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1.4.2. Competencia
2.2.6. Rebeldía
2.3.2. Los sujetos en el proceso civil, familiar y laboral. Las partes: definición, legitimación procesal y sustancial, diferencias. Cargas procesales
3.1.4. Sanciones procesales. Definición, clasificación. Inadmisibilidad y nulidad. Definición. Principio y efectos
3.2.1. La prueba
4.1.1. Alegatos
4.1.4. Modos anticipados de conclusión del proceso en el procedimiento civil, penal, laboral y de familia
4.2.2. Medios impugnativos: incidente, recurso y acción. Clasificación. Vías recursivas ordinarias y extraordinarias. Acción impugnativa
Los actos de comunicación son determinantes para que exista una correcta
construcción de los procesos judiciales. Si no se ponen en conocimiento a las partes
del proceso todas las actuaciones y proveimientos incorporados al caso, el proceso
será intrascendente ya que, recién una vez notificados quedan firmes y en
condiciones de seguir avanzando. En definitiva, los actos de comunicación son una
herramienta fundamental para los órganos judiciales y las partes. Cada acto que sea
llevado a cabo en el proceso debe ser puesto en conocimiento de la contraria, para
que ésta pueda tomar las medidas defensivas que considere necesarias. Desde una
mirada más amplia, podemos advertir que esta es la forma que tendrán las partes
para controlar que el proceso acontezca y avance legalmente.
Referencias
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LECCIÓN 1 de 5
Antes de ser notificada cualquier providencia judicial, la misma es procesalmente inerte, es decir, no avanza.
Esto significa que no puede beneficiar ni perjudicar a ninguna de las partes, porque hasta que no es puesta
en conocimiento de los sujetos que intervienen el proceso, no nace la carga procesal del obligado a
cumplirla. Antes de la notificación, no se conoce el contenido de lo dispuesto por el juez. Luego de la
notificación, comenzará el plazo para cumplir el acto que ordene la decisión judicial, o bien, para deducir
impugnaciones en su contra si correspondiere.
La inviolabilidad de la defensa en juicio requiere que las partes puedan ser oídas1, y para ser oídas, es
necesario notificarlas previamente.
[1] Art. 18. Ley N°24.430 (1994). Constitución Nacional. Congreso de la Nación Argentina.
Porque provocan el avance del proceso hacia las siguientes etapas, asegurando la
garantía de defensa en juicio y el debido proceso.
Porque las partes tienen derecho a conocer el estado de las causas en las que se
encuentran implicados.
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A continuación, te invito a leer el siguiente documento para completar la comprensión del tema abordado.
Es muy importante remarcar que este “acto puro de conocimiento”, puede llevar en sí una intimación de
apersonarse ante el órgano jurisdiccional. En este punto debemos hacer una división:
1 Cuando esa intimación es para un momento de tiempo, tenemos citación (“Audiencia fijada
para el día jueves 27/11 a las 10.00hs.”)
2 Cuando esa intimación es para un espacio de tiempo, tenemos emplazamiento (“para que en el
plazo de tres días de recibida la presente notificación, comparezca a estar a derecho”).
Hay que distinguir que algunas notificaciones pueden ser más trascendentales que otras. Por ejemplo, en la
primera notificación al demandado, por medio de la cual se lo pone en conocimiento de la existencia del
proceso en su contra, la cédula debe ir acompañada de una copia de la demanda, y de la prueba documental
aportada por el actor al proceso. De esta manera, el demandado tendrá en su poder todo lo necesario para
defenderse en el plazo que le hubieran otorgado. Si, en cambio, la cédula fuera enviada sin esas copias y el
actor hubiera retirado el expediente del juzgado, el demandado no tendría acceso a las actuaciones y
entonces no sabría de qué debe defenderse. Estaría en conocimiento de la existencia de un proceso en su
contra, pero no sabría de qué se trata.
Otro ejemplo es la notificación de la sentencia. Esa notificación
tendrá relevancia ya que, vencido el plazo sin interposición de
recursos, la misma quedará firme y consentida, pasando a formar
cosa juzgada.
Es trascendental el asunto de los domicilios. Hay que distinguir a qué dirección se debe notificar.
Generalmente allí es cuando se complican los procesos, ya que puede ocurrir que las partes hubieran fijado
domicilios contractuales, legales, o especiales, distintos del domicilio real de cada uno de ellos.
Puede suceder que, la primera vez que el actor quiera notificar al demandado, no esté claro a qué domicilio
debe enviar la cédula para que sea válida, como sucedió en el siguiente caso:
AUTOS Y VISTOS:
I.- Vienen estos autos a conocimiento del Tribunal con motivo del recurso de apelación
interpuesto a fs.206 por la parte actora contra la resolución de fs.204/205, por la cual la
juez de grado declaró la nulidad de la notificación de traslado de demanda respecto de la
demandada Giorgis.
En la cláusula decimosexta del convenio las partes establecieron que, a los efectos
legales, constituían domicilios en los consignados en el contrato, en el caso de la parte
demandada el sito en la calle Av. Corrientes ..., ..., depto. ... de esta ciudad (v. fs.30).
III.- Del análisis de las constancias de la causa se advierte que, si bien la cédula cuya
nulidad se pretende fue dirigida al denominado “domicilio de elección”, el acuerdo de
mediación donde la apoderada de la nulidicente constituyera domicilio se celebró hace 10
años. En este sentido, dado el tiempo transcurrido, no puede sostenerse válidamente que
la notificación cursada en el domicilio de elección haya cumplido fehacientemente con su
finalidad.
La notificación del traslado de la demanda tiene una trascendencia especial dentro del
proceso, porque es generadora de la relación jurídico-procesal, motivo por el cual se exige
el cumplimiento de formalidades específicas que tienden al resguardo de la garantía
constitucional del debido proceso. De ahí que en el análisis del cumplimiento de esos
recaudos deba procederse con criterio estricto, puesto que el objetivo primordial del acto
consiste en que la cédula sea recibida personalmente por el accionado en su domicilio real
(esta Sala, “Mezher, Ester Alejandra y otro c/ Transportes Los Constituyentes S.A. y otros
s/daños y perjuicios”, R. n°487155, del 19/7/07).
[2] PJN, Cámara Civil, Sala M. OLIVERA PIRIZ, ELIZABETH c/ GIORGIS, LAURA CECILIA Y OTROS
En el caso relatado, se puede apreciar la importancia que tiene la notificación de la demanda al demandado.
Al ser un acto esencial del trámite del juicio, el interés que se procura preservar es ostensible, razón por la
cual se ha entendido que se trata en el caso de una irregularidad del trámite que afecta el orden público, en
la que el agravio está implícito.
Por lo tanto, el fundamento que utiliza la actora, referido a que “la incidentita no expresó las defensas que se
vio privada de oponer” deviene irrelevante porque el perjuicio a la demandada por haberla notificado mal está
implícito, no es necesario expresarlo al momento del pedir la nulidad.
Puede advertirse del caso traído en ejemplo, que se tuvieron en cuenta varias circunstancias:
Sin embargo, en este caso, lo que hicieron los magistrados intervinientes, es tener en cuenta el plazo que
había transcurrido desde aquél momento, y la acreditación de no vivir siquiera en el país con conocimiento
de la actora. Es importante que se analicen todas las circunstancias particulares de la causa, ya que, si las
partes han sido quienes fijaron los domicilios que regirían todas las cuestiones derivadas de un contrato, ello
no puede pasarse por alto y simplemente permitir una nulidad que pudiera consistir en un simple acto para
dilatar el proceso.
LECCIÓN 3 de 5
Notificaciones electrónicas
Se incorporan nuevas tecnologías para modernizar los procesos antiguos y satisfacer las
necesidades de la población en forma ágil y eficiente.
Justicia 2020 promueve el uso del legajo digital y su gestión electrónica, lo que permite
despapelizar a la Justicia argentina, agilizar los trámites y facilitar el acceso remoto a las
fuentes de información (Maina, 2018, https://bit.ly/2SQrGdQ).
En los expedientes digitales, las notificaciones también serán electrónicas, y ello implica que la “cédula” no
se realiza en un domicilio físico, sino en el “domicilio electrónico”.
Una de las formas de instrumentar ese domicilio es con una casilla de
correo electrónico, tal cual lo tiene ya implementado la Justicia
Federal, que utiliza direcciones de correo electrónico de cualquier
dominio, o la provincia de San Luis con los dominios
justiciasanluis.gov.ar y giajsanluis.gov.ar (Acuerdo Nº 121/20113).
[3] Resolución 121. Encubrimiento y lavado de efectivos de origen delictivo. (2011). Congreso de la Nación
Argentina.
La aclaración que resulta necesario hacer a esta altura es que las notificaciones electrónicas comenzarán a
ser válidas recién cuando haya intervención de letrado patrocinante que tenga fijado el domicilio electrónico
en el sistema judicial donde litigue. Antes de eso, el ciudadano demandado que necesita ser puesto en
conocimiento de la existencia de un proceso judicial en su contra, no tiene otra opción que recibir la cédula-
papel en su casa hasta que su abogado fije un domicilio electrónico, ya que ese domicilio le corresponde al
letrado y no a la parte.
Para las cédulas electrónicas rige el principio de la recepción, que establece que cumplidos los requisitos
formales de realización del acto predispuestos legalmente es suficiente para tener por practicada la
notificación con efectos jurídicos, independientemente del conocimiento del receptor. Es carga del letrado
verificar la totalidad del documento remitido, efectuando una lectura completa y circunstanciada. Cualquier
omisión en ese sentido es de su exclusiva responsabilidad, sin que pueda desligarse de ella4.
[4] Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, Sala VI.Mieres, Lorena Karina y otros. s/
De a poco, se está implementando un sistema judicial que aspira a ser ágil y sencillo, dejando de lado la
vieja tradición de los expedientes descomunales por estar repletos de hojas y amontonados en los juzgados
durante décadas.
¿Qué principio procesal se respeta al notificar?
Principio de publicidad.
Principio de inmediación.
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LECCIÓN 4 de 5
Referencias
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, Sala VI. Mieres, Lorena Karina y otros. s/
Nulidad (25 de febrero de 2016).
Ley N°24.430. Constitución Nacional de la Nación Argentina. (1994). Congreso de la Nación. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/0-4999/804/norma.htm
PJN, Cámara Civil, Sala M. OLIVERA PIRIZ, ELIZABETH c/ GIORGIS, LAURA CECILIA Y OTROS
s/CUMPLIMIENTO DE CONTRATO. (18 de julio de 2018). Recuperado de
https://www.abogados.com.ar/archivos/2018-07-29-071142-olivera-piriz-elizabeth-c-giorgis-laura-cecilia-y-
otros-s-cumplimiento-de-contrato.pdf
Resolución 121. Encubrimiento y lavado de efectivos de origen delictivo. (2011). Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/185000-
189999/185766/texact.htm
LECCIÓN 5 de 5
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“El tiempo en el proceso hace referencia a aquellos lapsos dentro de los cuales
puede ser eficazmente realizado cualquier tipo de acto procesal” (Palacio, 1983, p.
56).
El tiempo en el proceso
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Referencias
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LECCIÓN 1 de 6
El tiempo en el proceso
El tiempo, al igual que el derecho, son una construcción artificial (una síntesis simbólica) predispuesta para
ordenar y estructurar. Así, el tiempo repercute en el derecho y viceversa, a saber:
La acción del tiempo sobre las normas puede determinar el olvido o la liberación (perención;
prescripción), pero puede consolidar derechos (prescripción adquisitiva).
El transcurso del derecho en el tiempo es de suma relevancia (validez temporal de las normas).
Castigamos en unidades de tiempo (pena de prisión) o, por el contrario, sustituimos la pena por
el tiempo (prescripción penal).
Específicamente, se trata del conjunto de lapsos destinados al cumplimiento de cada acto procesal en
particular, denominados plazos. Los plazos otorgan seguridad y certeza a las partes sobre la evolución que
tendrá el proceso.
Se debe tener en cuenta que el tiempo de los procesos difiere entre los distintos sistemas procesales. Así,
por ejemplo, en un sistema dispositivo, el desarrollo del trámite, y el tiempo que se insuma en él, dependerá
en gran medida del impulso de las partes. Por el contrario, en un sistema inquisitivo, el desarrollo y tiempo de
duración del proceso dependerán de la diligencia que tenga el tribunal para impulsar de oficio la causa.
Por su parte, la doctrina constitucional sobre el debido proceso establecida por la C.S.J.N. ha sido la
siguiente:
[1] CSJN, Hussar Otto c/ ANSeS s/ reajustes por movilidad. (10 de octubre de 1996).
Comercial Federal, Sala II. Compañía Arenera del Río Luján SA c/ De Castro, Francisco y otros
Plazos procesales.
Horarios procesales.
Agendas procesales.
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LECCIÓN 2 de 6
Los plazos procesales se cuentan en días hábiles y horas hábiles, dentro de los cuales serán admisibles los
actos procesales. Consecuentemente, los actos realizados fuera de esos días y horas serán inválidos.
Los días hábiles son todos los del año, a excepción de sábados,
domingos, feriados y aquellos otros que cada Máximo Tribunal así lo
ordene en cada jurisdicción.
Las horas hábiles, en la generalidad de los procedimientos provinciales, son las comprendidas entre las
siete y las veinte. El procedimiento federal tiene establecida una distinción en el Artículo 152:
Son horas hábiles las comprendidas dentro del horario establecido por la Corte Suprema
para el funcionamiento de los tribunales; pero respecto de las diligencias que los jueces,
funcionarios o empleados deben practicar fuera de la oficina, son horas hábiles las que
[2] Art. 152. Ley 17.454. Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. (1967 t.o. 1981).
El cargo de hora suele consistir en el permiso de realizar actos procesales válidos si su presentación se
efectúa dentro de las primeras horas del comienzo del horario de oficina del día siguiente al vencimiento del
plazo. Así, por ejemplo, tribunales federales abre sus oficinas a las 7.30 horas de la mañana, y el cargo de
hora es de 2 horas: la parte tendrá hasta las 9.30 horas del día siguiente para ejecutar el acto procesal cuyo
plazo se le vencía el día anterior.
Se puede considerar que existe cierto exceso de formalismo al respecto, pero lo cierto es que son muchos
los derechos y principios en juego. Por un lado, el derecho de defensa y el exceso ritual manifiesto, y por el
otro, la seguridad jurídica y el formalismo. Es necesario lograr un equilibrio entre ellos, como sucedió en el
siguiente caso:
La Corte Suprema de Justicia de la Nación rechazó una presentación por haber sido
deducida extemporáneamente, al haber sido interpuesta por mesa de entradas del tribunal
un minuto más tarde al tiempo previsto en el art. 157 del Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación que contempla el llamado plazo de gracia.
Los planteos de la recurrente estuvieron vinculados con las características del cargo
manual, de lo complejo de las cuestiones sometidas a conocimiento de la Corte y de la
cantidad de documentación que debió acompañar, así como también clamó motivos de
fuerza mayor al respecto y ofreció la prueba pertinente.
El tribunal por mayoría sostuvo que la interpretación estricta que debe atribuirse al plazo
"de gracia" previsto en el art. 124 del CPCCN, acorde jurisprudencia de la Corte basada en
razones de seguridad jurídica, obligan a poner un momento final para el ejercicio de ciertos
derechos, pasado el cual y sin extenderlo más deben darse por perdidos.
Así, con los votos de los Dres. Belluscio, Petracchi, Boggiano, Vázquez y Maqueda el
tribunal resolvió rechazar la presentación directa por haber sido deducida
extemporáneamente.
Por su parte, los Dres. Moline O´Connor y López, consideraron presentado en término el
escrito de interposición del recurso de queja. Para expedirse en este sentido, los
magistrados señalaron que de las constancias acompañadas por la persona que debía
presentar el escrito dan cuenta de que el día del vencimiento del plazo de gracia, instantes
previos a su ingreso al Palacio de Tribunales, sufrió una descompensación cardíaca y
requirió ser atendida por el médico del departamento de medicina preventiva y laboral del
Poder Judicial. Así, se ha configurado una situación de carácter excepcional e imprevisible
que ha impedido la presentación en término del recurso de hecho, según lo dispuesto por
el art. 157 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación por lo que corresponde
declarar la suspensión del plazo ante el hecho de fuerza mayor invocado. Para ellos, en el
caso, mediaron evidentes razones de justicia y equidad que hacen que deba darse
prioridad al derecho de defensa y evitar todo exceso ritual manifiesto que conlleve a la
frustración de una legítima expectativa del litigante en desmedro de la verdad objetiva,
quedando justificada la excepción a los principios de perentoriedad de los plazos
procesales3.
[3] CSJN, Sala I de la Cámara Segunda de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento
Judicial de La Plata. Cantera Timoteo S.A. c/ Mybis Sierra Chica S.A. y otros. (3 de marzo de
2005).
En el caso relatado se pueden apreciar los argumentos que dan los ministros de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, que la severidad en el cumplimiento de los plazos tiene esencial importancia en los
procesos judiciales; así como también que debe protegerse el derecho de defensa en juicio.
El análisis que sirve en esta instancia es el referido a que el plazo es el fijado por la ley, por ejemplo, los 5
días para interponer el recurso de queja ante la CSJN. Las dos primeras horas del día hábil posterior, son
extras, suplementarias. Justamente, para asegurar el derecho de defensa de las partes, quienes podrían
haber tenido cualquier complicación o contratiempo que no le hubiera permitido llegar dentro de los 5 días.
Pero, pretender también la extensión del tiempo suplementario genera una consecuencia realmente grave
para todo el sistema de derecho: si por cualquier razón se pudiera extender ese plazo de gracia,
atentaríamos contra la seguridad jurídica que debe reinar en todo Estado de Derecho. En esta oportunidad
habría sido 1 minuto, luego 1 hora, más adelante hasta el mediodía, luego un día más; y finalmente, la
perjudicada sería la propia noción de justicia ya que los procesos no fenecerían ante la posibilidad de que
las partes recurran en cualquier tiempo.
A continuación podrás leer un paper que explica cómo se conciben los plazos por horas en el Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación.
En ese marco, se busca tener organizaciones modernas y eficaces que brinden respuestas rápidas y de
calidad a los problemas de los ciudadanos. Fomenta la adopción de mejores prácticas en lo que se refiere a
modelos y procedimientos para asegurar la calidad y mejora del sistema judicial. Ello implica el uso del
expediente digital y su gestión electrónica, lo que permite despapelizar a la Justicia argentina, agilizar los
trámites y facilitar el acceso remoto a las fuentes de información.
En el marco de los expedientes digitales, y, por lo tanto, de sus presentaciones digitales, se ha dado el
planteamiento sobre la inutilidad o pérdida de vigencia que tendría el plazo de gracia. El análisis radicaría en
que el mentado art. 124 del Código Procesal Civil y Comercial, que rige actualmente, prevé que los “escritos”,
…que deben entregarse en horario judicial, y para no enervar el final del plazo de
cumplimiento del acto procesal le da validez a la presentación del mismo en “las primeras
horas de despacho” del día hábil siguiente al vencimiento del término. Esa situación no se
ve reflejada en las presentaciones electrónicas porque pueden presentarse en cualquier
momento, incluso en tiempo que no es de “oficina”, no estando limitadas por el horario
judicial o de despacho, no teniendo limitación alguna en relación al cumplimiento total del
plazo en el cual debe cumplirse un determinado acto procesal.
El criterio expuesto no importaría violación a ninguna garantía constitucional, ni al
derecho de defensa, ya que no se le impediría el ejercicio de ningún acto procesal,
posibilitándosele, por el contrario, en el caso de presentación electrónica su entrega digital
puede hacerse aún en el tiempo que está por fuera del horario de oficina tribunalicia.
Para este análisis, la previsión es clara y tiene sentido únicamente para los escritos que en
formato papel deben presentarse en la mesa de entradas del Juzgado. Extenderlo a las
presentaciones electrónicas carecería de sentido alguno y ello sí otorgaría a los que tienen
tal posibilidad un “plus” que crearía una desigualdad prolongando el plazo sin justificación
alguna.
Sin embargo, más allá del análisis lógico de la justificación del plazo de gracia únicamente
para los escritos físicos, la jurisprudencia ha tenido la oportunidad de expedirse al
respecto. La conclusión jurisprudencial es la de la vigencia del plazo de gracia aún para
las presentaciones electrónicas.
Por lo pronto y tal como establece la norma procesal, no presentado dentro del horario
judicial del día en que venciere un plazo, sólo podrá ser entregado válidamente el día hábil
inmediato y dentro de las dos primeras horas del despacho. Por ello se debe prestar
consideración a quien cumplió con los presupuestos procesales vigentes, amparado por la
confianza que confiere una disposición clara y precisa del legislador, no modificada (ni
total ni parcialmente frente a ningún supuesto) por la reglamentación vigente de las ya
aludidas presentaciones electrónicas, por lo que no puede entenderse inaplicable “el
plazo de gracia” a supuestos con habilidad suficiente para abastecer presentaciones de
[4] Art. 124. Ley 17.454. Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. (1967 t.o. 1981).
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LECCIÓN 4 de 6
Video conceptual
Referencias
Chiappini, J. (2017, enero 11). Los plazos por horas en el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.
Publicado en SJA. Cita Online: AR/DOC/4244/2016
CSJN, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, Sala II. Compañía Arenera del Río
Luján SA c/ De Castro, Francisco y otros s/ Indemnización. (1 de septiembre de 1992). Recuperado de
http://www.saij.gob.ar/corte-suprema-justicia-nacion-federal-ciudad-autonoma-buenos-aires-compania-
arenera-rio-lujan-sa-castro-francisco-otros-indemnizacion-fa92001397-1992-09-01/123456789-793-1002-
9ots-eupmocsollaf?#
CSJN, Hussar Otto c/ ANSeS s/ reajustes por movilidad. (10 de octubre de 1996). Recuperado de
http://www.saij.gob.ar/corte-suprema-justicia-nacion-federal-ciudad-autonoma-buenos-aires-hussar-otto-
anses-reajustes-movilidad-fa96000434-1996-10-10/123456789-434-0006-9ots-eupmocsollaf?#
CSJN, Mozzatti Camilo y otro s/ Recurso de Hecho. (17 de octubre de 1978). Recuperado de
http://www.saij.gob.ar/descarga-archivo?guid=rstuvwfa-llos-comp-uest-
o78000006pdf&name=78000006.pdf
CSJN, Sala I de la Cámara Segunda de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de La
Plata. Cantera Timoteo S.A. c/ Mybis Sierra Chica S.A. y otros. (3 de marzo de 2005). Recuperado de
https://sj.csjn.gov.ar/sj/suplementos.do?method=ver&data=rerq4https://bit.ly/2Qox863
Palacio, L. E. (1983). Derecho procesal civil. Buenos Aires, Argentina: Abeledo Perrot
LECCIÓN 6 de 6
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Para producir prueba de algo es necesario recurrir a las ciencias reconstructivas, que
consisten en “ir desde los rastros dejados por las cosas, hechos o seres, hacia estos
mismos seres, hechos o cosas” (Dellepiane citado en Devis Echandia 1970, p. 12).
La Prueba Judicial
Referencias
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LECCIÓN 1 de 5
La Prueba Judicial
El método reconstructivo no es simple, tanto en los instrumentos utilizados como en el proceso psíquico de
quien lo emplea y de quien es su destinatario, pues, combina varios procedimientos lógicos con otros
psicológicos y técnicos.
La importancia que la prueba tiene en el mundo jurídico es inmensurable. Sin ella, los derechos subjetivos de
una persona serían simples apariencias, sin solidez y sin eficacia alguna.
Con la prueba se buscará comprobar la veracidad de los hechos alegados por las partes y que hubieran sido
controvertidos.
Dentro de la teoría general de la prueba judicial, se distinguen tres aspectos de la noción de prueba:
Consiste en el “dato objetivo que se incorpora al proceso, capaz de producir un conocimiento cierto o
probable de los hechos invocados por las partes” (Vélez Mariconde citado en Cafferata y Hairabedian, 2011,
p. 18); por ejemplo: el testimonio (el relato o descripción que cuente en la audiencia) de la persona que
presenció el accidente.
Son las vías legalmente reguladas para “lograr el ingreso del elemento de prueba en el proceso” (Vélez
Mariconde citado en Cafferata y Hairabedian, 2011, p. 18); por ejemplo: la prueba testimonial, para obtener el
testimonio de la persona que presenció el accidente. Con esto se busca dar a entender que no podríamos
pretender que el testimonio del testigo ingrese al proceso por medio de la prueba informativa, o pericial, o
confesional, porque el único medio previsto para lograr que un tercero ajeno al proceso nos otorgue dichos
sobre lo que percibió sobre el hecho es únicamente la prueba testimonial.
Es el sujeto que proporciona el elemento probatorio y podrá realizarlo a través del medio de prueba
correspondiente; por ejemplo: el testigo (la persona que percibió el hecho y sobre el cual va a dar su
testimonio).
El derecho aplicable.
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LECCIÓN 2 de 5
Suele suceder que algunas pruebas son más terminantes que otras,
pero el juez no tiene obligación de adherir a ellas, pudiendo dictar la
sentencia en sentido distinto a la conclusión que podría haber
aportado dicha prueba. Situación que, por supuesto, genera la
discrepancia de las partes. Eso puede darse así, porque el juez
valorará toda la prueba que se hubiera aportado a la causa, y no sólo
una.
Por ejemplo, esto sucede mucho en la prueba pericial, la cual sirve “para introducir en el proceso hechos
complejos de naturaleza técnica que no pueden ser interpretados directamente por el Juez. Se trata un
medio de prueba singular” (José María Torras Coll, 2017, https://bit.ly/2Qr3MnB). Puede suceder que un
especialista concluya una cosa en el dictamen pericial, pero que luego el juez, al interpretar todos los
elementos de prueba que tiene para la causa llegue a una conclusión distinta. Si las partes disienten con
esa decisión, utilizarán todas las vías recursivas para revertir la situación.
En el caso de la prueba pericial, por su carácter técnico, hay ciertas formalidades que deben cumplirse,
como por ejemplo: ser presentada por escrito y fundada. Para que la fundamentación sea tal, debe contener,
además de los puntos a peritar, la explicación de las operaciones técnicas realizadas y conclusiones
sentadas en principios científicos. Los fundamentos han de ser convincentes y explicados en forma
Los dictámenes periciales deben ser suficientemente motivados mediante referencia a la regla objetiva o
pauta tolerable utilizada en virtud de la remisión que, al respecto, establezca el orden jurídico. El cometido
principal de los expertos es explicitar las deducciones que hay que extraer objetivamente de los hechos
observados o tenidos por existentes, para que el funcionario, y en su caso el juez, decida fundadamente. El
profesional administrativo, e incluso
a) constatar, comprobar o verificar los hechos, investigar sus razones y determinar sus
consecuencias;
[2] ROCA ANTONIO C/ INSTITUTO AUTÁRQUICO PROVINCIAL DEL SEGURO DE ENTRE RÍOS ART-
La percepción, deducción o inducción de los hechos importa una declaración científica que no constituye un
simple informe sobre lo ocurrido, sino también un juicio valorativo sobre lo que es objeto de la verificación.
Los fundamentos han de ser convincentes y explicitados en forma coherente, clara y suficiente, sobre la
[3] TSJ, Sala CA, Navello, Carlos Alberto y otros c/ Provincia de Córdoba – Plena jurisdicción – Recurso de
que informa la sana crítica racional4 y que aconseja aceptar sus conclusiones sólo cuando ellas se
[4] Art. 283, Código Procesal Civil y Comercial. (1967 t.o. 1981). Congreso de la Nación. Recuperado de
https://bit.ly/2FnaTqM
[5] C2°CC de Córdoba, Leiggener, Adrián R. c/ Coragua SRL –Ordinario. (27 de mayo de 2003). Foro de Córdoba
N° 88, p. 234.
En ese marco complejo que se da entre la especialización del técnico, que produce un dictamen pericial, y la
posibilidad del juez de correrse de la conclusión del técnico, al valorar toda la prueba rendida, es que aparece
la posibilidad de que las partes diverjan. Debido a esta facultad de los magistrados, es que las partes tienen
la posibilidad de estar en desacuerdo con la decisión judicial, sea porque han adherido a la pericia, o porque
se han apartado de ella. Se dan muchos procesos complejos que requieren de un análisis profundo, tal
como sucedió en el siguiente caso:
La Cámara, se expide al respecto diciendo que los jueces tienen amplia libertad para
ponderar el dictamen pericial tomando en consideración la competencia del perito, los
principios científicos en que se funda, la concordancia de su aplicación con las reglas de
la sana crítica, como así también, las demás pruebas y elementos de convicción que la
causa contenga. Claro está que no se trata de que el juzgador deba siempre y bajo
cualquier circunstancia someter su decisión a los dictámenes periciales convirtiéndose en
un autómata y trasformando, de esa manera, en el verdadero órgano decisor a los peritos;
empero, cuando las conclusiones del experto se basan en fundamentos técnicos
científicos claros y convincentes, no se pueden desechar ni menos aún ignorar los
dictámenes obrantes en la causa.
Es en tal hermenéutica que el juzgador debe contar con razones serias para apartarse de
las conclusiones de los peritos, por cuanto si bien las normas procesales no otorgan al
dictamen el carácter de prueba legal, no deja de ser cierto que cuando él comporta la
necesidad de la apreciación específica del saber científico del campo del perito -
técnicamente ajena al conocimiento jurídico del magistrado- para desacreditar su pericia y
la consiguiente sentencia, es necesario traer elementos de juicio que desvirtúen las
conclusiones arribadas por el sentenciante, cuando ellas se basan en la opinión vertida por
el experto. El magistrado es soberano al valorar la fuerza probatoria del dictamen pericial,
teniendo en cuenta, por un lado, los elementos adjetivos del mismo (v.gr., competencia e
idoneidad del experto) y, por el otro, los elementos objetivos como los principios científicos
donde se funda; la concordancia de su aplicación con las reglas de la sana crítica; las
observaciones formuladas; y por las demás situaciones de convicción que la causa
ofrezca, valorada desde el conjunto de elementos obrantes.
de primera instancia6.
[6] CCCLM. Sala A. M., C. c/ T., D. y otros s/ Daños y Perjuicios. (30 de Septiembre del 2010).
En el caso relatado se puede apreciar que el actor recurre la sentencia porque el juez de primera instancia
dictamina, en el mismo sentido, la conclusión a la que arriba el perito médico sobre el porcentaje de
incapacidad. El actor estimó su incapacidad como “total” en relación con las tareas laborales que ejercía,
mientras que la pericia estimó que su incapacidad era del 35%. El actor explica que, si él se dedicaba a ser
delivery y mecánico, por el tipo de fracturas que tuvo, su incapacidad es total para seguir efectuando esas
tareas. La pericia, en cambio, estima que la incapacidad no es total, teniendo en cuenta que podrá ejercer
otras tareas distintas, es decir, que no se encuentra incapacitado absolutamente para trabajar de cualquier
otra actividad.
El análisis que hace la Cámara luego, gira en torno a explicar que los jueces tienen la posibilidad de
apartarse pero con fundamentos serios, con elementos cuya convicción les sirva para justificar que se
aparten de un dictamen realizado por quien es el experto en la materia de que se trata. Con esto, se deja en
claro que la facultad de apartarse no es absoluta, sino que podrían apartarse cuando tuvieran otro elemento
probatorio que justificara una decisión diferente a la del especialista.
Vías legalmente reguladas para lograr el ingreso del elemento de prueba en el proceso.
Referencias
C2°CC de Córdoba. Leiggener, Adrián R. c/ Coragua SRL –Ordinario. (27 de mayo de 2003). Foro de Córdoba
N° 88, p. 234.
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CCCTCA de Villa Dolores. Barroso, Juan Domingo c/ Jorge Besso – Prueba Anticipada – Abreviado (19 de
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TSJ, Sala A. Navello, Carlos Alberto y otros c/ Provincia de Córdoba – Plena jurisdicción – Recurso de
apelación. (1997). Boletín Judicial de la Provincia de Córdoba, p. 1181.
LECCIÓN 4 de 5
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Valoración de la prueba
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LECCIÓN 1 de 5
Valoración de la prueba
El juez de la causa deberá dictar la sentencia, motivada en razonamientos fácticos o jurídicos, y que
conduzcan a la valoración de las pruebas y a la aplicación e interpretación del derecho. Dicha motivación
debe basarse en los elementos de hecho y de derecho jurídicos del pleito, que se consideran
individualmente o conjuntamente, conforme a las normas de la lógica y de la razón.
El objetivo que se busca con la valoración de la prueba es que se convenza al juez de los hechos que se
alegan. No se busca la verdad absoluta, sino encontrar la verdad que sea suficiente para que el juez quede
convencido del acontecimiento de los hechos. Esto significa que se busca una verdad formal que sea útil
para la justificación de la sentencia que emita el juez.
La valoración de las pruebas dependerá también de la naturaleza de las mismas. Esto significa que tenemos
dos tipos de pruebas: las directas, que son aquellas conocidas en primera persona por el juez, por lo que
saca sus propias conclusiones; y, por otro lado, las pruebas indirectas, de las cuales el juez obtiene el
conocimiento a través de otras personas.
Para valorarlos, el juez debe realizar una interpretación de qué quieren decir las pruebas. Así, por ejemplo, los
testigos cuentan los hechos, pero el juez deberá no pecar de ignorancia interpretando qué es lo que
realmente han percibido. Debe crearse una opinión basándose en los juicios que se le presentan, tanto por
parte del demandante como del demandado. Una vez interpretada la prueba en cuestión, se podrá valorar.
A continuación te invito a leer los siguientes artículos para profundizar en la Teoría General de la Prueba
Judicial.
La manera en que los jueces podrán hacer esa valoración de la prueba existente en el proceso, dependerá
del sistema que establezca la ley.
A lo largo de la historia, se han ido dando diferentes sistemas de valoración de la prueba judicial:
En este sistema, es la propia ley la que establece el valor que tendrá cada prueba. La ley fija un determinado
efecto para el resultado que tendrá cada medio probatorio. Entre otros supuestos de esta clase de prueba, la
confesión, por ejemplo, tiene el carácter de prueba plena, aunque concurra cualquier otra prueba. Con esto,
la libertad de valoración del juez queda limitada a lo que la ley establece que pesa o vale cada una de las
pruebas que tiene en el proceso, cuya sentencia dictará. Este sistema es opuesto al de la libre apreciación
de la prueba, que le brinda libertad al juez, sin detrimento de que la apreciación deberá ser crítica y basarse
en las reglas que proporciona la lógica.
De igual manera, la valoración de la prueba, especialmente en aquellos casos en los cuales surgen
contradicciones a partir de la diversidad de las mismas, resulta en la apreciación conjunta de la prueba,
convirtiéndose en una forma de corregir los desequilibrios causados por una valoración limitada o
fragmentada.
Este es un sistema originario de la vieja legislación española. Su vigencia se fue moderando, aunque no ha
sido excluida absolutamente, sino que se utiliza en combinación con el sistema de la sana crítica racional.
Sistema de la sana crítica racional
Tal como señalan Bolaños Minda, Calderón Leiva y Fajardo (2014, https://bit.ly/39K0FPm):
Las reglas de la sana crítica son un instrumento que el juez está obligado a utilizar para la
valoración de las pruebas en las que la legislación no lo sujeta a un criterio
predeterminado. El principio exige que el juez motive y argumente sus decisiones debido a
que se aplica en aquellos casos en los que el legislador ha entregado al juez el poder de
valorizar libremente dicho resultado, se opone, en este sentido, al concepto de prueba legal
o tasada, donde es la Ley la que fija el valor de la prueba.
La lógica formal, de acuerdo a Bolaños Minda, Calderón Leiva y Fajardo (2014, https://bit.ly/39K0FPm):
…se aplica a través de sus propios principios, que actúan al mismo tiempo como controles
racionales en la decisión judicial conforme a la concepción clásica, los cuales son:
2. Principio de no contradicción: Dos juicios opuestos entre sí, no pueden ser verdaderos
los dos a la vez. Por ejemplo, “Sócrates es mortal, o Sócrates no es mortal”, sólo uno de
ellos puede ser verdadero.
3. Principio del tercero excluido: Ante dos juicios opuestos entre sí, admite que la
disyunción de una proposición y de su negación es siempre verdadera. Por ejemplo, es
verdad que “Sócrates es mortal, o Sócrates no es mortal”, cualquiera de las dos podría
resultar verdadera, incluso, una de las dos afirmaciones seguramente sea cierta. Esto
significa que, escoger un juicio medio, es decir, “Sócrates ni es mortal ni es inmortal”
carece de sentido, y por lo tanto se excluye en la lógica. Esto es, no se admite una tercera
opción.
4. Principio de razón suficiente: Todo juicio para ser realmente verdadero, necesita tener
una razón suficiente que justifique lo que en el juicio se afirma o niega con pretensión de
verdad.
La psicología, por su parte, debe entenderse como el elemento interior que se manifiesta
en hechos de conocimiento, sentimiento y voluntad, juega un papel muy importante y de la
cual el Juez no puede apartarse en la valoración de la prueba.
En este sistema se sostiene que el convencimiento del juez debe formarse libremente. Llevando esta
posición in extremis, el juez podría sentenciar basándose en su convicción
sobre la verdad de los hechos de las partes y acontecimientos de la naturaleza, más allá de lo que las
pruebas aporten.
Con criterio más mesurado se sostiene que el juez, si bien es libre en la apreciación de las pruebas, debe
formar su convicción valiéndose del análisis de la prueba producida, excluyendo caprichos y arbitrariedades
y dando preferencia a las pruebas fundamentales.
Los errores en materia de valoración de la prueba se clasifican en tres categorías: falta de motivación, déficit
valorativo y ausencia de racionalidad en la valoración. Para que el error en la apreciación de la prueba sea tal,
se exige su manifestación en forma evidente por el simple cotejo entre el contenido del instrumento y las
afirmaciones de la sentencia.
En algunos procesos, la valoración del magistrado es acusada de errónea, tal como sucedió en el siguiente
caso:
Llega el expediente hasta la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires, por
recurso extraordinario de inaplicabilidad de la ley, interpuesto por la demandada Caja de
Jubilaciones, Subsidios y Pensiones del Banco de la Provincia de Buenos Aires. La Cámara
de Apelación en lo Contencioso Administrativo con asiento en La Plata, por mayoría había
confirmado la sentencia de primera instancia en cuanto hizo lugar a la demanda
contencioso administrativa promovida por la señora María Cristina Acevedo con el objeto
de obtener la anulación del acto administrativo dictado por el Directorio de la Caja de
Jubilaciones, Subsidios y Pensiones del Personal del Banco de la Provincia de Buenos
Aires, por medio del cual se había rechazado su pedido de pensión en carácter de
conviviente del causante señor Osvaldo Ricardo Taylor, afiliado a la entidad al momento de
su fallecimiento.
Al analizar los agravios denunciados por la recurrente, la Cámara consideró correctos los
razonamientos desarrollados por el juez de primera instancia al entender habilitado el
beneficio pensionario por existencia de aparente matrimonio durante por lo menos cinco
años anteriores al fallecimiento del afiliado. De tal manera, explicó que "ha de advertirse
que no desconoce (la demandada) la prueba testimonial producida tanto en sede
administrativa como judicial, sino que sólo le resta entidad para que, en forma única, sirva
como medio de prueba, ello no con desarrollo argumental alguno sino con la mera cita de
un precedente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación". La Cámara estimó que las
constancias de autos –las que indica textualmente-, tanto las declaraciones testimoniales
producidas en el expediente administrativo, como asimismo las rendidas en sede judicial,
analizadas según la regla de la sana crítica permiten tener por acreditada la situación de
convivencia, permanente y estable, en el marco de los requerimientos de la normativa
aplicable.
En tal sentido, resulta evidente que la recurrente no logra acreditar que, en relación a la
apreciación de la prueba que la Cámara considera esencial y decisiva para la resolución de
la causa, haya infringido, mediante error palmario y manifiesto, las reglas y principios que
instituyen los arts. 375 y 384 del Código Procesal Civil y Comercial.
Por lo demás, debe tenerse presente que es facultad exclusiva de los tribunales de las
instancias de mérito seleccionar el material probatorio, dando preeminencia a unas
pruebas respecto de otras, sin que constituya dicho ejercicio, por sí solo, un supuesto de
absurdo. Ello así por cuanto el error que ha de configurarse para que medie el citado
extremo que habilita el control casatorio no se evidencia por la mera exposición de un
criterio discordante del quejoso.
Es que, cabe reiterar, cuando se impugna una tarea propia de las instancias ordinarias, tal
como lo es la valoración de la prueba, es imprescindible demostrar, a más de denunciar
fehacientemente, que el procedimiento lógico jurídico empleado por el juzgador ha
devenido irrazonable y contradictorio con las circunstancias de la causa, lo que no ha
logrado acreditar la impugnante aun cuando a lo largo del recurso se queja de la valoración
de las probanzas que ha efectuado la Cámara de Apelación.
[1] SCJN. Acevedo, María Cristina contra Caja de Jubilaciones, Subsidios y Pensiones del
En el caso relatado, se puede apreciar que el demandado recurre a la sentencia porque considera que, tanto
el juzgado de primera instancia como, luego, la Cámara de Apelaciones, valoran erróneamente la prueba
aportada en la causa.
La demandada, por su parte, acusa al magistrado de haber caído en el vicio del absurdo, esto es, un déficit
valorativo. Sin embargo, la Suprema Corte explica que, además de no haber logrado acreditar el error que
acusa, no se debe olvidar que es “facultad exclusiva de los tribunales de las instancias de mérito
seleccionar el material probatorio”2. Esto significa, que el juez tiene la tarea de clasificar las pruebas, darles
preeminencia a unas sobre otras, darles un valor, y luego decidir; y esa tarea en sí no configura un absurdo, ni
cualquier otro error.
[2] SCJN. Acevedo, María Cristina contra Caja de Jubilaciones, Subsidios y Pensiones del Banco de la Provincia
de Buenos Aires. Pretensión anulatoria. Recurso de inaplicabilidad de ley. (29 de febrero de 2012). Recuperado de
https://bit.ly/35u8nd5
Cuando ese error se advierte, o cualquiera de los demás referidos a la valoración probatoria, puede recurrirse
la sentencia, pero se debe hacer un acabado análisis “en el que es imprescindible demostrar que el
procedimiento lógico jurídico empleado por el juzgador ha devenido irrazonable y contradictorio con las
circunstancias de la causa”.3
[3] SCJN. Acevedo, María Cristina contra Caja de Jubilaciones, Subsidios y Pensiones del Banco de la Provincia
de Buenos Aires. Pretensión anulatoria. Recurso de inaplicabilidad de ley. (29 de febrero de 2012). Recuperado de
https://bit.ly/35u8nd5
Prueba tasada.
Libre convicción.
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Es un sistema en el que la propia ley la que establece el valor que tendrá cada prueba.
En este sistema se sostiene que el convencimiento del juez debe formarse libremente.
SUBMIT
A través del siguiente artículo podrás descubrir más acerca de las reglas de la sana crítica.
Referencias
Bolaños Minda, L. M., Calderón Leiva, L. K., Fajardo, H. O. (2014). La prueba indicaría en la ley 906 de 2004
como fundamento de sentencia (tesis de especialización). Recuperado de
https://repository.udem.edu.co/bitstream/handle/11407/4619/TG_EDPP_33.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Bonorino Ramírez, P. R. (2014, diciembre 24). Sobre las reglas de la sana crítica. Publicado en SJA. Cita
Online: AR/DOC/5597/2014
Carrasco, Y. (2015). Valoración de la prueba, motivación y revisión de sentencias. Otros "modos de ver" la
oralidad y la inmediación en el proceso civil. Publicado en LLC. Cita Online: AR/DOC/857/2015
Couture, E. (1969). Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Buenos Aires: Depalma.
Pizzicaro, A. (2018). Naturaleza de la comprobación judicial de los hechos y "libre valoración de la prueba".
Publicado en LA LEY. Cita Online: AR/DOC/1954/2018
SCJN. Acevedo, María Cristina contra Caja de Jubilaciones, Subsidios y Pensiones del Banco de la Provincia
de Buenos Aires. Pretensión anulatoria. Recurso de inaplicabilidad de ley. (29 de febrero de 2012).
Recuperado de http://www.scba.gov.ar/falloscompl/SCBA/2012/02-29/A70655.doc
Urbano Castrillo, E. (2008). Los errores más frecuentes en la valoración de la prueba. Recuperado de
http://www.legaltoday.com/practica-juridica/penal/penal/los-errores-mas-frecuentes-en-la-valoracion-de-la-
prueba
LECCIÓN 4 de 5
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Referencias
LECCIÓN 1 de 3
Tradicionalmente, los jueces ingleses no deliberaban en absoluto puesto que ello implicaba quebrar la
“oralidad”, principio rector según el cual toda la actividad de los jueces debía ser realizada en público con el
fin de que pudiera ser sometida a control. “En casi todos los casos, un breve debate entre los jueces antes
de la decisión posibilitaba la convergencia en una fundamentación mayoritaria única del fallo de la
sentencia, en lugar de generar una fundamentación por cada juez” (Posner, 2011, p.13)
Sucede en muchas ocasiones que no puede probarse que las consecuencias que traen las decisiones
jurisdiccionales sean “buenas” o “malas”. Por ese motivo, es natural cuestionarnos si existen razones para
confiar en el diseño del sistema judicial y en la competencia e integridad de los jueces que en él operan.
Los jueces no hacen una tarea que sólo consiste en aplicar reglas jurídicas creadas por los legisladores, por
los órganos administrativos u otras fuentes extrajudiciales, a hechos que se consideran probados sin
mediar prejuicios ni preconcepciones. De ser así, los jueces ya habrían sido reemplazados por la inteligencia
artificial.
Los jueces tienen y ejercen discrecionalidad y, por eso, es necesario entender “la naturaleza de sus
motivaciones, sus facultades, sus mecanismos de selección, las normas de su profesión y su psicología”
(Posner, 2011, p. 16). En definitiva, los jueces no son ni gigantes morales o intelectuales, ni profetas, ni
oráculos, ni meros portavoces o máquinas calculadoras. Son trabajadores humanos que reaccionan
del mismo modo que lo hacen otros trabajadores ante las condiciones del mercado de trabajo en el que
actúan.
El derecho en un proceso judicial es el material a partir del cual los jueces elaboran sus decisiones. Dado
que los materiales para la toma de decisión al modo legalista no suministran respuestas razonables a todos
los conflictos jurídicos, los jueces deben recurrir a otras herramientas que lo complementen. Por esto,
podemos distinguir dos corrientes o tendencias de pensamiento en la magistratura, cuyo reflejo se ve
plasmado en las sentencias que dictan: activismo judicial y garantismo.
Si bien hay algunas posiciones extremas como la que dice que el activismo judicial importa la contorsión de
la ley a fin de hacerla coincidir con el propio pensamiento o, en el caso del garantismo, quienes pretenden
proscribir el principio de buena fe en el ámbito procesal, dichas corrientes no deben ser llevadas a esos
exagerados límites.
El activismo no debe ni puede significar una suerte de libre utilización de la ley. Como ha dicho la Corte
Suprema de la Nación, los jueces no pueden dejar de lado la norma que gobierna la cuestión de que se trata
si no es por su concreta declaración de inconstitucionalidad. Tampoco hay que vincular al garantismo con la
posición que sostiene que el juez carece de toda clase de iniciativa probatoria. En rigor, parecería más
adecuado decir que el garantismo judicial significa un proceso “con todas las garantías”.
En definitiva, el activismo judicial hace énfasis en la actuación del juez, en el rol social que éste detenta
como representante del Estado. Se pondera la función jurisdiccional a los intereses individuales porque se
persigue el fin de lo justo y verdadero, más allá de lo que soliciten las partes. Los jueces deben ser
conscientes del rol social que les ha tocado desempeñar, el cual implica la difícil tarea de tomar decisiones
justas pero que, a veces, resultan impopulares. La justicia no se imparte en función a la simpatía que pueda
generar una decisión, sino sobre la base de una profunda convicción de que lo que se está haciendo es lo
que corresponde hacer.
Por su parte, el garantismo judicial pone el acento en las reglas del proceso y en las garantías
constitucionales que rodean todo proceso. El juez debe ser garantista porque el juzgador que se enrola en
esta posición respeta el orden lineal del proceso, los derechos litigiosos de las partes. Debe entenderse
como juez o tribunal garantista a aquel que vela por el cabal cumplimiento del debido proceso.
¿Qué es una sentencia judicial?
Acto jurídico procesal mediante el cual, el órgano jurisdiccional, decide los puntos
sometidos a su consideración.
Acto jurídico extraprocesal mediante el cual, el juez de la causa llega a un acuerdo con
las partes para dirimir el conflicto entre ellas.
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LECCIÓN 2 de 3
Toda sentencia debe reunir los requisitos de tiempo, lugar y forma. Respecto de la forma, las sentencias
generalmente se componen de tres apartados centrales:
Encabezamiento o parte expositiva: en ésta se señala la fecha y ciudad en que se dicta, las
partes que intervienen, sus procuradores y abogados, sin que se puedan omitir sus nombres
sin afectar a la debida integridad y publicidad de las sentencias. Se hacen constar también las
peticiones y las excepciones o defensas presentadas por las partes, junto a los fundamentos
de hecho en que se fundan.
Parte resolutiva: es la que debe contener la decisión o fallo de condena o absolución del
demandado o acusado. Asimismo, suele incorporarse el nombre del juez que la ha redactado
(Torres Romo, 2015, https://bit.ly/2QqsTaf).
El deber de motivar las sentencias tiene fundamentos. En primer lugar, como instrumento procesal facilita a
las partes la impugnación. Por otro lado, opera como función de garantía propia del constitucionalismo
moderno.
La mera confrontación de hechos y normas resulta insuficiente para solucionar el conflicto por la vía
deductiva. El Juez debe expresar y justificar plenamente su labor selectiva tanto en la aprehensión y
valoración de los hechos y pruebas como de las normas jurídicas.
Puede suceder que los jueces no efectúen la fundamentación de la sentencia correctamente, como sucedió
en el siguiente caso:
La parte demandada, interpuso recurso extraordinario de nulidad en contra de la sentencia
dictada por la Sala I de la Cámara Primera de Apelación en lo Civil y Comercial del
Departamento Judicial de Mercedes que confirmó, en lo sustancial, la resolución que
admitió parcialmente las impugnaciones formuladas por la actora y aprobó la rendición de
cuentas practicada en autos, condenando al demandado a abonar una suma de dinero.
En respuesta a los agravios citados, la Cámara, entiende que en relación a la alegada falta
de fundamentación legal, le asiste razón al presentante.
En efecto, el art. 171 de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires impone que las
sentencias sean "fundadas en el texto expreso de la ley; y a falta de éste, en los principios
jurídicos de la legislación vigente en la materia respectiva, y en defecto de éstos, en los
principios generales del derecho, teniendo en consideración las circunstancias del caso".
Esta exigencia responde a los parámetros establecidos por el constitucionalismo
moderno, que procura brindar un sistema de garantías fundamentales de la administración
de justicia.
Constituye garantía de los derechos de las partes la obligación judicial de fundar las
sentencias de modo que se perciba claramente el itinerario lógico jurídico del que deriva la
resolución final, porque la deficiencia en tal sentido se erige en obstáculo al control de
legalidad.
En este sentido ha sostenido Acuña Anzorena -de grata memoria en esta Suprema Corte-
comentando un viejo fallo de la Cámara Civil 1ª de la Capital Federal y con cita de Mortara:
"En la dilucidación de las controversias jurídicas no le está permitido al magistrado
abandonarse a su propio arbitrio, ni tampoco a la más extraña aplicación de la ley,
debiendo todo pronunciamiento judicial representar un razonamiento fundado en el hecho
y en la norma de derecho que le sea atinente. Pero, la misma posibilidad de la diferente
interpretación de un texto de la ley, o de una distinta apreciación de los hechos, hace
necesaria una completa demostración de cómo y porqué la mente del juez ha llegado a
decidirse por una u otra resolución, presentando así un concepto elaborado sobre la base
de la lógica y del derecho ... Si las resoluciones de los magistrados pudieran estar
eximidas de este elemento que tiene por objeto demostrar el porqué de sus decisiones,
todo quedaría abandonado a su arbitrio y cuando no fuese posible controlar los motivos
que inspiraron su pronunciamiento, vendría en menos una de las principales garantías de
la recta administración de la justicia”.
Desde el marco propio de la Constitución provincial, debe recordarse, en primer lugar, que
el art. 10 de la Constitución de la Provincia asegura a todos los habitantes el derecho
perfecto de defender y de ser protegidos en su vida, libertad, reputación, seguridad y
propiedad. Nadie puede ser privado de estos goces sino previa sentencia legal del juez
competente. Y el art. 15, luego de la reforma de 1994, consagra la tutela judicial continua y
efectiva.
[1] CSJ, Sala I de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de
Mercedes.D’Amico, José contra González, Roberto. Incidente de rendición de cuentas por parte
Pues, las sentencias deben ostentar elementos esenciales que componen el debido proceso, estos son, la
motivación, fundamentación, congruencia y pertinencia, entre otros, que deben ser observados por los
juzgadores al momento de dictaminar sus resoluciones.
Esto significa que toda autoridad que dicte una resolución, debe indefectiblemente exhibir los motivos que
sustentan su decisión. Para esto, también es necesario que se expongan los hechos de manera que el
justiciable, al momento de conocer la decisión del juzgador, lea y comprenda la resolución.
[2] SPJI, Sala segunda. fs. Limbert Josue Pinto Veneros, defensor público del Servicio
contra Jacqueline Rada Arana, Jueza Pública de la Niñez y Adolescencia Segunda del
https://bit.ly/2MVRi5l
De lo contrario, son razonables las dudas del justiciable en sentido de que los hechos no fueron juzgados
conforme a los principios y valores supremos, vale decir, no se le convence que ha actuado con apego a la
justicia. Cuando la resolución, aun siendo extensa, no traduce las razones o motivos por los cuales se toma
una decisión, dichas normas se tendrán por vulneradas, entonces quedará habilitada la vía recursiva en
contra de ella.
¿Cuál es la parte de la sentencia en la que el juez exteriorizará la motivación y
fundamentación de la sentencia?
Parte considerativa.
Parte resolutiva.
Parte expositiva.
SUBMIT
LECCIÓN 3 de 3
Referencias
CSJ, Sala I de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de Mercedes.
D’Amico, José contra González, Roberto. Incidente de rendición de cuentas por parte del demandado (12 de
octubre de 2011). Recuperado de http://www.scba.gov.ar/falloscompl/SCBA/2011/10-12/c102546.doc
Posner, R. A. (2011). Cómo deciden los jueces (trad. Victoria Roca Pérez). Madrid, España: Marcial Pons.
SPJI, Sala segunda. Limbert Josue Pinto Veneros, defensor público del Servicio Plurinacional de Defensa
Pública (SEPDEP) en representación sin mandato del menor NN contra Jacqueline Rada Arana, Jueza
Pública de la Niñez y Adolescencia Segunda del departamento de La Paz en suplencia legal de su similar
Primera. (2016). Recuperado de
http://spij.minjus.gob.pe/content/jurisprudencia_extranjera/repositorio/2017/05/bolivia/Sentencia0354-
2017.pdf
Torres Romo, C. I. (2015). La motivación de las sentencias por parte del juzgador en proceso penal y sus
efectos jurídicos (tesis de grado). Universidad Regional Autónoma de los Andes. Ibarra, Ecuador. Recuperado
de http://dspace.uniandes.edu.ec/bitstream/123456789/2378/1/TUAAB114-2015.pdf
Cosa juzgada
El proceso judicial tiene como finalidad resolver controversias jurídicas y, una vez
iniciado, despliega efectos que impiden que “durante su tramitación se inicie otro
proceso judicial que tenga el mismo objeto, lo que resultaría contrario a la seguridad
jurídica ante la posibilidad de que recaigan resoluciones judiciales diferentes en cada
uno de ellos” (Añón Calvete, https://bit.ly/2QM6rXP). Esto es la litispendencia.
Pero, una vez concluido el proceso, la sentencia que se dicte despliega efectos
tendientes a evitar la posibilidad de que se ejercite un ulterior proceso por la misma
controversia, si concurre la identidad o conexión suficiente. Esto es la cosa juzgada.
Referencias
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LECCIÓN 1 de 3
La cosa juzgada tiene un rol transcendental en el mundo del derecho, pues, es una garantía de la
definitividad de las resoluciones dictadas por la autoridad judicial. El fundamento está dado por la necesidad
de preservar y mantener la paz y la tranquilidad en la sociedad, con medidas que conserven la estabilidad y
la seguridad de los gobernados en el goce de sus libertades y derechos. De esta manera, se proporciona
certeza respecto a las relaciones en que se han producido litigios, mediante la firmeza de lo resuelto en una
sentencia ejecutoriada.
Es el efecto de la resolución judicial dentro del propio proceso. Se configura sólo cuando una sentencia ya
no puede ser impugnada por algún medio ordinario o extraordinario de defensa. Hay resoluciones judiciales
que, aún agotada toda la vía recursiva, son obligatorias, pero no impiden que, en un procedimiento posterior,
la cosa juzgada pueda modificarse.
En el juicio de alimentos se fija por la sentencia cierta pensión en beneficio del acreedor; el
derecho positivo establece en algunos casos que ese fallo no admite apelación. Existe,
pues, a este respecto, cosa juzgada en el sentido de inimpugnabilidad de la sentencia, la
que no podrá ser atacada en la vía de los procedimientos sumarios propios del juicio de
alimentos, sino en un procedimiento posterior. Durante la minoría de edad del hijo, su
madre promueve acción de investigación de la paternidad, la que es desechada por
haberse instaurado después de los dos años del nacimiento del niño. La sentencia que tal
cosa decida, hace cosa juzgada. Pero dicha cosa juzgada se refiere solamente al estado
tenido en cuenta en la decisión anterior, y no obsta a que, llegado el hijo a la mayoría de
edad, pueda promover nueva demanda y obtener un pronunciamiento favorable sobre el
fondo del asunto (1951, p.308).
En estos ejemplos, la sentencia pasa en autoridad de cosa juzgada, pero solo dentro de ese proceso. Ya no
puede ser impugnada porque agotó todos los recursos disponibles en ese juicio. Sin embargo, esa cosa
juzgada no es inmutable, ya que una vez subsanadas las circunstancias que provocaron que el juicio
concluyera del modo en que lo hizo, puede promoverse un nuevo juicio.
Tal es el caso de los juicios ejecutivos (ejecución de cheques rechazados o pagarés impagos, por ejemplo),
en los que existe cosa juzgada formal de aquellas cuestiones que no se pudieron plantear por vía ejecutiva
pero que pueden ser tratadas en el juicio ordinario posterior.
En este caso, la sentencia reúne las características de ser inimpugnable e inmutable. Es inimpugnable
porque se han agotado todas las vías recursivas y es inmutable porque no puede ser atacada o desvirtuada
por un juicio posterior.
La sentencia pasada en cosa juzgada sustancial, adquiere dos atributos esenciales: coercibilidad e
inmutabilidad. Es coercible en cuanto puede ser ejecutada compulsivamente, en caso de no serlo
voluntariamente por el obligado. Es inmutable porque ningún juez podrá modificar lo allí dispuesto.
Identificar cuándo estamos frente a una sentencia que ha pasado a autoridad de cosa juzgada parece
simple en una primera lectura, pero puede suceder que en un proceso se presente de manera más compleja,
como sucedió en el siguiente caso:
Llega la causa hasta la CSJN, en razón de Recurso extraordinario interpuesto por la parte
actora en contra de la sentencia de la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Civil y Comercial Federal, que confirmó la sentencia de primera instancia que había
desestimado en su totalidad la demanda promovida por los herederos del señor Héctor
Germán Oesterheld y el señor Francisco Solano López en contra de Ediciones Record S.A.,
reconociéndole solo a este último una indemnización por resolución de contrato. Los
reclamos pretendían reivindicar las marcas “El Eternauta” y “El Eternauta (con diseño)” y en
forma subsidiaria, declarar su nulidad, el cese de todo uso y, además, que las objeciones a
la solicitud de registro efectuadas por la demandada fueran consideradas infundadas, y
por el contrario, se reconozcan justificadas las oposiciones de los actores a la solicitud
realizada por Ediciones Record S.A.
Por otra parte, la Cámara confirmó la admisión parcial de la demanda interpuesta por el
señor Francisco Solano López contra la misma sociedad, resolviendo la procedencia de la
defensa de prescripción, desestimando la nulidad contractual y declarando la resolución
de la cesión de derechos de autor sobre los dibujos de “El Eternauta” celebrada entre las
partes.
El a quo rechazó el agravio relativo a la existencia de cosa juzgada respecto a la
titularidad de los derechos de autor de la obra en orden a lo resuelto mediante sentencia
firme recaída en la causa “Sánchez de Oesterheld, Elsa Sara c/ Scutti, Alfredo Agustín s/
nulidad de acto jurídico”. Ello así, en el entendimiento de que dicho agravio había sido
introducido en una etapa procesal inoportuna como es el alegato, y la recurrente no se
había hecho cargo del argumento del magistrado respecto a la inexistencia de identidad
de objeto, por todo lo que concluye que debe ser considerado desierto.
Sostienen que la existencia de cosa juzgada puede ser introducida en cualquier estado de
la causa y que no es exigible la rigurosa coincidencia entre los elementos de la cuestión
que fue objeto de juzgamiento y los que se deducen en la nueva demanda, sino que el
juzgador cuenta con un margen de discrecionalidad para decidir sobre la base de un
examen de los antecedentes que vinculan los litigios a fin de determinar si estos son
idénticos o no, contradictorios o susceptibles de coexistir.
Agregan que el argumento de la demandada, que sostiene ser titular de los derechos de
autor por la cesión que en vida le habría hecho el señor Oesterheld a los señores Seijas y
estos a su parte, es el que también utilizó para rebatir la nulidad del contrato que
suscribió el 8 de julio de 1982 con la señora Sánchez en la causa sobre nulidad de acto
jurídico mencionada, y por lo tanto es una cuestión ya resuelta que ostenta autoridad de
cosa juzgada.
Expresan que durante la ejecución de la sentencia que decretó la nulidad e inexistencia del
contrato de cesión, la Sala M de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil
expresamente reconoció la existencia de cosa juzgada respecto de la titularidad de los
derechos de autor del guion de “El Eternauta” en el pronunciamiento que dictara el 8 de
julio de 2005 (fs. 877/879 del expte. 331.151/88) y que los habilita para ser titulares de las
marcas involucradas en autos. Por lo tanto, entienden que las sentencias dictadas en
sede civil determinaron sin lugar a dudas que la mentada titularidad corresponde a los
legítimos herederos de Oesterheld, generándose a partir de allí un derecho de propiedad
a su favor del que no pueden ser privados por otra sentencia.
Ante ello, corresponde de forma ineludible en el caso analizar el planteo relacionado con la
existencia o no de cosa juzgada. Esta labor exige, como condición previa, el examen
integral de ambas contiendas a efectos de determinar si se trata del mismo asunto
sometido a decisión judicial, o que por existir continencia, conexidad, accesoriedad o
subsidiariedad, la sentencia firme ya ha decidido lo que constituye la materia o la
pretensión deducida en el nuevo juicio que se promueve (art. 347, inc. 6°, Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación), para lo cual es oportuno recordar que este Tribunal ha
señalado que la cosa juzgada busca amparar, más que el texto formal del fallo, la solución
real prevista por el juzgador.
En ese pronunciamiento, que fue confirmado por la alzada, el magistrado desestimó las
defensas de Ediciones Record S.C.A. –luego S.A.- respecto a que el autor de la obra ya
había cedido esos derechos a quienes luego los vendieron a la sociedad (los señores
Seijas). Ello así, en el entendimiento de que eran insuficientes las declaraciones prestadas
por quienes habían sido cesionarios del señor Oesterheld porque a la orfandad de sus
dichos se sumaba el hecho de encontrarse involucrados en la cuestión, y además, porque
los recibos presentados no acreditaban la causa del pago ni se encontraban
fehacientemente reconocidos como emitidos por el autor de “El Eternauta”.
Es cierto por otro lado que en la causa “Scutti, Alfredo Agustín s/ defraudación” (expte.
1068), en la que se absolvió al demandado en autos del delito de defraudación por
infracción al art. 72, inciso a) de la ley 11.723 por sentencia firme de fecha 21 de agosto de
2002, se determinó mediante la producción de prueba pericial caligráfica que la firma
inserta en el instrumento de venta de los originales a los señores Seijas correspondía al
puño y letra del señor Oesterheld. Pero no obstante ello, y al margen de que tal
circunstancia no fue acreditada en la causa sobre nulidad de contrato bajo examen,
tampoco allí se comprueba y ni siquiera se analiza, si existió transmisión de los derechos
de autor sobre “El Eternauta” o como se alega, si se trató únicamente de la venta de parte
de los originales de la obra a los señores Seijas.
Es dable concluir que la titularidad de los derechos de autor de la obra “El Eternauta” en
virtud de lo decidido en la causa “Sánchez de Oesterheld, Elsa Sara c/ Scutti, Alfredo
Agustín s/ nulidad de acto jurídico”, es el presupuesto del cual debe partir el análisis de la
pretensión perseguida en esta litis relativa a los derechos de propiedad en materia de
marcas.
Cabe recordar que conocida jurisprudencia de este Tribunal ha conferido jerarquía
constitucional a la cosa juzgada, en razón de que la inalterabilidad de los derechos
definitivamente adquiridos por sentencia firme reconoce fundamento en los derechos de
propiedad y defensa en juicio y que la estabilidad de las decisiones jurisdiccionales
constituye un presupuesto ineludible de la seguridad jurídica.
[1] CSJ, Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones. Sánchez de Oesterheld, Elsa Sara y otros
https://bit.ly/2ST4xHG
En el caso relatado, se puede distinguir que estamos frente a dos juicios que, si bien tenían un “objeto”
diferente, la discusión giraba en torno a un derecho que ya había sido discutido y resuelto. Por lo tanto, los
actores ya habían sido declarados con el derecho de autoría de la obra, lo que los habilitaba a reclamar ahora
sobre la nulidad de registración de la marca en nombre de la Editorial.
La particularidad del caso se da porque es el propio actor del proceso el que debe plantear la cosa juzgada,
debe comprenderse que la cosa juzgada la plantea en cuanto a un derecho particularmente cuestionado por
el demandado, pero cuya contienda al respecto ya había sido resuelta. En el nuevo proceso no vino a
demandar ese derecho, sino una consecuencia derivada del reconocimiento previo de ese derecho.
El análisis que hace la CSJN para revocar la sentencia y ordenar la declaración de nulidad del registro de la
marca gira en torno a que, si un derecho ha sido afirmado o negado en un proceso, habrá identidad de objeto
a los efectos de la cosa juzgada si en uno nuevo se pone en cuestión el mismo derecho, aun cuando sea
para sacar de él otra consecuencia que no hubiera sido deducida en el proceso originario.
El derecho ya había sido afirmado, por lo cual, no correspondía al juez de esta causa considerar que no
tenían derecho en razón de un contrato declarado nulo. Aquí sólo debía determinar si correspondía declarar
la nulidad de la registración de la marca a nombre de los demandados que no tenían derecho.
Una vez que firme una resolución judicial, no se pueden dictar otras resoluciones que
decidan de modo diferente la misma cuestión, sino que todas las demás resoluciones
posteriores han de tomar lo decido como punto de partida para resolver otras
cuestiones.
Durante la tramitación de un proceso, está prohibido iniciar otro proceso judicial que
tenga el mismo objeto, lo que resultaría contrario a la seguridad jurídica ante la
posibilidad de que recaigan resoluciones judiciales diferentes en cada uno de ellos.
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Coercibilidad e inmutabilidad.
Inimpugnabilidad y mutabilidad.
Inmutabilidad e impugnabilidad.
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Para finalizar, te invitamos a leer los siguientes paper que te brindarán otras perspectivas acerca de la cosa
juzgada.
Referencias
Añón Calvete, J. (11 de noviembre de 2015). Cosa juzgada, prejudicializada y litispendencia. Recuperado de
https://elderecho.com/cosa-juzgada-prejudicialidad-y-litispendencia
Couture, E. J. Fundamentos del Derecho Procesal Civil (2ª ed). Buenos Aires, Argentina: Ed. Depalma
CSJ, Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones. Sánchez de Oesterheld, Elsa Sara y otros c/ Ediciones
Record S.A. s/ nulidad de marca. (10 de julio de 2018). Recuperado de
http://sjconsulta.csjn.gov.ar/sjconsulta/documentos/bajarDocumentoWordById.html?
idDocumento=7464721&cache=1533513600090
Salgado, J. M. (2014). Evolución científica y cosa juzgada. Publicado en RDF. Cita Online:
AR/DOC/5017/2014
Zabalza, G. (2015). El único tiempo, es el tiempo de lo posible. Reflexiones sobre la revisión de la cosa
juzgada en los procesos de filiación. Publicado en RDF. Cita Online: AR/DOC/5257/2015
LECCIÓN 3 de 3
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Cosa juzgada.pdf
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La impugnación procesal
En la tramitación del proceso judicial pueden cometerse errores de distinto tipo que justifiquen que los litigantes cuenten con vías
impugnativas procesales para reparar las posibles erratas cometidas.
La posibilidad de deducir impugnaciones es amplia y no se ve limitada únicamente a la objeción de las sentencias, sino que es
posible a lo largo de todo el trámite judicial con diferentes características y por diferentes medios. Esto significa que los errores
pueden provenir de las partes, del juez o de terceros auxiliares.
Los errores que se configuren en el proceso pueden ser removidos por diversas vías que el ordenamiento procesal prevé, pero lo
importante es saber discernir en cada caso cuál es la vía apta. De lo contrario, se puede frustrar el derecho a subsanar el error por
no haber encauzado la impugnación de conformidad con las reglas procesales. Esto significa que, de elegir mal la vía impugnativa,
se podría perder el derecho a subsanar un error advertido.
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Referencias
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LECCIÓN 1 de 5
Habiéndose destacado la importancia que tiene la articulación de la vía impugnativa idónea, bajo pena de perder el derecho a impugnar el acto, se ha establecido el
principio de unicidad de los recursos. Esto significa que las resoluciones judiciales toleran solo un sendero impugnativo específico. Ello quiere que decir que, para
cada tipo de error, hay una sola vía impugnativa eficiente, no muchas ni cualquiera de todas. Una puntual.
Los incidentes, pueden ser nominados o innominados. De todos los existentes, en este caso, solo nos interesa aquél de tipo impugnativo que
es el incidente de nulidad. Es decir, el objeto de la impugnación, serán los actos emanados de las partes, de terceros, o del tribunal siempre
que no sean actos de decisión, y que, por lo tanto, no tengan una vía específicamente prevista para su ataque. Así, por ejemplo, está el
incidente de nulidad de la citación inicial, que se da cuando el demandado fue mal notificado del decreto de admisión de la demanda. Es decir,
no pudo tomar conocimiento de la existencia del proceso en su contra y ello le impidió la posibilidad de defenderse.
Los recursos, son las vías impugnativas que tienden a revisar actos de decisión del tribunal intervinientes. Los actos de decisión son los
decretos, autos y sentencias. Los recursos pueden ser ordinarios, cuando proceden frente a causales genéricas, tales como, la reposición y la
apelación. O extraordinarios, cuando proceden ante causales específicamente enunciadas en la ley procesal, tales como la casación y la
inconstitucionalidad.
Las excepciones, que se presentan al momento de la defensa de las partes, consisten en la posibilidad de alegar la existencia de nulidades de
los presupuestos procesales (incompetencia, defecto legal o falta de personería) o la existencia de autoridad de cosa juzgada.
Las acciones impugnativas son las únicas que suponen la existencia de un proceso que ya alcanzó la autoridad de cosa juzgada. Por razones
extraprocesales, se admite la impugnación de todo ese juicio o de la sentencia, para dejar sin efecto la cosa juzgada o eficacia de la sentencia
y lograr un nuevo pronunciamiento. Así, por ejemplo, existen la acción de revisión1, la acción de cosa juzgada írrita y la acción autónoma de
nulidad.
[1] En algunos ordenamientos está colocada entre los recursos, y se la llama “recurso de revisión” aunque técnicamente sea una acción. Tal es el
caso del procedimiento civil en la provincia de Córdoba.
A continuación te invitamos a leer el siguiente paper donde podrás profundizar acerca de los recursos judiciales y demás medios impugnativos en Iberoamérica.
Los vicios que afectan el proceso se agrupan en tres grandes conjuntos, a saber:
Errores in iudicando.
Errores in procedento.
Errores in cogitando.
En las dos primeras clasificaciones, el error puede recaer sobre los hechos (in factum) o el derecho (in iure), entonces, finalmente tendremos los siguientes:
1 Error in iure iudicando: se da cuando el juez se equivoca en la norma legal sustancial aplicable a la causa o
yerra en su interpretación. Por ejemplo, en un accidente de tránsito, se aplica la regla de atribución de
responsabilidad subjetiva en lugar de la regla de atribución de responsabilidad objetiva correspondiente.
2 Error in factum iudicando: se da cuando el juez valora inadecuadamente los hechos de fondo de la cuestión
sometida a juzgamiento. Por ejemplo, el juez valora inadecuadamente la prueba relativa al fondo de la
cuestión y, por ende, tiene por configurado el hecho que debe juzgar de un modo que no ha ocurrido.
3 Error in iure procedendo: se da cuando el juez se equivoca en la norma legal procesal aplicable a la causa o
yerra en su interpretación. Por ejemplo, si en un decreto se resolviera que el plazo para deducir apelación
en el juicio de amparo es de cinco días, cuando en realidad está previsto un plazo de 48hs.
4 Error in factum procedendo: se da cuando se valoran inadecuadamente las constancias de la causa respecto de una situación que refiere a la
relación jurídico-procesal. Por ejemplo, cuando se comienza a computar un plazo a partir de una cédula de notificación que no estaba dirigida al
domicilio constituido y se le venció el plazo de conformidad a esa cédula mal dirigida.
5 Error in cogitando: se da cuando el juez razona mal, desoyendo las reglas de la lógica formal o las propias de la teoría de la argumentación. El
error puede recaer tanto respecto de una cuestión procesal como de la sustancial. Son errores del pensar y de la comunicación de ese pensar.
La Corte Suprema, ha resuelto en reiteradas oportunidades que la doctrina de la arbitrariedad no tiene por objeto convertir a la Corte en un
tribunal de tercera instancia ordinaria, sino que procura cubrir casos de carácter excepcional en los que por graves deficiencias lógicas del
razonamiento o por una total ausencia de fundamento jurídico se impida poder considerar el pronunciamiento de los jueces ordinarios como
una sentencia fundada en ley, con directa lesión a la garantía del debido proceso.
Cuando el juez se equivoca en la norma legal procesal aplicable a la causa o yerra en la interpretación de la misma.
Cuando el juez valora inadecuadamente los hechos de fondo de la cuestión sometida a juzgamiento.
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En referencia a los errores in cogitando, que son aquellos que requieren un poco más de análisis para lograr identificarlos, la Suprema Corte de la Nación ha
desarrollado la doctrina de la arbitrariedad. La arbitrariedad, en numerosos casos deviene tal, por la inobservancia del principio de no contradicción o del principio
de razón suficiente. En consecuencia, esta inobservancia es la causa de la arbitrariedad y no al revés. La arbitrariedad es el efecto. La violación del principio lógico
es la causa. Así, por ejemplo, lo vemos en el siguiente caso:
Se planteó un recurso de hecho (de queja ante la CSJN) por parte de los actores en la causa “Bichute de Larsen, Silvia María y otros c/ Tintas
Letta S.A.I.C.”, en razón de las siguientes cuestiones acontecidas en el caso.
Contra la sentencia de la Sala III de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, que confirmó el fallo de la instancia anterior que había hecho
lugar parcialmente a la pretensión de cobro de la indemnización por accidente de trabajo, la actora interpuso el recurso extraordinario cuya
denegación motivó finalmente la queja.
En su recurso la apelante planteó la arbitrariedad del pronunciamiento y mantuvo la inconstitucionalidad del tope establecido por el art. 8, inc. a,
de la ley 9688 (texto según ley 23.643) y de la resolución del Consejo Nacional del Salario Mínimo Vital y Móvil n° 1/91. De ambas impugnaciones
corresponde considerar en primer término la aducida arbitrariedad, pues, de configurarse ella, no habría sentencia propiamente dicha.
Que, en efecto, al dictar la sentencia los miembros de la cámara procedieron del siguiente modo: el juez que se pronunció en primer lugar
propuso -por razones de economía procesal- que debía confirmarse el fallo de la instancia anterior sobre la base de los fundamentos dados
por la mayoría en la causa "Duarte Juan Bautista c/ sucesores de Bartolomé Bevilacqua S.A. s/ accidente-ley 9688" del 30 de junio de 1992.
Pero aclaró que ello era sin perjuicio de dejar a salvo su opinión expuesta en minoría en ese precedente. El segundo de los magistrados se adhirió
a ese voto.
Que de la circunstancia señalada surge la falta de coherencia del primer voto en sí mismo, pues confirma la sentencia del juez de primera
instancia con sustento en fundamentos que son contrarios a su propia convicción, sin que se diera ningún supuesto de obligación legal para
proceder de tal modo. Ello importa una violación a elementales principios constitucionales que exigen que el fallo sea un acto motivado y
razonado (art. 18 de la Constitución Nacional), en garantía del derecho de los justiciables, y autoriza a descalificarlo como acto judicial válido.
Por otro lado, la actora sostuvo que, en el sub lite, debido al ínfimo ajuste que se le había aplicado al salario mínimo, vital y móvil, el monto del tope
que resultaba de aplicar ese salario era antojadizo y mezquino y no reflejaba la situación que contemplaba la ley al momento de su sanción, lo que
importaba desconocer las garantías de los arts. 16 y 17 de la Constitución Nacional. Tal postura fue reiterada al expresar agravios ante la alzada
en los siguientes términos: "no se cuestiona el establecimiento de un tope indemnizatorio, sino en...su aplicación literal...en virtud de la
determinación arbitraria de un salario mínimo vital...que no guarda relación real con su propia definición y objetivos...". Por ello, tachó de
inconstitucional tanto la resolución de la C.N.S.M.V.M. 1/91 como el tope del art. 8, inc. a, de la ley 9688, en cuanto se basó en un salario mínimo
que no reunía los requisitos de vital y móvil (ver fs. 5 vta. y 68). 7°) La cámara no dio respuesta a tales planteos, ya que al remitirse al precedente
"Duarte", en el que sólo se realizó una afirmación genérica referente a la imposibilidad del órgano judicial de revisar el sistema reparatorio por
constituir su determinación resorte exclusivo del legislador, omitió considerar si la citada resolución importó el ejercicio razonable de la
facultad reglamentaria del art. 14 de la Carta Magna y si, debido a las particularidades del sub examine, la remuneración mínima configuraba la
supresión o desnaturalización del derecho que se pretendía asignar, o si tal importe había sido establecido en forma absurda o arbitraria.
De ese modo, el fallo excluye el tratamiento de temas que resultaban esenciales para dilucidar el derecho controvertido, con grave menoscabo
de las garantías de defensa en juicio, de la inviolabilidad de la propiedad y de la justicia en los pronunciamientos judiciales (Fallos: 295:120;
301:591 y 311:435), por lo que corresponde su descalificación con arreglo a la doctrina citada en el considerando 3°, pues media en el caso la
relación directa e inmediata entre lo debatido y resuelto y las garantías superiores que se dicen vulneradas (art. 15 de la ley 48), sin que ello
implique emitir juicio sobre la solución que en definitiva se dicte sobre el fondo del litigio.
Por lo expuesto, se declaró procedente el recurso extraordinario interpuesto y se deja sin efecto la sentencia. Vuelvan los autos al tribunal de
origen a fin de que, por medio de quien corresponda, se dicte nuevo pronunciamiento con arreglo a la presente1.
[1] CSJN, Sala III de la Cámara Nacional de Apelaciones. Recurso de hecho deducido por los actores en la causa Bichute de Larsen, Silvia María y otros
c/ Tintas Letta S.A.I.C. (23 de febrero de 1995). Fallos: 318:189. Recuperado de https://bit.ly/35mHojn
La CSJN ha ido poniendo de realce que la violación del principio de no contradicción aparece de diversas maneras: algunas veces, está muy oculta; pero, en otras
ocasiones, salta inmediatamente a la vista. En este caso ocurre una situación muy incauta y nada frecuente.
Por un lado, dicen que por razones de economía procesal se remite a los fundamentos precisados, por mayoría, en el caso “Duarte, Juan Bautista v. sucesores de
Bartolomé Bevilacqua S.A. s/accidente-ley 9688[MMD1] ”. En ese caso al que se remitieron, lo que había sucedido fue que la mayoría, en efecto, definió y falló la
causa sosteniendo la tesis A. La minoría, constituida por el Vocal opinante en el caso de Bichute, sostuvo la tesis B (contraria a la tesis A). Ahora bien, en la causa
“Bichute de Larsen, Silvia M. y otros v. Tintas Letta S.A.”, el mismo Vocal votó dando como fundamentos los de la mayoría del caso Duarte que sostuvo la tesis A,
contraria a la B, que él sostuviera en aquellos autos. Es decir, el vocal da como fundamento para el caso las razones contrarias a las que él profesa. Es evidente
que esa contradicción implica que no existe una derivación razonada de sus motivos, sino una contradicción en sus tesis.
Nada obliga a un juez a adoptar una tesis contraria a sus convicciones. Los fundamentos en que se apoyó el magistrado para fallar le son ajenos. Su pensamiento
está en contradicción consigo mismo y opera una violación del principio en cuanto a que el fallo viene a basarse en razones contradictorias del pensamiento del
juzgador.
Recurso.
Incidente.
Acción.
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A continuación te invitamos a leer el siguiente paper donde podrás profundizar acerca de la acción autónoma de nulidad.
Acción autónoma de nulidad, colisión entre la cosa juzgada y las garantías del debido proceso.pdf
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LECCIÓN 3 de 5
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Referencias
CSJN, Sala III de la Cámara Nacional de Apelaciones. Recurso de hecho deducido por los actores en la causa Bichute de Larsen, Silvia María y otros c/ Tintas
Letta S.A.I.C. (23 de febrero de 1995). Fallos: 318:189. Recuperado de http://www.planetaius.com.ar/fallos/jurisprudencia-b/caso-Bichute-de-Larsen-Silvia-M-Y-
otros-c-Tintas-Letta-SA.htm
Márquez, J. (2016). Acción autónoma de nulidad: colisión entre la cosa juzgada y las garantías del debido proceso. Publicado en LA LEY. Recuperado de
https://www.academia.edu/31708151/ACCI%C3%93N_AUT%C3%93NOMA_DE_NULIDAD_COLISI%C3%93N_ENTRE_LA_COSA_JUZGADA_Y_LAS_GARANT%C3%8
DAS_DEL_DEBIDO_PROCESO
Véscovi, E. (1988). Los recursos judiciales y demás medios impugnativos en Iberoamérica. Publicado en LA LEY. Cita Online: AR/DOC/9758/2001
LECCIÓN 5 de 5
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La impugnación procesal.pdf
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Incidentes
Por el trámite procesal que tengan, estos incidentes pueden ser nominados o
innominados, según tengan trámite regulado específicamente en la legislación
procesal de que se trate o se rijan en forma genérica por el procedimiento abreviado.
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LECCIÓN 1 de 4
Si bien se definieron los incidentes como aquellas cuestiones que se suscitan durante la tramitación de un
proceso y que tienen alguna conexión con él, muchas veces esas cuestiones son una especie dentro del
género de las impugnaciones.
En este sentido, el incidente de nulidad es un medio impugnativo previsto por la ley para atacar los vicios en
forma de los actos del proceso que no sean resoluciones jurisdiccionales.
Los actos procesales nulos tienen presupuestos y caracteres que los distinguen, y que se encuentran
enunciados a través de cinco principios:
Principio de especificidad
–
Refiere a que los jueces no pueden declarar otras nulidades que no sean las estipuladas por la ley. No hay
nulidad sin un texto legal que la conmine, este es el punto de partida de todo el régimen de nulidades. Ahora
bien, no se trata de un mero catálogo de infracciones, sino que también habrá nulidad cuando ella sea la
consecuencia de la omisión de formalidades esenciales del acto. Se utiliza un postulado general que tiene
utilidad para determinar si nos encontramos frente a una nulidad o no: hay vicio de procedimiento que
importa nulidad implícita cuando tal irregularidad suponga violación de los principios básicos del proceso
(Berizonce, 2004).
Principio de convalidación
–
Se admite que las nulidades del procedimiento puedan ser saneadas por la concurrencia de voluntad de las
partes en forma manifiesta o tácita. Ya sea, porque se ratifique el acto o porque se venza el plazo acordado
para impugnarlas. Este principio sólo rige para las nulidades procesales y no para las nulidades de actos
inexistentes o vicios sustanciales que se rigen por las normas del Código Civil y Comercial de la Nación.
Con respecto a este principio, resulta importante hablar del llamado decreto “de Autos”, ya que una vez
firme éste precluye la posibilidad de invocar nulidades del procedimiento. Pasada la etapa resolutoria, sólo
se podrán impugnar los vicios de la sentencia. A esta regla se presentan algunas excepciones puntuales,
como el caso del incidente de nulidad de la citación inicial, en el que el demandado que nunca tomó
conocimiento de la existencia del proceso en su contra por haber sido mal notificado, podría plantear
nulidad de la cédula de citación y hacer que el proceso vuelva hasta el momento de la notificación de la
demanda.
Principio de trascendencia
–
Este principio plantea que no hay nulidad sin perjuicio. Además del vicio formal que no fue saneado, se
requiere que quien pide la nulidad demuestre que el acto le provocó un perjuicio cierto e irreparable. No
basta la sola infracción a la forma si no produce un agravio a la parte. Para esto, el perjudicado deberá
expresar cuál es el perjuicio sufrido o mencionar las defensas que no ha podido oponer. La nulidad procesal
requiere un perjuicio concreto para alguna de las partes pues no procede su declaración en el solo interés
del formal cumplimiento de la ley, ya que resulta inaceptable en el ámbito del derecho procesal la
declaración de una nulidad por la nulidad misma.
Principio de protección
–
El vicio debe emanar del órgano jurisdiccional o de la parte contraria. Quien haya dado lugar a la nulidad no
podrá sostener luego la invalidez del acto. Esta regla se asienta en los principios de lealtad y buena fe
procesal. Es necesario que quien invoca el vicio, no haya coadyuvado con su conducta a la tipificación del
acto irregular. No se ampara la propia torpeza.
Principio de conservación
–
Este principio plantea que es conveniente preservar la eficacia y validez de los actos frente a la posibilidad
de su anulación, lo que llevaría a un resultado disvalioso. Este principio trae dos consecuencias. Por un lado,
si el acto irregular o defectuoso ha logrado el fin al que estaba destinado, será válido. Por otro lado, ante la
duda sobre la configuración de un vicio procesal o de la existencia de un defecto, debe desestimarse la
nulidad y corresponde declarar su validez.
¿Qué principio admite que las nulidades del procedimiento puedan ser
saneadas por la concurrencia de voluntad de las partes en forma manifiesta o
tácita?
Principio de convalidación.
Principio de especificidad.
Principio de conservación.
SUBMIT
El incidente de nulidad cuestiona vicios de procedimiento de cualquier acto procesal que no derive de una
resolución jurisdiccional. La nulidad será declarada a pedido de la parte. Puede suceder que por
interpretaciones de la ley o de los actos introducidos al proceso, resulte un poco más complejo comprender
cómo juegan los principios que rigen la nulidad, o quién debe cumplir cada uno. Así, por ejemplo, lo vemos en
el siguiente caso:
En el caso, la parte demandada interpuso recurso de apelación subsidiario contra la
resolución que tuvo por no presentado el escrito de contestación de la demanda y, en
consecuencia, por no contestada la demanda, por haber vencido el plazo que tenía para
ratificar la gestión procesal invocada en tal presentación.
Sostuvo el recurrente que, si bien, no cabe discusión alguna respecto al plazo determinado
por el art. 9 de la ley 921, el interrogante se plantea en relación al momento a partir del que
deberá contarse tal término, ya que tal normativa nada prevé al respecto.
Entendió que el criterio jurisprudencial citado por la a quo proviene de una repetición
sistemática del art. 48 del Código Procesal de Nación, el cual sí dispone expresamente que
el plazo comenzará a correr desde la primera presentación del gestor.
Indicó que el legislador local excluye tal cuestión y que ante la falta de una mención
expresa, el plazo deberá ser computado desde la primera providencia que tienen al letrado
que invoca una presentación de urgencia en la calidad de gestor.
Indica que en autos no hubo providencia alguna desde la primera presentación, quedando
el expediente en despacho hasta el dictado de la resolución, así como tampoco
manifestación de la parte contraria; lo que le permite concluir en que la providencia arroga
facultades que no le fueron conferidas a la a quo, deviniendo la providencia atacada en
arbitraria y contraria a la garantía constitucional de la defensa, la cual debe primar.
Agregó que, además, se ha omitido aplicar lo previsto por el art. 21 de la ley 921, el que
señala que ante una omisión, deberá ordenarse sea salvada dentro del tercer día,
intimándose al tal efecto.
Se sostuvo que: “El plazo estipulado por el art. 9 de la ley 921 es perentorio y, por lo tanto
fatal, comienza a correr desde la fecha en que se invocó la franquicia, no correspondiendo
a los efectos del cumplimiento del mismo, información previa ni providencia alguna”
(PI.1993-II-298/299, Sala II).
Así también que “El art. 9 de la Ley 921 dispone con absoluta precisión la obligación del
gestor de acreditar la personería que invoca, o hacer ratificar la gestión en un plazo
perentorio, que en el caso que nos ocupa es de diez días, del mismo modo que determina
la sanción para su incumplimiento: la nulidad de todo lo actuado por el gestor” (PI.2006 TºI
Fº116/117 Sala II, PI.1996-II-203/204, Sala I).
Y que, “La sanción de nulidad allí prevista es declarable de oficio, mediando sólo la
comprobación del transcurso del plazo y sin necesidad de ninguna sustanciación.” (P.I.
1998 -I- 81, SALA I, CC1 NQ, CA 137 RSI-81-98 I 31-3-98, Juba).
Es decir, si no se cumple con los requisitos que impone la norma citada, o sea, no se
acompañan los instrumentos o ratifican la gestión en el plazo de diez días (art. 9, L. 921),
sobreviene la nulidad de lo actuado sin que sea necesaria intimación previa ni
sustanciación alguna, consagrándose una nulidad distinta a la contemplada en los
artículos 169 a 174 del ritual, por cuyo motivo, para su declaración no es necesario que
concurran todos los requisitos enunciados en las normas de forma. La nulidad se opera de
pleno derecho si con anterioridad al vencimiento de los sesenta días de la primera
presentación del gestor, no se acredita la personería ni se ratifica la gestión, no resultando
suficiente la presentación posterior del poder para purgar el vicio.
Remárquese que la facultad que posibilita la actuación en juicio del gestor es excepcional,
y tiene el fin práctico de asegurar la defensa en juicio a que conduce el incumplimiento de
la obligación impuesta.
Por lo cual, el inicio del cómputo indicado por la jueza de primera instancia resulta acorde
con los criterios sostenidos por esta instancia.
[1] Sala II de Neuquén. BRIONES VICTOR EDUARDO C/ ARNONI DANIEL ALBERTO S/ DESPIDO Y
https://bit.ly/36s4pD0
En el caso planteado se advierte que la legislación de Neuquén prevé para el caso de los gestores un plazo
para que acrediten tal representación. Vencido ese plazo sin haberla acreditado, se tiene por no presentado
el acto. Es inválido por falta de cumplimiento de las solemnidades. Es decir, estamos ante una nulidad
específicamente prevista por la legislación. Razón ésta que tuvo el juez para sentenciar en el sentido que lo
hizo.
Teniendo en cuenta los principios que rigen el régimen de nulidades procesales, puede señalarse que el
propio demandado intentó “purgar” su nulidad, a los fines de que se tuviera por contestada la demanda.
Al respecto, la Cámara hace un excelente análisis y ordena los
principios, al decir que no resulta suficiente la ratificación posterior
para purgar el vicio de nulidad derivado de la falta de presentación del
correspondiente poder, dentro del plazo legal indicado.
La tardía acreditación de personería sanea la nulidad con la agregación del poder (lo que no hizo el
demandado que solo manifestó que ratificaba lo dicho) o con la ratificación –expresa o tácitamente- por la
parte contraria y no hubiera mediado hasta entonces decisión judicial que la declare.
Esto quiere decir que la “purga” o “convalidación” del acto por mera manifestación, en este caso, tendría que
haber venido de parte del actor y no del demandado, quien fue el que provocó el acto inválido al no haber
acompañado el poder exigido en el plazo oportuno ni en ninguna otra oportunidad.
En definitiva, es importante poder distinguir la concurrencia de los principios pero además que el
cumplimiento de ellos provenga de parte de quien corresponde.
Ante vicios de forma de los actos del proceso que no sean resoluciones
jurisdiccionales.
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LECCIÓN 2 de 4
Referencias
Sala II de Neuquén. BRIONES VICTOR EDUARDO C/ ARNONI DANIEL ALBERTO S/ DESPIDO Y COBRO DE
HABERES. EXP Nº 512640. (6 de diciembre de 2018). Recuperado de
http://200.41.231.85/cmoext.nsf/8e075db5e6289737032576fe00491375/aec94628df4f1d2b032583f40059a
58a?OpenDocument
LECCIÓN 3 de 4
Sentencia
–
La sentencia es un acto judicial procesal efectuado por el juez de la causa en el que,analizando las
constancias de la causa, decide darle una solución al conflicto. Esto es, se alcanza la finalidad que se tuvo
en miras al iniciar el proceso judicial.
Cosa juzgada
–
Una vez concluido el proceso, la Sentencia que se dicte despliega efectos tendientes a evitar la posibilidad
de que se ejercite un ulterior proceso por la misma controversia, si concurre la identidad o conexión
suficiente, dando seguridad jurídica a los ciudadanos.
La impugnación procesal
–
En la tramitación del proceso judicial pueden cometerse errores de distinto tipo. Para ello, los litigantes
cuentan con vías impugnativas procesales para reparar las posibles equivocaciones cometidas.
Incidentes
–
Durante el proceso judicial pueden surgir cuestiones que tienen alguna conexión con él. Esas cuestiones
conexas se resuelven por medio de los llamados “incidentes” sin perjudicar la tramitación del proceso
principal.
LECCIÓN 4 de 4
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