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MÓDULO 2

Clase 1
ESI como la palabra que toca el cuerpo
Daniel Del Torto
Walter García

Cada une, de nosotrxs está ya inmerso en el mundo de la sexualidad, inclusive desde


antes de nacer. ¿Cómo es eso?
La respuesta más fácil es: porque somos en principio el producto de una relación
sexual. Somos seres humanos que fuimos concebidos por otros seres humanos.
Pero esta es la respuesta que menos me interesa abordar porque es un conocimiento
que ya tenemos todos. No nacimos de un repollo o de un huevo, sino del acto sexual
de dos personas.

Pero aquí “acto sexual” no quiere decir simplemente “coito”, es decir relación entre
dos sexos, masculino y femenino, como la tradición manda (una tradición que ya ha
quedado obsoleta) donde las cartas repartidas siempre queda a mano de la
heterosexualidad como norma – aunque la elección del partenaire haya sido otra.
El acto sexual incluye otros elementos necesarios para la vida como el deseo, que ya
abordamos en la clase anterior, pero además no hay que olvidarnos de que tenemos
un cuerpo. Un cuerpo que está constituido por un entramado de cuerpos, y que
intentaremos desarrollar en esta clase.

Pero antes queremos retomar el acto sexual como tradicionalmente lo conocemos.


El acto sexual que se realiza para la procreación requiere como condición el encuentro
entre un sexo conocido como masculino y otro como femenino. Como venimos
diciendo, la heterosexualidad en tanto norma es el efecto de un discurso imperante
sobre el cuerpo.

Un discurso sesgado fuertemente por posturas religiosas y moralistas, incluso


argumentadas y fundamentadas desde las ciencias humanas, biológicas etc. Que
con el tiempo y los cambios de paradigma – que no son otra cosa que cambios de
sentido – se fue transformando de una elección a una obligación: por ejemplo “para
no extinguir la raza humana”. Claro, si las parejas eran homosexuales entonces no
iban a poder procrear, y esto no es bien visto por nadie. Le estamos haciendo mal a
la humanidad.

Entonces la heterosexualidad vino a ser la norma, la normalidad, y todo lo que


quedaba por fuera era una perversión, algo fuera de la norma, algo que no era bien
visto, incluso era fuertemente “patologizado”.

Hoy la realidad es otra. Las nuevas tecnologías de la reproducción han demostrado


que más allá de la pareja que elijamos, sea homosexual, heterosexual, bisexual, o
incluso se autoperciba como queer, transexual, pansexual, etc. la procreación puede
ser asistida por diferentes mecanismos y procesos.

Hoy la procreación de una nueva vida puede no implicar el acto sexual que
tradicionalmente conocíamos. Esto diferentes consecuencias, por un lado el acto
sexual es referido al placer y no solo a la procreación, es decir que la relación entre
dos o más cuerpos, en una relación sexual ya no entra en los cánones de aquella
civilización donde se tenía sexo o se hacía el amor para formar una familia. Y por
otro lado, la procreación en sí, ya no es asunto de un cuerpo. Como sabemos hay
vidas que se engendran en el vientre de una persona que puede alojar el esperma y
el óvulo de otras dos personas diferentes.

La fertilización in vitro, el alquiler de vientres, y todas las nuevas tecnologías han


tenido un impacto importante en relación a la sexualidad humana, y han puesto en
evidencia muchas cosas que solo eran dejadas de lado por los discursos imperantes.
La sexualidad humana no es la pura sensación incontrolable del cuerpo, tampoco es
el instinto animal que tenemos dentro, mucho menos un problema, aunque si es
problemática. La sexualidad humana viene marcada por el lenguaje.

Como les decíamos, nosotros no respondemos al instinto como los animales: que
comen cuando tienen hambre, defecan cuanto tienen ganas o buscan en sus épocas
de celos, satisfacer sus instintos…

Ahora si nosotros estamos en celo ¿Qué pasa?....

Pregunta tramposa. No, no estamos en celo, porque eso que se llama sexualidad, en
cada ser hablante, ya está marcado por el lenguaje y el lenguaje trastoca, trastorna
al cuerpo. Si recuerdan en la clase 3 del módulo 1 decíamos:

“¿Cómo nos damos cuenta de ello? Especialmente cuando hablamos (estoy


“muy” cansado “no puedo más”, “tengo tanta hambre que me comería una vaca”
expresiones que no se condicen con la realidad no), pero también cuando
actuamos: siempre dormimos de más, o de menos, comemos un poquito de
más o de menos, nos damos un gustito, nos quedamos en la cama un rato más.
Tengo ganas de ir al baño pero estoy en una reunión importante, entonces me
aguanto.”

En resumen, el lenguaje hace que el cuerpo ya no responda a un esquema de saber


automático como el instinto, sino más bien, a lo que Freud llamó pulsión, un concepto
difícil de definir, incluso para él, y que se ha traducido o interpretado como energía,
ganas, impulsos, siempre desproporcionados y que dan cuenta de que el cuerpo está
escindido, que no hay un saber pleno, absoluto respecto de qué hacer con eso que
nos pasa por el cuerpo, y entonces hablamos.
El lenguaje es el vehículo del deseo, este deseo tan particular que vimos la clase
pasada. Ya no somos pura necesidad a satisfacer como en los animales. Nuestra
necesidad está hecha de sentido. Demandamos a los otros que cumplan con su
trabajo, necesitamos ser sostenidos, acurrucados, amamantados, higienizados, pero
también necesitamos que nos cuenten cuentos, que nos abracen, que nos alojen en
el mundo, y eso se hace con un gesto de amor.

La sexualidad un nombre de la desproporción humana

Esta desproporción es uno de los nombres que podemos darle a la pulsión de Freud.
Voy a hacer un pequeño rodeo sobre este concepto para que pueda aclararnos de
qué se trata y cómo podemos pensarlo al momento de trabajar con la ESI.

La pulsión es uno de los conceptos fundamentales del psicoanálisis y a su vez uno


de los más oscuros en la teoría. A lo largo de la historia, la pulsión se ha definido de
muchas maneras, por ejemplo, como una “medida de trabajo impuesta al aparato
anímico, producto de la trabazón con lo corporal”; o como un “representante psíquico
y fronterizo entre lo somático y lo anímico”.

Es decir, parte de la relación entre el aparato psíquico y el cuerpo, es un concepto


que habla de la relación entre ambos, y su realidad hace que se sienta como cierta
exigencia a cumplir. Pero como vimos no es una exigencia de satisfacer una
necesidad primaria como sería la alimentación, sino más bien, se refiere a esto que
veníamos trabajando como una satisfacción diferente, y que jamás será completa.

Aquí les dejamos unos videos que resumen su complejidad:

- la noción de Pulsión explicada en sus componentes.


https://www.youtube.com/watch?v=_oPxrN9e7P8

https://www.youtube.com/watch?v=XPJHae0GBYA

- Aquí podemos apreciar un modo más práctico para pensarla en la


cotidianidad.
https://www.youtube.com/watch?v=YZwzThhZ2IA

Como decíamos antes, esta noción de pulsión se puede escuchar en el habla, en el


decir del cuerpo, ya sea de modo gestual, verbal, o comportamental. Allí se leen sus
manifestaciones. Jacques Lacan la define a partir de una torsión sorpresiva al ponerla
a cuentas de un saber en el decir, como “eco en el cuerpo del hecho de que hay un
decir”.

La pulsión es lo que sobreviene del pasaje del sujeto por el campo del Otro, en el
encuentro del interjuego entre demandas, y que luego se cantará en el retorno de
aquello por lo cual cada sujeto es hablado. Ese eco que sólo podrá hacerse oír si
alguien allí se dispone a alojarlo. Entonces podríamos decir que como docentes nos
constituimos como esa caja de resonancias de ese decir, al recibir historias hechas
de marcas, cortes, agujeros y trazas, pero también emociones, sensaciones, en
definitiva efectos del lazo.
Esto orienta una lectura habilitante de la equivocidad, “allí se dice algo aunque no
sabemos qué hasta que tome textura de discurso”. Lo que se dice y lo que se hace,
con todos sus avatares, diferencias, malentendidos, etc. Allí se aloja el deseo.
La pulsión no tiene imagen (representación) pero tampoco es una palabra o una
conducta. Más bien es eso indecible que habla en el relato, suena, y puede leerse a
partir las coordenadas de su montaje: la relación entre sus elementos leídos por un
otro, y en relación a un Otro (discursos de época) En esta relación es donde la pulsión
va a hacer su recorrido.

La pulsión es constante, puro movimiento, y en la búsqueda de su satisfacción,


siempre fallida, porque nunca puede volver a ese primer momento mítico de
satisfacción plena, se realiza en ese mismo recorrido, generando la diferencia. Algo
se satisface y algo queda sin satisfacerse, por eso siempre hay una diferencia que allí
se instala.

Esta sexualidad a cuentas de la pulsión (o las pulsiones de vida y muerte que no


entraremos en detalle para no oscurecer más los desarrollos) implica que para cada
sujeto se juegan un entramado, una mezcla pulsional que se va realizando en la
medida en que se relaciona con otros y con su propio cuerpo.

Esta sexualidad desproporcionada tiene momentos a lo largo de la vida de ser


hablante. En la infancia inicia su recorrido, ya desde el nacimiento, y se irá
encontrando con diferentes obstáculos que formarán sus andariveles. Al principio se
puede evidenciar a partir de las exploraciones del propio cuerpo y el de lxs otrxs, en
esos juegos del bebé y la mamá.

Luego el interés se centra en el propio cuerpo y los espacios, las distintas


configuraciones de sus zonas erógenas, como también la constitución de ciertos
diques que arman fronteras o bordes como por ejemplo la vergüenza, el asco, la moral
(como orden e institución de aquello que está bien y lo que está mal). Estos diques
organizan un poco la relación con lxs otrxs para poder convivir y orientan, encausan
el mero ejercicio pulsional constante que solo busca satisfacción.
A este momento le sigue lo que Freud llamó período de Latencia, alrededor de los 7,
8 años donde la sexualidad continua su movimiento pero de manera silenciosa, lxs
niñxs pueden empezar a concentrarse en diferentes actividades, a poder utilizar más
el intelecto y por lo tanto sus exploraciones, sus investigaciones son más del orden
de los íntimo, y las ocultan a los demás.
Luego de esto adviene una segunda vuelta pulsional, el momento crucial es el de la
Pubertad-Adolescencia, donde se produce cierta conmoción de lo construido en la
infancia, con los caracteres sexuales secundarios, pero además con la novedad de la
sexuación, es decir el interés, y la atracción hacia lxs otrxs de un modo diferente.

Aquí es donde empiezan a jugarse las decisiones específicas respecto de la pareja o


el partenaire sexual, y la construcción definitoria aunque no definitiva de la identidad
de género. Esto no quiere decir que esto no esté definido desde antes, se ha hablado
mucho de las infancias trans, pero recién en la adolescencia la elección toma un
estatuto de decisión. Que como decimos es definitoria, se definen algunas
orientaciones de ese movimiento que es la sexualidad.

Se vectorizan, toman sentido algunas jugadas puestas en marcha en tiempos


anteriores, se resignifican a la luz de los nuevos movimientos corporales, y es
entonces donde se configuran esas elecciones. Que no son de una vez y para
siempre, sino más bien, tienen que ver con un momento decisivo, definitorio.

Y esto es posible si hay alguien allí que habilite opciones para que estas elecciones
tomen su vía. Si alguien se predispone a abrir el lenguaje como principal vector del
sentido para crear nuevas realidades y ofertar la posibilidad de que cada uno
encuentre la definición que mejor le calce a su sentir.

Dentro de la lógica que se da en la adolescencia (considerando a la adolescencia


como ese momento en que se inventa una solución posible al desarreglo que produce
la pubertad y sus efectos en el cuerpo y en el lazo social) confluyen distintos
mecanismos: la autopercepción de nuestro cuerpo, la imagen que nos vuelve de lxs
otrxs y de los discursos de la época, y el desasimiento de la autoridad parental.
Este momento es crucial porque lxs adolescentes buscan nuevos semblantes desde
donde apalabrar eso que les pasa. Ponen a prueba a lxs otrxs y se ponen a prueba
ellxs, en ese mismo movimiento que les exige inventar una respuesta inédita para
aquello que les está pasando. Aquí hay un elemento interesante para poder pensar,
y son las jergas adolescentes.

Ese modo de inventar un nuevo código que deja por fuera a lxs adultos y desarma al
sentido común, dejando fuera a cualquiera que no pertenezca a esa crew (tripulación
o grupo de pares). El modo en que lxs adolescentes hablan, se relacionan, utilizan
sus cuerpos y su lenguaje, es el modo en que se las arreglan con esa desproporción
puesta nuevamente de relieve.

Y esos arreglos que van haciendo respecto del cuerpo implica que allí se vuelvan a
trenzar todos sus cuerpos: el de la imagen, el de la palabra (resaltado en el encuentro
anterior, la palabra que toma cuerpo, aquello que decimos y nos toca - con la
complejidad de lo que eso implica) y este otro cuerpo pulsional que no entra en la
imagen ni en la palabra, y que queda a cuenta de las pulsiones.

A este último arribamos por la relación entre los otros dos, es lo que queda como
resto: la diferencia entre ambos matices que inauguran las palabras y las imágenes.
Entonces contamos tres cuerpos que entran en relación, y no hay que olvidarse de
sumarle el cuerpo biológico, el de la anatomía, que no es ninguno de esos otros tres
pero que los incluye.

¡¡¡Si, así de compleja es la cuestión!!!

Lo importante de esto es que, cada arreglo entre los cuerpos es singular, es de cada
quien, y no hay uno igual a otro. Dentro de estos arreglos nos contamos todxs lxs
seres humanos hablantes. Hay configuraciones más riesgosas o padecientes que
otras. Podemos dar cuenta de esta complejidad que implica el armado de un cuerpo
a partir de diferentes presentaciones problemáticas, por ejemplo la anorexia, que
pone en evidencia que ese cuerpo de carne y hueso no es el de la imagen que la
persona ve. O la hipocondría y las enfermedades psicosomáticas, que nos hablan de
otro tipo de arreglo entre esos cuerpos disímiles.
Pero también hay algunas otras reacciones de los cuerpos que no son tan extremas
y aun así nos hablan de lo que ese cuerpo está cursando en ese momento. Pensemos
la caspa, la seborrea, que aparece cuando alguien pasa momentos de suma angustia
o preocupación, o los sarpullidos en la piel.

También los tatuajes y piercings, no sólo qué se tatúa o donde se hace el piercing,
sino en qué momento determinado aparece. Toda esta lógica nos sirve para saber
que hay algo que se ve y algo que no, pero también esta lo que se muestra y lo
imposible de mostrar.

Todo esto se pone en juego a la hora de concebir el cuerpo

Cada unx es artesano de sus propias respuestas, y cada respuesta es singular, única.
Por eso hablamos de diferencia. Con este nombre, “diferencia” conocemos las
respuestas subjetivas de cada quien para poder hacer con su configuración pulsional,
con esa realidad entretejida entre cuerpos.

Cada unx hace lo que puede con eso que le pasa, pero siempre necesitará de otrxs
para poder construir un cuerpo, que como dijimos es un cuerpo en plural, cuerpos,
pero que en definitiva constituyen Un cuerpo. Poder decir “este es mi cuerpo” es toda
una construcción.. Ahora vamos a ir desarrollándolo.
Podríamos decir, junto a otro psicoanalista Leonardo Leibson, que el cuerpo se
genera por efecto de “corte y confección” en esa relación con el lenguaje y lxs otrxs.
Cada cual se las va a tener que arreglar con la naturaleza misma, la naturaleza
pulsional, por ser sujetos del lenguaje.

Y eso no tiene una respuesta verdadera última, para ello no hay receta, sino que la
respuesta se construye, se inventa y para eso necesitamos de otrxs que nos
acompañen en dicha travesía. Necesitamos de los cuidados primarios, pero también
del amor, del gesto amoroso que allí aloje, eso que viene desproporcionado por
estructura.

Entonces decimos que nuestro cuerpo es siempre un malentendido. Que nace


malentendido, pues siempre es abordado de manera fragmentaria, en sus distintos
gajos y jamás podremos tomarlo en su totalidad. Nuestro cuerpo es imagen, pero
también es carne; es un cuerpo apalabrado y esto es lo que descubre Freud con las
parálisis histéricas y llamó un cuerpo erógeno.

El cuerpo Erógeno
Freud nombraba al síntoma como un cuerpo extraño. Un cuerpo que se siente de
modo extraño en el propio cuerpo, y que le da sentido a la praxis del análisis.
Podríamos decir que el psicoanálisis le da existencia y presencia, haciéndolo el eje
del tratamiento. Entonces en primera instancia el cuerpo del psicoanálisis le da
cuerpo al síntoma. No hay síntoma sin cuerpo, no hay sujeto sin cuerpo, y
arriesgamos tampoco hay inconsciente sin cuerpo. Ahora bien ¿De qué cuerpo
hablamos?

Freud descubre que hay un cuerpo que no responde a la biología. En el texto


donde compara las parálisis motrices de las histéricas (1893) Freud da cuenta que
las últimas no siguen la vías identificadas por la anatomía, sino que recortan
territorios singulares dibujando dice una “anatomía vulgar”.

Esta anatomía vulgar estaba hecha del sentido que le había dado en su inconsciente
la paciente. La parálisis de la pierna de una de sus pacientes. no se correspondía
con lo que la biología denominaba pierna, es decir desde donde hasta donde la
anatomía consideraba que esa extremidad era la pierna.

El maestro de Freud, Charcot, sostenía que allí había un trauma. Debía haber un
golpe efectivo (trauma psíquico o shock nervioso) y ese golpe debía haber producido
un vacío de representación que dejaba al sujeto indefenso, por lo que aparecería
entonces otra representación parasitaria responsable de la alteración sintomática.
Pero a ello le suponía que allí debía haber ocurrido una lesión mínima funcional
orgánica, somática.

Este tipo de parálisis debían ser el fruto de una necesaria lesión de un sustrato
neurológico. Y entonces le encarga a Freud que investigue esa lesión funcional. Pero
Freud no encuentra lesión alguna. y entonces va a postular que las parálisis histéricas
parodian a las cerebrales. Y esto se debe a que encuentran allí una delimitación más
exacta y tienen una intensidad excesiva que las parálisis orgánicas, pero además
ocurría que allí había una distorsión. Se presentaban perturbaciones de la sensibilidad
en las cuales se interponía el lenguaje.
Este tipo de problemáticas no respondían a una lesión orgánica, por lo tanto la causa
es otra: la representación del cuerpo. Hay un cuerpo de representaciones que
se constituye mediante la asociación de estas: Según como es concebida “esa
parte del cuerpo” subjetivamente, la representación que se tiene de ello,
entonces se genera la parálisis por ejemplo del brazo. La lesión entonces sería
la abolición de la accesibilidad asociativa de la concepción del brazo...” por ej.
La representación se comporta como si no existiera la relación a las otras
representaciones, y ese cortocircuito lo marca una valoración afectiva.

Allí inciden los otrxs y los discursos.

● ¿Qué se entiende por cuerpo?


● ¿Qué cuerpo se espera?
● ¿Qué cuerpo se pudo construir?

Entonces ya no será un golpe en el sentido físico (Charcot) sino que algo se


vuelve inaccesible y allí aparece el sujeto. Aquí Freud descubre 2 cuerpos, el de
los afectos, cuya causa es esa desproporción sexual (relación cuerpo y lenguaje) y el
de las representaciones, y ninguno es el de la biología. Entre ambos cuerpos pueden
ocurrir diferentes cosas, que los afectos no se descarguen a través de una acción,
que esta sea inhibida, que la misma no pasa a la representación, etc.

El cuerpo extraño del síntoma se interpreta al modo de una perla, el grano de arena
y sus capas. “No hay perla sin grano de arena” y a la vez “no hay grano de arena
sin perla”. Con la especificidad de que ese grano de arena es inalcanzable, porque
responde a eso imposible de tocar, la desproporción primera. Eso está ahí para
hacerle lugar, no para cambiarlo, sino para que se abra paso y vaya tomando otros
destinos como posibles.

El cuerpo para el psicoanálisis es fragmentario porque deviene de la lectura de su


desproporción misma. El desamparo primordial en el que nos encontramos cuando
venimos al mundo hace que necesitemos de lxs otrxs que nos cuiden, que nos
asistan, pero también de lo que llamamos Otro (con mayúscula), el lugar de la palabra
y del sentido; del amor; del equívoco que hace a la falta, falta de sentido y de saber
absolutos para que el deseo se movilice.

MODULO 2 ACTIVIDAD 1

Diferencie los conceptos de pulsión, deseo, sexualidad y cuerpo erógeno

Ingrese al área Mis cursos de la plataforma


y complete la correspondiente a esta clase

La actividad que se detalla arriba es de AUTOEVALUACIÓN, no será visada por el/la


tutor/a.
Asimismo consideramos importante que frente a dudas en la resolución de las mismas
consulten a los/as tutores/as, ya que como equipo de trabajo destacamos el
acompañamiento en su formación.

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