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Colaboradores Corresponsalía
Eugenia Leale Silvia Grases- Barcelona, España; Carolina Ko-
Matías Meichtri Quintans retzky- París, Francia; María Hortensia Cárde-
nas- Lima, Perú; Luz Elena Gaviria- Medellín,
Asesora Colombia; Piedad Spurrier- Guayaquil, Ecua-
Graciela Brodsky dor; Alicia Arenas- Miami, EEUU; Elisa Alba-
Analista Miembro de la Escuela de la Orienta- renga-Belo Horizonte, Brasil; Marcela Antelo-
ción Lacaniana y de la Asociación Mundial de Salvador, Brasil; Heloisa Caldas- Río de Janeiro,
Psicoanálisis - AE período 2012 - 2015 - Buenos
Brasil; María Do Rosário Collier Do Rego Ba-
Aires, Argentina.
rros- Río de Janeiro, Brasil.
Referatos
Hebe Tizio Corrección de texto
Doctora en Psicología - DEA de la Universidad Sergio Iturbe
de París VIII - Docente del Instituto del Campo cordobacorrecciones@gmail.com
Freudiano - Analista Miembro de la Escuela La-
caniana de Psicoanálisis y de la Asociación Ilustración de tapa:
Mundial de Psicoanálisis - AE período 1988 - The Falling Man es el título de una fotografía
2001 - Barcelona, España. tomada por Richard Drew durante los atentados
del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Geme-
Sérgio Laia las del World Trade Center, a las 9:41hs de la
Profesor de Filosofía y Doctor en Letras Univer- mañana.
sidad Federal de Minas Gerais - Profesor titular https://en.wikipedia.org/wiki/The_Falling_Man
Psicoanálisis -Universidad FUMEC - Miembro
de la Escuela Brasilera de Psicoanálisis - Miem-
Producción Editorial
bro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis -
Carla Ciarapica | Carolina Barrios
Belo Horizonte, Brasil.
lawarhola.cyd@gmail.com
Jorge Agüero
Doctor en Medicina - Director de Postgrado de La presente publicación cuenta con la autoriza-
Psicoanálisis Facultad de Medicina de la Univer- ción de los autores, quienes se declaran autor
sidad Nacional de Córdoba - Analista Miembro original de los artículos cedidos. Los artículos
de la Escuela de la Orientación Lacaniana y originales publicados en esta revista son some-
de la Asociación Mundial de Psicoanálisis- tidos a evaluación de referatos.
ISSN 1668-3897
La Escuela de la Orientación Lacaniana se fundó el 3 de enero de 1992
con una Sección en la ciudad de Córdoba.
Orientación Lacaniana
¿Ha dicho raro?
| Jacques-Alain Miller 13
El pase
Una cámara encendida
| Gabriela Grinbaum 139
Refutar, inconsistir, indemostrar, tres maneras de decir S(A/)
| Kuky Mildiner 145
Lecturas 151
Lacan XXI. Revista FAPOL Online. N˚1
| Pia Liberati
Revista Lacaniana de Psicoanálisis. N˚20
| Ana Lubatti
La Lúnula. Revista Digital de Psicoanálisis del CIEC. N˚3
| Javier Cabrera
El Sentimiento de Inseguridad. Sociología del temor al delito. Gabriel Kessler
| Maria Marciani
Abstracts 161
Editorial
A fines del 2015, tomando un café frente a la Sede de la EOL Secc. Cór-
doba, me encontré con un artículo periodístico que Judith Butler escribió
a causa de los atentados terroristas ocurridos en Paris un mes antes. La autora
decía “Vivimos tiempos de miedo”. Miré sobre la mesa y los titulares de los pe-
riódicos nacionales anunciaban todo tipo de catástrofes económicas y destacaban
la crónica policial diaria verificando la “Ola de inseguridad” que sufre el país. Re-
cordé, entonces, la afirmación de Miller en otro diario, Le Point: “…la sociedad
del riesgo se vuelve la sociedad del miedo desde que la ciencia deja de inspirar
confianza. Es ése el caso en nuestros días”1. Efectivamente, aquí, allá, en todos
lados, el miedo, de diferentes formas, tiñe los temas de la vida cotidiana.
Fugazmente se me cruzó un párrafo de “La Tercera”: “¿De qué tenemos
miedo? De nuestro cuerpo…”, y no tardaron en aparecer las resonancias de aque-
lla entrevista que Lacan brindó a la revista Panorama en 1974, cuando le preguntan
por qué la gente consulta a un analista: “Porque tienen miedo”. Esa respuesta
tiene incluso otra importancia hoy, cuando los síntomas asociados al miedo, como
el pánico y la fobia, se destacan en las demandas de nuestro consultorio.
Así, el parlêtre, la última enseñanza, la clínica contemporánea y la subjetividad
de la época parecían encontrarse en un afecto de indudable actualidad. Al terminar
mi café estaba decidido, el tema que propondría para el próximo número de Me-
diodicho sería el miedo.
A partir de aquella idea, junto al Comité Editorial, comenzamos a pensar ver-
tientes del tema. Lo que este volumen de Mediodicho desarrolla son esas múltiples
caras del miedo, seleccionando de entre ellas las que mayores consecuencias nos
permiten extraer para nuestra clínica.
En el apartado Estudios contamos con una investigación que desarrolla el tra-
tamiento que Lacan hizo a lo largo de su obra sobre el miedo en tanto afecto.
Luego, en Conceptos, se profundizan algunas de estas perspectivas: el miedo y el
cuerpo, la fobia, la angustia, el pánico, el espanto. Este apartado, junto a Precisiones
Clínicas, nos permiten pensar la función del miedo en la subjetividad, su incidencia
en la práctica clínica, con niños, en los síntomas actuales, sus posibles modos de
abordaje, la diferencia entre el modo de entenderlo para el Psicoanálisis y para la
Psiquiatría.
Más adelante se puede leer el miedo como uno de los S1 de nuestra época,
desde el plano internacional, con el discurso de Donald Trump o los atentados
terroristas del Estado Islámico, hasta los acontecimientos más cercanos, como el
1
Miller, J-A. “El carnaval de lo los miedos”, Le Point, Paris. 4 de Diciembre de 2008.
Jorge Assef
Longo Robert
Sin Título (vista del consultorio de Freud con libros, escritorio y ventana, 1938)
Serie: El círculo de Freud (1999-2003)
Desde el año 1972 Jacques-Alain Miller transmite el Psicoanáli-
sis a través de su curso, primero como titular del Departamento
de Psicoanálisis del Centro Universitario experimental de Vin-
cennes, creado en 1968. Luego en el marco de la Universidad
París VIII como Director del Departamento de Psicoanálisis.
Durante cuarenta años su curso mantuvo el título genérico "La
Orientación Lacaniana".
"Yo digo orientación ya que la enseñanza de Lacan es efectiva-
mente para mí un asunto de brújula, y no un asunto de fórmu-
las o de dogmas a repetir..."
Jacques-Alain Miller en Hervé Castanet, "Comprendre Jacques-
Alain Miller", p.53. 2015
¿Ha dicho raro? 1
Argumento
El psicoanálisis es sin duda respon-
sable -al menos fue un precursor- de
1
El presente artículo es la traducción del cuerpo de
la conferencia que Jacques-Alain Miller dictó en la
Universidad R. Descartes el 3 de mayo de 1997. Fue
publicada en la revista Quarto. Revue de psychanalyse
N˚78 (Febrero de 2003) bajo el establecimiento del
texto de Catherine Bonningue.
Texto publicado con la amable autorización de J.-A.
Miller.
Mediodicho - Nº 42 2
Cf. Miller J.-A., "Psicoanálisis puro, Psicoanálisis
septiembre de 2016 Aplicado y psicoterapia". La Cause freudienne, 48, Paris,
Escuela de la Orientación Lacaniana diffusion Seuil, 2001, pp. 7-35. Publicado en español
Sección Córdoba en la revista Freudiana, 32.
13
Orientación Lacaniana
este culto de la palabra que, después de haber aparecido con aire subversivo en el
post mayo del 68, se difundió luego en el conjunto de la sociedad hasta imponerse
como un verdadero empuje-a-decir.
“Hay que hablar”, se dice comúnmente, ante la dificultad: es el recurso y el re-
medio, la panacea.
Escucha, intercambia, dialoga, son los poderes que se cree apaciguan todos
los conflictos: sociales, familiares, individuales. Este uso anestesiante de la
palabra sería incluso la última palabra sobre la democracia.
El empuje-a-decir es algo muy distinto en psicoanálisis. Invita al que sufre a la
prueba de algo que no es un diálogo, sino más bien un monólogo, seguido de una
interpretación. La interpretación es un modo particular, incluso raro, de la pala-
bra.
1- Freud, la interpretación
3
“Bizarre” es la palabra francesa que utiliza el autor. Hemos preferido traducirla por “raro” y no por “bizarro”
(traducción también posible), puesto que “raro” es el término de uso corriente en nuestra lengua. Nota del T.
4
Sin duda Jacques-Alain Miller se refiere a la réplica de la película de Carné y Prévert, Un drama divertido, o Un
drama singular, citado por el diccionario Petit Robert, “¿Ha dicho raro? ¡Qué raro!”. Nota C.B.
un estado dado de la lengua. Por un lado, el diccionario es lo que hay de más nor-
mal, la guía del uso normal, normativizado, de la lengua.
Ya que el título se me ocurrió así, aunque perturbe un poco o parezca inhabi-
tual, constituye esto una razón más para sostenerlo, porque la interpretación ana-
lítica no es en absoluto un modo normal de la palabra. ¿Qué encontramos si
tomamos los antónimos de la palabra? Claro, igual, equilibrado, normal, ordinario,
mesurado, regular y simple. Y bien, la interpretación analítica no es clara, equili-
brada, simple, ordinaria. Es de buen grado, por el contrario, oscura, excesiva, com-
pleja y, sobre todo, extraordinaria. Al menos son enunciados, palabras, que salen
de lo ordinario.
Adopto incluso la palabra “raro” para calificar, de un modo que todo el mundo
pueda comprender, los fenómenos freudianos, aquellos sobre los que Freud fundó
su práctica y la disciplina a la cual anudó su nombre. Ellos son, por excelencia, fe-
nómenos raros, irregulares y oscuros. Podemos incluso plantear que el incons-
ciente se manifiesta fundamentalmente de una manera rara.
¿Cuándo se va a análisis? Se va a análisis cuando se siente la presencia de ciertos
fenómenos raros, de un cierto número de traspiés o incapacidades raras, obsesio-
nes raras y, sobre todo, de síntomas raros. La rareza se extiende eventualmente a
toda la persona. No es lo más frecuente, pero hay casos en que el conserje pre-
gunta si puede dejar pasar a tal persona. Evidentemente las personas demasiado
raras son llevadas, o van al hospital psiquiátrico, esto cuando la rareza sobrepasa
cierto grado. Pero el más raro de todos, en su ejercicio, más raro aún que sus pa-
cientes, es el psicoanalista mismo.
que las almas piadosas podrían creer. Esta rareza encarnada en la segunda mitad
del siglo veinte más bien refrescó y rejuveneció al psicoanálisis. Le dio un nuevo
ímpetu que nos alcanza aún, en todo el mundo. Incluso aquellos que están en con-
tra viven del ímpetu que esta rareza dio al psicoanálisis.
Un toque raro es quizás la marca del psicoanálisis, al punto que los psicoana-
listas astutos verdaderamente rayan lo raro, incluso cuando no tienen nada de raro.
Por ejemplo, un acento de Europa central, entre las dos guerras, no había cierta-
mente perjudicado, al contrario, el prestigio del psicoanalista. Era incluso una es-
pecie de rasgo obligado, durante un tiempo, porque fue necesario al principio
importar a los psicoanalistas. Edgar Poe, por otro lado, antes del tiempo de los
psicoanalistas, en su pequeño cuento que se llama “The Angel of the Odd”, hace ha-
blar a su ángel de lo raro con un espantoso acento alemán, un poco al estilo de
Nucingen en Balzac. Esta pequeña historia, que valdría la pena detallar, es una es-
pecie de presentimiento del inconsciente. Odd, en inglés, es lo impar y esto califica
muy bien al inconsciente -Lacan lo anotó en alguna parte- ya que el inconsciente
está hecho de impares.
3- El espacio de la experiencia
psicoanalista, es también deseable que se agite lo menos posible. Por otro lado, el
ángel de lo raro, como lo subraya Edgar Poe, es un ángel sin alas.
Lo que por otro lado domina toda la práctica psicoanalítica es una regla, la de
la asociación libre, que quiere decir: “No tengas miedo de lo raro. Habla sin re-
troceder ante lo raro. En lo raro está la salud”. Hace falta la constancia en el psi-
coanálisis para que se desprenda verdaderamente lo raro. Hace falta que la instancia
de la regla, de la regularidad, esté presente, ya que es ese el escenario mismo en el
que se destaca lo irregular, lo raro.
4- Impar
5- Chifladura de la lengua
6- Un tejido de malentendidos
“La lengua es rara” quiere decir que comporta ciertamente regularidades, pero
que está, en su vocabulario, al menos, tejida de irregularidades profundamente
fantasiosas, excéntricas y chifladas.
dice que es una hazaña pronunciarla. Se engancha ahí, muy claramente, un goce
especial, que no es el que puede dar el chupete al ser succionado, o los brazos
cuando la alzan.
Nos explican aquí y allá que, por ejemplo, las neurociencias van a volver peri-
mido al psicoanálisis. En todo caso, no lo van a tornar perimido desde el punto
de vista teórico. Por el contrario. Así, si prestamos atención, comenzamos a veri-
ficar cosas elementales. En el International Herald Tribune del 18 de abril de este
año, después de las investigaciones financiadas durante años, se impone una con-
clusión: para volver al niño inteligente, “words are the way”, “las palabras son el
modo de hacerlo”. Verificamos -no es nada que verifiquemos de una forma que
satisfaga los criterios de las neurociencias- el impacto sorprendente de las palabras
sobre el desarrollo del cerebro; las palabras que deben venir, como se experimen-
tan, “de un ser humano, atento y comprometido”. El desarrollo mismo de las
redes de neuronas depende de la palabra dirigida a un niño por un ser humano
atento. Esto da forma a la mind, al espíritu.
Al menos sobre este punto -el único punto donde esto tiene importancia- las
neurociencias verifican, de forma sensacional, lo que de una manera ciertamente
más empírica de observación fue el acento puesto sobre la función de la palabra
y el campo del lenguaje, especialmente por Lacan. El hombre neuronal de Chan-
geux tiene necesidad de un baño de lenguaje para devenir el hombre neuronal.
¿Es un aprendizaje lo que observamos con la pequeña niña? ¿Es un aprendizaje
esta actividad primordial, que es sobre todo lúdica, gozosa? Es aquí que captamos
el valor del equívoco de Lacan cuando hablaba del goce-sentido (jouis sens-jouissence)
el sentido gozado, el sentido gozado que es tan patente en este juego de lenguaje
del niño. El sentido gozado no tiene nada que ver con el sentido común. Todo lo
contrario. El sentido gozado es el sentido raro. Es el “dinosaurio” que no sirve
absolutamente para nada, sino para mostrar que lo sabe pronunciar, que pasa a la
tercera sílaba. Hay, dicho de otro modo -el estadio del espejo es muy conocido-
una especie de estadio de lo raro en la relación con la lengua.
mente ganas de terminar, e incluso estamos dispuestos a sufrir para tener una
buena razón para continuar el juego. Es lo que Freud llamaba la reacción terapéu-
tica negativa. Cuando se va a mejorar, se empeora, ya que hay, en el juego analítico
mismo, un principio por el cual se entretiene. Este principio es finalmente lo que
Lacan -siempre él- aisló diciendo: “se goza al hablar en pura pérdida”. Se goza
con “dinosaurio”. Es el goce del blablablá.
¿En qué consiste la asociación libre? En poner el sentido común entre parén-
tesis. Es muy difícil para algunas personas. Las personas de un extremo sentido
común tienen mucha dificultad para ponerlo entre paréntesis. Pero el ejercicio
tiende hacia eso a pesar de todo, poner el sentido común entre paréntesis, dejar la
iniciativa a las palabras, como dice el poeta o, aún, dejar a las palabras hacer el
amor, como dice otro poeta, dejar a los significantes, la materia del lenguaje, los
sonidos, asociarse entre ellos. La asociación libre reposa sobre la noción y sobre
la práctica de soltar el lazo del sonido y del sentido, los lazos del significante y del
significado.
Es esta relación entre significante y significado, esta división tomada de los an-
tiguos, lo que Saussure ha renovado al calificarla de arbitraria. La relación entre
significante y significado sería arbitraria. Se ha discutido esta palabra, que da la
impresión de que hay en alguna parte un amo que dicta la ley. Se le ha respondido
a Saussure que la relación entre significante y significado no era una relación ar-
bitraria sino motivada, y que se podía demostrar que había afinidades entre tal so-
nido y tal sentido. Resumo, en grandes líneas, los debates importantes. Aunque,
más profundamente, a lo que nos acercamos con el psicoanálisis es a que signifi-
cante y significado no tienen nada que ver, no tienen nada que hacer juntos. Son
dos dimensiones, dos órdenes distintos. El nivel más fundamental, sin duda, de la
relación entre significante y significado, entre el sonido y el sentido, es que se trata
de una relación aleatoria, ni arbitraria ni motivada, sino profundamente aleatoria
en su fase más esencial.
La operación analítica consiste en relajar los lazos establecidos entre signifi-
cante y significado, los lazos establecidos por la rutina en el seno del lazo social o
de una comunidad del lenguaje, aquella en la que nos escuchamos unos y otros.
Nos escuchamos justamente para acallar el rumor que surge del lenguaje mismo.
El analista está allí, es sabido, para ayudar a que se suelten los lazos establecidos
entre el significante y el significado. Está allí para hacerse el burro. Está allí para
no comprender, exactamente para frenar el pasaje del significante al significado,
para enlentecerlo, para poner puntos de interrogación, poner las x, para decirle
finalmente al analizante “para mí esto es chino”. Hace falta reformularlo, al menos
para abrir el espacio del análisis mismo.
9- El enigma
grandes escritores han tenido que lidiar con la censura. Han tenido siempre que
aprender a decir entre líneas, por ende hace falta leerlos como mensajes cifrados.
Al menos desde Sócrates, que acabó por tomar demasiado a gusto los significantes
de la ciudad. Les decía de alguna manera a los atenienses, cuando los atenienses
le explicaban el valor de Atenas: “es chino, para mí”. Los obligaba a repetir de co-
razón. Es una especie de precursor del psicoanálisis. Esto terminó muy mal para
él, porque no respetó la censura ateniense. Es el aprendizaje que se ha hecho por
la censura. Es loco cómo la censura nos ha hecho progresar.
Luego vino la Reforma. No voy a hacer la historia de Europa, pero la Reforma
evidentemente ha dado nacimiento a grandes censores. En conjunto, esto ha tra-
bajado a pesar de todo en el sentido de la tolerancia y de los derechos de la cons-
ciencia individual.
Luego llegaron los Estados Unidos de América, una nación fundada por per-
seguidos. Han tomado ciertas precauciones contra la intolerancia en la Constitu-
ción. Éste ha sido el gen de una sociedad de otro tipo de la que se había conocido
hasta ahora, una sociedad inédita, porque las que habíamos conocido fueron siem-
pre sociedades represivas. Encontramos en la Constitución americana el gen de
una sociedad permisiva. Tardaron cierto tiempo ellos mismos en darse cuenta, y
estuvieron durante un tiempo en busca de prohibiciones. Inventaron prohibiciones
increíbles. El Acta de Prohibición. Colocaron la interdicción sobre el alcohol. Esto
resultó en el gangsterismo, Al Capone… Finalmente, se frenaron. Después fueron
los comunistas. Los comunistas, no digo qua hayan desaparecido, pero aun así…
Por otro lado, los chinos, los iraníes, buscan ahora un poco a tientas, no lo saben
bien. Pero, en su conjunto, aparte de eso, el decir-todo ha triunfado. Incluso en
los Estados Unidos, en este país que buscaba interdicciones, finalmente el germen
constitucional florece en una sociedad del decir-todo.
El colmo, la flor de la evolución, es Internet. No escapamos a eso. Esto trae
evidentemente problemas. Se acude ante la Corte Suprema para saber si se puede
verdaderamente decir todo o no en Internet. Pero es la dirección. Vamos a toda
velocidad hacia el decir-todo.
Freud llegó en un momento de báscula. Su referencia es, a pesar de todo, el
modelo victoriano de sociedad. La sociedad victoriana es justamente la última flor
de la sociedad en la que el pivote era la represión del decir. Esto inspiró a Freud.
La censura, la represión, el retorno de lo reprimido, todos sus aparejos concep-
tuales, los tomó prestados de lo que estaba tan presente para él en la sociedad de
su tiempo. En tanto que el avance del psicoanálisis resultó contemporáneo de una
liberación del significante. Esto fue el dadaismo, el surrealismo, James Joyce. Y
luego, esto fue recibido en Estados Unidos de América. Donde se implantó, se
aclimató.
se arregla, por supuesto. ¿Qué es lo que no se arregla jamás? Algo que tiene que
ver con la sexualidad. Algo en la sexualidad de la especie humana no se arregla
nunca. Es sobre esto que se funda la esperanza para el psicoanálisis.
Longo Robert
Izq.: Detalle, sin título, 1981-1987
Der.: Sin título (Cindy), 1981
Serie: Hombres en las ciudades (1979-1983)
“- ¿Qué es lo que empuja a la gente a analizarse?
- El miedo. Cuando al hombre le llegan las cosas, incluso las
cosas que ha querido, las cosas que no comprende, el hombre
tiene miedo. Él sufre de no comprender y poco a poco cae en
un estado de pánico".
Jacques Lacan en la revista Panorama (1974), publicada en
“Hurly-Burly N˚ 12”, p.15. 2015.
Estudios
Del miedo como afecto,
en la obra de
Jacques Lacan
35
De qué tenemos miedo
en 1974, “es lo que hace que la gente vaya al psicoanalista” (Blog AMP). Acude a
él cuando le suceden cosas que no entiende, incluso aquellas que él mismo ha bus-
cado, y relaciona el pánico con el sufrimiento que produce el no entender. Tra-
tándose del saber y la verdad, la pregunta entonces es sobre la causalidad psíquica
del miedo y su expresión como modo de respuesta singular. Podríamos formularla
así: ¿en qué el miedo como afecto es un efecto de verdad para ese ser hablante?
Tan íntimo a la verdad es el miedo, a esa verdad hecha de palabras y refractaria
a lo colectivo que, de hecho, obligó en ciertas épocas a su camuflaje. Par de la ver-
güenza durante siglos, el miedo se correspondió más a las clases incultas. Que el
miedo tenga un lazo directo con la seguridad es algo que permite pensar el éxito
actual de las estrategias del terror. Desde los grupos rebeldes y los terroristas hasta
las campañas publicitarias lo saben. Sin dudas, en una época de saber globalizado
no podría sorprendernos su incidencia.
Decía Jacques-Alain Miller que “el miedo es la pasión de las sociedades mer-
cantiles (…) Una vez que el comercio borró el sentido de lo sagrado y el punto
de honor, ¿cuál es el único soberano bien que le resta? Es el bienestar. Lo que do-
mina es de ahora en más el deseo de cada uno de ponerse al abrigo, tener seguri-
dad. La inseguridad se vuelve el mal absoluto. El culto de la felicidad engendra el
reino del miedo”. (El carnaval de los miedos, Blog ELP).
Los seres hablantes saben hoy de más amenazas y peligros, y son advertidos
de ello continuamente. Pero es fundamentalmente la amenaza del Otro la que de-
sencadena la crisis. Es el peligro del Otro, es el Otro que se aparta de la ley y de
lo esperado para mostrar la falla de lo simbólico. En ese encuentro amenazante,
algo de lo real se cuela, que escapa a la ley y lleva el nombre de lo inesperado. El
miedo, en definitiva, testimonia el hecho de que no hay Otro del Otro, que no hay
saber que se pueda colmar, ni que no esté agujereado. Al mismo tiempo, se cons-
tituye en barrera y escudo defensivo ante esa hiancia infranqueable.
La etimología de la palabra también da muestras de su doble cara y de su os-
curidad. Así como paura o peur llevan la marca del pu/pew indoeuropeo, que remite
al corte y al trauma, el latín metus dará al miedo su lazo con lo meticuloso y con la
defensa. No obstante, el fracaso del miedo destapa y expone la angustia. Lacan
llega a decir, incluso, que la angustia en sí misma no es más que un miedo del
miedo (1974), profundamente ligada a lo que desborda el saber, es decir, a lo real.
En la otra vereda de la relación con el saber está la esperanza –correlato de un
goce a la espera del saber que se supone– y el entusiasmo –relacionado con el
saber sobre la inconsistencia del Otro y rayano a la incidencia del Uno.
Afecto variable de épocas y clases, el miedo nos remite a la absoluta falsedad
de aquello que da testimonio “de la belleza, de la verdad y de lo esencial”, tal como
Lacan señala que se le presentó como revelación a Hamlet. Porque detrás del
miedo (y de la angustia) está el objeto a, y allí no existe división entre objeto digno
o indigno. Toda cosa es susceptible de desbordar el saber, de ir más allá del Padre
(ese, en el fondo, a quien el miedo convoca) y, por lo tanto, encarnar, ominosa-
mente, el gran secreto del Psicoanálisis. Nos referimos a la afirmación hecha por
Lacan en 1959: "no hay Otro del Otro" (Seminario 6, 331). Es decir, cuando el
padre quiere encarnar ese lugar del Otro del Otro, de padre legislador, como modo
de respuesta al miedo en un niño, necesariamente lo hace ominosamente, en la
medida en que no le permite al sujeto referir el síntoma a la causa (a).
En el comienzo de su enseñanza, Lacan sitúa a la función del miedo en relación
a la primacía que lo simbólico tiene en este momento, al punto que en el Seminario
3, La Psicosis, dicha función gira, lógicamente, alrededor del significante primordial
del Nombre del Padre. “El temor de Dios es un significante que no rueda por
todos lados”, nos dice en la clase 21, formalizando desde un punto de vista es-
tructuralista el problema del Uno y lo múltiple que Freud aborda, por la vía del
mito, en su texto sobre “Moisés y la religión monoteísta”. La “potencia” simbólica
del Uno, del Nombre del Padre o del síntoma (fóbico), a fin de cuentas hará, al
final de su enseñanza, equivalentes estos conceptos, es lo que le permite a un
sujeto salir de “un sentimiento multiforme, confuso, de pánico (…), de un mundo
hecho de terrores múltiples” (Lacan, Seminario 3, 381). La minuciosa lectura que
hace del caso Juanito, en el Seminario 4, Las relaciones de objeto, demuestra este pasaje,
todo un “pase de prestidigitación”, cuyo presupuesto es que es el significante el
que domina la cosa. De un lado, los terrores múltiples que sumen a un sujeto en
el pánico; del otro, la función del síntoma fóbico definido por el contrario como
“un perfecto coraje”.
Esta doble cara del miedo es situada en el Seminario 4 a partir de su relación
con la angustia. En la medida en que Lacan piensa a ésta, aún, de un modo clásico
a partir de la “ausencia de un objeto”, es el objeto que provee la fobia en su valor
significante el que le permite al sujeto salir de un estado en el que se pierde, y
cualquier otra cosa es preferible a esto, incluso forjar el más extraño y el menos
objetal de los objetos: el de una fobia. En este momento se puede decir, siguiendo
a Lacan, que aquello que angustia al sujeto es el miedo a perder el miedo: “Al per-
der el miedo, he perdido mi seguridad” (Lacan, Seminario 5, 18).
Aquel presupuesto inicial hiperestructuralista del dominio absoluto del signi-
ficante sobre la cosa no se sostendrá más con el avance de la enseñanza lacaniana,
incluso a partir del Seminario 7, La ética del Psicoanálisis, momento en el que se ins-
taura un corte que Jacques-Alain Miller denomina del paradigma del goce impo-
sible: el goce a partir de aquí escapa siempre, en alguna medida, a las posibilidades
de ser reducido por el aparato simbólico-imaginario.
inefable, inapresable, que cae como resto. Sitúa, así, el nivel de la angustia, cons-
titutivo de la aparición del a, diciendo que eso irreductible del a es del orden de la
imagen. Así, en el campo de las pertenencias, hay dos tipos de objetos que nos in-
teresan en este recorrido, puesto que cuando los objetos que se comparten circu-
lan, se introduce la dimensión de la competencia, función ambigua que es al mismo
tiempo rivalidad y acuerdo. Dirá Lacan: “Son objetos contables, objetos de inter-
cambio. Pero hay otros” (Seminario 10, 103).
El minucioso trabajo sobre el caso freudiano Juanito, en el Seminario 4, nos
permite hacer una lectura a partir de la orientación introducida por Miller del ul-
timísimo Lacan sobre la equivalencia del sinthome con la función del Nombre del
Padre. La época actual hace un uso muy particular de algunos síntomas llamados
“epidémicos”, entre ellos del miedo. Esta epidemia de los “trastornos” fóbicos
no es sólo un asunto de los manuales psiquiátricos, sino que puede ser entendida
también de un modo analítico si tenemos en cuenta el diagnóstico hecho por
Lacan sobre la declinación del Nombre del Padre y el ascenso al cenit social del
objeto a en su lugar. La equivalencia establecida entre Nombre del Padre y sinthome
nos permite entender la decisión y el esfuerzo de muchos sujetos para hacer un
uso “sinthomatico” (es decir, singular) de “su” fobia al modo de una nominación.
Es en su conferencia “La Tercera”, en donde Lacan sitúa que es nuestro cuerpo
el que contribuye al malestar, que Freud llama en la civilización. No se pregunta
¿a partir de qué tenemos miedo?, sino “¿De qué tenemos miedo? De nuestro
cuerpo” (27), y nos explica que por este motivo ha dedicado todo un Seminario a
este fenómeno de la angustia. “En nuestro cuerpo, justamente, la angustia se sitúa
en un lugar diferente que el miedo. Es el sentimiento que surge de esa sospecha
que nos asalta de que nos reducimos a nuestro cuerpo. Es muy curioso que la de-
bilidad del parlêtre haya logrado llegar a esto, a percatarse de que la angustia no es
el temor de algo que pueda motivar al cuerpo. Es un miedo al miedo” (“La Ter-
cera” 27).
Hemos podido, entonces, seguir un arco que va de la angustia como miedo a
perder el miedo (Seminario 5), a la angustia como miedo del miedo, es decir, miedo
a algo que lo afecte al ser-hablante en y desde su cuerpo. Es decir, de la angustia
como ese vacío con el que el sujeto se topa ante la caída de la función significante
del síntoma (fóbico), a la angustia como signo de un goce desconocido por el cual
algo del cuerpo irrumpe y lo afecta.
B i b l i og raf í a
Lacan, Jacques. Entrevista realizada para la Revista Panorama (Roma) por Emilia Granzotto, en 1974. Blog
AMP. 3 de jul. 2016. http://ampblog2006.blogspot.com.ar
Lacan, Jacques. “La Tercera”. Revista Lacaniana de psicoanálisis N° 18. Bs. As.:Ed. EOL-Grama, 2015, p. 9-
32.
Lacan, Jacques. Seminario 3. Las Psicosis. Bs. As.: Editorial Paidós, 1992, 6°reimpresión, p. 369-385.
Lacan, Jacques. Seminario 4. La relación de objeto. Bs. As.: Editorial Paidós, 1994.
Lacan, Jacques. Seminario 5. Las formaciones del inconsciente. Bs. As.: Ediciones Paidós, 1999, p. 165-183.
Lacan, Jacques. Seminario 6. El deseo y su interpretación. Bs. As.: Ediciones Paidós, 2014, p. 331.
Lacan, Jacques. Seminario 7. La Ética del Psicoanálisis. Bs. As.: Paidós, 1988.
Lacan, Jacques. Seminario 10. La Angustia. Bs.As.: Editorial Paidós, 2011, 7°reimpresión, p 185-197, p. 97-
111.
Miller, J.-A. “A propósito de los afectos en la experiencia analítica”, Matemas II. Bs. As.: Ediciones Manatial,
p.147-164.
Miller, Jacques-Alain. “El carnaval de los miedos”. Blog ELP. Web. 14 de julio de 2016.
http://blog.elp.org.es
43
De qué tenemos miedo
Hoy se experimenta miedo cuando son usurpadas nuestras redes sociales; hay
hackers que pueden entrar a las redes del Pentágono. Todos somos vulnerables
en los mismos servicios que utilizamos día a día. En un discurso técnico es fácil
quedar borrados por la cifra en cualquier sistema de atención o servicio masivo
estandarizado. Los encerramientos urbanos, la justificación para armarse, las apli-
caciones que permiten seguimientos, son formas de tramitar la angustia a partir
de crear supuestas seguridades.
Dos hechos actuales. Primero, ha ido delimitándose una característica del sujeto
posindustrial: el riesgo, concepto relacionado al miedo que conlleva una convi-
vencia con la incertidumbre y el estado de alarma en el pacto social: crisis econó-
mica, ecológica, política y de seguridad social. Segundo, varios autores, entre ellos
Zygmunt Bauman, nombran la sociedad actual como la sociedad del miedo: la in-
certidumbre y el enigma cada vez horadan más lo laboral, lo financiero, lo afectivo,
las competencias. “A principios del siglo XXI, el sujeto está en peligro. Comer,
respirar, desplazarse, hacerse cuidar se hace bajo la égida del peligro y de la toma
de precauciones. (…) Vamos a devenir sociedades del miedo y del pánico” (Miller,
Revista Virtualia n°15).
Una alusión a la fobia en relación al miedo. A medida que, en la respuesta a la
angustia, se implican el objeto pulsional y lalengua (singulares a cada hombre, y
están fuera del significante cultural), ésta puede adquirir un modo único y propio
para cada existencia: “El objeto pulsional es sustituido por un significante que ate-
moriza” (Lacan, El Seminario 16, 280). Esa es la fobia: “Una elucubración de saber
sobre el miedo, en la medida en que ella es su armadura significante” (Miller, Blog
EOL Santa Fe). Si el miedo puede ser colectivo, asimilable a modos de la cultura,
la fobia es siempre una armadura significante propia a cada existencia; pero siem-
pre excesiva, inédita, que queda refractaria a la tramitación cultural, sin doxa, ni
modo tipo.
La contracara paradójica a lo dicho hasta el momento es que en el miedo, la
angustia y la fobia hay goces fijados al cuerpo. En la distribución de goces ubico
dos tipos.
Del lado del goce del Amo, la cultura fomenta el miedo para producir un efecto
inhibitorio sobre la causa del deseo, provoca la culpa y el resultado es un sujeto
más dócil frente al Otro. Como en cualquier discurso totalitario, el miedo es uti-
lizado para estigmatizar, mostrar lo inasimilable, lo transgresor. El miedo es un
mecanismo de gestión y control político.
Del lado del goce del Uno, hay fuentes de miedo que tienen que ver más con
el goce del cuerpo que puede llegar a ser estragante. La fascinación por la belleza
del cuerpo lleva consigo el destino fatídico en varios relatos literarios, como aque-
llos inmensos ojos verdes como esmeraldas que marcan el final de Don Fernando
en el relato “Los ojos verdes” de Becquer. En Juego de ojos, Canetti narra su en-
cuentro con Anna: "Anna se dio vuelta y me miró a la cara. …sentí que su mirada
se apoderaba de mí. A partir de aquel instante sus ojos no me soltaron" (53). El
goce que produce el miedo es innegable: los niños juegan a provocarse miedo, los
parques de diversión con aventuras extremas se mantienen llenos, el éxito en ta-
quilla de las películas de terror, la literatura “vampírica” tiene millones de fanáticos,
el auge de deportes de alto riesgo.
La guerra o conflicto bélico es una modalidad de lazo que en medio del miedo
exalta modos de gozar excepcionales, tanto en la posición de víctima como de
victimario. Las nuevas generaciones de adolescentes y jóvenes de nuestras ciudades
se incorporan en el órgano de la guerra, en el paramilitarismo o las bandas crimi-
nales. A la vez, se incorpora el órgano de la guerra o el acto terrorista en la subje-
tividad contemporánea: cualquier perturbado puede inscribirse en Isis.
El miedo puede ser la vía de entrada en un análisis para instalar la pregunta
por su relación con la producción de un cuerpo de goce que adquiere subjetividad
y discurso, y así romper con el pensamiento que impregna de sentido común ex-
cluyente y autoconvertido en narrativa fatal. Es una oportunidad para hacer apre-
hensible algo de lo real. Es la vía para convocar una posición ética del parlêtre que
incluya, al otro o a sí mismo, en posición en que no es objeto pasivo de un poder
imaginario (narcisismo), ni de la segregación por su goce.
Bibliografía
Bauman, Zygmunt. Miedo líquido. La sociedad contemporánea y sus temores. Barcelona: Paidos Ibérica. 2007.
Canetti, Elías. Juego de ojos. Buenos Aires: Editorial Debolsillo, 2011.
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Lacan, Jacques. El Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós 1990,
3°reimpresión.
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misphericinstitute.org/journal/4.2/esp/es42_pg_reguillo.html
Luiz Fernando
Carrijo da Cunha
D esde mi nominación como
AE de la Escuela Una/AMP
he intentado, desde las posibilidades
Es psicoanalista en San Pablo, Brasil que el tema permite, explorar el “acon-
Miembro de la Escuela Brasilera de Psicoanálisis tecimiento de cuerpo” así como las res-
(EBP) puestas defensivas que pude aislar en
Miembro de la Asociación Mundial de Psicoa- mis cuatro análisis que se dieron en un
nálisis (AMP) intervalo de veintisiete años. En ese
Analista de la Escuela (AE) 2014-2017 sentido, explorar lo que del miedo se
tornó síntoma se vuelve necesario re-
tomar cómo el sujeto se defendió en su
vida y lo que de esa defensa se redujo a
un axioma imbricado en el análisis y, a
partir de ahí, verificar el “pedazo de
real” desprendido en el final del análi-
sis.
Lacan nos enseña, en el Seminario
10, La angustia, que la distinción entre
“miedo” y “angustia” se verifica por las
vertientes del significante y del objeto.
Allí nos dice que el miedo no tiene ob-
jeto, valiéndose de los “pavores de
Chéjov” (172) para demostrarlo, al
paso que la angustia no es sin objeto.
Deducimos, de ahí, que el miedo se ar-
ticula al significante, mientras que la an-
gustia, al objeto, pero en la medida en
que ningún significante es capaz de
Mediodicho - Nº 42 apresarlo. De este modo, con Lacan,
septiembre de 2016
Escuela de la Orientación Lacaniana
deducimos que el miedo no es más que
Sección Córdoba una modalidad de defensa contra la an-
47
De qué tenemos miedo
gustia. Lacan echa mano de la constitución de la “fobia del pequeño Hans” que
se presenta, igualmente, como una defensa.
Ciertamente que no encontramos de manera explícita en el Seminario 10 nin-
guna referencia al acontecimiento de cuerpo tal como Lacan lo explicita en su
texto sobre Joyce. Allí liga directamente el “acontecimiento de cuerpo” (Otros Es-
critos 595) al “sinthome”, escrito con th, especificando la diferencia entre el síntoma
que se lee a partir de la cadena significante tomado como mensaje e implicando
al Otro de aquel que se establece como un “significante solo” y que no encuentra
cualquier posibilidad de encadenarse, revelando un “goce fuera de sentido” más
allá del sentido gozado.
Mientras que en el Seminario 10 encontramos toda una construcción que dice
respecto del sujeto del significante relativa a una operación que se da a partir del
Otro. O sea, vemos allí el surgimiento del “sujeto barrado” como producto de la
operación significante en el ascenso del objeto a como resto de tal operación al
cual se liga la angustia. El objeto cobra un estatuto de “suelto del cuerpo” para
dar lugar a un cuerpo de significante. Es decir que, desde el Seminario 10, pode-
mos entrever que el objeto a cobrará un estatuto de “condensador de goce” se-
parado del cuerpo. O sea que el “objeto”, desde entonces, ocupará el lugar central
en lo que dijo respecto de la libido, y la angustia será la “señal” de aquello que, de
su libido, el sujeto reencontrará en su vida. Sin embargo, el cuerpo ahí sólo será
concebido a partir de su configuración fantasmática. Será necesario, para Lacan,
avanzar su empresa más allá del objeto a para incluir, de forma definitiva, la pro-
blemática del cuerpo en tanto “cuerpo vivo” marcado por un goce irreductible al
significante. Tanto la cadena significante, que dice respecto del sujeto como el ob-
jeto que apunta a un resto de esa operación, quedarán reducidos a la categoría de
“semblantes” que, aunque fundamentales en el transcurso y dirección de un aná-
lisis, no revelan el “goce del cuerpo” como “goce del Uno” y, por tanto, sin sen-
tido.
En el pase...
La amenaza ligada a un miedo constante fue mi compañera desde mi más tierna
infancia y la angustia era vivida siempre como una percepción de “desaparición”
del cuerpo. Como ya relaté desde mi primer testimonio, sufrí el ataque de un ani-
mal a los cinco años y ese momento fue aislado de tal modo en el análisis que
pude extraer de allí tanto la matriz fantasmática que serviría de “estofa” al sentido
promulgado en mi existencia, como extraer un pedazo de real, no sin la reducción
lógica exigida en la operación.
Al ataque del animal le siguió el encuentro con la mirada de la madre en un
lapso de tiempo que vino a marcar, definitivamente, un antes y un después. Un
“lapso” donde el cuerpo se encuentra a la deriva de la pulsión de muerte.
titución del sujeto que “del encuentro con la mirada de la madre” lo llevará al “en-
cuentro con el analista”.
Por esa vía, el síntoma que me llevara desde el inicio al análisis develó su di-
mensión de desplazamiento en la medida en que de una “identificación imaginaria”
a una figura de un “Santo sacrificado” pude extraer lo que había de “sentido go-
zado” que se reveló como el fundamento de la “verdad mentirosa” que, sobretodo,
hiciera de mi vida amorosa el extracto de un impasse configurado por dos polos:
el miedo disfrazado por el heroísmo y la angustia vivida como consecuencia del
“lapso” en el encuentro amoroso. En mi caso, fue necesario el psicoanálisis para
deshacer la creencia en el padre y en La mujer para consentir a la inexistencia de
la relación sexual.
En la civilización
Lo que el psicoanálisis nos enseña acerca de la civilización no está desconec-
tado de la vivencia de cada uno en su absoluta soledad.
Presenciamos un tiempo de violencia generalizada: desde violencias domésticas
hasta los ataques terroristas que nos asombran, dejando los cuerpos aprisionados
en el miedo.
¿Uno de los nombres actuales del malestar en la civilización? Sin duda, pero
que no nos impide abrir camino a través de lo que el psicoanálisis nos enseña a
partir del uno por uno.
Nos hemos dedicado, en la Orientación Lacaniana, a estudiar y a medir las
consecuencias del declive de la función paterna donde la regulación del goce no
encuentra más sus auspicios. Nuestra atención se volvió hacia ahí a partir del “as-
censo al cénit social del objeto a” como corolario de la caída del padre. Desde
nuestra perspectiva, vivimos hoy las consecuencias de ese ascenso, y la “violencia
generalizada” no es más que la ocupación del “puesto vacío” por parte del amo
contemporáneo representado por un superyó feroz y obsceno que vocifera en di-
rección al goce. Un Otro construido como síntoma en el lugar donde el padre no
opera más en su valor universal. Desde este ángulo, si los cuerpos se anudan en el
miedo por el ascenso al cenit del “Otro malvado”, la clínica psicoanalítica recibirá
cada vez más el producto de ese malestar donde, para cada uno, el lugar del Otro
podrá ser vaciado en la perspectiva del “sinthome”. Mientras, cabe todavía la inven-
ción para que el “lugar de la violencia” pueda ser tratado con repercusiones co-
lectivas. Tarea del psicoanálisis y de la civilización.
Bibliografia
Carrijo, Luiz Fernando. “A la sombra de una sombra”. Revista Lacaniana de Psicoanálisis N°19. Bs.As.: Editorial
Grama, 2015, p.152-162.
Lacan, Jacques. El Seminario 10, La angustia. Bs.As.: Ediciones Paidós, 2006.
Lacan, Jacques. “Joyce el síntoma”. Otros Escritos. Bs.As.: Ediciones Paidós, 2012, p. 591-597.
Álvaro Stella
Es psicoanalista en Córdoba, Argentina
E l proyecto lógico-positivista
del DSM, con su afán de eli-
minar imprecisiones, malentendidos y
Miembro de la Escuela de Orientación subjetividad, en pos de una mayor des-
Lacaniana (EOL) cripción y un mayor empirismo, for-
Miembro de la Asociación Mundial de cluye a la angustia como síntoma
Psicoanálisis (AMP) cardinal en la experiencia del padecer
singular.
El Trastorno de pánico se caracte-
riza por ataques de pánico inesperado
y recurrente. Se encuentra clasificado
en el Manual diagnóstico y estadístico de los
trastornos mentales dentro de los Trastor-
nos de ansiedad, que son aquellos que
comparten características de miedo y
ansiedad excesivos y alteraciones con-
ductuales asociadas, como las fobias,
las ansiedades generalizadas, el mu-
tismo selectivo y otros trastornos de
ansiedad.
El miedo es descripto como una
respuesta emocional a una amenaza in-
minente, real o imaginaria. En tanto, la
ansiedad es una respuesta anticipatoria
a una amenaza futura. Si bien la crisis
de pánico se encuentra dentro de estos
trastornos, también pueden ser obser-
vados en otros trastornos mentales.
Los criterios diagnósticos del Tras-
Mediodicho - Nº 42 torno de pánico aúnan ataques de pá-
septiembre de 2016
Escuela de la Orientación Lacaniana
nico imprevistos recurrentes –el ataque
Sección Córdoba de pánico es la aparición súbita de
51
De qué tenemos miedo
DSM-5
El prefacio del DSM-5 nos dice que los criterios diagnósticos actuales son la
mejor descripción que existe sobre cómo se presentan los trastornos mentales.
Es una guía útil para la práctica clínica y aplicable en una gran variedad de con-
textos, en pos de utilizar un lenguaje común con valor de nomenclatura oficial.
La pretensión de la evaluación es explícitamente objetiva y de uso generalizado
y amplio para el campo de la salud, mediante un método estructurado para en-
tender y diagnosticar, tanto para estudiantes como expertos. Necesidades e inte-
reses diversos, coordinados con la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE)
de la OMS.
Hay un reconocimiento del hecho de que las dolencias mentales no siempre
encajan totalmente dentro de los límites de determinado trastorno y ponen como
ejemplo a algunos dominios de síntomas como la depresión o la ansiedad que po-
drían reflejar una vulnerabilidad común que subyacería en un mayor grupo de
trastornos, pero rápidamente nos aclaran que se trata de estimular nuevas pers-
pectivas clínicas para ser dispuestas en nuevas clasificaciones futuras. Sostenidas
éstas en la ideología del progreso de la neurociencia cognitiva, las neuroimágenes,
la epidemiología con tasas de prevalencia y la genética.
En nombre de la evidencia científica se genera en muchos cuadros una estrecha
relación de síntomas, factores de riesgo genético y ambiental –por qué no– sus-
tratos neuronales, produciendo una permeabilidad entre trastornos que amplían
considerablemente el espectro poblacional pasible de padecer algún o algunos de
dichos trastornos. Este amplio espectro también incluye a las disciplinas que han
colaborado en la constitución de este manual que monopoliza el sentido y la orien-
tación de la psicopatología actual. Se trata de haber introducido en la colaboración
no sólo a las disciplinas de la salud y sus satélites sino también a pacientes, fami-
liares, abogados, organizaciones de consumidores y asociaciones de defensa de
pacientes en pos de reducir el estigma y ampliar la población implicada, claro.
En lo relativo al Ataque de pánico y su recurrencia, el Trastorno de pánico es
Universalización y estadística
deseo.
La angustia da un estatuto digno al sujeto, dado que a partir de ella y sólo de
ella se podrá abrir las puertas del acto que le permitirá atravesar la experiencia
traumática. El diagnóstico de Trastorno de pánico, lejos de propiciar una supera-
ción de la experiencia de sufrimiento, genera una fijación, alienación al Otro social
cuantificador y masivizante.
Al supuesto bien de todos implícitos en la universalización, el psicoanálisis
propone que la clasificación haga crisis en la escucha de la singularidad, que hará
emerger la evidencia del signo que constituye la angustia, señal digna de la exis-
tencia.
Bibliografía
American Psychiatric Associatión. Manual Diagnostico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-5. España:
Ed. Médica Panamericana, 2014.
Lacan, Jacques. “Psicoanálisis y medicina” en Intervenciones y textos 1. Buenos Aires: Ed. Manantial, 2002. 2°
reimpresión.
Laurent, Eric. “La crisis post-DSM y el psicoanálisis”. Revista virtual Látigo. Web. 2 de jul. 2016.
http://www.latigolacaniano.com/assets/texto-pdf-e.-laurent-(espa%C3%B1ol)-la-crisis-post-dsm.pdf.
Miller, Jacques-Alain. Lectura del Seminario 5 de Jacques Lacan. Buenos Aires: Ed. Paidós, 2011.
Vidal, Guillermo y otros. Enciclopedia de psiquiatría. Buenos Aires: Ed. El Ateneo, 1979.
57
De qué tenemos miedo
una versión acerca del objeto que se es para el Otro. Por ejemplo, la boca que
muerde que Juanito evocaba en el caballo temido o la mirada de la bruja malvada.
Sin embargo el fantasma resulta de gran utilidad para desconocer el goce del sín-
toma que cada uno encarna, quedando revestido por el Otro malvado que se hace
existir.
Miedo y fobia
Lacan, en El Seminario 5, precisa que “la función del miedo no está limitada a
la relación con un peligro real” (181).
Miller, en su artículo “El niño y el saber”, distingue miedo y fobia. Advierte
que la fobia no es un miedo, sino elucubración de saber sobre el miedo. En la fe-
nomenología de la fobia, el miedo está en una relación directa con un peligro real,
por ejemplo el caballo en Juanito. En la fobia, el miedo da, como contrapartida,
seguridad. Lacan precisa en el El Seminario 5 que, en la fobia, los momentos de
angustia se precipitan cuando el sujeto va perdiendo el miedo, con el cual consigue
sentirse más seguro, más a reparo.
Por lo tanto, el miedo es un afecto plausible de analizarse a nivel del signifi-
cante, y para eso le damos la palabra al niño.
Miedo y angustia
B i b l i og raf í a
Lacan, Jacques. “Dos notas sobre el niño”, Intervenciones y textos 2. Bs As: Editorial Manantial, 2001, p. 55-57.
Lacan, Jacques. “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, Escritos 1. Méjico: Siglo
XXI Editores, 1997, 14° reimpresión, p. 227-310.
Lacan, Jacques. El Seminario 4, La relación de objeto. Barcelona: Editorial Paidós, 1994.
Lacan, Jacques. “La Tercera”, en Intervenciones y textos 2. Bs As: Editorial Manantial, 1998. 3° reimpresión, p. 73-108.
Lacan, Jacques. El Seminario 5, Las Formaciones del Inconsciente. Bs. As.: Ediciones Paidós, 1999.
Laurent, Eric. Hay un final de análisis para los niños. Bs As: Editorial Colección Diva, 2003. p. 23-42.
Laurent, Eric. O avesso da biopolítica. Coleção Opção Lacaniana 13. Ed. Contra Capa, 2016. p. 202-207.
Miller, Jacques-Alain. “El niño y el saber”, en Revista Carretel Nº 11. Ediciones Nueva Red Cereda, 2012.
Miller, Jacques-Alain. Lectura del Seminario 5 de Jacques Lacan. Bs. As: Ediciones Paidós, 2011. p.56.
61
De qué tenemos miedo
mueran los padres, también el niño se ve amenazado. Algunos se dan por muertos
para escapar al miedo a la muerte. Hay quien se alegra de haber escapado a la
muerte, porque ya vivió. También están los que desafían este miedo, los que se
pelean con él.
Una madre le decía a su hijo de 7 años que tenía miedo a morirse: “Tranquilo,
que falta mucho”, es decir el engaño como bálsamo ante el miedo.
El miedo se mete también en la sexualidad, no existe una convivencia pacífica
entre lo masculino y el miedo. Eso es para las mujeres, o bien para los hombres
que no son tales.
Pero también el miedo al dolor, o al sufrimiento provoca que busquemos la
muerte.
El honor hace que enfrentemos la muerte sin temor, es decir que hay antídotos
contra el miedo.
Las estadísticas no tranquilizan, dicen que el avión es el medio más seguro de
transporte pero ¿quién no considera que el avión se pueda caer? Un comandante
de avión que estaba por aterrizar en la isla Margarita estaba a sólo diez meses de
su jubilación, no contaba, o quizá sí, con una bandada de pelícanos que se metería
en las turbinas de su avión provocando su estallido.
También el miedo a hablar en público es a veces muy angustiante. Dicen que
Lacan se alteraba el día antes de dar su Seminario.
Joyce se tiraba en la cama y le gritaba a su mujer que él escribía sobre lo in-
comprensible del ser humano, pero eso le impedía vender sus libros.
A nuestra Ética la denominamos de “forzamiento” y esto se verifica. Entabla-
mos una lucha con la consistencia del yo y sus manifestaciones. La voluntad de
decir, el querer explicarse, el pretender contar los sueños, el conversar, el rela-
jarse.
No pocos pacientes de Lacan cambiaban de analista porque no los dejaba ha-
blar de ellos. Lo comprobamos todo el tiempo.
Un paciente me decía: “me debe 20 minutos de sesión, sabe que nunca le pa-
garé, suelo no pagar deudas que hacen daño al acreedor”.
Otro me decía que, con gente esperando y apremiado por el poco tiempo, no
podía relajarse para pensar y explicarse. Por suerte, cerca de mi consultorio hay
un buen instituto de yoga para los que quieren relajarse.
Esto vale también para los analistas. Hemos abandonado las clásicas poltronas
con apoyapies, aunque tengan un nombre muy querido para nosotros. Los reem-
plazamos por sillas con resorte: la relajación no es para el analista lacaniano.
Los pacientes que esperaban en la sala de espera le reclamaban al analista que
estaba extendiendo demasiado el tiempo de las sesiones, el analista respondió:
“estoy cansado”.
En conclusión, es fácil decir: la sesión no es para pensar sino para hablar y ser
La angustia no es el miedo
Los cisnes negros de Nassim Taleb nos han permitido contar con lo inespe-
rado, con el fuera de cálculo (El cisne negro 36). De esta forma, han dejado de ser
amenazas o hechos míticos para pasar a ser realizaciones efectivas. Es el fracaso
de las reglas, de los tratados, de las leyes y de los acuerdos que pretendieron regu-
larlos. ¡Ocurren!
Considerando el espanto como respuesta subjetiva diferente del miedo, des-
cartamos las consideraciones cuantitativas para centrarnos en la posición del su-
jeto.
El espanto es la experiencia del aplastamiento del sujeto, que en estas circuns-
tancias carece de respuesta, no tiene corcel. Se parece al sujeto psicótico aplastado
por el goce del Otro.
El paradigma de dicha posición es la que tanto Primo Levi como Agamben
denominaron “el musulmán”, un sujeto que parece haber perdido, por el contrario,
cualquier forma de voluntad y de conciencia en referencia a aquellos sujetos que
en los campos de exterminio del nazismo carecían de toda reacción: ni miedo, ni
El hilo de la violencia
¿Qué hacer?
1
Las itálicas están puestas por el autor del artículo.
Conclusión
B i b l i og raf í a
Agamben, Giorgio. Lo que queda de Auschwitz. “El musulmán de Auschwitz”. Valencia: Ed. Pretextos, 2000,
p 41-89.
Aira, Cesar. El cerebro musical. Buenos Aires: Grupo Editorial Literatura Random House, 2016.
Ellmann, Richard. James Joyce. Barcelona: Editorial Anagrama, 1991.
Lacan, Jacques. El Seminario 7, La Ética del Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós, 1988.
Lacan, Jacques. El Seminario 11, Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós, 1991.
Lacan, Jacques. El Seminario 23, El sinthome. Buenos Aires: Paidós 2006.
Lamborghini, Osvaldo. La causa justa. Tomo II. Buenos Aires: Ed. Sudamericana, 2003.
Spinoza. Obras Completas. Tomo III Proposición XXXVII.
Taleb, Nassim Nicholas. El cisne negro. Buenos Aires: Paidós, 2010.
Graciela Martínez
Es psicoanalista en Córdoba, Argentina
P odemos considerar la errancia
subjetiva en relación a la época
como un efecto de la decadencia del
Miembro de la Escuela de Orientación Nombre del Padre y la ausencia de
Lacaniana (EOL) miedo, como uno de sus signos. Es fre-
Miembro de la Asociación Mundial de cuente recibir sujetos desinhibidos, sin
Psicoanálisis (AMP) miedo, que se presentan como si no tu-
vieran nada que perder y, al mismo
tiempo, con serias dificultades para sos-
tener su demanda de análisis.
La errancia contemporánea
67
De qué tenemos miedo
1
Pregunta que se desprende de la lectura de “La mirada del Otro” de C. de Bocca. La Lúnula. CIEC Cba. 2010.
entonces el hombre tiene miedo” (Blog AMP). En algunos casos, quienes llegan
a sentir miedo -y por eso insisten en la consulta- son aquellos que rodean a estos
jóvenes que se presentan “sin miedo”. En ocasiones se quejan de que “parecen
zombis, están todo el día tirados” o en el otro extremo que “no paran, no registran
lo que les digo”, modo en que lo insoportable se traduce y deviene impotencia
para ubicarse de un modo en que sea posible establecer un lazo. Finalmente, que-
dan presos de un miedo por “dónde van a terminar” en esta deriva sin límites que
se pretende extrema libertad.
Libertad que defienden, como decía antes, con apenas algunas frases cortas
que repiten frente a cualquier pregunta, como por ejemplo: “lo que me pinte” sin
un tiempo de verbo que indique si hace, hizo o hará lo que le pinte. Frases que
bloquean la apertura de una dialéctica y que se podrían escribir todas juntas, sin
intervalos. Son enunciados cuya estructura es cercana a la holofrase2 y que el joven
se niega a desplegar. El analista no cede en su deseo de que se despliegue la di-
mensión de la enunciación, aunque muchas veces no alcance a conmover el re-
chazo y evitar la huida.
Un matiz llama la atención en muchos casos y es que, al mismo tiempo, mues-
tran un especial interés por el arte. En algunos, la versión del arte sin programas
previos consuena con su aspiración a la libertad sin límites. En otros, resultan una
manera de introducir un intervalo donde la voz y la mirada se ponen en función
de otra manera, especialmente en aquellos casos donde la fijeza es una delicada
defensa frente a la irrupción de lo real cuando no se dispone de un discurso para
tratarlo.
Pero aquellos jóvenes a los que quiero referirme, que se encuentran entre la
compacidad de las frases, el mutismo y un murmullo hacia adentro que busca des-
entenderse del Otro, ¿cómo encontrar con el sujeto el S1 que funcione como
“adoquín en la ciénaga”?
Recuerdo una ocasión en la que, después de innumerables maniobras con una
joven, me dirigí a ella muy seria, repitiéndole una de las frases que habitualmente
decía sin escucharse. El efecto inmediato fue su división subjetiva: sorpresa y cierta
exasperación. Le propuse, entonces, que volviera en una hora. Fue el modo de
constituirse un Otro de la transferencia que no estaba antes para ella. Un Otro di-
simétrico respecto del sujeto, efecto entonces de su propia división. La contin-
gencia habilitó otro tiempo diferente del que le daba la ilusión de eternidad,
produciendo un cierto efecto de sin-sentido.
Es necesaria esa constitución del Otro, pero para después, en el recorrido de
un análisis, destituirlo. La barra no cae de una vez sobre el Otro, sino que escande
distintos momentos en un análisis donde se hace, además, la experiencia de que
2
Referencia de “Una consecuencia clínica de la aceleración hipermoderna” de Camilo Ramírez, presentado en
el IX Congreso de la AMP.
es posible arreglárselas con sus propios medios que son los de su síntoma. Cierta
“ausencia de miedo” acompaña la salida de un análisis, cuando un sujeto no re-
trocede frente a su deseo y se orienta por él sin tener ya que huir, errante, de su
goce.
Respecto de nuestra práctica, en ocasiones llevamos al control el miedo por
no haber intervenido lo suficiente, como si hubiese la justa medida. ¿De qué se
tiene miedo? De la inexistencia del Otro. Lo que pedimos al control tiene la me-
dida de la ilusión de un Otro consistente que nos daría los medios para mante-
nernos a buena distancia del peligro. Lacan (Televisión 545) diferencia la buena
prudencia de la verdadera, que supone la audacia y no la posición de quien se halla
bajo el “miedo de perder lo que tiene” (Miller, Conversaciones… 308), como tam-
poco la del eternamente sin miedo que forcluye el real del tiempo. Porque la ver-
dadera prudencia “tiene que ver con la contingencia… con lo que puede ser
diferente de cómo es… La prudencia, siempre al lado de la ocasión” (Miller, El
triunfo de la enseñanza de Lacan 244).
B i b l i og raf í a
Lacan, Jacques. Entrevista realizada para la Revista Panorama (Roma) por Emilia Granzotto, en 1974. Blog
AMP. 3 de jul. 2016. http://ampblog2006.blogspot.com.ar
Lacan, Jacques. “Televisión”. Otros escritos. Buenos Aires: Paidós, 2012, 1° edición, p. 535-572.
Miller, Jacques-Alain. “El triunfo de la enseñanza de Lacan”, Introducción a la Clínica Lacaniana. Madrid: Gredos,
2006.
Miller Jacques-Alain. “Nota sobre la vergüenza”, Mediodicho 26. Córdoba: Publicación de la EOL Sección
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Miller, Jacques-Alain y otros. Conversaciones clínico políticas. Madrid: Gredos, 2013.
Longo Robert
Sin título (Colossus, Polinesia Francesa, Mururoa, 1977)
Serie: La enfermedad de la razón (2001-2005)
Esta sección de la revista toma su nombre de la publicación
que se hiciera en 1941 de unas notas halladas entre los papeles
póstumos de S. Freud. El carácter inconcluso de las anotacio-
nes freudianas y su variedad temática, inspiraron esta primera
formulación que aspira a transmitir ese aire de Work in progress,
aplicado a la resonancia de otros discursos.
Tiempos de miedo
“En un tiempo,
la sociedad entera tendrá miedo
de cada uno”
Entrevista a
Jean Claude Milner * M ediodicho (M): Sabemos que el
miedo a nivel del discurso social
y a nivel de sus prácticas políticas es capaz
Reside y trabaja en París, Francia. de ser provocado por el Otro del poder y de
Lingüista y ensayista la Ciencia. Ésta sería una rama de la bio-
Ex-Director du Collège International de política, en términos de control y de domi-
Philosophie. nación de los cuerpos. Se trata aquí del
Autor de: miedo a que el cuerpo sea excluido, repri-
“La Obra Clara”, “El Periplo Estructural”, mido, incluso desgarrado por el Otro. Así
“La Arrogancia del Presente”, pues, el empleo del miedo como estrategia
“Judío de Saber”, “Claridad de Todo”, de control se podría pensar a partir de la
“De Lacan a Marx, de Aristóteles a Mao”, tesis que usted propone en “La política de
entre otras obras. las cosas” como “una domesticación gene-
ralizada”.
Mediodicho - Nº 42 *
Mediodicho agradece especialmente a Fabián
septiembre de 2016 Fajnwaks por posibilitar y participar en esta entrevista,
Escuela de la Orientación Lacaniana y a Mariana Gómez por su colaboración para concre-
Sección Córdoba tarla y su aporte en la elaboración de la misma.
75
Perspectivas, ideas, problemas
M: En su libro “Por una política de los seres hablantes”, usted apunta que la política
comienza con el descubrimiento que el ser hablante puede controlar a otros sin necesidad
de matarlos. Comprobamos hoy que, allí donde
“ Los derechos del cuerpo hubo una tentativa de controlar los cuerpos de
otros por la palabra, hubo un fracaso, y asis-
incluyen los derechos timos más bien al regreso de la muerte y la vio-
que garantizan que el hablar lencia, en nuestras ciudades democráticas, con
no acabe ” el terrorismo, por ejemplo. ¿Qué puede decir
sobre esta paradoja, o por lo menos lo que se
presenta como tal, implicando que para que la humanidad pueda continuar sosteniendo
sus propios Derechos, incluidos allí los derechos al goce, deba suprimir los derechos del
otro?
M: En “La Arrogancia del Presente” usted plantea que, después de mayo del '68, el
espíritu progre del ´68 se transformó en el mejor aliado de la restauración, y allí se
sitúa el "secreto" de las violencias que se producen cada vez más a los márgenes de
las ciudades. Usted dijo, con relación a la juventud pobre: "no tiene ninguna idea de lo
que es ser un sujeto activo. Pues ella es activa sin idea y radicalmente desubjetivada,
se vuelve así en un mero objeto social"(238). En muchos países existe un trabajo activo
para mantener a estos jóvenes al margen de la ciudad, pero estos mecanismos fallan de
cuando en cuando, y estos jóvenes se hacen visibles a menudo de manera salvaje.
¿Cómo piensa que incide este tipo de dinámica en la construcción del miedo al otro?
JCM: No volveré sobre el ‘68 y sus consecuencias. Ya dimos vuelta esa página.
Después de 2001, la crisis abrió otra fase. Pero retomo su expresión "…las vio-
lencias que se producen cada vez más en los márgenes de las ciudades". Esto es
característico desde antes de 2001. Creo que hoy, la topología cambió: no existen
más márgenes, en el seno de una sociedad dada, ni a la escala del mundo. Se vol-
vieron el centro; más exactamente, el centro se disolvió. Lo que se llama los su-
burbios determina desde entonces el habitus social de todos.
Usted cita una fórmula de La Arrogancia. Podría resumirla: el individuo de las
periferias no es más un ser hablante. Es un ser hablado. Hablado por la sociología,
por la charlatanería política, por sus propias habladurías etc, en definitiva por un
Otro anónimo y desubicado (désitué/desituado). Allí reside, según mi parecer, la
causa inmediata que lleva a algunos a unirse a la guerra del Califato: allí escuchan
la promesa de que su hablar será en lo sucesivo tomado por un Otro, pero un
Otro situado, que lleva un nombre. Serán así librados definitivamente de su propio
hablar, carga con la que no saben qué hacer. No saben qué hacer con eso porque
nadie les enseñó a hablar en primera persona.
Los yihadistas dan miedo, pero la triste realidad es que toda la gente de la pe-
riferia da miedo, aun cuando son los más apacibles del mundo. Condenamos con
este miedo por razones morales, pero tiene una causa real: peligrosos o no, mate-
rializan la precariedad del hablar. El miedo nacido del pequeño otro forma en-
tonces como un círculo cuya circunferencia estaría por todas partes y el centro en
ninguna parte. En un tiempo, la sociedad entera tendrá miedo de cada uno. Al
centro, que no está en ninguna parte, damos cualquier nombre: Islam, pobreza,
capitalismo, racismo, etc. Poca importancia tiene, ya que la topología permanece
inalterable. Nada me parece más urgente que ocuparse de las causas de su emer-
gencia. Los lugares decisivos de este combate son todos los lugares donde se salva
la perseverancia de hablar.
Sabemos que, a mis ojos, la institución escolar es uno de estos lugares. Hay
otros; el Psicoanálisis debe serlo mientras se oriente por su Norte magnético:
" yo, la verdad, hablo".
M: En USA, que usted conoce bien, el miedo es a menudo un factor blandido por los
hombres políticos y no sólo durante las campañas presidenciales. ¿El candidato Donald
Trump se ha hecho síntoma caricaturesco posiblemente, pero no menos verdadero para una
parte importante de la sociedad americana, de qué miedo americano es el representante?
A menudo lo comparamos con los agitadores de miedos de nuestras derechas europeas ex-
tremas: ¿la comparación es pertinente? ¿Si no, por qué?
puntos. Pensamos en el Habeas corpus como el fundamento primero del Derecho, al cual
se vio reducida, a veces, a la reivindicación política durante dictaduras, especialmente en
Argentina y en América Latina con la figura inédita en la Historia del "desaparecido",
del cuerpo desaparecido del enemigo político. ¿Podemos ver allí posiblemente una ilustración
de su hipótesis que concierne a los "Derechos del hombre"?
JCM: Cuando hablo del cuerpo, se trata desde luego del cuerpo hablante. Los
derechos del cuerpo incluyen los derechos que garantizan que el hablar no acabe.
Pero para un sujeto singular, el hablar tiene un comienzo, ya que es infans antes de
ser hombre. La genealogía de los derechos humanos comienza, pues, en el estadio
del espejo. No sucede lo mismo con el ciudadano, en absoluto. La Revolución
Francesa inventó la distinción: los derechos del hombre y los derechos del ciuda-
dano son radicalmente diferentes, tanto por su contenido como por su genealogía.
Entonces, las sociedades modernas llamadas democráticas nos sacaron de un di-
lema: para que haya ciudadanos, ¿hay que aceptar que acabe el hablar? Recíproca-
mente, el sujeto que se afirma como ser hablante, ¿rompe con las exigencias de la
ciudadanía?
Esto es una de las puestas en juego de la lucha que se había emprendido alre-
dedor de la evaluación. El ciudadano fue convocado a ceder su posición de ser
hablante, a cambio de una posición de ser hablado, hablado por la neodemocracia,
nacida de la todopoderosa técnica. La confusión entre pueblo y muchedumbre, la
confusión entre ciudadano y átomo sociológico, el paso de la soberanía de las
manos del pueblo a las manos de la técnica, todo esto sucede ante nuestros ojos.
La declaración de 1789 permite interpretarlo y, sin duda, combatirlo.
H
Es psicoanalista en Buenos Aires, Argentina ablar de una política del miedo
Analista Miembro (AME) de la Escuela de en relación al discurso de Do-
Orientación Lacaniana (EOL)
nald Trump, y no por ejemplo de una
Miembro de la Asociación Mundial de Psicoa-
política conservadora, de derecha y/o
nálisis (AMP)
nacionalista y/o proteccionista, o neo-
conservadora o neo etc., nos indica que
algo se está volviendo más crudo, más
insoportable, más real en la política
misma y en su propio funcionamiento, y
que las categorías conocidas para definir
sus orientaciones no sirven. Ya no parece
que se trate tanto de debatir proyeccio-
nes al futuro según diversos ideales,
como de dar una respuesta a las cuestio-
nes más acuciantes: es que cada una de
éstas viene con prisa, cada una exige
prioridad, cada una se presenta como
cuestión de vida o muerte para los impli-
cados, y ese borde es ya lo principal de
lo que se transmite en cualquier red de
comunicación.
Aunque seguramente preparada por
la rapidez y extensión del mercado de
noticias, es por vía del discurso universi-
tario que la cuestión del ‘miedo’ nombra
actualmente un aspecto importante del
Mediodicho - Nº 42 malestar en la cultura contemporánea.
septiembre de 2016
Escuela de la Orientación Lacaniana
Son las tesis, por ejemplo, de Joanna
Sección Córdoba Bourke y/o de Zigmunt Bauman, ambas
82
Juan Carlos Indart Sobre la política del miedo y el discurso ...
conocidas a partir de 2006, las que interpretaron que hoy todo el mundo vive con
miedo. Esto no sería muy impactante si no fuera porque ellos descubren la cosa
por sí mismos, es decir que se refieren a sus sociedades, las llamadas del ‘primer
mundo’. En efecto, el interés del tema reside en que se muestra que las poblaciones
con más tiempo de exposición a los beneficios del desarrollo capitalista viven cada
vez con más miedo, cuando se deben haber pensado y confiado en lo contrario.
Algo no anda como se creía, entonces, y el psicoanálisis queda convocado de
pleno derecho en la cuestión porque la consideración sociológica, histórica, cul-
tural del ‘miedo’ no vela que se trata de algo que afecta a cada uno, uno por uno,
en su cuerpo. En efecto, a esos autores no se les escapa la vieja distinción entre un
miedo con una causa objetivable, puesta allí en la realidad, y ese miedo ‘interno’,
‘líquido’, relativo a objetos imprecisos, imaginados, cambiantes, que puede volver
más que gris en cada cual sus trabajos y sus días. Lo que intentan subrayar, para
nuestro tiempo, es que es este segundo tipo de miedo el que predomina, al que
también pueden llamar ‘ansiedad’, y que en terminología freudiana llamamos an-
gustia.
Ahora bien, lo que no resulta tan fácil en los enfoques histórico-sociales y a
falta, por cierto, de cualquier medición precisa posible, es responder a esta pre-
gunta: ¿hay algo específico en nuestra época que suscita ese miedo generalizado
o se trata de algo que siempre acompañó a las poblaciones humanas en sus in-
ciertas vidas y que ahora se registra porque la tecnología lo permite?
La pregunta anteriormente planteada siempre rodea la consideración actual
del malestar en la civilización y es decisivo, para empezar, responderla. Desde el
psicoanálisis de orientación lacaniana he encontrado dos argumentos firmes ten-
dientes a afirmar que lo que ocurre y seguirá ocurriendo cada vez más, ese miedo,
esa angustia, es relativo sólo a los efectos de la producción capitalista y su empleo
de la ciencia.
El primero, más conocido, fue el señalado por Lacan como el efecto propio
del ascenso al cenit social del objeto que él llamó objeto a (Autres écrits, 414). Ob-
jeto causa de deseo por encarnar un plus de gozar, pero también angustiante si se
presenta en su vacío, el capitalismo intenta producirlo bajo su forma de pura ga-
nancia de goce, de modo exclusivo, monótono, e ilimitado (de ahí su ascenso pau-
latino pero tan evidente al nuevo trono social como dinero), revelando su vacío
en un juego que muy rápidamente no es para todos. Esta consideración, que es
de 1970, nos hace ver que hay una angustia o miedo ‘líquido’ creciente inevitable
bajo un modo de vida que no reconoce otro goce que el del consumo perpetua-
mente renovado.
Pasemos ahora al segundo argumento, presentado por Lacan en 1974 (Laca-
niana n° 18, 17), con una más que sucinta ubicación de sus antecedentes. Si pen-
samos al síntoma como una sustitución significante y lo articulamos a la represión
Donald
no reconoce a este bastardo que salió de entre sus filas, pero nadie sabe cuántos
demócratas y republicanos concretos no se van a ir por las suyas a votarlo. Y Do-
nald sabe que no se sabe, y apuesta, y ya ha declarado que no necesita al Partido
Republicano por detrás, que ya tiene su base propia de poder.
Ahora bien, este Donald, como base doctrinaria, ha repetido el catecismo de
la autoestima inquebrantable del ego heroico norteamericano, para el que nada es
imposible, pero sin epopeya, volviéndolo al origen, a su versión empresarial, afir-
mando que no lo recita sino que lo encarna. Es entendible que eso pueda resonar
un poco en su país, en el sentido de que está en sus valores, pero de un modo de-
masiado próximo al ridículo por la continua auto-referencia. Hay que sacarlo de
ahí, y con eso, sumarlo a otra cosa, porque sólo con eso no termina de explicarse su
proyección política inesperada. Pero también hace televisión, se interesa por las
chicas del mercado de los concursos de belleza, y hace fama de sexista, pero hay
que sacarlo de ahí, y con eso, sumarlo a otra cosa, porque, por supuesto, eso resuena
en mucha población masculina, pero no alcanza para hacerle ganar las elecciones
primarias de su partido. Lo decisivo (y mucha opinión pública global se asusta, se
indigna, tiene miedo) es que el pequeño héroe empresario, sexista, se declaró ex-
plícitamente a favor de implementar políticas segregativas, y eso es lo que muchos
quieren votar como programa, para solución de la angustia, del miedo, del síntoma
social contemporáneo.
Cicatriz
Con Donald podemos encarnar plenamente lo que se presenta como una para-
doja: es por una carrera de empresario y no de político que demanda el poder para
gobernar su país y resolverle los problemas, es decir, como alguien partidario de
la caída de todas las barreras para la expansión homogénea de los mercados y, sin
embargo, agita sin tapujos para sus electores las banderas del retorno de un ‘no-
sotros’ a constituir por la radical segregación de los otros.
O sea, ¿por qué Donald no se presenta de un modo ‘políticamente correcto’,
de ese modo que es la anulación de la política clásica, encarnando para el reportaje
(y luego de mostrarse en ejercicios corporales saludables) la promesa de la nueva
humanidad que promete la biopolítica más avanzada, la existente en su país?
Porque hay síntoma, hay lo que no funciona para el discurso dominante, hay
miedo, y Donald y poblaciones enteras se hacen síntoma de ese síntoma con el
recurso a modos patentes o latentes de segregación para reinventar el lazo social
perdido.
En 1968, en un Congreso, Lacan hace una breve intervención a raíz de un tra-
bajo en el que se discute la cuestión del padre en Freud. “Creo”, nos dice, “que
hoy en día, el rastro, la cicatriz de la evaporación del padre, es algo que podríamos
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88
Celeste Viñal El triunfo de los mártires y el incendio...
A-terrados
Más allá
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Mediodicho - Nº 42 1
Lacan, Jacques. Entrevista para el periódico Pano-
septiembre de 2016 rama (Roma) en su número del 21 de diciembre de
Escuela de la Orientación Lacaniana 1974. Web. 29 de jun. 2016:
Sección Córdoba http://www.ffcle.es/files/Entr_lacan.htm
95
Perspectivas, ideas, problemas
¿Qué consecuencias?
No puede concluirse al respecto, pero leer, interpretar las marcas que estos he-
chos dejaron en el tejido social no es tarea de algunos, sino que nos cabe como
ciudadanos y como psicoanalistas generar espacios de encuentro y de conversación
que hagan posible la dialectización para cada sujeto que goza, espacios que hagan
lugar a la palabra y la dignidad del sujeto.
Bibliografía
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Entrevista a
Natalia Ferreyra L a madrugada del autoacuartelamiento
policial del 2013 en la ciudad de Cór-
doba afectó de un modo particular al barrio
Nueva Córdoba, caracterizado por tener una
gran población de estudiantes universitarios. Lo
sucedido fue registrado por los mismos vecinos en
sus dispositivos móviles y cargados a distintas
Reside y trabaja en Córdoba, Argentina redes sociales.
Lic. Comunicación Social. Meses después, una alumna del Postgrado
Escritora y realizadora audiovisual de Documental Contemporáneo de la Escuela
Directora del Documental La hora del lobo de Ciencias de la Información de la U.N.C. de-
Autora del libro de relatos El resto de los días cidió hacer su proyecto final a partir de aquel
Editorial Nudista material disponible en internet, se trataba de
Natalia Ferreyra. Tituló a su obra La hora
del lobo.
98
Entrevista a Natalia Ferreyra “…Vivir con la otredad”
taba como: “pobres, se tuvieron que defender”, “no les quedó otra”. Así estan re-
gistradas las cosas en los archivos de los noticieros, incluso los comerciantes del
barrio pusieron carteles: “Gracias, vecinos”.
Yo quería hablar con los protagonistas porque no veía esa acción violenta como
una cosa de defensa propia, no estaban entrando a sus departamentos.
Cuando presenté el proyecto dije “lo que quiero hacer es hablar con los chicos
de Nueva Córdoba y que me digan por qué actuaron como actuaron”. Yo creía
que, a través de eso, iba a salir el tipo de ideología que estaba en juego: tenés que
tener determinada concepción del otro para actuar como actuaron ellos.
NF: Primero, empecé por Facebook, lo cual me confirmó la idea que quería re-
alizar, porque empecé a rastrear publicaciones en las redes, publicaciones de esa
noche. De hecho, la película empieza con la lectura de uno de esos posteos.
M: Agustín, al que le proponés que lea el texto que publicó esa noche frente a
cámara.
NF: Sí, creo que es el mejor entrevistado del documental. Es como que, por
momentos, defiende lo que hizo y se siente orgulloso. Pero, a su vez, le ves los
ojos llenos de lágrimas. Cuando él dice: “era
como La hora del lobo”, no le pregunté si él ...se alimenta esto
había visto la película de Bergman , elegí esa de que el otro es alguien
1 “ tan
frase por él, por cómo se vivió esa noche:
¿quién era el lobo? ¿Cuáles son los lobos? ¿O
distinto que es temible
todos nos volvemos lobos porque el otro se vuelve un lobo para uno?
”
M: ¿Creés que el documental pone de relieve algo que se estaba dejando pasar
como si nada, trae una dimensión que estábamos queriendo tapar?
1
La hora del lobo es un film de Ingmar Bergman estrenado en 1968. La frase que le da título a la película se
dice en un momento del relato: "La hora del lobo es el momento entre la noche y la aurora cuando la mayoría de la gente
muere, cuando el sueño es más profundo, cuando las pesadillas son más reales, cuando los insomnes se ven acosados por sus mayores
temores, cuando los fantasmas y los demonios son más poderosos..."
Usé los archivos tal como estaban en YouTube porque me parecía que mostraban
la espectacularización que se hizo de la violencia. Los mismos entrevistados me
decian “era como una película”, hablaban mucho de series de TV como The walking
dead y una película: La Purga. Es asombroso, pero la gente salía a los balcones a
filmar. Si pasa algo así en tu barrio, ¡te da miedo!, te querés ir, pero ¡ponerte a fil-
mar!, ¿qué pasa en esa cabeza?
Por eso yo le dije a la montajista que no tocara los archivos.
M: Dijiste que esa mañana te despertaste, tu jefe te dijo que no iba a haber clase
porque había miedo, que abriste la computadora y viste esos videos y tuviste miedo…
¿Cuándo decidiste hacer la película?
NF: A los tres días de los hechos, una amiga me dijo “mirá lo que es esto” y
me mandó un posteo de Facebook. Lo leí, lo guardé y dije: “yo con esto voy a hacer
algo”.
Ni sabía qué. Después de ver esa publicación, los primeros días de enero, me
fui a Río de Janeiro, ahí las clases sociales se cruzan, la gente de las favelas hace
sus compras en el centro de la ciudad… entonces me dio tristeza, porque me acor-
daba que, cuando yo era chica, Córdoba era así. Por más que son realidades dis-
tintas, en Río, la gente de los barrios populares habita el centro.
Hay que tener en cuenta lo que pasó con Córdoba en los últimos años: el Có-
digo de Faltas2, los chicos de
“ ¿Quién era el lobo? ¿O todos Nueva Córdoba -no los quiero
nos volvemos lobos porque el otro poner como víctimas- pero ven
se vuelve un lobo para uno? ”
cómo actúa la policía todo el
tiempo, que detiene a los que
son de los barrios periféricos, y esta situación social que vivimos hoy generó un
universo.
En Nueva Córdoba se concibe al otro como extraño. Hay un sociólogo que
se llama Pablo Semán que habla de Nueva Córdoba, dice que es una burbuja, el
New York de Córdoba y que sus habitantes se lo creen un poco. Creo que, lo que
pasó esa noche es que algo de aquella fantasía se rompió.
En Río seguramente también la gente tiene miedo a la inseguridad, pero está
más acostumbrada a vivir con la otredad.
2
Se trata de una ley de la provincia de Córdoba aprobada por la Legislatura con el número 8431. “Su objetivo
es castigar algunas conductas que perjudican la vida cotidiana de los ciudadanos y así facilitar la convivencia”.
Actualmente, este Código esta en discusión y cuenta con una amplia oposición, se lo critica de ser utilizado se-
gregativamente y de permitir a la Policía Provincial cometer abusos de autoridad al incluir muchos comporta-
mientos que no afectan a nadie y que son, en muchos casos, el ejercicio de derechos que están en la Constitución
Nacional.
M: Es cierto que con las ambiguedades que permite el Codigo de Faltas que usa
la policía, los habitantes de los barrios de la perifería no pueden entrar fácilmente
a Nueva Córdoba. Hay una especie de frontera policial que frena el libre flujo, pero
nos preguntábamos si eso no alimenta el lobo.
NF: Sí, se alimenta esto de que el otro es alguien tan distinto que es temible.
Lo estigmatizás. Es impresionante, pero los chicos que crecen en los countries se
toman un colectivo y sienten miedo.
Discursos así están todo el tiempo. Te subís a un taxi, te ponés a hablar con el
taxista y aparece. Bueno, esa noche se vio en acto y hubo cámaras que lo registra-
ron. Creo que ahí esta la causa del impacto que provoca el documental.
Igual, ustedes hablan de esta cuestión del miedo, pero con los chicos que hablé
no apareció el miedo nunca. Uno de los chicos me escribió después de la proyec-
ción del documental expresando que había revivido la misma adrenalina de esa
noche. Recordé que cuando lo entrevisté me dijo algo así que lo había vivido como
un partido de rugby, “que era como salir a la cancha”.
El único que tuvo miedo fue Gastón, el chico que sale a la calle a hacer algo
distinto que sus vecinos, trata de salvar a uno que estaban pegando. El resto de
los entrevistados dice otra cosa. Por lo menos con los que hablé yo fueron muy
sinceros en ese sentido, por eso los respeto.
NF: Dice que cuando quebró ese espanto que tenía al principio es cuando sin-
tió que se transformó en actor de lo que pasaba, que él no iba a esperar a que vi-
nieran por él, que decidió convertirse en protagonista.
NF: Creo que si pasas a ese acto, más allá de quebrar la angustia, tenés que
tener algo que te avale, y no sé si era miedo.
Lo que quiero decir es que si vos salís así a la calle, antes, muchos años antes,
has ido construyendo tus capas de sentido en relación al otro. Yo lo que intento
es exponer esa ideología. Creo que es lo suficientemente brutal como para expli-
carse sola, para dar cuenta sola a través de las imágenes, cómo funciona.
Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 98 - 102 101
ISSN 1668-3897
Perspectivas, ideas, problemas
M: Hoy, ¿cuál es tu lectura del efecto que produjo La hora del lobo y qué te
volvió a vos?
NF: Los efectos fueron múltiples. Me invitaron de colegios, fui a uno y no fui
más, ¡aplaudían cuando se linchaba a la gente! No estoy acostumbrada a manejar
situciones así. También fui a un terciario y no aplaudieron pero sí justificaban la
violencia, toda esta idea de que lo que vos tenés lo conseguís por esfuerzo propio
y viene alguien a sacártelo y eso es muy duro. Yo les preguntaba: “¿Nunca te pu-
siste a pensar que esas personas pueden pensar lo mismo que vos pero al revés?”.
Es que el capitalismo genera una situación de violencia implícita todo el tiempo.
No somos conscientes. Si lo sos, te volvés loco, no salís a la calle, pero en realidad
es así.
Despues, hay cosas que me volvieron a mí, que tienen que ver con lo personal,
que a las ideas hay que llevarlas adelante.
Creo que el buen efecto que tuvo, la popularidad, es porque la gente no está
acostumbrada a revisarse. Es muy psicoanalítica la idea, yo estoy en análisis. Hay
algo ahí que me interesa, no sé si tiene que ver con mi análisis, con mi historia
personal, pero está por salir mi primer libro de cuentos, de ficción, y también tiene
que ver con lo que está implícito.
Entonces, lo que pasó esa noche fue la palabra hecha acto en su máxima ex-
presión: “a estos negros de mierda hay que matarlos a todos, son todos choros y
vagos”. Esa noche se cayó una barrera, que es la policía, que te protege de aquel
otro, ahí se soltó algo y apareció de modo crudo lo que esas palabras construyen.
H
Es psicoanalista en La Plata, Argentina ablar de escenarios apocalíp-
Miembro de la Escuela de Orientación ticos, en la literatura y el cine,
Lacaniana (EOL)
nos remite a un género específico: la
Miembro de la Asociación Mundial de
ciencia-ficción. Estos relatos sitúan la
Psicoanálisis (AMP)
acción dramática en coordenadas tem-
porales diferentes a las nuestras y en
torno a la especulación de los avances
científicos y sus impactos en la socie-
dad.1
El termino ciencia-ficción fue intro-
ducido, en la portada de la revista Ama-
zing Stories, por Hugo Gernsback en
1926, pero su origen se remonta al siglo
anterior, ya que el primer texto consi-
derado de ciencia ficción fue Frankens-
tein de Mary Shelley (1818).
Este relato no sólo muestra cómo
la ciencia fragmenta el cuerpo, sino
también cómo el saber científico revive
el cuerpo muerto. La vida se desplaza
del ámbito divino al dominio científico.
La ciencia logra, no sin consecuencias,
ya que llegamos a preguntarnos si no
hubiese sido mejor que esos órganos
permanezcan sin vida, vencer a la
muerte.
A partir de ese momento, encontra-
mos toda una serie de trabajos que se
Mediodicho - Nº 42
septiembre de 2016 1
Este género literario también fue conocido como
Escuela de la Orientación Lacaniana “novela de anticipación”, debido a que muchos relatos
Sección Córdoba anticiparon logros científicos.
105
Perspectivas, ideas, problemas
engloban en ese género. Desde La incomparable aventura de un tal Hans Pfaal (Poe,
1835), pasando por Viaje al centro de la tierra (Verne, 1864), hasta La guerra de los
mundos (Wells, 1898).
La lista de obras continúa en el siglo XX al punto que su segunda mitad fue
considerada la edad de oro de la ciencia ficción2. Ubiquemos esa particularidad
en relación a un tiempo de mayor desarrollo del pensamiento científico. Recorde-
mos que en el siglo XX se concretan los logros tecnológicos imaginados por los
escritores del siglo XIX3.
Las problemáticas que se desprenden del avance científico constituyen el nú-
cleo de los relatos de ciencia ficción, ya sea porque plantean un peligro latente -la
aniquilación de la vida humana fruto de un error en la manipulación de un pro-
ducto científico, la destrucción del planeta como consecuencia del uso de armas
de destrucción masiva o la alteración de la historia en los viajes a través del tiempo-
y un dilema ético: ¿Cuáles son los límites de la ciencia? ¿Hasta dónde la ciencia
puede entrometerse en los asuntos divinos? Punto de tensión entre el avance de
la técnica y sus consecuencias, entre el desarrollo del saber científico y la posibi-
lidad de que éste nos conduzca a la destrucción.
Miquel Bassols nos recuerda que Lacan utiliza, en el seminario 17, la expresión
“el horizonte de la mujer” (Blog Miquel Bassols) para situar el goce sin forma al
que nos empuja el discurso de la ciencia con su incesante producción de objetos.
Desde esta perspectiva, la ciencia nace con el ideal científico de medición, pero
en su movimiento no hace más que producir y rodear aquello que no tiene forma,
el objeto a. Leemos el efecto feminizante del discurso científico en tanto el sujeto
es empujado a encarnar el objeto.
También interpretamos esa frase a partir de la fórmula de la feminización del
mundo (Miller y Laurent, 2005). Si consideramos que el discurso capitalista, en su
articulación con la tecnociencia, ha horadado el significante del Nombre del Padre
(NP), elemento que permitía limitar y cerrar el conjunto, la lógica del goce con-
temporáneo quedaría delimitada a partir del lado derecho de las formulas: el no–
todo.
Agreguemos que existe una correspondencia entre la feminización del mundo
y el ascenso del objeto al cenit social. Ante la declinación del NP, cualquier objeto,
gadget, puede venir a su lugar.
En este punto reside la importancia de la ciencia ficción, ya que atrapa el goce
al que empuja la lógica del mundo contemporáneo. Si la ciencia supone un saber
en lo real y, en tanto empuja a cumplir su ideal de medición, reduce lo real al saber,
2
Mencionemos, entre los grandes escritores del siglo XX, Isaac Asimov, Arthur Clarke, Aldous Huxley, George
Orwell y Ray Bradbury.
3
La idea de la bomba atómica, por ejemplo, fue imaginada por Wells en su célebre novela La guerra de los mundos
(1898).
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Christian Ríos Escenarios apocalípticos
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Perspectivas, ideas, problemas
McCarthy nos muestra una sociedad sin NP. La encontramos en cada pasaje
de la novela, pero también en la escritura. McCarthy utiliza oraciones breves y di-
rectas, omite los guiones en los diálogos, algunos signos de puntuación y el nombre
de los personajes.
La sociedad descripta en La carretera es una sociedad soportada en un simbólico
fragmentado y declinado. Lejos quedó el orden simbólico de las sociedades del
padre... Pero no olvidemos que a este (des)orden simbólico lo acompaña un real
completamente alterado, imposible de velar.
Tal vez de esto se trate el apocalipsis.
Bibliografía
Bassols, Miquel. “Ciencia, ficción y feminización”. Intervención Plenaria sobre el tema "El horizonte con-
temporáneo de la femineidad" del VIII Congreso de la AMP, Bs. As., 25 de abril de 2012. Blog. 22 de may. 2016.
http://miquelbassols.blogspot.com.ar/2012_04_01_archive.html
McCarthy, Cormac. La carretera. Barcelona: Mondadori, 2006.
Miller, J.- A. y Laurent E. El Otro que no existe y sus comités de ética. Bs.As.: Paidós, 2005.
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ISSN 1668-3897
“Lucifer sin vinilo”
Bárbara Navarro
Es psicoanalista en Córdoba, Argentina
Miembro de la Escuela de Orientación
E n mi niñez existía un popular
mito: si se reproducía el disco
de la banda de rock KISS al revés se
Lacaniana (EOL) podía escuchar un mensaje demoníaco.
Miembro de la Asociación Mundial de Dicho mito funcionaba para muchos
Psicoanálisis (AMP) como una invitación a buscar en sus
pistas los mensajes ocultos. Para otros,
constituía un motivo para no escu-
charlo ni mirarlo en la vidriera. Y para
los más extremistas, era una invitación
a proferir mensajes inquisidores sobre
el grupo KISS.
Hace tiempo, algunos intentan que
su música emita ese mensaje en forma
directa, uno de ellos es el famoso
cantante rockstar Marilyn Manson, per-
sonaje controversial, contestatario. Vo-
calista, compositor, pintor, actor,
escritor y director de cine. Su nombre
artístico surge de la combinación del
nombre de la actriz y modelo Marilyn
Monroe y el apellido de Charles Man-
son, el asesino serial reconocido por
“Helter Skelter”. La elección del pseudó-
nimo surge del interés de demostrar la
convivencia entre el bien y el mal. De
ello dice: “Marilyn Monroe tenía un lado
oscuro” así “como Charles Manson también
Mediodicho - Nº 42 tenía un lado bueno e inteligente” (Revista
septiembre de 2016
Escuela de la Orientación Lacaniana
Rolling Stone Digital).
Sección Córdoba Con una estética que escandalizó,
109
Perspectivas, ideas, problemas
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Bárbara Navarro “Lucifer sin vinilo”
Jacques-Alain Miller refiere que “el miedo es la pasión de las sociedades mer-
cantiles (…) El culto de la felicidad engendra el reino del miedo”. Dice que el
hombre juega a provocarse el miedo, “el carnaval de los miedos tiene ciertamente
una dimensión lúdica: un miedo caza a otro, hay miedos de moda, se inventan
miedos, el público pide miedos. Pero lo que no es un juego es que más acá de esos
miedos multiformes y siempre renacientes, lo que expresan y camuflan a la vez
una angustia social difusa y cuyo objeto está velado” (Blog ELP).
En este carnaval1, que es la sociedad del miedo y el riesgo, el sujeto está en pe-
ligro, todo aparece como inseguro, lo cual acentúa la política de las prevenciones
y precauciones. Esa es también una oferta del mercado que empuja a consumir
esos “antipánico” como modo de evitar el riesgo.
La provocación del miedo aparece como un potente disciplinador. El miedo
vende y Manson, como otro producto del mercado, sabe usarlo. Sabe usar con su
imagen aquello que denuncia y constituye la clave de su éxito: ambigüedad sexual,
imagen de perversión publicitada, miedo, inseguridad y retorno a la religión.
Pero más allá de los velos, de los maquillajes, ¿de qué tenemos miedo?
Esta pregunta, que Lacan formula en “La Tercera” (102), es tan interesante
como su respuesta. Nos dice que tenemos miedo de nuestro cuerpo, siendo la an-
gustia algo que se sitúa precisamente allí. De este modo, se trata de algo que no
está sólo en el afuera, en el Otro social, sino en ese Otro que es el cuerpo. Así, de-
fine a la angustia como el miedo del miedo y aclara que mucho de ello tiene que ver
con el sexo.
La época de Manson es la época en la cual el complejo de castración no cumple
una función de nudo, de allí la dificultad de los sujetos de encauzar su malestar,
de poder encaminar la errancia a un síntoma. La precariedad de lo simbólico no
alcanza para hacer borde al miedo.
Quizás es lo que Marilyn Manson sabe encarnar bien, provocador de la mirada
entre la angustia y el sexo. En un momento en que las posiciones sexuadas se ha-
llan tambaleantes, vacilantes, el cantante encarna la ambigüedad, se hace repre-
sentante de esa misma vacilación.
¿Nos enfrentamos en la experiencia analítica con algo que podríamos llamar
“clínica del miedo”? Quizás sí, teniendo en cuenta que habitamos esa sociedad
del miedo. Al día de hoy, a los psicoanalistas nos toca alojar a sujetos panicosos,
pavorosos, muchas veces medicados por ello, y dar lugar a la palabra a esas expe-
riencias de miedo en sus cuerpos. Hoy están más que vigentes las palabras de
Lacan, quien dice que lo que lleva a la gente a analizarse es el miedo, la dificultad
1
El término carnaval es interesante en el punto de su relación con contenidos religiosos. Se caracteriza por ser
una celebración de descontrol y permisividad. La etimología del término indica que proviene del latín: “carnem-
levare”, que significa “abandonar la carne”, lo cual es justamente la prescripción obligatoria para los cristianos en
tiempos de cuaresma”.
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Perspectivas, ideas, problemas
Bibliografía
Lacan, Jacques. Entrevista por la escritora y periodista Emilia Granzotto titulada: Freud per
sempre, publicada para revista Panorama -editada en Roma- en su número del 21 de noviembre de 1974.
Lacan, Jacques. “La Tercera”. Intervenciones y Textos 2, Buenos Aires: Editorial Manantial, 2010, 7° reimpresión,
p. 73-108.
Manson, Marilyn. Datos de su discografía. Web. 14 de jul. 2016. www.marilynmanson.com y http://www.bill-
board.com/artist/309449/marilyn-manson/charty
Miller, Jacques-Alain. Donc. La lógica de la cura. Buenos Aires: Editorial Paidós, 2011, 1° impresión.
Miller, Jacques-Alain. “El carnaval de los miedos” publicado en Le point, traducción Silvia Baudini. Blog. 14
de jul. 2016. http://blog.elp.org.es/all/cat15/el_carnaval_de_los_miedos_por_jacques_al/
Miller, Jacques-Alain. “El hombre sin atributos” Virtualia N° 15, año 2006.
Moore, Michael. Documental Bowling for Columbine, Coproducción USA-Canadá; Dog Eat Dog Films /
Alliance Atlantis Communications, año 2002.
Revista Rolling Stone. Web. 14 de jul. 2016.
http://www.rollingstone.com/music/lists/20-best-metal-albums-of-2015-20151210/marilyn-manson-the-
pale-emperor-20151209
http://www.rollingstone.com/music/features/marilyn-manson-the-vampire-of-the-hollywood-hills-
20150106
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“A veces el humor sirve para
quitarse el miedo”
Entrevista a
Alejandro Dolina M atías Meichtri Quintans (MM):
Cada número de Mediodicho
tiene un tema. Este año, el Comité Edi-
Por Carolina Aiassa y torial decidió trabajar la cuestión del
Matías Meichtri Quintans miedo. Encontramos en un relato suyo
que es la posibilidad de anticiparse a al-
Alejandro Dolina guna situación lo que permite que haya
Reside y trabaja en Buenos Aires miedo, si no hay esa anticipación…
Artista, escritor, músico y conductor de radio
Alejandro Dolina (AD): El miedo
es un recurso que tiene un sistema para
anticipar la incertidumbre del entorno
-diría un científico. Posiblemente, si no
existiera ese mecanismo que pone al
cuerpo en situación de defensa, de
huida o de adaptación, sería fatal. Así
que el miedo es una buena noticia, es
un arma de defensa. A veces, el miedo
también facilita el ataque.
La otra cosa que yo diría es que el
miedo está hecho de tiempo, el miedo
es tiempo. Si no existiera el tiempo, el
miedo sería una circunstancia inconce-
bible. Se nutre de inminencia, entiendo.
Uno tiene miedo de lo que va a ocurrir
pronto. No se tiene miedo, o no se
tiene tanto miedo a lo que nos dicen
que va a ocurrir alguna vez y no se sabe
cómo. Al menos el miedo cerril es
Mediodicho - Nº 42 miedo a la inminencia.
septiembre de 2016
Escuela de la Orientación Lacaniana
Sección Córdoba Carolina Aiassa (CA): Pensaba en
113
Perspectivas, ideas, problemas
AD: Exactamente, en ese sentido también podríamos decir que uno hace casi
todo lo que hace por miedo. Por miedo a que no lo quieran, por miedo a la sole-
dad, por miedo a la destrucción. Cuando uno escribe, quizá también no está ha-
ciendo otra cosa que poner en funcionamiento unos mecanismos de huida, de
defensa, de preparación y de agudización de las percepciones. Con tal de que me
quieran, soy capaz de escribir esta novela. Así decía Barthes. Roland Barthes decía
que, en realidad, uno escribía para que lo quisieran. Bueno, eso no es otra cosa
que miedo, miedo a no ser admitido, a ser rechazado. Yo creo que uno escribe
mucho por eso.
CA: Por esto es interesante la escritura. Porque es distinto que el hablar, el es-
cribir.
MM: ¿Se podría decir que en la escritura se subsiste de otra manera? Lo que
queda escrito también perdura más que lo que se dice.
AD: Sí, cuando uno escribe está también el enfrentar el registro. Las palabras
se las lleva el viento, o uno tiene esa idea. Vivimos hoy en una sociedad en donde
el registro lo abarca todo. Ese sería un tema interesante para pensar: nunca como
ahora el olvido ha sido tan combatido. En la antigüedad clásica no existían los re-
gistros. Queda apenas una pequeña parte de lo que fue aquella literatura. Sin em-
bargo, cada vez más la historia comenzó a registrar y hemos llegado a esta época
que es el colmo de ese registro, de ese cuidado, de ese no perder; ahora lo difícil
es que algo se pierda. Es casi imposible perder algo, uno sale a la calle con la in-
tención de extraviar cualquier cosa, un objeto, un texto, una poesía y trata de ol-
vidársela… puede ser que se la olvide pero ya en algún lado quedó registrada. Eso
es raro, es un mundo nuevo.
Cuando uno escribe tiene la sensación de que otro va a leer, está escribiendo
para alguien, tiene otro cuidado. Tiene -si ustedes quieren- otra afectación. Puede
decirse: primero que casi no hay nadie que escriba para él mismo, digan lo que
quieran…
Dicen “¡Sí!, yo escribo para mí”. ¡Mentira! Están escribiendo para no importa
quién pero están escribiendo para alguien. Yo creo que eso lo cambia todo. Eso
debe producir algún tipo de afectación, algún tipo de miedo.
AD: Lo que pasa es que nosotros no hacemos esa radio, o quizás no hacemos
radio. Nosotros hacemos radio con público. Eso produce un convivio, una teatrali-
dad que en la radio no existe. En la radio verdadera (no en la que hacemos no-
sotros) uno está pensando en el oyente, está ante una ausencia, le está hablando a
alguien que está ausente. La radio nuestra es teatro, ocurre un fenómeno teatral,
no radial. Entonces, yo no le hablo ni me imagino a un tipo que está a miles de ki-
lómetros o a centenares de metros escuchándome en su habitación, sino que lo
veo ahí; está ahí, me mira y se ríe o permanece indiferente, o se enoja, pero lo veo.
Al estar la gente presente, la otra conexión desaparece.
AD: En realidad, cuando nosotros hacemos ese informe, son informes acerca
de la estupidez, no del miedo. Cuando uno cuenta que hay un señor que para que
su hijo pierda el miedo a la oscuridad lo encierra en una habitación oscura durante
siete días, no está hablando sobre el miedo, está hablando acerca de la estupidez
o del desatino; está en realidad generando una forma equivocada de pensar que
resulta graciosa al ser expuesta. Eso es más bien la parte humorística del programa,
que es la más extensa. Por ahí también podría hablarse sobre el miedo de un modo
más serio, pero no queremos hacer eso.
Creo, sin embargo, que cada vez que se trata de hablar del miedo se confunde
el miedo, considerado en sí propio, con las causas del miedo. Lo que quiero decir
es: el inciso “le tengo miedo a los perros” no nos dice nada sobre el miedo.
“-¿Qué opina sobre el miedo?” “-¡Ay! ¡Yo le tengo miedo a los perros!”
Me está diciendo a qué le tiene miedo, pero no me está explicando cómo funciona
el miedo, que es a lo mejor un asunto de indagación más difícil, más complicada.
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Perspectivas, ideas, problemas
Cuando uno dice: “El miedo tiene un componente temporal” ¡fenómeno!; está
hablando sobre el miedo. Pero cuando dice: “Yo, cada vez que se cae algo al suelo,
tiemblo”, es una autorreferencia. Pero es muy difícil evitar las autorreferencias.
En la vida cotidiana, en la conversación cotidiana, son incluso deseables. Pero en
lo científico es tremendo, ¿no? Un teorema de Pitágoras autorreferencial: “-¡Ay!
Para mí…”
También, como se dijo aquí al principio, la existencia del miedo, que a lo mejor
es algo necesario, hasta beneficioso para el ser que lo padece, es potenciada y fo-
goneada mediante manipulaciones. Ahí sí. “–¿A qué le tiene miedo este tipo?” “–
A tal cosa”. Vamos a poner en funcionamiento su terror con determinadas
informaciones, con determinadas maniobras, sabiendo que el miedo que se genera
produce reacciones que nosotros deseamos para nuestros intereses. Que pueden
ser desde comprar un candado hasta votar a determinado candidato.
CA: Una de las preguntas que nosotros habíamos pensado era en relación a esto
de “todos somos Charlie Hebdo” como la identificación a un terror generalizado.
Una cosa es que uno pueda decir “yo apoyo, esto no lo quiero” a “yo soy”, como el
lugar de la identificación, de todos quedar en pánico.
AD: Es convertir una noticia ajena en una propia. Es así. Todos somos Charlie
Hebdo, es “cuidado, que estamos amenazados”, lo cual puede ser verdadero o
falso. De Charlie Hebdo, lo que hay que decir es muy elemental por mi parte. Pri-
mero: es que los asesinatos son siempre abominables; lo segundo es que… ¿cuál
es el límite del artista? es una cuestión de conciencia que no puede ser legislada,
ni manejada desde afuera. La imposibilidad de tener un control sobre ambas cosas
es el objetivo de ese miedo. Nos da miedo que cualquier cosa que digamos pueda
ser tomada por una ofensa, aun cuando no lo sea, aun cuando se trate de una ope-
ración absurda. Eso produce siempre miedo, el carácter interpretativo de los he-
chos que uno pueda generar. Ahora pasa muchísimo con cuestiones de ofensa.
¿Cómo se caracteriza una ofensa? ¿Hasta qué punto uno tiene derecho a sacralizar
todos los terrenos de la vida de modo tal que cualquier roce con ellos produzca
una ofensa? Eso nos da miedo.
Les contaré una historia. La hinchada de Deportivo Morón tenía la siguiente
y detestable costumbre: ponían una bandera de Deportivo Morón en la puerta
por la que tenía que pasar la hinchada visitante. Los tipos no tenían más remedio
que pisar la bandera de Deportivo Morón, e inmediatamente ellos gritaban “¡Sa-
crilegio! ¡Sacrilegio!” y los cagaban a trompadas. Ése es más o menos el sistema.
¿Cómo estar seguro de no ofender a una organización mental imposible de prever?
¿Cómo hago? Eso nos da miedo, eso es un miedo –diría– muy frecuente en estos
tiempos.
Ése es un aspecto del tema de Charlie Hebdo, pero el otro es: ¿cuál es el límite
del artista? ¿Hasta dónde -porque evidentemente la malevolencia existe, la maldad,
la obscenidad existe- cómo hacemos para delimitarla tan exactamente que nunca
nos quepa duda de que estamos ante la presencia de lo obsceno? ¿Cómo hacemos
para castigarlo, para evitarlo? La respuesta es que no podemos. ¿Cómo hacemos?
¿Nombramos una comisión de notables? ¿Y quiénes serán esos notables? Así que
eso cada artista tendrá que decidirlo por sí mismo y, a lo mejor, en el pecado estará
la penitencia. Si uno elige la estupidez… bueno, ¡pobre! Pero ir a meter preso a
un tipo porque habló mal del papa o algo así, eso no se puede. Pero ambas cosas
producen miedo: que cualquiera pueda decir cualquier cosa, incluso que cualquiera
pueda ser atacado por cosas que no hizo, eso nos da miedo; y mucho más miedo
nos da que cualquiera de nuestros actos, aun los más inocentes, puedan, a través
del cristal de una visión demencial, ser considerados como sacrílegos.
AD: Uno no puede detenerse a pensar mucho en eso porque no tendría por
donde salir. A veces el humor sirve para quitarse el miedo o para diluir amenazas.
Podría decir esto -voy a ver si puedo decirlo sin torpeza. En algunos ambientes
muy ásperos, como puede ser en cárceles, en colegios donde existe una convivencia
violenta, un discurso humorístico puede diluir una situación de violencia, una pro-
vocación. El pesado te provoca haciéndote preguntas cuyas respuestas pueden
llevarte a la violencia, y el ingenio res-
“ …a veces el último refugio ponde y te salva; ésa es una situación que
de la dignidad es el humor ”se da muchas veces. Porque a veces el úl-
timo refugio de la dignidad es el humor
o, por decirlo de alguna manera, es la salida menos onerosa de la indignidad. La
respuesta “si no fuera porque el miedo me paraliza, usted vería de lo que soy
capaz” es una respuesta elegante, graciosa y hasta digna. En cambio, la respuesta
“no me pegue, por favor, porque estoy muerto de miedo”, que es la misma res-
puesta si bien se mira, al estar desprovista de contenido irónico, ya pierde dignidad.
MM: Es que, en ese punto, hacer reír al otro es hacerle mover el cuer po…
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Perspectivas, ideas, problemas
CA: Ahí pareciera un tratamiento, una salida digna, pero a la vez un trata-
miento con el otro, porque es una salida que permite que el otro…
AD: Es a veces la única manera de abrir la puerta del otro. Es más fácil hacerlo
reír que decirle: “¡Cómo puede ser que un hombre como usted ande asaltando a
las personas! ¿No le da vergüenza?” Tratar de regenerar al ladrón que lo asalta a
uno es una metodología que no ha dado mucho resultado.
CA: Eso también incluye al otro un poco. Porque el otro reacciona, se ríe…
AD: Es que es para el otro que uno hace humor. Son conexiones que tienen
que ser entendidas. Uno las piensa para que el otro las reciba.
MM: Freud decía “ser de la misma parroquia” como una condición del chiste.
AD: Bioy Casares decía que la mejor calidad de humor que él había escuchado
en su vida se desarrollaba entre grupos de amigos inteligentes, que eso era mucho
mejor que el humor profesional, decía él. Yo creo que tenía razón. Ahí está lo que
decís vos, era necesario ser inteligente, pero también ser amigo. ¿Para qué? Para
que la cantidad de sobreentendidos sea mayúscula y que todo sea comprendido
en el mayor porcentaje posible. Cuando uno tiene que explicar: “allá en Argentina
tal cosa se dice así…” el chiste se deteriora muchísimo. Hay chistes que funcionan
en determinados países y en otros no, por cuestiones de idioma. Quiere decir que
entre amigos casi ni es necesario terminar de formular los chistes. A veces, en el
programa de radio incluso, uno forma una especie de grupo de amigos, porque
están todas las noches escuchando un discurso que tiene los mismos patrones. A
veces no es necesario ni decirlo; uno hace una pausa y el oyente adivina que ahora
viene un latiguillo que es frecuente, o un remate que es frecuente, o un razona-
miento al que él está acostumbrado, y lo gracioso está en que no se dice y la gente
reacciona como si lo hubiéramos dicho. Es buenísimo eso.
CA: Freud se preguntaba qué deseaba una mujer, uno podría decir que lo desco-
nocido, eso también provoca miedo, lo que no
se sabe. En este “quiero que me quiera…” “
...los miedos universales;
a lo desconocido,
AD: El famoso temor al rechazo. Yo no al rechazo, al abandono, a
he conocido un temor más grande en mi la soledad
persona, digo ahora siendo autorreferencial.
Pero debe ser uno de los miedos universa- y desde luego, a la muerte.
les; a lo desconocido, al rechazo, al aban- Pero todos tienen un aire
dono, a la soledad y desde luego, a la
muerte. Pero todos tienen un aire de fami-
de familia ”
lia. La soledad y la muerte se parecen muchísimo; uno se muere solo, si uno se
muriera acompañado, no sería gran cosa. El temor al rechazo también se parece
al temor a la soledad. Así que la soledad debe ser algo más terrible de lo que pen-
samos, debe estar detrás de casi todo. Soledad es también la imposibilidad de la
comunicación, la negación del lenguaje, la reducción al mínimo de la conexión.
Así que debe haber en la soledad algunos elementos todavía más siniestros de lo
que pensamos y el temor al rechazo implica temor a la soledad, pero también el
temor al ridículo, el temor a incumplir con ciertos protocolos de la sociedad bur-
guesa. Protocolos que la sociedad burguesa se encarga de enfatizar, diciéndote:
está mal visto acercarte a una persona desconocida. Eso casi como que está pro-
hibido, salvo que te acepten. Pero si te rechazan -es curioso- el resultado te lo
cambia todo. Si te aceptan sos el más feliz de los seres, pero si te rechazan, además
tus palabras se vuelven ridículas, desubicadas, acosadoras. Quiere decir que el re-
chazo es de lo peor que le puede pasar a uno. A veces la diferencia entre un acoso
y una emocionante declaración de amor, es la aceptación o el rechazo.
Lo que no quiere decir que yo diga que no existe el acoso, yo digo que existe
y que existe siempre. El acoso de los hombres es una de las peores rémoras de la
sociedad, pero también es verdad que sin un cierto grado de acoso la estirpe no
se propagaría. Para iniciar una relación no hay más remedio que, en algún punto,
convertir a una desconocida en una persona conocida y para eso hay que hacer
un abordaje; y el abordaje es -y ahí estoy de acuerdo- un acoso. Que alguien venga
en la calle y te diga: “-¿Te puedo decir una palabra?”, es acoso. “-Es acoso, no
quiero que nadie me diga eso”, pero si tal cosa no ocurriera tendríamos familias
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Perspectivas, ideas, problemas
endogámicas.
El temor a eso también es un temor de nuestro tiempo y un temor a lo que no
entendemos bien. Entre tanto acosador, entre tanto abusador, la persona mansa
tiene miedo de ser confundido, de que una palabra equivocada pueda conducirlo
a cometer ese delito.
Como está también el legítimo temor de la mujer a que cualquier tipo que se
acerca pueda llegar a ser un acosador, un acosador violento. Son temores de estos
tiempos. Quizá de todos los tiempos pero en estos… el mal es más rico, en el sen-
tido de que tiene más conexiones, se ha vuelto más complejo, puede asumir más
formas. El joven de nuestro tiempo tiene muchas posibilidades para desarrollar
sus talentos que antes no tenía, y para desarrollar su maldad, ni te cuento.
CA: Eso me parece que también distancia los cuer pos, porque ese temor a abor-
dar separa los cuer pos. Es mejor bailar con los celulares y no con el otro.
AD: La distancia… Ortega y Gasset decía que el respeto no era otra cosa que
la distancia y tenía cierta razón. No tiene que ver con esta conversación pero quizá
sí. Te va a gustar esto: él tiene unas paginitas sobre la visión del ayuda de cámara.
Decía que era muy frecuente que el ayuda de cámara de un gran hombre, de un
gran escritor, de un gran científico,… muchas veces solía hacer declaraciones
acerca de ese tipo y pintaba sus debilidades. Decía: “el señor Einstein la verdad es
que es un poco descuidado con su ropa, o no se peina, o a veces no saluda…”
son pequeñas imperfecciones. Ortega se refería a la frase “no hay gran hombre
para su ayuda de cámara”. Muchos la usan queriendo decir que no hay un gran
hombre que siga siéndolo si uno lo mira de cerca. Ortega dice: no es eso lo que
significa la frase, sino que no hay en el ayuda de cámara suficiente grandeza para
apreciar lo que es un gran hombre. En un momento de ese ensayo dice que cuando
nos acercamos mucho a un monumento, a una estatua, a una obra artística grande,
notamos que la piedra está llena de arrugas, de bollos, de rajaduras, que desde
lejos no se veían. A lo mejor para apreciar la grandeza hay que colocarse a una
cierta distancia. A esa distancia le llamo yo respeto. Extraordinario.
AD: La respuesta es que no. Yo lo que no alcanzo a percibir son unos miedos
nacionales que vengan a distinguirnos desde nuestro ADN de otros pueblos. “¡Ah!
Ya se sabe que los argentinos le tienen miedo a…” En general los miedos de un
pueblo son circunstanciales y van cambiando conforme cambian las circunstancias.
Más que examinar a los argentinos habría que examinar qué está pasando ahora.
Por ejemplo, no creo que la gente le tenga miedo a la viruela o a la langosta que
por ahí eran miedos en otras épocas y en otros lugares de referencia de la Argen-
tina. Le tendrá miedo -calculo yo- a los despidos, a la inseguridad, a la inflación,
al calentamiento global, a las cosas que son amenazas. Tiene que ver con la ame-
naza y no con los argentinos. Por ahí sería mejor que yo pudiera, o que alguien
pudiera, a partir de la idiosincrasia argentina, conjeturar un miedo argentino, pero
la verdad es que la circunstancia es la que desencadena el miedo. Para saber a qué
le tiene miedo un tipo tenemos que mirar qué es lo que le pasa, no lo que piensa.
Luego, hay circunstancias de carácter que nos hacen temer más a unas cosas que
otras, pero en general no; en general, en medio del incendio le tenemos miedo al
fuego.
CA: Quizás las circunstancias se puedan también nombrar como las políticas
del miedo.
AD: La política consiste en eso: en producir miedo a las políticas que no son
las nuestras. Entonces, algunos fogonean el miedo a un estado demasiado presente
y otros al revés.
AD: No, produce una cierta reacción de indignación pero no miedo. La vio-
lencia da miedo, el hambre da miedo. Tengo miedo a que me echen del trabajo,
no miedo a que los funcionarios sean corruptos. Hay una distancia.
AD: Sí, porque hay amenaza. Porque hay una alta posibilidad de que te pase.
Los canas dicen: “bueno, lo que hay que hacer es que sean más graves las penas”.
No es así. Eso no disuade al delincuente, pero sí la alta posibilidad de que te aga-
rren. Eso sí. Cuando el tipo sabe que de diez veces lo agarran nueve, entonces
eso es más disuasivo que “cuando te agarre te vamos a mandar a Ushuaia para
toda la vida”, “- ¿y si no me agarran nunca?”. De la alta posibilidad de que algo te
pase, aumenta el miedo. Entonces, el miedo a “me van a echar del trabajo” varía
según la circunstancia. Puede ser un miedo cualunque o puede ser un miedo muy
agudo cuando vos ves que echaron a tres de tus cinco compañeros.
CA: Yo creo que la política del miedo también arma una política de los cuer pos
en ese punto, es decir, hay que hacer determinadas cosas para que la amenaza dis-
minuya.
Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 113-122 121
ISSN 1668-3897
Perspectivas, ideas, problemas
MM: Circulan los cuer pos de otra manera. Yo tengo compañeros que dicen:
“Noooo, yo ahora ya no salgo tanto de mi lugar de trabajo” -risas-.
AD: Claro, no sale porque tiene miedo que al volver ya no pertenezca: “¿y si
aprovechan que me he ido pa’ echarme?” -risas-.
AD: Lástima que hemos sido desordenados, pero me parece mejor así a que
yo hubiera preparado una contestación prolija de las preguntas. Aquí estará lleno
de anacolutos, de errores y de vacilaciones pero es un poco más vivo.
Longo Robert
Untitled (Et in Arcadia Ego)
Serie: Misterios (2008)
"Una investigación es mi respuesta a lo que me esfuerzo en
pensar, retomando una expresión de Martín Heidegger. Y estar
en relación con lo que los fuerza a pensar es, a mi entender, la
única investigación que vale".
Jacques-Alain Miller – “Sutilezas Analíticas”. p.137-138. 2011.
El pase en la era del parlêtre *
125
Investigación sobre el Pase
126 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 125 - 128
ISSN 1668-3897
Cristina Martínez de Bocca Titulo
relación en sí mismo1 con el Otro, no es un goce del Uno cerrado” (La fuga del sentido
221), es un goce del cuerpo más allá del falo. No confundamos entonces S(Ⱥ) y
a, que están confundidos en el fantasma, ya que es S (Ⱥ) lo que indica la vía de lo
real y no el objeto que en Aun queda como semblante. El goce “como tal” no es
el goce del cuerpo del Otro ni tampoco del objeto que sería extraído del cuerpo
del Otro, sino un goce relativo a la no relación sexual. El Acto analítico apuntará
a cortar esa coalescencia entre el Uno y el Otro, esa voluntad de hacer Uno con el
Otro que se manifiesta en la tristeza, el aburrimiento, la errancia, la fascinación
por el agujero, como modos de no consentimiento a la alteridad del Otro. Esto
también vale para la Escuela que se orienta por el S(Ⱥ).
Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 125 - 128 127
ISSN 1668-3897
Investigación sobre el Pase
la del muñeco, atropellado por la vida como los hermanos de la clínica o el lado
fracasado del padre, sino que es el lado agitado, animado, “el lado… a veces inju-
riado de la vida, sin razón” (91). Es la vida mordida, la vida del barullo. Sólo hay
vida en esa mordidavida realizada en su cuerpo. De allí saca su certeza en la vida.
Ese goce en más, el goce de la mordidavida, es el punto de real que es alcanzado por
el analizante percatándose por primera vez que el analista ríe mostrando los dien-
tes.
En el pase en la era del parlêtre, se trata no sólo del desplazamiento de la verdad
al goce como tal, sino también ajustarse al goce positivizado del que parte “el
decir de uno solo” cuando “interpreta su experiencia en beneficio de cualquiera”.
(Miller, Lacaniana 17, 29).
Bibliografía
Jornada Clínica. Ejes temáticos. X Congreso AMP. 2016. El cuerpo hablante. Sobre el inconsciente en el siglo XXI.
Web. 29 de jun. 2016. http://www.wapol.org.
Lacan, Jacques. El momento de concluir. Clase 15 noviembre 1975. Inédito.
Miller, Jacques Alain. “El inconciente y el cuerpo hablante” Revista Lacaniana de psicoanálisis N° 17. Bs. As.:
Grama Ediciones, 2014, p. 21-32.
Miller, Jacques Alain. La fuga del sentido. Bs. As.: Editorial Paidós, 2012.
Vieira, Marcus André. “Primer testimonio”. Revista Lacaniana de psicoanálisis N° 14. Bs. As.: Grama Ediciones,
2013, p. 83-92.
128 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 125 - 128
ISSN 1668-3897
Captar “una cierta precisión” *
Ana Simonetti
Es psicoanalista en Córdoba, Argentina
E n El Pase en la era del Parlêtre,
ciclo de Noches de la Escuela,
nos propusimos trabajar en relación a
Analista Miembro (AME) de la Escuela las enseñanzas de los carteles del Pase.
de Orientación Lacaniana (EOL) Eso fue posible relativamente, ya que
Miembro de la Asociación Mundial de se impuso un movimiento entre los in-
Psicoanálisis (AMP) formes publicados de Carteles de las
Escuelas y los testimonios de AE.
En esta ocasión tomé un informe
de más de 10 años de Pierre Naveau ti-
tulado “Una cierta precisión” y el de
Jacques-Alain Miller “El ultrapase” del
Curso El ser y el Uno, inédito.
Mi interés en el informe de Naveau
está en relación a lo que ubico en la ex-
periencia analítica como el lugar del ob-
jeto a, tema que me interroga respecto
a la singular experiencia en cada análi-
sis. En su informe, se trata de testimo-
nios de mujeres con una observación
muy interesante y, además, lo menciona
como “algo que aprendí, algo que me
ha sido enseñado por estos pases”
(Naveau, 17).
¿Cuál es el punto? Naveau indica
que, para los miembros de un cartel del
Pase, importa captar cuál es el S1 que
vuelve legible el testimonio de los pasadores,
quiere decir lo que éstos captan del pa-
sante y pasan al cartel, y cómo con cada
S1 que cae en la experiencia analítica
Mediodicho - Nº 42
septiembre de 2016
Escuela de la Orientación Lacaniana *
Trabajo presentado en la Noche Enseñanzas del Pase
Sección Córdoba de la EOL Sección Córdoba el 21 de octubre de 2015.
129
Investigación sobre el Pase
está la caída del objeto. Menciono aquí el trabajo realizado en el Cartel sobre “Res-
tos sintomáticos”, anterior a este ciclo, donde señalé en su momento que la caída
de la identificación, S1 con su valor de goce, no indica el final del análisis (Simo-
netti, 42).
Naveau centra su perspectiva en testimonios de mujeres y aquello de lo que se
trata en la erótica Edípica: si bien el sujeto femenino se interroga en algún momento por la
impotencia del padre, no es el falo lo que quiere obtener de él, lo que quiere es el objeto a…
(18).
Así, ordena varios casos, interesantes en tanto cuatro de cinco se nombran
“muda (una de ellas, amordazada)”, y localizo la doble versión del objeto en, por
un lado lo que la hija quiere “arrancar al padre” ligado a su S1 y, por otro, lo que
una de ellas llama su agalma como mujer (interpretación del analista al producirse
la caída de ese S1 y revelar el objeto en cuestión: el agalma de la hija no es el de la
mujer) (Naveau,19).
Esa captación ilustrada en un caso de modo bien preciso es el de una mujer
que consideró haber sido preferida por su padre por sobre su madre. Esto mismo
la ubicó en la serie de las amantes del padre, a la vez que hizo inaccesible el camino
a él, pero marcó su estilo de vida amorosa por vía de la intriga. ¿Cuál objeto se ju-
gaba para obtener del padre? La mirada, objeto que resultó de intercambio silencioso
y que ella reveló en su experiencia analítica. Eso mostró, a la vez, cómo ese lazo
al padre va ligado a un amor que rodea el objeto que se quiere obtener y que no
puede decirse: ahí se ubica el intercambio silencioso, para el que cualquier objeto se
presta.
Pero hay una cara silenciosa que se encarna en su síntoma muda, que es a la vez
reconocida por ella misma: si no decía nada era porque temía decirlo todo; inversión
sintomática entre pudor/impudor, discreción (decir nada o poco)/indiscreción
(decir mucho), lo que muestra la intriga.
Entonces, lo que en la trama del enredo edípico, que seguramente cada expe-
riencia analítica atraviesa, en sujetos femeninos es posible la revelación de lo que
como objeto quiere obtener del padre y lo que, como su propio goce, acuña y es
posible que se juegue en su lazo con el partener sexual.
Pero no es menor cómo el analizante hace entrar al partener analista en ese
programa. A propósito de ello, recuerdo que trabajé en una Noche de Pase en
2010 un testimonio de Silvia Salman en el tramo que llamó de “vaciamiento libi-
dinal” (91) y que fue ocurriendo a lo largo de la experiencia: el analista se retiraba
y la analizante a su vez retiraba su mirada del Otro de la transferencia, es decir, se
producía un vaciado que el inconsciente interpretaba en sueños. Pero la pérdida
del objeto a mirada por la separación, tiene, por una contingencia, la localización
en la mirada perdida del padre. La equivocidad: pérdida de la mirada y mirada perdida
(97) con la concomitante resonancia, el alivio por la localización, indica a la vez la
130 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 129 - 131
ISSN 1668-3897
Ana Simonetti Captar “una cierta precisión”
extracción del objeto, situando el “no más la mirada que agarra”. El analista in-
terpreta “la dejo ir” (98). La analizante no termina el análisis, pero allí toma la de-
cisión de concluirlo, iniciando el último trayecto.
Naveau llama a esta dimensión “una cierta precisión clínica”, y alcanzarla es captar,
tener el sentimiento que el pasante está animado por la pasión de la causa y que se empeña en
decir por qué (18).
¿Qué me interesó al tomar este informe y ligarlo al Curso último de Miller?
Decía del enredo Edípico, también podemos decir la verdad mentirosa, lo que
Lacan plantea en su última enseñanza: entiendo que hace el pasaje de la verdad
que se medio-dice a una verdad que miente en tanto hay lo real que ex-siste, que
está fuera de la ficción edípica (Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11,
1974).
En este Curso, Miller ubica, respecto al objeto a, la distinción entre la con-
clusión del análisis como atravesamiento del fantasma, donde el deseo es una me-
tonimia de la falta en ser, lo que es una revelación ontológica y la conclusión vía
sinthome. Con el sinthome, Lacan se inclina del lado existencial, donde la con-
clusión existencial como pequeño a es goce positivo, no falta. Cito a Miller:
“vemos el relieve de la enseñanza de Lacan, el paso de la falta en ser a lo que he
llamado la revelación existencial (objeto a), y que luego con la consistencia clínica
del sinthome, esta enseñanza bascula decididamente del otro lado” (16).
El informe de Naveau permite captar esta precisión clínica más allá de la fic-
ción. Se trata de la positividad del goce, aproximación a la satisfacción, si bien no
está así precisado en su informe, sí indicado para avanzar.
Bibliografía
Miller, Jacques-Alain, “El ´Ultrapase´”. Revista Freudiana 66. Publicación bajo los auspicios de la ELP. Bar-
celona: Repro Disseny, 2013.
Naveau, Pierre. “Una cierta precisión”. Pase y trasmisión 7. Serie de Testimonios y Conferencias- Bs. As. :
Colección Orientación Lacaniana, EOL/Grama, 2004.
Salman, Silvia. “Ánimo de amar”. Revista Lacaniana de Psicoanálisis N° 10. Bs.As.: Grama Ediciones, 2010, p.
91-101.
Simonetti, Ana. “El desmontaje de la Defensa”. Revista Enigmas del Cuerpo N° 5. Publicación anual del DEPC-
CIEC. Córdoba, 2014, p. 42-44.
Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 129 - 131 131
ISSN 1668-3897
La intensidad de lo real
en el cartel del pase *
Silvia Salman
Es psicoanalista en Buenos Aires, Argentina
E l nombre de la noche surge de
una pregunta compartida que
cada una ha puesto a trabajar desde su
Analista Miembro (AME) de la Escuela de la
propia perspectiva, probablemente desde
Orientación Lacaniana (EOL)
su propio real... Lo que quiero transmi-
Miembro de la Asociación Mundial de
tirles hace las veces de un post-cartel del
Psicoanálisis (AMP)
pase parafraseando al post-analítico. De
Analista de la Escuela (AE) 2010-2013
cómo en alguien que tuvo la oportuni-
dad de formar parte del cartel del pase,
esa experiencia lo sigue interrogando,
trabajando y elaborando.
“El enlace de la representación y lo
real” fue la marca de enseñanza que me
dejaron esos años de trabajo en el cartel.
Lo pueden leer en la Lacaniana 15 (102)
junto con los otros textos de mis com-
pañeros de ruta. Hoy quiero compartir
con ustedes dos vías que se abrieron para
mí después de ese trabajo y de ese texto
que pude elaborar al final de esa expe-
riencia. Son dos vías a explorar que se
apoyan en el peso y la intensidad de ese
real que el cartel puede llegar a apreciar
en los testimonios de los pasantes.
Por un lado, el inconciente real y esa
fórmula que nos entrega Lacan en el Pre-
facio a la Edición inglesa del Seminario
11 “estar en el inconciente” (Otros Escri-
tos 599). Y, por otro lado, una distinción
que ahora puedo apreciar de otro modo,
Mediodicho - Nº 42 entre lo real pulsional y lo real del acon-
septiembre de 2016
Escuela de la Orientación Lacaniana *
Trabajo presentado en la Noche Enseñanzas del Pase
Sección Córdoba de la EOL Sección Córdoba el 5 de noviembre de 2014.
132
Silvia Salman La intensidad de lo real en el cartel del pase
El inconciente lacaniano
La pregunta clínica del pase respecto a la dimensión real del inconciente que
se puede escuchar en los testimonios de los pasantes apunta a verificar o constatar
de qué modo el pasante puede testimoniar que “se encuentra en el lugar” del in-
conciente real: “…cuando el espacio de un lapsus ya no tiene ningún alcance de
sentido (o interpretación), tan sólo entonces puede uno estar seguro de que está
en el inconciente. Uno lo sabe, uno mismo” (Lacan, Otros escritos 599). Estar atenta
a la expresión de esta fórmula del “Prefacio...” me hizo tropezar con otras dos ex-
presiones que se enmarcan en la misma formulación, pero que, sin embargo, se
distinguen entre sí.
Por un lado, en el Seminario 11, cuando Lacan se refiere a la red de significantes
de las que está hecho el inconciente y donde el sujeto debe advenir, usa esta misma
fórmula: “…para saber que se está allí (en el inconciente) no hay más que un mé-
todo, detectar la red… ¿Cómo se detecta una red?... Porque uno regresa, vuelve…,
y los cruces se repiten” (53). Con el anudamiento de inconciente y repetición sig-
nificante, se trata aquí de estar en el inconciente transferencial, lo que hace a todo
un trayecto del trabajo analítico necesario, pero que, sin embargo, no basta para
alcanzar la dimensión real del inconciente.
Unos años después, en el Seminario 16, la fórmula se repite, esta vez anudando
el inconciente a la pulsión. En esta ocasión, Lacan se pregunta si “…el puro y
simple desmontaje de la pulsión (cosa que hacemos en nuestra práctica)… implica
de por sí que sea curativo. Si fuera así, parece que la cosa iría un poco más rápido”
(190). Efectivamente, la función de la fijación es esencial para dar cuenta de por
qué el asunto no resulta tan fácil. Y es en este contexto que Lacan nos libra la fór-
mula que años después le atribuirá al síntoma, la del “saber arreglárselas”. Sin em-
bargo, este saber arreglárselas (savoir-y-faire) con lo fijo, sigue aún demasiado cerca
del saber hacer (savoir-faire), y entonces Lacan concluye que se trata más bien de
un “saber estar allí” (savoir-y-être), aclarando -y en esto sigue la pista de Freud- que
bien se puede estar allí sin saberlo. Estar allí realizando el trayecto de la pulsión
robando el goce a escondidas en el fantasma.
¿Cómo estar seguros de que estamos en el inconciente real? ¿De qué está hecho
ese inconciente? ¿Cuál es su materialidad? Ni las representaciones del Seminario
11, ni el montaje pulsional del Seminario16 se refieren a él. Se trata de algo más
cercano a la concepción que Lacan tiene del síntoma como acontecimiento de
cuerpo, fórmula en la que el síntoma y el inconciente se aproximan o se besuquean,
tal como lo dice en la clase del 18 de febrero de 1975 del Seminario “RSI” cuando
define al síntoma como “el modo en cada uno goza de su inconsciente…” (inédito).
Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 132 -135 133
ISSN 1668-3897
Investigación sobre el Pase
La pulsión lacaniana
Y con estas preguntas abordo, entonces, la otra vía que se abrió para mí en
este tiempo después de la experiencia del cartel. La distinción entre lo real pulsio-
nal que un análisis puede montar y desmontar y también esclarecer (fantasma), y
lo real del acontecimiento de cuerpo que la experiencia del final permite atrapar
(sinthome).
¿Cuál es el fundamento clínico de tal distinción? ¿De qué manera el cartel del
pase está atento a como se expresan esos reales en el testimonio del pasante? ¿Qué
satisfacción se anuda en cada uno de ellos? Pienso que tenemos que conversar
sobre el modo en que concebimos al goce, es decir el “régimen del goce como
tal” tal como lo formula J.-A. Miller en la clase del 2 de marzo de 2011 de su Curso
“El ser y el Uno” (inédito), oponiéndolo al goce edípico para intentar esclarecer
esta distinción.
En un caso se trata de la escritura del trayecto de la pulsión, del montaje y de
su desmontaje. Pero ése es sólo un aspecto del real en cuestión al final del análisis,
ese real que se bordea alrededor de un objeto delimitado y extraído del campo del
Otro y que anuda una satisfacción que puede localizarse, nombrarse y decirse en
una gramática que le es propia.
En el otro caso, se trata de un real más bien deslocalizado y, por ello, expresado
en “un” cuerpo más que en una parte del cuerpo o, como J.-A. Miller lo llama, en
el autogoce del cuerpo (“El ser y el Uno”, clase del 30 de marzo de 2011, inédito).
Es decir, el goce reducido al acontecimiento del cuerpo. Aquí se anuda una satis-
facción que parece expresarse en el modo en que cada uno habita ese cuerpo, lo
que implica también los modos en que cada uno habita los agujeros que pueden
resonar en él, de ahí que el cuerpo puede vibrar o palpitar un poco más allá de la
satisfacción que la pulsión obtiene a través del objeto.
Testimonios de pase
Algo de esto pude apreciar en una relectura del testimonio de Luis Tudanca y
134 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 132 -135
ISSN 1668-3897
Silvia Salman La intensidad de lo real en el cartel del pase
Bibliografía
Lacan, Jacques. El Seminario 11, Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. Bs.As.: Paidós, 1995, 7ª
reimpresión, p.50-60.
Lacan, Jacques. El Seminario16, De un Otro al otro. Bs.As.: Paidós, 2008, p.187-198.
Lacan, Jacques. “Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11”, Otros escritos. Bs.As.: Ediciones Paidós, 2012,
p.599-602.
Lacan, Jacques. “RSI”, Seminario 22. Inédito.
Miller, Jacques-Alain. “El ser y el Uno”, Inédito.
Salman, Silvia. “El enlace de la representación y lo real”, Revista Lacaniana de Psicoanálisis N° 15. Bs.As.: Edi-
ciones Grama, 2013, p.102-105.
Tudanca, Luis. “Troumatisme”, Revista Lacaniana de Psicoanálisis N° 16. Bs.As.: Ediciones Grama, 2014, p-
62-67.
Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 132 -135 135
ISSN 1668-3897
El Pase
Longo Robert
Sin título (Agujero del Cielo)
Serie: Monstruos (1999-2004)
“El pase es, en efecto, nuestro modo de evaluar la experiencia
analítica según esta lógica en la que se trata de producir una serie
sin ley en el sujeto. En un segundo momento, en la experiencia
de la Escuela, se trata de poner en serie ese testimonio junto a
otros para ver, precisamente, si podemos extraer alguna ley de lo
que no tiene ninguna. Pero el problema siempre es, y será siem-
pre, cómo mantener ese real como un acontecimiento.”
Miquel Bassols – “El porvenir del pase es el porvenir del
psicoanálisis”. Roma, 15 de julio de 2006.
Una cámara encendida *
139
El pase
sólo conozco a 193 que son a quienes yo sigo, y el resto son orientales algunos,
no sé, creo que árabes o hindúes… en fin.
Y es un delirio, porque esas imágenes que exhiben algo de mis goces llegan a
los celulares de mis pacientes que me stolkean o directamente solicitan comenzar
a seguirme.
Lo que muestro y lo que oculto.
La aletósfera, qué feo suena, “aletósfera”. Dice en el argumento de las Jornadas:
Lacan advirtió que progresivamente iríamos viviendo, aún sin darnos cuenta, en
la aletósfera.
Un reto era cuando yo era chica, bajá de la estratósfera. Debe ser algo así. Igual
aletósfera también suena a reto y no me gusta.
Pero algo me toca.
Algo me toca cuando leo entre los ejes de las Jornadas: Adiós a la privacidad.
Un Adiós a la privacidad con la que jugué siempre.
Adiós a la privacidad
Debo confesar que la privacidad nunca me interesó demasiado.
Como lo dije en mi primer testimonio, tomando las palabras de Jacques-Alain
Miller: “Me atrevería a decir que sería necesario que un análisis desembocara sobre
el deseo de exhibirse, es decir, que el pase tuviera algo del deseo del actor” (Revista
Lacaniana 12, 130).
La privacidad nunca me interesó mucho.
Por el contrario, tuve siempre un gusto por exhibirme.
No fue el análisis lo que desencadenó ese deseo.
Podría decir que el pase y los testimonios me ofrecieron darme ese gusto.
Desde muy chica fantaseaba con la idea de que una cámara me seguía a todos
lados. Yendo de la cama al living, decía Charly.
El teatro de la vida
Como ya lo saben, quería ser actriz desde siempre, creo que desde que nací.
No ubico un tiempo anterior al de ese deseo.
El teatro venía de mi padre.
Era aquello que había quedado atravesado en su deseo.
Desde muy joven había hecho una carrera allí como director y luego profesor
en el Teatro Argentino de La Plata.
Toda esa pasión de él quedó resignada con su matrimonio.
De niña me apasionaba que me cuente sobre ésa, su otra vida.
Y había en su silencio cotidiano un despertar cada vez que sobre eso la niña lo
hacía hablar.
Frente a mi pregunta sobre por qué había abandonado todo, su respuesta era
140 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 139 - 144
ISSN 1668-3897
Gabriela Grinbaum Una cámara encendida
siempre la misma. “La vida del teatro es incompatible con formar una familia”.
De ahí viene, de su deseo prohibido, de lo que imaginé siempre era él en ese
mundo, es que yo quise ser actriz casi desde que nací.
El gusto por ser una y otra y otro y otra más, vino después, y tuvo que ver con
otro rollo del que ya he hablado en otras ocasiones.
Era actriz todo el tiempo, mi vida se había convertido en un escenario.
Y todo estaba al servicio de satisfacer la pulsión de hacerme ver, hacerme es-
cuchar… En fin, que reparen en mí.
Una puesta en escena permanente, incansable, con la condición de lo teatral.
Desde muy chica actuaba todo el día para las cámaras, yendo al colegio, corre-
teando en la vereda con mis hermanos, en la ducha… Había una cámara a la que
me dirigía todo el tiempo…
Ya les conté que nada era más mortificante para mi hermano que compartir
las tan esperadas por mí “salas de esperas” del médico, del dentista, todas. Mi
madre, extremadamente tímida, sonreía delicadamente.
Y yo montaba las escenas, sí, actuaba, armaba pequeñas obras con un público
cautivo que siempre encontraba en las salas de espera.
Como ven, para mi padre, la familia era incompatible con el deseo, con su gran
deseo que era el teatro. Para mi madre, la maternidad fue el pasaporte al desamor
del hombre. Actuar sin parar y trabajar para hacerme amar fueron las maneras
con las que mi neurosis intentó reparar lo que la pareja parental filtraba de su
dolor y desencuentro.
Quizá hoy podría decir que era adicta al trabajo de actuar, de actuar sin parar,
para despertar al padre, al otro, al partenaire, para que el otro repare en mí y para
ser escuchada. Era necesario convertir al otro en mi público. Para ello había que
convertir lo íntimo en público. Hacer una construcción pública de lo privado. ¿No
es eso acaso lo que hacemos en el Instagram? Buscar con lo privado con lo íntimo,
un público.
Y en todo este entramado de actuaciones, de público y de cámaras, era la voz
el objeto privilegiado.
El brillo de mi ronquera era mi rasgo de lo bello que me aseguraba despertar
a mi padre. Fue también lo que me empujó a la identificación con una mujer, a
pesar del desprecio que desde muy temprano tenía por los semblantes universales
de lo femenino. Una actriz que mi padre adoraba, la Borges, él decía que yo ha-
blaba idéntico a ella.
Al toparme brutalmente con su fatídica frase “Me preocupa que no te da la
voz” y el desencadenamiento de la disfonía que condujo a la primera gran vacila-
ción de mi vocación actoral hizo perder el agalma que poseía. El análisis recupera
el objeto con la interpretación: “Veo que la voz de tu padre te dejó sin voz”.
Mi voz no era tan sólo para despertar al padre, no era tan sólo para hablarle a
Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 139 - 144 141
ISSN 1668-3897
El pase
la cámara, no era tan sólo para desplegar lo bello de la ronquera, sino que era tam-
bién la que lo hacía hablar al padre silencioso, tarea que sólo yo sabía hacer. “Tu
padre es mudo” era la queja permanente de mi madre. “Tu padre es mudo” era la
respuesta frente a mi angustia inquietante “¿que le pasa a papá? ¿Qué le pasa?”
El silencio era el nombre de lo mortífero.
Lo insoportable, señal que la cosa no andaba nada bien.
Porque mi padre, en ciertas escenas, desplegaba un histrionismo que encantaba
al auditorio sus culturales saberes.
La mudez la reservaba para la casa, las cenas, los domingos en familia.
Hasta que, por arte de magia, prendía la cámara y yo lo hacía hablar actuando.
Y me aliviaba.
El horror al silencio me llevó a hablar demasiado, a contar cosas de las que
luego me arrepentía, a sudar hasta quedarme sin voz porque el show debe seguir.
El silencio sepulcral del analista al que consulté a los 17 años, luego del dolo-
roso episodio al que me referí en el primer testimonio, me llevó a abandonar ese
primer intento de análisis.
No me llevaba nada bien con el silencio.
Y, entonces, colmaba y me calmaba la angustia contando siempre algo más y
algo de más.
Por eso era una experta, como dije ya, en los casos de sujetos que no hablan
fácilmente en los análisis lo que nombré como “Hago hablar hasta a las piedras”,
donde el analista intervino: “hace hablar a las piedras, es su rasgo”, y me despidió
muy sonrientemente.
Hice de eso, entonces, un rasgo en mi clínica sin que fuese un esfuerzo exte-
nuante.
Y me encantaba repetir la frase de Lacan en las conferencias americanas: “A
menudo el analista cree que la piedra filosofal de su oficio consiste en callarse”.
Sin embargo, el silencio aún y hasta casi hacia el final del análisis seguía, tenía
el tono de incomodidad.
Y comencé a leer los trabajos que hablaban del silencio del analista, de la fun-
ción del silencio del analista.
Y se esclareció la diferencia entre la mudez y el silencio.
La mudez que corre el riesgo de expulsar al analizante y la función del silencio
que empuja al “diga más”.
La voz, uno de los objetos de la pulsión, objeto a, ¿qué destino al final del aná-
lisis?
No tenía la menor idea de que estaba transitando los últimos encuentros.
No estaba en mis pensamientos que se precipitaba el final.
¡Qué más había por decir! Ya les dije, siempre había una de más.
Hacía no demasiado tiempo una pregunta irrumpió mi decir… blablablá…
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Gabriela Grinbaum Una cámara encendida
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ISSN 1668-3897
El pase
Bibliografía
Lispector, Clarice. La vida íntima de Laura. México: Librosméxico, 1974.
Miller, Jaques-Alain. “El inconciente y el cuerpo hablante”. Scilicet El Cuerpo Hablante, Sobre el inconsciente en
el siglo XXI. Buenos Aires: Ediciones Grama, 2015, p. 21-35.
Miller, Jacques-Alain. “¿Es pase?” Revista Lacaniana de Psicoanálisis n° 12. Buenos Aires: Ediciones Grama,
2012, p. 125-131.
Recalde, Marina. “De lo privado a lo público, y retorno”. Papers 3, 2015. Blog AMP. 3 de jul. 2016.
http://ampblog2006.blogspot.com.ar/2015/06/papers-3-de-lo-privado-lo-publico-y.html.
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ISSN 1668-3897
Refutar,
inconsistir, indemostrar,
tres maneras de decir S(A/) *
Kuky Mildiner
Es psicoanalista en Buenos Aires, Argentina
E s un gusto volver a Córdoba.
La última vez que estuve aquí
fue en octubre de 2014. Vine a encon-
Miembro de la Escuela de la Orientación trarme con mi segunda pasadora. Salí
Lacaniana (EOL) muy satisfecha de las tres reuniones
Miembro de la Asociación Mundial de que tuvimos, me quedé con la idea de
Psicoanálisis (AMP) que se había consustanciado con el co-
Analista de la Escuela (AE) 2015-2018 razón de lo que yo venía a transmitir.
Una pregunta que me hizo en esa
oportunidad respecto de mi relación al
estrago, sumada a la pregunta por el
superyó que aparece en el argumento
para estas jornadas es lo que retomaré
en este testimonio.
Mi querido superyó
Mediodicho - Nº 42
septiembre de 2016
*
Testimonio presentado en el marco de las XXV Jor-
Escuela de la Orientación Lacaniana nadas Anuales de la EOL Sección Córdoba, La vida
Sección Córdoba online, 24 y 25 de junio de 2016.
145
El pase
contré con unas pocas hojas escritas, tres o cuatro, que no decían nada, frases in-
trascendentes, estaban llenas de tachaduras y borrones. Eso contrastaba con la
prolijidad de los cuadernos de estudio que encontré también guardados.
Ese diario es como un documento de una parte de lo que vengo testimoniando
hace un año. Cuando lo leí, por un momento sentí tristeza, la misma que acom-
pañaba a esa niña del diario que, a sus 14 años, no podía terminar de escribir sus
intimidades: qué chico le gustaba, qué le pasaba con sus amigas, no, escribía y ta-
chaba porque sospechaba que esas líneas iban a ser leídas por otros ojos. Esa tris-
teza me había acompañado durante muchos años, era la de una fijeza en donde la
línea entre lo privado y lo público era muy tajante, muy definida, y me quedaba
muy cerca, siempre más acá, con la gran dificultad de divertirme, de hacer o decir
algo diverso o disparatado por temor a que se escape el secreto, ese que guardaba
como un tesoro, que mantenía oculto con las llavecitas del deseo de retener de la
pulsión anal en juego.
De alguna manera, esos ojos ordenaban mi andar y mi silencio. “No se lo digas
a nadie” fue la frase de mi madre de la que me agarré. En el Seminario 24, Lacan
dice respecto del recorrido de un análisis que no hay una verdad al final del camino,
ni un camino prefijado, ni todos los caminos. Sino que sólo existe el aprendizaje
que el sujeto ha sufrido de una lengua entre otras, en la esperanza de aferrarse a
ella. Aferrarse a ella es homofónico en francés con hacer real (Inédito, clase del
19/04/77). Así, esa lengua que aprendí, de la que me aferré, ese “no se lo digas a
nadie” resultaría ser el índice de mi propio real.
Seguramente, si hubiera existido Facebook en esa época, hubiese tenido mi pá-
gina, con muchos amigos, ya que mi secreto, si bien iba acompañado de angustia
y de un sentimiento de soledad, no me alejaba de los otros, sino que imprimía el
modo particular que tenía para estar cerca. Diciendo lo conveniente, siendo desde
temprano lectora ya que los argumentos que encontraba escritos en los libros re-
sultaban una buena estrategia para ocultar los míos, siendo la hija y la amiga que
guardaba fielmente los secretos. Hablaba o escribía ocultándome. Así se encon-
traba mi enunciación.
El secreto que atesoraba de niña, compartido con mi madre y separado del co-
nocimiento de mi padre, era el norte que configuraba mis movimientos. Se trataba
de ir a la casa del abuelo a escondidas, el abuelo materno, ya que mi padre nos
había prohibido verlo porque lo había estafado. Ese secreto suponía cuidar al
padre para que no se reconozca burlado, cuidar al abuelo para que no se reconozca
en su pecado y, sobretodo, cuidar a la madre en su aparente fragilidad sin respues-
tas. Cuidar, cuidar y cuidar.
En todo eso había un ideal de familia que sostener. La niña lo creía así, depen-
día de su secreto. Y así andaba, mortificada, haciendo lo que entendía que era el
bien para la familia.
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Kuky Mildiner Refutar, inconsistir, indemostrar, ...
Ese bien fundamental, que hacía pasar por encima de cualquier bienestar, raíz
de un goce singular que marcaba la fuerza de un superyó que hoy quisiera demos-
trar cómo fue tratado en el análisis. La fuerza del superyó indicaba callar, callar
más y callar más. Ese silencio ha sido el eje de mis sufrimientos y también de mis
atractivos.
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ISSN 1668-3897
El pase
Bibliografía
Freud, Sigmund. “33° conferencia. La feminidad” Obras completas XXII. Buenos Aires: Amorrortu editores,
1986, p. 104-125, 1° reedición.
Gorostiza, Leonardo. “El padre después del pase” Revista lacaniana de psicoanálisis N° 15. Buenos Aires: Edi-
ciones Grama, 2013, págs. 66-81.
Lacan, Jacques. Seminario 24, L’insu que Sait de L’Une-Bévue S’Aile à Mourre. Inédito. Clase del 19 de abril
1977.
Miller, Jacques-Alain. El ultimísimo Lacan. Buenos Aires: Paidós, 2013, p. 74. 1° edición.
Miller, Jacques-Alain. Los usos del lapso. Buenos Aires: Paidós, 2004. 1° edición.
Miller, Jacques-Alain. "Teoría de los goces", Recorrido de Lacan. Buenos Aires: Ediciones Manantial, 1994 p.
149-160. 7° reimpresión.
150 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 145 - 150
ISSN 1668-3897
Lecturas
Longo Robert
Presión
Serie: Combinaciones y objeto fantasma (1982-1988)
Ejercer la resención crítica de las publicaciones del Campo Freu-
diano, y su interlocución con la cultura en general, tiene su co-
rrelato en otra lectura ineludible, a la que estamos invitados, “…
lee sobre todo tu propio inconsciente, ese libro con una tirada
de un solo ejemplar cuyo texto virtual llevas por todas partes
contigo, y en el que está escrito el guión de tu vida, o al menos
su rough draft”.
Jaques-Alain Miller - “Cartas a la Opinión Ilustrada. Carta
Clara como el día”, p.8. 2001.
Lacan XXI *
Revista Fapol online,
2016
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ISSN 1668-3897
Lecturas
Decía al comienzo que es posible recorrer la revista desde, al menos, dos líneas
de lectura, Lacan en América y Lacan en el siglo XXI. Me gusta la manera en que
Mauricio Tarrab nos invita a leer esto, en la última sección, cuando nos alerta que
Lacan y el siglo XXI comparten un misterio, eso que aún nos falta descubrir. Tres
psicoanalistas miembros de las tres Escuelas de América eligen una frase de la en-
señanza de Lacan con la que pueda iluminarse un fragmento del presente.
Ana Viganó trabaja, así, una frase de Lacan que “nos sirve para pensar un tiempo
crucial de la vida donde cada uno se confronta con una continuidad/discontinui-
dad -radical- a lo que tiene que responder: pubertad y adolescencia; el despertar,
sus sueños, sus efectos”.
Claudio Godoy nos recuerda que, en una entrevista que le realizan a Lacan en
1974, responde que él para nada es pesimista, y que esto tampoco lo transforma
en optimista. Más bien se trata de un realismo del sinthoma que nos aleja de cual-
quier optimismo o pesimismo, cita que muy bien puede servirnos hoy a los psi-
coanalistas.
Romildo do Rêgo Barros elije una frase de Lacan del Seminario 23 y nos transmite
su elección en el punto en el que Lacan capta, en una época en la que aún las se-
ñales no eran evidentes, que el siglo XXI tendría como marca esencial una gran
dispersión, y las consecuencias de esto en la práctica analítica.
Creo que es posible sostener, tal como lo propone Tarrab, que “Lacan, como el
siglo XXI”, es también lo que vendrá siempre que nosotros así lo deseemos.
Pia Liberati
Revista
Lacaniana de
Psicoanálisis N°20
Publicación de la Escuela
de la Orientación Lacaniana
Grama Ediciones, junio 2016
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Lecturas
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Lecturas
Revista Digital
de Psicoanálisis
del CIEC
La Lúnulao *
Edición N 3:
Oralidad all inclusive, 2015
*
http://www.revistalalunula.cieccordoba.com.ar
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Lecturas
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Lecturas
como material de consulta), imprimo el articulo aún por leer y le sumo al gusto
de la lectura de esta Lúnula el placer de la lectura a la antigua, sintiendo el papel
en mis dedos. Virtualmente o en papel, recomiendo el grato recorrido de esta “in-
tersección”, según reza la intención de su Comité Editorial.
Javier Cabrera
El Sentimiento
de Inseguridad
Sociología del
temor al delito
Siglo Veintiuno Editores,
2015, 3era. reedición
Gabriel Kessler*
*
Daniel Kessler es doctor en Sociología por la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) de París,
donde además fue elegido profesor en 2004. Es investigador del CONICET, profesor de la Universidad Nacional
de General Sarmiento y del doctorado IDES-UNGS.
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Lecturas
sin explicitarlo de esta manera, Kessler, en su texto, nos enseña a considerar esta
temática otorgándole la dignidad de síntoma. Ésta es la razón por la cual este libro
cobra todo su interés, ya que es un buen ejemplo de lo que implica llevar la noción
de síntoma a lo social.
Es a partir de esta noción desde donde, tanto las referencias teóricas como la
combinación de diferentes metodologías utilizadas para la investigación, toman
otra dimensión de lectura. Encuestas, entrevistas cuantitativas y cualitativas, como
también el uso de los archivos de medios y el análisis de foros de discusión, abar-
cando poblaciones que van desde las grandes urbes hasta zonas rurales y desde
los barrios privados a los asentamientos precarios. Kessler desbarata a partir de
los “relatos de la inseguridad” todo formalismo y sustrae de ellos las líneas de su
investigación.
Tal como lo articula en su libro anterior Sociología del Delito Amateur, el autor va
de lo fenoménico a la estructura, despeja diferentes capas de la problemática de
la inseguridad y su relación con el temor al delito, rompiendo con la falsa identidad
que esta juntura propone a partir de la construcción mediática y la utilización
desde los ámbitos del poder político de ese relato, bordeando un real y separando
ambos términos, dejando abierta la brecha y avanzando en el análisis de cada uno.
Lejos de las conclusiones reduccionistas problema-solución, visibiliza la trampa
a la que esa lógica nos lleva, trampa que reproduce un modelo de control y exclu-
sión de las diferencias, donde la estigmatización de los estratos más desfavorecidos
se hace evidente. El libro evidencia cómo “El temor al crimen ha condensado lo
peor de las pasiones públicas”, produciendo un deterioro de las instituciones de-
mocráticas “al postular el trueque de derechos por seguridad”, fórmula que ha
dado lugar a diversas formas de autoritarismo en distintos momentos de la histo-
ria.
“¿Asistimos al fenómeno de extensión de una sociedad de control?” Kessler
hace de esta pregunta una afirmación y ubica como particularidad actual la distri-
bución de este control: “se concentran dispositivos y cuidados en zonas más aco-
modadas, lo cual contribuye al desplazamiento del delito hacia los lugares menos
favorecidos y legitima, a la vez, formas de vigilancia sobre los lugares donde ha-
bitarían los que se consideran potencialmente peligrosos”, poniendo en evidencia
el riesgo que implica, para nuestra sociedad, “la extensión de la sospecha y la pre-
sunción de peligrosidad” con su carácter estigmatizador y su correlato de “la apli-
cación de cualquier tipo de medidas punitivas”, llegando a la “justicia por mano
propia”. La riqueza de sus apreciaciones, en este punto, la encontramos en cómo
el autor singulariza esos procesos a partir de los acontecimientos históricos de
nuestro país, tales como el terrorismo de Estado, el caso Blumberg, el manejo de
las noticias en los medios regionales, etc.
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Lecturas
Para concluir, Kessler distingue dos políticas: “las que atentan contra las diver-
sidad, el inconformismo y la vitalidad propia de la vida urbana o disminuyen el
miedo en algunos a costa de proponer el control sobre otros o las que trabajan en
pos de la extensión de los derechos y la mayor vitalidad en los lazos sociales”.
Es muy oportuna la reedición de este libro publicado en 2011 para leer a la luz
de las reflexiones que se desprenden de su lectura no sólo los cambios vertiginosos
en materia de seguridad en nuestro país, sino las consecuencias que devendrán de
la serie de atentados en los últimos tiempos en distintos países del mundo.
María Marciani
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Abstracts
Longo Robert
Sin título (Tiburón 14)
Serie: Dioses perfectos (2007)
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Abstracts
miedo. Primero, ha ido delimitándose una característica del sujeto posindustrial: el riesgo. Y segundo,
tomando a varios autores, nombra la sociedad actual como la sociedad del miedo. La contracara
paradójica es que en el miedo, la angustia y la fobia hay goces fijados al cuerpo. En la distribución
de goces ubica y desarrolla en su artículo dos tipos de goces: el goce del Amo y el goce del Uno.
Palabras clave: miedo - angustia - fobia - cuerpo - goce
What are we afraid of ?
Abstract: The author presents fear as already being a response to the impossible, while anxiety is
the experience of helplessness. He locates two current events that relate to fear. Firstly, a characte-
ristic of the postindustrial subject is defined: risk. Secondly, drawing from several authors, today's
society is named as the society of fear. The paradoxical other side is that in fear, anxiety, and phobia
there are jouissances fixed in the body. In the distribution of jouissances, two types of jouissance are lo-
cated and developed in this article: the Master’s jouissance and the jouissance of the One.
Key words: fear - anxiety - phobia - body - jouissance
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Abstracts
Jean Claude Milner: “En un tiempo, la sociedad entera tendrá miedo de cada
uno”
Abstract: El autor, en la entrevista que Mediodicho le realiza, ubica especialmente el miedo susci-
tado por el otro, y de qué manera el individuo busca refugio del lado del poder para protegerse de
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Abstracts
éste. El miedo nacido del otro forma un circulo cuya circunferencia estaría por todas partes y el
centro en ninguna parte. Señala que la función de la política consiste en hacer posible que uno se
calle, sin tener temor de ser privado de hablar para siempre.
Palabras clave: miedo – sociedad – pequeño otro – poder – política
“At some point in the future, the whole society will be afraid of every one”
Abstract: In this Mediodicho interview, the author especially locates the fear caused by the other, and
how the individual seeks refuge in power to protect him/herself from it. Fear born of the other
forms a circle whose circumference would be everywhere, and its center nowhere. He points out
that the role of politics is to make possible for one to keep quiet, without the fear of being deprived
of talking forever.
Key words: fear - society - little other - power - politics
Juan Carlos Indart: Sobre la política del miedo y el discurso de Donald Trump
Abstract: El autor sitúa el discurso de Donald Trump para hablar de una política del miedo, en
tanto el mismo nombra un aspecto importante del malestar contemporáneo. El ascenso al cenit del
objeto a conduce a un modo de vida caracterizado por el goce del consumo. En este contexto, la
angustia es hoy el síntoma social por excelencia y la respuesta a ello es el recurso al discurso de la
segregación, para reinventar el lazo social perdido.
Palabras clave: política del miedo - segregación - capitalismo - angustia
On the politics of fear and Donald Trump’s discourse
Abstract: The author considers Donald Trump's discourse in order to speak about the politics of
fear, inasmuch as fear names an important aspect of contemporary discontent. The ascent to the
zenith of object a leads to a way of life characterized by the jouissance of consumption. In this con-
text, anxiety is today’s social symptom par excellence, and the response to it is to resort to the discourse
of segregation, in order to reinvent the lost social bond.
Key words: politics of fear - segregation - capitalism - anxiety
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Abstracts
end in relation to the hole dug by lalangue and tries to write the sexual relation by resorting to the
belief in The woman.
Key words: phantasm - parlêtre - sexual relation - hole - The woman
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Índice de imágenes
Longo Robert
Selección de trabajos de la serie. “Magellan” (1996)
Normas de presentación
Formato
Tipografía: En la primera línea, título del artículo, en letra Times New Roman, tamaño
14, en negrita.
Segunda línea: colocar nombre y apellido del autor; en letra Times New Roman tamaño
14, sin negritas ni cursivas.
Para el cuerpo del trabajo, se utiliza letra Times New Roman tamaño 12.
Subtítulos: Letra Times New Roman, tamaño 12, en negrita. Separación: 2 líneas con el
texto precedente; una línea en blanco antes del texto siguiente.
Extensión: 8000 caracteres.
Listado bibliográfico
Se coloca al final del artículo. El orden de los datos es:
Apellido del autor [coma] nombre del autor [punto] Título del capítulo o artículo (cuando
solo se cita parte del libro o publicación) entre comillas, sin cursivas [punto] Apellido y
nombre del autor del libro (si no coincide con el autor del artículo citado) [punto] Título
del libro o publicación en cursiva, sin comillas [punto] Lugar de edición [dos puntos]
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editorial [coma] año de edición [coma] edición o reimpresión (si no es la primera; por
ejemplo: 3ª edición). Si es un artículo o capítulo, agregar el rango de páginas.
Ejemplos:
Lacan, Jacques. “VII. El circuito”. El Seminario. Libro 2. Bs. As.: Ediciones Paidós, 1995,
6ª reimpresión, p. 123-142.
Wittgenstein, Ludwig. Sobre la certeza. Barcelona: Gedisa, 2000, 2ª reimpresión.
Bibliografía virtual
Se coloca al final del artículo en el siguiente orden:
Apellido [coma] Nombre [punto] Título del artículo[entre comillas] [punto] Nombre de
la página Web. Nombre de la Institución a cargo (en el caso de que exista). [punto] Día
mes año de publicación (si existe). [punto] Medio de publicación (web). [punto] Fecha
en que se visitó la página <dirección de la página>
Ejemplo: Schopf, Federico. “La Bandera de Chile, de Elvira Hernández”. Letras s5. Pro-
yecto Patrimonio. Web. 17 dic. 2008 <http://www.letras.s5.com/hernandez190802.htm>
Los datos de las fuentes consultadas deben consignarse con exactitud. Si se ha manejado
una obra en otro idioma, los datos se colocan en ese idioma, tal cual figuran en el libro
que se ha utilizado. Si se considera útil o necesario, puede incorporarse el dato de al-
guna/s versión/es en castellano, con los datos bibliográficos completos de dicha traduc-
ción.
Autor
Noticia: Se solicita agregar nombre completo, ciudad de residencia, título, cargo o acti-
vidad principal y algún otro dato pertinente (puede consignar alguna publicación).
Abstract
Agregar un abstract de 200 palabras y 4 o 5 palabras claves sugeridas, y la traducción al
inglés de los mismos.
El Comité se reserva el derecho a modificarlos.
176 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 175 - 176
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Se terminó de imprimir en la ciudad de Córdoa
en el mes de septiembre de 2016,
en los talleres gráficos de Soluciones Graficas SRL