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El concepto del “colombiano promedio” es tan diverso como el país mismo en cuanto a cultura,

etnia y geografía, lo que dificulta establecer un estereotipo único. No obstante, gran parte de la
población comparte patrones similares. En términos socioeconómicos, la mayoría se dedican al
trabajo informal, por lo que no pagan impuestos directos sobre la renta. Gran parte de sus ingresos
se destina a necesidades básicas como alimentación, vivienda, educación de los hijos y transporte.
Cerca del 40% de la población está en una situación de vulnerabilidad, no siendo pobre pero
tampoco parte de la clase media, lo que los hace susceptibles de caer nuevamente en la pobreza.
Aunque la mayoría tiene habilidades básicas de lectura y escritura, en promedio solo completan
unos ocho años de educación, lo que sugiere que muchos no terminan la secundaria.

A pesar de los avances en el desarrollo económico y la reducción de la pobreza en las últimas


décadas, Colombia sigue siendo desigual. Según el Banco Mundial (2022), tenía una tasa de
pobreza del 37% y una tasa de desempleo del 9,7%, indicando un panorama económico desafiante
para muchos colombianos en busca de empleos y oportunidades de progreso. En comparación, un
ciudadano promedio de un país desarrollado como Corea del Sur, que ha experimentado un
impresionante crecimiento económico en los últimos 40 años, pasando de ser un país devastado
por la guerra a convertirse en la decimotercera economía más grande del mundo. Datos de OCDE
muestran que, en 2022 la tasa de pobreza en Corea del Sur fue del 14,7%, considerablemente
menor que la de Colombia, y la tasa de desempleo se situaba en un 3%.

Aunque Colombia y Corea del Sur tienen poblaciones similares en tamaño, sus realidades
socioeconómicas y culturales difieren notablemente. Al comparar a un ciudadano promedio de cada
país, se observa que el alcance de Internet en Colombia es del 62.8%, considerablemente menor
que en Corea del Sur (96.1%). Además, la adopción de teléfonos inteligentes también es menor en
Colombia, con alrededor del 64% de la población conectada, en contraste con el 91% en Corea del
Sur. Por su parte, la esperanza de vida en Colombia es de alrededor de 80 años, más baja que en
Corea del Sur que es de 83 años. Otro dato relevante, Colombia tiene un sistema de atención
médica mixto con desafíos en accesibilidad y calidad, gastando alrededor de 407 dólares per
cápita. En contraste, Corea del Sur tiene un sistema universal y de alta calidad, con un gasto per
cápita de aproximadamente 1,310 dólares, considerablemente superior.

La situación del colombiano promedio no capta la complejidad de Colombia porque la desigualdad


de ingresos es evidente, con una minoría acumulando la mayor parte de la riqueza, mientras que la
mayoría lucha por salir de la pobreza; esto se traduce en dificultades para acceder a servicios
básicos. Además, la violencia y el conflicto armado han causado desplazamiento, pérdidas
humanas y daños a la infraestructura en Colombia, perpetuando la desigualdad y la pobreza, y
obstaculizando el desarrollo equitativo.

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