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La condición genérica de los varones: un proceso relacional

complejo y diverso

El estudio de los varones y de los significados que atribuyen a ser hombre o ser
padre requiere llevar a cabo un ejercicio teórico para ubicarlos como
participantes dentro de un mundo social y culturalmente estructurado,
considerando que están expuestos a discursos y normatividades
institucionales genéricamente diferenciados sobre las formas de actuación. Es
importante dirigir la atención sobre las maneras en que hombres y mujeres
nos construimos y reconstruimos por la influencia de las diversas relaciones
que establecemos. Como agentes sociales podemos renegociar los significados
pasados y futuros al construir el significado de las circunstancias presentes.
Sería conveniente acercarnos al estudio de los varones desde su propio
proceso de construcción como hombres para comprender e interpretar las
múltiples maneras en que se relacionan en el mundo social; sería útil analizar
las particularidades de los varones, reconociendo sus semejanzas y diferencias
en el proceso de construcción social, sus expectativas y oportunidades de vida,
las complejas y diversas relaciones en el proceso de construcción de los
significados que atribuyen a los sucesos vividos desde su condición genérica.
La perspectiva de las relaciones de género sigue siendo importante porque
proporciona elementos para abordar la construcción genérica como parte de
un proceso histórico, social y cultural. Permite explicar la construcción de un
tipo de diferencia entre los seres humanos al cuestionar el carácter universal
de los elementos que supuestamente los han definido en su carácter
inmanente de sujetos femeninos o masculinos (Benhabib, 1992). Hombres y
mujeres nos construimos por medio de la convención y la interacción
humanas; nuestro comportamiento nunca será completamente natural
porque formamos parte de un mundo social, cultural y articulado (Rubin,
1997). En el proceso de construcción genérico se establece un conjunto de
prácticas, ideas, discursos y representaciones sociales que influye en la vida de
las personas. Como advierte Burin (1996), la noción de género no es el único
concepto totalizador, sino que coadyuva el entrecruzamiento con otros
aspectos determinantes de la vida como la historia familiar, las oportunidades
educativas, el estrato socioeconómico y otros.
Considero necesario utilizar el carácter relacional de género como instrumento
de análisis de la problemática específica de los varones para ampliar la
comprensión de las características que nuestra cultura patriarcal va tejiendo
en el proceso de construcción identitaria. Si abordáramos el estudio a partir
de la masculinidad como concepto universal y totalizador, se dificultaría el
análisis de la diversidad de formas de vida, de los significados que los varones
van construyendo y resignificando en los diferentes contextos de práctica
social donde participan, como la familia, la escuela, el trabajo y otros. Connell
(1998) asegura que nos enfrentamos a múltiples prácticas de género que no
únicamente sustentan los individuos, sino también los grupos e instituciones.
Las formas de masculinidad se crean en la interacción social a partir de lo que
los hombres dicen y hacen para “ser hombres” y de los recursos disponibles
en el mundo social del cual forman parte. Incluso incorporando el plural
“masculinidades”, como refieren Minello (1999) y Kaufman (1994) cuando
plantean que existe una masculinidad dominante hegemónica y otras
subordinadas con múltiples formas de resistencia, seguiríamos corriendo el
riesgo de homogenizar, según sostiene Amuchástegui (2001), no sólo entre
grupos, sino dentro de los mismos grupos, oscureciendo la multiplicidad de
significados y prácticas que no se agrupan necesariamente en una identidad
unitaria de género. Tellería (2001) relata que durante el primer taller nacional
organizado en Bolivia sobre masculinidades querían encontrar la respuesta a
¿qué eran las masculinidades?, pues no podían debatir sobre algo que no
sabían qué era, aunque lo vivieran. Para Seidler (2001) resulta difícil nombrar
la experiencia como algo masculino, dado que la masculinidad se caracteriza
por la incapacidad de autonombrarse. Tal concepto encierra múltiples
significados que se van construyendo en términos de relaciones jerárquicas
desde la especificidad del género, y de acuerdo con las diferentes situaciones,
circunstancias, momentos en la trayectoria de vida, y prácticas sociales en las
que participan los varones.
Me vi en la necesidad de incorporar una visión plural que estuviera abierta a
la diversidad con el propósito de analizar e interpretar la condición genérica
como un proceso complejo, diverso y muchas veces contradictorio. Al abordar
el estudio desde una amplia perspectiva puede ubicar a los varones no en
categorías binarias, como buenos o malos, poderosos y o subordinados, sino
más bien dentro de la compleja y variada red de relaciones que establecen en
el mundo social. Norberto Inda (1996) sugiere que conviene abordad la
singularidad de los varones en su cotidianidad, en las diversas maneras de ser
varón, ya que si ser parte de los determinantes culturales de la condición de
privilegio, poco se favorece el cuestionamiento de los lugares asignados.
Otra posibilidad es ubicar a los varones en su condición cultural, como sujetos
y agentes de cultura en interacción constante con el mundo y la actividad. EL
concepto de cultura contradice la idea de la naturaleza humana que dominaba
durante la ilustración, donde se concebía al hombre en su unidad con la
naturaleza humana inmutable, constante e independiente del tiempo, del
lugar y de las circunstancias de los individuos, y se presentaba una visión
uniforme y universal de los “hombres”: pero además eran hombres de una
edad especial, de una raza, de una tradición o condición particulares (Seidler,
2000). El apartarse de la concepción de la naturaleza humana unitaria
implicaría abordar el estudio de los varones con la idea de la diversidad de
costumbres a través de los tiempos y lugares, incorporando procesos múltiples
y en ocasiones divergentes que amplían la diversidad de significados atribuidos
al ser hombre. (Geertz 1992) sostiene que la cultura y la significación son
públicas; en este sentido es podría decir que los significados atribuidos al “ser
hombre” no son algo que de localice dentro de la cabeza de los hombres, pues
han sido históricamente construidos, transmitidos y encarnados en símbolos
públicos; integran acciones, expresiones y objetos significantes mediante los
cuales los varones viven, comunican y comparten con quienes los rodean y con
las siguientes generaciones sus experiencias, concepciones, creencias, valores
y orientaciones como visión del mundo.
La manera en que se llega a ser un tipo particular de hombre es compleja y
diversa; aunque los varones compartan semejanzas genéricas, culturales o
generacionales, sus experiencias y condiciones de vida pueden ser diferentes.
La vida de los hombres está entretejida en la trama de significaciones que van
conformando de acuerdo con el lugar donde residen, las creencias que
sustentan y sus formas de vida. La construcción histórica del género fue
revelada por Simone de Beauvoir (1977) cuando observó que “no se nace
mujer, llega una a serlo”; asimismo es posible afirmar que no es nace hombre,
se llega serlo a partir de los recursos materiales y simbólicos del medio social,
económico, político, étnico, educativo y familiar, y del momento particular de
su trayectoria de vida. La cultura y las formas de vida, o como diría Beauvoir
“del cuerpo vívido, estarían íntimamente relacionadas con los significados
sociales de cada cultura y los contextos en que se encuentren inmersos los
sujetos.
Como principio de inviduación, el cuerpo de los varones se halla sometido a un
proceso de socialización, se forja en las relaciones sociales y por medio de
ellas. Bourdieu (1999: 179) dice que “el cuerpo es una manera de estar en el
mundo, de estar ocupado por el mundo”. En este sentido, el abordar el estudio
de los varones me lleva a percibirlos como agentes situados en el mundo
social. Están expuestos a un proceso de aprendizaje continuo de los
estereotipos de género, muchas veces caracterizados por la agresividad, la
violencia, la autoridad, el ejercicio del poder, la falta de manifestación de
afectos y sentimientos, entre otros atributos. Este proceso de aprendizaje se
inscribe en los cuerpos mediante el lenguaje, las actitudes y las formas de
actuar. Cada grupo social elabora mediante sus propias instituciones ciertas
cosmovisiones sobre lo que “los hombres son o deberían ser”. A partir de su
historia y sus tradiciones nacionales, populares, comunitarias y
generacionales, incorporan ideas, prejuicios, valores, interpretaciones,
normas, deberes y prohibiciones sobre la vida de los hombres. Los varones,
desde temprana edad, aprenden a identificarse con cierta cosmovisión de
género, y así conforman una parte de su construcción identitaria; sin embargo,
también es posible que a lo largo de su vida incorporen algunos cambios en
cuanto a valores, normas y actuaciones como hombres. Desde la psicología
cultural, Baerveldt (1999) plantea que aun cuando la acción humana está
orquestada culturalmente, el significado de las acciones no puede existir en
forma abstracta, está arraigado dentro del mundo, de la experiencia de los
seres humanos encarnados. Observa que las personas actúan en las formas
que a ellas mismas les parecen significativas, El significado se está produciendo
continuamente: no es un producto acabado, sino que forma parte de la
interacción social.
Convendría indagar cuáles son los significados, ventajas y desventajas que los
varones de nivel socioeconómico medio-alto entrevistados atribuyen a ser
hombre, y cuál fue el proceso de aprendizaje de la paternidad al que se
enfrentaron. Es probable que algunos de los significados atribuidos al hecho
de ser hombre y ser padre se hayan trastocado y en ocasiones resignificado a
partir de las relaciones que establecen los propios varones con sus padres,
pero también de las prácticas y actividades en las que participan en su proceso
de aprendizaje como padres, pues en su carácter de agencia pueden
reproducir o transformar la realidad vivida.

Autores explicados por Angel:


1. Benhabib (1992): Crítica a la universalidad de género
- Benhabib critica la noción de que ciertos rasgos o características son
inherentes a un género específico. Cuestiona la universalidad de los
elementos que supuestamente definen a los hombres o mujeres,
argumentando que estas definiciones están fuertemente influenciadas por
factores culturales y sociales. En su enfoque, destaca que las identidades de
género son socialmente construidas y no pueden ser reducidas a una única
esencia o naturaleza.

2. Rubin (1997): Influencia de la cultura en comportamiento


- Rubin destaca que el comportamiento humano y las identidades de género
son productos de la cultura y la sociedad en la que se desenvuelven. Sostiene
que nuestro comportamiento nunca puede considerarse completamente
natural porque está moldeado por las normas y expectativas culturales. Esto
implica que la forma en que los varones se perciben y actúan como hombres
está profundamente influenciada por su entorno social y cultural.

3. Bourdieu (1999): El cuerpo como expresión de la identidad


- Bourdieu enfatiza que el cuerpo es una manifestación de la identidad y que
está moldeado por la cultura y la sociedad. Considera que el cuerpo refleja la
relación de un individuo con el mundo y cómo se ocupa de él. Desde esta
perspectiva, la forma en que los varones presentan y viven su masculinidad a
través de sus cuerpos está ligada a la cultura y las estructuras sociales en las
que están inmersos.

4. Baerveldt (1999): Acción humana en contexto cultural


- Baerveldt resalta que la acción humana está culturalmente orquestada y
que los significados de nuestras acciones están arraigados en nuestra
experiencia dentro de un contexto cultural específico. Subraya que las
personas actúan de maneras que consideran significativas dentro de su
cultura, y estos significados están en constante producción a través de la
interacción social.

5. Seidler (2001): Dificultad de definir la masculinidad


- Seidler plantea la dificultad de definir la experiencia masculina de manera
concreta y cómo la masculinidad se caracteriza por la incapacidad de
autodenominarse fácilmente. Sugiere que la masculinidad es compleja y se
construye en términos de relaciones jerárquicas, influenciada por diversas
situaciones, circunstancias y prácticas sociales en las que participan los
varones.

6. Tellería (2001): Exploración y comprensión de masculinidades


- Tellería aboga por una exploración y comprensión profundas de las
masculinidades en su diversidad. Se opone a simplificaciones que agrupen las
experiencias masculinas en una identidad única de género y promueve un
enfoque abierto para comprender la multiplicidad de significados y prácticas
en la construcción de la masculinidad.

Autores explicados por Martha:


1. Amuchástegui (2001): Multiplicidad de significados y prácticas
- Amuchástegui destaca la diversidad de significados y prácticas en la
construcción de la masculinidad. Advierte contra la simplificación de la
masculinidad en una única identidad de género y aboga por reconocer la
multiplicidad de formas en que los varones experimentan y expresan su
masculinidad en diferentes contextos y circunstancias.

2. Simone de Beauvoir (1977): Construcción de la identidad masculina


- Simone de Beauvoir enfatiza que la masculinidad no es algo innato o
natural; más bien, se construye a lo largo del tiempo a través de la
interacción con la cultura y la sociedad. Su afirmación "no se nace hombre,
llega uno a serlo" subraya que la masculinidad es un proceso que se adquiere
y se aprende a través de la experiencia y la socialización en un contexto
cultural específico.

3. Geertz (1992): Cultura y significados públicos


- Geertz resalta que los significados de género son construcciones culturales
públicas y no entidades privadas. Argumenta que los significados asociados
con ser hombre están arraigados en símbolos y prácticas culturales
compartidas, y que la cultura juega un papel esencial en la conformación de
las concepciones de género y en la forma en que los individuos las viven y
comunican en la sociedad.

4. Minello y Kaufman: (1999, 1994): Diversidad de masculinidades


- Estos autores sostienen que existen múltiples formas de masculinidad,
refutando la idea de una única masculinidad dominante y estándar.
Argumentan que hay diferentes expresiones de masculinidad con diversos
grados de poder y resistencia, y que estas formas coexisten en la sociedad,
mostrando así la complejidad de la identidad masculina.
5. Connell (1987): Jerarquías de género y prácticas sociales
- Raewyn Connell explora cómo las prácticas sociales y las estructuras de
poder influyen en la construcción de la masculinidad. Ella introduce el
concepto de "masculinidades" para describir las distintas formas en que los
hombres pueden expresar y experimentar su género. Argumenta que la
masculinidad no es uniforme y que se forma en interacción con otros y con el
entorno social y cultural.

Resumen:

1. Construcción social de la masculinidad


Los varones construyen su identidad en interacción con la sociedad y cultura.

2. Diversidad de significados y prácticas masculinas


No hay una única forma de ser hombre; la masculinidad varía.

3. Relaciones sociales influyentes en la construcción de género


Las relaciones sociales impactan en cómo los varones construyen su género.

4. Cultura y su papel en la identidad masculina


La cultura influye en cómo se percibe y vive la masculinidad.

5. Aprendizaje y socialización de estereotipos de género


Los hombres aprenden y adoptan roles y expectativas sociales.

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