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La delación en riesgo

César Azabache Caracciolo

La Comision de Justicia del Congreso aprobó hace unas semanas recomendar al Pleno del Congreso
convertir en ley por insistencia la autógrafa que aprobó a mediados de este año sobre colaboración
eficaz.

El texto, que fue observado por el gobierno en julio, impone plazos al proceso (8 meses), crea cargas
como al video grabación de las declaraciones de los delatores y, lo que es más importante, prohíbe que
una delación sea confirmada por otras delaciones.

Miguel Soria, que fue vice ministro de Salvador Heresi en tiempos de Vizcarra, ha defendido la reforma
reconociendo que tiene por objeto proteger a las personas que son sindicadas por los delatores (RPP,
https://youtu.be/Yfu3EnTktWs?feature=shared). Los tres elementos de la reforma, el plazo, las video
grabaciones y la prohibió de probar con concurrencia de delatores funcionan, él lo ha reconocido, m
limitando las posibilidades de la fiscalía frente a los delatados.

Para entender este esquema es preciso notar que las colaboraciones eficaces o delaciones crean una
relación compleja entre tres partes: el fiscal, que busca pruebas, el delator, que las tiene en su poder, y el
delatado, que de una manera u otra está interesado en protegerse de ambos. Las normas sobre estos
procedimiento se mueven en esa triple tensión, que hace que todos sus ángulos sean complejos.

El tiempo por ejemplo, es un asunto que en principio solo interesa al delator y a la fiscalía. Los procesos
de colaboración eficaz deben ser suficientemente largos para que la fiscalía pueda obtener lo que le haga
falta, pero suficientemente rápidos para que lo pueda usar oportunamente contra el objetivo de la
investigación, el delatado ¿Cual es el plazo apropiado para que ello ocurra? Imposible saberlo. Por eso las
leyes sobre estos procesos no tienen plazos. Si el proceso tarda tanto que el delator pierde interés en sus
resultados, pues puede abandonarlo o protestar en reserva ante un juez de control. Pero ese es un asunto
en el que el tercero/delatado no tiene porque intervenir.

Las condiciones en que declara y el uso de delaciones múltiples para confirmarse unas a otras es otro
asunto complejo. El Congreso parece querer que las declaraciones se graben para que el delatado pueda
atacarlas en juicio por cualquier razón. Y parece querer evitar la concurrencia de delaciones para
desestimular las estampidas que pueden producirse en una organización criminal precaria, amenazando a
sus integrantes con un embudo que permitía sólo una traición: mejor pelear con uno que con varios
delatores.

Pero resulta que las cosas no funcionan, no tienen que funcionar, de esta manera. Los procedimiento de
delación no tienen por único objeto “crear” testigos de cargo. De hecho, aunque los casos más famosos
de cloración eficaz estén relacionados a “testigos estrella” nones este el uso ideal de la ley. En los casos
más exitosos el delator entrega evidencias o información, no testimonios. Y en base a esas evidencias
puede organizarse un caso legal, o en base a la información privilegiada que el delator posee pueden
organizarse intervenciones en flagrancia o allanamientos que producen resultados.

En los casos usuales, los más frecuentes, los que menos conocemos, las reuniones entre el delator y la
fiscalía son reuniones de negociación, no testimoniales. No tienen por objeto servir de prueba en juicio.
Por eso grabarlas en video es desestimularlas. No tiene sentido que la ley pretenda que se originen
registros documentales o audiovisuales de una negociación cuando ninguna de las partes sabe si se
llegará a un acuerdo mínimo en forma.

La ley además prohíbe la difusión de resultados parciales de las negociaciones de delación. La difusión
de estos asuntos es siempre polémica, pero los autores de la ley no parecen estar tomando en cuenta que
la revelación de contenidos es, en algunos casos, la única forma posible de proteger a los delatores y
proteger la evidencia que ellos entregan. Una prohibición ciega como la que la ley contiene no protege
personas inocentes, crea un espacio vacío en el que las amenazas e incluso la violencia pueden
desplegarse contra procesos en marcha de manera invisible.

Los delatados deben tener sin duda la oportunidad de defenderse cuando son imputados por una
delación. Pero un Congreso con 120 asientos y aproximadamente 40 titulares mencionados en uno de
los casos más importantes de delación, el de Villanueva, no debería tener derecho a legislar en este tipo
de materias.

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