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Los estudios formalistas propios del siglo XX, responden a una teoría del
conocimiento que tiene como fin la identificación de aquello que es cierto, por
lo cual se concentran en la búsqueda de “invariantes” conocidos como
“universales del lenguaje”. El conocimiento (certeza o verdad) se obtiene
mediante la intuición o bien mediantes pasos deductivos en forma de
algoritmos (pensemos en los estructuralistas cuyos teorías iluminaron las
ciencias duras) y siempre estableciendo dualismos, dicotomías. Esto se debe a
que esta postura de carácter cartesiano1, se basa en los principios del
pensamiento: 1) la ley de identidad, por la que una cosa es lo que es,2) la ley
de la no contradicción, por la que una cosa no puede ser dos cosas a la vez.
Por ej., el caso de las líquidas en el sistema fonológico estructuralista
propuesto por Alarcos Llorach. 3) la ley de la mitad no excluyente, por la que
una cosa puede tener o no una propiedad sin posibilidad para una tercera
(piensen en el replanteo de la vibrante asibililada propia de cuyo en tanto
cómo la considera el formalismo y cómo el funcionalismo).
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El dualismo cartesiano (también, cartesianismo) es un movimiento intelectual suscitado por el
pensamiento de René Descartes (Cartesius, versión latina de su nombre) especialmente en los
siglos XVII y XVIII, aunque tiene diversas prolongaciones en esos siglos y en los posteriores.
El método cartesiano consta de dudar, pero con la intención de llegar a un dato del que ya no se
pueda dudar más o verdad, por eso, se considera que es una duda metódica.
Las lenguas se conciben como sistemas autosuficientes, autónomos y
coherentes, y los lingüistas se interesan en los rasgos formales de una lengua
idealizada, desestimando el estudio del lenguaje en su contexto social.
Construyen modelos gramaticales a los que deben responder todas las
oraciones que producen ellos mismos,al no trabajar con corpus de habla.
Siguiendo a Cuenca y Hilferty (1999: 11), podemos decir que los orígenes de
la lingüística cognitiva se sitúan en California hacia el año 1987 con la
publicación del libro Women, Fire and Dangerous Things, monografía donde
Lakoff (representante de la semántica generativa) expone una serie de
conceptos fundamentales del cognitivismo como el experiencialismo, la teoría
de los prototipos y del nivel básico, los modelos cognitivos idealizados o las
categorías radiales. En segundo lugar, Foundations of Cognitive Grammmar:
Theoirical Prerequisites, donde Langacker presenta los principios de una
concepción cognitiva de la gramática y desarrolla aspectos relativos a las
categorías y a las construcciones gramaticales básicas. No obstante, apunta
Cuenca y Hilferty siguiendo a Taylor, que no hay que olvidar que el enfoque
cognitivo es mucho más antiguo que el trabajo de los lingüistas cognitivos. A
pie de página, dice:” Langacker (1987:3-4) habla también de Bolinger, Chafe
o Fillmore como precedentes, y de Haiman, los funcionalistas de la
denominada Escuela de Columbia, como estudiosos relacionados con el
cognitivismo”.
La lingüística cognitiva “busca activamente las correspondencias entre el
pensamiento conceptual, la experiencia corpórea y la estructura lingüística, al
mismo tiempo que intenta descubrir los contenidos reales de la cognición
humana”( Gibbs 1996) citado por CyH (1999).
Dentro del funcionalismo pero en otra línea más abarcativa y alineada a las
teorías del signo, nos encontramos con la Etnopragmática, cuyos orígenes
deben buscarse en la Escuela de Columbia fundada por Wiliam Diver. “La
teoría de la variación lingüística de la Escuela Lingüística de Columbia
considera que la variación es significativa, es decir, que “las formas
lingüísticas ocurren donde lo hacen porque son señales significativas usadas
por seres inteligentes con el fin de transmitir mensajes coherentes” (Martínez
1995: 87). Los procesos de variación lingüística responden a necesidades
comunicativas específicas y constituyen el síntoma de la perspectiva cognitiva
de los usuarios de la lengua. Desde esta mirada, se entiende a la gramática
como el producto de la consolidación de categorizaciones reiteradas a partir de
la compatibilidad del aporte significativo de las formas y el contexto de
aparición de las mismas. La frecuencia relativa de uso constituye, en este
marco, “un reflejo de valores y actitudes culturales, a menudo inexplícitas”
(García1995: 56).” (Alvarez Barriga, D y Zanfardini, L., 2014).
Érica García es miembro de tal escuela y arrojó mucha luz sobre los estudios
de variación lingüística motivada pragmáticamente, tal como se explaya en el
artículo “Frecuencia (relativa) de uso como síntoma de estrategias
etnopragmáticas”(1995). Adhiriendo a Beatriz Lavandera (1984), no sólo dirá
que las formas en variación significan distintas formas de expresar diferentes
percepciones sino que hablará de la frecuencia relativa de uso como síntoma
de estrategias etnopragmáticas, es decir, que las formas en alternancia o
variación se explican por fenómenos culturales, concepciones de mundo,
sistemas de creencias, subjetividades.
Los fundamentos de estos estudios responden a la visión del lenguaje como un
medio de comunicación, utilizado por seres inteligentes capaces de producir e
inferir coherentemente significados en contexto (Garcia, 1975; Diver 1995;
Contivi;Morava 1995). Desde este enfoque, la variación es considerada
inherente al uso de la lengua y las elecciones sintácticas, motivadas semántica
y pragmáticamente. En efecto, un mismo hablante que varía alternando
estructuras lingüísticas, para referirse a la realidad descripta, refleja un distinto
perfilamiento cognitivo de la misma (García, 1995: 55). Cuenta para ello con
un repertorio de formas con significados aprendidos mediante la adquisición
de la lengua; de la interacción entre significados y contextos, el oyente infiere
los mensajes transmitidos. Interesa averiguar bajo qué circunstancias se elige
una alternativa más que otra, puesto que de la interpretación de la frecuencia
relativa de uso de las formas, bajo la influencia de diferentes factores
lingüísticos o extralingüísticos se podrá explicar la perspectiva cognitiva del
hablante.
Si bien comienza por contactos de lengua y en estudios sincrónicos, también
se aplica en estudios diacrónicos, con trabajos de investigación de Elizabeth
Mauder (2000) y Silvana Alaniz (2014).
Bibliografía
Alaniz, S. E. (2014). El sistema verbal futuro en cartas familiares del siglo
XIX. Tesis de la maestría en lingüística. Editorial de la Facultad de Filosofía,
Humanidades y Artes (effha).
Alaniz, S. E. (2019). El sistema verbal futuro del siglo XII en la obra Autos de
los Reyes Magos. Enfoque Etnopramático. Cuadernos de la ALFAL, Volumen
n°11. P.13 - 26.