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UNA VIDA VICTORIOSA

PARTE 1
La vida, como bien sabemos, está en constante cambio y esos cambios pueden o
no gustarnos; de cualquier modo, son necesarios para que haya transformación.
La vida del cristiano debe estar marcada por un cambio continúo. Se que en
muchas ocasiones les he hablado de ajustes, pero en este artículo quiero
mostrárselos desde un ángulo diferente y quiero empezar preguntando: ¿Qué
pasa una vez hemos aceptado o reconocido dichos cambios?
Bueno, cuando se ha tomado consciencia de tales cambios, lo que viene en
adelante tiene que ser crecimiento. Es como saber que hay un tesoro escondido
del que usted se puede beneficiar y a pesar de que sabe dónde está no lo
desentierra. De nada le servirá el saber que debe hacer cambios, en qué área y
basado en qué, si no se pone en función de ello.
Vayamos entonces a la Palabra para que tengamos una mejor claridad de lo que
significa, no sólo saber, sino también hacer aquello que va cambiar su vida.
“Téngannos los hombres por ministros de Cristo, y administradores de los
misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada
uno sea hallado fiel.” 1 Corintios 4:1-2 (RVG)
Se tiene la errónea idea de que estos versículos no aplican a todos los creyentes,
sino solamente a los Pastores, Evangelistas y demás, pero en el contexto de este
versículo se está refiriendo a todos. Tenemos la tarea y la responsabilidad de
ministrarnos y edificarnos unos a otros, este error es producto de leer la Palabra
basados en nuestro punto de vista.
Aquí la Palabra “ministros” que en otras versiones traduce como “servidores”, es
mucho más que servir una mesa como muchos lo creen, pero considero que a
través de una experiencia que cambio la vida del Apóstol Pablo para siempre les
puedo ilustrar mejor el punto que quiero establecer.
Vayamos a las Escrituras:
“Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti,
para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas
en que me apareceré a ti” Hechos 26:16 (RVR)
La palabra “ministro” en este versículo, en el griego, tiene el mismo significado que
la palabra “ministros” en 1 Corintios 4:1 que viene del griego: “Huperétes” que
significa: “una persona que está abajo” refiriéndose a alguien que está bajo una
condición de indignidad extrema debido a su conducta, así que en aquel entonces
tal persona era condenada a vivir en un lugar acorde a su condición, en un barco
de tres niveles, del cual nunca más saldría.
El Apóstol Pablo acepto con gusto este título, con tal de servir; con el único
propósito de compartir la Buenas Nuevas del Evangelio. Yo me pregunto: ¿cuál
sería su respuesta si Jesús se apareciera y lo llamara “Huperétes”? ¿estaría
dispuesto a decir sí? La respuesta de muchos seguramente sería ¡no! Porque el
creyente de hoy está acostumbrado a la comodidad, a lo fácil; y los que están en
autoridad, muchos de ellos también dirían que no; porque les importa más la
atención que trae sobre ellos el título que ostentan. Pero la verdad es que no
tienen conocimiento realmente de lo que significa servir en el ministerio.
El Apóstol Pablo sabiendo lo difícil que es el llamado que se le ha hecho, que su
reputación quedaría por el piso, aun así, abrazo su llamado; lo cual es difícil de
digerir teniendo en cuenta que quien decide aceptar dicho llamado, ahora tendrá la
responsabilidad de “administrar” es decir, ejecutar lo que se le ha encomendado y
que no tiene derecho de escoger lo que hace o deja de hacer.
Se tiende a confundir la libertad de elegir sobre qué camino tomar en la vida, con
la libertad que nos es dada por aquel a quien decidimos servir. De modo que, si
usted es administrador de aquello que no le pertenece, pero tiene que dar cuenta
de lo que hace, no puede tomar decisiones por su propia cuenta.
En esa posición de “Huperétes” no somos nadie sin Dios, tenemos un muy buen
ejemplo en la Palabra que nos dice lo siguiente:
“Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio
de tu verdad, de cómo andas en la verdad” 3 Juan 1:3 (RVR)
El Apóstol Juan está reconociendo el buen testimonio de Gayo, que llegó a sus
oídos por boca de terceros, caso contrario a lo que sucede con otro personaje
mencionado en el mismo capítulo:
“Le escribí algunas líneas a la iglesia, pero Diótrefes, a quien le encanta ser
el primero entre ellos, no nos acepta” 3 Juan 1:9 (NVI)
Esta persona no respeto la autoridad de Juan y empezó a tomar decisiones
basado en su propia sabiduría porque seguramente, así como muchos hoy, no
entendió el llamado “Huperétes” llamado que nos indica que estamos en una
carrera donde tenemos que servirle a Él y para ello tenemos que abrazar esos
cambios, que, aunque nos cueste, sabemos qué hacemos lo correcto, no sólo en
entender sino también en aplicar.
Todos los títulos de los que el Apóstol Pablo se enorgullecía no valieron nada
cuando Jesús se le apareció (Filipenses 3:5-6) y dejando todos esos títulos atrás,
siguió su caminar como administrador de las riquezas de Dios, bajo el título de
servidor “Huperétes” sin importar el costo que implico semejante cambio, y porque
fue fiel, el Señor lo exalto (1 Corintios 4:2).
Cada que escuche el nombre de Jesucristo, no olvide a quien pertenece y a quien
sirve, porque usted fue llamado a ser testigo de lo que Él ha hecho en su vida, y
cuando otros vean su caminar en Cristo, será reconocido por lo que Él ha puesto
en usted. Esa es la única realidad que reflejara una vida victoriosa, es la única
realidad que importa en una vida que está en constante cambio.
UNA VIDA VICTORIOSA
PARTE 2

En el artículo anterior tomamos como base la cita Bíblica 1 Corintios 4:1-2


estableciendo como la interpretación de la palabra “ministro” en estos versículos,
muchas veces la basan de acuerdo al contexto y cultura en que las personas viven
actualmente, lo cual está mal porque se pierden de lo que el Apóstol Pablo quiso
decir al respecto. Por esa razón les mencione, según el contexto del Apóstol
Pablo, un barco de tres niveles, imagen que nos ayuda a comprender las palabras
de Pablo, es decir, un ministro o “Huperetes” es alguien que ha sido elegido para
vivir al servicio de los demás.
Que gran diferencia lo que dice la Palabra a lo que piensan las personas sobre
este asunto. Ahora bien, una vez aclarado este punto, quiero que me pongan
mucha atención porque al finalizar el versículo 2 la Escritura usa las palabras:
“cada uno sea hallado fiel” durante mucho tiempo estas palabras me causaron
conflicto, porque ¿cómo puede ser hallado fiel, alguien que está en una posición
de la que no tiene salida porque no hay más opción?
Una posición en la que la persona está siendo presionado con látigo, gritos, entre
otras cosas; y aun así la Palabra dice que debe ser hallado fiel. Espero que me
sigan, porque trataremos de encajar estas palabras para entender mejor. Ya les
he mencionado en diferentes enseñanzas desde el pulpito que la Biblia no fue
escrita por versículo y capitulo, tales divisiones las puso el hombre.
Entonces este pasaje realmente está mal dividido porque una vez tú llegas al
versículo 23 del capítulo 3 es normal detenerse allí y pensar que llegamos al final
de este capítulo, de modo que cuando pasamos seguidamente al capítulo 4
versículo 1 normalmente asumimos que hemos pasado a un pensamiento
completamente diferente, y lo cierto es que no es así.
El pensamiento que tomé como base para el tema de esta serie comienza desde
el versículo 20 de 1 Corintios 3 y se extiende hasta el versículo 7 de 1 Corintios 4,
la confusión surge cuando lo dividimos como si fuese dos cartas distintas y
entonces pareciera como si el Apóstol Pablo cambiara de tema. Leerlo en
secuencia nos da una imagen completamente diferente.
Quiero aclarar o más bien, recordarles que todo el capítulo 3 de 1 Corintios habla
de la división que la iglesia está viviendo hoy, por eso el Apóstol Pablo los exhorta
a que dejen de andar en la carne. Luego, empieza a dar instrucciones para
cambiar esto.
Haré un paréntesis para efectos de poder entender mejor el punto que quiero
establecer, vayamos a la Palabra.
“Porque diciendo el uno: Yo cierto soy de Pablo; y el otro: Yo soy de
Apolos, ¿no sois carnales?”
1 Corintios 3:4 (RVA)
El Apóstol Pablo les estaba diciendo: dejen de ver al hombre por el hombre,
porque este último es quien transmite el mensaje, ustedes ocúpense del mensaje
no del hombre.
“¿Qué pues es Pablo? ¿y qué es Apolos? Ministros por los cuales habéis
creído; y eso según que a cada uno ha concedido el Señor.”
1 Corintios 3:5 (RVA)
“Yo planté, Apolos regó: más Dios ha dado el crecimiento”
1 Corintios 3:6 (RVA)
Aquí la palabra “ministros” en el versículo 5 traduce “Diáconos” que quiere decir en
el griego “servidor” o en términos más simples lo que ustedes conocen como
“ujieres” es alguien que siempre está atento para servir a otros. Es el mismo oficio
que cumple un camarero.
Para que entendamos mejor la relación entre un término y el otro vayamos
nuevamente a la Palabra.
“Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro,
Sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte,
sea lo presente, sea los por venir; todo es vuestro;
Y vosotros de Cristo; y Cristo de Dios” 1 Corintios 3:21-23 (RVA)

Las personas de esta región estaban glorificando a los hombres que venían a
compartir el mensaje, el orden correcto es darle el primer lugar a la Palabra que se
comparte y no al hombre que simplemente viene a servir no a ser servido; pero
muchas veces los ministros se llenan de ego porque no tienen cuidado cuando
captan la atención por la posición que ocupan.

En este punto ya empieza a tener más sentido este pasaje. Me refiero a que
cuando hablamos de Diáconos, es la relación del ministro con el hombre, porque
venimos a servir al hombre y “Huperetes” es nuestra relación para con Dios.
Hemos sido establecidos en esta posición para servirlo a Él el resto de nuestras
vidas. Todo esto nos ayuda a identificar en la Palabra cuándo Dios nos está
hablando en relación a Él mismo.

Porque una vez usted ha sido comprado ya no se pertenece a si mismo sino a


Aquel que lo compró con su sangre. En ese sentido Jesús también era un
“Huperetes” para con Dios. ¿Y si Jesús es nuestro máximo ejemplo a seguir, a
quién entonces pertenecemos? Todo aquel que está aquí para servir debe saber
que lo hace para Dios, para que Él sea glorificado. Teniendo en cuenta todo lo
anterior, continuaremos en nuestro próximo artículo para conocer más de cómo
está ligado el ser “Huperetes” con llevar una vida victoriosa.
UNA VIDA VICTORIOSA

PARTE 3

Considero que lo que hemos visto hasta ahora en la Palabra, nos ha ampliado el
panorama sobre que es ser realmente un ministro al servicio de Dios. En el
artículo anterior terminamos hablando de que, así como Jesús fue un “Huperetes”,
nosotros también debemos serlo puesto que Él es nuestro máximo ejemplo a
seguir. Sólo de esta manera podremos usar lo que Dios ha puesto en nosotros de
modo que Él sea glorificado.

Es necesario que entendamos algo más antes de continuar. La expresión


“Téngannos los hombres” 1 Corintios 4:1 (RVR) tiene en el griego el siguiente
significado: “considerar, analizar, pero basado en hechos reales y no en
suposiciones”. Y muchas veces se tiene la costumbre de considerar algo sin tener
en cuenta los hechos que soporten dicha consideración; hay una gran diferencia
entre cómo lo explica la Palabra y cómo realmente lo asume el hombre.

De hecho, esta misma palabra la encontramos en la siguiente Escritura:

“Por conducto de Silvano, a quien tengo por hermano fiel, os he escrito


brevemente, amonestándoos, y testificando que esta es la verdadera gracia
de Dios, en la cual estáis” 1 Pedro 5:12 (RVR)

¿Cómo Pedro llegó a considerar a Silvano, un hermano fiel? No precisamente por


ser creyente, independientemente del vínculo que los une, la única manera de
considerar fiel a alguien es teniendo la experiencia de ver y saber que esta
persona realmente, por sus hechos, puede ser considerado fiel. Pongámoslo de
esta manera: ¿Por qué creen que, cuando se trata de dinero, en todo lugar tienen
cámaras? pero además hay otra persona vigilando; Bueno, lo hacen por seguridad
porque no conocen a la persona.

Vemos otra gran diferencia de considerarse a sí mismo fiel y el que otra persona lo
considere fiel. Sólo porque han visto su trayectoria es que pueden llegar a esa
conclusión. Ahora, hay algo interesante en la Escritura de 1 Corintios 4 y que me
parece importante porque aquí es donde está el principio de lo que he venido
compartiendo con ustedes.

Recuerden el significado de la palabra “Huperetes”, y quiero que piensen en esto,


cuando el remero es puesto en el lugar más bajo del barco, más difícil se hace su
tarea porque debe esforzarse mucho más que los que están sobre él, puesto que
el remo está totalmente sumergido en el agua. Una persona que tiene que
esforzarse al máximo independientemente de la posición donde Dios le allá
puesto, necesitara de toda la ayuda posible, porque cuando decide aceptar
resueltamente, debe ser consciente que dicho llamado supera sus capacidades.
Este principio aplica en todas las áreas de la vida y cualquier profesión que
practique. De modo que es necesario todo un equipo que lo ayude y trabaje en un
mismo sentir y por un mismo propósito.

Si no fuera así, sino necesitara ayuda de alguien más, entonces tampoco


necesitaría de Dios. Por lo tanto, no dependería de la Gracia de Dios ni necesitaría
su guía. Los sueños de Dios, en los que Él lo involucra, son superiores a usted, a
tal punto, que sólo con más personas trabajando como un equipo, podría
continuar.

Volviendo al ejemplo del remero, debo agregar que en esos tiempos eran muchos
los hombres que utilizaban para mover estos barcos y debían coordinar en sus
movimientos para moverlo en la dirección que se les indicaba. Cuando uno sólo de
estos hombres dejaba de remar, por la razón que fuera, todos los demás hombres
eran castigados.

Así que ya se imaginaran la tensión que había en el ambiente; un hombre tratando


de hacer su trabajo, pero al mismo tiempo pendiente de que su compañero hiciera
el suyo. Cuando Dios nos llama a un cuerpo de creyentes, su visión es más
grande de lo que usted y yo podemos imaginar.

Aquellos que no entienden esto, vienen a la Iglesia con una idea equivocada de lo
que realmente es, y la Iglesia es un centro de entrenamiento donde recibimos el
conocimiento que necesitamos para saber cómo enfrentar los problemas que
tenemos.

He aprendido que en la vida puede ser fácil empezar, lo difícil es permanecer. Lo


que quiero decir es, volviendo al ejemplo anterior, que el barco salía del puerto el
cual está protegido del viento y las olas. Cuando el barco va a zarpar es fácil, no
implica ninguna dificultad, los problemas se presentan mar adentro donde se
puede encontrar cualquier tipo de situación.

La pregunta es ¿Qué vamos hacer ante esos problemas? ¿nos vamos a rendir?
¿vamos a desistir de alcanzar aquello que nos hemos propuesto? No siempre van
a salir las cosas como planeábamos, pero no por eso abandonaremos lo que
empezamos. Las personas que se decían ser sus amigos de confianza suelen ser
las primeras en saltar por la borda.
Quiero mostrarles algo en la Escritura:

“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero
uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis”
1 Corintios 9:24 (RVR)
Aquí la palabra “correr” viene del griego “trecho” que significa correr a larga
distancia, dando vueltas en un mismo lugar durante un periodo prolongado de
tiempo, lo cual exige concentración, si se deja distraer por lo que se le presenta en
el camino se va a desgastar lo que eventualmente lo sacara de la carrera.
UNA VIDA VICTORIOSA

PARTE 4

Aún estamos en el libro de 1 Corintios, en el versículo 1 del capítulo 4, porque la


única manera de entender algún tema a la luz de la Palabra es profundizando en
ella, de otro modo quedaríamos con vacíos lo que eventualmente nos llevaría a
hacer malas interpretaciones de la Escritura.

Debemos concentrarnos en el llamado que se nos ha hecho, para avanzar en la


visión de la que Dios nos ha hecho participes. En la Palabra de Dios encontramos
la siguiente Escritura:

“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados” Efesios 5:1 (RVR)

Me gusta compartirles el significado de las palabras en el griego porque nos


amplia el panorama para entender mejor las riquezas que tiene la Palabra de Dios
para nosotros, y en este caso la expresión “Sed, pues” quiere decir: “ser constante
en el proceso de imitar a Dios, seguir un modelo”.

Empiece a caminar como si fuera un “Huperetes” de Dios, imitándolo


constantemente, concentrado en lo que Él lo ha llamado hacer.

Por otro lado, insisto en lo importante que es recordar, según lo aprendido hasta
ahora, que cada vez que tomamos la Biblia, en realidad estamos estudiando una
carta extensa que el hombre con el tiempo la dividió en capítulos y versículos.
Como es el caso de las cartas a Corintios, específicamente el capítulo 4 que
pareciera es diferente e independiente del capítulo 3 pero la realidad es que es la
continuación de este.

Ahora bien, los versículos 1 y 2 de 1 Corintios capítulo 4 han sido primordiales en


mi caminar, puesto que me han ayudado en mi vida ministerial y profesional así
que retomemos una vez más.

“Téngannos los hombres por ministros de Cristo, y administradores de los


misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada
uno sea hallado fiel.” 1 Corintios 4:1-2 (RVG)

Todo este pasaje está basado en le palabra “fiel” que comprenderemos conforme
avanzamos, por eso es necesario que siempre tengan presente el ejemplo del
remero en la parte más baja del barco para que entiendan que sea un diacono o
sea un “Huperetes”, el principio es el mismo “servir” y la única diferencia es a
quien va direccionado dicho servir.
El primero se refiere a la relación de servicio hacia los demás y el segundo se
refiere a la relación para con Dios. Luego tenemos la palabra “administrador” que
es quien está sujeto a las decisiones que tome su jefe. Por otro lado, hay otra
palabra que no podemos ignorar y es “requiere” que en términos simples significa
“se demanda, se exige” que cada uno sea hallado fiel.

Y luego nos encontramos con la palabra “hallado” cuyo significado es fuerte y


claro, porque nos habla la Escritura a través de esta palabra que la persona debe
probar su fidelidad, pruebas que no dejen lugar a dudas de la fidelidad de esa
persona ante otras personas que puedan confirmar lo que han visto.

Es decir, que no importa lo que usted diga a pesar de su buena conducta, sino lo
que digan aquellos que han presenciado su actuar, porque tienen evidencia de
que así fue. No es importante, en este sentido, lo que piensa de usted mismo, sino
lo que Dios piensa. Por eso suele ser difícil para alguien asimilar el hecho de que
lo que esté haciendo, sea cual sea su función, aunque este bien hecho, no
satisfaga las expectativas de su jefe.

Así que, cuando usted y yo queremos caminar en fidelidad con aquellos a quienes
estemos sirviendo, sin importar la posición que estemos ocupando, debemos tener
siempre presente que estamos administrando aquello por lo que nos están
pagando. En ese sentido se requiere que seamos hallados fieles. En mi caso
como Pastor tengo que ser hallado fiel, no por la forma en que predico o la manera
en que hago las cosas sino según las instrucciones que recibo de Dios.

Sin olvidar lo anterior, quiero mostrarles los siguientes pasajes de la Escritura. Uno
de ellos menciona una historia muy conocida por todos y es “el centurión” después
de que el centurión le cuenta a Jesús que su ciervo está herido, en este pasaje el
centurión se dirige a Jesús y le dice:

“Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes
soldados; y digo a este: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz
esto, y lo hace”. Mateo 8:9 (RVR)

Vale la pena preguntarnos ¿será que el centurión cumplía cualquier orden que le
dieran? ¿o lo haría, pero de acuerdo a su propio criterio? La respuesta es obvia,
este hombre cumplía las ordenes que recibía de manera que fuera hallado fiel,
sencillamente porque era un hombre bajo autoridad. En el siguiente pasaje vemos
el mismo ejemplo, pero con Jesucristo.
“Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No
puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque
todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente”. Juan 5:19
(RVR)
Jesús no podía asumir bajo su propio criterio y hacer lo que el Padre hacía, bajo
su propia consideración, sino que obedecía al Padre, por eso me es difícil concebir
que el creyente de hoy determine por sí mismo si hacer o no lo que se le ha
demandado y no conforme con eso se considera fiel. No se ustedes, pero en lo
que a mí respecta esto es el colmo del cinismo.

Creo que lo visto hasta ahora nos confirma que el concepto equivoco de fidelidad
que solemos tener es absolutamente diferente en relación a la Palabra.
Culturalmente hablando, los países latinoamericanos se caracterizan por su
cultura rebelde porque, así como se tratan los hombres entre sí, de esa misma
forma se dirigen a Dios. Creo que continuaremos en un próximo artículo
aprendiendo más sobre el servir y nuestra actitud en dicha posición.
PARTE 5

El creyente como lo mencionábamos en el artículo anterior, justifica su falta de


fidelidad diciendo “yo soy fiel porque yo amo a Dios”. Estoy seguro que si el
Apóstol Pablo viviera no pasaría por alto todo el caos que afecta el Cuerpo de
Cristo actualmente y la recurrencia con que el creyente usa la misma Palabra de
Dios para justificar su mal comportamiento.

Pareciera que el trabajo de los que hicieron parte de la Iglesia primitiva hubiese
sido en vano, puesto que hoy el caminar de los cristianos con Dios está ligado a
variables emocionales que dependen de cómo creen que Dios responde a sus
anhelos y calman su conciencia fingiendo algo que no son convencidos de que
engañan a Dios.

El caminar con Dios implica que usted va a obedecer su Palabra en su totalidad y


no solamente aquellas partes de la Escritura que le convienen. Cuando tiene la
determinación de hacerlo, de obedecer la Palabra de Dios, la opinión de los
demás no afecta en nada su caminar con Dios. El Apóstol Pablo es un vivo
ejemplo de ello.

“Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal
humano…” 1 Corintios 4:3 (RVR)

Esta Escritura confirma la veracidad de la Palabra de Dios, recordemos que el


Apóstol Pablo no sólo en la carta de Corintios sino también en las cartas de
Timoteo y Tito habla sobre el testimonio y cuán importante es delante de la gente
porqué usted tiene que ser probado. En palabras más simples, si la Palabra no le
diera tanta importancia al testimonio pues el ser juzgado por los demás no tendría
ningún valor ni propósito.

Sin embargo, está Escritura como muchas otras, es sacada de contexto por
muchos creyentes para justificar sus acciones y lo que es peor aseguran que el
Apóstol Pablo se contradice en relación a otras Escrituras que hablan sobre el
testimonio y su importancia ante los demás.

Escudarse en estas escrituras es un patrón recurrente en el creyente para hacer


las cosas a su manera pensando que la fidelidad desde su punto de vista está
bien. Pero lo cierto es que su fidelidad está basada en la evidencia de sus
acciones para que los demás le puedan juzgar fiel.
Considero necesario entender con más detalle el resto del versículo hasta el
versículo 4 porque nos dará más luz sobre el tema en cuestión:

“…y ni aun yo me juzgo a mí mismo. Porque, aunque de nada tengo mala


conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor”.
1 Corintios 4:3-4 (RVR)

Estos versículos nos están hablando de tres juicios, el juicio por terceros, el juicio
de la conciencia y el juicio de Dios. El primer juicio ya lo hemos tocado
ampliamente, el segundo por otro lado se refiere a que, aunque se tiene la
seguridad de que lo que se está haciendo está bien, eso no es aval para auto
justificarse. El tercer juicio como la Palabra lo indica, es emitido por Dios. Él es el
juez que determina finalmente si nuestro corazón es integro y consecuente con
nuestras acciones y es en ese momento que somos hallados fieles.

Quiero mantener nuestro enfoque en la fidelidad mencionada al final del versículo


2 de 1 de Corintios 4, porque la Palabra nos enseña que la fidelidad se desarrolla
bajo la autoridad de otra persona, pues esta persona determinará si alguien es fiel
o no puesto que el punto de vista en relación a la fidelidad, sobre uno mismo, es
un punto de vista errado; no estoy queriendo decir que el pensarse fiel este mal,
sino que, a la luz de la Palabra, el concepto que alguien más tiene de usted tiene
mayor peso y validez respecto de su testimonio.

Lo anterior nos lo describe muy bien las Escrituras, veamos.

“Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado


que yo sea fiel al Señor” Hechos 16:15 (RVR)

Es igual cuando el acusado comparece ante un juez; el acusado tendrá que


demostrar su inocencia y en dicho proceso el Juez considerará las pruebas y los
testigos que den fe de la inocencia del acusado. Finalmente, el juez determinará si
el acusado es inocente, no basado en la palabra del acusado sino en la evidencia
de las pruebas presentadas y eso incluye pruebas testimoniales.

Ante este panorama, no hay nada que podamos decir para justificarnos como
suelen hacer muchos cristianos hoy en día, que ya tienen conocimiento de las
Escrituras y, aun así, persisten en su idea de fidelidad según su propia opinión.
Pero quiero mostrarles nuevamente en las Escrituras cuál es la única opinión que
importa.

“Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me


tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio” 1 Timoteo 1:12 (RVR)
¿Quién, en esta Escritura, tuvo por fiel al Apóstol Pablo? Bueno, los dejo con esta
pregunta, para que piensen un poco en quién nos juzga como fieles, y
continuaremos en un próximo artículo.

PARTE 6

En el artículo anterior terminamos con una pregunta en relación a 1 Timoteo 1:12


¿quién, en esta Escritura, tuvo por fiel al Apóstol Pablo? Y la respuesta es simple,
fue Jesús quien tuvo por fiel al Apóstol Pablo. Veamos una Escritura más:

“Les he escrito brevemente por medio de Silvano, a quien considero un


hermano fiel” 1 Pedro 5:12 (RVC)

Una vez más confirmamos a través de las Escrituras lo que hemos venido
aprendiendo en los artículos anteriores, y es que el concepto de fidelidad,
Bíblicamente hablando, no está sujeto al juicio humano sino al estándar
establecido por Jesucristo en la Palabra. De modo que al desviarnos del camino
que nos traza la Palabra, podemos ser considerados no fieles.

Ahora bien, quiero que piensen en la siguiente pregunta y luego la responderemos


con la Palabra. ¿Ustedes han juzgado a Dios? analizaremos en ese sentido dos
Escrituras.

“Mas los Fariseos y los sabios de la ley, desecharon el consejo de Dios


contra sí mismos, no siendo bautizados de él” Lucas 7:30 (RVA)

¿Esos fariseos y estudiosos de la Ley juzgaron a Dios? La respuesta es sí; puesto


que Dios les había dicho el camino que debían seguir; pero no lo hicieron, por lo
tanto, ¿juzgaron a Dios fiel? ¡No! Porque la opinión de ellos era más importante
que la de Dios mismo. ¿Saben por qué muchos no siembran a través de los
diezmos y ofrendas? Porque no han juzgado a Dios fiel en cuanto a su Palabra
que dice que aquel que siembra cosecha.

Estos hombres determinaron que el consejo de Dios no es válido en comparación


al de los hombres. Entonces, en cada decisión que tomamos a diario, estamos
juzgando a Dios porque actuamos basados en nuestra propia opinión o bien en la
Palabra de Dios. Esto es tan cierto como la Palabra misma. Quiero que lo vean
ustedes mismos.
“Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para
concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era
fiel quien lo había prometido” Hebreos 11:11 (RVR)

La palabra “creyó” usada en este versículo es la misma palabra “considerar o


juzgar” en otras palabras, Sara puso su edad y su condición física por debajo de la
fidelidad de Dios. Caso contrario es lo que pasa con el creyente de hoy cuando se
enfrenta a situaciones adversas y empieza a considerar a Dios como si se hubiese
olvidado de sus hijos. De hecho, el que yo esté en el pulpito ahora, ocupando la
oficina de Pastor, se debe a una promesa de Dios hace veinte años atrás. En
muchas ocasiones juzgue a Dios fiel y en otras me preguntaba ¿Dios dónde
estás? Porque sabía lo que el Señor había puesto en mi corazón.

Esa es la razón por la que estamos en el estado actual en todas las áreas de la
vida, por las decisiones que hemos tomado. La Escritura enseña que Jesús hacía
sólo la voluntad del Padre, de manera que si nosotros hiciéramos lo mismo nos
evitaríamos muchos problemas y sabríamos resolver mucho mejor cualquier
problema que se presente en el camino.

Vayamos nuevamente a la fuente de sabiduría, a la Palabra de Dios.

“Porque el reino de los cielos es como un hombre que, yéndose lejos, llamó
a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro
dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos”
Mateo 25:14 (RVR)

Luego de que el amo repartió los talentos a sus siervos, se fue y un tiempo
después regresó para que cada siervo rindiera cuentas según las instrucciones
que el amo había dado. Sin embargo, no todos respondieron como se esperaba. A
los dos primeros les dijo “buen siervo fiel” por cuanto le entregaron ganancias de
aquello que el amo les había dejado.

Pero el tercero no trabajo el talento que se le dio, sino que lo enterró. Cuando el
amo le pidió cuentas, el siervo se lo entregó. Cualquiera pensaría que este siervo
hizo bien puesto que entregó lo que no era suyo a su dueño legítimo, pero eso no
es lo que nos dice la Palabra. Veamos que le respondió el amo al siervo.

“Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente” Mateo 25:26


(RVR)

¿Este siervo estaba tratando de ser fiel con lo que no era de él? Le respuesta es
no, porque la Palabra lo llama “negligente” aquí esta expresión vista en el griego
(Oknerós) significa “ocioso, problemático” refiriéndose a alguien que genera
retrasos porque aún no está preparado para lo que se le ha encomendado.

Pero él desde su punto de vista seguramente se consideraba fiel, por eso es


importante estar bajo una autoridad que nos enseñe a ser fieles mientras pasamos
por el proceso de madurar y hacer las cosas que Dios nos mandó hacer. ¿Es
usted fiel según su propio criterio, o de acuerdo a la Palabra de Dios? con esto en
mente, espero que reflexionen al respecto porque continuaremos en el siguiente
artículo.

PARTE 7

Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de
dientes. Fueron estas las palabras del amo en la parábola de los talentos en
Mateo 25 donde se menciona al siervo negligente y con la que terminamos el
artículo anterior. En contraste con lo sucedido con el siervo malo de Mateo 25,
tenemos el caso del centurión en el Evangelio de Mateo capítulo 8. Allí Jesús se
encuentra con el centurión quien necesita que su siervo sea sanado. El contraste
sobre el asunto en cuestión es la actitud del centurión.

Tan impactante fue la actitud del centurión que Jesús lo consideró fiel, veamos:

“Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y


diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente
atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y
dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la
palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y
tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a este: Ve, y va; y al otro: Ven, y
viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a
los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta
fe”.
Mateo 8:5-10 (RVR)

El centurión al reconocer la autoridad bajo la cual camina Jesús, estaba


entendiendo cómo funcionaba el reino puesto que sabía de lo que estaba
hablando siendo el un hombre con autoridad sobre otros y por lo tanto estaba
convencido que, si Jesús hablaba, lo que dijera, así sería. Un siervo entonces,
cree y obedece la orden que recibe de la manera en que se lo dicen y no según
como a este le parece.

El centurión a diferencia del siervo malo, confirmó con su actitud que estaba
realmente dispuesto a creer en quien había depositado su fe, y en su palabra;
mientras que el siervo malo creyendo que le estaba haciendo un favor a su amo
demostró que en él no había ni disposición ni mucho menos obediencia, por lo
tanto, el primero fue hallado fiel y el segundo no.

Puede que suene duro; pero lo cierto es que en el momento en que la persona
que está bajo autoridad decide desobedecer aquello que se le ha ordenado y
hacerlo a su manera, en ese momento, esa persona deja de ser útil y, por lo tanto,
ya no sirve para el propósito por el que inicialmente se eligió.

La manera en que nos consideremos en relación a Dios determina cual será


nuestra respuesta a su Palabra, de otro modo caeremos en el error de juzgar a
Dios basados en nuestras experiencias y la forma que creemos que deben
hacerse las cosas. Así que nuestro objetivo como “Huperetes” de Dios es dar
evidencia de nuestra conducta de tal manera que seamos hallados fieles por Dios.
Cuando tengamos la intención de hacer algo contrario a la Palabra de Dios,
detengámonos por un momento y pensemos en aquel siervo malo, cuando le fue
quitado lo que tenía para darlo a quien si fue diligente.

Esforcémonos haciendo las cosas como a Dios le agradan para no caer en esa
categoría de siervo malo y negligente. Quiero mostrarles algo en el Evangelio de
Lucas que nos ayudará a comprender aún más lo que implica el ser un siervo del
Señor, veamos:

“… Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo;


porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que
no pusiste, y siegas lo que no sembraste. Entonces él le dijo: Mal siervo, por
tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que
no puse, y que siego lo que no sembré; ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero
en el banco, para que al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses? Y
dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las
diez minas”. Lucas 19:20-24 (RVR)

Es bastante similar a la parábola que encontramos en el Evangelio de Mateo 25,


es el mismo concepto, puesto que este siervo fue hallado malo y no fiel. Estas
cosas tienen que hacernos pensar. Si yo, por ejemplo, quería lograr muchas
cosas, tuve que hacer lo que tenía que hacer conforme a la Palabra. Mi vida
profesional la empecé antes de conocer a Cristo, así que no tenía idea de nada.

Pero tan pronto recibí a Cristo mi vida fue transformada completa y radicalmente,
porque cuando empecé a comprender muchas cosas fui determinado a la hora de
hacer ajustes y alinearme a la Palabra. Desde ese momento me sumergí en las
Escrituras y si mi vida no se ajustaba pues hacía lo cambios que se requerían para
caminar correctamente.
Por eso estoy convencido que debemos estar en constante cambio en el sentido
de que, entre más luz tenemos de la Palabra y más revelación, así mismo deben
ser los cambios que hagamos para ir a la par de lo que Dios quiere de nosotros. El
punto aquí es que Dios nos halle fiel porque si queremos que Dios nos incremente
en cada aspecto de la vida y oramos por eso, pero no vemos resultados,
entonces, debemos empezar a preguntarnos ¿Dios me halla fiel?

Es en esa fidelidad en que Dios nos halla, que Él puede confiarnos cada vez más
de lo que ya se nos ha dado. El problema es que el cristiano de hoy se
acostumbró a que le prediquen de todos esos maravillosos beneficios que Dios
tiene para sus hijos, para saber cómo obtenerlos; pero en el momento en que se
enseña desde el pulpito como ser fiel para poder disfrutar de todo lo que Cristo
gano para nosotros, se muestran molestos e inconformes. De hecho, Jesús dijo:

“El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy
poco es injusto, también en lo más es injusto”.
Lucas 16:10 (RVR)

Continuaremos en un próximo artículo, nuestro objetivo es continuar aprendiendo,


aplicando y obedeciendo la Palabra como buenos siervos de Dios.
PARTE 8

una de los aspectos más evidentes para entender por qué el creyente se siente
inconforme cuando se le habla de fidelidad, como lo mencione en el artículo
anterior, es cuando el poco valor en que tiene, lo que se le ha dado, determina por
sí mismo que no es gran cosa lo que Dios le proporciona para hacer su vida más
fácil.

Considera que no puede aportar o hacer la diferencia en el Cuerpo de Cristo, con


lo que se le ha dado. En el momento en que un creyente determina eso y deja de
aplicar los principios de la Palabra, es cuando aplican las palabras de Jesús “el
que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto” porque se tiene la
mala costumbre de decir: “cuando tenga suficiente, cuando sea promocionado,
cuando tenga la capacidad; entonces voy a obedecer, voy a participar o coy a
aportar”.

Lo cierto es, de acuerdo a las palabras de Jesús, que, si usted no es fiel con un
dólar; tampoco lo será con 100 dólares. Sólo siendo fiel con lo primero es que Dios
nos dará lo segundo. Sólo así es que llega el incremento, la promoción, sin
embargo, hay cristianos que buscan lo más sin antes haber probado que son fieles
con lo menos. No está mal querer llegar a un nivel superior en todos los aspectos;
lo malo es enfocarse solamente en ello y perder de vista el principal objetivo que
es, esforzarse por ser fiel en el punto en el que usted esta.

Recordemos el pasaje de la viuda que dio poco; pero que a los ojos de Jesús
represento mucho.
Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el
pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. Y vino una
viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante. Lucas 21:41-42 (RVR)
Naturalmente hablando, esta mujer dio mucho menos que los demás; pero para
Jesús el valor de lo que dio la viuda fue mucho mayor en comparación a las
ofrendas de las otras personas. Jesús debió estar muy cerca y muy atento, para
darse cuenta de lo que estaba dando cada uno.

La razón es muy sencilla; Dios puede hacer más con lo que nosotros, muchas
veces, consideramos o tenemos en poco. Porque el hombre busca primero el
incremento mientras que Dios busca el corazón de quien da algo. Por eso caminar
a la luz del pasaje que es el objeto de esta serie, 1 Corintios 4:1, no es una
sugerencia. Es necesario que usted tenga la determinación de seguir los principios
de esta Escritura, sin olvidar la posición que ha decidido asumir delante de Dios,
“Huperetes”.

Yo les pregunto: ¿Cuántos de ustedes anhelan mayor revelación, mayor


incremento? Una de mis prioridades cuando recibí al Señor como mi salvador fue
obtener más sabiduría; para los negocios, para tomar las mejores decisiones, por
estrategias para saber que hacer o cuando detenerme. Mi mayor preocupación era
buscar la guía del Espíritu Santo. Si bien es cierto la Palabra dice: “téngannos los
hombres por ministros de Cristo, y administradores de los misterios de Dios” yo
me pregunto: ¿si un creyente le pide a Dios dirección, sabiduría, incremento;
sabiendo que está haciendo las cosas a su manera y no de acuerdo a los
principios de Dios; creen que Dios responderá satisfactoriamente a su petición?

Obviamente la respuesta es no, porque el versículo siguiente 1 Corintios 4:2 dice:


“se requiere de los administradores, que cada uno se hallado fiel”. El visualizarnos
de manera exitosa en lo que hacemos, como “Huperetes” de Dios, hace parte del
proceso en el que vamos siendo incrementados siempre y cuando, ese visualizar
este alineado a la Palabra de Dios; es necesario hacerlo, porque nuestra mente
tiende a mostrarnos un camino contrario a la voluntad de Dios.

La Escritura es muy clara al respecto. Las personas con frecuencia se engañan


desde el mismo momento en que confían en su propio criterio, de hecho, el libro
de Proverbios nos muestra la verdad que el creyente de hoy, muchas veces,
pretende ignorar, sin éxito.

“Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad,


Pero hombre de verdad, ¿quién lo hallará?” Proverbios 20:6 (RVR)

Vamos por partes, fíjense que el versículo dice: “su propia bondad” dando a
entender que cada persona, en cualquier ámbito de la vida, sin importar su
condición económica, profesional e incluso moral, procura por mostrar su mejor
faceta haciendo resaltar sus virtudes, pero jamás dará a conocer sus defectos y
errores porque busca su propio interés.
Pero en la segunda parte del versículo, Dios nos dice en Su Palabra como son
realmente las cosas cuando se trata del hombre. Allí dice “Pero hombre de
verdad” aquí la palabra “verdad” viene de la palabra “emun” que quiere decir “fiel,
fidelidad” refiriéndose a alguien digno de confianza. Un hombre fiel es realmente
difícil de encontrar, y eso es porque cada uno tiene su punto de vista y actúan en
consecuencia con este. Quiero que vayamos a otra Escritura que nos da más luz
sobre el punto.

“Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado,


Pero honra a los que temen a Jehová.
El que, aun jurando en daño suyo, no por eso cambia;” Salmos 15:4 (RVR)

Me quiero concentrar en la última parte del versículo, más allá de lo duro que
pueda ser para aquellos que ignoran la verdad, como mencione anteriormente,
este versículo nos esta hablando de una persona que hace lo que dice sin
importar las consecuencias de sus palabras, es una persona con un corazón
integro porque sus acciones están alineadas con sus palabras y pensamientos.
Estoy seguro que esta Escritura hace sentir a muchos como un pez fuera del
agua, porque para ser una persona fiel tiene que ser también alguien que cumple
su palabra; usted no puede ser fiel según las circunstancias, sólo se es fiel cuando
su testimonio es un reflejo armonioso de su espíritu, alma y cuerpo.

Seguiremos aprendiendo en un próximo artículo, sobre la fidelidad y su


importancia en una persona que ha decidido ser “Huperetes”. Audio 5 minuto
10:45

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