Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1. Estructura:
a. Deductiva, inductiva o encuadrada. Mi recomendación es que hagamos la
encuadrada, a no ser que manejemos mucho la redacción de textos críticos.
En la encuadrada, sabemos que tenemos que poner la tesis o idea principal,
tanto al principio en la introducción, como al final para recoger todo lo
anteriormente dicho, concluir y cerrar. Teniendo la idea clara, la exponemos
en nuestra introducción, luego damos nuestros argumentos y cerramos con
1º Bachillerato
Lengua Castellana y Literatura
Prof. M. Teresa Gracia Martín
ella de nuevo. Elaborar un texto inductivo es complejo, porque debemos
saber con mucha claridad (y en poco tiempo) que debemos poner para llegar
a esa conclusión y que sea coherente.
b. Usar bien los conectores textuales para darle coherencia al texto, para unir
los párrafos (de explicación “es decir”, de ordenación “en primer lugar”, de
adición “además”, de recapitulación “por todo ello”, de finalización “en
conclusión”, de oposición “no obstante”, etc… hay millones, usadlos bien
para unir los párrafos).
c. Los párrafos son muy importantes. Así se podrá ver, casi a golpe de vista,
la ordenación de las ideas que estamos exponiendo. Cuáles son las ideas
principales y las secundarias. Esto nos lleva al segundo punto.
2. División de párrafos:
3. Trucos de estilo:
4. Ortografía: revisar, no solo las tildes y grafías, si no también los puntos, las comas,
etc.
1º Bachillerato
Lengua Castellana y Literatura
Prof. M. Teresa Gracia Martín
Lee el siguiente texto y elabora tu comentario crítico sobre el tema que trata, puedes
posicionarte a favor o en contra de la idea principal que presenta el texto y
defenderla.
El problema que tiene mi generación es que para saber dónde va el mundo cree que tiene
que mirar a sus padres en lugar de a sus hijos.
A la vuelta de Navidad me fui a comer con un amigo. Me habló mucho y muy bien de una
nueva persona que hay en su vida, una chica que conoció hacía meses y con la que se
estaba escribiendo un montón. “Pero no nos acostamos, eso no. Yo respeto a mi novia”.
Dejé en la mesa los cubiertos porque hay pocos momentos impresionantes en la vida, y
sospeché que ese iba a ser uno de ellos. ¿Cuánto era “un montón”? “Todos los días”, dijo
con los ojos brillantes, “y siempre un mensaje de buenos días y otro de buenas noches. No
pasan dos horas sin que nos digamos algo o nos llamemos. Pero no vamos más allá, no
estamos engañando a nadie, es solo que no sabemos a dónde va esto”.
“No vamos más allá”, dijo. A dónde te queda ir ya, alma de cántaro.
Mi amigo X, y mi amiga Y, y supongo que varios más porque esto es una plaga, tienen tanta
confianza en su educación católica que creen que hay más infidelidad en follar que en
escribir. Y probablemente piensen todos que su pareja les está agradecida cuando lo más
natural, llegado el caso, es que tu novio o tu novia se acuesten con quien les dé la gana y
borren su número cuanto antes, porque un polvo dura mucho menos y es más discreto que
coger el teléfono en una cena o en unas vacaciones y ponerse a echar de menos a otro.
Yo le dije a mi amigo lo que pensaba: que por supuesto está bien escribirse con todo el
mundo y escribirse más con personas que aprecias o te gustan, que también es natural el
tonteo, que a veces uno puede —por inercia, por inconsciencia, por placer o por frivolidad—
llevarlo más lejos, pero llamarse y escribirse todos los días y contarse todo con otra persona
era una relación sentimental, hubiese sexo o no. Y que él era libre de tener esa relación y
cien más, Dios me libre de juzgarlo, pero en la vida tan importante es inventarse una moto
como no vendérsela a los demás.