén de manos de los selyúcidas unos pocos meses antes de la
llegada de los cruzados. Probablemente, ambos grupos musulmanes desconocían
por completo la naturaleza religiosa de la misión de los cruzados y que se trataba
de algo muy diferente de las habituales incursiones bizantinas. Los nobles
caballeros de Occidente no estaban interesados en hostigar a un enemigo y llevarse
algún pequeño botín, sino en lograr una conquista permanente y recuperar las
tierras que pertenecían a su dios.

● Primera Cruzada (1096-1099)

Pedro el ermitaño fue el encargado de liderar la primera cruzada era uno de los
tantos predicadores ambulantes, con fama de ser hombres santos, que el pueblo
veneraba más que a los obispos y abades. En 1095, Pedro ya era un instigador de
masas y había formado una comunidad de seguidores que llevaban una vida
ascética, se calcula que debió contar con al menos cuarenta o cincuenta mil
personas que lo seguían, sin embargo, a él no se le pueden imputar los desórdenes
de Constantinopla ni el resultado final de esta Cruzada, fueron los ejércitos
populares los que adquirieron rápidamente una mala reputación, ya que
destrozaban los lugares que solo debían atravesar y se enfrentaban entre sí.

Otros líderes populares, guiaron campañas simultaneas para terminar uniéndose al


ejército popular principal en Nicea; con una actitud violenta y ambiciosa se lanzaron
contra los no creyentes más cercanos, los judíos. También se enfrentaron contra
obispos cristianos que se negaron a entregar a judíos. El viaje hasta Constantinopla
fue penoso y muchos peregrinos murieron en enfrentamientos con judíos, o por el
hambre y la fatiga. Allí esperaban obtener los barcos y refuerzos para atravesar el
Bósforo. Alejo les aconsejo esperar a los ejércitos mejor armados que se estaban
conformando pero su propuesta no fue bien recibida y se desataron saqueos en las
aldeas cercanas. En su primer encuentro con tropas turcas obtuvieron una pequeña
victoria y se hicieron con la Fortaleza de Jerigordon, pero casi enseguida fueron
exterminados por las tropas del sultán Qilich-Arslan. Pedro el Ermitaño sobrevivió y
se unió después a los ejércitos de los barones.

No hay un punto de comparación entre la fuerza de los ejércitos de la cruzada de


los pobres (o cruzada popular) y la de los ejércitos de la cruzada de los barones.
Cada uno de los barones era capaz por sí solo de decidir la suerte de un país en
una batalla campal. Aparte de caballeros y soldados rasos, sus ejércitos contaban
con arqueros, con toda clase de técnicos y con criados con sin fin de funciones
específicas. Se trataba de cinco ejércitos: el de los loreneses, el de los provenzales,
el de los flamencos, el de los franceses y el de los normandos de Sicilia, además,
presumían de ser más cautelosos que sus predecesores. Antes de lanzarse sobre
el dominio enemigo, algunos cruzados buscaron el apoyo de Alejo para prometerle
la entrega de los territorios que hubieran estado en dominio griego antes de pasar
a manos turcas. El primer objetivo de esta cruzada fue entonces restablecer el
dominio griego en el camino a los Santos Lugares. La primera gran victoria de los
cruzados fue la capitulación de la ciudad de Nicea. Griegos y latinos colaboraron
durante el sitio de la ciudad; los latinos esperaban saquearla después de un gran
asalto, pero no consiguieron recompensa alguna porque Alejo convenció a los
sitiados de entregar la ciudad.

Al enterarse de la caída de Nicea, el sultán envió un ejército para enfrentar a los


cruzados. La superioridad de los caballos y las armaduras de los caballeros se
impuso a un ejército más numeroso pero armado de forma más ligera. La estrategia
jugó un papel importante en esta victoria, pues el ejército cruzado rodeó a los
contrarios, y existía entre los dos adversarios una diferencia radical en la técnica y
equipamiento militar. Las armaduras francesas actuaban como caparazones de
hierro que hacían al caballero invulnerable a las flechas turcas. Del campamento
del sultán, los cruzados obtuvieron un botín importante. El avance continuó y los
problemas más grandes fueron el hambre y la sed, pues los turcos arrasaron la
tierra y la marcha a Antioquia, duró cuatro meses.

Muchos jefes secundarios se separaron al llegar a Antioquia, sin embargo,


Bohemundo convenció a los que quedaban de asediar la ciudad sin presionar a los
turcos con la finalidad de que se vieran obligados a rendirse, optando por un asedio
duradero en lugar de un ataque fulminante. El asedio duro siete meses y medio y
acabó debilitando a los cruzados. Ante el posible fracaso, el contingente griego se
separó de los latinos durante el sitio de Antioquia y fueron señalados por ello. La
ciudad finalmente fue tomada merced de la traición de uno de sus defensores, sin
embargo, después llegaron refuerzos turcos. Las tropas de Alejo fueron enviadas
para levantar el sitio, pero jamás llegaron a Antioquia pues un barón cruzado que
logró huir de la ciudad las detuvo asegurando que ya no había nada que salvar allí.

Las tropas de Bohemundo fueron motivadas por el supuesto descubrimiento de una


antigua reliquia enterrada en Antioquia (la lanza sagrada) de manera que rompieron
el sitio y consiguieron la victoria. Después de descansar durante seis meses, los
cruzados se dispersaron, la mayoría volvió a Europa y Godofredo de Bouillon
avanzó sobre Jerusalén, para finalmente tomarla sin enfrentar gran resistencia. Así
concluye la primera y única cruzada que fue considerada un éxito para los
historiadores.

● Segunda Cruzada (1147-1149)

Las nuevas campañas comienzan en el año 1100, bajo la dirección del arzobispo
de Milán; pero el primer gran acontecimiento fue la reconquista de Edesa por el
Atabeg (gobernador) turco Zangi, es aquí cuando el papa Eugenio III convocó a la
segunda cruzada; que al igual que la primera provocaría grandes e innecesarias
matanzas de judíos. Después de jurar lealtad al emperador bizantino, el ejército
cruzó el Danubio sin contratiempos. En la capital del imperio se dividieron en dos
grandes contingentes, uno franco, liderado por el rey Luis VII y otro bajo el control
del rey alemán Conrado. El ejército de Conrado avanzó sobre Nicea, tomando el
camino más corto y arriesgado. Poco después de comenzar el avancé se les unieron
cientos de peregrinos que murieron a manos de los turcos en Dorilea.

El ejército franco eligió avanzar por la costa, una ruta más segura, hacia la tierra
santa. En el camino absorbieron las tropas quedantes de Conrado, no obstante,
solo parte del ejército llegó a Antioquia, esto debido a el poco apoyo brindado y al
sabotaje recibido por los griegos. De Antioquia avanzaron a Jerusalén donde se
reforzaron por gobernantes locales y Grandes Maestres de las órdenes militares.
Cuando sus tropas se repusieron decidieron atacar Damasco, una de las ciudades
más ricas de la región. Está decisión resulta difícil de entender puesto que el rey de
Damasco se había comportado como un aliado de los cruzados. La segunda
cruzada concluye con la huida del ejército cruzado en Damasco ante la llegada de
las tropas de Nur-al-Din. Los cruzados volvieron a Jerusalén con algunas bajas y
nuevos enemigos, lo que se consideró un fracaso de cruzada.

● Tercera Cruzada (1189-1192)

Los principales protagonistas de esta cruzada fueron: el inglés Ricardo Corazón de


León y su antagonista el Gran Saladino. El fracasó de la segunda cruzada no revirtió
inmediatamente lo obtenido durante su predecesora. Los visires musulmanes
preferían pagar tributo a los cristianos que mantenerse en constante guerra. Sin
embargo, en 1153, los cristianos se hicieron con la ciudad de Ascalón y amenazaron
con apoderarse de todo Egipto. Nur-al-Din se vio obligado a intervenir: convocó a
otros emires a la Yihad y obligó a los frany a retirarse de Egipto. Esa fue la primera
expedición en la que participó Saladino, obteniendo un importante prestigio por sus
habilidades como líder en la batalla. Tras la victoria fue nombrado soberano de
Egipto y finalmente sucedió a Nur-al-Din como principal dirigente del mundo
musulmán en 1174.

Saladino fue traicionado por algunos subordinados, pues parte de los emires creían
que no merecía el poder que poseía; ciertamente, la mayor parte de ese poder lo
había obtenido circunstancialmente. Eso lo obligó a emprender campañas
importantes para afianzar su posición. Comenzó recuperando Alepo y Damasco,
pero la reconquista de Jerusalén en 1187 fue la más grande de esas campañas y
detonó el estallido de la tercera cruzada. Con la venia de Saladino, los cristianos
que se encontraban en Jerusalén se refugiaron en Tiro, allí esperaron la llegada de
las tropas alemanas, francas e inglesas, lideradas por los reyes Federico Barbarroja,
Felipe II y Ricardo Corazón de León, quienes respondieron al llamamiento a una
nueva cruzada. Antes de enfrentarse nuevamente por una Jerusalén cada vez más
dañada, Ricardo intento negociar con Saladino el matrimonio de una noble cristiana
con un líder musulmán que se encargaría del gobierno la ciudad, pero el sultán se
negó y en cambió le ofreció permitir el peregrinaje y una tregua de paz por cinco
años entre musulmanes y cristianos. A pesar de lo desfavorable del acuerdo,
Ricardo aceptó para volver a Europa a enfrentarse a uno de sus hermanos, quien
pensaba derrocarlo. Así terminó la tercera cruzada que puede considerarse también
como un fracasó para los cruzados.

● Cuarta Cruzada (1199-1204)

La cuarta cruzada fue convocada por el rey alemán Enrique VI y el papa Celestino
III, aprovechando que Saladino había muerto y que el mundo musulmán se hallaba
dividido. Esta cruzada se convirtió en un enfrentamiento entre cristianos: el basileus
se negó a apoyar la cruzada y los venecianos ofrecieron hacerlo a cambio de la
mitad de los beneficios; finalmente los cruzados financiados por Venecia atacaron
Bizancio para remplazar al basileus por Isaac II que les había ofrecido unirse a la
cruzada si lo llevaban al poder. Isaac II fue destronado en muy poco tiempo y los
latinos tuvieron que volver a intervenir, asaltaron Constantinopla y colocaron en el
poder a Balduino de Flandes; el imperio Oriental comenzó a fragmentarse en ese
momento y los cruzados aprovecharon para saquearlo más posible de la ciudad, los
venecianos terminaron siendo los más beneficiados con esta guerra.

El asedio y caída de Constantinopla

 Prólogo: Bizancio

La ciudad de Bizancio fundada en el siglo VII a.C. por su epónimo Byzas, en la orilla
norte del estrecho del Bósforo, una pequeña península rodeada por el rio “Cuerno
de Oro” y el mar de Marma, era la posición ideal para controlar el paso al Mar Ponto
(el actual Mar Negro) y una ruta entre Europa y Asia Menor, de muy fácil defensa
siempre que se contara con una muralla por su lado terrestre y una flota confiable
en sus costas.

En los años sucesivos a su fundación fue el sitio de batallas por su control entre
Persas, las distintas coaliciones de polis griegas y Macedonia; intercalado con
lapsus de independencia en los que pudo ocupar zonas de la Anatolia e islas del
Egeo, siendo hasta el 100 a.C. que sería anexionada por la entonces República
Romana, aun con lo cual sería asediada por dos emperadores, Séptimo Severo y
Constantino I, los cuales consientes de beneficiosa ubicación la reconstruyeron y le
dieron dos círculos de murallas defensivas que a su vez le permitieron a la ciudad
expandirse, además de volverla la capital imperial en el caso del segundo quien la
refundaría en el 330 con el nombre de “La Nueva Roma” mejor conocida como la
ciudad de Constantino o Constantinopolis/Constantinopla.

Seria en el siglo V al ascender al trono un infante Teodosio II, que su regente


Antemio dio inicio a la construcción de la mítica Muralla Teodosiana, dándole su
estructura principal, constituida por 50 torres de entre 15 y 20 metros de altura,
unidas por muros de 12 metros que se extendían en una leve curva de 6 kilómetros,
posteriormente seria reforzada por un segundo muro exterior de 9 metros con
torres menores, un parapeto y un foso de agua con 10 metros de profundidad, esto
tras una serie de temblores que la habían dañado y como preparación a un posible
ataque de los Hunos.

Los siguientes siglos la ciudad se vería enfrentada con los reinos occidentales, tanto
por los territorios del caído imperio occidental como por un cisma religioso entre
ortodoxos y católicos, resistiría y en ocasiones se aliaria a los nacientes reinos
barbaros del norte que se asentaban en sus fronteras además de sus conflictos con
los persas y posteriores musulmanes. El imperio llegaría a ser la nación más
influyente en el comercio del mundo conocido en su época con una expansión
cercana a la máxima de la Roma de antaño, pero para el siglo XI su debacle lo
llevaría a verse superado por las repúblicas de Génova y Venecia y retrocediendo
a defender sus posesiones en los Balcanes y la Anatolia.

Un momento a resaltar son las solicitudes del emperador Alejo I para recibir apoyo
del Papa y lanzarse a la recuperación de territorios en Asia Menor aprovechando la
fragmentación del Califato Omeya, siendo un detonante para las cruzadas, las
cuales solo le traerían la ocupación de la ciudad en 1202, cuando las tropas
cruzadas aprovechando las tramas palaciegas y el declive del imperio, superaron
las murallas costeras y se hicieron con el control del imperio fundado en su lugar el
Imperio Latino, que duraría hasta el 1261 cuando Miguel VIII de la dinastía de los
Paleólogos conseguiría retomar la capital.

A finales de ese mismo siglo al noroeste de la Anatolia, Osman I funda el reino


independiente de los otomanos volviéndose su primer gobernante, y mientras
Bizancio se debilitaría entre guerras internas y enfrentamientos con Venecia,
Serbia, Bulgaria y Hungría, los Otomanos avanzaría hasta hacerse con la costa sur
del Dardanelos y moverían su capital a Bursan quedando amenazantemente a
puertas de Europa, las cuales le serian abiertas por el noble castellano Juan
Cantacuseno quien aprovechando la juventud del nuevo emperador, Juan V
Paleólogo, se nombra emperador adjunto y casa a su hija con el líder Otomano
Orham, además de permitir el paso a tropas otomanas al continente europeo las
cuales rápidamente se asientan en la región de Tracia y tras la batalla de
Adrianopolis convierten la ciudad en su capital bajo el nombre de Edirne, así para
1389 con la victoria otomana sobre el Imperio Serbio, al que derroto y casi
desapareció, la hegemonía turca se impuso en los Balcanes dejando
completamente rodeada a la capital y casi único territorio bizantino en ese momento,

Solo la captura del Sultan Bayaceto por el conquistador mongol Timur, logro retrasar
el ataque a la capital bizantina que llegaría hasta el gobierno de Mehmef II, lapsus
que los siguientes emperadores usarían para pedir auxilio a los reinos cristianos de
occidente accediendo más de una vez al control religioso del Papa, pero la
población mayormente ortodoxa de capital se negaba, prefiriendo caer contra los
otomanos que les permitirían mantener su fe que rendirse a los católicos que exigían
la conversión motivo por el cual no recibieron más ayuda que la de Segismundo de
Hungría que solo iría a perder en la batalla de Nicopolis.

 Constantinopla: Asedio y caída

Así finalmente en el 1451 Mehmed se convirtió en el sultán otomano, mientras tres


años antes Constantino XI se había convertido en el último emperador del Imperio
Romano de Oriente ,comenzando con sus preparativos para el sitio de
Constantinopla, comenzando con la construcción de la fortaleza de Rumel Hizari al
otro lado del estrecho del Dardanelos para bloquear el suministro de productos a la
capital bizantina en conjunto con su flota en el mar de Mare además de implementar
una política pacificadora con sus vasallos cristianos y musulmanes con los que
firmaría tratados de paz y otros similares con Venecia y Hungría, todo con la
finalidad de no tener que mirar sobre su hombro y bloquear cualquier ayuda a
Constantinopla.

Asi el 3 de abril del 1453 empezaba el sitio de Constantinopla, la población que


alguna vez hubiese llegado a rondar el millón de habitantes ahora se veía reducida
a 30 mil personas, de los cuales 6 mil serían los encargados de defenderla con el
apoyo de 3000 mercenarios occidentales, entre ellos 700 dirigidos por el genovés
Giovanni Justiniani Longo, en su mayoría serian enfocados a las murallas terrestres.

Por su lado serian la tripulación de solo 26 galeras, probablemente armadas con


“fuego griego”, y la cadena de hierro que cerraba el puerto natural del “Cuerno de
Oro” quienes cubrirían las marítimas.

El Sultán por su lado había llevado una fuerza de 80 000 a 100 000 elementos,
cerca de 100 navíos y 70 bombardas, destacando el enorme cañón nombrado “Gran
Bombarda” o “la Basílica”, diseñado por el ingeniero húngaro Orbon en Edirne
contando con 9 metros de longitud y la potencia para disparar proyectiles de 600
kilos, que serían los encargados de derribar los muros,

Las bombardas eran, un cilindro de cobre o hierro con un solo extremo abierto y el
otro cerrado, pero con un orificio llamado “oído” que permitía comenzar la ignición
de la pólvora dentro del tubo, lo que a su vez expulsaba una esfera de roca
producidas a golpe de cincel, con gran potencia.

El 12 de abril comenzaría el bombardeo de Constantinopla y los intercalados


intentos de tomar las murallas por la infantería otomana, siendo repelidos por los
defensores y los daños reparados en las noches usando los fragmentos de la misma
muralla, también se debían que retiraban los restos que caían o eran arrojados por
los agresores a la fosa con la finalidad usarlos como puentes.

Por mar el lado del “Cuerno de Oro” la presencia de la cadena y 9 navíos junto a
esta, controlaban sin mayor inconveniente ese frente siendo solo abierta para
permitir la entrada de 4 naves genovesas que tras librar a los turcos surtirían de
víveres, municiones y algunos hombres a la ciudad, este sería el único apoyo
llegado en todo el sitio.
Los combates llegarían incluso a darse bajo tierra donde se librarían batallas
subterráneas donde los otomanos construyen túneles con la finalidad de penetrar
en la ciudad o de vulnerar los cimientos de las murallas, mientras los defensores
cavaban los propios a fin de causar derrumbes que bloquearan todo.

Todo parecería marchar relativamente bien para la defensa, pero la aparición de 70


navíos otomanos en el cuerno de oro, los cuales fueron llevados por tierra rodeando
la colonia genovesa de Gálata, al otro lado del cuero de oro, y aun cuando se
utilizaron barcos incendiarios para destruirlos, los agresores acabaron haciéndose
con el control del puerto y obligando a extender el frente.

Así la ciudad totalmente rodeada, con una parte de la muralla interior derruida por
las bombardas, de las cuales la “basílica” acabaría explotando llevándose consigo
a su creador, por su extensivo uso, así sin ninguna esperanza de auxilio y con el
mal presagio de un eclipse lunar, los pobladores veían la derrota inminente,
inclusive el Sultán Mehmed se permitiría ofrecer una capitulación pacífica a la
ciudad y darle un día libre a sus tropas antes del embate final.

Constantino se negaría a entregar la ciudad tanto por orgullo como por las
represalias de los otomanos a los que ya les habían infligido bastantes bajas, así
las reliquias serian llevadas en procesión por las murallas y la población se reuniría
en la Basílica de Santa Sofía en un gesto extraordinario de fraternidad dejando de
lado todas las disputas religiosas e ideológicas que en antaño habían provocado
guerras civiles, a fin de rezar por un milagro que no llegaría.

El 29 de Mayo de 1453 comenzaba el último enfrentamiento, donde la pieza final a


la derrota cristiana fue las heridas sufridas por Giovanni Justiniani, que lo llevaron a
abandonar la ciudad y morir posteriormente, este hombre junto a sus fuerzas habían
sido la pieza fundamental en la defensa desde su llegada, cubriendo la zona más
débil de la muralla, aquella sobre el rio Lico, y haciendo a veces hasta de muralla
humana junto a sus hombres mientras se reparaban las aberturas, con su falta en
el campo el desorden reinante permitió la infiltración de las fuerzas jenízaras a la
ciudad, la guerra se había perdido, el emperador Constantino saldría en una última
carga a defender la Puerta de San Román donde moriría siendo el último de la
larga línea sucesora iniciada míticamente por Rómulo.

Siguiendo a las tropas extranjeras que se rehicieron a la mar intentando huir, una
parte de los habitantes haría lo mismo, inclusive nadando a través del “Cuerno de
Oro” hasta la neutral Galatea, mientras la actual Estambul era saqueada de sus
pocas riquezas materiales que aún le quedaban.

De los sobrevivientes de la ciudad, entre los que se contaban intelectuales y artistas


se dispersaron por Europa llevando su herencia cultural y los estilos olvidados del
pasado clásico por toda ella, por su lado la cabeza de la religión ortodoxa y las
insignias imperiales se trasladan a Moscú que se autodenomina como la heredera
de la tradición romana, he incluso Mehmed II se autodenominaría como el nuevo
cesar de los romanos(Kayseryrun) después de tomar Morea y Trebisonda los
últimos dominios aun relacionados a Bizancio con lo que de alguna forma el linaje
romano no moría con la ciudad y el imperio.

Poliorcética: Las estrategias y armas usadas durante la cuarta cruzada y el


asedio a Constantinopla

La poliorcética es arte de atacar y defender las plazas fuertes .Como ya hemos leído
a lo largo de los capítulos anteriores, en el periodo que estamos estudiando
encontramos 3 tipos de guerra y nosotros las nombraremos y describiremos según
lo que, a nuestro juicio, las define.

 Guerra de campo

Consideramos a esta como la lucha cuerpo a cuerpo entre dos contingentes


pertenecientes a dos grupos diferentes que se enfrentan uno contra otro.
Comúnmente es llevada a cabo en amplias llanuras o a los pies de montañas, donde
el territorio es apto para movilizar grandes grupos de personas. Ejemplo de esto es
la Batalla de los Cuernos de Hattin o la Batalla de Ascalón, que se desarrollaron a
los pies de una montaña y en una llanura, respectivamente.

Este tipo de guerra, aunque si tuvo bastante auge durante la cruzadas y la edad
media en general, nosotros hemos decidido dejarla de lado, ya que creemos que
existen suficientes textos que la han estudiado esto, además de que saldríamos de
la definición estricta de poliorcética.

Lo que si podemos destacar de este tipo de guerra es un tipo de artillería creada


específicamente para esta. Tradicionalmente se ha considerado que la artillería
medieval se empleó exclusivamente en situaciones de asedio. Sin embargo, existen
pruebas desde la Antigüedad que demuestran que determinados elementos
también fueron empleados en batallas a campo abierto. El empleo de la artillería en
estas batallas permitía causar bajas al enemigo desde una distancia aún mayor
(huelga decir que la potencia de tiro de la maquinaria sobrepasaba armas y
armaduras), e impedía el correcto u ordenado despliegue de fuerzas; por supuesto,
causaba una considerable desmoralización en el ejército que veía mermar sus
fuerzas sin capacidad para organizarse. Esto también servía para centrar la
atención en la amenaza que suponían las máquinas, y no en otros posibles
movimientos de infantería o caballería. Aunque a priori estas características
indujeran a pensar que la artillería suponía una ventaja inmediata para el ejército
que dispusiera de ella, también debemos considerar que el funcionamiento de la
artillería ofrecía otras importantes limitaciones: el tiempo de recarga de la máquina,
los ajustes y reajustes de trayectoria del proyectil, y que el tiempo útil de uso estaba
limitado hasta que se entablara el choque de los ejércitos; además, el transporte,
montaje, y planificación de su uso requería una preparación minuciosa y un
considerable desvío de recursos. También, la movilidad era un factor a tener en
cuenta, ya que las grandes máquinas eran difíciles de mover y ello les convertía en
un elemento vulnerable y torpe. Consideramos que en las batallas a campo abierto
era preferible emplear más máquinas de pequeño calibre, más móviles y sencillas,
que las grandes, pesadas y torpes. Si se quería emplazar una máquina de varias
toneladas de peso en un campo de batalla se debía preparar el terreno previamente,
y, en cualquier caso, por ligera que fuese la pieza de artillería lo más normal es que
se aprovechase algún obstáculo natural para ubicarla y protegerla.
 Defensa

Arquitectura: Sobre la defensa de estos fuertes, destaca la arquitectura de los


mismos. Eran las torres, murallas y puertas la principal línea de defensa de una
ciudad, más allá de las armas o el tipo de población. Ahora, sobre esto, no solo la
piedra (como se nos ha hecho creer) fue el único material para la construcción de
las grandes fortificaciones a lo largo del medievo.

Entre los materiales más fáciles de conseguir y trabajar encontramos la madera. Su


abundancia o escasez dependía de la zona geográfica o la necesidad de usarlo. En
el caso de la producción de maquinaria de asedio y asalto es la materia prima, y eso
lo leeremos en su apartado. El uso de esta materia estaba en complementación con
la construcción en tierra, donde cumplía la función de apoyo en parapetos o
torreones de madera sobre motas (las motas son elevaciones del terreno de poca
altura de forma natural o artificial sobre los llanos). Los constructores aprovechaban
la disposición natural de una colina o cerro testigo para excavar un reborde que
acentuara la atura del talud y lo convierta en inaccesible. La construcción de
murallas, motas y colinas artificiales sobre las que emplazar una fortificación, por lo
general de madera, es un hecho bien estudiado por los castellólogos europeos al
norte de los Pirineos.

Sobre la construcción con piedra, encontramos la mampostería y la sillería. La


mampostería es una técnica constructiva basada en la colocación de mampuestos
(piedras irregulares de tamaño variable, aunque se tuviese preferencia por las de
gran tamaño), pedernales o calizas, a veces puestas a hueso, unidas con barro, o
mediante la técnica del calicanto. Estas piedras se colocaban a mano, y aunque no
estaban escuadradas ni especialmente trabajadas, sí se tallaban mínimamente para
poder darles cara y adaptar su tamaño y forma a lo que la obra requiriese; de hecho,
la mayor parte de las obras de mampostería observables en las fortificaciones
coincide casi siempre con una tipología denominada “careada”, o de mampuestos
colocados mostrando la más lisa de sus caras al exterior sin tener en cuenta su
cuadratura. Por su lado, los sillares son piedras labradas de forma regular, de modo
que puedan encajar entre ellas, sin necesidad de nivelarlas con rellenos, escoria y/u
otros materiales53. La modalidad de este tipo de construcción con la que estamos
más familiarizados es la sillería “isódoma”, es decir, la más regular y uniforme54.
También existen técnicas de construcción combinadas en función a cómo se
coloquen las piezas de piedra, distinguiéndose las variantes de “a soga”, “a tizón”,
“soga y tizón”, etc.

Finalmente encontramos una tercera forma de construcción. El tapial es una técnica


constructiva tradicional, descrita en la antigüedad y alabada por su estabilidad y
dureza. Fue especialmente útil en territorios donde no abundaba la piedra y donde
construir con técnicas como la sillería o la mampostería era muy costoso. Este tipo
de técnica de construcción apareció documentada por primera vez en la península
ibérica, norte de África; y en general se define como técnica de construcción
andalusí.

La técnica consiste en construir cajones en forma de prisma de enconfrado con


tablas de madera dispuestas en horizontal, y unidas mediante traviesas verticales a
las que se llamaba “costal” o “costero”. Sobre esta hay múltiples variantes en función
de los componentes o la disposición de estos, pero no ahondaremos en ello.

La fortificación: La Edad Media rompió con la tradición de campamentos


fortificados y de grandes extensiones de terreno amuralladas mediante el
surgimiento de las defensas “privadas” y castillos. La defensa de toda una
comunidad decayó en favor de fortificaciones dedicadas a representar el poder de
una élite social, una figura que fuese capaz de invertir grandes sumas de recursos
en defender sus intereses. Al margen del poderío defensivo o la propia fuerza militar
interna, una fortaleza representa el poder político de un territorio, pues ejerce como
centro administrativo de las autoridades, así como el lugar donde se podía rendir
vasallaje, y prestar servicios. Son centros que simbolizan riqueza, estatus y poder.

La tradición de fortificaciones en Europa vino ligada a la cultura castrense, superada


y mejorada por las villas amuralladas y los castra romanos a lo largo de la
antigüedad. Si bien es cierto que el hecho histórico que marcó el patrón de
fortificaciones europeas fue el amurallamiento de la ciudad de Constantinopla en el
siglo V. Las murallas debían ser estructuras de piedra reforzadas por torres que
asegurasen la defensa de los flancos. Otros detalles más concisos como la distancia
entre estas, su altura, modo de construcción, etc. están recogidos en las obras de
los grandes ingenieros y pensadores de la antigüedad, como Vitrubio.

El primer avance verdaderamente original de la guerra (de asedio) y de la


centralización del poder en pequeños núcleos en la edad media fue la aparición de
un tipo de fortificación característico de este periodo: el castillo. Por castillo medieval
debe entenderse un “edificio de regulares proporciones, exento, en cuya disposición
predomina la seguridad sobre la mera habitabilidad, presentando profusión de
elementos defensivos, tanto activos como pasivos, que acogen vida doméstica no
estrictamente castrense”. Esta definición, aunque correcta y más cercana al
concepto general que se tiene del “castillo medieval” ha de ser matizada, ya que
ese tipo de gran construcción defensiva llena de torres y enormes muros no surgió
de la noche a la mañana.

La principal función del castillo temprano fue defender y cobijar a las familias más
notables del territorio que protegía. En su interior se solía alojar el señor, su familia,
su séquito… además de la mesnada, la guardia personal y otros oficios
relacionados. Sin duda fue el reflejo del cambio social producido por una sociedad
gobernada desde puntos más locales y visibles.

Grosso modo, un castillo es una casa fortificada, lo que indica que para realizar su
función básica tampoco requería que tuviese un gran tamaño; dicho esto, podía ser
defendido y construido con los mejores materiales y medios disponibles sin ser
extraordinariamente caro. La principal fuente de la que disponemos para estudiar
las fortificaciones y castillos medievales es la arqueología.

Entre los elementos defensivos más básicos e importantes citaremos los siguientes:

 La muralla: Elemento principal y más versátil, pudiendo encontrar sencillas


vallas altas de madera o empalizadas, o bien enormes construcciones de
mampostería y/u otros elementos “imposibles” de traspasar a la fuerza. Para
facilitar la defensa, y dificultar la aproximación del enemigo a las murallas,
estas se reforzaron con matacanes, almenas y aspilleras
 Fosos: Depresiones del terreno o trincheras excavadas, normalmente por la
parte exterior de una muralla para acentuar su altura y complicar la
aproximación. Se podían rellenar de agua, estacas u otros elementos
defensivos que complicasen las labores de minado o poder operar con
comodidad a pie del muro. Hace de barrera “natural”.
 Terraplenes: Pudiendo edificarse como consecuencia de un foso (con el
material extraído) o aprovechando un desnivel natural. Desde la antigüedad
se aprovechan como base para las murallas, haciéndolas más altas de forma
barata y sencilla. También complican la aproximación a las murallas y elevan
la fortificación.
 Torres: En un principio en las esquinas del recinto amurallado, son
construcciones de piedra o madera con las que se gana una gran altura para
otear, disparar, y “fortificar” un espacio. Desde principios de la Edad Media,
las torres y casas fortificadas sirvieron de hogar a la aristocracia o líderes
locales generando así un espacio fortificado a su alrededor. Cuando la torre
está en el centro de un complejo fortificado se puede denominar “donjon”.

Existieron cinco etapas generales de evolución en el diseño de los castillos entre el


800 y el 1450:

1. Sustitución de los castillos de mota, o de tierra y madera por fortificaciones


de piedra.
2. Construcción de fortalezas, anillos defensivos y murallas en torno a una torre
del homenaje.
3. Cambio de las torres de base cuadrada y murallas simples por torres
cilíndricas.
4. Adopción de planos concéntricos y simétricos que dejasen menos ángulos
muertos y puntos débiles en las defensas arquitectónicas.
5. Integración de armas de fuego, y cambios en la morfología de las murallas
para contrarrestar el poder destructivo de estas

El “descubrimiento” (Hablamos de un descubrimiento a nivel europeo, evitando


interpolar la historia de Asia, donde ya se utilizaba desde hacía varios siglos) de la
pólvora y la consiguiente invención de las armas de fuego abrió una nueva página
en la historia bélica. El castillo que era la defensa por antonomasia, casi
inexpugnable, se acercaba a su ocaso, y la artillería comenzó a dar sus primeros
pasos. Se puede decir que la pólvora revolucionó el arte de la guerra cerrando una
etapa caracterizada por el empleo de máquinas de guerra vigentes durante muchos
años, y poniendo en cuestión el arte de fortificar. Realmente con la introducción de
la artillería de pólvora se inició un periodo caracterizado por la continua
experimentación, cambios en el arte de la guerra, y reformas arquitectónicas de
gran calado, pero ello cae fuera de nuestra temporalidad.

 Asedio

A continuación, entramos en el aspecto más amplio de la guerra medieval: El Asalto


o Asedio. El lograr tomar un castillo fortificado era toda una hazaña, tomando en
cuenta todo lo que ya hemos estudiado sobre estos en el apartado anterior. Para
entender todo el arte que se desarrolla, dividamos esto por partes.

La infantería: El requisito más básico para poder llevar a cabo un asalto directo a
una plaza fuerte es contar con efectivos que puedan realizar dicho asalto.
Contaremos como infantería todo individuo a pie capaz de portar armas, operar
máquinas, o trabajar el suelo, es decir: soldados, e ingenieros y trabajadores.

El soldado de infantería probablemente sea el tipo de infantería que tiene el trabajo


más duro. Son quienes deben avanzar sobre la fortaleza, entrar en ella una vez
abierta la brecha, tomar las torres, murallas, ocupar las plazas, y finalmente
conquistarla. Para ello podían ir avanzando a pie hacia el lugar adecuado, o bien
ser transportados en las máquinas de aproximación. También existía la posibilidad
de que usaran túneles, o que tuviesen que apañárselas con un garfio o una escala.
En definitiva, el trabajo más duro para la gente (en teoría) más preparada y
acorazada.

Los trabajadores, obreros, ingenieros y mineros, sean soldados o sean campesinos,


levas o voluntarios reclutados en el ejército, eran los encargados, en la mayoría de
los casos, de los trabajos de preparación del campamento, trabajar el terreno,
fortificación bajo el mando de algún ingeniero, y de los trabajos más arduos del
asalto: avanzar con las máquinas para horadar las murallas, sabotear los pies de
las torres, o realizar el trabajo de minería. Este tipo de infantería avanzaba cubierta
por las tortugas, vineas, zarzos, gatos, etc. hasta ponerse en contacto con la muralla
enemiga. Distinto era el caso de los ingenieros: carpinteros y matemáticos, que
operaban las máquinas y dirigían los trabajos y obras de asedio.

Herramientas o maquinarias de la infantería: Sin duda, un modelo de escalera


de madera es probablemente uno de los métodos más sencillos, rápidos y baratos
para poder superar un obstáculo o una muralla por parte de la infantería. La eficacia
radica en que no destruye el objetivo, sino que la razón de ser de esta “máquina
simple” es la de sobrepasar una defensa. Por otra parte, era también la herramienta
más arriesgada de usar, ya que los usuarios, al no contar con protección serían
atacados con facilidad. Es un tipo de máquina o herramienta que se empleaba
durante las fases de asalto, ya que poco pueden hacer durante la espera de un
asedio. Oro elemento con función parecida eran los garfios. Resulta interesante la
observación de esta herramienta, no como elemento individual (después de todo,
es un hierro en forma de gancho, acabado en punta), sino como parte de distintos
tipos de armas o elementos que facilitaban el asalto a determinadas posiciones. Un
garfio atado a una cuerda podía componer el elemento más básico de asalto a una
muralla si se tiene intención de trepar por ella; si bien es cierto que este recurso se
ha utilizado más en la guerra naval, los “abordajes” a plazas fuertes también fueron
una posible opción a la hora de superar una muralla. Era una herramienta portátil,
barata, y eficiente debido a su extremada simplicidad.

En este apartado también entran las máquinas de palanca, ya que están más
relacionadas con las torres de asedio y con las escalas que con el resto de
elementos de asalto. Se rigen por los principios de la palanca y son elementos de
relativa sencillez también empleadas desde la antigüedad con diversos objetivos de
asedio y guerra (ya sea en tierra o en el mar). Sin duda, su función es efectiva
durante el asalto directo a las murallas. Entre estas máquinas de palanca
encontramos la sambuca. La sambuca es en definitiva una escalera o rampa
protegidas con un túnel de madera y pieles que sobre un soporte actúa como puente
levadizo gracias a complejos mecanismos de cuerdas y poleas. En la parte posterior
del túnel había una especie de cesta donde se introducía material que ejerciese
como contrapeso. Se podía aplicar a los asedios de tierra como a los asaltos
realizados desde el mar, montándose estas máquinas en los barcos. Permite
anclarse a las murallas o barcos y que los soldados entren protegidos a tomar la
plaza. Sin duda una máquina compleja y útil en lo referente a la toma de posiciones
sin destruir las estructuras defensivas, de modo que una vez conquistadas se
pudieran reutilizar. El defecto puede estar vinculado con su movilidad y lo costoso
de su construcción. Otro elemento destacable son las grúas. Estas máquinas solían
situarse en las partes altas de las torres o fortificaciones y se usaban tanto en
tiempos de paz como de guerra. Estas grúas estaban construidas en madera, y
constaban de una gran viga o fuerte brazo, en cuyo extremo se situaba un
contrapeso y en el otro una pala o parrilla, desde donde colgaban cuerdas con
garfios.

Una máquina más de estas que hemos estado mencionando es el ariete. No hay
lugar a dudas en que es una de las máquinas, más simples y básicas a la hora de
intentar derribar una pared, una puerta, o algún elemento defensivo. Por las mismas
características es también la más usada y conocida. Es una herramienta que se
empleaba en los asaltos a plazas fuertes. En su configuración básica, un ariete es
un tronco de madera de tamaño variable (así como la cantidad de usuarios
proporcionalmente) que se emplea con fuerza horizontal sobre una superficie para
derribarla u horadarla. Esta fuerza viene del balanceo y golpeo repetido contra la
superficie, que normalmente eran puertas o lienzos de muro de piedra. Otra variante
en su uso, que anteriormente mencionamos, es la que tiene un garfio en el extremo
del tronco, llamado por los antiguos romanos falx muraria; una pieza de metal con
la que los asaltantes iban arrancando y perforando las piedras que componían la
base de la muralla, u otros materiales. Usualmente se combinaba el uso de la
cabeza con forma de garfio, y la normal, más roma y simple. Esta forma de empleo
tan básica suponía también un gran riesgo para los usuarios, que estaban
totalmente expuestos a los posibles ataques que recibiesen desde que se
aproximaran a las murallas, con proyectiles, hasta que lleguen al punto en el que
quisieran usar el ariete, donde les podían caer toda clase de proyectiles y sustancias
inflamables

Finalmente y no menos importante encontramos a las torres de asedio. Es del tipo


de máquina de aproximación a las estructuras, con el objetivo principal de
superarlas mediante su altura, más grande y posiblemente más espectacular de la
Edad Media. Se las conoció con nombres muy diversos: belfries, campanarios,
torres movedizas, bastidas, etc. La torre de asedio era una gran estructura similar a
un edificio (torre) de tamaño variable (en función de la altura y defensas con las que
contara el edificio que se debía superar) y de planta cuadrada o rectangular,
fabricada con maderos y tablazones, que solían ir recubiertas con pieles o tejidos
humedecidos para evitar que los proyectiles enemigos pudiesen incendiarlas (del
mismo modo que los arietes y otros tipos de estructura defensiva). Sin duda
conforma otro elemento indispensable dentro de la sección de máquinas y
elementos de asalto directo; sin embargo, no podemos menospreciar todas las
posibilidades que esta estructura ofrece, pudiendo servir incluso durante su
construcción como parapeto improvisado o plataforma de vigilancia. El elemento por
el que destacaba el piso superior era el puente levadizo, exostra, o rampa de asalto
que se descolgaba contra la cima de la muralla enemiga y permitía el “desembarco
de tropas”; a fin de cuentas, el objetivo principal de esta enorme máquina. Podemos
suponer que eran elementos relativamente escasos debido a su gran coste y tiempo
de producción que, por supuesto, debía hacerse en el propio lugar del asedio.
Además, su movilidad y transporte debieron ser realmente lentos, ya que, aunque
tuviesen varios pares de ruedas, requerían de una inmensa fuerza motriz que
podían ser los soldados de su interior (se sobreentiende que los de la planta baja),
o incluso animales. En la Edad Media se adecuaron incluso norias, cabrestantes y
polipastos para poder moverlas desde dentro

Defensas móviles: Las máquinas de protección para los soldados eran un


elemento indispensable a la hora de aproximar tropas o trabajadores a las murallas
enemigas. Protegían el avance, y una vez colocadas en el lugar adecuado,
defendían a los obreros que llevaban a cabo labores de zapa y minería. Si bien
parece que era relativamente sencillo picar o apuntalar los muros de las ciudades o
castillos asediados, no lo era en cambio salvar la distancia que había entre el
campamento y el foso. Asimismo, las minas no se podían empezar a excavar
demasiado lejos de la muralla para evitar los excesos en esfuerzos de obra o la
realización de agujeros a la superficie que podían ser detectados por la guarnición.
El material con el que se construían puede ser muy variado y adaptado a la situación
que se diese. Por lo general aceptamos que modelos más ligeros eran de mimbre y
tela, pasando por las defensas de madera cubierta por pieles, estructuras incluso
metálicas, con ruedas para facilitar el transporte, o sin ellas (levantándose la
máquina a pulso). Determinados modelos llegaban a tener “almenas”, saeteras y
aperturas para poder disparar desde su interior. A continuación enlistaremos las
defensas móviles más comunes:

 El mantelete: es el modelo más básico de defensa, un muro de madera o de


mimbre perpendicular al suelo o ligeramente inclinado, que desde la
antigüedad se venía usando para aproximarse a plazas fuertes que
carecieran de artillería o fuertes medios defensivos basados en los
proyectiles. Lo normal es que tuviesen como mínimo dos ruedas para poder
transportarlo con facilidad, y es que el medio más sencillo es a menudo el
más utilizado y modificado, como podemos apreciar en los manteletes
acolchados (para resistir el golpe de piedras desde lo alto de la muralla), o
incluso con terraplenes y sacos de tierra que hacían de estas estructuras
verdaderas empalizadas móviles.
 El gato/gata/gato galo: era una gran estructura, un escudo móvil de madera
y cuero vaciado por dentro para que los combatientes pudiesen estar seguros
en su interior. El nombre se le adjudicó por asemejarse a los movimientos de
un gato contra los muros de las fortificaciones, ya que utilizaba una serie de
“uñas de hierro” para enganchar los sillares, mampuestos, o piezas de la
muralla. Realmente y a efectos prácticos, su función se asemeja bastante a
la del mantelete
 Cledes, zarzos, plúteos, vineas: Todos estos nombres acaban designando a
modelos muy parecidos de cobertura móvil. En general, ingenios cuya
configuración, como puede ser la del “zarzo” no se conoce con precisión,
pero que son citados en abundantes fuentes en forma de crónica o
compendio militar.

Artillería: Es una máquina relativamente compleja accionada por resortes de


material resistente, integrada por varios dispositivos mecánicos y diseñada para
lanzar o disparar lo más lejos posible. La importancia de estas máquinas radica en
que con su óptimo funcionamiento consiguieron superar ampliamente, tanto en
distancia, fuerza, y tamaño de proyectiles, a los arcos, hondas, y ballestas. El
culmen de este tipo de tecnología de lanzamiento se da con la invención de los
métodos de torsión para impulsar el resorte. Las máquinas de artillería variaban
considerablemente de tamaño, capacidad y complejidad, estando algunas
destinadas a eliminar objetivos pequeños y móviles, y otras a derribar muros u otras
estructuras. Además de estas variables, la cantidad de diferentes modelos puede
ser casi infinita si prestamos atención a que seguramente se emplearan los recursos
necesarios en aquel momento, comprendiendo un funcionamiento básico, no un
“libro de instrucciones” concreto y detallado

 Artillería de tensión: Los primeros modelos de máquina de artillería se


corresponden con el mecanismo de tensión. Estas máquinas surgieron a
finales de la Edad del Bronce, con la invención del arco compuesto. La
madera es un material cuyas fibras admiten tanto tracción como compresión,
pero con unos resultados mediocres. Utilizándola únicamente como soporte,
se le puede añadir por la cara exterior un material mucho más resistente
(tendón) y por la interior, otro material mucho más resistente a compresión
(cuerno). La finalidad de estas mejoras era incrementar la capacidad en los
arcos para enviar flechas más lejos. Dentro de este campo entran el arco, la
ballesta, balistas y catapultas.
 Artillería de torsión: estas máquinas obtienen su energía al retorcer un
mecanismo de resorte, construido normalmente, con cuerda hecha de
tendones de animales. Para conseguir extraer todo su potencial era
necesario retorcer al máximo todo ese haz de cuerdas. El material para la
construcción de los resortes podía variar en función de la disponibilidad de
materiales. Incluso en algunas ocasiones se utilizó el esparto y el pelo de
caballo para tensar los resortes de la maquinaria. Si bien las máquinas de
tensión se siguieron usando, perdieron importancia respecto a las de torsión,
ya que, aunque eran más difíciles de construir o mantener, eran bastante
más potentes. Las piezas de artillería de no-torsión se siguieron utilizando
como artillería de campaña ya que resultaban más fiables en condiciones
adversas.
Entre las máquinas de este tipo encontramos en Mangonel, la cual se refiere
a la típica catapulta. Otra de estas es la balista o ballista. Este término se
utilizó para ballestas de tamaño normal como las de mayor tamaño.
 Artillería de pólvora: En el siglo XIV la guerra había empezado a experimentar
un enorme cambio debido sobre todo a la introducción de la artillería de
pólvora. Si bien los cañones (arma principal a la que aludiremos) ya eran
conocidos en Europa desde hacía más de un siglo (y bastante más tiempo
en Asia), eran muy imprecisos, peligrosos, pequeños y débiles como para
poder ser un arma de asedio. La documentación en Europa de este tipo de
arma radica en la descripción del uso de la pólvora en la obra del franciscano
Roger Bacon: De secretis operibus artis et naturae et de nulitate magicae,
escrita entre 1266 y 1268. En esta obra el autor hace referencia ya a juguetes
o instrumentos pequeños de pólvora que usó durante su infancia (pero
hablamos de una pólvora pobre, aún incapaz de convertirse en un arma). En
sus comienzos, los cañones eran utilizados como armas de hostigamiento,
lanzando grandes piedras sobre los tejados de las casas dentro de las
ciudades sitiadas, de modo que incrementasen las penalidades de los
defensores.196 En algunos lugares como Inglaterra, las primeras municiones
para los cañones fueron virotes y/o grandes flechas similares a las que se
disparaba con ballestas y balistas; mientras que en Italia se usaron
proyectiles de hierro de forma temprana De todas formas, los cañones más
primitivos eran “pedreros” en un ámbito general. El material de los cañones
variaba, se encontraban tanto de bronce como de hierro forjado.
Encontramos un cañón en su máximo desarrollo durante el asedio a
Constantinopla, cuando Orbón construye para Mehmed II La Bombarda
Turca, de 8 metros de largo y que lanzaba proyectiles de hasta media
tonelada. La artillería de pólvora supuso un elemento que llegó a decantar
batallas y guerras en favor del bando que poseyera esta tecnología.
 Artillería de Tracción: En estos fuerza motriz no residía en un mecanismo fijo,
sino en la fuerza de quienes la accionaran: la tracción animal o humana. En
definitiva, consistían en un mástil que hacía de balancín, con una honda en
un extremo, o bien una forma de cuchara. En el otro extremo había o un peso,
o bien aparejos con cuerdas de las que se podía tirar, hacer fuerza, y disparar
la máquina. La forma más pequeña de estas máquinas de guerra podía ser
manejada incluso por un solo hombre; por otro lado, existen
representaciones asiáticas, o incluso fuentes europeas en las que se muestra
que para accionar una máquina de este tipo se empleaban varias decenas,
e incluso centenas de hombres.
 Artillería de contrapeso: El ingenio de artillería más destacado durante la
Edad Media surgió en torno al año 1200. Hablamos de la máquina de asedio
llamada “Catapulta de contrapeso” o más conocida como trebuchet. Su
origen como mecanismo se remonta hasta Asia, en torno a los siglos V a.C.
y III a.C. El nombre que recibe este ingenio es muy variable y confuso, ya
que abarca los siguientes términos: fundíbulo de contrapeso, lanzapiedras,
trabuquete, trabuco, almajaneque. La principal diferencia de este tipo de
artillería con la de tracción es el uso de un contrapeso fijo, en vez de una
fuerza que se ejerce desde el extremo de un mástil. De este modo, también
podríamos denominar esta categoría como “contrapeso fijo”. Un trebuchet
podía lanzar muchos tipos de proyectiles: piedras, vasijas, cadáveres… a una
gran distancia y con una trayectoria parabólica. De hecho, el lanzamiento de
reses o soldados muertos contra una plaza asediada fue el comienzo
primitivo de las guerras biológicas, propagando así enfermedades en el lugar
defensor. Vemos que el trebuchet tiene un gran protagonismo durante los
asedios de la Cruzada Albigense, como se puede observar en el asedio de
Toulouse entre 1217 y 1218. Ante el poder destructivo de este tipo de arma,
se tomaron medidas en el ámbito de la fortificación; por un lado, se
incrementó la altura de las murallas, y por otro se trató de reducir la cantidad
de superficies planas (muy vulnerables a este tipo de ataques). Las torres del
homenaje, anteriormente cuadrangulares se sustituyeron por torres
cilíndricas, de planta redonda. También las torres laterales de las murallas se
sustituyeron por torres murales.

Caso especial, la minería y los zapadores de murallas: Cuando la artillería no


era capaz de rendir una plaza mediante el continuo bombardeo, o bien abrir brecha
en la muralla, entra en acción la maquinaria de aproximación a las murallas. Aunque
lo primero que nos imaginamos es el uso de arietes o torres, anteriormente hemos
descrito que otros ingenios permitían la aproximación de obreros a la base de los
muros enemigos. Aquí entra en juego la labor de minado. En esencia consistía en
excavar un agujero en el suelo sin ser vistos por los defensores, para desde allí
hacer un túnel que llegase hasta los pies de la torre. Una vez debajo de la muralla
se excavaban los cimientos del muro. Para evitar un hundimiento precipitado se
sostenían los cimientos con puntales, vigas de madera, y similares.

Cuando la obra ya estaba acabada se prendía fuego a toda la estructura de la mina,


y como consecuencia, el edificio se derrumbaba por su propio peso (o como mínimo
quedaba muy debilitado). El fuego se prendía de la siguiente manera: Primero se
untaban los puntales, estructuras y contrafuertes de madera con materiales o
sustancias inflamables como la brea o el alquitrán. Estas estructuras eran unidas
con estopa o un tejido similar, impregnado del mismo modo en la sustancia entre sí,
y también se dejaba un trozo de “mecha” en este entramado para dar tiempo a los
operarios a abandonar la mina antes de que se prendiera fuego. Por supuesto, este
método requería cierta planificación y era más elaborado que otros más
rudimentarios, como el de prender una hoguera en el interior y confiar en huir del
lugar a tiempo.
CONCLUSIÓN

A través de la poliorcética y de este mismo trabajo que hemos desarrollado,


pretendemos (y hemos logrado) demostrar el ingenio del hombre aplicándose al
desarrollo de arquitectura y maquinaria militar. Creemos que es importante esto
porque demuestra la falsedad del paradigma eterno que ha girado en tono a la Edad
Media como un oscurantismo científico (ya lo hemos mencionado en la introducción)

Entre lo que podemos concluir a través de esta investigación, es como este periodo
de las Cruzadas supuso un gran impuso en el ámbito de la poliorcética medieval,
pues logró reunir ingenios de casi toda Europa y Asia, haciendo de la guerra de
asedio una constante en la que pugnaba la sencillez y la economicidad frente a lo
más costoso; entre la eficacia y la ineficacia.

Como otra de las conclusiones, podemos observar como esta arquitectura militar
trajo consigo una reorganización tanto del espacio habitable como incluso de la
misma sociedad sobre este. Es inevitable observar estos cambios, ya que están
presentes cuando uno mira las antiguas fortificaciones, donde en el centro se
hallaban las elites y a su alrededor, formando incluso una concentricidad, los demás
grupos de aquellas sociedad. Mientras más alejadas del centro estaban, más
marginado eran. Con esto queremos demostrar que la guerra no solo implica dos
contingentes armados matándose simultáneamente, sino que consigo, la guerra
trae toda una reorganización en las múltiples categorías desarrolladas en una
sociedad.

Aunque la guerra alcanzó un gran auge de desarrollo durante esta etapa medieval,
no será este su máximo desarrollo ni mucho menos su límite, por lo que aún queda
toda una historia de la poliorcética que desarrollar.

Finalmente, deseamos que nuestra investigación sea motivadora para la creación


de futuras investigaciones con temas parecidos y que estas exploren la guerra como
un fenómeno social más allá de las categorizaciones subjetivas que se le puedan
dar.
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