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El impacto de la religió n

Cató lica en la educació n


sexual en las familias
Religión y familia

Para Koenig (2008) la Religión es un sistema de creencias y prácticas observadas


por una comunidad, apoyada por rituales que reconocen, adoran y comunican con
o se dirigen a lo sagrado, a lo trascendental por otra parte Sánchez, J. (1975)
hace mención de que para los críticos marxistas, implica la enajenación del
hombre en un mundo ideal, que concretiza como expresión de la enajenación del
hombre en un mundo real.

Cabe mencionar que en general todas las religiones comparten objetivos en


común, según Kliksberg (2004) el antiguo y el nuevo testamento, el judaísmo y el
cristianismo, tienen una visión de la realidad que pone en primer lugar la
necesidad de enfrentar el sufrimiento cotidiano de grandes sectores de la
humanidad, en un mundo en donde la posibilidad de bienestar parece hallarse al
alcance de la mano. Es así como; Inspirada en las enseñanzas de Jesús y sus
discípulos y en el antiguo y el nuevo testamento, la Iglesia Católica ha
desarrollado un vigoroso pensamiento frente a los grandes temas económicos y
sociales de nuestros tiempos.

Por otra parte, Masferrer (2003) afirma que las religiones protestantes
evangélicas suelen requerir de sus feligreses una deliberada decisión personal y
un mayor apego a las prácticas religiosas. Diversos estudios antropológicos
muestran el involucramiento de los protestantes con sus iglesias y sus estilos
ascéticos de vida.

Para Berger y Luckman (1988), La familia es una instancia fundamental en


este sentido. Como un espacio de socialización, la familia faculta la
transmisión y producción cultural (y no hay que olvidar que en esta
instancia también se garantiza la producción biológica de la especie), pero
en el campo de los procesos cultura.
Moreno (2015) afirma que por medio de la familia, aprenden los seres humanos a
identificar y apropiarse de las reglas sociales más significativas. La familia es la
primera sociedad natural porque en ella se conoce la autoridad.

De este modo la familia ocupa un papel significativo en el desarrollo del individuo,


según Aguilar (2002), es posible definir la educación familiar como: “Práctica
social, de un ámbito de conocimiento que abarca el conjunto de intervenciones
sociales puestas en marcha para preparar, sostener y suplir a los padres en la
tarea educativa con sus hijos”. Rodrigo y Palacios (1998), plantean que estas
actividades de formación consideran a los padres como seres humanos en
proceso de desarrollo y no solo como generadores del desarrollo de sus hijos/as;
por lo tanto, se tienen en cuenta para ellos/as espacios de crecimiento y
orientación hacia su madurez.

Para Moreno (2015), la familia es una institución celosamente concebida y


protegida por la iglesia católica a lo largo de toda su literatura. Es una institución
tan fundamental que antecede al Estado, y puede conservarse a pesar de él.

Se debe tener en cuenta que para el Pontificio Consejo para la Familia (2006), la
educación religiosa dada en las familias debe tener presente la formación de la
persona para la vida, según los valores humanos y cristianos propuestos por
Jesucristo en el Evangelio, para impregnar la cultura actual de la civilización del
amor (Juan Pablo II, 1986), mediante la palabra y el ejemplo diarios, delegando
responsabilidades y permitiendo espacios de una auténtica libertad, la entrega
sincera de sí, el cultivo del respeto del otro, el sentido de la justicia, la acogida
cordial, el diálogo, el servicio generoso, la solidaridad y los demás valores que
ayudan a vivir la vida como un don.

Aunque para España (2013) La realidad familiar en general, y en particular en el


ámbito de su relación con la educación, está experimentando profundos cambios.
Son necesarios canales y hábitos que nos permitan restaurar el equilibrio y la
fortaleza de las relaciones entre alumnos y alumnas, familias y escuelas.

Para Vidal (2010) La Iglesia Católica y los llamados “grupos pro vida” son los que,
en la mayor parte de los países, se oponen a la enseñanza de la sexualidad,
considerando que ésta es responsabilidad de la familia; mientras que los
Gobiernos y las Organizaciones No Gubernamentales con trabajo en género o en
diversidad sexual, son quienes defienden el derecho de los niños y de las niñas a
recibir una educación sexual laica y basada en fundamentos científicos.
Educación sexual:

Cosme (1997) afirma que ante el tema de la educación sexual muchos padres
cristianos se encuentran en crisis por una doble razón: Por una parte, ven y
comprenden la necesidad de actuar, con tal de ayudar a los hijos que tienen
problemas, muchos de los cuales provocados por el ambiente social creado por
los medios de comunicación que les influye negativamente. Además nuestra
sociedad ha comprendido, que la educación sexual es un derecho que tiene todo
individuo y que los padres deben cumplir con el deber de dar una sana y evolutiva
educación sexual. Por otra, se sienten desamparados en el momento de
expresarse sobre estos temas por muy diversos motivos: no recibieron educación
sexual, hasta hace poco era negada, han vivido en situaciones represivas, muchos
no ha resuelto todavía sus problemas personales, porque tienen actitudes
contrarias o problemáticas en el campo de la sexualidad, o porque no han
adquirido una preparación adecuada.

Para ello la Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud sexual como
“La integración de los elementos somáticos, emocionales, intelectuales y sociales
del ser sexual por medios que sepan positivamente enriquecedores y que
potencien la personalidad, la comunicación y el amor” (OMS, 1975)

Grunseit (2002) plantea que la educación sexual genera tal grado de polémica y
de discusión pública porque lo que está detrás de esta discusión es la eventual
legitimación social de la actividad sexual adolescente, tema que para algunos
sectores resulta inaceptable.

Para el centro Federal de Sanidad (2010). La educación sexual es también parte


de una educación más general y, por lo tanto, afecta el desarrollo de la
personalidad de niñas y niños. Su naturaleza preventiva no sólo contribuye a la
prevención de las consecuencias negativas relacionadas con la sexualidad,
también puede mejorar la calidad de vida, la salud y el bienestar. De esta forma, la
educación sexual favorece la promoción de la salud en general.

España (1990) afirma que el objetivo primero y fundamental de la educación es el


de proporcionar a los niños y a las niñas, a los jóvenes de uno y otro sexo una
formación plena que les permita conformar su propia y esencial identidad, así
como construir una concepción de la realidad que integre a la vez el conocimiento
y la valoración ética y moral de la misma. Tal formación plena ha de ir dirigida al
desarrollo de su capacidad para ejercer, de manera crítica y en una sociedad
axiológicamente plural, la libertad, la tolerancia y la solidaridad.
Los Jóvenes y la sexualidad

Para Bustos (1994) Los sistemas de sexo-género son los conjuntos de prácticas,
símbolos, representaciones, normas y valores sociales que las sociedades
elaboran a partir de las diferencias anatomo-fi-siológicas, y que dan sentido a la
satisfacción de impulsos sexuales, a la reproducción de la especie humana y, en
general, a todas las formas de relación sexual entre las personas.

También es necesario mencionar que la sexualidad se construye en función de la


interacción cotidiana y permanente de emociones, sentimientos, valores y vínculos
con otros significativos; y la interacción con el otro permite la conformación de su
autoimagen, autoconcepto y autoestima (Ministerio de Educación, 1999b).

Bronfembrenner (1987) Plantea la sexualidad como un fenómeno vivenciado por


todos los seres humanos y como una dimensión fundamental para su desarrollo,
imposible de abordar bajo una lectura unidimensional; se esboza un análisis de
la relación de los diferentes niveles en los que se desenvuelve el individuo, tal
como lo sugiere la teoría ecológica.

Para Villafuerte (1998) esta forma de entender y definir la sexualidad permite


abarcar el aspecto normativo de las prácticas sexuales, así como su transgresión,
y permite identificar las prácticas que expresan una aceptación de una
normatividad -cualquiera que ésta sea-, y aquellas que podrían expresar un
rechazo a la misma.

La sexualidad humana implica lo que realizamos, pero también lo que somos. Es


una identificación, una actividad, un impulso, un proceso biológico y emocional,
una perspectiva y una expresión de uno mismo. Está fuertemente influida por las
creencias sociales y personales y, a su vez, influye fuertemente en las creencias y
en las conductas (Comité de Sexualidad Humana de la Asociación Médica
Americana, citado en Salas Riczker y Esteves Echenique, 2002).

Sin embargo el ejercicio de la sexualidad le implica múltiples demandas al sujeto,


puesto que debe ejercer de manera autónoma su libertad para experimentar
el cuerpo y la relación con otros, además de las dificultades evidenciadas
alrededor de esta. Aspectos como los embarazos no planeados o deseados,
la exposición a enfermedades de transmisión sexual, el aborto y muchas otras
condiciones muestran la vulnerabilidad de los jóvenes frente al ejercicio de su
sexualidad (Comas, 1995; Arango, León, & Viveros, 1995; Levine, 2001).

De acuerdo con Flores y Tamayo (2002), esa situación se explica porque “el
conocimiento sobre la sexualidad se estructura, en nuestro medio, [en primer
lugar,] basado en una serie de mitos y de ocultamientos, [y en segundo término,
porque se está] enfatizando [constantemente] en lo biológico y en lo reproductivo y
aplazando todo el aspecto de la sexualidad humana”. Esto permite entender la
falta de orientación por parte de los padres y del sistema escolar para evitar dicho
escenario (Olavarría y Parrini, 1999).

Para Montesinos (2002) La juventud representa una etapa del proceso de


socialización en el cual los individuos, hombres y mujeres, intentan
asemejarse lo más posible a los patrones de la conducta que la sociedad
ha construido para distinguir a los géneros, pues los patrones culturales y
los estereotipos de adultos de hombres y mujeres se proyectan como los
prototipos a seguir para los jóvenes. Lo que va generando una identidad Erikson
(1960) habla de la identidad como un sentimiento subjetivo y tónico
de una unidad personal (sameness, mismidad) y de una continuidad
personal en el tiempo.

Según Irala (2011) Sólo dos de cada diez jóvenes de la muestra indican
correctamente que la multiplicidad de parejas sexuales aumenta el riesgo de
adquirir una ITS en comparación con tener una única pareja sexual en la vida y
suponiendo que se utiliza siempre un preservativo.

Sin embargo, existe evidencia científica que revela el comportamiento sexual


«liberal» de los/as adolescentes religiosos/as (Burdette y Hill, 2009; Uecker,
Angotti y Renerur, 2008), poniendo en tela de juicio el control real de las creencias
religiosas y espirituales en los/as adolescentes y consiguientes consecuencias
emocionales y espirituales.
Como aseguran Berger y Luckmann (1984), construímos nuestra realidad
cotidiana a partir de la comunicación con los demás, con las costumbres, con las
instituciones, con los roles, etc.

Religión

Espiritualidad es definida como aquellos aspectos de los sentimientos del


individuo, aspiraciones y necesidades que están relacionados a los esfuerzos del
ser humano por encontrar propósito y significado a las experiencias de la vida, los
cuales no tienen que estar atados a un cuerpo eclesiástico de creencias y
prácticas organizadas (Becvar, 1998; Hugen, 2001).

Lo religioso desde una perspectiva de género instala un ángulo de análisis


rico en complejidad y a la vez la posición durante mucho tiempo dominante
por la cual las normativas religiosas determinaban el lugar del género.

(Ahmed, 1982; Abu-Lughod,1999; Wadud, 1999; Mahmood, 2005; ElBachiri,


2011; Djelloul, 2013)

La religión politizada, sostiene Ramtohul, conlleva una dimensión de género


en tanto las mujeres tienen un rol subordinado en la participación política.
Las formas en las que la religión y la política se articulan en Mauricio limita
la posibilidad de consolidación de un movimiento de mujeres y/o LGBT y la
ampliación de derechos en relación con la igualdad de género y autonomía
e integridad corporal.

El cristianismo impone el reconocimiento de la paternidad biológica en el


contexto “sagrado” del matrimonio, asignándole una función simbólica asociada
a la voluntad de Dios. El padre es dueño del hijo y es juzgado como padre si
es fiel a la madre, pero mantiene la definición de padre signada por el
derecho romano (Roudinesco, 2010).

Sexualidad
Es decir, analizo el modo en que se han llevado a cabo los debates
públicos y políticos sobre derechos (no) reproductivos y sexuales tomando
como llave maestra de lectura e interpretación el modo en cómo esa gran
dicotomía ha sido pensada en el marco de las dos grandes líneas de
argumentación en teoría política: la arista liberal, de un lado, y la
republicana-comunitarista, en Argentina en la bisagra entre el siglo XX y el
XXI, del otro.

La teoría de las representaciones sociales nos indica que las redes de significados, así
como las actitudes y conductas asociadas a un objeto, están articuladas desde la
identidad social y se subordinan a elementos cognitivos de orden superior, como la
ideología y los valores (Moral & Ortega, 2009).

Gambara y González (2004) definen una decisión como un problema que implica
la existencia de al menos dos alter-nativas sobre las cuales elegir.

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