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PARTE 1
La vida, como bien sabemos, está en constante cambio y esos cambios pueden o
no gustarnos; de cualquier modo, son necesarios para que haya transformación.
La vida del cristiano debe estar marcada por un cambio continúo. Se que en
muchas ocasiones les he hablado de ajustes, pero en este artículo quiero
mostrárselos desde un ángulo diferente y quiero empezar preguntando: ¿Qué
pasa una vez hemos aceptado o reconocido dichos cambios?
Bueno, cuando se ha tomado consciencia de tales cambios, lo que viene en
adelante tiene que ser crecimiento. Es como saber que hay un tesoro escondido
del que usted se puede beneficiar y a pesar de que sabe dónde está no lo
desentierra. De nada le servirá el saber que debe hacer cambios, en qué área y
basado en qué, si no se pone en función de ello.
Vayamos entonces a la Palabra para que tengamos una mejor claridad de lo que
significa, no sólo saber, sino también hacer aquello que va cambiar su vida.
“Téngannos los hombres por ministros de Cristo, y administradores de los
misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada
uno sea hallado fiel.” 1 Corintios 4:1-2 (RVG)
Se tiene la errónea idea de que estos versículos no aplican a todos los creyentes,
sino solamente a los Pastores, Evangelistas y demás, pero en el contexto de este
versículo se está refiriendo a todos. Tenemos la tarea y la responsabilidad de
ministrarnos y edificarnos unos a otros, este error es producto de leer la Palabra
basados en nuestro punto de vista.
Aquí la Palabra “ministros” que en otras versiones traduce como “servidores”, es
mucho más que servir una mesa como muchos lo creen, pero considero que a
través de una experiencia que cambio la vida del Apóstol Pablo para siempre les
puedo ilustrar mejor el punto que quiero establecer.
Vayamos a las Escrituras:
“Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti,
para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas
en que me apareceré a ti” Hechos 26:16 (RVR)
La palabra “ministro” en este versículo, en el griego, tiene el mismo significado que
la palabra “ministros” en 1 Corintios 4:1 que viene del griego: “Huperétes” que
significa: “una persona que está abajo” refiriéndose a alguien que está bajo una
condición de indignidad extrema debido a su conducta, así que en aquel entonces
tal persona era condenada a vivir en un lugar acorde a su condición, en un barco
de tres niveles, del cual nunca más saldría.
El Apóstol Pablo acepto con gusto este título, con tal de servir; con el único
propósito de compartir la Buenas Nuevas del Evangelio. Yo me pregunto: ¿cuál
sería su respuesta si Jesús se apareciera y lo llamara “Huperétes”? ¿estaría
dispuesto a decir sí? La respuesta de muchos seguramente sería ¡no! Porque el
creyente de hoy está acostumbrado a la comodidad, a lo fácil; y los que están en
autoridad, muchos de ellos también dirían que no; porque les importa más la
atención que trae sobre ellos el título que ostentan. Pero la verdad es que no
tienen conocimiento realmente de lo que significa servir en el ministerio.
El Apóstol Pablo sabiendo lo difícil que es el llamado que se le ha hecho, que su
reputación quedaría por el piso, aun así, abrazo su llamado; lo cual es difícil de
digerir teniendo en cuenta que quien decide aceptar dicho llamado, ahora tendrá la
responsabilidad de “administrar” es decir, ejecutar lo que se le ha encomendado y
que no tiene derecho de escoger lo que hace o deja de hacer.
Se tiende a confundir la libertad de elegir sobre qué camino tomar en la vida, con
la libertad que nos es dada por aquel a quien decidimos servir. De modo que, si
usted es administrador de aquello que no le pertenece, pero tiene que dar cuenta
de lo que hace, no puede tomar decisiones por su propia cuenta.
En esa posición de “Huperétes” no somos nadie sin Dios, tenemos un muy buen
ejemplo en la Palabra que nos dice lo siguiente:
“Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio
de tu verdad, de cómo andas en la verdad” 3 Juan 1:3 (RVR)
El Apóstol Juan está reconociendo el buen testimonio de Gayo, que llegó a sus
oídos por boca de terceros, caso contrario a lo que sucede con otro personaje
mencionado en el mismo capítulo:
“Le escribí algunas líneas a la iglesia, pero Diótrefes, a quien le encanta ser
el primero entre ellos, no nos acepta” 3 Juan 1:9 (NVI)
Esta persona no respeto la autoridad de Juan y empezó a tomar decisiones
basado en su propia sabiduría porque seguramente, así como muchos hoy, no
entendió el llamado “Huperétes” llamado que nos indica que estamos en una
carrera donde tenemos que servirle a Él y para ello tenemos que abrazar esos
cambios, que, aunque nos cueste, sabemos qué hacemos lo correcto, no sólo en
entender sino también en aplicar.
Todos los títulos de los que el Apóstol Pablo se enorgullecía no valieron nada
cuando Jesús se le apareció (Filipenses 3:5-6) y dejando todos esos títulos atrás,
siguió su caminar como administrador de las riquezas de Dios, bajo el título de
servidor “Huperétes” sin importar el costo que implico semejante cambio, y porque
fue fiel, el Señor lo exalto (1 Corintios 4:2).
Cada que escuche el nombre de Jesucristo, no olvide a quien pertenece y a quien
sirve, porque usted fue llamado a ser testigo de lo que Él ha hecho en su vida, y
cuando otros vean su caminar en Cristo, será reconocido por lo que Él ha puesto
en usted. Esa es la única realidad que reflejara una vida victoriosa, es la única
realidad que importa en una vida que está en constante cambio.
UNA VIDA VICTORIOSA
PARTE 2
Las personas de esta región estaban glorificando a los hombres que venían a
compartir el mensaje, el orden correcto es darle el primer lugar a la Palabra que se
comparte y no al hombre que simplemente viene a servir no a ser servido; pero
muchas veces los ministros se llenan de ego porque no tienen cuidado cuando
captan la atención por la posición que ocupan.
En este punto ya empieza a tener más sentido este pasaje. Me refiero a que
cuando hablamos de Diáconos, es la relación del ministro con el hombre, porque
venimos a servir al hombre y “Huperetes” es nuestra relación para con Dios.
Hemos sido establecidos en esta posición para servirlo a Él el resto de nuestras
vidas. Todo esto nos ayuda a identificar en la Palabra cuándo Dios nos está
hablando en relación a Él mismo.
PARTE 3
Considero que lo que hemos visto hasta ahora en la Palabra, nos ha ampliado el
panorama sobre que es ser realmente un ministro al servicio de Dios. En el
artículo anterior terminamos hablando de que, así como Jesús fue un “Huperetes”,
nosotros también debemos serlo puesto que Él es nuestro máximo ejemplo a
seguir. Sólo de esta manera podremos usar lo que Dios ha puesto en nosotros de
modo que Él sea glorificado.
Vemos otra gran diferencia de considerarse a sí mismo fiel y el que otra persona lo
considere fiel. Sólo porque han visto su trayectoria es que pueden llegar a esa
conclusión. Ahora, hay algo interesante en la Escritura de 1 Corintios 4 y que me
parece importante porque aquí es donde está el principio de lo que he venido
compartiendo con ustedes.
Volviendo al ejemplo del remero, debo agregar que en esos tiempos eran muchos
los hombres que utilizaban para mover estos barcos y debían coordinar en sus
movimientos para moverlo en la dirección que se les indicaba. Cuando uno sólo de
estos hombres dejaba de remar, por la razón que fuera, todos los demás hombres
eran castigados.
Aquellos que no entienden esto, vienen a la Iglesia con una idea equivocada de lo
que realmente es, y la Iglesia es un centro de entrenamiento donde recibimos el
conocimiento que necesitamos para saber cómo enfrentar los problemas que
tenemos.
La pregunta es ¿Qué vamos hacer ante esos problemas? ¿nos vamos a rendir?
¿vamos a desistir de alcanzar aquello que nos hemos propuesto? No siempre van
a salir las cosas como planeábamos, pero no por eso abandonaremos lo que
empezamos. Las personas que se decían ser sus amigos de confianza suelen ser
las primeras en saltar por la borda.
Quiero mostrarles algo en la Escritura:
“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero
uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis”
1 Corintios 9:24 (RVR)
Aquí la palabra “correr” viene del griego “trecho” que significa correr a larga
distancia, dando vueltas en un mismo lugar durante un periodo prolongado de
tiempo, lo cual exige concentración, si se deja distraer por lo que se le presenta en
el camino se va a desgastar lo que eventualmente lo sacara de la carrera.
UNA VIDA VICTORIOSA
PARTE 4
“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados” Efesios 5:1 (RVR)
Por otro lado, insisto en lo importante que es recordar, según lo aprendido hasta
ahora, que cada vez que tomamos la Biblia, en realidad estamos estudiando una
carta extensa que el hombre con el tiempo la dividió en capítulos y versículos.
Como es el caso de las cartas a Corintios, específicamente el capítulo 4 que
pareciera es diferente e independiente del capítulo 3 pero la realidad es que es la
continuación de este.
Todo este pasaje está basado en le palabra “fiel” que comprenderemos conforme
avanzamos, por eso es necesario que siempre tengan presente el ejemplo del
remero en la parte más baja del barco para que entiendan que sea un diacono o
sea un “Huperetes”, el principio es el mismo “servir” y la única diferencia es a
quien va direccionado dicho servir.
El primero se refiere a la relación de servicio hacia los demás y el segundo se
refiere a la relación para con Dios. Luego tenemos la palabra “administrador” que
es quien está sujeto a las decisiones que tome su jefe. Por otro lado, hay otra
palabra que no podemos ignorar y es “requiere” que en términos simples significa
“se demanda, se exige” que cada uno sea hallado fiel.
Es decir, que no importa lo que usted diga a pesar de su buena conducta, sino lo
que digan aquellos que han presenciado su actuar, porque tienen evidencia de
que así fue. No es importante, en este sentido, lo que piensa de usted mismo, sino
lo que Dios piensa. Por eso suele ser difícil para alguien asimilar el hecho de que
lo que esté haciendo, sea cual sea su función, aunque este bien hecho, no
satisfaga las expectativas de su jefe.
Así que, cuando usted y yo queremos caminar en fidelidad con aquellos a quienes
estemos sirviendo, sin importar la posición que estemos ocupando, debemos tener
siempre presente que estamos administrando aquello por lo que nos están
pagando. En ese sentido se requiere que seamos hallados fieles. En mi caso
como Pastor tengo que ser hallado fiel, no por la forma en que predico o la manera
en que hago las cosas sino según las instrucciones que recibo de Dios.
Sin olvidar lo anterior, quiero mostrarles los siguientes pasajes de la Escritura. Uno
de ellos menciona una historia muy conocida por todos y es “el centurión” después
de que el centurión le cuenta a Jesús que su ciervo está herido, en este pasaje el
centurión se dirige a Jesús y le dice:
“Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes
soldados; y digo a este: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz
esto, y lo hace”. Mateo 8:9 (RVR)
Vale la pena preguntarnos ¿será que el centurión cumplía cualquier orden que le
dieran? ¿o lo haría, pero de acuerdo a su propio criterio? La respuesta es obvia,
este hombre cumplía las ordenes que recibía de manera que fuera hallado fiel,
sencillamente porque era un hombre bajo autoridad. En el siguiente pasaje vemos
el mismo ejemplo, pero con Jesucristo.
“Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No
puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque
todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente”. Juan 5:19
(RVR)
Jesús no podía asumir bajo su propio criterio y hacer lo que el Padre hacía, bajo
su propia consideración, sino que obedecía al Padre, por eso me es difícil concebir
que el creyente de hoy determine por sí mismo si hacer o no lo que se le ha
demandado y no conforme con eso se considera fiel. No se ustedes, pero en lo
que a mí respecta esto es el colmo del cinismo.
Creo que lo visto hasta ahora nos confirma que el concepto equivoco de fidelidad
que solemos tener es absolutamente diferente en relación a la Palabra.
Culturalmente hablando, los países latinoamericanos se caracterizan por su
cultura rebelde porque, así como se tratan los hombres entre sí, de esa misma
forma se dirigen a Dios. Creo que continuaremos en un próximo artículo
aprendiendo más sobre el servir y nuestra actitud en dicha posición.
PARTE 5
Pareciera que el trabajo de los que hicieron parte de la Iglesia primitiva hubiese
sido en vano, puesto que hoy el caminar de los cristianos con Dios está ligado a
variables emocionales que dependen de cómo creen que Dios responde a sus
anhelos y calman su conciencia fingiendo algo que no son convencidos de que
engañan a Dios.
“Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal
humano…” 1 Corintios 4:3 (RVR)
Sin embargo, está Escritura como muchas otras, es sacada de contexto por
muchos creyentes para justificar sus acciones y lo que es peor aseguran que el
Apóstol Pablo se contradice en relación a otras Escrituras que hablan sobre el
testimonio y su importancia ante los demás.
Estos versículos nos están hablando de tres juicios, el juicio por terceros, el juicio
de la conciencia y el juicio de Dios. El primer juicio ya lo hemos tocado
ampliamente, el segundo por otro lado se refiere a que, aunque se tiene la
seguridad de que lo que se está haciendo está bien, eso no es aval para auto
justificarse. El tercer juicio como la Palabra lo indica, es emitido por Dios. Él es el
juez que determina finalmente si nuestro corazón es integro y consecuente con
nuestras acciones y es en ese momento que somos hallados fieles.
Ante este panorama, no hay nada que podamos decir para justificarnos como
suelen hacer muchos cristianos hoy en día, que ya tienen conocimiento de las
Escrituras y, aun así, persisten en su idea de fidelidad según su propia opinión.
Pero quiero mostrarles nuevamente en las Escrituras cuál es la única opinión que
importa.
PARTE 6
Una vez más confirmamos a través de las Escrituras lo que hemos venido
aprendiendo en los artículos anteriores, y es que el concepto de fidelidad,
Bíblicamente hablando, no está sujeto al juicio humano sino al estándar
establecido por Jesucristo en la Palabra. De modo que al desviarnos del camino
que nos traza la Palabra, podemos ser considerados no fieles.
Esa es la razón por la que estamos en el estado actual en todas las áreas de la
vida, por las decisiones que hemos tomado. La Escritura enseña que Jesús hacía
sólo la voluntad del Padre, de manera que si nosotros hiciéramos lo mismo nos
evitaríamos muchos problemas y sabríamos resolver mucho mejor cualquier
problema que se presente en el camino.
“Porque el reino de los cielos es como un hombre que, yéndose lejos, llamó
a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro
dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos”
Mateo 25:14 (RVR)
Luego de que el amo repartió los talentos a sus siervos, se fue y un tiempo
después regresó para que cada siervo rindiera cuentas según las instrucciones
que el amo había dado. Sin embargo, no todos respondieron como se esperaba. A
los dos primeros les dijo “buen siervo fiel” por cuanto le entregaron ganancias de
aquello que el amo les había dejado.
Pero el tercero no trabajo el talento que se le dio, sino que lo enterró. Cuando el
amo le pidió cuentas, el siervo se lo entregó. Cualquiera pensaría que este siervo
hizo bien puesto que entregó lo que no era suyo a su dueño legítimo, pero eso no
es lo que nos dice la Palabra. Veamos que le respondió el amo al siervo.
¿Este siervo estaba tratando de ser fiel con lo que no era de él? Le respuesta es
no, porque la Palabra lo llama “negligente” aquí esta expresión vista en el griego
(Oknerós) significa “ocioso, problemático” refiriéndose a alguien que genera
retrasos porque aún no está preparado para lo que se le ha encomendado.
PARTE 7
Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de
dientes. Fueron estas las palabras del amo en la parábola de los talentos en
Mateo 25 donde se menciona al siervo negligente y con la que terminamos el
artículo anterior. En contraste con lo sucedido con el siervo malo de Mateo 25,
tenemos el caso del centurión en el Evangelio de Mateo capítulo 8. Allí Jesús se
encuentra con el centurión quien necesita que su siervo sea sanado. El contraste
sobre el asunto en cuestión es la actitud del centurión.
Tan impactante fue la actitud del centurión que Jesús lo consideró fiel, veamos:
El centurión a diferencia del siervo malo, confirmó con su actitud que estaba
realmente dispuesto a creer en quien había depositado su fe, y en su palabra;
mientras que el siervo malo creyendo que le estaba haciendo un favor a su amo
demostró que en él no había ni disposición ni mucho menos obediencia, por lo
tanto, el primero fue hallado fiel y el segundo no.
Puede que suene duro; pero lo cierto es que en el momento en que la persona
que está bajo autoridad decide desobedecer aquello que se le ha ordenado y
hacerlo a su manera, en ese momento, esa persona deja de ser útil y, por lo tanto,
ya no sirve para el propósito por el que inicialmente se eligió.
Esforcémonos haciendo las cosas como a Dios le agradan para no caer en esa
categoría de siervo malo y negligente. Quiero mostrarles algo en el Evangelio de
Lucas que nos ayudará a comprender aún más lo que implica el ser un siervo del
Señor, veamos:
Pero tan pronto recibí a Cristo mi vida fue transformada completa y radicalmente,
porque cuando empecé a comprender muchas cosas fui determinado a la hora de
hacer ajustes y alinearme a la Palabra. Desde ese momento me sumergí en las
Escrituras y si mi vida no se ajustaba pues hacía lo cambios que se requerían para
caminar correctamente.
Por eso estoy convencido que debemos estar en constante cambio en el sentido
de que, entre más luz tenemos de la Palabra y más revelación, así mismo deben
ser los cambios que hagamos para ir a la par de lo que Dios quiere de nosotros. El
punto aquí es que Dios nos halle fiel porque si queremos que Dios nos incremente
en cada aspecto de la vida y oramos por eso, pero no vemos resultados,
entonces, debemos empezar a preguntarnos ¿Dios me halla fiel?
Es en esa fidelidad en que Dios nos halla, que Él puede confiarnos cada vez más
de lo que ya se nos ha dado. El problema es que el cristiano de hoy se
acostumbró a que le prediquen de todos esos maravillosos beneficios que Dios
tiene para sus hijos, para saber cómo obtenerlos; pero en el momento en que se
enseña desde el pulpito como ser fiel para poder disfrutar de todo lo que Cristo
gano para nosotros, se muestran molestos e inconformes. De hecho, Jesús dijo:
“El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy
poco es injusto, también en lo más es injusto”.
Lucas 16:10 (RVR)
una de los aspectos más evidentes para entender por qué el creyente se siente
inconforme cuando se le habla de fidelidad, como lo mencione en el artículo
anterior, es cuando el poco valor en que tiene, lo que se le ha dado, determina por
sí mismo que no es gran cosa lo que Dios le proporciona para hacer su vida más
fácil.
Lo cierto es, de acuerdo a las palabras de Jesús, que, si usted no es fiel con un
dólar; tampoco lo será con 100 dólares. Sólo siendo fiel con lo primero es que Dios
nos dará lo segundo. Sólo así es que llega el incremento, la promoción, sin
embargo, hay cristianos que buscan lo más sin antes haber probado que son fieles
con lo menos. No está mal querer llegar a un nivel superior en todos los aspectos;
lo malo es enfocarse solamente en ello y perder de vista el principal objetivo que
es, esforzarse por ser fiel en el punto en el que usted esta.
Recordemos el pasaje de la viuda que dio poco; pero que a los ojos de Jesús
represento mucho.
Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el
pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. Y vino una
viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante. Lucas 21:41-42 (RVR)
Naturalmente hablando, esta mujer dio mucho menos que los demás; pero para
Jesús el valor de lo que dio la viuda fue mucho mayor en comparación a las
ofrendas de las otras personas. Jesús debió estar muy cerca y muy atento, para
darse cuenta de lo que estaba dando cada uno.
La razón es muy sencilla; Dios puede hacer más con lo que nosotros, muchas
veces, consideramos o tenemos en poco. Porque el hombre busca primero el
incremento mientras que Dios busca el corazón de quien da algo. Por eso caminar
a la luz del pasaje que es el objeto de esta serie, 1 Corintios 4:1, no es una
sugerencia. Es necesario que usted tenga la determinación de seguir los principios
de esta Escritura, sin olvidar la posición que ha decidido asumir delante de Dios,
“Huperetes”.
Vamos por partes, fíjense que el versículo dice: “su propia bondad” dando a
entender que cada persona, en cualquier ámbito de la vida, sin importar su
condición económica, profesional e incluso moral, procura por mostrar su mejor
faceta haciendo resaltar sus virtudes, pero jamás dará a conocer sus defectos y
errores porque busca su propio interés.
Pero en la segunda parte del versículo, Dios nos dice en Su Palabra como son
realmente las cosas cuando se trata del hombre. Allí dice “Pero hombre de
verdad” aquí la palabra “verdad” viene de la palabra “emun” que quiere decir “fiel,
fidelidad” refiriéndose a alguien digno de confianza. Un hombre fiel es realmente
difícil de encontrar, y eso es porque cada uno tiene su punto de vista y actúan en
consecuencia con este. Quiero que vayamos a otra Escritura que nos da más luz
sobre el punto.
Me quiero concentrar en la última parte del versículo, más allá de lo duro que
pueda ser para aquellos que ignoran la verdad, como mencione anteriormente,
este versículo nos esta hablando de una persona que hace lo que dice sin
importar las consecuencias de sus palabras, es una persona con un corazón
integro porque sus acciones están alineadas con sus palabras y pensamientos.
Estoy seguro que esta Escritura hace sentir a muchos como un pez fuera del
agua, porque para ser una persona fiel tiene que ser también alguien que cumple
su palabra; usted no puede ser fiel según las circunstancias, sólo se es fiel cuando
su testimonio es un reflejo armonioso de su espíritu, alma y cuerpo.