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Colton's Salvation - Kristine Allen1
Colton's Salvation - Kristine Allen1
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Moderación y Traducción
Hotaru
Moderadora de Corrección
Lelu
Correctoras
Adricrisuruta
Flopyta 3
Flor
Jessibel
Jpartenopaeo
Lelu
Sra.Swag♡
Lectura final
Sra.Swag♡
Diseño
Bruja_Luna_
Sinopsis ________________________ 5 27 ___________________________136
Dedicatoria _____________________ 6 28 ___________________________141
1 _____________________________ 7 29 ___________________________150
2 ____________________________ 10 30 ___________________________160
3 ____________________________ 13 31 ___________________________165
4 ____________________________ 23 32 ___________________________172
5 ____________________________ 30 33 ___________________________182
6 ____________________________ 36 34 ___________________________184
7 ____________________________ 43 35 ___________________________187
8 ____________________________ 46 36 ___________________________190
9 ____________________________ 49 37 ___________________________197
10 ___________________________ 53 38 ___________________________201 4
11 ___________________________ 56 39 ___________________________207
12 ___________________________ 60 40 ___________________________212
13 ___________________________ 62 41 ___________________________214
14 ___________________________ 66 42 ___________________________215
15 ___________________________ 72 43 ___________________________222
16 ___________________________ 75 44 ___________________________224
17 ___________________________ 78 45 ___________________________227
18 ___________________________ 84 46 ___________________________235
19 ___________________________ 94 47 ___________________________241
20 ___________________________ 99 48 ___________________________246
21 __________________________ 103 49 ___________________________254
22 __________________________ 111 50 ___________________________259
23 __________________________ 116 Epílogo _______________________267
24 __________________________ 122 Agradecimientos _______________269
25 __________________________ 124 Mason’s Resolution _____________270
26 __________________________ 130 Kristine Allen __________________272
Colton Alcott era un soldado sin familia. El Ejército no era solo su carrera;
era su vida y lo único que sentía que necesitaba. Cuando aceptó regresar a casa
con su compañero de batalla antes de desplegarse en Afganistán, no tenía ni idea
de que una sola noche con una mujer que pretendía ser una aventura de una sola
vez se convertiría en su faro en la noche. Cuando su carrera se ve
inesperadamente truncada y sus demonios internos amenazan con consumirlo,
encuentra la camaradería y la hermandad que creía haber perdido con el Club de
Motociclistas Demented Sons.
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Stephanie
Abril 2013
—¡Vamos! No creo que hayas hecho nada por ti en los últimos cuatro años,
Steph. ¿Cuándo fue la última vez que te dejaste llevar y te divertiste? Esta es la
mayor reunión del año. Casi nos graduamos. Es viernes por la noche, y tienes
mañana y el domingo para estudiar. ¿Quieres? Por favor, ven conmigo. He oído
que Brent podría estar allí, y necesito que seas mi acompañante. Sabes que apenas
puedo decir tres palabras coherentes cerca de él; te necesito como apoyo.
Culpa.
¿Y cuándo alguna vez fui una buena compañera para ella? Aunque tenía
razón al decir que no hacía nada divertido desde hacía mucho tiempo. Podía
contar con una mano el número de veces que salimos desde que nos hicimos
compañeras de piso en nuestro primer año. Sinceramente, no sabía por qué
seguía siendo mi amiga. Éramos casi polos opuestos. Ella era la burbujeante,
alegre y apasionada; yo era la estudiosa, tranquila y concentrada. Lo único que
me apasionaba era la cocina.
Um, no.
—Becca, no puedo. Simplemente no puedo. Tengo que sacar una nota casi
perfecta en este examen de Comunicación Profesional y en el final si quiero
mantener mi nota media. Sabes que la profesora Higgins me odia porque llegué
tarde a su clase el primer día. Me ha hecho la vida imposible todo el semestre por
eso.
—¿En serio, Steph? Has sacado un sobresaliente en todas las clases desde
el primer año. Creo que estarás bien si no terminas esta clase con notas perfectas.
Además, después de que nos graduemos, probablemente pasará una eternidad
antes de que te vea.
Luego hizo un mohín.
9
Colton
¿Por qué demonios acepté ir a una estúpida fiesta universitaria?
Mierda. Puede que Mason sea mi compañero de batalla, pero seguro que
sabía cómo joder mis planes.
Parecía que alguien estaba teniendo suerte esta noche, y seguro que no era
yo.
Maldito imbécil.
Obviamente, a ella no le gustó eso, porque le agarró las muñecas, tratando
de bajarle las manos. Fue entonces cuando vi que él fruncía el ceño y la acercaba
mientras le decía algo al oído. A ella no pareció gustarle lo que tenía que decir
porque su sonrisa desapareció por completo y pareció preocupada mientras él
empezaba a alejarlos lentamente de su amiga. La agarró del brazo y la arrastró
hasta una mesa de picnic alejada del resto de la fiesta.
Por supuesto, eso los puso al alcance de mis oídos, pero la oscuridad a lo
largo del granero me ocultaba de la vista, así que no parecieron darse cuenta de
que estaba sentado en las oscuras sombras. Pude oír cómo le decía que no debía
ser tan provocadora mientras la empujaba para que se sentara en el extremo de
la mesa. Cuando forzó su cuerpo entre las piernas de ella y le pasó la mano por
el muslo, sentí que mi corazón se aceleraba y empecé a enojarme un poco.
¿Qué demonios?
Mierda.
Stephanie
Maldita sea, sabía que debería haberme quedado en casa. Rompí todas las
malditas reglas que establecí para la noche. Bebiendo cada trago que Becca me
dio y bailando con el imbécil del amigo de Brent solo para que ella pudiera bailar
con Brent. Al principio me estaba divirtiendo y me sentí bien al soltarme por una
vez y disfrutar de la atención de uno de los chicos guapos que siempre parecían
rodear a Becca con sus preciosos rizos rojizos y su hermoso cuerpo de modelo.
Reconozcámoslo, normalmente no me tomaba la molestia de arreglarme y los
chicos rara vez me miraban dos veces cuando llevaba mi atuendo habitual de
camisetas, sudaderas con capucha y chándal, rematado con un moño
desordenado. 13
Sí, ese era mi atuendo característico. Vagabundo extraordinario.
Esta noche dejé que Becca eligiera uno de sus bonitos conjuntos, con una
falda corta y acampanada que parecía demasiado corta, y una camiseta negra
ajustada y escotada con la palabra “Harley” escrita en lentejuelas y recortada en
los laterales. Juraba que las chicas iban a salirse del sujetador push-up prestado
por Becca si respiraba demasiado profundo. Para empezar, no era miembro del
comité de tetas pequeñas. Por no mencionar que cada pequeña brisa me hacía
sentir como si no llevara nada. Un par de veces tuve que comprobar que mi culo
no se estuviera mostrando a todo el mundo.
Mierda.
—Creo que la joven ha sido bastante clara cuando ha dicho basta. —La voz
parecía engañosamente tranquila. Mientras me alejaba y rodeaba a Rick, mi
visión se centró en lo que tenía que ser el hombre más impresionante en el que
había puesto mis ojos. Parecía medir por lo menos un metro noventa, con el
cabello corto y negro como el azabache y lo que, incluso en las oscuras sombras
del granero, eran los ojos azules más vivos que existían. Unas gruesas pestañas
enmarcaban esos preciosos ojos azules, que al mirarlos de cerca estaban
salpicados de un azul más oscuro, y una de sus oscuras cejas se alzaba en forma
de pregunta. Me sentí congelada en el lugar mientras mis ojos recorrían su 14
cuerpo... y qué cuerpo era.
¡Uf!
—Oye, hombre, esto no te concierne. Mi chica aquí y yo, solo estábamos
tratando de pasar un poco de tiempo a solas. ¡Retrocede, carajo! —Escuché a Rick
hablar, haciendo que me detuviera en mis pasos y girara hacia los dos. Oh, diablos,
no.
Vi que la cara de Rick se torcía de rabia mientras daba un paso hacia mí.
—¡Maldita perra! Tal vez no deberías ser tan provocadora. —Me quedé
con la boca abierta por la sorpresa. Fue entonces cuando el Sr. Sexi… ¿quién era
este tipo? Dejó caer su botella de cerveza, lo agarró por la parte delantera de su
camisa y lo hizo girar, golpeándolo contra el lado del granero.
Fui a dar las gracias a Sr. Sexi y tropecé con el suelo irregular con los
estúpidos tacones de Becca. Al estar más que achispada, no conseguí mantener
el equilibrio y empecé a caer. Justo cuando vi que el suelo se acercaba para
golpear mi rostro, me agarró por debajo de los brazos, tirando de mí contra él con
mi cara enterrada en su abdomen.
Ahora parecía una niña torpe y tonta que no podía manejarse a sí misma
ni al alcohol. Fantástico. Simplemente fantástico. ¡Qué manera de impresionar,
Steph! Y Señor, puede que me haya roto la nariz con sus abdominales duros como
piedras. Que el cielo me ayude.
Levanté la vista para ver cómo aparecían dos profundos y sexis hoyuelos
en sus mejillas mientras dejaba escapar una silenciosa carcajada.
—Cariño —dijo—, no tienes ni idea de lo mayor que soy. Puede que tenga
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veintiséis años, pero te garantizo que soy mayor que cualquiera de estos chicos
en experiencia vital. —Me puso de pie y se aseguró de que estuviera firme antes
de soltarme. Si pudiera juzgar la expresión que parpadeó brevemente en su
rostro, parecía reacio a soltarme. Mmmmm, interesante.
—Voy a tomar una nueva cerveza, ya que cara de idiota me ha hecho soltar
la mía. Me ofrecería a traerte una, pero creo que tal vez necesites hidratarte un
poco con agua, a menos que quieras sentirte como un vertedero de dragones
mañana. —Me di cuenta de su sonrisa mientras se alejaba hacia los cubos llenos
de hielo y bebidas. Observé su increíble trasero mientras se alejaba, pensando
que debería avergonzarme de hacia dónde se dirigían mis pensamientos, pero no
lo hacía.
Volvió con una cerveza, que ya estaba escarchada tras ser sacada del hielo,
y goteaba agua en la hierba mientras caminaba. Tenía una botella de agua en la
otra mano, que me tendió. Señaló hacia el lado sombreado del granero.
—¿Quieres escoger un trozo de hierba y unirte a mí? —preguntó—. No
muerdo. A menos que quieras que lo haga —añadió con un guiño.
17
Colton
La vi quitar el tapón de la botella de agua y llevársela a los labios. Cuando
una pequeña gota de agua apareció en la comisura de su boca, no pude evitar
acercar un dedo y atraparla antes de que cayera de sus labios carnosos. No sabes
lo tentado que estuve de atraparla con la punta de la lengua, pero me di una
sacudida mental. Ella bajó lentamente la botella con los ojos muy abiertos y los
labios parcialmente abiertos mientras me veía llevarme la gota a la boca y lamerla
con la punta del dedo.
Oh, sí, pequeña, hay cosas que podría hacerte con esta boca que te dejarían sin
aliento, de verdad.
¿Qué diablos?
Parecía tan joven e inocente, pero no pude evitar fijarme en cada detalle
de ella. Su cabello rubio y multicolor, que evidenciaba su amor por el sol. Sus ojos
eran de un azul suave, con un anillo azul más oscuro alrededor del borde de sus
iris. Brillaban al captar la luz de la hoguera lejana y de las luces colgadas. Tenía
una belleza clásica en sus altos pómulos, cejas suavemente arqueadas, rostro en
forma de corazón y labios carnosos, que me pedían a gritos que los besara. Tenía
unas piernas tonificadas que parecían durar días y que terminaban en unos pies
monísimos con los dedos pintados de rosa neón.
Bueno, diablos.
¿Qué tenía esta chica que hacía que mi mente se dirigiera a todo tipo de
lugares que no debería? Al mirarla a los ojos no debería preguntarme cómo sería
como esposa militar. No había forma de que una esposa entrara en mis planes de
carrera, y demonios, no había conocido a esta chica ni quince minutos. Joder.
Nunca pensé en una esposa de ningún modo, forma o manera. Dondequiera que
estuviera mi mente, deseaba seriamente follarme a la pequeña señorita
universitaria. Luego llevarla conmigo en mi bolsa de viaje y hacerlo de nuevo, y
de nuevo, y de nuevo.
Maldita sea.
—Espero que no te importe —pregunté como una idea tardía, y negó con
la cabeza mientras la veía tomarse el labio inferior entre los dientes. Gemí para
mis adentros al ver esa expresión tan sexi y, por un momento, sentí que
estábamos solos en el mundo. Por voluntad propia, mi cuerpo se inclinó para
rozar mis labios con los suyos. Ni siquiera se acercaba a lo que quería hacer. Pasé
mi lengua por su labio inferior, saboreando el brillo de labios de sabor dulce que
llevaba y deseando desesperadamente ver si el resto de su cuerpo sabía igual de
dulce. Dios me ayudé, sentí que perdía el control.
Cálmate, Alcott. Joder.
Demasiado hilarante.
Dios, ¿qué pasaba con esta chica? Me tenía demasiado excitado, como
nunca lo había estado por ninguna otra chica.
—Sí, mejor que esos tacones de todos modos. ¿Nos vemos aquí?
22
Stephanie
Mientras corría descalza por la fresca hierba primaveral, sentí que mi
corazón se aceleraba de emoción. Yo, que soy una persona recta y estudiosa, iba
a llevar a casa a un completo desconocido, una bestia absolutamente sexi.
Bueno, tal vez para sacar al espeluznante Rick de la escena. Gracias por
eso, Bec. Mentalmente puse los ojos en blanco. Por suerte, para entonces no se le
veía por ninguna parte.
—No estaba seguro de que fueras a volver —dijo, con los ojos encendidos
al observar mi falta de aliento y el subir y bajar de mis pechos.
—Solo tenía que conseguir mis cosas y asegurarme de que Becca estuviera
bien. —Adentrándome en las sombras, me subí los jeans por las piernas
levantando la falda mientras me los pasaba por el culo. Puede que me estuviera
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preparando para saltar sobre sus huesos lo antes posible, pero no iba a dar un
espectáculo a algún fiestero errante. Luego bajé la cremallera de la falda y la
deslicé por encima de mis jeans, saliendo de ella y metiéndola en mi bolsa de
cuerdas con los tacones, cerrándola y colgándola sobre mis hombros. No había
calcetines en la bolsa, así que me puse las zapatillas deportivas sin nada, pero no
era para siempre.
Un punto para la camiseta Harley que me prestó Becca. Sí. Una maldita
moto sexi para un tipo sexi.
—¡Oye, Colton! —Un chico guapo con cabello castaño claro y ojos risueños
se acercó corriendo.
—Solía montar con mi hermano. Hace tiempo que no monto, pero creo
que puedo hacerlo. —Dios, apesto siendo “linda”.
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Lo bueno es que no pareció molestarse por mi ridículo intento de gatita
sexual, y me rodeó con sus brazos, acercándome. Sonrió antes de pellizcarme
suavemente la oreja y el lateral del cuello. Sus manos se deslizaron hasta ahuecar
mi trasero, apretando mis nalgas y dándome un pequeño tirón hacia su duro eje.
—Entonces vamos a dar un paseo, nena —dijo mientras movía las cejas en
un cómico contoneo y sonreía, haciendo que esos hoyuelos brillaran. Esos
hoyuelos tan sexis me tenían enganchada. Me acerqué a él y le apreté el trasero
como él hizo con el mío, pero sabía que mi trasero no estaba tan duro como una
roca.
Metió mi bolsa en una de sus alforjas y me dio un casco que tenía colgado
del manillar. Me lo puse sobre la cabeza, aplastando mis rizos, y él ajustó la correa
de la barbilla para que quedara lo mejor posible. Le dediqué lo que sabía que era
una enorme sonrisa mientras me tocaba la nariz con el dedo y me daba otro
rápido beso antes de pasar la pierna por encima de la moto y encenderla. En
cuanto la moto cobró vida y empezó a rugir, sentí que me excitaba. Joder, ¿podría
haber algo más en él que me excitara? La levantó y subió el caballete, luego me
indicó que me subiera. No había un asiento con respaldo, solo un pequeño
asiento en la parte de atrás, así que, después de subirme, rodeé su cintura con
mis brazos y acerqué mis caderas. Podía sentir esos abdominales tan sexis contra
mis dedos y apreté mis amplios pechos contra su espalda. Miró por encima de su
hombro, levantó una ceja, sonrió y dijo:
Colton
Jesús, tener esas tetas contra mi espalda, sus manos recorriendo mis
abdominales, y su coño apretado contra mi culo todo el tiempo casi me hizo
acabar.
—Joder, nena, estás mojada para mí. Dime qué quieres que te haga. —
Gimió un pequeño y sexi sonido bajo y yo dije—: No. Dilo. Dime lo que quieres.
—Quieres que te folle con mis dedos o con mi polla. Tienes que decir las
palabras, nena. —Maldita sea, estaba excitada y yo estaba dispuesto a doblar su
culo aquí mismo y follarla largo y tendido, pero mierda, con lo cachondo que
estaba, puede que no dure mucho... esta vez.
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—Oh Dios, todo... lo quiero todo —gimió.
Estaba tan mojada que me corría por la barbilla mientras lamía y rodeaba
su coño, mordisqueando sus labios suavemente. Cuando me acerqué para rodear
y pellizcar su clítoris, se frotó en mi rostro y mano, su respiración era cada vez
más rápida y corta, con pequeños gemidos que salían de su boca abierta. Sabía
que estaba a punto de alcanzar el gran “O”, así que reduje la velocidad y besé
suavemente los labios húmedos de su coño. Dios, esta era receptiva. Me
encantaba.
Cuando me detuve y me levanté, presionando mi cara contra su cabello,
gritó de frustración. Le besé el hombro.
Dios mío.
Sí, a la mierda el ejército, seguro que no me afeitaba todos los días si estaba
de maldito permiso.
Joder, estaba preparada, y yo tenía que estar hasta las pelotas en ese coño
apretado y empapado o podría dejar de respirar. Me deslicé por su cuerpo hasta
que la cabeza de mi polla rozó su humedad, y la besé, haciéndola saborearse en 29
mis labios y mi lengua. Luego, me aparté, apoyando mi frente en la suya y
sosteniendo la mayor parte de mi peso sobre mis antebrazos.
Me miró jadeando, con sus propios jugos brillando en sus labios por
nuestro beso, y dijo las palabras que había estado esperando...
Estaba convencida.
Cuando desabroché por primera vez sus jeans, liberando su polla de sus
confines, casi me tragué la lengua. Estaba segura de que no iba a caber. Era como
un acero envuelto en seda, y apenas podía rodearla con la mano.
—¡Dios mío, Dios mío! —grité repetidamente como una banshee loca,
arqueando la espalda mientras sentía que mis músculos internos palpitaban y
apretaban su polla. Mi cuerpo estalló al ver destellos de luz detrás de mis
párpados cerrados, mis músculos se tensaron y sentí que me estremecía de pies
a cabeza.
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—Jesús, nena, estás tan malditamente apretada. Oh, mierda, nena. ¡Sííííí!
—gruñó. Sentí que su polla se hinchaba aún más antes de que estallara en un
rugido mientras se corría. Siguió metiendo y sacando la polla lentamente un par
de veces más antes de desplomarse sobre sus codos, sus manos enmarcaron mi
rostro mientras me besaba suavemente, y luego rodó sobre su espalda, tirando
de mí con él y arropándome a su lado. Sentí que nuestros fluidos combinados
corrían por el lado de mi muslo e instintivamente apreté mis muslos alrededor
de su pierna. Me besó la parte superior de la cabeza y dejó escapar un profundo
suspiro.
Sentí su polla saltar un poco contra mi pierna, rápidamente abrí los ojos y
lo miré. Él sonrió, se encogió de hombros y dijo:
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—¿Qué? Me vuelves loco. Y te dije que te compensaría, ¿recuerdas?
Dios mío.
Me agarró por las caderas, golpeando dentro de mí hasta que sentí que su
semen caliente me llenaba de nuevo, y me desplomé sobre su pecho. Nuestro
sudor mezclado hizo que nuestros pechos se deslizaran el uno sobre el otro antes
de que apoyara mi cabeza en su hombro, jadeando como si acabara de correr un
maratón.
Dimos dos rondas más antes de que el sol iluminara el cielo y nos
desplomáramos, agotados y totalmente exhaustos. No pensé que dos veces en
una noche fuera posible para un tipo, y mucho menos cuatro.
Cielo santo.
Colton
Odiaba dejarla, pero necesitaba localizar a Mason. No dormí más que unos
minutos aquí y allá en toda la puta noche, pero teníamos que ponernos en marcha
si queríamos llegar a tiempo. Top tendría nuestros jodidos culos si nos
ausentábamos sin permiso. De ninguna manera iba a tener mi culo en un
cabestrillo. Más le valía no haber desaparecido con una puta, o iba a tener que
patearle el culo. Le envié un mensaje diciéndole que era mejor que se reuniera
conmigo en la casa de su primo dentro de una hora, si es que no estaba allí ya.
Maldita sea, realmente no quería irme, y sabía que estaba allí mirándola
como un acosador loco, pero necesitaba largarme. Al ver un cuaderno y un libro
de texto en la mesita de noche, hice algo que nunca hacia... Anoté mi número de
teléfono para ella y le dije que se mantuviera en contacto conmigo y que tal vez
podría pasar a verla después de mi regreso. Mierda. Eso fue una tontería. ¿Y si
ocurría una locura y no conseguía regresar? Además, para cuando volviera,
probablemente habría encontrado a alguien que la mereciera. Alguien que
pudiera ofrecerle una vida estable, la valla blanca y toda esa mierda ñoña. Me
recordé a mí mismo que no me gustaban las relaciones.
Simplemente no lo hacía.
No con mi trabajo.
Sería estúpido.
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De todos modos, ni siquiera conocía realmente a esta chica. Arranqué el
papel del cuaderno con todo el cuidado que pude para no despertarla, lo arrugué
y lo tiré a la papelera junto a la puerta. Me quedé mirando el papel arrugado
entre todos los demás trozos de papel arrugados y basura, deseando no sentir
que era mi corazón el que acababa de arrancar y tirar allí...
¿Qué diablos?
En una noche, esta chica se metió bajo mi piel. Ni siquiera sabía su nombre,
pero sabía que nunca olvidaría la noche pasada, ni a ella.
35
Stephanie
Mayo de 2013
Estudié como una loca. Apenas dormí, ni comí, a no ser que contaras
Starbucks como uno de los principales grupos de alimentos durante las últimas
semanas. Mirando hacia atrás, me di cuenta de que en realidad no era mi mejor
plan y que me había hecho enfermar de lo lindo. Me sentía como si no pudiera
tener un maldito descanso. ¿Cómo iba a seguir estudiando y recordar toda la
mierda que me estaba quemando en los ojos cuando apenas podía levantar el
culo de la cama antes del mediodía y me sentía como si me estuviera muriendo
de la gripe que había contraído?
Por el amor de Dios, llevaba cuatro días sin ducharme. Mi cabello era un
desastre grasiento y lleno de ratas, mis ojos estaban desorientados e inyectados
en sangre, y no importaba cuántas veces me cepillara los dientes y me lavara la
cara, seguía sabiendo a vómito mentolado y olía a... Dios mío, no podía ni
empezar a decirte cómo olía. Apenas podía mantenerme en pie en ese momento.
Sí, Dios, mátame ahora. Un rayo. Una inundación repentina. Lo que sea.
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No podía aguantar mucho más.
—Chica, iba a ofrecerte una tostada, pero necesitas una maldita ducha.
Pronto —se quejó y agitó la mano delante de su rostro mientras caminaba hacia
mí. Agarró el edredón, me lo quitó de encima y me tomó de la mano, poniéndome
en posición sentada. Gemí y traté de luchar contra ella y decirle que me dejara
aquí para morir, pero no tenía energía.
Gemí.
Oh, bueno, algunas cosas no estaban destinadas a ser. Al menos tenía algunos
recuerdos increíbles para mantenerlos cerca de mi corazón. Por supuesto, esos
recuerdos podrían hacer que cualquier otro hombre que entrara en mi vida
tuviera que estar a la altura.
Suspiré para mis adentros. De todos modos, Georgia estaba muy lejos y
¿quién quería tener una relación a distancia? Probablemente era una muesca más
para él.
Volví a mi habitación con los pies golpeando la vieja y dura madera del
pasillo. Becca estaba alisando el edredón sobre mi cama cuando entré, casi
tropezando con el montón de sábanas sucias en la puerta. Le lancé una pequeña
sonrisa cuando levantó la vista de su tarea. 39
—¿Por qué eres tan buena conmigo? —Me devolvió la sonrisa y se acercó
para darme un abrazo. Olía a sol y me hizo echar de menos sentarme al sol para
estudiar. Necesitaba recuperarme y volver a estudiar. Los exámenes se acercaban
rápidamente.
—¿Para qué están las amigas? Además, te quiero, chica. Me siento muy
mal de que hayas estado tan mal últimamente. —El eufemismo del siglo—. Voy
a prepararte unas tostadas. ¿Quieres que te las traiga? ¿O quieres salir a la mesa?
—Uhhhh, como hace poco más de un mes, o así. Pero no suelo ser muy
regular, y con todo el estrés de los exámenes finales y lo que sea este bicho que
tengo, sé que probablemente me haya retrasado aún más. —Tragué un bocado
del frío y burbujeante ginger ale.
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—¿Crees que podrías estar embarazada? —Frunció los labios hacia un
lado y me miró interrogante.
Las dos nos quedamos sentadas mirando todos los signos de más y las
líneas dobles en los palos blancos alineados en el mostrador frente a nosotras.
Ninguna de las dos dijo ni una palabra. Nos quedamos observando. Quería 41
llorar, pero estaba demasiado conmocionada para hacer otra cosa que no fuera
mirar y respirar.
—¿En qué estaba pensando? ¡Me acosté con un tipo sin ninguna
protección y ni siquiera conseguí su nombre o número de teléfono! ¡Por Dios,
Becca, me siento como una puta! Dios mío, mi bebé no va a tener un padre, ¡y hay
un gran tipo por ahí que nunca sabrá que tiene un bebé! —Me sentía como una
idiota. Era una chica inteligente, pero mi inteligencia obviamente había estado de
vacaciones esa noche.
—¡No! ¡Por supuesto que no! —Me puse de pie, paseando por el pequeño
baño mientras Becca seguía sentada en el borde de la bañera. Iba a resolver esto.
Puede que haya sido estúpida esa noche, pero el resultado fue una pequeña vida
creciendo dentro de mí. Él o ella era un subproducto inocente de esa estupidez,
pero eso no significaba que fuera un error. Me llevé la palma de la mano a mi
vientre todavía plano como si fuera un escudo contra los horrores del mundo.
Miré a Becca con nueva determinación.
—Voy a resolver esto. Tengo que hacerlo. O espero a buscar trabajo hasta
que nazca el bebé o los entrego cuanto antes y consigo un trabajo antes de que se
me note. Así me “sorprenderé” cuando me entere de que estoy embarazada. —
Me incliné y abracé a Becca antes de dirigirme a mi habitación para intentar idear
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un plan factible.
La graduación llegó y se fue. Yo, por suerte, aprobé todas mis clases con
éxito y me gradué como la mejor de mi clase de cocina. Vamos. Al menos una
cosa fue según el plan. Becca y yo nos despedimos con lágrimas en los ojos
cuando terminamos de recoger el apartamento. Era primero de junio.
—¡Será mejor que te mantengas en contacto! Solo nos separan unas tres
horas, así que espero que nos juntemos tan a menudo como podamos, aunque
tengamos que encontrarnos a mitad de camino en Storm Lake para un fin de
semana aquí o allá —dijo con una mirada severa. Me reí.
—Sí, madre.
—No, sé que tengo que decírselos, pero creo que necesitaré estar con mi
madre para esto. Solo rezo para que no me odien ni me repudien. —Sentí que mi
rostro empezaba a desmoronarse.
—Nada de eso ahora, chicas. Están actuando como si no fueran a estar solo
tres horas separadas. Becca puede subir y quedarse con nosotras cuando quiera.
—Mi padre se acercó, abrazándonos a las dos. Seguía siendo guapo incluso a los
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cincuenta años, con el cabello castaño oscuro encanecido en las sienes.
—¿Estás lista para salir? Tus hermanos están asegurando las últimas cajas
en la parte trasera de la camioneta, cariño. He pensado que podríamos comer
algo con Becca y su familia y luego ponernos en marcha. —Besé a mi madre en
la mejilla. Era increíble, y estaba muy agradecida por su intuición al saber que
necesitaba un poco más de tiempo con Becca, que se había convertido en mi mejor
amiga.
Sí. Demasiado.
—Ya no falta mucho, cariño. Tu bebé estará en tus brazos y esto será un
recuerdo lejano. Todavía no puedo creer que no quisieras saber si es niño o niña,
pero pronto lo sabremos, ¿verdad? Estoy aquí para ti, cariño. —Volvió a
sonreírme, y sentí que la siguiente contracción se acumulaba con rapidez,
sintiendo como si una banda se tensara desde mis caderas, reuniéndose en el
centro de mi estómago. Grité con los dientes apretados mientras me inclinaba
hacia delante, casi tocando con la barbilla el centro del pecho, y pujaba.
—¡Ahí vamos! Mira esa hermosa cabeza de cabello oscuro y esas dulces
mejillas. —Puse los ojos en blanco mientras el médico succionaba la nariz del
bebé y hablaba de un bebé que no podía ver por encima del bulto aún enorme de
mi vientre. Imbécil, pensé—. ¡El próximo empujón debería sacar a este pequeño, 47
señorita Quinn!
¿Cómo es que toda esta gente era tan condenadamente alegre? Sí, iba a
patearlos a todos en la cara al final. ¡Malditos estúpidos!
—Creo que está lista para ti, mami. —Aparté mi mirada de la ventana,
donde caía una suave nieve de enero, y alcancé a mi ángel.
No sabría decir cuántas veces me dijeron que tenía suerte de estar vivo.
No sabía cómo se lo imaginaban. Me dolía cada día. Tenía pesadillas todas las
noches. Mason y yo sobrevivimos a duras penas, pero perdimos a dos buenos
hombres con familias que los querían, y ahora los lloraban.
Tenía mis dudas de que hubiera un Dios. ¿Cómo podría haberlo? Ningún
Dios debería permitir que las personas, con tanto por lo que vivir, murieran y
permitir que alguien con mis pecados, y sin nadie que me llorara, viviera.
Llevaba un mes en el Brooke Army Medical Center (BAMC), desde la
explosión de un artefacto explosivo improvisado en una carretera aparentemente
desierta de Afganistán. Las primeras semanas, empezando por la estabilización
inicial por parte de los médicos de vuelo, luego el traslado a Landstuhl,
Alemania, y después hasta aquí, fueron un borrón de semiinconsciencia.
Recuerdo haber oído gritos y no estar seguro de si eran de mis amigos o míos.
Recordaba la oscuridad. Pero, sobre todo, recordaba el cabello rubio, los ojos
azules y la preciosa y cálida sonrisa de una chica que me hizo seguir adelante a
pesar de todo. Me aferré con fuerza a esos recuerdos. No podía creer que una
noche se hubiera grabado tan profundamente en mi psique como para que
quedara grabada para siempre en mi corazón. Ni siquiera sabía su nombre
porque era un bastardo egoísta y cachondo al que solo le importaba el sexo
aquella noche de hace casi un año. En aquel entonces, me dije que no era
necesario, ya que no volvería a verla.
Qué se jodan.
Remi era una bebé tan dulce. A veces, cuando le hablaba, juraba que
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entendía cada palabra que le decía. Me miraba fijamente con esos grandes ojos
azules como si estuviera mirando directamente a mi alma. Rezaba para que
nunca me encontrara insuficiente y para que entendiera que estaba haciendo lo
mejor que podía. Sabía que fui bendecida por tener un bebé tan tranquilo y
bondadoso, y daba gracias a Dios por ella todos los días.
—Aquí, Steph, déjame sostenerla mientras vas a buscar las llaves —dijo
Sam mientras arrancaba a Remi de mis brazos. De Remi salieron pequeños y
silenciosos sonidos sin sentido y se aferró a su tío, que le hacía muecas. Caramba,
si me hubiera quedado en casa la habrían malcriado mucho.
—Creo que podemos manejarlo, pero muchas gracias por la oferta. —No
era que tuviera mucho y mis hermanos lo tendrían descargado en poco tiempo.
Y si no me ahoga
~ Craig Dew
Julio 2014
Llevaba tres miserables meses fuera del ejército. Me quedé en San Antonio,
sobre todo porque no tenía ningún otro sitio al que ir ni ninguna jodida
motivación para buscar otro sitio al que ir. Mi cheque de discapacidad y el dinero
que conseguía de trabajos ocasionales aquí y allá cuando lo necesitaba eran
suficiente para mantenerme en el regazo del lujo aquí en el lado sur de SA.
Abriendo el refrigerador, miré con ojos sombríos para ver si había una
maldita cosa para comer.
Hmm, comida china para llevar cuestionable, leche que llevaba cuatro días
caducada según la fecha de la caja, y un pedazo de pan, sí, guardaba esa mierda
en la nevera por miedo a que las cucarachas llegaran a esa mierda también...
Saber que estaba aquí sentado, roto y sin valor, mientras mis hermanos
seguían en Afganistán todos los días me destrozaba. Me odiaba a mí mismo. Era
un puto desastre. Las respiraciones seguían entrando y saliendo de mi cuerpo. A
veces me dolía, literalmente, saber que era capaz de respirar. Me dejé caer de
nuevo en la cama, mirando al techo mientras las lágrimas calientes se deslizaban
por los lados de mi rostro, acumulándose en mis oídos antes de correr hacia la
cama. Algo tiene que ceder porque no puedo vivir así...
Stephanie
Agosto 2014
Remi estaba intentando alejarse del borde de nuestro pequeño sofá, pero
no consiguió mantener el equilibrio cuando se soltó. La mirada de sorpresa en su
preciosa carita no tenía precio mientras se dejaba caer sobre su trasero acolchado
por el pañal, con los brazos extendidos y agitándose a los lados. No pude
contener una carcajada mientras dejaba caer los brazos que había estado
extendiendo hacia ella y me sentaba en el suelo con las piernas cruzadas. Al oír
mi risa, me lanzó su gran sonrisa desdentada, mostrando esos increíbles hoyuelos
mientras se ponía de rodillas y gateaba hacia mí para poder abalanzarse sobre mi
regazo. Levantado la mirada, todavía riendo y sonriendo, dio una palmada y 60
chilló, dejando un rastro de babas sobre su labio inferior. Luego levantó las
manos para sujetar mis mejillas y me besó con la boca abierta y los labios
inmóviles. Sus ojos eran de un azul brillante y siempre estaban llenos de risas.
Tenía que ser la bebé más feliz que conocía.
Por enésima vez, sentí que la pequeña gota de tristeza se colaba en mis
dichosos pensamientos por todos los momentos que su papá se había perdido.
La culpa y la rabia hacia los dos por nuestra insensatez de aquella noche me
atormentaban, no porque me arrepintiera del pequeño rayo de sol sentado en mi
regazo, sino porque nuestras decisiones la afectaban a ella. ¿Qué le iba a contar
sobre su padre cuando fuera lo suficientemente mayor como para empezar a
preguntar? Apoyé la barbilla en su bonita cabecita mientras balbuceaba en mi
regazo y jugaba con sus propios piececitos regordetes.
Los malditos golpes no paraban. Juraba que la cabeza me iba a estallar hasta
que me di cuenta de que alguien estaba golpeando mi puerta, haciendo que esta
traqueteara en las bisagras. Busqué mi pistola debajo de la almohada, quitándole
el seguro, mientras oía los gritos.
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—¡Oh, cállese, señora, como si pudiera oír algo por encima de esa mierda
de mariachi que tiene a todo volumen! —Escuché que venía del otro lado de la
puerta. Jesús, esa puerta debe estar hueca. Me acerqué sigilosamente a la ventana,
moviendo la cortina hacia un lado una cantidad infinitesimal, permitiéndome el
espacio suficiente para ver quién estaba golpeando mi puerta a esta hora
intempestiva de la mañana, pero no lo suficiente para que supiera que estaba
siendo observado. Sin embargo, el bastardo de ahí fuera era bueno, porque nada
más mover la cortina, su cabeza se dirigió a la ventana.
—¡Colton! ¡Colton, hijo de puta, abre esta maldita puerta! Sé que estás ahí,
bastardo. No finjas que no lo estás.
¿Qué mierda? ¿Quién diablos me conocía y sabía que estaba aquí? ¿Quién
era ese maleducado hijo de puta que golpeaba mi puerta, vistiendo unos jeans
raídos y un chaleco de cuero? Mi mente giraba, tratando de pensar en quién
podría estar buscándome. Estuve a tres segundos de meterle una bala en su
estúpido culo. Tenía el cerebro hecho papilla y no podía pensar con claridad.
Desvié la vista y me fijé en una moto estacionada junto a la mía delante de mi
casa.
¿Qué?
Tenía la cabeza baja porque sabía que había sido una auténtica mierda con 64
la forma en que le dejé de lado después de dejar el BAMC. No me sentía lo
suficientemente humano como para funcionar, y mucho menos para ser el amigo
que probablemente necesitaba entonces. Todavía no lo hacía, y realmente
esperaba que se subiera a su moto y se fuera pronto. Solo quería revolcarme en
mi miseria a solas. No era el amigo y compañero que él recordaba. Era
simplemente una cáscara vacía de ese hombre.
—Hombre. Colton, hombre, ¿qué tienes aquí? ¿Algo? ¿Tienes una mujer
por aquí o algo? —¿Tenía una mujer? Joder. No había tenido ningún coño desde
la noche en que salí de la UTG con todas mis posesiones mundanas metidas en
las alforjas de mi moto. A decir verdad, ni siquiera pude follar con ella porque
seguía viendo en mi cabeza cabello rubio y ojos azules y la puta tonta de bar que
había recogido no se parecía en nada a ella. Mi ángel era la última mujer con la
que me había acostado. Cuando no pude mantenerla por mucho que se esforzó,
se rio en mi cara y me dijo que la llamara cuando no tuviera tanta polla de whisky.
La mandé a la mierda y la eché de mi habitación de hotel.
65
Stephanie
Abril de 2016
Era un día frío para finales de abril, pero el sol brillaba cálido y luminoso,
así que pensé que quizá Remi y yo podríamos dar un paseo hasta el parque.
Llevábamos casi un año en nuestro nuevo apartamento del edificio 14Forty. El
alquiler era un poco más caro y odié dejar a la señora Burns, que resultó ser una
niñera increíble para Remi durante ese primer año, pero me encantaban los viejos
ladrillos expuestos de nuestro nuevo apartamento y la proximidad a mi trabajo
y a todo el centro. Me encantaban los edificios históricos y estar en el centro de la
ciudad, así que cuando se abrió un departamento al final del año de alquiler de
mi antiguo apartamento, lo tomé. Remi celebró su primer cumpleaños en enero 66
y nos mudamos el primero de mayo. El nuevo apartamento suponía que el dinero
era un poco más escaso, pero como podía ir andando al trabajo y Pam vivía al
final del pasillo y cuidaba de Remi por un buen precio, me ayudaba a compensar
el alquiler. Sin embargo, seguía reservando pequeñas cantidades de dinero de mi
cheque, aquí y allá. Lo llamaba mi cuenta “algún día”. Porque “algún día iba a
comprar una casa o montar mi propio restaurante”.
Vaya, eso sonó ligero y brillante. Sentí que mi rostro se calentaba hasta las
orejas, y supe que debía hacer juego con el cochecito rosa intenso de Remi.
Obviamente, perdí toda la capacidad de ser simpática y coqueta desde que me
gradué de la universidad y me convertí en madre. Me acomodé el cabello detrás
de la oreja y recé para que mi rostro se calmara rápidamente. ¡Qué vergüenza!
—Pues sí, lo hago. ¿Por qué? ¿Te ofreces a ayudar? —Se rio mientras
dejaba su caja en el suelo y bajaba por el pasillo hacia mí. Extendió su mano para 67
estrechar la mía—. Michael. ¿Y tú eres?
—Me parece perfecto. Digamos, ¿alrededor de las seis? Supongo que eso
evitará que tu pequeña salga demasiado tarde. A no ser que quieras hacerlo a las
cinco.
—No, a las seis está muy bien. Entonces, ¿supongo que nos veremos allí?
Me guiñó un ojo.
Hasta la cena de esa noche, no me di cuenta de cuánto tiempo había
pasado desde que me senté y tuve interacciones adultas reales. Michael y yo nos
sentamos y conversamos en un tono fácil durante la cena, el postre y el café.
Todavía estábamos sentados en la vieja mesa salpicada de formica con los
brillantes asientos rojos de los años cincuenta cuando la pequeña Remi empezó a
frotarse los ojos, dejando caer la galleta en la que todavía estaba trabajando.
—Eres bueno con los niños —dije mientras veía cómo Remi se agarraba a
su camisa con una manita mugrienta, que intentaba aflojar y limpiar con una
servilleta humedecida en agua—. ¡Lo siento mucho, te ha manchado la camisa de
galletas!
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Maldición, me sentí mal porque ella acababa de ensuciar su ropa.
—Por supuesto que no. Solo porque dije que esto no era una “cita” en sí,
aun así, te invité. Yo invito. Por favor, insisto.
Su suave voz me sobresaltó, ya que casi olvidé que estaba allí. Estaba de
pie detrás de mí con la mano apoyada en la parte superior de la puerta. Cuando
me giré, me di cuenta de lo cerca que estábamos. Me sentí un poco cohibida
mientras estábamos allí sin hablar, y cambié de un pie a otro.
—Ya te dije que fue un placer. —Se acercó y levantó mi barbilla para que
lo mirara a él en vez de al suelo. Cuando me encontré con sus ojos verdes, pensé
que iba a besarme. Se acercó y me dio un suave beso en la mejilla—. Gracias por
la maravillosa compañía.
71
Stephanie
Junio 2016
—Está bien, Steph. Lo entiendo. Y cuando estés lista para hablar de él, aquí
estoy. ¿Crees que no me he dado cuenta de que su padre no viene nunca, ni tiene
visitas? Pero eso es asunto tuyo y no voy a entrometerme. Creo que es hora de
que me vaya a casa. De todos modos, tengo que madrugar.
¿Por qué no podía dejar ir a Colton? Él y yo solo pasamos una noche juntos
hace tres años. Podía ser un completo imbécil, tener una novia o estar casado por
lo que sabía, tenía que dejar de cargar con esta estúpida imagen romántica de él.
¡Diablos, ya podría estar muerto! Dios, ese pensamiento casi me hace caer de
rodillas. Dios. Me dolía el corazón y luché por calmar mi respiración.
—¿Dónde has estado? ¡He estado muy preocupado! ¡No has contestado a
los mensajes ni a las llamadas! ¿Qué demonios, Steph?
—No pasa nada. Te perdono. Pero no me vuelvas a hacer eso. Odio estar
preocupado por ti. Realmente no deberías caminar sola a casa cuando sales tarde.
No es seguro. —Cielos, me sentí como si estuviera en la secundaria de nuevo con
mi padre dándome lecciones. Luché por poner los ojos en blanco.
77
Stephanie
Reggie, Sylvia, Paul y yo salimos de Embassy riéndonos de lo rojo que se
puso el chef Jonas cuando su sous chef y él discutieron sobre el menú de la
semana siguiente. Jonas era pelirrojo y, cuando se enfadaba, su rostro solía hacer
juego con su cabello rojo intenso. Ocurría con bastante frecuencia y nos hacía
contener la risa para evitar que su ira se dirigiera a nosotros. Barajamos la idea
de parar a tomar una copa ya que era viernes por la noche, pero decidimos que
estábamos demasiado cansados y que Remi me estaba esperando.
—¿Qué demonios fue todo eso? ¿Qué ha pasado para ponerte de tan mal
humor?
No podía creer que actuara así delante de mis amigos. Para ser sincera, me
sorprendió porque siempre era tan dulce y cariñoso conmigo.
—¿Quién demonios era ese tipo? Jesús, ¿te lo estás tirando? ¿Es por eso
que me estás rechazando? ¿Es él la verdadera razón por la que llegaste tarde
anoche?
Intenté zafarme del brazo que me aferraba a él, pero se limitó a apretarme
más y a tirar de mí hacia su camioneta, abriendo la puerta y esperando
impacientemente a que subiera. No quería discutir aquí, así que entré y me
abroché el cinturón.
—¡No digas esa palabra! —gritó—. Steph, eres una dama. Las damas no
dicen palabrotas como los marineros. No quiero oírte nunca usar un lenguaje así.
—Lo siento, Steph, cariño. Es que me preocupo tanto por ti, y creo que me
estoy enamorando mucho de ti. La idea de que te pase algo me enloquece.
Pensé que Michael entendería eso como una indirecta de que quería estar
sola esta noche, pero entró en mi cocina, agarró una cerveza de la nevera y dejó
mi bolso junto al sofá mientras se sentaba y encendía la televisión. Supuse que lo
dejaría relajarse y que hablaría con él cuando terminara con Remi.
—¡Mamá!
Remi salpicó y rio durante el baño, y al final yo estaba tan mojada como
ella. Vestida con su pijama azul de felpa con el dibujo de Cenicienta, salió
corriendo por la puerta en cuanto la abrí. Corrió hasta el salón, luchando por
subirse al regazo de Michael. Vi cómo dejaba caer mi teléfono en el sofá mientras
se acercaba a ella para abrazarla y besar su mejilla. No pude evitar sentirme
incómoda con él abrazándola después de su reciente arrebato. Me acerqué a ellos
y la levanté de su regazo.
—¿Eh? Oh, solo estaba comprobando qué versión de iPhone tenías. Tengo
un montón de fundas que nunca usé del mío, y pensé que podrías usarlas si era
el correcto. Pero tienes un 4s, el mío era un 5. Eso es todo.
83
Reaper
—Oye, Reaper, ¿has terminado con el cambio de aceite, hombre? El chico
ha vuelto pronto y me preguntó si por casualidad su moto estaba lista.
—Reaper, amigo, eres quien metió la pata ahí. Se cree que es especial para
ti y le dice a la gente que es cuestión de tiempo que sea tu mujer. No deberías
haber vuelto por más, hombre. Fuiste y la ilusionaste, ya que nunca te metes con
la misma mujer dos veces.
Paramos delante del Oasis y pusimos nuestras motos al lado de las otras
tres que ya estaban estacionadas allí. Parecía que algunos de los hermanos se nos
adelantaron. Por supuesto, Pops estaba aquí. Me preguntaba si Mama Jean había
preparado algunos de sus bites de pretzel caseros... Mama Jean y Pops habían
sido los dueños y administradores del Oasis durante los últimos treinta años o
más. Pops era uno de los miembros originales del MC Demented Sons, y estaba
loco por Mama. Nunca tuvieron hijos, y ella nos acogió a todos los chicos del club
como sus “chicos”, como nos llamaba. Intenté fingir que odiaba que nos llamara
chicos, pero la verdad es que era una gran persona y me sentí bien al tener a
alguien que era como una madre para mí. Echaba de menos a mi madre todos los
putos días, aunque hacía casi nueve años que murió por culpa de un conductor
borracho. Si no se hubiera matado en el accidente ese día, le habría metido una
puta bala en el cráneo. Pedazo de imbécil de mierda. Odiaba a los conductores
borrachos tanto como a los hadjis, y tanto como el Prez odiaba las drogas fuertes,
desde que su hermano pequeño tuvo una sobredosis de metanfetamina hace siete
años.
Entré por la vieja puerta que debía ser original del antiguo edificio. El bar
estaba tenue y olía a humo, a cerveza y un poco a un edificio viejo y mohoso,
pero todo formaba parte del atractivo. Las paredes de ladrillo desnudo le daban
un aire cálido, casi de la época de la prohibición. Las mesas de billar del fondo ya
estaban ocupadas. Smoke y Pops estaban en medio de una partida en una de ellas
y unos jóvenes universitarios pretenciosos en la otra. Hollywood y yo nos
acercamos a la destartalada barra y nos sentamos en un chirriante taburete para
esperar a que los universitarios terminaran su partida.
Mama Jean se acercó y puso una Corona fría, con una lima en la parte
superior, delante de mí y una Bud Light delante de Hollywood. Sí, nos conocía
bien. Levanté la Corona con una sonrisa para Mama Jean, metí la lima dentro y
bebí un buen trago. Volví a dejar la cerveza en un pequeño posavasos de cartón
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que había visto días mejores.
—Ay, jódete, hermano, solo eres un año mayor que yo. Y sí, me apunto.
Siempre estoy dispuesto a un poco de terapia de viento. Deja que me arregle con
Mama.
Me lo decía a mí mismo, pero desde que regresé a Iowa, al menos una vez
a la semana, me convencía de no ir a su antigua casa para ver si por casualidad
seguía allí. Además, ¿qué diría cuando llamara a la puerta? “Oh, hola. ¿Hay aquí
una rubia muy guapa con unos ojos azul cielo increíbles, unas piernas eternas y
las tetas más hermosas de este lado de los Apalaches?”
A medida que la oscuridad descendía, pensé que era mejor dar la vuelta.
Cabalgué sin tener idea de cuánto habíamos avanzado exactamente. Paré en una
gasolinera para repostar y orinar. Cuando Hollywood se acercó al surtidor de
enfrente y se bajó de su moto, me miró sin decir nada antes de abrir la tapa de su
depósito y acercarse al surtidor para llenarlo.
—No.
—Bueno, discúlpame.
—No es nada de lo que pueda hablar ahora, hermano. Solo déjalo, ¿de
acuerdo? Solo necesito ordenar algo de mis asuntos, eso es todo.
A la mierda.
—Snow sabe todo esto, y eso es parte de lo que creo que quiere hablar
mañana por la noche. Hombre, me alegro de que Snow haya acabado con esta
mierda, pero incluso las armas ocasionales para otras secciones están empezando
a ponerme nervioso. La maldita ATF está realmente siguiéndonos. Esto no es un
programa de televisión de moteros. Cada vez es más difícil pasar desapercibido.
Es demasiado fácil ser legal hoy en día. No sé por qué quieren joder con esa
mierda. Dinero rápido, supongo. —Tiró su botella vacía a la basura y se sentó en
su moto—. ¿Estás listo?
—Sí, vamos a salir a la carretera.
Cuando llegamos a la sede del club, ya eran más de las once. Entramos con
Metallica a todo volumen en la vieja gramola que Gunny compró en una venta de
segunda mano. Me encantaba esa cosa. Vi a Butch y a Gunny sentados en la
sección de la esquina recibiendo bailes eróticos de dos de las strippers de nuestro
club de striptease y de otra chica con aspecto de zorra que no reconocí, y me
pregunté brevemente de dónde la sacaron. Podían quedarse con ella. Uno de los
prospectos, Soap, se quedaba cerca vigilando la habitación.
Las putas del club debían estar “de servicio” porque no las vi por allí. Las
putas eran solo eso, putas. Vivían en la casa club voluntariamente y eran libres
de irse cuando quisieran. Atendían a los hermanos cuando lo deseaban y a
cambio tenían un lugar donde alojarse, indefinido, básicamente, y la protección 91
del club.
Olía a humo de cigarrillo y a culo... ¿y qué mierda pisé? Jesús, iba a tener
que ir detrás de los prospectos para limpiar este agujero de mierda mañana.
Cuando pasé por delante de la barra hacia el pasillo que conducía a las pequeñas
habitaciones habilitadas para que los hermanos se quedaran a dormir si se
emborrachaban demasiado o si simplemente había sido una noche larga, sentí
que unas tetas me apretaban la espalda y vi que un par de uñas rojas recorrían
mis abdominales. Maldición. Ni siquiera tuve que darme la vuelta.
Batió sus ojos marrones y se echó el cabello rubio decolorado por encima
del hombro.
Eché una mano por encima de mis hombros, agarrando mi camiseta negra
por la espalda y tirando de ella por encima de la cabeza. Me miré en el espejo y
pasé un dedo por la cicatriz del lado izquierdo de mi rostro antes de mirar las
cicatrices del torso y del brazo izquierdo que cubrí con tatuajes. La mayoría de
ellas se curaron bien, y la del rostro era ahora una línea blanca, fina, pero
irregular, aunque era un recordatorio constante de todas las malditas cicatrices
que llevaba tanto por dentro como por fuera. Un recordatorio de lo dañado que
estaba realmente.
93
Stephanie
La semana siguiente transcurrió sin novedad, con Michael trabajando
hasta tarde en un gran proyecto que tenía en el trabajo hasta el jueves. Mi teléfono
sonó y lo miré para ver un mensaje suyo.
Yo: Ya estoy preparando algo para Remi y para mí, pero gracias. ¿Tal vez
mañana?
—¿Sobre qué?
—Sobre nosotros.
—¿Qué demonios estás diciendo? ¿Se trata de ese chico, Reggie? ¿Intentas
abandonarme para poder salir con él? Seguro que no has tenido ningún problema
en hacerme esperar, pero quizás lo has estado consiguiendo con él, así que no lo
has necesitado de mí.
—Michael, tienes que irte —dije en un tono mucho más seguro de lo que
sentía en ese momento.
—Hablaremos de esto mañana por la noche. Está claro que estás cansada
y no piensas con claridad. Tienes que irte a la cama. Pasaré mañana cuando
llegues a casa. Estoy seguro de que para entonces estarás pensando con la cabeza
más clara, Steph. 97
Se dio la vuelta sin decir nada más y salió de mi apartamento. Cuando oí
que se cerraba la puerta de su apartamento al final del pasillo, corrí hacia la
puerta, cerrando el pestillo de seguridad y el cerrojo. Por supuesto, si tenía una
llave, también podía abrir el cerrojo, pero me daba una falsa sensación de
seguridad.
Me lavé el rostro con nueva determinación. Miré mi reloj; eran casi las
nueve de la noche. Si salía inmediatamente, podría llegar a casa alrededor de la
medianoche. Sabía que, de todos modos, no dormiría. Remi dormirá en el auto,
recé. Podría llamar a mi madre después de ponerme en marcha para decirle que
estábamos de camino. Más tarde pensaría en algo que contarle sobre lo que había
98
pasado para llevarme a casa en medio de la noche.
Stephanie
Cuando llamé a mi madre para decirle que íbamos a ir, se sorprendió, pero
se emocionó y dijo que nos esperaría despierta. Le dije que podía dejar una luz
encendida y que no tenía que esperar despierta, pero se trataba de mi madre.
Estaba oscuro y las carreteras estaban casi desiertas a esta hora de la noche. Remi
estaba dormida en su asiento del auto y la veía a hurtadillas por el espejo
retrovisor mientras conducía. Solo me quedaban unos sesenta kilómetros antes
de llegar a Grantsville, y luego otros cinco kilómetros más allá del pueblo hasta
el desvío a la granja de mis padres.
Me estaba dando un poco de sueño y sentía que los ojos me pesaban. Pasé
por delante de una moto que iba en dirección contraria y volví a estar alerta. El
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paso de la moto hizo que mis pensamientos se desviaran hacia el viaje en la moto
de Colton. ¡Maldita sea! Ahí estaba, colándose en mi cabeza de nuevo. Maldición.
Tal vez necesitaba ver a un consejero. Seguramente era una obsesión insana. Por
otro lado, compartía una hija con el hombre, lo supiera él o no. Agarré el volante
con más fuerza al recordar que lo abracé mientras volvíamos a mi casa aquella
noche. Todavía recordaba la sensación de su paquete de seis mientras mis dedos
recorrían cada hendidura del músculo. El hombre estaba hecho para el sexo y su
cuerpo era una obra maestra esculpida. Podía lamerle los pectorales, los
abdominales y los brazos todos los días...
—¡Déjame verte! ¡Mi niña! ¿Tienes idea de cuánto te he echado de menos? 100
¿Y dónde está esa preciosa nieta mía? —Buscó en las ventanas a Remi, que debió
percibir que había una fuente importante de mimos cerca y se despertó con los
ojos desorbitados y la boca abierta de sorpresa—. ¡Ahí está!
Gracias, mamá.
Subió los escalones, charlando con Remi y Remi con ella. Vi a mi hermano
pequeño, Sean, de pie en la puerta con una gran sonrisa en el rostro.
Mi “hermano pequeño” que era una buena cabeza más alto que yo, era la
viva imagen de nuestro padre, con su cabello castaño oscuro y bien cortado, sus
ojos color avellana y su sonrisa. Me dio un fuerte abrazo y subió las escaleras con
mi maleta. Eché un vistazo a la sala de estar y vi que estaba exactamente igual
que cuando me fui: acogedora, pero impecable como una habitación sacada de 101
un anuncio de Better Homes & Gardens. Mi mamá siempre fue una ama de casa
meticulosa, incluso cuando éramos niños y saboteábamos sus esfuerzos en todo
momento. Seguí su voz por el pasillo desde la entrada hasta la cocina, donde
tenía a Remi sentada a la mesa ayudándola a comer un poco de pan de plátano
casero y a beber un poco de leche.
No debería haber estado fuera tanto tiempo. Era bueno estar en casa, pero
no podía escapar a la ironía de correr al único lugar del que había huido.
102
Stephanie
Estaba esperando en la fila del supermercado Fareway y me estaba
irritando porque solo había un cajero. Maldita sea, pensé, sabía que tenía que ir Hy-
Vee. También debí tomar un maldito carrito, pero no esperaba comprar tanto para
Remi y para mí, y quería asegurarme de que mamá y papá tuvieran suficientes
pañales para Remi durante la noche. Le iba muy bien con el orinal de día, pero
las noches seguían siendo un reto. No me apetecía mucho salir esta noche, pero
mi hermano mayor, Samuel, pasó por aquí y nos preguntó a Sean y a mí si
queríamos acompañarlo al pequeño bar del pueblo, Oasis. Esta noche era la fiesta
de cumpleaños de Mama Jean y casi todo el mundo se presentaba allí a finales de
julio para su gran fiesta de cumpleaños. Cerraban la plaza del pueblo, traían una 103
banda y bailaban en la calle frente al bar. Mama Jean era como un elemento fijo
en G’ville, Pops y ella eran queridos por todos, a pesar de la presencia de Pops
como un gran motero malo. Todo el mundo sabía que era un oso de peluche con
corazón.
—¿Disculpe? ¿Señora? ¿Está lista para pagar sus artículos? —dijo la cajera
en tono sarcástico. Pequeña mocosa de secundaria. Esperaba no haber sido tan
grosera cuando tenía su edad. Probablemente estaba enfadada porque el sexi
motero ignoró todos sus intentos infantiles de coquetear con él mientras pagaba
sus artículos.
Sonreí mientras me preparaba para subir al gran Ford F350 dually. Erik
me dio un gran abrazo de oso, y me di cuenta de que en el parche de su chaleco
ponía “Hacker”. Pinché la etiqueta con su nombre y le pregunté a qué se debía
ese nombre.
Reaper
Colgué la llamada con Snow, diciéndole que íbamos de camino a la casa
club, justo cuando Hacker recibía un beso en la mejilla de una chica de granja con
unos jeans cortos. Como de costumbre, me hizo saltar el corazón al ver el cabello
rubio rizado y tuve que decirme a mí mismo, no es ella. Después de que se
marchara, volvió a las motocicletas y se subió a la suya, poniéndose las gafas de
sol. Me subí a mi propia moto y lo miré con una sonrisa burlona.
—Así que... ¿es uno de tus coños antiguos, Hacker?
Maldición.
Snow golpeó con el puño la vieja y gruesa mesa de madera para llamar la
atención de todos. Vinny, el vicepresidente, se sentó a la izquierda de Snow. El
resto de los oficiales, Cash y Dice, los flanquearon.
—Muy bien, muy bien, vamos, chicos, tenemos mucho que discutir antes
de ir a Oasis para el cumpleaños de Mama —gritó Two-Speed, nuestro Sargento
de Armas. Esto provocó una sonrisa de afecto en el rostro de Pops. Sí, amaba a
esa mujer. La idea de tener eso algún día me hizo sonreír por un segundo antes
de reprimirlo, diciéndome a mí mismo que esa mierda no era para mí. Algunos 108
de los hermanos tenían mujeres, y la mayoría eran devotos y fieles a ellas. Había
un par de ellos que seguían follando con las putas del club y, en el fondo, eso me
enfadaba, pero oye, no me correspondía a mí decir a los demás cómo tenían que
vivir sus putas vidas.
Miré alrededor de la mesa a los hombres que habían sido mis hermanos
durante más de un año desde que fui admitido. Éramos un club más pequeño,
pero nuestra sección estaba muy unida. Teníamos otras cuatro secciones, una en
Montana, otra en Nebraska, y dos en Missouri. Éramos la sección original o
madre. La mayoría de los miembros fundadores pasaron por el servicio y
formaron el club para recrear la hermandad y la camaradería que
experimentaron en el ejército. No era de extrañar que el club gestionara sus
negocios con precisión militar.
110
Stephanie
Llegamos cuando la fiesta estaba en pleno apogeo. Aunque no había
estado en casa desde hace mucho, la cantidad de gente que se presentaba cada
año a la fiesta de cumpleaños de Mama Jean no dejaba de sorprenderme. Nos
abrimos paso hasta el bar para pedir bebidas y luego nos abrimos paso entre la
multitud para salir a escuchar a la banda. El aire de la noche era bochornoso y la
gente a nuestro alrededor reía, bebía, bailaba y se lo pasaba en grande. Las risas
eran contagiosas, y pronto mis hermanos y yo nos turnamos para bailar en la
calle mientras uno de nosotros vigilaba nuestras bebidas en una mesa de picnic.
Mientras Sean y yo bailábamos con algunos amigos, miré para ver a Sam de pie
en las afueras de la sombra hablando con Erik en nuestra mesa. Cuando miraron 111
hacia mí, los saludé con la mano. Sonrieron, me devolvieron el saludo y
reanudaron lo que estaba segura era su recuerdo de sus hazañas futbolísticas. La
siguiente vez que miré, vi a mi hermano dándole la mano al motero sexi que
estuve mirando antes en el supermercado.
Oh, Dios mío. Solo pensar en mi descarada mirada furtiva era vergonzoso.
Recé para que no se diera cuenta de que hice el ridículo hoy. Caramba, realmente
lo había olfateado.
Sentí que alguien bailaba detrás de mí, colocando sus manos en mis
caderas, y miré por encima de mi hombro para ver a mi viejo amigo, Chas, de la
secundaria. Con una enorme sonrisa, alcé los brazos por encima de mi cabeza,
alborotando su cabello de forma burlona, y me deslicé más abajo contra su cuerpo
mientras movía las caderas de lado a lado. Era malditamente caliente, pero sabía
que no había nada malo en bailar así con Chas, ya que era gay, así que todo era
diversión. Me alegré mucho de dejar que Sam nos convenciera de ir porque me
lo estaba pasando en grande. Me sentí bien al soltarme por una vez, sabiendo que
Remi estaba en buenas manos con mis padres y que no nos apresuraban a
regresar a casa.
Cuando volví a mirar hacia la mesa, me di cuenta de que el motero sexi
miraba hacia la zona de baile. No sé qué me pasó, tal vez era el alcohol, pero
empecé a bailar para él y solo para él, utilizando a Chas como un mero apoyo.
Desde aquí y con él oculto por las sombras, me recordaba a Colton y sentí que
me excitaba al pensar en él bailando conmigo.
Uh-oh.
Cuando volví a mirar, ya no estaba. Maldita sea. Miré a la multitud, pero 112
no vi su considerable estatura por ningún lado. Levanté la vista hacia Chas,
agradeciéndole el baile y tocando su mejilla. Le di un golpecito a mi hermano en
el hombro mientras bailaba con una morena muy guapa, pero de aspecto joven,
a la que recordaba vagamente de la escuela. Debía tener varios años menos que
yo. Cuando levantó la vista hacia mí, le grité al oído que iba al baño y luego por
otra cerveza. Asintió con una sonrisa, haciéndome la señal del pulgar hacia
arriba. No me preocupaba mucho andar sola, ya que aquí nos conocíamos desde
siempre. Me abrí paso entre la multitud hacia el bar.
Finalmente vi a Mama Jean sola con Pops y me acerqué para felicitarla por
su cumpleaños. Me abrazó y, para que se le oyera por encima de la multitud,
exclamó en mi oído lo mucho que había crecido y me preguntó si regresé la
ciudad para siempre o solo de visita. Le dije que deseaba volver para siempre,
pero que tenía una casa y un trabajo en Des Moines. Me apartó a un lado para
que me sentara en una mesa alta, y noté que Pops la miraba con cariño desde
donde estaba bebiendo y riendo con otro hombre que llevaba el mismo chaleco
que él.
Reaper
Me acerqué a traerle a Hacker su cerveza. Me pidió que le trajera otra
cuando fui por la mía. Me presentó a su antiguo corredor de la secundaria, Sam.
Sam me cayó bien desde el principio. Parecía un chico genial, y me quedé
mientras Sam y Hacker hablaban de sus días de gloria en el campo de fútbol. Yo
también jugué fútbol en la escuela, pero después de mis experiencias de los
últimos años, me parecía que había pasado toda una vida.
La rubia se parecía a la chica con la que Hacker habló antes en Fareway, pero no
estaba seguro. Ojalá la hubiera visto mejor. Hmmmm, si es así, tal vez él podría darme el
enganche.
114
Fue entonces cuando su novio, que era un imbécil, se acercó a ella. Me
imaginaba que alguien como ella estaría con un chico guapo idiota como ese. La
vi mirarlo por encima del hombro, bailando y balanceándose contra él. Lo más
loco fue que, después de que miró hacia mí, podría jurar que estaba bailando para
mí.
Jesús. Qué. Demonios. Sentí que mi polla saltaba en mis jeans. Pequeña y
maldita provocadora.
Observé cómo recorría su cuerpo con las manos en una danza sensual. Se
levantó el cabello por encima de la cabeza, alzando esas gloriosas tetas como una
ofrenda. Maldita sea, me recordaba a mi ángel, pero sabía que era una ilusión de
las luces de colores parpadeantes del escenario y el mismo truco que mis ojos
siempre me jugaban. Jesús, no podía soportarlo más. Intentando ajustar
discretamente mi caprichosa polla, me di la vuelta y me alejé para buscar a
alguien que pudiera ayudarme con el dolor de mis pelotas, ya que no iba a ser
ella. La idea de que ese vómito pretencioso tuviera las manos, la boca y la polla
sobre ella esta noche me enfadaba sobremanera.
—Hermano, tengo que mear. Si uno de ellos termina, agarra la puta tabla.
Regreso en un rato, a no ser que me encuentre unas piernas calientes que me
sirvan de cinturón.
Agarré el cuerpo que estaba grabado en mi mente y que vivía bajo mi piel
y la levanté, llevándola a una mesa vacía a un lado de la calle. Sentía que mi
corazón iba a explotar cuando un latido se fundía con el siguiente en una rápida
sucesión. Me costaba respirar mientras le apartaba el cabello de la frente,
apartando los pocos mechones que tenía pegados por el sudor. Me temblaban las
malditas manos, por el amor de Dios. No sabía qué carajo hice en este mundo de
mierda, para que cualquier Dios que existiera, dejara caer a este ángel en mi
regazo... casi literalmente... pero no podía evitar los pensamientos que corrían
por mi cabeza jurando no dejarla ir nunca más.
Stephanie
Mientras sentía que recuperaba la conciencia, la música, las risas y las
voces mezcladas retumbaron en mis oídos. Me sentí acunada junto a un cuerpo
firme con el rostro pegado al cuero. ¿Y eso era un...? Oh Dios, por favor dime que
no era una polla dura bajo mi culo. Pensé que podría morir. Entonces la imagen
de esos ojos volvió a pasar por mi mente. Levanté la mirada para recorrer el
chaleco de cuero, la gruesa columna de su cuello, la barba desaliñada, los labios
firmes y la nariz cincelada, y finalmente me posé en esos ojos azules. No podía
ser. Levanté la mano para acariciar su mejilla.
—¿Colton?
116
Esos labios se curvaron en una media sonrisa y la gravedad de la situación
se me vino encima. Salí de su regazo y me puse de pie. Con la respiración
entrecortada, me llevé las manos al pecho, tratando de poner un poco de orden
en mis latidos y respiraciones. Oh, Dios mío. Oh, Dios mío. ¡Oh, Dios mío!
—¡Colton! Oh, Dios, ¡eres tú! ¿Pero cómo? ¿Aquí? ¿Cómo? ¿Por qué
estás...?
Maldición.
Dios mío.
Mi mente no sabía qué hacer con este conocimiento inesperado. Sentía que
mi cerebro era una masa de papilla que se tambaleaba. Respiré profundamente,
llamé a mi teléfono desde el suyo, silenciando mi teléfono antes de que el timbre
pudiera despertarlo. Luego le envié un mensaje mientras volvía a dejar el
teléfono sobre sus jeans, desbloqueaba y abría la puerta en silencio, cerrándola
con un suave chasquido.
Yo: Colton. Este es mi número. Tenemos que hablar, pero necesito algo de tiempo
para ordenar mis pensamientos. Me pondré en contacto pronto. Steph.
120
Reaper
Me desperté rígido y frío al darme cuenta de que se había ido. Me
incorporé rápidamente, tirando los pies al suelo y mirando a mi alrededor con
confusión. ¿Dónde demonios se había metido?
—¡No! —estallé horrorizada. Oh, Dios mío, no podía permitir que fuera por uno
de sus hermanos porque pensaba que había hecho algo. Jesús, Dios del cielo—. No, es que
he empezado a echar de verdad de menos a Remi. No había estado lejos de ella así antes, y
eso me puso nerviosa. —Intenté parecer más tranquila y serena. Con la mirada escéptica
que recibí de Erik, no estaba segura de lo bien que lo conseguí.
Hice un pequeño saludo con la mano, subí lentamente las escaleras y atravesé la
puerta principal. Me detuve en la entrada, asimilando el silencio de la vieja casa antes de
subir las escaleras, evitando las que crujían tan bien como cuando era adolescente y me
colaba hasta tarde. Remi debía estar con mi madre porque no estaba en mi habitación. Me
asomé a la antigua habitación de mi hermano, viendo a mi padre acostando en la cama
roncando suavemente. Sonreí mientras cerraba suavemente la puerta y me dirigí a mi
habitación.
Así que me quedé allí, mirando al techo sin respuestas a mi dilema. Tal
vez debería preguntarle a mi madre.
No.
Solo se preocuparía y me diría que solo tenía que decírselo. Bueno, eso ya
lo sabía. Tal vez volvería a Des Moines mañana después de reunirme con Mama
Jean para ver en qué necesitaba ayuda. Me daría tiempo y espacio para pensar,
pero sabía que no podía aplazarlo demasiado.
—Es sobre Stephanie. Necesito hablar con ella. Necesito saber dónde
puedo encontrarla —le pedí, suplicando con mis ojos. Jesús, me sentía como un
maldito lunático. No, me sentía como si estuviera empezando a desentrañar la
cosa y era una mierda.
—¡Has sido tú! Hijo de puta, debería destriparte ahora. ¿Qué diablos le has
hecho? Sabía que algo pasó. —Parecía que iba a estrangularme en cualquier
momento, y lo agarré de las muñecas, apartándolo de mí, lo cual no fue nada fácil
ya que el cabrón era de mi tamaño y seguía tan en forma como cuando jugaba al
fútbol y en el cuerpo de marines.
¿Un niño? ¿Qué? ¿De qué mierda estaba hablando este estúpido hijo de
puta? Mi cabeza se movió de un lado a otro en señal de negación. Ella no tenía
un hijo. Estaba loco. A no ser que fuera de eso de lo que quería hablarme. Mierda,
estaba casada y tenía un hijo. Quería reunir sus pensamientos para decirme que
se sentía atraída por mí sexualmente, pero lo que hicimos fue un horrible error
porque estaba casada y con un bebé. Qué me jodan. Me apoyé en la pared,
deslizándome hacia abajo hasta sentarme con los brazos apoyados en las rodillas
y las manos sueltas.
Michael: Llámame.
El último mensaje fue hace siete minutos. Revisé y vi que todas las
llamadas perdidas eran de él también. Sí, imbécil y apuesto a que te llevaste una gran
sorpresa cuando intentaste entrar en mi apartamento y la cerradura estaba cambiada,
¿eh? Dios, me encantaba mi empresa de gestión. Tiré el teléfono sobre la cama,
sin intención de contestarle.
—Sí, pero es posible que tenga que llamar por teléfono. —No quise entrar
en por qué me resistía a regresar a casa. Empezó a interrogarme más, pero levanté
la mano—. Por favor, mamá, es una larga historia en la que no quiero entrar
ahora. —Apretó los labios con fastidio, pero no dijo nada más. No me dejé
engañar pensando que eso significaba que había abandonado el tema. Después
de todo, conocía a esta mujer de toda la vida.
—Bien... ¿sobre qué? ¿Está todo bien contigo? —No estaba segura de
adónde llevaba esto, pero no creía que me fuera a gustar. Lo seguí mientras
empezaba a caminar por el camino de entrada y atravesaba el patio delantero
para sentarse en el banco bajo el gran roble. Me senté a su lado y se giró hacia mí.
—¿Quieres contarme lo que pasó con Reaper y contigo anoche? —dijo sin
preámbulos.
Sam me abrazó.
Levanté los ojos llenos de lágrimas hacia los suyos y susurré con voz
torturada:
—¡Mierda! ¿Me estás tomando el pelo? ¡Esa niña tiene más de dos años! ¿Y
nunca se lo dijiste? ¿Cómo pudiste hacerle eso? ¿Y cómo demonios pudiste alejar
a un padre de su propia hija, Steph? —Me miró con expresión incrédula, como si
ya no supiera quién era yo. Me aparté, alejándome de él.
129
—No fue así —respondí. Luego procedí a contarle toda la sórdida historia,
sin los detalles de nuestra noche juntos. Había cosas que un hermano no
necesitaba oír.
—Joder, Steph. Hace tiempo que vive aquí. ¿Cómo es que nunca lo has
visto? —Se pasó las manos por el cabello con frustración—. Jesús, tienes que
decírselo. Si no lo haces, lo haré yo. No es justo para ninguno de los dos.
—¿Crees que no lo sé? ¿Crees que no he rezado todos los días para que las
cosas hubieran sido diferentes y hubiera podido decírselo? Y si recuerdas bien,
no he estado mucho en casa en los últimos dos años —grité—. ¡Simplemente no
sé qué decirle ahora!
Le diría que podía parecer una locura, pero que me mantuvo cuerdo mientras
estaba fuera y que estaba seguro de que la quería. En mi mente, me abrazaba, diciéndome
que también me quería y que me había estado esperando. Besé la pantalla, apagando el
teléfono y metiéndolo de nuevo en mi chaleco. Miré a Mason, negó con la cabeza y sonrió
mientras escuchábamos el sonido del Blackhawk acercándose. Mason y yo corrimos hasta
la cima de la colina, y envié un agradecimiento a mi ángel por haberme sacado adelante
de nuevo.
Jodida mierda.
—Déjala. Siéntate. —Mi tono no dejó lugar a discusiones. Mis fosas nasales
se ensancharon. Mi respiración se aceleró. Se deslizó en la cabina junto a la niña,
retorciendo las manos sobre el tablero de la mesa y mirándolas fijamente para no
tener que encontrarse con mis ojos.
Cuando me puse de pie, la miré fijamente a los ojos. Sentí una rabia
indescriptible hacia ella, y me costaba mucho contener mi ira. Quería agarrar a la
niña, mi niña, y salir corriendo con ella, pero sabía que no estaba en condiciones
de estar cerca de ella.
Sus ojos eran igual de azules que los míos, no pálidos y suaves como los
de su madre, sino claros y vibrantes, con las motas de azul más oscuro que veía
cada vez que me miraba en el espejo. Más que esas pocas cosas, no podía
recordarlas porque empecé a ver rojo poco después de que se sentara a la mesa
conmigo y las cosas encajaran.
Una cosa que sabía con certeza era que quería tener una relación con ella.
No me importaba que su madre me hubiera sustituido en su vida. Mi hija iba a
conocerme. Nunca la tendría creciendo como yo, sin conocer a su padre.
Necesitaba hablar con Stephanie ahora que me había calmado y sacado mi
estúpida cabeza caliente del culo... más o menos.
Yo: Tenemos que hablar. Esta noche. Nos vemos en Oasis. Vístete para dar un
paseo.
Stephanie: Veré lo que puedo hacer.
A mi hija.
Jesús, ayúdame.
135
Stephanie... Mi Stephanie. Por fin tenía su nombre, y sin embargo no era
mía y nunca lo sería. Siguió adelante como sabía y esperaba que lo hiciera. Nunca
estuve destinado a ella. Estaba dañado y era malvado. Mi alma estaba negra y
podrida. Había acabado con la vida de seres humanos sin pestañear. Estaba
marcado y roto. No era bueno para ella. Solo podía esperar que pudiera ser un
mejor padre de lo que era como hombre.
Stephanie
El shock me consumió mientras me quedaba en la acera mirando la
carretera. No podía creer lo que acababa de suceder. De todos los escenarios que
imaginaba de mí hablándole de Remi, ese definitivamente no era uno de ellos. ¿Y
qué quería decir con que lo sustituí? Había querido concertar una hora para
hablar con él y explicarle. Quería presentarle a Remi a su papá. Solo pensé...
mierda, no sé lo que pensé.
Mama acercó una mano pequeña, pero fuerte, y la colocó sobre la mía,
apretándolas de manera tranquilizadora.
Bueno, eso era lo último que esperaba. Pensé que tal vez necesitaba ayuda
con la reorganización o los menús o algo así. No sabía qué decir. Las ruedas de
mi cabeza empezaron a girar a unos trecientos kilómetros por hora mi boca se
abría y cerraba como un maldito pez, pero no pude evitarlo. Mama captó mi
expresión y estalló en su risa rasposa y estridente.
—¡Espera! Mama, no sé. Lo que quería decir es que no tengo tanto dinero.
No sabría por dónde empezar. Yo... bueno... me siento muy halagada, pero estoy
tan... vaya. —Me costó encontrar las palabras, ya que las ideas para el bar 137
surgieron en mi cabeza una tras otra.
Las dos nos reímos mientras la abrazaba y besaba la parte superior de sus
oscuros y sedosos rizos.
Oh, mierda. Cerré los ojos, tratando de controlar mis emociones furiosas,
antes de estampar rápidamente una respuesta.
Recogiendo a Remi del auto, la puse en pie con cuidado y la sujeté hasta
que supe que tenía equilibrio. Tomadas de la mano, cruzamos la acera de ladrillo
hasta los escalones que subió de uno en uno. Cuando abrí la puerta, se separó de
mi mano y entró corriendo en la casa gritando:
—¡Abuedo! !Abuedo! —No pude evitar mi sonrisa triste al oír sus chillidos
cuando mi papá debió de hacerle cosquillas o burlarse de ella. Colgué las llaves
en los ganchos junto a la puerta, me quité los zapatos, alineándolos
ordenadamente en el felpudo dentro de la puerta... cualquier cosa para retrasar
la conversación que tenía que tener con mis padres.
Les dije que Colton quería hablar conmigo esta noche y les pregunté si les
importaría volver a cuidar a Remi. Me aseguraron que no era ningún problema
y estuvieron de acuerdo en que lo mejor era hablar con él y arreglar las cosas
cuanto antes. 140
—¿Por qué no vas a lavarte la cara con agua fría y te acuestas un rato?
Quiero hablar con tu madre de algunas cosas, y podremos volver a hablar esta
noche, ¿de acuerdo?
—Súbete.
141
No me cuestionó y pasó su pierna por encima de la parte trasera de mi
moto, acomodando su pecho contra mi espalda y rodeando mi torso con sus
delgados brazos, trabando sus manos sobre mis abdominales. La sensación de
esas tetas gordas apretadas contra mi espalda hizo que mi polla saltara. Era difícil
ignorar lo bien que se sentían empujadas contra mí. Maldita sea. Esta noche no
se trataba de eso.
Abajo, chico... tiene a alguien más. Lástima que no quisiera escuchar. Bastardo
traidor.
Mierda.
—Yo no...
No parecía muy contenta cuando le dije que hubo otras chicas después de
ella, pero joder, no era como si hubiéramos estado juntos entonces. Además, era
imposible que ella no hubiera estado con nadie más en los últimos años. Tenía
una naturaleza apasionada, que yo recordaba muy bien. Diablos, estaba con
alguien ahora. Dios, ¿por qué la idea de que se follara a otro me enojaba tanto?
De hecho, sentí que se me formaban nudos en el estómago al pensarlo. Jesús,
tenía que dejar de pensar en ello. Y ciertamente no era un maldito monje. Nunca
pretendí serlo.
—No estoy con nadie, Reaper. Vine aquí este fin de semana para alejarme
del chico con el que salía, pero no sé si se podría decir que estábamos saliendo.
Terminó por no ser quien creía que era. —Me miró a los ojos con una expresión
de angustia.
Mierda. Qué manera de sacar conclusiones, idiota. Ahora sí que me sentí como
un puto tonto.
—Jesús, Stephanie, no. No hay nadie más. No voy a mentirte y decirte que 144
he sido un monje. ¿Pero cada una de ellas? Cada una de ellas fingí que eras tú.
Dios, era increíblemente hermosa. No tenía ni idea de qué era esta mierda
entre nosotros, pero la sentía como una eternidad y no quería dejarla ir. Nunca.
E iba a demostrarle lo mucho que necesitaba sentirla envuelta a mi alrededor.
Sus tetas parecían un poco más llenas de lo que recordaba y sus caderas se
habían ensanchado ligeramente hasta convertirse en las de una mujer. Seguía
teniendo un piercing en el ombligo y su vientre, aunque ligeramente curvado,
seguía tenso, y pasé mis dedos ligeramente por las tenues líneas plateadas que
pasé por alto la última vez, evidencia de cuando nuestra hija creció dentro de
ella. Imaginé su vientre hinchado con mi hija, nuestra hija, y sentí una punzada
instantánea de arrepentimiento por no haber estado allí para verlo, pero la aparté
rápidamente. No había lugar para el arrepentimiento entre nosotros.
Independientemente de cómo fueran las cosas a partir de ahora, en este momento
y mientras pudiera conservarla, era mía.
Pasé mis manos en una ligera caricia por su vientre, sus caderas, su ingle,
haciendo que se estremeciera, y, finalmente, por su montículo y sus húmedos
pliegues. Me incliné sobre ella y le di ligeros besos en cada una de las débiles
marcas de nuestro bebé. Cuando me levanté, tomé su húmedo coño con firmeza
mientras me inclinaba sobre ella con mi peso sostenido en un brazo para poder
146
mirarla a la cara.
—¿Este coño? Es mío. De nadie más. No lo comparto. Nadie toca esto más
que yo. Dilo.
—Es tuyo. —La oí susurrar sin aliento. Gemí mientras me inclinaba para
besarla y mis dedos separaban sus pliegues resbaladizos y húmedos, burlándose
de ella antes de deslizar primero un dedo y luego otro dentro en su interior en
una imitación de lo que pronto le haría con mi polla. Gimió, me arañó la espalda
a través de la camisa y apretó su coño contra mi mano mientras rodeaba su
clítoris con la palma de la mano y la follaba con los dedos.
Me sacó las manos de la ropa con suavidad y se puso encima de mí. Sabía
que tenía un aspecto salvaje y despiadado mientras estaba tirada en el suelo, 147
jadeando y lo veía desnudarse. No se movía lo suficientemente rápido y me oí
gemir. ¡Mierda, me estaba volviendo loca!
—Dios, Colton... quiero decir, Reaper... siento que voy a... quiero decirte…
—No podía formar una frase completa. Era como si mi cerebro se convirtiera en
papilla. Él me hizo eso.
Nos alejamos unos quince minutos del punto de encuentro cuando chocamos con
una gran roca, lo que nos hizo desviarnos de la carretera. De repente, hubo una fuerte
explosión y no pude oír nada. Estábamos volando por el aire, dando tumbos una y otra
vez. Luché frenéticamente para sostener mi teléfono. Aunque estaba apagado y se suponía
que no debía tenerlo, sabía que la foto de mi ángel estaba en él y lo agarré con fuerza.
Parecía que el fuego del infierno llovía sobre nosotros. Los escombros del Humvee volaban
por el interior como si fueran misiles, golpeándonos repetidamente antes de salir por las
ventanas mientras caíamos. Algo debió romperse porque me salpicó el rostro y el pecho.
Me pareció que pasaron horas hasta que oí voces que gritaban y disparos que
estallaban a nuestro alrededor mientras las balas rebotaban en las rocas. No tenía ni idea
de quién estaba disparando ni de si el resto del convoy estaba a salvo. Los disparos cesaron
y oí más gritos y botas corriendo en varias direcciones. Era muy frustrante no poder
protegerme con mi propia arma. Intenté ver fuera del Humvee, pero algo se me metió en
el ojo izquierdo, ardiendo, y nos quedamos tumbados en mi lado del vehículo. Todo lo que
podía ver a nuestro alrededor era polvo, roca y suciedad.
—Lo último que recuerdo fue escuchar a Mason gemir, y recé para que
significara que estaba vivo y que lo lograría. Pensé que me estaba muriendo. No
esperaba volver a ver a nadie. Recuerdo recuperar brevemente la conciencia en
Alemania, pero sin detalles reales. La siguiente vez que estuve lúcido, estaba en
una habitación de hospital en el BAMC, el Centro Médico del Ejército en San
Antonio, envuelto y conectado a tantas máquinas que pensé que estaba en una
película de ciencia ficción. Mason estaba en una silla de ruedas durmiendo junto
a mi cama. Tenía las dos piernas escayoladas. Se despertó de golpe y me dijo que
sufrí múltiples fracturas en el brazo izquierdo, tres costillas izquierdas y que mi
pierna izquierda tenía una varilla en el muslo y la parte inferior de la pierna tenía
clavos, placas y tornillos. Descubrí que lo que creía que era barro de la tierra y
una cantimplora rota era en realidad nuestra sangre salpicada dentro del
Humvee. Dijeron que, si no hubiéramos chocado con esa roca, todos habríamos
muerto al instante, pero nos desvió de la pista lo suficiente, supongo. Me dijo que
tuve una hemorragia interna y durante un tiempo pensaron que no iba a
sobrevivir. Hubo muchos días y noches después de eso en los que deseé no
haberlo hecho. Si Mason no me hubiera encontrado después de salir... —No pude
seguir hablando. El relato era casi tan agotador como los propios
acontecimientos—. Digamos que, entre Mason y el MC, me hicieron regresar. En
su mayoría.
—¿De ahí viene esto? —Inclinó la cabeza hacia atrás para mirarme y pasó
la punta de un dedo por la cicatriz de mi mejilla. En un acto reflejo, levanté la
mano y la agarré, deteniendo su avance. Era un recuerdo ardiente para mí, y el 152
mero hecho de que la tocara me enfurecía por dentro.
—Sí.
—No, no lo sientas por mí, cariño. Hay otras personas que merecen tu
compasión y empatía. No merezco nada de eso. —Me quedé mirando las estrellas
que empezaban a salir. Apenas eran visibles a través de las hojas de los árboles
sobre nosotros. El cielo nocturno se oscurecía y podía oír cómo se despertaban
los grillos y las ranas en las sombras de la orilla del lago. No tenía ni idea de qué
hora era, pero sabía que probablemente deberíamos ponernos en marcha.
—¿Steph?
153
—No, en absoluto, pero prefiero no hablar de ello en este momento, ¿de
acuerdo? Entonces, ummmm, ¿quieres ir a ver a tu niña? —Sus ojos se llenaron
de ansiedad, y tiró de su labio inferior entre sus dientes. Obtendría mis respuestas
sobre esos moretones más tarde. No iba a dejar pasar esto. Nadie trataba así a mi
ángel, no mientras existiera un aliento en mi cuerpo.
—Me encantaría.
Stephanie
El viaje de regreso a mi auto fue tan estresante como el viaje hasta el
muelle, pero por razones diferentes. Remi iba a conocer a su padre. Su papá
finalmente iba a conocerla y, con la esperanza de estar en su vida. ¿Creería que
hice un buen trabajo con ella? ¿Sentiría un amor tan profundo como el que yo
sentía por ella, a pesar de haberse perdido los dos primeros años de su vida? Las
preguntas pasaban sin parar por mi mente.
—¿Cómo puedo llegar a tu casa, cariño? Tengo que pasar por la casa club
y registrarme primero. Luego me dirigiré hacia allí. Solo tardaré unos minutos
en llegar. —Pasó su pulgar por mi labio inferior, y quise agarrarlo entre mis
dientes.
—Sam, ya no tienes que estar enojado. He hablado con él. —Bajé la mano
a tiempo para ser empujada contra la parte trasera del todoterreno. Mi cabeza
chocó contra la ventanilla trasera y rebotó. ¿Qué demonios? Cuando mi visión se
aclaró, vi a Michael mirándome con los dientes apretados por la rabia.
¡Oh, Dios, oh, Dios! Intenté gritar, pero me agarró fuertemente del cuello
con una mano y me sacudió con fuerza. Mi cabeza se golpeó de nuevo contra la
ventana.
—¡No puedo creerlo! Apenas me dejas que te toque, ¿pero estás encima de
un asqueroso motero? He visto cómo lo mirabas cuando lo veías marcharse. ¡Puta
de mierda! Te lo estás follando, sé que lo estás haciendo. ¡Ni siquiera intentes
negarlo! ¿Cómo pudiste hacerme esto? ¿A nosotros? ¡Me porté bien contigo! ¡Pero
te escapaste a este pueblito de mierda para enrollarte con un sucio motociclista! —
Parecía un maníaco enloquecido con saliva saliendo de su boca y sus ojos salvajes
155
y furiosos. Estaba aterrorizada. ¿Dónde estaba Colton? Por favor, Dios, que llegue
pronto y que nadie traiga a Remi a verme.
—¡Michael! ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cómo sabías dónde estaba? Solo
necesitaba alejarme el fin de semana. Eso es todo. No me estaba escapando, ¡de
verdad! —Mis palabras eran ásperas mientras él seguía sujetando mi garganta.
Le arañé desesperadamente los dedos mientras intentaba aplacarlo y conseguir
que se calmara. Tenía miedo de que me hiciera daño de verdad antes de que
alguien supiera que estaba aquí luchando. No tenía ni idea de cómo me encontró.
Eso, en sí mismo, era aterrador. ¿Cuánto tiempo me estuvo siguiendo?
—Me preocupaba que regresaras a casa por la noche después del trabajo,
así que instalé una aplicación en tu teléfono. Solo quería mantenerte a salvo,
Steph. Remi y tú son tan especiales; solo necesitaba protegerte y vigilarte. —
¡Santo Dios, estaba loco! ¿Cómo podía pensar que algo así estaba bien? Me
pregunté qué más hizo además de robarme la llave y rastrear mi teléfono.
Estaba temblando y sentía náuseas mientras dejaba caer las manos sobre
las rodillas, respirando entrecortadamente. Mirando a través de la cortina de mi
cabello y el polvo que se levantaba por la repentina parada de la moto en la grava,
vi un puño que conectaba con la mandíbula de Michael. Se tambaleó hacia atrás
antes de recuperarse y cargar hacia mi salvador.
—¡No, papá! No puedo dejar que Colton lo mate. ¡Irá a la cárcel! Lo 156
necesito. Le amo. ¡Es su papá! —Estaba frenética y me retorcía en los brazos de mi
padre para soltarme.
Imbécil.
—Hijo, deja que Steph te limpie y te ponga hielo en esas manos. —Mi papá
me miró y me hizo un gesto con la cabeza para que lo llevara adentro. Rodeé la
cintura de Colton con mi brazo y lo acompañé a la cocina.
Llené bolsas de plástico con cremallera con hielo y las envolví en una toalla
mientras Colton cambiaba su chaleco y su camisa ensangrentada por la camisa
que le había dado mi papá. Vi que las cejas de mi papá se alzaban al ver los
tatuajes de Colton, y le dirigí una mirada silenciadora justo cuando la cabeza de
Colton asomaba por la camiseta. Mi papá se limitó a sonreír y a levantar la mano
en señal de asentimiento hacia mí.
Sentí los ojos de Colton clavados en los míos cuando le puse el hielo en las
manos mientras las apoyaba en la mesa de la cocina. Sabía que nos esperaba una
larga e incómoda discusión una vez terminada esta noche. Genial. Nunca nada
salía como estaba planeado entre este hombre y yo. No era precisamente, así
como pretendía contarle lo de Michael.
—No quiero esperar, cariño. Creo que ya he esperado bastante. —Sacó una
mano de debajo de una de las bolsas de hielo para colocarme el cabello detrás de
la oreja. Sus frías yemas de los dedos acariciaron mi mejilla mientras retiraba
lentamente su mano. Retrocediendo, cogí su camisa sucia del suelo y le dediqué
una pequeña sonrisa antes de girarme para meterla en la lavadora de la cocina.
—Mami tiene una gran sorpresa para ti, mi bichito —le dije mientras le
sonreía a mi mamá por encima del hombro, haciéndole un gesto para que la
siguiera, y me di la vuelta para volver a bajar las escaleras. Señor, me sentía tan
nerviosa como un gato de cola larga en una habitación llena de mecedoras en este
momento.
Aquí va todo...
159
Reaper
Tuve una pequeña charla con el papá de Stephanie mientras ella subía. Me
gustó. Realmente se preocupaba por su hija y me pareció cariñoso, pero muy
protector. Imaginé que sería igual al pensar en la pequeña de cabello negro que
pronto conocería oficialmente. Empecé a ponerme nervioso. Joder. ¿Estaba
haciendo lo correcto? ¿Debía siquiera corromper a ese precioso bebé y a mi ángel
con la maldita y fea negrura que consumía mi cuerpo y mi alma?
¿Querría siquiera tener algo que ver conmigo? Antes, saltó alegremente a
la cabina conmigo, pero, ¿qué pasará cuando descubra que soy su papá? Su papá.
Sonaba extraño, pero ya me encantaba. ¿Valdría una mierda como padre? No es
que tuviera un ejemplo a seguir. Mi papá nunca estuvo cerca mientras yo crecía,
160
habiendo echado a mi mamá cuando era un bebé. Nunca más se puso en contacto
con nosotros.
No podía estar de pie. Sentía las piernas como pesas de plomo mientras
las veía acercarse a mí. Una mujer que no se podía negar que era la madre de
Stephanie, entró en la habitación detrás de ellas y apenas registré la breve mirada
de censura que me dirigió antes de ponerse al lado del padre de Stephanie. Mi
tinta y mi aspecto desaliñado probablemente no me estaban haciendo ningún
favor. Su padre susurró al oído de su mamá y vi cómo se relajaba su expresión.
Stephanie
Colton fue tan dulce y tolerante con Remi. Era increíble verlo con ella. Era
agridulce ver lo bien que conectaban a pesar del tiempo que se perdieron. Había
poco que pudiera pensar que fuera mejor que saber que finalmente podían estar
juntos. Me preguntaba qué les depararía el futuro y rezaba para que no le
rompiera el corazón... o el mío. Todavía no se lo había dicho, pero se lo había
confesado a mi papá. No solo me estaba enamorando de este hombre, lo amaba.
Absoluta e irrevocablemente. Ni siquiera nos conocíamos de verdad, así que tal
vez era un poco loco, pero al mirarlo, mi corazón se sentía cálido y lleno. Cuando
lo miré con nuestra niña, pensé que podría estallar.
Apreté los labios, mordiéndolos entre los dientes. Yo tampoco quería irme,
pero tenía un trabajo y una vida que no estaban... bueno, simplemente no
estaban... aquí. Necesitaba pensar en mis opciones y decidir qué sería factible y
mejor para mi niña y para mí. La administración del apartamento llamó para
decirme que habían cambiado las cerraduras, pero aún tenía que lidiar con la
situación de Michael. Maldije el día en que se mudó al final del pasillo.
—Sí. ¿A qué hora y dónde? ¿Quieres que te recoja, o quieres que nos
encontremos en algún sitio? —Depositó suaves besos en la parte superior de mi
frente mientras hablaba.
—Bueno, teniendo en cuenta que no creo que tanto Remi como yo
quepamos en tu moto contigo, ¿qué tal si quedamos a las once en la cafetería del
centro? —dije con una sonrisa de satisfacción.
—Tengo una camioneta, sabes. Pero puedo quedar contigo ya que aún no
tengo una silla de auto para Remi. —Se rio. Diablos, me encantó el sonido de que
tuviera un asiento de auto en su auto para Remi. Tonto, lo sé. Como dije, estaba
cansada y se debió notar porque me levantó la barbilla suavemente con la mano,
me besó suavemente y me dijo que fuera a dormir un poco y que nos vería
mañana.
Recé para que algún día, si Dios quiere, no lo viera alejarse al final de una
noche juntos, sino acurrucados en la misma cama.
164
A la mañana siguiente, durante el café y el desayuno, mi mamá y mi papá
me hicieron una oferta que cambiaría el rumbo de nuestras vidas.
Reaper
Me encontré llamando a la puerta de Hacker a primera hora de la mañana.
Déjà vu. Solo rezaba para que no terminara igual que la última vez, porque el
maldito, podía dar un golpe. Necesitaba su ayuda para encontrar al hijo de puta
de Michael. Se iba a arrepentir de haberle puesto las manos encima a Stephanie
como lo hizo. Puede que ella pensara que estaba dejando esto, pero eso era lo más
alejado de la verdad. No podía soportar a un hombre que maltrataba a una mujer,
pero la cagó de verdad cuando hirió a mi mujer.
—Reaper, hombre, tenemos que dejar de vernos así. ¿Tienes algo en contra 165
de que un hijo de puta duerma un poco? —Hacker se pasó una mano por el
cabello y se frotó enérgicamente la cara.
—Oh, claro. Entra, siéntete como en casa, Reaper. Joder. Vete a la mierda.
¿Y si tuviera compañía? Tienes mucha suerte de que no haya respondido con el
culo desnudo, cabrón. —Volvió a su cama, se tumbó y se tapó la cara con una
almohada.
—Hombre, qué humor. —Me reí. Nunca había sabido que este idiota se
quedara con una perra durante la noche. Se las follaba y luego las echaba a
patadas. Nada de mimos, nada de hablar con la almohada, solo zas, zas, gracias,
señora.
—Necesito tu ayuda para rastrear a este maldito loco que está acechando
a Stephanie. —Mi humor terminó con este anuncio. Lo miré, esperando su
respuesta.
—Amigo, no puedes ir detrás de este tipo, así como así. Y sabes que, si
Snow se entera de que te ayudé a encontrar a ese tipo, también soy hombre
muerto. Tienes que ponerlo sobre la mesa, hermano. Tienes que pensar en las
posibles consecuencias para el club si haces esto. No estoy diciendo que no quiera
ayudarte o que no quiera golpearlo hasta el último centímetro de su vida
también, pero, hombre, tenemos que ser inteligentes con esto. —Sabía que
Hacker tenía razón, pero seguro que no era lo que quería oír.
166
—Estoy muy preocupado por ella, hombre. Va a volver a Des Moines hoy,
y no puedo estar allí para protegerla. Tengo obligaciones con el club ahora
mismo. Me siento como si me partieran en dos. —Me incliné hacia adelante en la
silla, sosteniendo mi cabeza entre las manos mientras trataba de calmarme.
Quería golpear a alguien. Nunca había lamentado que mis obligaciones con el
club se antepusieran a todo lo demás, pero tampoco me sentí nunca como con
Stephanie.
—Gracias, hombre. Ahora ponte algo de ropa, joder. Mierda, creo que tu
polla me acaba de tocar.
—Así que, tengo algunas noticias que discutir contigo, y no estoy segura
de cómo te vas a sentir con todo esto. —Me sentí nerviosa. ¿Qué pasa si no nos
quiere en su culo todo el tiempo? ¿Acaso le pondríamos trabas a su estilo? Me
miró con cierta inquietud en los ojos.
—Así que... tengo una oportunidad. —Me aclaré la garganta y solté el resto
de mis noticias antes de perder los nervios—. Voy a comprar Oasis. Me voy a
mudar a casa.
—Jesús, Stephanie. ¡No puede ser! Mierda, ¿tienes idea de lo feliz que me
hace esto? ¿Poder verlas todos los días si quiero? Maldita sea, nena, estoy en la
luna ahora mismo. —Me puso muy feliz cuando me llamó nena. Su cara se
iluminó con la sonrisa sexi que me había encantado, repleta de hoyuelos. Mi
corazón se estremeció de alivio y le devolví la sonrisa.
—Hay un par de cosas de las que tengo que hablarte... Tengo que ir al
trabajo mañana para poder entregar mi preaviso de dos semanas, y tengo que
hacer las maletas. Mis padres quieren que deje a Remi aquí con ellos. Por varias
razones, estoy de acuerdo. Aunque echaré mucho de menos tenerla conmigo, es
decir, nunca he estado lejos de ella, creo que te daría la oportunidad de pasar
tiempo de calidad con ella. ¿Qué te parece? —pregunté. Nunca íbamos a
recuperar esos años, pero realmente sentí que era importante para él poder tener
algo de tiempo a solas con ella.
—Claro que sí, me encantaría poder pasar tiempo con ella, pero ¿no 168
puedes llamarlos y decirles que no vas a volver? Si es así, puedo ver si puedo
irme un par de días para ayudarte a empacar y llevar tus cosas a casa. No me
gusta la idea de que vuelvas sola con ese estúpido de mierda todavía rondando.
—Parecía frustrado y sus dedos golpeaban rápidamente la mesa. A decir verdad,
ni siquiera lo conocía realmente, pero se sentía bien tener a alguien que quería
protegerme.
—Reaper, no creo que tenga que preocuparme por Michael después del
“encuentro con Jesús” que tuviste entre tu puño y su cara. —Estaba bastante
segura de que Michael no me molestaría más. Bien, no estaba deseando pensar
en la posibilidad de encontrarme con él en los pasillos, pero no creía que fuera
una preocupación ahora—. Volveré el fin de semana siguiente.
—No me gusta una mierda. Quiero que te contactes conmigo cada vez que
salgas de tu casa y cada vez que llegues a casa y tengas la puerta cerrada. No
estoy tratando de controlarte, cariño, pero me preocupa mucho que vayas sola.
También sería una buena idea que Hacker configurara su sistema de seguimiento
en tu teléfono. —Seguía sin parecer feliz, y agradecí su preocupación, pero por
un segundo, sentí que se me ponían los vellos de punta cuando sentí que estaba
dictando el control con ello. La idea de tener un rastreador en mi teléfono casi me
hace entrar en pánico. Después de buscar en mi teléfono y encontrar la aplicación
que Michael enterró en una carpeta, me sentí mal, pero cuando intenté ponerme
en el lugar de Colton, comprendí su preocupación.
—Gracias, cariño. Cada vez que hablamos, encuentro más y más cosas que
haces que me sorprenden. Realmente eres una mujer increíble. No me merezco a
ninguna de las dos, ¿sabes? Realmente soy un maldito desastre por dentro. No
soy el mismo tipo que conociste entonces, y probablemente no estaba
completamente cuerdo entonces. He mat... he hecho cosas —susurró para que
Remi no lo oyera—, y lo volvería a hacer para mantener a mis hermanos, a mis
hermanas y a mi país a salvo. Pero me has vuelto egoísta. Las quiero Remi y a ti
en mi vida; solo que no sé cómo va a funcionar todo. —Oírle decir en voz alta
que había acabado con la vida de personas fue un poco chocante, a pesar de saber
que se había desplegado como francotirador. También pude notar por su
expresión que realmente creía que no nos merecía. Empujé mi plato a un lado y
tomé sus manos firmemente entre las mías.
—Fue Hollywood, Mason, les dijo a los chicos del MC que era un
francotirador. Así que durante un tiempo me llamaron One Shot por... bueno,
luego cambiaron a Reaper cuando empecé a prospectar oficialmente. —Miró la
mesa y mis manos apoyadas en las suyas—. De todos modos, se quedó.
171
Reaper
Hacker tuvo el teléfono listo para mí en un tiempo récord. Snow accedió a
los recursos utilizados para el teléfono después de que le hablara de Stephanie y
Remi y de cómo esperaba que fueran las cosas. Hacker era bueno en su trabajo, y
me sorprendía cómo un tipo que fue tan deportista en la secundaria podía ser un
cerebrito de la informática. El tipo era realmente indispensable con toda la
mierda tecnológica que hacía para el MC. Si no podía encontrar el software o el
hardware para algo que necesitábamos, lo creaba. El hombre era un maldito
genio, y lo quería. Después de Hollywood, era probablemente mi mejor amigo.
En parte, era porque tuvo un despliegue duro cuando estaba en los Marines y
Hollywood, él y yo nos entendimos. 172
Joker llamó al marco de la puerta abierta para decirnos que había una chica
rubia llamada Steph, que entró en la parte de la oficina del taller de la casa club,
diciendo que estaba aquí por mí. No pude contener mi sonrisa. Jesús, estaba tan
jodido. Ni siquiera podía escuchar su nombre sin sonreír como un maldito idiota.
Por la forma en que Hacker se rio de mí, solo podía imaginar que él también lo
veía.
—Vete a la mierda —le dije con la sonrisa todavía pegada a mi cara, y seguí
a Joker para saludar a Steph y llevarla a Hacker. Había una norma en el club que
decía que no se permitía la entrada de zorras o esposas en la casa club sin la
escolta de un miembro con parches. La única excepción era si el miembro tenía
que hacer negocios o era llamado de otra manera, un prospecto podría ser
colocado como un guardia, o algo así, si ella no era escoltada por su hombre.
Las putas del club y las “fiesteras”, que venían específicamente a las fiestas
para presumir de follar con un motero, eran la única excepción, pero todas estas
mujeres entendían que se ponían a disposición de cualquier miembro que se
interesara. Teníamos una regla estricta de que los actos fueran consensuados. No
aprobábamos la violación, los actos sexuales específicos no consentidos ni las
menores de edad. Punto. Sin excepciones. Nunca.
—Ven, nena, vamos a ver qué tiene Hacker para ti. —Tomé su mano y la
conduje entre los chicos que trabajaban en varias motos y autos hasta la puerta al
final de la tienda, que daba acceso a la casa club—. Quédate conmigo y agarra mi
mano. Lo siento si ves algo que sea demasiado impactante, pero es mediodía, así
que los chicos deberían estar ocupados trabajando, a menos que se tomen un
“almuerzo” tardío. ¿De acuerdo?
—¿Te estás acostando con ella, Reaper? Por favor, dime que no me has
traído aquí donde guardas a tus fulanas. Sé que lo que tenemos es tenue en este
momento, ¡pero realmente espero que no te estés acostando con otra persona
mientras estás conmigo! Por favor. Dime que me equivoco, Reaper. —Parecía que
se ponía más roja con cada segundo que pasaba.
—¡No! ¡Diablos, no, nena! No he tocado ni una puta alma desde la noche
de la fiesta de cumpleaños de Mama, cuando nos enrollamos. Por favor, dame
algo de crédito. Dios mío. Sabes que no era célibe antes de reencontrarnos, pero
no hubo nadie más que tú desde entonces, joder. Esa perra no parece saber su
lugar aquí últimamente, pero me voy a asegurar de que lo tenga muy claro. Eso
se lo puedo prometer. No quiero a nadie más que a ti, nena. —Mi mano se acercó
a un lado de su cara y mi pulgar rozó su labio inferior. Necesitaba que entendiera
que ella era todo para mí. Lo sería para mí para siempre.
175
Parecía ligeramente apaciguada cuando llamé a la puerta de Hacker.
Hacker respondió y la envolvió en un gran abrazo de oso. El cabrón posesivo que
había en mí sintió un momento de celos, pero el lado racional sabía que solo eran
amigos y que los sentimientos de Hacker por ella eran estrictamente fraternales.
No podía hablar de los asuntos del club con ella, pero si todo iba bien,
estaría en Des Moines y el club podría incluso acompañarla de regreso si estaba
lista para irse el sábado por la noche. Tomé nota mentalmente de hablar con su
hermano para asegurarme de que eso fuera posible, pero no se lo mencioné
porque no estaba seguro de cuál era el umbral de su tolerancia respecto a mi
intromisión en su vida personal. Nuestra relación era nueva y todavía frágil.
Stephanie
Tenía que admitir que tener conocimiento de un dispositivo de rastreo en
mi teléfono era diferente a que aplicaran uno sin mi conocimiento. Sentí cierto
alivio después de que Erik, aún me costaba mucho llamarle Hacker, me mostrara
las características de seguridad que había creado para mí. Estaba segura de que
no habría problemas con Michael, y sabía que podía contar con mis amigos, y con
Pam, para que fueran mi red de seguridad mientras estuviera allí. Hablando de
Pam, la echaría mucho de menos, y sabía que ella echaría de menos a Remi, pero
lo entendería después de que le explicara todo.
Jadeaba como un animal salvaje mientras intentaba bajar las manos para
tocarlo, pero él las sujetaba con más fuerza susurrando “no” contra mi pecho, con
su aliento haciendo cosquillas en la parte superior de mis pechos. Gemí y me
retorcí contra su erección, mientras ésta se apretaba contra sus jeans, en un
intento animal de ganar libertad y acercarlo a mí. Lo deseaba con una
desesperación frenética, necesitándolo dentro de mí.
Ahora mismo.
—Te necesito, Reaper. Ahora. Por favor. —Me sentía agitada y necesitada.
Quería que me tumbara en la cama y me follara como un loco. Rezaba para que
me diera lo que quería y no me hiciera esperar.
Su aliento era cálido contra mi vientre mientras rozaba mi piel hasta que
me mordió el clítoris y luego los labios a través de las bragas, chupando
brevemente el centro húmedo antes de arrancarlas y dejarlas caer al suelo. Volvió
a rodear mi clítoris con la punta de su lengua, aplastándolo luego mientras lo
presionaba con firmeza, rodeándolo de nuevo antes de sumergirse en mi calor
líquido.
Creí que iba a morir por las increíbles sensaciones eróticas que provocaba.
Su lengua se deslizaba dentro, fuera y alrededor, sin detenerse nunca, incluso
mientras sentía la presión de otro orgasmo en aumento. Mi cuerpo se tensó y se
estremeció cuando mi clímax se desbordó, haciéndome gritar y agitarme
mientras él me sujetaba, torturando mi cuerpo excesivamente sensible con un
placer casi insoportable. Agarré el cabello más largo de la parte superior de su
cabeza, tirando sin pensar.
—Dime exactamente lo que quieres, nena. Dime qué quieres que te haga y
cómo quieres que lo haga. Necesito escuchar las palabras o no seguiré adelante.
—Iba a estrangularlo cuando esto terminara. Juré que lo haría. Me estaba
volviendo loca. Una auténtica locura. Me sentí como una adicta al sexo, ansiosa
por mi próxima dosis. ¿Era posible tener una adicción a la polla de alguien y al
sexo que la acompañaba? Porque si era así, estaba enganchada y no me interesaba
la rehabilitación.
—Te quiero. Ahora. Te quiero dentro de mí. Quiero que me folles. Con
fuerza. Profundo. Entiérrate profundamente en mi coño una y otra vez hasta que
me llenes con tu semen. Haz que te sienta dentro de mí durante las próximas dos
semanas. —Dos podrían jugar a este juego. ¿Qué le parecen esas malas palabras, Sr.
Sexo Andante?
—Joder. Joder. Oh, Dios mío. Mierda. Joder. —Se desplomó sobre mí en
un montón sudoroso y agitado, besando mis pechos, mi cuello, mi hombro,
cualquier lugar que sus labios pudieran alcanzar antes de caer a un lado,
arrastrándome con él. Me abrazó con fuerza, con la barbilla apoyada en la parte
superior de mi cabeza, mi oreja pegada a su corazón acelerado y nuestras piernas
convertidas en una red de miembros enredados.
—Dios mío, Stephanie. Maldita sea. Eso ha sido increíble, y puedo decir
sinceramente que nunca he sentido nada igual en mi puta vida. No sé qué me
haces, o qué magia hace tu cuerpo en mí, pero lo aprovecharé cada vez que
pueda. Joder. —Se quedó sin aliento, y me sentí satisfecha y dichosa en ese breve
momento, como si nada en el mundo pudiera dañarme o arruinar esta sensación.
Sonreí mientras pensaba: tengo que ir de compras; mi niña necesita una silla de
auto.
183
Stephanie
El viaje de vuelta fue muy largo y demasiado aburrido, resultando en
demasiado tiempo para pensar. Empecé a cuestionar mi cordura de dejar a mi
bichito atrás, dejar mi trabajo y apartamento, todo para perseguir el sueño de
tener mi propio lugar. Sabía que Oasis tenía el historial de ser un negocio estable,
pero, ¿estaba realmente hecha para ser propietaria de un bar? ¿Y si las mejoras
que tenía en mente ahuyentaban a los clientes que eran leales a Mama Jean? ¿Se
resistirían al cambio? Perdería la inversión de mis padres. Era un gran factor de
estrés, que pesaba sobre mis hombros.
Y Colton. Colton estaba en mi mente cada dos segundos. Ese tuvo que
haber sido el sexo más alucinante que experimenté alguna vez. Jesús, Martha.
Hablando de calor. No estaba segura de qué hizo que esa vez fuera mejor que
todas las demás, pero parecía que cada vez era mejor que la anterior con nosotros.
Lo que me hizo preguntarme... ¿habrá otra vez? Él me dijo que me amaba, pero
solo fue esa vez. Y estaba muy callado cuando me fui. No estaba segura de cómo
tomar eso.
186
Reaper
Esta era mi sexta noche cenando con la belleza de cabello negro sentada a
mi lado. La sexta. Casi una semana entera. No me perdí ni un solo día con ella.
Después de todo, tenía más de dos años de su vida para compensar. No me iba a
perder ni un segundo más que no fuera necesario. Los padres de Stephanie se
habían portado muy bien. La tenían lista y esperando a las cinco treinta de la
tarde, todos los días después de que saliera del trabajo. La recogía y estábamos
los dos solos. Por supuesto, preguntó dónde estaba su mamá unas cien veces, y
eso me rompió el maldito corazón.
Esta noche iba a pasar la noche conmigo por primera vez. Finalmente,
tomé la decisión de comprar mi propia casa. Pude tomar posesión rápidamente
porque la casa había estado vacía durante meses después de que el anciano
propietario se mudara a Arizona. Sus hijos no la querían y había estado allí
acumulando polvo. Me pasé todos los almuerzos de esta semana cortando el
césped, limpiando el interior y recogiendo lo mínimo necesario para los muebles.
Me convertí en una maldita ama de casa perfecta. ¿Quién lo hubiera pensado?
Los chicos me echaban mierda todos los días, y me reía. ¿Qué diablos podía
decir? Tenían razón y me importaba un carajo. Mi vida se sentía casi perfecta por
primera vez en años. Era como si esta niña mía me hubiera dado una nueva vida.
Ahora, si pudiera convencer a su madre de que se uniera a nosotros...
Mi mente vagó de nuevo hacia su madre. Elegí la casa de las afueras del
pueblo pensando en ella, pero no se lo había dicho a nadie. Estaba en la carretera
de salida del pueblo que bajaba hasta la plaza del pueblo donde se encontraba
Oasis. También era un poco campestre, ya que se asentaba en seis hectáreas, por
lo que Stephanie se sentiría igual que cuando creció. También permitiría a Remi
tener espacio para estirar las piernas. Ya tenía a los chicos preparados para que
mañana me ayudaran a instalar una valla a lo largo del perímetro y una puerta
automática con energía solar en la entrada. No iba a arriesgarme a que mi
princesita saliera a la pequeña carretera.
Me sentí bien al poner por fin en buen uso el dinero que gané y guardé
durante años. Conseguí una buena oferta por la casa y pensaba actualizarla
conservando parte del carácter de la antigua granja. Esperaba que Stephanie me
188
ayudara a elegir algunos materiales y colores. Estaba muy nervioso por pedírselo,
pero realmente esperaba que pudiéramos intentar ser una familia. No sabía
dónde, exactamente, terminaría nuestra relación. Lo que sí sabía era que el sexo
era increíble y que disfrutaba estando con ella. Era sexi, inteligente, ambiciosa,
cariñosa y una gran madre. Sin duda, podía ser peor.
189
Stephanie
Para sorpresa y decepción de todos en el restaurante, presente mi
renuncia. Fue un momento triste para mí también, pero sabía que me esperaban
cosas increíbles en el horizonte. También hice las maletas como un demonio
durante toda la semana. La habitación de Remi estaba casi toda empacada; ¡no
me había dado cuenta de la cantidad de cosas que tenía esa niña! Tenía más ropa
que yo. Y estaba tratando de revisar sus cosas de bebé para donar los artículos
que le quedaban pequeños.
Todas las cosas de la cocina estaban listas. Bueno, todas las cosas que no
iba a utilizar durante la semana siguiente, de todos modos. Dejé un solo cubierto
para mí, un par de sartenes, un bol y una taza. No había mucho en el salón, y mis
190
hermanos me ayudarían con las cosas grandes, como el sofá y el soporte de la
televisión. La verdad es que, no adquirí muchos muebles en los últimos años, lo
que facilitaría la mudanza.
Me senté a ver una película con un bol de palomitas. Era viernes por la
noche y me estaba tomando un descanso del equipaje para relajarme y descansar.
Mi teléfono sonó como un reloj a las ocho y treinta en punto. Reaper se encargaba
de que Remi me llamara después de que la dejara en casa de mis padres y
estuviera lista para dormir. Sonreí al levantarlo y contestar.
—Hola, cariño. ¿Está todo bien? Supongo que has oído que Remi se queda
conmigo esta noche. Espero que no te importe. Probablemente debería haberlo
discutido contigo primero. Realmente no pensé en ello hasta que ya había
hablado con tus padres y hecho los planes. —Estaba divagando tanto como su
hija, y estaba bastante segura de que estaba preocupado por mi respuesta. No
estaba muy segura de cómo me sentía. Esperaba que todos se comportaran esta
noche, porque no quería que mi hija estuviera expuesta al tipo de cosas que vi el
domingo.
—Ummm, sí. ¿Estás seguro de que es una buena idea tenerla allí? No
quiero que esa perra de Gretchen se acerque a ella. —Se me pusieron los vellos
de punta. Ni siquiera conocía a esa perra, pero estaba segura de que no me
gustaba la forma en que había intentado crear problemas entre nosotros.
Especialmente no quería pensar en lo que pudo haber hecho con ella antes. Eso
me daba un poco de náuseas.
—¿No están? ¿Dónde están entonces? ¿Un hotel? —Por favor, Dios, que la
tenga en un lugar seguro. No es que no confiara en él con ella, pero sabía que aún
no estaba acostumbrado a tomar decisiones centradas en los niños. 191
—No... en realidad quería que fuera una sorpresa para ti, pero… —Oí un
barajar mientras movía el teléfono—. Bueno, he comprado una casa. Esperaba
que me dieras algunos consejos femeninos sobre la decoración y la remodelación.
No iba a decir nada hasta que volvieras. Supongo que no tenía previsto que la
pequeña soltara el rollo. —Soltó una risa nerviosa—. ¿Estás enfadada? Está
limpio, lo prometo.
—¡Eh, tú! Qué rápido —dije sin mirar el teléfono. La respuesta fue el
silencio—. ¿Hola? ¿Hola? —Miré el teléfono, pensando que debía tener mala
señal y había perdido la llamada. Número desconocido. Qué raro. Ya rara vez
recibía esas llamadas—. ¿Hola? —Nada. Así que colgué. Debía ser un número
equivocado. Me pareció oír el pomo de mi puerta, pero debió ser mi imaginación
o alguien la golpeó mientras llevaba sus cosas por el pasillo, porque no volví a
oír nada más después. 192
Volvió a sonar y esta vez Colton Dios del Sexo apareció en mi identificador
de llamadas. Me reí mientras me sonrojaba, recordando haberlo introducido en
mis contactos de esa manera después de la fiesta de cumpleaños. No pensé en
cambiarlo, pero probablemente debería hacerlo antes de que lo vea. Qué
vergüenza. ¡Dios mío!
—Hola, guapo —dije con una voz sensual de línea telefónica, burlándome
de él. Le oí reírse y luego gemir suavemente.
—Eres un cerdo. —Solté una risita—. Y me gusta. —Moví las cejas como
si pudiera verme. Dios, soy tan idiota. Si supiera cuántas veces me he tocado
imaginando que era él, se divertiría con eso. Sentí mi cara arder de vergüenza y
me alegré de que no pudiera verme.
—Uhhhhh, sí, no sé si sería una buena idea. ¡Me veo horrible! ¿Y qué pasa
si Remi se despierta y te atrapa? ¿Hmmmmmm, papi? ¿Cómo se vería eso, niño
travieso? —me burlé de él, esperando que fuera suficiente para que dejara de
pensar en el Facetime. Se rio.
—Me encanta oírte decir eso. También me encanta oírte llamarme “papi”.
—Se rio—. Y de acuerdo, me comportaré. Pero deja que te llame por Facetime.
Necesito verte. No me importa tu aspecto, cariño. —No iba a dejar pasar esto, así
que acepté de mala gana.
Su rostro se tornó serio y pensé que había dicho algo para enojarlo.
—¿Es eso lo único que ves de nosotros? ¿De verdad? Quiero decir, es cierto
que no sé exactamente lo que nos depara el futuro, pero es obvio que tenemos
algo más que la co-paternidad. Tenemos una química sexual increíble, y parece
que nos llevamos bien. ¿Qué tal si nos reservamos el juicio por ahora? Dejaremos
las cosas como están hasta que regreses y luego veremos a dónde nos llevan. Y
ahora mismo estás increíblemente sexi, así que no necesito “mentir” para hacerte
sentir bien. —Volvió a sonreír y sentí que mis bragas se derretían. Jesús, esa
maldita sonrisa suya era mortal.
—Hay que dejar de darle vueltas a las cosas que no podemos cambiar. Solo
podemos tomar lo que tenemos y seguir adelante. Remi tiene a su papá en su 194
vida ahora, y estoy muy feliz por eso. Me digo a mí misma que todo sucede por
una razón. No sé por qué, pero tal vez esta es la forma en que se supone que debe
ser. Me alegro de que no pienses que me quedé embarazada a propósito o que te
la oculté intencionadamente.
—Sé que nunca harías eso, Stephanie. —Me miró con expresión seria—.
Mira, todavía estoy muy jodido, Steph, pero estoy trabajando en ello. He hecho
cosas jodidas en mi vida. Cosas con las que no voy a cargarte, pero que todavía
me pesan.
—Pareces cansada, nena. Será mejor que te deje ir. Tu jefe no te está
tratando mal, ¿verdad? Puedo hacer un viaje rápido para patear algunos culos si
lo necesitas. Y no hay señales ni problemas de ese imbécil, ¿verdad? —Era tan
lindo, pero mi trabajo fue genial con mi entrega de mi aviso. Todos dijeron que
me echarían de menos, pero que se alegraban por mí.
—No, nada de Michael. —Me reí—. Te dije que no me molestaría. Y sí,
estaban bien, de verdad. Vamos a salir el miércoles después del trabajo, como
una pequeña fiesta de despedida, más o menos. Decidí tomarme un día corto el
jueves para poder estar en casa para mis hermanos cuando lleguen, y luego me
tomaré el viernes. De todos modos, es un día lento, y ya tienen dos personas
contratadas que lo están haciendo muy bien, así que realmente no me necesitarán
el viernes. Pero tienes razón, hoy ha sido una locura de trabajo y estoy un poco
cansada. —Odiaba dejarlo marchar. Me resultaba tan natural hablar con él de los
pequeños detalles de mi vida cotidiana.
—Muy bien. Dulces sueños, preciosa. Y sí, te llamaré por Facetime con
nuestra niña por la mañana. Buenas noches. —Me di cuenta, por su expresión, de
que también se resistía a dejarme. Ahogué otro bostezo y supe que necesitaba
dormir. Tenía muchas ganas de decirle que le quería, pero me ponía nerviosa
volver a decírselo ya que no lo había hecho desde aquella primera vez.
Preparé una jarra de café, ya que estaba seguro de que lo iban a necesitar,
y me dirigí a ver si Hacker o Hollywood estaban levantados, ya que estaban
ausentes de los montones que se encontraban en la casa club principal.
—Sí, hombre, estoy ahí. Sabes que te cubro la espalda, hermano. Solo
tengo que ducharme y vestirme y luego echar a esta perra loca de aquí. Mierda,
sabes que amo a las mujeres y las mujeres me aman, pero creo que esta puede
estar un poco jodida de la cabeza. —Señaló con un pulgar por encima del hombro
a la chica de la cama—. Se puso a llorar y a hablar de lo sola que estaba y de que
no sabía qué iba a hacer después de que su novio la dejara, bla, bla, bla. Ni
siquiera le metí la polla. Me limité a sujetar su culo frutal y a dejarla dormir la
borrachera. Creo que me estoy ablandando o perdiendo el toque. Maldita sea. —
Sacudió la cabeza con resignación y asco, y traté de no reírme de él porque podía
ver que estaba realmente fuera de sí con la situación. Podía imaginar que eso era
todo un cambio para su culo cachondo.
—Podemos dejarla en algún sitio o llamarle un taxi, hermano. Solo
avísame. Voy a sacudir el maldito culo de Hacker fuera de la cama. —Asintió y
cerró su puerta mientras caminaba por el pasillo hacia la puerta de Hacker.
—¡Hola, hermano! ¿Qué pasa? ¿Estás listo para empezar esta mierda de la
valla? —Ya estaba vestido y con los ojos muy abiertos y la cabeza despejada.
Mierda, normalmente apenas podía sacarlo de la cama por las putas mañanas.
—Sí, hombre, por eso llamaba a la puerta. Maldita sea, te has levantado
temprano.
—Hablando de eso, ¿qué has averiguado sobre el tipo hasta ahora? 199
—No mucho. Ningún registro. Ni siquiera una maldita multa de
estacionamiento. Tuvo un jodido caso sellado cuando era adolescente, que es lo
que estoy esperando saber. Tiene tres hermanas mayores, un montón de sobrinas
y sobrinos. Fue a la universidad comunitaria para obtener un título de estudios
generales y consiguió un puesto de supervisor en la empresa de construcción en
la que trabajó durante la universidad. Lleva allí desde entonces. Se trasladó con
ellos a Des Moines desde Quad Cities cuando se expandieron. Me sorprendió un
poco que quisiera dejar a su familia, pero bueno, tal vez lo volvieron loco, ¿sabes?
De todos modos, tengo algunos favores a los que llamé para obtener información
de la calle también. ¿La dejó en paz? —Hacker podía averiguar si te habías tirado
un pedo en la iglesia el año pasado, así que me sentí bastante cómodo con la
información que desenterró.
—De acuerdo, genial, hombre. No, dijo que no ha escuchado una palabra
del imbécil. Hazme saber lo que averiguas. Voy a ver si estos otros malditos
borrachos se levantan y se mueven. ¿Vienes?
—Sí, déjame agarrar mis lentes y salgo. —Se dio la vuelta para ir a rebuscar
entre los papeles y la mierda que ensuciaba su escritorio. Me dirigí de nuevo a la
sala principal.
La mayoría de los chicos estaban levantados y bebiendo café con otra jarra
preparándose cuando llegué allí. Vinny estaba bebiendo Jack. Era un bastardo
duro y loco. Era nuestro vicepresidente y originario de Nueva Jersey. Nos
llevábamos bien, pero no estaba seguro de si estaba todo allí o no. No sería
extraño escuchar que tenía algo de mafia en su sangre, pero no hablaba de su
pasado, y no le preguntábamos.
Solo rezaba para ser mejor papá que el mío, y me prometí no abandonar
nunca a mi niña como él lo hizo.
Stephanie
Decidí salir a cenar fuera, ya que me quedaba muy poco en el apartamento
en cuanto a comida. Fui al pequeño restaurante que le sugerí a Michael la primera
noche que lo conocí. El personal me seguía gustando y la comida era buena, así
que no iba a dejar que mi mala experiencia con él me ahuyentara del lugar.
Había un garaje que pareció ser añadido más tarde con un pasillo que
conectaba el garaje con el porche de la casa. Había varios robles grandes que
parecían dar mucha sombra en verano. Parecía que había un gran granero en la
parte trasera. Todo parecía necesitar pintura, pero era estructuralmente robusto.
Por supuesto, estaba juzgando a partir de una foto, así que quién sabía. En
cualquier caso, el lugar parecía hogareño, acogedor y agradable. Sentí un poco
de envidia por no poder proporcionarle eso a Remi ahora mismo, pero si las cosas
no funcionaban entre su padre y yo, al menos tenía su casa y la de mis padres
para crecer y ser una niña.
—Bastante bien. —Señalé con la cabeza hacia mis cajas aplastadas metidas
en otras dos cajas—. Acabo de agarrar algunas cajas más. Iba a ver si querías
acompañarme con una película, pero veo que tienes planes más emocionantes.
—Le sonreí y moví las cejas.
—Sí, ya me gustaría —dijo riendo—. Esta noche tenemos una fiesta en la
oficina para el trabajo del centro. No hay nada como charlar con un montón de
imbéciles engreídos y sus clientes bancarios.
Arrastré las cajas hasta mi apartamento, cerré la puerta y colgué las llaves.
Me dirigí a la ducha para quitarme el sudor de arrastrar las cajas en el aire
húmedo de esta noche. Puse mi teléfono en la encimera y puse en marcha la
ducha para calentar el agua. Mi ropa fue a parar a la creciente pila del cesto.
Mierda, tenía que hacer la colada mañana. Mucha de esa ropa tendría que ser
203
empacada. En el peor de los casos, la metería en una bolsa de basura y la lavaría
al llegar a casa de mis padres.
—Bueno, se ve muy bien. Me alegro mucho de que hayas hecho eso para
mantener a Remi a salvo. Lo estás haciendo muy bien en esto de ser padre, ¿eh?
—Lo intento. —Se rio—. Sé que probablemente se esté malcriando un poco
conmigo, y me disculpo de antemano. Todavía no puedo superar lo feliz que me
hace esa niña. Ella sonríe y resalta esos hoyuelos hacia mí, y no puedo decirle que
no.
—¡Ahhh, ahora ya sabes cómo me siento con los dos! —También me reí.
—Ah, ¿sí? Sí, totalmente archivando esa información para más tarde.
—¡Lo que sea! Como si no lo supieras ya. —Cada vez que hablábamos me
hacía reír mucho. Me encantaba hablar con él. Parecía que siempre era capaz de
hacerme sentir mejor cuando me sentía sola o disgustada, incluso cuando él no
sabía que lo estaba. Puede que suene a tópico o demasiado pronto, pero sentía
que me enamoraba más y más cada vez que hablaba con él. Desgraciadamente,
el miedo a que me rompieran el corazón seguía invadiendo mi mente.
—Oye, tu niña quiere hablar con su mamá. —Volví a oír crujidos y luego
la voz de mi preciosa niña.
—¡Mamá! ¡Besos, mamá! —No se me escapaba que Remi había adoptado 205
el término más sureño de “mamá” para mí. Una prueba total de escuchar la
influencia de su papá. Me calentó el corazón.
—¡Hola, cariño! Sí, mamá está aquí y gracias por los besos. Solo seis horas
más y debería estar en casa. Te echo de menos, preciosa. —Una conversación con
un niño de dos años y medio no era precisamente una conversación estimulante,
pero me encantaba cada segundo. Las palabras que sabía intercaladas con
balbuceos desordenados eran los sonidos más dulces que jamás escuché.
Terminó todo lo que consideraba importante decirme y se marchó con un beso
en la boquilla del teléfono antes de salir corriendo a jugar antes de que papi la
acostara.
—Me alegro de que hayas podido tenerla contigo durante la noche este fin
de semana. Espero que no haya sido demasiado salvaje para ti. —Me preocupaba
que se volviera traviesa y que él se cuestionara su cordura por quedarse aquí. Era
diferente para un padre que estaba allí desde su nacimiento y que ya estaba
acostumbrado a las rabietas o travesuras ocasionales. No sabía cómo sería para
él intervenir en esta etapa del juego, y me preocupaba que se sintiera abrumado.
—Oh, hemos tenido nuestros momentos, pero he tratado con soldados
rasos en el ejército que eran menos manejables que ella. —Se rio—. Puedo
manejar a mi princesita, pero como dije, no garantizo lo mimada que pueda estar
para cuando regreses a casa. ¿Seguro que estás bien? Sé que la echas de menos, y
lo siento, pero espero que tenerla aquí te haya ayudado a hacer las maletas al
menos.
—Sí, señora, le gustó. Le envié una foto. —Su sonrisa cómplice no pasó
desapercibida mientras intentaba darse la vuelta sin que la viera. También la oí
208
gruñir por mi uso de señora, pero bueno, si no me iban a llamar Reaper, dos
podían jugar a ese juego. Les conté que, a pesar de mis formas un tanto nefastas,
mi madre me inculcó modales y respeto.
—No, señora. Remi estará en la cama para entonces, y solo la llamo para
que hable con ella antes de acostarse. Intento no presionarla demasiado. —
Parecía un poco decepcionada. Sí, ma, también estoy decepcionado. Me volví adicto
a escuchar su voz y a veces a ver su cara con Facetime. Gracias a Dios por la
tecnología.
—No se marchó de las Quad Cities porque tuviera una oportunidad mejor.
Amenazó e intentó agredir a una chica con la que salía después de que ella
rompiera con él. Ella se negó a presentar cargos, los padres volvieron a contratar
al gran abogado y él aceptó abandonar la zona y no volver a tener contacto con
la chica. —Parecía preocupado y enojado.
—Mira, Hollywood es casi tan buen tirador como yo. Podría cubrir esto
fácilmente. —No podía salir de su despacho sin al menos intentarlo de nuevo.
—Reaper, has dicho que no hubo ningún problema. No voy a enviarte allí
por suposiciones. Te necesitamos. En cuanto terminemos, puedes estar con tu
chica y tomarte tu tiempo para regresar. ¿De acuerdo?
Les conté lo que me dijo Snow, y me dijeron que se imaginaban que esa
sería su respuesta después de lo que habló en la iglesia. Me di una patada por no
haber prestado atención esta noche. ¡Hijo de puta!
Reggie me abrazó y saludó, como el borracho que era, cuando el taxi que
compartíamos me dejó frente a mi edificio. Entré a trompicones y, sinceramente,
no tenía ni idea de cómo llegué a mi puerta. Jesús, me empezaba a hacer mayor
para esta mierda. Volví a soltar una risita mientras tanteaba las llaves e intentaba
meterlas en uno de los dos ojos de la cerradura. ¿Desde cuándo tengo dos
cerraduras? ¿Acaso el cabrón de mantenimiento me la cambió demasiado
pronto? Me reí. Después del quinto intento, por fin conseguí que introducirla
como era debido. Esto provocó otro ataque de risa que traté de silenciar. Esperaba
que uno de mis vecinos saliera y me gritara por hacer tanto ruido.
213
Reaper
La mala sensación que me invadía no se disipó cuando me desperté.
Intenté llamar de nuevo a Stephanie, pero no contestó. Mirando el reloj, pensé
que todavía era muy temprano y que tal vez ni siquiera se había levantado. En el
momento en que pude llamarla de nuevo y siguió sin contestar, supuse que ya
debía estar en el trabajo y que allí no podía responder al teléfono. Joder.
Presa del pánico, mis ojos se aclararon de repente y levanté la cabeza para
ver dónde diablos había acabado. ¿Me rompí los brazos al caer?
—Sí, me llevó a mi auto desde la casa de mi amiga. Eso es todo. Había ido
con mi amiga de la escuela a su casa desde el bar del pueblo. Él estaba allí para
verla, y me llevó de regreso. Realmente no fue lo que estás pensando. —Por favor,
créeme esta sarta de tonterías, por favor, por favor, por favor.
Sacó un cuchillo de aspecto malvado del montón de cosas que dejó dentro
de la puerta. Cuando empezó a caminar hacia mí con él, el pánico volvió a
apoderarse de mí.
Oh, Dios, Reaper, siento mucho no haber dado crédito a tus preocupaciones sobre
este loco imbécil.
—Será mejor que no intentes nada estúpido, Steph. No hay ningún sitio al
que puedas ir y nadie te oirá si gritas. Sin embargo, tendré que castigarte si lo
haces, porque me habrás desobedecido. No me hagas enojar, Steph. No me hagas
matarte... —Introdujo más la punta de la cuchilla hasta que sentí un cálido hilillo
recorrer el lateral de mi cuello. Gemí y traté de no llorar.
Cortó la cuerda que me ataba las muñecas al catre y luego la cinta de los
pies. Dejó la cinta alrededor de mis muñecas y me arrastró hasta la puerta por
ella. Las muñecas me ardían. Abrió la puerta y me lanzó a través de ella. No había
nada en la habitación, salvo unas viejas lonas de tela apiladas en un rincón. Lo
miré interrogante, preguntándome cómo diablos iba a ir al baño.
—¡Espera! Solo estoy tratando de limpiarme. Es difícil con las manos así.
—Imbécil. Por suerte, no entró. Pude limpiarme y tirar el papel en el cubo.
Diablos, tuve que orinar mucho. Me alegré tanto de no volcar el cubo al bajarme
de él. Eso requirió algunos músculos de las piernas, ¡déjenme decirles! Eché un
vistazo rápido para asegurarme de que mi teléfono estaba completamente
cubierto mientras me abrochaba los pantalones. La puerta se abrió de golpe y él
miró a su alrededor como si pensara que estaba tramando algo. Menos mal que
pude subirme los pantalones. Se sentía como una barrera protectora entre
nosotros. No tenía mucho, así que me aferré a lo que tenía.
221
Reaper
Llegué a Des Moines alrededor de las seis de la tarde del jueves. Me reuní
con Sam y Sean en el apartamento de Stephanie. Después de recibir su mensaje a
primera hora de la tarde, apenas pude contener mi ira y mi miedo. Snow me dejó
salir temprano después de que le contara lo que estaba sucediendo, y preparé
una bolsa rápida y me puse en camino. Durante todo el trayecto, sus palabras
corrían como un maldito mantra en mi cabeza: Se ha ido.
Luché por mantener la conciencia por miedo a lo que pudiera hacerme sin
que lo supiera. Al pasar sus sucias manos por mis piernas y deslizar sus dedos
por debajo de los bordes de los tirantes de mis bragas, gemí y lloré, intentando
no ganarme otra paliza. A medida que sus dedos me rozaban y se deslizaban
hacia abajo para acariciarme, no pude evitarlo, grité a través de la mordaza,
agitándome y pataleando. Su puño conectó con el estómago y las costillas. No
estaba segura, pero creí que me podía haber roto una. Me dolía mucho respirar.
Me ató las manos por encima de la cabeza, que seguían atadas. Mis codos
se doblaron por encima de mi cabeza y las puntas de mis dedos rozaron el suelo.
Luego me ató los pies para que mis piernas estuvieran abiertas y cada rodilla
fuera de los lados del catre con los talones tocando el suelo.
Cortó la cinta frente a mi oreja, y supe que me cortó el rostro porque sentí
que el líquido caliente bajaba hasta la parte inferior de mi oreja y mi cuello,
aunque no podía hacer nada para detenerlo. Me arrancó la cinta, tirando
dolorosamente de mi piel y arrastrando parte de mi cabello. Hice una mueca de
dolor y grité, lo que me valió otro revés en el rostro.
Sabía que seguía viva, y que estaba aquí en alguna parte. Ella nunca huiría
y dejaría a Remi atrás. Me senté en el suelo de un callejón, apoyado en un edificio
de ladrillos, escuchando a las ratas que corrían detrás del contenedor de basura
y las cajas que había a mi lado. Pasándome las manos por la cara, intenté
concentrarme. Joder, debería haberme ido con ellos e intentar dormir un poco,
pero no me parecía justo dormir cuando mi ángel estaba ahí fuera. Me quedé
dormido brevemente contra esta pared después de que los chicos se fueran a altas
horas de la maldita mañana. Maldita sea, estaba tenso. Me puse de pie y oriné
junto al contenedor de basura.
Observé cómo giraba por una calle unas tres manzanas más arriba y salí
lentamente a la carretera, sin perder de vista la calle por la que giró. Cuando
llegué a la calle, fue justo a tiempo para verlo girar de nuevo. Continué
siguiéndolo y lo vi entrar en una obra de construcción vallada. Me acerqué todo
lo que pude y estacioné la moto en el callejón más cercano. Tras asegurarme de
que no volvía a salir, me acerqué sigilosamente a la valla, observando que tenía
encadenada la puerta. Había varios remolques de tipo construcción estacionados
en la zona vallada, y supuse que debía ser un almacén de una de las empresas de
construcción. Sabía que no era para la que trabajaba porque Hacker tenía
localizados todos los sitios en los que trabajaban y de los que eran propietarios.
Ya habíamos comprobado toda esa mierda cuando anoche no pudimos encontrar
nada por aquí. Entonces volvimos aquí para buscar de nuevo antes de que los 228
chicos regresaran al apartamento. Pasamos varias veces por esta zona, pero no
vimos ningún vehículo ni señales de vida y lo habíamos dado por perdido. Joder,
debe haberse ido para cuando pasamos por aquí.
De acuerdo, a la mierda el sigilo. Tenía que entrar ahí ahora. Solo vi la única
ventana mientras me dirigía a la caravana, y estaba tapada con tablas. Había un
conjunto de escaleras metálicas de mierda que subían hasta la puerta maltrecha.
Por supuesto, la maldita puerta daba al exterior. Joder. No podía entrar de una
patada y tener el elemento sorpresa. Recé para que no estuviera cerrada con llave.
Había una cerradura con un candado que colgaba de un lado, pero eso no
significaba que no estuviera cerrado el maldito picaporte. Saqué mi pistola de la
funda de la parte trasera de mis pantalones, asegurándome de que tenía una bala
en la recámara. No me sentía tan cómodo con mi pistola como con mi rifle de
francotirador, pero era un maldito buen tirador igualmente.
—Aléjate de ella. Retrocede ahora, pedazo de mierda. —Mi voz salió baja
y grave. Aislé el miedo y la preocupación por Stephanie en el fondo de mi mente,
cayendo en el asesino desapegado y entrenado que aún acechaba dentro de mí.
Sabía que no iba a salir de aquí con vida, pero tenía que alejarlo de Stephanie. Lo
que sucedió a continuación ocurrió en un abrir y cerrar de ojos. El entrenamiento
y la reacción instintiva era todo lo que tenía cuando lo vi sonreírme de forma
malvada y sádica.
—Stephanie, cariño, ¿puedes oírme? Estoy aquí. Vas a estar bien, cariño.
Voy a cuidar de ti. Dios, siento mucho no haber llegado antes. —Sus ojos me
miraban fijamente, pero estaban tan vidriosos de dolor que no estaba seguro de
230
si me escuchó o reconoció. Saqué mi propio cuchillo y corté las cuerdas que
ataban sus brazos y piernas a los lados del mugriento catre en el que yacía. Me
temblaron las manos cuando me quité la camisa de manga larga y la puse sobre
su cuerpo desnudo para proporcionarle una apariencia de modestia. Le aparté
suavemente el cabello enmarañado de la cara. Lo que antes era brillante y dorado,
como el oro puro hilado a la luz del sol, ahora apenas se parecía a la paja. Sus ojos
estaban hinchados y el azul brillante habitual, lo que era visible de todos modos,
estaba apagado y vidrioso. Mis labios rozaron suavemente sus labios resecos y
agrietados.
Un policía estaba hablando con Colton fuera ahora, pero seguía sin
hablarme. Lo oí sollozar mi nombre. Empezó a haber tanta luz, que apenas podía
verlo. Cuando le grité, ni siquiera me miró. Intenté llamar la atención de uno de
los policías, pero nadie me escuchaba.
La luz era tan brillante que me tragó. Todo a mi alrededor era luz.
Entonces oí murmullos y una ola de calma y consuelo me invadió. Las voces
inconexas decían que no era mi hora y que “aún tenía cosas que hacer”.
Fue entonces cuando me di cuenta de que yo era la mujer rota y
ensangrentada. Había muerto. Cuando me di cuenta, todo empezó a volverse
negro.
Mis ojos se abrieron con tanto esfuerzo que sentí que mis párpados
pesaban. Me ardían los ojos, y cuando intenté mirar a mi alrededor para ver
dónde estaba, jadeé de dolor. Me dolía todo.
—Shhhhhhhh. Está bien, señora Quinn. Estoy aquí. Me llamo Kristina. Soy
su enfermera. —Señaló una pequeña pizarra en la que figuraba como mi
enfermera del día—. Su marido se alegrará mucho de ver que por fin está
despierta. Odio tener que despertarlo ya que no ha dormido desde que la trajeron
después de la operación. —Fue entonces cuando me di cuenta de que una joven
enfermera, con una coleta morena colgando por la espalda, cambiaba una bolsa
de líquidos junto a mi cama—. Enseguida regreso —dijo mientras salía corriendo
232
de la habitación. Regresó rápidamente con una taza de hielo y una cuchara.
Dejé que los trozos fríos se derritieran por mi lengua. Nada parecía tener
un sabor tan increíble y cerré los ojos en un momento de felicidad.
¿Eh?
Acerqué la mano derecha para apartar el cabello largo y oscuro que había
caído sobre la cara del hombre. Incluso ese pequeño movimiento me hizo jadear
por el dolor y el esfuerzo. Dios mío. Sí, los analgésicos estarían bien, porque lo
que sea que me hayan dado parece haber desaparecido hace horas.
—La enfermera dijo que eres mi... ¿marido? Colton. ¿Qué está pasando?
¿Qué ha pasado? ¿Por qué estamos aquí? —Necesitaba respuestas porque estaba
empezando a enloquecer seriamente.
—¿Mis padres están aquí? ¿Y otra vez? ¿Qué quieres decir con otra vez?
—Jesús, cariño, nos has tenido preocupados. Colapsaste justo después de
que te trajeran aquí tras salir del quirófano. Dijeron que temían que, entre el daño
hecho a tu cuerpo y el shock de la cirugía, no lo lograras. Intentaron echarme
porque perdí la cabeza. Les dije que no ibas a morir y a dejarme. —Vi como sus
ojos se llenaban de lágrimas antes de que mirara hacia otro lado y tratara de
limpiarlas antes de que cayeran—. Llevas cuatro días en coma inducido, cariño.
Te han sacado de él esta mañana, pero aún no despertabas. Tus padres están aquí
con Remi. Se han turnado con ella en tu apartamento porque ninguno de nosotros
quería que te viera así. Tu mamá acaba de bajar a la cafetería a tomar un café.
¿Se había quedado conmigo aquí durante cuatro días? Mi corazón empezó
a revolotear de esperanza. Entonces, ¿todavía se preocupaba por mí? Oh, por
favor, Dios, amaba a este hombre. Por favor, que sienta lo mismo por mí. No sabía
por qué estaba aquí, pero necesitaba decirle lo que sentía. No podía arriesgarme
a morir sin que él lo supiera. Pero justo en ese momento entró la enfermera y me
dio algo por vía intravenosa para el dolor hasta que pudieran conectar lo que ella
dijera. Me sentía muy cansada y la cabeza me seguía matando. Mi sonrisa era
débil mientras apretaba su mano. 234
—Descansa, cariño. Podemos hablar más tarde. —Me besó la mano que
tenía entre las suyas mientras mis párpados se volvían demasiado pesados para
mantenerlos abiertos. Te amo, pensé para mis adentros.
Reaper
¡Gracias a Dios! Jesús, mi nena estaba despierta. Casi perdí la esperanza
de que volviera a despertarse, sin embargo, mi obstinado corazón se negó a creer
que nos dejaría atrás a Remi y a mí. Le pedí a un Dios, que aún no estaba seguro
de que existiera, que superara todo esto. Era evidente que no recordaba lo
ocurrido. Los médicos y las enfermeras dijeron que tal vez no lo haría. Me
explicaron que en ocasiones la mente bloqueaba los acontecimientos traumáticos
y los recuerdos a veces volvían, a veces no. Después de ver el estado en el que
estaba cuando la encontré, esperaba que no lo recordara. Joder, mi corazón nunca
sería el mismo después de aquello.
Sí, mentí al personal cuando les dije que era su marido, y no tuve ningún
maldito remordimiento por esa mierda. De hecho, me sentí tan bien al decirlo.
Quería a esta mujer para mí. Ella no lo sabía, y no sabía si estaría de acuerdo
todavía, pero maldición, si no era mía. Mía.
El alivio que sentí fue profundo una vez que el médico me dijo que había
superado la operación y que, a pesar del estado en que la hallaron, no tenía signos
de que hubiera sido violada. Tal vez no en el sentido clásico, no obstante, el resto
de lo que me dijo me hizo ver rojo. La torturaron. Cortada, apuñalada y golpeada,
todo antes del último apuñalamiento que presencié. Me dijo que había pruebas
de semen en su cabello que fueron recogidas y enviadas al laboratorio, con el
sospechoso muerto, era solo un tecnicismo. Al menos descartaría la participación
de otros.
Los chicos hicieron la entrega sin mí, y me sentí como una mierda por
defraudarlos, sin embargo, no podía dejarla. Snow lo entendió, y todos pasaron
por el hospital esta mañana para ver si había algún cambio antes de regresar.
Hollywood y Hacker se quedaron conmigo, trayéndome comida para la que tenía
236
poco apetito e intentando que me dejara llevar por ellos para conseguir dormir y
ducharme. No era capaz de apartarme, joder. Nunca más, si podía evitarlo.
Hablando del diablo... los dos entraron a toda prisa por la puerta
intentando colarse al mismo tiempo. Los fulminé con la mirada por ser tan
ruidosos. La guapa enfermera morena se acercó corriendo con una mirada de no
me jodas mientras se enfrentaba a los dos, diciéndoles que, si molestaban a su
paciente, su “hermana”, lo que la enfermera parecía dudar que fuera cierto, se
quedarían sin visita durante el resto de su estancia. Los dos moteros malos
tuvieron las pelotas de parecer avergonzados. Casi me reí. Observé cómo los dos
se quedaban embobados mirando su trasero en los pantalones de quirófano
conforme ella se dirigía de nuevo a la sala de enfermeras. Sacudiendo la cabeza,
les sonreí a los dos.
Stephanie tenía los ojos abiertos y hablaba con su mamá y con Hacker
cuando salí del baño. La visión de su mano sosteniendo la de ella me hizo apretar
los dientes. Me convertí en un maldito celoso y codicioso en lo que se relacionaba
con Stephanie.
—Mi mamá tiene razón, hablan muy mal, saben. No sé si debería dejar que
mi niña se junte con ustedes. Pueden enseñarle malos hábitos. —Era bueno
escuchar a Stephanie burlarse y hacer bromas, a pesar de que sonara ronca y
débil.
No sabía qué debía decirle. El médico dijo que no debía presionarla para
que recordara y que tuviera cuidado con lo que le dijera si parecía alterarse.
Decidí pasar por alto los acontecimientos hasta que pudiera recordar por sí
misma.
—¿Me llevó? ¿Y me hizo daño? Dios, ¿él... él...? —Se le llenaron los ojos de
lágrimas y le costó terminar la pregunta. La vi retorcer la manta entre sus dedos.
Tuve que compadecerme y evitar que tuviese que preguntarlo.
—El médico ha dicho que no hay signos de violación, en ese sentido, pero
no estamos seguros de lo que te hizo exactamente, aparte de golpearte mucho,
cortarte... y apuñalarte. —Me costó encontrarme con sus ojos mientras le contaba
la agresión que sufrió. Esto me estaba matando. Deseaba no tener que decírselo.
239
—Quiero un espejo.
—Uhhh, no creo que haya uno aquí —dudé. Sabía que no querría ver su
rostro en este momento. Estaba inflamado en un lado, tenía ambos ojos negros
aun un poco hinchados, moretones por todas partes, y un corte a lo largo del lado
del rostro frente a la oreja.
—Los médicos han dicho que todo se curará. Solo que llevará algún
tiempo y la cicatriz se desvanecerá. Eso lo sé por experiencia. —Intenté decírselo
rápido antes de que viera su reflejo. Sabía lo devastadoras que podían ser las
cicatrices en el rostro y odiaba que se sintiera así.
—Dios mío, Reaper... Fui tan estúpida. Debí haberte escuchado cuando te
preocupabas por él. Me siento tan asquerosa. Sucia. No te culpo por odiarme. Las
cosas que debe haber hecho. Ahora estoy arruinada. No te mereces eso. —Las
lágrimas se filtraron por las esquinas de sus ojos, y dejó caer el espejo sobre su
regazo mientras apartaba su rostro de mí—. Por favor, vete. No quiero que me
mires. Dios mío, estoy horrible.
—¡No! ¡No te hagas esto! Esto no ha sido culpa tuya. Eres hermosa para mí,
y no te odio, ¡ni podría odiarte por algo que te hizo un maldito estúpido! —Me
estaba enojando. Era hermosa, y odiaba que se sintiera así por culpa de ese
imbécil.
—¡Vete! —gritó. Por supuesto, eso hizo que la enfermera entrara corriendo
en un borrón de bata turquesa con Hollywood y Hacker pisándole los talones.
—Quiero que se vaya. —Escuché decir a Stephanie con voz apagada. Tenía
las manos sobre el rostro mientras estaba acostada en su cama llorando. Su mamá
nos miró con simpatía intentando consolar a su niña.
240
—Señor, necesito que se vaya un rato. Dele un poco de tiempo para que se
calme y descanse —dijo la enfermera en voz baja a la vez que se interponía entre
Stephanie y yo. Hollywood y Hacker se acercaron y Hollywood me pasó el brazo
por el hombro.
—No, estoy bien. No sabía que estaba embarazada. Dios, no sé qué hacer.
Tendría que ser de Colton, ¿no? —Mi cerebro no funcionaba y se sentía como
papilla—. ¿Y si no es de Colton? ¿Es posible? —Cerré los ojos, a pesar de que las
lágrimas seguían escapando. Mi mamá me acercó un paño frío a la cabeza y me
susurró palabras de consuelo como hacía de pequeña. Me quedé quieta contra la
almohada—. ¿Cuándo puedo ducharme? Me siento asquerosa. —Estaba
temblando y solo quería tener el control de algo en mi vida ahora mismo.
—Lo consultaré con el médico y le avisaré. —Se levantó, apoyó su mano
en la mía y me dio una sonrisa de ánimo antes de salir de la habitación. ¿Voy a
poder controlar alguna vez mi vida?
Reaper
Hacker y Hollywood me siguieron sin mediar palabra fuera del hospital y
por la autopista a ciento treinta kilómetros por hora mientras perseguía mis
demonios. No podía creer que pudiera pensar que ya no era hermosa para mí.
Era malditamente hermosa. No me importaba su aspecto ahora mismo. La amaba
por dentro y por fuera. No me importaría que tuviera cinco ojos y ninguna nariz,
la seguiría amando. Bueno, eso fue un poco extremo, pero se entiende lo que
quiero decir. Mierda. La amaba. ¿Cuándo carajo pasó eso, en verdad? La primera
vez que la vi, le dije que la amaba, pero no sabía cuán profundo era en ese
momento. Se convirtió en una dolorosa realidad cuando pensé que estaba, ante
mí, muerta para siempre; honestamente creí que la había amado desde el primer 243
momento en que la vi. Fue mi gracia salvadora, mi ángel, durante mi despliegue
y a lo largo de mi infernal recuperación. La llevé en el fondo de mi mente todo
este tiempo.
En verdad, tocó y desplegó una parte de mi alma que pensaba que se había
marchitado y muerto en Afganistán. Me hizo sentir que tenía de nuevo un
propósito en la vida. ¿Qué iba a hacer si me daba la espalda porque no lograba
superar esto? Sabía el lugar oscuro en el que me encontraba después de dejar el
ejército. No podía imaginarla en ese lugar infernal. Necesitaba estar ahí para ella,
pero si me cerraba el paso, ¿cómo podía hacer que me dejara entrar?
Regresamos al apartamento de Stephanie tarde esa noche. Hollywood y
Hacker se separaron para ir a tomar unas copas y luego dirigirse a su hotel. Me
sentí mal por perderme a Remi antes de que se fuera a la cama; la verdad es que
no quería que me viera así más de lo que quería que viera a su mamá como estaba
ahora. Hablé un poco con los padres de Stephanie, informando a su papá de lo
que ocurría antes de que se dirigiera al hospital. Su mamá me colocó la mano en
el rostro y me dijo que tuviera paciencia con ella y que las cosas se arreglarían.
Empezó a decir algo y luego cambió de opinión. Parecía tan agotada como me
sentía por estar en el hospital la mayor parte del día. Totalmente exhausto, me
dirigí a la habitación de Remi para acostarme en el suelo junto a su cama, donde
pude escuchar su suave, dulce e inocente respiración mientras me sumía en un
sueño intranquilo.
—¡Papi! ¡Papi! ¡Papi! —Me desperté con Remi sacudiendo los barrotes de
su cuna y llamándome a gritos. Me sonrió con su gran sonrisa cuando abrí un ojo
y la miré. Su bracito se estiraba a través de los barrotes hacia mi cabeza, con sus
dedos moviéndose como si los hiciera más largos para alcanzarme. Le devolví la
244
sonrisa y tomé sus dedos entre los míos.
Cerré los ojos, abrazando a Remi contra mí con fuerza hasta que empezó
a retorcerse. La dejé en el suelo y salió corriendo hacia el salón y la cocina en
busca de sus abuelos y comida. Fui a lavarme los dientes y a prepararme para ir
a ver a Stephanie. Si es que me vería...
245
Stephanie
Pasaron casi dos semanas desde mi ingreso y por fin me dieron el alta. La
herida más profunda se infectó, lo que prolongó mi estancia, pero tras varios días
de antibióticos por vía intravenosa, los médicos consideraron que podía irme a
casa para el resto de mi recuperación. Mi mamá me trajo un conjunto de ropa
para usar cuando me visitó ayer. Así que aquí estaba vestida con mis pantalones
de yoga y una camiseta holgada para evitar demasiada presión o constricción en
mis heridas en proceso de curación. La hinchazón desapareció de mi rostro y los
moretones se estaban desvaneciendo hasta convertirse en una horrible mezcla de
color amarillo verdoso. Lo único que esperaba era que la enfermera repasara las
instrucciones para el alta y que llegara mi mamá. 246
Reaper intentó verme todos los días, varias veces al día, lo rechacé y dejé
instrucciones al personal para que no le permitieran entrar. En realidad, no sabía
qué me había pasado, y hasta que no lo supiera, no podría soportar la idea de
que se compadeciera de mí. No quería su afecto si era solo el resultado de la
culpa. Por no mencionar que me sentía sucia. Dañada. Arruinada. No lo bastante
buena para él. Los médicos me dijeron que tal vez nunca recuperaría mis
recuerdos del incidente.
—Tal vez no tengamos nada que hablar ahora mismo. —Aparté la vista de
la hipnotizante calidad de sus ojos azules y miré por la ventana del hospital.
¿Cómo era posible que la vida continuara y que la gente siguiera conduciendo en
sus autos cuando mi vida se vio tan interrumpida? ¿Acaso no afectaba a nadie
más? Sentí que una profunda depresión se instalaba al pensar en el vacío de mis
recuerdos. No era justo.
—Bueno, primero, sí, pasé más que un poco de tiempo en una. —Esbozó
una sonrisa de autodesprecio—. Y la segunda pregunta, porque eres mucho más
que Steph para mí. Me gusta pensar que para mí eres más especial que para
cualquier otra persona. Eres elegante, hermosa y especial. Eres mi Stephanie. —
Sus ojos adquirieron un brillo intenso mientras me tendía una mano en un
ofrecimiento para ayudarme a subir a la silla.
Reaper
Podía olerla. Debió ducharse antes de que llegara, porque su cabello
dorado brillaba en su espalda, terminando en gruesos rizos. Olía a fresas o a
alguna mierda afrutada, y su piel tenía un olor embriagador. Mi jodida polla se
tensaba contra el tejido de mis jeans, y me sentí como un imbécil de primera clase
por estar excitado cuando sabía que seguía sufriendo. No podía controlar el
deseo de mi cuerpo por ella estando tan cerca. Era una puta locura. Necesitaba
distraerme y rápido.
—Sí, supongo que sí. —Siguió mirando por la ventana. Llevábamos más
de una hora conduciendo y apenas había pronunciado dos palabras hasta ahora.
Sus siguientes palabras fueron tan suaves que temí imaginarlo—. Te lo han dicho,
¿verdad? Lo del bebé. —Se mordió el labio inferior con nerviosismo.
—Sí.
Silencio.
—Reaper, yo...
—Stephanie... 250
Ambos empezamos a hablar y luego se hizo el silencio al esperar, cada
uno, que el otro continuara. Al final, lo rompí.
—Mira, nena, sé que los condones no siempre son cien por ciento efectivos.
Lo entiendo. No te culpo en absoluto. La mierda pasa y a veces solo está
destinada a ser. Así que Remi será una hermana mayor. Hay cosas peores en el
mundo, ¿verdad? Solo prométeme que superaremos esto juntos. Quiero que al
menos intentemos ser una familia, Stephanie. Deseo tanto eso, que no tienes idea.
—Traté de soltarlo todo de un tirón antes de perder el valor. Cuando vi escapar
una lágrima de su ojo más cercano, sentí que me derrumbaba. Odiaba verla llorar.
Me desgarraba el alma. Mierda, por favor no dejes que me diga que no. No ahora.
Nunca.
—Mira, cariño, no espero que sientas lo mismo por mí. Solo necesitaba que
supieras lo que siento por ti. Sé que lo dije antes, y no quería que creyeras que
251
solo lo hice porque había sexo de por medio. No era así como planeaba
asegurarme de que supieras que hablaba en serio, pero oye, como dije, las cosas
pasan. Sí, amo tu maldito trasero obstinado. Me vuelves loco y no puedo
imaginar mi vida sin ti y sin Remi como parte de ella. Cuando pensé que te había
perdido, quería morir junto a ti. No podía concebir seguir viviendo sin ti. —La
miré, suplicándole sin palabras que nos diera una oportunidad. El silencio nos
envolvió durante varios kilómetros mientras se sentaba con la cabeza apoyada
en el asiento con los ojos cerrados.
—Nena, ¿qué? ¿Qué? Por favor, nena, no me odies por tener una mierda
de romanticismo o delicadeza al decirte lo que siento ahora. No me alejes. Por
favor, nena... —Nunca antes rogué como un puto niño en mi vida, sin embargo,
¿por esta chica? Sí, le rogaría. La idea de que se alejara después de haberle
desnudado mi alma, me destripaba.
Las lágrimas corrían a raudales por su rostro. Estaba jadeando y
resoplando como un animal salvaje. Tenía los ojos fijos en el espacio, y pensé que
podría hiperventilar. Dios mío. La puerta se abrió de golpe y empezó a vomitar.
Me incliné a toda prisa y le agarré el cabello, manteniéndolo recogido. Cuando
terminó, tragó un poco de su bebida y la escupió. Por último, su cabeza se volvió
hacia mí y se cubrió la boca con una mano delicada y la otra acunó su abdomen
en proceso de curación.
—Debí encontrarte antes, nena, y por eso lo siento. Siento mucho haberte
defraudado. Si te hubiera encontrado antes de que te hiciera daño... —Mi voz se
cortó y me quedé sin palabras.
252
—Pero me encontraste. Reaper, cariño, me encontraste. Este es tu bebé.
Tiene que serlo. —Su rostro seguía blanco, y luchaba con sus siguientes
palabras—. Él me hizo... cosas... aunque no creo que haya hecho nada para
dejarme embarazada. Amenazó con hacerlo, sin embargo, creo que llegaste a
tiempo. Dios, no puede ser el bebé de nadie más que el tuyo.
Mi corazón se aceleró y quise sonreír ante la idea de estar aquí para este
bebé mientras crecía en su vientre. Luego sentí un momento de culpabilidad.
¿Debía alegrarme y sonreír cuando acababa de recordar algunas de las mierdas
que le hizo ese maldito monstruo? Me incliné hacia ella para que no tuviera que
girar en su asiento y lastimar su abdomen en proceso de curación, y sostuve su
rostro en la palma de mis manos para que me mirara. Mis pulgares apartaron las
lágrimas que corrían por sus pálidas mejillas y luego le pasé la punta de un
pulgar por los labios. El beso que compartimos fue lento, tierno y cariñoso. Estaba
lleno de cosas increíbles. Esta chica, sentada a mi lado, la madre de mis hijos, era
mía. Toda mía. Asombrosamente mía.
—Te amo, nena. Con el corazón y el alma. Eres mi ángel y nunca te dejaré
ir. —Acompañé mi declaración con besos y pellizcos a lo largo de un lado de su
cuello, pasando mi lengua por su oreja y capturando el lóbulo entre mis labios y
dientes.
—Oh, Dios, Reaper... sí. Por favor. —Estaba sentada jadeando, con los ojos
cerrados, las pestañas extendidas sobre las mejillas y los deliciosos labios
abiertos. ¿Qué diablos estaba haciendo? Acababa de salir del hospital, y aquí me
comportaba como un adolescente cachondo. Mierda, era un imbécil. Gemí y la
besé ligeramente una vez más.
—Bueno, fui igual de culpable porque también te quería. ¡Vaya! —La risa
nerviosa y la sonrisa en su voz me dijeron que no estaba enfadada, y la miré
interrogativamente. La risa bailaba en sus ojos, sus mejillas ahora cubiertas de un
sonrosado rubor y una sonrisa coqueteaba con sus exuberantes labios—. Reaper,
cariño, llévame a casa. No, espera. Aliméntame primero y luego llévame a casa. 253
—Respiró profundo y de forma temblorosa antes de sonreírme con dulzura, y no
pude contener mi felicidad. Esta chica era increíble. Y me pertenecía. Joder, sí.
Stephanie
Reaper fue tan asombroso y cariñoso en su atención hacia mí mientras
terminaba mi recuperación. Habían pasado dos meses desde que llegué a casa.
Estaba bastante curada, si bien mis cicatrices seguían siendo muy oscuras y de
aspecto molesto y la cicatriz del abdomen continuaba doliendo si en ocasiones
me movía mal. No muy a menudo, pero sucedía. Mi médico me dijo que era
normal, ya que me curé por dentro y el tejido cicatrizado se había estirado o
aflojado. Adhesiones lo llamó.
Organicé que mis padres cuidaran de Remi esta noche y convencí a Reaper
para que condujera hasta Fairmont, Minnesota, para cenar. Pedí una lencería sexi
con liguero y medias transparentes para usar debajo de un vestido negro ceñido
a la figura que caía por la espalda con tres cintas que impedían que los dos lados
se cayeran. Mientras miraba mi reflejo en el espejo de cuerpo entero situado en
la parte posterior de la puerta de mi habitación de la infancia, me pasé las manos
por el vientre. Todavía era bastante plano, pero estaba al principio del embarazo.
Por suerte, las náuseas matutinas fueron mínimas esta vez.
Me calcé mis nuevos tacones negros y bajé por las escaleras con
precaución. Debería haber esperado a ponérmelos hasta bajar. Podía oír a Remi
charlando en la cocina con mi mamá. Reaper llegaría en cualquier momento. El
corazón me dio un vuelco al pensar en verlo. ¿Dejaría de afectarme así la idea de
su presencia?
255
—¡Mamá edmosa! —Remi aplaudió con alegría y mostró su devastadora
y preciosa sonrisa con hoyuelos al verme entrar en la cocina.
Reaper
Cuando Stephanie me preguntó si podíamos cenar y pasar la noche a solas,
me la jugó y no tenía ni idea. Llevaba una semana planeando una noche así.
Acostarme junto a ella cada noche y tenerla cerca de mí era una dulce tortura, no 256
obstante, no iba a presionarla hasta que estuviera lista. Era malditamente
codicioso, pero no era un imbécil total. Necesitábamos esta noche juntos, solo
nosotros. Teníamos mucho de qué hablar, y tenía una sorpresa en la casa que
quería mostrarle.
Las paredes eran de un color marrón suave con una pared decorativa de
color chocolate oscuro. La cama era de cuatro postes gruesos, tallados en roble
claro. El suelo era de un roble más oscuro, con alfombras de felpa de color
marrón, canela y aguamarina, que acentuaban el edredón de damasco. De
acuerdo, hice trampa y su mamá me ayudó a elegirlo. No era una maldita Martha
Stewart, pero el resultado valió la pena todo el secreto y los problemas. El baño
principal tenía una bañera profunda, una ducha doble separada y lavabos
individuales. Las velas parpadeaban en la habitación y en el baño. No, no
intentaba quemar mi maldita casa, dame algo de crédito. Su mamá se acercó y las
encendió cuando envié el mensaje de que ya casi estábamos en casa. Me reí al
cruzarme con ella en la carretera y Stephanie ni siquiera se dio cuenta.
—¿Hiciste esto por mí? —Se quedó atónita, y sonreí como el gato de
Cheshire. Joder, sí, hice esto, y todo en mi vida, por ella.
—¡Dios mío, Reaper, esto es increíble! Me encanta. —Se quitó los tacones y
corrió como una niña pequeña a ver el baño. La oí chillar y supe que encontró la
bañera. Volvió a salir corriendo y me abrazó—. Te amo, Reaper. Eres increíble.
Esto es increíble. Solo te amo.
—Tengo una cosa más para ti. Mira en el cajón superior de la mesita de
noche. —Su expresión de curiosidad me hizo intentar no reír. Mi maldito
estómago empezó a dar vueltas. Joder, esperaba haber hecho lo correcto. Abrió
el cajón y sacó la única hoja de papel doblada. Me miró y vi que sus ojos brillaban
con lágrimas no derramadas.
—Sí. Sí, sí, sí. Oh, Dios mío, ¡sí! Te amo tanto.
Stephanie
Colton me amaba y me pidió que me casara con él. Puedo decir, con
sinceridad, que no lo vi venir. Esto era mucho más de lo que tenía planeado para
esta noche, aunque tampoco iba a dejar que fuera todo. Este era mi hombre, y lo
iba a tener. Esta noche. En esta hermosa habitación, en esta preciosa cama grande
que compró para mí.
—Bueno, por eso lo hice. No tenía ni idea de qué era lo que habías
planeado, solo pensaba seducir a mi novio esta noche, corrección, mi prometido.
—Sonreí tortuosamente y moví las cejas hacia él al tiempo que me quitaba el
vestido, dejándome solo el liguero y las medias. Tragó y trató de evitar que sus
manos se acercaran a mí a medida que me dirigía hacia él con una intención
específica. Retrocedió cuando me aproximé, hasta que sus piernas se apoyaron
en la cama, y lo empujé hacia atrás, subiéndome encima para colocarme a
horcajadas sobre su cintura. Cerró los ojos y gimió mientras frotaba mi núcleo y
mi trasero por la cresta de sus jeans. Podía negarlo todo lo que quisiera, pero
sabía que sentía excitado y que me deseaba de igual manera.
—No llores, cariño. Pienso hacer que te corras tantas veces que no
recordarás nada más que a mí y mi tacto en tu piel satinada y dentro de tu coño
húmedo y sedoso. Te voy a follar tan fuerte que todo pensamiento sobre
cualquier otra persona se borrará de tu mente. Tú. Eres. Mía. —gruñó y me
encantó ese lado de macho alfa que se asomaba. Me hizo sentir segura y adorada,
260
no poseída.
—Usted, señor, tiene una boca sucia. Y sí, Colton, te deseo. Por favor.
Ahora. No puedo esperar mucho más.
—Oh, sí, puedes. Antes te vas a correr para mí, porque no voy a durar
mucho la primera vez. No hay manera. Y te encanta mi boca sucia y lo que te
hace. —Lamió y mordisqueó mi cuerpo hasta llegar a la unión de mis muslos.
Pellizcó a lo largo de la sensible piel del interior, antes de enterrar su rostro entre
mis húmedos pliegues como un hambriento, haciéndome jadear. Aquella lengua
mágica me lamió desde el clítoris hasta el trasero, pasando la punta ligeramente
por esa zona tan prohibida y enviando vibraciones de placer por todo mi cuerpo.
Gemí y suspiré, agarrando su cabello, más largo, con ambas manos, acercándolo
a mí.
—Sí, tira de mí hacia ti. Guíame hasta donde quieras, nena. Córrete en mi
rostro y lameré cada gota. —Oh, mierda. Su boca sucia debería resultar
embarazosa, pero no era así. Estaba demasiado excitada, y sentí el calor y el deseo
creciendo con cada aliento cálido que exhalaba sobre mí y los golpes de su lengua
en mi clítoris. Dios, cuando introdujo mi clítoris entre sus dientes y lo movió
rápidamente con su lengua mientras deslizaba dos dedos en mi interior, sentí que
los ojos se me ponían en blanco.
—No, cariño, no me dejes fuera. Quiero que te corras otra vez. Quiero que
mantengas los ojos abiertos para que pueda ver cómo te corres en mis manos.
Deseo ver tu hermoso rostro y la mirada de esos ojos azules al perder el control.
—Me besó brevemente sin dejar de tocar mi cuerpo como un violín. La música
que creaba en mi cuerpo era celestial. Mi siguiente explosión de clímax surgió
con rapidez, envolviéndome en una ola tras otra de placer. Me sentí repleta y
cómo si mis huesos ya no tuvieran sustancia. El amor que se reflejaba en sus ojos
y la expresión de satisfacción en su rostro mientras me observaba correrme
hicieron que mi corazón casi estallara.
Levanté la mano para acariciar su mejilla y atraerlo para darle otro beso.
El beso terminó con un suspiro sin aliento y mi mano volvió a caer en la cama
para descansar sobre mi cabello extendido y enmarañado.
—No hemos hecho más que empezar. ¿Estás preparada para mí? Te
necesito, Stephanie. Ahora. ¿Quieres que use un condón? Estoy limpio. Me hice
la prueba, aunque siempre utilicé condón porque no quería que te preocuparas.
Y no he estado con nadie más que contigo desde la fiesta de cumpleaños. —Sus
palabras eran apresuradas y tensas. Se movió para colocar sus piernas entre las
mías, con su polla hinchada apoyada en mi empapada abertura. Frotó la punta a
través de la resbaladiza humedad y la empujó despacio dentro y fuera, esperando
mi respuesta.
—Sí, por favor. Dios, por favor, Colton. Y no, sin condón. Necesito sentirte.
También hice que mi médico me examinara... por si acaso... y, es obvio, que no
puedo quedarme más embarazada de lo que ya estoy. —Sonreí e intenté reír, pero 262
me salió un sollozo sin aliento.
—Lo siento mucho, cariño. No quería hacerte pensar en todo eso otra vez.
—Apoyó su frente en la mía sosteniendo su peso sobre mí con sus brazos
doblados. El remordimiento en su rostro no tenía cabida allí. Este era un
momento de felicidad y disfrute. Lo quería. Lo necesitaba.
—Por favor, cariño. Te necesito. —Fueron las únicas palabras que pude
pronunciar. Mi corazón comenzó a acelerarse con anticipación y nuestro
acoplamiento se convirtió en algo casi esencial para mi existencia.
Reaper
Mía.
—Joder, sí, lo haré. Pero ¿estás segura de que quieres hacerlo? No intento
tratarte como a una niña. Sabes que esa mierda es permanente, ¿verdad? No
quiero que hagas nada de lo que puedas arrepentirte después, nena. —No podía
mentir, la idea de que estuviera entintada era muy sexi. A mí también me gustaría
ver mi nombre en un tatuaje de propiedad, aunque no sabía cómo se sentiría al
respecto. Tendría que hablarlo con ella, porque quería marcarla para que todos
los hijos de puta supieran que era mía. Para siempre.
264
Mía. Me encantaba el sonido de eso.
—Sí, estoy segura. Quiero cubrir mis cicatrices con algo hermoso para no
ver un recordatorio de esa horrenda experiencia cada vez que me mire. Quiero
construir nuevas imágenes positivas en mi mente y en mi cuerpo. Tampoco deseo
que tengas que ver las cicatrices de mi cuerpo y sentir repulsión —dijo esto
último en un tono casi inaudible.
—Te amo tanto, Colton. Gracias por estar tan loco por mí como yo por ti.
Gracias por ser un papá increíble para Remi. Gracias por aceptar a este bebé sin
garantizar que fuera tuyo. Gracias por salvarme. Eres un hombre increíble y mi
héroe, Colton Alcott. —Sonrió y me besó de nuevo.
—Joder, ¿una excusa para ir de fiesta a Las Vegas? Todos los chicos
querrán estar allí. Hablaré con Snow para ver cuándo es lo más pronto que
podemos organizarlo. —Me reí y volví a apretarla con fuerza antes de darle una
palmada en el trasero de forma juguetona. Claro que sí, esta mujer iba a ser
oficialmente mi esposa pronto. Era un hijo de puta feliz y afortunado. En un
momento dado, no me veía ni siquiera viviendo. Ahora, tenía este espléndido
rayo de sol, una hermosa princesita, y otro precioso regalo en camino. Y ellos me
completaron. Mi ángel me salvó más veces de las que podía contar, y ahora sería
mía para siempre.
266
La ceremonia de la boda se celebró en Las Vegas en un día soleado de
principios de octubre. Colton y Stephanie se casaron frente a un hombre-
predicador que parecía Elvis, con el novio vestido con unos jeans negros, una
camisa blanca abotonada y su chaleco del MC, en tanto que, la novia estaba
radiante con un vestido vintage de color blanco, sin tirantes y cubierto de encaje,
que se ajustaba hasta debajo de los pechos y luego fluía suavemente hasta un
dobladillo en forma de pañuelo que llegaba a media pantorrilla. Ambos dijeron
que querían recordar el día con risas y sonrisas, y esa fue la razón por la que
eligieron la pequeña capilla con “Elvis” presidiendo la ceremonia. Su niña de las
flores tenía unos ojos azules y risueños, unos hoyuelos que te dejaban
boquiabierto y unos rizos de ébano que rebotaban a cada paso por el pasillo.
Hollywood fue el padrino de Colton y Becca la dama de honor de Stephanie.
Nadie comentó la tensión que se palpaba entre el padrino y la dama de honor, 267
pero todos lo notaron con una sutil curiosidad. Los miembros del MC tenían sus
motos alineadas, formando un pasillo de Harley para que se apresuraran a cruzar
después de la ceremonia, riendo y tomados de la mano mientras que les llovía el
arroz y las revoluciones de los motores de las Harley.
También quiero dar las gracias a mis buenas amigas Penny, Larisa y
Sherry, que han sido mis correctoras y motivadoras durante todo este viaje. No
sé si habría podido terminar este libro sin ustedes. Y gracias al “Grupo M.P.P.”,
que leyó diligentemente cada capítulo a medida que lo iba publicando para
ofrecerme su ánimo, sus pensamientos y sus críticas, lo que ayudó a que este libro
fuera mejor gracias a su esfuerzo.
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Kristine Allen vive en el hermoso centro de Texas con su adorable marido.
Tienen cuatro brillantes, chiflados y maravillosos hijos. Está rodeada de diez
hectáreas, donde sus siete caballos, seis perros y tres gatos dirigen el lugar.
Kristine hizo realidad su sueño de convertirse en autora de novela romántica
contemporánea tras años de leer libros como si pasaran de moda y de tener sus
propias historias rondando por su cabeza. Trabaja como enfermera, pero en los
ratos libres, va desgranando ideas y argumentos hasta que culminan en
personajes y tramas que atraen a sus lectores y los mantienen cautivados durante
horas.
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