Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
a. Condicionamiento clásico
Entre los autores que han utilizado como principio explicativo los hallazgos de
Pavlov se encuentran autores como Watson(l925), Osgood (1953,
1957), Luna (1961) y Staats (1963).
Desde su fundación el movimiento behaviorista o conductista manifestó
un interés muy vivo por el lenguaje y así Watson, define un campo de estudio,
el de los «hábitos verbales», que cuando se ejercen detrás de esas puedas
cerradas que son los labios, constituyen lo que generalmente se llama el
pensamiento.
Considera que los vocablos pueden provocar reacciones al igual que los objetos
que substituyen y que la denominación de objetos y acontecimientos es de gran
importancia en la medida en que permite el desencadenamiento de otras
conductas, tanto verbales como no verbales.
El mecanicismo radical de Watson fue atenuado por sus sucesores. Entre estos se
encuentra Osgood, quien formuló una de las primeras y más extensas
aplicaciones del paradigma de condicionamiento clásico a la conducta verbal. La
posición mantenida por Osgood es que la conducta verbal (como la mayoría de
las otras conductas) se modifica por el significado que le demos a las cosas. Su
objetivo es explicar estos significados internos como nexos mediadores r-e, que
se han desarrollado de acuerdo con las estrictas leyes del condicionamiento
clásico. Su explicación es “mediacional”, postulando que la respuesta que suscita
un objeto no es transferida, en un principio, a la palabra que lo designa. Lo que
resulta condicionado es una fracción de la respuesta (r) que provoca un estímulo
interno (s), lo cual a su vez media una nueva respuesta evidente a la palabra.
Los trabajos de Pavlov sobre el «segundo sistema de señalización» y el intento de
profundizar en las tesis de Vygotsky, llevaron a Luna a analizar el papel de éste
segundo sistema de señalización —que es el lenguaje—, en la organización
mental o cognitiva y finalmente, al estudio experimental de los
fenómenos de «regulación» del comportamiento motor.
Staats, por su parte, ha intentado explicar la adquisición del lenguaje apelando
tanto al condicionamiento clásico como al operante.
b. Condicionamiento operante.
Ha sido Skinner en su importante y único libro dedicado al lenguaje (Skinner,
1957) quien ha aplicado fundamentalmente este paradigma a la investigación de la
conducta verbal.
Skinner preconiza que la tarea del psicólogo consiste en analizar funcionalmente
el lenguaje. No se interesa por las reglas que rigen el sistema de la
lengua (que es tarea de la lingüística), sino por la persona individual que habla.
Trata de explicar cómo se instaura, se mantiene, se modifica y se manifiesta un
determinado repertorio verbal en un sujeto dado.
Reduce el comportamiento verbal a un comportamiento como cualquier
otro y se propone analizarlo en base a lo que él mismo denomina
«contingencias del refuerzo», en las que entran en juego los siguientes
elementos: la respuesta del sujeto, el estímulo y el refuerzo.
Skinner trata lo verbal como «respuesta» y no como «estímulo» y lejos de
concebir las conductas como respuestas estereotipadas asociadas de manera
unívoca a estímulos que las desencadenarían, atribuye la parte más amplia a la
noción de actividad del organismo y a la aparición —a la producción— de
conductas siempre nuevas.
Skinner se propone realizar (o más exactamente suscitar) un análisis del
comportamiento verbal en dos fases. La primera será de nivel descriptivo:
¿cuál es la topografía (la estructura) del comportamiento verbal en cuanto parte
del comportamiento humano’?. Una vez contestada esta cuestión, por lo menos de
modo preliminar, será posible abordar la segunda fase, la de la explicación. A ese
nivel se trata de analizar las condiciones de aparición del
comportamiento, las variables de que es función, y de dar cuenta de sus
características dinámicas, de las relaciones funcionales que constituyen la trama
de su organización.
A pesar de las amplias repercusiones que tuvo la crítica efectuada por
Chomsky hay que admitir, junto con Bronckart ((978, 88), que Skinner se ha
esforzado en lanzar las bases de una verdadera teoría del lenguaje e intentado
captar éste en su función de comunicación.
La imitación
Modelos interaccionistas
La lingüística pragmática
La necesidad de estudiar las funciones comunicativas del lenguaje se sintió en los
años treinta, en un movimiento teórico que recuerda a la lingüística de las últimas
décadas, tanto por su orientación básica como por sus principales tópicos de
discusión. Si la lingüística de los años setenta supuso una reacción en contra de
un estudio del lenguaje centrado exclusivamente en el código lingüístico, Lewis, en
1936, se quejaba de que, en el pasado, el énfasis de los estudiosos del lenguaje
se había centrado en la relación del código con el emisor, mientras que la relación
del lenguaje con el contexto y con el receptor había quedado prácticamente 36
olvidada. De Laguna (1927), de la misma forma, advertía que se debía hacer un
hincapié mayor en las funciones sociales del lenguaje, pues el lenguaje, como
afirmaba también Vygotski2 es, fundamentalmente, una herramienta y, como toda
herramienta, se utiliza para alcanzar fines objetivos. Se trataba de abandonar el
estudio del lenguaje considerado como un fenómeno propio de la persona aislada.
Se trataba de contextualizarlo, de analizar el papel que la palabra juega como
instrumento regulador de las relaciones que se establecen en el seno de la
sociedad. En este marco teórico el uso del lenguaje no sólo prima sobre el código
lingüístico utilizado, sino que lo precede y moldea. La función comunicativa se
presta así a ser el elemento que permite entender el proceso de adquisición del
lenguaje sin solución de continuidad.
El principal representante de la Lingüística Pragmática es M. A. K. Halliday. Parte
del supuesto de que el bebé no es solamente un ser cognitivo, sino un agente
humano y social que logra la comprensión colaborando con los demás. La
naturaleza de cada individuo está determinada por su participación en un grupo.
Para Halliday, el lenguaje es, ante todo, un sistema semiótico; un sistema que
sirve para crear e intercambiar significados. La adquisición del lenguaje es, por lo
tanto, el proceso por el que los niños aprenden a significar; y lo hacen mientras
participan en un contexto social (Halliday, 2003). En cada situación, en cada
rutina, se producen una serie peculiar de intercambios lingüísticos; en cada una
emergen una serie de significados potenciales que definen las expectativas que
los interlocutores pueden alcanzar utilizando el lenguaje. El sistema lingüístico no
depende tanto de la competencia lingüística del emisor, como de lo que el emisor
y el receptor pueden significar en estos contextos. El niño no adopta el papel de
receptor pasivo del lenguaje en estos encuentros. Desde su nacimiento, es un
agente activo que colabora con los otros en su intento de comunicar. La
comunicación entre madres e hijos se establece desde los primeros momentos de
vida. La habilidad para comunicarse es innata; también la capacidad para
percibirse como receptor de la comunicación del otro. Sólo existe significado en
relación con las funciones que el lenguaje desempeña en la vida del niño. Estas
funciones determinan la estructura de sus emisiones. Por ello, Halliday (1975)
encuentra en las funciones comunicativas el elemento que da continuidad al
desarrollo lingüístico. Esta aproximación al estudio del desarrollo del lenguaje se
caracteriza así por asumir la existencia de una continuidad entre el desarrollo
lingüístico y el 37 desarrollo comunicativo anterior, utilizar una metodología
basada en estudios longitudinales y por la importancia concedida al contexto, a la
creación y al intercambio de significados, al contexto y a las funciones
comunicativas como medio para comprender la adquisición del lenguaje.