nos gustaría destacar los siguientes aspectos, de cara a la
comprensión de este trastorno.
1. El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo que se inicia en la infancia y
persiste hasta la edad adulta, si bien el curso clínico y la expresión de los síntomas cambia con la edad.
2. Las personas con TDAH tienen dificultades cognitivas significativas,
principalmente atencionales y de topografía prefrontal, como las ejecutivas e inhibitorias.
3. Estas dificultades repercuten en aspectos claves de la vida diaria como el
aprendizaje, las relaciones sociales y su propio ajuste emocional. Con frecuencia, se confunde su falta de capacidad con falta de voluntad, motivación o mala intención cara a los demás.
4. La evaluación neuropsicológica es imprescindible para elaborar el perfil
neurocognitivo y diseñar la intervención. El papel del neuropsicólogo es fundamental en estos procesos, siendo el único profesional cualificado para la exploración y la estimulación cognitiva.
5. Para un abordaje integral del TDAH precisamos de una intervención
basada en la persona, la familia y el entorno, por lo que la coordinación 70 con otros profesionales clínicos y educativos se vuelve fundamental en el proceso de valoración e intervención. 6. Se debe trabajar hacia la concienciación de las características de este trastorno, especialmente en el ámbito educativo, donde la falta de comprensión de los mecanismos subyacentes a las dificultades cognitivas, afectivas y conductuales genera con frecuencia demandas por encima de sus posibilidades, fracaso escolar y malestar emocional. Debe ofrecerse al centro pautas que ayuden al menor a mejorar su proceso de enseñanza-aprendizaje, con las adaptaciones necesarias (metodológicas principalmente) y fomentar la gestión emocional y habilidades sociales en su interacción con los demás.
7. Dado que las dinámicas familiares, con frecuencia, son conflictivas se
debiera trabajar con los padres con un doble objetivo: • Aumentar la comprensión de la conducta de sus hijos de modo que se reduzca la carga de culpabilidad y sensación de fracaso en el caso del menor, y la de incompetencia parental y falta de autoridad en los progenitores. • Primar el bienestar emocional de sus hijos/as frente al logro curricular. Es esencial validar al niño y el esfuerzo que realiza y no el rendimiento final o la nota.
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