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MÓDULO 1

Clase 4
La ESI: Sujetos de derecho y Sujetos de deseo
Daniel Del Torto
Walter García

Sujeto de derecho

La definición de sujeto de derecho es “todo ente capaz de ser titular de deberes y


derechos.” Debe entenderse este concepto en relación a la capacidad jurídica que es
la medida de la aptitud que tiene el sujeto para ser titular de obligaciones y derechos.

Es decir los derechos y obligaciones no son dados por el mero hecho de formar parte
de una comunidad hablante, con sus normas y discursos. Tenemos esos derechos
al nacer.

Ahora bien, fíjense que esta definición utiliza términos específicos como “ente” y
“capacidad”. Con esto ya nos está diciendo algo: y es que todo sujeto que se ubique
dentro de estas coordenadas se considera como alguien/algo, pues si se entiende por
sujeto de derecho aquel que actualmente tiene un derecho o un deber, sin referencia
a un derecho o un deber en concreto viene a ser sinónimo de persona o figura (ente).

Este término de ente incluye en esta categoría a las figuras jurídicas que van más allá
de la persona humana en sí. Por ejemplo “un juez” es una persona jurídica, con
derechos y obligaciones, sin importar quien allí ocupe su lugar. Entonces, pensemos
nuevamente el efecto y el poder que conlleva un discurso: sujeto de derecho puede
ser una persona o una figura que responde a ciertos derechos y obligaciones.

Alguien o algo que se mueve dentro de ese margen que son las normas, y leyes de
la cultura. Es verdad, no podemos salirnos de las normas porque gracias a ellas
podemos convivir en sociedad. Pero, ¿Alcanza con esto para poder, por ejemplo,
brindar una educación de calidad?
Es aquí donde la noción de sujeto de deseo, aportada por el psicoanálisis viene a
darnos una pista interesante en relación al vínculo y a los efectos de la relación entre
individuos.

Sujeto de deseo

Para comprender la noción de Sujeto de Deseo tenemos que hacer el esfuerzo


personal (no sólo académico) y poder despegar dicho concepto del de Individuo.
Solemos utilizar la palabra Sujeto en nuestro lenguaje cotidiano para referirnos a un
individuo, a una persona, a alguien en particular. Pero la palabra sujeto tiene otras
acepciones.

A lo largo de este desarrollo intentaremos situar las coordenadas de ese sujeto, que
es el sujeto de deseo, para poder entender hacia donde apuntamos cuando hablamos
de la importancia de las Interacciones Sociales en el ámbito educativo. Para ello nos
vamos a basar en la etimología de la palabra y también en un equívoco del idioma
francés que nos permiten un alcance mayor para comprender de qué se trata ese
Sujeto de Deseo.

La primera distinción, la más simple pero no por ello sencilla, es la de Sujeto y Persona
(Individuo). Un individuo puedo ser yo, vos, otro; en resumen alguien de carne y
hueso que tenemos frente. Aquel o aquella que saludamos todos los días o que
preferimos no cruzarnos por la calle. En cambio un sujeto más que alguien es el
efecto de una relación “entre” individuos.

Como decíamos, la palabra Sujeto tiene diferentes significaciones. Como adjetivo


significa: sujetado, afirmado, aferrado a algo. En el caso del sujeto de deseo, nos
habla de esa sujeción a un deseo.

Por otro lado, etimológicamente, Sujeto es un vocablo que proviene del latín
<<Subiectus>> participio pasivo de <<Subicere>> que quiere decir “poner debajo”.
Entonces hasta aquí podemos decir que la palabra Sujeto quiere decir por lo menos
tres cosas: individuo, sujetado y puesto debajo. Nosotros vamos a hacer una
distinción específica que nos ayudará a despejar cualquier equívoco posible: vamos
a dejar la palabra “Individuo” o “persona”, para referirnos a aquel/aquella que tenemos
frente, y vamos a utilizar “sujeto” para referirnos a la parte de ese individuo que esta
sujetada o debajo.

Antes de continuar con el desarrollo, quería sumar otras acepciones de la palabra


Sujeto que enriquecen esta distinción tan particular. La palabra Sujeto en francés
“Sujet” permite un deslizamiento interesante a la hora de pensar su definición, ya que
apunta a algo sujetado, puesto por debajo, pero de una forma activa. El sujeto es
“eso que responde” a algo. Literalmente la definición lo plantea como “asunto”.
Entonces podríamos decir que un sujeto es una respuesta, o un asunto que se
encuentra puesto debajo, escondido, por fuera de la conciencia.

Ahora bien, si hablamos de Sujeto de Deseo, ya gran parte del misterio esta revelado.
Un sujeto de deseo es “Un asunto sujetado a un deseo, que responde a un deseo” y
que se juega en un individuo, en su relación con otro: en resumen es lo que solemos
llamar el vínculo.
Es la respuesta a por qué el vínculo motoriza el aprendizaje. Es por esa relación
particular entre enseñante y aprendiente que el sujeto se despliega y entonces
adviene el aprendizaje como añadidura.

En otras palabras, Un sujeto de deseo, es una “respuesta a ese deseo”, una respuesta
que no es cualquiera y que se encuentra en un lugar peculiar: debajo de nuestros
dichos. ¿Cómo es esto? Aquí el psicoanálisis aporta el oído agudo para poder
apreciar cuando ese sujeto se hace presente en los dichos del individuo. Un individuo
habla, se mueve, gesticula, piensa, siente…etc. y un sujeto se dice en los tropiezos
del lenguaje del individuo.

Este lenguaje puede ser hablado, con gestos, con señas, etc. Un sujeto se dice -
porque recuerden que no es propiedad del individuo, es otra cosa, es un asunto que
responde a un deseo – en los sueños, los lapsus, los síntomas, las inhibiciones, y
también en nuestras angustias. El sujeto de deseo se pone en marcha cuando hay
un vínculo jugándose entre por lo menos dos individuos. Un vínculo que se forja a
partir del encuentro de dos deseos.
Y aquí viene la otra vuelta que hace esta definición más interesante: ese deseo al cual
el sujeto está sujetado, no es un deseo de algo en particular. Ese deseo es un deseo
de deseo. Vayamos despacio…

El sujeto de deseo se presenta en sus variantes (sueños, lapsus…etc.) cuando hay


un vínculo formado. Otra forma de decirlo: cuando soñamos con elementos, palabras,
objetos, personas que vimos durante el día (restos diurnos) condensados (sabemos
que los sueños son figurativos y la gran mayoría de las veces las imágenes son
confusas o difusas, y parecen no tener sentido…bueno es justamente porque allí el
deseo se presenta de manera desfigurada).

Aquí les dejo una explicación sobre el sujeto del deseo, en tanto su realidad
inconsciente, a partir del lenguaje:

https://www.youtube.com/watch?v=V6usFq5-OF8

Pensemos esta cuestión más cerca de nuestra práctica:

-¿Qué pasa cuando a un/una estudiante le ofrecemos los apoyos necesarios, le


brindamos nuestra predisposición a acompañarlo/a y aun así no acciona?
-¿Qué ocurre cuando un/a estudiante tiene todas las posibilidades, las
potencialidades para resolver una situación problemática y no lo logra?

-Qué pasa cuando de repente nos encontramos en una situación donde decimos:

“Pero no entiendo, si la configuración de apoyo es adecuada, tiene todo lo que la


persona necesita, hasta los temas y elementos de su interés, le puse la mejor onda…y
no pasó nada”. Allí algo se está diciendo: algo de lo sujetado al deseo de esa persona
no lo deja avanzar.

¿Cómo accionar?

Sabemos que cualquier indicación que se ocupe de la persona, del individuo, caerá
en el mismo lugar. Entonces sabemos que hay que apuntar en otro nivel. Y aquí
viene lo más importante, lo crucial es la posición que tomamos frente a ello. Porque
nuestro deseo es el motor de ese otro deseo.
Traducido para que se entienda en el marco de nuestro rol docente: un deseo de
deseo, desear que esa persona desee aprender. No desear que aprenda, sino desear
que desee aprender. Y esto no tiene que ver con alguna estrategia ya pensada, con
una acción específica, sino más bien, tiene que ver con un efecto de lectura.

Como veíamos hace un momento, no somos agentes de nuestro deseo. El deseo es


el efecto de una posición: sabernos incompletos. Que fácil, ya sabemos que “no
sabemos ni vamos a saber todo nunca”. Pero esto no es una cuestión de
conocimiento, no alcanza con conocer que no vamos a saber todo, sino asumirlo, y
eso es fruto de un trabajo personal, con las propias resistencias, con nuestros ideales.

Se desea si algo falta. Pero el deseo no va en busca de ese “algo”, porque es la falta
misma. Si el deseo se colmase entonces se apagaría y de esa forma se apagaría la
vida misma. Entonces nos melancolizamos.
Vieron que ahora suele escucharse “no tengo ganas de nada”, eso traduce un poco
esta falta de deseo. Pues estamos colmados de objetos, pero ningún objeto desea,
ningún objeto nos desea y por lo tanto lo único que hacemos es usarlo hasta
aburrirnos y listo.
Eso es “CONSUMISMO”, crea consumidores masivos, consumidores para un rato y
luego nos deja en un estado melancolizado, listos para recibir el nuevo objeto que nos
va a curar, y así sucesivamente.

Esto lo vemos por ejemplo cuando la clase se transforma tanto para el docente como
para lxs estudiantes en una repetición monótona, sin sentido, chata, sin movimiento.
Cuando no hay erotización de los objetos de saber. Cuando los objetos (dentro de
los cuales se cuentan las palabras, los materiales de apoyo, pero también las
posiciones enunciativas de cad participante) no entran en contacto, no se afectan, no
se vivifican.

El deseo es movimiento vivificante. Lo vimos con el ejemplo claro de los primeros


intercambios entre madre e hijo. Pero también podríamos verlo en los juegos de
presencia/ausencia que el bebé tiene con su mamá.

En la alternancia entre llamado y demanda de ser alimentado, bañado, donde más


allá de pedir algo, lo que demanda es la presencia de eso otro. En clase, nuestrxs
estudiantes requieren de nuestra presencia, más allá de la presencialidad, de
compartir el mismo espacio, lo que necesitan es alguien que aloje su presencia, su
palabra.
Alguien que se muestre deseante, incompleto, que lxs espere y no sepa todo, y tenga
respuestas para todo, pues si así fuera, si el otro está completo y no le falta nada,
entonces ¿Donde se aloja el deseo de ese estudiante?

Para qué nos sirve a nosotros, docentes, todo este rodeo sobre el deseo y el sujeto.
Porque el sujeto de deseo es una herramienta importante a la hora de pensar lo que
ocurre en una clase, las actitudes y conductas de nuestrxs estudiantes. Es un modo
de evaluar los efectos que nuestras interacciones produjeron, si hubo o no allí
aprendizajes.

Vieron cuando se dice coloquialmente, de una manera políticamente correcta: “Nos


estamos conociendo, estoy trabajando el vínculo primero antes de lo pedagógico”.
Bueno, no estamos diciendo otra cosa que esto: estamos tomando posición para que
nuestros deseos se encuentren.

Con todos los avatares, obstáculos y dificultades que se suman a ello: las
representaciones que nos presenta la escuela (“ahí está tu alumno”; “tiene tal
diagnóstico”; “es terrible”; “oposicionista desafiante”; “baja tolerancia a la frustración”;
etc.), los ideales y normativas a cumplir; el currículum y las planificaciones en tiempo
y forma; los tiempos propios y las preocupaciones cotidianas de cada quien ; y
nuestras propias limitaciones estéticas, morales y profesionales.

Por eso es importante pensar que nosotrxs como docentes también tenemos que
abrirnos a ser tocados por las palabras. Que las interacciones con nuesrxs
estudiantes son una posibilidad transformadora de todxs lxs involucradxs en los
procesos de enseñanza y aprendizaje, y no sólo de lxs estudiantes. Es necesario que
evaluemos nuestra posición ética a la hora de llevar adelante nuestra tarea como
docentes.

Uno ingresa en una posición determinada (con sus objetivos, propósitos, ideales,
actividades, recursos, etc.), con diferentes representaciones de la persona que tiene
frente (lo que recoge del discurso de los padres, terapeutas, instituciones, docentes,
pares, legajos, informes etc.) Que son importantes, pero no porque nos hablen de
“las capacidades” o “potencialidades” del estudiante, sino porque ahí está puesto en
palabras el tipo de vínculo que se establece con él, y frente a eso debemos tomar
posición.

Para poner en juego las potencialidades de nuestros alumnos, debemos ubicarnos


allí de tal manera que no inhibamos ese proceso, que no lo censuremos. Es decir
que tengamos en cuenta las representaciones sociales que tenemos construidas de
manera previa sobre todo nuestro accionar.

¿Que entendemos por situaciones de enseñanza y de aprendizaje?


¿Qué podemos leer día a día del grupo clase que tenemos frente?
¿Qué nos pasa con el contenido que tenemos que dar?. Etc.

No quiere decir que tengamos esto en la cabeza todos los días, todas las clases,
porque si no, no podríamos dar la clase en sí. Si no habituarnos a pensar ¿Desde
qué lugar estamos leyendo cada situación?

Es ahí que viene a nuestro auxilio la acepción de sujet como “asunto”. De toda esa
red discursiva, esas representaciones que tomamos de los dichos de otrxs, y de
nuestra propia formación profesional como docentes, de todo ese entramado
discursivo, el sujeto se escabulle y se ubica “entre”. El sujeto es ese que nos dicen,
pero solo en parte, porque está leído desde el vínculo que se establece entre dicho
individuo con sus otrxs.

Podríamos decir que el sujeto del deseo es “no-todo” el sujeto. Hay una parte que
escapa a esas definiciones, y es por estructura. Cada uno se vincula de manera
diferente con cada persona, y el deseo hace de las suyas a partir de la posición que
adoptamos y que adopta el otro en nuestra relación.

El asunto es eso que nunca se termina de poner en palabras, es el efecto de un


entramado, de una constelación de discursos, que inicia con la constelación familiar,
y continúa con los dichos de lxs otrxs que acompañan a ese sujeto.

Teniendo en cuenta estas coordenadas del sujeto de deseo, podremos leer la escena
escolar de otra forma. Si hay un vínculo, si los deseos llegan a encontrarse, algo se
mueve. El vínculo es el efecto del encuentro entre deseos. Que recuerden lo que
busca un deseo es otro deseo. Y entonces de ese modo se traccionan las
inhibiciones, la angustia, los síntomas, los berrinches, etc.

De ese modo un deseo provoca que otro deseo circule, y allí se incardinan los
intereses, los afectos, los sentimientos, todo lo que compone un vínculo. De esa
manera, deseando que el otro desee aprender, es que hay movimiento de intereses
y el aprendizaje se produce por añadidura.

El docente debe hacer operativa esta carencia que lo constituye, el saber es


incompleto por estructura, y ahí habita su deseo. Es desde esa hiancia, lugar del
propio deseo que inviste al saber, desde donde se propicia el encuentro. Enseñar es
convocar a la subjetivación del mundo, y los efectos nunca son predecibles, sino más
bien uno los puede leer de manera retroactiva.

Educar con estilo es hacerle un lugar al deseo de aprender

El docente no solo lleva por nuevos caminos, sino que con su gesto, su postura
impulsa el deseo del viaje. Es el estilo que imprime en su enseñanza, la presencia
que hace coincidir su enunciación, desde donde dice lo que dice, con su gesto de
apertura. Es la forma en que se habita una clase, lo que produce la transmisión de la
enseñanza, desde la erótica de la clase, es decir el encuentro entre los cuerpos y la
palabra que los toca. En palabras de Massimo Recalcati

“Es el deseo de enseñar, obviamente unido al conocimiento de lo que


se enseña, lo que produce como consecuencia la formación. Lo que
se transmite es el amor por el conocimiento.”

La enseñanza es el efecto de dejar una marca en quienes se disponen a aprender.


La educación se hace en cuerpo: desde el cuerpo, y por el cuerpo. Los gestos son
parte importante de la transmisión, sea la asignatura que sea. Los tonos de voz, la
mirada, los acentos, las pausas, todo ello configura un estilo.
El estilo es un modo singular de hacer con el propio cuerpo, con la palabra que toma
(toca) cuerpo, es decir la forma en que cada docente se relaciona con el saber. Y
también la forma de transmitirlo: “la manera singular con la que un profesor hace vibrar
el saber” (Massimo Recalcati 115) y por lo tanto se afectan los cuerpos que allí
participan, al dejarse hablar.

Enseñar es vivificar el conocimiento y darle entidad de sujetos a quienes están allí en


calidad de participantes, a partir de encarnar un saber singular, a partir de hacer de
la voz, de eros, un cuerpo vivificante, carne de la palabra que renueva, reinventa el
conocimiento cada vez.
Es, como dice Comac McCarthy “saber llevar el fuego”. Cultivar la posibilidad de estar
con otros, en un vínculo respetuoso, colaborador y cooperativo, que despierta la
curiosidad y el deseo de saber. Allí incluso, lo ya aprendido toma otro espesor,
resurge a otra vida, y entonces el maestro aprende junto al mismo tiempo junto a
quienes les enseña.

Como sabemos no hay relación directa entre la clase preparada por el/la profesor/a y
la manera en que lxs estudiantes aprenden. No es una cuestión de causa – efecto,
lineal. Sino justamente que allí quien media es la palabra, en su estatuto significante,
es decir con su materialidad equívoca.

Lo que un docente busca, aunque no lo sabe, es que sus estudiantes se sirvan de él,
de sus modos, de su estilo, no para reproducirlo, sino más bien para encontrar la
heterogeneidad del propio estilo. Y esto no es cuestión del manejo erudito del
lenguaje, mucho menos una cuestión de capacidad o técnica, sino más bien de
posición.
Una posición que le otorga un lugar privilegiado al vacío, que guarda celosamente un
momento para hacer de la falta el límite inherente al saber, ya no como una imposición
de alguien, sino como el mero encuentro con la incertidumbre, allí donde el paso a
seguir es la invención, la creación de una respuesta inédita.

Es por la inscripción de ese vacío como suspensión de saber que puede activarse el
deseo de ir en búsqueda del saber. Más en un terreno como es el de la educación
sexual, para el cual el saber nunca es previo, sino el efecto de un encuentro.
Por eso se hace necesario entender que la formación en Educación Sexual Integral,
pasa principalmente por nuestra propia relación con eso que llamamos sexualidad,
con sus impasses y devenires; a partir de sus nuevas coordenadas discursivas, que
se configuran en cada época, cultura y sociedad...pero que en definitiva remite a una
posición ética y política a la hora de ponerse a cargo de su transmisión.

Es necesario poder atravesar nuestras vergüenzas, nuestras ignorancias, volver


sobre nuestras experiencias con la sexualidad, en tanto afectaciones corporales, para
poder ampliar nuestros horizontes, y darle un lugar preponderante a ese imposible
saber absoluto y definitivo.

“El buen maestro es aquel que sabe proteger el vacío, el no-todo, el tropiezo
como condición para la búsqueda. No tiene miedo ni vergüenza de su no-
saber, de su ignorancia docta, porque sabe que los límites del saber son los
que animan el impulso del conocimiento.” (Recalcati 139)

Ahora bien…
● ¿Cómo ponemos en juego aquello que trasciende la palabra, que es saber
de cuerpo, saber de historia, herencia sonora, con la transmisión de la
ESI, en tanto lugar para el que la palabra no alcanza?
● ¿Qué relación hay entre este saber, que no es académico, y no se
relaciona con el acopio de conocimiento, sino más bien con la relación
entre los cuerpos en el origen, y lo que podemos compartir de la
educación sexual integral?
● ¿Cuáles son los fundamentos de esto que definimos como “la palabra
que toca el cuerpo?

La clase que viene vamos a ocuparnos del cuerpo o los cuerpos que se ponen en
juego cuando hablamos de ESI.
MODULO 1 ACTIVIDAD 4

¿Qué significado otorga a lo que se define en la clase como “la palabra que toca el cuerpo”?

Ingrese al área Mis cursos de la plataforma


y complete la correspondiente a esta clase

La actividad que se detalla arriba es de AUTOEVALUACIÓN, no será visada por el/la


tutor/a.
Asimismo consideramos importante que frente a dudas en la resolución de las mismas
consulten a los/as tutores/as, ya que como equipo de trabajo destacamos el
acompañamiento en su formación.

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