Está en la página 1de 20

1 INSTITUCIÓN.

Dentro de este análisis hay varias corrientes de pensamiento que tienden a mirar a las instituciones desde diferentes
enfoques; por ende, en el concepto de institución convergen distintas definiciones.

Las Ciencias Jurídicas (en el campo de las Ciencias Sociales), realiza un tipo de análisis que recorta uno de los
conceptos más importantes: la ley. Esta tiene un doble aspecto: uno espiritual y otro material, que es explícito y
apunta a un orden superior que son los valores. Esta corriente toma al Derecho como una institución, toman el
aspecto de lo instituido, no se preguntan por el origen de la ley, por el posible conflicto social que puede haber por
detrás, sino que la toman como un hecho, como un acto. Las Ciencias Jurídicas están vinculadas al ejercicio fáctico
del poder.

La Sociología Clásica (Con la aparición del Racionalismo, Iluminismo francés), surge por primera vez un pensamiento
más amplio para analizar la sociedad.

La Sociología Clásica positivista no se preocupa por la subjetividad humana, pone el acento en las instituciones de
hecho, que son lo instituido, lo dado, lo que existe anterior al sujeto. Las instituciones se imponen al hombre, sirven
de control social. “... aparecen en primer lugar definidas como sistemas de reglas que determinan la vida de los
individuos, de los grupos sociales y de las formas sociales organizadas...” (Loureau).

Desde el momento en que algo se institucionaliza pasa a ser un control, ejerce poder sobre los miembros que lo
siguen. La sociedad organizada es la sociedad instituida.

Desde la Sociología Clásica se parte de la noción de naturaleza de desorden, por tal motivo hay necesidad de
controlar al hombre, por eso la sociedad debe instituirse.

Durkheim, uno de los pensadores de esta corriente, va a estudiar la escuela como una fachada. La función de la
escuela es enseñar, entonces Durkheim dice que eso es una función encubierta, que en realidad lo que se busca es
progresar. Ante esto se deduce que progreso y razón serían los fundamentos de la institución.

La Sociología de las instituciones (u organizaciones) acompaña el desarrollo o la evolución de las instituciones. En la


Sociología Clásica no se ve cómo se cruzan estos valores con la subjetividad humana, porque ellos no se lo plantean.

Para los positivistas, las instituciones aparecen definidas como un sistema de reglas, normas, tradiciones que
determinan la vida de los individuos, de los grupos sociales y de las formas sociales organizadas. Este sistema
aparece en la sociedad como lo instituido, por lo tanto la institución es un hecho externo al sujeto, que lo coacciona
por una necesidad de control social. El sujeto cumple las normas que el sistema impone como funcionales y válidas,
es un mero receptor de ellas y de ninguna manera tiene la posibilidad de transformar o producir.

El positivismo no incluye como categorías de análisis al poder y al conflicto; éste último es entendido como una
disfuncionalidad del sistema, que él mismo se encarga de corregir. Entiende a la sociedad como un todo armónico y
las instituciones están al servicio de esto.

Loureau dice que hablar de la escuela como institución, es hablar de un sistema de reglas organizado, según una
estructura espacial. El término institución puede referirse también a las constituciones políticas, las leyes, los
aparatos que se encargan de la ejecución y el control de esas leyes, así como los prejuicios, las modas, etc. Todas
estas normas, reglas, costumbres, tradiciones, etc. que el individuo encuentra en la sociedad, son aquello que está
instituido y que el sociólogo puede estudiar de manera objetiva.

Este orden de lo instituido es lo que ha sido privilegiado tanto por aquellos que tienen una concepción objetiva del
Derecho como por la Sociología positiva.
Así, para Durkheim, la institución se asimila a lo instituido. Considera a las instituciones, siguiendo la línea de Saint
Simon, Comte y Spencer, como pura coacción exterior, impuesta por la sociedad como una necesidad de regulación
social.

Loureau plantea: “... ésta es una concepción a la vez positivista (la institución es una “cosa”, que coacciona al
hombre desde el exterior), y funcionalista (que busca el sentido, el fin, siguiendo un modelo biológico: las
instituciones se encargan de la regulación de la sociedad para prevenir la anomia, es decir, el aniquilamiento de la
cohesión social.)”

Todas estas concepciones consideran a las instituciones bajo el aspecto de lo instituido, incluyendo las exigencias de
la sociedad para su funcionamiento.

La corriente institucionalista toma esto; Loureau explica que tanto la corriente positivista como la funcionalista se
pierden una dimensión importante de la institución, que es lo instituyente, es decir, el hecho de que la institución, si
se presenta como un hecho exterior al hombre, ha necesitado de su poder instituyente. Y agrega: “... si el hombre
sufre a las instituciones, también las crea y las mantiene por medio de un consenso que no es solo pasividad frente a
lo instituido, sino también actividad instituyente, la cual además, puede servir para la puesta en cuestión de las
instituciones.”

De este modo, la institución produce subjetividad, preexiste al sujeto y es allí donde lo modela. Es algo que lo
atraviesa, pero el sujeto también puede modificarla, puede producir y generar cambios frente a lo establecido.

Lo instituido surge como una fuerza instituyente que crítica y cuestiona lo ya existente. El sujeto cumple un rol
transformador (los institucionalistas toman conceptos del Psicoanálisis y del Marxismo para plantear lo antes dicho,
porque sostienen que es imposible separar al sujeto de lo social, ya que está inmerso en lo social).

Si la institución modela y produce nuevas instituciones, estamos hablando de un movimiento; de un proceso


dialéctico entre lo instituido (lo dado) y lo instituyente (es lo que rompe con lo instituido, implica un origen, un
comienzo) entre la sociedad y el individuo. Esto resulta de un choque de fuerzas (instituido vs. instituyente).

Loureau en su texto “Objeto y método del análisis institucional”, sostiene que: “Las instituciones forman la trama
social que unen y atraviesan los individuos, los cuales por medio de su praxis, mantienen dichas instituciones, y crean
otras nuevas (instituyentes).”

Además, considera que las mismas no solo son lo visible en la superficie de las relaciones sociales, sino que tienen
una cara escondida que se revela en lo no dicho, que es el producto de una represión social, que produce el
inconsciente social. Lo que se censura es la palabra social, que es la posibilitadora de generar cambios. En las crisis
sociales se ven las “vueltas de lo reprimido social”.

Las instituciones son normas, éstas incluyen la forma en que los individuos acuerdan o no, participar de esas normas.
Las relaciones sociales también forman parte del concepto de institución. Su contenido está formado por la
articulación entre la acción histórica de los individuos, grupos, colectividades, y por las normas sociales ya existentes.

La institución atraviesa a los hombres, desde todos los niveles y forma parte de la estructura simbólica del grupo, del
individuo.

El concepto de institución desde la postura Institucionalista, desde ella las instituciones pueden delimitarse en dos
sentidos:

Desde el sentido amplio (campo reflexivo), implica exterioridad al sujeto, un sistema de regularidades establecidas
en un espacio sociocultural determinado con consenso.
Si tomamos el concepto de universalidad, se entiende que el mismo abarca las normas universales, las formas de
regulación establecidas en los códigos o en las costumbres no escritas. Estaríamos aquí en un primer nivel de
abstracción donde encontramos los valores: Dios, Amor, Libertad, Justicia, Educación, Salud, Trabajo, Solidaridad,
Amistad, Verdad, Ética.

En todo sistema socio cultural, hay siempre jerarquías que nos permiten reconocer los valores sobre lo cual no hay
discusión. Los mismos constituyen elementos de cohesión.

Desde el sentido acotado (Campo Restringido), o de la práctica que se da en una determinada situación, y contexto,
nos referimos a que una institución es una organización, es decir, un organismo que tiene un sistema de ingresos y
egresos, un sistema de división de trabajo, organigramas formal, funcional e imaginario, un personal y ocupa un
espacio delimitado, que a la vez tiene espacios determinados utilizados para diferentes cosas.

Si bien las instituciones preceden y modelan al sujeto, éste puede también modelar a las instituciones ya dadas.

Desde este sentido, en una institución podemos encontramos valores tales como: solidaridad, compañerismo,
fraternidad, sacrificio, esfuerzo y familia.

Podemos pensar al Estado como institución de instituciones y reconocer que es la instancia normativa superior en la
sociedad, que regula la vida de los sujetos, que los determina y los produce, imponiendo su ideología y
reproduciendo así sus características en las demás instituciones.

Para mantener su poder, el Estado captura el instituyente y lo atraviesa con su ideología. Al respecto Lourau afirma:
“Lo que el Estado quiere imponer es una fuerza que doblegue y tuerza todas las formas desde las más públicas hasta
las más privadas en el sentido por él deseado: el de la institucionalización.

Este origen de fuerza y voluntad de cambio es reprimido y pasa a conformar el Inconsciente Político, para el cual cita:
“... el movimiento de casi toda la historia parece deslizarse en la mala costumbre, la pérdida de memoria, las
confesiones inconfesables, la destrucción de nuestros más sencillos deseos” [3].

Si pensamos que lo que se reprime es la lucha de poderes, la capacidad de modificar lo ya dado, podemos considerar
que lo que se conoce como Inconsciente Político, en ésta institución, lo encontramos en su momento fundante.

En las instituciones, lo que queda reprimido desde el origen es el instituyente, es una parte oculta, y es lo que hay
que revelar, lo no dicho. Esta es una represión social que produce el INCONCIENTE SOCIAL.

Las instituciones forman la trama social que une y atraviesa a los individuos, los cuales por medio de sus praxis,
mantienen dichas instituciones y crean otras nuevas (instituyentes).

La institución, entonces, produce subjetividad, preexiste al sujeto y es allí donde lo modela. Es algo que lo atraviesa,
pero el sujeto también puede modificarla, puede producir y generar cambios frente a lo establecido.

Si la institución modela y produce nuevas instituciones, estamos hablando de un movimiento; de un proceso


dialéctico entre lo Instituido (lo dado) y lo Instituyente (es lo que rompe con lo instituido, implica un origen, un
comienzo) entre la sociedad y el individuo. Esto resulta de un choque de fuerzas (Instituido vs. Instituyente).

2 El análisis institucional implementa tres niveles como herramienta de intervención en una institución:

- Nivel universal: Desde lo universal, son los valores que encuadran las actitudes humanas, éstos tienen una
permanencia moral y significativa que le dan sentido a la institución.

- Nivel Particular: Desde este nivel, los valores comienzan a tomar cuerpo y se sostienen de forma automática y en
relación a algo que ajusta la vida humana a la vida institucional: estos valores nos disciplinan.
- Nivel de la Singularidad: Nos habla de la acción humana, de la acción social pura la cual no existe porque nunca
está libre ni de valor ni de institución. Con respecto a la acción humana nos referimos a lo que cada uno hace con la
singularidad de nuestros actos, estos pueden obedecer o no al orden. Siempre la acción humana que rompe un valor
lo hace en nombre de otro valor.

PROCESO INSTITUCIONAL.

La corriente institucionalista entiende a la institución como un proceso: Instituyente - Instituido - Institucionalización.


Tienen una manera de ver más abarcativa que los positivistas y los funcionalistas.

El INCONSCIENTE POLÍTICO es el momento instituyente que fue reprimido por el poder, dado que para perpetuarse,
el Estado no acepta un consenso que pueda romper con lo instituido. Se reprime la posibilidad de un instituyente.

Inconsciente político: Inconsciente porque es reprimido y político porque hay lucha de poderes.

Para poder develar lo oculto y alcanzar el inconciente político es necesario hacer referencia a los analizadores.

En todo instituyente, en todo origen, siempre hay una lucha de poderes que queda reprimida. Lo que se reprime es
la capacidad de modificar lo ya dado. Es esa fuerza y ese consenso solidario, que está siempre presente en todas las
instituciones y que es lo que haría tambalear lo instituido.

Lo INSTITUIDO es aquello que está cristalizado, que perdura en el tiempo, la naturalización de las instituciones.
Hablamos de las leyes, los aparatos encargados de la ejecución y control de esas leyes, así como las costumbres, las
tradiciones, etc. es aquello que puede ser estudiado de manera objetiva.

Lo INSTITUYENTE es lo que rompe, modifica o tensiona lo instituido, es el origen de una institución. Lo instituyente
se puede observar en los procesos históricos de crisis, cambios, revolución, etc.

La INSTITUCIONALIZACIÓN es el proceso por el cual una fuerza o una forma social deviene equivalente a formas ya
existentes, legitimadas por el Estado.

En relación a esto, CASTORIADIS introduce los conceptos de IMAGINARIO EFECTIVO e IMAGINARIO RADICAL, los
cuales se relacionan de manera directa y en ese orden a los conceptos de instituido e instituyente. Para entender
una institución como proceso, tenemos que entender el imaginario social. Una institución es el imaginario que hay
sobre ella y para romper con ese instituido hace falta un poder instituyente con consenso donde se juegue lo
imaginario. De lo anterior se desprende un proceso o juego constante entre ambos imaginarios.

Teniendo en cuenta lo antes mencionado podemos pensar al Estado como institución de instituciones y reconocer
que es la instancia normativa superior en la sociedad, que regula la vida de los sujetos, que los determina y los
produce, imponiendo su ideología y reproduciendo así sus características en las demás instituciones. Para mantener
su poder, el Estado captura el instituyente y lo atraviesa con su ideología. Al respecto Loureau afirma: “Lo que el
Estado quiere imponer es una fuerza que doblegue y tuerza todas las formas desde las más públicas hasta las más
privadas en el sentido por él deseado: el de la institucionalización. Este origen de fuerza y voluntad de cambio es
reprimido y pasa a conformar el inconsciente político, para el cual cita: “... el movimiento de casi toda la historia
parece deslizarse en la mala costumbre, la pérdida de memoria, las confesiones inconfesables, la destrucción de
nuestros más sencillos deseos”.

Aquí vemos, que es agregado otro concepto: INSTITUCIONALIZACIÓN, es lo que hace presente al Estado, este último
es el responsable de esta institucionalización. Como ya ha sido citado, el Estado homologa lo instituyente a lo ya
instituido para que no se pierda y se mantenga, para perpetuarse, ya que lo instituyente es lo que rompe con lo
instituido e intenta modificar lo establecido. El Estado cuando ve que algo tiene mucho consenso lo captura. De esta
manera se perpetúa, por eso es tomado como institución de instituciones. Regula la vida de los sujetos, impone su
ideología y reproduce sus características en las demás instituciones. Las instituciones reproducen lo que el Estado
integra como instituyente, es una estructura, un sistema. Instituyente es solo un momento, un instante, porque una
vez que el Estado lo captura se transforma en instituido. No se habla nunca de un instituyente constante, este no
existe.

3 Para Loureau el análisis de una institución tiene que ver con los ANALIZADORES, que no son personas, sino que la
institución misma lo hará.

Toda institución tiene un doble sentido, por un lado expresa el deseo y por otro lo reprime. Se puede acceder a eso
no dicho, a lo reprimido, a través de los analizadores, que son aquellos por los cuales la institución habla.

Permiten develar, desocultar aspectos del funcionamiento institucional que no parecen evidentes a una primera
mirada. Toda institución siempre habla a través de ellos; los analizadores están institucionalizados. El verdadero
análisis y la verdadera intervención está dada por los analizadores.

Según Loureau, se denomina analizador a lo que permite revelar la estructura de la institución, provocarla, obligarla
a hablar. Los analizadores son situaciones que pueden estar en el discurso, en el edificio, en una persona.

A través del análisis de los analizadores se reconstruye el proceso de la institucionalización, es decir, se descubre
como todo fue aplastado, deformado, disimulado bajo el poder legitimador del Estado.

Ulloa, plantea el concepto de analizador comparado con el concepto de FRACTURA, y dice que ambos son
herramientas para poder captar la dinámica institucional.

La institución tiene una distribución entre el tiempo, el espacio y las responsabilidades, que están articuladas.
Cuando una articulación (espacio, tiempo, roles) está perturbada aparece la fractura. Toda fractura es un analizador,
pero no todo analizador es una fractura.

Una fractura no pasa desapercibida, sino que produce un malestar, hace síntoma en la institución, la gente padece el
síntoma, pero es algo inconsciente. Al tomar la fractura como síntoma, son motivos por los que la gente pide ayuda.
Nos vamos a encontrar también con los analizadores que revelan el mal sin hacer síntoma.

La fractura irrumpe, no estaría siempre presente, el analizador está siempre presente. Los dos denuncian, pero la
fractura produce malestar en la gente, lo que es consciente es el malestar no el origen.

Loureau plantea que hay un término que se opone a la objetividad que pretenden fijar los investigadores en Ciencias
Sociales. Este término es el de IMPLICANCIA, que incluye la transferencia y la contratransferencia, pero es un
término más amplio.

Loureau sostiene que la implicancia tiene que ver con lo que nos pasa cuando estamos en instituciones, pero que va
más allá de eso, que estamos siempre implicados por estar atravesados por múltiples instituciones que conforman
nuestro contexto, en el que a su vez está inserta la institución sobre la que trabajamos. Nos acercamos a la misma
desde nuestra polisegmentaridad, razón por al cual la implicancia siempre está en nosotros, aun antes de llegar a la
institución.

Están en juego las instituciones sociales que han producido a cada sujeto.

Loureau dice que el observador ya está implicado en el campo de la observación, que su intervención modifica el
objeto de estudio, lo transforma: “El analista, (...), es siempre por el sólo hecho ya de su presencia, un elemento del
terreno.”

La institución atraviesa todos los niveles de una formación social determinada, no se la puede considerar como nivel
porque está presente en todos los otros. Es una dimensión fundamental que atraviesa y funde a todos los niveles de
la estructura social.
Se habla entonces de implicación en varios aspectos:

Implicación institucional: Habiendo considerado la distancia institucional como la divergencia entre la acción y sus
bases racionales, implicancia institucional es el conjunto de las relaciones concientes o no que existen entre el actor
y el sistema institucional.

Implicación práctica: Indica las relaciones reales que el actor mantiene con lo que se denominó la base material de
las instituciones.

Implicación sintagmática: Es la implicación inmediata que caracteriza la práctica de los grupos, la articulación de los
datos disponibles para la acción.

Implicación paradigmática: Es la mediatizada por el saber y por el no saber, acerca de lo que es posible y de lo que
no es posible hacer o pensar.

Implicación simbólica: Es la que más se expresa y menos se piensa. Es el lugar donde todos los materiales, gracias a
los cuales la sociedad se articula, dicen otra cosa: el vínculo social, vivir juntos, entenderse y enfrentarse.

También Loureau hace referencia a esto diciendo que hay un término que se opone a la objetividad que pretenden
fijar los investigadores en Ciencias Sociales. Este término es el de implicancia, que incluye la transferencia y la
contratransferencia, pero es un término más amplio. Están en juego las instituciones sociales que han producido a
cada sujeto. Loureau dice que el observador ya está implicado en el campo de la observación, que su intervención
modifica el objeto de estudio, lo transforma: “ El analista, (...), es siempre por el sólo hecho ya de su presencia, un
elemento del terreno[1].”

Además, Loureau y Lapassade, quienes definen a la misma como “el conjunto de las relaciones, concientes o no, que
existen entre el actor y el sistema institucional”.

El atravesamiento y la transversalidad, nos permiten comprender mejor la relación entre instituido e instituyente y
entre poder vertical y horizontal.

ATRAVESAMIENTO: Apelamos a la incidencia que las instituciones tienen en los sujetos, debido a que éstas los
moldean y producen subjetividad.

En el atravesamiento no hay lucha visible de poder, es cuando produce subjetividad y está ligado al concepto de
implicancia. El estado como institución atraviesa y produce los sujetos y estos, a su vez pueden modificar las
instituciones, (cuando se habla de la posibilidad de romper con lo instituido).

TRANSVERSALIDAD: Tiene que ver con la incidencia de una institución en otra y la posibilidad de un grupo humano
de transformar aquello instituido, a través del consenso que le permita llevar acabo una acción instituyente.

Para referirnos a la transversalidad, primero hay que describir los distintos grupos que se pueden encontrar en las
instituciones, los cuales dan cuenta de los procesos institucionales. Estos grupos se diferencian porque pueden o no
ser instituyentes; y se define como grupo sujeto y grupo objeto, respectivamente.

GRUPOS OBJETOS:

- PROPIAMENTE DICHO: Es aquel que cumple absolutamente con la norma y es hablado por la institución. No hace
ningún tipo de modificación, sigue reproduciendo las consignas institucionales, es burocrático, se mueve en forma
individualista, sin sentido, sus miembros están conectados entre sí sólo para cumplir la norma. Su acción es la que se
espera de ellos. No tienen estructura libidinal.
- GRUPO DE SECTA O BANDA: En este tipo de grupos hay un líder, los agrupa una idea, se manejan con una
estructura libidinal pero es un grupo muy rígido porque el que no acepta las normas queda fuera del grupo, son
monosegmentario (un sólo segmento).

Por ende, no reconocen la polisegmentaridad, es decir, que no reconocer que hay varias personas en el grupo,
porque lo que en realidad los une es la idea de líder.

Son contestatarios pero no producen modificaciones (no son instituyente), no tienen la capacidad de modificar nada,
todo lo exterior funciona como negativo; la ley cae sobre ellos de manera absoluta.

Ninguno de los dos tipos de grupo objeto produce instituyente.

GRUPO SUJETO: Se puede decir que es la condición de toda acción instituyente. Es aquel que opera o se propone
lograr ciertos desprendimientos de lo establecido, pueden abrirse a un más allá de sus intereses puntuales. Son los
hablantes de la institución.

Conoce y reconoce el poder horizontal y la verticalidad, por eso puede romper con las normas y transformarse en
instituyente dado que puede cuestionar al otro.

Conocer el poder horizontal es reconocer las diferencias y los límites; por eso es el que tiene la posibilidad de
producir instituyente o tensionar lo instituido. Instituyente implica fuerza, consenso, cantidad. Conoce el poder
horizontal, reconoce la polisegmentaridad, las diferencias, los integrantes son distintos, pero tienen que saber cuál
es el ideal que los aglutina.

Este tipo de grupo sabe del poder vertical, sabe reconocer los agujeros de éste poder, sabe cómo funciona, conoce
sus leyes, se apropia de sus normas y las modifica.

Entonces, este grupo presenta solidaridad, puede armar redes sociales, puede producir la creatividad para soportar
la polisegmentaridad.

Así llegan a la transversalidad, es necesario tener en cuenta que hay dos ejes: el poder vertical y el horizontal que se
cruzan, allí es donde se produce la transversalidad, que es el espacio para crear; cuando hay transversalización, hay
incidencia de una institución en otra (se generan nuevos discursos y prácticas). Es el punto donde se une el poder
horizontal (el poder de los miembros del grupo) y el poder vertical (el poder de las normas de la institución), aquí el
grupo sujeto podrá construir un instituyente, modificar la institución. Una vez que se sabe del poder vertical y del
poder horizontal, no se va de lleno contra el poder vertical, sino que se puede transversalizar, esto significa poder
negociar, saber dónde están los déficits, saber fundamentar lo que está fallando en el poder vertical. Es muy
importante conocer el funcionamiento de ambos poderes para modificar o crear nuevas situaciones a partir de un
sentido.

De este modo, la transversalidad hace referencia a la dimensión fundamental que atraviesa a todos los niveles de la
estructura social. Es el fundamento de la acción instituyente de todos los agrupamientos.

La misma reside en el saber y en el no saber de cada grupo acerca de su polisegmentariedad, condición


indispensable para pasar de grupo objeto a grupo sujeto.

Según Kaminsky las instituciones tienen ojos que son los grupos. A través de ellos es posible entrever a los que son
objetos y sujetos de la institución.

La transversalidad es la posibilidad que tiene un grupo sujeto de provocar un cambio o desestructurar a la institución
de instituciones. Pero hay que aclarar que solo por un momento es instituyente, luego es homogeneizado por el
Estado (transversalidad - atravesamiento - transversalidad - atravesamiento - etc.).
La diferencia radica en que con la transversalidad se negocia el poder, en cambio en el atravesamiento, no hay lucha
de poder, dado que somos atravesados en forma “inconsciente” por las instituciones instituidas en el contexto en el
cual nacemos.

4 DINÁMICA INSTITUCIONAL.

Las instituciones forman una trama social que unen y atraviesan a los individuos, quienes a través de su práctica
mantienen dichas instituciones. Para dar cuenta de la dinámica de una institución debe tenerse en cuenta tres
procesos: PODER – BUROCRACIA – IDEOLOGIA.

Hablar de procesos institucionales implica movimiento, es decir, la articulación que entre ellos se establece, puede
mantenerse o modificarse con el paso del tiempo, caracterizando en cada momento a la institución.

PODER surge en la humanidad en forma preinstitucional, no es posible pensar en una institución sin poder, esto es
así porque para que perduren en el tiempo, las instituciones deben tener un sistema de control, un sistema de
premios y castigos, un dispositivo que plantee claramente los objetivos de la institución, un sistema de roles
definidos, etc.

Debemos entender al poder sin adherirle una valoración positiva ni negativa, sino que éste tiene que ver con la
posibilidad de que los que lo ejercen influyen, actúan, operan para disuadir y dominar al resto de los integrantes de
la institución.

Se trata de una situación asimétrica, de una relación binaria, fundada por un lado, en la disposición al ejercicio del
poder y por el otro, en la disposición a la subordinación.

El poder es la posibilidad que tiene una persona o grupo (institución o no) de influir en la conducta de otra persona,
grupo o institución. Cuando digo influir, puede ser influencia psicológica (de unos o de otros) que genera una suerte
de dependencia; o significar una situación en donde, además de lo psicológico pueda haber una sujeción material o
una dependencia tan grande que puede terminar en la subordinación. O puede ser orgánica, normativa, que
establece dependencia de uno sobre otro. El poder implica el no poder, porque si es poder ante nadie es patológico.
Para que se pueda hablar de poder tiene que hablarse de una situación dialéctica, porque uno implica el otro. Es
importante entender esta relación dialéctica porque al poder también hay que analizarlo desde el no poder, siempre
es poder de algo o alguien, sobre alguien o algo.

El poder ha pasado de ser totalizador a ser un poder parcial. Hoy en día lo que encontramos es el poder vinculado a
las esferas económica, política o de los grupos sociales. Las esferas generales del poder tienen poder sobre cada uno
de los sujetos. Simultáneamente, hay cada vez más esferas hasta llegar al núcleo que es el sujeto en situación
primaria, familiar, donde hay pertenencia, atravesado por todas estas capas de poder. El sujeto tiene que atravesar
todos estos condicionamientos para llegar a ser sujeto. Lo que no se sabe es cómo se articula en la cabeza del sujeto
este poder. La cuestión del poder está desde el momento en que nacemos; por ejemplo, cuando nacemos hay una
regulación de poder entre la madre y el hijo. La sociedad regulada es una sociedad de poder. Las sociedades no
reguladas no evolucionan, sin embargo, tampoco evolucionan las sociedades muy reguladas. Las sociedades que
evolucionan son las que son una mezcla de regulación y libertad.

En el plano psicológico el hombre (antropológicamente) es un ser de poder. En todo grupo va a aparecer el poder
inevitablemente.

En el plano sociológico el hombre es un ser social, vive en una sociedad, lo que hace es socializarse con las normas,
reglas, etc...

El sujeto incorpora esta idea de que el poder existe y por más que al principio se enoje, luego entiende que es
necesario y se pasa a cumplir la ley de secuencia generacional donde los hijos reemplazan a los padres. El dominado
pasa a ser dominante, esto quiere decir que el sistema funciona. El poder es inherente a la sociedad contemporánea.
El sistema sujeta desde varios lados, nadie que quiera salir del sistema se va totalmente, solo se va en parte.

Cerca del sujeto está la Escuela que entre otras funciones tiene la de enseñarnos que tanto las normas, las reglas y
el poder, existen. Que vivimos en una sociedad pautada y organizada. La escuela está atravesada por todos estos
condicionamientos. En cada uno de los niveles, las condiciones son recreadas, pero la escuela tiene normas
particulares que no pueden estar en contradicción con las normas generales.

El poder normativo se va sucediendo. El poder supone saber, por lo tanto produce efectos de verdad. Poder también
implica autoridad, que es la primera toma del poder formal. Pero esta autoridad no supone el poder en sí misma. Si
la autoridad no ejerce el poder no hay poder, hay una función de autoridad que no se cumple.

Hay veces que se puede encontrar paralelo al poder formal, el poder informal. En ese caso hay un problema.

Hay una relación dialéctica entre el poder que no quiere morir y el no poder que quiere matar, no se limita a mirar el
poder, intenta sacárselo. Este juego de tensión entre el poder y el no poder es lo que se encuentra (siguiendo con la
institución “Escuela”) en la escuela (en acciones, en palabras, etc...). El poder necesita permanentemente ser
legitimado, tener consenso.

La teoría Marxista hace una aproximación al concepto de poder. Tiene una concepción centralizada del poder, como
una pirámide. Es el poder de las clases sociales. El poder va variando de acuerdo a la formación social
(propietario/no propietario). Para esta teoría el Estado es dependiente de la clase dominante. El poder concurre en
la lucha de clases, una clase social detenta el poder sobre otra, hay un poder centralizado.

Foucault desarmó la teoría marxista, sobre todo el concepto de centralidad del poder. Este autor tiene una visión del
poder más descentralizado. Habla de micropoderes, que es el poder existente en cada uno de los espacios sociales,
que construye activamente a los sujetos, los fabrica: la norma ingresa por el cuerpo para modelar la conciencia que
determine la acción de ese cuerpo. Lo que nunca pudo explicar Foucault es cómo articular la teoría micro con la
teoría macro de Marx.

En la escuela, por ejemplo, hay que ver hacia dónde va el poder, el para qué del poder, la relación del sujeto con el
poder que tiene; porque no siempre el poder es malo, puede ser un poder bien dirigido. No se van a encontrar
formas puras del ejercicio del poder en ningún lado.

Según Gramsci para que haya Poder tendrá que haber consenso y, por lo tanto, una aceptación subjetiva. Para que el
dispositivo sea eficaz, del lado de la subordinación tiene que haber una predisposición psicológica para ser capturado
por él.

Dentro del marxismo, Althusser dice que “el Poder necesita una fábrica de subjetividad para legitimarse”. El
dispositivo funciona porque hay otros que quieren formar parte de él, sino no funcionaría. El Poder siempre sabe,
nunca duda y da la imagen de omnipotencia.

No existe una sin la otra, hablar de poder nos remite a una relación que se expresa a través de la subordinación y la
obediencia.

El poder puede manifestarse en una modalidad panóptica: controlar, vigilar y castigar, es una forma de examinar
todo aquello que cumple o no con las reglas y las normas de una institución; a esto se anexa un sistema de premios y
castigos.

La BUROCRACIA es un fenómeno de las sociedades modernas occidentales, que surge a partir de la necesidad de
administración y organización capitalista. Es necesaria en toda institución compleja. Se fija en la estructura funcional
y orgánica de la institución, supone un sistema de funciones que son llevadas a cabo por diversas personas que
encarnan esa institución y aseguran su existencia más allá de su persona (distribución de tareas, funciones, horarios,
espacio, asignación de responsabilidades en el control normativo, etc.).
El Poder necesita de la burocracia para preservarse, ya que éste existe porque no se devela, no se muestra entero.
La burocracia repite un orden, no crea Poder sino que lo aplica.

El fenómeno burocrático adquiere la forma de alienación ya que arrebata a los sujetos el poder de decisión, la
iniciativa y, por lo tanto, la responsabilidad de sus actos.

Según G. Lapassade, “La burocracia sabe perfectamente que la verdadera riqueza es el trabajo de la colectividad, la
competencia de los demás, los instrumentos colectivos de Poder. El problema radica en apoderarse de ese conjunto
haciéndolo servir en beneficio propio” [2]. Lapassade introduce el concepto de padre burocrático, que sería el padre
que cumple estrictamente con la norma, pero no hace nada más que eso. A esto agrega que de igual manera hay
escuelas burocráticas, es decir, escuelas que cumplen con la norma pero no tienen ninguna evolución institucional,
no son creativas, anteponen la norma por sobre todas las cosas.

La burocracia, en un sentido adjetivo, es entendida como el funcionamiento que lentifica, obstaculiza, molesta, en
vez de ordenar (Burocratización). Se trata entonces de la despersonalización de los procedimientos. La misma pierde
sentido, rompe con los vínculos entre los sujetos y cubre al poder de cualquier responsabilidad juzgada por los
subordinados.

La IDEOLOGÍA, en sentido amplio se la puede entender como el conjunto de creencias y como cosmovisión del
mundo de los sujetos. En su sentido débil, designa los sistemas de creencias políticas.

Su sentido fuerte, tiene origen en el concepto de ideología de Marx entendido como “falsa conciencia de las
relaciones de dominación entre las clases”. Esta “falsa conciencia” oculta los aspectos antagónicos de la dominación
facilitando la aceptación del Poder. Esta visión predominó hasta que apareció la teoría de Marx, quien en su texto
“Ideología Alemana” va a decir que esto no es verdad. Va a establecer una relación causal entre el modo de pensar
las formaciones ideológicas y la formación social, que es donde están las relaciones de producción y el desarrollo de
las fuerzas productivas. A cada uno de estos campos les va a corresponder determinados campos ideológicos: Marx
utiliza el término “ideología dominante”.

La corriente llamada Idealismo va a decir que la conciencia es lo que determina el ser. Marx da vuelta esta definición
y va a decir que el ser es lo que determina la conciencia. Plantea que en realidad las ideologías no expresan
directamente las relaciones sociales, sino que la ideología es la inversa de la realidad. Este autor introduce el
concepto de alienación y afirma que el hombre vive en la sociedad alienado, extrañado de su propio producto. Las
ideologías apuntan a la alienación.

Althusser al referirse al término ideología sigue con la inversión de los términos propuesta por Marx, pero plantea la
ideología como ilusión (basándose en el estadio del espejo de Lacan). Agrega que la ideología le da solidez a la
construcción social. Habla de las ideologías como campos o espacios homogéneos.

En la Posmodernidad sobrevino una crisis de las ideologías, sobre este tema Bell dice que hay una crisis de la verdad
de las ideologías. Vuelve la idea de que en realidad no hay verdad, hay interpretaciones. Aparecen las “ideologías
blandas”.

Lyotard y Lipovetsky plantean que con la posmodernidad, la modernidad entra en crisis: no hay metarrelatos, no
hay utopías, no hay sujeto que pueda poner en peligro la clase dominante, que pueda revolucionar, no hay clase
obrera, no hay Dios que organice al hombre, no hay relato que lo comprenda.

“Nuestra hipótesis es que el saber cambia de estatuto al mismo tiempo que las sociedades entran en la edad llamada
postindustrial y las culturas en la edad llamada postmoderna”. (Lyotard)

“... El antiguo principio de que la adquisición del saber es indisociable de la formación del espíritu, e incluso de la
persona, cae y caerá todavía más en desuso. (...) El saber es y será producido para ser vendido, y es y será consumido
para ser valorado en una nueva producción: en los dos casos, para ser cambiado. Deja de ser en sí mismo su propio
fin, pierde su “valor de uso”. (Lyotard)

“En lugar de ser difundidos en virtud de su valor “formativo” o de su importancia política (...), puede imaginarse que
los conocimientos sean puestos en circulación según las mismas redes que la moneda, y que la separación
pertinente a ellos deje de ser saber/ignorancia para convertirse, como para la moneda en “conocimientos de
pago/conocimientos de inversión”, es decir, conocimientos intercambiados en el marco del mantenimiento de la
vida cotidiana, (...) versus créditos de conocimientos con vistas a optimizar las actuaciones de un programa.”
(Lyotard)

En el Posmodernismo no hay sujeto, se puede tener un ordenador inconsciente que nos produce como sujetos
individualmente, pero no como sujeto colectivo para poder transformar algo. “En este tiempo en que las formas de
aniquilación adquieren dimensiones planetarias, el desierto, fin y medio de la civilización, designa esa figura trágica
que la modernidad prefiere; la reflexión metafísica sobre la nada. El desierto gana, en él leemos la amenaza
absoluta, el poder de lo negativo, el símbolo del trabajo mortífero de los tiempos modernos hasta su término
apocalíptico. Estas formas de aniquilación, llamadas a reproducirse durante un tiempo aún indeterminado, no deben
ocultar la presencia de otro desierto, de tipo inédito, que escapa a las categorías nihilistas o apocalípticas y es tanto
más extraño por cuanto ocupa en silencio, la existencia cotidiana, la vuestra, la mía, en el corazón de las metrópolis
contemporáneas. Un desierto paradójico, sin catástrofe ni tragedia ni vértigo, que ya no se identifica con la nada o
con la muerte (...) Consideremos esa inmensa ola de desinversión por la que todas las instituciones, todos los
grandes valores y finalidades que organizaron las épocas pasadas se encuentran progresivamente vaciados de su
sustancia.” (Lipovetsky)

La ideología dentro de la institución, generalmente adquiere el formato de la escuela. La escuela está inmersa en un
sistema social, por lo tanto no es generadora de ideologías, de un modo de pensar y ver. Hay estructuras de relatos
de fuentes heterodoxas.

Poder y burocracia están atravesados por lo ideológico. Hay una crisis de la institucionalidad y por lo tanto una crisis
de las ideologías que sustentaban esto. No hay ideologías suficientemente comprensivas de lo que está ocurriendo.

Otra cuestión que tiene que ver con la construcción de ideología es el MITO. En las sociedades primitivas y arcaicas
el mito resulta el fundamento de la vida social y de la cultura. Para tales sociedades, el mito es considerado como
expresión de la verdad absoluta, porque refiere una historia sagrada, una revelación que ha tenido lugar en el
tiempo sagrado de los comienzos. Siendo real y sagrado, el mito se vuelve ejemplar y repetible, sirve de modelo y de
justificación para todos los actos humanos.

El mundo moderno conserva todavía cierto comportamiento mítico. A través de la creación mítica universal y de
cada pueblo en particular las diferentes culturas intentan dar una respuesta al enigma del origen. Los mitos
preexisten al sujeto y forman parte de su herencia. No son una construcción individual, es una construcción social. El
mito sostiene a toda la sociedad, es un entramado, una red.

Mircea Eliade en su texto “Los mitos del mundo contemporáneo”, habla de construcciones ideológicas como el mito
y el logo, que son dos formas de saber. El hombre apunta a un orden, para entender el mundo se apoya en un
aspecto de la Ciencia, lo que falta, la ideología de la institución lo completa con un mito. El mito no es algo falso, sino
que implica algo que produce realidad.

En Occidente se inclinaron por el logo y no por el mito, pero sin embargo no fue suficiente porque la razón no explica
todo y eso lleva a replantearse cosas. Si el logo alcanzara el mito no existiría. El mito aparece donde el logo no puede
tener incidencia completa, donde la razón no alcanza. El logo es inacabado, no es infinito, somos incompletos y
creamos mitos para completar lo que no se completa.

Algunos de los mitos institucionales son: el de la madre nutricia, el mito de origen, el mito del héroe, el mito del
progreso...
La Ideología, definida como cosmovisión del mundo, por oposición al funcional – estructuralismo: Lévi-Strauss
afirmaba que el MITO “como el resto del lenguaje, está formado por unidades constituyentes” que deben ser
identificadas, aisladas y relacionadas con una amplia red de significados. Así pues, los fenómenos culturales pueden
considerarse como producto de un sistema de significación que se define sólo en relación con otros elementos
dentro del sistema, como si fuera el propio sistema quien dictase los significados. Y también por oposición a la
Ideología que el Estado captura, institucionaliza y reproduce para perpetuarse.

La ideología como cosmovisión del mundo se refiere a cómo y de qué manera captan el mundo los actores de una
institución, a través de la complementación recíproca entre la razón y el mito. Lo que la razón (logos  ciencia) no
puede explicar, es completado por el mito. “Porque los mitos no están ausentes en la sociedad, lo que ocurre es que
no se reconocen con facilidad, ya que las notas esenciales del comportamiento mítico – modelo ejemplar, repetición,
ruptura de la duración profana e integración del tiempo primordial – son inherentes a toda condición humana.

Dentro del concepto de ideología está inmerso el de mito institucional. En las sociedades primitivas y arcaicas el mito
resulta el fundamento de la vida social y de la cultura.

Loureau toma como institución mayor al Estado en sentido estructural, como un sistema que tiene interrelaciones
inconscientes que nos atraviesan y que para imponer ideologías utiliza a las instituciones. Por esta razón se considera
al estado como Institución de instituciones.

5 ESTRUCTURA LIBIDINAL.

Para lograr una comprensión profunda de lo que llamamos Estructura Libidinal, es preciso hacer referencia a la
instancia psíquica llamada Ideal del Yo. La misma se constituye gracias al ingreso de un tercero en la díada que
forma el bebé con su madre, desde los primeros momentos de su vida. El niño se encuentra en una etapa de
narcisismo puro, y mediante el proceso de identificación, considerada esta como la primera forma que un sujeto se
relaciona afectivamente con otro, introyecta sus primeros objetos de amor y comienza a moldear su yo.

Ésta relación especular y atemporal sostenida por la relación entre madre – hijo, se rompe con el ingreso de un
tercero. El Yo Ideal, hasta el momento como única construcción yoica en la vida de este niño, está regido por el
proceso primario, a través del cual el bebé introyecta sólo lo placentero y expulsa aquello que no le causa placer
(principio de atribución). Decimos que ésta es una identificación primaria.

El tercero surge interrumpiendo los procesos hasta aquí considerados, produciéndose el ingreso de la ley encarnada
por el padre (o quien cumpla dicha función), imponiendo en este sujeto la necesidad de búsqueda de nuevos objetos
de amor.

Se erige entonces una nueva instancia: El Ideal del Yo, como heredera del Yo Ideal, conserva los ideales que el sujeto
ha construido desde los vínculos entablados en la primera infancia, agregándose la auto observación, la conciencia
moral, la censura onírica y la influencia del mecanismo de la represión.

El proceso primario es reemplazado por el proceso secundario, gracias a las influencias del medio y a las exigencias
que éste le plantea al yo. Surge así la capacidad de espera y la tolerancia a la frustración.

Si bien Freud no deja de ser historicista aquí habla de estructura porque lo que interesa, es el sistema de relaciones
que se establece entre los elementos y no los elementos en si, al modificar uno de éstos se modifica toda la
estructura.

Freud plantea que una masa se encuentra unida por el entramado de relaciones libidinales entre el líder (o idea) que
rodea a una masa y entre los integrantes entre sí. Por lo tanto, lo que sostiene y da sentido a una masa es la
estructura libidinal.
Cuando un sujeto forma parte de una masa, lo hace gracias a la existencia en él de un aparato psíquico escindido,
con la presencia de un Ello, un Yo y un Ideal del Yo. Este último es depositado por los miembros de la masa en una
persona o idea, que opera como líder de dicha masa. Esto se produce gracias al mecanismo de la identificación, pero
en esta ocasión, la misma permite la satisfacción de un rasgo de este ideal que produce un sujeto.

Se produce un doble vínculo: con el líder y con los miembros de la masa.

La estructura libidinal de una institución puede ser representar de forma piramidal, podemos ubicar en el vértice al
líder de dicha institución y en el resto de la pirámide a la masa o demás miembros de dicha institución; estos últimos
se identifican con un rasgo de este líder y depositan en él su Ideal del Yo.

La Estructura Libidinal de una institución, puede ser definida desde lo metapsicológico y desde lo fantasmático:

- Desde lo metapsicológica tiene que ver con la doble ligazón libidinal entre los miembros de la masa, que se
establece a partir de que proyectan su Ideal del Yo en la figura de un líder, y como consecuencia de esta proyección
se identifican entre sí por medio del tercer tipo de identificación. Según Freud, surge cuando “el sujeto descubre en
sí, un rasgo común con otra persona que no es objeto de sus instintos sexuales”, esto es una identificación histérica,
ya que es a un rasgo y la meta sexual está inhibida.

- Desde lo fantasmático, tiene que ver con la fantasía inconsciente de que el líder ama a todos por igual. Este
argumento es compartido por todos los miembros de la masa y hace que el líder sea visto como omnipotente, no
castrado, dando lugar a que el Ideal de yo, de los miembros de la masa, sea depositado en él.

En la estructura libidinal se juega una exacerbación del narcisismo por la omnipotencia del líder o idea, y una
restricción del mismo en pos del ideal por el enlace libidinoso al resto de los miembros.

El vínculo de la masa con el líder es ambivalente, de amor y de odio, por ocupar un lugar deseado y que podría ser
ocupado por alguno de los integrantes de la masa.

Una masa no permanece absolutamente estática, ya que se puede pasar de una estructura libidinal a otra, y este
movimiento puede estar dado por dos hechos diferentes:

- Pulverización del líder: Se da por cuestiones externas a la masa y genera un fenómeno de pánico en la misma. Se
rompen los lazos afectivos entre los miembros, ya que el rasgo común que los unía era la proyección del ideal en el
líder, por lo tanto, sin esta no hay identificación entre ellos, no hay ligazón; de esta forma la masa se disuelve.

- Alianza fraterna: Se produce por movimientos internos de la masa, que generan alianzas para destituir al líder
porque no cumple con los ideales que los miembros depositaron en él. El lugar pasa a ser ocupado por alguno de los
miembros de la masa, produciéndose una nueva estructura libidinal.

En conclusión, cuando hay Estructura Libidinal hay ideales, y esto es lo que da sentido a una institución. Si una
institución no posee tal estructura solo se sostiene por lo burocrático y está vacía de sentido. Los ideales son siempre
positivos y son tomados de la cultura, el líder ocupa un lugar positivo que la masa desearía ocupar. Hay poder en el
líder, pero también hay poder en la masa, puesto que ella lo mantiene, le otorga poder.

S. Freud adoptó la hipótesis de C. Darwin, según la cual, la forma primitiva de la sociedad humana habría sido la
horda sometida al dominio absoluto de un poderoso macho. Los destinos de dicha horda han dejado huellas
imborrables en la historia hereditaria de la humanidad, y sobre todo, que la evolución del totemismo, que engloba
los comienzos de la religión, la moral y la diferenciación social; se halla relacionada con la muerte violenta del jefe y
con la transformación de la horda paterna en una comunidad fraternal. El Mito científico tiene dos momentos:
El primero es el de la HORDA PRIMITIVA que dice que habría existido un protopadre en la masa. Los individuos de la
masa se hallaban enlazados unos a otros mientras el padre de la horda permanecía libre, eran enérgicos e
independientes sus actos intelectuales. Su voluntad no precisaba ser reforzada por la de otros.

Freud, deduce que su Yo no se encontraba muy ligado por lazos libidinosos y que amándose sobre todo a sí mismo,
sólo amaba a los demás en tanto en cuanto le servían para la satisfacción de sus necesidades.

Éste protopadre (poderoso macho) poseía un narcisismo ilimitado (el cual satisfacía sus necesidades sin limites), no
tenía falta, era tomado (por la masa) como no castrado.

Mientras que el jefe mismo no necesita amar a nadie, puede erigirse en dueño y señor, y aunque absolutamente
narcisista, se halla seguro de sí mismo y goza de completa independencia.

La ilusión de la masa artificial de que el jefe ama por igual a todos no es más que una transformación idealista de la
horda primitiva donde los individuos se sentían todos por igual perseguidos y atemorizados por el jefe. Al morir su
sucesor será su hijo el nuevo protopadre.

Éste superhombre, coartaba la relación entre hombres y mujeres, él era el único que tenía relaciones sexuales con
las mujeres, porque les pertenecían, y podía matar o expulsar a cualquier hombre.

Los miembros de esa horda tenían la sensación de ser odiados por ese padre.

El segundo es el de la ALIANZA FRATERNA (debe haber un ideal en común para que exista), se supone (aquí
comienza la alianza) que a partir de sucesivas expulsiones y matanzas, cansados de esta situación, los hijos menores
se alían entre sí, matando al padre y realizando la comida totémica, es decir, lo incorporan (se lo comen), para tener
la esencia y la fuerza del muerto, lo bailan y lo lloran en una cena.

Hay un pasaje de la naturaleza a la cultura, a partir de la “culpa” que genera el haber matado. Aparece el orden legal,
se instaura el orden simbólico, la prohibición de matar, la prohibición del incesto (y el asesinato intraclánico).

El que queda en lugar del protopadre no es la ley sino el que la representa. Estas prohibiciones están por arriba de la
estructura de este macho y de la masa.

El líder que ocupe su lugar deberá respetar esas dos prohibiciones, está la proyección que ama a todos por igual,
sigue siendo omnipotente, pero no es el yo ideal del protopadre.

Hay pasaje de la naturaleza a la cultura, del yo ideal al ideal del yo. Si el líder no cumple con el respeto por las
prohibiciones, se derriba y se coloca otro.

Con la muerte del protopadre, se abría la posibilidad de la satisfacción sexual, y con ella, su liberación de las
condiciones de la psicología colectiva. La fijación de la libido a la mujer, y la posibilidad de satisfacer inmediatamente
y sin aplazamiento las necesidades sexuales, disminuyeron la importancia de las tendencias sexuales coartadas en su
fin y elevaron el nivel del narcisismo.

Freud dice que en la estructura libidinal se da una forma idealizada, en el primer momento pasan de odiar al padre a
amarlo. Hay una transformación de que el padre odia a todos a que el padre ama a todos. Los ideales son siempre
positivos, son tomados de la familia y a su vez de la cultura, que tiene como una de sus funciones restringir las
relaciones entre los hombres.

Podríamos hablar desde una concepción fantasmática, donde existe la fantasía de que el líder ama a todos por igual,
y desde una definición meta psicológica (tomando las instancias psíquicas), donde hay una proyección del ideal, este
tipo de identificación es a un rasgo de tipo histérico (identificación secundaria post-edípica).
Dentro de la masa el sujeto se halla doblemente ligado por lazos libidinosos: en primer lugar al líder y en segundo
lugar, a los restantes miembros de la masa. Una modificación en el líder provocaría una modificación en la masa y
viceversa.

A modo de conclusión, en el primer momento (la Horda Primitiva) no hay estructura libidinal porque no hay líder
sino que existe un protopadre, el cual odiaba a toda la Horda por igual, entonces no había proyección de ideales.

Hay estructura libidinal, en el segundo momento (Alianza Fraterna) porque el líder ama a todos por igual y hay
ideales proyectados; el ideal se hace presente a partir de la alianza fraterna que pone a un líder que hace respetar
las dos prohibiciones (incesto y el asesinato intraclánico).

S. Freud, en su escrito “Psicología de las masas y análisis del yo”, señala la existencia de dos masas artificiales,
duraderas y altamente organizadas: la Iglesia y el Ejército.

Son denominadas masas artificiales porque son masas sobre las que actúa una coerción exterior encaminada a
preservarlas de su disolución y a evitar modificaciones de su estructura. En general, no depende de la voluntad del
individuo entrar o no a formar parte de ellas, y una vez dentro, la separación se halla sujeta a determinadas
condiciones cuyo incumplimiento es rigurosamente castigado.

Tanto en la Iglesia (Iglesia católica) y en el Ejército reina una misma ilusión: la ilusión de la presencia visible o
invisible de un jefe (Cristo, en la iglesia católica, y el general en jefe en el Ejército), que ama con igual amor a todos
los miembros de la colectividad. El desvanecimiento de esta ilusión produciría la disgregación de la Iglesia o del
Ejército, en la medida en que la coerción exterior lo permitiese.

Para cada uno de los individuos que componen la multitud creyente, es Cristo un bondadoso hermano mayor, una
sustitución del padre. Se compara la comunidad cristiana a una familia y se consideran los fieles como hermanos por
el amor que Cristo les profesa.

En el lazo que une a cada individuo con Cristo hemos de ver indiscutiblemente la causa del que une a los individuos
entre sí.

Análogamente sucede en el Ejército, ya que el jefe es el padre que ama por igual a todos sus soldados, razón por la
cual son éstos camaradas unos de otros. Desde el punto de vista de la estructura, el Ejército se distingue de la Iglesia
en el hecho de hallarse compuesto por una jerarquía de masas de este orden. Cada capitán es el general en jefe y el
padre de su compañía, y cada suboficial, de su sección.

En estas dos masas artificiales se halla el individuo doblemente ligado por lazos libidinosos: en primer lugar, al jefe
(Cristo o el General), y en segundo lugar, a los restantes individuos de la colectividad.

El fenómeno del pánico, observable en las masas militares con mayor claridad que en ninguna otra formación
colectiva, nos demuestra también, que la esencia de multitud consiste en los lazos libidinosos existentes en ella.

La palabra “pánico” no posee una determinación precisa e inequívoca; a veces se emplea para designar el miedo
colectivo, otras es aplicada al miedo individual, cuando el mismo supera toda medida, y otras, parece reservada a
aquellos casos en los que la explosión del miedo no se muestra justificada por las circunstancias.

El miedo del individuo puede ser provocado por la magnitud del peligro o por la ruptura de lazos afectivos
(localizaciones de la libido). Este último presenta múltiples analogías con la angustia neurótica.

El pánico se produce cuando una multitud comienza a disgregarse y se caracteriza por el hecho de que las órdenes
de los jefes dejan de ser obedecidas, no cuidándose ya cada individuo sino de sí mismo, sin atender para nada a los
demás. Rotos así los lazos recíprocos, surge un miedo inmenso e insensato.
El pánico significa la disgregación de la multitud, teniendo por consecuencia, la cesación de todas las consideraciones
que antes se guardaban recíprocamente los miembros de la misma; de este modo, la masa se pulveriza.

La disgregación de una masa religiosa resulta ya más difícil de observar. Freud, toma como base una novela inglesa
de espíritu católico, en la cual el autor imagina una conspiración por enemigos de la persona de Cristo y de la fe
cristiana, que pretenden haber conseguido descubrir en Jerusalén un sepulcro con una inscripción en la cual confiesa
José de Arimatea haber substraído tres días después de su entierro, el cadáver de Cristo; trasladándolo de su primer
enterramiento a aquel otro. Este descubrimiento arqueológico significa la ruina de los dogmas de la resurrección de
Cristo y de su naturaleza divina y trae consigo la conmoción de la cultura europea y un incremento extraordinario de
todos los crímenes y violencias, hasta el día en que la conspiración tramada por los falsarios es descubierta y
denunciada.

Lo que aparece en el curso de esta supuesta descomposición de la masa religiosa, no es el miedo sino impulsos
egoístas y hostiles, a los que el amor común de Cristo hacia todos los hombres había impedido antes manifestarse.
Pero aún durante el reinado de Cristo hay individuos que se hallan fuera de tales lazos afectivos: aquellos que no
forman parte de la comunidad de los creyentes, no aman a Cristo ni son amados por él.

Si tal intolerancia no se manifiesta hoy de un modo tan cruel y violento como en siglos anteriores, se debe a la
indudable debilitación de los sentimientos religiosos y de los lazos afectivos de ellos dependientes. Cuando una
distinta formación colectiva se sustituye a la religiosa surgirá, contra los que permanezcan fuera de ella, la misma
intolerancia que caracterizaba las luchas religiosas y si las diferencias existentes entre las concepciones científicas
pudiesen adquirir a los ojos de las multitudes una igual importancia, se produciría iguales resultados.

Además, como es posible observar, Freud al analizar al Ejército y a la Iglesia, sostiene que ambos reposan en la
ilusión de que el jefe ama por igual a todos los individuos. Pero esto es la transformación idealista de las condiciones
de la horda primitiva, en la que todos los hijos se sabían igualmente perseguidos por el padre que les inspiraba igual
temor: el clan totémico reposa en esta transformación que constituye la base de todos los deberes sociales.

Freud, infiere que debió haber existido una posibilidad de transformar la psicología colectiva en psicología individual
y de encontrar las condiciones en las cuales puede efectuarse tal transformación; la única hipótesis que sobre ese
punto pudo edifica, es que el padre primitivo impedía a sus hijos la satisfacción de sus tendencias sexuales directas;
les imponía la abstinencia, y por consiguiente a título de derivación, el establecimiento de lazos afectivos que le
ligaban a él en primer lugar, y luego, los unos a los otros. Puede decirse que les impuso la psicología colectiva y que
esta psicología es un producto de sus celos sexuales y su intolerancia.

S. Freud opina que la Psicología individual forma parte de la Psicología colectiva; la masa se nos muestra como una
resurrección de la horda primitiva: “Así como el hombre primitivo sobrevive virtualmente en cada individuo, también
toda masa humana puede reconstituir la horda primitiva”. La psicología colectiva es la psicología humana más
antigua, es aquel conjunto de elementos que fueron aislado de todo lo referente a la masa, para constituir la
psicología individual; no se ha diferenciado de la antigua psicología colectiva sino más tarde pero sólo parcialmente.

Si tomamos en cuenta, algunos textos de Freud, vemos que en la vida anímica individual, aparece siempre integrado
el “Otro”, como modelo, objeto o adversario, por esto la psicología individual es al mismo tiempo social.

6 GLOBALIZACIÓN.

Un fenómeno que atraviesa a todas las instituciones actuales es la GLOBALIZACIÓN, que interfiere y modifica sus
prácticas y discursos que determinan sus producciones subjetivas.

Lo que entendemos por Globalización, teniendo en cuenta los aportes de Ignacio Lewkowicz, es que ésta destituye
ya que ha hecho que el mundo no pueda definirse como un concierto de naciones. Produciendo la desrealización de
los Estados Nacionales. Éstos pierden su realidad política y económica, caen como espacios soberanos de autonomía,
como espacios capaces de orientar el curso del devenir y como espacios que detentan en sí la soberanía política de
tal o cual sector.

Esta pérdida de arraigo es la que transforma a los Estados soberanos en Estados administrativos.

El Estado no es solo el reservorio de la soberanía, sino que es también el articulador simbólico que conecta entre sí
las diversas instituciones.

La caída del Estado impone otro principio de articulación que no es simbólico sino real. Lo propio de esta destitución
del Estado es la transformación del átomo institución en átomo empresa.

Por ende, las instituciones se conectan según un parámetro estatal y las empresas se conectan según un parámetro
mercantil.

El proceso de la globalización es un mecanismo técnico porque instaura nada mas que la conexión virtual de la
superficie integral del globo. Armándose una red de conexiones que atraviesan las fronteras o mejor dicho las
desrealiza porque destruye el carácter de frontera, es decir, se puede estar de un lado o del otro.

El mundo se unifica a partir de estos flujos de capitales, imágenes, información; esa unificación no significa
homogenización.

Entonces, la globalización representa, una unificación general de los estímulos económicos y diversidad local de las
respuestas políticas-sociales.

El consumidor es la figura correspondiente con el proceso de globalización, siendo el soporte subjetivo del ese
proceso.

El consumidor tiene derechos. No es como el ciudadano que tiene obligaciones, y después, tiene derechos.

Desde el punto de vista subjetivo la relación con la ley es distinta: una cosa es partir de que hay obligaciones y como
consecuencia tengo derechos; es decir, hay ley. Es diferente que partir de tengo derechos. La instancia fundante en
“hay ley” esa tercera cosa que no es ni vos ni yo.

Si partimos de tengo derechos, la instancia fundante soy yo, este es un dato de la nuestras subjetividad
consumidora.

IGNACIO LEWKOWICZ: Subjetividad y Globalización.

La “Historia de la subjetividad”, es un modo de pensar las distintas situaciones sociales, a partir del tipo de hombres
que se instituyen en cada situación.

Es decir, que partimos de la base de que nada es fijo en la naturaleza humana y que las distintas formas de las
prácticas y los discursos en una situación determinada organizan un tipo específico de humanidad.

La condición para nuestro pensamiento actual sobre la subjetividad es la globalización.

La globalización aporta una serie de condiciones que quedan alteradas por la irrupción de este término, esta práctica
y este discurso. Es decir que la globalización destituye.

Lo propio de la globalización es haber hecho que el mundo no pueda definirse como un concierto de naciones. La
globalización produce la desrealización de los estados nacionales, estos pierden su realidad política y económica;
caen como espacios soberanos de autonomía, como espacios capaces de orientar el curso de devenir y como
espacios que detentan en sí la soberanía política de tal o cual sector, pero ligado en la forma de estado.
Los estados nacionales son una realidad que surgieron como consecuencia de la Revolución Francesa; y que hoy se
extenúan (debilitan, declinan, etc.) en su potencia instituyente.

Entonces, la globalización destituye la capacidad soberana de estos espacios, alterándose las condiciones.

Si algo caracteriza a nuestros estados es que han perdido el arraigo efectivo que les daba potencia soberana,
progresista o reaccionaria. Ese arraigo es el que le daba potencia progresista o reaccionaria. Esta perdida de arraigo
es la que transforma a los estados soberanos en estados administrativos.

Si algo ha quedado ha instituido, últimamente, es que los estados administran las consecuencias del proceso de
globalización. Incluso el estado renuncia explícitamente a cualquier capacidad soberana y se enuncia técnicamente
como un administrado.

El problema que se plantea es si se trata de nuevas formas de hacer política (comprendida como la capacidad de
trasformar y por otro lado, cuáles son las condiciones para que aparezca un tipo de subjetividad) p de encontrar las
formas de hacer nueva política.

Es decir, si se trata de un cambio de técnicas para afirmar un conjunto de significaciones políticas heredadas o se
trata de encontrar un concepto de la política acorde con esta alteración del tablero inducida por la globalización.

En condiciones de estado-nación el conjunto de las instituciones queda articulado por esta meta-institución que es el
Estado. El Estado no es solo el reservorio de la de la soberanía, sino que es también el articulador simbólico que
conecta entre sí las diversas instituciones.

La caída del estado impone otro principio de articulación que no el simbólico sino real. No tememos una articulación
en una totalidad, sino una conexión entre instancia diseminadas. El estado como meta-institución coordinaba las
instituciones en un todo.

El mercado no es una meta-institución, es como un océano que vincula los islotes a los que separa; no es una
organización simbólica que articula, dando a cada termino su lugar y su función, sino que es una separación que libra
a cada uno de los términos a su propia iniciativa y a su propia capacidad de conexión con los otros. Lo propio de esta
destitución del estado es la transformación del átomo institución en átomo empresa; por ende, las instituciones se
conectan según un parámetro estatal y las empresas se conectan según un parámetro mercantil. La temporalidad es
otra y el criterio de conexión es otro.

El proceso de la globalización es un mecanismo técnico porque instaura nada mas que la conexión virtual de la
superficie integral del globo. Armándose una red de conexiones que atraviesa las fronteras o mejor dicho las
desrealiza porque destruye el carácter de frontera (se puede estar de un lado o del otro) de la frontera.

El mundo se unifica a partir de estos flujos de capitales, imágenes, información; esa unificación no significa
homogenización.

La globalización unifica al mundo desde el punto de vista del estimulo, pero las respuestas son diversificadas
localmente. La globalización significa, unificación general de los estímulos económicos y diversidad local de las
respuestas políticas-sociales. Este es el punto clave en que se articula la idea de globalización y de fragmentación.

Que caigan los estados nacionales, significa que ha caído la institución principal en la instauración de nuestra
subjetividad. Que los estados nacionales hayan caído no significa que haya desaparecido sino que hayan perdido la
potencia hegemónica de institución de subjetividad propia de los siglos XIX y XX. No es que está desapareciendo sino
que está desapareciendo esa potencia que los hacia capaces de orientar el curso del devenir y el modo de ser de los
hombres.
La caída del estado significa una alteración básica en la subjetividad, esto es lo que llamamos subjetividad instituida;
ya que es el resultado de las prácticas y discursos propios de una situación.

Cada universo de discurso produce incluidos y excluidos, que son instituidos desde el punto de vista de la
subjetividad, desde los discursos y las prácticas. En cambio el proceso de subjetivación va mas lejos de lo instituido,
no respeta esa frontera entre incluidos y excluidos. Porque en nuestras condiciones la subjetividad instituida
establece que hay un conjunto de incluidos, pero no está integralmente incluido.

El tipo subjetivo se destituye, cuando cae el Estado-Nación nos convertimos en ciudadanos.

El ciudadano es el tipo de sujeto forjado por un estado que enuncia que la soberana emana del pueblo. El ciudadano
es el tipo subjetivo que se forja en torno de la ley, a partir de dos instancias primordiales: la familia nuclear burguesa
y la escuela.

Un ciudadano es un tipo subjetivo organizado por la suposición básica de que la ley es la misma para todos (prohíbe
y permite lo mismo a todos por igual). El ciudadano es un individuo que se define por esta relación la ley.

El ciudadano es un individuad, en principio, depositario de la soberanía pero ante todo es depositario de una
soberanía que no ejerce. La soberanía emana del pueblo, para ser ciudadano de un estado-nación hay que saber
delegar la soberanía en el estado constituido. Para poder delegar el ciudadano debe estar educado.

La institución propia de los estados nacionales para ese ser en conjunto: el pueblo, es la historia. La historia es una
institución del siglo XIX que establece que un pueblo es un pueblo porque tiene un pasado en común.

Si un pueblo se define por su pasado en común, si ahí está su identidad y sus posibilidades, la política no puede ser
otra cosa que transformar en acto eso que era en potencia en el pasado nacional. Pero las políticas, ya no se indican
pasaje al acto de lo que está en potencia en los estados nacionales sino que la política es el ajuste de las variables
internas a los impactos globales.

Nuestra conciencia política instituida y nuestra conciencia política ciudadana se encuentran con dos modos de estar
que son incómodos:

- Perplejidad: Uno está perplejo cuando queda sin parámetros para valorar lo que sucede, cuando queda sin
organizadores simbólicos capaces de definir una situación.

- Desolación: Es lo que aparece cuando se destituye el Otro capaz de proporcionar solución o castigo. Es lo que
aparece cuando no hay Otro al que interpelar.

Nuestra subjetividad política cuando empieza a buscar nuevos modos de hacer política lo hace sobre este umbral de
perplejidad y desolación.

En un primer momento, fue posible establecer que se destituye (el estado-nacional) y la subjetividad instituida hoy:
CONSUMIDOR.

Según la reforma de la constitución de 1994, el consumidor tiene derechos. No es como el ciudadano que tiene
obligaciones, y después, tiene derechos.

Desde el punto de vista subjetivo la relación con la ley es distinta: una cosa es partir de que hay obligaciones y como
consecuencia tengo derechos; es decir, hay ley. Es diferente que partir de tengo derechos. La instancia fundante en
“hay ley” es sa tercera cosa que no es ni vos ni yo.

Si partimos de tengo derechos, la instancia fundante soy yo, este es un dato de la nuestras subjetividad
consumidora.
El consumidor es esta figura correspondiente con el proceso de globalización; siendo el soporte subjetivo del ese
proceso.

El consumidor es un tipo subjetivo que espera todo del objeto, la globalización es un festival de ofertar teniendo el
consumidor acceso a cualquier producto que garantiza satisfacción. Si la meta no es conseguida por el consumidor es
por defecto del objeto, no hay que hacer ninguna experiencia subjetiva , hay que sustituir el objeto por otro. Si el
consumidor lo espera todo del objeto, no espera nada del sujeto y del sujeto colectivo.

Además de una subjetividad distinta, hay un tiempo distinto. Es el tiempo del zapping o del videoclip, es el tiempo
del instante. Un instante no sucede al otro sino que lo sustituye, no constituyendo una serie significativa. El instante
actual hace caer al anterior en el no ser, no hay experiencia temporal, hay presente eterno.

El consumidor se define por esta temporalidad del instante sin historia, por esperarlo todo del objeto y por estar
centrado en sus derechos enunciados desde el y no desde su relación con la ley y con los otros.

Antes (en el periodo de los estados nacionales) a los excluidos se los recluye en lugares propios para ellos según sus
deficiencias (manicomios, prisiones, etc.). Pero en nuestras condiciones actuales, nos encontramos con la expulsión,
hacia una tierra no simbólica; la expulsión es por fuera de la humanidad instituida.

La expulsión de un tipo de procedimiento por el cual el expulsado no queda incluido ni siquiera en los márgenes de
una sociedad.

Nuestra tarea de pensamiento político es la de inventar los modos de subjetivar a partir de la expulsión. Mejor dicho,
el modelo heredado para pensar la subjetivación es la liberación de lo reprimido.

El autor destaca tres procedimientos de subjetivación que hablan de algo distinto a la subjetivación como toma de
conciencia de un lugar, pero que no sabe de qué cosa distinta habla. Estas son:

- Cortes de rutas: El corte de ruta no opera en la red caminara sino en la red MERCOSUR. El espacio sobre el que
opera no es el estado nación sino la circulación de mas mercancías; interrumpiendo así el circuito de la subjetividad
consumidora.

- Marchas de silencio: Estas no enuncia un reclamo pero los medios de comunicación con su opinadotes traducen lo
que sucede en un reclamo. Esas marchas eligieron el silencio como consigna por lo tanto se presenta solo un cuerpo.

- Asambleas: Propone la asamblea que se armó en Cutralcó. Es una asamblea que piensa que hacer. A la vez
destituye las figuras de cada uno que habla para que hable cada uno. No habla ni el intendente, ni el ministro, etc.
Sino que habla cada uno ante un problema. Esto es lo que el autor llama subjetivación absolutamente colectiva que
hacemos para no ser expulsados.

También podría gustarte