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Logoterapia:

Intención paradójica:
De acuerdo con Frankl (2004), la intención paradójica propone aceptar lo que más se teme,
pues de esa manera se lleva a la consciencia bajando los niveles de ansiedad. En la intención
paradójica, sin embargo, los pacientes son invitados a exagerar sus miedos y ansiedades
actuando con formulaciones tan llenas de humor como sea posible (Frankl, 1984).
El miedo a los síntomas, a su vez, lo refuerza aumentando el temor del paciente. La
logoterapia busca romper el círculo vicioso, tanto en su frente psíquico como en el somático.
En la práctica, consiste en sugerir que, paradójicamente, el paciente desee lo que teme.
Esta técnica resulta muy efectiva para tratar personas que sufren de fobias, atraviesan
situaciones obsesivo-compulsivas y cuando se presenta ansiedad anticipatoria.
Paso a paso de la técnica de intención paradójica:
Para poder aplicar esta técnica terapéutica, lo primero que se le solicita al paciente, es
detener su deseo de controlar el problema. Se indica que deje de lado su intención por tomar
control de la situación (que claramente no ha funcionado hasta ahora), animándolo a dejar
aparecer sus problemas y (en caso de que sea posible) que los exagere, que los lleve al
extremo.
Habiendo consensuado con el paciente lo mencionado, y habiendo explicado aquello que
deberá hacer y cómo tendrá que modificar su voluntad para hacer efectiva a la técnica de
intención paradójica, se seguirá la siguiente secuencia de pasos:

1. Evaluar el problema.

Este primer paso consiste en identificar la problemática y, puntualmente, las técnicas que
las personas vienen aplicando para resolverlos. Identificar qué han hecho en sus intentos
para resolver el problema es crucial, pues sobre ello se trabajará.
2. Aportar al síntoma un nuevo significado
La redefinición del síntoma es el segundo paso en esta técnica de la intención paradójica.
Podría implicar esta acción, por ejemplo, intentar identificar las ventajas del síntoma en caso
de que las tenga, también atribuir a qué podría deberse, buscar entre los recuerdos del
paciente cuándo y por qué se dio por primera vez.
3. Aplicar los cambios
En función de aquello que el paciente ha hecho hasta el momento para resolver la cuestión,
se le indica hacer lo exactamente opuesto, con la finalidad de enfrentarlo al problema desde
otro ángulo que podría resultar efectivo y hallar una solución allí.
4. Identificar los cambios obtenidos
Llegado a este punto, el terapeuta evaluará junto con el paciente qué modificaciones
respecto a la problemática se han observado, si cambió la forma en cómo se siente al
respecto.
En caso de que en el paciente se haya evidenciado una mejora, y los síntomas hayan
disminuido (o en el mejor de los casos, desaparecido) se detendrá el tratamiento pasándose
a una etapa de supervisión. Si, por el contrario, los síntomas no se han visto alterados,
entonces habrá que revisar el procedimiento y buscar el “cabo suelto” que podría haber
afectado el tratamiento, para volverlo a empezar

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