Está en la página 1de 2

PAUTAS GESTIÓN RABIETAS

Cuando aparecen las rabietas, es fundamental hacer saber al peque que NO


conseguirá lo que quiere con su conducta “no te comerás la chuche hasta después
de comer” y mantenernos firmes con nuestra decisión. Debemos ignorar el
comportamiento negativo y continuar con lo que estábamos haciendo. Si con su
conducta consigue lo que quiere, aprenderá que comportándose así llama la atención
del adulto y lo volverá a hacer.

Es importante validar su emoción “veo que estás enfadado” para que aprenda a
reconocerlas y decirle lo que se espera de ellos y ellas “cuando te tranquilices y
dejes de llorar te atiendo”. Es fundamental NO quitar importancia a las emociones.
“entiendo que estés muy enfadado porque querías jugar más tiempo, pero ahora
tenemos que irnos a la ducha”.

En situaciones de rabietas, el adulto debe retirarse de la situación y esperar un


tiempo. Si el peque os sigue, seguiremos con nuestras actividades sin hacerle
caso. Pasado un tiempo (1 minuto por edad. Si tiene 4 años, 4 minutos), volveremos
con el peque y si todavía no se ha calmado repetiremos la misma premisa “cuando te
tranquilices y dejes de llorar te atiendo”.

Si se tranquiliza, es muy importante premiar su actitud. “qué bien, cómo me gusta


que estés así de tranquilito/a”, y ayudarle a pensar soluciones juntos/as para que
sepa cómo debería de haber actuado. Además, se expresarán las consecuencias de
su comportamiento. Estas consecuencias, deben comunicarse antes para que sepa
qué conducta se espera de ellos “recuerda, si no recoges los juguetes cuando te digo,
después no podrás ver los dibujos”.

Las consecuencias deben aplicarse inmediatamente después de la conducta que


queremos extinguir y siempre deben adaptarse a la edad y a la gravedad de la
conducta. Una conducta a extinguir, una consecuencia. En la edad infantil, si les
ponemos muchos castigos juntos o estos duran mucho tiempo, no serán capaces de
recordar por qué estaban castigados y perderá efectividad. Por otra parte, si aplicamos
una consecuencia, siempre debemos mantenernos firmes y cumplirla.
Finalmente, añadir que es igual de importante poner consecuencias a las conductas
negativas que premiar las conductas positivas que queremos conseguir. Por
ejemplo, si cuando no recoge los juguetes cuando se lo pedimos aplicamos una
consecuencia, cuando sí nos haga caso y lo haga sin tener que repetírselo,
premiaremos verbalmente su conducta, “qué bien lo has hecho, me has hecho caso a
la primera, eres un campeón”.

TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN

Podéis seguir las siguientes pautas para ayudar a vuestros hijos/as a tolerar la
frustración:

- Utiliza frases positivas: en vez de decir “no corras” decir “no vayas rápido” o
en vez de “no grites” decir “habla más bajito”. Como empleamos el lenguaje
puede determinar la actitud de nuestro hijo/a en situaciones de frustración.
- Usar el refuerzo positivo: cuando haga algo positivo, reforzar mucho la
conducta, “qué bien”, “eres un campeón/a”.
- Darle ejemplo: que vea que no pasa nada por equivocarnos o si las cosas
no salen como queremos.
- Darle independencia: que poco a poco vaya teniendo más independencia
en función de su desarrollo y no darle todo hecho para que aprenda a
esforzarse.
- Poner límites claros y firmes, no cediendo ante su rabieta ni siendo
permisivos.
- Enseñarle a tolerar la demora del refuerzo o de conseguir lo que quiere: si
pide algo, no dárselo inmediatamente, sino cuando como adulto considere
oportuno y explicarle porqué ahora no puede tenerlo.
- Ayudarle a entender lo que le pasa: validar su emoción para que aprenda
qué emoción está sintiendo y porqué. “veo que estás enfadado/a porque
querías seguir jugando, pero nos tenemos que ir a la ducha”.

Carmen Monllor Llorens


Orientadora Educativa CEI Giorgeta

También podría gustarte