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CULTURA Y COMUNICACIÓN

historia de
una cultura...
a la que se quiere matar

Carlos Alvarado Narváez


(M ishqui Chullumbu)

QUITO - ECUADOR
Abril de 2010
Historia de una cultura...
a la que quiere m atar

PRIMERA EDICIÓN
Reempresión

© Carlos Alvarado Narváez


(Mishqui Chullum bu)

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Quito - Ecuador
Abril de 2010
¿Quién ES CARLOS
PASCUAL ALVARADO
NARVAEZ?
A través de la historia y de los tiem ­
pos, habitaron el ancho mundo de la
selva amazónica, hom bres defen­
sores de sus propias tierras (raza,
costum bres, tradiciones, leyendas)
y de su cultura como Jumandi, Beto,
Huami y otros.

En el alto Ñapo, siempre existieron


ocultos poetas que entonaban sus
versos y quereres. Al son de una
caja y pingullo cantaban a la natu­
raleza, al espíritu y a las mujeres;
otros simplemente dejaron su constancia y valor de sabios brujos o
curanderos, su habilidad en los tejidos, en las artesanías, etc., en la
literatura oral, en el recuento de la antiguas épocas de la soledad, del
olvidos de los pueblos nativos que se perdieron en la obscuridad del
inclemente tiempo, pero que de generación en generación se ha
venido transmitiendo hasta el presente ciclo.

Es el transcurso de esta era, sobresalen hombres cual sol naciente,


dedicados por entero a mirar el pasado y sentir por la realidad del in­
menso vacío de la cultura escrita de sus antepasados, que comienza
abrir nuevos horizontes en los albores de la crítica situación de ac­
tualización con el objeto de recuperar, mantener, difundir e integrar, la
gran riqueza del acervo cultural de Ñapo.

La semilla del juglar al escritor cantautor, investigador y organizador


del primer conjunto los “Yumbos Chaguamangos” conocido dentro y
fuera de los linderos patrios aquí, este personaje importante alegre y
sencillo, es el señor Carlos Pascual, a uto r central del libro titulado
“UNA CULTURA QUE SE QUIERE MATAR”, texto que contiene las
leyendas, tradiciones, costumbres y dichos del ancestro de nuestros
mayores.
Historia de la comunidad de Rucullacta

Rucullacta es una de las comunidades más antiguas


de la zona, quizás existió antes de las conquista, de los
Incas y de los españoles.

Al igual que Loreto, Ávila, Concepción (Cotaipno)- y


otros, Rucullacta tiene su propia historia. Los legítimos fun­
dadores y dueños de la Amazonia, hemos sido los runas
(hombres), a quienes, poco a poco nos han ido desplazando
de nuestra Mama Llacta (Madre Tierra) a través de la
matanza que en tiempos del Inca Atahualpa y durante la
conquista española se practicó en contra de nuestros an­
tepasados.

Los mayores nos cuentan que nuestra comunidad tiene


tres nombres que son testimonio de la existencia viva de
nuestro pueblo: Palingui, Sigru Siqui yAchi Runa.

Palingui, nombre con el cual le conocían nuestros


mayores, quiere decir, “arrancarás la rama”. También se
denomina Palingui al acto de petición de mano de la novia.
Se decía: “lita palingahuan riunchi”, vamos a cortar la rama
de lita, es decir, “vamos a quitar o arrancar una hija de otra
familia.

Palingui - cortarás la rama


Palingahua - cortemos la rama
Palingri - vaya a cortar la rama

Esta población estaba bajo el mando de Guinaru, Atallva


Chaqui (patas de gallina), quien enfrentó a los guerreros
comandados por Rumiñahui, que por orden del Inca

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Atahualpa, vino a entrenar su ejército en la región de
Sumaco, en donde se enfrentó con Atallva Chaqui, hubo
una gran batalla, murieron cientos de nuestros mayores,
muchos cadáveres quedaron botados uno sobre otro. Los
sobrevivientes abandonaron ese lugar para levantar una
nueva población.

Sigru Siqui, a raíz de la conquista Incaica se levantó un


nueva población con el nombre de sigru siqui, pero ésta
duró muy poco tiempo, ya que los españoles en el afán de
enriquecerse, buscaron la forma de conquistar el “país de
la canela”, entonces se enfrentaron con nuestros mayores,
persiguiéndolos, esclavizándolos y matándolos.

Según cuentan nuestros abuelos, Sigru Siqui, quiere


decir: “asiento de Cedro” porque en ese lugar existía un
inmenso árbol de cedro, en donde se realizaban ceremo­
nias y ritos especiales, como la Danza Guerrera, los cam­
bios de jefes, la fermentación de chicha, etc. A aquel lugar
lo llamaban Sigru Siqui.

Los habitantes de Sigru Siqui tuvieron la misma suerte


que los de Palingui, pues fueron invadidos por los es­
pañoles, perseguidos y muertos sin compasión, convir­
tiendo a la población en cementerio.

Los habitantes de Sigru Siqui corrieron la misma suerte


que los de Palingui. Al igual que en anteriores ocasiones
tuvieron que abandonar el lugar, pero esta vez escogieron
un sitio en donde habitaba el Achi-Rucu (Shaman o brujo)
temible y poderoso. Achi-rucu quiere decir: “anciano,
abuelo o viejo”. En aquel entonces, llegaron los misioneros
Jesuítas, con el pretexto de cristianizar a los salvajes, los

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encomenderos, las autoridades. Todos llegaron en busca
de la riqueza.

Los españoles denominaron a nuestras tierras Achi-


Runa “Archidona”. Esto sucedió en lo que hoy es Rucullacta,
lugar en el cual nuestros mayores soportaron todo tipo de
persecución de los invasores.

En Achi-Runa o Archidona, fue fundada la ciudad de


Archidona, otros dicen que fue poblada en el sector de las
cavernas, otros en Sigru Siqui y, hay quienes manifiestan
que estuvo por los potreros de la hacienda de don Aurelio
Espinosa.

Lo más importante es resaltar el espíritu de lucha de


nuestros antepasados y la existencia de nuestros propios
héroes.

Quizá, el primero en América Latina fue Pasu rucu (su


apodo) conocido como Jumandi, ya que antiguamente se
utilizaba y se conocía a la gente nativa más por los apodos
o sobre-nombres. Luego de la rebelión llamada “de los y
el Cantón Archidona. Desde entonces lleva el nombre de
Rucullacta, que quiere decir Pueblo Viejo.

Actualm ente en ese lugar se encuentra ubicada la


Cooperativa “San Pedro de Rucullacta” , antigua Archi­
dona, que acoge en su seno alrededor de 8.000 indígenas
que gracias a la unión y al trabajo decidido de sus miem­
bros ha logrado sobrevivir y mantenerse como ejemplo de
lucha y trabajo.

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Historia de “Yahuar Urcu”

In form ante: Francisco Shiguango y Teresa Catalina


Narváez

Este trabajo lo dedico al pueblo Quichua de Ñapo, en


especial a la Comunidad de “Yahuar Urcu” que forma parte
de la Cooperativa de Producción Agropecuaria “San Pedro
de Rucullacta” .

Siempre ha estado en mi mente la idea de conocer el


por qué se denomina Yahuar Urcu. Tuve la suerte de en­
contrar a los conocedores de la historia y las tradiciones:
Francisco Shiguango (Yanamaqui), Francisco Shiguango
(Pala Cushillu) y mi finada madre.

-Achi, Francisco Shiguango (Pala Cushillu) Cuéntame


algo de Yahuar Urcu y ¿por qué tiene ese nombre?

- Mira hijito (churi) Carlos. Cuando yo era niño esa


misma pregunta le hice a mi finado papá, él me contó
sobre el monte que hoy llamamos Yahuar Urcu. ¿No tra­
jiste tabaco del pueblo?

- No, no... no sabía que tú estabas aquí, porque no


paras, a tu edad, caminas de un lugar a otro como un
joven.

- Ja,ja, aún no siento cansancio ni dolor .En estos


últimos tiempos me duelen las piernas y la cintura pero no
hago caso ... Carlos ¿ quieres fumar tabaco de mazo? Tu
mismo puedes desmenuzar y envolver.

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- Bueno Achi Francisco.

Mientras fumamos, él comenzó a contar:

El nombre Yahuar Urco significa monte de sangre. En


esa elevación vivían nuestros rucu-yayas (bisabuelos) hui­
dos de los invasores.

- ¿Cuantos metros de altura tendrá la elevación hasta


la pampa?

- No se de eso, pero calculo a unos doscientos o


trescientos m etros.

Pero ¿Qué pasó en ese monte?

- Espere... Ya mismo en monte te voy a contar hijito.


Los blancos -españoles empezaron a buscar de nuestras
mujeres, m altratar a los hombres, les tenían com o ani­
males, haciéndoles trabajar días y noches enteros .A los
que no obedecían los mandados les mataban sin com­
pasión.

Según mi papá (Huachí), cuando se anunciaba la lle­


gaba de los españoles no debían salir a ninguna parte, de
lo contrario eran muertos con armas de fuego, les
perseguían con los perros a donde quiera que sea. Es por
esto que un grupo de la familia Shiguango, compuesta de
80 personas huyeron a media noche, sin dejar huellas,
hacia las verdes alturas del volcán Sumaco. Hombres, mu­
jeres y niños caminaron 4 a 6 días en forma continua
.Acordaron encontrarse en cierto lugar, las pisadas o
huellas las iban barrando con hojas secas y ramas .Cada

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persona tenía que llevar semillas de los productos de la
zona como yuca, plátano y chonta, especialmente la
chicha para el camino.

Fue fácil organizar la huida, ya que los encomendaros


españoles, los patrones ya misioneros enviaban de vez
en cuando, en cuando, a este grupo de la fam ilia
Shíguango a lavar oro en el río Verde Yacu que es el río
que más oro tiene. Para el grupo esa era la oportunidad
de huir hacia el Sumacu, pero había que hace descuidar a
los servidores .Ellos eran los encargados de recibir objetos
de valor y enviar a sus patrones .Estaban armados con
escopetas y municiones.

Llegó la noticia de la huida a los servidores de los es­


pañoles. Al huir esto fueron de prisa a capturarlos. Nuestros
mayores tomaron prisioneros a los servidores y los
mataron. Y asi pudieron escapar y llegaron a I volcán
Sumacu. Allí hicieron sus chozas y pasaron largos años
sin que nadie interfieran su vida .Nuestros mayores
vivieron allí unos 15 a 20 años.

Las autoridades, patrones, y m isioneros se reunieron


para planificar la persecución y castigar a los sospechosos
que sabias de la gran huida y no dieron aviso.

La huida del Grupo de los Shiguango provocó la ira


de los invasores de los españoles quienes llamaron a los
caciques o jefes de los otros grupos para concentrarles
en una plaza y castigarlos.

Se reunieron hombre, mujeres, niños y ancianos, etc.


Los españoles dieron muerte a cientos de nuestros mayores
y los arrojaron a los ríos.

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Ellos pagaron con su vida, por los hermanos que no
se dejaron dominar.

Pasaron largos años de esclavitud. Cada vez seguía


aumentando más conquistadores españoles .Ellos llegaron
a conocer que en la región de Sumacu vivían un grupo de
nativos. Se organizaron entre los soldados españoles y
criollos y se lanzaron a conquistar la zona.

Armados y equipados hasta los dientes salieron hacia


las faldas del volcán Sumacu. Luego de varios días de
cam ino encontraron señales déla existencia de un grupo
humano.

Nuestros mayores no eran tontos como dejarse con­


quistar por segunda vez. En esta ocasión de antemano
tenía preparadas las trampas para cazar a los soldados
españoles. Estas trampas consistían en enormes troncos
puestos encima de la cumbre para allí hacer rodar los
cuerpos de sus perseguidores.

Esa mañana, uno de los Shiguango salió como de


costumbre ala casería y fue sorprendido por los conquis­
tadores. Su cuerpo fue cernido a puro balazos y el eco de
las armas llegó a oídos de nuestros hermanos. Esa noche
nuestros mayores soñaron los que iban a pasar.

El grupo se preparó y se alisto para la defensa; la ele­


vación tiene una sola subida hacia la cumbre. Esto favore­
ció para colocar troncos, uno tras otro como decenas de
gruesos maderos que, al momento de la batalla, les
soltaron hacia abajo. Los troncos pasaban planchando al
ejército del barbudo español. Se enfrentaron día entero y

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una noche. Los soldados se quedaron sin municiones y
otros trataron de regresar. Allí los remataron con lanzas,
hachas de piedra, macanas, palos, etc. A I ver que todos
los soldados estaban sin vida, con sus cuerpos destroza­
dos subieron hacia sus casas, observando que la ele­
vación estaba bañada de sangre por todos los lados
desde entonces fue bautizado con el nombre “Yahuar
Urco”, que quieres decir monte de sangre.

- Achi Francisco ¿Quién dio la idea para que la co­


munidad sea nombrada como Yahuar Urcu?

- Quién más va hacer... Cuando organizam os la


Cooperativa San Pedro de Rucullacta asistim os a una
Asamblea General. Allí escuché que cada subcentro debe
tener nombre de su origen. Para mi basto esa palabra y
como nosotros somos de ese se cto r, en la primera sesión
acordamos poner ese nombre desde entonces somos y
pertenecemos Comunidad Yahuar Urcu.

En la actualidad la comunidad se encuentra ubicada


a unos 2 mil metros de la vía Archidona - Baeza, al margen
derecho, a 200 metros de la carretera. La mayoría de sus
habitantes pertenecen a la familia Shiguango.

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Somos descendientes de yacu mujas huarmi

Inform ante: Teresa Catalina Narváez Mamallacta

Luego de la creación del mundo, la humanidad se


multiplicó, pero recibía muchos castigos enviados por
nuestro Yaya Dios. Nuestros mayores eran tan listos e in­
teligentes que conocían cómo y cuándo llegaban los cas­
tigos, especialmente en los animales. Los guatusos
entraban al interior de la casa y otros quedaban en las
cercanías ofreciendo su carne antes de ver el diluvio
(Izhu).

Mucha gente sin darse cuenta ni sospechar nada,


mataba a diferentes animales, pero al ponerlos en la olla
no se cocían, permanecía sangrantes y en m ovimiento
dentro de la olla. Esto significaba la llegada del Izhu, podía
ser diluvio o fuego. También conocían en las plantas, por
ejemplo el llunchij que era un árbol que nunca florecía y
sin embargo, inexplicablemente se cargaba de flores. En
otros casos, la leña tampoco ardía con el fuego, sola­
mente la leña de la palma denominada pichichij yura (helé­
cho) podía producir el fuego.

Estas señales anunciaban la llegada del Izhu: “tapia


(mal agüero), cuz tapiami, mana pacha tapianmi, zau,
tapiallárami", etc. No se podía saber exactamente qué
clase de castigo venía en el futuro, ni el tiempo de duración
de clase de castigo venía en el futuro, ni el tiempo de du­
ración de este juicio divino, pero los animalitos de la selva
daban el aviso, la gente que com prendía comenzaba a
prepararse. El castigo era terrible, jamás visto hasta en­
tonces hacia padecer y purgar por varios meses. Morían y
revivían con el poder del Iñachij Yaya Dios.

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Entonces, el mundo entero se reveló contra el Iñachij
Yaya, comenzaron a hablar mal de él. Porque no soporta­
ban el castigo, pues éste envió un fuerte diluvio que duró
tres meses, solamente se salvó una familia compuesta por
un anciano, dos mujeres y un joven.

Luego de varios años se descubrió algo muy impor­


tante para la humanidad , en un río grande existían seres
vivientes denominados Yacu mujas, que también se
conoce como sirenas , al ver a esos seres , el joven decidió
abstenerse de alimentos durante tres años , ( sin com er
ají, sal), hasta que un día llegó a un remolino del río
llluyacu ( hoy hollín ), se subió por un á rb o l, desde donde
vigilaba y observaba todos los movimientos de la mujer de
la laguna yacu huarmi, lo curioso es que ella llevaba siem ­
pre a dos bebés y les dejaban en la playa mientras se zam ­
bullía en el remolino.

Al cumplir los tres años de ayuno, se acercó a dicho


remolino, pues el joven sabio exactamente cuando entraba
y salía la mujer de aquel río; aprovechando de aquello, el
hombre raptó a las tiernas criaturas, las llevó a su casa y
las entregó a una de sus hermanas para que las criara.

Ella las recibió como una madre. Luego de unos


meses, los senos de la hermana comenzaron a partirse de
los shicshis (comezón), todo el cuerpo comenzó a lasti­
marse, no pudo contener la enfermedad y murió.
Quedaron entonces en manos de la otra hermana. Ella
ayunó, es decir no comió ají ni sal. Las criaturas com en­
zaron a comer normalmente, crecieron rápidamente. Eran
dos mujercitas hermosas, a una le pusieron Manila Iñacu
y a la otra Sacinda Iñacu. Eran muy alegres cushis, traba-

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jadoras, madrugadoras, chicheras, aza mamas, chagra
mamas y resistentes y fuertes.

El joven tomó por mujer a una de ellas ya procrearon


muchos hijos. Nuevamente se multiplicaron nuestros ru-
cuchus (nueva generación) y hasta estos días estamos
viviendo. Nosotros somos descendientes de yacu mujas
huarmi por traición, decidían nuestros mayores, por eso
som os yacu runas, somos de la selva, somos shinchi
runas. Amamos a nuestra tierra, ríos y montes. Cuando pe­
leamos con los blancos huiraccha, resistimos. Ellos pegan
duro y preciso, pero enseguida se cansan pues son como
macla ayaspa (débiles).

Gracias Mamá Teresa, por este aporte más para la


nueva generación que Dios le bendiga.

¡Hijo! ... Carlos rucuchu... espere que aún falta de


cantarle. Verá m ijo... Al ver estos castigos divinos, la
mamá María Virgen le ruega a sus churi Jesús y por medio
de él pide al Iñachij Yaya Dios, que no siga castigando a
la humanidad. Así lo ha hecho, es por eso que Jesús murió
en la cruz por salvar al mundo.

Desde entonces ya no se ha visto este castigo devino


como antes con nuestros mayores, Achi - rucus.

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Nuestras costumbres

Como era costumbres, nuestros mayores se levanta­


ban a eso de las tres de la mañana. Cada familia
preparaba de antemano sus respectivos trabajos al
amanecer. Los hombres se dedicaban a tejer los canastos
de diferentes modelos, las redes para la pesca, ser-
vatanas, flechas, balistas, el ceibo, la brea y el veneno
(anvi) que utilizaban para servían guayusa y chicha fer­
mentada.

Las huarmis se dedicaban a tejer las shigras, huishin-


gas, hislaguan, hamacas preparadas con fibras de pita o
de chambira; elaboraban velas con cera de miel abeja y
de copal (leche de árbol). También elaboraron ollas, vasi­
jas, mangas, es decir, cerámica de la zona.

Cuando revisaban los trabajos realizados por la familia


durante la semana y, si veían que uno de sus hijos no
habían cumplido con tal o cual mandato, lo castigaban, de
diferentes formas: Al desobediente, respondón, vago men­
tiroso le hacia despertar a las cinco de la mañana. Tenían
preparado de quince a veinticinco pepas de ajíes, unos
cantos manojos de hortigas (puca chini, chunda chini,
canelos chini, puma chini) y una piedra que servía de
asiento para el castigado. El encargado de realizar tal cas­
tigo era una persona mayor de la familia o algún visitante,
éste comparaba la vida del castigado con la de los an­
cianos y decía que debía vivir y ser fuertes como ellos.

Sorprendentemente les cerraban las puertas para que


no puedan escapar de loas castigadores. Les tomaban de
los brazos y les hacían sentar encima de una piedra,

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Los azotes y barbasco

Informante: Teresa Catalina Narváez Mamallacta

Se acomodó en una cama de caña guaduá, tendida


sobre un colchón de esponja y luego de beber su cotidiana
guayusa, comenzó a narrar.

Hace mucho tiempo atrás , cuando yo era niña mis fi­


nados padres ... ( s e entristece a! recordar) me contaban
muchas cosas ... ( llora al recordar tiempos pasados ) ...
digo , me contaban que , un día mi abuelito Lorenzo
Narváez nombrado como Guynaru ( El gran Jefe de Archi-
dona en tiempos de los Padres Jesuítas ) todos lo respeta­
ban por ser valiente, con fuerte voz , sin temor de nadie ,
prestó servicios a los encomenderos , a los misioneros , a
los jefes ,a los patrones, a las autoridades , etc.

Como este era obediente y capaz de todo abuzaron


de su confianza. Todo el mundo comenzó a echar la mano
y tratar de pescarle, es decir, clavaron los ojos hacia el
nuevo jefe, para así por medio del él lograr conseguir más
indios y más riquezas, como es fácil de entender no pudo
servir a todos y satisfacer las ambiciones de enriquecer a
unos pocos encomenderos y autoridades. Recibió muchos
castigos tanto de los misioneros como de las autoridades
y patrones. Aún más, los castigos eran para los indios
sirvientes, con trato peor que aun animal, les Mandaban a
levantar oro en el río Ñapo , Verde Yacu, Aguarico y otros
lugares , así como también sacar fibras de pitas , algodón
, ceras de abejas , etc.

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Sobre esto Mama Teresa opina que por un lado
hicieron bien los misioneros, pues nos cristianizaron, pero
por otro, aprovecharon de nuestras riquezas.

Mi abuelo Manga chaqui (Lorenzo Narváez) cumplía


con todos los mandatos. Siempre viajaba a Quito (antigua­
mente como España por nuestros mayores) con distintas
comisiones y regresaba tranquilamente como ningún otro
hombre. Las mujeres tenían por costumbres acompañar
hasta la altura de los huacamayos, como también iban al
encuentro llevándolos comida y bebida. No debían faltar a
las mingas ni a los ritos (catecismo). Los atrasos y faltas
eran castigados con dos azotes. Todo era controlado por
las autoridades, misioneros y patrones. Cada una de ellos
llevaba una lista de asistencia. Es por esto que las mujeres
se colocaban las cortezas de las palmas o de árboles en la
parte de la nalga a fin de que los azotes no les lastimaran.

Una vez, cuando mi abuelito (M angachaqui) había


viajado a Quito (España), también mi abuelita le había
acompañado hasta la elevación de los Huacamayos. De
allí se regresó con su tierno hijo, y como había faltado 2
días le castigaron con cuatro azotes. Ella trato de justificar,
pero los misioneros falsamente le acusaron de mentirosa.

Al regreso del marido, la m ujer no había ido al en­


cuentro ni tampoco estaba en la casa. Con hambre busco
algo de comer y encontró en la olla de barro pedazos de
carne del monte mezclados con ajíes. La carne no era de
animal sino de serpiente (berrugosa). Se acostó en la
cama fumando un cigarrillo, entró la mujer y miro con sor­
presa a u marido y le dijo:

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-¿Y ya estás aquí tan pronto? Mangachaqui no con­
testó ni una sola palabra, pero se fijo en el rostro de la
mujer. Ella tenía los ojos llorosos y tristes. Él se levantó y
preguntó:

-¿Qué pasó en el pueblo? ¿Qué te hicieron?

Ella contestó: - Desde su viaje a España no fui a la


minga, ni a los rotos, ya que tenia que lim piar la chacra,
preparar la chicha y comida apara su encuentro. Trate de
justificar mi ausencia, pero no entendieron por nada y me
azotaron como a un animal recibí com o unos 30 azotes.

El marido le reclamó diciendo que porque no espero


hasta que llegue, - como tonta te has ido sola, sabiendo
os castigos que nos aplican.

¿Qué tienes en la olla? ¿Parece carne de culebra?


Casi me como pensando que era pescado. Ella agachando
la cabeza dijo: Sí, la recogí en la trampa. No habiendo que
com er la prepare para saborear con ají. Entonces el
marido le dio una bofetada en la mejilla una tras otra. Ella
contestó gracias Lorenzo.

Luego, la mujer tomó dos yacu puru o envases para


recoger agua y salió fuera de la casa rumbo al río. Lorenzo
nuevamente se acostó en la cama de caña. Luego de un
buen tiempo en medio de la oscuridad de la noche se oye
llegara una persona. Esta no entró al interior de la casa...
Que será dijo el Lorenzo. Paso unos ratos más cuando oyó
llegar la segunda persona que con una voz fuerte lo llamó
clam ando ¡Lorenzo, Lorenzo, ahora pégueme pronto!
estoy aquí para que me desbarates de una vez como un
animal al menos por ultima vez.

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Lorenzo se levantó y dijo: - Se percibe el olor a bar-
basco, ¿Qué te pasa mujer?

- Yo, no te he pegado tanto, como te atreves hacer


esas cosas que llevan a la muerte.

Ella contestó: - No puedo soportar estos castigos


crueles. Encima tú también me has maltratado. Cuando
llegaba muchos castigos y dolor del cuerpo. Por todas
estas cosas me envenene con barbasco. Poco a poco iba
perdiendo la voz y cayó al suelo. En ese instante se pre­
sentó el demonio para apoderarse de ella. Lorenzo vio a
un hombre vestido de sotana negra como los misioneros
o como un sacerdotes, ojos amarridos, cabellos cafecesy
trenzados, piel rojiza, dedos alargados, cuerpo velludos,
orejas parecidas a las de buey, dientes anormales, boca
ancha, nariz torcida.

Es por esto, - dicen la Mamá Teresa - mi finado papá


Ignacio decía que yo tengo a mi mamá en el infierno
(Abuelita para la Mama Teresa).

Esa misma noche se reunieron lo vecinos y parientes


más cercanos de la casa. Apenas salieron los primeros
rayos del sol. La enteraron.

Luego, los vecinos y parientes sacaron bejucos del


mismo barbasco para azotar a sus mujeres, aconseján­
dolas que no se repita esto.

Mangachaqui fue llevado presi por algunos años. Los


misioneros se lavaron las manos. Nadie se preocupo del
asunto.

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miliares. Contó todo lo sucedido mientras estuvo fuera de
casa, resaltándolos consejos que le diera el espíritu.

-Gracias Ñuca mama Teresa.

Este cuento lo vamos a mantener y valorizar nosotros.

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Cucama Runa en laguna de Papallacta

Informante: Teresa Catalina Narváez Mamallacta

Con los ruidos de la candela y de la olla en donde


hervía la guayusa, me desperté. Al acercarme al fogón,
colocado sobre tres piedras angulares (tulipa rumi), vi que
mi madre buscaba las tazas (pilches) para enfriar la
guayusa.

Cuando ella estaba junto al fogón, la noté cansada,


pero para contar leyendas, historias, creencias, era la
primera en Archidona. Así, me em pezó a contar sobre el
Cucama Runa y dijo:

En una ocasión, en un pueblo Cucama, se celebraba


una boda de matrimonio. Com ían carne de monte,
pescado, bebida, chicha fermentada y vinillo. Entre los in­
vitados se encontraba un hombre que había ayunado du­
rante 3 años, bebiendo únicamente amarun ají.

Este hombre quería salvar a su gente, ya que en esa


época había muchos animales feroces y dañinos, tanto en
la selva como en los ríos. El quería castigar y luchar contra
las boas dañinas que comían am ucha gente y viraban las
canoas de quienes cruzaban por el río. Se enrollaba en la
popa de la canoa, hacía hundir en las aguas caudalosas,
se enrollaba al cuerpo de la persona para destrozar los
huesos y tragarlos.

Al ver el clamor de la gente, el hombre dijo a su mujer


y a su familia que no lo dieran de comer ají, sal ni cosas
calientes, ni bebidas fermentadas, ni tampoco dorm ir con
la mujer, todo esto por el lapso de 3 años.

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El hombre cumplió con la promesa, bebía medicinas
naturales para transformarse en boa y así pelear y luchar
contra ellas. Faltaba pocos días para iniciar su prueba de
transformación en serpiente y lo invitaron a una boda de
uno de sus parientes. Llevó como de costumbre un tam ­
boril y una cuchilla (mercano). A insistencia de los parientes
tom ó chicha fermentada y no tardó en emborracharse.
Nadie podía controlarlo, la mujer se hizo presente para
controlar el escándalo, pero éste sacó el cuchillo y lo clavó
a su mujer sin compasión. Se suspendió la fiesta de la
boda para dar paso al velorio.

El hombre al recuperarse del estado en que se encon­


traba, lloró amargamente. No podía contener la tristeza y
angustia. Los parientes y familiares dieron aviso a la justi­
cia de Quito, no tardaron en llegar tres carabineros y
tomarle prisionero, atándole los brazos con cadenas y lo
llevaron a Quito. Caminaron por varios días. Llegaron a
Papallacta, sintieron cansancio y hambre y uno de los
carabineros pidió descansar un rato y tomar el agua de la
laguna. Los tres gendarmes se sentaron al contorno de
aquel hombre “Cucama” y empezaron a burlarse, mientras
le maltrataban con golpes de mano y patadas.

El hombre “Cucama” entre lloriqueos pidió que lo de­


jaran ir a bañarse en la laguna para calmar su dolor. Los
gendarmes lo empujaron haciéndole rodar a la laguna, en
este instante nuestro amigo “Cucama” aprovechó para
transformarse en una gigantesca boa y demostrar su
poderío sobrenatural.

Los carabineros quedaron sorprendidos y abismados.


Mientras tanto la laguna comenzó a mecerse corno una

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hamaca de un lado a otro. Los tres policías emprendieron
el camino y llegaron a Quito. Allí contaron todo lo sucedido
pero nadie les creyó, por lo que los tres carabineros fueron
a parar en la cárcel.

¿Qué pasó en la laguna de Papallacta? En esa laguna


había otra boa de fuego enrollada en la profundidad de la
laguna. Estaba m etida en un hueco que no permitía la
salida del agua. Entonces hubo una pelea entre “Cucama
Runa” y candela o fuego. Según el “Cucama” , la batalla
duró una noche entera. El se sintió rendido y vencido, pero
reaccionó nuevamente para seguir peleando. Entre
sacudón y furia, la boa de candela que también estuvo
agónica, dejó un buen espacio de ese hueco, por lo que
“Cucam a” aprovechó esta oportunidad para meter la
cabeza y poco apoco ir venciendo la fuerza de la gigan­
tesca boa de la candela, que luego pasó al otro lado de la
laguna, es decir al río Papallacta. Allí quedó un buen
tiempo para recuperar su fuerza.

Posteriormente em prendió el viaje por los ríos hacia


Quijos, Coca, Ñapo y llegó a su casa, donde se convirtió
en ser humano.

En la comarca, ya se había olvidado todo lo aconte­


cido y habían reiniciado la fiesta de la boda que se había
suspendido a causa del asesinato de esa noche. El dueño
de la boda tomó la palabra y dijo que “Cucam a” era un
buen hombre, nada malo había demostrado durante su
vida. Sólo esa noche pasó la desgracia y ahora estará pa­
gando su condena en Chonta Corral-terminó diciendo.

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El padrino de la boda intervino y dijo:

-“Cucama” era mi concuñado, pero con desgracia


ocurrida, queda una experiencia más en nuestra com u­
nidad. Pero dejemos a un lado esto y alegremos a los
novios. A continuación los músicos (virsiarus) comenzaron
a entonar melodías. Entre comidas y bebidas transcurrió
el tiem po y sobrevino la noche. Los invitados y familiares
de lo novios, con sus respectivos tam boriles salieron al
centro del baile.

Pero nadie tomó en cuenta que “Cucama” estaba en


la boda. El con su tamboril muy bien afinado, le hacía vi­
brar y producía el m ejor sonido. Se despertó la gente, las
mujeres comenzaron a rodearlo haciendo un círculo, con
ollas de chicha. Los hombres sintieron celos de aquel hom­
bre extraño. Desconocieron al “Cucama Runa” porque
apareció quemado partes del cuerpo: la cara, golpeado,
maltratado, hinchado, etc.

Uno de los hombres invitados le amenazó y le desafió


a la pelea. El “Cucama” pidió la palabra y dijo:

“Yo soy el que soy, nadie podrá amenazar sin antes


conocerme bien. Yo podría pelear una noche entera pero
dentro de una laguna o en el río.

Entonces la m adrina de los novios se levantó y se


acercó a aquel hombre y lo identificó. Exclamó diciendo
¿no es éste el hombre “Cucama Runa” que lo llevaron
preso a la cárcel?

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Nuevamente “Cucama Runa” tomó la palabra y contó
todo lo que había hecho, e inclusive indicó las hullas o
partes del cuerpo que estaban quemadas por la boa de
fuego. Además contó que en la laguna de Papallacta existía
la boa de candela. Y si no salía esta boa gigante de can­
dela, la laguna podría terminar secándose hasta quedar en
desierto. Ustedes notarán -d ijo - que esa zona, especial­
mente la tierra, la roca y las piedras se encuentran que­
madas. Esto indica que allí está la boa de candela con
quien vengo peleando una noche entera para finalmente
vencerla. Ahora estoy aquí para ayudarles y castigar a otras
boas que acaban con nuestra gente, terminó diciendo.

La gente de esa comarca se alegró y festejó el retorno


de “Cucama Runa”.

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Avila Puma

En la zona de Avila, existían muchos tigres que de­


voraban a la gente, en especial a los niños que transitaban
de una cas a otra. El caso era alarmante en toda la zona,
pero siempre había alguien que defendía de los animales
feroces, para salvar a su pueblo.

Cierta ocasión se presentó un hombre anciano y


fuerte ante el pueblo y dijo: “tengo venganza contra los
animales feroces de la selva, especialmente con los tigres
que están acabando con nuestra gente y por lo tanto me
comprometo a ayunar durante tres años. Tomaré única­
mente la bebida alucinógena llamada pumayu pumayuyu.
No aceptaré ningún alimento elaborado por otras per­
sonas, sino solo lo hecho con mis propias manos.

Cumplidos los tres años de ayuno, comenzó las prác­


ticas en el lugar escogido. Luego empezó a caminar por el
monte adentro y se topó con un tigre al que lo enfrentó con
gran furia y venganza (ambos se dieron rasguños y
mordiscones durante todo el día). El vencedor fue Avila
Runa o Avila Puma.

De esta manera iba acabando con los tigres asesinos,


pero también com enzó a atacar a su misma gente. No
respetaba a su pueblo ni a su familia. Cuando sentía ham­
bre devoraba a la primera persona que se presentaba a su
alrededor.

Avila Puma tenía un hijo al que lo quería mucho. Este


siempre esperaba a su padre y salía a su encuentro. Cierta
ocasión observó que llegaba transformado en un gigan-

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Origen de Sol

A la orilla de una quebrada, junto a un riachuelo, vivía


una pareja de casados. La m ujer tenía más o m enos
ochenta años de edad y nunca pudo tener hijos.

Un día acordaron con su esposo hacer una oración pi­


diendo al Iñachic Yaya Dios que les diera el hijo que nunca
pudieron tener. Llegada la media noche, oraron pronun­
ciando lo siguiente:

“Ñuca charishca, can charishca” (lo que yo tengo, lo


que tú tienes), repitiendo varias veces.

Luego, apareció un ángel de Iñachic Yaya Dios y dijo:

“Estas palabras no fueron tan agradables para nuestro


padre, sin embargo tendrán un hijo a la vista del mundo en­
tero. No teman de él” y se alejó con una luz resplandeciente.

Ál cabo de los nueve meses, la anciana dio a luz una


criatura que no parecía hum ana, un fenóm eno sobre
natural. No tenía cabeza, brazos, ni piernas. Los padres
se sorprendieron al verlo. Cogieron al pequeño y en­
volviéndolo en pañales lo botaron en una quebrada pan­
tanosa y cubierta por la espesura del monte.

Transcurrido un mes del acontecim iento, la pareja


comenzó a rozar el monte para regar maíz a lo largo y
ancho del riachuelo. Botaron los árboles en la quebrada.
Cuando de repente observaron que se formaba una in­
mensa laguna.

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Luego de algunos meses, en la laguna se comenzó a
escuchar por las noches ruidos como de alguien que es­
tuviera boyándose.

Transcurrido el tiempo, en una lluviosa noche de luna,


una inmensa boa surcaba hacia la casa, entre voces y rui­
dos decía: “Papá mamá, soy su hijo que un día me echaron
a la quebrada. Recíbanme como una criatura del mundo y
no tengan miedo que soy hijo de vuestras entrañas. Al oír
estas palabras salieron de la casa y vieron a la boa de
veinte metros de largo y gruesa como un árbol de morete.
Se quedaron sorprendidos un buen rato. Se com­
padecieron con aquel monstruo que era el hijo que un día
botaron a la quebrada. La boa expresó: prepárenme un
cuarto para mí reposo y pongan siete candados con llave.

La casa era chonta, pared de caña guaduá. Sus


padres hicieron tal como había pedido. Lo subieron al
cuarto ya preparado, pero del peso ya se hundía el piso
de chonta. Allí lo acomodaron por varias semanas. Una
mañana llamó a su padre le dijo:

“Papá, quiero que te vayas a la casa del rey y diles


que quiero contraer matrimonio con la princesa menor. Ella
debe traer una esperma, un fósforo, una toalla, una
lavacara, aguja con hilo y el mejor vestido que tenga.
Además no debe tener temor de nadie” .

Con estas indicaciones, el padre se marchó hacia el


pueblo y se presentó ante el rey. Le explicó el motivo de
su visita. El rey no quiso saber nada, puesto que no lo
conocía.

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Retornó a su casa y le contó lo sucedido. Luego de
tres días, nuevamente llamó a su padre y lo reiteró lo antes
mencionado, añadiendo que si esta vez no enviaba a la
princesa, él mismo se encargará de visitarlos, destruir el
templo y devorar a su pueblo. El padre acudió una vez más
ante el rey, dio el mensaje de su hijo. El rey escuchó con
atención, llamó a su hija y lo envió para que investigaran
lo que estaba sucediendo, y él mandaría un batallón de
ejército.

La princesa, cumpliendo el orden del rey viajó al lugar.


Llegó al oscurecer el día. Se quedó sorprendida al ver que
había sido llamada por un boa. No se sintió nerviosa, más
bien quería abrir los candados y observarle de cerca. Ante
este intento desde el interior del cuarto se escuchó una
voz tenue que decía: “Princesa, no tengas miedo, prepara
tus cosas que a media noche estaré ante ti, no temas
mujer”.

Como la noche sobrevino, se quedó a descansar en


otra habitación que ya estaba preparada con adornos tradi­
cionales. Esa noche le sorprendió la presencia de un joven
muy sim pático, de media estatura, opulento, de ojos
azules, rubio, vestía temo nupcial. Ante esta situación la
princesa pronunció:

“Hombre de los hombres, varón de los varones. Tú


serás mi amado esposo”. El hombre manifestó: “He venido
al mundo para salvar de la oscuridad a la humanidad en­
tera. Seré feliz con tu compañía. “La princesa tenía en sus
manos un esperma prendida y un toalla. Derramaba lágri­
mas de emoción. El joven se acostó boca arriba y la
princesa con la esperma en la mano subió encima del hom-

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bre y al momento del beso cayeron tres gotas de esperma
en el ojo izquierdo del joven, esas gotas significaban la
traición ante el rey. Esto hizo que el joven quedara ciego.

Ante este hecho, el hombre llamó a sus padres para


darles el último adiós. Ante esas emociones y tristezas no
se dieron cuenta de que el alba del día ya se acercaba. El
joven salió a gran distancia de la casa, cuando se vio llegar
a miles de pájaros (mirlos) y en medio de mucha tristeza y
llanto, el joven subió al cielo y de allí nos está viendo con
un solo ojo. Si él tuviera los dos ojos nos quemaría hasta
quedar como carbón.

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