RENDIRSE ANTE EL PODER, TAMBIÉN CONSTITUYE UNA TRAICIÓN A LA
CONSTITUCIÓN.
Hemos crecido con la firme idea de que,
en un Estado de Derecho como el
nuestro, lo verdaderamente importante
es evitar la concentración de poder en el
ejecutivo o legislativo. El propósito
principal es garantizar el respeto a los
derechos y libertades de los ciudadanos,
lo cual es una de las premisas más
importantes para la justicia en el país.
Para lograr este objetivo, la
independencia del poder judicial siempre
ha sido una de nuestras mayores
preocupaciones, ya que representa uno
de los defensores más invencibles de la
Constitución.
Desafortunadamente, el importante
equilibrio de poderes, que constituye una
gran preocupación de la sociedad en
general, no está siendo del todo libre de
una pequeña extensión del poder basado
en conflictos políticos y de intereses
ajenos a los de la población en particular.
Esto representa un verdadero riesgo
para la consolidación del Estado de
Derecho, por el cual muchos
mandatarios a lo largo de los años han
afirmado haber luchado
encarecidamente.
Problemas como el presupuesto que
tendría el Poder Judicial de la Federación
al inicio del nuevo gobierno en 2018 y
algunas destituciones derivadas de
conflictos expuestos públicamente, han
sido motivo de atención y advertencia de
que algo podría desencadenarse dentro
del hasta ahora sólido Poder Judicial y
sus miembros. En particular, se ha
observado una creciente inquietud en la
Honorable Suprema Corte de Justicia de
la Nación.
Por Karla Johanna Vázquez.
Como si esto fuera poco, Arturo F.
Zaldívar Lelo de Larrea, acaba de
presentar inesperadamente su renuncia
al cargo de Ministro de la SCJN.
Así como inesperada, resulta infundada y
carente de motivación. Aunque en el
breve texto que la acompaña insinúa el
motivo detrás de su deseo de abandonar
el puesto, es sorprendente que, viniendo
de un experto en derecho, el artículo y el
párrafo en los que fundamenta su
renuncia resulten, de cierta manera,
discordantes e inconexos. En su carta,
escribe lo siguiente: “… con fundamento
en el artículo 98, tercer párrafo de la
Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, le solicito
respetuosamente acepte mi renuncia al
cargo de Ministro de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación, para que, en su
caso, se sirva turnarla al Senado de la
Republica para su aprobación”.
El artículo 98, párrafo tercero de nuestra
Constitución, regula lo siguiente:
“Las renuncias de los
ministros de la Suprema
Corte de Justicia solamente
procederán por causas
graves; serán sometidas al
Ejecutivo y, si éste las
acepta, las enviará para su
aprobación al Senado”.
La Carta que contine la renuncia del
Ministro Zaldívar reza lo siguiente:
… “considero que mi ciclo en
la Suprema Corte ha
terminado y que las
aportaciones que puedo
realizar desde esta posición
 en la consolidación de un
mejor país se han vuelto
marginales. Estimo que es de
la mayor importancia
sumarme a la consolidación
de la transformación de
México, desde los espacios
que me brinden la
oportunidad de tener
incidencia en la constitución
de un país justo y mas
igualitario, en el que sean
prioridad quienes menos
tienen y más lo necesitan”.
Sabemos que el trabajo de la Corte se ha
caracterizado por interpretar los diversos
preceptos de nuestras leyes, incluyendo
la Constitución misma, y manifestarlos en
pro de la impartición de justicia. Sin
embargo, ¿es correcto considerar que
sumarse a la consolidación de la
transformación de México desde otra
trinchera sea una causa grave? ¿El
Ejecutivo Federal, Andrés Manuel López
Obrador, y el Senado de la República
aceptarán y aprobarán que se configure
como una causa grave para abandonar
el puesto, faltando tan solo un año para
que el Ministro sea removido por razones
de durabilidad del cargo? Además, es
importante recordar que, en caso de ser
una pretensión política por parte del
funcionario, incluso después de
separarse del cargo, enfrentará un
impedimento de dos años, conforme al
artículo 101, segundo y tercer párrafo de
la Constitución, para estar en
condiciones de ocupar algún puesto
dentro del gabinete del Ejecutivo Federal,
como se cita a continuación:"
“Las personas que hayan
ocupado el cargo de Ministro
de la Suprema Corte de
Justicia, Magistrado de
Circuito, Juez de Distrito o
Consejero de la Judicatura
Federal, así como
Magistrado de la Sala
Superior del Tribunal
Electoral, no podrán, dentro
de los dos años siguientes a
la fecha de su retiro, actuar
como patronos, abogados o
representantes en cualquier
proceso ante los órganos del
Poder Judicial de la
Federación.
Durante dicho plazo, las
personas que se hayan
desempeñado como
Ministros, salvo que lo
hubieran hecho con el
carácter de provisional o
interino, no podrán ocupar
los cargos señalados en la
fracción VI del artículo 95 de
esta Constitución…”.
No queda mucho más que esperar la
respuesta de nuestro mandatario y
considerar si esta no incluye en sí algún
interés en particular y de carácter
político. Pues, de ser así, sabremos que
al existir tintes de poder político y una
evasión de lo contenido en la Carta
Magna, estamos ante el fenómeno de
una invasión clara del poder sobre el
equilibrio de poderes y el Estado de
Derecho. Esto, sin lugar a dudas,
confirmaría la teoría de muchos
estudiosos, como Ferdinand Lassalle, al
decir que “no hay orden constitucional sin
factores de poder”.
Pero entonces, ¿en qué plano estamos
ubicados como pueblo?, ¿A qué
debemos atenernos en las decisiones
que continúen?,¿Será que la mafia del
poder tal vez no haya desaparecido del
todo?.