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Nosotros Los TLP
Nosotros Los TLP
LÍMITE DE PERSONALIDAD
N A R R A T I VA S Y RELATOS DE AFLICCIÓN
LORENZO MARIANO JUÁREZ
JUAN ANTONIO FLORES MARTOS
CARMEN CIPRIANO CRESPO
ISBN: 978-84-9050-101-6
A modo de advertencias...................................................................... 13
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A MODO DE ADVERTENCIAS
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tría, la Psicología y otras ciencias médicas. Es, por así decirlo, la ver-
sión oficialista, el relato del trastorno en términos alopáticos. Aquí
ofrecemos un vistazo general a las definiciones, síntomas, criterios
de diagnóstico o evolución de la enfermedad de acuerdo a la biblio-
grafía médica sobre el mismo. No se trata de una revisión exhaustiva,
sino más bien ofrecer una contextualización de la versión autorizada
–al menos hasta hace bien poco- de la enfermedad. Esto es, la ver-
sión soberana del discurso biomédico. Es, por así decirlo, una pre-
sentación de la enfermedad en las historias de los médicos y
profesionales encargados del diagnóstico, la atención y el cuidado.
Aquellos que esperan encontrar en este libro alguna aportación den-
tro de este marco se verán, ciertamente, insatisfechos. Sin embargo,
la bibliografía médica al respecto es ingente y existen multitud de
recursos que hacen de esta información bastante accesible a todos
aquellos -especialistas y legos- interesados en profundizar en ese tipo
de conocimiento. En cualquier caso, este libro pretende mostrar la
necesidad de incluir entre los relatos “autorizados” las voces de
aquellos que sienten y padecen el trastorno.
Esta primera aproximación no es, hay que ser franco desde el ini-
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cio , el asunto central de este libro. Muy por el contrario, nos interesa
sobremanera otra parte de la historia, una versión negada hasta hace
bien poco: la de la narrativa de aquejados y familiares. La segunda
de estas lecturas nos adentra entonces en el contexto de la “medicina
narrativa” –Narrative Based Medicine- y los esfuerzos de este para-
digma emergente por afianzar las voces y versiones de la experiencia
de enfermedad como una “evidencia” de primer orden de cara a una
práctica médica verdaderamente eficaz. Aquellos lectores familiari-
zados con la crítica sociológica y antropológica de la Medicina en-
contrarán en estas páginas un repaso un tanto apresurado a las
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2
Ninguno de los autores forma parte del elenco de voces “autorizadas” del dis-
curso psiquiátrico o psicológico. Este apartado es una revisión de la visión oficial
del trastorno, a fin de contextualizar a cualquier neófito sobre el tema. Para una
visión más especializada el lector deberá acudir a la cada vez más notoria biblio-
grafía médica al respecto.
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retos más difíciles con los que se enfrenta la salud mental. En la prác-
tica clínica, diagnosticar los TLP no resulta sencillo y la impresión ge-
neral es que se infra-diagnostica o se diagnostica erróneamente.
Cuando se acompaña de otros trastornos, el diagnóstico se complejiza.
El DSM-IV-TR6 propone el uso de 9 criterios diagnósticos es-
pecíficos7, divididos en síntomas afectivos, impulsivos, interperso-
nales y síntomas cognitivos:
Inestabilidad afectiva debida a una notable reactividad del estado
de ánimo (episodios de intensa disforia, irritabilidad o ansiedad, que
suelen durar unas horas).
Ira inapropiada e intensa o dificultades para controlarla.
Sentimientos crónicos de vacío o inutilidad.
Comportamientos, intentos o amenazas suicidas recurrentes o com-
portamiento de automutilación.
Un patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas carac-
terizado por extremos de idealización y devaluación.
Impulsividad en al menos dos áreas que es potencialmente dañina
para sí mismo (Como en las relaciones sexuales, el control de los
gastos, abuso de sustancias…)
Esfuerzos frenéticos para evitar un abandono real o imaginado.
Alteración de la identidad: autoimagen o sentido de sí mismo acu-
sada y persistentemente inestable.
Ideación paranoide transitoria relacionada con el estrés o síntomas
disociativos graves.
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El ICD-10 de la Organización Mundial de la Salud tiene un diagnóstico compa-
rable, llamado "Trastorno de la Personalidad Emocionalmente Inestable-Tipo
Borderline" (F60.31).
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Se cuenta también con instrumentos de evaluación psicológica como los cues-
tionarios de personalidad. Algunos de los más empleados son el Diagnostic Interview
for Borderline Personality- Revised ® (DIBR); Kernberg's Borderline Personality
Inventory ® (BPI); Millon Clinical Multiaxial Inventory III ® (MCMI-III).
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Entre las que destacan la terapia dialéctico-conductual de Linehan (1993), de la
psicoterapia psicodinámica de Kernberg (1984) y de la psicoterapia interpersonal.
Por regla general, los objetivos de la mayoría de las psicoterapias que se aplican a
los TLP están orientadas a conseguir la disminución de la intensidad y la preva-
lencia de las conductas autodestructivas, el autocontrol emocional, la mejora de
las relaciones interpersonales del paciente, y la consecución de una mayor inte-
gración y comprensión de sus conflictos internos y relacionales.
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A LT E R N AT I VA S
B. Good
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EBM NBM
Disease Illness
Enfermedad: Localización anatómica. Al- Enfermedad como algo que acontece en la
teración fisiológica (Biologización) vida (Socialización)
Individualización Contextualización. Aproximación holística
Diagnóstico: delimitación del sentido. Acto
Diagnóstico: Categorización. Descubrimiento
interpretativo
Evidencia como “hechos” en términos “Evidencia” en términos narrativos, emo-
empíricos. Ensayos clínicos cionales y de experiencia
Autoridad: Biomedicina Autoridad: por construir.
Enfermedad con significado monolítico en
Significado aprendido y colaborativo
el discurso del especialista
Relatos en términos patológicos Relatos en términos biográficos
Protagonismo relato profesional. Jerar- Relato poliédrico. Versiones alternativas.
quización clara Co-saberes
Orientada a la curación Orientada al paciente y su mundo emocional
Aprendizaje de Humanidades, literatura y
Teoría anatómica, fisiológica, bioquímica
la teoría que ilumina los actos narrativos
Atención al dolor Atención al sufrimiento
Números pequeños, epidemiología sin
Grandes números, valores promedios
números
“Conocimiento sobre” (Knowledge about) “Living Through”
Iluminar verdades universales Iluminar verdades universales revelando lo
trascendiendo lo particular particular
“Detached concern” “Engaged concern”
Estudios de cohorte /Ensayos clínicos Estudios de caso
Historiales médicos: relato monológico de Historiales médicos: relatos corales, po-
profesionales lifónicos
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Una lucha que empezó algunos años atrás. Mar es una mujer mo-
rena de estatura media, delgada. En nuestro primer encuentro se
presentó tras unas gafas de pasta negras. Luce dos piercing en la cara,
uno atravesado en el centro del labio inferior y otro de anilla, en el
lado derecho de la nariz. Viste con vaqueros, chaqueta de lana os-
cura. Sus manos ofrecen unas uñas largas sin esmalte que se mueven
nerviosas durante las entrevistas, llevándoselas a la boca con aire
preocupado en más de una ocasión. Fuma a cada rato que puede y
nuestro primer día se muestra un tanto nerviosa y emocionada. Suele
llevar un par de anillos y varias pulseras en los antebrazos. En algún
momento de aquella primera entrevista sus ojos enrojecidos soltaron
alguna lágrima. Yo vengo ahora mismo en, en carne viva, comenta
mientras se ríe, una de esas risas nerviosas tan características.
¿Sabes?, pero es que en carne viva es mejor la… la grabación. Pienso,
pienso. Porque si razono no vengo como un TLP, no sé explicarlo,
un TLP que hablaría de otra manera, lo argumentaría de otra ma-
nera, si vengo en carne viva como estoy, como estoy ahora, como
yo digo, a flor de piel, pues te hablo más, con más emoción. Esta es
la metáfora que Mar se empeña en emplear hasta la saciedad para
explicar a los profanos lo que implica vivir con su enfermedad.
Abierta al mundo sin protección, sujeta a los vaivenes contra los que
poco puede oponer.
La vida sin piel.
Mar nos cuenta que no deja de resultarle extraño que alguien se
interese por su vida, a fin de cuentas, admite, se trata de una vida
corriente, de alguien sin importancia. En este tiempo se encuentra
de baja laboral, con una solicitud de incapacidad laboral permanente
pendiente de ser revisada por el tribunal médico. Es la menor de
una familia con una hermana y tres hermanos. Durante el tiempo
de nuestros encuentros, hacía no mucho que había conocido a un
chico de otra ciudad –Tino- con el que mantenía una relación, pri-
mero en la distancia y algo más tarde conviviendo en un pequeño
apartamento. Hasta ese momento vivía de alquiler junto a su madre,
una mujer de 76 años a la que cuidaba y por quien era cuidada.
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tas, ella es una egolátra, por no decirle una narcisista, pero como yo
no le bailo el agua, conmigo no lo es, nos fuimos a Ibiza juntas. Yo
siempre he sido doña drogassientanmemal, o sea que yo siempre tenía
que tener dinero para mi taxi para volver, eh… allí tuve un accidente
y entonces me empecé a juntar con una persona que, yo no lo sabía,
era drogadicto de caballo, en una botella, como esta así -señala la
que sujeta entre las manos, de medio litro- como la que tengo en la
mano, de basuco, mezclaba cocaína y heroína, y él empezó, pues ¿te
llevo a la rehabilitación? Sí, no sé qué… el caso es que a mí me invitó
un día a su casa en Madrid y yo quedé maravillada de los libros que
tenía, de lo inteligente que era, tenía cuadros impresionantes que
eran verdaderos, era un… y yo me enamoré por eso, yo no sabía que
era lo que estaba haciendo, él se desanamoró de mi porque decía ¿quie-
res un tiro? Y yo decía no, el caso es que al final el acabó engan-
chándome, al final acabé enterándome de todo, y… me decía venga,
tomo un poco, y yo me fumo una pipa, y… me quedé embarazada.
No deja de resultar curioso como Mar construye el relato del pa-
sado bajo el prisma de cierto locus de control externo. Una vida
compleja y repleta de accidentes en los que ella poco puede hacer,
frente a una versión agencial y optimista del presente. Un accidente
le llevó a rehabilitación y caer en otro al enamorarse de alguien tan
problemático como aquella pareja. Fue este un tiempo de excesos y
descontrol al que la noticia del embarazo sólo vino a complicar las
cosas. La decisión que tomó marca otro punto de arranque en la
trama de adicciones y descontrol. Él ya tenía dos hijos y me decía,
no, no podemos tenerlo, no podemos tenerlo, que mira yo como
estoy y… yo no puedo tener otro hijo... y … yo no quería subir a
ese avión, yo no quería abortar, todavía lo paso mal cuando hablo
de ello… tenía veintisiete, yo no quería abortar, para mi es lo peor
que he hecho en mi vida, y a partir de ahí fue, al día siguiente, fue
decir dame cocaína, y a partir de ahí empiezo a consumir y consumir
y consumir… de hecho me faltan trozos de nariz, si… y llegó un
momento que me volví agorafóbica, no limpiaba…
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tanto una “TLP puro17”. Forma parte de una familia en que son 3
hermanos –tiene un hermano y una hermana-. Reside en Talavera
de la Reina, y tiene “dos casas”.
-La “suya”, en la que vive en pareja con su novio -Pablo- de
modo intermitente. En sus crisis abandona esa casa y se va a vivir a
casa de sus padres, ubicada en la otra punta de la ciudad.
-La de “sus padres”. A la que acaba regresando sucesivamente
cuando ella se siente mal, discute fuertemente con su pareja, o tiene
una “crisis” fuerte.
Establece un contraste y comparación –en que manifiesta sor-
presa, admiración, pero también contrariedad- con aquellos miem-
bros de su familia, en este caso con su hermano, que siendo afectado
por las mismas experiencias vitales que ella y habiendo sufrido de
modo intenso igual que ella, enfermándose incluso de depresión,
han conseguido rehacer su vida, reconducir y superar ese sufri-
miento –olvidándolo en buena medida-. Cuando la familia se tras-
ladó desde Torrijos a Talavera de la Reina, su hermano también
perdió su mundo y sus amistades, y tuvo también depresión, pero
luego lo superó y ha rehecho su vida. De igual modo los abusos se-
xuales y/o violación por un familiar próximo de que fueron objeto
ella y su hermana, a ella parecen haberle afectado de un modo más
intenso y duradero, y ella no se explica por qué su hermana si lo ha
superado, y ella no.
Su pareja actual con la que vive, Pablo, y la relación que mantiene
con ella, parece formar parte del problema de Amanda más que de
la solución -supondría un freno a su curación o mejora- según la in-
formación que maneja el equipo de salud mental que la trata. Él pa-
recería poseer una orientación homosexual o bisexual –“de
armario”- no reconocida. Ellos mantienen una relación amorosa en
público muy de adolescentes y bastante edulcorada, de darse la
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Para el psiquiatra que dirige la Unidad de Salud Mental, en su experiencia apare-
cen pocos casos de TLP puros –que cumplan cada uno de los rasgos definidos
en el DSM-IV-.
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que es que además los profesores decían “Qué cambio más grande, porque ahora
no te callas ni debajo del agua…” Era, pasaba de estar muy tímida, muy…
retraída y aparte, a volver a lo que había sido antes a… juerguista y tal, y
bueno y la verdad es que cuando me vino ya una depresión enorme, enorme, fue
que con… pues eso de primero de BUP a segundo, ese verano nos vinimos a Ta-
lavera a vivir, el chico que te gustaba, las amigas, los estudios, los profesores,
todo… Entonces me vine aquí, y en principio no quería, no quería estudiar…
quería irme todos los días a Torrijos, ir y venir mis padres no estaban de acuerdo,
vamos no estaban de acuerdo que no me dejaban…”
Esta depresión le afectó mucho, y sus padres la llevaron en Tala-
vera a un psiquiatra que le diagnosticó de depresión. A su hermano
también le afectó mucho el traslado familiar a Talavera, y tuvo tam-
bién depresión, pero luego lo superó y ha rehecho su vida según re-
salta Amanda. Así refleja esa primera consulta y tratamiento con el
psiquiatra:
“Pues con dieciséis años, diecisiete, me llevaron al psiquiatra y me dijo que
tenía una depresión. Me pusieron medicación, que… bueno la primera vez que
me pusieron medicación me tiré, yo no sé… la tanda de días, yo no sé si fueron
una semana, quince días, porque no tengo noción, yo sólo sé que dormía-dor-
mía-dormía-dormía. Me traían a lo mejor la comida, la bandeja… Creo que
Anafranil me pusieron… Fue una de ellas, pero no recuerdo más… Si Ana-
franil, me pusieron varias pastillas…”
En su narrativa hay dos aspectos que están más cargados de lo
que podríamos llamar un discurso psicologizado, o que parecen seg-
mentos de discurso más construidos por la experiencia y la influen-
cia de los años de terapia y trabajo con los profesionales de la unidad
de salud mental: un trauma sexual infantil y la toma de conciencia
de unas relaciones familiares “malsanas” y conflictivas, en concreto
las articuladas en su hogar o núcleo familiar más próximo.
a) Me cuenta también en su autorreflexión o mirada al pasado
para trazar el origen de su problema o trastorno, que una persona
muy cercana al ámbito familiar íntimo –algo así como un tío-, abusó
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temporada que bebía… (…) Mi abuela era cómo otra madre, y yo también
tenía conflictos con ella porque teníamos el carácter muy, muy parecido… y bueno
pues… Entonces chocábamos mucho, pero luego nos queríamos mucho, y bueno
pues… la verdad que… Y luego infidelidades por parte de mi padre, o sea todo
muy… bufff!!! Que yo a veces me pregunto “¿Por qué yo, mis hermanos lo han
asimilado tan bien, se han recuperado…? Tengo dos hermanos. Uno mayor que
tiene 40 años, y una de 36… O sea (somos) tres… Tienen su vida muy asen-
tada muy… normal como yo digo… Pero no sé, les veo felices, les veo con su
vida como digo yo normal, con sus hijos… no han tenido problemas… Pero
bueno yo les veo a ellos como que han levantado cabeza. Mi hermano estuvo
también con una depresión fuerte cuando, cuando nos vinimos a Talavera… Si,
a mi hermana pequeña no, no le afectó prácticamente, pero a mi hermano dejó
de estudiar y todo… Yo vine con quince y medio, y mi hermano tenía diecisiete
y medio, dieciocho, por ahí… Y dejó de estudiar, pero bueno él cómo que se lo
guardó más y le salió después cuando murió mi abuela que murió joven de leu-
cemia pero yo… Lo de cuando me vine a vivir, en principio pues… “pobrecita
que triste”, de ponerme ¡¡¡a llorar a llorar todos los días, una desesperación, me
quería morir, una tristeza, una pena!!! Y en principio pues “Pobrecita”, te apo-
yaban… Luego ya pasaba la fase de “¡Ay, si tu padre hubiera sido guardia
civil, vale ya…!!!”, como que ya te estás pasando… Hasta que ya tomaron con-
ciencia de que era un problema, un problema serio y me llevaron a un psiquiatra,
me llevaron de los pelos casi porque yo no quería ir…
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ahora, por ejemplo tenemos un amigo que su madre ha tenido un tumor, le han
cortado un pecho, está más bajo… Siempre nos estamos apoyando, y lo que digo
es que tengo suerte, mucha suerte, porque es muy difícil tener amigos, de los de
verdad…”
En la revisión de su historial, y dependiendo del momento de
bienestar o crisis en su trastorno en que se encuentra, aparecen al-
ternándose al menos dos tipos de discursos en las precisas anota-
ciones que reflejan la voz de Amanda en los informes de las
consultas en la Unidad de Salud Mental. Uno en que refleja un pe-
simismo vital, donde se balbucean sus sensaciones negativas, su su-
frimiento y a veces la desesperación que la invade. Así aparece en
ocasiones su voz:
“Angustiada, llorosa… Tengo miedo, me noto hundida… Nunca me voy
a superar… Siempre voy a estar deprimida… Me veo incapaz de todo”.
(22/12/1998).
“Decaída, triste… No me veo futuro. Si en casa levanto la voz, me insultan,
me quieren amansadita. Me llaman inútil…” (Cuenta que sus padres la
hacen continuamente comentarios despectivos). (12/04/1999).
Pero es el otro discurso el que me resulta más interesante y que
desafía más nuestra comprensión. Me refiero al discurso que refleja
un mayor bienestar, una mejoría –al menos parcial- en su situación,
el mismo que alude a una esperanza en el futuro. Me llama mucho
la atención que entre estas otras palabras que utiliza Amanda –y que
se reflejan también en los informes-, aparecen términos como “aser-
tiva”, “positiva” o “aprendizaje”. También es relevante destacar que
en este caso su voz es glosada, introducida o comentada por las pa-
labras del agente terapéutico que hace dicho informe, también inci-
diendo en esa apreciación positiva de la actitud, palabras y
contenidos que refiere Amanda. Desde esa perspectiva profana y
extraña del analista social, pareciera como si en esos momentos,
Amanda estuviera produciendo un discurso “ad hoc”, para el profe-
sional de salud mental que la está escuchando y valorando. Como si
lo que relatara –ya sea con sus palabras o con esas palabras de la
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muy cabezona… Que tengo unos prontos muy fuertes, aunque luego se me pase
y estoy luego pidiendo perdón y tal pero tengo un carácter muy fuerte, soy mú
bruta, muy cabezona y… y es todo o blanco o negro, y voy de un extremo a otro,
soy en ese sentido… Y bueno… de lo que me has preguntado, quizás egoísta-
mente abuso más de mis padres porque pienso que me… que van a estar ahí
siempre… Entonces a mi pareja, como que no… Procuro no contarle tanto, ni
que me vea tan mal por… precisamente por eso, por el miedo… Y bueno, esto
de ir a casa de mis padres es porque muchas veces he estado mal o he discutido
con él, y era coger el teléfono y “Mamá que estoy muy mal y que… me voy para
casa” [Entonando de modo autoparódico una voz entre aniñada y
melodramática] Cojo los medicamentos lo primero, medicamentos, muda o tal
y a casa de mis padres… Pero aquí [el Hospital de Día] me han ayudado
mucho, porque yo era el pronto ese de… una discusión… Es que la más mínima
discusión, pues ya “No podemos seguir juntos”. Se deja, digo “Ya lo dejamos
porque…” ya a casa de mis padres… Y ya me conoce mi pareja, y entonces a
lo mejor cuando tengo el pronto ese de… “¡¡Me voy con mis padres!!!” pues coge
y dice, “Bueno, si al final me voy a quedar ahí en el salón un rato hasta que se
te pase porque luego si no me vas a llamar que vuelva a por ti, porque esto que
lo otro…” Y entonces llega un momento que aquí me dijeron… “Vamos a ver,
si vas a tu casa de tus padres, o en un sitio o en el otro, lo que no puedes estar
es entrando y saliendo, ahora me viene bien esto, ahora me viene mejor lo otro…
” Ahora huyo, y luego vuelvo a huir, porque si discutía con mis padres decía
“Me voy a mi casa”, y a lo mejor íbamos a casa de mis padres y contaba “Porque
me ha pasado esto con Pablo…”, y le daban la razón a él y decía, y entonces
Buff!!! Y entonces me cabreaba con ellos y decía… “¡¡¡Ahora Pablo, ahora me
voy a casa otra vez contigo!!!!” [Lo entona con cierta sorna, autosorna o
ridiculizando su propia conducta] Y era bueno un show, un show, hace
tiempo ya que… Bueno hace tiempo, no tanto tiempo que estoy en mi casa y…
He tenido como fases de estar en casa de mis padres, de volver a casa… o cuando
estaba peor…”
Si no fuéramos conscientes de su edad (treinta y ocho años), es-
taríamos tentados de mirar con toda normalidad las oscilaciones,
problemas, picos y valles que jalonan su vida. Quizás sea su sensa-
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porque sentía que hacía sufrir a sus padres cuando discutía con ellos
o cuando tenía mal comportamiento, “no es que quisiera llamar la aten-
ción sino que lo hacía porque necesitaba que me castigasen por el daño que yo les
hacía a ellos”. El sufrimiento que padece se lo introduce en la familia,
ellos también padecen lo que a ella le está pasando. “De pequeña re-
cuerdo que mi madre siempre estaba triste, apenas pasaba tiempo conmigo que
soy la pequeña, uno de mis hermanos era el que se ocupaba más de mí. Una de
mis abuelas también tuvo depresión, y una de mis hermanas ha estado unos
años en tratamiento por ansiedad. No recuerdo haber tenido nunca amigas, de
pequeña ni salía en pandilla. Iba de casa al colegio y del colegio a casa. A veces
incluso, ponía mil excusas para no tener que ir, no quería ir a estudiar. Prefería
quedarme en casa tranquilamente, no me gustaba estar con las niñas del cole
porque a veces se reían de mí”.
Su enfermedad empieza hace unos cuatro años aproximada-
mente, en el 2007. Recuerda que comenzó a pincharse cuando tra-
bajaba. Cuando se encontraba mal iba a la enfermería y cogía agujas
con las que se pinchaba. Al hacer esto se calmaba la ansiedad que
ella sentía, pero ella entonces no imaginaba que tuviera ningún pro-
blema, se concentraba solamente en la sensación de calma que le
producían las lesiones. Después de los pinchazos esporádicos en el
trabajo, que solían venir motivados por discusiones con otros com-
pañeros, vinieron otro tipo de lesiones; golpes, cortes, quemaduras.
Ella mentía a su familia sobre las heridas que se hacía, siempre estaba
inventando situaciones en las que pudiera explicar los golpes y que-
maduras, hasta que un día ya no pudo más y explotó. Ese día le
contó a su padre lo que le pasaba, como se sentía y desde cuando
llevaba haciéndose daño para calmarse. Fue el primer contacto con
psiquiatría, se le diagnosticó de depresión. Comentaba que las heri-
das se las hacía porque se sentía inútil, se sentía mal. Llegó a tener
ideas firmes de suicidio, no quería seguir viviendo de ese modo, no
se sentía bien en su casa. Ella afirma que sus padres estaban muy
pendientes de ella y la querían mucho, pero no podía evitar sentirse
mal, afloraban muchos sentimientos de culpa por la muerte de un
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tío suyo con el que tenían mucho contacto, para ella era como su
padre, pensaba que si ella moría purgaría las penas que había causado
a toda la familia.
María no tiene episodios de adicciones como aparece en la lite-
ratura “no tomo alcohol ni fumo porros, ni tomo cocaína, como sé que otros
TLP hacen, el único vicio que tengo es el tabaco y de vez en cuando me tomo
una cerveza. Me he emborrachado nada más que un par de veces celebrando las
fiestas del pueblo y hace ya muchos años de aquello”. Aunque le gusta to-
marse una cerveza por ahí en los bares, no lo hace con mucha fre-
cuencia porque no le gusta salir y en casa sola no le gusta beber,
prefiere hacer otras cosas que la entretengan un poco y le alejen del
mundo en el que le ha tocado vivir. Una de las cosas en las que María
se refugia cuando está en casa y que le mantiene por un rato lejos
de lo sufrido, es ver películas en el ordenador. “Me gustan prácticamente
de todos los tipos, incluso las que hablan de personas parecidas a ella, aunque
no está de acuerdo con el modo en que son reflejados en ellas. Siguen apareciendo
como caprichosos que solo desean llamar la atención de la gente y no se dan
cuenta de que lo que queremos es ayuda”. Tampoco realiza gastos exage-
rados, ni práctica sexo de un modo irrefrenable, ella dice, que cuanto
más lejos esté de los chicos y los chicos de ella, mejor para ambos.
“Bastantes complicaciones tengo ya en mi vida, como para buscarme más aún”.
Los ingresos que ha tenido en la unidad de hospitalización breve
una vez diagnosticada de TLP han sido casi siempre solicitados por
ella por miedo a seguir haciéndose daño en su casa “aunque no me
gusta mucho, me siento segura cuando estoy encerrada”.
En junio de 2009 es diagnosticada con TLP, durante este año
tiene numerosos ingresos voluntarios en la unidad de salud mental
para contención porque ella siente que quiere hacerse daño porque
se siente culpable por hacer sufrir a sus padres. En el año 2010, in-
gresa de nuevo en la unidad por desbordamiento familiar ante ame-
nazas autolesivas continuas.
María es una chica joven, moderna a la que le gustan mucho los
tatuajes, de hecho tiene muchos realizados en diferentes partes del
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toma y no tanto a cómo se encuentra ella. “creo que en estos lugares todos
deberían humanizarse un poco más, tener más en cuenta lo que nos pasa, lo que
sufrimos y no vernos como diagnósticos solos y no como personas, creo que si el
trato fuera más humano, los resultados serían mucho mejor. A nadie le gusta
que le vean mientras está haciendo pis, seguro que a ellas también les daría ver-
güenza como a mí”.
María es una mujer que ha rechazado la autoridad desde pequeña,
a veces en el colegio tenía problemas porque cuestionaba los castigos
de la señorita. Hoy en día esa autoridad y las órdenes impuestas son
también rechazadas por ella, antes situaciones como ingresos invo-
luntarios, o tras los ingresos voluntarios las medidas de aislamiento
por las que tiene que pasar no son bien aceptadas por ella y siempre
son cuestionadas, pero al final tiene que aceptarlo o sino pedir el
alta voluntaria, pero es que si se va cuando ella se encuentra con
ganas de hacerse daño se lo va a hacer y sus padres van a sufrir de
nuevo, por eso, no le queda más remedio que ser “dócil”. A lo largo
de las entrevistas se escuchan por su parte muchos reproches hacia
los profesionales que le atienden, hacia sus padres y también hacia
el mundo en general, reproches de falta de comprensión ante lo que
le pasa, nadie la entiende, “todos piensan que estoy así por mi culpa, y yo
no puedo controlar lo que me pasa”. Falta de locus de control interno
ante lo que le acontece.
En el último ingreso que tuvo en febrero de 2012 pidió el alta
voluntaria para seguir tratándose en la privada “pensaba que aquí- re-
firiéndose a psiquiatría de la seguridad social- no me iba a curar nunca”
a los pocos meses retoma el tratamiento público porque ve que lo
suyo es más difícil de lo que ella pensaba y tampoco en la privada le
van a ayudar mucho y además estaba haciendo que sus padres se
gastasen un dinero que no tenían. “Yo quería encontrar solución a lo que
me pasaba de manera rápida, siento miedo de que no tenga solución y que sea
una enfermedad que me acompañe toda mi vida”.
María apenas le cuenta a nadie lo que le sucede, sus padres le
dicen que si necesita hablar sobre lo que le preocupa y le pasa que
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hable con ellos, pero ella no lo hace, “sé que si no se lo cuento a alguien,
me hace mucho daño tragármelo, pero yo soy muy mía, me callo lo que me pasa,
me lo callo y me lo callo y hasta que llega un punto que no puedo… más… y
entonces cuando ya no puedo más la rabia que siento sale de algún sitio… y hay
veces que la saco a cortarme… a veces que me pongo agresiva... me pongo alte-
rada… o pego… puñetazos… pero no a mi familia... porque yo a mi familia
la tengo respeto… ni a nadie… a lo mejor hay un cuadro en mi casa y le pego
fuerte para romperlo, y si no me he hecho ninguna herida con los cristales…
pues me aprieto la mano contra los trozos de cristales rotos para poder hacerme
daño de verdad, daño que me he merecido por haberme portado de ese modo”.
Cuando le pregunto por qué se hace daño, me responde que es
la forma que tiene de aliviarse toda esa tensión que siente, el malestar
que tiene ante todo lo que le sucede, necesita hacerse daño para
poder calmarse, para sentirse más tranquila. “El dolor y la rabia que
siento por dentro se calma cuando me hago daño, mientras lo hago me olvido un
rato de mis problemas, de lo que me sucede, de lo mal que me porto”. A veces
consigue controlarse y no hacerse daño porque va a casa de uno de
los hermanos con el que se lleva mejor y le dice lo que piensa sobre
sus deseos de herirse. “En esos momentos me encuentro bien, siento que he
sido capaz de controlarme de no hacerme daño”. Contar lo que le sucede es
algo que le cuesta mucho, algunas cosas las comenta con su hermano
o su padre, pero hay muchas otras que sólo se las cuenta a una de
las enfermeras del centro “sólo le cuento lo que me pasa a ella, con ella si
tengo confianza, lo sabe todo de mí”.
María apenas tiene amigos, solo recuerda haber tenido tres ami-
gos de verdad. Uno de ellos lo perdió por una discusión y con la
otra mantiene una relación cordial, pero no se ven apenas, se llaman
por teléfono de vez en cuando, pero la realidad es que esta amiga la
evita. “Sé que a veces soy muy pesada, me gustaba estar tanto con ella que ne-
cesitaba hablar y verla a todas horas, por eso ha habido días que la he llamado
por teléfono a las 3 de la madrugada y ella se ha enfadado conmigo, así que
ahora estoy sola”. No sale con amigos, solo sale con sus padres, lo que
hace que los sentimientos de inutilidad sean cada vez más impor-
tantes. “Aquí en hospital de día hay otras compañeras que me dicen que son
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tarlo rompo la familia.” ¿Pero María y lo que sientes tú? “Eso no le im-
porta a nadie, solo a mí, lo pasé muy mal porque es muy fuerte que te hagan
esto cuando tienes 16 años pero sabía que no lo podía contar, nuestra familia
estaba muy unida y les hubiera dado un disgusto a todos, no me lo hubieran
perdonado, además, ya te he dicho que no me habrían creído, según ellos no soy
una persona de fiar”.
Aunque estaba muy asustada ante el diagnóstico de TLP no
buscó otros métodos alternativos a la medicación. “Cuando estoy in-
gresada y voy mejor, o en hospital de día hacemos relajación y sé que viene bien,
pero a mí no me ayuda, pero a mí no me viene bien porque yo no me relajo…
me pongo más nerviosa. Me dicen que me imagine en una playa y yo soy inca-
paz… no lo consigo por más que lo intento”. Le pregunté; “María ¿qué
estás pensando cuando haces la relajación?” “En hacerme daño, todo
gira alrededor de eso, no me preocupo más que como poder hacerme daño y en
que parte del cuerpo hacérmelo”. No ha buscado medios sobrenaturales
ni religiosos para tratar de que le curen la enfermedad, no es que
tenga mucha confianza en el tratamiento que lleva, prácticamente
está resignada con el modo en que le tratan.
Ve la enfermedad como una mierda, me dice “Perdona por la pala-
bra... Pero es una mierda”. María no piensa en su futuro, pero cuando
le pregunté por él me contestó que ella vive el día a día: “Creo que no
voy a llegar al futuro, aunque a lo mejor consigo suicidarme antes algún día. No
me he planteado que puede pasar con mi futuro... sé que te puede resultar triste
pero es la verdad. No me veo mejor que hace unos años, he mejorado un poco
pero no tanto… me sigo haciendo daño como antes (entre lágrimas me dice)
no valgo nada de nada… no mejoro nada. Sigo pensando todo el día en cómo
hacerme mucho daño… no puedo hacer otra cosa… cuando me encuentro bien…
pienso que algo estoy haciendo mal… porque yo no tengo derecho a disfrutar de
la vida.” Cuando ante esta afirmación le pregunto por qué piensa de
este modo me dice que ha hecho mucho daño en los pocos años
que lleva enferma y tiene que pagarlo. ¿María, y no crees que te me-
reces otra oportunidad para disfrutar? “A veces pienso que sí… pero…
la mayoría de las veces creo que no.”
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trevista términos como “el núcleo familiar”, que provienen de ese dis-
curso experto y especializado de la cultura terapéutica. El grado de
conocimiento de los fármacos, nombres, propiedades, etc., refleja
también un discurso muy medicalizado de su trastorno y sus vidas.
Puede verse también en el caso de María como llega incluso a otor-
gar el poder y la razón, a pesar del desacuerdo con los modos en los
ingresos en la unidad de agudos, al equipo de profesionales que le
tratan, puesto que es el protocolo de actuación para todos los in-
gresos del tipo de María, a pesar de reconocer que quizás sería más
efectivo tener en cuenta sus narrativas ante lo que le sucede. Se niega
a sí misma el derecho a cuestionar lo que los expertos en la materia
conocen de lo que a ella le pasa.
En un alto grado, hemos podido vislumbrar cómo el diagnóstico,
la imaginación psiquiátrica y la utilización del TLP, viene a ser un
cajón de sastre, como para algunas otras enfermedades existentes y
“de moda” en la actualidad como la fibromialgia –tan de moda que
en el caso de Mar, es su propia hermana quien la “diagnostica” en
primer lugar entrando en webs que hablaban sobre ello, y no un psi-
quiatra, que es supuestamente el único competente para ello-, donde
se agrupan y se tratan por igual perfiles muy diversos, de amplio es-
pectro –e inclusive a veces alejados- de personas que sufren, que
pueden cumplir o no todas las características consignadas en el
DSM-IV para el trastorno, y que resultan incómodas de encasillar y
clasificar en los perfiles y protocolos de otros trastornos y enferme-
dades de salud mental. Desde una mirada antropológica y social, su-
gerimos la máxima cautela en el uso de estas clasificaciones y
etiquetas, y cómo las mismas nos invitan a mirar más allá, cómo
decía Manuel Delgado, “allí donde podemos comprobar cómo se inventan
cada día nuevas formas de discapacitación social” (Delgado, 2006).
Para la perspectiva y modo de proceder de los antropólogos, nos
ha resultado sorprendente identificar una perspectiva moral y mo-
ralista de algunos de los enfoques psiquiátricos más convencionales
y hegemónicos en la actualidad. Éstos enfatizan que parte del pro-
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“Son unos trastornos psiquiátricos que con toda seguridad van a ir en au-
mento en los próximos años. Aunque siempre han existido, cada vez se van a
dar con más frecuencia. Los trastornos de personalidad son la caricatura biológica
de una persona cuando todo el sistema sociocultural no ha conseguido reconducirla
o reeducarla. En un mundo donde las libertades imperan sobre las trabas, lo
más temperamental y primitivo tiene tendencia a salir, porque no siempre se tiene
en cuenta que libertad no implica hacer lo que a uno le apetece. El hombre tiene
que ser capaz de poner límites a su libertad. Y ese limitar nuestro desarrollo en
beneficio de la comunidad es lo que, de alguna forma, no está en los trastornos
de personalidad. En la educación recibida no hay límites, es una educación per-
misiva donde no se desarrolla la capacidad de saber que estamos con los demás,
que somos seres sociales.”
Y al ser preguntado por si había crecido la incidencia del Tras-
torno Límite de Personalidad (TLP), expresaba lo siguiente:
“Es el más en boga, porque en él se ve perfectamente esa conjunción entre la
impulsividad y la falta de barreras. El borderline es la persona que, funda-
mentalmente, hace lo que quiere, cómo y cuándo quiere, y el resto de la gente es
para él un puro paisaje. Utiliza a las personas y rompe con ellas, está tan in-
merso en su instintividad y su propia actitud que no tiene claros cuáles son sus
límites.(…) el TLP es la persona para la que el cántico a la libertad y al no
compromiso está por encima de todo. Es una persona que no se compromete con
nada ni nadie, tiene que buscar lo novedoso y estar en primera línea de cualquier
cosa. La toma de drogas es, por tanto, una de las cosas que más va a utilizar.”
Este especialista, reconocía también en la misma entrevista que
el factor sociocultural era clave y más determinante que el estudio
genético y biológico, para entender este tipo de trastorno. Pero esa
constatación, concluye, no suele ser hoy en día un punto de partida
o catalizador para reorientar la investigación y el tratamiento de las
personas diagnosticadas con TLP hacia un viraje más social.
Estas tres narrativas de aflicción son una minúscula ventana
sobre la que asomarse a las experiencias y sentimientos que implica
una vida marcada por el Trastorno Límite de Personalidad. En este
libro, más que ofrecer respuestas y sentar jurisprudencia de ese
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Este libro se terminó de imprimir
en Sevilla durante el mes de mayo de 2013
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