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La actuación frente a este tipo de situaciones ha de comenzar siempre por una exhaustiva
recogida de datos, que incluya una profunda anamnesis que permita saber cómo, dónde y
cuándo se desencadenó dicha situación. Dicha anamnesis tiene que recoger también los signos
y síntomas del paciente. Además, es necesario realizar una completa exploración del globo
ocular y de sus anejos, para finalmente proceder a la actuación inmediata y tratamiento según
cada caso.
El campo visual por confrontación es una forma simple que trata de comparar el campo visual
del examinador, que se supone normal, con el del examinado. Es un método excelente para
detectar hemianopias y todo sanitario que se dedique a la oftalmología debería saber realizarlo.
Los reflejos pupilares han de ser siempre comprobados. Una linterna con luz potente mostrará si el
reflejo directo y el consensual son normales y si existe un defecto aferente relativo de pupila. Este
último indicará que hay un problema del nervio óptico.
Sin olvidar que una pupila que no reacciona a la luz puede deberse a procesos tan dispares como
un glaucoma agudo o una uveítis anterior. La misma linterna con un filtro de luz cobalto puede
ayudar a visualizar defectos epiteliales y queratitis de diversos tipos tras la instilación de una gota
de fluoresceína. Una queratitis dendrítica indicará que puede haber una infección vírica.
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5. Actuación de enfermería en urgencias traumáticas...
Por último, el examen del fondo del ojo es ya una prueba más complicada de realizar, pero cuya
importancia hay que enfatizar siempre. El uso del oftalmoscopio directo puede proporcionar la
percepción de un buen reflejo rojo en un niño o adulto, la apreciación de opacidades en los
medios transparentes, por ejemplo, cataratas y, por último, la visión de la retina. Diversas
enfermedades sistémicas, como la hipertensión arterial o la diabetes, entre otras, tienen
repercusiones en el fondo del ojo y el saber detectarlas o seguirlas dará una ventaja definitiva en
el manejo de la afección.
La mayoría de los problemas oculares pueden ser diagnosticados llevando a cabo una buena
anamnesis y una sencilla exploración.
Anamnesis:
Consiste en la recogida de datos sobre el enfermo y la enfermedad o enfermedades que padece
y que pueden orientar el diagnóstico.
La forma de inicio de los síntomas suele indicar la causa que los origina; los problemas vasculares
habitualmente provocan un deterioro rápido de la visión, mientras que un inicio gradual de los
síntomas apunta hacia el desarrollo de alteraciones crónicas o de lenta evolución. La aparición
de destellos puede indicar la existencia de tracción de la retina y desprendimiento inminente de
la misma.
Es de especial importancia valorar el efecto que el trastorno visual tiene sobre la vida cotidiana
del paciente y se tiene que hacer especial énfasis en la dificultad para realizar las tareas
habituales.
Datos de filiación: Son de interés especial en oftalmología los relativos a la edad, que orientará
acerca de algunas patologías oculares que son características en determinadas edades, la
actividad que realizaba en el momento de aparición de los síntomas ayudará a la búsqueda de
alteraciones.
Algunos procesos oculares son originados por enfermedades hereditarias o son causados por
enfermedades sistémicas o sus tratamientos, por tanto, la recogida de estos antecedentes es de
gran importancia en la historia oftalmológica. Dentro de los antecedentes personales han de
constar, al menos, los siguientes apartados:
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Antecedentes farmacológicos: existencia de alergias a algún fármaco, si ha sido tratado con
alguno durante largos periodos y si actualmente está en tratamiento.
Los antecedentes familiares tienen menor valor en la historia clínica del paciente oftalmológico.
Signos y síntomas:
Enfermedad actual:
Se indagará en primer lugar la razón por la que el paciente acude a la consulta, se le pedirá que
relate el motivo que más le preocupa y se preguntará acerca de su forma de inicio y momento
en que apareció, localización e irradiación si esta se produce. Tiene que describir la intensidad,
que lo desencadenan o agravan, cuáles son los que lo atenúan, signos y síntomas acompañantes.
Los síntomas y signos por los que la mayoría de los pacientes acuden a la consulta oftalmológica
se pueden dividir en:
Alteraciones de la visión: entre ellas se pueden recoger las siguientes; disminución de la agudeza
visual, alteración en la visión de los colores, dificultad de adaptación a la oscuridad, alteración
en el campo visual, visión de halos coloreados, moscas volantes, destellos de luz, visión doble, etc.
Molestias oculares: dolor ocular, cefalea, sensación de cuerpo extraño, picor, escozor, fotofobia
y fatiga ocular.
Inspección:
Lo primero que se inspecciona son las estructuras externas del ojo, que incluyen las cejas,
párpados, pestañas, aparato lagrimal, conjuntiva, córnea, cámara anterior, iris y pupila.
Párpados:
Se valora su posición con respecto a los globos oculares. El III par craneal es el responsable de la
apertura de los ojos junto con el simpático, el VII par es responsable del cierre. Su posición y
simetría constituyen una parte importante de la valoración del III par craneal. Para valorarlo se
pedirá al paciente que cierre ligeramente los ojos. Con los ojos abiertos se valora la posición de
los párpados para determinar si son simétricos.
La esclerótica no tiene que verse ni por encima ni por debajo de la córnea. La posición de los
párpados tiene que ser simétrica, el párpado superior debe descasar apenas por encima del
limbo de la córnea. No ha de cubrir la pupila porque interferiría en la visión. Con los párpados en
situación de cierre no forzado no ha de verse el iris, la córnea ni la esclerótica; lo contrario indica
protusión o exoftalmos, provocados tal vez por hipertiroidismo o masas dentro de la órbita. Los ojos
y párpados de las personas desnutridas o deshidratadas se ven hundidos porque se pierde grasa
almacenada tras el globo ocular.
Por último, se explora la dirección del párpado, que debe descansar en condiciones normales
sobre la superficie del ojo. El párpado que se vuelve hacia fuera se denomina ectropión, lo que
origina que el párpado no cierre bien y el ojo quede expuesto y, por lo tanto, resecándose.
Cuando el párpado se vuelve hacia dentro recibe el nombre de entropión y las pestañas irritan la
córnea.
Pestañas:
Su función es la de proteger el ojo, pero pueden irritarlo cuando crecen en forma desordenada.
Las pestañas largas y desordenadas irritan la córnea. Las personas con despigmentación anormal
y albinismo, infecciones crónicas y enfermedades autoinmunológicas suelen desarrollar pestañas
blancas o poliosis.
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Sistema lagrimal:
Este sistema consta de una porción secretora y otra de drenaje. Las lágrimas se producen en la
glándula lagrimal, si se sospecha un aumento del tamaño de esta se evierte el párpado superior
para exponerla y determinar si está aumentada e inflamada. El sistema de drenaje lagrimal está
constituido por los puntos lagrimales, canalículos, sacos lagrimales y conductos nasolagrimales.
Para valorar el drenaje se observan en primer lugar los puntos lagrimales superior e inferior que
drenan las lágrimas hacia los canalículos. Estos pueden inflamarse y obstruirse, lo que provoca que
las lágrimas se desborden.
Colocando el dedo índice en el borde de la órbita superior del paciente y el pulgar en el inferior
se separan los párpados para así poder inspeccionar la esclerótica y la conjuntiva bulbar. Se
indicará al paciente que mire hacia arriba, abajo y a los lados. Se inspecciona la conjuntiva bulbar
visible desde el exterior. En general, en la conjuntiva se visualizan pequeños capilares; la
esclerótica normalmente es blanca. Cuando la conjuntiva es delgada se ve azulada.
La conjuntiva palpebral del párpado inferior es fácil de observar, se pide al paciente que mire
hacia arriba a la vez que se evierte hacia afuera el párpado, del mismo modo puede
inspeccionarse la conjuntiva palpebral superior.
El ojo se divide en dos cámaras: la anterior permite una inspección general sin necesidad de
instrumentos especiales, pero la posterior solamente es visible con instrumentos iluminados, con
espejos o con lentes de aumento.
Examen de la córnea:
Suele ser necesaria la lámpara de hendidura, aunque las abrasiones teñidas con fluoresceína
puedan verse con una linterna con un filtro de luz azul cobalto. Lo primero que se observa es el
estado general de la córnea que, en condiciones de normalidad, es lisa y refleja la luz de forma
simétrica y brillante. Las irregularidades se detectan por defectos de reflexión de la luz: los reflejos
difusos suelen ser indicio de irregularidades en la superficie o de edema. Seguidamente se observa
su transparencia, la luz debe pasar sin obstáculo por ella. Cuando la córnea y la cámara anterior
son transparentes se observa con claridad el iris.
En la córnea se pueden ver cicatrices, generalmente de color blanco grisáceo, lo que indica
traumatismos, cirugía o infecciones. En caso de edema, la córnea se ve deslustrada, como en el
glaucoma agudo, cirugía y traumatismos o cualquier otra alteración del endotelio. La presencia
de vasos sanguíneos es anormal y pueden obstruir la visión.
La sensibilidad de la córnea se valora rozándola con un trozo de algodón, cuidando no rozar los
párpados o pestañas. Esta acción ha de provocar un parpadeo instantáneo bilateral y lagrimeo.
Para detectar úlceras y cuerpos extraños en la córnea se instila colirio de fluoresceína que se
adhiere al epitelio lesionado y se ve de color verde brillante cuando se ilumina con luz azul
cobalto.
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Examen del iris y de la cámara anterior:
El iris tiene que observarse en su forma, simetría y color. Cuando se desarrollan neovasos o se
distienden los existentes, como ocurre en los procesos inflamatorios, suelen ser visible en el iris.
Examen de la pupila:
El iris modifica su tamaño para controlar la luz que entra al ojo. Cuando las células fotosensibles
de la retina son sometidas a luz brillante, la pupila normal se contrae de inmediato de forma
concéntrica. Esta reacción ha de ser simétrica. También se suele producir reacción simultánea en
la pupila no estimulada.
La contracción de una pupila estimulada se denomina reflejo directo, mientras que la contracción
de la otra pupila no iluminada al tiempo se denomina reflejo consensual. La reacción consensual
se valora en ambos ojos. La exploración de este fenómeno permite distinguir entre ceguera por
lesión del nervio óptico y ceguera por otras razones. En el caso de lesiones en el nervio, la
estimulación con luz directa en el ojo afectado no provoca respuesta pupilar en ningún ojo. Sin
embargo, la estimulación del ojo no dañado produce contracción pupilar en ambos ojos.
Se hará con la lámpara de hendidura, con la que se puede visualizar la cápsula anterior, posterior
y núcleo. En personas con cataratas maduras, el cristalino está opaco y la pupila se ve turbia. Una
pupila blanca (leucocoria) puede ser indicio de catarata, pero también puede serlo de un tumor
intraocular, alteraciones del vítreo o de la retina.
El examen de estas estructuras hace necesario el uso del oftalmoscopio tanto directo como
indirecto o hacerlo en la lámpara de hendidura con lentes convexas de alta potencia. Para ello,
la pupila del paciente ha de estar dilatada y la habitación donde se explora oscurecida para
evitar las reacciones naturales a la luz y facilitar la visualización de las diferentes estructuras.
Para la medida, el paciente se coloca a una distancia determinada de una escala de optotipos.
La técnica consiste en colocarle frente al optotipo, se le tapa un ojo y se le pide que lea las filas
de letras, de mayor a menor. La fila más pequeña que pueda leer dará su agudeza visual. A
continuación, se repite con el ojo contrario.
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Si el paciente no puede leer la línea de 0,1 se acercará al optotipo. Si continúa sin leer, la agudeza
visual se determina comprobando la capacidad para contar dedos del examinador a una
distancia determinada (cuenta dedos a una distancia de X metros). Ante la incapacidad de
contar dedos se indaga la visión de "movimientos de mano" (ve MM) y ante la ausencia de esta
visión se preguntará si es visible la luz (PL).
Existen tonómetros con los que no es preciso realizar ningún contacto con la córnea y cuyas
medidas son fiables.
Una vez instilada la gota de colirio, el paciente ha de aplicar una presión suave en el saco lagrimal
durante 1-2 minutos, colocando el dedo índice sobre la zona nasal del borde parpebral. Esta
acción pretende evitar los efectos adversos producidos por la absorción
sistémica.
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Pomadas:
Son medicamentos disueltos en un vehículo graso. Tienen la ventaja de que su acción es más
prolongada que la de los colirios y el inconveniente de que su contenido graso, cuando son
aplicadas sobre el globo ocular, enturbia notablemente la visión durante unos minutos.
Esparadrapo: se cortarán tres trozos con una longitud que depende del tamaño facial del
paciente.
Parche ocular: si el vendaje del ojo es compresivo se necesitan dos parches oculares.
Se abrirá la funda que contiene el parche estéril y se cogerá por el lado que no va a tocar el ojo
del paciente, informándole que tiene que mantener el ojo cerrado. Una vez se cubre el ojo con
el parche, este se sujeta con los esparadrapos, colocando el primero en el centro del parche y
con un extremo pegado en la frente y el otro en la mejilla, de manera diagonal a la cara del
paciente y los otros dos esparadrapos restantes paralelos al primero y juntos sin dejar ninguna zona
del parche ocular sin cubrir.
Para asegurar que el ojo del paciente va a permanecer cerrado, conviene aplicar un parche
doble de manera que el primero se coloca doblado sobre el ojo cerrado y el otro se colocará
encima del primero siguiendo la misma técnica anteriormente mencionada. Se informará al sujeto
del tiempo que tiene que mantener el apósito.
Cortar pestañas:
Se utilizarán tijeras pequeñas curvas cubiertas por una pequeña capa de vaselina, para que una
vez cortadas, las pestañas se adhieran a ella y no penetren en el ojo.
Con el paciente en decúbito lateral o sentado con la cabeza ladeada hacia el ojo afectado, se
colocará un recipiente en la mejilla para recoger el líquido que escurre del ojo. Con la mano no
dominante se mantendrá el párpado abierto y se dirigirá un chorro no muy fuerte a lo largo de la
conjuntiva y desde la parte nasal hacia la externa del ojo.
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Extracción de cuerpo extraño:
Los cuerpos extraños oculares son causa habitual de irritación ocular y dolor.
Generalmente, el cuerpo queda atrapado entre el párpado superior o conjuntiva tarsal y el ojo y
cada vez que la persona parpadea el cuerpo extraño araña la córnea y causa abrasiones lineales
que se tiñen con fluoresceína. Los cuerpos extraños también pueden estar situados en la
conjuntiva bulbar o en la córnea.
Cuando el paciente acude a la consulta lo primero que hay que hacer es poner una gota d colirio
anestésico para disminuir la sensación de cuerpo extraño y que el paciente pueda abrir el ojo y
se deje examinar. Hay que evertir el párpado para ver si el cuerpo extraño está situado en la
conjuntiva tarsal y por eso no es visible.
Una vez se ha tomado la historia y anestesiado el ojo se le pide al paciente que mantenga el ojo
abierto y se le sitúa en la lámpara de hendidura para magnificar y visualizar lo más posible el
cuerpo extraño. Para retirarlo se empleará una hemosteta estéril, nunca el bisel de una aguja y se
examinará detenidamente para ver si queda algún resto del cuerpo en el mismo lugar o bien otro
diferente.
Si el cuerpo extraño es de hierro (causa muy habitual en soldadores) al quitar el cuerpo extraño
se observa que queda un resto de óxido que penetra en las capas internas de la córnea, el
paciente ha de ser examinado por un oftalmólogo para valorar el daño corneal y prescribir
tratamiento.
Si la pérdida es brusca se pensará en un proceso vascular o afección del nervio óptico y se deberá
referir al paciente inmediatamente para ser evaluado por un oftalmólogo.
Si la pérdida es de una parte del campo visual, el sujeto ve como una cortina gris y está precedido
de la aparición de cuerpos flotantes, se pensará en un desprendimiento de retina, que tendrá que
ser evaluado en un departamento de oftalmología. No se puede olvidar que ciertas afecciones
del nervio óptico producirán igualmente defectos del campo visual.
Si la pérdida del campo visual es binocular y simétrica hay que pensar en una afección
quiasmática-retroquiasmática.
Es muy importante la obtención de una detallada historia clínica, en la que se tiene que incluir si
hay o no pérdida o disminución de agudeza visual, la descripción de las molestias y todo signo
objetivo que se aprecie, exudados, cuerpo extraño, etc. Los datos obtenidos de dicha
exploración ayudarán a diagnosticar y tratar la patología específica y al mismo tiempo permitirá
valorar la urgencia de la misma.
La mayoría de los ojos rojos no dolorosos son procedimientos no urgentes, aunque podrán serlo
para el paciente.
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Signos de alarma ante un ojo rojo:
Disminución de la agudeza visual, dolor ocular que puede ser localizado o irradiado por la zona
inervada de la primera rama del trigémino, anomalías pupilares tanto en su morfología como en
su dinámica, alteraciones en la transparencia de la córnea, la cámara anterior o ambas, falta de
respuesta al tratamiento o agravamiento de los síntomas por el mismo.
Aplicar anestésicos tópicos (colirios o pomadas): Solo pueden usarse en la exploración para
reducir el blefaroespasmo. No han de prescribirse ya que pueden producir importantes efectos
secundarios como deshidratación y ulceración del epitelio corneal, inhibición de los procesos de
reparación epitelial, reacciones alérgicas y paralizar el reflejo del parpadeo inhibiendo, por tanto,
el mecanismo de protección.
Prescribir corticoides tópicos (colirios o pomadas): que potencian las queratitis herpéticas y
micóticas puede inducir cataratas y producir una elevación de la presión intraocular.
Seguidamente, para medir el tamaño y la gravedad de la lesión se instila colirio con fluoresceína,
colorante que tiñe la lesión y permite evaluar el área afectada. Si no se aprecian otros signos
oculares se prescriben antibióticos por vía tópica. Los colirios antiinflamatorios tópicos no
esteroideos pueden aliviar el dolor, también es aconsejable la prescripción de colirio ciclopléjico
de acción rápida con el fin de disminuir el dolor por la iritis secundaria que puede desarrollarse
transcurridas 24-72 horas de la lesión.
No se tienen que prescribir anestésicos locales, puesto que pueden retrasar la cicatrización. Se ha
de realizar un seguimiento del paciente hasta comprobar que la córnea ha cicatrizado. Si hay
retraso en la cicatrización, empeoramiento de los síntomas o evidencia de una úlcera corneal
infectada, se referirá al departamento de oftalmología.
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Quemadura química:
Este tipo de lesiones se producen al entrar en contacto sustancias
químicas ácidas o alcalinas, disolventes y detergentes con el globo
ocular. Las más peligrosas son las producidas por álcali (amoniaco,
cementos, lejía, yesos, etc.), puesto que saponifican o deshacen los tejidos
y tienen un poder de penetración mucho más potente.
El tratamiento en todos los casos tiene que de comenzar inmediatamente mediante irrigación del
globo ocular y los sacos conjuntivales en el mismo lugar en donde se haya producido la lesión,
hay que tener en cuenta que el pronóstico empeorará dependiendo del tiempo transcurrido
entre la lesión y la irrigación a mayor tiempo peor pronóstico.
Quemaduras leves:
En quemaduras leves aparece dolor intenso, escozor, sensación de arenilla, picor, fotofobia, visión
borrosa, defectos del epitelio corneal teñidos con fluoresceína, quemosis conjuntival, hiperemia,
hemorragia, leve edema palpebral y reacción en la cámara anterior.
La actuación inmediata consiste en la irrigación del globo ocular durante al menos 30 minutos
con suero Ringer lactato o agua. Se irrigará el globo ocular y los párpados teniendo especial
cuidado por los sacos conjuntivales.
La irrigación se tiene que parar cuando se haya conseguido estabilizar el pH (pH neutro =7), se
medirá mediante una tira de papel tornasol en el saco conjuntival inferior, se esperará 5-10 minutos
después de haber finalizado la irrigación.
El paciente será remitido de manera urgente a un oftalmólogo. Una vez efectuada la exploración
del mismo con lámpara de hendidura y evaluado sus lesiones y su estado general se comenzará
con el tratamiento, que consiste en:
• Colirio ciclopléjico para evitar el dolor y lágrimas artificiales.
• Pomada antibiótica cada 12 horas y analgesia ocular si es necesario.
• En los casos en que la presión intraocular se eleve se prescribirán hipotensores.
Las lesiones consisten en opacidades corneales con pequeñas zonas de borrosidad del iris y
necrosis isquémica mínima de la conjuntiva y esclera. Este tipo de quemaduras presenta un curso
variable que depende únicamente de la extensión de la lesión. Puede haber opacificaciones
moderadas del estroma con aumento del grosor corneal y exudación del humor acuoso en un
ojo marcadamente hiperémico.
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5. Actuación de enfermería en urgencias traumáticas...
Quemaduras muy graves:
Este tipo de quemaduras cursan con intenso edema y opacidad corneal. Se aprecia una
borrosidad de la silueta pupilar y palidez de la esclerótica y conjuntiva (leucoma intenso del ojo).
En las quemaduras por álcali la córnea se presenta opalescente, sin epitelio corneal y con
necrosis isquémica de más de dos tercios de la conjuntiva y la esclera prelímbica. Durante las
primeras semanas no hay alteración de la integridad corneal, pero sí iritis anterior que puede ser
grave y pasar inadvertida. Con el tiempo pueden desarrollarse ulceración y perforación
secundarias.
La actuación inmediata en estos pacientes es la misma que en pacientes con quemaduras leves.
El tratamiento en estos pacientes es el mismo que en el caso de quemaduras moderadamente
graves, pero en estos casos es necesaria la hospitalización del sujeto con el fin de controlar tanto
la cicatrización ocular como la presión intraocular.
Como medidas preventivas hay que administrar profilaxis antitetánica y antieméticos para
prevenir náuseas y vómitos, también se protegerá el ojo con un apósito, cuidando no realizar
presión, siendo aconsejable un protector rígido. Se informará al paciente que debe permanecer
a dieta y es importante preguntar cuándo fue la última vez que comió y escribirlo en la historia
por si fuera necesario un tratamiento quirúrgico.
Hay que referir sin ninguna demora al departamento de oftalmología ya que será necesario la
realización de TAC de órbita y cerebral, una biomicroscopía ultrasónica tipo B para localizar la
ruptura y el cuerpo intraocular.
Celulitis orbitaria:
Es una de las situaciones más urgentes que se pueden encontrar, puesto que la vida del paciente
puede estar en peligro. Se trata de una infección de los tejidos que se encuentran detrás del septo
orbitario y, por lo tanto, cerca del cerebro. Su origen generalmente es una infección procedente
de una zona próxima, siendo la causa más habitual la sinusitis, especialmente cuando se localiza
en el hueso etmoides o una infección focal de la órbita (dacriocistitis, dacrioadenitis, fractura
orbitaria o infección dental que afecta a la órbita).
Otra causa puede ser un traumatismo “en estallido” de la órbita normalmente con herida
penetrante y cuerpo extraño intraocular. En estos casos la celulitis aparece meses después del
traumatismo.
Como síntomas característicos aparece dolor de cabeza frontal asociado con fiebre y rigidez,
diplopía, ojo rojo y pérdida de visión o visión borrosa. Los signos críticos son párpado inflamado,
proptosis, limitación de los movimientos oculares, reacciones pupilares anómalas y disco óptico
edematoso.
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5. Actuación de enfermería en urgencias traumáticas...
Se ha de realizar la anamnesis para determinar si ha habido un traumatismo, una infección
sistémica o una infección en garganta y oídos. Es importante conocer si el paciente es diabético
o inmunodeprimido, si ha presentado estados de rigidez en la nuca o variaciones en el estado de
consciencia.
Además, se evaluarán las constantes vitales del paciente, su estado mental y la flexibilidad del
cuello. Se pedirá una TAC de órbitas y senos (con y sin contraste) para confirmar el diagnóstico y
a la vez descartar la existencia de un cuerpo extraño, un absceso orbitario o una sinusitis.
Celulitis periorbital:
La celulitis periorbital es una infección de los tejidos que están situados por delante del septo
orbitario. Aparece normalmente en niños menores de 5 años y es rápidamente inidentificable
debido al acentuado edema palpebral que presentan. Síntomas asociados que se pueden
encontrar son malestar general, otitis media ipsolateral, leucocitosis, bacteremia o sinusitis. El
agente causal puede ser una infección palpebral como en el caso de un chalación o puede
desarrollarse tras un traumatismo con herida puntiforme, laceración palpebral, cuerpo extraño o
a partir de una infección.
Aparece cefalea occipital, incapacidad para abrir el ojo asociado con hipersensibilidad
palpebral, enrojecimiento palpebral y síntomas sistémicos, incluida fiebre. Los movimientos
oculares son normales, no aparece proptosis y la agudeza visual no está afectada.
Aparece inflamación en la zona del saco lagrimal, enrojecimiento e inflamación del tercio medio
externo del párpado superior, dolor, lagrimeo y secreción purulenta cuando se hace presión sobre
el saco lagrimal. Puede existir quemosis conjuntival temporal ipsolateral, fiebre y recuento de
leucocitos elevado.
Es importante conocer si es la primera vez que le ocurre o por el contrario ya ha tenido varios
brotes para saber si la infección es aguda o crónica. Se ha de tomar la temperatura del paciente
y pedir un recuento de sangre y un cultivo de la misma.
Se tomará una muestra para cultivo en el caso de que haya algún tipo de secreción o supuración.
Se debe examinar la glándula lagrimal en búsqueda de la existencia de un absceso. Para ello el
paciente ha de cerrar los ojos y se palpará el globo ocular y se examinan los párpados y el borde
orbitario en busca de la presencia de alguna masa. A continuación, se realizará un examen
exhaustivo con la lámpara de hendidura y una evaluación completa de los movimientos oculares.
Es necesario examinar las glándulas tiroideas para saber si han aumentado, puesto que indican
que el paciente puede presentar un cuadro de adenitis infecciosa, tuberculosis, linfoma,
sarcoidosis o sífilis. Pedir una TAC de la órbita y cerebral en el caso de encontrar proptosis, alguna
masa en la exploración o restricción de los movimientos oculares.
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5. Actuación de enfermería en urgencias traumáticas...
Si se trata de una infección leve o moderada producida por un agente bacteriano se prescriben
antibióticos sistémicos, si la infección es de moderada a grave se tiene que hospitalizar al
paciente para comenzar con antibioterapia vía parenteral. Asimismo, si el enfermo presenta un
absceso es necesario realizar el drenaje del mismo. Si el agente causal es un virus se aplicarán
compresas frías en la zona inflamada y analgésicos para disminuir las molestias.
Como causas internas están las placas de ateroma y las enfermedades propias de la arteria,
como la arteritis de células gigantes (arteritis de Horton), la polioarteritis nodosa o el lupus
eritematoso sistémico. También puede ser un agente causal cualquier émbolo procedente de la
carótida y las válvulas o pared cardiaca, presentándose la embolia desde la arteria mayor a la
cabeza y en la parte izquierda al lado del corazón. Puede producirse también como
consecuencia de trastornos de hipercoagulación o traumatismos.
El ojo presenta un aspecto externo normal. Existe una clara pérdida del reflejo fotomotor directo,
el examen del fondo de ojo se aprecian arterias estrechas, filiformes, resultando invisible su
trayecto más periférico. La retina tiene un color pálido y está edematosa con un reflejo rojo de los
vasos coroideos, a través de la foveola se aprecia como una mancha roja cereza.
Se trata de una urgencia médica en un paciente cuya vida está en peligro. Ha de aplicarse un
tratamiento inmediato una vez confirmado el diagnóstico. Es necesario medir la presión arterial y
si está elevada disminuirla si es preciso.
El paciente es referido urgentemente a un cardiólogo y tiene que ser visto dentro de las primeras
24 horas de la oclusión, se le realiza un Doppler y ultrasonido de carótidas, ecocardiograma y
Holter, así como un examen cardiovascular completo. El tratamiento ocular solo es efectivo si se
lleva a cabo en las primeras 24 horas de la oclusión. La finalidad es intentar que el émbolo
progrese hasta la rama arterial más pequeña, para esto se ha de disminuir la presión intraocular
por medio de un masaje intenso con los dedos y la administración vía oral de acetazolamida
(Edemox®) de 500 mg y apraclonidina (Lopimax®) en colirio en el ojo afectado. La inhalación de
dióxido de carbono produce vasoldilatación facilitando la movilidad del émbolo. El sujeto se
mantendrá en reposo en posición de decúbito. Se da un masaje ocular violento con los dedos
índices durante 15 minutos esperando que la maniobra disminuya la presión intraocular, aumente
el flujo sanguíneo y este desaloje los émbolos. Se hace respirar oxígeno a alta concentración. La
oxigenoterapia hiperbárica aumenta el transporte del oxígeno plasmático junto a una mejor
disponibilidad tisular, por lo que supone una opción terapéutica, cuando es aplicada
precozmente, existiendo, llegado el caso, protocolos de actuación enfermera en la cámara
hiperbárica en pacientes oftalmológicos.
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5. Actuación de enfermería en urgencias traumáticas...
La causa más habitual es la hipertensión arterial sistémica, aunque cualquier proceso que
produzca un elentecimiento de la circulación sanguínea puede originar este cuadro, como por
ejemplo la arteriosclerosis, estados de hipercoagulabilidad, hiperagregabilidad plaquetaria o
toma de anticonceptivos orales.
La visión puede ser normal y el proceso pasar desapercibido si la obstrucción es de una rama
periférica. La disminución de la agudeza visual será total en la obstrucción de la vena central y
en la obstrucción venosa de rama dependerá de la afectación o no del área macular. El paciente
no presenta defecto aferente de pupila. En el examen de fondo de ojo existen venas
anormalmente dilatadas, edema de retina, hemorragias en llama y exudados duros y
algodonosos. Si la isquemia se acentúa aparecen neovasos en la retina o iris y, como
consecuencia, puede aparecer hemorragia vítrea o desprendimiento de retina traccional.
Desprendimiento de retina:
Se trata del proceso en el que aparece una colección de líquido en el espacio virtual existente
entre la retina sensorial y el epitelio pigmentario. El líquido se puede acumular por medio de tres
mecanismos:
Puede escapar fluido desde la cavidad vítrea hacia el espacio subretiniano a través de un agujero
o rotura retiniana (desprendimiento de retina regmatógeno) se presenta más frecuentemente tras
el desprendimiento de vítreo, en pacientes con miopías altas, después de traumatismos, en ojos
fáquicos y en ojos con determinadas degeneraciones vítreo-retinianas. Las causas más habituales
son: alta miopía, trauma, complicaciones intraoperatorias y complicaciones por desprendimiento
de vítreo posterior. El paciente percibe luces relampagueantes, partículas flotantes en vítreo o
ambas cosas. Continúa con una pérdida de una parte del campo visual periférico que depende
de la gravedad de la lesión. El campo visual que se pierde es opuesto al lugar del
desprendimiento. Entre los signos característicos se encuentran el defecto del sentido de la visión,
pérdida del reflejo rojo, elevación de la retina, desprendimiento o roturas en la retina, retina floja
movible por los movimientos de los ojos.
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5. Actuación de enfermería en urgencias traumáticas...
Hay una pérdida indolora y brusca de visión que irá de moderada a muy severa, normalmente
unilateral, pero puede convertirse en bilateral. La edad típica de presentación es de 40 a 60 años.
Se acompaña de cefaleas previas, dolor en la mandíbula en la masticación, anorexia y pérdida
de peso, si bien puede no haber sintomatología previa. Hay siempre un defecto relativo aferente
de pupila en ambos cuadros. En la funduscopia se aprecia un disco óptico inflamado, elevado,
congestivo, con hemorragias. Hay que hacer una velocidad de sedimentación globular (VSG) y
proteína C reactiva urgente para distinguir la forma arterítica de la no-arterítica. Si aún hubiera
dudas se ha de llevar a cabo una biopsia de la arteria temporal.
Se tiene que hacer una historia clínica completa, prestando atención a la rapidez de instauración,
la edad y el dolor a los movimientos oculares. Se hará un examen ocular completo con
funduscopia en la que se apreciará un disco óptico congestivo. Este hallazgo puede estar ausente
en neuritis retrobulbares. El campo visual es también obligatorio con un defecto central o
centrocecal (entre el centro y la papila). La resonancia magnética nuclear (RMN), especialmente
en el rango de edad señalado, es importante para descartar esclerosis múltiple.
Es todavía controvertida la cuestión de tratar o no. Sin embargo, las megadosis de corticoides,
con control en el medio hospitalario, han demostrado buen resultado.
Una fístula arteriovenosa es una comunicación anormal entre las arterias y las venas dentro del
seno cavernoso. La sangre dentro de la vena afectada empieza a arteriorizarse aumenta la
presión venosa y el recorrido venoso puede verse alterado en velocidad y dirección. La presión y
perfusión arterial se reduce. Se produce una normal comunicación entre la arteria carotídea y el
seno cavernoso: en ambos casos pueden ser directos o indirectos.
Las fístulas de flujo alto tienen un comienzo repentino como consecuencia de un traumatismo o
debido a una rotura de un aneurisma. Las fístulas de flujo bajo tienen una presentación más lenta
y se presenta de forma más habitual en mujeres con hipertensión. Un tumor puede ser otra de las
causas y puede presentarte bien como un tumor primario o como una metástasis.
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5. Actuación de enfermería en urgencias traumáticas...
El paciente presenta ptosis, visión doble, dolor facial o entumecimiento. Los signos críticos son una
limitación en los movimientos oculares (parálisis del III, IV, VI par), aparece una pupila pequeña
aunque algunos pacientes pueden tener las pupilas dilatadas si el III par está afectado. Todos los
signos afectan a una parte de la cara cuando es solo un seno cavernoso o una fisura orbitaria
superior. Aparece proptosis cuando se ve afectada la fisura superior orbitaria. El sujeto presenta
proptosis, quemosis, vasos conjuntivales y espisclerales tortuosos y presión intraocular elevada.
La persona afectada nota como pulsaciones en el ojo. El fondo de ojo al realizar una cografía
Doppler revela que el flujo sanguíneo está revertido, es decir, se ha arterializado en la vena
superior y al efectuar una TAC o RMN se ve que la vena ha aumentado de tamaño.
Se comenzará con la historia médica completa para saber si el paciente padece diabetes,
hipertensión, neoplasias, pérdida de peso, infección o traumatismo reciente, cefaleas o síntoma
de soplo ocular. Se realiza un examen ocular completo, examinando piel, pupilas, motilidad
ocular, existencia de proptosis y resistencia del globo ocular a la retropulsión. Se ha de pedir una
TAC de senos cavernosos, órbita y cerebro, así como un ultrasonido Doppler para ver si existe
fístula arteriovenosa.
Queratitis microbianas:
Queratitis bacteriana:
Son infecciones corneales causadas por bacterias que desarrollan queratitis supurativas
asociadas a conjuntivitis purulentas. No se puede identificar el agente causal por medio de la
exploración con lámpara de hendidura, pero la sintomatología ayudará a reconocer el agente
causal.
Es esencial conocer el agente causal para pautar el tratamiento, para ello hay que obtener
muestras para cultivo de la úlcera corneal. Una vez identificado el germen se procede a la
administración de antibióticos. La mayoría de las pseudomonas son sensibles a la gentamicina,
pero no las gram negativas, en estos casos el antibiótico de elección será la cefazolina. La
combinación de ambos antibióticos es una buena elección inicial. La instilación de las gotas
tendrá que realizarse durante los primeros días cada hora y disminuir la posología conforme mejore
el cuadro. Los colirios ciclo pléjicos tienen que prescribirse en todos los casos de queratitis
bacterianas con el fin de prevenir la formación de sinequias posteriores por la presencia de uveítis
anterior.
De esta manera se conseguirá reducir el dolor y el espasmo ciliar. Existe una gran controversia en
cuanto al uso de corticoesteroides tópicos, pues disminuyen la necrosis estromal, pero prolongan
el tiempo de infección.
Queratitis fúngica:
Las úlceras por Candida se desarrollan en ojos con alteraciones defensivas orgánicas como, por
ejemplo, en el uso prolongado de corticoides, en queratitis de
exposición, queratitis seca, queratitis del herpes simple o queratoplastia
previa, otras son precedidas normalmente por traumatismos oculares y
habitualmente con material vegetal, también se asocian a portadores
de lentes de contacto cosméticas o afáquicas.
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5. Actuación de enfermería en urgencias traumáticas...
En la exploración con lámpara de hendidura aparece una lesión grisáceo-blanquecina con
filamentos proyectados hacia el estroma corneal que a menudo presenta bordes elevados. Lo
más importante para un diagnóstico precoz son los cultivos de laboratorio.
Queratitis virales:
Se trata de una infección producida por el virus del herpes simple, es una infección común y en
la mayoría de los casos evoluciona de forma asintomática. Pueden estar producidas por el VHS 1
y el VHS 2. El VHS 1 es un tipo de virus que causa infección por encima de la cintura en ojos, piel y
labios y evoluciona de manera asintomática. El VHS 2 provoca infección por debajo de la cintura,
especialmente en genitales, muy ocasionalmente, se transmite a los ojos por secreciones
vaginales sobre todo en el caso de neonatos.
El primer signo que aparece son lesiones cutáneas, en párpados y zona periorbital, se van
formando vesículas con quistes superficiales y escamas. Cuando el cuadro evoluciona se
desarrolla una conjuntivitis folicular aguda unilateral asociada a lagrimeo y adenopatía
periauricular.
En niños esta puede ser la única manifestación que se presente. En pocos días evoluciona en el
50% de los casos a blefaroconjuntivitis, queratitis punteada superficial y en unas semanas
aparecen infiltrados subepiteliales. Raramente el cuadro evoluciona hacia queratitis disciforme,
pero en la mayoría de los casos quedan lesiones residuales.
El tratamiento se basa en el uso de antivirales en pomada cinco veces al día durante tres semanas.
Escleritis:
La escleritis es un cuadro inflamatorio de la esclera que puede constituir
una enfermedad destructiva grave con dolor y amenaza de la agudeza
visual del paciente. La causa más habitual es una infección por herpes
zóster, aunque también puede ser el resultado de desórdenes del tejido
conectivo (artritis reumatoide, lupus eritematoso, poliarteritis nodular…).
Escleritis anterior:
La escleritis anterior necrosante con inflamación es el cuadro más severo de escleritis con dolor y
enrojecimiento localizados. Los vasos sanguíneos del área afectada aparecen distorsionados u
ocluidos. Cuando el cuadro evoluciona, la esclera comienza a hacerse transparente y sobresale
la región uveal, gradualmente el área inflamada se extiende alrededor de todo el globo ocular.
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5. Actuación de enfermería en urgencias traumáticas...
Las lesiones características son lesiones granulomatosas con necrosis fibrinoide, con el tiempo
aparece una uveítis anterior y pueden aparecer también otras complicaciones como cataratas,
queratitis, queratolisis y glaucoma secundario. Una cuarta parte de los pacientes con este tipo de
escleritis necrosante mueren a los cinco años por enfermedades sistémicas asociadas. El
tratamiento consiste en la administración de corticoides por vía tópica como la dexametasona o
la prednisolona cada hora durante una semana, si el cuadro no remite se han de administrar
corticoides por vía sistémica como la prednisolona de 60-80 mg.
Escleritis posterior:
La escleritis posterior es el tipo más habitual de escleritis (alrededor del 20% de todos los casos).
Esta escleritis suele asociarse a artritis reumatoide o a vasculitis sistémicas.
Como síntomas característicos aparece dolor, la disminución de la agudeza visual y los cambios
en el fondo de ojo, como desprendimiento de retina exudativo, pliegues o desprendimientos
coroideos anulares, masas subretinianas, cambios coriorretinianos segmentarios, vitritis, edema del
nervio óptico o edema macular.
El tratamiento de elección son los corticoides tópicos como en los casos anteriores y si el cuadro
no remite corticoides por vía sistémica. El tratamiento quirúrgico será necesario en los casos de
escleritis necrosante en donde se realizará el injerto necesario para cubrir la zona afectada.
El comportamiento del ataque de glaucoma de ángulo cerrado puede estar precedido de una
fase más o menos duradera en la que el paciente ve halos alrededor de las luces por la noche.
Estos halos son una traducción del edema corneal originado al subir la tensión por semicierre
angular al dilatarse la pupila en la oscuridad.
La fase aguda es una de las situaciones más dramáticas que se pueden dar en oftalmología. Este
es un paciente en el que impresiona la gravedad no solo ocular sino sistémica. Además, presenta
un dolor ocular muy agudo, a veces, irradiado hasta la nuca por el mismo lado de la cabeza. El
dolor se acompaña de sintomatología vegetativa, náuseas, vómitos, etc. A la exploración la
agudeza visual está disminuida, a veces de manera severa, el ojo presenta hiperemia conjuntival
y ciliar, edema corneal de leve a severo, una pupila semidilatada y no reactiva y una cámara
anterior muy estrecha. La presión intraocular está normalmente entre 50 y 70mmHg.
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5. Actuación de enfermería en urgencias traumáticas...
Esto debe ser suficiente para bajar la tensión. Una vez la tensión está controlada se procede a
realizar una iridotomía periférica con láser de YAG, que abrirá una vía para que el humor acuoso
pase de la cámara posterior a la anterior, contribuyendo a la apertura del ángulo iridocorneal.
Endoftalmitis:
Entidad clínica devastadora que puede poner en peligro la función del ojo. Se trata de la
inflamación o infección intraocular de una o varias capas del globo ocular y los espacios
adyacentes en respuesta a alguna agresión, como infección, traumatismo, reacción inmunitaria,
alteraciones físicas o químicas, vasculitis, neoplasias, etc. La endoftalmitis se divide en infecciosas
y no infecciosas. Las infecciosas a su vez pueden ser exógenas o secundarias a una cirugía ocular
o endógenas o secundarias a carditis. Las no infecciosas son inducidas por el cristalino o por
cuerpos extraños. La endoftalmitis más importante y frecuente (90%) es la endoftalmitis
postoperatoria aguda. Los gérmenes implicados son bacterias gram positivas, bacterias gram
negativas y hongos, el más habitual es el estafilococo epidermis.
El paciente presenta molestias oculares que pueden ser de mayor o menor grado, pero el sujeto
siempre presenta disminución de la agudeza visual y fotofobia. En el examen con lámpara de
hendidura se observan cuerpos flotantes en la cavidad vítrea, hiperemia en el tarso conjuntival y
ciliar, secreción purulenta y exudado blanquecino en la cámara anterior (hipopion). Se puede
apreciar también la existencia de fibrina en dicha cámara. Se produce actividad en la cavidad
vítrea y la retina, provocando en ocasiones la pérdida del reflejo rojo del ojo.
Transcurridos los tres primeros días se pueden administrar corticoides sistémicos con el fin de
reducir la inflamación intraocular. Cuando el agente causal es identificado se administra un
tratamiento específico para cada caso. La realización de una vitrectomía y lavado con
antibióticos de la cavidad vítrea es una medida que cada vez se efectúa más.
RESUMEN.
La historia clínica del paciente con patología urgente oftalmológica se compone de la anamnesis
que recoge todos aquellos datos del enfermo que pueden orientar hacia el diagnóstico, los signos
y síntomas, por los que acude a consulta y, por último, toda una serie de pruebas y exploraciones
que apoyarán el diagnóstico. La mayoría de los problemas oculares pueden ser diagnosticados
llevando a cabo una buena anamnesis y una sencilla exploración.
Son múltiples las enfermedades oculares consideradas como procesos urgentes; si bien son muy
pocos los que ponen en peligro la vida del paciente, sí que pueden poner en peligro la integridad
ocular del mismo. Resulta difícil discernir el concepto urgencia ciñéndose a las alteraciones que
el paciente comunica, por lo que una anamnesis y exploración básica resultan fundamentales
para ello. Del mismo modo es imprescindible saber realizar determinados procedimientos básicos
de tratamiento.
El término glaucoma engloba una serie de enfermedades que tienen como denominador común
una neuropatía óptica (afección del nervio óptico) de muy probable origen isquémico, en la que
parece que la presión intraocular juega un papel importante y en la que hay una afectación
característica del campo visual. La presión intraocular está por encima de lo normal, que ha de
ser de entre 10-21mmHg.
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