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EL LEVIATÁN DE THOMAS HOBBES: EL ORIGEN DEL ESTADO

En el Capítulo XIII del Leviatán (1651), uno de los tratados de teoría política que fundan la
tradición contractualista moderna, Thomas Hobbes (1588-1679) afirma:
“Hallamos en la naturaleza del hombre tres causas principales de discordia. Primera, la
competencia; segunda, la desconfianza; tercera, la gloria.” THOMAS HOBBES. LEVIATÁN (1651,
CAPÍTULO XIII)
Hobbes, de nacionalidad inglesa, es uno de los filósofos políticos modernos más famosos de
occidente. Su obra suele ser citada como ejemplo de la «visión negativa» y conflictiva de la
naturaleza humana. Con todo, Hobbes fue un autor profundamente preocupado por la
preservación de la paz y el orden de las comunidades políticas.
Si la naturaleza del ser humano tiende a la discordia, como sugiere Hobbes, ¿de qué manera,
entonces, es posible alcanzar la paz? Esta es una de las preguntas que guía su obra más conocida
y aclamada: Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil.
Para poder dar respuesta a tal pregunta, Hobbes nos propone, primero, echar una mirada a la
«condición natural del género humano».

La vida en el «estado de naturaleza»


La opinión de Hobbes sobre la naturaleza de la especie humana puede encontrarse en el
previamente citado Capítulo XIII del Leviatán, titulado «De la condición natural del género
humano, en lo que concierne a su felicidad y su miseria».
En sus propias palabras, Hobbes cree que la vida del ser humano en su condición natural es: “(…)
solitaria, pobre, tosca, embrutecida y breve.” THOMAS HOBBES. LEVIATÁN (1651, CAPÍTULO XIII).
¿Cuáles son las causas de la miseria natural del ser humano? Según Hobbes, esta miserable
condición se debe a que nos encontramos en un estado de «guerra de todos contra todos».
Por guerra, Hobbes no entiende necesariamente una lucha material y violenta permanente (aun
cuando puede consistir en ello en ocasiones), sino que, por, sobre todo, la predisposición de las
personas a entrar en dicha contienda.
La principal causa del estado de guerra es la incertidumbre y la ausencia de garantías que
permitan descartar el uso de la violencia. Según Hobbes, la felicidad de las personas depende
de la seguridad que tengan para satisfacer sus necesidades. Es por ello que, cuando no se cuenta
con tal seguridad, la incertidumbre sobre el futuro conduce a una sed insaciable de poder (que
permite, a su vez, acumular los medios necesarios para satisfacer las propias necesidades).
Según Hobbes, en este aspecto todas las personas somos iguales. Todos podemos reclamar los
mismos beneficios y ninguno es tan fuerte que no se le pueda dar muerte por medio de alguna
alianza o estrategia secreta. Así, si dos personas desean la misma cosa, es natural que desconfíen
el uno del otro y se conviertan en enemigos.
En dicho contexto, es lógico que las personas deseen acumular la mayor cantidad de poder que
les sea posible, con el fin de reducir al mínimo las amenazas externas. Para procurarse la escasa
seguridad que les es posible, las personas se valen exclusivamente de sus propias fuerzas y no
pueden recurrir a un poder superior.
Por estos motivos, Hobbes sostiene que en el estado de naturaleza nada es «justo» o
«injusto». El concepto de justicia no aplica porque no existen nociones de propiedad y cada
persona solo puede ser dueña de lo que es capaz de defender por sus propios medios. En tal
perpetua incertidumbre, las personas viven continuamente con temor a sufrir una muerte
violenta.

El origen del Estado o Leviatán


¿Cómo salir del estado natural de la guerra de todos contra todos? Este es el tema principal
del Capítulo XVII del Leviatán, titulado «De las causas, generación y definición de un Estado».
En este y otros capítulos Hobbes señala que, pese a que la naturaleza humana tiende a la
discordia y el conflicto, las personas son capaces de darse cuenta, mediante el uso de la razón,
que la paz es un objetivo igualmente deseado por todos.
En otras palabras, todas las personas desean escapar de la condición natural en la que la vida es
incierta. Sin embargo, este estado de naturaleza prevalece en la medida en que no existe nada
que garantice que se cumplan las condiciones de paz y, por tanto, no existe seguridad sobre la
conservación de la propia vida.
Incluso después de reconocer la mutua necesidad de deponer las hostilidades, las personas no
pueden fiarse exclusivamente de la palabra del otro. Es necesario, por tanto, introducir un
componente adicional que proporcione las garantías deseadas para poner fin a la «guerra de
todos contra todos».
Para Hobbes, la única manera de suprimir el estado de guerra e incertidumbre de la condición
natural es la restricción voluntaria de la fuerza individual en la forma de una asociación civil que
instituya un poder común al que temer.
Tal poder poner límites a las pasiones naturales de las personas y, a la vez, dirige sus voluntades
hacia el bien común. Es capaz de poner fin a la guerra y a las pugnas porque su autoridad inspira
obediencia.
Este es el Dios mortal o Leviatán que inspira el nombre del libro de Hobbes. Consiste en un
poder instituido mediante la reducción de todas las voluntades individuales, de todos sus
poderes y fuerzas, en una sola voluntad: la voluntad del soberano.
Así unidos en un pacto, todas las personas constituyen el Estado: un actor instituido por una
multitud que, por contratos mutuos entre los sujetos que le conforman, lo autorizan a usar la
fuerza y medios de cada uno con el fin de mantener la paz y la seguridad común.
De esta manera, los individuos deponen sus armas, renunciando al derecho natural de usar su
propia fuerza, siempre y cuando todos los demás que pactan se comprometan a lo mismo.
Finalmente, la garantía de que ninguno volverá a tomar las armas y a reclamar su derecho
natural al uso de la violencia es el temor que todos comparten al castigo que procede del poder
soberano superior. Poder que es instituido como la suma de las fuerzas y voluntades individuales
de cada súbdito.

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