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I – Mito y tragedia
¿Quién cuenta los mitos? ¿Quién rememora esos relatos inmemoriales de interés comunitario que vienen
de mucho atrás y se refieren a un pasado fabuloso y que, de algún modo, tienen una función ejemplar
para la colectividad y para el individuo, que los aceptan como paradigmas? ¿Quién se constituye en
custodio de esos mitos, narraciones orales o textos que, herencia de todos, se transmiten como un legado
incesante de generación en generación? ¿Quién defiende de la dispersión, del desorden fantástico y del
olvido esas viejas historias de la tribu, que viajan por las sendas de la memoria?
De algún modo es la comunidad entera del pueblo o quien guarda y alberga en su memoria esos relatos.
Los mitos circulan por doquier. Las instituciones se apoyan en los mitos; se recurre a ellos para tomar
decisiones; se interpretan hechos de acuerdo con ellos. Los más viejos se los cuentan a los más jóvenes,
y éstos se inician en los saberes tradicionales de su pueblo mediante los grandes relatos de los dioses y
los héroes fundadores.
Pero junto a esa circulación familiar y colectiva, en cada sociedad suele haber unos individuos
especialmente dotados o privilegiados para asumir la tarea específica de referir esos relatos tradicionales.
Son los sabios de la tribu, los más versados en el arte de narrar, los profesionales de la memoria o la
escritura, quienes están designados habitualmente para tan ardua labor. Los mitos incorporan una
ancestral experiencia y una explicación simbólica de los fundamentos de la vida social. De ahí que su
conservación y transmisión sea una tarea generalmente respetable y estimada. Esa transmisión
mitológica tiene mucho que ver con la educación, pero también con la religión y el culto. Así que muchas
veces son los sacerdotes quienes velan por la transmisión de ese acervo de doctrinas. En otras ocasiones
quienes asumen tan noble papel son personas dotadas con una especial capacidad para comunicarse con
el mundo divino, como los profetas o vates, que ven más lejos que los demás, y extienden su saber hacia
el pasado y quizás hacia el futuro.
Los mitos reflejan siempre la sociedad que los creó y los mantiene. Por otro lado, a pesar de su afán por
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Hombre que sigue las huellas de otro, especialmente el que sigue una escuela o un estilo de una generación anterior.
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Poeta heroico o lírico de cualquier época o país.
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mantenerse inalterados, a pesar de su anhelo de recluir lo histórico, los mitos se van alterando a través de
los sucesivos recuentos. Ahora bien, la transmisión y el paulatino alterarse de los mitos se ha visto
afectado en la sociedad helénica3 por tres factores determinantes: el primero es que fueran los poetas los
guardianes de los mitos; esta relación entre la mitología y la poesía ha conferido a aquella una inusitada
libertad. En segundo lugar, la aparición de la escritura alfabética ha significado una revolución en la
cultura griega; con ello la mitología queda unida a la Literatura y expuesta a la crítica y la ironía, como no
lo está en otras culturas donde la transmisión es oral o bien está ligada a un libro canónico. En tercer
lugar, está la aparición de la filosofía y el racionalismo en la Jonia del siglo VI a C 4. Y su prolongación en
la la filosofía posterior, que intenta dar una explicación del mundo y la vida humana mediante la razón, en
un proceso crítico de enfrentamiento al saber mítico.
La aparición de la escritura significa un enorme avance cultural. No sólo es el fin de la palabra viva como
base del recuerdo sino el comienzo de la crítica y la disolución de lo mítico. En el siglo VIII se introduce la
escritura alfabética en Grecia pero recién a finales del siglo V la mentalidad griega abandona la cultura de
la oralidad y nace una nueva manera de ver el pasado y el presente. La poesía adquiere más libertad y
originalidad que no es incompatible con su afán de transmitir el repertorio mítico. El poeta ya no es sólo un
recordador sino un creador; más que cantor (aoidos), es un poeta (poietés) y la inspiración es mucho más
que memoria. La literatura selecciona entre las variantes míticas y en un país fragmentado políticamente
como era Grecia escoge también entre las variantes locales de las tradiciones por razones momentáneas
o en atención a su público, silenciando, censurando o modificando un mito tradicional por razones de
moralidad. Homero ha modificado sus relatos ajustándolos al gusto de sus auditores como los
tragediógrafos exponían su versión cívica de los episodios heroicos venidos de un mundo arcaico al
mundo ateniense.
La literatura griega clásica y arcaica estaba dirigida a un público amplio, a un auditorio ciudadano y tuvo
siempre una vertiente educativa. La literatura fue en Grecia paideia y mousiké. Es decir, formación y arte
de las musas. Los poetas fueron entonces los educadores del pueblo. La poesía, a su vez, se enraizaba
en el recuerdo de los mitos. También las tragedias estaban hechas sobre ellos. Las tragedias se
representaban en un marco ciudadano, en el teatro de Dioniso al pie de la Acrópolis, y en unas fiestas
cívicas, las dionisíacas, ante un auditorio que era toda la ciudad. La representación conservaba, en su
marco festivo, muchos elementos religiosos. Y es interesante subrayar que fue justamente una polis
democrática como Atenas la que velaba oficialmente por esas representaciones teatrales mientras que no
se preocupaba por facilitar el aprendizaje de la lectura y la escritura. El estado ateniense velaba por el
teatro, como si este fuera fundamento de la cultura y la sociabilidad, como algo fundamental para la
paideia comunitaria. La épica y la tragedia fueron no sólo formas del arte, sino también instituciones
sociales de valor educativo.
Los mitos hablaban de héroes y de dioses, que habían actuado en un tiempo remoto, pero que en sus
dramáticas escenas plantean conflictos de valores en los que se muestra la trágica condición del hombre.
Ese cruce de dos tiempos –el del mito y el del presente ciudadano- y la superposición de lo humano en lo
heroico, y viceversa, sirve a la educación mediante la reflexión y la purificación afectiva, que Aristóteles
supo reconocer tan admirablemente. Esa catarsis, o purificación, es uno de los efectos del arte trágico
siempre.
II - Tragedia clásica
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01)– En Atenas del siglo V el teatro era una fiesta cívico- religiosa, a la que asistía toda la población. De
acuerdo a la siguiente descripción, incluí las referencias para este gráfico
La tragedia: “Es, pues, recreación de una acción digna y completa, de cierta amplitud, con lenguaje que
deleita por su suavidad (..), imitación que se efectúa por personajes en acción no narrativamente
logrando por medio de la piedad y terror en el auditorio la purificación de sus pasiones” (Fragmento
adaptado de Poética de Aristóteles)
“El héroe trágico no llama inmediatamente a la imitación; es más, a veces su acción es objeto de rechazo y
su castigo es precisamente la lección de la tragedia (…) Así, la tragedia, al presentar al hombre enfrentado
a sus más terribles situaciones, en la soledad de las grandes decisiones, en el riesgo del error, pone a la
vista del espectador no sólo la grandeza y miseria del héroe sino también las concepciones griegas sobre el
hombre, el mundo y lo divino” (Fragmento adaptado de la conferencia “El héroe trágico” de Rodríguez
Adrados).
04) – La tragedia nace cuando se comienza a contemplar el mito con ojos de ciudadano ¿Cómo podrías
relacionar esa afirmación con la función del coro en la tragedia de Edipo rey de Sófocles?
“Desde el punto de vista de las intervenciones del Coro en Edipo Rey, se puede afirmar que se trata de
un personaje colectivo que comenta y juzga lo que ocurre en la tragedia intercalando comentarios
durante toda la obra. Representa al ciudadano tebano, con el cual todos tienen algo en común y a través
de él, se van comentando los episodios de la trama, aunque, en ocasiones, habla como si fuera el
sentido común o ese narrador mencionado al margen de la acción” (Fragmento de “El coro en la tragedia
griega clásica” de Luis Pérez Sánchez).
III – Edipo rey de Sófocles
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1. ¿En qué sentido el saber de Tiresias no le proporciona ningún provecho? Justifiquen estas
palabras.
2. Entre otras, las características propias del héroe trágico son la soberbia y la arrogancia. ¿En
qué zonas del texto Edipo se muestra de ese modo? ¿Cómo reacciona frente a los consejos
de los otros? ¿Cómo puede relacionarse esta actitud con los fines didácticos de este
espectáculo cívico?
4. Edipo desatiende las palabras del sabio ciego y cree, contrariamente, que se trata de un
complot humano. Respondan en relación con esta cuestión: ¿cuál ha sido la relación de Edipo
con las instancias determinadas por lo divino a lo largo de su vida y la de sus antepasados?
5. “Pronto verás un espectáculo capaz de conmover al más cruel enemigo”, dice el mensajero al
final de la obra. Respondan y justifiquen qué tienen que ver esas palabras con el género
trágico.
6. Sófocles construyó su tragedia tomando como intertexto un mito ya muy antiguo para ese
entonces. Muchos años después, un médico psiquiatra austríaco de este siglo, Sigmund
Freud, quien postuló la existencia del inconsciente, derivó de este mito una teoría sobre el
sujeto. Para Freud, la constitución de la identidad del individuo se alcanza en la posición que
adquiere en el interior del triángulo y que establece con su padre y con su madre, conocido
como triángulo edípico. El final desdichado de Edipo y de su prole tendrían que ver con una
cierta idea castigo por vulnerar una prohibición fundante de la cultura: el tabú del incesto.
Averigüen:
qué función social tenían los mitos en las sociedades primitivas y de qué
manera, con qué formas, esa función persiste aún en las religiones;
otros datos sobre Freud; qué es el psicoanálisis; en qué consiste el tabú del
incesto y de qué manera, por el llamado triángulo edípico, un sujeto logra su
identidad sexual.
Respondan ahora: ¿en qué zona del texto se hace evidente ese deseo primario del niño en
relación con su madre?
7. ¡Ay, malaventurado. Ojalá nunca sepas quién eres!, dice Yocasta. ¿Qué es lo que debe saber
Edipo para tener conciencia de quién es? Si pensamos metafóricamente esas palabras, se
cae en la cuenta de que sólo es posible saber quién se es, si se ha asesinado, primero, al
padre. Reflexionen entre todos sobre la sabiduría de esas palabras. ¿Qué significa “asesinar a
los padres” en esta lectura metafórica?
8. Algunos ven en la tragedia de Edipo un cierto germen de lo que luego sería el relato policial de
enigma. Hay buenas razones para considerar esa posibilidad: un delito (han asesinado a
Layo) y una investigación. Recuerden que el relato policial condensa dos historias, la del delito
y la de la investigación, aunque esta última sea la que le da identidad al género. Respondan:
¿en qué zonas del texto pareciera asistirse a la típica investigación detectivesca?
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10. Esta certeza de saber quién es uno mismo es propia del héroe clásico, y, desde una lectura
antropológica, del recorrido vital de todo ser humano: un día habremos de partir de la casa de
nuestros padres para saber quiénes somos, tal como hacer Edipo. La diferencia radica en que
este héroe parte equivocado, porque desconoce que Pólibo no es su padre. La matriz de
nuestra cultura se encuentra en el mundo clásico. ¿Qué otros héroes de la actualidad
recuperan las formas y los caracteres de los héroes clásicos?
MITO
Mucho tiempo después, Edipo, viejo y ciego, recorrió los caminos. Sintió un olor
familiar. Era la Esfinge. Edipo dijo, “Quiero hacer una pregunta. ¿Por qué no
reconocí a mi madre?” “Diste la respuesta equivocada”, dijo la Esfinge. “Era la
única respuesta acertada”, respondió Edipo. “No”, dijo ella.
“Cuando pregunté, qué camina en cuatro patas a la mañana, dos al mediodía y tres
al ocaso, contestaste: el Hombre. No dijiste nada sobre la mujer.”
“Cuando dices Hombre”, replicó Edipo, “incluyes a las mujeres también. Todos lo
saben.” Ella dijo: “Eso es lo que tú crees.”
Muriel Rukeyser nació en Nueva York en 1913 y murió en 1980. En su poesía aparece una voz
claramente femenina y, además, la problemática de la mujer en la sociedad es un tema central.