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CONTENIDO

MÓDULO 1.La regulación jurídica del proceso

Unidad 1. La regulación jurídica del proceso


1.1. La regulación jurídica del proceso

1.1.1. Derecho procesal. Definición. Contenido


1.1.2. El derecho procesal civil, penal, laboral y de familia. Objeto de conocimiento y diferencia

1.1.3. La norma procesal

1.2. El proceso judicial

1.2.1. El proceso judicial

1.2.2. Presupuestos procesales y sentenciales

1.3. Reglas constitucionales del proceso

1.3.1. Bases constitucionales

1.3.2. Tipos o sistemas procesales

1.3.3. Principios o reglas que gobiernan el proceso

1.3.4. Reglas procesales

1.4. Jurisdicción y competencia

1.4.1. Jurisdicción. Definición. Caracteres. Límites. Elementos. Momentos de su ejercicio

1.4.2. Competencia

1.5. Organización judicial

1.5.1. Organización judicial

1.5.2. El juez o tribunal

1.5.3. El Ministerio Público Fiscal

1.6. Clasificación de los procesos

1.6.1. Estructura del proceso civil

1.6.2. Derecho procesal civil actual. Modernas tendencias

1.6.3. Estructura del proceso penal

1.6.4. Estructura del proceso laboral y de familia

MÓDULO 2. El poder de acción

Unidad 2. El poder de acción


2.1. El poder de acción

2.1.1 La acción procesal: definición y caracteres

2.2. Excepción procesal

2.2.1. Definición. Contenido. Caracteres. Ejercicio

2.2.2. Oposición a la pretensión. Formas en el procedimiento civil

2.2.3. La defensa en el proceso penal

2.2.4. Oposición a la pretensión en el proceso laboral y de familia


2.2.5. Las excepciones en sentido estricto en los distintos fueros

2.2.6. Rebeldía

2.3. Sujetos del proceso

2.3.1. Sujetos procesales: esenciales y eventuales. Atribuciones y sujeciones

2.3.2. Los sujetos en el proceso civil, familiar y laboral. Las partes: definición, legitimación procesal y sustancial, diferencias. Cargas procesales

2.3.3. Sujetos en el proceso penal

2.3.4. Partes con pluralidad de sujetos

MÓDULO 3. Los actos procesales

Unidad 3. Los actos procesales


3.1. Actos procesales

3.1.1. Actos procesales. Definición. Elementos. Clasificación

3.1.2. Comunicación procesal. Definición. Modos

3.1.3. El tiempo en el proceso. Plazos procesales

3.1.4. Sanciones procesales. Definición, clasificación. Inadmisibilidad y nulidad. Definición. Principio y efectos

3.2. Teoría general de la prueba judicial

3.2.1. La prueba

3.2.2. Sistemas de valoración de la prueba

3.2.3. Facultades del juez para ordenar de oficio medidas probatorias

3.2.4. Carga de la prueba en el proceso civil, laboral y familiar

3.2.5. Responsabilidad probatoria en el proceso penal

MÓDULO 4. Discusión y sentencia

Unidad 4. La impugnación procesal y las medidas cautelares


4.1. Discusión y decisión

4.1.1. Alegatos

4.1.2. Sentencia. Definición, clasificación, formalidades

4.1.3. La cosa juzgada. Clases

4.1.4. Modos anticipados de conclusión del proceso en el procedimiento civil, penal, laboral y de familia

4.2. Teoría general de las impugnaciones

4.2.1. La impugnación procesal. Definición, fundamentos, efectos (fs. 347/67)

4.2.2. Medios impugnativos: incidente, recurso y acción. Clasificación. Vías recursivas ordinarias y extraordinarias. Acción impugnativa

4.2.3. Incidentes: procedencia y clases

4.3. Medidas cautelares

4.3.1. Definición, naturaleza, caracteres, requisitos y efectos

4.3.2. Medidas cautelares, en particular, en el procedimiento civil, laboral y de familia

4.3.3. Medidas cautelares genéricas o innominadas

4.3.4. Medidas cautelares en el procedimiento penal


Actos procesales. Comunicación procesal

Los actos de comunicación son determinantes para que exista una correcta
construcción de los procesos judiciales. Si no se ponen en conocimiento a las partes
del proceso todas las actuaciones y proveimientos incorporados al caso, el proceso
será intrascendente ya que, recién una vez notificados quedan firmes y en
condiciones de seguir avanzando. En definitiva, los actos de comunicación son una
herramienta fundamental para los órganos judiciales y las partes. Cada acto que sea
llevado a cabo en el proceso debe ser puesto en conocimiento de la contraria, para
que ésta pueda tomar las medidas defensivas que considere necesarias. Desde una
mirada más amplia, podemos advertir que esta es la forma que tendrán las partes
para controlar que el proceso acontezca y avance legalmente.

Principios que se garantizan con las noti caciones

Domicilio al que se deben enviar las noti caciones

Noti caciones electrónicas

Referencias

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LECCIÓN 1 de 5

Principios que se garantizan con las notificaciones

Antes de ser notificada cualquier providencia judicial, la misma es procesalmente inerte, es decir, no avanza.
Esto significa que no puede beneficiar ni perjudicar a ninguna de las partes, porque hasta que no es puesta
en conocimiento de los sujetos que intervienen el proceso, no nace la carga procesal del obligado a
cumplirla. Antes de la notificación, no se conoce el contenido de lo dispuesto por el juez. Luego de la
notificación, comenzará el plazo para cumplir el acto que ordene la decisión judicial, o bien, para deducir
impugnaciones en su contra si correspondiere.

Es el derecho constitucional de defensa lo que principalmente


garantiza una correcta notificación. Con este acto es que se les da la
oportunidad a los litigantes de ejercer defensas, con la amplitud que
exige el debido proceso, y plantear las cuestiones que crean
conducentes para la correcta solución del conflicto.

La inviolabilidad de la defensa en juicio requiere que las partes puedan ser oídas1, y para ser oídas, es
necesario notificarlas previamente.

[1] Art. 18. Ley N°24.430 (1994). Constitución Nacional. Congreso de la Nación Argentina.

Al brindarle el conocimiento de la existencia de un proceso en contra al demandado, y darle la oportunidad de


presentarse en el proceso a plantear defensas, o dar una versión distinta de lo que dice el actor, se asegura
el respeto al principio procesal de contradicción o bilateralidad.
Se ha dicho que las notificaciones tienen un fin específico como acto de comunicación, y el mismo debe ser
cumplido con extrema prolijidad.

¿Por qué son importantes las notificaciones en los procesos?

Porque provocan el avance del proceso hacia las siguientes etapas, asegurando la
garantía de defensa en juicio y el debido proceso.

Porque es un requisito para que el dictado de la sentencia sea válido procesalmente.

Porque las partes tienen derecho a conocer el estado de las causas en las que se
encuentran implicados.

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A continuación, te invito a leer el siguiente documento para completar la comprensión del tema abordado.

La notificación de la demanda. Acto trascendental.pdf


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LECCIÓN 2 de 5

Domicilio al que se deben enviar las notificaciones

Es muy importante remarcar que este “acto puro de conocimiento”, puede llevar en sí una intimación de
apersonarse ante el órgano jurisdiccional. En este punto debemos hacer una división:

1 Cuando esa intimación es para un momento de tiempo, tenemos citación (“Audiencia fijada
para el día jueves 27/11 a las 10.00hs.”)

2 Cuando esa intimación es para un espacio de tiempo, tenemos emplazamiento (“para que en el
plazo de tres días de recibida la presente notificación, comparezca a estar a derecho”).

3 Cuando esa intimación es para que cumpla un acto o se abstenga de


cumplirlo, estamos ante un requerimiento (se lo intima a desalojar el
inmueble en el plazo de 10 días hábiles, bajo apercibimiento de ser
lanzado por la fuerza pública). El fin de la notificación es poner en
conocimiento de alguien un dato determinado.

Hay que distinguir que algunas notificaciones pueden ser más trascendentales que otras. Por ejemplo, en la
primera notificación al demandado, por medio de la cual se lo pone en conocimiento de la existencia del
proceso en su contra, la cédula debe ir acompañada de una copia de la demanda, y de la prueba documental
aportada por el actor al proceso. De esta manera, el demandado tendrá en su poder todo lo necesario para
defenderse en el plazo que le hubieran otorgado. Si, en cambio, la cédula fuera enviada sin esas copias y el
actor hubiera retirado el expediente del juzgado, el demandado no tendría acceso a las actuaciones y
entonces no sabría de qué debe defenderse. Estaría en conocimiento de la existencia de un proceso en su
contra, pero no sabría de qué se trata.
Otro ejemplo es la notificación de la sentencia. Esa notificación
tendrá relevancia ya que, vencido el plazo sin interposición de
recursos, la misma quedará firme y consentida, pasando a formar
cosa juzgada.

Es trascendental el asunto de los domicilios. Hay que distinguir a qué dirección se debe notificar.
Generalmente allí es cuando se complican los procesos, ya que puede ocurrir que las partes hubieran fijado
domicilios contractuales, legales, o especiales, distintos del domicilio real de cada uno de ellos.

Puede suceder que, la primera vez que el actor quiera notificar al demandado, no esté claro a qué domicilio
debe enviar la cédula para que sea válida, como sucedió en el siguiente caso:

Buenos Aires, 10 de julio de 2018

AUTOS Y VISTOS:

I.- Vienen estos autos a conocimiento del Tribunal con motivo del recurso de apelación
interpuesto a fs.206 por la parte actora contra la resolución de fs.204/205, por la cual la
juez de grado declaró la nulidad de la notificación de traslado de demanda respecto de la
demandada Giorgis.

Los agravios volcados en el memorial de fs.209/215 fueron contestados por la contraria a


fs.218/227.
II.- La actora promovió la presente acción, con el fin obtener el cumplimiento del acuerdo
celebrado con las demandadas en la etapa de mediación y la aplicación de la cláusula
penal pactada en el mismo acuerdo (v. escrito inicial de fs.61/79). El instrumento fue
suscripto por la mediadora interviniente el día 9 de junio de 2010 (v. copia de fs.30/36).

En la cláusula decimosexta del convenio las partes establecieron que, a los efectos
legales, constituían domicilios en los consignados en el contrato, en el caso de la parte
demandada el sito en la calle Av. Corrientes ..., ..., depto. ... de esta ciudad (v. fs.30).

La accionada Analía B. Giorgis se presentó en autos planteando incidente de nulidad de


notificación del traslado de la demanda, con fundamento en que el domicilio señalado en
el acta de acuerdo de mediación no resulta ser su domicilio real, lugar donde debía
cursársele la notificación respectiva y aseveró que su domicilio real - en los Estados
Unidos - era conocido por la actora.

La juez de grado admitió el incidente y declaró la nulidad de la notificación de fs.169,


ordenando cursar una nueva diligencia. La decisión fue apelada por la actora, quien
sostuvo que el traslado de demandada fue correctamente notificado en el domicilio
especial que constituyera la accionada en el contrato base de la presente acción y que la
incidentista no expresó las defensas que se vio privada de oponer.

III.- Del análisis de las constancias de la causa se advierte que, si bien la cédula cuya
nulidad se pretende fue dirigida al denominado “domicilio de elección”, el acuerdo de
mediación donde la apoderada de la nulidicente constituyera domicilio se celebró hace 10
años. En este sentido, dado el tiempo transcurrido, no puede sostenerse válidamente que
la notificación cursada en el domicilio de elección haya cumplido fehacientemente con su
finalidad.

La notificación del traslado de la demanda tiene una trascendencia especial dentro del
proceso, porque es generadora de la relación jurídico-procesal, motivo por el cual se exige
el cumplimiento de formalidades específicas que tienden al resguardo de la garantía
constitucional del debido proceso. De ahí que en el análisis del cumplimiento de esos
recaudos deba procederse con criterio estricto, puesto que el objetivo primordial del acto
consiste en que la cédula sea recibida personalmente por el accionado en su domicilio real
(esta Sala, “Mezher, Ester Alejandra y otro c/ Transportes Los Constituyentes S.A. y otros
s/daños y perjuicios”, R. n°487155, del 19/7/07).

En función de ello, dado la importancia que tiene el traslado de la demanda, la valoración


del cumplimiento de los recaudos que hacen a la validez o no del acto y a la procedencia
del planteo, debe efectuarse con suma prudencia y rigurosidad, pues, conforme lo dicho
precedentemente, el incumplimiento de alguno de ellos puede colocar en un estado de

indefensión al litigante y afectar seriamente la garantía del debido proceso.2

[2] PJN, Cámara Civil, Sala M. OLIVERA PIRIZ, ELIZABETH c/ GIORGIS, LAURA CECILIA Y OTROS

s/CUMPLIMIENTO DE CONTRATO. (18 de julio de 2018). Recuperado de https: //bit.ly/36tmu3G

En el caso relatado, se puede apreciar la importancia que tiene la notificación de la demanda al demandado.
Al ser un acto esencial del trámite del juicio, el interés que se procura preservar es ostensible, razón por la
cual se ha entendido que se trata en el caso de una irregularidad del trámite que afecta el orden público, en
la que el agravio está implícito.

Por lo tanto, el fundamento que utiliza la actora, referido a que “la incidentita no expresó las defensas que se
vio privada de oponer” deviene irrelevante porque el perjuicio a la demandada por haberla notificado mal está
implícito, no es necesario expresarlo al momento del pedir la nulidad.

Puede advertirse del caso traído en ejemplo, que se tuvieron en cuenta varias circunstancias:

que la demandada nulidicente, no participó en forma personal del acuerdo de mediación


donde, 10 años atrás, se estableció el domicilio de elección;

acreditación de domiciliarse en el extranjero;

la importancia del acto del traslado de la demanda.


La regla es que si las partes celebraron un acuerdo, en el marco del
cual fijaron domicilios especiales para toda cuestión derivada de ese
contrato, allí es donde debe notificarse cualquier proceso vinculado
con la relación contractual emergente.

Sin embargo, en este caso, lo que hicieron los magistrados intervinientes, es tener en cuenta el plazo que
había transcurrido desde aquél momento, y la acreditación de no vivir siquiera en el país con conocimiento
de la actora. Es importante que se analicen todas las circunstancias particulares de la causa, ya que, si las
partes han sido quienes fijaron los domicilios que regirían todas las cuestiones derivadas de un contrato, ello
no puede pasarse por alto y simplemente permitir una nulidad que pudiera consistir en un simple acto para
dilatar el proceso.
LECCIÓN 3 de 5

Notificaciones electrónicas

La tendencia judicial actual es la de la despapelización de la justicia. El Estado Nacional ha implementado un


programa llamado Justicia 2020, en el que se pretende la modernización del sistema judicial.

Justicia 2020 promueve organizaciones modernas y eficaces que brinden respuestas


rápidas y de calidad a los problemas de los ciudadanos. Fomenta la adopción de mejores
prácticas en lo que se refiere a modelos y procedimientos para asegurar la calidad y
mejora continua.

Se incorporan nuevas tecnologías para modernizar los procesos antiguos y satisfacer las
necesidades de la población en forma ágil y eficiente.

Justicia 2020 promueve el uso del legajo digital y su gestión electrónica, lo que permite
despapelizar a la Justicia argentina, agilizar los trámites y facilitar el acceso remoto a las
fuentes de información (Maina, 2018, https://bit.ly/2SQrGdQ).

En los expedientes digitales, las notificaciones también serán electrónicas, y ello implica que la “cédula” no
se realiza en un domicilio físico, sino en el “domicilio electrónico”.
Una de las formas de instrumentar ese domicilio es con una casilla de
correo electrónico, tal cual lo tiene ya implementado la Justicia
Federal, que utiliza direcciones de correo electrónico de cualquier
dominio, o la provincia de San Luis con los dominios
justiciasanluis.gov.ar y giajsanluis.gov.ar (Acuerdo Nº 121/20113).

[3] Resolución 121. Encubrimiento y lavado de efectivos de origen delictivo. (2011). Congreso de la Nación

Argentina.

La aclaración que resulta necesario hacer a esta altura es que las notificaciones electrónicas comenzarán a
ser válidas recién cuando haya intervención de letrado patrocinante que tenga fijado el domicilio electrónico
en el sistema judicial donde litigue. Antes de eso, el ciudadano demandado que necesita ser puesto en
conocimiento de la existencia de un proceso judicial en su contra, no tiene otra opción que recibir la cédula-
papel en su casa hasta que su abogado fije un domicilio electrónico, ya que ese domicilio le corresponde al
letrado y no a la parte.

Para las cédulas electrónicas rige el principio de la recepción, que establece que cumplidos los requisitos
formales de realización del acto predispuestos legalmente es suficiente para tener por practicada la
notificación con efectos jurídicos, independientemente del conocimiento del receptor. Es carga del letrado
verificar la totalidad del documento remitido, efectuando una lectura completa y circunstanciada. Cualquier

omisión en ese sentido es de su exclusiva responsabilidad, sin que pueda desligarse de ella4.

[4] Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, Sala VI.Mieres, Lorena Karina y otros. s/

Nulidad (25 de febrero de 2016)

De a poco, se está implementando un sistema judicial que aspira a ser ágil y sencillo, dejando de lado la
vieja tradición de los expedientes descomunales por estar repletos de hojas y amontonados en los juzgados
durante décadas.
¿Qué principio procesal se respeta al notificar?

Principio de contradicción o bilateralidad.

Principio de publicidad.

Principio de inmediación.

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LECCIÓN 4 de 5

Referencias

Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, Sala VI. Mieres, Lorena Karina y otros. s/
Nulidad (25 de febrero de 2016).

Converset, J. M. (2013, diciembre 23). La notificación de la demanda. Acto trascendental. Publicado en


Revista de Derecho Procesal Civil y Comercial, N°5. Recuperado de https://ar.ijeditores.com/articulos.php?
idarticulo=67291&print=1

Ley N°24.430. Constitución Nacional de la Nación Argentina. (1994). Congreso de la Nación. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/0-4999/804/norma.htm

Maina, N. (2018). Expediente Electrónico. Córdoba, AR: Advocatus. Recuperado de


http://www.jus.gob.ar/media/3139950/JUSTICIA%20VEINTEVEINTE.pdf

PJN, Cámara Civil, Sala M. OLIVERA PIRIZ, ELIZABETH c/ GIORGIS, LAURA CECILIA Y OTROS
s/CUMPLIMIENTO DE CONTRATO. (18 de julio de 2018). Recuperado de
https://www.abogados.com.ar/archivos/2018-07-29-071142-olivera-piriz-elizabeth-c-giorgis-laura-cecilia-y-
otros-s-cumplimiento-de-contrato.pdf

Resolución 121. Encubrimiento y lavado de efectivos de origen delictivo. (2011). Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/185000-
189999/185766/texact.htm
LECCIÓN 5 de 5

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El tiempo en el proceso. Plazos procesales

“El tiempo en el proceso hace referencia a aquellos lapsos dentro de los cuales
puede ser eficazmente realizado cualquier tipo de acto procesal” (Palacio, 1983, p.
56).

El tiempo en el proceso

Días y horas hábiles

Presentaciones electrónicas. Vigencia del plazo de gracia

Video conceptual

Referencias

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LECCIÓN 1 de 6

El tiempo en el proceso

El tiempo, al igual que el derecho, son una construcción artificial (una síntesis simbólica) predispuesta para
ordenar y estructurar. Así, el tiempo repercute en el derecho y viceversa, a saber:

El tiempo de una práctica la convierte en derecho (costumbre).

La acción del tiempo sobre las normas puede determinar el olvido o la liberación (perención;
prescripción), pero puede consolidar derechos (prescripción adquisitiva).

Encontramos directrices vinculadas al tiempo que tienen elevada importancia en el sistema


normativo (ley posterior deroga la anterior; primero en el tiempo, mejor en el derecho).

El tiempo repercute en instituciones jurídicas (plazo razonable).

El tiempo puede ser un elemento de una situación jurídica (edad de madurez).

El transcurso del derecho en el tiempo es de suma relevancia (validez temporal de las normas).
Castigamos en unidades de tiempo (pena de prisión) o, por el contrario, sustituimos la pena por
el tiempo (prescripción penal).

El derecho dura en el tiempo (la titularidad del derecho propiedad), etcétera.

“El tiempo en el proceso hace referencia a aquellos lapsos dentro de


los cuales puede ser eficazmente realizado cualquier tipo de acto
procesal” (Palacio, 1983, p. 56).

Específicamente, se trata del conjunto de lapsos destinados al cumplimiento de cada acto procesal en
particular, denominados plazos. Los plazos otorgan seguridad y certeza a las partes sobre la evolución que
tendrá el proceso.

Se debe tener en cuenta que el tiempo de los procesos difiere entre los distintos sistemas procesales. Así,
por ejemplo, en un sistema dispositivo, el desarrollo del trámite, y el tiempo que se insuma en él, dependerá
en gran medida del impulso de las partes. Por el contrario, en un sistema inquisitivo, el desarrollo y tiempo de
duración del proceso dependerán de la diligencia que tenga el tribunal para impulsar de oficio la causa.

Por su parte, la doctrina constitucional sobre el debido proceso establecida por la C.S.J.N. ha sido la
siguiente:

la garantía constitucional de la defensa en juicio y el debido proceso no se agota con el


cumplimiento de los trámites previstos en las leyes adjetivas, sino que se extiende a la
necesidad de obtener una rápida y eficaz decisión judicial que ponga fin a los conflictos y
situaciones de incertidumbre, evitando, dentro de los límites de lo razonable y conforme a
las circunstancias de cada caso, una dispendiosa y eventualmente inútil actividad
jurisdiccional; así lo exige, por lo demás, el propósito de `afianzar la justicia´ anunciada en

el Preámbulo de la Constitución Nacional1.

[1] CSJN, Hussar Otto c/ ANSeS s/ reajustes por movilidad. (10 de octubre de 1996).

Recuperado de https://bit.ly/2SYU65q; CSJN, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y

Comercial Federal, Sala II. Compañía Arenera del Río Luján SA c/ De Castro, Francisco y otros

s/ Indemnización. (1 de septiembre de 1992). Recuperado de https://bit.ly/2Qx5HqB; CSJN,

Sala N° 2 Contenciosoadministrativa de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Federal.

Fundación San Martín de Tours s/Recurso de Amparo. (1980). Recuperado de

https://bit.ly/36yapKv; CSJN, Mozzatti Camilo y otro s/ Recurso de Hecho. (17 de octubre de

1978). Recuperado de https://bit.ly/37B7TTQ


En definitiva, la norma procesal, en el Estado de Derecho, contiene disposiciones tendientes a hacer
efectivos derechos sustanciales en forma ágil y eficaz, es decir, a obtener la resolución más justa posible,
en el menor tiempo. Y si hay injusticia, prevé la norma para corregirla (las vías impugnativas).

¿Cómo se llaman los tiempos establecidos en los procesos judiciales?

Plazos procesales.

Horarios procesales.

Agendas procesales.

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LECCIÓN 2 de 6

Días y horas hábiles

Los plazos procesales se cuentan en días hábiles y horas hábiles, dentro de los cuales serán admisibles los
actos procesales. Consecuentemente, los actos realizados fuera de esos días y horas serán inválidos.

Los días hábiles son todos los del año, a excepción de sábados,
domingos, feriados y aquellos otros que cada Máximo Tribunal así lo
ordene en cada jurisdicción.

Las horas hábiles, en la generalidad de los procedimientos provinciales, son las comprendidas entre las
siete y las veinte. El procedimiento federal tiene establecida una distinción en el Artículo 152:

Son horas hábiles las comprendidas dentro del horario establecido por la Corte Suprema
para el funcionamiento de los tribunales; pero respecto de las diligencias que los jueces,
funcionarios o empleados deben practicar fuera de la oficina, son horas hábiles las que

median entre las SIETE (7) y las VEINTE (20) 2.

[2] Art. 152. Ley 17.454. Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. (1967 t.o. 1981).

Congreso de la Nación Argentina.


En la realidad de los procesos sucede que las horas hábiles, que materialmente pueden ser utilizadas, son
aquellas llamadas “de oficina”, ya que, si bien las horas hábiles corren hasta las 20 hs., los palacios de
justicia no suelen tener atención al público hasta esa hora. En cuyo caso, han recurrido a una solución para
compensar la imposibilidad de ejecutar o cumplir actos procesales dentro de las horas hábiles, porque el
juzgado o tribunal no tiene atención durante todo ese tiempo: el cargo de hora o también llamado plazo de
gracia.

El cargo de hora suele consistir en el permiso de realizar actos procesales válidos si su presentación se
efectúa dentro de las primeras horas del comienzo del horario de oficina del día siguiente al vencimiento del
plazo. Así, por ejemplo, tribunales federales abre sus oficinas a las 7.30 horas de la mañana, y el cargo de
hora es de 2 horas: la parte tendrá hasta las 9.30 horas del día siguiente para ejecutar el acto procesal cuyo
plazo se le vencía el día anterior.

Se puede considerar que existe cierto exceso de formalismo al respecto, pero lo cierto es que son muchos
los derechos y principios en juego. Por un lado, el derecho de defensa y el exceso ritual manifiesto, y por el
otro, la seguridad jurídica y el formalismo. Es necesario lograr un equilibrio entre ellos, como sucedió en el
siguiente caso:

La Corte Suprema de Justicia de la Nación rechazó una presentación por haber sido
deducida extemporáneamente, al haber sido interpuesta por mesa de entradas del tribunal
un minuto más tarde al tiempo previsto en el art. 157 del Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación que contempla el llamado plazo de gracia.

En la causa la recurrente había sido notificada de la resolución que le denegada el remedio


federal con fecha 22 de mayo de 2003. Así fue que presentó su recurso de hecho (queja)
el 30 de mayo a las 9:31 hs., esto es, un minuto después de las dos horas del día hábil
inmediato posterior al vencimiento del plazo de cinco días.

Los planteos de la recurrente estuvieron vinculados con las características del cargo
manual, de lo complejo de las cuestiones sometidas a conocimiento de la Corte y de la
cantidad de documentación que debió acompañar, así como también clamó motivos de
fuerza mayor al respecto y ofreció la prueba pertinente.
El tribunal por mayoría sostuvo que la interpretación estricta que debe atribuirse al plazo
"de gracia" previsto en el art. 124 del CPCCN, acorde jurisprudencia de la Corte basada en
razones de seguridad jurídica, obligan a poner un momento final para el ejercicio de ciertos
derechos, pasado el cual y sin extenderlo más deben darse por perdidos.

Subrayaron que se ha instituido el llamado plazo de gracia a fin de habilitar la presentación


de escritos dentro de las dos primeras horas hábiles del día siguiente al del vencimiento
del plazo para hacerlo, precisamente a fin de impedir los perjuicios que para las partes
pudieran derivar de razones de fuerza mayor que les impidiesen hacerlo en tiempo
oportuno.

Y en base a ello resulta inadmisible que pretendan invocarse motivos de la misma


índole para no cumplir puntualmente con la presentación en el tiempo suplementario que
graciosamente la ley otorga.

Añadieron que las razones invocadas por el recurrente no justifican la interrupción o


suspensión de los plazos.

Así, con los votos de los Dres. Belluscio, Petracchi, Boggiano, Vázquez y Maqueda el
tribunal resolvió rechazar la presentación directa por haber sido deducida
extemporáneamente.

Por su parte, los Dres. Moline O´Connor y López, consideraron presentado en término el
escrito de interposición del recurso de queja. Para expedirse en este sentido, los
magistrados señalaron que de las constancias acompañadas por la persona que debía
presentar el escrito dan cuenta de que el día del vencimiento del plazo de gracia, instantes
previos a su ingreso al Palacio de Tribunales, sufrió una descompensación cardíaca y
requirió ser atendida por el médico del departamento de medicina preventiva y laboral del
Poder Judicial. Así, se ha configurado una situación de carácter excepcional e imprevisible
que ha impedido la presentación en término del recurso de hecho, según lo dispuesto por
el art. 157 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación por lo que corresponde
declarar la suspensión del plazo ante el hecho de fuerza mayor invocado. Para ellos, en el
caso, mediaron evidentes razones de justicia y equidad que hacen que deba darse
prioridad al derecho de defensa y evitar todo exceso ritual manifiesto que conlleve a la
frustración de una legítima expectativa del litigante en desmedro de la verdad objetiva,
quedando justificada la excepción a los principios de perentoriedad de los plazos

procesales3.

[3] CSJN, Sala I de la Cámara Segunda de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento

Judicial de La Plata. Cantera Timoteo S.A. c/ Mybis Sierra Chica S.A. y otros. (3 de marzo de

2005).

En el caso relatado se pueden apreciar los argumentos que dan los ministros de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, que la severidad en el cumplimiento de los plazos tiene esencial importancia en los
procesos judiciales; así como también que debe protegerse el derecho de defensa en juicio.

El análisis que sirve en esta instancia es el referido a que el plazo es el fijado por la ley, por ejemplo, los 5
días para interponer el recurso de queja ante la CSJN. Las dos primeras horas del día hábil posterior, son
extras, suplementarias. Justamente, para asegurar el derecho de defensa de las partes, quienes podrían
haber tenido cualquier complicación o contratiempo que no le hubiera permitido llegar dentro de los 5 días.
Pero, pretender también la extensión del tiempo suplementario genera una consecuencia realmente grave
para todo el sistema de derecho: si por cualquier razón se pudiera extender ese plazo de gracia,
atentaríamos contra la seguridad jurídica que debe reinar en todo Estado de Derecho. En esta oportunidad
habría sido 1 minuto, luego 1 hora, más adelante hasta el mediodía, luego un día más; y finalmente, la
perjudicada sería la propia noción de justicia ya que los procesos no fenecerían ante la posibilidad de que
las partes recurran en cualquier tiempo.

A continuación podrás leer un paper que explica cómo se conciben los plazos por horas en el Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación.

Los plazos por horas en el Código Procesal Civil y Comercial de la


Nación.pdf
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LECCIÓN 3 de 6

Presentaciones electrónicas. Vigencia del plazo de


gracia

La tendencia judicial actual es la de la despapelización de la justicia. El Estado Nacional ha implementado un


programa llamado Justicia 2020, en el que se pretende la modernización del sistema judicial.

En ese marco, se busca tener organizaciones modernas y eficaces que brinden respuestas rápidas y de
calidad a los problemas de los ciudadanos. Fomenta la adopción de mejores prácticas en lo que se refiere a
modelos y procedimientos para asegurar la calidad y mejora del sistema judicial. Ello implica el uso del
expediente digital y su gestión electrónica, lo que permite despapelizar a la Justicia argentina, agilizar los
trámites y facilitar el acceso remoto a las fuentes de información.

En el marco de los expedientes digitales, y, por lo tanto, de sus presentaciones digitales, se ha dado el
planteamiento sobre la inutilidad o pérdida de vigencia que tendría el plazo de gracia. El análisis radicaría en
que el mentado art. 124 del Código Procesal Civil y Comercial, que rige actualmente, prevé que los “escritos”,

…que deben entregarse en horario judicial, y para no enervar el final del plazo de
cumplimiento del acto procesal le da validez a la presentación del mismo en “las primeras
horas de despacho” del día hábil siguiente al vencimiento del término. Esa situación no se
ve reflejada en las presentaciones electrónicas porque pueden presentarse en cualquier
momento, incluso en tiempo que no es de “oficina”, no estando limitadas por el horario
judicial o de despacho, no teniendo limitación alguna en relación al cumplimiento total del
plazo en el cual debe cumplirse un determinado acto procesal.
El criterio expuesto no importaría violación a ninguna garantía constitucional, ni al
derecho de defensa, ya que no se le impediría el ejercicio de ningún acto procesal,
posibilitándosele, por el contrario, en el caso de presentación electrónica su entrega digital
puede hacerse aún en el tiempo que está por fuera del horario de oficina tribunalicia.

Para este análisis, la previsión es clara y tiene sentido únicamente para los escritos que en
formato papel deben presentarse en la mesa de entradas del Juzgado. Extenderlo a las
presentaciones electrónicas carecería de sentido alguno y ello sí otorgaría a los que tienen
tal posibilidad un “plus” que crearía una desigualdad prolongando el plazo sin justificación
alguna.

Sin embargo, más allá del análisis lógico de la justificación del plazo de gracia únicamente
para los escritos físicos, la jurisprudencia ha tenido la oportunidad de expedirse al
respecto. La conclusión jurisprudencial es la de la vigencia del plazo de gracia aún para
las presentaciones electrónicas.

Ha entendido la jurisprudencia que le corresponderá, en principio, al legislador evaluar la


conveniencia de mantener –o no- en el ordenamiento ritual el “plazo de gracia” para la
presentación de escritos con vencimiento, previsto tal como lo establece el artículo 124 de
nuestro ordenamiento procesal considerando la generalización del uso de las
presentaciones electrónicas.

Por lo pronto y tal como establece la norma procesal, no presentado dentro del horario
judicial del día en que venciere un plazo, sólo podrá ser entregado válidamente el día hábil
inmediato y dentro de las dos primeras horas del despacho. Por ello se debe prestar
consideración a quien cumplió con los presupuestos procesales vigentes, amparado por la
confianza que confiere una disposición clara y precisa del legislador, no modificada (ni
total ni parcialmente frente a ningún supuesto) por la reglamentación vigente de las ya
aludidas presentaciones electrónicas, por lo que no puede entenderse inaplicable “el
plazo de gracia” a supuestos con habilidad suficiente para abastecer presentaciones de

las partes y/o sus letrados4 .

[4] Art. 124. Ley 17.454. Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. (1967 t.o. 1981).

Congreso de la Nación Argentina.


¿En qué consiste el llamado plazo de gracia?

Consiste en el permiso de presentar actos procesales válidos dentro de las primeras


horas de oficina del día siguiente al vencimiento del plazo.

Consiste en el impedimento de presentar actos procesales válidos fuera del plazo


legalmente previsto para el acto de que se tratara.

Consiste en la posibilidad de acreditar razones excepcionales que justificaran la


presentación de actos procesales válidos dentro de las primeras horas de oficina del
día siguiente al vencimiento del plazo.

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LECCIÓN 4 de 6

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El tiempo en el proceso. Plazos procesales

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LECCIÓN 5 de 6

Referencias

Chiappini, J. (2017, enero 11). Los plazos por horas en el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.
Publicado en SJA. Cita Online: AR/DOC/4244/2016

CSJN, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, Sala II. Compañía Arenera del Río
Luján SA c/ De Castro, Francisco y otros s/ Indemnización. (1 de septiembre de 1992). Recuperado de
http://www.saij.gob.ar/corte-suprema-justicia-nacion-federal-ciudad-autonoma-buenos-aires-compania-
arenera-rio-lujan-sa-castro-francisco-otros-indemnizacion-fa92001397-1992-09-01/123456789-793-1002-
9ots-eupmocsollaf?#

CSJN, Hussar Otto c/ ANSeS s/ reajustes por movilidad. (10 de octubre de 1996). Recuperado de
http://www.saij.gob.ar/corte-suprema-justicia-nacion-federal-ciudad-autonoma-buenos-aires-hussar-otto-
anses-reajustes-movilidad-fa96000434-1996-10-10/123456789-434-0006-9ots-eupmocsollaf?#

CSJN, Mozzatti Camilo y otro s/ Recurso de Hecho. (17 de octubre de 1978). Recuperado de
http://www.saij.gob.ar/descarga-archivo?guid=rstuvwfa-llos-comp-uest-
o78000006pdf&name=78000006.pdf

CSJN, Sala I de la Cámara Segunda de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de La
Plata. Cantera Timoteo S.A. c/ Mybis Sierra Chica S.A. y otros. (3 de marzo de 2005). Recuperado de
https://sj.csjn.gov.ar/sj/suplementos.do?method=ver&data=rerq4https://bit.ly/2Qox863

CSJN, Sala N° 2 Contenciosoadministrativa de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Federal.


Fundación San Martín de Tours s/Recurso de Amparo. (1980). Recuperado de
http://www.planetaius.com.ar/fallos/jurisprudencia-f/caso-
Fundacion%20San%20Martin%20de%20Tours%20s-Recurso%20de%20Amparo.htm
Ley 17.454. Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. (1967 t.o. 1981). Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-
19999/16547/texact.htm

Palacio, L. E. (1983). Derecho procesal civil. Buenos Aires, Argentina: Abeledo Perrot
LECCIÓN 6 de 6

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Teoría General de la Prueba Judicial. La Prueba

Para producir prueba de algo es necesario recurrir a las ciencias reconstructivas, que
consisten en “ir desde los rastros dejados por las cosas, hechos o seres, hacia estos
mismos seres, hechos o cosas” (Dellepiane citado en Devis Echandia 1970, p. 12).

La Prueba Judicial

Peso de las pruebas en el proceso

Referencias

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LECCIÓN 1 de 5

La Prueba Judicial

El método reconstructivo no es simple, tanto en los instrumentos utilizados como en el proceso psíquico de
quien lo emplea y de quien es su destinatario, pues, combina varios procedimientos lógicos con otros
psicológicos y técnicos.

El método judicial probatorio es uno de los varios comprendidos en el género reconstructivo.

La importancia que la prueba tiene en el mundo jurídico es inmensurable. Sin ella, los derechos subjetivos de
una persona serían simples apariencias, sin solidez y sin eficacia alguna.

Con la prueba se buscará comprobar la veracidad de los hechos alegados por las partes y que hubieran sido
controvertidos.

Distinción entre elemento de prueba, medios de prueba y


órgano de prueba

Dentro de la teoría general de la prueba judicial, se distinguen tres aspectos de la noción de prueba:

E LE M E N T O PRO BAT O RI O M E D I O S D E PRU E BA Ó RG A N O D E PRU E BA

Consiste en el “dato objetivo que se incorpora al proceso, capaz de producir un conocimiento cierto o
probable de los hechos invocados por las partes” (Vélez Mariconde citado en Cafferata y Hairabedian, 2011,
p. 18); por ejemplo: el testimonio (el relato o descripción que cuente en la audiencia) de la persona que
presenció el accidente.

E LE M E N T O PRO BAT O RI O M E D I O S D E PRU E BA Ó RG A N O D E PRU E BA

Son las vías legalmente reguladas para “lograr el ingreso del elemento de prueba en el proceso” (Vélez
Mariconde citado en Cafferata y Hairabedian, 2011, p. 18); por ejemplo: la prueba testimonial, para obtener el
testimonio de la persona que presenció el accidente. Con esto se busca dar a entender que no podríamos
pretender que el testimonio del testigo ingrese al proceso por medio de la prueba informativa, o pericial, o
confesional, porque el único medio previsto para lograr que un tercero ajeno al proceso nos otorgue dichos
sobre lo que percibió sobre el hecho es únicamente la prueba testimonial.

E LE M E N T O PRO BAT O RI O M E D I O S D E PRU E BA Ó RG A N O D E PRU E BA

Es el sujeto que proporciona el elemento probatorio y podrá realizarlo a través del medio de prueba
correspondiente; por ejemplo: el testigo (la persona que percibió el hecho y sobre el cual va a dar su
testimonio).

Los medios de prueba clásicos, y que actualmente existen en el


proceso, son varios: confesional, testimonial, informativa, pericial,
inspección o reconocimiento judicial, e indiciaria o presuncional.
A continuación te invitamos a leer el siguiente documento que aborda el concepto de prueba pericial.

La actuación de los peritos judiciales y las directivas del acuerdo


reglamentario.pdf
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¿Qué debe probarse en un proceso judicial?

Los hechos controvertidos.

El derecho aplicable.

La veracidad de los documentos acompañados.

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LECCIÓN 2 de 5

Peso de las pruebas en el proceso

Suele suceder que algunas pruebas son más terminantes que otras,
pero el juez no tiene obligación de adherir a ellas, pudiendo dictar la
sentencia en sentido distinto a la conclusión que podría haber
aportado dicha prueba. Situación que, por supuesto, genera la
discrepancia de las partes. Eso puede darse así, porque el juez
valorará toda la prueba que se hubiera aportado a la causa, y no sólo
una.

Por ejemplo, esto sucede mucho en la prueba pericial, la cual sirve “para introducir en el proceso hechos
complejos de naturaleza técnica que no pueden ser interpretados directamente por el Juez. Se trata un
medio de prueba singular” (José María Torras Coll, 2017, https://bit.ly/2Qr3MnB). Puede suceder que un
especialista concluya una cosa en el dictamen pericial, pero que luego el juez, al interpretar todos los
elementos de prueba que tiene para la causa llegue a una conclusión distinta. Si las partes disienten con
esa decisión, utilizarán todas las vías recursivas para revertir la situación.

En el caso de la prueba pericial, por su carácter técnico, hay ciertas formalidades que deben cumplirse,
como por ejemplo: ser presentada por escrito y fundada. Para que la fundamentación sea tal, debe contener,
además de los puntos a peritar, la explicación de las operaciones técnicas realizadas y conclusiones
sentadas en principios científicos. Los fundamentos han de ser convincentes y explicados en forma

coherente, clara, suficiente, sobre la base de su razonamiento1.


[1] CCCTCA de Villa Dolores, Barroso, Juan Domingo c/ Jorge Besso – Prueba Anticipada – Abreviado (19 de

junio de 2003). Foro de Córdoba, Nº 94, p. 304.

Los dictámenes periciales deben ser suficientemente motivados mediante referencia a la regla objetiva o
pauta tolerable utilizada en virtud de la remisión que, al respecto, establezca el orden jurídico. El cometido
principal de los expertos es explicitar las deducciones que hay que extraer objetivamente de los hechos
observados o tenidos por existentes, para que el funcionario, y en su caso el juez, decida fundadamente. El
profesional administrativo, e incluso

“el perito judicial cumple una doble función:

a) constatar, comprobar o verificar los hechos, investigar sus razones y determinar sus
consecuencias;

b) indicar las reglas científicas, técnicas o de experiencia aplicable”2.

[2] ROCA ANTONIO C/ INSTITUTO AUTÁRQUICO PROVINCIAL DEL SEGURO DE ENTRE RÍOS ART-

ORDINARIO. (7 de junio de 2017).

La percepción, deducción o inducción de los hechos importa una declaración científica que no constituye un
simple informe sobre lo ocurrido, sino también un juicio valorativo sobre lo que es objeto de la verificación.
Los fundamentos han de ser convincentes y explicitados en forma coherente, clara y suficiente, sobre la

base de un razonamiento lógico3.

[3] TSJ, Sala CA, Navello, Carlos Alberto y otros c/ Provincia de Córdoba – Plena jurisdicción – Recurso de

apelación. (1997). Boletín Judicial de la Provincia de Córdoba, p. 1181.


El dictamen pericial no obliga al juez, ni reviste fuerza decisoria per se, sino que su eficiencia probatoria
emana de los fundamentos en que se apoya, ponderados por el magistrado de acuerdo con los principios

que informa la sana crítica racional4 y que aconseja aceptar sus conclusiones sólo cuando ellas se

encuentren debidamente motivadas5.

[4] Art. 283, Código Procesal Civil y Comercial. (1967 t.o. 1981). Congreso de la Nación. Recuperado de

https://bit.ly/2FnaTqM

[5] C2°CC de Córdoba, Leiggener, Adrián R. c/ Coragua SRL –Ordinario. (27 de mayo de 2003). Foro de Córdoba

N° 88, p. 234.

En ese marco complejo que se da entre la especialización del técnico, que produce un dictamen pericial, y la
posibilidad del juez de correrse de la conclusión del técnico, al valorar toda la prueba rendida, es que aparece
la posibilidad de que las partes diverjan. Debido a esta facultad de los magistrados, es que las partes tienen
la posibilidad de estar en desacuerdo con la decisión judicial, sea porque han adherido a la pericia, o porque
se han apartado de ella. Se dan muchos procesos complejos que requieren de un análisis profundo, tal
como sucedió en el siguiente caso:

En contra de la sentencia de primera instancia, el actor recurre en relación a la


determinación de su capacidad sobreviniente. Señala que el juzgador estableció su
incapacidad genérica del 35,38% en base a lo dictaminado por el Dr. H., integrante del
cuerpo médico forense. Postula que para determinar la incapacidad sobreviniente de una
persona se deben tener en cuenta las particulares circunstancias de la persona y no de un
modo genérico. Que ello afecta el derecho de propiedad garantizado en el art. 17 y el de
igualdad que emerge del art. 16, ambos de la Constitución Nacional. Sostiene que el fallo
no tuvo en cuenta las particularidades de la víctima lo que se advierte, dice, en que se
calcula la indemnización como una persona cualquiera y no teniendo en cuenta las
actividades que realizaba previo a ocurrir el siniestro. Advierte que del informe pericial
psicológico surge que el actor no cuenta con un importante desarrollo intelectual lo que lo
llevó a desarrollar la actividad de delivery, sumado a la actividad mecánica que realizaba en
su domicilio, conforme lo declararan los testigos T. y N. Asevera que su incapacidad
específica no es del 35,38% sino aquella en relación a las actividades propias que
realizaba, las que -expresa- "son absolutas". Rememora que las lesiones sufridas fueron
de suma gravedad, siendo las mismas de fractura de tibia y peroné del miembro inferior
derecho, fractura de tobillo, pero allí no terminan los padecimientos, produciendo las
referidas lesiones alteraciones anatómicas interfiriendo en la dinámica de trabajo que
tenía en forma total. Recuerda que, al contestar el pedido de explicaciones formulado al
perito médico, éste expuso que su parte no podría volver a realizar las tareas de delivery. En
tanto que al dar respuesta a la impugnación formulada por la demandada y la citada en
garantía, expuso dicho perito médico que el grado de incapacidad que padece es absoluta
en relación a las tareas que desempeñaba y que describiera en la demanda. Alude a la
Corte Suprema de Justicia de la Nación en apoyo de su posición, aunque sin citar el
antecedente ni donde se registra el posicionamiento que le atribuye. Indica que el
pronunciamiento judicial afecta el principio de congruencia que se ve conculcado al no
respetar la reparación integral de la víctima que fue solicitado en el punto 4 del escrito de
demanda, como consecuencia del accidente de tránsito sufrido el día 09/08/2006.

La Cámara, se expide al respecto diciendo que los jueces tienen amplia libertad para
ponderar el dictamen pericial tomando en consideración la competencia del perito, los
principios científicos en que se funda, la concordancia de su aplicación con las reglas de
la sana crítica, como así también, las demás pruebas y elementos de convicción que la
causa contenga. Claro está que no se trata de que el juzgador deba siempre y bajo
cualquier circunstancia someter su decisión a los dictámenes periciales convirtiéndose en
un autómata y trasformando, de esa manera, en el verdadero órgano decisor a los peritos;
empero, cuando las conclusiones del experto se basan en fundamentos técnicos
científicos claros y convincentes, no se pueden desechar ni menos aún ignorar los
dictámenes obrantes en la causa.

Es en tal hermenéutica que el juzgador debe contar con razones serias para apartarse de
las conclusiones de los peritos, por cuanto si bien las normas procesales no otorgan al
dictamen el carácter de prueba legal, no deja de ser cierto que cuando él comporta la
necesidad de la apreciación específica del saber científico del campo del perito -
técnicamente ajena al conocimiento jurídico del magistrado- para desacreditar su pericia y
la consiguiente sentencia, es necesario traer elementos de juicio que desvirtúen las
conclusiones arribadas por el sentenciante, cuando ellas se basan en la opinión vertida por
el experto. El magistrado es soberano al valorar la fuerza probatoria del dictamen pericial,
teniendo en cuenta, por un lado, los elementos adjetivos del mismo (v.gr., competencia e
idoneidad del experto) y, por el otro, los elementos objetivos como los principios científicos
donde se funda; la concordancia de su aplicación con las reglas de la sana crítica; las
observaciones formuladas; y por las demás situaciones de convicción que la causa
ofrezca, valorada desde el conjunto de elementos obrantes.

Consecuentemente, la determinación del valor probatorio de los peritajes atribuida por el


Sr. Juez a quo, verificando los juicios emitidos en los mismos mediante un análisis lógico y
de sentido común, no se aleja en modo alguno de la razonable ponderación que según las
máximas de la experiencia cabe realizar.

Es precisamente esta alteración fáctica en su situación personal anterior al accidente,


devenida en la incapacidad sobreviniente admitida en la sentencia la que se indemniza en
su integridad, pero ello siempre lo será en los límites del concreto daño ponderado con
apoyo en el dictamen pericial médico debidamente fundado y no más allá como lo
pretende el actor impugnante. En esta inteligencia Zavala de González expresa que, a los
fines de esclarecer el objeto resarcible en el daño patrimonial por incapacidad, debe
distinguirse la frustración de lucros con la disminución del sujeto en sí misma
considerada. Y, a su vez, en este último caso, si la disminución interesa in genere o en
conexión con su específica dedicación productiva. No obstante, apunta con criterio que
comparto, que interesa apuntar que estos dos últimos aspectos no son excluyentes: si
bien la incapacidad debe evaluarse en concreto (atendiendo a la específica actividad o
capacitación de la víctima), no son indiferentes las genéricas posibilidades productivas y
existenciales con que contaba. Desde otra perspectiva, cabe destacar que el Dr. H.,
integrante del cuerpo médico forense dictaminante, al concluir sobre el grado o porcentaje
de incapacidad discriminó puntualmente entre la disfunción consolidada derivada de la
fractura de tibia y/o peroné (15%), de la repercusión funcional (calculada sobre la
capacidad restante) añadiendo la alícuota respectiva (11,5%); sumando a ello la derivada
del acortamiento del miembro derecho lesionado (2,95%); y, en lo relevante para el caso,
computando los factores de ponderación relativos a la dificultad para realizar la tarea
habitual (10%), la necesidad de recalificarse (10%) y atendiendo a la edad del damnificado
(2%), añade al porcentual del 29% el resultante de los factores específico ponderado
equivalente al 6,38%, obteniendo de todo ello el porcentual total que adoptara el
sentenciante a quo en el fallo, que asciende al 35,38%.
Lo que lleva a que la concluya la desestimación de los agravios, y confirmar la sentencia

de primera instancia6.

[6] CCCLM. Sala A. M., C. c/ T., D. y otros s/ Daños y Perjuicios. (30 de Septiembre del 2010).

En el caso relatado se puede apreciar que el actor recurre la sentencia porque el juez de primera instancia
dictamina, en el mismo sentido, la conclusión a la que arriba el perito médico sobre el porcentaje de
incapacidad. El actor estimó su incapacidad como “total” en relación con las tareas laborales que ejercía,
mientras que la pericia estimó que su incapacidad era del 35%. El actor explica que, si él se dedicaba a ser
delivery y mecánico, por el tipo de fracturas que tuvo, su incapacidad es total para seguir efectuando esas
tareas. La pericia, en cambio, estima que la incapacidad no es total, teniendo en cuenta que podrá ejercer
otras tareas distintas, es decir, que no se encuentra incapacitado absolutamente para trabajar de cualquier
otra actividad.

El análisis que hace la Cámara luego, gira en torno a explicar que los jueces tienen la posibilidad de
apartarse pero con fundamentos serios, con elementos cuya convicción les sirva para justificar que se
aparten de un dictamen realizado por quien es el experto en la materia de que se trata. Con esto, se deja en
claro que la facultad de apartarse no es absoluta, sino que podrían apartarse cuando tuvieran otro elemento
probatorio que justificara una decisión diferente a la del especialista.

¿Qué son los medios de prueba?

Vías legalmente reguladas para lograr el ingreso del elemento de prueba en el proceso.

Dato objetivo que se incorpora al proceso.

Sujeto que proporciona el elemento probatorio.


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A continuación te invitamos a leer el siguiente artículo acerca de la idoneidad, competencia e imparcialidad


de los peritos.

Inscripción de los peritos en el CPCC de Córdoba. Idoneidad,


competencia e imparcialidad de los peritos oficiales.pdf
882.1 KB
LECCIÓN 3 de 5

Referencias

C2°CC de Córdoba. Leiggener, Adrián R. c/ Coragua SRL –Ordinario. (27 de mayo de 2003). Foro de Córdoba
N° 88, p. 234.

Cafferata, J., Hairabedián, M. (2011). La prueba del proceso penal. Buenos Aires, Argentina: Abeledo Perrot.

CCCLM. Sala A. M., C. c/ T., D. y otros s/ Daños y Perjuicios. (30 de Septiembre del 2010). Recuperado de
http://www.saij.gob.ar/camara-civil-comercial-laboral-mineria-local-chubut--otros-danos-perjuicios-
fa10150174-2010-10-07/123456789-471-0510-1ots-eupmocsollaf?#

CCCTCA de Villa Dolores. Barroso, Juan Domingo c/ Jorge Besso – Prueba Anticipada – Abreviado (19 de
junio de 2003). Foro de Córdoba, Nº 94, p. 304.Ferreyra de la Rúa, Angelina – Gonzalez de la Vega de Opl,
Cristina (2009). Teoría General del Proceso. Córdoba, Advocatus.

Cossarini, J. H. (2013). Inscripción de los peritos en el CPCC de Córdoba. Idoneidad, competencia e


imparcialidad de los peritos oficiales. Publicado en APC. Recuperado de AR/DOC/6434/2013

Devis Echandía, H. (1970). Teoría General de Proceso (3.ra. ed.). Buenos Aires, Argentina: Editorial
Universidad

Ley 17.454. Código Procesal Civil y Comercial. (1967 t.o. 1981). Congreso de la Nación. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-19999/16547/texact.htm#5

ROCA ANTONIO C/ INSTITUTO AUTÁRQUICO PROVINCIAL DEL SEGURO DE ENTRE RÍOS ART-
ORDINARIO. (7 de junio de 2017). Recuperado de https://clavijoabogados.com.ar/noticia.php?id=22
Toras Coll, J.M. (2017). Prueba pericial psicopatológica y su valoración judicial. Recuperado de
https://elderecho.com/prueba-pericial-psicopatologica-y-su-valoracion-judicial

TSJ, Sala A. Navello, Carlos Alberto y otros c/ Provincia de Córdoba – Plena jurisdicción – Recurso de
apelación. (1997). Boletín Judicial de la Provincia de Córdoba, p. 1181.
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Teoría General de la Prueba Judicial. La Prueba.pdf


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Teoría General de la Prueba Judicial. Sistemas de
valoración de la prueba

La valoración de la prueba es la actividad judicial que busca estudiar la prueba


rendida en el proceso, para determinar si provoca el convencimiento del magistrado,
o debe ordenar el rechazo de la misma. Esta actividad judicial debe verse plasmada
en la sentencia, en forma tal que sea indudable la relación entre esta actividad y el
pronunciamiento en la resolución judicial.

Valoración de la prueba

Sistemas de valoración de la prueba

Referencias

Revisión del módulo

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LECCIÓN 1 de 5

Valoración de la prueba

El juez de la causa deberá dictar la sentencia, motivada en razonamientos fácticos o jurídicos, y que
conduzcan a la valoración de las pruebas y a la aplicación e interpretación del derecho. Dicha motivación
debe basarse en los elementos de hecho y de derecho jurídicos del pleito, que se consideran
individualmente o conjuntamente, conforme a las normas de la lógica y de la razón.

El objetivo que se busca con la valoración de la prueba es que se convenza al juez de los hechos que se
alegan. No se busca la verdad absoluta, sino encontrar la verdad que sea suficiente para que el juez quede
convencido del acontecimiento de los hechos. Esto significa que se busca una verdad formal que sea útil
para la justificación de la sentencia que emita el juez.

El proceso de valoración lo lleva a cabo el juez, basándose en los


hechos que controvirtieron las partes.

La valoración de las pruebas dependerá también de la naturaleza de las mismas. Esto significa que tenemos
dos tipos de pruebas: las directas, que son aquellas conocidas en primera persona por el juez, por lo que
saca sus propias conclusiones; y, por otro lado, las pruebas indirectas, de las cuales el juez obtiene el
conocimiento a través de otras personas.

Para valorarlos, el juez debe realizar una interpretación de qué quieren decir las pruebas. Así, por ejemplo, los
testigos cuentan los hechos, pero el juez deberá no pecar de ignorancia interpretando qué es lo que
realmente han percibido. Debe crearse una opinión basándose en los juicios que se le presentan, tanto por
parte del demandante como del demandado. Una vez interpretada la prueba en cuestión, se podrá valorar.
A continuación te invito a leer los siguientes artículos para profundizar en la Teoría General de la Prueba
Judicial.

Valoración de la prueba, motivación y revisión de sentencias.pdf


2.8 MB

Naturaleza de la comprobación judicial de los hechos y libre


valoración de la prueba.pdf
1.6 MB
LECCIÓN 2 de 5

Sistemas de valoración de la prueba

La manera en que los jueces podrán hacer esa valoración de la prueba existente en el proceso, dependerá
del sistema que establezca la ley.

A lo largo de la historia, se han ido dando diferentes sistemas de valoración de la prueba judicial:

Sistema de pruebas legales

En este sistema, es la propia ley la que establece el valor que tendrá cada prueba. La ley fija un determinado
efecto para el resultado que tendrá cada medio probatorio. Entre otros supuestos de esta clase de prueba, la
confesión, por ejemplo, tiene el carácter de prueba plena, aunque concurra cualquier otra prueba. Con esto,
la libertad de valoración del juez queda limitada a lo que la ley establece que pesa o vale cada una de las
pruebas que tiene en el proceso, cuya sentencia dictará. Este sistema es opuesto al de la libre apreciación
de la prueba, que le brinda libertad al juez, sin detrimento de que la apreciación deberá ser crítica y basarse
en las reglas que proporciona la lógica.

De igual manera, la valoración de la prueba, especialmente en aquellos casos en los cuales surgen
contradicciones a partir de la diversidad de las mismas, resulta en la apreciación conjunta de la prueba,
convirtiéndose en una forma de corregir los desequilibrios causados por una valoración limitada o
fragmentada.

Este es un sistema originario de la vieja legislación española. Su vigencia se fue moderando, aunque no ha
sido excluida absolutamente, sino que se utiliza en combinación con el sistema de la sana crítica racional.
Sistema de la sana crítica racional

Tal como señalan Bolaños Minda, Calderón Leiva y Fajardo (2014, https://bit.ly/39K0FPm):

La sana crítica es la operación intelectual predestinada a la correcta apreciación del


resultado de las pruebas judiciales, que hará el juez con sinceridad y buena fe. Se trata de
una combinación de criterios lógicos y de experiencia que debe aplicar el juzgador. En otras
palabras, la sana crítica es el método de apreciación de la prueba, donde el juez efectuará
la valoración de acuerdo a la lógica, las máximas de la experiencia y los conocimientos
científicamente afianzados.

Las reglas de la sana crítica son un instrumento que el juez está obligado a utilizar para la
valoración de las pruebas en las que la legislación no lo sujeta a un criterio
predeterminado. El principio exige que el juez motive y argumente sus decisiones debido a
que se aplica en aquellos casos en los que el legislador ha entregado al juez el poder de
valorizar libremente dicho resultado, se opone, en este sentido, al concepto de prueba legal
o tasada, donde es la Ley la que fija el valor de la prueba.

Estas reglas para la valoración judicial de la prueba suponen la existencia de ciertos


principios generales que deben guiar al juzgador en cada caso concreto, para excluir
discrecionalidad absoluta del juzgador.

Según Eduardo Couture (1969, p. 270):


…las reglas de la sana crítica son, ante todo, las reglas del correcto entendimiento
humano. En ellas interfieren las reglas de la lógica, con las reglas de la experiencia del
Juez. Unas y otras contribuyen de igual manera a que el magistrado pueda analizar la
prueba (…) con arreglo a la sana razón y a un conocimiento experimental de las cosas.
Estas se deben unificar para asegurar un coherente razonamiento decisivo sobre la
cuestión llevada a juicio.

La lógica formal, de acuerdo a Bolaños Minda, Calderón Leiva y Fajardo (2014, https://bit.ly/39K0FPm):

…se aplica a través de sus propios principios, que actúan al mismo tiempo como controles
racionales en la decisión judicial conforme a la concepción clásica, los cuales son:

1. Principio de Identidad: Cuando en un juicio el concepto-sujeto es idéntico total o


parcialmente al concepto-predicado, el juicio es necesariamente verdadero.

2. Principio de no contradicción: Dos juicios opuestos entre sí, no pueden ser verdaderos
los dos a la vez. Por ejemplo, “Sócrates es mortal, o Sócrates no es mortal”, sólo uno de
ellos puede ser verdadero.

3. Principio del tercero excluido: Ante dos juicios opuestos entre sí, admite que la
disyunción de una proposición y de su negación es siempre verdadera. Por ejemplo, es
verdad que “Sócrates es mortal, o Sócrates no es mortal”, cualquiera de las dos podría
resultar verdadera, incluso, una de las dos afirmaciones seguramente sea cierta. Esto
significa que, escoger un juicio medio, es decir, “Sócrates ni es mortal ni es inmortal”
carece de sentido, y por lo tanto se excluye en la lógica. Esto es, no se admite una tercera
opción.

4. Principio de razón suficiente: Todo juicio para ser realmente verdadero, necesita tener
una razón suficiente que justifique lo que en el juicio se afirma o niega con pretensión de
verdad.

La psicología, por su parte, debe entenderse como el elemento interior que se manifiesta
en hechos de conocimiento, sentimiento y voluntad, juega un papel muy importante y de la
cual el Juez no puede apartarse en la valoración de la prueba.

Finalmente, la experiencia común, comprende las enseñanzas que se adquieren con el


uso, la práctica o sólo con el vivir, y que se encuentran en cualquier persona de nivel
cultural medio, integrando el sentido común.

Sistema de libre convicción

En este sistema se sostiene que el convencimiento del juez debe formarse libremente. Llevando esta
posición in extremis, el juez podría sentenciar basándose en su convicción
sobre la verdad de los hechos de las partes y acontecimientos de la naturaleza, más allá de lo que las
pruebas aporten.

Con criterio más mesurado se sostiene que el juez, si bien es libre en la apreciación de las pruebas, debe
formar su convicción valiéndose del análisis de la prueba producida, excluyendo caprichos y arbitrariedades
y dando preferencia a las pruebas fundamentales.

En nuestro país, se utiliza el sistema de la sana crítica racional, el


que, además de tener sus propias reglas, utiliza una combinación de
los demás sistemas en algunas cuestiones. Más allá de ser el que
mejor se adaptaría a las peculiaridades que pueda tener cada
proceso, el juez puede recaer en errores al momento de valorar las
pruebas del proceso judicial.

Los errores en materia de valoración de la prueba se clasifican en tres categorías: falta de motivación, déficit
valorativo y ausencia de racionalidad en la valoración. Para que el error en la apreciación de la prueba sea tal,
se exige su manifestación en forma evidente por el simple cotejo entre el contenido del instrumento y las
afirmaciones de la sentencia.

En algunos procesos, la valoración del magistrado es acusada de errónea, tal como sucedió en el siguiente
caso:

Llega el expediente hasta la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires, por
recurso extraordinario de inaplicabilidad de la ley, interpuesto por la demandada Caja de
Jubilaciones, Subsidios y Pensiones del Banco de la Provincia de Buenos Aires. La Cámara
de Apelación en lo Contencioso Administrativo con asiento en La Plata, por mayoría había
confirmado la sentencia de primera instancia en cuanto hizo lugar a la demanda
contencioso administrativa promovida por la señora María Cristina Acevedo con el objeto
de obtener la anulación del acto administrativo dictado por el Directorio de la Caja de
Jubilaciones, Subsidios y Pensiones del Personal del Banco de la Provincia de Buenos
Aires, por medio del cual se había rechazado su pedido de pensión en carácter de
conviviente del causante señor Osvaldo Ricardo Taylor, afiliado a la entidad al momento de
su fallecimiento.

El Juez de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo, hizo lugar a la pretensión


anulatoria articulada por la señora María Cristina Acevedo -concubina del causante- en el
entendimiento de que el decreto que oportunamente rechazara el beneficio de pensión por
falta de acreditación de los cinco años de convivencia exigidos legalmente, era ilegítimo.
En consecuencia, ordenó a la demandada a reconocer a la actora la pensión peticionada
en forma retroactiva a la fecha del deceso.
Disconforme con tal pronunciamiento, la parte demandada dedujo recurso de apelación
argumentando que la sentencia de grado se había apartado del derecho aplicable,
habiendo valorado erróneamente la prueba producida en autos, dado que no surgiría
acreditado el extremo del transcurso de 5 años de convivencia previos al deceso del señor
Taylor. Concretamente, imputó la falta de demostración del aparente matrimonio respecto
de los años 1999, 2000 y 2001. En la sentencia, la Cámara Contencioso Administrativa,
decidió confirmar en todos sus términos el fallo atacado.

Al analizar los agravios denunciados por la recurrente, la Cámara consideró correctos los
razonamientos desarrollados por el juez de primera instancia al entender habilitado el
beneficio pensionario por existencia de aparente matrimonio durante por lo menos cinco
años anteriores al fallecimiento del afiliado. De tal manera, explicó que "ha de advertirse
que no desconoce (la demandada) la prueba testimonial producida tanto en sede
administrativa como judicial, sino que sólo le resta entidad para que, en forma única, sirva
como medio de prueba, ello no con desarrollo argumental alguno sino con la mera cita de
un precedente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación". La Cámara estimó que las
constancias de autos –las que indica textualmente-, tanto las declaraciones testimoniales
producidas en el expediente administrativo, como asimismo las rendidas en sede judicial,
analizadas según la regla de la sana crítica permiten tener por acreditada la situación de
convivencia, permanente y estable, en el marco de los requerimientos de la normativa
aplicable.

La Caja previsional del Banco Provincia interpuso recurso extraordinario de inaplicabilidad


de ley sosteniendo que la sentencia recurrida incurre en el vicio de absurdo por deficiente
valoración de la prueba. Señaló que el fallo de Cámara se sustenta únicamente en la
valoración de declaraciones testimoniales para dar por probado que la accionante convivió
públicamente con el señor Taylor en aparente matrimonio durante por lo menos cinco años
anteriores al fallecimiento de éste. Argumentó que no existe posibilidad de demostrar tales
acontecimientos durante los años 1999, 2000 y 2001. Agregó que las declaraciones
testimoniales no pueden ser consideradas pruebas de cargo válidas pues han sido
proferidas por "parte interesada" y sin prueba documental alguna que pueda refrendarlas,
sino que, por el contrario, se contradicen con otras pruebas agregadas al expediente tales
como certificaciones de domicilio, facturas y recibos adunadas por la propia actora y que
no corresponden al período indicado. Por último invoca un supuesto de gravedad
institucional, pues -de hacerse lugar a la pretensión- se encontraría afectada la ecuación
económico-financiera en la que se sustenta el patrimonio de afectación que es garantía de
los afiliados a la Caja previsional del Banco.

Analiza la Suprema Corte, que la recurrente denuncia la existencia de un absurdo valorativo


y repite consideraciones anteriormente formuladas acerca de la interpretación que
correspondería efectuar respecto de las declaraciones testimoniales agregadas a la
causa, así como la invocación de fallos de la Corte federal, sin abordar adecuadamente las
razones argumentales desplegadas por la alzada para entender el actuar del juez de grado
y valorar en sentido coincidente las constancias del caso. Así, la sentencia de Cámara,
sólo se muestra atacada desde una mera opinión divergente.

La recurrente denuncia en forma genérica e imprecisa la existencia del vicio de absurdo.


En efecto: corresponde recordar que establecer si se demostró o no con la prueba
aportada la existencia de una situación de convivencia menor o igual a cinco años entre la
señora Acevedo y el señor Taylor constituye una típica cuestión de hecho no revisable, en
principio, en la instancia extraordinaria, salvo eficaz y acabada demostración de la
existencia de absurdo. El señalado vicio, que habilita la revisión de la valoración probatoria
por parte del tribunal de la instancia de grado, exige la demostración del error grave,
grosero y fundamental cristalizado en una conclusión incoherente y contradictoria en su
aspecto lógico formal e incompatible con las constancias objetivas que resultan de la
causa, carga que el recurrente no cumple satisfactoriamente. Ello, por cuanto en la
acepción dada por esta Suprema Corte se define al absurdo, precisamente, como un error
grave y ostensible que se comete en la conceptuación, juicio o raciocinio al analizar,
interpretar o valorar las pruebas o los hechos susceptible de llegar a serlo, con
tergiversación de las reglas de la sana crítica en violación de las normas procesales
aplicables, de todo lo cual resulta una conclusión contradictoria o incoherente en el orden
lógico formal, e insostenible en la discriminación axiológica.

En tal sentido, resulta evidente que la recurrente no logra acreditar que, en relación a la
apreciación de la prueba que la Cámara considera esencial y decisiva para la resolución de
la causa, haya infringido, mediante error palmario y manifiesto, las reglas y principios que
instituyen los arts. 375 y 384 del Código Procesal Civil y Comercial.

Por lo demás, debe tenerse presente que es facultad exclusiva de los tribunales de las
instancias de mérito seleccionar el material probatorio, dando preeminencia a unas
pruebas respecto de otras, sin que constituya dicho ejercicio, por sí solo, un supuesto de
absurdo. Ello así por cuanto el error que ha de configurarse para que medie el citado
extremo que habilita el control casatorio no se evidencia por la mera exposición de un
criterio discordante del quejoso.

Es que, cabe reiterar, cuando se impugna una tarea propia de las instancias ordinarias, tal
como lo es la valoración de la prueba, es imprescindible demostrar, a más de denunciar
fehacientemente, que el procedimiento lógico jurídico empleado por el juzgador ha
devenido irrazonable y contradictorio con las circunstancias de la causa, lo que no ha
logrado acreditar la impugnante aun cuando a lo largo del recurso se queja de la valoración
de las probanzas que ha efectuado la Cámara de Apelación.

Se decide el rechazo del recurso extraordinario interpuesto.1

[1] SCJN. Acevedo, María Cristina contra Caja de Jubilaciones, Subsidios y Pensiones del

Banco de la Provincia de Buenos Aires. Pretensión anulatoria. Recurso de inaplicabilidad de

ley. (29 de febrero de 2012). Recuperado de https://bit.ly/35u8nd5

En el caso relatado, se puede apreciar que el demandado recurre a la sentencia porque considera que, tanto
el juzgado de primera instancia como, luego, la Cámara de Apelaciones, valoran erróneamente la prueba
aportada en la causa.

La demandada, por su parte, acusa al magistrado de haber caído en el vicio del absurdo, esto es, un déficit
valorativo. Sin embargo, la Suprema Corte explica que, además de no haber logrado acreditar el error que
acusa, no se debe olvidar que es “facultad exclusiva de los tribunales de las instancias de mérito

seleccionar el material probatorio”2. Esto significa, que el juez tiene la tarea de clasificar las pruebas, darles
preeminencia a unas sobre otras, darles un valor, y luego decidir; y esa tarea en sí no configura un absurdo, ni
cualquier otro error.

[2] SCJN. Acevedo, María Cristina contra Caja de Jubilaciones, Subsidios y Pensiones del Banco de la Provincia

de Buenos Aires. Pretensión anulatoria. Recurso de inaplicabilidad de ley. (29 de febrero de 2012). Recuperado de
https://bit.ly/35u8nd5

De acuerdo a Urbano Castrillo (2008, https://bit.ly/36shlc4):

La deficiencia en la valoración genera la apariencia de que existe motivación pero, en


realidad, hay una falta de valoración de concretos medios probatorios que, si bien en
algunos casos es innecesariamente dada su nula incidencia en el pronunciamiento final,
en otras ocasiones, supone un error técnico que puede acarrear graves consecuencias, en
particular cuando existen argumentos a favor y en contra de un punto y no se resuelve la
aparente contradicción.

Cuando ese error se advierte, o cualquiera de los demás referidos a la valoración probatoria, puede recurrirse
la sentencia, pero se debe hacer un acabado análisis “en el que es imprescindible demostrar que el
procedimiento lógico jurídico empleado por el juzgador ha devenido irrazonable y contradictorio con las

circunstancias de la causa”.3

[3] SCJN. Acevedo, María Cristina contra Caja de Jubilaciones, Subsidios y Pensiones del Banco de la Provincia

de Buenos Aires. Pretensión anulatoria. Recurso de inaplicabilidad de ley. (29 de febrero de 2012). Recuperado de

https://bit.ly/35u8nd5

¿Qué sistema de valoración de la prueba judicial se utiliza en la Argentina?

Sana crítica racional.

Prueba tasada.
Libre convicción.

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¿En qué consiste el sistema de la sana crítica racional?

Es un método de apreciación de la prueba, donde el juez efectuará la valoración de


acuerdo a la lógica, las máximas de la experiencia y los conocimientos científicamente
afianzados.

Es un sistema en el que la propia ley la que establece el valor que tendrá cada prueba.

En este sistema se sostiene que el convencimiento del juez debe formarse libremente.

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A través del siguiente artículo podrás descubrir más acerca de las reglas de la sana crítica.

Sobre las reglas de la sana crítica.pdf


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LECCIÓN 3 de 5

Referencias

Bolaños Minda, L. M., Calderón Leiva, L. K., Fajardo, H. O. (2014). La prueba indicaría en la ley 906 de 2004
como fundamento de sentencia (tesis de especialización). Recuperado de
https://repository.udem.edu.co/bitstream/handle/11407/4619/TG_EDPP_33.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Bonorino Ramírez, P. R. (2014, diciembre 24). Sobre las reglas de la sana crítica. Publicado en SJA. Cita
Online: AR/DOC/5597/2014

Carrasco, Y. (2015). Valoración de la prueba, motivación y revisión de sentencias. Otros "modos de ver" la
oralidad y la inmediación en el proceso civil. Publicado en LLC. Cita Online: AR/DOC/857/2015

Couture, E. (1969). Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Buenos Aires: Depalma.

Pizzicaro, A. (2018). Naturaleza de la comprobación judicial de los hechos y "libre valoración de la prueba".
Publicado en LA LEY. Cita Online: AR/DOC/1954/2018

SCJN. Acevedo, María Cristina contra Caja de Jubilaciones, Subsidios y Pensiones del Banco de la Provincia
de Buenos Aires. Pretensión anulatoria. Recurso de inaplicabilidad de ley. (29 de febrero de 2012).
Recuperado de http://www.scba.gov.ar/falloscompl/SCBA/2012/02-29/A70655.doc

Urbano Castrillo, E. (2008). Los errores más frecuentes en la valoración de la prueba. Recuperado de
http://www.legaltoday.com/practica-juridica/penal/penal/los-errores-mas-frecuentes-en-la-valoracion-de-la-
prueba
LECCIÓN 4 de 5

Revisión del módulo

Actos procesales. Comunicación procesal



Cada acto que sea llevado a cabo en el proceso, debe ser puesto en conocimiento de la contraria para que
pueda tomar las medidas defensivas que considere necesarias y llevar adelante el proceso judicial en
forma legal.

El tiempo en el proceso. Plazos procesales



El tiempo en el proceso hace referencia a aquellos lapsos dentro de los cuales puede ser eficazmente
realizado cualquier tipo de acto procesal. De esa forma, el proceso judicial será llevado a cabo en forma
ordenada y rápida.

Teoría General de la Prueba Judicial. La Prueba



Con la prueba se buscará comprobar la veracidad de los hechos alegados por las partes y que hubieran
sido controvertidos. De esta manera, las partes tendrán que producir pruebas para lograr convencer al juez
para que resuelva a su favor.

Teoría General de la Prueba Judicial. Sistemas de valoración de la prueba



La valoración de la prueba es la actividad judicial que analiza la prueba rendida en el proceso para
determinar si provoca el convencimiento del magistrado o debe ordenar el rechazo de la misma. Esta
actividad judicial debe verse plasmada en la sentencia.
LECCIÓN 5 de 5

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Teoría general de la prueba judicial. Sistema de valoración de


pruebas.pdf
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Sentencia

La sentencia se estudia y se analiza como la voluntad del Estado, ya que en ella


queda plasmada esa voluntad y es ejecutada por un funcionario público investido de
autoridad suficiente para poder dictarla. Es el instrumento que le da entidad
inmediata, notoria e inevitable a la relación existente entre el Estado, que mediante
el Poder Legislativo dicta normas, y el Poder Judicial, que tiene el imperio de imponer
su cumplimiento.

El proceso judicial se ordena en múltiples etapas a través de las cuales se va


avanzando hacia un fin: resolver el conflicto que llevó a las partes hasta esa
instancia judicial. La última etapa del proceso judicial, llamada decisoria, es aquella
en la que se ordenará el acto culminatorio de la Litis, esto es, el dictado de la
sentencia.

La sentencia es un acto judicial procesal efectuado por el juez de la causa, en el que


analiza las constancias de la causa y en base a ellas decide darle una solución al
conflicto. Conceptualmente, la sentencia es el acto jurídico procesal mediante el cual
el órgano jurisdiccional decide los puntos sometidos a su consideración.

Se puede considerar este acto jurisdiccional como un instrumento de la realización


de la justicia. De tal forma que las resoluciones judiciales tienen que tender a que la
convivencia social sea realizablemente justa.

Actividad decisoria de los jueces. Activismo y garantismo


Partes de la sentencia. Motivación y fundamentación de la sentencia

Referencias
LECCIÓN 1 de 3

Actividad decisoria de los jueces. Activismo y


garantismo

Tradicionalmente, los jueces ingleses no deliberaban en absoluto puesto que ello implicaba quebrar la
“oralidad”, principio rector según el cual toda la actividad de los jueces debía ser realizada en público con el
fin de que pudiera ser sometida a control. “En casi todos los casos, un breve debate entre los jueces antes
de la decisión posibilitaba la convergencia en una fundamentación mayoritaria única del fallo de la
sentencia, en lugar de generar una fundamentación por cada juez” (Posner, 2011, p.13)

Sucede en muchas ocasiones que no puede probarse que las consecuencias que traen las decisiones
jurisdiccionales sean “buenas” o “malas”. Por ese motivo, es natural cuestionarnos si existen razones para
confiar en el diseño del sistema judicial y en la competencia e integridad de los jueces que en él operan.

Los jueces no hacen una tarea que sólo consiste en aplicar reglas jurídicas creadas por los legisladores, por
los órganos administrativos u otras fuentes extrajudiciales, a hechos que se consideran probados sin
mediar prejuicios ni preconcepciones. De ser así, los jueces ya habrían sido reemplazados por la inteligencia
artificial.

Los jueces tienen y ejercen discrecionalidad y, por eso, es necesario entender “la naturaleza de sus
motivaciones, sus facultades, sus mecanismos de selección, las normas de su profesión y su psicología”
(Posner, 2011, p. 16). En definitiva, los jueces no son ni gigantes morales o intelectuales, ni profetas, ni
oráculos, ni meros portavoces o máquinas calculadoras. Son trabajadores humanos que reaccionan
del mismo modo que lo hacen otros trabajadores ante las condiciones del mercado de trabajo en el que
actúan.

El derecho en un proceso judicial es el material a partir del cual los jueces elaboran sus decisiones. Dado
que los materiales para la toma de decisión al modo legalista no suministran respuestas razonables a todos
los conflictos jurídicos, los jueces deben recurrir a otras herramientas que lo complementen. Por esto,
podemos distinguir dos corrientes o tendencias de pensamiento en la magistratura, cuyo reflejo se ve
plasmado en las sentencias que dictan: activismo judicial y garantismo.

Normalmente, activismo y garantismo florecen al momento en el que


el juez debe emitir la sentencia definitiva o interlocutoria.

Si bien hay algunas posiciones extremas como la que dice que el activismo judicial importa la contorsión de
la ley a fin de hacerla coincidir con el propio pensamiento o, en el caso del garantismo, quienes pretenden
proscribir el principio de buena fe en el ámbito procesal, dichas corrientes no deben ser llevadas a esos
exagerados límites.

El activismo no debe ni puede significar una suerte de libre utilización de la ley. Como ha dicho la Corte
Suprema de la Nación, los jueces no pueden dejar de lado la norma que gobierna la cuestión de que se trata
si no es por su concreta declaración de inconstitucionalidad. Tampoco hay que vincular al garantismo con la
posición que sostiene que el juez carece de toda clase de iniciativa probatoria. En rigor, parecería más
adecuado decir que el garantismo judicial significa un proceso “con todas las garantías”.

En definitiva, el activismo judicial hace énfasis en la actuación del juez, en el rol social que éste detenta
como representante del Estado. Se pondera la función jurisdiccional a los intereses individuales porque se
persigue el fin de lo justo y verdadero, más allá de lo que soliciten las partes. Los jueces deben ser
conscientes del rol social que les ha tocado desempeñar, el cual implica la difícil tarea de tomar decisiones
justas pero que, a veces, resultan impopulares. La justicia no se imparte en función a la simpatía que pueda
generar una decisión, sino sobre la base de una profunda convicción de que lo que se está haciendo es lo
que corresponde hacer.

Por su parte, el garantismo judicial pone el acento en las reglas del proceso y en las garantías
constitucionales que rodean todo proceso. El juez debe ser garantista porque el juzgador que se enrola en
esta posición respeta el orden lineal del proceso, los derechos litigiosos de las partes. Debe entenderse
como juez o tribunal garantista a aquel que vela por el cabal cumplimiento del debido proceso.
¿Qué es una sentencia judicial?

Acto jurídico procesal mediante el cual, el órgano jurisdiccional, decide los puntos
sometidos a su consideración.

Acto jurídico extraprocesal mediante el cual, el juez de la causa llega a un acuerdo con
las partes para dirimir el conflicto entre ellas.

Acto jurisdiccional mediante el cual la Fiscalía y el juez deciden cómo resolver el


conflicto sometido a su conocimiento.

SUBMIT
LECCIÓN 2 de 3

Partes de la sentencia. Motivación y fundamentación


de la sentencia

Toda sentencia debe reunir los requisitos de tiempo, lugar y forma. Respecto de la forma, las sentencias
generalmente se componen de tres apartados centrales:

Encabezamiento o parte expositiva: en ésta se señala la fecha y ciudad en que se dicta, las
partes que intervienen, sus procuradores y abogados, sin que se puedan omitir sus nombres
sin afectar a la debida integridad y publicidad de las sentencias. Se hacen constar también las
peticiones y las excepciones o defensas presentadas por las partes, junto a los fundamentos
de hecho en que se fundan.

Parte considerativa: es en la que se enuncian los fundamentos de hecho y de derecho, que


contienen los argumentos de las partes y los que utiliza el juez o tribunal para resolver el objeto
del proceso, en relación con las normas que se consideran aplicables al caso.

Parte resolutiva: es la que debe contener la decisión o fallo de condena o absolución del
demandado o acusado. Asimismo, suele incorporarse el nombre del juez que la ha redactado
(Torres Romo, 2015, https://bit.ly/2QqsTaf).

La sentencia debe gozar de congruencia entre lo pedido por las partes


y lo resuelto por el juez, quien no puede ir más allá de lo pedido por
ellas, ni por fuera de lo pedido, ni dejar de tratar todos y cada uno de
los pedidos de las partes.
De la redacción de la sentencia debe surgir una debida motivación y fundamentación. El motivo o
fundamento de una sentencia constituye la razón determinante del acto. La sentencia estará motivada
cuando el juez exteriorice el razonamiento que justifica la decisión que ha tomado.

El deber de motivar las sentencias tiene fundamentos. En primer lugar, como instrumento procesal facilita a
las partes la impugnación. Por otro lado, opera como función de garantía propia del constitucionalismo
moderno.

La mera confrontación de hechos y normas resulta insuficiente para solucionar el conflicto por la vía
deductiva. El Juez debe expresar y justificar plenamente su labor selectiva tanto en la aprehensión y
valoración de los hechos y pruebas como de las normas jurídicas.

Para lograr esto, hay pautas rectoras del deber de motivación:

1 La Racionalidad, que consiste en la argumentación coherente, sin contradicciones, completa y


constringente;

2 La Congruencia, que consiste en la conformidad entre la sentencia, la pretensión y la


oposición a fin de evitar la ultra, extra o citra petitia;

3 La Integración, que consiste en integrar los fundamentos a la sentencia descartándose la


motivación oculta o implícita y las remisiones;

4 La Controlabilidad, por las partes, órganos superiores y ciudadanos. A tal fin la motivación


deberá ser pública, accesible y comprensible.

Puede suceder que los jueces no efectúen la fundamentación de la sentencia correctamente, como sucedió
en el siguiente caso:
La parte demandada, interpuso recurso extraordinario de nulidad en contra de la sentencia
dictada por la Sala I de la Cámara Primera de Apelación en lo Civil y Comercial del
Departamento Judicial de Mercedes que confirmó, en lo sustancial, la resolución que
admitió parcialmente las impugnaciones formuladas por la actora y aprobó la rendición de
cuentas practicada en autos, condenando al demandado a abonar una suma de dinero.

En el marco de un incidente de rendición de cuentas promovido por José D’Amico contra


Roberto González, la Sala I de la Cámara Primera de Apelación en lo Civil y Comercial del
Departamento Judicial de Mercedes confirmó la resolución recurrida, por la cual se decidió
en lo sustancial admitir parcialmente las impugnaciones formuladas por la actora; aprobar
la rendición de cuentas, con las rectificaciones ordenadas y, por último, ordenar al
demandado hacer efectiva la suma establecida, con más los intereses dispuestos.

La demandada interpuso recurso extraordinario de nulidad, reclamando la nulidad del


resolutorio que confirmó el de la instancia de origen, considerándolo violatorio de los arts.
168 y 171 de la Constitución provincial y, apoyándose en el art. 296 del Código procesal,
articula como causales de invalidez la falta de fundamentación legal y la omisión de
tratamiento de una cuestión esencial.

En respuesta a los agravios citados, la Cámara, entiende que en relación a la alegada falta
de fundamentación legal, le asiste razón al presentante.

De la detenida lectura del fallo en crisis se desprende que la Cámara interviniente ha


omitido toda cita de norma legal o principio jurídico en respaldo de lo resuelto, por lo que al
resolver de esta forma ha vulnerado la garantía consagrada en el art. 171 de la
Constitución de la Provincia.

En efecto, el art. 171 de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires impone que las
sentencias sean "fundadas en el texto expreso de la ley; y a falta de éste, en los principios
jurídicos de la legislación vigente en la materia respectiva, y en defecto de éstos, en los
principios generales del derecho, teniendo en consideración las circunstancias del caso".
Esta exigencia responde a los parámetros establecidos por el constitucionalismo
moderno, que procura brindar un sistema de garantías fundamentales de la administración
de justicia.
Constituye garantía de los derechos de las partes la obligación judicial de fundar las
sentencias de modo que se perciba claramente el itinerario lógico jurídico del que deriva la
resolución final, porque la deficiencia en tal sentido se erige en obstáculo al control de
legalidad.

En este sentido ha sostenido Acuña Anzorena -de grata memoria en esta Suprema Corte-
comentando un viejo fallo de la Cámara Civil 1ª de la Capital Federal y con cita de Mortara:
"En la dilucidación de las controversias jurídicas no le está permitido al magistrado
abandonarse a su propio arbitrio, ni tampoco a la más extraña aplicación de la ley,
debiendo todo pronunciamiento judicial representar un razonamiento fundado en el hecho
y en la norma de derecho que le sea atinente. Pero, la misma posibilidad de la diferente
interpretación de un texto de la ley, o de una distinta apreciación de los hechos, hace
necesaria una completa demostración de cómo y porqué la mente del juez ha llegado a
decidirse por una u otra resolución, presentando así un concepto elaborado sobre la base
de la lógica y del derecho ... Si las resoluciones de los magistrados pudieran estar
eximidas de este elemento que tiene por objeto demostrar el porqué de sus decisiones,
todo quedaría abandonado a su arbitrio y cuando no fuese posible controlar los motivos
que inspiraron su pronunciamiento, vendría en menos una de las principales garantías de
la recta administración de la justicia”.

Además, la obligatoriedad de la motivación de las sentencias constituye requisito


ineludible de validez constitucional. Desde la perspectiva federal, lo consagra
indirectamente la Constitución nacional. De acuerdo con su art. 18 es inviolable la defensa
en juicio de la persona y de los derechos. Esta garantía comprende para el justiciable la
posibilidad de obtener una sentencia "que sea derivación razonada del derecho vigente", en
la feliz expresión acuñada por la Corte Suprema de la Nación al elaborar la doctrina de las
sentencias arbitrarias. Y una sentencia es derivación razonada del derecho vigente
cuando, entre otros recaudos, está fundada. De allí que la defensa en juicio involucra el
derecho a lograr una sentencia fundada. Porque también hay una garantía innominada a la
"no arbitrariedad", que fluye del art. 33, y que constituye un derecho a la exigencia de
razonabilidad en los pronunciamientos judiciales. Lo que en definitiva se subsume en el
valor Justicia, enunciado en el Preámbulo de la Constitución, porque "afianzar la justicia"
solamente se satisface con la debida motivación. En resumen, la obligación en examen
comporta un deber constitucional, porque posibilita el control externo sobre el modo como
el juez ejercita el poder jurisdiccional. En un Estado de Derecho el poder no es absoluto, y
fundamentalmente, no es oculto, por el contrario, ha de ser transparente. El conocimiento
público coadyuva en la imparcialidad del órgano, resguardando también el principio de
legalidad, pues una legalidad no controlable (a través de la motivación) equivale a una no
legalidad, y es precisamente en la fundamentación de la decisión en donde el juez
demuestra que la ley ha sido válidamente aplicada al caso (Morello, "El proceso justo").

Desde el marco propio de la Constitución provincial, debe recordarse, en primer lugar, que
el art. 10 de la Constitución de la Provincia asegura a todos los habitantes el derecho
perfecto de defender y de ser protegidos en su vida, libertad, reputación, seguridad y
propiedad. Nadie puede ser privado de estos goces sino previa sentencia legal del juez
competente. Y el art. 15, luego de la reforma de 1994, consagra la tutela judicial continua y
efectiva.

En el caso, la infracción a la exigencia constitucional que se viene referenciando es


palmaria. La sentencia no contiene una sola cita de norma legal. Si el incumplimiento por el
recurrente de la carga del art. 279 del Código Procesal Civil y Comercial genera
consecuencias insuperables, no puede tolerarse que los jueces obren con ligereza,
inaplicándose la manda del art. 298 del Código citado.

A partir de estas consideraciones, teniendo en cuenta la repercusión que produce la falta


de una debida fundamentación para con la sociedad, estimo que debe aplicarse la multa
prevista en la mentada disposición.

Por mayoría, se hace lugar al recurso extraordinario interpuesto y se anula la sentencia


impugnada, remitiéndose los autos al tribunal de grado para que, debidamente integrado,

dicte nuevo pronunciamiento1.

[1] CSJ, Sala I de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de

Mercedes.D’Amico, José contra González, Roberto. Incidente de rendición de cuentas por parte

del demandado (12 de octubre de 2011). Recuperado de https://bit.ly/37GduZ7


El caso presentado es extremo, no suelen verse a diario sentencias que no se encuentren apoyadas en
norma legal alguna o en las pruebas rendidas en el expediente. Sí, suelen leerse sentencias que pecan de
incongruentes, que falte algún paso lógico para que la sentencia se encuentre lógicamente argumentada,
que no se hubieran analizado todas las pruebas aportadas o que no se hubieran dado motivos para dejar
fuera alguna prueba, etc.

Pues, las sentencias deben ostentar elementos esenciales que componen el debido proceso, estos son, la
motivación, fundamentación, congruencia y pertinencia, entre otros, que deben ser observados por los
juzgadores al momento de dictaminar sus resoluciones.

Esto significa que toda autoridad que dicte una resolución, debe indefectiblemente exhibir los motivos que
sustentan su decisión. Para esto, también es necesario que se expongan los hechos de manera que el
justiciable, al momento de conocer la decisión del juzgador, lea y comprenda la resolución.

Pues la estructura de la resolución, tanto en el fondo como en la forma, la que logrará el


convencimiento de las partes de que se ha actuado no sólo de acuerdo a las normas
sustantivas y procesales aplicables al caso, sino que también la decisión está regida por
los principios y valores supremos rectores que rigen al juzgador, eliminándose cualquier
interés y parcialidad, dando al administrado la plena confianza de que no había otra forma

de resolver los hechos juzgados sino de la forma en que se decidió2.

[2] SPJI, Sala segunda. fs. Limbert Josue Pinto Veneros, defensor público del Servicio

Plurinacional de Defensa Pública (SEPDEP) en representación sin mandato del menor NN

contra Jacqueline Rada Arana, Jueza Pública de la Niñez y Adolescencia Segunda del

departamento de La Paz en suplencia legal de su similar Primera. (2016). Recuperado de

https://bit.ly/2MVRi5l

De lo contrario, son razonables las dudas del justiciable en sentido de que los hechos no fueron juzgados
conforme a los principios y valores supremos, vale decir, no se le convence que ha actuado con apego a la
justicia. Cuando la resolución, aun siendo extensa, no traduce las razones o motivos por los cuales se toma
una decisión, dichas normas se tendrán por vulneradas, entonces quedará habilitada la vía recursiva en
contra de ella.
¿Cuál es la parte de la sentencia en la que el juez exteriorizará la motivación y
fundamentación de la sentencia?

Parte considerativa.

Parte resolutiva.

Parte expositiva.

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LECCIÓN 3 de 3

Referencias

CSJ, Sala I de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de Mercedes.
D’Amico, José contra González, Roberto. Incidente de rendición de cuentas por parte del demandado (12 de
octubre de 2011). Recuperado de http://www.scba.gov.ar/falloscompl/SCBA/2011/10-12/c102546.doc

Posner, R. A. (2011). Cómo deciden los jueces (trad. Victoria Roca Pérez). Madrid, España: Marcial Pons.

SPJI, Sala segunda. Limbert Josue Pinto Veneros, defensor público del Servicio Plurinacional de Defensa
Pública (SEPDEP) en representación sin mandato del menor NN contra Jacqueline Rada Arana, Jueza
Pública de la Niñez y Adolescencia Segunda del departamento de La Paz en suplencia legal de su similar
Primera. (2016). Recuperado de
http://spij.minjus.gob.pe/content/jurisprudencia_extranjera/repositorio/2017/05/bolivia/Sentencia0354-
2017.pdf

Torres Romo, C. I. (2015). La motivación de las sentencias por parte del juzgador en proceso penal y sus
efectos jurídicos (tesis de grado). Universidad Regional Autónoma de los Andes. Ibarra, Ecuador. Recuperado
de http://dspace.uniandes.edu.ec/bitstream/123456789/2378/1/TUAAB114-2015.pdf
Cosa juzgada

El proceso judicial tiene como finalidad resolver controversias jurídicas y, una vez
iniciado, despliega efectos que impiden que “durante su tramitación se inicie otro
proceso judicial que tenga el mismo objeto, lo que resultaría contrario a la seguridad
jurídica ante la posibilidad de que recaigan resoluciones judiciales diferentes en cada
uno de ellos” (Añón Calvete, https://bit.ly/2QM6rXP). Esto es la litispendencia.

Pero, una vez concluido el proceso, la sentencia que se dicte despliega efectos
tendientes a evitar la posibilidad de que se ejercite un ulterior proceso por la misma
controversia, si concurre la identidad o conexión suficiente. Esto es la cosa juzgada.

Una vez que una resolución judicial alcanza la categoría de cosa


juzgada, el tribunal que la ha dictado, no solo no puede dictar otras
resoluciones que decidan de modo diferente la misma cuestión, sino
que todas las demás resoluciones posteriores han de tomar lo decidido
como punto de partida para resolver otras cuestiones (Añón Calvete,
https://bit.ly/2QM6rXP).

La cosa juzgada, la prejudicialidad, que ya estudiamos en módulos anteriores, y la


litispendencia son conceptos e instituciones procesales diferentes, tanto en sus
presupuestos como en sus efectos, a veces impiden un nuevo pronunciamiento
judicial sobre lo ya resuelto y otras veces suspenden su tramitación.
Tipos de cosa juzgada

Referencias

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LECCIÓN 1 de 3

Tipos de cosa juzgada

La cosa juzgada tiene un rol transcendental en el mundo del derecho, pues, es una garantía de la
definitividad de las resoluciones dictadas por la autoridad judicial. El fundamento está dado por la necesidad
de preservar y mantener la paz y la tranquilidad en la sociedad, con medidas que conserven la estabilidad y
la seguridad de los gobernados en el goce de sus libertades y derechos. De esta manera, se proporciona
certeza respecto a las relaciones en que se han producido litigios, mediante la firmeza de lo resuelto en una
sentencia ejecutoriada.

La cosa juzgada puede ser de dos maneras, a saber:

1 Cosa juzgada formal

Es el efecto de la resolución judicial dentro del propio proceso. Se configura sólo cuando una sentencia ya
no puede ser impugnada por algún medio ordinario o extraordinario de defensa. Hay resoluciones judiciales
que, aún agotada toda la vía recursiva, son obligatorias, pero no impiden que, en un procedimiento posterior,
la cosa juzgada pueda modificarse.

Respecto de la cosa juzgada formal, Couture da un ejemplo claro:

En el juicio de alimentos se fija por la sentencia cierta pensión en beneficio del acreedor; el
derecho positivo establece en algunos casos que ese fallo no admite apelación. Existe,
pues, a este respecto, cosa juzgada en el sentido de inimpugnabilidad de la sentencia, la
que no podrá ser atacada en la vía de los procedimientos sumarios propios del juicio de
alimentos, sino en un procedimiento posterior. Durante la minoría de edad del hijo, su
madre promueve acción de investigación de la paternidad, la que es desechada por
haberse instaurado después de los dos años del nacimiento del niño. La sentencia que tal
cosa decida, hace cosa juzgada. Pero dicha cosa juzgada se refiere solamente al estado
tenido en cuenta en la decisión anterior, y no obsta a que, llegado el hijo a la mayoría de
edad, pueda promover nueva demanda y obtener un pronunciamiento favorable sobre el
fondo del asunto (1951, p.308).

En estos ejemplos, la sentencia pasa en autoridad de cosa juzgada, pero solo dentro de ese proceso. Ya no
puede ser impugnada porque agotó todos los recursos disponibles en ese juicio. Sin embargo, esa cosa
juzgada no es inmutable, ya que una vez subsanadas las circunstancias que provocaron que el juicio
concluyera del modo en que lo hizo, puede promoverse un nuevo juicio.

Tal es el caso de los juicios ejecutivos (ejecución de cheques rechazados o pagarés impagos, por ejemplo),
en los que existe cosa juzgada formal de aquellas cuestiones que no se pudieron plantear por vía ejecutiva
pero que pueden ser tratadas en el juicio ordinario posterior.

En definitiva, estamos ante cosa juzgada formal cuando la sentencia


puede ser modificada en un procedimiento posterior porque la ley lo
prevé.

2 Cosa juzgada material


Se configura cuando el sentido de la sentencia es inmutable o irreversible en cuanto al asunto de fondo
discutido, que hace indiscutible el derecho sentenciado.

En este caso, la sentencia reúne las características de ser inimpugnable e inmutable. Es inimpugnable
porque se han agotado todas las vías recursivas y es inmutable porque no puede ser atacada o desvirtuada
por un juicio posterior.

La sentencia pasada en cosa juzgada sustancial, adquiere dos atributos esenciales: coercibilidad e
inmutabilidad. Es coercible en cuanto puede ser ejecutada compulsivamente, en caso de no serlo
voluntariamente por el obligado. Es inmutable porque ningún juez podrá modificar lo allí dispuesto.

Identificar cuándo estamos frente a una sentencia que ha pasado a autoridad de cosa juzgada parece
simple en una primera lectura, pero puede suceder que en un proceso se presente de manera más compleja,
como sucedió en el siguiente caso:

Llega la causa hasta la CSJN, en razón de Recurso extraordinario interpuesto por la parte
actora en contra de la sentencia de la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Civil y Comercial Federal, que confirmó la sentencia de primera instancia que había
desestimado en su totalidad la demanda promovida por los herederos del señor Héctor
Germán Oesterheld y el señor Francisco Solano López en contra de Ediciones Record S.A.,
reconociéndole solo a este último una indemnización por resolución de contrato. Los
reclamos pretendían reivindicar las marcas “El Eternauta” y “El Eternauta (con diseño)” y en
forma subsidiaria, declarar su nulidad, el cese de todo uso y, además, que las objeciones a
la solicitud de registro efectuadas por la demandada fueran consideradas infundadas, y
por el contrario, se reconozcan justificadas las oposiciones de los actores a la solicitud
realizada por Ediciones Record S.A.

Por otra parte, la Cámara confirmó la admisión parcial de la demanda interpuesta por el
señor Francisco Solano López contra la misma sociedad, resolviendo la procedencia de la
defensa de prescripción, desestimando la nulidad contractual y declarando la resolución
de la cesión de derechos de autor sobre los dibujos de “El Eternauta” celebrada entre las
partes.
El a quo rechazó el agravio relativo a la existencia de cosa juzgada respecto a la
titularidad de los derechos de autor de la obra en orden a lo resuelto mediante sentencia
firme recaída en la causa “Sánchez de Oesterheld, Elsa Sara c/ Scutti, Alfredo Agustín s/
nulidad de acto jurídico”. Ello así, en el entendimiento de que dicho agravio había sido
introducido en una etapa procesal inoportuna como es el alegato, y la recurrente no se
había hecho cargo del argumento del magistrado respecto a la inexistencia de identidad
de objeto, por todo lo que concluye que debe ser considerado desierto.

Contra dicho pronunciamiento, los actores, interpusieron el recurso extraordinario federal,


que fue concedido “en cuanto a los agravios relativos al instituto de la cosa juzgada y al
derecho de propiedad”, pero desestimado respecto a la causal de arbitrariedad invocada,
sin que los recurrentes interpusieran la queja pertinente. Los alcances de la concesión, en
los términos reseñados, aparecen confusos, toda vez que el vicio de arbitrariedad que se
endilga al pronunciamiento se traduciría –en el caso– en la afectación de los derechos
reconocidos por una sentencia firme, con el consiguiente gravamen al derecho de
propiedad.

Que los recurrentes alegan que se ha vulnerado el derecho de propiedad emanado de un


pronunciamiento judicial pasado en autoridad de cosa juzgada respecto de lo que
constituye el fundamento habilitante de los registros marcarios cuestionados, esto es, la
titularidad del derecho de autor de la obra cuyo título, nombre y figura del personaje
principal reproducen las marcas objeto de la controversia.

Manifiestan que al haberse decretado nulo e inexistente el contrato de cesión de


derechos sobre la obra “El Eternauta” suscripto el 8 de julio de 1982 entre la señora Elsa
Sánchez de Oesterheld y el señor Scutti –en su carácter de representante de la sociedad
demandada-, en los autos caratulados “Sánchez de Oesterheld, Elsa Sara c/ Scutti, Alfredo
Agustín s/ nulidad de acto jurídico” por sentencias de fecha 28 de noviembre de 1994 y 4
de diciembre de 1996, la actora recuperó la totalidad de los derechos de autor respecto
del guion de la obra. Agregan que existe una vinculación inescindible entre el derecho de
autor sobre la obra y el objeto perseguido en esta litis.

Sostienen que la existencia de cosa juzgada puede ser introducida en cualquier estado de
la causa y que no es exigible la rigurosa coincidencia entre los elementos de la cuestión
que fue objeto de juzgamiento y los que se deducen en la nueva demanda, sino que el
juzgador cuenta con un margen de discrecionalidad para decidir sobre la base de un
examen de los antecedentes que vinculan los litigios a fin de determinar si estos son
idénticos o no, contradictorios o susceptibles de coexistir.

Destacan que, al interponer la demanda, fundamentaron su pretensión en la recuperación


de los derechos de autor de la obra a partir del pronunciamiento en la causa sobre nulidad
de acto jurídico citada, pues si bien allí no se resolvió lo que constituye el objeto del
presente juicio, sí se determinó la titularidad del guion de “El Eternauta”.

Agregan que el argumento de la demandada, que sostiene ser titular de los derechos de
autor por la cesión que en vida le habría hecho el señor Oesterheld a los señores Seijas y
estos a su parte, es el que también utilizó para rebatir la nulidad del contrato que
suscribió el 8 de julio de 1982 con la señora Sánchez en la causa sobre nulidad de acto
jurídico mencionada, y por lo tanto es una cuestión ya resuelta que ostenta autoridad de
cosa juzgada.

Expresan que durante la ejecución de la sentencia que decretó la nulidad e inexistencia del
contrato de cesión, la Sala M de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil
expresamente reconoció la existencia de cosa juzgada respecto de la titularidad de los
derechos de autor del guion de “El Eternauta” en el pronunciamiento que dictara el 8 de
julio de 2005 (fs. 877/879 del expte. 331.151/88) y que los habilita para ser titulares de las
marcas involucradas en autos. Por lo tanto, entienden que las sentencias dictadas en
sede civil determinaron sin lugar a dudas que la mentada titularidad corresponde a los
legítimos herederos de Oesterheld, generándose a partir de allí un derecho de propiedad
a su favor del que no pueden ser privados por otra sentencia.

En este sentido, afirman que desconocer un derecho incorporado al patrimonio del


reclamante por sentencia firme, vulnera su derecho de propiedad tutelado por el art. 17 de
la Constitución Nacional y en consecuencia, el pronunciamiento impugnado sería
inconstitucional.

Que, en definitiva, los agravios giran en torno a determinar si su pretensión tiene


conexidad con lo resuelto con carácter de cosa juzgada en los autos “Sánchez de
Oesterheld, Elsa Sara c/ Scutti, Alfredo Agustín s/ nulidad de acto jurídico”, en tanto se
encuentran en juego los efectos de lo allí decidido con relación a la titularidad de los
derechos de autor y su incidencia sobre los derechos de propiedad en materia de marcas.

Ante ello, corresponde de forma ineludible en el caso analizar el planteo relacionado con la
existencia o no de cosa juzgada. Esta labor exige, como condición previa, el examen
integral de ambas contiendas a efectos de determinar si se trata del mismo asunto
sometido a decisión judicial, o que por existir continencia, conexidad, accesoriedad o
subsidiariedad, la sentencia firme ya ha decidido lo que constituye la materia o la
pretensión deducida en el nuevo juicio que se promueve (art. 347, inc. 6°, Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación), para lo cual es oportuno recordar que este Tribunal ha
señalado que la cosa juzgada busca amparar, más que el texto formal del fallo, la solución
real prevista por el juzgador.

Asimismo, esta Corte ha dicho que, si un derecho ha sido afirmado o negado en un


proceso, habrá identidad de objeto a los efectos de la cosa juzgada si en uno nuevo se
pone en cuestión el mismo derecho, aun cuando sea para sacar de él otra consecuencia
que no hubiera sido deducida en el proceso originario.

En este sentido, el examen de las constancias correspondientes a la causa “Sánchez de


Oesterheld, Elsa Sara c/ Scutti, Alfredo Agustín s/ nulidad de acto jurídico”, demuestran
que el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil n° 95 declaró nula la cesión de
derechos de autor de la obra “El Eternauta” de Héctor Germán Oesterheld efectuada el 8
de julio de 1982 por Elsa Sara Sánchez de Oesterheld a favor de Alfredo Agustín Scutti, e
inexistente con relación a los coactores, nietos del señor Oesterheld, al entender que la
cuestión encuadraba en forma precisa en lo preceptuado por el art. 954 del Código Civil
pues se encontraba acreditado tanto el requisito objetivo, por la notoria desproporción de
las prestaciones económicas del contrato, como el subjetivo, por las particulares
circunstancias que se encontraba atravesando la actora tras la desaparición de su esposo
y sus cuatro únicas hijas durante la última dictadura militar en nuestro país.

En ese pronunciamiento, que fue confirmado por la alzada, el magistrado desestimó las
defensas de Ediciones Record S.C.A. –luego S.A.- respecto a que el autor de la obra ya
había cedido esos derechos a quienes luego los vendieron a la sociedad (los señores
Seijas). Ello así, en el entendimiento de que eran insuficientes las declaraciones prestadas
por quienes habían sido cesionarios del señor Oesterheld porque a la orfandad de sus
dichos se sumaba el hecho de encontrarse involucrados en la cuestión, y además, porque
los recibos presentados no acreditaban la causa del pago ni se encontraban
fehacientemente reconocidos como emitidos por el autor de “El Eternauta”.

Es cierto por otro lado que en la causa “Scutti, Alfredo Agustín s/ defraudación” (expte.
1068), en la que se absolvió al demandado en autos del delito de defraudación por
infracción al art. 72, inciso a) de la ley 11.723 por sentencia firme de fecha 21 de agosto de
2002, se determinó mediante la producción de prueba pericial caligráfica que la firma
inserta en el instrumento de venta de los originales a los señores Seijas correspondía al
puño y letra del señor Oesterheld. Pero no obstante ello, y al margen de que tal
circunstancia no fue acreditada en la causa sobre nulidad de contrato bajo examen,
tampoco allí se comprueba y ni siquiera se analiza, si existió transmisión de los derechos
de autor sobre “El Eternauta” o como se alega, si se trató únicamente de la venta de parte
de los originales de la obra a los señores Seijas.

En autos el a quo no examinó, adecuadamente y atendiendo a las circunstancias


excepcionales de la causa, si hubo un pronunciamiento de mérito acerca de la titularidad
de los derechos de autor, sino que se limitó a evaluar de modo superficial el requisito de
identidad de objeto necesario para la aplicación del principio de cosa juzgada. Así, omitió
no solo que el contrato fue declarado nulo sino también que en aquella sentencia se
desestimó la misma defensa que la demandada esgrime en este juicio, esto es, que los
derechos de autor le fueron transmitidos con anterioridad a aquel contrato.

También se hizo caso omiso al pronunciamiento firme de la Cámara Civil en aquellas


actuaciones donde -en el marco de la ejecución de sentencia expresamente se sostiene
que “la cuestión atinente a la titularidad de los derechos de autor se encuentra resuelta y
pasada en autoridad de cosa juzgada” e impide que para la determinación de los daños la
demandada pretendiera “reeditar el conocimiento sobre el alcance de los derechos de
autor, cuando dichas cuestiones ya tuvieron el debido debate y fueron resueltas”.

Es dable concluir que la titularidad de los derechos de autor de la obra “El Eternauta” en
virtud de lo decidido en la causa “Sánchez de Oesterheld, Elsa Sara c/ Scutti, Alfredo
Agustín s/ nulidad de acto jurídico”, es el presupuesto del cual debe partir el análisis de la
pretensión perseguida en esta litis relativa a los derechos de propiedad en materia de
marcas.
Cabe recordar que conocida jurisprudencia de este Tribunal ha conferido jerarquía
constitucional a la cosa juzgada, en razón de que la inalterabilidad de los derechos
definitivamente adquiridos por sentencia firme reconoce fundamento en los derechos de
propiedad y defensa en juicio y que la estabilidad de las decisiones jurisdiccionales
constituye un presupuesto ineludible de la seguridad jurídica.

En virtud de ello, si la marca corresponde al nombre del personaje o al de la obra, como


sucede en el caso de los registros de “El Eternauta” y “El Eternauta (con diseño)”, el
derecho a su registro marcario corresponde al autor y para que otro pueda registrarlo a
su nombre, debe estar expresamente autorizado por el autor de la obra, extremo que no
ha ocurrido en estos autos.

En consecuencia, se resuelve hacer lugar al recurso extraordinario, revocar la sentencia


apelada y admitir, en lo pertinente, la demanda interpuesta, declarando la nulidad del
registro de la marca “El Eternauta” (n° 1.686.993) y “El Eternauta (con diseño)” (n°

1.765.499), ambas de la clase 16 del Nomenclador Marcario Internacional.1

[1] CSJ, Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones. Sánchez de Oesterheld, Elsa Sara y otros

c/ Ediciones Record S.A. s/ nulidad de marca. (10 de julio de 2018). Recuperado de

https://bit.ly/2ST4xHG

En el caso relatado, se puede distinguir que estamos frente a dos juicios que, si bien tenían un “objeto”
diferente, la discusión giraba en torno a un derecho que ya había sido discutido y resuelto. Por lo tanto, los
actores ya habían sido declarados con el derecho de autoría de la obra, lo que los habilitaba a reclamar ahora
sobre la nulidad de registración de la marca en nombre de la Editorial.

El juez de primera instancia desestima la demanda, por entender que


no eran los dueños de la autoría de la obra, basado en el contrato de
cesión que ya había sido declarado nulo en la causa que, luego, sirve
de fundamento para plantear la cosa juzgada al respecto.

La particularidad del caso se da porque es el propio actor del proceso el que debe plantear la cosa juzgada,
debe comprenderse que la cosa juzgada la plantea en cuanto a un derecho particularmente cuestionado por
el demandado, pero cuya contienda al respecto ya había sido resuelta. En el nuevo proceso no vino a
demandar ese derecho, sino una consecuencia derivada del reconocimiento previo de ese derecho.

El análisis que hace la CSJN para revocar la sentencia y ordenar la declaración de nulidad del registro de la
marca gira en torno a que, si un derecho ha sido afirmado o negado en un proceso, habrá identidad de objeto
a los efectos de la cosa juzgada si en uno nuevo se pone en cuestión el mismo derecho, aun cuando sea
para sacar de él otra consecuencia que no hubiera sido deducida en el proceso originario.

El derecho ya había sido afirmado, por lo cual, no correspondía al juez de esta causa considerar que no
tenían derecho en razón de un contrato declarado nulo. Aquí sólo debía determinar si correspondía declarar
la nulidad de la registración de la marca a nombre de los demandados que no tenían derecho.

Debe resaltarse que es contrario a los principios de buena fe y lealtad


que deben reinar en todo proceso judicial que los demandados
hubieran planteado la existencia de un contrato de cesión que ya había
sido declarado nulo, lo que le generó confusión al juez.

¿En qué consiste la cosa juzgada?

Una vez que firme una resolución judicial, no se pueden dictar otras resoluciones que
decidan de modo diferente la misma cuestión, sino que todas las demás resoluciones
posteriores han de tomar lo decido como punto de partida para resolver otras
cuestiones.

Durante la tramitación de un proceso, está prohibido iniciar otro proceso judicial que
tenga el mismo objeto, lo que resultaría contrario a la seguridad jurídica ante la
posibilidad de que recaigan resoluciones judiciales diferentes en cada uno de ellos.

Si durante la tramitación de un proceso civil surge que por el mismo hecho se


encuentra en trámite un proceso penal, debe suspenderse la civil hasta que haya
sentencia penal para evitar decisiones contradictorias respecto del mismo hecho.

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¿Qué atributos se adquieren cuando una sentencia ha pasado a tener autoridad


de cosa juzgada material?

Coercibilidad e inmutabilidad.

Inimpugnabilidad y mutabilidad.

Inmutabilidad e impugnabilidad.

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Para finalizar, te invitamos a leer los siguientes paper que te brindarán otras perspectivas acerca de la cosa
juzgada.

Evolución científica y cosa juzgada.pdf


1.1 MB

El único tiempo, es el tiempo de lo posible. Reflexiones sobre la


revisión de la cosa juzgada en los procesos de filiación.pdf
1 MB
LECCIÓN 2 de 3

Referencias

Añón Calvete, J. (11 de noviembre de 2015). Cosa juzgada, prejudicializada y litispendencia. Recuperado de
https://elderecho.com/cosa-juzgada-prejudicialidad-y-litispendencia

Couture, E. J. Fundamentos del Derecho Procesal Civil (2ª ed). Buenos Aires, Argentina: Ed. Depalma

CSJ, Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones. Sánchez de Oesterheld, Elsa Sara y otros c/ Ediciones
Record S.A. s/ nulidad de marca. (10 de julio de 2018). Recuperado de
http://sjconsulta.csjn.gov.ar/sjconsulta/documentos/bajarDocumentoWordById.html?
idDocumento=7464721&cache=1533513600090

Salgado, J. M. (2014). Evolución científica y cosa juzgada. Publicado en RDF. Cita Online:
AR/DOC/5017/2014

Zabalza, G. (2015). El único tiempo, es el tiempo de lo posible. Reflexiones sobre la revisión de la cosa
juzgada en los procesos de filiación. Publicado en RDF. Cita Online: AR/DOC/5257/2015
LECCIÓN 3 de 3

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Cosa juzgada.pdf
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La impugnación procesal

En la tramitación del proceso judicial pueden cometerse errores de distinto tipo que justifiquen que los litigantes cuenten con vías
impugnativas procesales para reparar las posibles erratas cometidas.

La posibilidad de deducir impugnaciones es amplia y no se ve limitada únicamente a la objeción de las sentencias, sino que es
posible a lo largo de todo el trámite judicial con diferentes características y por diferentes medios. Esto significa que los errores
pueden provenir de las partes, del juez o de terceros auxiliares.

Los errores que se configuren en el proceso pueden ser removidos por diversas vías que el ordenamiento procesal prevé, pero lo
importante es saber discernir en cada caso cuál es la vía apta. De lo contrario, se puede frustrar el derecho a subsanar el error por
no haber encauzado la impugnación de conformidad con las reglas procesales. Esto significa que, de elegir mal la vía impugnativa,
se podría perder el derecho a subsanar un error advertido.

Las vías impugnativas son: recursos, excepciones, incidentes y acciones.

Vías impugnativas: recursos, excepciones, incidentes y acciones

Errores que afectan el proceso. Vicios

Video conceptual

Referencias

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LECCIÓN 1 de 5

Vías impugnativas: recursos, excepciones, incidentes y acciones

Habiéndose destacado la importancia que tiene la articulación de la vía impugnativa idónea, bajo pena de perder el derecho a impugnar el acto, se ha establecido el
principio de unicidad de los recursos. Esto significa que las resoluciones judiciales toleran solo un sendero impugnativo específico. Ello quiere que decir que, para
cada tipo de error, hay una sola vía impugnativa eficiente, no muchas ni cualquiera de todas. Una puntual.

Los incidentes, pueden ser nominados o innominados. De todos los existentes, en este caso, solo nos interesa aquél de tipo impugnativo que
es el incidente de nulidad. Es decir, el objeto de la impugnación, serán los actos emanados de las partes, de terceros, o del tribunal siempre
que no sean actos de decisión, y que, por lo tanto, no tengan una vía específicamente prevista para su ataque. Así, por ejemplo, está el
incidente de nulidad de la citación inicial, que se da cuando el demandado fue mal notificado del decreto de admisión de la demanda. Es decir,
no pudo tomar conocimiento de la existencia del proceso en su contra y ello le impidió la posibilidad de defenderse.

Los recursos, son las vías impugnativas que tienden a revisar actos de decisión del tribunal intervinientes. Los actos de decisión son los
decretos, autos y sentencias. Los recursos pueden ser ordinarios, cuando proceden frente a causales genéricas, tales como, la reposición y la
apelación. O extraordinarios, cuando proceden ante causales específicamente enunciadas en la ley procesal, tales como la casación y la
inconstitucionalidad.

Las excepciones, que se presentan al momento de la defensa de las partes, consisten en la posibilidad de alegar la existencia de nulidades de
los presupuestos procesales (incompetencia, defecto legal o falta de personería) o la existencia de autoridad de cosa juzgada.

Las acciones impugnativas son las únicas que suponen la existencia de un proceso que ya alcanzó la autoridad de cosa juzgada. Por razones
extraprocesales, se admite la impugnación de todo ese juicio o de la sentencia, para dejar sin efecto la cosa juzgada o eficacia de la sentencia
y lograr un nuevo pronunciamiento. Así, por ejemplo, existen la acción de revisión1, la acción de cosa juzgada írrita y la acción autónoma de
nulidad.

[1] En algunos ordenamientos está colocada entre los recursos, y se la llama “recurso de revisión” aunque técnicamente sea una acción. Tal es el
caso del procedimiento civil en la provincia de Córdoba.

A continuación te invitamos a leer el siguiente paper donde podrás profundizar acerca de los recursos judiciales y demás medios impugnativos en Iberoamérica.

Los recursos judiciales y demás medios impugnativos en Iberoamérica.pdf


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LECCIÓN 2 de 5

Errores que afectan el proceso. Vicios

Los vicios que afectan el proceso se agrupan en tres grandes conjuntos, a saber:

Errores in iudicando.

Errores in procedento.

Errores in cogitando.

En las dos primeras clasificaciones, el error puede recaer sobre los hechos (in factum) o el derecho (in iure), entonces, finalmente tendremos los siguientes:

1 Error in iure iudicando: se da cuando el juez se equivoca en la norma legal sustancial aplicable a la causa o
yerra en su interpretación. Por ejemplo, en un accidente de tránsito, se aplica la regla de atribución de
responsabilidad subjetiva en lugar de la regla de atribución de responsabilidad objetiva correspondiente.

2 Error in factum iudicando: se da cuando el juez valora inadecuadamente los hechos de fondo de la cuestión
sometida a juzgamiento. Por ejemplo, el juez valora inadecuadamente la prueba relativa al fondo de la
cuestión y, por ende, tiene por configurado el hecho que debe juzgar de un modo que no ha ocurrido.

3 Error in iure procedendo: se da cuando el juez se equivoca en la norma legal procesal aplicable a la causa o
yerra en su interpretación. Por ejemplo, si en un decreto se resolviera que el plazo para deducir apelación
en el juicio de amparo es de cinco días, cuando en realidad está previsto un plazo de 48hs.

4 Error in factum procedendo: se da cuando se valoran inadecuadamente las constancias de la causa respecto de una situación que refiere a la
relación jurídico-procesal. Por ejemplo, cuando se comienza a computar un plazo a partir de una cédula de notificación que no estaba dirigida al
domicilio constituido y se le venció el plazo de conformidad a esa cédula mal dirigida.

5 Error in cogitando: se da cuando el juez razona mal, desoyendo las reglas de la lógica formal o las propias de la teoría de la argumentación. El
error puede recaer tanto respecto de una cuestión procesal como de la sustancial. Son errores del pensar y de la comunicación de ese pensar.
La Corte Suprema, ha resuelto en reiteradas oportunidades que la doctrina de la arbitrariedad no tiene por objeto convertir a la Corte en un
tribunal de tercera instancia ordinaria, sino que procura cubrir casos de carácter excepcional en los que por graves deficiencias lógicas del
razonamiento o por una total ausencia de fundamento jurídico se impida poder considerar el pronunciamiento de los jueces ordinarios como
una sentencia fundada en ley, con directa lesión a la garantía del debido proceso.

¿Cuándo existe un error in cogitando?


Cuando el juez razona mal, desoyendo las reglas de la lógica formal o las propias de la teoría de la argumentación.

Cuando el juez se equivoca en la norma legal procesal aplicable a la causa o yerra en la interpretación de la misma.

Cuando el juez valora inadecuadamente los hechos de fondo de la cuestión sometida a juzgamiento.

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En referencia a los errores in cogitando, que son aquellos que requieren un poco más de análisis para lograr identificarlos, la Suprema Corte de la Nación ha
desarrollado la doctrina de la arbitrariedad. La arbitrariedad, en numerosos casos deviene tal, por la inobservancia del principio de no contradicción o del principio
de razón suficiente. En consecuencia, esta inobservancia es la causa de la arbitrariedad y no al revés. La arbitrariedad es el efecto. La violación del principio lógico
es la causa. Así, por ejemplo, lo vemos en el siguiente caso:

Se planteó un recurso de hecho (de queja ante la CSJN) por parte de los actores en la causa “Bichute de Larsen, Silvia María y otros c/ Tintas
Letta S.A.I.C.”, en razón de las siguientes cuestiones acontecidas en el caso.

Contra la sentencia de la Sala III de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, que confirmó el fallo de la instancia anterior que había hecho
lugar parcialmente a la pretensión de cobro de la indemnización por accidente de trabajo, la actora interpuso el recurso extraordinario cuya
denegación motivó finalmente la queja.

En su recurso la apelante planteó la arbitrariedad del pronunciamiento y mantuvo la inconstitucionalidad del tope establecido por el art. 8, inc. a,
de la ley 9688 (texto según ley 23.643) y de la resolución del Consejo Nacional del Salario Mínimo Vital y Móvil n° 1/91. De ambas impugnaciones
corresponde considerar en primer término la aducida arbitrariedad, pues, de configurarse ella, no habría sentencia propiamente dicha.

Que, en efecto, al dictar la sentencia los miembros de la cámara procedieron del siguiente modo: el juez que se pronunció en primer lugar
propuso -por razones de economía procesal- que debía confirmarse el fallo de la instancia anterior sobre la base de los fundamentos dados
por la mayoría en la causa "Duarte Juan Bautista c/ sucesores de Bartolomé Bevilacqua S.A. s/ accidente-ley 9688" del 30 de junio de 1992.
Pero aclaró que ello era sin perjuicio de dejar a salvo su opinión expuesta en minoría en ese precedente. El segundo de los magistrados se adhirió
a ese voto.

Que de la circunstancia señalada surge la falta de coherencia del primer voto en sí mismo, pues confirma la sentencia del juez de primera
instancia con sustento en fundamentos que son contrarios a su propia convicción, sin que se diera ningún supuesto de obligación legal para
proceder de tal modo. Ello importa una violación a elementales principios constitucionales que exigen que el fallo sea un acto motivado y
razonado (art. 18 de la Constitución Nacional), en garantía del derecho de los justiciables, y autoriza a descalificarlo como acto judicial válido.

Por otro lado, la actora sostuvo que, en el sub lite, debido al ínfimo ajuste que se le había aplicado al salario mínimo, vital y móvil, el monto del tope
que resultaba de aplicar ese salario era antojadizo y mezquino y no reflejaba la situación que contemplaba la ley al momento de su sanción, lo que
importaba desconocer las garantías de los arts. 16 y 17 de la Constitución Nacional. Tal postura fue reiterada al expresar agravios ante la alzada
en los siguientes términos: "no se cuestiona el establecimiento de un tope indemnizatorio, sino en...su aplicación literal...en virtud de la
determinación arbitraria de un salario mínimo vital...que no guarda relación real con su propia definición y objetivos...". Por ello, tachó de
inconstitucional tanto la resolución de la C.N.S.M.V.M. 1/91 como el tope del art. 8, inc. a, de la ley 9688, en cuanto se basó en un salario mínimo
que no reunía los requisitos de vital y móvil (ver fs. 5 vta. y 68). 7°) La cámara no dio respuesta a tales planteos, ya que al remitirse al precedente
"Duarte", en el que sólo se realizó una afirmación genérica referente a la imposibilidad del órgano judicial de revisar el sistema reparatorio por
constituir su determinación resorte exclusivo del legislador, omitió considerar si la citada resolución importó el ejercicio razonable de la
facultad reglamentaria del art. 14 de la Carta Magna y si, debido a las particularidades del sub examine, la remuneración mínima configuraba la
supresión o desnaturalización del derecho que se pretendía asignar, o si tal importe había sido establecido en forma absurda o arbitraria.

De ese modo, el fallo excluye el tratamiento de temas que resultaban esenciales para dilucidar el derecho controvertido, con grave menoscabo
de las garantías de defensa en juicio, de la inviolabilidad de la propiedad y de la justicia en los pronunciamientos judiciales (Fallos: 295:120;
301:591 y 311:435), por lo que corresponde su descalificación con arreglo a la doctrina citada en el considerando 3°, pues media en el caso la
relación directa e inmediata entre lo debatido y resuelto y las garantías superiores que se dicen vulneradas (art. 15 de la ley 48), sin que ello
implique emitir juicio sobre la solución que en definitiva se dicte sobre el fondo del litigio.

Por lo expuesto, se declaró procedente el recurso extraordinario interpuesto y se deja sin efecto la sentencia. Vuelvan los autos al tribunal de

origen a fin de que, por medio de quien corresponda, se dicte nuevo pronunciamiento con arreglo a la presente1.

[1] CSJN, Sala III de la Cámara Nacional de Apelaciones. Recurso de hecho deducido por los actores en la causa Bichute de Larsen, Silvia María y otros

c/ Tintas Letta S.A.I.C. (23 de febrero de 1995). Fallos: 318:189. Recuperado de https://bit.ly/35mHojn

La CSJN ha ido poniendo de realce que la violación del principio de no contradicción aparece de diversas maneras: algunas veces, está muy oculta; pero, en otras
ocasiones, salta inmediatamente a la vista. En este caso ocurre una situación muy incauta y nada frecuente.

Por un lado, dicen que por razones de economía procesal se remite a los fundamentos precisados, por mayoría, en el caso “Duarte, Juan Bautista v. sucesores de
Bartolomé Bevilacqua S.A. s/accidente-ley 9688[MMD1] ”. En ese caso al que se remitieron, lo que había sucedido fue que la mayoría, en efecto, definió y falló la
causa sosteniendo la tesis A. La minoría, constituida por el Vocal opinante en el caso de Bichute, sostuvo la tesis B (contraria a la tesis A). Ahora bien, en la causa
“Bichute de Larsen, Silvia M. y otros v. Tintas Letta S.A.”, el mismo Vocal votó dando como fundamentos los de la mayoría del caso Duarte que sostuvo la tesis A,
contraria a la B, que él sostuviera en aquellos autos. Es decir, el vocal da como fundamento para el caso las razones contrarias a las que él profesa. Es evidente
que esa contradicción implica que no existe una derivación razonada de sus motivos, sino una contradicción en sus tesis.

Nada obliga a un juez a adoptar una tesis contraria a sus convicciones. Los fundamentos en que se apoyó el magistrado para fallar le son ajenos. Su pensamiento
está en contradicción consigo mismo y opera una violación del principio en cuanto a que el fallo viene a basarse en razones contradictorias del pensamiento del
juzgador.

Por otro lado, el fallo, en verdad, no tiene fundamentos, al menos propios.

¿Qué vía impugnativa es la apta para atacar una sentencia judicial?

Recurso.

Incidente.

Acción.

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A continuación te invitamos a leer el siguiente paper donde podrás profundizar acerca de la acción autónoma de nulidad.

Acción autónoma de nulidad, colisión entre la cosa juzgada y las garantías del debido proceso.pdf
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El derecho de impugnación. Las distintas vías impugnativas

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Referencias

CSJN, Sala III de la Cámara Nacional de Apelaciones. Recurso de hecho deducido por los actores en la causa Bichute de Larsen, Silvia María y otros c/ Tintas
Letta S.A.I.C. (23 de febrero de 1995). Fallos: 318:189. Recuperado de http://www.planetaius.com.ar/fallos/jurisprudencia-b/caso-Bichute-de-Larsen-Silvia-M-Y-
otros-c-Tintas-Letta-SA.htm

Márquez, J. (2016). Acción autónoma de nulidad: colisión entre la cosa juzgada y las garantías del debido proceso. Publicado en LA LEY. Recuperado de
https://www.academia.edu/31708151/ACCI%C3%93N_AUT%C3%93NOMA_DE_NULIDAD_COLISI%C3%93N_ENTRE_LA_COSA_JUZGADA_Y_LAS_GARANT%C3%8
DAS_DEL_DEBIDO_PROCESO

Véscovi, E. (1988). Los recursos judiciales y demás medios impugnativos en Iberoamérica. Publicado en LA LEY. Cita Online: AR/DOC/9758/2001
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La impugnación procesal.pdf
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Incidentes

Hemos dejado en claro a lo largo de toda la materia que el proceso judicial se


encuentra estructurado en etapas. A pesar de que ello suene lineal, lo cierto es que
la mayoría de las veces el orden del proceso se ve alterado por cuestiones conexas
que surgen durante el proceso. Ante esos casos, el incidente tiene por virtualidad
evitar la demora del juicio principal por la cuestión accesoria surgida.

En los incidentes se dan dos circunstancias: se originan durante la pendencia del


juicio y tendrán una resolución independiente y anticipada. Esto significa que se
caracterizan por su accesoriedad al juicio principal.

Por el trámite procesal que tengan, estos incidentes pueden ser nominados o
innominados, según tengan trámite regulado específicamente en la legislación
procesal de que se trate o se rijan en forma genérica por el procedimiento abreviado.

Por el efecto, los incidentes pueden ser suspensivos o no suspensivos, según


impidan la prosecución del juicio principal en la misma pieza procesal hasta la
resolución de la incidencia o no afecten el desarrollo del juicio principal y tramiten por
cuerda separada. Por ello, el incidente que trámite por cuerda separada debe
bastarse a sí mismo, en él deben reproducirse las piezas del principal que resulten
elementales para resolver la cuestión incidental y tiene foliatura correlativa propia
derivada del decreto que ordena su formación.

Los incidentes como medios impugnativos


Referencias

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LECCIÓN 1 de 4

Los incidentes como medios impugnativos

Si bien se definieron los incidentes como aquellas cuestiones que se suscitan durante la tramitación de un
proceso y que tienen alguna conexión con él, muchas veces esas cuestiones son una especie dentro del
género de las impugnaciones.

En este sentido, el incidente de nulidad es un medio impugnativo previsto por la ley para atacar los vicios en
forma de los actos del proceso que no sean resoluciones jurisdiccionales.

Los actos procesales nulos tienen presupuestos y caracteres que los distinguen, y que se encuentran
enunciados a través de cinco principios:

Principio de especificidad

Refiere a que los jueces no pueden declarar otras nulidades que no sean las estipuladas por la ley. No hay
nulidad sin un texto legal que la conmine, este es el punto de partida de todo el régimen de nulidades. Ahora
bien, no se trata de un mero catálogo de infracciones, sino que también habrá nulidad cuando ella sea la
consecuencia de la omisión de formalidades esenciales del acto. Se utiliza un postulado general que tiene
utilidad para determinar si nos encontramos frente a una nulidad o no: hay vicio de procedimiento que
importa nulidad implícita cuando tal irregularidad suponga violación de los principios básicos del proceso
(Berizonce, 2004).

Principio de convalidación

Se admite que las nulidades del procedimiento puedan ser saneadas por la concurrencia de voluntad de las
partes en forma manifiesta o tácita. Ya sea, porque se ratifique el acto o porque se venza el plazo acordado
para impugnarlas. Este principio sólo rige para las nulidades procesales y no para las nulidades de actos
inexistentes o vicios sustanciales que se rigen por las normas del Código Civil y Comercial de la Nación.
Con respecto a este principio, resulta importante hablar del llamado decreto “de Autos”, ya que una vez
firme éste precluye la posibilidad de invocar nulidades del procedimiento. Pasada la etapa resolutoria, sólo
se podrán impugnar los vicios de la sentencia. A esta regla se presentan algunas excepciones puntuales,
como el caso del incidente de nulidad de la citación inicial, en el que el demandado que nunca tomó
conocimiento de la existencia del proceso en su contra por haber sido mal notificado, podría plantear
nulidad de la cédula de citación y hacer que el proceso vuelva hasta el momento de la notificación de la
demanda.

Principio de trascendencia

Este principio plantea que no hay nulidad sin perjuicio. Además del vicio formal que no fue saneado, se
requiere que quien pide la nulidad demuestre que el acto le provocó un perjuicio cierto e irreparable. No
basta la sola infracción a la forma si no produce un agravio a la parte. Para esto, el perjudicado deberá
expresar cuál es el perjuicio sufrido o mencionar las defensas que no ha podido oponer. La nulidad procesal
requiere un perjuicio concreto para alguna de las partes pues no procede su declaración en el solo interés
del formal cumplimiento de la ley, ya que resulta inaceptable en el ámbito del derecho procesal la
declaración de una nulidad por la nulidad misma.

Principio de protección

El vicio debe emanar del órgano jurisdiccional o de la parte contraria. Quien haya dado lugar a la nulidad no
podrá sostener luego la invalidez del acto. Esta regla se asienta en los principios de lealtad y buena fe
procesal. Es necesario que quien invoca el vicio, no haya coadyuvado con su conducta a la tipificación del
acto irregular. No se ampara la propia torpeza.

Principio de conservación

Este principio plantea que es conveniente preservar la eficacia y validez de los actos frente a la posibilidad
de su anulación, lo que llevaría a un resultado disvalioso. Este principio trae dos consecuencias. Por un lado,
si el acto irregular o defectuoso ha logrado el fin al que estaba destinado, será válido. Por otro lado, ante la
duda sobre la configuración de un vicio procesal o de la existencia de un defecto, debe desestimarse la
nulidad y corresponde declarar su validez.

¿Qué principio admite que las nulidades del procedimiento puedan ser
saneadas por la concurrencia de voluntad de las partes en forma manifiesta o
tácita?

Principio de convalidación.

Principio de especificidad.

Principio de conservación.

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El incidente de nulidad cuestiona vicios de procedimiento de cualquier acto procesal que no derive de una
resolución jurisdiccional. La nulidad será declarada a pedido de la parte. Puede suceder que por
interpretaciones de la ley o de los actos introducidos al proceso, resulte un poco más complejo comprender
cómo juegan los principios que rigen la nulidad, o quién debe cumplir cada uno. Así, por ejemplo, lo vemos en
el siguiente caso:
En el caso, la parte demandada interpuso recurso de apelación subsidiario contra la
resolución que tuvo por no presentado el escrito de contestación de la demanda y, en
consecuencia, por no contestada la demanda, por haber vencido el plazo que tenía para
ratificar la gestión procesal invocada en tal presentación.

Sostuvo el recurrente que, si bien, no cabe discusión alguna respecto al plazo determinado
por el art. 9 de la ley 921, el interrogante se plantea en relación al momento a partir del que
deberá contarse tal término, ya que tal normativa nada prevé al respecto.

Entendió que el criterio jurisprudencial citado por la a quo proviene de una repetición
sistemática del art. 48 del Código Procesal de Nación, el cual sí dispone expresamente que
el plazo comenzará a correr desde la primera presentación del gestor.

Indicó que el legislador local excluye tal cuestión y que ante la falta de una mención
expresa, el plazo deberá ser computado desde la primera providencia que tienen al letrado
que invoca una presentación de urgencia en la calidad de gestor.

Indica que en autos no hubo providencia alguna desde la primera presentación, quedando
el expediente en despacho hasta el dictado de la resolución, así como tampoco
manifestación de la parte contraria; lo que le permite concluir en que la providencia arroga
facultades que no le fueron conferidas a la a quo, deviniendo la providencia atacada en
arbitraria y contraria a la garantía constitucional de la defensa, la cual debe primar.

Agregó que, además, se ha omitido aplicar lo previsto por el art. 21 de la ley 921, el que
señala que ante una omisión, deberá ordenarse sea salvada dentro del tercer día,
intimándose al tal efecto.

La actora no contestó el traslado del memorial de agravios.

Esta Sala se ha expedido reiteradamente respecto de la naturaleza y operatividad de la


disposición del art. 48 del CPCyC, que reproduce el art. 9 de la Ley 921, aunque con un
plazo menor.

Se sostuvo que: “El plazo estipulado por el art. 9 de la ley 921 es perentorio y, por lo tanto
fatal, comienza a correr desde la fecha en que se invocó la franquicia, no correspondiendo
a los efectos del cumplimiento del mismo, información previa ni providencia alguna”
(PI.1993-II-298/299, Sala II).

Así también que “El art. 9 de la Ley 921 dispone con absoluta precisión la obligación del
gestor de acreditar la personería que invoca, o hacer ratificar la gestión en un plazo
perentorio, que en el caso que nos ocupa es de diez días, del mismo modo que determina
la sanción para su incumplimiento: la nulidad de todo lo actuado por el gestor” (PI.2006 TºI
Fº116/117 Sala II, PI.1996-II-203/204, Sala I).

Y que, “La sanción de nulidad allí prevista es declarable de oficio, mediando sólo la
comprobación del transcurso del plazo y sin necesidad de ninguna sustanciación.” (P.I.
1998 -I- 81, SALA I, CC1 NQ, CA 137 RSI-81-98 I 31-3-98, Juba).

Es decir, si no se cumple con los requisitos que impone la norma citada, o sea, no se
acompañan los instrumentos o ratifican la gestión en el plazo de diez días (art. 9, L. 921),
sobreviene la nulidad de lo actuado sin que sea necesaria intimación previa ni
sustanciación alguna, consagrándose una nulidad distinta a la contemplada en los
artículos 169 a 174 del ritual, por cuyo motivo, para su declaración no es necesario que
concurran todos los requisitos enunciados en las normas de forma. La nulidad se opera de
pleno derecho si con anterioridad al vencimiento de los sesenta días de la primera
presentación del gestor, no se acredita la personería ni se ratifica la gestión, no resultando
suficiente la presentación posterior del poder para purgar el vicio.

Según las constancias de lo actuado, el letrado apoderado de la demandada se presenta


en carácter de gestor procesal, presentación que es proveído por el juzgado con fecha 2 de
febrero de 2012 (fs. 13), la cual no fue ratificada en tiempo y forma. Razón por la que el
magistrado de oficio, declara la nulidad con fecha 5 de julio de 2012.

Posteriormente, se presenta el actor con nuevo patrocinio letrado, desconformándose con


el auto. Si bien en dicha presentación ratifica lo actuado, lo hace en forma tardía, no siendo
pasible de sanear la nulidad, dado que media decisión que así la declara.

Remárquese que la facultad que posibilita la actuación en juicio del gestor es excepcional,
y tiene el fin práctico de asegurar la defensa en juicio a que conduce el incumplimiento de
la obligación impuesta.

Sin perjuicio de no encontrarse trabada la litis, como se dijo, no resulta suficiente la


ratificación posterior para purgar el vicio de nulidad derivado de la falta de presentación del
correspondiente poder, dentro del plazo legal indicado.

Así se ha dicho: “La tardía acreditación de personería sanea la nulidad cuando la


agregación del poder o de la ratificación ha sido admitida –expresa o tácitamente- por la
parte contraria y no ha mediado hasta entonces decisión judicial que la declare” (CNFed.
Cont. Adm., en pleno, 31/5/77, “Lovida c. Industrias Yuvena”, JA, 1978-I-216).

En función de lo expuesto precedentemente, el auto apelado se encuentra ajustado a


derecho, toda vez que a la fecha del dictado del mismo el plazo previsto por el art. 9 de la
ley 921, se encontraba vencido...”

Si bien es cierto que la normativa procesal local, a diferencia de la nacional, no contiene


una previsión expresa acerca del momento en que deberá contarse el término de 10 días
para la ratificación de la gestión procesal, desde un punto de vista técnico-jurídico la
interpretación transcripta no puede entenderse como una modificación normativa o como
una sustitución al legislador. Ello, por cuanto la decisión por la que se le da sentido o
alcance a una norma no invade ninguna facultad legislativa, resultando una facultad del
juez recurrir a las fuentes disponibles en todo el sistema jurídico para interpretar la ley,
más aún, en aquellos casos no previstos por la norma, acudiendo no sólo a las palabras o
a la finalidad expresadas por el legislador, sino también, a las leyes análogas, los principios
y valores jurídicos, como así también, las disposiciones que surgen de los tratados de
derechos humanos (art. 2, Código Civil y Comercial).

Finalmente, la posición antedicha es la que también postula el Tribunal Superior de


Justicia, quien ha sostenido, con cita de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que el
plazo para ratificar la gestión se cuenta a partir de la primera presentación del gestor (Cfr.
R.I N°170/2014 del Registro de la Secretaría Civil, “C.S.B. Agro S.A C/ Neuquén Produce
S.A”, expte. n° 147/2013).

Por lo cual, el inicio del cómputo indicado por la jueza de primera instancia resulta acorde
con los criterios sostenidos por esta instancia.

Partiendo, entonces de aquel, concluimos también en que a la fecha del dictado de la


decisión apelada, el plazo de ratificación se encontró vencido, reiterándose que es el
vencimiento del plazo el que acarrea la sanción, la que opera de pleno derecho.

Es así que, las manifestaciones de la contraria, o la ausencia de ellas, resultan


inconducentes a efectos de purgar la nulidad, una vez resuelta, como así también,
inaplicable lo previsto por el art. 21 de la ley 921.

Por lo expuesto, se confirma la decisión tomada en la sentencia de grado1.

[1] Sala II de Neuquén. BRIONES VICTOR EDUARDO C/ ARNONI DANIEL ALBERTO S/ DESPIDO Y

COBRO DE HABERES. EXP Nº 512640. (6 de diciembre de 2018). Recuperado de

https://bit.ly/36s4pD0

En el caso planteado se advierte que la legislación de Neuquén prevé para el caso de los gestores un plazo
para que acrediten tal representación. Vencido ese plazo sin haberla acreditado, se tiene por no presentado
el acto. Es inválido por falta de cumplimiento de las solemnidades. Es decir, estamos ante una nulidad
específicamente prevista por la legislación. Razón ésta que tuvo el juez para sentenciar en el sentido que lo
hizo.

Teniendo en cuenta los principios que rigen el régimen de nulidades procesales, puede señalarse que el
propio demandado intentó “purgar” su nulidad, a los fines de que se tuviera por contestada la demanda.
Al respecto, la Cámara hace un excelente análisis y ordena los
principios, al decir que no resulta suficiente la ratificación posterior
para purgar el vicio de nulidad derivado de la falta de presentación del
correspondiente poder, dentro del plazo legal indicado.

La tardía acreditación de personería sanea la nulidad con la agregación del poder (lo que no hizo el
demandado que solo manifestó que ratificaba lo dicho) o con la ratificación –expresa o tácitamente- por la
parte contraria y no hubiera mediado hasta entonces decisión judicial que la declare.

Esto quiere decir que la “purga” o “convalidación” del acto por mera manifestación, en este caso, tendría que
haber venido de parte del actor y no del demandado, quien fue el que provocó el acto inválido al no haber
acompañado el poder exigido en el plazo oportuno ni en ninguna otra oportunidad.

En definitiva, es importante poder distinguir la concurrencia de los principios pero además que el
cumplimiento de ellos provenga de parte de quien corresponde.

¿Ante qué tipo de actos se pueden plantear incidentes impugnativos?

Ante vicios de forma de los actos del proceso que no sean resoluciones
jurisdiccionales.

Ante vicios sustanciales de los actos jurídicos incorporados al proceso.

Ante vicios de forma de las resoluciones jurisdiccionales.

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LECCIÓN 2 de 4

Referencias

Berizonce, R. O. (2004). Lineaneamiento del proceso, rechazo in limine e improponibilidad objetiva de la


demanda. En Revista de Derecho Procesal 2 pp. 81-98 (Ejemplar dedicado a Demanda y reconvención
(segunda parte)). Santa Fe, Argentina: Rubinzal-Culzon.

Sala II de Neuquén. BRIONES VICTOR EDUARDO C/ ARNONI DANIEL ALBERTO S/ DESPIDO Y COBRO DE
HABERES. EXP Nº 512640. (6 de diciembre de 2018). Recuperado de
http://200.41.231.85/cmoext.nsf/8e075db5e6289737032576fe00491375/aec94628df4f1d2b032583f40059a
58a?OpenDocument
LECCIÓN 3 de 4

Revisión del módulo

Sentencia

La sentencia es un acto judicial procesal efectuado por el juez de la causa en el que,analizando las
constancias de la causa, decide darle una solución al conflicto. Esto es, se alcanza la finalidad que se tuvo
en miras al iniciar el proceso judicial.

Cosa juzgada

Una vez concluido el proceso, la Sentencia que se dicte despliega efectos tendientes a evitar la posibilidad
de que se ejercite un ulterior proceso por la misma controversia, si concurre la identidad o conexión
suficiente, dando seguridad jurídica a los ciudadanos.

La impugnación procesal

En la tramitación del proceso judicial pueden cometerse errores de distinto tipo. Para ello, los litigantes
cuentan con vías impugnativas procesales para reparar las posibles equivocaciones cometidas.

Incidentes

Durante el proceso judicial pueden surgir cuestiones que tienen alguna conexión con él. Esas cuestiones
conexas se resuelven por medio de los llamados “incidentes” sin perjudicar la tramitación del proceso
principal.
LECCIÓN 4 de 4

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