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José Luis Martínez Hernández S18003817

UNIVERSIDAD VERACRUZANA

FACULTAD DE DERECHO S.E.A.

DERECHO ADMINISTRATIVO

NRC
44528

CATEDRÁTICA
LIC. SANDRA LETICIA PEREZ DEL VALLE

ESTUDIANTE
JOSÉ LUIS MARTÍNEZ HERNÁNDEZ
S18003817

DOCUMENTO

TAREA 4° SEMANA

FIRMA

________________________
José Luis Martínez Hernández S18003817
JUICIO POLÍTICO Y DECLARACIÓN DE PROCEDENCIA.
Dos caras del fincamiento de responsabilidades a los altos cargos dentro del Congreso de la Unión.

Introducción

De manera cíclica se ha puesto de relieve cómo, a través de la vida constitucional del país, la buena actuación
de los funcionarios públicos ha sido una pretensión capital del Legislador mexicano a la hora del diseño de controles
y contrapesos institucionales. Con independencia de que esto se haya reflejado con mayor o menor acierto en los
Ordenamientos diversos, lo cierto es que hoy la realidad política acusa un importante déficit para el refreno de los
excesos atribuibles a las élites político-burocráticas.

Difícilmente puede obviarse que, en el trasfondo, subyace una potente subcultura de la corrupción como
fenómeno no sólo naturalizado dentro los regímenes monolíticos sino en los propios regímenes democráticos. Y si en
estos se aúna el carácter novel y débil de su institucionalización -como México-, quizá podría entenderse mejor la
urgencia de transformaciones normativas ante la idea acreditar la funcionalidad cabal del Ordenamiento.

Más allá de idealizar un modelo de control de los funcionarios públicos, el presente estudio intentará, en principio,
realizar un desbroce de las características y peculiaridades del Ordenamiento mexicano vigente (bastante reconocible
por su complejidad), pero sin dejar fuera algunas consideraciones de tipo político y de su efectividad práctica.

A pesar de que el Título Cuarto contiene el mismo articulado desde el Texto de 1917, sus prescripciones
sufrieron una transformación de gran calado en el año de 1982 i, justo en la ambivalente gestión presidencial a la que
se atribuye el inicio del proceso de liberalización política, de manera simultánea a la reconversión económica
aperturista y privatizadora del paísii.

Con notables insuficiencias de técnica legislativa, la mencionada reforma constitucional expandió el


contenido de los siete preceptos del Título Cuarto (artículos 108 al 114), para lo cual se vale de una redacción
repetitiva y deficiente en su afán de delimitar los supuestos de responsabilidad de los servidores públicos.

Resalta el hecho de que el artículo 109 dejó constitucionalizados, cuando menos, a tres distintos regímenes
de responsabilidad para los servidores públicos mexicanos cuyo deslinde resulta siempre necesario:
A.- La responsabilidad política que en su totalidad deberá sustanciarse a través del Juicio Político dentro de
ambas Cámaras del Congreso de la Unión (fracción I).
B.- La responsabilidad penal que deberá sustanciarse ante los tribunales judiciales de orden federal o
común, pero en cuyo procedimiento la Cámara de Diputados tiene tasada su principal intervención: remover la
inmunidad procesal de la cual gozan determinados servidores públicos (Fracción II). Sólo de manera excepcional,
intervendrá la segunda cámara.
C.- La responsabilidad administrativa que teóricamente deberá exigirse ante los órganos competentes de cada
uno de los tres poderes de la Federación, de los organismos autónomos del Estado o de las entidades federales
(Fracción III).

En las líneas siguientes, quedará fuera de atención el régimen de responsabilidad administrativa para
concentrar este estudio en los tipos de responsabilidad restantes (régimen de responsabilidad política y régimen de
responsabilidad penal), que merecen la intervención imprescindible de los actores parlamentarios.

1.- El Juicio Político

El Juicio Político podría definirse como el proceso jurisdiccional previsto en la Constitución, que se
sustancia dentro de las Cámaras del Congreso de la Unión iii, para el efecto de sancionar a un número identificable y
excluyente de altos funcionarios públicos de la Federación o de los estados que, desde el ejercicio particular de su
cargo, empleo o comisión, hayan incurrido en actos u omisiones que producen perjuicio a los intereses públicos

i
Tal reforma se publicó en el Diario Oficial de la Federación del 28 de diciembre de 1982. En su momento, implicó una gran reconcepción del régimen de responsabilidades de los servidores públicos y aun cuando se
han presentado otras adiciones al Texto constitucional, estas se limitan a aludir nuevos altos cargos de la Federación como sujetos de responsabilidad pública. Ejemplos de ello se encuentra en las reformas publicadas el
31 de diciembre de 1994 o el 22 de agosto de 1996.
ii
En otro momento, he revisado la evolución sistemática del régimen político mexicano. Vid. M. Eraña Sánchez (2004): La protección constitucional de las minorías parlamentarias, Porrúa, México, pp. 20 y ss..
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fundamentales y al buen despacho de los asuntos estatales. Si el fallo cameral sobre el Juicio Político fuere positivo,
necesariamente implicará la destitución del cargo y la proscripción temporal de su derecho para ocupar otros. iv

1.1 1.1 Los sujetos enjuiciables.

El artículo 110 constitucional que regula el instituto del Juicio Político, identifica un listado inicial de servidores
públicos de la Federación que pueden ser enjuiciables ante el Congreso de la Unión v, aun cuando otras
prescripciones constitucionales disponen después de tal posibilidad para otros altos cargos de la Federación vi.

A manera de asegurar la vigencia del régimen federal, el artículo 110 nomima a los únicos altos cargos del
ámbito de los Estados que pueden ser políticamente enjuiciados ante el Congreso de la Unión vii. Descontado que se
trata de una instancia excepcional, aquí el Juicio sólo procede “por violaciones graves a ésta Constitución y a las
leyes federales que de ella emanen, así como por el manejo indebido de fondos federales, pero en éste caso la
resolución será únicamente declarativa y se comunicará a las Legislaturas locales para que, en ejercicio de sus
atribuciones, procedan como corresponda”.

Merece subrayarse el hecho de que este artículo constitucional nunca alude al Presidente de la República
como sujeto de Juicio Político, en tanto que si lo considera como sujeto de responsabilidad penal, más esto será
objeto de atención más adelante.

También cabe destacar el caso de los altos cargos del Banco de México, que como señalábamos, son sujetos
potenciales de Juicio Político. Sin embargo, la Ley del Banco de México introdujo cierta distorsión y
desmerecimiento del procedimiento congresual en la medida que habilita un procedimiento autónomo de remoción
de los 5 miembros de la Junta, bien con Procuradores de Justicia, de la República y del Distrito Federal; los
Magistrados de Tribunales Colegiados y Unitarios de Circuito; los Jueces de Distrito; los Magistrados y Consejeros
de la Judicatura del fuero común del DF; El Consejero Presidente, los Consejeros electorales y el Secretario
Ejecutivo del Instituto Federal Electoral; los Magistrados del Tribunal Electoral de la propia intervención de los
miembros de ésta o del Presidente de la República y con el sometimiento a la resolución final del Senado o, en su
caso, de la Comisión Permanente.

Tal situación reaparece en el caso de la Auditoría Superior de la Federación, cuyo titular también puede ser
removido de conformidad con un procedimiento especial previsto en su Ley, con total independencia de que la
Constitución decrete el enjuiciamiento atendiendo a las disposiciones de su Título Cuarto (es decir, mediante un
Juicio Político).

1.2. La legitimación para activar el procedimiento.

De acuerdo con el artículo 109 de la Constitución, “cualquier ciudadano, bajo su más estricta
responsabilidad y mediante la presentación de elementos de prueba, podrá formular denuncia ante la Cámara de
Diputados del Congreso de la Unión, respecto a las conductas a las que se refiere el presente artículo”, y entre
éstas se hallan las que pueden sujetar a Juicio Político a los altos cargos de la Federación y de los estados.

Si en principio tal acción popular para denunciar responsabilidades de los altos cargos supone cierto vanguardismo
normativoviii, basta con observarla a la luz de una crítica doctrinal para desestimar tal impresiónix. En consecuencia,
la legitimación principal para activar el procedimiento de Juicio Político será de los ciudadanos y, de manera
correlativa, para los senadores y diputados aun cuando no lo expresen así las normas constitucionales y sólo de
soslayo lo haga la ley de la materiax.

v
Los senadores y diputados del Congreso de la Unión; los ministros de la Suprema Corte de Justicia; los Consejeros de la Judicatura federal; los Secretarios de Estado; los jefes de Departamento Administrativo; los
Diputados de la Asamblea Legislativa del DF; el Jefe de gobierno del DF; los PJF y los directores generales o sus equivalentes de los organismos descentralizados, empresas de participación estatal mayoritaria,
sociedades y asociaciones asimiladas a éstas y fideicomisos públicos (la Procuraduría Fiscal de la Federación tenía, hasta el año de 1999, censados a 247 organismos de éste tipo).
vi
Por ejemplo, el artículo 28 constitucional incluye a “las personas encargadas de la conducción del Banco de México”, como sujetos hipotéticos de juicio político (por ley el Gobernador y los cuatro subgobernadores
ratificados por el Senado). También, los artículos 102.B y 79 hacen lo propio con el Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y el Auditor Superior de la Federación, respectivamente.
vii
Los gobernadores de los Estados; los Diputados locales; los magistrados de los Tribunales Superiores de Justicia locales; y los miembros de los Consejos de la Judicatura locales.
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Una imprecisión parecida se presenta con respecto a quiénes pueden desempeñarse como defensores del
servidor público enjuiciado, ya que conforme a la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos
(LFRSP) el derecho de designar al defensor es de tanta amplitud que puede, inclusive, recaer en uno de los
congresistas. En teoría, esto constituiría otra garantía y privilegio más para el funcionario enjuiciado, a quién parece
socorrérsele de manera continua a través de todo el procedimiento.

1.3. 1.3. Las causales previstas en la Constitución y en las leyes.

Aunque el Juicio Político no procede por la mera expresión de las ideas según reza el Texto constitucional,
lo cierto es que éste concibe con asombrosa vaguedad sus causales de procedencia en la medida que sólo prevé
sanciones para los servidores públicos que “en el ejercicio de sus funciones incurran en actos y omisiones que
redunden en perjuicio de los intereses públicos fundamentales o de su buen despacho” (art. 109, fracc. I).
Ningún efecto reparador se apreciará, después, cuando la ley de la materia desarrolla cuáles actos y omisiones de los
funcionarios dan pie al enjuiciamiento político en sede cameral y que se enuncian en el artículo 7 de la LFRSP:
A) El ataque a las instituciones democráticas

B) El ataque a la forma de gobierno republicano, representativo, federal

C) Las violaciones graves y sistemáticas a las garantías individuales y sociales

D) El ataque a la libertad del sufragio

E) La usurpación de atribuciones

F) Cualquier infracción a la Constitución o a las leyes federales cuando cause perjuicios graves a la
Federación, a uno o varios estados de la misma o de la sociedad, o motive algún trastorno en el
funcionamiento normal de las instituciones

G) Las omisiones de carácter grave, en los términos de la fracción anterior.

H) Las violaciones sistemáticas o graves de los planes, programas y presupuestos de la Administración


pública federal o del Distrito Federal y a las leyes que determinan el manejo de los recursos económicos
federales y del Distrito Federal.

Dejando de lado a la usurpación de atribuciones, los demás supuestos legales resultan de carácter tan abierto
y dúctil como deseen ser interpretados por los ciudadanos y los congresistas que gozan de legitimación para activar
el procedimiento, lo cual en principio favorecería a la posibilidad de enmarcar múltiples actuaciones u omisiones de
los servidores públicos.

De la misma manera, también podrían plantearse ciertas interpretaciones manidas o forzadas para que un
servidor público rehuya con éxito el enjuiciamiento político. Valgan estos excesos ejemplares: siendo el caso de que
las violaciones a los derechos fundamentales fueren aisladas y tolerables o si aquellas violaciones sistemáticas o
graves aludidas por la última causal, terminan por convertirse en intermitentes y ligeras.

No más halagüeño resulta el panorama legal que articula y distribuye las atribuciones de ambas cámaras del
Congreso, incluida la intervención de las diferentes comisiones, sobre todo teniendo en cuenta las notables lagunas
tanto de la normativa parlamentaria como de los preceptos de la LFRSP que tienden a convertir al Juicio Político en
un abigarrado procedimiento parlamentario, tal como podrá enseguida corroborarse.

1.4. La participación de la Cámara de Diputados

Por cuanto hace a la Cámara de Diputados, la Norma suprema se limita a indicar que a efecto de la aplicación de las
sanciones previstas en el Juicio Político, esta “procederá a la acusación respectiva ante la Cámara de Senadores,
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previa declaración de la mayoría absoluta del número de miembros presentes en sesión de aquella Cámara,
después de haber sustanciado el procedimiento respectivo y con audiencia del inculpado”. Como esto encierra
unas peculiaridades procedimentales y de garantías para el inculpado, debemos recurrir al resto del Ordenamiento
para observarles con más detalle.

1.4.1. La subcomisión de examen previo

La legislación de la materia dispone que, tras la ratificación de la denuncia de Juicio Político ante la Oficialía
Mayor de la Cámara de Diputadosxi, ésta deberá turnarse a la Subcomisión de Examen Previo que se integra con 14
diputados emergidos de las Comisiones Unidas de Gobernación y de Justicia y Derechos Humanos xii, cuya principal
encomienda será primeramente analizar la legitimación de las partes y, de forma presuntiva, apreciar la existencia de
infracciones legales y, en consecuencia, resolver por mayoría bien si “ha lugar” a la presunta responsabilidad y esto
amerita la incoacción del procedimiento, o si en otro caso procede “desechar la denuncia de plano”xiii.
De incoarse el procedimiento de Juicio Político, la Subcomisión de Examen Previo formulará la resolución
correspondiente, para ordenar después su turno a la denominada Sección Instructora de la Cámara, cuyo papel se
justifica en la Ley federal de la materia y en las propias normas parlamentarias.

1.4.1. La Sección Instructora

A partir de la gran reforma a la Ley orgánica del Congreso de 1999, se incorporó como Comisión ordinaria
de la Cámara de Diputados a la Comisión Jurisdiccional xiv, con la atribución fundamental de ordenar la participación
de cierto número de sus integrantes xv, dentro de la denominada Sección Instructora del procedimiento de Juicio
Político.

La función capital de tal Sección, consiste en practicar todas las diligencias necesarias para la comprobación de la
conducta o el hecho imputado al servidor público, lo cual, una vez calificado en la pertinencia de pruebas y de haber
dado vista del expediente al denunciado y sus defensores (y también aceptado repetidas alegaciones), dará materia
para formular sus conclusiones. De éstas podrá desprenderse la inocencia del encausado, o en su caso, la declaración
de que “ha lugar a proceder en su contra” por estar legalmente comprobada la conducta o el hecho materia de la
denuncia, en tanto que se halla acreditada la responsabilidad del servidor públicoxvi.

Si todas esas intrincadas prescripciones del procedimiento logran sortearse xvii, veríamos a la Sección instructora
dirigir sus conclusiones a la Mesa de Cámara de Diputados, la cual a través de una serie de solemnidades más
propias de otra época, citará por medio de su Presidente a la reunión del Pleno para resolver sobre la imputación. En
la fecha declarada, dará lugar a la erección de la Cámara de Diputados como “órgano de acusación, previa
declaración de su presidente”.

1.2.1. 1.4.3. La Cámara de Diputados como órgano de acusación


Una vez que toca el conocimiento al pleno de la Cámara de Diputados xviii, se dispone con generalidad que
algunos de los secretarios de la Mesa dé lectura a las constancias procedimentales, así como a las conclusiones
presentadas por la Sección Instructora. Enseguida, se dará la palabra al denunciante y como acto continuo al servidor
público o su defensor, o a ambos si lo solicitare alguno de éstos, para que “aleguen lo que convenga a sus
derechos”xix.
xiv
A través de la prescripción del artículo 40.5 de la LOCGEUM que dispone: “La Comisión Jurisdiccional se integrará por un mínimo de 12 diputados y un máximo de 16, a efecto de que entre ellos se designen a los
que habrán de conformar, cuando así se requiera, la sección instructora encargada de las funciones a que se refiere la ley reglamentaria del Título Cuarto de la Constitución en materia de responsabilidades de los
servidores públicos”. En la Legislatura LIX corriente, se compone de la siguiente manera: PRI: 7 miembros (incluido el Presidente); PAN: 5 miembros; PRD: 3 miembros y PVEM: 1 miembro.
xv
El artículo 11 de la LFRSP establece que será de 4 el número de integrantes, pese a que el Acuerdo parlamentario de 30 de abril de 1998 (cuya vigencia es más cuestionable), sólo habla en su artículo 5 del número de
miembros que aseguren “la participación plural de los grupos parlamentarios representados en la Cámara”, a los cuales por si fuera poco obliga a tomar sus resoluciones por consenso (artículo 6), mismo que si no
logran, produce el reenvío del asunto a la Comisión Jurisdiccional.
xvi
De los artículos 13 al 19 de la LFRSP se encuentra detallado el procedimiento al que deberá ajustarse la Sección instructora, incluyendo los plazos de desahogo (y sus posibilidades de ampliación), la presentación de
alegatos (cuando menos en seis ocasiones), y en fin, la serie de abigarradas actuaciones de las partes.
xvii
Hasta ésta etapa del procedimiento de Juicio Político, esto es, la formulación de conclusiones por la Sección instructora, bien podría haber ocupado ya cinco meses desde la fecha de presentación de la denuncia ante
la Cámara de Diputados, y eso sin contarse la extensión de plazos previstos por la ley federal.
xviii
Cuyo quórum de instalación se interpreta de conformidad con el artículo 63 constitucional, que dispone la necesaria asistencia de la mitad del total de sus miembros, o sea 251 diputados.
xix
La vaguedad de los preceptos de la LFRSP (de sus artículos de sus artículos 19 al 21), no prevé ni tiempos de participación o tampoco la posibilidad que no se presente el funcionario enjuiciado, por citar sólo
algunos ejemplos.
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Todavía se otorga al denunciante un derecho de réplica que, de ejercitarse, puede llevar de nuevo a la tribuna al
defensor y al funcionario; concluida esa etapa, y retirados del recinto los intervinientes, la ley señala que “ se
procederá a discutir y votar las conclusiones propuestas por la Sección Instructora”.

La Constitución que obliga a la Cámara de Diputados a actuar como órgano de acusación, también pide
hacerlo con la previa declaración de la mayoría absoluta de los presentesxx, lo cual se entiende ocurrirá cuando sus
miembros voten de manera favorable las conclusiones de la Sección Instructora. xxi

1.2. 1.5. La participación del Senado de la República

Como ocurre con la intervención de los Diputados, el Texto supremo dice poco del papel que toca
desempeñar dentro del procedimiento de Juicio Político a la Cámara alta, limitándose el quinto párrafo del artículo
110 a indicar que: “Conociendo de la acusación la Cámara de Senadores, erigida en jurado se sentencia, aplicará
la sanción correspondiente mediante resolución de dos terceras partes de los miembros presentes en la sesión, una
vez practicadas las diligencias correspondientes y con audiencia del acusado”.
De nuevo, competerá a la ley federal aportar más singularidades l procedimiento como la inclusión de una
Sección de Enjuiciamiento y otra serie de facetas que propone adoptar dentro del pleno cameral.

1..5.1. La Sección de Enjuiciamiento.

Si la creación de la Comisión Jurisdiccional de la Cámara de diputados responde al fin de integrar de entre sus
miembros a la Sección Instructora, también la normativa parlamentaria dispone que la integración de la Comisión
Jurisdiccional del Senadoxxii sirve para conformar la denominada Sección de Enjuiciamiento xxiii.
La LFRSP delimita las atribuciones de ésta, señalando que tras recibir la acusación de la Cámara de
Senadores y haber recibido el turno, los integrantes de la Sección de Enjuiciamiento emplazarán a la Comisión de los
diputados encargada de la acusación, al acusado y al defensor, para el efecto de presentar sus alegaciones xxiv.
Una vez que la Sección de Enjuiciamiento haya definido sus conclusiones xxv, dice la ley que deberá entregarlas a la
Secretaría del Senado para el efecto de que el Presidente de la Mesa anuncie la erección de esta Cámara como
xxii
El artículo 101 de la LOCGEUM señala que: “La Comisión Jurisdiccional se integrará por un mínimo de ocho senadores y un máximo de 12, con la finalidad de que entre ellos se designe a los que habrán de
conformar, cuando así se requiera, la sección de enjuiciamiento encargada de las funciones a que se refiere la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos; en dicha sección deberán estar
representados los grupos parlamentarios”.
xxiii
La Comisión Jurisdiccional de la Legislatura LIX en funciones, se encuentra integrada por 3 senadores del PAN de los cuales uno es Presidente; 3 senadores del PRI, uno por el PRD y una senadora más por el
PVEM, que suman un total de 7 miembros.. Cabe señalar que no hay en el ordenamiento vigente, ninguna prescripción que establezca el número de estos senadores que podrían eventualmente integrar la Sección de
Enjuiciamiento.
iii
En opinión de la profesora Pedroza de la LLave, S. T, el Juicio Político puede situarse entre el Impeachment norteamericano y la moción de censura española, si se toman en cuenta los motivos de procedencia y sus
efectos. Véase , su obra El control del gobierno: función del Poder Legislativo, INAP. México, 1996, p. 205.
iv
En sentido similar, véase: Del Castillo del Valle, Alberto: La responsabilidad de los servidores públicos, Inédito, 2000, p.10
viii
Como se sabe, la tradición constitucional mexicana ha sido siempre reacia a aceptar fórmulas de participación popular directa (referéndum, plebiscito o Iniciativa popular). Por tanto, la acción popular confronta
directamente dicha tradición.
ix
El profesor Jesús Orozco Enríquez, ha llamado con tino la atención respecto al efecto de intimidación que se ejerce sobre aquellos ciudadanos que tienen intención y pruebas para denunciar responsabilidades públicas,
sobre todo al decretarse la prevención constitucional y legal de hacerlo “bajo su más estricta responsabilidad.” (reforma de 1982). Vid. Orozco Enríquez, J. Jesús, en Comentario al artículo 109, en Constitución Política
de los EUM comentada, UNAM-IIJ, p.1117.
x
El artículo 39 de la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos, señala que: “No podrán votar en ningún caso los diputados ó senadores que hubiesen presentado la imputación contra el servidor
público. Tampoco podrán hacerlos los diputados o senadores que hayan aceptado el cargo de defensor, aun cuando la renuncia después de haber comenzado a ejercer el cargo”.
xi
Que hoy se ha transformado en la Secretaría General de la Cámara.
xii
Lo anterior se establece el párrafo segundo del artículo 10 de la LFRSP, el cual no ha incorporado todavía la reforma de la LOCGEUM de 2003 que modificó la denominación de las Comisiones camerales. Hoy se
denominan Comisión de Gobernación (30 miembros) y Comisión de Justicia y Derechos Humanos (30 miembros). La composición de la Subcomisión de Examen Previo se perfecciona con cinco integrantes de cada una
de estas Comisiones ordinarias, más un presidente y secretario que surgirán de cada Comisión, lo cual en total suma 14 miembros.
xiii
El artículo 12 de la LFRSP, señala que la resolución dictada por la Subcomisión de Examen Previo, podría revisarse por el pleno de las Comisiones Unidas (Gobernación y Justicia y Derechos Humanos), siempre que
la solicitud se formule, cuando menos, por el 10% de sus miembros. Por cierto, en la LIX Legislatura vigente ambas comisiones están dominadas principalmente por dos partidos: PRI y PAN, que ocupan 22 y 21
posiciones respectivamente (la mitad en cada Comisión). El PRD cuenta con 10 miembros (5 en cada una), en tanto que el PVEM y Convergencia reúnen 4 miembros cada uno (2 por cada Comisión), con lo cual dicha
garantía para las minorías parlamentarias podría acreditarse con el voto total de los partidos que se encuentran en minoría.
xx
Tal parece que la mayoría absoluta (y no una mayoría supercualificada), sólo supone una graciosa concesión al Pleno cameral de los Diputados, como reconocimiento a que la denuncia de Juicio Político ha logrado
salvar múltiples valladares del procedimiento. Bastaría con observar lo que sucede dentro del Senado, para ver que se trata sólo de un espejismo.
xxi
Así lo prevé la LFRSP en su artículo 21, que señala también la posibilidad de la negativa en la aprobación de las conclusiones lo cual permitiría al servidor público continuar en el ejercicio de su cargo. De la misma
manera que, si procede la acusación, proceda a designarse una comisión de tres diputados para que sostengan aquella ante el Senado.
xxiv
De los artículos 22 al 24 de la LFRSP se detallan las particularidades del procedimiento, en el periodo de actuación de la Sección de Enjuiciamiento, donde se contempla la posibilidad de escuchar directamente a las
partes, o disponer la práctica de otras diligencias, todo lo cual resulta necesario para la formulación de sus conclusiones.
xxv
La oscuridad de la ley impide saber cómo se arribará a las conclusiones en la Sección de Enjuiciamiento, en la medida que no dispone, como ocurre con la Sección Instructora de Diputados, que sea en el seno de la
propia Comisión Jurisdiccional donde se formulen las conclusiones. No obstante, se entiende que esto ocurra en el interior de la propia Sección ya que el artículo 40 de la LFRSP, dice que: “En todo caso, las votaciones
deberán ser nominales, para formular, aprobar o reprobar las conclusiones o dictámenes de las Secciones y para resolver incidental o definitivamente el procedimiento”.
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Jurado de sentencia, dentro de las 24 horas siguientes a la recepción de las conclusiones.

1.5.2. 1.5.2. El Jurado de sentencia

Vuelven las recomendaciones de solemnidad legal, cuando toca al Presidente de la Cámara de Senadores
declarar a esta en Jurado de Sentencia y para que, después, discurra un procedimiento específico y secuente: lectura
de las conclusiones de la Sección de Enjuiciamiento; concesión de la palabra a diputados acusadores, defensor y
encausado; y ya retirados los dos últimos, se procederá la discusión y votación de las conclusiones xxvi.
El Pleno conocerá los puntos de acuerdo que propongan las conclusiones de la Sección de Enjuiciamiento y,
en consecuencia, se pronunciará a través de una votación cualificada. Después, el Presidente del Senado procederá a
realizar la declaratoria correspondiente.
Al seguir el modelo estadounidense, el contenido de la declaratoria proveerá la principal sanción
constitucional, que necesariamente implicará la destitución del cargo xxvii y, de manera simultánea, otras sanciones
como la inhabilitación o proscripción para el desempeño temporal en cualesquier función públicaxxviii.

1.5. Las observaciones como corolario

Del Juicio Político cabe aproximar algunas conclusiones:

a) Que su regulación constitucional y reglamentaria ha sido concebida por actores y para épocas
completamente diferentesxxix; donde la tradicional hegemonía de único partido en la arena pública, no sólo auspició
el ingenio y la recreación semántica de instituciones con aspiraciones vanguardistas xxx, sino la imprevisión de su
eficacia normativa plena en sedes de corte pluralista y deliberante xxxi.
Que el entramado del Título Cuarto constitucional, complicado y deficiente per se, pero en cuyo telos subyace
tanto la idea de controlar el abuso del poder como prever las responsabilidades para las élites que tienen funciones
públicas trascendentales, de manera temprana y acusada se vio desvirtuada por la LFRSP que acondicionó un
procedimiento plagado de tortuosos y persistentes vericuetos que, en el mejor de los casos, merece desestimarse para
no convertir al Congreso de la Unión en rehén de una multiplicidad de facetasxxxii.
B) Que mientras no haya una transformación de raíz en el procedimiento de Juicio Político previsto en la ley
de la materia, y esto se reduzca sólo a intentos cosméticos de reforma legal, aquel no tendrá la virtud republicana de
convertirse en real y eficaz instrumento de control del Congreso de la Unión.
C) Que cabría repensar de manera seria en suprimir todos aquellos preceptos de la LFRSP atinentes a los
procedimientos estrictamente camerales del Juicio Político, ya que además de invadir el objeto de las normas
parlamentariasxxxiii, contrarían la constitucionalidad de otras disposiciones y finalidades del Texto supremo xxxiv y, por
consiguiente, dislocan la función constitucional que las Cámaras tienen encomendadas en el procedimiento de Juicio
Político.

xxvi
Respecto a lo cual, la Constitución ya hemos visto exige una mayoría cualificada de dos terceras partes de los senadores presentes.
xxvii
El párrafo tercero del artículo 110 constitucional dispone que: “ Las sanciones consistirán en la destitución del servidor público y en su inhabilitación para desempeñar funciones, empleos, cargos o comisiones de
cualquier naturaleza en el servicio público. Obviamente que ésta sanción será ineludible, si la sentencia del Juicio Político se presenta cuando el servidor público se haya desempeñando el cargo por cuyas actuaciones
ha sido enjuiciado, u otro si es que ha recibido nueva encomienda pública durante el discurrir del procedimiento, o dentro del lapso del año siguiente a la fecha en que haya concluido aquel primero, dado que éste
último supuesto se prevé en el artículo 114 de la Constitución.
xxviii
Los límites de la temporalidad que se han silenciado constitucionalmente, son establecidos por la ley de la materia: de uno a veinte años para desempeñar un empleo, cargo o comisión de carácter público.
xxix
Resulta difícil ser optimista y esperar su funcionamiento cabal dentro de esta etapa de vigorosidad pluralista que vive el Congreso de la Unión, como opinan algunos profesores, en tanto no se transforme
radicalmente la Ley federal de la materia. Véase, Fix-Zamudio, H.: “La función actual del Poder Legislativo”, en la obra El Poder Legislativo en la actualidad, UNAM, México, 1994, p. 26 y en el mismo sentido,
Pedroza de la Llave, S. T.: El control del gobierno: función del Poder Legislativo, Op Cit. p. 208.
xxx
Téngase en cuenta la manera cómo se instrumentalizó el Ordenamiento para obtener la legitimación del régimen político (creyente ordinario del formalismo para-jurídico).
xxxi
Me refiero no sólo a los órganos públicos de la representación popular, sino también a los partidos políticos como vehículos democráticos así como la actuación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación como un
verdadero tribunal de constitucionalidad.
xxxii
Basta observar cómo (además de las prescripciones del Texto constitucional), se tiene la ratificación legal de la denuncia del Juicio; las resoluciones con votación incluida de las Comisiones Unidas de diputados; las
respectivas votaciones de la Subcomisión de Examen Previo; las seis o siete etapas de alegatos, las múltiples comparecencias a manera de audiencias de derecho en dos Secciones (de Instrucción y de Enjuiciamiento);
las votaciones por mayoría en dichas Secciones; la revisión de éstas resoluciones en comisiones; la formulación de conclusiones y su eventual ampliación; las intervenciones del defensor en recurrentes etapas del
procedimiento; la prolongación de los plazos a pedimento del enjuiciado, de su defensor o de los integrantes de las Secciones; y, en fin, toda la cadena de peculiaridades procedimentales que con suma dificultad hubiere
concebido la mente más filibusterista de una Asamblea. Esto arroja como resultado, en la hipótesis de desahogo completo del procedimiento, que el Juicio Político sólo pueda sentenciarse, siete o más meses después de
la fecha en que fue iniciado.
xxxiii
Aquí es suficiente recordar que la LFRSP provino de una Iniciativa legal cuya autoría fue del Presidente de la República.
xxxiv
Me refiero especialmente al artículo 70 constitucional, que en su párrafo segundo establece: “El Congreso expedirá la ley que regulará su estructura y funcionamiento internos”, lo cual avalaría la concentración del
procedimiento del Juicio Político en único Ordenamiento.
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2. 2. La Declaratoria de Procedencia
Si hay quien observa la Declaración de Procedencia como una instancia procesal jurisdiccional xxxv, vale también
considerar que se trata de otro procedimiento parlamentario por medio del cual se analiza en el Congreso de la
Unión si un servidor público que goza de inmunidad procesal xxxvi es probable responsable de la comisión de un
delito, con la finalidad de declarar la remoción de aquel privilegio y ponerlo a disposición del Juez o tribunal
respectivo.
Tal procedimiento nunca implicará la sustanciación exhaustiva y definitiva de la responsabilidad penal del alto
funcionario en sede cameral, y menos la sustitución del Congreso en las atribuciones imputadas a los jueces, sobre
todo teniendo presente que el objeto de la protección constitucional en la Declaración de procedencia sólo es librar
de hipotéticas interferencias o de influjos negativos a la función pública, per se, más que garantizar la impunidad de
un funcionario determinado, independientemente de que el sistema constitucional y legal tienda a esa confusión, en
especial ante las conductas delictivas del Presidente de la República, según podrá apreciarse en el análisis siguiente.

2.1. La monopolización del procedimiento en la Cámara de Diputados.

Con excepción del eventual involucramiento del Presidente de la República, en cualesquier otro procedimiento de
Declaración de Procedencia que se haya activado para desaforar a los altos funcionarios de la Federación o de los
Estados, deberá desahogarse de manera íntegra en la Cámara de Diputados cuyo pleno está obligado a declarar, por
mayoría absoluta de los presentes, “si ha o no lugar a proceder contra el inculpado”xxxvii.
Para arribar a ésa fase declaratoria, la legislación secundaria establece el propio procedimiento seguido en el seno de
la Cámara de Diputados cuando se inmunidad procesal que aquí se reseña, de conformidad con lo establecido en el
artículo 111 constitucional sustancia un Juicio Político, aun cuando dispone algunos ajustes al ya no contemplarse
ahí la participación del Senado y, de otro lado, porque la Declaratoria sólo concentra la materia penal en su
objetoxxxviii. De este modo, se explican ciertos cambios en los temas de las solemnidades xxxix, en la reducción de
plazos del procedimiento4 o en la redacción de previsiones generales41.

2.2. La excepción bicameral del enjuiciamiento penal del Presidente de la República.


Conviene tener presente que las normas constitucionales relativas a la responsabilidad del titular del Poder Ejecutivo
Federal frente al Congreso de la Uniónxl, se han significado únicamente por su construcción semántica xli. Por ello,
no es descartable una interpretación jurídica problemática llegado el caso de presentarse responsabilidades penales
del Presidente de la República, habida cuenta de las lagunas legales y reglamentarias en temas como la
determinación de los delitos graves respecto a los cuales puede aquel ser acusado en la Cámara de Diputados o las
fórmulas de aplicación directa de la legislación penal por parte del Senado.

Lo único que la Constitución deja medianamente clarificado es que la enjuiciabilidad penal del Presidente de la
República debe sustanciarse en ambas Cámaras del Congreso: los diputados actuando como Jurado de Acusación tan
pronto como la mayoría absoluta de los presentes así lo acuerden en sesión plenaria; y los Senadores erigiendo a su
Cámara en Jurado de Sentencia para el efecto de resolver, mediante el voto de las dos terceras partes de los
presentes, sobre aquella acusación turnada por los diputados.

xxxv
Véase Del Castillo Del Valle, Alberto, Op Cit, p. 12, quien además considera como denominación correcta la de Juicio de Desafuero, en tanto que aprecia errónea la denominación constitucional de Declaración de
Procedencia por obviar la identificación de la procedencia del juicio penal que es la materia de la declaración.
xxxvi
Con excepción de los directores generales y sus equivalentes de los organismos descentralizados, empresas de participación estatal mayoritaria, sociedades y asociaciones asimiladas a éstas y fideicomisos públicos,
que están previstos en el artículo 110 constitucional como sujetos de Juicio Político, todos los demás altos cargos de la Federación y de los estados ahí señalados.
xxxvii
Al menos este es el tenor del artículo 111 constitucional, cuyo amplio y reiterativo texto prescribe distintas cuestiones como la irregular posibilidad de que, siendo negativa la resolución de la Cámara de Diputados,
“se suspenderá todo procedimiento ulterior, pero ello no será obstáculo para que la imputación por la comisión del delito continúe su curso, cuando el inculpado haya concluido el ejercicio de su encargo, pues la
misma no preguzga los fundamentos de la imputación”. Bajo una apreciación mordaz, parece ahí constitucionalizarse una impunidad temporal para ciertos cargos públicos, en la medida que no sean alcanzables los
acuerdos parlamentarios que se traduzcan en mayorías cualificadas.
xxxviii
Por ejemplo, el artículo 25 de la LFRSP establece que tras presentarse la denuncia o querella de particulares o requerimiento del Ministerio Público (previamente cumplidos los requisitos para el ejercicio de la
acción penal) , la Sección Instructora de la Cámara de Diputados “practicará todas las diligencias conducentes a establecer la existencia del delito y la probable responsabilidad del imputado, asi como la subsistencia
del fuero constitucional cuya remoción se solicita. Concluida esta averiguación, la Sección dictaminará si ha lugar a proceder penalmente en contra del inculpado”.
xxxix
De nuevo, la LFRSP prescribe el procedimiento, que en el caso de la Declaración de Procedencia se encuentra en su capítulo III. Los cambios estriban, principalmente, en la desaparición del Jurado de acusación,
que se sustituye por el Jurado de Procedencia, declarado por el Presidente de la Mesa de Diputados para el efecto de votar la conclusiones presentadas por la Sección Instructora, con lo cual se agota el procedimiento.
xl
Al efecto de presentación del Dictamen, la Sección Instructora sólo cuenta con 60 días hábiles para su presentación al Pleno, lo cual reduce de manera significativa la duración con relación al Juicio Político.
xli
El artículo 29 de la LFRSP prevé que si no se ha satisfecho el procedimiento, y alguno de los funcionarios aforados es requerido en un procedimiento penal ordinario, la Mesa de la Cámara remitirá oficio al juez o a la
autoridad para que suspenda el procedimiento en tanto que se resuelve si ha lugar a proceder.
José Luis Martínez Hernández S18003817
Sin necesidad de modificar el Texto Constitucional, esta magra y deficiente regulación procedimental podría
revertirse a través de reformas de fondo a la Ley Orgánica del Congreso o con la emisión del Reglamento
parlamentario de sesiones conjuntas del Congreso que se encuentra pendiente de expedirse, en tanto que sería el
ámbito natural para precisar las peculiaridades del enjuiciamiento penal del Presidente 47.

2.3. 2.3. Las observaciones finales

a) Los procedimientos parlamentarios de la Declaración de Procedencia y del Juicio Político (que en cualquier
momento pueden vincularse), adolecen de tantas imprecisiones, insuficiencias y contradicciones legales o
constitucionales que sólo se activan de manera remota, lo cual trae aparejado una acusada incapacidad de control del
Congreso de la Unión.

La normativa procedimental de la Declaración de Procedencia que prevé la LFRSP lleva una contradicción directa
de constitucionalidad en la medida que posibilita la invasión de competencias del Poder Judicial por parte de los
miembros del Congreso49.
Los altos cargos de la Federación o de los estados sujetos al trámite parlamentario en cuestión, no gozan de ninguna
inmunidad personal ya que el objeto de la protección constitucional es, en sí, la función ejercida. Si bien al tratarse
de conductas delictivas de aquellos, aprecio que debería procederse de manera tan expedita y llana para que el Juez
respectivo conozca lo más pronto posible de la causa, tal como ocurre con las conductas de los altos funcionarios
implicados en asuntos de orden fiscal, civil, mercantil o laboral y que pueden reclamarse sin obstáculo alguno.

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