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enfoque”.
Matías Silva Alliende.1
Resumen:
La plena inclusión de los pueblos indígenas con el resto de la ciudadanía debe
vincularse con una cultura política universalista, la que no puede sobrepasar los
derechos individuales reconocidos y garantizados, los cuales son el fundamento
del estado en toda democracia. Estas identidades individuales están vinculadas
con las identidades colectivas, que logran su equilibrio a través de una red cultural
cohesionada.
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Palabras Claves:
Nacionalidad, Ciudadanía, Derechos Políticos, Patriotismo Constitucional.
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1.-Introducción.
La noción clásica a seguir en materia de nacionalidad es aquella que la define
como “el vínculo jurídico que une a una persona con un Estado determinado
dando lugar a derechos y deberes recíprocos”2, este vínculo jurídico da origen
también al concepto de ciudadanía y de derechos políticos.
1
Abogado Universidad Diego Portales. Magister en Derecho Constitucional. Profesor Derecho
Constitucional Universidad de las Américas y Universidad Católica Silva Henríquez.
2
NOGUEIRA, (2005) p. 141.
1
como extranjeros deben responder de igual manera ante la ley. La importancia de
esta distinción radica en las obligaciones y derechos ciudadanos a los que puede
optar un nacional. En atención a lo resuelto por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos es necesario señalar que “el deber de respetar y garantizar el
principio de la igualdad ante la ley y no discriminación es independiente del
estatus migratorio de una persona en un Estado”3. Cada país cuenta con la
libertad para establecer su propio régimen que permite a las personas optar a la
nacionalidad, en virtud de la soberanía interna del Estado. Sin embargo, todo esto
debe enmarcarse en un contexto de desarrollo político determinado y de las
tendencias contemporáneas sobre la materia.
Retomando la materia de nuestro interés, nacen los derechos políticos, los cuales
deben entenderse como todos aquellos que le corresponden a la persona humana
en cuanto miembro de un Estado, y el sujeto titular de estos derechos es la
persona humana en cuanto ciudadano. En relación a la ciudadanía, ésta puede
3
Repertorio de la Corte Interamericana de Derechos Humanos 1987-2005, Caso Bulacio contra Argentina,
sent. Septiembre 2003.
4
Repertorio de la Corte Interamericana de Derechos Humanos 1987-2005, Propuesta de modificación a la
Constitución Política de Costa Rica relacionada con la naturalización.
2
entenderse en su concepto más amplio en tanto comprende las diversas formas
de intervención en los negocios públicos reservadas a quienes participan de tal
cualidad5. Se define también como “el estatuto de derechos y deberes atribuidos
por el Estado- Nación al ciudadano”6 y en virtud de esto es que “al ciudadano se le
conceden las herramientas para la existencia de una efectiva democracia, de un
pleno Estado de Derecho, con un respeto y protección efectiva de los Derechos
Humanos”7.
5
SILVA BASCUÑAN, (1997) p. 231
6
MARTINEZ DE PISON, ( 2003), p. 30
7
QUINZIO, (2005), p..280
8
GIDDENS, (2000),p.19-95
9
MARTINEZ DE PISON, ( 2003), p. 45.
3
reformulación que se ajuste a la realidad mundial en cuanto a globalización,
migración y nacimiento de sociedades multiculturales.
En buena medida comparto la tesis de Jürgen Habermas sobre la idea de que hay
que reformar algunos de los criterios de adquisición de la nacionalidad. Este
pensador afirma que el criterio para la adquisición de la nacionalidad en el futuro
debería basarse en una especie de contrato o pacto social, que admita la voluntad
de las personas sobre si quieren cambiar de nacionalidad al trasladarse a un
nuevo país de acogida. La única condición sería exigirles la aceptación de unos
valores políticos comunes, cuestión que se ha denominado por Habermas como
patriotismo de la Constitución. Comparto algunas de estas tesis de inclusión de
Habermas, pero es preciso articular este discurso con soluciones jurídicas
concretas y factibles, de un modo realista.
10
ZUÑIGA, (2005), pag. 7.
4
A mi juicio, la idea de nación como comunidad de destino, étnicamente
homogénea e integrada mediante tradiciones comunes, resulta hoy insuficiente.
Pero ese nuevo modelo de nacionalidad, unida a una nueva concepción de
democracia, esa cosmopolitización jurídica aunque es abstracta debe apoyarse y
hacerse con unas bases culturales, insertas en unas tradiciones jurídicas, y en
tanto que jurídicas también culturales. Porque el derecho forma parte de la cultura,
es también cultura, con su formalismo y abstracción. Eso se concreta en una idea
que caracteriza la nueva propuesta de Habermas; lo que une a los ciudadanos es
una cultura política común, reflejada en la Constitución, pero no la étnia: “Pues
bien, los ejemplos de sociedades multiculturales, como Suiza y Estados Unidos,
muestran que una cultura política en la que los principios constitucionales logren
echar raíces, de ningún modo tiene que apoyarse en un origen étnico, lingüístico y
cultural común a todos los ciudadanos. Una cultura política liberal sólo constituye
el denominador común de un patriotismo de la Constitución que simultáneamente
agudiza el sentido para la pluralidad y la integridad de las diversas formas de vida
coexistentes de una sociedad multicultural. También en un futuro estado federal
europeo habrán de interpretarse los mismos principios jurídicos desde la
perspectiva de tradiciones nacionales diversas e historias nacionales diversas. La
propia tradición habrá de ser en cada caso objeto de una apropiación hecha desde
un punto de vista relativizado desde las perspectivas de los demás, de suerte que
pueda quedar inserta en una cultura constitucional europeo-occidental compartida
en términos supranacionales. Un anclaje particularista de este tipo no quitaría a la
soberanía popular y a los derechos humanos ni una tilde de su sentido
universalista. Tenemos, pues, que la ciudadanía democrática no necesita quedar
enraizada en la identidad nacional de un pueblo; pero que, por encima de la
pluralidad de formas de vida culturales diversas, exige la socialización de todos los
ciudadanos en una cultura política común”.11
11
HABERMAS,( 1997). p. 144.
5
La tesis que por mi parte propongo es que esa cultura política común son los
derechos humanos universales, y estos derechos además de reconocerse en los
tratados internacionales deben reflejarse en la Constitución-ojalá nueva- de
nuestro país como derechos fundamentales constitucionalizados. Esa cultura
común debe impregnar también los derechos estatales, los cuales deben realizar
un esfuerzo de inculturización, de ajuste de sus tradiciones a esos principios, pero
impregnándolos de su propia cultura. No se puede escindir un derecho abstracto
de las culturas jurídicas y tradiciones históricas de un país.
12
HABERMAS (1989). p 265.
6
Este proceso se ve consolidado por el fenómeno de la globalización, que exige,
para poder ser viable, una identidad postnacional, que pueda incluir valores de
corte universal que trasciendan la propia cultura. Para hacer posible este proceso,
la cultura mayoritaria debe desprenderse de su situación histórica excluyente,
logrando así la identificación de todos los ciudadanos con la cultura política de su
país. Esta desvinculación de la cultura política de la cultura mayoritaria permite la
solidaridad de los ciudadanos.
7
Dicha concepción del patriotismo es lo que ha excluido a los pueblos originarios y
ha permitido la usurpación de sus tierras, infringiéndoles una derrota político
militar. Así, el patriotismo de la Constitución en Chile, no acepta en la práctica la
heterogeneidad, multiculturalidad e interculturalidad, dado que entiende que
desarrollar dichas concepciones fragmentaría la sociedad nacional.
8
3.-Un nuevo enfoque de la ciudadanía y los derechos políticos.
13
El estudio del estado de la democracia en las tres dimensiones (constitucional, electoral y ciudadana) que
propone la Red de Investigación de la Democracia Andina (en adelante el Proyecto RIDA), se hace aquí a
partir de la hipótesis central de democracia incompleta. Ésta se caracterizaría por las herencias institucionales
del régimen militar y las tensiones que ello provoca en el funcionamiento democrático durante los gobiernos
de la Concertación de Partidos por la Democracia, coalición que ha gobernado el país desde la recuperación
democrática en 1990. Con ello se busca ir más allá de responder a una lista de preguntas o de la descripción y
evaluación de una serie de indicadores, intentando explicar el origen, evolución y significado de éstos en el
marco de la problemática propia del modelo político chileno de democracia vigente hoy. (M. A. Garretón y R.
Garretón. La democracia incompleta en Chile: La realidad tras los rankings internacionales. Revista de
Ciencia Política /Volumen 30/N° 1/2010/ pp.116.
9
hasta la última elección de 2009, cercano al 100% de los parlamentarios elegidos
han pertenecido a dos coaliciones de partidos que debaten entre sí y se
distribuyen los cargos parlamentarios, marginando a las demás fuerzas y
favoreciendo el empate.
14
HUNEEUS, ( 2006). p 115.
10
una perspectiva teórica, Marshall opina al respecto “Su inconsistente jerarquía
constitucional, su afectación al derecho a la igualdad y la total falta de tratamiento
del caso de los exiliados, fueron el diagnóstico que una nueva introducción en la
agenda parlamentaria debe considerar.”15
El otro problema a tener en cuenta es el acuerdo entre las dos grandes coaliciones
que llevó a reformar la Constitución, estableciendo la inscripción automática pero
el voto voluntario, lo que es sin duda es la más contradictoria y absurda de las
fórmulas. Si bien lo primero es un gran avance y parece una medida obvia, lo
segundo es un retroceso. Se sabe que el paso del voto obligatorio al voluntario
implica a la larga la reducción de la participación electoral y al mismo tiempo, la
elitización del voto, por cuanto tienden a participar los de mayor capital social y
cultural. En opinión de Garretón y Garretón, “Ello tenderá a aumentar lo que
hemos llamado la reducción fáctica del electorado que se ha dado en la situación
actual (con implicancias en su representatividad), en que sobre el total de la
población en edad de votar hubo en la elección de diputados de 2005 un
porcentaje de no inscritos de 27,4% y de votantes de 63%. En el 2008 el
porcentaje de no inscritos alcanzaba a 32,2% de la población mayor de 18 años,
es decir, cerca de 4 millones de personas. La participación electoral de los jóvenes
es dramáticamente baja, lo que disminuye la representatividad del electorado, por
cuanto los jóvenes entre 18 y 29 años de edad, que en 1998 eran el 36% del
padrón electoral, en 2008 fueron solamente el 8% del mismo. Ello se modificó
apenas para la elección de 2009.”16
15
MARSHALL (2011) p. 158.
16
GARRETON y GARRETON.(2010) p.131.
11
En materia de ciudadanía, Gabriel Salazar indica algunos hitos históricos que han
influenciado negativamente en la construcción de ciudadanía en nuestro país: “La
tendencia centralizadora del estado moderno, el cual se construyó sobre la base
de cercenar la soberanía de las comunidades civiles locales. La exclusión histórica
de la ciudadanía frente a los procesos constructores de estado: La construcción
del estado es el ejercicio del derecho humano más importante, y nunca ha sido
construido con participación plena de la sociedad civil”. El estado, siempre ha sido
construido por poderes fácticos que no han recogido los intereses de la pluralidad
de ciudadanías existentes (ejemplo de lo anterior es el proceso de
descentralización, que no fue una medida propuesta, ni por la sociedad civil, ni por
la ciudadanía, sino un artificio impuesto por el estado)”.17
Reafirma Castoriadis: “El carácter de la época, tanto del nivel de vida cotidiano
como el de la cultura, no es el ‘individualismo’ sino su opuesto, el conformismo
generalizado y el collage. Conformismo que es posible sólo con la condición de
que no haya núcleo de identidad importante y sólido. A su vez, este conformismo,
como proceso social bien anclado, opera de manera tal que un núcleo de
identificación semejante ya no pueda constituirse”19
17
SALAZAR (1999) p. 4.
18
CASTORIADIS (1997). p208.
19
CASTORIADIS (1997). p166.
12
4.-Conclusiones.
Chile es el único país en las olas recientes de democratización que hereda una
Constitución de la dictadura previa y que, pese a sus reformas bajo los gobiernos
democráticos, no ha generado una Constitución enteramente democrática, en
otras palabras, no ha tenido lo que Ackerman denomina como momento
constitucional. La cuestión a resolver en el caso chileno es el de la legitimidad
constitucional que plantea la siguiente interrogante ¿De qué manera la naturaleza
del sistema constitucional chileno y su incidencia en la democracia electoral y
ciudadana representan la voluntad del pueblo chileno?
Uno de los aspectos esenciales de este Convenio es que les asignó el carácter de
pueblos a los indígenas, reconociéndoles la titularidad de los derechos que en él
13
se señalan, modificando el tratamiento de minorías que hasta la fecha el derecho
internacional les otorgaba.20
Esta última cuestión reafirma el alcance del artículo 35 del Convenio 169 que
establece el principio de interconexión, universalidad e indivisibilidad de los
derechos humanos. Gómez señala, “la aplicación de las disposiciones del
presente Convenio no deberá menoscabar los derechos y las ventajas
garantizadas a los pueblos interesados en virtud de otros convenios y
recomendaciones, instrumentos internacionales, tratados o leyes, laudos,
costumbres o acuerdos nacionales”.23
Cabe recordar que los instrumentos internacionales a los que hace referencia la
OIT son bastante evidentes en la materia. Tanto el Pacto de Derechos Civiles y
20
Sin perjuicio de esto, el propio Convenio señaló que la voz pueblos utilizada para designar a los sujetos de
los derechos enunciados no tenía el alcance que se le da en el derecho internacional (art. 1.3).
.21
Fallo nº 309, considerando 42 y 45.
22
OIT, Pueblos indígenas y tribales: Guía para la aplicación del Convenio 169, pp13.
23
GOMEZ. p 145.
14
Políticos como el de Derechos Económicos Sociales y Culturales-ambos vigentes
y ratificados por Chile-reconocen el derecho de la libre determinación de los
pueblos.
15
comunidad étnica, sino una nación de ciudadanos (…), pues la república no tiene
en definitiva, otra estabilidad que la confieren las raíces que los principios de su
constitución echan en las convicciones y prácticas de los ciudadanos.”24
Bibliografía.
Nogueira, Humberto Derecho Constitucional, tomo I, pág. 141.
Repertorio de la Corte Interamericana de Derechos Humanos 1987-2005, Caso
Bulacio contra Argentina, sent. Septiembre 2003.
Habermas, Jürgen. Más allá del Estado Nacional. Madrid: Trotta, 1997. P. 144.
Habermas, Jürgen, La inclusión del otro. Estudios sobre teoría política, obr. cit. p.
265. Editorial Taurus, Buenos Aires, 1989.
24
HABERMAS (1989), p265.
16
M. A. Garretón y R. Garretón. La democracia incompleta en Chile: La realidad tras
los rankings internacionales. Revista de Ciencia Política /Volumen 30/N° 1/2010/
pp.116.
Huneeus, Carlos (comp.). 2006. La reforma del sistema binominal en Chile. Una
contribución al debate. Konrad Adenauer Stiftung, Santiago, 2006.
Salazar Gabriel. Publicación de la discusión del Taller “La ciudanía a nivel local”,
realizado el 10 de noviembre de 1999. Proyecto Estado y generación de espacios
democráticos. p. 4. Disponible en internet
http://www.capp.uchile.cl/espdem/ciudadnivellocal.
OIT, Pueblos indígenas y tribales: Guía para la aplicación del Convenio 169, pp13.
17