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nocimiento

Periodismo Científico

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Ya sabíamos que nuestro cerebro esconde un eficaz reloj biológico, que dicta que por la noche
tengamos sueño o al mediodía nos entre el hambre. Pero ese no es nuestro único cronómetro
interno, según nos han descubierto recientes estudios genéticos: hay miles de relojes biológicos
ocultos por el resto del organismo dirigiendo actividades específicas en el corazón, el páncreas, la
piel, los pulmones… Mantener sincronizados estos otros relojes con el cerebral, gracias a una
puntual rutina diaria, ayuda a controlar el peso y puede optimizar tratamientos como la
quimioterapia contra el cáncer.

CICLOS CIRCADIANOS

El cuerpo humano nace de serie con un reloj biológico que lo sincroniza con el ritmo de la
naturaleza. Este cronómetro corporal nos ata a los ciclos circadianos de luz y oscuridad, debidos a
la rotación de la Tierra en su recorrido alrededor del sol. Nuestro reloj interior nos pone a dormir
al anochecer y nos despierta con el alba. Estos ciclos de 24 horas no solo determinan los ritmos de
sueño, también repercuten en la regulación de la temperatura, la producción de hormonas o las
funciones del aparato digestivo.

El primero en investigar sobre ritmos circadianos fue el astrofísico francés Jean-Jacques Dortous
de Mairan en 1729, cuando diseñó un experimento para determinar si los seres vivos mantenían
estos ciclos. Primero, Mairan observó como una planta de mimosa abría sus hojas durante el día y
las cerraba de noche. Después, comprobó como esa misma planta seguía la pauta en la oscuridad
absoluta de un armario (al menos durante un tiempo). Algo en el interior del vegetal parecía
mantener aquella apertura y cierre diarios.

1_Reloj biologicoLa planta mimosa fue uno de los primeros seres vivos donde se descubrió el
ritmo circadiano. Crédito: Elba Cabrera.

No fue hasta la década de 1970 cuando se ubicó el reloj circadiano en humanos. Está en el núcleo
supraquiasmático, una estructura cerebral localizada detrás de los ojos, en el hipotálamo, que
detecta las señales luminosas que entran por las pupilas, distinguiendo cuando es de día y cuando
es de noche. El núcleo supraquiasmático envía señales por el cerebro y el cuerpo, que controlan
los cambios diarios de presión arterial, temperatura, nivel de actividad y estado de alerta, y
también le indican a la glándula pineal del cerebro cuando liberar melatonina, algo que solo ocurre
por la noche, para inducir el sueño.

PUNTUALIDAD GENÉTICA

Gracias al avance en la investigación a nivel genético, hoy sabemos que además de este reloj
central, situado en el cerebro, hay muchos otros relojes periféricos repartidos por todo el cuerpo,
que controlan la actividad de zonas específicas. Estos miles de relojes periféricos funcionan de
forma parecida al reloj central, pero de manera concreta sobre el corazón, el hígado, el páncreas o
la piel, en lugar de actuar sobre todo el organismo.

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