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PRIMER PUNTO - ¿Qué autores hacen referencia a la vivienda y cuáles son sus
aportes?
Para iniciar, desde el autor Carlos Torres (2008) se propone como la vivienda ha
evolucionado para el caso Bogotá, bajo esa visión el crecimiento de la ciudad ha estado
marcado por la producción de vivienda formal e informal y esto ha llevado a tener que
mediar las relaciones del estado y el mercado para gestionar el uso del suelo y proveer la
vivienda en la ciudad, lo anterior a partir de regulaciones como la Ley 9 de 1989, la Ley
388 de 1997 y el Decreto 619 de 2000.
El autor hace ver cuatro puntos importantes para la gestión de la política del uso del suelo,
el primero concierne a que la vivienda digna depende en gran medida de la voluntad
política de los actores estatales que llegan a posiciones de poder y que son quienes
realmente pueden modificar el ordenamiento territorial, como segundo punto el haberle
dejado la producción de vivienda para el capital privado está trayendo déficit en la calidad
y la cantidad de las viviendas, ya que, por un lado, no están garantizando los mínimos
vitales en las mismas, y por otro lado, lo que suplen resulta insuficiente para satisfacer la
demanda y así seguir generando rentabilidades.
En tercer lugar, que actualizar y centralizar la información sobre gestión del suelo puede
tener fortalezas y debilidades, lo mejor viene siendo dotar a la ciudadanía ya los
funcionarios de buenas prácticas de participación y manejo de la política del suelo, por
último el texto evidencia que existen factores predominantes que afectan la problemática de
hábitat en la ciudad, como la escasez y el alto costo de suelo urbanizable, la persistencia en
la urbanización ilegal, y el deterioro urbano en diversas zonas de la ciudad, sumado a la
escasa oferta de vivienda de interés prioritario.
Para hablar de vivienda, es importante conectarla con la problemática del uso del suelo y
sobre todo como en ciudades como Bogotá la vivienda ha sido provista por los mismos
habitantes en el marco de la informalidad. Para esto, la autora Nora Clichevsky (2009)
introduce en su texto “Algunas reflexiones sobre informalidad y regularización del suelo
urbano.” Elementos de cómo los grupos humanos al no poder acceder económicamente a la
vivienda formal que ofrece el mercado, generan sus propios asentamientos en las zonas más
periféricas de la ciudad, generando loteos irregulares, falta de títulos de propiedad,
incumplimiento de normas, falta de requerimientos ambientales para la localización de usos
urbanos, entre otras problemáticas.
Para atacarlas se propone la regularización del suelo, como una forma de atacar, pero no de
acabar con la pobreza de las viviendas que se instauran en el marco de estos procesos,
además sitúa que cada lugar tiene sus retos particulares en términos de regularizar la
informalidad y que por ello no puede existir un patrón común. De la mano con la
regularización, la inclusión debe ir abriéndose espacio, pues la inclusión de estos grupos en
el marco de su derecho a la ciudad es necesaria. Finalmente, se necesita de un compromiso
integral por parte de los gobiernos para con esta problemática, con la política pública y con
la mejora de capacitación del personal y la especialización en los programas de vivienda.
Ampliando Bogotá, bajo la instrucción de Luis Fernando Pinto (2008) se puede observar
cómo opera la política pública de vivienda en Colombia, dentro de los primeros
lineamientos establece que hay un desequilibrio entre los actores del mercado, ya que buena
parte de los promotores y propietarios se quedan con la rentabilidad de viviendas, sin que
esta construcción representa suplir la demanda de vivienda digna que cumpla con criterios
de habitabilidad y calidad. Luego de esto problematiza la política que hay detrás de la
vivienda, pues dentro de ella no se contempló tener el control urbanístico, ni el impacto
negativo que traería la libre competencia. Se concluye que las políticas públicas de vivienda
han tenido serias dificultades como la apropiación de tierra urbana, menores utilidades,
mayores costos y deficiencias en la calidad de habitabilidad.
Dentro del tema de vivienda, la Organización de Naciones Unidas (1991) también tiene un
factor de injerencia, pues establece que la vivienda adecuada es un derecho humano, en el
texto se brinda un contexto en el panorama mundial, pues hay más de 100 millones de
personas sin vivienda y más de 1000 millones tienen una vivienda inadecuada. Para
establecer que una vivienda es adecuada debe contar con la seguridad jurídica de tenencia,
servicios públicos, equipamiento cercano y su precio debe ser razonable, puesto que es un
derecho humano.
La relación entre vivienda y dignidad radica en que debe existir una visión integral de la
vivienda como forma de realización individual, ya que vincula otros derechos humanos
dentro de sí. Ya buena parte de la normatividad contempla materializar el reclamo de
vivienda mediante recursos como apelaciones jurídicas, reclamaciones, procesos de
indemnización y denuncias. Junto a esta normatividad se incluye una visión de accionar
político en la que, independientemente al grado de desarrollo de los países, los estados
deben garantizar un mínimo de derecho a la vivienda bajo unos criterios objetivos que
definen lo adecuado. Esto conlleva que la vivienda se convierta en una política de estado
con garantías progresivas, que permitan a los grupos históricos desprovistos de la misma
acceder a mejores condiciones de existencia.
Finalmente, dentro de una reflexión mucho más filosófica se pueden encontrar los
planteamientos de Gastón Bachelard (1957) en el que la vivienda es enunciada en términos
de casa u hogar, afirma que la casa es el lugar que protege nuestros sueños, nos provee de
refugio y nos permite el desarrollo. Se visualiza la casa como algo más que un espacio
físico, si no como un lugar donde se albergan los sentires, los miedos y las preocupaciones.
En última instancia, la casa no es solo un espacio ocupado, es la creación de un espacio
habitable, implica considerar criterios como la verticalidad, la centralidad, la intimidad y la
psicología del espacio.
La vivienda en nuestro país no cumple con los estándares adecuados para una gran parte de
sus ciudadanos. Según el DANE, en abril de 2020, el déficit habitacional en Colombia
alcanzaba el 37%, lo que significa que más de 5,2 millones de hogares o más de 18
millones de personas viven en condiciones precarias.
La pandemia agravó considerablemente esta situación, ya que las cifras mostraban 3,5
millones de hogares con déficit habitacional que se enfrentaron a la emergencia sanitaria en
condiciones de hacinamiento o peligro estructural. Además, existen diferencias
significativas entre las regiones y departamentos del país. En algunos departamentos, como
Vichada, San Andrés-Providencia y Chocó, el déficit supera el 92%, mientras que en 18 de
los 32 departamentos el déficit habitacional es una situación permanente.
Encontrando así que los mayores afectados son los departamentos alejados de los centros
de producción más importantes del país, con vías de acceso de mala calidad o destapadas y
sin una relevancia regional que indique una mayor inversión por parte de los entes de
gobierno encargados. La desigualdad económica y social, así como la falta de garantías
constitucionales, como el derecho a una vivienda digna, contribuyen a esta problemática.
Es importante destacar que el derecho a una vivienda digna no se limita a un lugar habitable
o unas paredes con un techo, sino que está ligado a otros derechos fundamentales como la
igualdad, la dignidad, la salud y la educación. Garantizar este derecho en condiciones de
igualdad para todos los ciudadanos es fundamental e incluso obligatorio si consideramos la
garantía de acceso a la vivienda consagrada en el artículo 51 de la Constitución Política de
Colombia, donde se obliga al estado colombiano a hacer efectivo este derecho
promoviendo la construcción en el país
El nexo entre lo antedicho y la ciudad, parte entre la comprensión sobre los lineamientos
propios de una urbe y sus implicaciones en la satisfacción con la que un individuo habita un
lugar (su cercanía con centros de abastecimiento, parques, zonas de recreación,
infraestructura vial, etc.), así como la viabilidad urbanística de los proyectos inmobiliarios
capaces de crear una adecuada vivienda para los ciudadanos.
Todo lo referido parte de una distribución equitativa y organizada del territorio, cuestión
neurálgica a la hora de escoger vivienda
CUARTO PUNTO - ¿La vivienda que habitan actualmente tiene relación con la casa
de su infancia? ¿Qué se conserva? ¿Qué no se conserva?
La vivienda en la que hoy en día resido es la misma en la que me crié gran parte de mi
infancia, anteriormente los terrenos aledaños no estaban urbanizados y con el paso de los
años se han generado múltiples proyectos urbanísticos de vivienda en el lugar y con ellos la
llegada de nuevo equipamiento como vías secundarias y algunos parques. Se conservan sus
zonas verdes aledañas, su cercanía con vías principales e incluso sus vecinos. La
distribución interna ha sido remodelada o cambiada con el paso de los años, pero la
infraestructura sigue siendo la misma. Lo cual podría llevar a pensar en la analogía de cómo
nuestro hogar cambia con nosotros, pero que en esencia sigue siendo lo mismo. Atesorando
los recuerdos de la familia y la infancia, mi hogar se transformó en un espacio repleto de
sentimientos y agradables momentos.
Desde mi perspectiva, el hogar y la vivienda siempre han sido relevantes no solo por las
condiciones físicas del espacio, sino por la manera en la que convivo con mi núcleo
familiar. Es el ambiente donde hemos construido seguridad y confianza, sabiendo que sin
importar el lugar, estaremos bien. La sensación de amor, tranquilidad y confianza prevalece
gracias a la unión familiar. A lo largo de los años, he vivido en diferentes lugares, y aunque
los espacios han sido nuevos, diferentes entre sí, lo más significativo ha sido el valor que
hemos dado como familia a la unión que existe entre nosotros, tomando la idea de que
donde está mi familia, está mi hogar, además resaltando que esa relación ha dado paso a
objetos y decoraciones que nos acompañan en cada cambio de residencia, manteniendo la
misma esencia, a pesar de ser espacios distintos.
Desde mi infancia, compartí habitación con mi hermana en un mismo espacio, lo cual nos
hizo muy cercanos a medida que crecíamos. Sin embargo, valorando tener un espacio
propio dentro del lugar compartido. Además, a lo largo del tiempo, hemos sumado nuevos
seres a nuestro hogar, como mascotas, que han agregado aún más valor a nuestra
convivencia y al espacio que compartimos.
En resumen, lo más importante en un hogar no son sólo las dimensiones físicas del espacio,
sino la manera en que se vive y se comparte en familia. Es la unión y la convivencia lo que
realmente hace que un lugar sea verdaderamente un hogar, y eso se fortalece con el paso del
tiempo.
QUINTO PUNTO - ¿Qué diferencia existe entre hogar, casa y vivienda?
Para responder esta pregunta es importante que entendamos que, en esencia, la "vivienda"
se enfoca en aspectos legales y materiales, la "casa" se refiere al componente físico y la
"hogar" es una noción emocional y psicológica. Más detalladamente, podemos decir que, la
vivienda, en términos generales, se refiere al espacio físico donde las personas residen.
Según las normativas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la vivienda
adecuada es un derecho humano que incluye la seguridad jurídica de la tenencia, acceso a
servicios públicos, proximidad a equipamiento y la asequibilidad. Es importante destacar
que este enfoque pone un énfasis en la dimensión legal, social y económica de la vivienda.
Contrario al concepto de "hogar", como lo describe Gastón Bachelard, trasciende la mera
dimensión física de una vivienda. Para Bachelard, el hogar es un lugar emocional y
psicológico donde las personas se sienten seguras, encuentran refugio y desarrollan sus
emociones y relaciones. Va más allá de las dimensiones físicas y se relaciona con la
experiencia subjetiva y emocional de un lugar. El hogar está intrínsecamente ligado a los
sentimientos, las memorias y las percepciones de las personas. Por otro lado, el término
"casa" se puede considerar como un componente físico de la vivienda. Para Bachelard, la
casa es el espacio construido que alberga el hogar, pero también es un lugar de significado
y simbolismo. La casa proporciona un refugio y una estructura física, pero también se
convierte en un espacio para la vida cotidiana, las actividades familiares y las experiencias
personales. La "casa" puede verse como el recipiente que alberga el "hogar”. Estas
distinciones resaltan la importancia de considerar no solo la infraestructura física, sino
también las experiencias y sentimientos asociados a un lugar de residencia. La complejidad
de estos conceptos se refleja en la interacción entre ellos y cómo influyen en la calidad de
vida y el bienestar de las personas en su entorno habitado.
● La vivienda trasciende su mera definición como una casa, ya que representa nuestro
verdadero hogar. Es el refugio donde encontramos seguridad, comodidad y
protección, planteando la capacidad que logran tener de evocar la sensación de ese
primer hogar, si es que nos hemos mudado, brindando un espacio en el que nos
sentimos seguros y en paz, generando sensaciones de intimidad, calidez y cariño. Es
en este espacio que podemos acudir consciente o inconscientemente a ser “libres”
de nuestras preocupaciones. Recordando siempre la importancia de cultivar ese
vínculo entre nuestra vivienda y nuestro hogar, inspirándonos a crear espacios que
reflejen nuestra identidad y nos conecten con nuestros recuerdos.
REFERENCIAS