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2) Etapas del desarrollo cognitivo según Piaget

Probablemente la teoría más citada y conocida sobre desarrollo cognitivo en niños es la


de Jean Piaget (1896-1980). Según esta teoría los niños pasan a través de etapas
específicas conforme va madurando su intelecto y su capacidad para percibir las
relaciones de todo tipo.
Estas etapas se desarrollan en un orden fijo en todos los niños, y en todos los países. No
obstante, la edad puede variar ligeramente de un niño a otro. Las etapas son las
siguientes:
Etapa sensoriomotora
Esta etapa tiene lugar entre el nacimiento y los dos años de edad. Durante este periodo
los niños comienzan a entender la información que perciben a través de sus sentidos y se
inician en el desarrollo de su capacidad de interactuar con el mundo.
En esta etapa los niños aprenden a manipular objetos.
Un aspecto interesante de este periodo es que no pueden entender la permanencia de
estos objetos si no están dentro del alcance de sus sentidos, es decir, una vez que un
objeto desaparece de su vista, el niño o niña no comprende que ese objeto o persona
sigue allí. Por este motivo les resulta tan atrayente y sorprendente el juego al que muchos
adultos juegan con sus hijos consistentes en esconder su cara tras un objeto, como un
cojín, y luego volver a «aparecer». Es un juego que contribuye, además, a que aprendan
la permanencia del objeto. Por tanto, podemos decir que es uno de los mayores logros de
esta etapa es la capacidad de entender que estos objetos continúan existiendo aunque no
pueda verlos. Esto incluye la capacidad para entender que cuando la madre sale de la
habitación regresará, lo cual aumenta su sensación de seguridad. Esta capacidad suelen
adquirirla hacia el final de esta etapa y representa la habilidad para mantener una imagen
mental del objeto (o persona) sin percibirlo.
Etapa preoperacional
Comienza cuando se ha comprendido la permanencia de objeto, y se extiende desde
los dos hasta los siete años.
Durante esta etapa, los niños aprenden cómo interactuar con su ambiente de una manera
más compleja mediante el uso de palabras y de imágenes mentales. Esta etapa está
marcada por el egocentrismo, o la creencia de que todas las personas ven el mundo de la
misma manera que él o ella.
También creen que los objetos inanimados tienen las mismas percepciones que ellos, y
pueden ver, sentir, escuchar, etc. Un segundo factor importante en esta etapa es la
conservación de la cantidad, que es la capacidad para entender que la cantidad no
cambia cuando la forma cambia. Es decir, si el agua contenida en un vaso corto y ancho
se vierte en un vaso alto y fino, los niños en esta etapa creerán que el vaso más alto
contiene más agua debido solamente a su altura. Esto es debido a que se centran en sólo
un aspecto del objeto, por ejemplo la altura, sin tener en cuenta otros aspectos como la
anchura.
Otro logro importante de esta etapa la reversibilidad del pensamiento, es decir, poder
realizar operaciones o pensamientos de forma inversa. Por ejemplo son capaces de
resolver problemas como: Si yo tengo un número de canicas en una caja y al añadir 3
obtengo 7 canicas ¿cuántas tenía inicialmente?
Etapa de las operaciones concretas
Esta etapa tiene lugar entre los siete y doce años aproximadamente y está marcada por
una disminución gradual del pensamiento egocéntrico y por la capacidad creciente
de centrarse en más de un aspecto de un estímulo.
Pueden entender el concepto de agrupar, sabiendo que un perro pequeño y un perro
grande siguen siendo ambos perros, o que los diversos tipos de monedas y los billetes
forman parte del concepto más amplio de dinero.
Solo pueden aplicar esta nueva comprensión a los objetos concretos (aquellos que han
experimentado con sus sentidos). Es decir, los objetos imaginados o los que no han visto,
oído, o tocado, continúan siendo algo místico para estos niños, y el pensamiento
abstracto tiene todavía que desarrollarse.
Etapa de las operaciones formales
En la etapa final del desarrollo cognitivo (desde los doce años en adelante), los niños
comienzan a desarrollar una visión más abstracta del mundo y a utilizar la lógica formal.
Pueden aplicar la reversibilidad y la conservación a las situaciones tanto reales como
imaginadas. También desarrollan una mayor comprensión del mundo y de la idea de
causa y efecto.
Esta etapa se caracteriza por la capacidad para formular hipótesis y ponerlas a prueba
para encontrar la solución a un problema.
Otra característica del individuo en esta etapa es su capacidad para razonar en contra de
los hechos. Es decir, si le dan una afirmación y le piden que la utilice como la base de una
discusión, es capaz de realizar la tarea. Por ejemplo, pueden razonar sobre la siguiente
pregunta: ¿Qué pasaría si el cielo fuese rojo?

3) El estadio del espejo designa una fase del desarrollo psicológico del niño comprendida
aproximadamente entre los seis y los dieciocho meses de edad y que indica una
superación en esa fase de no reconocimiento.
El estadio del espejo es un concepto de la teoría del psicoanalista francés Jacques Lacan
que hace referencia a aquella etapa en la cual el niño se encuentra por vez primera
capacitado para percibirse, para percibir su imagen corporal completa en el espejo. En
esta fase, de acuerdo a la teoría lacaniana, se desarrollaría el yo como instancia psíquica.
El niño se reconoce en el espejo

Los niños antes de llegar a esta etapa suelen reaccionar con miedo o curiosidad ante el
espejo, o simplemente lo ignoran. Pero cuando un niño se reconoce por primera vez en el
espejo, celebra la aparición de su imagen con un gesto de alegría, de júbilo o de éxtasis.

Esta fascinación es interpretada por Lacan como la identificación del niño con su imagen,
la que encuentra allí por primera vez reflejada de manera completa. En vez de ver sólo
partes de su cuerpo, observa por primera vez la totalidad.

Lo que el niño ha visto antes son sus manos, sus piernas, su barriga Pero hasta
reconocerse en el espejo, el niño no ha visto nunca su cara, por ejemplo, ni su cuerpo
completo.

El descubrimiento que hace en el estadio del espejo es que estos fragmentos del cuerpo
que no aparecían estructurados o relacionados entre sí, no constituían una unidad,
ahora, con la experiencia del espejo, ya forman parte de un todo, su “yo”.

Aquel que el niño mira y reconoce, ese que le imita tan bien, y que tarde o temprano
descubrirá que es él mismo, o su imagen, para hablar propiamente, ese no descoordina,
no tiene cuerpo fragmentado: de ahí deriva el contento del niño.

Pero Lacan observa que el gran júbilo que el niño experimenta al reconocerse en el
espejo es efímero. Se reconoce y se desconoce casi al mismo tiempo, porque aquello que
reconoce no es él, sino que justamente es solo una imagen de él. Una imagen separada,
que no le pertenece.

Por ello el estadio del espejo implica una experiencia de división o escisión del sujeto.
Esta es una razón para que Lacan más adelante distinga entre dos formas del yo: “je” y
“moi”, aunque no se aclaran hasta una fase más tardía de su obra.

En esencia, según lo leído, yo creo que se trataría de esa imagen que tenemos de
nosotros mismos, la que consideramos verdadera, y la aparente imagen que de nosotros
tienen los demás, que se podría acercar más o menos a la realidad que nosotros
percibimos.
Un estudio sobre el estadio del espejo nos explica así esta dualidad que se produce tras
el descubrimiento de sí mismo en el espejo:

Esa primera identificación es en sí profundamente alienante: para empezar, el niño se


reconoce en lo que sin duda alguna no él mismo sino otro; en segundo lugar, ese otro,
aun si fuese él mismo, está afectado por la simetría especular, condición que luego se
reproducirá en los sueños; en tercer lugar, aquel que se reconoce como yo no está
afectado de mis limitaciones, él no tiene los problemas que yo tengo para moverme.

El Estudio de El Edipo tiene igualmente tres tiempos, cada uno es definido por la posición
que el niño adopta respecto al falo, significante que se corresponde con el concepto de la
falta. Esta noción va más allá de la realidad anatómica de la diferencia de los sexos, es
decir que aunque se ancla en la percepción visual (imaginaria) de esta ausencia, precede
a ella. El niño persiste en concebir como faltante algo que él imagina que debería estar
ahí, mas no se trata de una falta genital, sino del falo como objeto en sí mismo
inexistente, como falta constitucional.

Como queda claro, la diferencia anatómica de los sexos es un problema a nivel de la


identificación en el registro imaginario, pero es el papel del falo lo que desencadena el
complejo de Edipo. Inicialmente el niño se coloca como siendo el falo de la madre, se vive
como el objeto del deseo de la madre, colmando todo deseo posible de ella quien en
consecuencia no tiene falta. Su deseo es ser el deseo de la madre.

Un segundo momento se da cuando “ser el falo” no es sostenible gracias a la función


paterna. Más que la presencia de un padre de carne y hueso, la función paterna instaura
la Ley del no incesto, priva al niño de la madre, y castra a la madre del niño-falo. La Ley
paterna implica que la madre desea más allá de su hijo, lo que el bebé entiende con ello
es que ni él ni su madre son el falo y que ambos se encuentran sujetados a otro orden.
Este es el orden del registro simbólico, donde existe un tercero que rompe con la díada.
Esto es el complejo de castración según Lacan.

Finalmente, la declinación del Edipo se da por la simbolización de la Ley. En este tercer


tiempo, el padre no sólo es quien castra al niño y a la madre, sino quien tiene el falo, es
poseedor del objeto deseado por la madre. La función estructurante que este tiempo del
Edipo tiene para el niño consiste en la localización exacta del deseo de la madre, ya que
tanto ella como él, están desprovistos del falo; el padre deja de ser quien priva, y al ser el
supuesto depositario del falo, lo restablece en el lugar del deseo de la madre. El niño,
como su madre, desprovistos de falo, pueden desearlo allí donde se encuentra. El falo
deja de ser algo que se es, se simboliza como algo que un tercero tiene y se desea tener,
la simbolización de la Ley implica la represión originaria (no incesto) y la subsecuente
sustitución/simbolización de objetos.

4) Según Winnicott el juego es en sí mismo terapia. Sin necesidad de interpretación. Es


creativo y enseña un camino que lleva a la vida. Es importante entender el espacio
intermedio. El espacio que se abre entre nuestro mundo subjetivo y el mundo exterior. El
espacio intermedio entre el YO y el no-YO. Cuando el niño nace, está completamente
fusionado, forma parte de la madre, son uno. Llega un momento en que el niño se da
cuenta de que es un ser diferente (6 meses) y se crea el espacio transicional en el que se
va dando cuenta de que es otro. Va distinguiendo que tiene vida propia y sentimientos
propios. Marca el pasaje de estar fusionado a su madre y el ser diferente. Este espacio se
concreta en un objeto. Es el objeto transicional. La terapia es este espacio. Con el juego
es importante verlo como este objeto. Ver cómo ha podido ir construyendo el mundo. Este
objeto es la primera posesión No-YO, que tiene el niño. Antes, se ha chupado el dedo o
ha jugado con sus pies, pero eran suyos. El objeto transicional, el niño lo busca y dice,
esto es lo que yo quiero (osito, almohada). Estamos en el área intermedia entre el auto
erotismo y la verdadera relación con el otro. Lo importante no es el objeto sino lo que este
significa. El mundo subjetivo se traslada a este objeto. Lo que hay detrás del objeto, es el
espacio transicional. En el objeto, lo importante son los registros transicionales que trae
(textura, olores). Cada secuencia es un pase de lo mío a lo de fuera. De la relación que se
establece entre lo mío y lo externo. Cuando el niño comienza a ver lo de fuera, se va a dar
cuenta de que hay algo que no controla, que desconoce y que le va a crear mucha
angustia. El objeto sí lo conoce, lo controla, y esto le tranquiliza. El juego está en este
espacio transicional. No está íntegramente en la realidad y no está íntegramente en la
fantasía. Así el niño va a ir construyendo la realidad. Por unos momentos en su vida, jugar
y vivir, son la misma cosa. Fantasía-Actuar, es lo importante del juego. Imagina, siente, y
se da la posibilidad de hacerlo real. El juego reúne cosas del exterior y se ponen al
servicio del mundo exterior y la realidad personal. El niño tiene que sentir que el adulto
forma parte de su juego. La acción (playing), y conseguir la actividad es importante. La
terapia tiene mucha importancia aquí, para conseguir que el niño amplíe sus espacios de
juego. Mientras el niño siga jugando, el niño va a solucionar, va a tener espacio interno, y
por tanto relajación interna que les va a llevar a una mayor espontaneidad. Supone
confianza en el medio, manipular objetos y hacer reales fantasías. Momento de
retraimiento. Es tremendamente excitante esta interacción entre fantasía y realidad. El
niño mismo la termina; dice, ¡Ya!, ya no juego más (esto queda marcado por la capacidad
de cada niño de contener realidad exterior. Cuando no se soporta más carga, el juego
cesa.

5) Etapas psicosocial según Eriksson

Erikson propuso que las personas experimentan en cada etapa un conflicto que sirve
como punto de inflexión en el desarrollo, como un estímulo para la evolución. Estos
conflictos se centran en desarrollar una cualidad psicológica o no desarrollar esa cualidad.
Durante la etapa, el potencial de crecimiento personal es alto, pero el potencial de fracaso
también lo es.
Así, si las personas se enfrentan con éxito al conflicto superan esta etapa con fortalezas
psicológicas que les servirán para el resto de sus vidas. Pero si, por el contrario, no logran
superar con eficacia estos conflictos, es posible que no desarrollen las habilidades
esenciales necesarias para encarar con acierto los retos de las siguientes etapas.
Erikson también planteó que un sentido de competencia motiva comportamientos y
acciones. De este modo, cada etapa de la teoría del desarrollo psicosocial de Erikson se
refiere a volverse competente en un área de la vida. Por lo tanto, si la etapa se maneja
bien, la persona tendrá una sensación de dominio, pero si la etapa se maneja mal, la
persona se quedará con un sentido de insuficiencia en ese aspecto del desarrollo.
Etapa 1. Confianza vs Desconfianza (0-18 meses)

En la primera etapa de las etapas de desarrollo psicosocial de Erikson, los niños


aprenden a confiar -o no confiar- en los demás. La confianza tiene mucho que ver con el
apego, la gestión de relaciones y la medida en la que el pequeño espere que los demás
cubran sus necesidades. Debido a que un bebé es totalmente dependiente, el desarrollo
de la confianza se basa en la confiabilidad y la calidad de los cuidadores del niño,
especialmente con su madre.
Si los padres exponen al niño a una relación de afecto en la que prime la confianza, es
probable que el pequeño también adopte esta postura frente al mundo. Si los padres no
brindan un entorno seguro y no satisfacen las necesidades básicas del niño, este
probablemente aprenderá a no esperar nada de los demás. El desarrollo de la
desconfianza puede llevar a sentimientos de frustración, sospecha o insensibilidad por lo
que ocurre en un entorno del que esperan poco o nada.
Etapa 2. Autonomía Vs Vergüenza y duda (18 meses-3 años)

En la segunda etapa de las etapas de desarrollo psicosocial de Erikson, los niños


adquieren cierto grado de control sobre su cuerpo, lo que a su vez hace que su
autonomía crezca. Al poder completar tareas por sí mismos con éxito, obtienen un sentido
de independencia y autonomía. Así, al permitir que los niños tomen decisiones y ganen en
control, los padres y cuidadores pueden ayudar a los niños a desarrollar un sentido de
autonomía.
Los niños que completan esta etapa con éxito suelen contar con una autoestima sana y
fuerte, mientras que los que no lo hacen suelen quedarse con una sensación de caminar
sobre un suelo demasiado inestable: ellos mismos (su propio soporte). Erikson creía que
lograr un equilibrio entre autonomía, vergüenza y duda llevaría a la voluntad, que es la
creencia de que los niños pueden actuar con intención, dentro de la razón y los límites.
Etapa 3. Iniciativa Vs Culpa (3-5 años)

En la tercera etapa planteada por Erikson, los niños comienzan a afianzar su poder y
control sobre el mundo a través del juego, marco de un valor incalculable para
las interacciones sociales. Cuando logran un equilibrio ideal de iniciativa individual y la
voluntad de trabajar con otros, surge la cualidad del ego conocida como propósito.
Los niños que tienen éxito en esta etapa se sienten capaces y confiados para guiar a
otros. Aquellos que no logran adquirir estas habilidades es probable que se queden con
un sentimiento de culpa, dudas y falta de iniciativa.
La culpa es buena en el sentido de que demuestra la capacidad de los niños para
reconocer cuando han hecho algo mal. Sin embargo, la culpa excesiva e inmerecida
puede hacer que el niño descarte desafíos por no sentirse capaz de afrontarlos: el
sentimiento de culpa no deja de ser uno de los nutrientes más ricos del miedo.

Etapa 4. Laboriosidad Vs Inferioridad (5-13 años)

Los niños comienzan a realizar tareas más complicadas; por otro lado, su cerebro alcanza
un grado de madurez alto, lo que les permite empezar a manejar abstracciones. También
pueden reconocer sus habilidades, así como las habilidades de sus compañeros. De
hecho, los niños a menudo insistirán en que se les den tareas más desafiantes y
exigentes. Cuando logran estas tareas, esperan obtener un reconocimiento asociado.
El éxito en la búsqueda de un equilibrio en esta etapa del desarrollo psicosocial nos lleva
a hablar de competencia: los niños desarrollan una confianza en sus habilidades para
manejar las tareas que se les presentan. Otro logro importante es que empiezan a calibrar
de manera más realista aquellos desafíos que están preparados para afrontar y aquellos
que no.
Si los niños que no pueden desempeñarse tan bien como desean, a menudo aparece el
sentimiento de inferioridad. Si este eco de inferioridad no se aborda adecuadamente y el
niño no recibe una ayuda para la gestión emocional de sus fracasos, puede optar por
descartar cualquier tarea que sea difícil por miedo a volver a vivir esa sensación. De aquí
que sea tan importante considerar el esfuerzo del niño a la hora de valorar una tarea,
separándolo del resultado objetivo.
Etapa 5. Identidad vs Difusión de Identidad (13-21 años)

En esta etapa de las etapas de Erikson, los niños se convierten en


adolescentes. Encuentran su identidad sexual y empiezan diseñar una imagen de esa
persona futura a la que quieren parecerse. A medida que crecen, intentan encontrar sus
propósitos y roles en la sociedad, así como solidificar su identidad única.
En esta etapa los jóvenes también deben tratar de discernir qué actividades son
adecuadas para su edad y cuáles se consideran ‘infantiles’. Deben encontrar un
compromiso entre lo que ellos esperan de sí mismos y lo que su entorno espera de ellos.
Para Erikson completar esta etapa con éxito supone terminar de edificar una base sólida y
saludable para la vida adulta

6) Etapas psicosexuales según Freud

Fase oral

Esta es la primera fase de la evolución de la libido que va de los 0 a los 2 años de edad.

Esta fase se puede dividir en dos:


En la primera, el niño(a) pasa la mayor parte del tiempo durmiendo. Los períodos de
atención consciente quedan limitados a experiencias de nutrición como hambre, lactancia,
saciedad, ruidos internos. Cuando no se satisface alguna necesidad surgen emociones
desagradables, lo que provoca las primeras experiencias de ansiedad en el bebé.
Ansiedad por la falta de provisiones vitales.
En esta fase el placer sexual está ligado predominantemente a la excitación de la cavidad
bucal y de los labios, que acompaña a la alimentación.

Al nacer el niño(a) es privado de la simbiosis que mantenía con el cuerpo de su madre,


esto hace que se ponga en funcionamiento la capacidad y la intención del pecho, de la
madre y de la sociedad de alimentarlo. En esta fase el niño(a) vive y ama a través de la
boca y la madre lo transmite por medio de los senos.

De esta coordinación entre madre e hijo(a) resulta una alta recompensa en términos de
placer libidinal. A través de la boca y el pezón se genera una atmósfera de calor y
mutualidad que ambos, madre e hijo(a), disfrutan plenamente y responden con la
relajación.

El modo de acercamiento o de relación con el otro es la incorporación, pues el recién


"nacido" depende de la entrega de sustancias directamente en la boca.

Al inicio, la pulsión sexual se satisface por medio de una función vital, la alimentación,
pero posteriormente adquiere autonomía y a través del chupeteo se satisface en forma
auto erótica.

Entonces en esta etapa la fuente de satisfacción es la zona oral, el objeto de satisfacción


se encuentra en estrecha relación con el de la alimentación, el fin u objetivo de esta fase
es la incorporación.

En la segunda parte de esta fase "... la capacidad para asumir una actitud más activa y
dirigida, y el placer derivado de ella, se desarrollan y maduran (en el niño). Aparecen los
dientes, y con ellos el placer inherente a morder cosas duras, que no ceden a la presión,
en morder objetos blandos y en destrozar otros con los dientes.

Para Freud en esta primera fase la libido está vinculada con la necesidad de mantenerse
vivo mediante la succión de líquidos y la masticación de sólidos. Pero no solo la ingestión
de alimentos satisface la necesidad de respirar y crecer por medio de la absorción. Estas
formas de erotismo oral permiten el desarrollo de formas de relación social: la capacidad
de obtener y tomar. Estas son formas de auto conservación necesaria para el ser humano
en esta etapa de la vida.

Fase anal

La fase anal es la segunda fase de la evolución de la libido y puede situarse de los 2 a los
4 años de edad.

En esta fase la libido se organiza al alrededor de la zona erógena anal, el objeto de


satisfacción está ligado con la función de defecación (expulsión – retención) y al valor
simbólicos de las heces.

Para el niño(a) eliminar orines o heces es algo normal, natural y placentero, lo considera
incluso como una especie de "regalo" que dan al adulto, esto porque para él (ella) es
como desprenderse de parte de su cuerpo y entregarlo a mamá y a papá. Para el niño(a),
las heces representan su creación y le agrada su olor, textura y color.
El niño(a) debe aprender a cooperar con una persona más poderosa lo que provoca
experiencia nuevas de satisfacción y ansiedad. La satisfacción viene de cumplir los deseo
de sus padres, avisar y controlar. La ansiedad proviene de la vergüenza y la
desaprobación de los demás.

La función autoconservadora del erotismo anal está dada por el proceso de evacuación
de los intestinos y la vejiga y por el placer que provoca el haberlo hecho bien. Este
sentimiento de bienestar compensa, al inicio de esta fase, los frecuentes malestar y
tensiones padecidos por el niño(a), mientras sus intestinos aprenden a realizar su función
diaria.

Esta fase se inicia, porque en el niño(a) aparecen excrementos mejor formados, el


sistema muscular, se ha desarrollado y el medio social le demanda control de sus
evacuaciones, introduciéndose así la dimensión de que él o ella pueden descargar
voluntariamente y que tienen la capacidad de alternar a voluntad los actos de retener y
expulsar.

El niño(a) obedece en esta fase a impulso contradictorios que van a caracterizar su forma
de comportarse y de relacionarse con los demás. Estos son la retención y la eliminación.
Su aparición va a alternarse. El desarrollo del sistema muscular le da mayor poder al
niño(a) sobre el medio ambiente que le rodea, pues adquiere la capacidad para alcanzar y
asir, para arrojar y empujar, para apropiarse de cosas y para mantenerlas a cierta
distancia. Esta etapa se caracteriza por la lucha del niño(a) por su autonomía, empieza a
ver el mundo como yo – tú, mí, mío. Es un niño(a) fácil de convencer si él (ella) ha
decidido hacer lo que se espera de él (ella), pero es difícil de encontrar la forma de que
desee precisamente eso. El niño(a) al mismo tiempo quiere acercarse y soltarse,
acumular y descartar, aferrarse y arrojar. Por lo tanto, las relaciones sociales están
marcadas por la antítesis soltar – aferrarse.

Estas dos primeras fases de la sexualidad infantil se centran en el autoerotismo, en las


fases siguientes aparece ya un objeto sexual externo al individuo. Para Freud el acceso al
objeto libidinal se da en forma sucesiva que va desde el autoerotismo, el narcisismo, la
elección homosexual y la elección heterosexual.

Fase fálica

Es la "fase de organización infantil de la libido que sigue a las fases oral y anal y se
caracteriza por una unificación de las pulsiones parciales bajo la primacía de los órganos
genitales, pero a diferencia de la organización genital puberal, el niño o la niña no
reconocen en esta fase más que un solo órgano genitales, el masculino, y la oposición de
los sexos equivale a la oposición fálico – castrado.

En esta fase es vivido el Complejo de Edipo, más o menos entre los 3 y 5 años de edad,
su declinación señala el inicio del período la latencia. Este Complejo desempeña un papel
fundamental en la estructuración de la personalidad y en la orientación del deseo sexual.

El Complejo de Edipo es el "conjunto organizado de deseos amorosos y hostiles que el


niño experimenta respecto a sus padres. En su forma llamada positiva, el complejo se
presenta como en la histórica de Edipo Rey: deseo de muerte del rival que es el personaje
del mismo sexo opuesto. En su forma negativa, se presenta a la inversa: amor hacia el
progenitor del sexo y odio y celos hacia el progenitor del sexo opuesto. De hecho
estas dos formas se encuentran, en diferentes grados, en la forma llamada completa del
complejo de Edipo.

El niño se enamora de su madre y abriga deseos de muerte hacia el padre a quien ve


como rival y teme ser castigado con la castración por querer que éste desaparezca. La
niña se enamora del padre y quiere que la madre se valla y se considera castigada por no
poseer pene. Ambos desean excluir a todos los demás de la relación que tienen con el
padre que es objeto de su amor.

Estos deseos de muerte o desaparición del padre del sexo opuesto provocan un profundo
sentimiento de culpa. Culpa por haber cometido un crimen que no ocurrió y que
biológicamente es imposible de realizar. Esta culpa inconsciente y la prohibición del
incesto hacen que el individuo desplace su iniciativa y curiosidad hacia ideales deseables
y metas prácticas e inmediatas, hacia la realización de cosas. Así se olvida el Complejo
de Edipo y el niño(a) entra en la latencia.

El individuo experimenta una reviviscencia del Complejo de Edipo durante la pubertad y


es superado, con mayor o menor éxito con la elección de un objeto sexual.

Freud le asigna al Complejo de Edipo tres funciones fundamentales que son:

 La elección del objeto de amor, la cual está condicionada, después de la pubertad,


por la libido depositada en el objeto y las identificaciones realizadas durante el
Complejo de Edipo y las prohibición del incesto.
 El acceso a la genitalidad que es dada por la resolución del Complejo de Edipo a
través de la identificación.
 Efectos sobre la estructuración de la personalidad.
Freud considera que en esta fase hay una organización muy parecida a la del adulto, por
lo que la ubica como genital. El niño(a) elige un objeto sexual externo y dirige hacia este
objeto sus tendencias sexuales. Lo que la diferencia de la organización sexual madura es
que sólo reconoce como órgano genital el masculino.

A esta edad los niños(as) inician una actividad masturbatoria. Pasan mucho rato tocando
sus genitales, no solo por el placer que les proporciona, sino porque lo han descubierto y
quieren explorarlo y conocerlo.

Otra de las características importantes de esta etapa es el descubrimiento de que existen


diferencias sexuales entre las personas y que el niño(a) pertenece a un sexo
determinado. Este descubrimiento pudo haberse gestado en la relación que el niño(a)
tenía con sus padres y se profundiza ahora que se relaciona más con niños(as) de
diferentes sexos y de su misma edad.

A esta edad, la sexualidad infantil hace referencia a cómo descubren su pertenencia a


determinado sexo, cómo adquieren características, conductas y comportamientos que son
distintivos de su sexo y de cómo reaccionan ante las sensaciones de placer que brotan de
su cuerpo.
El niño(a) descubre que pertenece a un sexo porque ha logrado un dominio suficiente
sobre su cuerpo, que le permite explorar aspectos de la vida que involucran a los otros, ya
no se le limita sólo a él. Además, porque la utilización del lenguaje le permite preguntar,
observar y pensar. El lenguaje le permite un diálogo interno que le lleva a investigar y
explorar.

Por otro lado, el desarrollo de su inteligencia le posibilita hacer comparaciones entre las
cosas y clasificarlas. Puede diferenciar entre un genital y otro y agrupar en una misma
categoría a todos los que tienen pene y diferenciarlos de los que tienen vagina. Empieza a
clasificar a hombres y mujeres y él (ella) se incluye en uno u otro por comparación. El
descubrimiento del sexo lleva al niño(a) a explorar y conocer más. Esto lo hace mediante
dos formas:

 PREGUNTAR: El niño(a) pregunta porque desea conocer más. Esto puede causar
ansiedad en los padres. De las respuestas que los adultos le den al niño(a)
depende que éste se forme una idea correcta o incorrecta de la sexualidad.

Los niños(as) buscan respuestas que no sean complicadas, solo un poco de


información, pues volverán sobre el tema una y otra vez.

 MANIPULAR: Es en esta etapa cuando el niño(a) empieza a tocar sus genitales


por el placer que resulta de esto y con una forma de conocer más. Esta idea de
que el niño(a) se masturba puede causar sensaciones incómodas en algunos
adultos.
En esta edad, el niño también puede dar muestra de exhibicionismo (exhibición de los
genitales), de voyerismo (mirar los genitales de otros) y de una curiosidad persistente por
la anatomía de los individuos del sexo opuesto o del mismo. Estas conductas son
normales y no tienen las connotaciones que le da el adulto.

Al descubrir el niño(a) que pertenece a un sexo determinado, empieza a imitar al


progenitor de su mismo sexo. El niño se fija en el modelo masculino que tiene más
próximo, el padre y la niña en el femenino, la madre. Ellos quieren parecerse a sus papás.

Esta capacidad para imitar es adquirida por el niño y la niña no solo porque descubren
que pertenecen a un sexo sino porque es una forma de acceder al padre del sexo
opuesto. En su elaboración del Complejo de Edipo el niño y la niña "se dan cuenta" de
que pareciéndoseles al padre del mismo sexo pueden lograr que el padre del sexo
opuesto se "enamore" de él o ella. Cuando aparece la prohibición del incesto en la
relación padre – hija o madre – hijo y la castración como castigo, el (la) reprime su deseo
que el progenitor, para ya las características culturales y comportamentales que
caracterizan a cada sexo han sido adquiridas por el infante a través de la imitación.

Entonces, el niño(a) aprende a comportarse según su sexo, porque la imitación le permite


entender esas conductas. El (ella) necesitan imitar las actividades que realizan los padres
porque debe probar los diferentes comportamientos para aprender normas de conducta
adecuados para su sexo.

Por esta razón no es necesario forzar a los niños (as) a que aprendan a ser hombres o
mujeres. Ellos mismos, en su proceso de imitación irán aprendiendo a hacerlo sin
necesidad de exigencias o imposiciones innecesarias. Lo importante es que los modelos
por imitar sean lo suficientemente adecuados.

Como en las etapas anteriores, la genital también agrega una modalidad de relación
social que es la conquista. El niño(a) aprende a conquistar, a competir, a insistir para
alcanzar una meta y esto le produce placer.

Período de latencia

Este período se ubica entre la fase fálica y la fase genital, se inicia más o menos entre los
5 y 6 años de edad. Es un considerado como una etapa en la que se detiene la evolución
de la sexualidad, ya que hay una disminución de las actividades sexuales, se
desexualizan las relaciones de objeto y de los sentimientos (predomina la ternura sobre
los deseos sexuales), aparecen sentimientos como pudor y asco y aspiraciones morales y
estéticas, se intensifica la represión, lo que provoca una amnesia al inicio del período, se
transforma la libido hacia los objetos en identificación con los padres y se dirige la energía
sexual hacia otras actividades no sexuales como el estudio, el deporte, etc.

Esta canalización de la energía sexual le permite adquirir nuevos conocimientos y


habilidades.

A pesar de que hay una disminución de la actividad sexual siempre los(as) niños(as)
hablan de tener novio o novia y expresan sus preferencias al respecto.

Este período se inicia con la declinación del Complejo de Edipo.

Fase genital

Es la cuarta fase del desarrollo, que se caracteriza por la organización de la libido


alrededor de las zonas genitales. Se compone de dos tiempos, separados por el período
de latencia: uno la fase fálica (u organización genital infantil) y el segundo, la organización
genital propiamente dicha, que inicia en la pubertad.

Con la organización genital, las modalidades de satisfacción libidinales de las fases


anteriores se unifican y jerarquizan definitivamente, en los órganos genitales y el placer
inherente a las zonas erógenas pregenitales se vuelven preliminares al orgasmo. Esta
integración de las tres fases pregenitales llega a tal punto que después de la pubertad
permite la reconciliación de:

 El orgasmo genital y las necesidades sexuales extragenitales.


 El amor y la sexualidad.
 De los patrones sexuales, los procreadores y los productivos (sublimación).
 Nos vamos a centrar en el segundo tiempo de la fase genital, principalmente en lo
que se refiere a la sexualidad del adolescente. En esta fase se elabora la identidad
sexual del individuo.
La identidad sexual se refiere a la diferenciación y ubicación sexual que cada uno de
nosotros hace según seamos hombre o mujer. Durante la adolescencia se configuran los
sentimientos que él y la joven tienen en relación con el sexo al que pertenecen. Se van a
ensayar una serie de conductas tanto hacia el mismo sexo como hacia el sexo opuesto.

"La identidad sexual es producto de un largo proceso de elaboración que se produce


desde la niñez. En este período influyen cuáles han sido las relaciones con los padres del
mismo sexo, cuál ha sido la interacción de la pareja parental, cuáles normas culturales le
tocó vivir, que se aprobó o desaprobó en los comportamientos del niño.

En la adolescencia temprana los contactos son predominantes con jóvenes del mismo
sexo como una forma de reafirmar su identidad. Forman grupos del mismo sexo que les
permite compartir vivencias, ensayar y comentar conductas en relación con el sexo
opuesto y calmar sus temores e inseguridades en relación con estos contactos. Algunas
conductas presentadas por los adolescentes en esta etapa pueden aparecer de corte
homosexual, pero en realidad no lo son.

Las relaciones amorosas se inician con interés en el sexo opuesto, que será seguido por
un interés inconsciente o consiente de serle atractivo(a) a éste. "Posteriormente el
adolescente se enamora, primero de personas mayores a ellos y no disponibles..." Estos
amores no accesibles le brindan al joven la seguridad de que podrá explorar en la fantasía
todo lo que desee y sin que deba enfrentarse a la persona amada en la realidad... Si los
adultos se encargan de hacer que estos objetos amados se tornen accesibles, pueden
ocurrir una serie de importantes problemas psicológicos."

Al llegar al adolescencia media, él y la joven comienzan a sentirse más confortables con


personas del sexo opuesto y de su edad. Aquí las relaciones amorosas son, por lo
general, de corta duración y es el inicio de la exploración sexual. Con el tiempo el y la
adolescente se liga a una persona específica en relaciones más duraderas, donde
aparece una mayor preocupación por los sentimientos y deseos del otro, así como por
una relación sexual genital.

Como parte de la sexualidad adolescente la masturbación es una actividad normal, que es


practicada sobre todo por los varones. Esta preponderancia en los varones se debe a
que, tanto hombre como mujeres, aprenden una respuesta diferente hacia sus impulsos
sexuales impuesta por la cultura, donde la mujer debe guardar sus genitales puros e
intactos, mientras que el hombre debe ser experimentado en lo sexual.

A esta diferencia también contribuye la distinta conformación de los genitales masculinos


y femeninos. El hombre está familiarizado con su pene y se siente orgulloso de el,
experimenta orgasmos completos con eyaculación. La mujer no conoce bien sus genitales
y son las características secundarias sexuales las que les muestra que ha iniciado un
nuevo período, el orgasmo está usualmente ausente por mucho tiempo pero la joven
siente un erotismo difuso en todo el cuerpo.

La masturbación permite que él y la adolescente conozcan la anatomía y funcionamiento


de sus genitales, que liberen las tensiones sexuales acumuladas y que se preparen para
las relaciones genitales en pareja.
La masturbación puede convertirse en un problema sí hace que él o la adolescente se
aísle, que no establezca relaciones íntimas con otro(a), cuando su práctica no se haga a
nivel privado, cuando sea una práctica excesiva o se abstenga totalmente de ella.

Para concluir el psicoanálisis ha comprobado que las personas, aún las sanas
mentalmente, están trabadas en sus ciclos sexuales. En su intimidad, en sus relaciones
de pareja y en el coito se evidencias las huellas que ha dejado su paso por las fases
pregenitales. Sin embargo estas huellas no siempre son conscientes y se dan en mayor o
menor grado en cada persona. Muchas personas "... Prefieren incorporar o retener,
eliminar o intrusar, antes que disfrutar de la mutualidad de los patrones genitales. Muchos
otros prefieren ser independientes o tener a alguien que dependan de ellos, destruir o ser
destruidos, antes que amar con madurez... No cabe duda de que un juego sexual pleno
es el mejor recurso para resolver los residuos pregenitales

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