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Revista Anual de Psicoanálisis - Número 42 - Córdoba, septiembre de 2016

Publicación de la Escuela de la Orientación Lacaniana


Sección Córdoba

Director Responsable de la Publicación Miembro Fundación CIEC - Córdoba, Argen-


Roxana Chiatti tina.

Dirección Ana Waisman


Jorge Assef Licenciada en Psicología - Analista Miembro de
la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la
Secretaria Editorial Asociación Mundial de Psicoanálisis - Miembro
Pia Liberati
Fundación CIEC - Córdoba, Argentina.
Comité Editorial
Carolina Aiassa Traducen en este Número
Eduardo Abello Jorge Assef, Josefina Elías, Carolina Koretzky,
Natalia Andreini Eugenia Leale, Pia Liberati, Alejandro Willing-
Alejandro Willington ton.

Colaboradores Corresponsalía
Eugenia Leale Silvia Grases- Barcelona, España; Carolina Ko-
Matías Meichtri Quintans retzky- París, Francia; María Hortensia Cárde-
nas- Lima, Perú; Luz Elena Gaviria- Medellín,
Asesora Colombia; Piedad Spurrier- Guayaquil, Ecua-
Graciela Brodsky dor; Alicia Arenas- Miami, EEUU; Elisa Alba-
Analista Miembro de la Escuela de la Orienta- renga-Belo Horizonte, Brasil; Marcela Antelo-
ción Lacaniana y de la Asociación Mundial de Salvador, Brasil; Heloisa Caldas- Río de Janeiro,
Psicoanálisis - AE período 2012 - 2015 - Buenos
Brasil; María Do Rosário Collier Do Rego Ba-
Aires, Argentina.
rros- Río de Janeiro, Brasil.
Referatos
Hebe Tizio Corrección de texto
Doctora en Psicología - DEA de la Universidad Sergio Iturbe
de París VIII - Docente del Instituto del Campo cordobacorrecciones@gmail.com
Freudiano - Analista Miembro de la Escuela La-
caniana de Psicoanálisis y de la Asociación Ilustración de tapa:
Mundial de Psicoanálisis - AE período 1988 - The Falling Man es el título de una fotografía
2001 - Barcelona, España. tomada por Richard Drew durante los atentados
del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Geme-
Sérgio Laia las del World Trade Center, a las 9:41hs de la
Profesor de Filosofía y Doctor en Letras Univer- mañana.
sidad Federal de Minas Gerais - Profesor titular https://en.wikipedia.org/wiki/The_Falling_Man
Psicoanálisis -Universidad FUMEC - Miembro
de la Escuela Brasilera de Psicoanálisis - Miem-
Producción Editorial
bro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis -
Carla Ciarapica | Carolina Barrios
Belo Horizonte, Brasil.
lawarhola.cyd@gmail.com
Jorge Agüero
Doctor en Medicina - Director de Postgrado de La presente publicación cuenta con la autoriza-
Psicoanálisis Facultad de Medicina de la Univer- ción de los autores, quienes se declaran autor
sidad Nacional de Córdoba - Analista Miembro original de los artículos cedidos. Los artículos
de la Escuela de la Orientación Lacaniana y originales publicados en esta revista son some-
de la Asociación Mundial de Psicoanálisis- tidos a evaluación de referatos.

ISSN 1668-3897
La Escuela de la Orientación Lacaniana se fundó el 3 de enero de 1992
con una Sección en la ciudad de Córdoba.

“En primer lugar ella se constituye en la certidumbre de ser un orga-


nismo de saber: saber expuesto en las enseñanzas que allí se sostengan
y en la puesta a prueba constante de la formación que dispense; saber
presente en la creación y desarrollo creciente de una biblioteca que,
en nuestro medio, tendrá su sentido; saber que circulará en sus pu-
blicaciones, pues, sin duda, todo girará en torno a los escritos por apa-
recer”.
(Acta de la Fundación de la EOL, enero 1992).
La Escuela de la Orientación Lacaniana, junto a otras Escuelas de
América y Europa, es miembro institucional de la Asociación Mun-
dial de Psicoanálisis (AMP).

El lector encontrará en estas páginas las referencias a los títulos otor-


gados por las Escuelas de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, pre-
vistos por Jacques Lacan.
-Analista Miembro de la Escuela (AME): mediante el cual se reconoce
a un miembro como “psicoanalista que ha dado sus pruebas” de for-
mación suficiente.
-Analista de la Escuela (AE): al que se accede, por haberlo demandado
de hecho, al término de un procedimiento denominado “pase”. Esta
nominación le imputa a un miembro estar entre “quienes pueden tes-
timoniar de los problemas cruciales”.
Editorial 9

Orientación Lacaniana
¿Ha dicho raro?
| Jacques-Alain Miller 13

De qué tenemos miedo


Estudios
Del miedo como afecto, en la obra de Jacques Lacan
| E. Abello, C. Aiassa, N. Andreini, A. Willington 35
Conceptos
¿De qué tenemos miedo?
| José Fernando Velásquez 43
El cuerpo sustraído entre el miedo y la angustia
| Luiz Fernando Carrijo da Cunha 47
Pánico en el DSM-5
| Álvaro Stella 51
Precisiones clínicas
Notas sobre el miedo en los niños
| Estela Carrera 57
El corcel. El ataque de pánico:
una frivolización de las categorías miedo, angustia y espanto
| Jorge Chamorro 61
Los “sin-miedo”. Signos de la errancia contemporánea
| Graciela Martínez 67

Perspectivas, ideas, problemas


Ti e mp o s d e mi e d o
“En un tiempo, la sociedad entera tendrá miedo de cada uno”
| Entrevista a Jean Claude Milner 75
Sobre la política del miedo y el discurso de Donald Trump
| Juan Carlos Indart 82
El triunfo de los mártires y el incendio universal
| Celeste Viñal 88
El miedo al otro
La sociedad del miedo
| Antonia Caparroz 95
“…Vivir con la otredad”
| Entrevista a Natalia Ferreyra 98
Lo que el arte nos enseña
Escenarios apocalípticos
| Christian Ríos 105
“Lucifer sin vinilo”
| Bárbara Navarro 109
“A veces el humor sirve para quitarse el miedo”
| Entrevista a Alejandro Dolina 113

Investigación sobre el Pase


El pase en la era del parlêtre
| Cristina Martínez de Bocca 125
Captar “una cierta precisión”
| Ana Simonetti 129
La intensidad de lo real en el cartel del pase
| Silvia Salman 132

El pase
Una cámara encendida
| Gabriela Grinbaum 139
Refutar, inconsistir, indemostrar, tres maneras de decir S(A/)
| Kuky Mildiner 145

Lecturas 151
Lacan XXI. Revista FAPOL Online. N˚1
| Pia Liberati
Revista Lacaniana de Psicoanálisis. N˚20
| Ana Lubatti
La Lúnula. Revista Digital de Psicoanálisis del CIEC. N˚3
| Javier Cabrera
El Sentimiento de Inseguridad. Sociología del temor al delito. Gabriel Kessler
| Maria Marciani

Abstracts 161
Editorial

A fines del 2015, tomando un café frente a la Sede de la EOL Secc. Cór-
doba, me encontré con un artículo periodístico que Judith Butler escribió
a causa de los atentados terroristas ocurridos en Paris un mes antes. La autora
decía “Vivimos tiempos de miedo”. Miré sobre la mesa y los titulares de los pe-
riódicos nacionales anunciaban todo tipo de catástrofes económicas y destacaban
la crónica policial diaria verificando la “Ola de inseguridad” que sufre el país. Re-
cordé, entonces, la afirmación de Miller en otro diario, Le Point: “…la sociedad
del riesgo se vuelve la sociedad del miedo desde que la ciencia deja de inspirar
confianza. Es ése el caso en nuestros días”1. Efectivamente, aquí, allá, en todos
lados, el miedo, de diferentes formas, tiñe los temas de la vida cotidiana.
Fugazmente se me cruzó un párrafo de “La Tercera”: “¿De qué tenemos
miedo? De nuestro cuerpo…”, y no tardaron en aparecer las resonancias de aque-
lla entrevista que Lacan brindó a la revista Panorama en 1974, cuando le preguntan
por qué la gente consulta a un analista: “Porque tienen miedo”. Esa respuesta
tiene incluso otra importancia hoy, cuando los síntomas asociados al miedo, como
el pánico y la fobia, se destacan en las demandas de nuestro consultorio.
Así, el parlêtre, la última enseñanza, la clínica contemporánea y la subjetividad
de la época parecían encontrarse en un afecto de indudable actualidad. Al terminar
mi café estaba decidido, el tema que propondría para el próximo número de Me-
diodicho sería el miedo.
A partir de aquella idea, junto al Comité Editorial, comenzamos a pensar ver-
tientes del tema. Lo que este volumen de Mediodicho desarrolla son esas múltiples
caras del miedo, seleccionando de entre ellas las que mayores consecuencias nos
permiten extraer para nuestra clínica.
En el apartado Estudios contamos con una investigación que desarrolla el tra-
tamiento que Lacan hizo a lo largo de su obra sobre el miedo en tanto afecto.
Luego, en Conceptos, se profundizan algunas de estas perspectivas: el miedo y el
cuerpo, la fobia, la angustia, el pánico, el espanto. Este apartado, junto a Precisiones
Clínicas, nos permiten pensar la función del miedo en la subjetividad, su incidencia
en la práctica clínica, con niños, en los síntomas actuales, sus posibles modos de
abordaje, la diferencia entre el modo de entenderlo para el Psicoanálisis y para la
Psiquiatría.
Más adelante se puede leer el miedo como uno de los S1 de nuestra época,
desde el plano internacional, con el discurso de Donald Trump o los atentados
terroristas del Estado Islámico, hasta los acontecimientos más cercanos, como el

1
Miller, J-A. “El carnaval de lo los miedos”, Le Point, Paris. 4 de Diciembre de 2008.

Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 9 - 10 9


ISSN 1668-3897
Editorial

caso de saqueos y enfrentamientos en la ciudad de Córdoba durante el autoacuar-


telamiento policial del año 2013.
De este modo, la sección Perspectivas, ideas y problemas aborda preguntas como:
¿De qué manera el miedo afecta el lazo social de la vida urbana?, ¿qué propone el
discurso político frente al miedo?, ¿cómo se construye el miedo en las ficciones
contemporáneas?, ¿qué nos permite aprender el arte sobre el miedo?, ¿cuál es la
respuesta del humor frente al miedo? Además, esta sección cuenta con tres im-
portantes entrevistas que prestigian nuestra revista.
Sumado al desarrollo del tema para el número 42 de Mediodicho, contamos con
tres artículos en “Investigación sobre el Pase”, los cuales, junto a los testimonios
de dos AE argentinas, y la conferencia de J-A Miller, destacan el eje de nuestra
orientación.
En la última sección de la revista tenemos cuatro generosas contribuciones de
colegas que nos permiten encontrar Lecturas relevantes y útiles para los tiempos
que corren.
A partir del número 40 Mediodicho actualizó su línea editorial y renovó su pre-
sentación. En la nota editorial de aquel número, Eugenia Molina habla de un ima-
ginario potente que tiñe nuestro tiempo. Hemos querido ser consecuentes con
esa interpretación que encontramos acertada, y es por ello que apelamos al arte y
al lenguaje icónico para marcar escansiones en este volumen. Al final, incluimos
un Índice de imágenes. En esa lista se destaca la foto de tapa “El hombre cayendo”.
Esa foto que ubica el momento de quiebre histórico de nuestra era, además pone
de relieve una decisión subjetiva, el hombre que cae, reducido a su última expresión
“un cuerpo”. Ya no es una víctima más de aquella tragedia, sino que por obra del
fotógrafo que lo capta en el instante del acto adquiere dimensiones simbólicas.
Así, esta foto interpela al espectador abriendo una serie de interrogantes que con-
mueven hasta nuestro carácter ético, en el mejor de los casos aquello que de esta
imagen inquieta puede convocar a la lucidez crítica de quien mira. Apostamos a
ello, como apostamos a que esta Mediodicho N˚42 contribuya en algo a la lucidez
que necesitamos los analistas hoy para estar a la altura de nuestro tiempo.
Gracias a los autores de este número que aceptaron el desafío en tiempo re-
cord, al Comité Editorial: Eduardo Abello, Carolina Aiassa, Natalia Andreini, Ale-
jandro Willington y a los colaboradores Eugenia Leale y Matías Meichtri Quintans,
especialmente a la Secretaria Editorial Pia Liberati, un formidable equipo de tra-
bajo. Gracias a Roxana Chiatti por acompañar y orientar empujando siempre más
allá, y sin prejuicios, y a Graciela Brodsky por su disposición a mantener la con-
versación abierta.

Jorge Assef

10 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2014 | EOL Sección Córdoba | pp 9-10


ISSN 1668-3897
Orientación Lacaniana

Longo Robert
Sin Título (vista del consultorio de Freud con libros, escritorio y ventana, 1938)
Serie: El círculo de Freud (1999-2003)
Desde el año 1972 Jacques-Alain Miller transmite el Psicoanáli-
sis a través de su curso, primero como titular del Departamento
de Psicoanálisis del Centro Universitario experimental de Vin-
cennes, creado en 1968. Luego en el marco de la Universidad
París VIII como Director del Departamento de Psicoanálisis.
Durante cuarenta años su curso mantuvo el título genérico "La
Orientación Lacaniana".
"Yo digo orientación ya que la enseñanza de Lacan es efectiva-
mente para mí un asunto de brújula, y no un asunto de fórmu-
las o de dogmas a repetir..."
Jacques-Alain Miller en Hervé Castanet, "Comprendre Jacques-
Alain Miller", p.53. 2015
¿Ha dicho raro? 1

Jacques-Alain Miller Charles y Françoise Schreiber invitaron a


J.-A. Miller a brindar una conferencia en la
Es psicoanalista en París, Francia Universidad R. Descartes el 3 de Mayo de
Analista Miembro (AME) de la Escuela de la 1997. Se leerá a continuación su intervención,
Causa Freudiana (ECF) así como el argumento escrito por Jacques-
Miembro de la Asociación Mundial de Psico- Alain Miller previamente. La transcripción
análisis (AMP) fue proporcionada por Fabienne Henry, Mi-
Director del Instituto del Campo Freudiano chel Jolibois, con la colaboración de Bernard
(ICF)
Cremniter. Contribuí a la edición del texto
Ex-Director del Departamento de Psicoaná-
una primera vez, para la difusión de pocas co-
lisis de la Universidad de París VIII.
pias en Touraine, luego aquí en una versión
Responsable del establecimiento del texto de
algo más recortada. Se verá que su actualidad
los Seminarios de Jacques Lacan
es sorprendente. En su Curso “El lugar y
lazo” (2000-01), y también en sus “Refle-
xiones sobre el momento presente” (2001-02),
Jacques-Alain Miller desarrolló el tema
tratado aquí en filigrana, sobre
el hoy omnipresente empuje-a-decir 2.
Catherine Bonningue.

Argumento
El psicoanálisis es sin duda respon-
sable -al menos fue un precursor- de
1
El presente artículo es la traducción del cuerpo de
la conferencia que Jacques-Alain Miller dictó en la
Universidad R. Descartes el 3 de mayo de 1997. Fue
publicada en la revista Quarto. Revue de psychanalyse
N˚78 (Febrero de 2003) bajo el establecimiento del
texto de Catherine Bonningue.
Texto publicado con la amable autorización de J.-A.
Miller.
Mediodicho - Nº 42 2
Cf. Miller J.-A., "Psicoanálisis puro, Psicoanálisis
septiembre de 2016 Aplicado y psicoterapia". La Cause freudienne, 48, Paris,
Escuela de la Orientación Lacaniana diffusion Seuil, 2001, pp. 7-35. Publicado en español
Sección Córdoba en la revista Freudiana, 32.

13
Orientación Lacaniana

este culto de la palabra que, después de haber aparecido con aire subversivo en el
post mayo del 68, se difundió luego en el conjunto de la sociedad hasta imponerse
como un verdadero empuje-a-decir.
“Hay que hablar”, se dice comúnmente, ante la dificultad: es el recurso y el re-
medio, la panacea.
Escucha, intercambia, dialoga, son los poderes que se cree apaciguan todos
los conflictos: sociales, familiares, individuales. Este uso anestesiante de la
palabra sería incluso la última palabra sobre la democracia.
El empuje-a-decir es algo muy distinto en psicoanálisis. Invita al que sufre a la
prueba de algo que no es un diálogo, sino más bien un monólogo, seguido de una
interpretación. La interpretación es un modo particular, incluso raro, de la pala-
bra.

1- Freud, la interpretación

“Un modo particular, incluso raro3, de la palabra”. He terminado con estas


palabras -de hecho, más por interrupción que por conclusión- el pequeño argu-
mento que Françoise y Charles Schreiber lograron extraerme. A las apuradas me
surgió decir: “La interpretación es un modo particular, incluso raro, de la palabra”.
Me detuve allí por fatiga. La palabra "raro" me vino a la pluma, y después de ese
esfuerzo dejé la pluma ahí nomás. La interpretación, los fenómenos freudianos,
el inconsciente, la persona, el psicoanalista mismo, son raros. La palabra misma
“raro” me ha parecido rara en sí misma. Sin duda, algo raro se enlaza a la palabra
misma. “¡Raro! ¿Ha dicho raro?”. Es una réplica célebre4.
Al título que di: “Freud la interpretación”, una especie de llave-maestra, lo sus-
tituiría de buena gana por: “¿Ha dicho raro?”. Una vez que me enganché con esta
palabra, de cierta manera no me la saqué más. La palabra “raro” les pareció a al-
gunos camaradas rara, no a mis amigos Schreiber, quedando claro que no es de
uso frecuente en el medio ni en la literatura, ni qué hablar que la interpretación
psicoanalítica tiene algo de raro. Me parece que la palabra “raro” es muy precisa
para calificar la interpretación psicoanalítica.
Raro no quiere decir otra cosa. Algo es raro siempre que se aparte del uso co-
tidiano, del orden común. Alguien es raro en la medida en que su conducta no
sea normal. Éstas son las definiciones del diccionario. Después de haberlas escrito
es que “raro” me comenzó a hacer un poco de cosquillas. Entonces recurrí al dic-
cionario Robert para comprobar el uso normal, el uso adoptado de las palabras, en

3
“Bizarre” es la palabra francesa que utiliza el autor. Hemos preferido traducirla por “raro” y no por “bizarro”
(traducción también posible), puesto que “raro” es el término de uso corriente en nuestra lengua. Nota del T.
4
Sin duda Jacques-Alain Miller se refiere a la réplica de la película de Carné y Prévert, Un drama divertido, o Un
drama singular, citado por el diccionario Petit Robert, “¿Ha dicho raro? ¡Qué raro!”. Nota C.B.

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Jacques-Alain Miller ¿Ha dicho raro?

un estado dado de la lengua. Por un lado, el diccionario es lo que hay de más nor-
mal, la guía del uso normal, normativizado, de la lengua.
Ya que el título se me ocurrió así, aunque perturbe un poco o parezca inhabi-
tual, constituye esto una razón más para sostenerlo, porque la interpretación ana-
lítica no es en absoluto un modo normal de la palabra. ¿Qué encontramos si
tomamos los antónimos de la palabra? Claro, igual, equilibrado, normal, ordinario,
mesurado, regular y simple. Y bien, la interpretación analítica no es clara, equili-
brada, simple, ordinaria. Es de buen grado, por el contrario, oscura, excesiva, com-
pleja y, sobre todo, extraordinaria. Al menos son enunciados, palabras, que salen
de lo ordinario.
Adopto incluso la palabra “raro” para calificar, de un modo que todo el mundo
pueda comprender, los fenómenos freudianos, aquellos sobre los que Freud fundó
su práctica y la disciplina a la cual anudó su nombre. Ellos son, por excelencia, fe-
nómenos raros, irregulares y oscuros. Podemos incluso plantear que el incons-
ciente se manifiesta fundamentalmente de una manera rara.
¿Cuándo se va a análisis? Se va a análisis cuando se siente la presencia de ciertos
fenómenos raros, de un cierto número de traspiés o incapacidades raras, obsesio-
nes raras y, sobre todo, de síntomas raros. La rareza se extiende eventualmente a
toda la persona. No es lo más frecuente, pero hay casos en que el conserje pre-
gunta si puede dejar pasar a tal persona. Evidentemente las personas demasiado
raras son llevadas, o van al hospital psiquiátrico, esto cuando la rareza sobrepasa
cierto grado. Pero el más raro de todos, en su ejercicio, más raro aún que sus pa-
cientes, es el psicoanalista mismo.

2- La marca del psicoanalista

Podemos constatar que, al final de un siglo de psicoanálisis, nos hemos habi-


tuado a este personaje raro, y el análisis ya no parece entonces tan raro. Esto cons-
tituye justamente una dificultad para el psicoanálisis, no parecer tan raro. Los
psicoanalistas hicieron todo lo que pudieron para no parecer demasiado raros.
Aunque, ¿no soy yo un tanto raro aquí? Casi nadie usa saco y corbata, casi nadie
es aquí hombre. Exagero, pero la feminización está, a pesar de todo, avanzada.
Los psicoanalistas han hecho todo lo posible para no parecer demasiado raros, y
para demostrar que eran ciudadanos como los otros, tipos normales, buenos bur-
gueses. Han tenido demasiado éxito.
No nos detengamos en estas apariencias. Sabemos bien que no es por este
lado, el lado normal, que operan como tales. Vean a Lacan y a la cantidad de anéc-
dotas que le adjudican. Son todas verdaderas, incluso las falsas, y todas lo muestran
extravagante, raro. Esta rareza no ha dañado al psicoanálisis, contrariamente a lo

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Orientación Lacaniana

que las almas piadosas podrían creer. Esta rareza encarnada en la segunda mitad
del siglo veinte más bien refrescó y rejuveneció al psicoanálisis. Le dio un nuevo
ímpetu que nos alcanza aún, en todo el mundo. Incluso aquellos que están en con-
tra viven del ímpetu que esta rareza dio al psicoanálisis.
Un toque raro es quizás la marca del psicoanálisis, al punto que los psicoana-
listas astutos verdaderamente rayan lo raro, incluso cuando no tienen nada de raro.
Por ejemplo, un acento de Europa central, entre las dos guerras, no había cierta-
mente perjudicado, al contrario, el prestigio del psicoanalista. Era incluso una es-
pecie de rasgo obligado, durante un tiempo, porque fue necesario al principio
importar a los psicoanalistas. Edgar Poe, por otro lado, antes del tiempo de los
psicoanalistas, en su pequeño cuento que se llama “The Angel of the Odd”, hace ha-
blar a su ángel de lo raro con un espantoso acento alemán, un poco al estilo de
Nucingen en Balzac. Esta pequeña historia, que valdría la pena detallar, es una es-
pecie de presentimiento del inconsciente. Odd, en inglés, es lo impar y esto califica
muy bien al inconsciente -Lacan lo anotó en alguna parte- ya que el inconsciente
está hecho de impares.

3- El espacio de la experiencia

El diccionario da una lista sensacional de palabras, que reconstituyen una suerte


de halo semántico de la palabra raro. Términos que se podrían aplicar tanto al in-
consciente, a sus fenómenos, como a los pacientes y al analista mismo. Esta lista
me encanta. “Raro: estrafalario, anormal, barroco, peculiar, divertido, cómico, ex-
traordinario, extravagante, imaginario, caprichoso, fantástico, fantasmagórico, fu-
nambulesco, grotesco, insólito, monstruoso, original, agradable (irónico), ridículo,
absurdo, extraño, curioso (irónico y popular). Un carácter raro: abrupto, capri-
choso, imposible, incomprensible, desigual, cornudo, chiflado (pop.), alucinado,
iroqués, lunático, loco (pop.), maníaco, único (fam.), excéntrico estúpido, original,
fenómeno, ¡pistolero (divertido)! (fam.), tipo (fam.), rayado (fam.)”. Cada uno de
estos términos merecería un comentario, merecería ser puesto en su lugar.
Es el espacio mismo del psicoanálisis. Lo raro -al menos por hoy- es el espacio
mismo donde nosotros ejercemos. Es lo que les ha dado a los psicoanalistas un
amor desmedido por la norma. Compensando lo que tiene de excéntrico, de ex-
travagante y de gracioso, han desarrollado, después de Freud -especialmente en
los EEUU- una moral psicoanalítica a contracorriente del movimiento mismo de
la civilización. Esta locura de importación en EEUU ha sido rápidamente reab-
sorbida.
Aunque, de modo general, y por fuera de esta aberración -justamente porque
el espacio psicoanalítico es aquel de lo raro- la regla es fundamental en psicoaná-
lisis. Si se es paciente, hace falta ser muy constante con las sesiones. En cuanto al

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Jacques-Alain Miller ¿Ha dicho raro?

psicoanalista, es también deseable que se agite lo menos posible. Por otro lado, el
ángel de lo raro, como lo subraya Edgar Poe, es un ángel sin alas.
Lo que por otro lado domina toda la práctica psicoanalítica es una regla, la de
la asociación libre, que quiere decir: “No tengas miedo de lo raro. Habla sin re-
troceder ante lo raro. En lo raro está la salud”. Hace falta la constancia en el psi-
coanálisis para que se desprenda verdaderamente lo raro. Hace falta que la instancia
de la regla, de la regularidad, esté presente, ya que es ese el escenario mismo en el
que se destaca lo irregular, lo raro.

4- Impar

Cuando habla el psicoanalista se conjuga con lo raro. La interpretación se ar-


moniza a lo raro, se armoniza con lo impar. Las interpretaciones más eficaces son
a menudo difíciles de diferenciar de las más singulares. Las interpretaciones psi-
coanalíticas son como metidas de pata, errores.
Podemos incluso extender el concepto de lo raro en tanto impar. El sujeto
neurótico es fundamentalmente impar, en el sentido de que no se empareja. O
bien busca un compañero para no estar solo, o bien tiene este compañero pero
no es el bueno, según cree. En todo caso, esto no le impide sentirse impar, fuera
del montón de los pares, desplazado. Lo que hace que el sujeto sea en más o en
menos, siempre odd, siempre impar, siempre raro, y que haya algo cojo en su
asunto. Esto hace del psicoanalista una especie de muleta en la que se apoya el
neurótico en su cojera. Lo que se llama finalmente en nuestra jerga -extendiéndola
un poco- el holding. Servimos de sostén, restauramos un equilibrio en lo impar,
damos incluso refugio. Pero ni el acto psicoanalítico ni la interpretación sirven de
muleta.
Recordé que el sujeto que viene a análisis sufre, y lo que se descubre en análisis,
cuando lo muerde, cuando el análisis lo toma, es que sufre esencialmente de cosas
que le fueron dichas. Es esto finalmente lo que Freud descubrió. El sujeto sufre
eventualmente de cosas que le siguen diciendo, pero sufre por cosas que le fueron
dichas. Está enfermo de ciertos enunciados.
Un psicoanálisis consiste, finalmente, en buena medida, en reencontrar, aislar
los enunciados que enfermaron a un sujeto y ayudarlo a volverlos inofensivos, in-
cluso a deshacerse de estos enunciados que lo enfermaron. Forzando un poco la
nota, desprenderse a través de otros enunciados calculados para esto.
La interpretación consiste en enviar misiles, misiles de lenguaje calibrados para
pulverizar estos enunciados de los que el sujeto padece. Es un asunto de lengua.
Como me fue dicho en análisis por alguien que había leído este papel5: “Lo que
hay de más raro, finalmente, es la lengua misma”.
5
Probablemente J.-A. Miller se refiere al afiche de papel que anuncia su conferencia (Nota del T.).

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Orientación Lacaniana

5- Chifladura de la lengua

Quizás haga falta, para progresar en este asunto de interpretación, consagrar


algo de atención a la lengua vista desde el ángulo de lo raro. También se la podría
ver bajo otros aspectos. Se la puede ver -y la hemos visto- como un sistema, la
lingüística estructural. A la gramática la tomamos bien por su costado de regula-
ridad, pero la podemos ver también por su costado raro. Es cuando tomamos la
etimología que vemos mejor el lado raro, de chifladura total de la lengua.
Tomemos la misma palabra bizarro6. ¿De dónde viene esta palabra? La palabra
bizarro es ella misma rara. Sólo con ver la forma como se escribe, con la raya de
su “z- ”, vemos que no es cristiana. Pero, si observamos su etimología, es verdade-
ramente rara. Como todas las etimologías, por otro lado. La palabra vendría del
español bizarro. Eso parece normal, porque desde siempre los españoles han pa-
recido raros a los franceses. El vocabulario conserva el rasgo. Lo que es divertido
es que en español, al menos en la época clásica, significaba valiente. Es elogioso.
Podría venir del vasco bizarra, que quiere decir barba. Encontramos esta etimología
en el diccionario Littré. Ha sido, a su vez, descompuesto en biz, por un lado, arra
por el otro, que querría decir “Que sea un hombre”. ¡Es bello esto! Aunque podría
venir del árabe basharet, que quiere decir belleza y elegancia. De ahí valiente y ca-
balleresco, por supuesto, y entonces colérico, irritable, extravagante.
Así estamos. Todo se sostiene, hace sentido. Pero justamente no importa qué
sentido. Las etimologías son siempre extraordinariamente convincentes, y todos
estos orígenes hacen además al asunto.
Lo más gracioso, después de haber leído las etimologías francesas, es ir al dic-
cionario español. Consulté el Moliner, diccionario de uso corriente del español, no
el de la Real Academia. La respuesta es desopilante. El sentido de valiente cayó
en desuso, y la palabra “bizarro” cayó en desuso en español. Bizarro se emplea
sólo para calificar a los militares en sentido humorístico. Se supone que es un uso
post-franquista. No ha terminado. Queda en uso con el sentido de extravagante
y sorprendente, con el sentido, dice el diccionario, que tiene en francés.
Ven el circuito de la palabra. Bizarro nos vino del español con el sentido de
valiente, y nosotros se lo devolvemos hoy con el sentido francés. El diccionario
deja entender que es del español un poco afrancesado. ¡Pobre bizarro!, ya no sabe
si es francés o español.
Encontramos este circuito alocado de la palabra en todas las páginas del dic-
cionario. Aunque el diccionario hace bien esto de fijar la norma de la lengua, es
siempre un libro singularmente raro. Por otro lado, cuando la lengua que hablan
deviene para ustedes mismos un poco chino, hay dos soluciones. O van al diccio-
nario y aprenden lo que quiere decir para los otros o van al psicoanalista tienen la
6
Bizarre: bizarro, raro (Nota del T.).

18 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 13 - 30


ISSN 1668-3897
Jacques-Alain Miller ¿Ha dicho raro?

oportunidad de aprender lo que quiere decir para ustedes mismos. No es lo mismo.


Esto lleva a Lacan, a pesar de todo, a decir una vez que “el inconsciente es como
un diccionario que cada uno tendría en la cabeza”.

6- Un tejido de malentendidos

Si se considera la lengua no como un sistema -lo que tiene su validez también,


por otro lado- sino desde el punto de vista de la etimología tanto fonética como
histórica, aparece como un tejido de malentendidos. Es siempre raro, “¿dijo raro?”,
esto resume toda la etimología. Esta lengua está tomada en un movimiento de
tropos, como dice la retórica, de desplazamientos, y la etimología es la huella de
la palabra como malentendido en la lengua.
Gradualmente, es toda la historia la que desfila por la etimología, hasta los li-
bros recientes, los best-sellers, explotan esta vertiente. Todos los pueblos, todas
las lenguas, son convocadas para rendir cuenta del origen de una palabra e incluso
todo el saber. La Suma de Isidoro de Sevilla -Eric Laurent hizo alusión a él una
vez- que le llama Originum sive etymologiarum libri, era la suma del saber en el siglo
séptimo. Pudo exponer el conjunto de este saber bajo el nombre de “Etimolo-
gías”.
De este punto de vista tomamos un poco de distancia con la afirmación me-
morable de Roland Barthes: “La lengua es fascista”. Es sin duda la dictadura de
la gramática lo que lo había conducido a decirlo, en un momento de elación de su
lección inaugural en el Colegio de Francia, en los años ´70. Tomaba la lengua por
el lado en que ella impone un orden, dicta su ley, reparte lo femenino y lo mascu-
lino. Es el aspecto que Lacan llama significante amo, el aspecto de dominio en la
lengua.
Por otro lado, a partir del momento en que Barthes dijo “La lengua es fascista”,
nuestros americanos emprendieron la purificación en la lengua de sus elementos
fascistas. Actualmente, en los EEUU no se puede escribir un libro donde diga la
palabra Dios sin decir alternativamente “Dios, él, ha hecho esto” y “Dios, ella, ha
hecho esto”. Se ha tomado al pie de la letra cómo combatir el dominio fascista en
la lengua. Es el espíritu pionero, la empresa de limpiar a la lengua sus escorias.
Este enunciado, “la lengua es fascista”, a pesar de todo, me había sobresaltado
en el momento en que tuve la oportunidad de escucharlo. Yo tomo -hoy, al menos-
el costado de “la lengua es rara”. La lengua es más bien rara que fascista. Si la to-
mamos por el costado fascista, entonces hace falta un cierto número de métodos
intensivos. Es la paradoja del asunto. No volví a los EEUU desde hace algunos
años pero sé que, cuando se habla ante un auditorio como éste, hay que tomar
todas las precauciones desde este punto de vista. Si uno no alterna él/ella, está
frito.

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“La lengua es rara” quiere decir que comporta ciertamente regularidades, pero
que está, en su vocabulario, al menos, tejida de irregularidades profundamente
fantasiosas, excéntricas y chifladas.

7- Una lengua especial

Se habla de aprendizaje de la lengua. Hay verdaderamente un aprendizaje de


la lengua cuando se les enseña a hablar como todo el mundo. Si se tiene la nece-
sidad de enseñarles a hablar como todo el mundo es que, justamente, el primer
movimiento de ustedes, de pequeños, no es en absoluto hablar la lengua de todo
el mundo, sino de improvisar una lengua propia a partir de la de los otros. Basta
seguir el desarrollo del niño pequeño para percibir que se forja su lengua propia,
su lengua especial, como se dice, y que la lengua, buena chica, se presta a todos
los malentendidos. Son justamente estos malentendidos los que producen efectos
de sentido.
Yo mismo he relevado, en mi nieta de un año y medio, un vocabulario de una
centena de palabras -quizás haya más, no vivo con ella, sino a cierta distancia- una
centena de palabras monosilábicas y bisilábicas que han sido forjadas por cerce-
namiento a partir de vocablos de la lengua normal. Ella hace un bricolaje de la
lengua, para ella, en función de sus intereses. Por ejemplo, la palabra “ba (bras:
brazo)”, pronunciada al levantar el brazo, significa que ella quiere ser levantada
en brazos del otro. Es un interés fundamental hacia el otro. La palabra “tét” no
significa cabeza (tête), sino chupete, que reemplaza la satisfacción de la alimentación
en ciertos momentos. Observamos que la lengua le provee el medio para forjar
ella misma su nombre propio. Ella tiene un nombre que le fue dado, que ella no
pareciera querer. Ella se forjó su nombre propio completamente sola (toute seule),
y precisamente a partir de la expresión “completamente sola” (toute seule). Se le
debe haber dicho aparentemente “cómo hacés esto bien completamente sola” y,
al menos según el padre y la madre, ella ha modificado el “completamente sola”
(toute seule) en “tato”. Éste es, para ella, su nombre propio, que pronuncia en general
con un aire de triunfo, ya que está soportado por el “completamente sola”. Aunque
haya recientemente descubierto el uso de la palabra “Yo”, éste se designa por el
nombre “Tato”, y no en absoluto por aquel que le ha sido dado por el Otro con
este fin.
Ahora descubre los trisilábicos -esto surge recién hace quince días- con un in-
tenso júbilo. Es muy sorprendente, ya que esto no concierne a sus intereses in-
mediatos. El primer trisilábico que le escuché decir con un profundo júbilo es
“dinosaurio”. Tiene un solo juguete que sería un dinosaurio. Ella sabe que es un
trisilábico, que es más largo que lo que ella dice habitualmente. Entonces, suelta
el “di-no-saurio”. Parece que hay un segundo, que es la palabra “minúsculo”. Ella

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dice que es una hazaña pronunciarla. Se engancha ahí, muy claramente, un goce
especial, que no es el que puede dar el chupete al ser succionado, o los brazos
cuando la alzan.
Nos explican aquí y allá que, por ejemplo, las neurociencias van a volver peri-
mido al psicoanálisis. En todo caso, no lo van a tornar perimido desde el punto
de vista teórico. Por el contrario. Así, si prestamos atención, comenzamos a veri-
ficar cosas elementales. En el International Herald Tribune del 18 de abril de este
año, después de las investigaciones financiadas durante años, se impone una con-
clusión: para volver al niño inteligente, “words are the way”, “las palabras son el
modo de hacerlo”. Verificamos -no es nada que verifiquemos de una forma que
satisfaga los criterios de las neurociencias- el impacto sorprendente de las palabras
sobre el desarrollo del cerebro; las palabras que deben venir, como se experimen-
tan, “de un ser humano, atento y comprometido”. El desarrollo mismo de las
redes de neuronas depende de la palabra dirigida a un niño por un ser humano
atento. Esto da forma a la mind, al espíritu.
Al menos sobre este punto -el único punto donde esto tiene importancia- las
neurociencias verifican, de forma sensacional, lo que de una manera ciertamente
más empírica de observación fue el acento puesto sobre la función de la palabra
y el campo del lenguaje, especialmente por Lacan. El hombre neuronal de Chan-
geux tiene necesidad de un baño de lenguaje para devenir el hombre neuronal.
¿Es un aprendizaje lo que observamos con la pequeña niña? ¿Es un aprendizaje
esta actividad primordial, que es sobre todo lúdica, gozosa? Es aquí que captamos
el valor del equívoco de Lacan cuando hablaba del goce-sentido (jouis sens-jouissence)
el sentido gozado, el sentido gozado que es tan patente en este juego de lenguaje
del niño. El sentido gozado no tiene nada que ver con el sentido común. Todo lo
contrario. El sentido gozado es el sentido raro. Es el “dinosaurio” que no sirve
absolutamente para nada, sino para mostrar que lo sabe pronunciar, que pasa a la
tercera sílaba. Hay, dicho de otro modo -el estadio del espejo es muy conocido-
una especie de estadio de lo raro en la relación con la lengua.

8- Gozar del blablablá

Freud -lo tomemos en la misma línea- ha enseñado a la humanidad a gozar


con la lengua de una forma nueva. Ha enseñado a que hablemos sin ocuparnos
del sentido común y del uso común de la lengua. Observamos enseguida, por otro
lado, efectos regresivos y efectos terapéuticos, efectos de apaciguamiento y paci-
ficación. No percibimos que el psicoanálisis es un juego, y por las mejores razones
del mundo. Es un juego que se juega en razón de los síntomas que hacen sufrir.
Percibimos que una vez que empezamos a jugar el juego no tenemos necesaria-

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mente ganas de terminar, e incluso estamos dispuestos a sufrir para tener una
buena razón para continuar el juego. Es lo que Freud llamaba la reacción terapéu-
tica negativa. Cuando se va a mejorar, se empeora, ya que hay, en el juego analítico
mismo, un principio por el cual se entretiene. Este principio es finalmente lo que
Lacan -siempre él- aisló diciendo: “se goza al hablar en pura pérdida”. Se goza
con “dinosaurio”. Es el goce del blablablá.
¿En qué consiste la asociación libre? En poner el sentido común entre parén-
tesis. Es muy difícil para algunas personas. Las personas de un extremo sentido
común tienen mucha dificultad para ponerlo entre paréntesis. Pero el ejercicio
tiende hacia eso a pesar de todo, poner el sentido común entre paréntesis, dejar la
iniciativa a las palabras, como dice el poeta o, aún, dejar a las palabras hacer el
amor, como dice otro poeta, dejar a los significantes, la materia del lenguaje, los
sonidos, asociarse entre ellos. La asociación libre reposa sobre la noción y sobre
la práctica de soltar el lazo del sonido y del sentido, los lazos del significante y del
significado.
Es esta relación entre significante y significado, esta división tomada de los an-
tiguos, lo que Saussure ha renovado al calificarla de arbitraria. La relación entre
significante y significado sería arbitraria. Se ha discutido esta palabra, que da la
impresión de que hay en alguna parte un amo que dicta la ley. Se le ha respondido
a Saussure que la relación entre significante y significado no era una relación ar-
bitraria sino motivada, y que se podía demostrar que había afinidades entre tal so-
nido y tal sentido. Resumo, en grandes líneas, los debates importantes. Aunque,
más profundamente, a lo que nos acercamos con el psicoanálisis es a que signifi-
cante y significado no tienen nada que ver, no tienen nada que hacer juntos. Son
dos dimensiones, dos órdenes distintos. El nivel más fundamental, sin duda, de la
relación entre significante y significado, entre el sonido y el sentido, es que se trata
de una relación aleatoria, ni arbitraria ni motivada, sino profundamente aleatoria
en su fase más esencial.
La operación analítica consiste en relajar los lazos establecidos entre signifi-
cante y significado, los lazos establecidos por la rutina en el seno del lazo social o
de una comunidad del lenguaje, aquella en la que nos escuchamos unos y otros.
Nos escuchamos justamente para acallar el rumor que surge del lenguaje mismo.
El analista está allí, es sabido, para ayudar a que se suelten los lazos establecidos
entre el significante y el significado. Está allí para hacerse el burro. Está allí para
no comprender, exactamente para frenar el pasaje del significante al significado,
para enlentecerlo, para poner puntos de interrogación, poner las x, para decirle
finalmente al analizante “para mí esto es chino”. Hace falta reformularlo, al menos
para abrir el espacio del análisis mismo.

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9- El enigma

La consecuencia es -Lacan se la dijo una vez a alguien en una entrevista pri-


vada- que se puede ser un buen analista y ser tonto. La tontería no perturba fun-
damentalmente al psicoanalista, al menos en cierto nivel de su ejercicio. Si no
comprende, está en su rol, después de todo. Hace falta que no hable demasiado
para que no se perciba la raíz del asunto.
Por un lado, puede ser un tonto. No está tan mal finalmente, cuando pertenece
a otra comunidad de lengua. Es una cuestión antigua. ¿Cómo llegan a analizarse
cuando no provienen de la misma lengua materna? Podemos decir que no capta-
mos todos los matices. Sí, pero un cierto no-comprender, no comprender todo, no
hace tan mal en esta óptica de aflojar los lazos establecidos entre significante y
significado. Esto permite que, para el sujeto mismo, lo que diga devenga algo
chino, es decir, pase por el enigma, que se diga que eso quiere decir algo pero que
no se sabe qué. Quizás, como esta conferencia de hoy, esto quiere decir algo, pero
no se sabe necesariamente qué.
La operación analítica pone en cierto estado de perplejidad y vamos al analista
para que nos ayude a descifrarlo. Hace falta en alguna medida obtener el enigma.
Si ustedes no encuentran nunca un enigma, no tendrán razón para ir al analista. Y
bien, la interpretación analítica, para volver a nuestros asuntos, supone que haya
enigma. Para poder actuar como psicoanalista, hace falta cultivar el enigma.
Justamente a partir de la idea que esto reposa sobre la disyunción entre signi-
ficante y significado (S//s), yo distinguiría tres modos fundamentales de la inter-
pretación.
Si partimos de la idea de que soltamos estos lazos entre el significante y el sig-
nificado, que el significante deviene enigmático, y que es a partir de este fondo de
enigma que la interpretación opera, creo que hay tres modos fundamentales de la
interpretación: la interpretación por puntuación, la interpretación por sinsentido
y la interpretación por equívoco.
Lacan puso sucesivamente el acento sobre cada uno de estos términos. En la
primera parte de su obra acentuó la interpretación por puntación, en la segunda
parte la interpretación por el sinsentido, y terminó con la interpretación por el
equívoco.
Primeramente, la interpretación por puntuación consiste para el analista en
asignar, en cierto modo de manera fulgurante, un significante a un significado, es
decir, restablecer la unión, y en la vacilación del significado en relación al signifi-
cante, poner una baliza, un punto de detención o, como decía Lacan, un punto de
capitón. La interpretación puede ser simplemente un “es eso”. En la vacilación
generalizada del significado en relación al significante, un “es eso” que engancha
juntos el significante y el significado por la función de la interpretación. Freud

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contaba de Putnam, su alumno americano, un pastor podrido en escrúpulos que


venía a exponerles todas las travesuras que había podido cometer y que lo ator-
mentaban en sus obsesiones. Después de haberlo escuchado torturarse así, Freud
lo mandó de vuelta con un “usted es un criminal”, que era de algún modo la con-
clusión, el punto de capitón, el punto de detención de todo lo que había charlo-
teado Putnam. Que se le devuelva la conclusión lo llevó sin duda a rever sus
posiciones.
En segunda instancia, la interpretación por el sinsentido consiste en desnudar
el significante en su separación del significado, y precisamente hacer sentir al sujeto
el peso del significante en su vida, en tanto que se la pasó dándole sentido. Tome-
mos el ejemplo hoy conocido en el medio de Serge Leclaire y su famoso “Poordjeli”,
esta secuencia significante de la que él hacía el blasón de la existencia de su pa-
ciente, que era por otro lado él mismo, en este caso. Lo tomaba como el ejemplo
de un puro significante que le había llevado tiempo interpretar en su existencia.
Es evidentemente un significante puro que tiene un halo de sentido. Poordjeli, es
“pobre Jeli” o “pobre pequeño Jeli”, pero es a pesar de todo un bloque, es como
una holofrase. Aunque esto asuma un poco de sentido, está tomado como un blo-
que, y él la ha desarrollado justamente como una cifra secreta. La interpretación,
en este caso, es lo que permite cernir, en su sinsentido, este tipo de significante
que el sujeto pasó su vida interpretando.
En tercer lugar, la interpretación por el equívoco es aquella que subraya lo ale-
atorio de la conexión del significante y del significado, que señala que no hay con-
secuencia necesaria del significante sobre el significado, y que es el equívoco por
excelencia el que abre todo un espacio de malentendidos en juego. No sé si algunos
leen el diario Le Canard enchaîné, allí todas las semanas tenemos los juegos de pa-
labras, el “Álbum de la condesa”. Y bien, es una clase de equívoco. Esto se ha tor-
nado más difícil desde que ha cambiado de dueño. Estábamos acostumbrados al
antiguo, a su forma de hacer equívocos. Ahora hay que trabajar un poco más. Es
muy deprimente cuando no se puede jugar con el significante y el significado,
cuando “no hay juego”7, como se dice en francés. Los sujetos llegan, por ejemplo,
eventualmente deprimidos porque están aplastados por enormes significaciones
de culpabilidad, y se puede, en efecto, por el análisis -esto depende de las estruc-
turas- sustituir allí el espacio lúdico del significante, como un espacio transicional
del significante, para retomar la expresión de Winnicott. Es lo que llamaba “un
modo raro de la palabra”. Que se trate de hablar para producir la puntuación, o
el sinsentido, o el equívoco, es verdaderamente hacer de la palabra un uso para
nada normal.
En la interpretación, no nos servimos de la palabra para comunicar, para trans-
mitir información. El diario y la radio transmiten información. Las bacterias in-
7
En la lengua francesa “il n’y a pas de jeu” se refiere a que no hay movimiento entre dos elementos.

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tercambian entre ellas información. Un artículo reciente sobre la comunicación


de las bacterias, en la revista La recherche, muestra hasta qué punto ellas charlan, se
transmiten información. Por ejemplo, las bacterias luminiscentes se comunican
para saber en qué momento hacer brillar el ojo del calamar. No comienzan a ilu-
minar hasta que no son lo suficientemente numerosas. Esto se llama comunica-
ción. Podríamos llamarlo también saber. El problema, justamente, es que no hay
jamás malentendido entre las bacterias, es lo que las diferencia de la lengua. Esto
les llegará, quizás, con todas las manipulaciones de fábrica. No lo sé. El día en
que haya malentendido entre las bacterias, la cosa irá muy mal. Habrá camorra
entre ellas.

10- Las resonancias de la interpretación

La interpretación no es una explicación, no es un comentario, no es una cons-


trucción, no es un saber. Estrictamente hablando, no se parece a nada. Se parece
más bien a una metedura de pata, a un error. Decirle a un pastor “usted es un cri-
minal”, esto tiene un costado de metida de pata, con repercusiones, que llamamos
las resonancias de la interpretación, los ecos.
Si es esta disyunción entre el significante y el significado lo que permite operar
a la interpretación, es un punto de vista radical lo que torna al significante enig-
mático. Hace falta distinguir eso para toda interpretación. Esto le permite funcio-
nar aunque, al mismo tiempo, le impone rasgos de estructura muy precisos.
Primero, los efectos de la interpretación analítica no son calculables. Ustedes
sueltan una interpretación al paciente y no tienen idea del sentido que va a en-
ganchar en él. La interpretación es una prueba de tiro, un tiro a ciegas, como se
dice. Mejor enfocarse, a pesar de todo, como se dice, guardar silencio por pru-
dencia antes que interpretar, y saber que, por estructura, los efectos de la inter-
pretación propiamente analítica no son calculables. Por ejemplo, en este espacio,
alguien está mal y ustedes lo animan diciéndole “usted es capaz”. Él vendrá la vez
siguiente a decirles que eso lo ha injuriado, como si él mismo no fuera capaz de
recobrar la calma. Al cabo de varias veces, a la fuerza, aprenden que no vale la
pena demostrar una compasión excesiva. Aunque la experimenten, se puede ser
humano. En este marco, no tenemos idea del significado que va a enganchar un
significante de buena intención.
En segunda instancia, los efectos de una interpretación son siempre despro-
porcionados con respecto a la causa. Para decirlo con un término sabio, los efectos
de la interpretación analítica son siempre no lineales, no proporcionales. Es por
lo que no es una broma de Lacan decir: “Una interpretación de la que compren-
demos los efectos no es una interpretación analítica”, porque opera precisamente
sobre lo que nosotros llamamos el inconsciente, que es precisamente lo no calcu-

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lable y lo desproporcionado. Esto no marcha sino sobre el fondo de la asociación


libre. Supone la relajación de los lazos entre significante y significado. Esto no
anda sino en el elemento de lo raro cuando ustedes están formados en una co-
munidad de lengua con el analista y, eventualmente, suponen que el analista sabe
la lengua que ustedes hablan, mientras que ustedes mismos no están tan seguros
de saberla.
Es aquí que el psicoanálisis, que sorprendió al mundo en su nacimiento, se sor-
prendió él mismo con los efectos que tuvo en el mundo.
Esto es lo que está en vías de pasar, es en lo que estamos sumergidos. El psi-
coanálisis ha tenido una incidencia que va mucho más allá de lo que podemos cal-
cular con indicadores numéricos tales como el número de analistas, de pacientes,
de publicaciones. El psicoanálisis tuvo una incidencia social mayor, y es del orden
del malentendido. El psicoanálisis ha modificado el sentido común en las socie-
dades avanzadas en el sentido de “decir todo hace bien”. Es así como la sociedad
ha interpretado el psicoanálisis. Pero ahora esto retorna sobre el psicoanálisis. Le
retorna, como dice la lengua, le vuelve de frente.
Antes había cosas que no se podían decir con ningún pretexto. Antes, cuando
se tenía la noción de lo sagrado, que suponía que lo sagrado podía ser ofendido
por el decir, lo que implica dar al decir todo su valor. Si ustedes hubieran dicho
“Maldito sea Dios”, hubiera hecho falta que fuesen a lavarse la boca. Y se queda-
rían contentos si no los hubiesen escuchado. No creo que hubiesen podido jugar
mucho con eso en aquellos tiempos, en esos lugares.

11- Censura y permiso

Hablemos de la importancia que ha tenido la instancia de la censura en las dis-


tintas épocas. Por su parte, Freud ha consagrado esta instancia, puesto que él ha
importado en el psicoanálisis mismo este concepto de censura.
La tomemos desde el Renacimiento. Los pensadores siempre tuvieron que li-
diar con eso. Su partenaire esencial era la censura. ¿Cómo hacer para que no les
corten la libra y el resto? Ahora, él está atornillado allí8 y no puede moverse más,
pero desde el momento en que comenzó a pensar, se echó a correr hacia La Haya,
donde se estaba más tranquilo que aquí. No es una historieta que se cuente a los
niños, incluso si se pudiera de hecho explicar “pienso, luego existo” a una niña
pequeña de siete años. En fin, él tuvo que rajarse.
Lacan se ha referido a este gran pensador Léo Strauss y a su libro La persecución
y el arte de escribir, donde él dice que, desde siempre, los grandes pensadores y los
8
J.-A. Miller hace referencia a la estatua de Descartes, que está en la sala donde habla. Nota de C.B.

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grandes escritores han tenido que lidiar con la censura. Han tenido siempre que
aprender a decir entre líneas, por ende hace falta leerlos como mensajes cifrados.
Al menos desde Sócrates, que acabó por tomar demasiado a gusto los significantes
de la ciudad. Les decía de alguna manera a los atenienses, cuando los atenienses
le explicaban el valor de Atenas: “es chino, para mí”. Los obligaba a repetir de co-
razón. Es una especie de precursor del psicoanálisis. Esto terminó muy mal para
él, porque no respetó la censura ateniense. Es el aprendizaje que se ha hecho por
la censura. Es loco cómo la censura nos ha hecho progresar.
Luego vino la Reforma. No voy a hacer la historia de Europa, pero la Reforma
evidentemente ha dado nacimiento a grandes censores. En conjunto, esto ha tra-
bajado a pesar de todo en el sentido de la tolerancia y de los derechos de la cons-
ciencia individual.
Luego llegaron los Estados Unidos de América, una nación fundada por per-
seguidos. Han tomado ciertas precauciones contra la intolerancia en la Constitu-
ción. Éste ha sido el gen de una sociedad de otro tipo de la que se había conocido
hasta ahora, una sociedad inédita, porque las que habíamos conocido fueron siem-
pre sociedades represivas. Encontramos en la Constitución americana el gen de
una sociedad permisiva. Tardaron cierto tiempo ellos mismos en darse cuenta, y
estuvieron durante un tiempo en busca de prohibiciones. Inventaron prohibiciones
increíbles. El Acta de Prohibición. Colocaron la interdicción sobre el alcohol. Esto
resultó en el gangsterismo, Al Capone… Finalmente, se frenaron. Después fueron
los comunistas. Los comunistas, no digo qua hayan desaparecido, pero aun así…
Por otro lado, los chinos, los iraníes, buscan ahora un poco a tientas, no lo saben
bien. Pero, en su conjunto, aparte de eso, el decir-todo ha triunfado. Incluso en
los Estados Unidos, en este país que buscaba interdicciones, finalmente el germen
constitucional florece en una sociedad del decir-todo.
El colmo, la flor de la evolución, es Internet. No escapamos a eso. Esto trae
evidentemente problemas. Se acude ante la Corte Suprema para saber si se puede
verdaderamente decir todo o no en Internet. Pero es la dirección. Vamos a toda
velocidad hacia el decir-todo.
Freud llegó en un momento de báscula. Su referencia es, a pesar de todo, el
modelo victoriano de sociedad. La sociedad victoriana es justamente la última flor
de la sociedad en la que el pivote era la represión del decir. Esto inspiró a Freud.
La censura, la represión, el retorno de lo reprimido, todos sus aparejos concep-
tuales, los tomó prestados de lo que estaba tan presente para él en la sociedad de
su tiempo. En tanto que el avance del psicoanálisis resultó contemporáneo de una
liberación del significante. Esto fue el dadaismo, el surrealismo, James Joyce. Y
luego, esto fue recibido en Estados Unidos de América. Donde se implantó, se

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aclimató.

12- El complejo del decir-todo

El resultado profundo de esta mutación, relacionada al desvanecimiento de lo


sagrado para nosotros, es que la noción de los beneficios del decir-todo ha entrado
en el sentido común.
Esto hace mucho tiempo que se sabe, el hecho de decir produce una mejoría,
implica una descarga beneficiosa. La Iglesia ha tenido claramente esta noción. El
Concilio de Letrán IV, en 1215, volvía obligatoria la confesión anual. Los remito
a la obra de referencia de Jean Delumeau, La confesión y el perdón. Encontrarán allí
ecos de la práctica analítica. Por ejemplo, la práctica de la confesión tiene reso-
nancias para nosotros, cuando San Francisco de Sales aconseja recibir a los peni-
tentes con un extremo amor cuando se los escucha en confesión “soportando
pacientemente su rusticidad, ignorancia, imbecilidad, retraso y otras imperfeccio-
nes”, -creemos estar leyendo un artículo del International Journal- o cuando Erasmo
pone en evidencia la pacificación que se produce cuando se confiesa con un sa-
cerdote calificado.
Es algo del orden de lo que mi maestro Michel Foucault usó para jugarle trucos
al psicoanálisis, para decir que el psicoanálisis es la continuación de la confesión.
Hay al menos esta diferencia, el psicoanálisis no da la absolución. Cultiva incluso
el sentimiento de culpabilidad, para decirlo todo. Es la condición para analizarse.
Lacan la llamaba “rectificación subjetiva”. El sujeto viene quejándose de los otros.
Hay que enseñarle que es su falta. Sin eso, no es posible analizarse. Hay sujetos
para los que jamás es su falta. Lacan los llamaba canallas, de quienes decía que
mejor separarlos de la práctica. Hace falta reconocer que el solo hecho de hablar
y de ser escuchado tiene un efecto automático de absolución. El solo hecho de
hablar y de ser escuchado satisface el deseo de reconocimiento, del que Lacan in-
cluso pensó, durante un tiempo, que es el deseo fundamental del ser humano.
Están por otro lado los filósofos actuales, americanos, alemanes, como Charles
Taylor o Habermas, que intentan pulir las utopías de sociedades donde se satisface
el deseo de reconocimiento de todo el mundo. No se les puede dar todo, pero es
posible escucharlos. Esto parte de la idea de que hace falta que algo pueda decirse
y que, si eso se dice, hará bien. Si una reivindicación no puede decirse, por ejemplo,
se agriaría. Hay que facilitarle que sea dicha. Existen actualmente personas, mani-
puladores de la palabra, que por ejemplo, en las entrevistas, aconsejan se escuche
bien a todo el mundo, ya que el solo hecho de escuchar calma.
Es un hecho, por otro lado, que todos los pueblos han requerido de los Parla-

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mentos. ¿Qué es un Parlamento? Es un sitio en donde se habla. La democracia,


que cuenta hoy con un impulso extraordinario en todo el mundo -acordamos, no
estamos aquí para llorar sobre los funestos tiranos de antaño- es una forma de
psicoterapia social. En democracia cada uno dice su palabra, incluso reducida a la
boleta del voto. No podemos quejarnos del resultado, supuestamente. La demo-
cracia forma parte del sentido común de la época, como la psicoterapia y la libertad
de expresión. Es lo que podríamos llamar “el complejo del decir-todo en la socie-
dad del permiso”. Por ejemplo, decir a sus anchas, así nomás, a la que te criaste
o lo que dé. Todas locuciones adverbiales que, en la lengua, indican el exceso.
Pero esto insiste. Nos preguntamos: “¿podemos decir todo?” Aprobamos leyes
para indicar que no podemos verdaderamente decir todo. Es siempre discutible
en el régimen social en que estamos. Aprobamos leyes para decir que no podemos
decir todo, siempre hay alguna para decir que contrariamos el movimiento funda-
mental hacia el decir-todo. Tenemos, a su vez, el sentimiento de que la cosa em-
peora si prohibimos este decir. Por ejemplo, los debates, los tiroteos en torno a
las declaraciones del Frente Nacional giran realmente alrededor de este derecho
de decir-todo y, en el momento en que se los detiene, nos sentimos en infracción
con una lógica que nos lleva en esta dirección. Entonces, una enfermedad. Es el
triunfo de Freud, si se quiere. Es psicoanálisis y democracia, incluso como com-
bate. La paradoja es que es, al mismo tiempo, la derrota de Freud. El resultado de
este nuevo decir-todo, que no está aun completamente erigido -es el ángel de la
nueva época- es el presentimiento de la respuesta que se nos viene, y es que el
campo del lenguaje está diluido.
En tanto que el decir-todo analítico consiste en poner a distancia el sentido
común para buscar el sentido gozado más particular, el decir-todo social consiste,
al contrario, en forjar o consolidar el sentido común. Es la esencia de la psicote-
rapia, finalmente. En tanto que el psicoanálisis está orientado por un uso raro de
la lengua, la psicoterapia, que es siempre social, cuya referencia es siempre el sen-
tido común, tiene por el contrario un uso normal, normativizante de la lengua. El
psicoanálisis está corroído por el decir-todo al cual él mismo dio origen. Y, al
mismo tiempo, es cada vez más difícil ser raro en razón de la laxitud de los ideales
sociales y de la promoción de un individualismo de masa.
Comienzo entonces mi tercera parte -que les ahorraré- donde todo se iba a
arreglar para el psicoanálisis. Yo preveía, a pesar de todo, un happy ending en mi
desarrollo, que el psicoanálisis iba a intentar buscar cómo superar la catástrofe
que yo colocaba sobre su cabeza. Contaba con demostrar, por otro lado, que el
psicoanálisis saldría adelante con lo que no se arregla. El “decir-todo y eso se arre-
gla” es, a pesar de todo, una gran ilusión. Lo propio del psicoanálisis es justamente
“decir-todo y eso no se arregla”. Tenemos que arreglarnos luego con eso que no

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ISSN 1668-3897
Orientación Lacaniana

se arregla, por supuesto. ¿Qué es lo que no se arregla jamás? Algo que tiene que
ver con la sexualidad. Algo en la sexualidad de la especie humana no se arregla
nunca. Es sobre esto que se funda la esperanza para el psicoanálisis.

Traducción: Alejandro Willington


Revisión y Corrección: Carolina Koretzky

30 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 13 - 30


ISSN 1668-3897
De qué tenemos miedo

Longo Robert
Izq.: Detalle, sin título, 1981-1987
Der.: Sin título (Cindy), 1981
Serie: Hombres en las ciudades (1979-1983)
“- ¿Qué es lo que empuja a la gente a analizarse?
- El miedo. Cuando al hombre le llegan las cosas, incluso las
cosas que ha querido, las cosas que no comprende, el hombre
tiene miedo. Él sufre de no comprender y poco a poco cae en
un estado de pánico".
Jacques Lacan en la revista Panorama (1974), publicada en
“Hurly-Burly N˚ 12”, p.15. 2015.
Estudios
Del miedo como afecto,
en la obra de
Jacques Lacan

Eduardo Abello, Carolina


Aiassa, Natalia Andreini y
Alejandro Willington.
L acan formuló reiteradamente
que no hacía poco caso de los
afectos y que los consideraba enigmá-
ticos efectos de lalengua. El cuerpo del
Son psicoanalistas en Córdoba, Argentina
Miembros de la Escuela de Orientación La-
ser hablante está afectado por la acción
caniana (EOL)
del significante. Si Santo Tomás lla-
Miembros de la Asociación Mundial de Psi- maba a los afectos “pasiones del alma”,
coanálisis (AMP) podemos entender que, en ese terreno
Integrantes del Comité Editorial de la revista del espíritu, la función de la palabra y,
Mediodicho más precisamente, de lalengua, es clave.
Los afectos constituyen para Lacan "el
resultado de la presencia de lalengua en
tanto que articula cosas de saber que
van mucho más allá de lo que el ser que
habla soporta de saber enunciado".
(Lacan, Aún 167). La definición laca-
niana de los afectos supone, entonces,
un saber sobresaturando el ser y depo-
sitando sus efectos en el cuerpo, por lo
cual su verificación en el trascurso de
la experiencia analítica involucra una
reconducción a "aclarar los plus-de-
gozar que los provocan". (Miller, A pro-
pósito de los afectos en la experiencia
analítica).
Mediodicho - Nº 42 Cuando Lacan habla del miedo, lo
septiembre de 2016
Escuela de la Orientación Lacaniana
hace en términos de relación con el
Sección Córdoba saber. El miedo, decía en una entrevista

35
De qué tenemos miedo

en 1974, “es lo que hace que la gente vaya al psicoanalista” (Blog AMP). Acude a
él cuando le suceden cosas que no entiende, incluso aquellas que él mismo ha bus-
cado, y relaciona el pánico con el sufrimiento que produce el no entender. Tra-
tándose del saber y la verdad, la pregunta entonces es sobre la causalidad psíquica
del miedo y su expresión como modo de respuesta singular. Podríamos formularla
así: ¿en qué el miedo como afecto es un efecto de verdad para ese ser hablante?
Tan íntimo a la verdad es el miedo, a esa verdad hecha de palabras y refractaria
a lo colectivo que, de hecho, obligó en ciertas épocas a su camuflaje. Par de la ver-
güenza durante siglos, el miedo se correspondió más a las clases incultas. Que el
miedo tenga un lazo directo con la seguridad es algo que permite pensar el éxito
actual de las estrategias del terror. Desde los grupos rebeldes y los terroristas hasta
las campañas publicitarias lo saben. Sin dudas, en una época de saber globalizado
no podría sorprendernos su incidencia.
Decía Jacques-Alain Miller que “el miedo es la pasión de las sociedades mer-
cantiles (…) Una vez que el comercio borró el sentido de lo sagrado y el punto
de honor, ¿cuál es el único soberano bien que le resta? Es el bienestar. Lo que do-
mina es de ahora en más el deseo de cada uno de ponerse al abrigo, tener seguri-
dad. La inseguridad se vuelve el mal absoluto. El culto de la felicidad engendra el
reino del miedo”. (El carnaval de los miedos, Blog ELP).
Los seres hablantes saben hoy de más amenazas y peligros, y son advertidos
de ello continuamente. Pero es fundamentalmente la amenaza del Otro la que de-
sencadena la crisis. Es el peligro del Otro, es el Otro que se aparta de la ley y de
lo esperado para mostrar la falla de lo simbólico. En ese encuentro amenazante,
algo de lo real se cuela, que escapa a la ley y lleva el nombre de lo inesperado. El
miedo, en definitiva, testimonia el hecho de que no hay Otro del Otro, que no hay
saber que se pueda colmar, ni que no esté agujereado. Al mismo tiempo, se cons-
tituye en barrera y escudo defensivo ante esa hiancia infranqueable.
La etimología de la palabra también da muestras de su doble cara y de su os-
curidad. Así como paura o peur llevan la marca del pu/pew indoeuropeo, que remite
al corte y al trauma, el latín metus dará al miedo su lazo con lo meticuloso y con la
defensa. No obstante, el fracaso del miedo destapa y expone la angustia. Lacan
llega a decir, incluso, que la angustia en sí misma no es más que un miedo del
miedo (1974), profundamente ligada a lo que desborda el saber, es decir, a lo real.
En la otra vereda de la relación con el saber está la esperanza –correlato de un
goce a la espera del saber que se supone– y el entusiasmo –relacionado con el
saber sobre la inconsistencia del Otro y rayano a la incidencia del Uno.
Afecto variable de épocas y clases, el miedo nos remite a la absoluta falsedad
de aquello que da testimonio “de la belleza, de la verdad y de lo esencial”, tal como

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ISSN 1668-3897
E. Abello, C. Aiassa, N. Andreini, A. Willington Del miedo como afecto...

Lacan señala que se le presentó como revelación a Hamlet. Porque detrás del
miedo (y de la angustia) está el objeto a, y allí no existe división entre objeto digno
o indigno. Toda cosa es susceptible de desbordar el saber, de ir más allá del Padre
(ese, en el fondo, a quien el miedo convoca) y, por lo tanto, encarnar, ominosa-
mente, el gran secreto del Psicoanálisis. Nos referimos a la afirmación hecha por
Lacan en 1959: "no hay Otro del Otro" (Seminario 6, 331). Es decir, cuando el
padre quiere encarnar ese lugar del Otro del Otro, de padre legislador, como modo
de respuesta al miedo en un niño, necesariamente lo hace ominosamente, en la
medida en que no le permite al sujeto referir el síntoma a la causa (a).
En el comienzo de su enseñanza, Lacan sitúa a la función del miedo en relación
a la primacía que lo simbólico tiene en este momento, al punto que en el Seminario
3, La Psicosis, dicha función gira, lógicamente, alrededor del significante primordial
del Nombre del Padre. “El temor de Dios es un significante que no rueda por
todos lados”, nos dice en la clase 21, formalizando desde un punto de vista es-
tructuralista el problema del Uno y lo múltiple que Freud aborda, por la vía del
mito, en su texto sobre “Moisés y la religión monoteísta”. La “potencia” simbólica
del Uno, del Nombre del Padre o del síntoma (fóbico), a fin de cuentas hará, al
final de su enseñanza, equivalentes estos conceptos, es lo que le permite a un
sujeto salir de “un sentimiento multiforme, confuso, de pánico (…), de un mundo
hecho de terrores múltiples” (Lacan, Seminario 3, 381). La minuciosa lectura que
hace del caso Juanito, en el Seminario 4, Las relaciones de objeto, demuestra este pasaje,
todo un “pase de prestidigitación”, cuyo presupuesto es que es el significante el
que domina la cosa. De un lado, los terrores múltiples que sumen a un sujeto en
el pánico; del otro, la función del síntoma fóbico definido por el contrario como
“un perfecto coraje”.
Esta doble cara del miedo es situada en el Seminario 4 a partir de su relación
con la angustia. En la medida en que Lacan piensa a ésta, aún, de un modo clásico
a partir de la “ausencia de un objeto”, es el objeto que provee la fobia en su valor
significante el que le permite al sujeto salir de un estado en el que se pierde, y
cualquier otra cosa es preferible a esto, incluso forjar el más extraño y el menos
objetal de los objetos: el de una fobia. En este momento se puede decir, siguiendo
a Lacan, que aquello que angustia al sujeto es el miedo a perder el miedo: “Al per-
der el miedo, he perdido mi seguridad” (Lacan, Seminario 5, 18).
Aquel presupuesto inicial hiperestructuralista del dominio absoluto del signi-
ficante sobre la cosa no se sostendrá más con el avance de la enseñanza lacaniana,
incluso a partir del Seminario 7, La ética del Psicoanálisis, momento en el que se ins-
taura un corte que Jacques-Alain Miller denomina del paradigma del goce impo-
sible: el goce a partir de aquí escapa siempre, en alguna medida, a las posibilidades
de ser reducido por el aparato simbólico-imaginario.

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De qué tenemos miedo

La formalización del objeto a, en los seminarios posteriores, le permite a Lacan


aseverar que no hay que confundir el objeto del miedo con el objeto de la angustia,
ya que ésta “no es sin objeto”. Se opone en adelante a la “tradición psicologizante”
que asevera que el miedo tiene un objeto del que carece la angustia. Llega hasta
afirmar lo contrario: “sería igualmente legítimo decir que el miedo no tiene objeto”
(Lacan, Seminario 10, 186); legítimo si pensamos la función del objeto a partir de
la consistencia lógica del objeto a, del cual Lacan delinea las formas fundamen-
tales, aquello que ha caído del sujeto en la angustia, ese objeto a, que es el mismo
que designa como la causa del deseo. En el Seminario de La Angustia, Lacan, ins-
pirado en un sueño de Juanito (el del instalador de grifos), nos advierte que hay
dos tipos de objetos: “los que se pueden compartir y los que no” (103). Lo refiere
a la función fundamental del estadio del espejo en la institución general del campo
del objeto. Ubica diversos momentos: la identificación con la imagen especular,
luego la relación con el semejante, en donde la lógica transitivista hace confusa
las identidades y, finalmente, “la introducción de la mediación de un objeto común,
objeto de competición, cuyo estatuto corresponde a la noción de pertenencia -es
tuyo o es mío” (103).
En este Seminario aborda, también, algunos autores para refutarlos, aquellos
que plantean, al modo tradicional que, a diferencia de la angustia, el miedo tiene
un objeto, que éste se originaría en un peligro objetivo y que siempre el miedo es
adecuado al objeto del que parte el peligro. Apoyándose en el texto de Chéjov “El
Horror”, podrá discutir algunas de estas hipótesis tomando, para ello, tres ejem-
plos. En el primero, encuentra que hay algo del orden de lo misterioso en aquello
que se manifiesta y que produciría el miedo. En el segundo ejemplo, lo que sucede
no tiene una explicación posible para el sujeto, provocándole un “verdadero pá-
nico”. Tampoco hay amenaza, que es una característica de la angustia. Y en el ter-
cero, encuentra que el miedo es del orden de lo desconocido: no se trata de un
objeto que da miedo, sino de otra cosa, de lo que está detrás del objeto.
También pone en duda aquí los efectos del miedo como conducta adecuada
para el sujeto, ya que sabemos que, en muchos casos, lo que produce son conduc-
tas inapropiadas, inhibitorias, desorganizantes, y que paralizan. En este esfuerzo
de distinguir el miedo y la angustia en relación al objeto, Lacan sigue a Freud, ubi-
cando al peligro como nodal, ya que son el miedo y la angustia los que advierten
al sujeto de su presencia. Por lo tanto, podemos ubicarlos también del lado de la
defensa. “Sólo la noción de real, en la función opaca que es aquella de la que les
hablo para oponerle la del significante, nos permite orientarnos”. (Lacan, Seminario
10, 174). De lo que se presenta como real en la experiencia, de eso es señal la an-
gustia.
Lacan ubica, a partir de este Seminario, a la angustia “no sin objeto”, un objeto

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inefable, inapresable, que cae como resto. Sitúa, así, el nivel de la angustia, cons-
titutivo de la aparición del a, diciendo que eso irreductible del a es del orden de la
imagen. Así, en el campo de las pertenencias, hay dos tipos de objetos que nos in-
teresan en este recorrido, puesto que cuando los objetos que se comparten circu-
lan, se introduce la dimensión de la competencia, función ambigua que es al mismo
tiempo rivalidad y acuerdo. Dirá Lacan: “Son objetos contables, objetos de inter-
cambio. Pero hay otros” (Seminario 10, 103).
El minucioso trabajo sobre el caso freudiano Juanito, en el Seminario 4, nos
permite hacer una lectura a partir de la orientación introducida por Miller del ul-
timísimo Lacan sobre la equivalencia del sinthome con la función del Nombre del
Padre. La época actual hace un uso muy particular de algunos síntomas llamados
“epidémicos”, entre ellos del miedo. Esta epidemia de los “trastornos” fóbicos
no es sólo un asunto de los manuales psiquiátricos, sino que puede ser entendida
también de un modo analítico si tenemos en cuenta el diagnóstico hecho por
Lacan sobre la declinación del Nombre del Padre y el ascenso al cenit social del
objeto a en su lugar. La equivalencia establecida entre Nombre del Padre y sinthome
nos permite entender la decisión y el esfuerzo de muchos sujetos para hacer un
uso “sinthomatico” (es decir, singular) de “su” fobia al modo de una nominación.
Es en su conferencia “La Tercera”, en donde Lacan sitúa que es nuestro cuerpo
el que contribuye al malestar, que Freud llama en la civilización. No se pregunta
¿a partir de qué tenemos miedo?, sino “¿De qué tenemos miedo? De nuestro
cuerpo” (27), y nos explica que por este motivo ha dedicado todo un Seminario a
este fenómeno de la angustia. “En nuestro cuerpo, justamente, la angustia se sitúa
en un lugar diferente que el miedo. Es el sentimiento que surge de esa sospecha
que nos asalta de que nos reducimos a nuestro cuerpo. Es muy curioso que la de-
bilidad del parlêtre haya logrado llegar a esto, a percatarse de que la angustia no es
el temor de algo que pueda motivar al cuerpo. Es un miedo al miedo” (“La Ter-
cera” 27).
Hemos podido, entonces, seguir un arco que va de la angustia como miedo a
perder el miedo (Seminario 5), a la angustia como miedo del miedo, es decir, miedo
a algo que lo afecte al ser-hablante en y desde su cuerpo. Es decir, de la angustia
como ese vacío con el que el sujeto se topa ante la caída de la función significante
del síntoma (fóbico), a la angustia como signo de un goce desconocido por el cual
algo del cuerpo irrumpe y lo afecta.

B i b l i og raf í a
Lacan, Jacques. Entrevista realizada para la Revista Panorama (Roma) por Emilia Granzotto, en 1974. Blog
AMP. 3 de jul. 2016. http://ampblog2006.blogspot.com.ar
Lacan, Jacques. “La Tercera”. Revista Lacaniana de psicoanálisis N° 18. Bs. As.:Ed. EOL-Grama, 2015, p. 9-
32.

Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 35 - 40 39


ISSN 1668-3897
De qué tenemos miedo

Lacan, Jacques. Seminario 3. Las Psicosis. Bs. As.: Editorial Paidós, 1992, 6°reimpresión, p. 369-385.
Lacan, Jacques. Seminario 4. La relación de objeto. Bs. As.: Editorial Paidós, 1994.
Lacan, Jacques. Seminario 5. Las formaciones del inconsciente. Bs. As.: Ediciones Paidós, 1999, p. 165-183.
Lacan, Jacques. Seminario 6. El deseo y su interpretación. Bs. As.: Ediciones Paidós, 2014, p. 331.
Lacan, Jacques. Seminario 7. La Ética del Psicoanálisis. Bs. As.: Paidós, 1988.
Lacan, Jacques. Seminario 10. La Angustia. Bs.As.: Editorial Paidós, 2011, 7°reimpresión, p 185-197, p. 97-
111.
Miller, J.-A. “A propósito de los afectos en la experiencia analítica”, Matemas II. Bs. As.: Ediciones Manatial,
p.147-164.
Miller, Jacques-Alain. “El carnaval de los miedos”. Blog ELP. Web. 14 de julio de 2016.
http://blog.elp.org.es

40 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 35 - 40


ISSN 1668-3897
Conceptos
¿De qué
tenemos miedo? *

José Fernando Velásquez


Es psicoanalista en Medellín, Colombia
Cuando el parlêtre recibe un
“toque de lo real” (Lacan,
Otros Escritos 553), cuando se llega a un
Miembro de la Nueva Escuela Lacaniana (NEL) atolladero que amenaza la homeostasis
Miembro de la Asociación Mundial de Psicoaná- de los goces, él responde con miedo y
lisis (AMP) angustia. Puede derivar en la fobia. Son
respuestas afectivas que se experimen-
tan en el cuerpo y que se interpreta
como urgencia de huir del vértigo de
emociones indomables que se produ-
cen durante la vacilación.
Para Lacan, la angustia no es sin ob-
jeto. Aunque no está focalizada en un
objeto específico, tiene que ver con un
objeto del campo del Otro (El Semina-
rio 11, 41) en el que el sujeto se enreda,
al que el sujeto se anuda. Se anuda a ese
objeto para darse estabilidad, pero del
cual debe separarse, así suponga para
él un peligro radical o una gran incerti-
dumbre. La primera experiencia bajo
este modelo es la separación respecto
a la madre (El Seminario 4, 319), que
pone en evidencia para el parlêtre que su
existencia está soportada sobre un agu-
jero. Cada vez que el parlêtre, en su so-
ledad y desamparo, se tope con una
otredad (con “Un Real”) que no se la
Mediodicho - Nº 42
septiembre de 2016
Escuela de la Orientación Lacaniana *
Lacan, Jaques. "La Tercera", Lacaniana 18, Revista de
Sección Córdoba la Escuela de la Orientación Lacaniana p.27

43
De qué tenemos miedo

pueda hacer entrar en la simbolización, vivirá esta experiencia traumática como


angustia. Lo pulsional, el goce hetero, lo femenino, bajo las formas de lo diferente,
lo extraño, lo incomprensible, lo inexplicable serán otras experiencias indefectibles
para todo parlêtre, que provocarán estos afectos.
El miedo ya es una respuesta frente a lo imposible, mientras que la angustia es
la experiencia de impotencia. Es con la forma del miedo como la angustia se re-
concilia con el significante y se intenta un trámite por significaciones colectivas.
Los miedos del hombre al semejante, a lo imprevisto, a lo femenino, a la muerte,
son tratados por la cultura. La licencia que da la fantasía se pone a operar, por
ejemplo, en todo cuento infantil o en el carnaval que ridiculiza todo, hasta la
muerte. La literatura se enriquece con el miedo. Lovecraft, uno de los máximos
exponentes, solía decir: “La emoción más antigua y más intensa de la humanidad
es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desco-
nocido”. El miedo es humano, no hay nadie inmune al mal y sus efectos. El mal
es un concepto abstracto que se significantiza. De una manera sorprendente,
Freud lo articula a la cultura. “La maldad es la venganza del hombre contra la so-
ciedad por las restricciones que ella impone. El salvaje, como el animal, es cruel,
pero no tiene la maldad del hombre civilizado” (Revista Virtualia n°14).
Al estar al borde del discurso, ante la forclusión, cuando no hay la posibilidad
de la significantización, el miedo se anuda a acontecimientos psíquicos como las
alucinaciones, o el fenómeno clínico de “el doble”. Decía Lovecraft que “ni la
muerte, ni la fatalidad, ni la ansiedad, pueden producir la insoportable desespera-
ción que resulta de perder la propia identidad” (LibrosPDF.net).
Los miedos se reconocen siempre en su ubicación histórica, esto es, situados
en sus coordenadas políticas, económicas, culturales de una época particular. “Sin
coordenadas espacio-temporales, la pregunta por el miedo es inútil” (Reguillo,
Hemispheric Institute). Cuando los antiguos consultaban al oráculo, el miedo no
dejaba de estar presente. El miedo era un humor contrario a las virtudes guerreras.
El miedo al diablo era, en la Edad Media en Occidente, el miedo a ceder al goce.
La literatura nos ha dado cuenta de la posibilidad macabra de pactar con él a pesar
de las terribles consecuencias. Monstruos, hombres transformados en bestias
como Drácula o Frankenstein.
Antes, la enfermedad y la muerte eran un misterio para la humanidad, y por
eso muchísimos relatos de terror de todos los tiempos giran en torno a ellas y a
sus posibles causas y consecuencias. Los maestros del cuento y el relato de terror
como Poe, Maupassant y Lovecraft explotan rasgos como la deformidad, la en-
fermedad, el dolor, el miedo al miedo, la crueldad del Otro. El miedo a padecer
una anomalía, mental o física, es porque se encarna una interpelación a la doxa uni-
versal.

44 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 43 - 46


ISSN 1668-3897
José Fernando Velásquez ¿De qué tenemos miedo?

Hoy se experimenta miedo cuando son usurpadas nuestras redes sociales; hay
hackers que pueden entrar a las redes del Pentágono. Todos somos vulnerables
en los mismos servicios que utilizamos día a día. En un discurso técnico es fácil
quedar borrados por la cifra en cualquier sistema de atención o servicio masivo
estandarizado. Los encerramientos urbanos, la justificación para armarse, las apli-
caciones que permiten seguimientos, son formas de tramitar la angustia a partir
de crear supuestas seguridades.
Dos hechos actuales. Primero, ha ido delimitándose una característica del sujeto
posindustrial: el riesgo, concepto relacionado al miedo que conlleva una convi-
vencia con la incertidumbre y el estado de alarma en el pacto social: crisis econó-
mica, ecológica, política y de seguridad social. Segundo, varios autores, entre ellos
Zygmunt Bauman, nombran la sociedad actual como la sociedad del miedo: la in-
certidumbre y el enigma cada vez horadan más lo laboral, lo financiero, lo afectivo,
las competencias. “A principios del siglo XXI, el sujeto está en peligro. Comer,
respirar, desplazarse, hacerse cuidar se hace bajo la égida del peligro y de la toma
de precauciones. (…) Vamos a devenir sociedades del miedo y del pánico” (Miller,
Revista Virtualia n°15).
Una alusión a la fobia en relación al miedo. A medida que, en la respuesta a la
angustia, se implican el objeto pulsional y lalengua (singulares a cada hombre, y
están fuera del significante cultural), ésta puede adquirir un modo único y propio
para cada existencia: “El objeto pulsional es sustituido por un significante que ate-
moriza” (Lacan, El Seminario 16, 280). Esa es la fobia: “Una elucubración de saber
sobre el miedo, en la medida en que ella es su armadura significante” (Miller, Blog
EOL Santa Fe). Si el miedo puede ser colectivo, asimilable a modos de la cultura,
la fobia es siempre una armadura significante propia a cada existencia; pero siem-
pre excesiva, inédita, que queda refractaria a la tramitación cultural, sin doxa, ni
modo tipo.
La contracara paradójica a lo dicho hasta el momento es que en el miedo, la
angustia y la fobia hay goces fijados al cuerpo. En la distribución de goces ubico
dos tipos.
Del lado del goce del Amo, la cultura fomenta el miedo para producir un efecto
inhibitorio sobre la causa del deseo, provoca la culpa y el resultado es un sujeto
más dócil frente al Otro. Como en cualquier discurso totalitario, el miedo es uti-
lizado para estigmatizar, mostrar lo inasimilable, lo transgresor. El miedo es un
mecanismo de gestión y control político.
Del lado del goce del Uno, hay fuentes de miedo que tienen que ver más con
el goce del cuerpo que puede llegar a ser estragante. La fascinación por la belleza
del cuerpo lleva consigo el destino fatídico en varios relatos literarios, como aque-
llos inmensos ojos verdes como esmeraldas que marcan el final de Don Fernando
en el relato “Los ojos verdes” de Becquer. En Juego de ojos, Canetti narra su en-

Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 43 - 46 45


ISSN 1668-3897
De qué tenemos miedo

cuentro con Anna: "Anna se dio vuelta y me miró a la cara. …sentí que su mirada
se apoderaba de mí. A partir de aquel instante sus ojos no me soltaron" (53). El
goce que produce el miedo es innegable: los niños juegan a provocarse miedo, los
parques de diversión con aventuras extremas se mantienen llenos, el éxito en ta-
quilla de las películas de terror, la literatura “vampírica” tiene millones de fanáticos,
el auge de deportes de alto riesgo.
La guerra o conflicto bélico es una modalidad de lazo que en medio del miedo
exalta modos de gozar excepcionales, tanto en la posición de víctima como de
victimario. Las nuevas generaciones de adolescentes y jóvenes de nuestras ciudades
se incorporan en el órgano de la guerra, en el paramilitarismo o las bandas crimi-
nales. A la vez, se incorpora el órgano de la guerra o el acto terrorista en la subje-
tividad contemporánea: cualquier perturbado puede inscribirse en Isis.
El miedo puede ser la vía de entrada en un análisis para instalar la pregunta
por su relación con la producción de un cuerpo de goce que adquiere subjetividad
y discurso, y así romper con el pensamiento que impregna de sentido común ex-
cluyente y autoconvertido en narrativa fatal. Es una oportunidad para hacer apre-
hensible algo de lo real. Es la vía para convocar una posición ética del parlêtre que
incluya, al otro o a sí mismo, en posición en que no es objeto pasivo de un poder
imaginario (narcisismo), ni de la segregación por su goce.

Bibliografía
Bauman, Zygmunt. Miedo líquido. La sociedad contemporánea y sus temores. Barcelona: Paidos Ibérica. 2007.
Canetti, Elías. Juego de ojos. Buenos Aires: Editorial Debolsillo, 2011.
Freud, Sigmund. "El valor de la vida". Entrevista realizada en 1926. Virtualia n°14. Revista virtual de la
EOL. Web. 1 de jul. 2016. http://www.virtualia.eol.org.ar
Lacan, Jacques. El Seminario 4. La relación de objeto. Buenos Aires: Paidós. 1994.
Lacan, Jacques. El Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós 1990,
3°reimpresión.
Lacan, Jacques. El Seminario 16. De un Otro al otro. Buenos Aires: Paidós. 2008. 1° edición.
Lacan, Jacques. "La Tercera". Revista Lacaniana de Psicoanálisis, n° 18. Buenos Aires: Ediciones Grama, 2015,
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Lacan, Jacques. “Televisión”. Otros Escritos. Buenos Aires: Paidós, 2012, 1° edición, p. 535-572.
Lovecraft, Howard P. Web. 1 de jul. 2016. http://www.librospdf.net/libro/la-llave-de-plata/31177/
Miller, Jacques-Alain. “El niño y el saber”. Blog EOL Santa Fe. 1 de jul. 2016. http://trabalenguas-eolsan-
tafe.blogspot.com.co/2011/12/institutodel-nino-universidad-popular.html
Miller, Jaques-Alain. “La era del hombre sin atributos”. Revista Virtualia n°15. Revista virtual de la EOL.
Web. 1 de jul. 2016. http://virtualia.eol.org.ar/015/default.asp?destacados/miller.html
Reguillo, Rossana. “Condensaciones y desplazamientos. Las políticas del miedo en los cuerpos contempo-
ráneos”. Hemispheric Institute. Instituto Hemisférico de performance & Política. Web. 1 de jul. 2016. http://he-
misphericinstitute.org/journal/4.2/esp/es42_pg_reguillo.html

46 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 43 - 46


ISSN 1668-3897
El cuerpo sustraído
entre el miedo y la
angustia

Luiz Fernando
Carrijo da Cunha
D esde mi nominación como
AE de la Escuela Una/AMP
he intentado, desde las posibilidades
Es psicoanalista en San Pablo, Brasil que el tema permite, explorar el “acon-
Miembro de la Escuela Brasilera de Psicoanálisis tecimiento de cuerpo” así como las res-
(EBP) puestas defensivas que pude aislar en
Miembro de la Asociación Mundial de Psicoa- mis cuatro análisis que se dieron en un
nálisis (AMP) intervalo de veintisiete años. En ese
Analista de la Escuela (AE) 2014-2017 sentido, explorar lo que del miedo se
tornó síntoma se vuelve necesario re-
tomar cómo el sujeto se defendió en su
vida y lo que de esa defensa se redujo a
un axioma imbricado en el análisis y, a
partir de ahí, verificar el “pedazo de
real” desprendido en el final del análi-
sis.
Lacan nos enseña, en el Seminario
10, La angustia, que la distinción entre
“miedo” y “angustia” se verifica por las
vertientes del significante y del objeto.
Allí nos dice que el miedo no tiene ob-
jeto, valiéndose de los “pavores de
Chéjov” (172) para demostrarlo, al
paso que la angustia no es sin objeto.
Deducimos, de ahí, que el miedo se ar-
ticula al significante, mientras que la an-
gustia, al objeto, pero en la medida en
que ningún significante es capaz de
Mediodicho - Nº 42 apresarlo. De este modo, con Lacan,
septiembre de 2016
Escuela de la Orientación Lacaniana
deducimos que el miedo no es más que
Sección Córdoba una modalidad de defensa contra la an-

47
De qué tenemos miedo

gustia. Lacan echa mano de la constitución de la “fobia del pequeño Hans” que
se presenta, igualmente, como una defensa.
Ciertamente que no encontramos de manera explícita en el Seminario 10 nin-
guna referencia al acontecimiento de cuerpo tal como Lacan lo explicita en su
texto sobre Joyce. Allí liga directamente el “acontecimiento de cuerpo” (Otros Es-
critos 595) al “sinthome”, escrito con th, especificando la diferencia entre el síntoma
que se lee a partir de la cadena significante tomado como mensaje e implicando
al Otro de aquel que se establece como un “significante solo” y que no encuentra
cualquier posibilidad de encadenarse, revelando un “goce fuera de sentido” más
allá del sentido gozado.
Mientras que en el Seminario 10 encontramos toda una construcción que dice
respecto del sujeto del significante relativa a una operación que se da a partir del
Otro. O sea, vemos allí el surgimiento del “sujeto barrado” como producto de la
operación significante en el ascenso del objeto a como resto de tal operación al
cual se liga la angustia. El objeto cobra un estatuto de “suelto del cuerpo” para
dar lugar a un cuerpo de significante. Es decir que, desde el Seminario 10, pode-
mos entrever que el objeto a cobrará un estatuto de “condensador de goce” se-
parado del cuerpo. O sea que el “objeto”, desde entonces, ocupará el lugar central
en lo que dijo respecto de la libido, y la angustia será la “señal” de aquello que, de
su libido, el sujeto reencontrará en su vida. Sin embargo, el cuerpo ahí sólo será
concebido a partir de su configuración fantasmática. Será necesario, para Lacan,
avanzar su empresa más allá del objeto a para incluir, de forma definitiva, la pro-
blemática del cuerpo en tanto “cuerpo vivo” marcado por un goce irreductible al
significante. Tanto la cadena significante, que dice respecto del sujeto como el ob-
jeto que apunta a un resto de esa operación, quedarán reducidos a la categoría de
“semblantes” que, aunque fundamentales en el transcurso y dirección de un aná-
lisis, no revelan el “goce del cuerpo” como “goce del Uno” y, por tanto, sin sen-
tido.
En el pase...
La amenaza ligada a un miedo constante fue mi compañera desde mi más tierna
infancia y la angustia era vivida siempre como una percepción de “desaparición”
del cuerpo. Como ya relaté desde mi primer testimonio, sufrí el ataque de un ani-
mal a los cinco años y ese momento fue aislado de tal modo en el análisis que
pude extraer de allí tanto la matriz fantasmática que serviría de “estofa” al sentido
promulgado en mi existencia, como extraer un pedazo de real, no sin la reducción
lógica exigida en la operación.
Al ataque del animal le siguió el encuentro con la mirada de la madre en un
lapso de tiempo que vino a marcar, definitivamente, un antes y un después. Un
“lapso” donde el cuerpo se encuentra a la deriva de la pulsión de muerte.

48 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 47 - 50


ISSN 1668-3897
Luiz Fernando Carrijo da Cunha El cuerpo sustraído entre el miedo ...

La configuración de la escena me llevó a extraer de ahí dos consecuencias fun-


damentales que dicen respecto de la constitución del miedo como síntoma y la
angustia ligada a la presencia del objeto.
En cuanto al miedo, viví bajo el augurio de lo que nombré en el análisis como
una “sombra siniestra”, que en la infancia y la adolescencia se presentó como una
“fobia a las nubes oscuras” que funcionaban siempre como una amenaza a la exis-
tencia. Esa fobia estaba relacionada con la “constitución de un Otro malvado”,
tomando su consistencia a partir de la presencia abrupta del animal que me atacara,
pero no sin la interpretación edipíca de la cual detentaba: –Oí a mi madre quejarse
varias veces de su menstruación sirviéndose de una metáfora ligada a la lluvia,
además de que el ataque del animal estuviera bajo su mirada, lo que daría la con-
sistencia lógica al escenario. Por otro lado, en la construcción de ese “Otro mal-
vado”, entró en consideración también la posición ocupada por el padre. Posición
que, muy temprano, volviera evidente su dimisión de la vida. Interpreto, por tanto,
la posición paterna en su cobardía como resultado de su sumisión ante un Otro
malvado. Luego, erigir mi existencia como un baluarte para salvarlo sería el camino
elegido después de su muerte precoz, dando origen al surgimiento de un “héroe”
en potencia cuyo objetivo estaría en “vencer el propio miedo”, en la misma pro-
porción del miedo que había aniquilado al padre en su corta existencia. Estos actos
heroicos, en diversas circunstancias, fueron marcados por “actings”, poniendo en
riesgo la vida en el cuerpo. Entretanto, tal actitud concerniente a la constitución
de un ideal del yo nombrado como un hombre con H (escrito con mayúscula) y
funcionando como un tratamiento a la fobia infantil, no lograron que la “sombra
siniestra y amenazante” se disipase. Por el contrario, cada chance de heroísmo
traía como consecuencia el sentimiento de impotencia.
Configurado en la misma escena del ataque está el “objeto mirada”, represen-
tado por el encuentro con la “mirada de la madre” que, si por un lado da el des-
enlace que será el eslabón ligado a la angustia, por otro lado funcionará como
“signo de amor”... Una mirada que salva un cuerpo destituido de su subjetividad.
Como subrayó Mauricio Tarrab en el comentario que hizo de mi primer testimo-
nio, la presencia de la mirada humaniza la escena (Tarrab, Lacaniana 19).
En efecto, no hay lugar en el discurso que no implique la angustia, y la cons-
titución del “Otro malvado” como fundamento del fantasma sólo viene a confir-
mar lo que ya está puesto en la estructura. La violencia implicada en la escena
podría haber dejado al sujeto a la deriva de la pulsión de muerte, trazando un ca-
mino de errancia. Entretanto, el “encuentro con la mirada”, así como el signo de
amor de ahí desprendido, sirvió de balizas a un sujeto que siguió su existencia en
la creencia de recuperar el sentido perdido “en un lapso de tiempo” que, en el
análisis, le servirá como “acontecimiento de cuerpo” sobre lo cual designará un
“sinthome”. De ese modo, tomo la “creencia” como un factor fundante en la cons-

Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 47 - 50 49


ISSN 1668-3897
De qué tenemos miedo

titución del sujeto que “del encuentro con la mirada de la madre” lo llevará al “en-
cuentro con el analista”.
Por esa vía, el síntoma que me llevara desde el inicio al análisis develó su di-
mensión de desplazamiento en la medida en que de una “identificación imaginaria”
a una figura de un “Santo sacrificado” pude extraer lo que había de “sentido go-
zado” que se reveló como el fundamento de la “verdad mentirosa” que, sobretodo,
hiciera de mi vida amorosa el extracto de un impasse configurado por dos polos:
el miedo disfrazado por el heroísmo y la angustia vivida como consecuencia del
“lapso” en el encuentro amoroso. En mi caso, fue necesario el psicoanálisis para
deshacer la creencia en el padre y en La mujer para consentir a la inexistencia de
la relación sexual.
En la civilización
Lo que el psicoanálisis nos enseña acerca de la civilización no está desconec-
tado de la vivencia de cada uno en su absoluta soledad.
Presenciamos un tiempo de violencia generalizada: desde violencias domésticas
hasta los ataques terroristas que nos asombran, dejando los cuerpos aprisionados
en el miedo.
¿Uno de los nombres actuales del malestar en la civilización? Sin duda, pero
que no nos impide abrir camino a través de lo que el psicoanálisis nos enseña a
partir del uno por uno.
Nos hemos dedicado, en la Orientación Lacaniana, a estudiar y a medir las
consecuencias del declive de la función paterna donde la regulación del goce no
encuentra más sus auspicios. Nuestra atención se volvió hacia ahí a partir del “as-
censo al cénit social del objeto a” como corolario de la caída del padre. Desde
nuestra perspectiva, vivimos hoy las consecuencias de ese ascenso, y la “violencia
generalizada” no es más que la ocupación del “puesto vacío” por parte del amo
contemporáneo representado por un superyó feroz y obsceno que vocifera en di-
rección al goce. Un Otro construido como síntoma en el lugar donde el padre no
opera más en su valor universal. Desde este ángulo, si los cuerpos se anudan en el
miedo por el ascenso al cenit del “Otro malvado”, la clínica psicoanalítica recibirá
cada vez más el producto de ese malestar donde, para cada uno, el lugar del Otro
podrá ser vaciado en la perspectiva del “sinthome”. Mientras, cabe todavía la inven-
ción para que el “lugar de la violencia” pueda ser tratado con repercusiones co-
lectivas. Tarea del psicoanálisis y de la civilización.
Bibliografia
Carrijo, Luiz Fernando. “A la sombra de una sombra”. Revista Lacaniana de Psicoanálisis N°19. Bs.As.: Editorial
Grama, 2015, p.152-162.
Lacan, Jacques. El Seminario 10, La angustia. Bs.As.: Ediciones Paidós, 2006.
Lacan, Jacques. “Joyce el síntoma”. Otros Escritos. Bs.As.: Ediciones Paidós, 2012, p. 591-597.

50 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 47 - 50


ISSN 1668-3897
Pánico
en el DSM-5

Álvaro Stella
Es psicoanalista en Córdoba, Argentina
E l proyecto lógico-positivista
del DSM, con su afán de eli-
minar imprecisiones, malentendidos y
Miembro de la Escuela de Orientación subjetividad, en pos de una mayor des-
Lacaniana (EOL) cripción y un mayor empirismo, for-
Miembro de la Asociación Mundial de cluye a la angustia como síntoma
Psicoanálisis (AMP) cardinal en la experiencia del padecer
singular.
El Trastorno de pánico se caracte-
riza por ataques de pánico inesperado
y recurrente. Se encuentra clasificado
en el Manual diagnóstico y estadístico de los
trastornos mentales dentro de los Trastor-
nos de ansiedad, que son aquellos que
comparten características de miedo y
ansiedad excesivos y alteraciones con-
ductuales asociadas, como las fobias,
las ansiedades generalizadas, el mu-
tismo selectivo y otros trastornos de
ansiedad.
El miedo es descripto como una
respuesta emocional a una amenaza in-
minente, real o imaginaria. En tanto, la
ansiedad es una respuesta anticipatoria
a una amenaza futura. Si bien la crisis
de pánico se encuentra dentro de estos
trastornos, también pueden ser obser-
vados en otros trastornos mentales.
Los criterios diagnósticos del Tras-
Mediodicho - Nº 42 torno de pánico aúnan ataques de pá-
septiembre de 2016
Escuela de la Orientación Lacaniana
nico imprevistos recurrentes –el ataque
Sección Córdoba de pánico es la aparición súbita de

51
De qué tenemos miedo

miedo intenso o de malestar intenso que alcanza su máxima expresión en minu-


tos– se le agregan síntomas somáticos o fenómenos de pensamientos, que se
deben presentar al menos cuatro de ellos.
En la laxitud del cortejo sintomático, como la hiperinflación y la deriva aso-
ciativa con otras posibles afecciones, llama mucho la atención, al leer las caracte-
rísticas diagnósticas, abundantes y repetitivas, que sólo se nombra en un solo
párrafo a la angustia, como crisis de angustia, como si existiera una sinonimia entre
pánico, miedo y angustia, borrando de esta manera la fundamental importancia
que se le da a este afecto que no miente, en el campo de la subjetividad.

DSM-5

El prefacio del DSM-5 nos dice que los criterios diagnósticos actuales son la
mejor descripción que existe sobre cómo se presentan los trastornos mentales.
Es una guía útil para la práctica clínica y aplicable en una gran variedad de con-
textos, en pos de utilizar un lenguaje común con valor de nomenclatura oficial.
La pretensión de la evaluación es explícitamente objetiva y de uso generalizado
y amplio para el campo de la salud, mediante un método estructurado para en-
tender y diagnosticar, tanto para estudiantes como expertos. Necesidades e inte-
reses diversos, coordinados con la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE)
de la OMS.
Hay un reconocimiento del hecho de que las dolencias mentales no siempre
encajan totalmente dentro de los límites de determinado trastorno y ponen como
ejemplo a algunos dominios de síntomas como la depresión o la ansiedad que po-
drían reflejar una vulnerabilidad común que subyacería en un mayor grupo de
trastornos, pero rápidamente nos aclaran que se trata de estimular nuevas pers-
pectivas clínicas para ser dispuestas en nuevas clasificaciones futuras. Sostenidas
éstas en la ideología del progreso de la neurociencia cognitiva, las neuroimágenes,
la epidemiología con tasas de prevalencia y la genética.
En nombre de la evidencia científica se genera en muchos cuadros una estrecha
relación de síntomas, factores de riesgo genético y ambiental –por qué no– sus-
tratos neuronales, produciendo una permeabilidad entre trastornos que amplían
considerablemente el espectro poblacional pasible de padecer algún o algunos de
dichos trastornos. Este amplio espectro también incluye a las disciplinas que han
colaborado en la constitución de este manual que monopoliza el sentido y la orien-
tación de la psicopatología actual. Se trata de haber introducido en la colaboración
no sólo a las disciplinas de la salud y sus satélites sino también a pacientes, fami-
liares, abogados, organizaciones de consumidores y asociaciones de defensa de
pacientes en pos de reducir el estigma y ampliar la población implicada, claro.
En lo relativo al Ataque de pánico y su recurrencia, el Trastorno de pánico es

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ISSN 1668-3897
Álvaro Stella Pánico en el DSM-5

quizás uno de los espectros diagnósticos más característicos de la modalidad uni-


versalizante de este manual, como aparece claramente descripto en el apartado
Comorbilidad (217).

Universalización y estadística

Para el DSM, los síntomas son sociales, universales, culturales y fundamental-


mente estadísticos, no subjetivos. La lengua DSM ha causado un aplanamiento
manifiesto de la dimensión subjetiva, un verdadero estrago, como lo sitúa Eric
Laurent en “La crisis post-DSM y el psicoanálisis” en la Revista digital Látigo. La
vocación de factura de conjuntos sindrómicos complejos y asociados en una am-
plia comorbilidad que podría devenir en sobrediagnósticos y sobremedicación,
coloca a la “gestión médica de la vida” en un ejercicio globalizado. Es una clasifi-
cación sin teoría que se amarra a la estadística. La definición de los trastornos es
la enumeración de síntomas para reconocer, al modo de la botánica, su género y
su especie al servicio de un protocolo universalizante, limitado a la medicina basada
en la evidencia. Esto transforma a quien lo aplica, como lo advertía Lacan en “Psi-
coanálisis y medicina” en 1966, en un piloto auxiliar del sistema diagnóstico y vi-
gilancia poblacional (87).

Miedo, pánico y angustia

Según la Enciclopedia de Psiquiatría de Vidal, Bleichmar y Usandivaras, en el


miedo existe una amenaza externa, un peligro definido; se reacciona frente a algo
y se tiene, más o menos, conciencia del estado y su causa. En la angustia, la vivencia
es de desorganización, no se refiere a nada y sobresale el temor. Sólo existe va-
guedad y el motivo es desconocido, irrumpiendo desde la intimidad. La angustia
puede transformarse en miedo como un mecanismo defensivo, pues al peligro
objetivo se lo teme menos (43).
Jacques-Alain Miller, en Lectura del Seminario 5, precisa que el miedo se localiza,
como lo hizo Juanito en el caballo, en una figura imaginaria ligada, por cierto, al
inconsciente. Así, el miedo funciona como una defensa frente a la angustia. Al
miedo lo distingue del pánico, dado que el primero lleva al sujeto a enclaustrarse,
evitando de todos los modos posibles a la figura imaginaria que le infunde temor.
En cambio, el pánico “…es la apertura de la muralla a la invasión de la Otra cosa”
(56), que está en otra parte y en ninguna, deslocalizada y sin precisión subjetiva.
Lo relevante en la crisis de pánico es la irrupción del alto nivel de angustia.
La angustia, como momento lógico de la subjetividad, es fecunda, ya que a
partir de esta señal es posible, experiencia analítica mediante, que el sujeto localice,
reduzca, alivie y hasta la franquee, transformando el goce en el objeto causa de

Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 51 - 54 53


ISSN 1668-3897
De qué tenemos miedo

deseo.
La angustia da un estatuto digno al sujeto, dado que a partir de ella y sólo de
ella se podrá abrir las puertas del acto que le permitirá atravesar la experiencia
traumática. El diagnóstico de Trastorno de pánico, lejos de propiciar una supera-
ción de la experiencia de sufrimiento, genera una fijación, alienación al Otro social
cuantificador y masivizante.
Al supuesto bien de todos implícitos en la universalización, el psicoanálisis
propone que la clasificación haga crisis en la escucha de la singularidad, que hará
emerger la evidencia del signo que constituye la angustia, señal digna de la exis-
tencia.

Bibliografía
American Psychiatric Associatión. Manual Diagnostico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-5. España:
Ed. Médica Panamericana, 2014.
Lacan, Jacques. “Psicoanálisis y medicina” en Intervenciones y textos 1. Buenos Aires: Ed. Manantial, 2002. 2°
reimpresión.
Laurent, Eric. “La crisis post-DSM y el psicoanálisis”. Revista virtual Látigo. Web. 2 de jul. 2016.
http://www.latigolacaniano.com/assets/texto-pdf-e.-laurent-(espa%C3%B1ol)-la-crisis-post-dsm.pdf.
Miller, Jacques-Alain. Lectura del Seminario 5 de Jacques Lacan. Buenos Aires: Ed. Paidós, 2011.
Vidal, Guillermo y otros. Enciclopedia de psiquiatría. Buenos Aires: Ed. El Ateneo, 1979.

54 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 51 - 54


ISSN 1668-3897
Precisiones clínicas
Notas sobre el
miedo en los niños

Estela Carrera Bajo el orden del miedo

Es psicoanalista en Córdoba, Argentina


Miembro de la Escuela de Orientación
Lacaniana (EOL)
E l ser humano experimenta
miedo y desde el psicoanálisis
se trata de captar, en cada caso, su fun-
Miembro de la Asociación Mundial de ción en la subjetividad. Lacan sitúa al
Psicoanálisis (AMP) miedo en relación a la Otra cosa, es
decir, a la cuestión del inconsciente, en
el El Seminario 5, Las formaciones del in-
consciente (181).
Encuentro que el miedo en los
niños del siglo XXI pareciera ligarse a
diversas manifestaciones de la presen-
cia de la Otra cosa institucionalizada. Es-
cuchamos, con frecuencia, temores
tales como: “en cualquier momento
una bomba podría explotar, un ladrón
podría entrar a la casa, un traficante ha-
cerlo ingresar a la droga, un adulto lle-
varse su cuerpo para la trata de
blancas”, etc. Los miedos actuales no
se ligan a las ficciones que otrora eran
tan potentes: la bruja, el viejo de la
bolsa, el lobo o el monstruoso Fran-
kenstein, sino que el miedo toma la
forma de epidemia colectiva, globali-
zada. En el mismo Seminario hay una
precisión respecto a la función que
tiene, ligada a la satisfacción que co-
Mediodicho - Nº 42 manda las diversas formas de la rela-
septiembre de 2016
Escuela de la Orientación Lacaniana
ción con la Otra cosa (182). Las
Sección Córdoba manifestaciones temerosas en torno a

57
De qué tenemos miedo

la inseguridad, a la pérdida del trabajo de los padres, al terrorismo, a la policía, al


Estado, son las formas imaginarias que revisten a la Otra cosa.
Es frecuente que los niños o adolescentes traten sus propios miedos enclaus-
trándose. Miller, en Lectura del Seminario 5, aborda el asunto del enclaustramiento.
En respuesta al miedo aparece con frecuencia el enclaustramiento como un modo
efectivo para tranquilizarse y protegerse de la intrusión de la Otra cosa. En cambio,
los ataques de pánico se diferencian del miedo, dado que se presentan frente a la
inminencia de la invasión de la Otra cosa. Sobre un fondo de angustia, el síntoma
llamado “ataque de pánico” irrumpe cuando el caballo de Troya abre su puerta
dando paso a la invasión.
Lacan destacó en “Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis”
el carácter transindividual del inconsciente que, más allá de la esfera del sujeto, se
desliza hoy a la ciudad globalizada. Constatamos en la clínica que los niños y ado-
lescentes de este siglo están tomados por un empuje al goce sin restricción. Para-
dojalmente, la prevención está a la orden del día. Eric Laurent precisa, en su último
libro recientemente publicado en 2016, que si hay algo que prevenir es que hay
algo que podría acontecer como un mal mayor (O avesso…). Es así como la pre-
vención hace anticipar el mal mayor que se teme. De modo que se sitúa a las per-
sonas bajo el orden del miedo y a la prevención como la manera de evitar, por la
vía de la anticipación, la presencia de lo malo.

Miedo vinculado al fantasma

La construcción de la subjetividad en el siglo XXI está atravesada por los efec-


tos de la segregación que propician el discurso de la ciencia y el discurso capitalista.
Los modos de advenimiento de los niños al mundo se han modificado: alquiler
de vientres, reproducción asistida, donación de óvulos, embriones congelados, fa-
milias homoparentales, etc. ¿De qué manera los padres o los adultos en este siglo
aportarán los significantes que ayuden a cada uno a construirse una versión propia
acerca de su propio origen? Eric Laurent, en su libro Hay un final de análisis para los
niños, señala que la cuestión radica en que tanto el niño como el adulto hayan cons-
truido suficientemente el fantasma que lo anima, con la versión del objeto que
logre darse a los fines de condensar y localizar su posición de goce. De ello de-
penderá que pueda resguardar y preservar su cuerpo, para evitar que se torne en
el objeto de goce de la madre. Si así fuera, quedaría encerrado en el fantasma ma-
terno, tal como Lacan lo señala en “Dos notas sobre el niño”. Para separarse, va
a tener que construir sus ficciones. Y esa construcción ficcional tiene por carac-
terística que siempre da miedo el Otro que se hace existir en el fantasma. Esto
vale decir que se le tiene miedo al goce que se imagina en el Otro y éste se imagina
por vía del fantasma. Cada uno tiene su propio perseguidor a medida para darse

58 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 57- 60


ISSN 1668-3897
Estela Carrera Notas sobre el miedo en los niños

una versión acerca del objeto que se es para el Otro. Por ejemplo, la boca que
muerde que Juanito evocaba en el caballo temido o la mirada de la bruja malvada.
Sin embargo el fantasma resulta de gran utilidad para desconocer el goce del sín-
toma que cada uno encarna, quedando revestido por el Otro malvado que se hace
existir.

La institución educativa y el miedo

La institución educativa realiza su función de trasmisión de un saber y su fun-


ción socializadora. Siempre esa enseñanza que dispensa la escuela tuvo y tiene la
finalidad de producir una incidencia en la regulación pulsional. Hoy, esa trasmisión
lleva la nostalgia del S1 y se rinde ante la evidencia de la fuerza de internet. Éste
ha incidido produciendo un desplazamiento en la construcción de las ficciones,
dado que éstas están todas ahí, como un menú ya listo para servirse a gusto. Y
eso es muy amplio, tanto que en lugar de facilitar el camino, puede ser vivido como
un infinito de posibilidades que obstaculizan las posibilidades de identificarse. De
allí que es fundamental que la institución educativa y el docente hagan lugar a la
palabra de cada uno, facilitando así la construcción de las ficciones a partir de lo
más singular de sí y no sólo con el abanico infinito de internet. El niño y el ado-
lescente necesitan encontrar su lugar en este mundo y con los otros a partir de lo
más singular de sí mismo que es su síntoma, donde el miedo tendrá su participa-
ción única en cada caso.

Miedo y fobia

Lacan, en El Seminario 5, precisa que “la función del miedo no está limitada a
la relación con un peligro real” (181).
Miller, en su artículo “El niño y el saber”, distingue miedo y fobia. Advierte
que la fobia no es un miedo, sino elucubración de saber sobre el miedo. En la fe-
nomenología de la fobia, el miedo está en una relación directa con un peligro real,
por ejemplo el caballo en Juanito. En la fobia, el miedo da, como contrapartida,
seguridad. Lacan precisa en el El Seminario 5 que, en la fobia, los momentos de
angustia se precipitan cuando el sujeto va perdiendo el miedo, con el cual consigue
sentirse más seguro, más a reparo.
Por lo tanto, el miedo es un afecto plausible de analizarse a nivel del signifi-
cante, y para eso le damos la palabra al niño.

Miedo y angustia

Lacan hace una primera distinción en El Seminario 4, al precisar que el miedo

Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 57- 60 59


ISSN 1668-3897
De qué tenemos miedo

no es la angustia, en la clase nº 14, del 20 de marzo de 1957. El sentimiento de


angustia aparece cuando el niño percibe que podría quedar completamente fuera
de juego, cuestión que se presenta en Juanito cuando capta que puede caer de su
función de metonimia y pasar a ser nada al momento del nacimiento de su her-
mana. En cambio, el miedo se refiere siempre a algo, es decir que da la chance de
ser articulado y nombrado. “En el conflicto neurótico, el miedo interviene como
un elemento que defiende destacándose y contra algo completamente distinto que
por naturaleza carece de objeto; a saber, la angustia. Esto es lo que nos permite
articular la fobia” (248).
¿De qué tenemos miedo?, se pregunta Lacan veinte años después en su célebre
texto “La Tercera”: “Tenemos miedo de nuestro cuerpo y la angustia es el senti-
miento que surge de esa sospecha que nos embarga de que nos reducimos a nues-
tro cuerpo (…) La angustia no es el miedo a cosa alguna con que el cuerpo pueda
motivarse. Es un miedo al miedo” (102). El analista tendrá que leer en la expe-
riencia analítica el miedo que se presenta como fenómeno a los fines de captar su
función sintomática en el anudamiento singular. Cada uno es encontrado por lo
real, que irrumpe sin obedecer a ninguna ley. Sin embargo, lo real se presenta a
cada uno revestido de semblante, es decir que está enmascarado. Lacan señala en
“La Tercera” que el advenimiento de lo real no depende para nada del analista, y
hace una precisión clínica al indicar al analista que “su misión es hacerle la contra”
(87).

B i b l i og raf í a
Lacan, Jacques. “Dos notas sobre el niño”, Intervenciones y textos 2. Bs As: Editorial Manantial, 2001, p. 55-57.
Lacan, Jacques. “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, Escritos 1. Méjico: Siglo
XXI Editores, 1997, 14° reimpresión, p. 227-310.
Lacan, Jacques. El Seminario 4, La relación de objeto. Barcelona: Editorial Paidós, 1994.
Lacan, Jacques. “La Tercera”, en Intervenciones y textos 2. Bs As: Editorial Manantial, 1998. 3° reimpresión, p. 73-108.
Lacan, Jacques. El Seminario 5, Las Formaciones del Inconsciente. Bs. As.: Ediciones Paidós, 1999.
Laurent, Eric. Hay un final de análisis para los niños. Bs As: Editorial Colección Diva, 2003. p. 23-42.
Laurent, Eric. O avesso da biopolítica. Coleção Opção Lacaniana 13. Ed. Contra Capa, 2016. p. 202-207.
Miller, Jacques-Alain. “El niño y el saber”, en Revista Carretel Nº 11. Ediciones Nueva Red Cereda, 2012.
Miller, Jacques-Alain. Lectura del Seminario 5 de Jacques Lacan. Bs. As: Ediciones Paidós, 2011. p.56.

60 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 57- 60


ISSN 1668-3897
El corcel
El ataque de pánico:
una frivolización de las categorías
miedo, angustia y espanto

Jorge Chamorro Introducción

Es psicoanalista en Buenos Aires, Argentina


Analista Miembro (AME) de la Escuela de
Orientación Lacaniana (EOL)
V ivimos con miedo, pero tam-
bién podemos afirmar que
por el miedo vivimos, dado que el
Miembro de la Asociación Mundial de fuego antes de quemar, pega. Todo lo
Psicoanálisis (AMP) anterior no desmiente la afirmación de
que una vida con miedo no es vida. No
podríamos decir “la vida es sueño”
porque nos despierta constantemente
el miedo. Es más: hasta en los sueños,
el miedo nos despierta.
Se registra el miedo a la pobreza,
pero también los ricos tienen miedo a
perder lo que tienen. En este sentido,
los ricos son analizables porque tienen
miedo.
¿Esto significa que el miedo orienta
al Psicoanálisis? No hay dudas de esto,
dado que el miedo es una manifesta-
ción del sujeto dividido. Sin embargo,
las dudas también están atadas al miedo
a… equivocarse. Existe, como sabe-
mos, miedo al fracaso, pero no olvide-
mos que también hay miedo al triunfo,
por algo muchos fracasan en este
punto, o temen que a los triunfos haya
Mediodicho - Nº 42 que pagarlos con alguna desgracia.
septiembre de 2016
Escuela de la Orientación Lacaniana
Vivimos con miedo a la muerte, a
Sección Córdoba veces desde muy chicos. Miedo a que

61
De qué tenemos miedo

mueran los padres, también el niño se ve amenazado. Algunos se dan por muertos
para escapar al miedo a la muerte. Hay quien se alegra de haber escapado a la
muerte, porque ya vivió. También están los que desafían este miedo, los que se
pelean con él.
Una madre le decía a su hijo de 7 años que tenía miedo a morirse: “Tranquilo,
que falta mucho”, es decir el engaño como bálsamo ante el miedo.
El miedo se mete también en la sexualidad, no existe una convivencia pacífica
entre lo masculino y el miedo. Eso es para las mujeres, o bien para los hombres
que no son tales.
Pero también el miedo al dolor, o al sufrimiento provoca que busquemos la
muerte.
El honor hace que enfrentemos la muerte sin temor, es decir que hay antídotos
contra el miedo.
Las estadísticas no tranquilizan, dicen que el avión es el medio más seguro de
transporte pero ¿quién no considera que el avión se pueda caer? Un comandante
de avión que estaba por aterrizar en la isla Margarita estaba a sólo diez meses de
su jubilación, no contaba, o quizá sí, con una bandada de pelícanos que se metería
en las turbinas de su avión provocando su estallido.
También el miedo a hablar en público es a veces muy angustiante. Dicen que
Lacan se alteraba el día antes de dar su Seminario.
Joyce se tiraba en la cama y le gritaba a su mujer que él escribía sobre lo in-
comprensible del ser humano, pero eso le impedía vender sus libros.
A nuestra Ética la denominamos de “forzamiento” y esto se verifica. Entabla-
mos una lucha con la consistencia del yo y sus manifestaciones. La voluntad de
decir, el querer explicarse, el pretender contar los sueños, el conversar, el rela-
jarse.
No pocos pacientes de Lacan cambiaban de analista porque no los dejaba ha-
blar de ellos. Lo comprobamos todo el tiempo.
Un paciente me decía: “me debe 20 minutos de sesión, sabe que nunca le pa-
garé, suelo no pagar deudas que hacen daño al acreedor”.
Otro me decía que, con gente esperando y apremiado por el poco tiempo, no
podía relajarse para pensar y explicarse. Por suerte, cerca de mi consultorio hay
un buen instituto de yoga para los que quieren relajarse.
Esto vale también para los analistas. Hemos abandonado las clásicas poltronas
con apoyapies, aunque tengan un nombre muy querido para nosotros. Los reem-
plazamos por sillas con resorte: la relajación no es para el analista lacaniano.
Los pacientes que esperaban en la sala de espera le reclamaban al analista que
estaba extendiendo demasiado el tiempo de las sesiones, el analista respondió:
“estoy cansado”.
En conclusión, es fácil decir: la sesión no es para pensar sino para hablar y ser

62 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 61 - 66


ISSN 1668-3897
Jorge Chamorro El corcel

hablado por lo que se dice. Pero no es tan fácil ejercerlo.

El miedo puede constituir una amenaza

Aquí entro de lleno en el Psicoanálisis.


Sigmund Freud habló de “amenaza de castración”, pero resulta que la amenaza
y el miedo consiguiente tienen funciones, no sólo de malestar, sino constitutivas
de todo sujeto. Cuando esta amenaza no funciona, el miedo viene a reforzarla. El
miedo es la solución imaginaria al déficit de la función paterna y su amenaza. Un
padre bueno amoroso no siempre es un buen padre. Los síntomas de los hijos
vienen a recordarle que es necesario el miedo bienhechor. Una madre grita todo
el tiempo a sus hijos, y les repite sus indicaciones. Nos queda claro que su palabra
carece de autoridad, no está sostenida en el miedo, en la amenaza. Recuerdo el
ejemplo de una madre que cuando les decía a sus hijos que fueran a dormir y no
le hacían caso, los amenazaba con empezar a contar hasta tres. Por suerte nunca
tuvo que llegar a esa cifra, porque -me cuenta- no hubiera sabido qué hacer si lle-
gaba a tres. Es evidente, en este caso funcionó la amenaza.
Dice Osvaldo Lamborghini que la Argentina es la “Gran llanura de los chistes”
(La causa justa 37), las palabras no tienen peso de cumplimiento. Propone hacer
presente a un japonés llamado Tokuro, que hace pesar la palabra matando al que
no la cumple. No hace falta tanto, la pena de muerte -se sabe- no desalienta el cri-
men.
Esto nos plantea el tema de la diferencia entre la autoridad y el autoritarismo.
Los alumnos de un colegio secundario de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires no temen la sanción de la autoridad. Podríamos decir que las autoridades
están amenazadas de castración. Los alumnos, aprovechándose de esta situación,
han desarrollado una especie de vicio: tomar el Colegio, pero no solamente eso,
sino que además decidieron no dejar entrar al rector. Les pregunté si pensaban
designar a otro en su lugar. No consideraban que lo habían destituido. Me res-
pondieron que todo se arreglaba porque para eso estaba la política. Es un efecto
de la democracia, cierta degradación de la autoridad si es que hay que llegar a una
negociación.

La angustia no es el miedo

Ella es “el” afecto, mientras él es “una” emoción. Se nota la deslocalización


de los sexos cuando no tenemos en cuenta los goces. Uno está en la estructura y
otro en el fenómeno, lo que tiene resonancias en la distancia entre el sujeto y el
yo.
Pero entonces, ¿cómo colocar la angustia de castración en un sujeto que por

Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 61 - 66 63


ISSN 1668-3897
De qué tenemos miedo

definición no tiene subjetividad? Esto nos llevará en su momento a hablar del


afecto y del cuerpo.
Juanito nos enseña que, cuando falla la amenaza de castración, el precio es el
miedo al caballo. Él tenía ese recurso, pero ¿qué le espera al padre de hoy en tanto
está prohibida la circulación de los caballos en la vía pública? Le espera la deca-
dencia, no habrá otro remedio más que arreglárselas cada uno con lo que tiene de
propio.
Spinoza lo llamaba “perseverar en el propio ser” (Obras Completas. Tomo III,
140).
A nosotros, que desconfiamos del ser por estar involucrado con los semblantes,
no nos queda otra que arreglárnosla con el sinthome y el escabel, que -a fin de cuen-
tas- no deja de tener resonancias con corcel.
Nuestro corcel es nuestro caballo.
Esta solución ya no es imaginaria sino bien real. Tiene valor terapéutico, pero
además hace de nuestro pasado, no el condicionamiento de nuestra vida, sino un
fantasma muy presente. Pero eso no ocurre solo, para lograrlo hay que analizarse.
Los que han terminado un análisis y además ocupan el lugar del analista, lo
hacen en dos tiempos:
1- presencia del analista como manifestación del inconsciente, de la mano de
la interpretación simbólica.
2- presencia del analista como sinthome de la mano del corte y del equívoco,
apuntando a lo inequívoco.

La alteridad de la amenaza no es el espanto

Los cisnes negros de Nassim Taleb nos han permitido contar con lo inespe-
rado, con el fuera de cálculo (El cisne negro 36). De esta forma, han dejado de ser
amenazas o hechos míticos para pasar a ser realizaciones efectivas. Es el fracaso
de las reglas, de los tratados, de las leyes y de los acuerdos que pretendieron regu-
larlos. ¡Ocurren!
Considerando el espanto como respuesta subjetiva diferente del miedo, des-
cartamos las consideraciones cuantitativas para centrarnos en la posición del su-
jeto.
El espanto es la experiencia del aplastamiento del sujeto, que en estas circuns-
tancias carece de respuesta, no tiene corcel. Se parece al sujeto psicótico aplastado
por el goce del Otro.
El paradigma de dicha posición es la que tanto Primo Levi como Agamben
denominaron “el musulmán”, un sujeto que parece haber perdido, por el contrario,
cualquier forma de voluntad y de conciencia en referencia a aquellos sujetos que
en los campos de exterminio del nazismo carecían de toda reacción: ni miedo, ni

64 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 61 - 66


ISSN 1668-3897
Jorge Chamorro El corcel

angustia, ni alivio. Es la reducción máxima del sujeto a su condición de objeto.


Está más allá de lo que denominamos la “melancolía lacaniana”, que muchas veces
pasa desapercibida bajo el manto de la depresión. Melancolía sin delirio de indig-
nidad, ni autoreproches, bien en consonancia con “el musulmán”.

El hilo de la violencia

La violencia recorre todos nuestros temas.


Freud la alojó como pulsión de muerte y la definió como pulsión de destruc-
ción.
Lacan le agregó otra cara a la pulsión de destrucción: la de creación. En el
plano imaginario, la pulsión de muerte es destrucción, pero en el plano simbólico
es creación ex-nihilo: “Es exigible en este punto del pensamiento de Freud que
aquello de lo que se trata sea articulado como pulsión de destrucción en la medida
que pone en duda todo lo que existe. Pero ella es igualmente voluntad de creación a partir
de la nada, voluntad de recomienzo.” (El Seminario 7, 257)1.
La muerte de la Cosa abrirá el camino de la sublimación estructural.
Esto nos lleva a considerar que no toda violencia es negativa, como el sentido
común interpreta.

¿Qué hacer?

Las respuestas clínicas convocadas por la diferencia entre el miedo y el espanto


se orientan por un axioma: la angustia no se interpreta.
Esta formulación está sostenida en el siguiente principio: cuando la angustia
no está localizada, hay que enmarcarla. El interrogante es: ¿cómo?
Es necesario distinguir la presencia del analista en relación con los dos tiempos
antedichos.
Si retomamos la formulación del Seminario 11: “la presencia del analista es
una manifestación del inconsciente” (Lacan, El Seminario 11, 131), esta posición
no es la más adecuada, en la medida en que esta presencia del analista divide, y el
sujeto angustiado es un sujeto sumergido en la división. Por lo tanto, hay que ex-
traerlo de allí. Tampoco la presencia del analista como sinthome, en la medida en
que esta posición cuenta con un sujeto del significante como condición de posi-
bilidad: “Pienso que el psicoanalista sólo puede concebirse como un sinthome. El
psicoanálisis no es un sinthome, sí el psicoanalista” (Lacan, El Seminario 23, 133).
Para tratar la angustia, el analista debe estar en posición de Otro de la demanda.
Esto implica un trabajo de alojamiento y de reconocimiento por parte del analista

1
Las itálicas están puestas por el autor del artículo.

Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 61 - 66 65


ISSN 1668-3897
De qué tenemos miedo

que permita enmarcar la angustia.


Recordemos la formulación de Lacan de que desculpabilizar no alivia la an-
gustia.
Todas estas formulaciones luchan contra el sentido común del analista. Por
ejemplo, cuando un padre médico se acusa de no haber podido salvar a su hija,
no se trata de aliviarlo de la responsabilidad que se adjudica, sino de captar que su
esfuerzo es colocarse en el lugar de la causa de un hecho inasimilable. Es su forma
de comenzar el duelo.

Conclusión

El llamado ataque de pánico, que alude al miedo, al espanto y a la angustia,


desconoce las particularidades que hemos ido precisando en este texto. Esta de-
nominación satisface necesidades de aquellos sujetos que necesitan tener una lo-
calización consistente: ataque y pánico. Estas clasificaciones desconocen los
recursos que cada sujeto tiene para responder a aquellos fenómenos de su vida
que lo acosan.
Al desconocer los recursos de cada sujeto abre un solo camino: la medicación.
El trabajo del psicoanalista consiste en desarticular esas categorías generales y,
de esta forma, se posiciona frente a los efectos universalizantes de la Ciencia,
apuntando a rescatar al sujeto cuya única particularidad es la de no tener ninguna.

B i b l i og raf í a

Agamben, Giorgio. Lo que queda de Auschwitz. “El musulmán de Auschwitz”. Valencia: Ed. Pretextos, 2000,
p 41-89.
Aira, Cesar. El cerebro musical. Buenos Aires: Grupo Editorial Literatura Random House, 2016.
Ellmann, Richard. James Joyce. Barcelona: Editorial Anagrama, 1991.
Lacan, Jacques. El Seminario 7, La Ética del Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós, 1988.
Lacan, Jacques. El Seminario 11, Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós, 1991.
Lacan, Jacques. El Seminario 23, El sinthome. Buenos Aires: Paidós 2006.
Lamborghini, Osvaldo. La causa justa. Tomo II. Buenos Aires: Ed. Sudamericana, 2003.
Spinoza. Obras Completas. Tomo III Proposición XXXVII.
Taleb, Nassim Nicholas. El cisne negro. Buenos Aires: Paidós, 2010.

66 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 61 - 66


ISSN 1668-3897
Los “sin-miedo”
Signos de la errancia
contemporánea

Graciela Martínez
Es psicoanalista en Córdoba, Argentina
P odemos considerar la errancia
subjetiva en relación a la época
como un efecto de la decadencia del
Miembro de la Escuela de Orientación Nombre del Padre y la ausencia de
Lacaniana (EOL) miedo, como uno de sus signos. Es fre-
Miembro de la Asociación Mundial de cuente recibir sujetos desinhibidos, sin
Psicoanálisis (AMP) miedo, que se presentan como si no tu-
vieran nada que perder y, al mismo
tiempo, con serias dificultades para sos-
tener su demanda de análisis.

La errancia contemporánea

Distintos aspectos de nuestra vida


cotidiana están impregnados de lo que
podríamos llamar un miedo generali-
zado, promovido por el mercado o el
Estado que hacen del miedo el resorte
de su política. Sin embargo, y en ten-
sión, están aquellos sujetos que se pre-
sentan “sin miedo” y que, con sus
matices, van desde una posición mar-
ginal que desconcierta al entorno hasta
posiciones temerarias que ponen en
riesgo su vida. Estos jóvenes, ¿son im-
permeables al relato de la época? ¿Es
una forma que encuentran de sus-
traerse? El “sin miedo”, ¿es una res-
Mediodicho - Nº 42 puesta a un miedo radical?
septiembre de 2016
Escuela de la Orientación Lacaniana
Una dificultad en esta época es la
Sección Córdoba creciente debilidad de las identificacio-

67
De qué tenemos miedo

nes. Una pluralidad de puntos cardinales fluidifican el S1 que marcó la singularidad


de cada quien y cuando el Significante Amo queda rebajado, entre otros anónimos
ofrecidos sin pausa por la civilización, aquel pierde su capacidad de orientar res-
pecto de lo más propio y singular.
Al mismo tiempo que encontramos la debilidad de las identificaciones, hay una
especie de dictadura sobre las palabras. Miller transmite su preocupación por la
“libertad de palabra” (Conversaciones clínico políticas 309) cuando se pretende controlar
lo que éstas quieren decir. Algunos adolescentes permanecen dóciles mientras
otros se sustraen, se excluyen, tornándose más o menos refractarios al Otro del
saber con un fuerte rechazo a leer el saber inconsciente, no así al Superyo que los
domina y los deja a merced del goce del Uno, complejizando la instalación de la
transferencia.
¿Qué ocurre cuando el sujeto no alcanza a ser representado por un S1 que
valga para él? Se produce “el primero vivir y después para qué” (Miller, “Nota
sobre la vergüenza” 6), y esto afecta el sentido de la vida. En algunos casos escu-
chamos una demanda incondicional de respeto bajo la exclamación de “tengo de-
recho” o “me rompen las bolas” que alternan con un mutismo. Este es uno de
los puntos de mayor sensibilidad en la transferencia, porque efectivamente muchos
de ellos han tenido la experiencia de cómo su llamado incipiente al Otro ha sido
trastocado por una respuesta familiar, institucional o terapéutica oscura y autori-
taria. Pero por otra parte, esta demanda de respeto -es lo que me interesa desta-
car- subraya la relación que el sujeto tiene con su S1 -marca singular de goce- si
lo tiene y si él mismo lo respeta.
¿Qué ocurre cuando la destitución de los S1 de las identificaciones, articulados
en el inconsciente, no es efecto del recorrido de un análisis sino de la época?1
Queda suspendida la posibilidad de extracción del objeto a del campo del Otro.
Las ofertas de la época producen un empuje a reforzar la coalescencia de a y S(A /),
y el sujeto queda más expuesto a un efecto ilimitado de la pulsión que se le impone
como un real que empuja a la búsqueda de un bienestar absoluto, imposible, que
puede llevar a distintas formas de aislamiento, aburrimiento y errancia, como si
no tuvieran nada que perder, sin miedo, eternamente. Y es que cuando el objeto
a no se separa, no se produce un vaciamiento de goce mortífero y tampoco en-
cuentra la oportunidad de causar un deseo.

Los “sin miedo”

En una entrevista a Lacan, se le pregunta qué impulsa a la gente a hacerse psi-


coanalizar y él dice: “El miedo… Cuando le ocurren cosas que no comprende,

1
Pregunta que se desprende de la lectura de “La mirada del Otro” de C. de Bocca. La Lúnula. CIEC Cba. 2010.

68 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 67 - 70


ISSN 1668-3897
Graciela Martínez Los “sin-miedo”. Signos de la errancia...

entonces el hombre tiene miedo” (Blog AMP). En algunos casos, quienes llegan
a sentir miedo -y por eso insisten en la consulta- son aquellos que rodean a estos
jóvenes que se presentan “sin miedo”. En ocasiones se quejan de que “parecen
zombis, están todo el día tirados” o en el otro extremo que “no paran, no registran
lo que les digo”, modo en que lo insoportable se traduce y deviene impotencia
para ubicarse de un modo en que sea posible establecer un lazo. Finalmente, que-
dan presos de un miedo por “dónde van a terminar” en esta deriva sin límites que
se pretende extrema libertad.
Libertad que defienden, como decía antes, con apenas algunas frases cortas
que repiten frente a cualquier pregunta, como por ejemplo: “lo que me pinte” sin
un tiempo de verbo que indique si hace, hizo o hará lo que le pinte. Frases que
bloquean la apertura de una dialéctica y que se podrían escribir todas juntas, sin
intervalos. Son enunciados cuya estructura es cercana a la holofrase2 y que el joven
se niega a desplegar. El analista no cede en su deseo de que se despliegue la di-
mensión de la enunciación, aunque muchas veces no alcance a conmover el re-
chazo y evitar la huida.
Un matiz llama la atención en muchos casos y es que, al mismo tiempo, mues-
tran un especial interés por el arte. En algunos, la versión del arte sin programas
previos consuena con su aspiración a la libertad sin límites. En otros, resultan una
manera de introducir un intervalo donde la voz y la mirada se ponen en función
de otra manera, especialmente en aquellos casos donde la fijeza es una delicada
defensa frente a la irrupción de lo real cuando no se dispone de un discurso para
tratarlo.
Pero aquellos jóvenes a los que quiero referirme, que se encuentran entre la
compacidad de las frases, el mutismo y un murmullo hacia adentro que busca des-
entenderse del Otro, ¿cómo encontrar con el sujeto el S1 que funcione como
“adoquín en la ciénaga”?
Recuerdo una ocasión en la que, después de innumerables maniobras con una
joven, me dirigí a ella muy seria, repitiéndole una de las frases que habitualmente
decía sin escucharse. El efecto inmediato fue su división subjetiva: sorpresa y cierta
exasperación. Le propuse, entonces, que volviera en una hora. Fue el modo de
constituirse un Otro de la transferencia que no estaba antes para ella. Un Otro di-
simétrico respecto del sujeto, efecto entonces de su propia división. La contin-
gencia habilitó otro tiempo diferente del que le daba la ilusión de eternidad,
produciendo un cierto efecto de sin-sentido.
Es necesaria esa constitución del Otro, pero para después, en el recorrido de
un análisis, destituirlo. La barra no cae de una vez sobre el Otro, sino que escande
distintos momentos en un análisis donde se hace, además, la experiencia de que

2
Referencia de “Una consecuencia clínica de la aceleración hipermoderna” de Camilo Ramírez, presentado en
el IX Congreso de la AMP.

Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 67 - 70 69


ISSN 1668-3897
De qué tenemos miedo

es posible arreglárselas con sus propios medios que son los de su síntoma. Cierta
“ausencia de miedo” acompaña la salida de un análisis, cuando un sujeto no re-
trocede frente a su deseo y se orienta por él sin tener ya que huir, errante, de su
goce.
Respecto de nuestra práctica, en ocasiones llevamos al control el miedo por
no haber intervenido lo suficiente, como si hubiese la justa medida. ¿De qué se
tiene miedo? De la inexistencia del Otro. Lo que pedimos al control tiene la me-
dida de la ilusión de un Otro consistente que nos daría los medios para mante-
nernos a buena distancia del peligro. Lacan (Televisión 545) diferencia la buena
prudencia de la verdadera, que supone la audacia y no la posición de quien se halla
bajo el “miedo de perder lo que tiene” (Miller, Conversaciones… 308), como tam-
poco la del eternamente sin miedo que forcluye el real del tiempo. Porque la ver-
dadera prudencia “tiene que ver con la contingencia… con lo que puede ser
diferente de cómo es… La prudencia, siempre al lado de la ocasión” (Miller, El
triunfo de la enseñanza de Lacan 244).

B i b l i og raf í a
Lacan, Jacques. Entrevista realizada para la Revista Panorama (Roma) por Emilia Granzotto, en 1974. Blog
AMP. 3 de jul. 2016. http://ampblog2006.blogspot.com.ar
Lacan, Jacques. “Televisión”. Otros escritos. Buenos Aires: Paidós, 2012, 1° edición, p. 535-572.
Miller, Jacques-Alain. “El triunfo de la enseñanza de Lacan”, Introducción a la Clínica Lacaniana. Madrid: Gredos,
2006.
Miller Jacques-Alain. “Nota sobre la vergüenza”, Mediodicho 26. Córdoba: Publicación de la EOL Sección
Córdoba, 2003, p.5-20.
Miller, Jacques-Alain y otros. Conversaciones clínico políticas. Madrid: Gredos, 2013.

70 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 67 - 70


ISSN 1668-3897
Perspectivas,
ideas, problemas

Longo Robert
Sin título (Colossus, Polinesia Francesa, Mururoa, 1977)
Serie: La enfermedad de la razón (2001-2005)
Esta sección de la revista toma su nombre de la publicación
que se hiciera en 1941 de unas notas halladas entre los papeles
póstumos de S. Freud. El carácter inconcluso de las anotacio-
nes freudianas y su variedad temática, inspiraron esta primera
formulación que aspira a transmitir ese aire de Work in progress,
aplicado a la resonancia de otros discursos.
Tiempos de miedo
“En un tiempo,
la sociedad entera tendrá miedo
de cada uno”

Entrevista a
Jean Claude Milner * M ediodicho (M): Sabemos que el
miedo a nivel del discurso social
y a nivel de sus prácticas políticas es capaz
Reside y trabaja en París, Francia. de ser provocado por el Otro del poder y de
Lingüista y ensayista la Ciencia. Ésta sería una rama de la bio-
Ex-Director du Collège International de política, en términos de control y de domi-
Philosophie. nación de los cuerpos. Se trata aquí del
Autor de: miedo a que el cuerpo sea excluido, repri-
“La Obra Clara”, “El Periplo Estructural”, mido, incluso desgarrado por el Otro. Así
“La Arrogancia del Presente”, pues, el empleo del miedo como estrategia
“Judío de Saber”, “Claridad de Todo”, de control se podría pensar a partir de la
“De Lacan a Marx, de Aristóteles a Mao”, tesis que usted propone en “La política de
entre otras obras. las cosas” como “una domesticación gene-
ralizada”.

Jean Claude Milner (JCM): Usted


habla del miedo suscitado por el Otro.
Usted tiene razón, pero también hay
que hablar del miedo suscitado por el
pequeño otro. El primero, la mayoría
de las veces, no dice su nombre. Esto
podría, por otra parte, dar una descrip-
ción del control: un miedo que no dice
su nombre. Directamente provoca una
domesticación que tampoco dice su
nombre. Pero existe también un miedo
que dice su nombre: el miedo del pe-

Mediodicho - Nº 42 *
Mediodicho agradece especialmente a Fabián
septiembre de 2016 Fajnwaks por posibilitar y participar en esta entrevista,
Escuela de la Orientación Lacaniana y a Mariana Gómez por su colaboración para concre-
Sección Córdoba tarla y su aporte en la elaboración de la misma.

75
Perspectivas, ideas, problemas

queño otro es de este orden. Puede arrastrar a la domesticación, pero de manera


indirecta; principalmente cuando, para protegerse del pequeño otro, el individuo
social busca refugio del lado del poder: el poder como el agente de seguridad. Si
el sujeto acepta ser controlado y a veces lo demanda, es porque su miedo hacia el
pequeño otro sobrepasa su miedo al Otro.
En cuanto se juntan, los seres hablantes se entregan a un cálculo de miedos,
cuyos resultados varían según las circunstancias. Comprobamos, en este mismo
momento, que los franceses están dispuestos a ser tratados como sospechosos,
porque un miedo mayor ha tomado la delantera: mejor ser controlados que estar
muertos, tal es la divisa. En cambio, la denuncia foucaultiana del control aparece
para algunos como un lujo nacido de la seguridad anterior al terrorismo.

M: En su libro “Por una política de los seres hablantes”, usted apunta que la política
comienza con el descubrimiento que el ser hablante puede controlar a otros sin necesidad
de matarlos. Comprobamos hoy que, allí donde

“ Los derechos del cuerpo hubo una tentativa de controlar los cuerpos de
otros por la palabra, hubo un fracaso, y asis-
incluyen los derechos timos más bien al regreso de la muerte y la vio-
que garantizan que el hablar lencia, en nuestras ciudades democráticas, con
no acabe ” el terrorismo, por ejemplo. ¿Qué puede decir
sobre esta paradoja, o por lo menos lo que se
presenta como tal, implicando que para que la humanidad pueda continuar sosteniendo
sus propios Derechos, incluidos allí los derechos al goce, deba suprimir los derechos del
otro?

JCM: Lo que usted describe es justamente el despertar del miedo suscitado


por el pequeño otro. No veo paradoja allí, sino un cambio de condiciones histó-
ricas.
Fundamentalmente, el ser hablante tiene sólo un miedo real: el miedo a que el
hablar acabe, o sea que él cese en general -de ahí el miedo a una Naturaleza muda
(el De Natura rerum de Lucrèce) o de un universo totalmente cosificado por la mer-
cancía o la ciencia o la técnica- o sea que él sólo cesa, o sea que cesa porque no es
único.
Tan pronto como están reunidos, en efecto, los seres hablantes están confron-
tados con una ley de bronce: en cuanto uno habla, los otros están convocados al
silencio. Es lo que pasa en la muchedumbre. Es lo que prueba el sondeo: saber lo
que piensan aquellos a quienes se interrogó, esto no tiene en sí ningún interés. El
sondeo se hace para saber lo que piensan aquellos a los que no se interrogó y que
no hablaron. Está fundado sobre el cese del hablar. La función de la política con-
siste, por el contrario, en hacer posible que me calle sin tener temor de ser privado

76 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 75 - 81


ISSN 1668-3897
Entrevista a Jean Claude Milner “En un tiempo...”

de hablar para siempre.


Los procedimientos que permiten esto son numerosos y variados, pero todos
ellos reposan en una forma de paciencia. El ser hablante acepta esperar su turno.
En el fondo, la política me dispensa de la prisa. Recíprocamente, la función de la
prisa está, en sentido propio, fuera de política. Es por eso que la mejor ilustración
a esto está dada por una prisión con un fondo de terror.
El gran Otro me hace temer que mi turno jamás llegue, porque en efecto le
tocará siempre a él hablar. La Iglesia y el Ejército, tales como Freud los describía,
el control tal como Foucault lo analiza, El Proceso de Kafka, he aquí algunos ejem-
plos. El pequeño otro conlleva otra amenaza: el rechazo a la paciencia. Puede así
privarme de mi propio hablar, pero, más profundamente, él destruye, incluso para
sí mismo, toda posibilidad real de que los seres hablantes sean más de uno, sin
dejar de ser hablantes.
Articular la prisa y la paciencia, la paciencia y el goce: propondré de buena
gana este problema al psicoanálisis.

M: En “La Arrogancia del Presente” usted plantea que, después de mayo del '68, el
espíritu progre del ´68 se transformó en el mejor aliado de la restauración, y allí se
sitúa el "secreto" de las violencias que se producen cada vez más a los márgenes de
las ciudades. Usted dijo, con relación a la juventud pobre: "no tiene ninguna idea de lo
que es ser un sujeto activo. Pues ella es activa sin idea y radicalmente desubjetivada,
se vuelve así en un mero objeto social"(238). En muchos países existe un trabajo activo
para mantener a estos jóvenes al margen de la ciudad, pero estos mecanismos fallan de
cuando en cuando, y estos jóvenes se hacen visibles a menudo de manera salvaje.
¿Cómo piensa que incide este tipo de dinámica en la construcción del miedo al otro?

JCM: No volveré sobre el ‘68 y sus consecuencias. Ya dimos vuelta esa página.
Después de 2001, la crisis abrió otra fase. Pero retomo su expresión "…las vio-
lencias que se producen cada vez más en los márgenes de las ciudades". Esto es
característico desde antes de 2001. Creo que hoy, la topología cambió: no existen
más márgenes, en el seno de una sociedad dada, ni a la escala del mundo. Se vol-
vieron el centro; más exactamente, el centro se disolvió. Lo que se llama los su-
burbios determina desde entonces el habitus social de todos.
Usted cita una fórmula de La Arrogancia. Podría resumirla: el individuo de las
periferias no es más un ser hablante. Es un ser hablado. Hablado por la sociología,
por la charlatanería política, por sus propias habladurías etc, en definitiva por un
Otro anónimo y desubicado (désitué/desituado). Allí reside, según mi parecer, la
causa inmediata que lleva a algunos a unirse a la guerra del Califato: allí escuchan
la promesa de que su hablar será en lo sucesivo tomado por un Otro, pero un
Otro situado, que lleva un nombre. Serán así librados definitivamente de su propio

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Perspectivas, ideas, problemas

hablar, carga con la que no saben qué hacer. No saben qué hacer con eso porque
nadie les enseñó a hablar en primera persona.
Los yihadistas dan miedo, pero la triste realidad es que toda la gente de la pe-
riferia da miedo, aun cuando son los más apacibles del mundo. Condenamos con
este miedo por razones morales, pero tiene una causa real: peligrosos o no, mate-
rializan la precariedad del hablar. El miedo nacido del pequeño otro forma en-
tonces como un círculo cuya circunferencia estaría por todas partes y el centro en
ninguna parte. En un tiempo, la sociedad entera tendrá miedo de cada uno. Al
centro, que no está en ninguna parte, damos cualquier nombre: Islam, pobreza,
capitalismo, racismo, etc. Poca importancia tiene, ya que la topología permanece
inalterable. Nada me parece más urgente que ocuparse de las causas de su emer-
gencia. Los lugares decisivos de este combate son todos los lugares donde se salva
la perseverancia de hablar.
Sabemos que, a mis ojos, la institución escolar es uno de estos lugares. Hay
otros; el Psicoanálisis debe serlo mientras se oriente por su Norte magnético:
" yo, la verdad, hablo".

M: Siempre en “La Arrogancia…” usted evoca, en el último capítulo, "El Gran


miedo" que guardaron los gobernantes que se sucedieron en Francia desde Mayo '68 frente
a la juventud en las calles y la pequeña burguesía intelectual urbana. Ya que, como usted
lo adelantó también, "el espíritu progre del ‘68 subsiste desde entonces sólo en las personas
instaladas en la vida", ¿podemos deducir que la juventud no representa actualmente un
peligro verdadero para los gobernantes? ¿Y "el Gran miedo", entonces, qué fue de él? ¿Se
evaporó o se diluyó en otra cosa? ¿En qué?

JCM: Dejando aparte el miedo a ser derrocados, los gobernantes fundamen-


talmente temen una cosa: la inestabilidad. Hicieron la experiencia, contrariamente
a lo que pensaban en su inmensa mayoría los teóricos, de que ninguna forma de
estado en sí misma puede garantizar su propia estabilidad. Hacen falta apoyos su-
plementarios. Pero los más astutos saben también que no hay que confundir una
desestabilización permanente y un simple paso de un tipo de estabilidad a otro.
El Gran miedo se resume en esto: ¿el paso de una estabilidad a otra no representa
el riesgo de transformarse en inestabilidad prolongada?
Para evitar esto, los gobernantes europeos inventaron un recurso exterior: Eu-
ropa. Hasta ahora, funcionó. Mayo ‘68 fue posible porque el aparato de los trata-
dos era, en aquel entonces, balbuceante. Hoy ya no estamos en eso. Mucho más
que la CRS (Compagnies Républicaines de Sécurité), en Francia es la ideología europea
la que permite que, en resumidas cuentas, la estabilidad se imponga. Tanto es así
que actualmente esto coaguló en un Superyó verdadero, que se llama Alemania.
Es verdad que las grietas aparecen cada día, pero sólo refuerzan la convicción de

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ISSN 1668-3897
Entrevista a Jean Claude Milner “En un tiempo...”

que sin Europa esto sería peor.


En esta configuración, la juventud "politizada" juega, en Francia, un papel pu-
ramente decorativo. Está allí para concentrar en algunos puntos fácilmente con-
trolables la puesta en escena de la inestabilidad. Relean a Aristóteles: la puesta en
escena de las pasiones sirve para eliminarlas. La inestabilidad imitada sirve para
preservar la inestabilidad real.
Los que quieren salir del impasse ponen sus esperanzas en la juventud “despo-
litizada"; el problema es que esta juventud está hecha de seres hablados y desub-
jetivados. Cree sólo en su propia servidumbre. En cuanto a la pequeña burguesía
intelectual francesa, habla cada vez menos.

M: En USA, que usted conoce bien, el miedo es a menudo un factor blandido por los
hombres políticos y no sólo durante las campañas presidenciales. ¿El candidato Donald
Trump se ha hecho síntoma caricaturesco posiblemente, pero no menos verdadero para una
parte importante de la sociedad americana, de qué miedo americano es el representante?
A menudo lo comparamos con los agitadores de miedos de nuestras derechas europeas ex-
tremas: ¿la comparación es pertinente? ¿Si no, por qué?

JCM: Acabamos de hablar de los miedos de los gobernantes; Trump y otros


obtienen su fuerza del miedo que sienten los gobernados. Vuelvo al miedo del pe-
queño otro y a los sacrificios que los sujetos están dispuestos a hacer para que un
gran Otro –en este caso, el poder de Estado– los proteja. Los más expuestos a
sentir el miedo del pequeño otro, los más vulnerables, son aquellos que están ex-
cluidos de la circulación de los poderes. En una superpotencia, estos excluidos
son especialmente numerosos. Trump les promete un Leviatán protector y nom-
bra bien alto no al Otro que les da miedo, sino a los pequeños otros que les dan
miedo. Pero sólo un dirigente de superpotencia puede seriamente prometer un
Leviatán. Ningún político europeo se halla en situación de hacerlo. Por consi-
guiente, su discurso puede hacer eco al de Trump, pero jamás pasará de la retórica.
Están evidentemente las juntas militares, pero Eurolandia está fundada sobre la
desaparición progresiva del Ejército. Incluso en Francia, dónde todavía subsiste
un poco, no tiene ni los medios ni, aparentemente, la intención de apoderarse del
poder del Estado.

M: En su último libro, usted anticipa la hipó-


tesis: "los derechos del hombre son los derechos del
cuerpo, porque la cuestión del cuerpo y de su real
es central en política". Esta hipótesis es límpida,
“ Para protegerse del
pequeño otro, el individuo
y esperamos con impaciencia sus desarrollos en el social busca refugio del
libro. Posiblemente pueda adelantarnos algunos lado del poder

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Perspectivas, ideas, problemas

puntos. Pensamos en el Habeas corpus como el fundamento primero del Derecho, al cual
se vio reducida, a veces, a la reivindicación política durante dictaduras, especialmente en
Argentina y en América Latina con la figura inédita en la Historia del "desaparecido",
del cuerpo desaparecido del enemigo político. ¿Podemos ver allí posiblemente una ilustración
de su hipótesis que concierne a los "Derechos del hombre"?

JCM: Cuando hablo del cuerpo, se trata desde luego del cuerpo hablante. Los
derechos del cuerpo incluyen los derechos que garantizan que el hablar no acabe.
Pero para un sujeto singular, el hablar tiene un comienzo, ya que es infans antes de
ser hombre. La genealogía de los derechos humanos comienza, pues, en el estadio
del espejo. No sucede lo mismo con el ciudadano, en absoluto. La Revolución
Francesa inventó la distinción: los derechos del hombre y los derechos del ciuda-
dano son radicalmente diferentes, tanto por su contenido como por su genealogía.
Entonces, las sociedades modernas llamadas democráticas nos sacaron de un di-
lema: para que haya ciudadanos, ¿hay que aceptar que acabe el hablar? Recíproca-
mente, el sujeto que se afirma como ser hablante, ¿rompe con las exigencias de la
ciudadanía?
Esto es una de las puestas en juego de la lucha que se había emprendido alre-
dedor de la evaluación. El ciudadano fue convocado a ceder su posición de ser
hablante, a cambio de una posición de ser hablado, hablado por la neodemocracia,
nacida de la todopoderosa técnica. La confusión entre pueblo y muchedumbre, la
confusión entre ciudadano y átomo sociológico, el paso de la soberanía de las
manos del pueblo a las manos de la técnica, todo esto sucede ante nuestros ojos.
La declaración de 1789 permite interpretarlo y, sin duda, combatirlo.

M: ¿Cómo se sitúa usted con relación a este término de biopolítica -introducido


por Foucault- en su último libro? Controlar los cuer pos y las masas de los cuer pos
en política es lo que Foucault había anunciado en sus seminarios dedicados a este
término: aún no pensaba en el desarrollo que la tecnología ha alcanzado actualmente
y que iba a prestar a la biopolítica, pero veía ya dibujarse una política particular
que directamente iba a ejercerse sobre los cuer pos en detrimento de la palabra.
¿Habla de eso en su libro?

JCM: No estoy convencido de que Foucault haya comprendido los cuerpos


como cuerpos hablantes. Los concibió más bien como cuerpos hablados. Se
creería que él había estado tentado de reconocer como acto de habla sólo a los
hablares de los "excluidos" por las sociedades euroatlánticas: el loco, el parricida,
el preso, el insurrecto chiita de Irán, etc. Los sujetos "incluidos" no serían, pues,
seres hablantes. Rechazo absolutamente este oligarquismo del hablar. Recubre un
pobre determinismo.

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ISSN 1668-3897
Entrevista a Jean Claude Milner “En un tiempo...”

Si mi duda es fundada, entonces la biopolítica es una antipolítica, ya que pre-


para el terreno al cese del hablar considerado como inevitable, mientras que la
política justamente supone que la perseverancia pueda superar este hecho. Rara-
mente, difícilmente suceda, pero poco importa. Foucault acordaba la más grande
atención a las palabras. El nombre biopolítico está destinado a derribar la fórmula
de Aristóteles: el hombre como zôon politikon. Foucault escoge el bios, en detri-
miento del zôè. ¿Cuál es la diferencia? El Bios se considera que capta la diversidad
máxima de los modos de vida. El poder moderno, según Foucault, está definido
por la fórmula "hacer vivir y dejar morir"; entonces hacer vivir, esto significa: asig-
nar a cada uno el vivir que conviene al poder, constituirse en estratega de las vidas
permitidas. El zôè capta a la inversa lo que hay de mínimo y común entre los seres
vivos; Aristóteles lo define: el hecho de desarrollarse, de crecer y de morir por sí
mismo. Cuando hablo del cuerpo hablante, hablo del zôè, no del bios. En el lenguaje
de 1789, el zôè es el asunto del hombre y de sus derechos, bios es el asunto del ciu-
dadano y de sus derechos.

Traducción: Jorge Assef.


Corrección: Carolina Koretzky.
Establecimiento: Fabián Fajnwaks

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ISSN 1668-3897
Sobre la política
del miedo y el discurso de
Donald Trump

Juan Carlos Indart Miedo

H
Es psicoanalista en Buenos Aires, Argentina ablar de una política del miedo
Analista Miembro (AME) de la Escuela de en relación al discurso de Do-
Orientación Lacaniana (EOL)
nald Trump, y no por ejemplo de una
Miembro de la Asociación Mundial de Psicoa-
política conservadora, de derecha y/o
nálisis (AMP)
nacionalista y/o proteccionista, o neo-
conservadora o neo etc., nos indica que
algo se está volviendo más crudo, más
insoportable, más real en la política
misma y en su propio funcionamiento, y
que las categorías conocidas para definir
sus orientaciones no sirven. Ya no parece
que se trate tanto de debatir proyeccio-
nes al futuro según diversos ideales,
como de dar una respuesta a las cuestio-
nes más acuciantes: es que cada una de
éstas viene con prisa, cada una exige
prioridad, cada una se presenta como
cuestión de vida o muerte para los impli-
cados, y ese borde es ya lo principal de
lo que se transmite en cualquier red de
comunicación.
Aunque seguramente preparada por
la rapidez y extensión del mercado de
noticias, es por vía del discurso universi-
tario que la cuestión del ‘miedo’ nombra
actualmente un aspecto importante del
Mediodicho - Nº 42 malestar en la cultura contemporánea.
septiembre de 2016
Escuela de la Orientación Lacaniana
Son las tesis, por ejemplo, de Joanna
Sección Córdoba Bourke y/o de Zigmunt Bauman, ambas

82
Juan Carlos Indart Sobre la política del miedo y el discurso ...

conocidas a partir de 2006, las que interpretaron que hoy todo el mundo vive con
miedo. Esto no sería muy impactante si no fuera porque ellos descubren la cosa
por sí mismos, es decir que se refieren a sus sociedades, las llamadas del ‘primer
mundo’. En efecto, el interés del tema reside en que se muestra que las poblaciones
con más tiempo de exposición a los beneficios del desarrollo capitalista viven cada
vez con más miedo, cuando se deben haber pensado y confiado en lo contrario.
Algo no anda como se creía, entonces, y el psicoanálisis queda convocado de
pleno derecho en la cuestión porque la consideración sociológica, histórica, cul-
tural del ‘miedo’ no vela que se trata de algo que afecta a cada uno, uno por uno,
en su cuerpo. En efecto, a esos autores no se les escapa la vieja distinción entre un
miedo con una causa objetivable, puesta allí en la realidad, y ese miedo ‘interno’,
‘líquido’, relativo a objetos imprecisos, imaginados, cambiantes, que puede volver
más que gris en cada cual sus trabajos y sus días. Lo que intentan subrayar, para
nuestro tiempo, es que es este segundo tipo de miedo el que predomina, al que
también pueden llamar ‘ansiedad’, y que en terminología freudiana llamamos an-
gustia.
Ahora bien, lo que no resulta tan fácil en los enfoques histórico-sociales y a
falta, por cierto, de cualquier medición precisa posible, es responder a esta pre-
gunta: ¿hay algo específico en nuestra época que suscita ese miedo generalizado
o se trata de algo que siempre acompañó a las poblaciones humanas en sus in-
ciertas vidas y que ahora se registra porque la tecnología lo permite?
La pregunta anteriormente planteada siempre rodea la consideración actual
del malestar en la civilización y es decisivo, para empezar, responderla. Desde el
psicoanálisis de orientación lacaniana he encontrado dos argumentos firmes ten-
dientes a afirmar que lo que ocurre y seguirá ocurriendo cada vez más, ese miedo,
esa angustia, es relativo sólo a los efectos de la producción capitalista y su empleo
de la ciencia.
El primero, más conocido, fue el señalado por Lacan como el efecto propio
del ascenso al cenit social del objeto que él llamó objeto a (Autres écrits, 414). Ob-
jeto causa de deseo por encarnar un plus de gozar, pero también angustiante si se
presenta en su vacío, el capitalismo intenta producirlo bajo su forma de pura ga-
nancia de goce, de modo exclusivo, monótono, e ilimitado (de ahí su ascenso pau-
latino pero tan evidente al nuevo trono social como dinero), revelando su vacío
en un juego que muy rápidamente no es para todos. Esta consideración, que es
de 1970, nos hace ver que hay una angustia o miedo ‘líquido’ creciente inevitable
bajo un modo de vida que no reconoce otro goce que el del consumo perpetua-
mente renovado.
Pasemos ahora al segundo argumento, presentado por Lacan en 1974 (Laca-
niana n° 18, 17), con una más que sucinta ubicación de sus antecedentes. Si pen-
samos al síntoma como una sustitución significante y lo articulamos a la represión

Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 82 - 87 83


ISSN 1668-3897
Perspectivas, ideas, problemas

secundaria, se puede hacer su estricta distinción en relación con la angustia, y es


lo que él hizo en su décimo seminario, en 1962. Pero si pensamos al síntoma en
relación a la represión primaria, como lo hace a partir de su última enseñanza,
donde no sustituye a nada y donde se trata de algo que viene de lo real como ma-
teria significante que hace acontecimiento de cuerpo, pues bien, la distinción con
la angustia se diluye. Se entiende que nos pueda decir que la angustia es muy ins-
tructiva porque “Es el síntoma tipo de todo acontecimiento de lo real”. (Lacaniana
nº 18, 18).
Ya tenemos lo mínimo para esbozar este razonamiento: ese miedo generali-
zado, que es angustia social, que es síntoma tipo de un acontecimiento real con im-
pacto social, es hoy el síntoma social por excelencia. Lacan había reconocido en
Marx la noción de síntoma (desde su Seminario 16) y, aunque esa afirmación pueda
y deba causar sorpresa, se puede ir saliendo de ella al considerar retroactivamente
que, como Freud, Marx despliega su interpretación en torno a algo que no fun-
cionaba en el orden existente. Podía empezar por algo inédito, nunca visto: la
construcción de depósitos y depósitos en los puertos, repletos de mercancías fa-
bricadas en serie. Se podía escribir El Capital para dar un sentido a ese síntoma, y
es lo que nos llevaría al primer argumento señalado, a saber: que en realidad no
tiene sentido y que será patente la angustia terminal cuando el proceso llegue a su
cenit. Estamos en la vertiente del duro real que espera gentilmente al consumismo.
Pero Marx también podía empezar por algo inédito, y que él privilegió como sín-
toma del lado de la producción: la llegada a las ciudades de contingentes de des-
poseídos sin otra alternativa que la de venderse como fuerza de trabajo abstracta,
algo nunca visto y que ahora se ve de manera planetaria, un síntoma que Marx
llamó ‘proletarización’. Se podía escribir el Manifiesto del Partido Comunista para darle
sentido, y es lo que nos lleva al segundo argumento de Lacan: “No hay más que
un solo síntoma social: cada individuo es realmente un proletario, es decir, no
tiene discurso alguno con el cual hacer lazo social, o sea, semblante” (Lacaniana nº
18, 17). Observemos la redefinición: a) no es por la prole que la desposesión en-
cuentra límite, y lo real del síntoma es el paso al fuera de discurso del trabajador
en tanto tal; b) como señala Lacan, Marx preparó eso muy bien, al darle al síntoma
un sentido, al darle la bienvenida dialéctica para que surja de allí un nuevo lazo
social, paradisíaco, sin explotación, sin semblantes. Es un ejemplo estremecedor
de lo que puede pasar dando sentido al síntoma, y Lacan puede decir que lo que
Marx lanzó “implica que no hay nada que cambiar. Por eso, además, todo sigue
exactamente como antes” (Lacaniana nº 18, 17).
Tenemos, entonces, sin disfraces, el único síntoma que Lacan llama propia-
mente social, y es a esa disolución continua de los lazos sociales desde y por la con-
dición laboral misma que debemos remitir la angustia y el miedo crecientes. No
olvidemos que, también en 1974, Lacan iba a señalar que la angustia “es algo com-

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Juan Carlos Indart Sobre la política del miedo y el discurso ...

pletamente fútil, cobarde” (El triunfo de la religión 73-74). No tiene fundamento, y


es por lo que uno puede dejarse llevar fácilmente de las narices por cualquier res-
puesta que le dé algún sentido.

Donald

Si se pondera el síntoma antes descripto, se entenderá que no se trata sólo de


asalariados pobres, sino de todos y cada uno de los trabajadores, y que para ellos
se cae cualquier discurso político existente que pudiese representarlos, en oleadas
que se repiten más allá de algunas primaveras efímeras. Con discursos partidarios
que el síntoma revela como de puro semblante, y con la transformación inevitable
de lo que queda de ejercicio del poder en mercado de enriquecimiento ilícito como
regla del juego por todos sabida, digamos que la decadencia del orden político
fundado por los Padres de las democracias europeas y americanas es manifiesta.
Es verdad que entonces cualquiera (un actor, un deportista, uno que diga algunas
verdades) puede renovar con cierto éxito la representación política, pero es un
hecho no azaroso que la esperanza mayor de algo de aire en el viejo sistema vaya
recayendo en mujeres. Ocurre que a éstas el futuro político de la casona en cus-
todia no les está asegurado, porque frente a ellas se yergue la figura del rematador,
del que debe hacerse cargo de esa decadencia y transformarla sin piedad, porque
no pertenece a ese discurso: es el empresario, el hombre de negocios exitoso, el que
sabe lo que es tratar a todos sin vueltas porque los trata como cosas, el que no
hace vínculo social sino contratos para querellar, el que manipula la verdad según
sus conveniencias, el que sabe y gusta de las mujeres como mercancías, el que es
ganador de dinero ostentoso, el que se manipula a sí mismo como mercancía, el
que consigue transmitir que seguirlo a él es comprar lo que vende y que eso es
participar de su éxito y participar de su empresa.
Si se da la confrontación entre Hillary Clinton y Donald Trump en las próximas
elecciones presidenciales de EEUU, no tendremos algo azaroso sino algo muy de-
terminado por el desarrollo del capitalismo. Si toma esa forma, tomará colores
épicos, pero si no es así, en coyunturas similares, retornará de diversas maneras.
Donald, que ha hecho de su apellido una marca comercial, promete manejar
un país como se maneja una empresa y llevarlo a un crecimiento incesante, pues
la única eficiencia es la gestión empresarial. No hay que dudar respecto de esa efi-
cacia y esa capacidad de acción tan diferente a la lentitud burocrática que tiende
idealmente a dormir soñando ideales, pero ocurre que se presenta atada a una lo-
cura tonta, que su peinado (ha desatado ríos de tinta) puede representar. Sólo que
sabemos que ese rasgo puede aglutinar a millones y millones de electores para un
nuevo lazo social político. Sobre esto último hay que observar que el Partido De-
mócrata está en contra de Donald por definición, y que el Partido Republicano ya

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Perspectivas, ideas, problemas

no reconoce a este bastardo que salió de entre sus filas, pero nadie sabe cuántos
demócratas y republicanos concretos no se van a ir por las suyas a votarlo. Y Do-
nald sabe que no se sabe, y apuesta, y ya ha declarado que no necesita al Partido
Republicano por detrás, que ya tiene su base propia de poder.
Ahora bien, este Donald, como base doctrinaria, ha repetido el catecismo de
la autoestima inquebrantable del ego heroico norteamericano, para el que nada es
imposible, pero sin epopeya, volviéndolo al origen, a su versión empresarial, afir-
mando que no lo recita sino que lo encarna. Es entendible que eso pueda resonar
un poco en su país, en el sentido de que está en sus valores, pero de un modo de-
masiado próximo al ridículo por la continua auto-referencia. Hay que sacarlo de
ahí, y con eso, sumarlo a otra cosa, porque sólo con eso no termina de explicarse su
proyección política inesperada. Pero también hace televisión, se interesa por las
chicas del mercado de los concursos de belleza, y hace fama de sexista, pero hay
que sacarlo de ahí, y con eso, sumarlo a otra cosa, porque, por supuesto, eso resuena
en mucha población masculina, pero no alcanza para hacerle ganar las elecciones
primarias de su partido. Lo decisivo (y mucha opinión pública global se asusta, se
indigna, tiene miedo) es que el pequeño héroe empresario, sexista, se declaró ex-
plícitamente a favor de implementar políticas segregativas, y eso es lo que muchos
quieren votar como programa, para solución de la angustia, del miedo, del síntoma
social contemporáneo.

Cicatriz

Con Donald podemos encarnar plenamente lo que se presenta como una para-
doja: es por una carrera de empresario y no de político que demanda el poder para
gobernar su país y resolverle los problemas, es decir, como alguien partidario de
la caída de todas las barreras para la expansión homogénea de los mercados y, sin
embargo, agita sin tapujos para sus electores las banderas del retorno de un ‘no-
sotros’ a constituir por la radical segregación de los otros.
O sea, ¿por qué Donald no se presenta de un modo ‘políticamente correcto’,
de ese modo que es la anulación de la política clásica, encarnando para el reportaje
(y luego de mostrarse en ejercicios corporales saludables) la promesa de la nueva
humanidad que promete la biopolítica más avanzada, la existente en su país?
Porque hay síntoma, hay lo que no funciona para el discurso dominante, hay
miedo, y Donald y poblaciones enteras se hacen síntoma de ese síntoma con el
recurso a modos patentes o latentes de segregación para reinventar el lazo social
perdido.
En 1968, en un Congreso, Lacan hace una breve intervención a raíz de un tra-
bajo en el que se discute la cuestión del padre en Freud. “Creo”, nos dice, “que
hoy en día, el rastro, la cicatriz de la evaporación del padre, es algo que podríamos

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Juan Carlos Indart Sobre la política del miedo y el discurso ...

poner bajo la rúbrica y el título general de segregación. Creemos que el universa-


lismo, la comunicación en nuestra civilización, vuelve homogéneas las relaciones
entre los hombres. Pienso lo contrario…” (Lacaniana n° 20, 9). Hay algo que esta
observación de Lacan, felizmente rescatada hoy, subraya con precisión. No es que
la gestión técnico-capitalista, ya de alcance global, cause segregación. Lo que causa
es la volatilización del vínculo social, milenario, que se soporta en lo que en psi-
coanálisis se estudia como la función del padre. Pero esa evaporación deja algo que
no sabemos si se va a evaporar fácilmente: deja algo que no decae, deja una cicatriz, y en
la cicatriz está el meollo de la lógica de ese vínculo social milenario, una lógica de
necesidad de segregación para constituir comunidades, para imaginar la partici-
pación común en una clase, y donde lo real no se incluye sino como sacrificio del
otro en tanto fundacional. Es evidente que el miedo, el síntoma social, la proleta-
rización, empuja al retorno de esa lógica, y Donald es un primer esbozo explícito
de algo que tendremos que considerar, a saber, no una contradicción, sino la fase
posible del capitalismo segregativo. Frente a eso, para un psicoanalista se trata de
sostenerse y de operar sin miedo.

Bibliografía
Bauman, Zygmunt. Miedo líquido: la sociedad contemporánea y sus temores. Barcelona: Grupo Planeta, 2007.
Bourke, Joanna. Fear. A Cultural History. Emerville, California: Shoemaker Hoard, 2005.
Lacan Jaques. El triunfo de la religión. Buenos Aires: Paidós, 2005. 1° edición.
Lacan, Jacques. "La Tercera". Revista de la Escuela de la Orientación Lacaniana n° 18. Buenos Aires: Ediciones
Grama, 2015, págs. 9-32.
Lacan Jacques. “Nota sobre el padre”. Revista de la Escuela de la Orientación Lacaniana n° 20. Buenos Aires:
Ediciones Grama, p. 9.
Lacan Jacques. “Radiophonie”. Autres écrits. Paris: Seuil, 2001.

Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 82 - 87 87


ISSN 1668-3897
El triunfo de los mártires
y el incendio universal

Celeste Viñal Para quien tiene miedo, todo son


ruidos
Es psicoanalista en Buenos Aires, Argentina
Miembro de la Escuela de Orientación
Lacaniana (EOL)
Miembro de la Asociación Mundial de
M iedos públicos, privados, terro-
res inconfesables o vergonzo-
sos constituirían una lista interminable si
Psicoanálisis (AMP)
se quisiera dar cuenta de su impacto en
la subjetividad. Ni la literatura ni el cine
han podido llegar a abarcarlos con una
sola obra. En su versatilidad, el miedo ha
tenido diversas funciones culturales en la
historia de la humanidad. Padecido e im-
puesto, la lista sería también muy ex-
tensa. Uno de los modos del miedo en
lo contemporáneo se encuentra en la so-
breexposición al flujo permanente de in-
formación de naturaleza “preventiva” de
múltiples peligros cotidianos. Medidas
económicas y políticas de Estados y cor-
poraciones, que gestionan lo vivo, em-
bargan al hombre de cuidados. “El
medio es el mensaje (…) el «contenido»
de todo medio es otro medio” (MacLu-
han, 27). Se trata de estrategias diseñadas
para que, al tiempo de amedrentar, gene-
ren la ilusión de control, si se es lo sufi-
cientemente dócil a las indicaciones del
Amo. El bombardeo mediático en uno y
otro sentido, simultáneamente, genera
Mediodicho - Nº 42 un clima de inestabilidad subjetiva, de
septiembre de 2016
Escuela de la Orientación Lacaniana
culpabilidad por incompetencia: no hay
Sección Córdoba modo de estar en regla.

88
Celeste Viñal El triunfo de los mártires y el incendio...

¿Qué logra asustar aún más a todos los ya amedrentados al mismo


tiempo, casi sin excepción?

El terrorismo. Específicamente el terrorismo islámico a partir del 11/09/01.


Si bien se han conformado Comités contra el terrorismo que llevaron a la forma-
ción de estrategias globales de las Naciones Unidas y equipos especiales sobre la
ejecución de esta lucha, nada garantiza la seguridad. Porque, además, el concepto
mismo tiene una historia que se pretende única, pero no lo es. “La designación
del terrorismo, en ocasiones, depende más de la posición que ocupe el hablante
que del reconocimiento fáctico del terror (…) debemos reconocer que nos en-
contramos con una aparente ausencia de “puntos fijos” desde donde hablar sobre
la violencia terrorista” (Rodriguez, WebDocente de la Universidad Nacional de
Colombia).

A-terrados

Tomando como ejemplo lo protagónico del terrorismo de ISIS, en la actualidad


se retorna a la ilusión de un control profiláctico, pidiendo no ya modificar las cau-
sas de su producción sino una seguridad que lo logre abolir. “Desde sus formas
más arcaicas hasta la doctrina estratégica de la administración W. Bush, que pone
a punto la guerra preventiva pasando por el enfoque global que enturbia, difumina y
para terminar borra la diferenciación entre civil y combatiente, la civilización se
encuentra recorrida por un malestar cuyo síntoma es la guerra” (Ratier, 171).
Para esa seguridad es necesario que todo sinsentido se anule, que cada elemento
humano, tecnológico o económico que pueda hacer signo de pertenecerle, justi-
fique la paranoia, por la simple ventaja de darle un sentido a aquello que escapa.
El terrorismo se plantea como un real sin ley, inmune -inclusive- al exceso de con-
trol. Ya no es la propia impotencia, la falta que recae sobre el sujeto, es la aparición
de lo imposible.
Estamos aterrados en el sentido que menciona Lacan: “En efecto, aterrado no
tiene originalmente, y en muchos de sus empleos, el sentido de aterrorizado sino el
de derribado. (…) aterrar no es sino poner contra la tierra, hacer tocar la tierra, poner tan
bajo como la tierra, dicho de otra manera, consternar, no es menos cierto que el uso
corriente de la palabra implica un trasfondo de terror” (El Seminario 5, 34-35).
Consternados, entonces, por el terror generalizado. Terror al no poder captar
en el entramado simbólico esa “guerra sin fin” (Joxe, 23) de la violencia brutal en
la vida cotidiana. El terrorismo exacerba al extremo las condiciones de lo vacilante
propio de la época. “El liberalismo económico es la ampliación del campo de ba-
talla, su extensión a todas las edades de la vida y a todas las clases de la sociedad”
(Houellebecq, 32). En el encuentro con la ciencia, el neoliberalismo impone dis-

Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 88 - 91 89


ISSN 1668-3897
Perspectivas, ideas, problemas

continuidades permanentes para el ser humano. Se ilimita la escena de la violencia,


del empuje superyoico, la aparición de un plus-de-goce que escapa a todo valor.
Eso impactará de modos diversos sobre las singularidades, pero el borramiento
de la diferencia entre civil y combatiente opera como efecto sorpresa específico
que el terrorismo aprovecha.

Más allá

En 1917, en la 25° Conferencia, Freud comenzaba a plantear la hipótesis -que


luego siguió desarrollando- sobre la angustia como afecto que protege del terror.
“Omito entrar a considerar más de cerca si las acepciones usuales de angustia
[Angst], miedo [Furcht] y terror [Schreck] designan lo mismo o cosas claramente
distintas. Creo, tan sólo, que «angustia» se refiere al estado y prescinde del objeto,
mientras que «miedo» dirige la atención justamente al objeto. En cambio, «terror»
parece tener un sentido particular, a saber: pone de resalto el efecto de un peligro
que no es recibido con apronte angustiado. Así, podría decirse que el hombre se
protege del horror mediante la angustia” (360). Y continúa en 1920: “La angustia
designa cierto estado como de expectativa frente al peligro y preparación para él,
aunque se trate de un peligro desconocido; el miedo requiere un objeto determi-
nado, en presencia del cual uno lo siente; en cambio, se llama terror al estado en
el que se cae cuando se corre un peligro sin estar preparado: destaca el factor de
la sorpresa” (Más allá del principio del placer, 12-13). “Se cae” derribado, aterrado en
el sentido económico freudiano en el cual fracasa la angustia señal ante el exceso,
pero también en el sesgo que le da Lacan en el Seminario 10: que falte la falta.
“Lacan nos dice que la angustia es la señal en el yo, pero señal para todo sujeto
del peligro. ¿Y de qué peligro? (…) Peligro para el sujeto de su desaparición misma
como sujeto. Punto en donde el deseo del Otro vale como goce (objeto del goce
del Otro)” (Delgado, Revista digital Virtualia). Hilflosigkeit generalizada ante lo real
de un goce que no conoce la causa perdida, sino la ganada.

El mártir es aquel que da a la muerte un rostro humano*

Sistemas de control que admirarían a Bentham no logran eliminar la posibilidad


de un atentado. Las pantallas multiplican videos de muerte que, estetizados, au-
mentan su efecto inasimilable. “¿Sería posible una nueva alianza entre la identifi-
cación y la pulsión?” se pregunta Jaques-Alain Miller ante el reclutamiento que
ellos generan (Psicoanálisis Inédito). “No existen más que los mártires para ser,
sin piedad ni temor. Pero créanme, el día del triunfo de los mártires es el día del

*
Mons. Mejía Flores http://es.catholic.net/op/articulos/56343/cat/1069/que-significa-ser-martir.html

90 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 88 - 91


ISSN 1668-3897
Celeste Viñal El triunfo de los mártires y el incendio...

incendio universal” (Lacan, El Seminario 7, 320). El psicoanálisis deberá extremar


su ductilidad para captar la época. Poder pensar desde nuestras categorías tanto al
Uno del dios islámico como a sus seguidores fundidos en un cuerpo fraterno sin
padre como atentos también en Occidente a que “…tenemos que vernos más
bien con una alteración particular de los ideales que sólo se sostendrían por un
empuje-a-gozar, un empuje a gozar de una manera nueva, que da un nuevo refe-
rente al viejo término de mártir” (Laurent, Sitio Web de EOL). Neomártires nar-
cisistas de la Causa perdida, errantes en un sistema desintegrador que –mediante
su fachada de defensa de las libertades individuales– logra la superación de lo po-
lítico en provecho de un espacio exclusivamente económico y jurídico. Deberemos
saber cómo posicionarnos entre dos fuegos.

Bibliografía
Delgado, Osvaldo. “Angustia y trauma”. Virtualia. Revista digital de la escuela de orientación lacaniana.
N°23. Web. 15 jul. 2016.
http://virtualia.eol.org.ar/023/template.asp?Lecturas-freudianas/Angustia-y-trauma.html
Freud, Sigmund. “Conferencias de introducción al psicoanálisis (Parte III)”. Obras completas Libro XVI. Bue-
nos Aires: Amorrortu editores, 1987, 1° reimpresión, p. 357-374.
Freud, Sigmund. “Más allá del principio de placer”. Obras completas XVIII. Buenos Aires: Amorrortu editores,
1986, 1° reimpresión.
Houellebecq, Michel. Ampliación del campo de batalla. Barcelona: Editorial Anagrama, 2006.
Joxe, Alain. Les guerres de l´ Empire global, spéculations financieres, guerres robotiques, résistance démocratique. París:
Edictions La Découverte, 2012.
Lacan, Jacques. Seminario 5. Buenos Aires: Ediciones Paidós, 1999.
Lacan, Jacques. Seminario 7. Buenos Aires: Editorial Paidós, 2011.
Lacan, Jacques. Seminario 10. Buenos Aires: Editorial Paidós, 2011, 7ª reimpresión.
Laurent, Eric. “Goce y radicalización” Sitio Web EOL. Web. 15 jul. 2016. http://www.eol.org.ar/la_es-
cuela/Destacados/Lacan-Quotidien/LC-cero-528.pdf
MacLuhan, Marshall. Comprender los medios de comunicación: las extensiones del ser humano. Barcelona: Paidós Ibé-
rica, 2009.
Miller, Jacques-Alain “En dirección a la adolescencia”. Psicoanálisis inédito. 21 marzo de 2015. Web. 15 jul.
2016. http://www.psicoanalisisinedito.com/2015/04/jacques-alain-miller-en-direccion-la.html
Ratier, Francis. “La paz es un delirio”, Brousse, Marie-Hélène. El psicoanálisis a la hora de la guerra. Buenos
Aires: Tres Haches, 2014.
Rodríguez, Gina Paola. “Filosofía y violencia. Dos miradas al fenómeno terrorista”. WebDocente de la Uni-
versidad Nacional de Colombia. Marzo 2011. Web. 15 de jul. 2016. www.docentes.unal.edu.co/gprodriguezm

Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 88 - 91 91


ISSN 1668-3897
El miedo al otro
La sociedad del miedo

Antonia Caparroz “Cuando le pasan cosas que no com-


prende, el hombre tiene miedo” 1 .
Es psicoanalista en Córdoba, Argentina J. Lacan
Miembro de la Escuela de Orientación
Lacaniana (EOL)
Miembro de la Asociación Mundial de
Psicoanálisis (AMP)
S ucedió en Córdoba, en diciem-
bre del 2013; dos días y una ma-
drugada, en la que el silencio primero,
el enfrentamiento después, dejó muer-
tos, heridos, miedo y vergüenza.
Una sucesión de hechos sociales y
judiciales precedió el acontecimiento
que, finalmente, con el reclamo salarial
de la policía, precipitó en un autoacuar-
telamiento de ésta, situación que con-
dujo al abandono de sus funciones de
protección y control social.
La percepción de una inseguridad
generalizada y de una amenaza circun-
dante se fue estableciendo en la pobla-
ción frente a esos hechos. Con el correr
de las horas, el caos finalmente llegó y
se extendió como reguero de pólvora
por la ciudad.
Grupos de personas de ambos
sexos, de edades y clases sociales dife-
rentes, iniciaron y/o participaron de sa-
queos en distinto barrios.
En nombre de la autodefensa, otras
personas se agruparon con armas de
fuego, palos, etc. También, a golpes de

Mediodicho - Nº 42 1
Lacan, Jacques. Entrevista para el periódico Pano-
septiembre de 2016 rama (Roma) en su número del 21 de diciembre de
Escuela de la Orientación Lacaniana 1974. Web. 29 de jun. 2016:
Sección Córdoba http://www.ffcle.es/files/Entr_lacan.htm

95
Perspectivas, ideas, problemas

puños y patadas, atacaron a quienes suponían delincuentes, llegando a situaciones


de linchamiento.
Las autoridades del gobierno, en sus distintos niveles de responsabilidad, es-
tuvieron ausentes, impotentes, indiferentes, invisibilizados.
Una negociación posterior con el poder político, vivido por la fuerza policial
de modo triunfante al grito “la calle es nuestra”, pero oscura e incierta en su de-
venir para la misma, restituyó, no obstante, “el orden” en la ciudad.
Ésta es una descripción ciertamente breve de los hechos ocurridos en aquel
momento, que conmovieron profundamente a Córdoba, su ciudad capital en par-
ticular, instalando en ésta el sentimiento de inseguridad como un mal absoluto,
una sociedad del miedo.
Una sociedad ganada por la desconfianza, sin un Otro de la autoridad que pu-
diera encarnarse; salvo en aquellos ciudadanos que haciendo uso de su “derecho
al goce”, al modo sadiano, se erigieron ellos mismos con poder policial.
Una sociedad marcada por la precariedad de los lazos humanos, que vio redu-
cida su capacidad de convivir con las diferencias.
Una sociedad que pudo, incluso, exhibir solidaridad frente al desmadre pro-
vocado, pero “solidaridad selectiva” (Bauman, 92), ya que “los otros” no dejaron
de ser percibidos como una amenaza y permanecer bajo sospecha y vigilancia.
Nuestra época está signada por esos rasgos: sospecha y vigilancia, y todos po-
demos constituirnos potencialmente en una amenaza para los otros.
Y tememos, sí, lo que no comprendemos, y no comprendemos lo que no po-
demos controlar, que resulta, así, desconocido.
Considero propicio recordar aquí lo señalado por Sigmund Freud en su texto
El Malestar en la Cultura, cuando refiere que el sufrimiento amenaza en tres direc-
ciones: desde el propio cuerpo condenado al deterioro, desde las fuerzas de la na-
turaleza que pueden lanzarse implacables en su destrucción, y desde las relaciones
con los otros humanos. Tal vez la más dolorosa, aclara Freud (3025).
Estas tres direcciones, sin embargo, confluyen en un mismo destino: el sufri-
miento del cuerpo. Nuestro cuerpo es la fuente del mayor de nuestros temores.
Tenemos miedo de él porque sólo se goza del propio cuerpo.
“El miedo, dice Zygmunt Bauman, es el nombre que damos a nuestra inde-
fensión” (124).
Las amenazas mencionadas no se han modificado en nuestra época, antes bien,
la globalización y el desarrollo tecnológico resultantes de la conjunción del capi-
talismo y la ciencia, con sus efectos de exclusión, parecen acrecentarlos y, con ello,
el sentimiento de inseguridad, el miedo, la indefensión.
En ese marco, pienso los hechos relatados. Córdoba fue, en esos días de cólera,
escenario para el despliegue de un real sin ley: el descontrol, lo desconocido, eso
traumático que irrumpió como retorno de lo simbólico expulsado.

96 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 95 - 97


ISSN 1668-3897
Antonia Caparroz La sociedad del miedo

¿Qué consecuencias?

No puede concluirse al respecto, pero leer, interpretar las marcas que estos he-
chos dejaron en el tejido social no es tarea de algunos, sino que nos cabe como
ciudadanos y como psicoanalistas generar espacios de encuentro y de conversación
que hagan posible la dialectización para cada sujeto que goza, espacios que hagan
lugar a la palabra y la dignidad del sujeto.

Bibliografía
Bauman, Zygmunt. Miedo líquido. La sociedad contemporánea y sus temores. Bs.As: Ed. Paidós, 2008.
Freud, Sigmund. “El Malestar en la Cultura”. Obras Completas. Tomo III. Cap II. Madrid: Ed. Biblioteca Nueva,
1973. 3era Edición.

Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 95 - 97 97


ISSN 1668-3897
“…Vivir con la otredad”

Entrevista a
Natalia Ferreyra L a madrugada del autoacuartelamiento
policial del 2013 en la ciudad de Cór-
doba afectó de un modo particular al barrio
Nueva Córdoba, caracterizado por tener una
gran población de estudiantes universitarios. Lo
sucedido fue registrado por los mismos vecinos en
sus dispositivos móviles y cargados a distintas
Reside y trabaja en Córdoba, Argentina redes sociales.
Lic. Comunicación Social. Meses después, una alumna del Postgrado
Escritora y realizadora audiovisual de Documental Contemporáneo de la Escuela
Directora del Documental La hora del lobo de Ciencias de la Información de la U.N.C. de-
Autora del libro de relatos El resto de los días cidió hacer su proyecto final a partir de aquel
Editorial Nudista material disponible en internet, se trataba de
Natalia Ferreyra. Tituló a su obra La hora
del lobo.

Natalia Ferreyra (NF): Después de


esa noche, la mañana siguente, lo pri-
mero que recibí fue la llamada de mi jefe
que me dice: “No va a abrir la universi-
dad”. Pensé que era una exageración,
luego prendí la computadora y encontré
en las noticias uno de los videos que des-
pués usé en el documental: el del chico
corriendo por la calle mientras es perse-
guido por un grupo que carga un bate de
béisbol. Cuando lo vi no sabía en qué
ciudad estaba viviendo. Me pareció un
horror todo. ¡Una masa de jóvenes uni-
versitarios que actúa de esa manera! Sentí
miedo. A partir de ahí, comencé a pensar
el proyecto.
Mediodicho - Nº 42 Pasaron los meses y yo veía que,
septiembre de 2016
Escuela de la Orientación Lacaniana
cuando se volvía al tema, la cuestión de
Sección Córdoba “los chicos de Nueva Córdoba” se tra-

98
Entrevista a Natalia Ferreyra “…Vivir con la otredad”

taba como: “pobres, se tuvieron que defender”, “no les quedó otra”. Así estan re-
gistradas las cosas en los archivos de los noticieros, incluso los comerciantes del
barrio pusieron carteles: “Gracias, vecinos”.
Yo quería hablar con los protagonistas porque no veía esa acción violenta como
una cosa de defensa propia, no estaban entrando a sus departamentos.
Cuando presenté el proyecto dije “lo que quiero hacer es hablar con los chicos
de Nueva Córdoba y que me digan por qué actuaron como actuaron”. Yo creía
que, a través de eso, iba a salir el tipo de ideología que estaba en juego: tenés que
tener determinada concepción del otro para actuar como actuaron ellos.

Mediodicho (M): ¿Cómo encontraste a los entrevistados?

NF: Primero, empecé por Facebook, lo cual me confirmó la idea que quería re-
alizar, porque empecé a rastrear publicaciones en las redes, publicaciones de esa
noche. De hecho, la película empieza con la lectura de uno de esos posteos.

M: Agustín, al que le proponés que lea el texto que publicó esa noche frente a
cámara.

NF: Sí, creo que es el mejor entrevistado del documental. Es como que, por
momentos, defiende lo que hizo y se siente orgulloso. Pero, a su vez, le ves los
ojos llenos de lágrimas. Cuando él dice: “era
como La hora del lobo”, no le pregunté si él ...se alimenta esto
había visto la película de Bergman , elegí esa de que el otro es alguien
1 “ tan
frase por él, por cómo se vivió esa noche:
¿quién era el lobo? ¿Cuáles son los lobos? ¿O
distinto que es temible
todos nos volvemos lobos porque el otro se vuelve un lobo para uno?

M: ¿Creés que el documental pone de relieve algo que se estaba dejando pasar
como si nada, trae una dimensión que estábamos queriendo tapar?

NF: Córdoba, como sociedad, siempre ha tenido esa tendencia de no revisar.


No hay revisión histórica, hay grupos muy cerrados y tradicionales.
Lo que quería hacer con La hora del lobo era mostrar de la manera más brutal
lo que funcionó esa noche. Trataba que se explicite la ideología que estaba detrás
de lo que hicieron los chicos. Es una obra netamente discursiva, lo digo siempre.

1
La hora del lobo es un film de Ingmar Bergman estrenado en 1968. La frase que le da título a la película se
dice en un momento del relato: "La hora del lobo es el momento entre la noche y la aurora cuando la mayoría de la gente
muere, cuando el sueño es más profundo, cuando las pesadillas son más reales, cuando los insomnes se ven acosados por sus mayores
temores, cuando los fantasmas y los demonios son más poderosos..."

Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 98 - 102 99


ISSN 1668-3897
Perspectivas, ideas, problemas

Usé los archivos tal como estaban en YouTube porque me parecía que mostraban
la espectacularización que se hizo de la violencia. Los mismos entrevistados me
decian “era como una película”, hablaban mucho de series de TV como The walking
dead y una película: La Purga. Es asombroso, pero la gente salía a los balcones a
filmar. Si pasa algo así en tu barrio, ¡te da miedo!, te querés ir, pero ¡ponerte a fil-
mar!, ¿qué pasa en esa cabeza?
Por eso yo le dije a la montajista que no tocara los archivos.

M: Dijiste que esa mañana te despertaste, tu jefe te dijo que no iba a haber clase
porque había miedo, que abriste la computadora y viste esos videos y tuviste miedo…
¿Cuándo decidiste hacer la película?

NF: A los tres días de los hechos, una amiga me dijo “mirá lo que es esto” y
me mandó un posteo de Facebook. Lo leí, lo guardé y dije: “yo con esto voy a hacer
algo”.
Ni sabía qué. Después de ver esa publicación, los primeros días de enero, me
fui a Río de Janeiro, ahí las clases sociales se cruzan, la gente de las favelas hace
sus compras en el centro de la ciudad… entonces me dio tristeza, porque me acor-
daba que, cuando yo era chica, Córdoba era así. Por más que son realidades dis-
tintas, en Río, la gente de los barrios populares habita el centro.

Hay que tener en cuenta lo que pasó con Córdoba en los últimos años: el Có-
digo de Faltas2, los chicos de
“ ¿Quién era el lobo? ¿O todos Nueva Córdoba -no los quiero
nos volvemos lobos porque el otro poner como víctimas- pero ven
se vuelve un lobo para uno? ”
cómo actúa la policía todo el
tiempo, que detiene a los que
son de los barrios periféricos, y esta situación social que vivimos hoy generó un
universo.
En Nueva Córdoba se concibe al otro como extraño. Hay un sociólogo que
se llama Pablo Semán que habla de Nueva Córdoba, dice que es una burbuja, el
New York de Córdoba y que sus habitantes se lo creen un poco. Creo que, lo que
pasó esa noche es que algo de aquella fantasía se rompió.
En Río seguramente también la gente tiene miedo a la inseguridad, pero está
más acostumbrada a vivir con la otredad.

2
Se trata de una ley de la provincia de Córdoba aprobada por la Legislatura con el número 8431. “Su objetivo
es castigar algunas conductas que perjudican la vida cotidiana de los ciudadanos y así facilitar la convivencia”.
Actualmente, este Código esta en discusión y cuenta con una amplia oposición, se lo critica de ser utilizado se-
gregativamente y de permitir a la Policía Provincial cometer abusos de autoridad al incluir muchos comporta-
mientos que no afectan a nadie y que son, en muchos casos, el ejercicio de derechos que están en la Constitución
Nacional.

100 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 98 - 102


ISSN 1668-3897
Entrevista a Natalia Ferreyra “…Vivir con la otredad”

Finalmente, todo el proceso de construcción del documental fue entre sep-


tiembre y diciembre de 2014.

M: Es cierto que con las ambiguedades que permite el Codigo de Faltas que usa
la policía, los habitantes de los barrios de la perifería no pueden entrar fácilmente
a Nueva Córdoba. Hay una especie de frontera policial que frena el libre flujo, pero
nos preguntábamos si eso no alimenta el lobo.

NF: Sí, se alimenta esto de que el otro es alguien tan distinto que es temible.
Lo estigmatizás. Es impresionante, pero los chicos que crecen en los countries se
toman un colectivo y sienten miedo.
Discursos así están todo el tiempo. Te subís a un taxi, te ponés a hablar con el
taxista y aparece. Bueno, esa noche se vio en acto y hubo cámaras que lo registra-
ron. Creo que ahí esta la causa del impacto que provoca el documental.
Igual, ustedes hablan de esta cuestión del miedo, pero con los chicos que hablé
no apareció el miedo nunca. Uno de los chicos me escribió después de la proyec-
ción del documental expresando que había revivido la misma adrenalina de esa
noche. Recordé que cuando lo entrevisté me dijo algo así que lo había vivido como
un partido de rugby, “que era como salir a la cancha”.
El único que tuvo miedo fue Gastón, el chico que sale a la calle a hacer algo
distinto que sus vecinos, trata de salvar a uno que estaban pegando. El resto de
los entrevistados dice otra cosa. Por lo menos con los que hablé yo fueron muy
sinceros en ese sentido, por eso los respeto.

M: Agustín habla de espanto…

NF: Dice que cuando quebró ese espanto que tenía al principio es cuando sin-
tió que se transformó en actor de lo que pasaba, que él no iba a esperar a que vi-
nieran por él, que decidió convertirse en protagonista.

M: El acto le quita la certeza a la angustia.

NF: Creo que si pasas a ese acto, más allá de quebrar la angustia, tenés que
tener algo que te avale, y no sé si era miedo.
Lo que quiero decir es que si vos salís así a la calle, antes, muchos años antes,
has ido construyendo tus capas de sentido en relación al otro. Yo lo que intento
es exponer esa ideología. Creo que es lo suficientemente brutal como para expli-
carse sola, para dar cuenta sola a través de las imágenes, cómo funciona.

M: ¿Vos tenés una definición de si es un documental o una crónica?

Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 98 - 102 101
ISSN 1668-3897
Perspectivas, ideas, problemas

NF: No me interesó mucho definirlo. Lo hice. Para mí es un documental con


mezcla de crónica, hay un montaje. La crónica sería relatar cómo fue todo esa
noche teniendo muy presente los hechos, “22:55, 11:00, 1:00, 2:00…” Por eso no
lo tuve tanto como crónica, sería débil como crónica.
Roger Koza dijo algo que me gustó en una de las presentaciones de la película.
No recuerdo exactamente sus palabras pero algo así como que, no era un producto
periodístico. Que un noticiero hubiera puesto música, zócalos, títulos, que así era
el mundo de las noticias hoy y justamente La Hora del Lobo no hacía eso. Y resaltó
cómo la película había vuelto a validar la entrevista en el mundo del cine. Me
gustó, justamente, porque tomó lo que yo pensé en su momento, el valor de los
discursos y las palabras.

M: Hoy, ¿cuál es tu lectura del efecto que produjo La hora del lobo y qué te
volvió a vos?

NF: Los efectos fueron múltiples. Me invitaron de colegios, fui a uno y no fui
más, ¡aplaudían cuando se linchaba a la gente! No estoy acostumbrada a manejar
situciones así. También fui a un terciario y no aplaudieron pero sí justificaban la
violencia, toda esta idea de que lo que vos tenés lo conseguís por esfuerzo propio
y viene alguien a sacártelo y eso es muy duro. Yo les preguntaba: “¿Nunca te pu-
siste a pensar que esas personas pueden pensar lo mismo que vos pero al revés?”.
Es que el capitalismo genera una situación de violencia implícita todo el tiempo.
No somos conscientes. Si lo sos, te volvés loco, no salís a la calle, pero en realidad
es así.
Despues, hay cosas que me volvieron a mí, que tienen que ver con lo personal,
que a las ideas hay que llevarlas adelante.
Creo que el buen efecto que tuvo, la popularidad, es porque la gente no está
acostumbrada a revisarse. Es muy psicoanalítica la idea, yo estoy en análisis. Hay
algo ahí que me interesa, no sé si tiene que ver con mi análisis, con mi historia
personal, pero está por salir mi primer libro de cuentos, de ficción, y también tiene
que ver con lo que está implícito.
Entonces, lo que pasó esa noche fue la palabra hecha acto en su máxima ex-
presión: “a estos negros de mierda hay que matarlos a todos, son todos choros y
vagos”. Esa noche se cayó una barrera, que es la policía, que te protege de aquel
otro, ahí se soltó algo y apareció de modo crudo lo que esas palabras construyen.

M: Natalia, te queremos agradecer muchísimo por tu tiempo, ha sido un placer.


NF: Gracias a ustedes, me sentí muy cómoda, tantos psicoanalistas juntos,
antes de venir yo tenía miedo (risas).

102 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 98 - 102


ISSN 1668-3897
Lo que el arte
nos enseña
Escenarios apocalípticos

Christian Ríos Real, ciencia y ficción

H
Es psicoanalista en La Plata, Argentina ablar de escenarios apocalíp-
Miembro de la Escuela de Orientación ticos, en la literatura y el cine,
Lacaniana (EOL)
nos remite a un género específico: la
Miembro de la Asociación Mundial de
ciencia-ficción. Estos relatos sitúan la
Psicoanálisis (AMP)
acción dramática en coordenadas tem-
porales diferentes a las nuestras y en
torno a la especulación de los avances
científicos y sus impactos en la socie-
dad.1
El termino ciencia-ficción fue intro-
ducido, en la portada de la revista Ama-
zing Stories, por Hugo Gernsback en
1926, pero su origen se remonta al siglo
anterior, ya que el primer texto consi-
derado de ciencia ficción fue Frankens-
tein de Mary Shelley (1818).
Este relato no sólo muestra cómo
la ciencia fragmenta el cuerpo, sino
también cómo el saber científico revive
el cuerpo muerto. La vida se desplaza
del ámbito divino al dominio científico.
La ciencia logra, no sin consecuencias,
ya que llegamos a preguntarnos si no
hubiese sido mejor que esos órganos
permanezcan sin vida, vencer a la
muerte.
A partir de ese momento, encontra-
mos toda una serie de trabajos que se

Mediodicho - Nº 42
septiembre de 2016 1
Este género literario también fue conocido como
Escuela de la Orientación Lacaniana “novela de anticipación”, debido a que muchos relatos
Sección Córdoba anticiparon logros científicos.

105
Perspectivas, ideas, problemas

engloban en ese género. Desde La incomparable aventura de un tal Hans Pfaal (Poe,
1835), pasando por Viaje al centro de la tierra (Verne, 1864), hasta La guerra de los
mundos (Wells, 1898).
La lista de obras continúa en el siglo XX al punto que su segunda mitad fue
considerada la edad de oro de la ciencia ficción2. Ubiquemos esa particularidad
en relación a un tiempo de mayor desarrollo del pensamiento científico. Recorde-
mos que en el siglo XX se concretan los logros tecnológicos imaginados por los
escritores del siglo XIX3.
Las problemáticas que se desprenden del avance científico constituyen el nú-
cleo de los relatos de ciencia ficción, ya sea porque plantean un peligro latente -la
aniquilación de la vida humana fruto de un error en la manipulación de un pro-
ducto científico, la destrucción del planeta como consecuencia del uso de armas
de destrucción masiva o la alteración de la historia en los viajes a través del tiempo-
y un dilema ético: ¿Cuáles son los límites de la ciencia? ¿Hasta dónde la ciencia
puede entrometerse en los asuntos divinos? Punto de tensión entre el avance de
la técnica y sus consecuencias, entre el desarrollo del saber científico y la posibi-
lidad de que éste nos conduzca a la destrucción.
Miquel Bassols nos recuerda que Lacan utiliza, en el seminario 17, la expresión
“el horizonte de la mujer” (Blog Miquel Bassols) para situar el goce sin forma al
que nos empuja el discurso de la ciencia con su incesante producción de objetos.
Desde esta perspectiva, la ciencia nace con el ideal científico de medición, pero
en su movimiento no hace más que producir y rodear aquello que no tiene forma,
el objeto a. Leemos el efecto feminizante del discurso científico en tanto el sujeto
es empujado a encarnar el objeto.
También interpretamos esa frase a partir de la fórmula de la feminización del
mundo (Miller y Laurent, 2005). Si consideramos que el discurso capitalista, en su
articulación con la tecnociencia, ha horadado el significante del Nombre del Padre
(NP), elemento que permitía limitar y cerrar el conjunto, la lógica del goce con-
temporáneo quedaría delimitada a partir del lado derecho de las formulas: el no–
todo.
Agreguemos que existe una correspondencia entre la feminización del mundo
y el ascenso del objeto al cenit social. Ante la declinación del NP, cualquier objeto,
gadget, puede venir a su lugar.
En este punto reside la importancia de la ciencia ficción, ya que atrapa el goce
al que empuja la lógica del mundo contemporáneo. Si la ciencia supone un saber
en lo real y, en tanto empuja a cumplir su ideal de medición, reduce lo real al saber,

2
Mencionemos, entre los grandes escritores del siglo XX, Isaac Asimov, Arthur Clarke, Aldous Huxley, George
Orwell y Ray Bradbury.
3
La idea de la bomba atómica, por ejemplo, fue imaginada por Wells en su célebre novela La guerra de los mundos
(1898).

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ISSN 1668-3897
Christian Ríos Escenarios apocalípticos

y en este sentido rechaza el agujero en el saber de la no relación sexual, la ciencia


ficción reintroduce lo que no marcha, aquello que no se puede medir.
La ciencia ficción da cuenta del punto donde la ciencia falla, ya sea por las con-
secuencias de su empuje ilimitado o por el golpe de una contingencia cuando
menos se lo espera. El recurso a la ficción -simbólico- permite situar el real del
que se trata, el goce fuera de la medida fálica.

Apocalipsis: una carretera sin Estado

La carretera (McCarthy, 2006) es una de las mejores novelas sobre el apocalipsis.


A diferencia de otras versiones, la destrucción del mundo no llega a través de la
propagación de un virus, como sucede en Soy Leyenda (Matheson, 1954), tampoco
se trata de un apocalipsis zombies, al mejor estilo de la serie The Walking Dead
(2013- 2016), dirigida por Darabont, mucho menos de una invasión extraterrestre,
como en la taquillera El día de la independencia (Emmerich, 1996).
Si bien cada una de estas historias pone en juego diferentes ficciones en torno
a un real inquietante, en La carretera ese real resulta completamente insoportable.
El mundo es imposible de habitar. No existen campos verdes y días soleados, tam-
poco queda agua cristalina, peces en los ríos, ni animales silvestres. Explosiones y
terremotos se desatan sin previsibilidad. Grandes fogatas arrasan los bosques, y
sólo quedan en pie árboles muertos carbonizados por el fuego. No hay posibili-
dades de encontrar un fruto o sembrar una semilla. La tierra ha sido cauterizada
y nada nace allí. La naturaleza se encuentra desbastada, “loca”, fuera de la ley.
Los protagonistas son un padre y un hijo intentando llegar al mar. La esperanza
de un mejor clima los anima. Pero McCarthy no nos da respiro. El sur no es dis-
tinto a otros lugares, el mar ya no es azul, sino gris, lleno de cenizas y muerte.
No encontramos un signo de vida más allá de los sobrevivientes. Despojos
humanos que transitan sin rumbo, a través de una carretera sin Estado, porque ya
no hay adónde ir, ni tampoco dónde quedarse. Las ciudades son grandes basurales
y el peligro asecha por doquier. Hordas de asesinos recorren los caminos en busca
de alimentos y armas, esclavizan a los más débiles, violan a las mujeres, comen a
los recién nacidos.
Ningún lugar es seguro. Los sobrevivientes deben mantenerse en movimiento
y dormir en la intemperie, bajo un clima gélido y lluvioso. Ya no se sabe quiénes
son los buenos y quiénes los malos. La diferencia se pierde y sus protagonistas se
encuentran forzados a preguntárselo.
El padre se esfuerza en ocultar la dureza de ese mundo, inventa rituales sin
ningún tipo de apoyo social y, si bien por momentos encuentran cierto alivio, no
duda en empujar a su hijo a la muerte si las circunstancias lo apremian.

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ISSN 1668-3897
Perspectivas, ideas, problemas

McCarthy nos muestra una sociedad sin NP. La encontramos en cada pasaje
de la novela, pero también en la escritura. McCarthy utiliza oraciones breves y di-
rectas, omite los guiones en los diálogos, algunos signos de puntuación y el nombre
de los personajes.
La sociedad descripta en La carretera es una sociedad soportada en un simbólico
fragmentado y declinado. Lejos quedó el orden simbólico de las sociedades del
padre... Pero no olvidemos que a este (des)orden simbólico lo acompaña un real
completamente alterado, imposible de velar.
Tal vez de esto se trate el apocalipsis.

Bibliografía
Bassols, Miquel. “Ciencia, ficción y feminización”. Intervención Plenaria sobre el tema "El horizonte con-
temporáneo de la femineidad" del VIII Congreso de la AMP, Bs. As., 25 de abril de 2012. Blog. 22 de may. 2016.
http://miquelbassols.blogspot.com.ar/2012_04_01_archive.html
McCarthy, Cormac. La carretera. Barcelona: Mondadori, 2006.
Miller, J.- A. y Laurent E. El Otro que no existe y sus comités de ética. Bs.As.: Paidós, 2005.

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ISSN 1668-3897
“Lucifer sin vinilo”

“Hasta el más valiente entre nosotros


se teme a sí mismo”.
Oscar Wilde, “El retrato de Dorian Gray”.

Bárbara Navarro
Es psicoanalista en Córdoba, Argentina
Miembro de la Escuela de Orientación
E n mi niñez existía un popular
mito: si se reproducía el disco
de la banda de rock KISS al revés se
Lacaniana (EOL) podía escuchar un mensaje demoníaco.
Miembro de la Asociación Mundial de Dicho mito funcionaba para muchos
Psicoanálisis (AMP) como una invitación a buscar en sus
pistas los mensajes ocultos. Para otros,
constituía un motivo para no escu-
charlo ni mirarlo en la vidriera. Y para
los más extremistas, era una invitación
a proferir mensajes inquisidores sobre
el grupo KISS.
Hace tiempo, algunos intentan que
su música emita ese mensaje en forma
directa, uno de ellos es el famoso
cantante rockstar Marilyn Manson, per-
sonaje controversial, contestatario. Vo-
calista, compositor, pintor, actor,
escritor y director de cine. Su nombre
artístico surge de la combinación del
nombre de la actriz y modelo Marilyn
Monroe y el apellido de Charles Man-
son, el asesino serial reconocido por
“Helter Skelter”. La elección del pseudó-
nimo surge del interés de demostrar la
convivencia entre el bien y el mal. De
ello dice: “Marilyn Monroe tenía un lado
oscuro” así “como Charles Manson también
Mediodicho - Nº 42 tenía un lado bueno e inteligente” (Revista
septiembre de 2016
Escuela de la Orientación Lacaniana
Rolling Stone Digital).
Sección Córdoba Con una estética que escandalizó,

109
Perspectivas, ideas, problemas

una imagen grotesca, bizarra, ambigua, exhibicionista, el vocalista provoca con un


submundo oscuro logrando llamar la atención. Su rostro cantando puede parecer
el personaje principal de la pintura “El grito” de Edvard Munch. Es el “cuco” y el
niño asustado a la vez.
Su música alineada dentro del rock gótico industrial destila letra con un mensaje
que no requeriría reveses, coqueteando con el miedo y el morbo.
Si bien Manson fue educado en el seno de una familia cristiana, actualmente
es reverendo honorífico de la Iglesia de Satán. Desde el lanzamiento de su primer
disco emitía una fuerte oposición a las organizaciones religiosas con provocadoras
letras. En 1996 se autonominó como “anticristo superstar”. El escandaloso cantante,
identificado con el ángel caído, no abandona sus referencias a contenidos religio-
sos. Recurre a uno de los instrumentos más antiguos de la religión: el miedo.
Debido a su mensaje antirreligioso, fue culpado como influencia y en parte
responsable por parte de sectores sociales conservadores de la masacre en la es-
cuela secundaria Colum-
bine. Frente a esos
hechos, Manson refiere:
“finalmente soy un sím-
bolo al que hay que temer
porque represento lo que
todo el mundo teme, por-
que siempre digo y hago
lo que quiero… Sin em-
bargo, yo soy el malo por-
que canto unas canciones
de rock. ¿Quién es más in-
fluyente: el presidente o
Marilyn Manson? Me gus-
taría creer que soy yo, pero es el presidente… Cuando ves televisión, ves las no-
ticias, te bombardean para que tengas miedo: el racismo, el SIDA, los asesinatos.
Pero dicen: compra Acura, compra Colgate. Es una campaña de miedo y consu-
mismo”. Cuando se le preguntó qué les diría si pudiera a los dos chicos de Co-
lumbine dijo: “Yo no les diría nada, los escucharía. Es lo que nadie hizo” (Bowling
for Columbine, documental).
Manson conoce el juego del mercado y sabe jugarlo. La perversión ya no logra
ser transgresora, el sistema se alimenta de ella en la búsqueda de efectos de impacto
cada vez más fuertes. El vocalista sube la apuesta y sigue las leyes del mercado.
Denuncia al miedo como una herramienta de manipulación política cuya arma es
su uso como entretenimiento mediático, al tiempo que replica el mensaje encar-
nando el empuje de un goce sin medida que promete llegar al máximo.

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Bárbara Navarro “Lucifer sin vinilo”

Jacques-Alain Miller refiere que “el miedo es la pasión de las sociedades mer-
cantiles (…) El culto de la felicidad engendra el reino del miedo”. Dice que el
hombre juega a provocarse el miedo, “el carnaval de los miedos tiene ciertamente
una dimensión lúdica: un miedo caza a otro, hay miedos de moda, se inventan
miedos, el público pide miedos. Pero lo que no es un juego es que más acá de esos
miedos multiformes y siempre renacientes, lo que expresan y camuflan a la vez
una angustia social difusa y cuyo objeto está velado” (Blog ELP).
En este carnaval1, que es la sociedad del miedo y el riesgo, el sujeto está en pe-
ligro, todo aparece como inseguro, lo cual acentúa la política de las prevenciones
y precauciones. Esa es también una oferta del mercado que empuja a consumir
esos “antipánico” como modo de evitar el riesgo.
La provocación del miedo aparece como un potente disciplinador. El miedo
vende y Manson, como otro producto del mercado, sabe usarlo. Sabe usar con su
imagen aquello que denuncia y constituye la clave de su éxito: ambigüedad sexual,
imagen de perversión publicitada, miedo, inseguridad y retorno a la religión.
Pero más allá de los velos, de los maquillajes, ¿de qué tenemos miedo?
Esta pregunta, que Lacan formula en “La Tercera” (102), es tan interesante
como su respuesta. Nos dice que tenemos miedo de nuestro cuerpo, siendo la an-
gustia algo que se sitúa precisamente allí. De este modo, se trata de algo que no
está sólo en el afuera, en el Otro social, sino en ese Otro que es el cuerpo. Así, de-
fine a la angustia como el miedo del miedo y aclara que mucho de ello tiene que ver
con el sexo.
La época de Manson es la época en la cual el complejo de castración no cumple
una función de nudo, de allí la dificultad de los sujetos de encauzar su malestar,
de poder encaminar la errancia a un síntoma. La precariedad de lo simbólico no
alcanza para hacer borde al miedo.
Quizás es lo que Marilyn Manson sabe encarnar bien, provocador de la mirada
entre la angustia y el sexo. En un momento en que las posiciones sexuadas se ha-
llan tambaleantes, vacilantes, el cantante encarna la ambigüedad, se hace repre-
sentante de esa misma vacilación.
¿Nos enfrentamos en la experiencia analítica con algo que podríamos llamar
“clínica del miedo”? Quizás sí, teniendo en cuenta que habitamos esa sociedad
del miedo. Al día de hoy, a los psicoanalistas nos toca alojar a sujetos panicosos,
pavorosos, muchas veces medicados por ello, y dar lugar a la palabra a esas expe-
riencias de miedo en sus cuerpos. Hoy están más que vigentes las palabras de
Lacan, quien dice que lo que lleva a la gente a analizarse es el miedo, la dificultad

1
El término carnaval es interesante en el punto de su relación con contenidos religiosos. Se caracteriza por ser
una celebración de descontrol y permisividad. La etimología del término indica que proviene del latín: “carnem-
levare”, que significa “abandonar la carne”, lo cual es justamente la prescripción obligatoria para los cristianos en
tiempos de cuaresma”.

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Perspectivas, ideas, problemas

de comprender ciertas cosas, el sufrimiento por no comprender qué los conduce


a un estado de pánico.
De este modo, la práctica analítica se reinventa, no teme lo que se viene y pro-
mueve echar luz a los reveses.

Bibliografía
Lacan, Jacques. Entrevista por la escritora y periodista Emilia Granzotto titulada: Freud per
sempre, publicada para revista Panorama -editada en Roma- en su número del 21 de noviembre de 1974.
Lacan, Jacques. “La Tercera”. Intervenciones y Textos 2, Buenos Aires: Editorial Manantial, 2010, 7° reimpresión,
p. 73-108.
Manson, Marilyn. Datos de su discografía. Web. 14 de jul. 2016. www.marilynmanson.com y http://www.bill-
board.com/artist/309449/marilyn-manson/charty
Miller, Jacques-Alain. Donc. La lógica de la cura. Buenos Aires: Editorial Paidós, 2011, 1° impresión.
Miller, Jacques-Alain. “El carnaval de los miedos” publicado en Le point, traducción Silvia Baudini. Blog. 14
de jul. 2016. http://blog.elp.org.es/all/cat15/el_carnaval_de_los_miedos_por_jacques_al/
Miller, Jacques-Alain. “El hombre sin atributos” Virtualia N° 15, año 2006.
Moore, Michael. Documental Bowling for Columbine, Coproducción USA-Canadá; Dog Eat Dog Films /
Alliance Atlantis Communications, año 2002.
Revista Rolling Stone. Web. 14 de jul. 2016.
http://www.rollingstone.com/music/lists/20-best-metal-albums-of-2015-20151210/marilyn-manson-the-
pale-emperor-20151209
http://www.rollingstone.com/music/features/marilyn-manson-the-vampire-of-the-hollywood-hills-
20150106

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“A veces el humor sirve para
quitarse el miedo”

Entrevista a
Alejandro Dolina M atías Meichtri Quintans (MM):
Cada número de Mediodicho
tiene un tema. Este año, el Comité Edi-
Por Carolina Aiassa y torial decidió trabajar la cuestión del
Matías Meichtri Quintans miedo. Encontramos en un relato suyo
que es la posibilidad de anticiparse a al-
Alejandro Dolina guna situación lo que permite que haya
Reside y trabaja en Buenos Aires miedo, si no hay esa anticipación…
Artista, escritor, músico y conductor de radio
Alejandro Dolina (AD): El miedo
es un recurso que tiene un sistema para
anticipar la incertidumbre del entorno
-diría un científico. Posiblemente, si no
existiera ese mecanismo que pone al
cuerpo en situación de defensa, de
huida o de adaptación, sería fatal. Así
que el miedo es una buena noticia, es
un arma de defensa. A veces, el miedo
también facilita el ataque.
La otra cosa que yo diría es que el
miedo está hecho de tiempo, el miedo
es tiempo. Si no existiera el tiempo, el
miedo sería una circunstancia inconce-
bible. Se nutre de inminencia, entiendo.
Uno tiene miedo de lo que va a ocurrir
pronto. No se tiene miedo, o no se
tiene tanto miedo a lo que nos dicen
que va a ocurrir alguna vez y no se sabe
cómo. Al menos el miedo cerril es
Mediodicho - Nº 42 miedo a la inminencia.
septiembre de 2016
Escuela de la Orientación Lacaniana
Sección Córdoba Carolina Aiassa (CA): Pensaba en

113
Perspectivas, ideas, problemas

esto del tiempo y la defensa, la inminencia de la amenaza pone en funcionamiento


el cuer po.

AD: Exactamente, en ese sentido también podríamos decir que uno hace casi
todo lo que hace por miedo. Por miedo a que no lo quieran, por miedo a la sole-
dad, por miedo a la destrucción. Cuando uno escribe, quizá también no está ha-
ciendo otra cosa que poner en funcionamiento unos mecanismos de huida, de
defensa, de preparación y de agudización de las percepciones. Con tal de que me
quieran, soy capaz de escribir esta novela. Así decía Barthes. Roland Barthes decía
que, en realidad, uno escribía para que lo quisieran. Bueno, eso no es otra cosa
que miedo, miedo a no ser admitido, a ser rechazado. Yo creo que uno escribe
mucho por eso.

CA: Por esto es interesante la escritura. Porque es distinto que el hablar, el es-
cribir.

AD: Es muy distinto. El hablar está nutrido de pequeñas maniobras de la co-


tidianeidad. No siempre necesita un pensamiento el habla. En cambio, la escritura,
sí. Necesita un pensamiento organizado, un pensamiento que aspire a cierta si-
metría artística, que aspire a lograr ciertas conexiones. Uno es otra persona cuando
escribe, no es el mismo que cuando uno habla, se pone en un estado de conciencia
-diría yo- que es diferente.

MM: ¿Se podría decir que en la escritura se subsiste de otra manera? Lo que
queda escrito también perdura más que lo que se dice.

AD: Sí, cuando uno escribe está también el enfrentar el registro. Las palabras
se las lleva el viento, o uno tiene esa idea. Vivimos hoy en una sociedad en donde
el registro lo abarca todo. Ese sería un tema interesante para pensar: nunca como
ahora el olvido ha sido tan combatido. En la antigüedad clásica no existían los re-
gistros. Queda apenas una pequeña parte de lo que fue aquella literatura. Sin em-
bargo, cada vez más la historia comenzó a registrar y hemos llegado a esta época
que es el colmo de ese registro, de ese cuidado, de ese no perder; ahora lo difícil
es que algo se pierda. Es casi imposible perder algo, uno sale a la calle con la in-
tención de extraviar cualquier cosa, un objeto, un texto, una poesía y trata de ol-
vidársela… puede ser que se la olvide pero ya en algún lado quedó registrada. Eso
es raro, es un mundo nuevo.
Cuando uno escribe tiene la sensación de que otro va a leer, está escribiendo
para alguien, tiene otro cuidado. Tiene -si ustedes quieren- otra afectación. Puede
decirse: primero que casi no hay nadie que escriba para él mismo, digan lo que

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Entrevista a Alejandro Dolina “A veces el humor sirve para ...”

quieran…
Dicen “¡Sí!, yo escribo para mí”. ¡Mentira! Están escribiendo para no importa
quién pero están escribiendo para alguien. Yo creo que eso lo cambia todo. Eso
debe producir algún tipo de afectación, algún tipo de miedo.

CA: En relación a la radio -yo he escuchado durante muchos años su programa-


donde no sé si hay una perspectiva del otro como en la escritura, donde pareciera
que uno está en la intimidad. Pensaba la cuestión del miedo, no sé cómo se piensa
al otro.

AD: Lo que pasa es que nosotros no hacemos esa radio, o quizás no hacemos
radio. Nosotros hacemos radio con público. Eso produce un convivio, una teatrali-
dad que en la radio no existe. En la radio verdadera (no en la que hacemos no-
sotros) uno está pensando en el oyente, está ante una ausencia, le está hablando a
alguien que está ausente. La radio nuestra es teatro, ocurre un fenómeno teatral,
no radial. Entonces, yo no le hablo ni me imagino a un tipo que está a miles de ki-
lómetros o a centenares de metros escuchándome en su habitación, sino que lo
veo ahí; está ahí, me mira y se ríe o permanece indiferente, o se enoja, pero lo veo.
Al estar la gente presente, la otra conexión desaparece.

CA: El otro día te escuchaba los “consejos para combatir el


miedo”, me pareció muy divertido. Me encantó la cuestión de la can-
tidad de recetas que uno encuentra, los famosos tips que hoy invitan
a tener o que se proporcionan para que la gente haga con sus afectos.

AD: En realidad, cuando nosotros hacemos ese informe, son informes acerca
de la estupidez, no del miedo. Cuando uno cuenta que hay un señor que para que
su hijo pierda el miedo a la oscuridad lo encierra en una habitación oscura durante
siete días, no está hablando sobre el miedo, está hablando acerca de la estupidez
o del desatino; está en realidad generando una forma equivocada de pensar que
resulta graciosa al ser expuesta. Eso es más bien la parte humorística del programa,
que es la más extensa. Por ahí también podría hablarse sobre el miedo de un modo
más serio, pero no queremos hacer eso.
Creo, sin embargo, que cada vez que se trata de hablar del miedo se confunde
el miedo, considerado en sí propio, con las causas del miedo. Lo que quiero decir
es: el inciso “le tengo miedo a los perros” no nos dice nada sobre el miedo.
“-¿Qué opina sobre el miedo?” “-¡Ay! ¡Yo le tengo miedo a los perros!”
Me está diciendo a qué le tiene miedo, pero no me está explicando cómo funciona
el miedo, que es a lo mejor un asunto de indagación más difícil, más complicada.

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Cuando uno dice: “El miedo tiene un componente temporal” ¡fenómeno!; está
hablando sobre el miedo. Pero cuando dice: “Yo, cada vez que se cae algo al suelo,
tiemblo”, es una autorreferencia. Pero es muy difícil evitar las autorreferencias.
En la vida cotidiana, en la conversación cotidiana, son incluso deseables. Pero en
lo científico es tremendo, ¿no? Un teorema de Pitágoras autorreferencial: “-¡Ay!
Para mí…”
También, como se dijo aquí al principio, la existencia del miedo, que a lo mejor
es algo necesario, hasta beneficioso para el ser que lo padece, es potenciada y fo-
goneada mediante manipulaciones. Ahí sí. “–¿A qué le tiene miedo este tipo?” “–
A tal cosa”. Vamos a poner en funcionamiento su terror con determinadas
informaciones, con determinadas maniobras, sabiendo que el miedo que se genera
produce reacciones que nosotros deseamos para nuestros intereses. Que pueden
ser desde comprar un candado hasta votar a determinado candidato.

CA: Una de las preguntas que nosotros habíamos pensado era en relación a esto
de “todos somos Charlie Hebdo” como la identificación a un terror generalizado.
Una cosa es que uno pueda decir “yo apoyo, esto no lo quiero” a “yo soy”, como el
lugar de la identificación, de todos quedar en pánico.

AD: Es convertir una noticia ajena en una propia. Es así. Todos somos Charlie
Hebdo, es “cuidado, que estamos amenazados”, lo cual puede ser verdadero o
falso. De Charlie Hebdo, lo que hay que decir es muy elemental por mi parte. Pri-
mero: es que los asesinatos son siempre abominables; lo segundo es que… ¿cuál
es el límite del artista? es una cuestión de conciencia que no puede ser legislada,
ni manejada desde afuera. La imposibilidad de tener un control sobre ambas cosas
es el objetivo de ese miedo. Nos da miedo que cualquier cosa que digamos pueda
ser tomada por una ofensa, aun cuando no lo sea, aun cuando se trate de una ope-
ración absurda. Eso produce siempre miedo, el carácter interpretativo de los he-
chos que uno pueda generar. Ahora pasa muchísimo con cuestiones de ofensa.
¿Cómo se caracteriza una ofensa? ¿Hasta qué punto uno tiene derecho a sacralizar
todos los terrenos de la vida de modo tal que cualquier roce con ellos produzca
una ofensa? Eso nos da miedo.
Les contaré una historia. La hinchada de Deportivo Morón tenía la siguiente
y detestable costumbre: ponían una bandera de Deportivo Morón en la puerta
por la que tenía que pasar la hinchada visitante. Los tipos no tenían más remedio
que pisar la bandera de Deportivo Morón, e inmediatamente ellos gritaban “¡Sa-
crilegio! ¡Sacrilegio!” y los cagaban a trompadas. Ése es más o menos el sistema.
¿Cómo estar seguro de no ofender a una organización mental imposible de prever?
¿Cómo hago? Eso nos da miedo, eso es un miedo –diría– muy frecuente en estos
tiempos.

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Entrevista a Alejandro Dolina “A veces el humor sirve para ...”

Ése es un aspecto del tema de Charlie Hebdo, pero el otro es: ¿cuál es el límite
del artista? ¿Hasta dónde -porque evidentemente la malevolencia existe, la maldad,
la obscenidad existe- cómo hacemos para delimitarla tan exactamente que nunca
nos quepa duda de que estamos ante la presencia de lo obsceno? ¿Cómo hacemos
para castigarlo, para evitarlo? La respuesta es que no podemos. ¿Cómo hacemos?
¿Nombramos una comisión de notables? ¿Y quiénes serán esos notables? Así que
eso cada artista tendrá que decidirlo por sí mismo y, a lo mejor, en el pecado estará
la penitencia. Si uno elige la estupidez… bueno, ¡pobre! Pero ir a meter preso a
un tipo porque habló mal del papa o algo así, eso no se puede. Pero ambas cosas
producen miedo: que cualquiera pueda decir cualquier cosa, incluso que cualquiera
pueda ser atacado por cosas que no hizo, eso nos da miedo; y mucho más miedo
nos da que cualquiera de nuestros actos, aun los más inocentes, puedan, a través
del cristal de una visión demencial, ser considerados como sacrílegos.

CA: A mí me parece casi una encerrona para el humor. El miedo en el sentido


de lo que es sacrílego.

AD: Uno no puede detenerse a pensar mucho en eso porque no tendría por
donde salir. A veces el humor sirve para quitarse el miedo o para diluir amenazas.
Podría decir esto -voy a ver si puedo decirlo sin torpeza. En algunos ambientes
muy ásperos, como puede ser en cárceles, en colegios donde existe una convivencia
violenta, un discurso humorístico puede diluir una situación de violencia, una pro-
vocación. El pesado te provoca haciéndote preguntas cuyas respuestas pueden
llevarte a la violencia, y el ingenio res-
“ …a veces el último refugio ponde y te salva; ésa es una situación que
de la dignidad es el humor ”se da muchas veces. Porque a veces el úl-
timo refugio de la dignidad es el humor
o, por decirlo de alguna manera, es la salida menos onerosa de la indignidad. La
respuesta “si no fuera porque el miedo me paraliza, usted vería de lo que soy
capaz” es una respuesta elegante, graciosa y hasta digna. En cambio, la respuesta
“no me pegue, por favor, porque estoy muerto de miedo”, que es la misma res-
puesta si bien se mira, al estar desprovista de contenido irónico, ya pierde dignidad.

MM: Es que, en ese punto, hacer reír al otro es hacerle mover el cuer po…

AD: Y también quizá un gesto de dandismo, de elegancia. Estoy ante un grave


peligro y sin embargo soy capaz de mover los resortes de mi gesto. Digo esto con
limitada admiración. Yo preferiría ser más valiente que eso, pero bueno, un punto
mínimo es la dignidad.

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Perspectivas, ideas, problemas

CA: Ahí pareciera un tratamiento, una salida digna, pero a la vez un trata-
miento con el otro, porque es una salida que permite que el otro…

AD: Es a veces la única manera de abrir la puerta del otro. Es más fácil hacerlo
reír que decirle: “¡Cómo puede ser que un hombre como usted ande asaltando a
las personas! ¿No le da vergüenza?” Tratar de regenerar al ladrón que lo asalta a
uno es una metodología que no ha dado mucho resultado.

CA: El humor también es sor presa…

AD: Es sorpresa intelectual. Me gusta eso. Macedonio Fernández decía: “el


humor es sorpresa intelectual”, me gusta mucho eso. Porque es sorpresivo, pero
al mismo tiempo están involucradas las conexiones de lo que llamamos pensa-
miento. Aparece una conexión que no preveíamos y, sin embargo, resulta perti-
nente. ¡Caramba! Es un camino nuevo.

CA: Eso también incluye al otro un poco. Porque el otro reacciona, se ríe…

AD: Es que es para el otro que uno hace humor. Son conexiones que tienen
que ser entendidas. Uno las piensa para que el otro las reciba.

MM: Freud decía “ser de la misma parroquia” como una condición del chiste.

AD: Bioy Casares decía que la mejor calidad de humor que él había escuchado
en su vida se desarrollaba entre grupos de amigos inteligentes, que eso era mucho
mejor que el humor profesional, decía él. Yo creo que tenía razón. Ahí está lo que
decís vos, era necesario ser inteligente, pero también ser amigo. ¿Para qué? Para
que la cantidad de sobreentendidos sea mayúscula y que todo sea comprendido
en el mayor porcentaje posible. Cuando uno tiene que explicar: “allá en Argentina
tal cosa se dice así…” el chiste se deteriora muchísimo. Hay chistes que funcionan
en determinados países y en otros no, por cuestiones de idioma. Quiere decir que
entre amigos casi ni es necesario terminar de formular los chistes. A veces, en el
programa de radio incluso, uno forma una especie de grupo de amigos, porque
están todas las noches escuchando un discurso que tiene los mismos patrones. A
veces no es necesario ni decirlo; uno hace una pausa y el oyente adivina que ahora
viene un latiguillo que es frecuente, o un remate que es frecuente, o un razona-
miento al que él está acostumbrado, y lo gracioso está en que no se dice y la gente
reacciona como si lo hubiéramos dicho. Es buenísimo eso.

CA: El sobreentendido en su máxima expresión. El silencio provoca…

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Entrevista a Alejandro Dolina “A veces el humor sirve para ...”

AD: Claro, en la máxima expresión. Se queda en silencio, se escuchan unas


risas, están pensando: “ahora dice tal cosa” y lo gracioso es, entonces, cuando
comprendiste que todos están esperando que digas tal cosa, no decirla. Eso es un
mecanismo delicioso, ¿no?

CA: Freud se preguntaba qué deseaba una mujer, uno podría decir que lo desco-
nocido, eso también provoca miedo, lo que no
se sabe. En este “quiero que me quiera…” “
...los miedos universales;
a lo desconocido,
AD: El famoso temor al rechazo. Yo no al rechazo, al abandono, a
he conocido un temor más grande en mi la soledad
persona, digo ahora siendo autorreferencial.
Pero debe ser uno de los miedos universa- y desde luego, a la muerte.
les; a lo desconocido, al rechazo, al aban- Pero todos tienen un aire
dono, a la soledad y desde luego, a la
muerte. Pero todos tienen un aire de fami-
de familia ”
lia. La soledad y la muerte se parecen muchísimo; uno se muere solo, si uno se
muriera acompañado, no sería gran cosa. El temor al rechazo también se parece
al temor a la soledad. Así que la soledad debe ser algo más terrible de lo que pen-
samos, debe estar detrás de casi todo. Soledad es también la imposibilidad de la
comunicación, la negación del lenguaje, la reducción al mínimo de la conexión.
Así que debe haber en la soledad algunos elementos todavía más siniestros de lo
que pensamos y el temor al rechazo implica temor a la soledad, pero también el
temor al ridículo, el temor a incumplir con ciertos protocolos de la sociedad bur-
guesa. Protocolos que la sociedad burguesa se encarga de enfatizar, diciéndote:
está mal visto acercarte a una persona desconocida. Eso casi como que está pro-
hibido, salvo que te acepten. Pero si te rechazan -es curioso- el resultado te lo
cambia todo. Si te aceptan sos el más feliz de los seres, pero si te rechazan, además
tus palabras se vuelven ridículas, desubicadas, acosadoras. Quiere decir que el re-
chazo es de lo peor que le puede pasar a uno. A veces la diferencia entre un acoso
y una emocionante declaración de amor, es la aceptación o el rechazo.
Lo que no quiere decir que yo diga que no existe el acoso, yo digo que existe
y que existe siempre. El acoso de los hombres es una de las peores rémoras de la
sociedad, pero también es verdad que sin un cierto grado de acoso la estirpe no
se propagaría. Para iniciar una relación no hay más remedio que, en algún punto,
convertir a una desconocida en una persona conocida y para eso hay que hacer
un abordaje; y el abordaje es -y ahí estoy de acuerdo- un acoso. Que alguien venga
en la calle y te diga: “-¿Te puedo decir una palabra?”, es acoso. “-Es acoso, no
quiero que nadie me diga eso”, pero si tal cosa no ocurriera tendríamos familias

Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 113-122 119
ISSN 1668-3897
Perspectivas, ideas, problemas

endogámicas.
El temor a eso también es un temor de nuestro tiempo y un temor a lo que no
entendemos bien. Entre tanto acosador, entre tanto abusador, la persona mansa
tiene miedo de ser confundido, de que una palabra equivocada pueda conducirlo
a cometer ese delito.
Como está también el legítimo temor de la mujer a que cualquier tipo que se
acerca pueda llegar a ser un acosador, un acosador violento. Son temores de estos
tiempos. Quizá de todos los tiempos pero en estos… el mal es más rico, en el sen-
tido de que tiene más conexiones, se ha vuelto más complejo, puede asumir más
formas. El joven de nuestro tiempo tiene muchas posibilidades para desarrollar
sus talentos que antes no tenía, y para desarrollar su maldad, ni te cuento.

CA: Eso me parece que también distancia los cuer pos, porque ese temor a abor-
dar separa los cuer pos. Es mejor bailar con los celulares y no con el otro.

AD: La distancia… Ortega y Gasset decía que el respeto no era otra cosa que
la distancia y tenía cierta razón. No tiene que ver con esta conversación pero quizá
sí. Te va a gustar esto: él tiene unas paginitas sobre la visión del ayuda de cámara.
Decía que era muy frecuente que el ayuda de cámara de un gran hombre, de un
gran escritor, de un gran científico,… muchas veces solía hacer declaraciones
acerca de ese tipo y pintaba sus debilidades. Decía: “el señor Einstein la verdad es
que es un poco descuidado con su ropa, o no se peina, o a veces no saluda…”
son pequeñas imperfecciones. Ortega se refería a la frase “no hay gran hombre
para su ayuda de cámara”. Muchos la usan queriendo decir que no hay un gran
hombre que siga siéndolo si uno lo mira de cerca. Ortega dice: no es eso lo que
significa la frase, sino que no hay en el ayuda de cámara suficiente grandeza para
apreciar lo que es un gran hombre. En un momento de ese ensayo dice que cuando
nos acercamos mucho a un monumento, a una estatua, a una obra artística grande,
notamos que la piedra está llena de arrugas, de bollos, de rajaduras, que desde
lejos no se veían. A lo mejor para apreciar la grandeza hay que colocarse a una
cierta distancia. A esa distancia le llamo yo respeto. Extraordinario.

MM: ¿Hay un miedo de los argentinos?

AD: La respuesta es que no. Yo lo que no alcanzo a percibir son unos miedos
nacionales que vengan a distinguirnos desde nuestro ADN de otros pueblos. “¡Ah!
Ya se sabe que los argentinos le tienen miedo a…” En general los miedos de un
pueblo son circunstanciales y van cambiando conforme cambian las circunstancias.
Más que examinar a los argentinos habría que examinar qué está pasando ahora.
Por ejemplo, no creo que la gente le tenga miedo a la viruela o a la langosta que

120 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 113-122


ISSN 1668-3897
Entrevista a Alejandro Dolina “A veces el humor sirve para ...”

por ahí eran miedos en otras épocas y en otros lugares de referencia de la Argen-
tina. Le tendrá miedo -calculo yo- a los despidos, a la inseguridad, a la inflación,
al calentamiento global, a las cosas que son amenazas. Tiene que ver con la ame-
naza y no con los argentinos. Por ahí sería mejor que yo pudiera, o que alguien
pudiera, a partir de la idiosincrasia argentina, conjeturar un miedo argentino, pero
la verdad es que la circunstancia es la que desencadena el miedo. Para saber a qué
le tiene miedo un tipo tenemos que mirar qué es lo que le pasa, no lo que piensa.
Luego, hay circunstancias de carácter que nos hacen temer más a unas cosas que
otras, pero en general no; en general, en medio del incendio le tenemos miedo al
fuego.

CA: Quizás las circunstancias se puedan también nombrar como las políticas
del miedo.

AD: La política consiste en eso: en producir miedo a las políticas que no son
las nuestras. Entonces, algunos fogonean el miedo a un estado demasiado presente
y otros al revés.

MM: Usted hizo hace algunas semanas una distinción: la corrupción no da


miedo.

AD: No, produce una cierta reacción de indignación pero no miedo. La vio-
lencia da miedo, el hambre da miedo. Tengo miedo a que me echen del trabajo,
no miedo a que los funcionarios sean corruptos. Hay una distancia.

CA: Hoy vivimos una sensación de miedo importante.

AD: Sí, porque hay amenaza. Porque hay una alta posibilidad de que te pase.
Los canas dicen: “bueno, lo que hay que hacer es que sean más graves las penas”.
No es así. Eso no disuade al delincuente, pero sí la alta posibilidad de que te aga-
rren. Eso sí. Cuando el tipo sabe que de diez veces lo agarran nueve, entonces
eso es más disuasivo que “cuando te agarre te vamos a mandar a Ushuaia para
toda la vida”, “- ¿y si no me agarran nunca?”. De la alta posibilidad de que algo te
pase, aumenta el miedo. Entonces, el miedo a “me van a echar del trabajo” varía
según la circunstancia. Puede ser un miedo cualunque o puede ser un miedo muy
agudo cuando vos ves que echaron a tres de tus cinco compañeros.

CA: Yo creo que la política del miedo también arma una política de los cuer pos
en ese punto, es decir, hay que hacer determinadas cosas para que la amenaza dis-
minuya.

Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 113-122 121
ISSN 1668-3897
Perspectivas, ideas, problemas

MM: Circulan los cuer pos de otra manera. Yo tengo compañeros que dicen:
“Noooo, yo ahora ya no salgo tanto de mi lugar de trabajo” -risas-.

AD: Claro, no sale porque tiene miedo que al volver ya no pertenezca: “¿y si
aprovechan que me he ido pa’ echarme?” -risas-.

CA: Yo le agradezco muchísimo, me ha encantado.

AD: Lástima que hemos sido desordenados, pero me parece mejor así a que
yo hubiera preparado una contestación prolija de las preguntas. Aquí estará lleno
de anacolutos, de errores y de vacilaciones pero es un poco más vivo.

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ISSN 1668-3897
Investigación sobre el Pase

Longo Robert
Untitled (Et in Arcadia Ego)
Serie: Misterios (2008)
"Una investigación es mi respuesta a lo que me esfuerzo en
pensar, retomando una expresión de Martín Heidegger. Y estar
en relación con lo que los fuerza a pensar es, a mi entender, la
única investigación que vale".
Jacques-Alain Miller – “Sutilezas Analíticas”. p.137-138. 2011.
El pase en la era del parlêtre *

Cristina Martínez de Bocca


Es psicoanalista en Córdoba, Argentina
P ara esta última noche retomo
un interrogante que funcionó
como brújula en nuestro trabajo de dos
Analista Miembro (AME) de la Escuela años: ¿cómo nos orienta el pase, las en-
de Orientación Lacaniana (EOL) señanzas de los AE y de los carteles en
Miembro de la Asociación Mundial de nuestra práctica hoy? Esta vez lo abor-
Psicoanálisis (AMP) daré por la via del fantasma del parlêtre.

Una relación “extraña” con el


Otro barrado

Leyendo en la página web del pró-


ximo X Congreso de la AMP los ejes
temáticos de la Jornada Clínica, llama-
ron mi atención los fundamentos de un
eje basado en testimonios de pases ac-
tuales: “Pases en la era del parlêtre”.
Cito: “En varios testimonios, el fan-
tasma insiste como un ordenador de
goce con el cual es importante con-
frontarse para discernir, no sin opaci-
dad, los montajes en juego en el
sinthome” (Web AMP). Subrayo que
el fantasma insiste y que hay que confron-
tarse con él respecto del sinthoma al
final del análisis. Recordé lo que para
mí fue un hallazgo en el Curso de
J.-A.Miller, La fuga del sentido, cuando
plantea una nueva perspectiva del fan-
tasma a partir de la última enseñanza
de Lacan, más precisamente en el Semi-
Mediodicho - Nº 42
septiembre de 2016
Escuela de la Orientación Lacaniana *
Trabajo presentado en la Noche Enseñanzas del pase
Sección Córdoba de la EOL Sección Córdoba el 21 de octubre de 2015.

125
Investigación sobre el Pase

nario XX. ¿Cuál es?


El “pase SSS” (1967) está fundado en la Lógica del fantasma, en donde la pro-
hibición, el significante y la sexuación dan cuenta de un menos que afecta al goce,
es decir, el sujeto tachado es vacío, negación de la sustancia. Este pase se soporta
en que el sujeto tachado equivale al objeto a que se busca en el Otro, encontrando así
una solución al problema del deseo. Pero la solución del deseo no es la del goce.
La lógica del fantasma separa el Ello y el inconciente, a diferencia de la última en-
señanza de Lacan, en la que “el concepto de parlêtre está en la juntura del Ello y
del Inconciente” (Miller, Lacaniana 17, 30) y no plantea el menos sino el más, la
positividad del goce, ya que el parlêtre goza de la palabra y del cuerpo. Las cadenas
significantes están conectadas al cuerpo, son de sustancia gozante (Miller, Lacaniana
17, 30).

La perspectiva del goce “como tal”

La elucidación de J.-A. Miller permite decir que la Proposición del 67…implica


una escritura del fantasma en la que hay relación entre el sujeto tachado y el objeto
a -fórmula clásica del fantasma- recuperando así la pérdida sufrida por efecto del
significante. Hay un menos del lado del Uno y busca su complemento del lado
del Otro. La fórmula es S/ equivale al objeto a. Lo que agrega Lacan en el Seminario
XX es que los objetos a son sustitutos del Otro, siendo el fantasma una “aspiración”
(Lacan, El momento de concluir) a hacer Uno con el Otro y su atravesamiento se
anuda al cercado del agujero y a la letra del sinthoma. Si lo que sostuvo al pase del
SSS del 67 fue que los objetos a son equivalentes del sujeto tachado, vacío, la perspectiva
de Lacan en Aun es que los objetos a son sustitutos del Otro y eso implica que el Otro
es un agujero:
Ⱥ=a
Por un lado, la pareja es el objeto a (goce perverso en el fantasma, lado mas-
culino) y por otro, del lado femenino, hay una relación directa entre el goce y el Otro
donde el goce no es perverso sino loco, enigmático. Entonces, tenemos la fórmula
clásica del fantasma S/ ◊a (Pase de La lógica del fantasma) y la “fórmula femenina”
que tiene una relación directa con S(Ⱥ) el agujero y a Ф el significante del goce
irreductible (Pase del parlêtre). Es una relación “extraña” -dice Miller- con el A ta-
chado, es un goce del cuerpo más allá de los límites del falo (La fuga del sentido 220).
Así, tanto para el hombre como para la mujer, se trata del fantasma a partir de
la relación de S/ y S (Ⱥ), una extraña relación, goce enigmático, “ese goce tiene
1
Esta precisión de Miller ilumina la intervención de Miquel Bassols, un mes después de presentado este trabajo
en la Conversación sobre el Pase realizada en la EOL el 27 de noviembre de 2015: “Se trata de leer de otra
manera el franqueamiento del fantasma. Es el fantasma el que franquea, se atraviesa a sí mismo, decir algo de lo
que ha visto en ese más allá, de una estática a una flexibilización del fantasma”, notas personales.

126 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 125 - 128
ISSN 1668-3897
Cristina Martínez de Bocca Titulo

relación en sí mismo1 con el Otro, no es un goce del Uno cerrado” (La fuga del sentido
221), es un goce del cuerpo más allá del falo. No confundamos entonces S(Ⱥ) y
a, que están confundidos en el fantasma, ya que es S (Ⱥ) lo que indica la vía de lo
real y no el objeto que en Aun queda como semblante. El goce “como tal” no es
el goce del cuerpo del Otro ni tampoco del objeto que sería extraído del cuerpo
del Otro, sino un goce relativo a la no relación sexual. El Acto analítico apuntará
a cortar esa coalescencia entre el Uno y el Otro, esa voluntad de hacer Uno con el
Otro que se manifiesta en la tristeza, el aburrimiento, la errancia, la fascinación
por el agujero, como modos de no consentimiento a la alteridad del Otro. Esto
también vale para la Escuela que se orienta por el S(Ⱥ).

Ajustarse al hay: lo vivo del parlêtre.

En 2013, Marcus André Vieira da su “Primer testimonio” (Lacaniana 14, 83)


señalando su encierro en la complicidad de la mirada materna para taponar el agu-
jero negro, hueco de la cicatriz del útero de su madre, ante el que se había desma-
yado al presenciar su histerectomía. Médico, amaba a las mujeres por su locura.
Dos S1 a los que estaba amarrado son aislados en el análisis: mosquito eléctrico (el
que convocaba a la muerte en la instantaneidad de un aplauso) y miquito (sumisión
silenciosa a la violencia). El primero podía encontrar la muerte en el aplauso. Mi-
quito “nombraba otra faz del mosquito eléctrico…presentándose no tanto como
mirada mantenida a buena distancia que como voz que encanta y somete” (88).
Miquito lo avergonzaba, en tanto nombraba el goce clandestino. Pasaje de la mi-
rada a la voz. Fue pasando por el padre que consintió a que los gritos del padre
hablaban de él y de su deseo y que no eran la voz de trueno ni un estrangulamiento
sin sentido como el que había sufrido a manos de un interno en la clínica psiquiá-
trica de su familia. Descubrió que el útero no guardaba ningún secreto. Los soni-
dos e intervenciones del analista le hacían latir rápido el corazón, con violencia.
El “cuerpo, tomado por el fantasma, se vivía como el de un mosquito” (90). Un
sueño final pone en escena al padre como “muñeco de trapo” atropellado y do-
liente y en otro lado de la calle a alguien agitado. Al final de la escena del sueño
“miro hacia el padre que tengo en mis manos… tengo la certeza de que es sólo
un muñeco y el atropello pierde su carácter doloroso para volverse una farsa…
La mirada (en ese momento del análisis) sostenía muy secundariamente mi goce” (91).
La interpretación de este sueño vino de la imagen de la mano mordida del padre,
quien tenía cachorros que peleaban entre sí. “Había allí un hacerse morder de un cir-
cuito pulsional también mío, con un hacerse aplastar como un mosquito” (91). A la
salida de la sesión, escucha “manomordida”, morsure, que equivoca mordida y muerte
segura en francés y amor en portugués. El agitado del sueño es el “mordido”. Y
agrega que no es -esto me parece esencial subrayarlo- la mordida como castración,

Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 125 - 128 127
ISSN 1668-3897
Investigación sobre el Pase

la del muñeco, atropellado por la vida como los hermanos de la clínica o el lado
fracasado del padre, sino que es el lado agitado, animado, “el lado… a veces inju-
riado de la vida, sin razón” (91). Es la vida mordida, la vida del barullo. Sólo hay
vida en esa mordidavida realizada en su cuerpo. De allí saca su certeza en la vida.
Ese goce en más, el goce de la mordidavida, es el punto de real que es alcanzado por
el analizante percatándose por primera vez que el analista ríe mostrando los dien-
tes.
En el pase en la era del parlêtre, se trata no sólo del desplazamiento de la verdad
al goce como tal, sino también ajustarse al goce positivizado del que parte “el
decir de uno solo” cuando “interpreta su experiencia en beneficio de cualquiera”.
(Miller, Lacaniana 17, 29).

Bibliografía
Jornada Clínica. Ejes temáticos. X Congreso AMP. 2016. El cuerpo hablante. Sobre el inconsciente en el siglo XXI.
Web. 29 de jun. 2016. http://www.wapol.org.
Lacan, Jacques. El momento de concluir. Clase 15 noviembre 1975. Inédito.
Miller, Jacques Alain. “El inconciente y el cuerpo hablante” Revista Lacaniana de psicoanálisis N° 17. Bs. As.:
Grama Ediciones, 2014, p. 21-32.
Miller, Jacques Alain. La fuga del sentido. Bs. As.: Editorial Paidós, 2012.
Vieira, Marcus André. “Primer testimonio”. Revista Lacaniana de psicoanálisis N° 14. Bs. As.: Grama Ediciones,
2013, p. 83-92.

128 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 125 - 128
ISSN 1668-3897
Captar “una cierta precisión” *

Ana Simonetti
Es psicoanalista en Córdoba, Argentina
E n El Pase en la era del Parlêtre,
ciclo de Noches de la Escuela,
nos propusimos trabajar en relación a
Analista Miembro (AME) de la Escuela las enseñanzas de los carteles del Pase.
de Orientación Lacaniana (EOL) Eso fue posible relativamente, ya que
Miembro de la Asociación Mundial de se impuso un movimiento entre los in-
Psicoanálisis (AMP) formes publicados de Carteles de las
Escuelas y los testimonios de AE.
En esta ocasión tomé un informe
de más de 10 años de Pierre Naveau ti-
tulado “Una cierta precisión” y el de
Jacques-Alain Miller “El ultrapase” del
Curso El ser y el Uno, inédito.
Mi interés en el informe de Naveau
está en relación a lo que ubico en la ex-
periencia analítica como el lugar del ob-
jeto a, tema que me interroga respecto
a la singular experiencia en cada análi-
sis. En su informe, se trata de testimo-
nios de mujeres con una observación
muy interesante y, además, lo menciona
como “algo que aprendí, algo que me
ha sido enseñado por estos pases”
(Naveau, 17).
¿Cuál es el punto? Naveau indica
que, para los miembros de un cartel del
Pase, importa captar cuál es el S1 que
vuelve legible el testimonio de los pasadores,
quiere decir lo que éstos captan del pa-
sante y pasan al cartel, y cómo con cada
S1 que cae en la experiencia analítica
Mediodicho - Nº 42
septiembre de 2016
Escuela de la Orientación Lacaniana *
Trabajo presentado en la Noche Enseñanzas del Pase
Sección Córdoba de la EOL Sección Córdoba el 21 de octubre de 2015.

129
Investigación sobre el Pase

está la caída del objeto. Menciono aquí el trabajo realizado en el Cartel sobre “Res-
tos sintomáticos”, anterior a este ciclo, donde señalé en su momento que la caída
de la identificación, S1 con su valor de goce, no indica el final del análisis (Simo-
netti, 42).
Naveau centra su perspectiva en testimonios de mujeres y aquello de lo que se
trata en la erótica Edípica: si bien el sujeto femenino se interroga en algún momento por la
impotencia del padre, no es el falo lo que quiere obtener de él, lo que quiere es el objeto a…
(18).
Así, ordena varios casos, interesantes en tanto cuatro de cinco se nombran
“muda (una de ellas, amordazada)”, y localizo la doble versión del objeto en, por
un lado lo que la hija quiere “arrancar al padre” ligado a su S1 y, por otro, lo que
una de ellas llama su agalma como mujer (interpretación del analista al producirse
la caída de ese S1 y revelar el objeto en cuestión: el agalma de la hija no es el de la
mujer) (Naveau,19).
Esa captación ilustrada en un caso de modo bien preciso es el de una mujer
que consideró haber sido preferida por su padre por sobre su madre. Esto mismo
la ubicó en la serie de las amantes del padre, a la vez que hizo inaccesible el camino
a él, pero marcó su estilo de vida amorosa por vía de la intriga. ¿Cuál objeto se ju-
gaba para obtener del padre? La mirada, objeto que resultó de intercambio silencioso
y que ella reveló en su experiencia analítica. Eso mostró, a la vez, cómo ese lazo
al padre va ligado a un amor que rodea el objeto que se quiere obtener y que no
puede decirse: ahí se ubica el intercambio silencioso, para el que cualquier objeto se
presta.
Pero hay una cara silenciosa que se encarna en su síntoma muda, que es a la vez
reconocida por ella misma: si no decía nada era porque temía decirlo todo; inversión
sintomática entre pudor/impudor, discreción (decir nada o poco)/indiscreción
(decir mucho), lo que muestra la intriga.
Entonces, lo que en la trama del enredo edípico, que seguramente cada expe-
riencia analítica atraviesa, en sujetos femeninos es posible la revelación de lo que
como objeto quiere obtener del padre y lo que, como su propio goce, acuña y es
posible que se juegue en su lazo con el partener sexual.
Pero no es menor cómo el analizante hace entrar al partener analista en ese
programa. A propósito de ello, recuerdo que trabajé en una Noche de Pase en
2010 un testimonio de Silvia Salman en el tramo que llamó de “vaciamiento libi-
dinal” (91) y que fue ocurriendo a lo largo de la experiencia: el analista se retiraba
y la analizante a su vez retiraba su mirada del Otro de la transferencia, es decir, se
producía un vaciado que el inconsciente interpretaba en sueños. Pero la pérdida
del objeto a mirada por la separación, tiene, por una contingencia, la localización
en la mirada perdida del padre. La equivocidad: pérdida de la mirada y mirada perdida
(97) con la concomitante resonancia, el alivio por la localización, indica a la vez la

130 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 129 - 131
ISSN 1668-3897
Ana Simonetti Captar “una cierta precisión”

extracción del objeto, situando el “no más la mirada que agarra”. El analista in-
terpreta “la dejo ir” (98). La analizante no termina el análisis, pero allí toma la de-
cisión de concluirlo, iniciando el último trayecto.
Naveau llama a esta dimensión “una cierta precisión clínica”, y alcanzarla es captar,
tener el sentimiento que el pasante está animado por la pasión de la causa y que se empeña en
decir por qué (18).
¿Qué me interesó al tomar este informe y ligarlo al Curso último de Miller?
Decía del enredo Edípico, también podemos decir la verdad mentirosa, lo que
Lacan plantea en su última enseñanza: entiendo que hace el pasaje de la verdad
que se medio-dice a una verdad que miente en tanto hay lo real que ex-siste, que
está fuera de la ficción edípica (Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11,
1974).
En este Curso, Miller ubica, respecto al objeto a, la distinción entre la con-
clusión del análisis como atravesamiento del fantasma, donde el deseo es una me-
tonimia de la falta en ser, lo que es una revelación ontológica y la conclusión vía
sinthome. Con el sinthome, Lacan se inclina del lado existencial, donde la con-
clusión existencial como pequeño a es goce positivo, no falta. Cito a Miller:
“vemos el relieve de la enseñanza de Lacan, el paso de la falta en ser a lo que he
llamado la revelación existencial (objeto a), y que luego con la consistencia clínica
del sinthome, esta enseñanza bascula decididamente del otro lado” (16).
El informe de Naveau permite captar esta precisión clínica más allá de la fic-
ción. Se trata de la positividad del goce, aproximación a la satisfacción, si bien no
está así precisado en su informe, sí indicado para avanzar.

Bibliografía
Miller, Jacques-Alain, “El ´Ultrapase´”. Revista Freudiana 66. Publicación bajo los auspicios de la ELP. Bar-
celona: Repro Disseny, 2013.
Naveau, Pierre. “Una cierta precisión”. Pase y trasmisión 7. Serie de Testimonios y Conferencias- Bs. As. :
Colección Orientación Lacaniana, EOL/Grama, 2004.
Salman, Silvia. “Ánimo de amar”. Revista Lacaniana de Psicoanálisis N° 10. Bs.As.: Grama Ediciones, 2010, p.
91-101.
Simonetti, Ana. “El desmontaje de la Defensa”. Revista Enigmas del Cuerpo N° 5. Publicación anual del DEPC-
CIEC. Córdoba, 2014, p. 42-44.

Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 129 - 131 131
ISSN 1668-3897
La intensidad de lo real
en el cartel del pase *

Silvia Salman
Es psicoanalista en Buenos Aires, Argentina
E l nombre de la noche surge de
una pregunta compartida que
cada una ha puesto a trabajar desde su
Analista Miembro (AME) de la Escuela de la
propia perspectiva, probablemente desde
Orientación Lacaniana (EOL)
su propio real... Lo que quiero transmi-
Miembro de la Asociación Mundial de
tirles hace las veces de un post-cartel del
Psicoanálisis (AMP)
pase parafraseando al post-analítico. De
Analista de la Escuela (AE) 2010-2013
cómo en alguien que tuvo la oportuni-
dad de formar parte del cartel del pase,
esa experiencia lo sigue interrogando,
trabajando y elaborando.
“El enlace de la representación y lo
real” fue la marca de enseñanza que me
dejaron esos años de trabajo en el cartel.
Lo pueden leer en la Lacaniana 15 (102)
junto con los otros textos de mis com-
pañeros de ruta. Hoy quiero compartir
con ustedes dos vías que se abrieron para
mí después de ese trabajo y de ese texto
que pude elaborar al final de esa expe-
riencia. Son dos vías a explorar que se
apoyan en el peso y la intensidad de ese
real que el cartel puede llegar a apreciar
en los testimonios de los pasantes.
Por un lado, el inconciente real y esa
fórmula que nos entrega Lacan en el Pre-
facio a la Edición inglesa del Seminario
11 “estar en el inconciente” (Otros Escri-
tos 599). Y, por otro lado, una distinción
que ahora puedo apreciar de otro modo,
Mediodicho - Nº 42 entre lo real pulsional y lo real del acon-
septiembre de 2016
Escuela de la Orientación Lacaniana *
Trabajo presentado en la Noche Enseñanzas del Pase
Sección Córdoba de la EOL Sección Córdoba el 5 de noviembre de 2014.

132
Silvia Salman La intensidad de lo real en el cartel del pase

tecimiento de cuerpo y de cómo ambos se conjugan en el lugar del sinthome.

El inconciente lacaniano

La pregunta clínica del pase respecto a la dimensión real del inconciente que
se puede escuchar en los testimonios de los pasantes apunta a verificar o constatar
de qué modo el pasante puede testimoniar que “se encuentra en el lugar” del in-
conciente real: “…cuando el espacio de un lapsus ya no tiene ningún alcance de
sentido (o interpretación), tan sólo entonces puede uno estar seguro de que está
en el inconciente. Uno lo sabe, uno mismo” (Lacan, Otros escritos 599). Estar atenta
a la expresión de esta fórmula del “Prefacio...” me hizo tropezar con otras dos ex-
presiones que se enmarcan en la misma formulación, pero que, sin embargo, se
distinguen entre sí.
Por un lado, en el Seminario 11, cuando Lacan se refiere a la red de significantes
de las que está hecho el inconciente y donde el sujeto debe advenir, usa esta misma
fórmula: “…para saber que se está allí (en el inconciente) no hay más que un mé-
todo, detectar la red… ¿Cómo se detecta una red?... Porque uno regresa, vuelve…,
y los cruces se repiten” (53). Con el anudamiento de inconciente y repetición sig-
nificante, se trata aquí de estar en el inconciente transferencial, lo que hace a todo
un trayecto del trabajo analítico necesario, pero que, sin embargo, no basta para
alcanzar la dimensión real del inconciente.
Unos años después, en el Seminario 16, la fórmula se repite, esta vez anudando
el inconciente a la pulsión. En esta ocasión, Lacan se pregunta si “…el puro y
simple desmontaje de la pulsión (cosa que hacemos en nuestra práctica)… implica
de por sí que sea curativo. Si fuera así, parece que la cosa iría un poco más rápido”
(190). Efectivamente, la función de la fijación es esencial para dar cuenta de por
qué el asunto no resulta tan fácil. Y es en este contexto que Lacan nos libra la fór-
mula que años después le atribuirá al síntoma, la del “saber arreglárselas”. Sin em-
bargo, este saber arreglárselas (savoir-y-faire) con lo fijo, sigue aún demasiado cerca
del saber hacer (savoir-faire), y entonces Lacan concluye que se trata más bien de
un “saber estar allí” (savoir-y-être), aclarando -y en esto sigue la pista de Freud- que
bien se puede estar allí sin saberlo. Estar allí realizando el trayecto de la pulsión
robando el goce a escondidas en el fantasma.
¿Cómo estar seguros de que estamos en el inconciente real? ¿De qué está hecho
ese inconciente? ¿Cuál es su materialidad? Ni las representaciones del Seminario
11, ni el montaje pulsional del Seminario16 se refieren a él. Se trata de algo más
cercano a la concepción que Lacan tiene del síntoma como acontecimiento de
cuerpo, fórmula en la que el síntoma y el inconciente se aproximan o se besuquean,
tal como lo dice en la clase del 18 de febrero de 1975 del Seminario “RSI” cuando
define al síntoma como “el modo en cada uno goza de su inconsciente…” (inédito).

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ISSN 1668-3897
Investigación sobre el Pase

¿Estar en el inconsciente (real) sería entonces estar en el lugar del sinthome?


Una precisión aún respecto de la fórmula del “Prefacio...”: recuerdan que la
referencia concluye “Uno lo sabe, uno mismo” (Lacan, Otros escritos 599). Cuando
el inconsciente se anuda a las representaciones y al montaje pulsional, se trata de
un estar allí sin saberlo con la consecuente suposición de saber en el Otro. ¿Cómo
leer en el cartel del pase este “Uno lo sabe” en el que se concentra la mayor inten-
sidad de real que se ha podido alcanzar en la experiencia y que supone haber al-
canzado un saber sin Otro?

La pulsión lacaniana

Y con estas preguntas abordo, entonces, la otra vía que se abrió para mí en
este tiempo después de la experiencia del cartel. La distinción entre lo real pulsio-
nal que un análisis puede montar y desmontar y también esclarecer (fantasma), y
lo real del acontecimiento de cuerpo que la experiencia del final permite atrapar
(sinthome).
¿Cuál es el fundamento clínico de tal distinción? ¿De qué manera el cartel del
pase está atento a como se expresan esos reales en el testimonio del pasante? ¿Qué
satisfacción se anuda en cada uno de ellos? Pienso que tenemos que conversar
sobre el modo en que concebimos al goce, es decir el “régimen del goce como
tal” tal como lo formula J.-A. Miller en la clase del 2 de marzo de 2011 de su Curso
“El ser y el Uno” (inédito), oponiéndolo al goce edípico para intentar esclarecer
esta distinción.
En un caso se trata de la escritura del trayecto de la pulsión, del montaje y de
su desmontaje. Pero ése es sólo un aspecto del real en cuestión al final del análisis,
ese real que se bordea alrededor de un objeto delimitado y extraído del campo del
Otro y que anuda una satisfacción que puede localizarse, nombrarse y decirse en
una gramática que le es propia.
En el otro caso, se trata de un real más bien deslocalizado y, por ello, expresado
en “un” cuerpo más que en una parte del cuerpo o, como J.-A. Miller lo llama, en
el autogoce del cuerpo (“El ser y el Uno”, clase del 30 de marzo de 2011, inédito).
Es decir, el goce reducido al acontecimiento del cuerpo. Aquí se anuda una satis-
facción que parece expresarse en el modo en que cada uno habita ese cuerpo, lo
que implica también los modos en que cada uno habita los agujeros que pueden
resonar en él, de ahí que el cuerpo puede vibrar o palpitar un poco más allá de la
satisfacción que la pulsión obtiene a través del objeto.

Testimonios de pase

Algo de esto pude apreciar en una relectura del testimonio de Luis Tudanca y

134 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 132 -135
ISSN 1668-3897
Silvia Salman La intensidad de lo real en el cartel del pase

también en el de Paula Kalfus del que tuve la oportunidad de hacer su interlocu-


ción el sábado pasado en la Sección La Plata.
De cómo, por la operación analítica en ella, el arrebato se separa del objeto
anal al que se encontraba anudado en la neurosis infantil y, al final, emerge como
acontecimiento de cuerpo, enlazado al enrojecimiento que Paula nombra como
pudor y vergüenza y que designan un modo de habitar un cuerpo de mujer.
Así como el ejemplo de la vecinita y la granadina en Luis (Lacaniana 16, 62)
muestra cómo un goce pulsional parcial es contaminado por la lógica del Uno re-
presentada por la fórmula “un vaso más”, lo que él sitúa como base de la adicción
a la granadina pero también como el fundamento de las otras que siguieron.
Resta aún explorar, al menos para mí, cómo ambos reales se conjugan en el
lugar del sinthome.

Bibliografía

Lacan, Jacques. El Seminario 11, Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. Bs.As.: Paidós, 1995, 7ª
reimpresión, p.50-60.
Lacan, Jacques. El Seminario16, De un Otro al otro. Bs.As.: Paidós, 2008, p.187-198.
Lacan, Jacques. “Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11”, Otros escritos. Bs.As.: Ediciones Paidós, 2012,
p.599-602.
Lacan, Jacques. “RSI”, Seminario 22. Inédito.
Miller, Jacques-Alain. “El ser y el Uno”, Inédito.
Salman, Silvia. “El enlace de la representación y lo real”, Revista Lacaniana de Psicoanálisis N° 15. Bs.As.: Edi-
ciones Grama, 2013, p.102-105.
Tudanca, Luis. “Troumatisme”, Revista Lacaniana de Psicoanálisis N° 16. Bs.As.: Ediciones Grama, 2014, p-
62-67.

Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 132 -135 135
ISSN 1668-3897
El Pase

Longo Robert
Sin título (Agujero del Cielo)
Serie: Monstruos (1999-2004)
“El pase es, en efecto, nuestro modo de evaluar la experiencia
analítica según esta lógica en la que se trata de producir una serie
sin ley en el sujeto. En un segundo momento, en la experiencia
de la Escuela, se trata de poner en serie ese testimonio junto a
otros para ver, precisamente, si podemos extraer alguna ley de lo
que no tiene ninguna. Pero el problema siempre es, y será siem-
pre, cómo mantener ese real como un acontecimiento.”
Miquel Bassols – “El porvenir del pase es el porvenir del
psicoanálisis”. Roma, 15 de julio de 2006.
Una cámara encendida *

Gabriela Grinbaum ¡La vida on-line!


¿De qué voy a hablar yo? Ni Face-
Es psicoanalista en Buenos Aires, Argentina book tengo…
Miembro de la Escuela de la Orientación Parezco la más más más moderna
Lacaniana (EOL) de la Escuela pero ni twitter, ni Snapchat,
Miembro de la Asociación Mundial de ni Tinder, ni Happen, ni un blog y hasta
Psicoanálisis (AMP) hace poco ni siquiera tenía Whatsapp.
Analista de la Escuela (AE) 2014-2017
Mi hija mayor me puso Instagram y
ahí me di cuenta de qué me detuvo.
Digo, qué postergó la entrada a mi pe-
queña vida on-line: soy adicta.
“Usted es una adicta” fue una inter-
vención de mi último analista a propó-
sito de mi preocupación por no poder
parar de fumar.
Y otra vez, así me nombró respecto
a mi no poder parar de hacer en medio
de un activismo loco. “Usted es una
adicta al trabajo”.
Sólo Instagram, una estúpida foto, ni
siquiera tengo la menor idea de qué me
empuja a subir una y no otra. Pero no
bien una es elevada allí a la web y ¡zas!
Me despabilo chequeando cada minuto
quién la likea. Y cuántos like tengo y si
aparece un comentario… ni siquiera,
un dibujito de entre una serie ya exis-
tente en el smartphone. Sí, eso, los emo-
ticones. Y me enoja que tal amiga no la
likee y me alegra cada vez que el iphone
me anuncia que tal ha comenzado a se-
guirme aunque ni lo conozca y ya
tengo 1271 seguidores, de los cuales
Mediodicho - Nº 42
septiembre de 2016 *
Testimonio presentado en el marco de las XXV Jor-
Escuela de la Orientación Lacaniana nadas Anuales de la EOL Sección Córdoba, La vida
Sección Córdoba online, 24 y 25 de junio de 2016.

139
El pase

sólo conozco a 193 que son a quienes yo sigo, y el resto son orientales algunos,
no sé, creo que árabes o hindúes… en fin.
Y es un delirio, porque esas imágenes que exhiben algo de mis goces llegan a
los celulares de mis pacientes que me stolkean o directamente solicitan comenzar
a seguirme.
Lo que muestro y lo que oculto.
La aletósfera, qué feo suena, “aletósfera”. Dice en el argumento de las Jornadas:
Lacan advirtió que progresivamente iríamos viviendo, aún sin darnos cuenta, en
la aletósfera.
Un reto era cuando yo era chica, bajá de la estratósfera. Debe ser algo así. Igual
aletósfera también suena a reto y no me gusta.
Pero algo me toca.
Algo me toca cuando leo entre los ejes de las Jornadas: Adiós a la privacidad.
Un Adiós a la privacidad con la que jugué siempre.
Adiós a la privacidad
Debo confesar que la privacidad nunca me interesó demasiado.
Como lo dije en mi primer testimonio, tomando las palabras de Jacques-Alain
Miller: “Me atrevería a decir que sería necesario que un análisis desembocara sobre
el deseo de exhibirse, es decir, que el pase tuviera algo del deseo del actor” (Revista
Lacaniana 12, 130).
La privacidad nunca me interesó mucho.
Por el contrario, tuve siempre un gusto por exhibirme.
No fue el análisis lo que desencadenó ese deseo.
Podría decir que el pase y los testimonios me ofrecieron darme ese gusto.
Desde muy chica fantaseaba con la idea de que una cámara me seguía a todos
lados. Yendo de la cama al living, decía Charly.
El teatro de la vida
Como ya lo saben, quería ser actriz desde siempre, creo que desde que nací.
No ubico un tiempo anterior al de ese deseo.
El teatro venía de mi padre.
Era aquello que había quedado atravesado en su deseo.
Desde muy joven había hecho una carrera allí como director y luego profesor
en el Teatro Argentino de La Plata.
Toda esa pasión de él quedó resignada con su matrimonio.
De niña me apasionaba que me cuente sobre ésa, su otra vida.
Y había en su silencio cotidiano un despertar cada vez que sobre eso la niña lo
hacía hablar.
Frente a mi pregunta sobre por qué había abandonado todo, su respuesta era

140 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 139 - 144
ISSN 1668-3897
Gabriela Grinbaum Una cámara encendida

siempre la misma. “La vida del teatro es incompatible con formar una familia”.
De ahí viene, de su deseo prohibido, de lo que imaginé siempre era él en ese
mundo, es que yo quise ser actriz casi desde que nací.
El gusto por ser una y otra y otro y otra más, vino después, y tuvo que ver con
otro rollo del que ya he hablado en otras ocasiones.
Era actriz todo el tiempo, mi vida se había convertido en un escenario.
Y todo estaba al servicio de satisfacer la pulsión de hacerme ver, hacerme es-
cuchar… En fin, que reparen en mí.
Una puesta en escena permanente, incansable, con la condición de lo teatral.
Desde muy chica actuaba todo el día para las cámaras, yendo al colegio, corre-
teando en la vereda con mis hermanos, en la ducha… Había una cámara a la que
me dirigía todo el tiempo…
Ya les conté que nada era más mortificante para mi hermano que compartir
las tan esperadas por mí “salas de esperas” del médico, del dentista, todas. Mi
madre, extremadamente tímida, sonreía delicadamente.
Y yo montaba las escenas, sí, actuaba, armaba pequeñas obras con un público
cautivo que siempre encontraba en las salas de espera.
Como ven, para mi padre, la familia era incompatible con el deseo, con su gran
deseo que era el teatro. Para mi madre, la maternidad fue el pasaporte al desamor
del hombre. Actuar sin parar y trabajar para hacerme amar fueron las maneras
con las que mi neurosis intentó reparar lo que la pareja parental filtraba de su
dolor y desencuentro.
Quizá hoy podría decir que era adicta al trabajo de actuar, de actuar sin parar,
para despertar al padre, al otro, al partenaire, para que el otro repare en mí y para
ser escuchada. Era necesario convertir al otro en mi público. Para ello había que
convertir lo íntimo en público. Hacer una construcción pública de lo privado. ¿No
es eso acaso lo que hacemos en el Instagram? Buscar con lo privado con lo íntimo,
un público.
Y en todo este entramado de actuaciones, de público y de cámaras, era la voz
el objeto privilegiado.
El brillo de mi ronquera era mi rasgo de lo bello que me aseguraba despertar
a mi padre. Fue también lo que me empujó a la identificación con una mujer, a
pesar del desprecio que desde muy temprano tenía por los semblantes universales
de lo femenino. Una actriz que mi padre adoraba, la Borges, él decía que yo ha-
blaba idéntico a ella.
Al toparme brutalmente con su fatídica frase “Me preocupa que no te da la
voz” y el desencadenamiento de la disfonía que condujo a la primera gran vacila-
ción de mi vocación actoral hizo perder el agalma que poseía. El análisis recupera
el objeto con la interpretación: “Veo que la voz de tu padre te dejó sin voz”.
Mi voz no era tan sólo para despertar al padre, no era tan sólo para hablarle a

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ISSN 1668-3897
El pase

la cámara, no era tan sólo para desplegar lo bello de la ronquera, sino que era tam-
bién la que lo hacía hablar al padre silencioso, tarea que sólo yo sabía hacer. “Tu
padre es mudo” era la queja permanente de mi madre. “Tu padre es mudo” era la
respuesta frente a mi angustia inquietante “¿que le pasa a papá? ¿Qué le pasa?”
El silencio era el nombre de lo mortífero.
Lo insoportable, señal que la cosa no andaba nada bien.
Porque mi padre, en ciertas escenas, desplegaba un histrionismo que encantaba
al auditorio sus culturales saberes.
La mudez la reservaba para la casa, las cenas, los domingos en familia.
Hasta que, por arte de magia, prendía la cámara y yo lo hacía hablar actuando.
Y me aliviaba.
El horror al silencio me llevó a hablar demasiado, a contar cosas de las que
luego me arrepentía, a sudar hasta quedarme sin voz porque el show debe seguir.
El silencio sepulcral del analista al que consulté a los 17 años, luego del dolo-
roso episodio al que me referí en el primer testimonio, me llevó a abandonar ese
primer intento de análisis.
No me llevaba nada bien con el silencio.
Y, entonces, colmaba y me calmaba la angustia contando siempre algo más y
algo de más.
Por eso era una experta, como dije ya, en los casos de sujetos que no hablan
fácilmente en los análisis lo que nombré como “Hago hablar hasta a las piedras”,
donde el analista intervino: “hace hablar a las piedras, es su rasgo”, y me despidió
muy sonrientemente.
Hice de eso, entonces, un rasgo en mi clínica sin que fuese un esfuerzo exte-
nuante.
Y me encantaba repetir la frase de Lacan en las conferencias americanas: “A
menudo el analista cree que la piedra filosofal de su oficio consiste en callarse”.
Sin embargo, el silencio aún y hasta casi hacia el final del análisis seguía, tenía
el tono de incomodidad.
Y comencé a leer los trabajos que hablaban del silencio del analista, de la fun-
ción del silencio del analista.
Y se esclareció la diferencia entre la mudez y el silencio.
La mudez que corre el riesgo de expulsar al analizante y la función del silencio
que empuja al “diga más”.
La voz, uno de los objetos de la pulsión, objeto a, ¿qué destino al final del aná-
lisis?
No tenía la menor idea de que estaba transitando los últimos encuentros.
No estaba en mis pensamientos que se precipitaba el final.
¡Qué más había por decir! Ya les dije, siempre había una de más.
Hacía no demasiado tiempo una pregunta irrumpió mi decir… blablablá…

142 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 139 - 144
ISSN 1668-3897
Gabriela Grinbaum Una cámara encendida

“¿Qué está buscando?” Muy fuerte, casi un grito. Me silenció…


Me angustió… me calló… a mí… Que eso parecía difícil…
Un silencio, creo el primero. El primero sin intentar llenarlo con la voz ronca,
con artilugios para despertar al otro. No era el silencio mortificante del padre.
Siguieron algunas, no muchas, dos, tres sesiones silenciosas.
Un silencio nuevo, ¿pacificante? No del todo. ¿Placentero? Un poco… inquie-
tante, tal vez, quizá una mezcla de todo eso.
Busco terminar el análisis. Fue lo que rompió mi silencio.
Desde hacía un rato algo distinto estaba ocurriendo a la salida de cada sesión.
No me daba una nueva cita. Era yo quien le preguntaba, ¿cuándo vuelvo?
Lo femenino asoma cuando dejo de ser la voz para el padre.
Una voz que se silencia. Un silencio que no es mudo.
Efectos del pase:
Débora Nitzcaner, que fue mi pasadora, me preguntó: ¿Cuál es para vos el des-
tino de la pulsión cuando arribaste al consentimiento de que en el Otro lo que
habita es una falta?
Hoy me doy cuenta de que cada vez que entrego un nuevo testimonio algo del
circuito pulsional encuentra la sustitución de ese goce. Algo de montar la escena
que despierta al otro, algo de hacer escuchar mi voz y que reparen en mí.
Hoy no está más la cámara. Hoy la cámara no es lo necesario para que la vida
tenga un sentido. Pero sí se enciende en la contingencia que el testimonio de pase
me permite algunos ratos.
“Entregar al público los relatos del pase, eso nunca se hizo en la época de
Lacan. Saben que nuestra modalidad de los testimonios públicos es una invención
de Miller” (Recalde, Blog AMP). Lo cito: “Digámoslo, yo inventé llevar a cabo
una mostración pública de los pases porque sabía, pensaba, creía, que estaba en
juego la esencia del pase…” (Miller, Scilicet El cuerpo…31).

A veces, como me pasó en San Pablo, la sensación luego de leer mi testimonio


allí, que palpité como más fuerte, más descarnado, quizá una de más, me turbó y
quedé unos días algo inquieta tocada por el pudor.
Fue el precio por estar montada en el taburete, lo dije en Río, un rato de actriz
y ser aplaudida.
No fue así cuando luego de presentar mi primer testimonio en la EOL, mi
amiga desde hace ya casi treinta años, Diana Paulozky, la conocen, no se calla
nada. Nada de nada y por eso la quiero, porque siempre me dijo lo que piensa. Y
en esa ocasión me cuestionó haber contado que mi primer intento de análisis, que
fue fallido, fue a los 17 años luego de un aborto.
“Gabi, me pareció de más poner lo del aborto, no era necesario”.

Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 139 - 144 143
ISSN 1668-3897
El pase

Y como el siempre “una de más” me resuena, me detuvo.


“Quizá tengas razón, Diani”, le dije, “no era necesario. Pero yo de eso hubiese
ido a hablar en la televisión”.
Y sí, como esas mujeres increíbles, esas de las que tanto hablé en mis análisis.
Esas mujeres que llevaron al analista a decir: “Cada mujer de la que habla es la
más más más”. Esas con las que me identifiqué. Esas que dejaron en mi cuerpo
sus huellas. Esas que salieron a la calle y fueron fotografiadas por todos los diarios
del mundo con un cartel que decía YO ABORTÉ acompañando con su firma el
manifiesto por el aborto legal en 1971 que redactó Simone de Beauvoir y cuyas
primeras palabras eran: “En Francia, un millón de mujeres aborta en peligrosas
condiciones cada año a causa de la clandestinidad a la cual se ven condenadas…
yo declaro formar parte de ellas. Declaro haber abortado”. Aseveración que tam-
bién sostuvieron Marguerite Duras, Catherine Deneuve, Françoise Sagan, entre
otras 343 que firmaron ese manifiesto.
Con esto quiero decir, me pronuncio, no creo que siempre la privacidad sea la
mejor manera.
Y en esa dirección en muchos, muchos casos, la vida on-line es genial. Celebro
el entusiasmo de Charly Rossi, que como todo entusiasmo contagia, y eso se lo
debemos a las redes.
Jugar a ser otra de la Second life me la debo, pero no me lo voy a perder. Y quizá
reencuentre a tu Teresa, Elvira.
Debo decir que todos esos años en los que estuve abocada a la búsqueda in-
cesante de la mujer ideal tenía una suerte de Tinder, el Tinder de las mujeres más,
la más seductora, la más ocurrente, la más transgresora, la mejor escritora…
Clarice Lispector comienza así su libro para niños La vida íntima de Laura: “Vida
íntima quiere decir que no se debe contar a todo el mundo lo que le sucede a uno.
Son cosas que no se dicen a cualquiera”.
Sin duda, el testimonio de pase implica un pasaje de lo privado a lo público.
Y acá estoy…
Ya no es el gusto por exhibirme, ya no es satisfacer la pulsión a cualquier precio
para que el otro repare en mí. Es hacerme escuchar en mi causa, en mi entusiasmo
por el psicoanálisis y por el teatro de la vida.

Bibliografía
Lispector, Clarice. La vida íntima de Laura. México: Librosméxico, 1974.
Miller, Jaques-Alain. “El inconciente y el cuerpo hablante”. Scilicet El Cuerpo Hablante, Sobre el inconsciente en
el siglo XXI. Buenos Aires: Ediciones Grama, 2015, p. 21-35.
Miller, Jacques-Alain. “¿Es pase?” Revista Lacaniana de Psicoanálisis n° 12. Buenos Aires: Ediciones Grama,
2012, p. 125-131.
Recalde, Marina. “De lo privado a lo público, y retorno”. Papers 3, 2015. Blog AMP. 3 de jul. 2016.
http://ampblog2006.blogspot.com.ar/2015/06/papers-3-de-lo-privado-lo-publico-y.html.

144 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 139 - 144
ISSN 1668-3897
Refutar,
inconsistir, indemostrar,
tres maneras de decir S(A/) *

Kuky Mildiner
Es psicoanalista en Buenos Aires, Argentina
E s un gusto volver a Córdoba.
La última vez que estuve aquí
fue en octubre de 2014. Vine a encon-
Miembro de la Escuela de la Orientación trarme con mi segunda pasadora. Salí
Lacaniana (EOL) muy satisfecha de las tres reuniones
Miembro de la Asociación Mundial de que tuvimos, me quedé con la idea de
Psicoanálisis (AMP) que se había consustanciado con el co-
Analista de la Escuela (AE) 2015-2018 razón de lo que yo venía a transmitir.
Una pregunta que me hizo en esa
oportunidad respecto de mi relación al
estrago, sumada a la pregunta por el
superyó que aparece en el argumento
para estas jornadas es lo que retomaré
en este testimonio.

Mi querido superyó

Tuve un diario íntimo. No lo recor-


daba, lo encontré este verano cuando,
por motivo de mi mudanza, me dispo-
nía a ordenar en cajas los objetos guar-
dados por años en placares donde el
polvo se juntaba. Allí asomó, con tapas
de cuero verde, un cierre dorado con
sus respectivas llavecitas que no enga-
ñaban a nadie: se podía abrir con una
horquilla de cabello. Al abrirlo, me en-

Mediodicho - Nº 42
septiembre de 2016
*
Testimonio presentado en el marco de las XXV Jor-
Escuela de la Orientación Lacaniana nadas Anuales de la EOL Sección Córdoba, La vida
Sección Córdoba online, 24 y 25 de junio de 2016.

145
El pase

contré con unas pocas hojas escritas, tres o cuatro, que no decían nada, frases in-
trascendentes, estaban llenas de tachaduras y borrones. Eso contrastaba con la
prolijidad de los cuadernos de estudio que encontré también guardados.
Ese diario es como un documento de una parte de lo que vengo testimoniando
hace un año. Cuando lo leí, por un momento sentí tristeza, la misma que acom-
pañaba a esa niña del diario que, a sus 14 años, no podía terminar de escribir sus
intimidades: qué chico le gustaba, qué le pasaba con sus amigas, no, escribía y ta-
chaba porque sospechaba que esas líneas iban a ser leídas por otros ojos. Esa tris-
teza me había acompañado durante muchos años, era la de una fijeza en donde la
línea entre lo privado y lo público era muy tajante, muy definida, y me quedaba
muy cerca, siempre más acá, con la gran dificultad de divertirme, de hacer o decir
algo diverso o disparatado por temor a que se escape el secreto, ese que guardaba
como un tesoro, que mantenía oculto con las llavecitas del deseo de retener de la
pulsión anal en juego.
De alguna manera, esos ojos ordenaban mi andar y mi silencio. “No se lo digas
a nadie” fue la frase de mi madre de la que me agarré. En el Seminario 24, Lacan
dice respecto del recorrido de un análisis que no hay una verdad al final del camino,
ni un camino prefijado, ni todos los caminos. Sino que sólo existe el aprendizaje
que el sujeto ha sufrido de una lengua entre otras, en la esperanza de aferrarse a
ella. Aferrarse a ella es homofónico en francés con hacer real (Inédito, clase del
19/04/77). Así, esa lengua que aprendí, de la que me aferré, ese “no se lo digas a
nadie” resultaría ser el índice de mi propio real.
Seguramente, si hubiera existido Facebook en esa época, hubiese tenido mi pá-
gina, con muchos amigos, ya que mi secreto, si bien iba acompañado de angustia
y de un sentimiento de soledad, no me alejaba de los otros, sino que imprimía el
modo particular que tenía para estar cerca. Diciendo lo conveniente, siendo desde
temprano lectora ya que los argumentos que encontraba escritos en los libros re-
sultaban una buena estrategia para ocultar los míos, siendo la hija y la amiga que
guardaba fielmente los secretos. Hablaba o escribía ocultándome. Así se encon-
traba mi enunciación.
El secreto que atesoraba de niña, compartido con mi madre y separado del co-
nocimiento de mi padre, era el norte que configuraba mis movimientos. Se trataba
de ir a la casa del abuelo a escondidas, el abuelo materno, ya que mi padre nos
había prohibido verlo porque lo había estafado. Ese secreto suponía cuidar al
padre para que no se reconozca burlado, cuidar al abuelo para que no se reconozca
en su pecado y, sobretodo, cuidar a la madre en su aparente fragilidad sin respues-
tas. Cuidar, cuidar y cuidar.
En todo eso había un ideal de familia que sostener. La niña lo creía así, depen-
día de su secreto. Y así andaba, mortificada, haciendo lo que entendía que era el
bien para la familia.

146 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 145 - 150
ISSN 1668-3897
Kuky Mildiner Refutar, inconsistir, indemostrar, ...

Ese bien fundamental, que hacía pasar por encima de cualquier bienestar, raíz
de un goce singular que marcaba la fuerza de un superyó que hoy quisiera demos-
trar cómo fue tratado en el análisis. La fuerza del superyó indicaba callar, callar
más y callar más. Ese silencio ha sido el eje de mis sufrimientos y también de mis
atractivos.

El orden de las causas

Un análisis se trata de las operaciones que subvierten el orden de las causas,


que introducen una discontinuidad entre el antecedente y el consecuente a partir
de lo cual subsiste el consecuente, pero desarticulado y liberado del antecedente.
Entonces, poco a poco fui hystorizando el orden de las causas que suponía mi
actuar. El primer tiempo de la labor analítica se puede comparar con la del escultor.
La primera tarea de desbaste en el mármol es brutal. A punta y maza van saltando
las partes y la piedra blanca en contacto con el aire toma un color blanco grisáceo.
Hay que tratarla con suavidad y, al mismo tiempo, con firmeza. Cada golpe es un
estallido interno. Así, los objetos van quedando delineados.
Estaba el elemento de la mirada que comandaba el objeto del silencio acom-
pañado de un respirar agitado, como fenómeno de la angustia.
Mirada, silencio y agitación. Tres elementos que, en parte, construirían la frase
fantasmática: “Quedar en silencio frente a la mirada del Otro”. Así tomó forma
el producto de esa primer labor.
El fantasma estaba armado en la dirección al padre. Una vez articulada la frase
fantasmática, una película triste insistía en ser recuperada por el recuerdo. La había
visto en el televisor en blanco y negro, era muy chica, y me había dejado un sabor
amargo. La recuperé gracias a la ayuda de un amigo cinéfilo. El recuerdo enfocaba
una escena en un aeropuerto. Entre un grupo de gente, allí estaba ella, una bella
joven, se veía la felicidad en sus ojos porque lo había encontrado a él y entonces
corría a su encuentro con los brazos abiertos. Él, un hombre mayor, caminaba
hacia ella, pero en el momento en que se cruzaban y que yo suponía que se darían
ese abrazo de amor, el seguía de largo, no la veía.
Me había pasado parte de la vida jugando al juego de las escondidas con el ga-
llito ciego, transformando lo innombrable del padre en desencuentro y tristeza.
La fuerza del amor al padre en la histeria desconoce a un padre sometido a las
contingencias de la vida y animado por “un goce imposible de negativizar” (Go-
rostiza, Lacaniana 15, 74). Como dice Strindberg en su obra de teatro: se trata de
ver al padre tal cual es. Creo que Gorostiza sugería que de lo que se trata es de ir
más allá de la garantía del Otro, logificada en la función del Nombre-del-padre
(Lacaniana 15).
Había que buscar detrás de esa mirada, la paterna, a la mirada materna. Se

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El pase

había vuelto claro en un fallido en el primer análisis. Hablando con un grupo de


colegas sobre los ojos del analista dije: ¡sí, pero tiene esos ojos verdes! El analista
tenía ojos color marrón, como los de mi padre, los ojos verdes eran los de mi
madre. Hay que buscar detrás del padre a la madre, decía Javier Aramburu, mi
maestro de psicoanálisis.
“La histérica es también una forma de comprender por qué el superyó feme-
nino le creó tantos problemas al psicoanálisis. Habría que escribirlo así: el superyó,
femenino. Si no se encuentra el superyó femenino es, precisamente, porque está
ahí ante los ojos, es del estilo de la carta robada, es porque salta a la vista que no
nos percatamos de su presencia” (Miller, Recorrido de Lacan 155).
Pero la construcción del fantasma, si bien me había dado alivio, con los efectos
concomitantes de soltar más la lengua, no me liberó de su pathos. Hoy se me ocu-
rre decirlo de esta manera: estaba la agitación, ese fenómeno de la angustia de la
que haría falta extraer su certeza.
Eso aconteció como producto de unas sesiones en donde la presencia del ana-
lista cobró su protagonismo. Claramente se trató de un efecto que surgió en el
campo de batalla de la transferencia, pues, a fin de cuentas, nadie puede ser vencido
in absentia o in effigie. No es on-line. En Los usos del lapso, Jacques–Alain Miller plantea
que "…el analista, con su presencia, encarna algo del goce, la parte no simbolizada
del goce. (…) y de la que se puede decir que el testimonio es la presencia del ana-
lista en carne y hueso. (…) El analista está a título de su encarnación y no del saber
que tendría, del saber inconsciente del sujeto” (22)
El analista hizo presente el silencio en las sesiones.
Era un silencio denso, en oposición al teclear de su computadora o al ruido de
las rueditas de su sillón en sus desplazamientos de antes. Silencio de él, el propio.
Entonces sobrevino el fenómeno de cuerpo, como llamé en mi testimonio de Río
a la sensación de pulmones llenos, dificultad para respirar, la agitación permanente.
Fue el momento que describí como de separación máxima entre el cuerpo y las
palabras, agitación sin representación.
Fue a partir de dos intervenciones del analista que se produjo la extracción de
la mirada con el efecto de agujero correspondiente. La primera intervención fue
a partir del recuerdo de un relato familiar donde el fenómeno de los pulmones
llenos se ligó a una bronquitis a repetición a los seis meses de vida, donde la indi-
cación de un pediatra de sacar a la niña al aire libre hizo que la bronquitis cesara.
Repetí ese relato hasta el cansancio, siempre acompañado de un llanto profundo
que me resultaba enigmático. ¿Que lloraba? Ahí la intervención fue la de nominar
eso como el trauma.
La segunda intervención fue a partir de una vuelta de la angustia en una sesión,
razón que me llevó a abandonar el diván y, sin entender bien por qué, a sentarme
frente al analista. Allí hablé sobre mi lógica pasada que intentaba recuperar, que

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Kuky Mildiner Refutar, inconsistir, indemostrar, ...

tanto apreciaba, ya que en muchas oportunidades me había permitido salir de di-


versos atolladeros. Ésa se había desvanecido sin encontrar salida a la incomodidad
de la angustia en la que me encontraba sumergida. Sin darme cuenta, al sentarme
frente a frente con el analista, intentaba reencontrar en su mirada mi lógica pasada,
pero era otra lógica, la que recortaba mi cuerpo en el decir secreto. Esa mirada
que garantizaba.
Sin embargo, me encontré con un analista que me mostró un cuerpo como
descompuesto. A medida que yo más hablaba y más buscaba esa mirada, más
aparecía frente a mí esa pura presencia del cuerpo de ojos cerrados, como ago-
biado, que se me venía presentando con tanta fuerza en los últimos tiempos. En
lugar del reconocimiento de mi decir por la mirada encontré al analista haciendo
semblante del acontecimiento de cuerpo.
A la salida, al extenderle mi mano para saludarlo, me devolvió el gesto con una
mano de nada, como de nadie.
Sorprendentemente, salí de la sesión con una vitalidad desconocida. Plus de
vida, sin Otro, que transformaría el modo de vivir el cuerpo. Así, ubiqué entonces
el acontecimiento de los pulmones llenos como el modo en que repercutió en mi
cuerpo la entrada al mundo.
El efecto del acto del analista provocó finalmente la extracción de la mirada y
agregó un vacío, un vacío de significación. La mirada había caído de su lugar ga-
rantía del decir silencioso. Allí atrás quedaba mi madre con su desesperación en
el momento de mi nacimiento, que paradójicamente encerraba a esa pequeña entre
las cuatro paredes de la habitación para mantenerla con vida.
Tocar lo real como imposible S (Ⱥ) subvirtió el orden de las causas que venía
sosteniendo.
El término acontecimiento se opone al de causa y nombra una alteración aza-
rosa. Hay una frase de Freud de la “Conferencia 33”, me gusta como lo dice:
“Hace falta una buena dosis de adiestramiento intelectual para creer en el azar; el
primitivo, el ignorante y también el niño, saben indicar una razón para todo lo que
sucede” (Freud, Obras Completas XXII, 114).
El efecto del acto analítico agregó un vacío de significación (Miller, El ultimísimo
Lacan), en donde mi decir comenzaba a resonar de otra manera. Una manera que
resulta “más allá del discurso del inconsciente”, restituyendo “en su desnudez y
su fulgor los azares que me habrían llevado a diestra y siniestra”.
Retomando el tratamiento del superyó en el análisis, esa extracción operó como
el modo de refutar, de inconsistir ese “goza callando”, esa que subjetivé durante
tanto tiempo como “si me ven me matan”, “si hablo me matan”.
Eso marcará una diferencia entre lo que no se dice porque se guarda como se-
creto y lo que no se dice porque nunca podrá ser representado.
Entonces, el borde entre lo público y lo privado se vuelve más laxo y lleva mi

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El pase

propio estilo en mi enunciación.

Bibliografía
Freud, Sigmund. “33° conferencia. La feminidad” Obras completas XXII. Buenos Aires: Amorrortu editores,
1986, p. 104-125, 1° reedición.
Gorostiza, Leonardo. “El padre después del pase” Revista lacaniana de psicoanálisis N° 15. Buenos Aires: Edi-
ciones Grama, 2013, págs. 66-81.
Lacan, Jacques. Seminario 24, L’insu que Sait de L’Une-Bévue S’Aile à Mourre. Inédito. Clase del 19 de abril
1977.
Miller, Jacques-Alain. El ultimísimo Lacan. Buenos Aires: Paidós, 2013, p. 74. 1° edición.
Miller, Jacques-Alain. Los usos del lapso. Buenos Aires: Paidós, 2004. 1° edición.
Miller, Jacques-Alain. "Teoría de los goces", Recorrido de Lacan. Buenos Aires: Ediciones Manantial, 1994 p.
149-160. 7° reimpresión.

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ISSN 1668-3897
Lecturas

Longo Robert
Presión
Serie: Combinaciones y objeto fantasma (1982-1988)
Ejercer la resención crítica de las publicaciones del Campo Freu-
diano, y su interlocución con la cultura en general, tiene su co-
rrelato en otra lectura ineludible, a la que estamos invitados, “…
lee sobre todo tu propio inconsciente, ese libro con una tirada
de un solo ejemplar cuyo texto virtual llevas por todas partes
contigo, y en el que está escrito el guión de tu vida, o al menos
su rough draft”.
Jaques-Alain Miller - “Cartas a la Opinión Ilustrada. Carta
Clara como el día”, p.8. 2001.
Lacan XXI *
Revista Fapol online,
2016

L acan XXI es la revista on-line de la


Fapol (Federación Americana de
Psicoanálisis de la Orientación Laca-
niana) que reúne las Escuelas de la Aso-
ciación Mundial en América: EOL, EBP
y NEL.
“El primer número de Lacan XXI llega
a tiempo para alcanzar el acontecimiento
del X° Congreso de la AMP, que se rea-
liza ahora mismo en Rio de Janeiro. Esa
coincidencia es deliberada. Lacan XXI, el psicoanálisis en el ámbito de la uni-
que es Lacan en el siglo XXI, es también versidad, considerado como lugar cen-
Lacan en América”. tral y estratégico para impulsar el
Así traza Mauricio Tarrab en la Edito- crecimiento del psicoanálisis en Amé-
rial las dos líneas de lectura que recorren rica”. Se pueden leer allí seis informes
toda la revista. Una línea podría descri- que fueron presentados en la primera
birse así: el misterio que comparten conversación de la RUA, que tuvo lugar
Lacan y el siglo XXI y la otra línea sería: en San Pablo en septiembre de 2015.
América es lacaniana. Estos informes transmiten de un modo
Inicio mi comentario por esto último, muy preciso la tarea que los colegas de
que encuentro muy bien desarrollado en las tres Escuelas, reunidos en equipos
las primeras tres secciones de la revista, de trabajo, vienen desarrollando desde
donde el ciber-lector, si me permiten lla- hace ya tres años.
marlo así, aunque también puede ser el La tercera sección, llamada Observa-
lector clásico -porque es posible bajar torio, publica el trabajo que vienen
toda la revista en formato pdf e impri- realizando los Observatorios de Fapol.
mirla en soporte papel- encontrará, al ini- Éstos reúnen a miembros de las tres
cio, dos textos que enmarcan, orientan y Escuelas Americanas. En este número,
reflejan el interés de Fapol tanto por el el lector podrá estar al tanto de las in-
psicoanálisis puro como por la compleja vestigaciones que llevan adelante los
relación entre el real de la ciencia y el del Observatorios, el que aborda el tema
psicoanálisis. Escriben Jacques Alain Mi- “La violencia y las mujeres en Latinoa-
ller y Miquel Bassols. mérica” y advertir así “el hilo de la Ac-
La siguiente sección está dedicada a ción Lacaniana que aborda la
publicar el trabajo que han comenzado a complejidad de la época contemporá-
realizar en la RUA (Red Universitaria nea, que en sus múltiples facetas afecta
Ameriacana de Fapol). Esta Red “fue las subjetividades, los cuerpos y las re-
creada con el fin de preservar y extender laciones sociales”.
*
http://www.lacan21.com

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Lecturas

Decía al comienzo que es posible recorrer la revista desde, al menos, dos líneas
de lectura, Lacan en América y Lacan en el siglo XXI. Me gusta la manera en que
Mauricio Tarrab nos invita a leer esto, en la última sección, cuando nos alerta que
Lacan y el siglo XXI comparten un misterio, eso que aún nos falta descubrir. Tres
psicoanalistas miembros de las tres Escuelas de América eligen una frase de la en-
señanza de Lacan con la que pueda iluminarse un fragmento del presente.
Ana Viganó trabaja, así, una frase de Lacan que “nos sirve para pensar un tiempo
crucial de la vida donde cada uno se confronta con una continuidad/discontinui-
dad -radical- a lo que tiene que responder: pubertad y adolescencia; el despertar,
sus sueños, sus efectos”.
Claudio Godoy nos recuerda que, en una entrevista que le realizan a Lacan en
1974, responde que él para nada es pesimista, y que esto tampoco lo transforma
en optimista. Más bien se trata de un realismo del sinthoma que nos aleja de cual-
quier optimismo o pesimismo, cita que muy bien puede servirnos hoy a los psi-
coanalistas.
Romildo do Rêgo Barros elije una frase de Lacan del Seminario 23 y nos transmite
su elección en el punto en el que Lacan capta, en una época en la que aún las se-
ñales no eran evidentes, que el siglo XXI tendría como marca esencial una gran
dispersión, y las consecuencias de esto en la práctica analítica.
Creo que es posible sostener, tal como lo propone Tarrab, que “Lacan, como el
siglo XXI”, es también lo que vendrá siempre que nosotros así lo deseemos.

Pia Liberati

Revista
Lacaniana de
Psicoanálisis N°20
Publicación de la Escuela
de la Orientación Lacaniana
Grama Ediciones, junio 2016

U n diseño de tapa renovado me


sorprende con sus colores y con
la “belleza convulsiva” del Retrato de
D.A.F. de Sade de Man Ray, citado por
Lacan en su Seminario 10. Más tarde, ya
sumergida en la lectura de Pinacoteca laca-
niana, nueva rúbrica de la revista, descu-
bro la articulación entre psicoanálisis y

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Lecturas

surrealismo, estetización de lo unheimlich, sadismo, sublimación… (Guillermo Be-


laga, 172).
Sigo sorprendiéndome. Lacaniana “se vuelve temática”, como lo señala su Di-
rectora en la Nota editorial. Esta vez “Carta al padre” es el tema que convoca al
trabajo. Un Inédito de Lacan, verdadera perla preciosa, abre la vía de la conversación:
“Creo que, hoy en día, el rastro, la cicatriz de la evaporación del padre, es algo que podríamos
poner bajo la rúbrica y el título general de la segregación” (Lacan, 9).
En La Orientación Lacaniana, Miller se refiere, sin nombrarlo, al fenómeno de
la segregación. Nos advierte que asistimos al retorno feroz del significante amo a
través de comunidades aglomeradas por medio de identificaciones y de una vo-
luntad de pertenencia que entraña deberes, incluido el del sacrificio, arma de se-
ducción a un Otro en vista de lograr su amor.
Abandono ahora la vía romana que me ofrece el índice de la revista y elijo ser
un poco hereje en mi itinerario de lectura. Me sumerjo en las nuevas rúbricas que
prometen desbrozar esa compleja concepción lacaniana del padre.
Daniel Guebel, en una Conversación aguda y generosa, analiza las diferentes ver-
siones de padre que aparecen en su obra literaria y su propia experiencia como
“hijo” de Borges.
En Leer Lacan, a partir de una cita propuesta, cada autor elige un trazado, resalta
un detalle, produce un destello en la oscuridad de los conceptos.
En Otras lecturas y en Recorriendo la AMP se retratan las figuras del “fenómeno
Francisco”, del mito de Cronos comiéndose a sus hijos, de los padres de Joyce,
Kafka y Hamlet. Su inconsistencia, dimisión, falla o impacto (e-pater) y los artifi-
cios, las invenciones más o menos herejes que cada uno ha podido hacer con ello.
El analista curioso que se sienta en la butaca y espera ansioso el comienzo de la
función para dejarse enseñar, en esta ocasión, por lo que el cine y el teatro tienen
para decir sobre un padre, un hijo, una familia.
La rúbrica de siempre El pase y Postales de Enapol testimonios de AE que inten-
tan hacer pasar no sólo su hystoria, sino eso otro completamente singular e inde-
mostrable, esas creaciones insignificantes, que tienen valor de uso y valor de goce
para cada uno solo: esos “rinoceronte”, “CI-MI-NO” “mordidavida”.
La Clínica, esta vez, con un generoso trabajo de Patrik Monribot que nos mues-
tra el embrollo y posterior desembrollo transferencial del propio analista. Condi-
ción esta última, necesaria para “exigir el síntoma” del niño.
Otra nueva rúbrica Territorio lacaniano, donde “el lector tendrá la posibilidad de
viajar por los caminos del IOM de la mano de quienes forman parte de sus nu-
merosos dispositivos” (Daniela Fernandez, Nota editorial 6).
Lacaniana, exquisito objeto que invito a ustedes a leer, cada uno a su manera,
eligiendo la carretera que más le convenga. Lo aprovecharán.

Ana María Lubatti

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Lecturas

Revista Digital
de Psicoanálisis
del CIEC
La Lúnulao *
Edición N 3:
Oralidad all inclusive, 2015

“Una Lúnula en el bolsillo por


24hs”

A cepto la invitación que se me


hace para escribir, sabiendo que
es una revista que, por su calidad de vir-
tual, me cabe en el bolsillo, e inicio mi cualquiera sea el circuito, el Superyo grita
recorrido por ella, auxiliado y confiado su mandamiento: “¡Goza!”; ¡el que sigue!
en mi conexión 4G. (me apuran en la fila), y esa frase queda
Mientras la fila de la que formo parte, puntuada así, al azar.
con motivo de un trámite, discurre len- Por la tarde, (en el Club donde acom-
tamente, Estela Carrera me alivia con paño a mi hijo a sus entrenamientos de
su Editorial de La Lúnula número 3 básquet), La Lúnula en el bolsillo en-
“Oralidad all inclusive”, (Revista digital cuentra otro momento para encenderse
del CIEC), y me transmite que este nú- parpadeante, esta vez me detengo y abs-
mero llega luego de la serie inaugurada traigo en la sección Psicoanálisis en la ciu-
por “El imperio de la mirada” que fue dad, donde cuatro analistas (Diosque,
seguida por “La voz, ese objeto indeci- Salamone, Naparstek, Castillo) nos ilus-
ble”, y que este número tres investiga tran sobre temas diversos como la obe-
“desde disciplinas diversas; Medicina, sidad y su relación con el Discurso
Literatura, Televisión, Cine y Arte, el Capitalista, La dictadura del objeto a,
modo en que la pulsión oral hace su sobre una pedagogía del horror y ¡la
circuito encaramada en el síntoma”, mordida de Suarez en el pasado Mundial
una breve e imperdible entrevista a Eric de futbol!; cuatro artículos que iluminan
Laurent la inaugura, en un tramo los modos de goce actuales extraña-
afirma: “lo oral está interesado en lo tó- mente, el sonido de las pelotas rebo-
xico, pero los otros circuitos pulsiona- tando en el parquet (sigo en el club y, por
les también pueden competir, ende, los videos de la revista deberán es-

*
http://www.revistalalunula.cieccordoba.com.ar

156 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 153 -160
ISSN 1668-3897
Lecturas

perar) me precipitan a la sección Psicoanálisis y Arte, donde las pinturas y la entre-


vista a una pintora atravesada por la experiencia del Psicoanálisis (Silvina Sanmar-
tino) nos orientan acerca del tratamiento de la pulsión en la creación artística.
Una sala de espera silenciosa y tediosa se revela como el espacio propicio para
que La Lúnula y sus videos se desplieguen (por suerte tengo todavía dos líneas de
batería). Antes me detengo en la atenta lectura de Liliana Aguilar del libro de Mar-
cela Iacub: Confesiones de una devoradora de carne, un libro que, al decir de la comen-
tadora, “le interesa al Psicoanálisis” y nos da sus razones. Dos video-entrevistas
imperdibles: Jorge Agüero nos habla sobre la celiaquía que él llama “condición de
algunos cuerpos” y nos aporta una interpretación vía la última enseñanza de Jac-
ques Lacan. Luego, María Teresa Andruetto, la celebrada escritora de Córdoba,
nos cuenta los pormenores de la creación de su cuento “Todo movimiento es ca-
cería” y su relación con la oralidad.
En el momento en que concluyo la lectura de la sección Psicoanálisis, Cine y Tv
(sección en la que tres analistas Molina, Sivadon y Assef nos acercan sus inter-
pretaciones de dos películas: Lluvia de hamburguesas y El lobo de Wall Street, y también
de lo que se ha dado en llamar “el atracón televisivo”, nos muestran de este modo
lo que el psicoanálisis puede aportar desde una atenta lectura de las producciones
de la cultura y sus usos en una época). Leo en el texto de Assef “Cuestión de Peso
tal vez pueda resultar paradigmático, puesto que lo más interesante de este pro-
grama es que construye una representación de cómo la voracidad, síntoma de
nuestro tiempo, circula de un modo moebiano entre la TV y el espectador”, y
justo allí la batería de mi caprichoso gadget me impone una pausa y me devuelve
al tedio de la sala de espera, pienso por qué no lo habré bajado en pdf y luego im-
preso los artículos…
Luego de la cena familiar, ya al resguardo de la tiranía de la batería (cargador
enchufado, PC encendida) recorro la sección Circuitos Pulsionales. Mónica Vaca nos
transmite lo que el psicoanálisis puede decir de la denominada Epidemia silenciosa
de la obesidad; Angelina Harari, a su vez, pone en relación histeria y trastornos
alimenticios; Adriana Laión recurre a los síntomas de la época que nos dicen cómo
se vive la pulsión hoy y su relación a la Clínica con niños; Pilar Ordoñez pone en
tensión el ideal de la salud: comida sana, el ideal de las clasificaciones diagnósticas
y una Ética del Psicoanálisis. Para concluir esta sección, Martin Cottone vincula
la Clínica con niños con los mitos, leyendas y cuentos infantiles que ponen en es-
cena el tema de la devoración.
Un insomnio pertinaz me devuelve a La Lúnula de madrugada. Me queda por
leer un artículo sobre la cirugía bariátrica en una entrevista al Dr. José Cook en el
apartado Psicoanálisis y Medicina, pero no tengo señal de internet. Por suerte, el epi-
sodio de la batería me previno y aproveché la acertada decisión editorial de poner
los artículos a disposición del lector en formato pdf (ya los atesoro en mi memoria

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Lecturas

como material de consulta), imprimo el articulo aún por leer y le sumo al gusto
de la lectura de esta Lúnula el placer de la lectura a la antigua, sintiendo el papel
en mis dedos. Virtualmente o en papel, recomiendo el grato recorrido de esta “in-
tersección”, según reza la intención de su Comité Editorial.

Javier Cabrera

El Sentimiento
de Inseguridad
Sociología del
temor al delito
Siglo Veintiuno Editores,
2015, 3era. reedición
Gabriel Kessler*

La inseguridad sin dudas, tal como


lo sitúa el autor, es un tema que se
ha transformado en el “centro de las
preocupaciones públicas”. La asocia-
ción del temor al delito con el senti-
miento de inseguridad cobra aristas riables que lo explican, los relatos que en
inusitadas en estos tiempos. Este libro, torno a él se construyen, las acciones
producto de una investigación de varios asociadas”. Si bien “la cuestión está ins-
años, realiza una lectura necesaria y no- talada en el espacio público, no están de-
vedosa, interrogando lo obvio sin elu- finidas su legitimidad, su lógica ni sus
dir la interpretación. consecuencias”. Legitimidad, lógica y
La investigación se propone com- consecuencias son ejes que permiten ex-
prender y explicar el sentimiento de in- plicar la temática más allá del “sentido
seguridad en relación al delito en “La común” y desmontar axiomas que eliden
Argentina actual”. Con interrogantes su contenido ideológico.
simples, pero precisos, el autor intenta Desde el planteo del recorrido de la in-
elucidar “su sentido, su historia, las va- vestigación hasta las últimas páginas, y

*
Daniel Kessler es doctor en Sociología por la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) de París,
donde además fue elegido profesor en 2004. Es investigador del CONICET, profesor de la Universidad Nacional
de General Sarmiento y del doctorado IDES-UNGS.

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Lecturas

sin explicitarlo de esta manera, Kessler, en su texto, nos enseña a considerar esta
temática otorgándole la dignidad de síntoma. Ésta es la razón por la cual este libro
cobra todo su interés, ya que es un buen ejemplo de lo que implica llevar la noción
de síntoma a lo social.
Es a partir de esta noción desde donde, tanto las referencias teóricas como la
combinación de diferentes metodologías utilizadas para la investigación, toman
otra dimensión de lectura. Encuestas, entrevistas cuantitativas y cualitativas, como
también el uso de los archivos de medios y el análisis de foros de discusión, abar-
cando poblaciones que van desde las grandes urbes hasta zonas rurales y desde
los barrios privados a los asentamientos precarios. Kessler desbarata a partir de
los “relatos de la inseguridad” todo formalismo y sustrae de ellos las líneas de su
investigación.
Tal como lo articula en su libro anterior Sociología del Delito Amateur, el autor va
de lo fenoménico a la estructura, despeja diferentes capas de la problemática de
la inseguridad y su relación con el temor al delito, rompiendo con la falsa identidad
que esta juntura propone a partir de la construcción mediática y la utilización
desde los ámbitos del poder político de ese relato, bordeando un real y separando
ambos términos, dejando abierta la brecha y avanzando en el análisis de cada uno.
Lejos de las conclusiones reduccionistas problema-solución, visibiliza la trampa
a la que esa lógica nos lleva, trampa que reproduce un modelo de control y exclu-
sión de las diferencias, donde la estigmatización de los estratos más desfavorecidos
se hace evidente. El libro evidencia cómo “El temor al crimen ha condensado lo
peor de las pasiones públicas”, produciendo un deterioro de las instituciones de-
mocráticas “al postular el trueque de derechos por seguridad”, fórmula que ha
dado lugar a diversas formas de autoritarismo en distintos momentos de la histo-
ria.
“¿Asistimos al fenómeno de extensión de una sociedad de control?” Kessler
hace de esta pregunta una afirmación y ubica como particularidad actual la distri-
bución de este control: “se concentran dispositivos y cuidados en zonas más aco-
modadas, lo cual contribuye al desplazamiento del delito hacia los lugares menos
favorecidos y legitima, a la vez, formas de vigilancia sobre los lugares donde ha-
bitarían los que se consideran potencialmente peligrosos”, poniendo en evidencia
el riesgo que implica, para nuestra sociedad, “la extensión de la sospecha y la pre-
sunción de peligrosidad” con su carácter estigmatizador y su correlato de “la apli-
cación de cualquier tipo de medidas punitivas”, llegando a la “justicia por mano
propia”. La riqueza de sus apreciaciones, en este punto, la encontramos en cómo
el autor singulariza esos procesos a partir de los acontecimientos históricos de
nuestro país, tales como el terrorismo de Estado, el caso Blumberg, el manejo de
las noticias en los medios regionales, etc.

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Lecturas

Para concluir, Kessler distingue dos políticas: “las que atentan contra las diver-
sidad, el inconformismo y la vitalidad propia de la vida urbana o disminuyen el
miedo en algunos a costa de proponer el control sobre otros o las que trabajan en
pos de la extensión de los derechos y la mayor vitalidad en los lazos sociales”.
Es muy oportuna la reedición de este libro publicado en 2011 para leer a la luz
de las reflexiones que se desprenden de su lectura no sólo los cambios vertiginosos
en materia de seguridad en nuestro país, sino las consecuencias que devendrán de
la serie de atentados en los últimos tiempos en distintos países del mundo.

María Marciani

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Abstracts

Longo Robert
Sin título (Tiburón 14)
Serie: Dioses perfectos (2007)
Abstracts

Jacques-Alain Miller: ¿Ha dicho raro?


Abstract: El autor sostiene que el psicoanálisis ha sido precursor del culto de la palabra que se di-
fundió luego en el conjunto de la sociedad, hasta imponerse en la actualidad como un verdadero
empuje-a-decir todo. Para llegar a este análisis, el autor explora el uso particular de la palabra que
hace el psicoanálisis, reconoce que es un uso irregular, a veces extravagante, y desarrolla la noción
de la interpretación psicoanalítica para demostrarlo. Así el autor demuestra que el empuje-a-decir
es algo muy distinto en psicoanálisis. Invita al que sufre a la prueba de algo que no es un diálogo,
sino más bien un monólogo, seguido de una interpretación.
Palabras clave: significante - significado - goce - sentido - interpretación
Did you say bizarre?
Abstract: The author argues that psychoanalysis has pioneered the cult of the word then spread to
the whole society, to prevail today as a true push-to-say everything. To get to this analysis, the author
explores the particular use of the word that psychoanalysis makes; recognizes that it is an irregular
use, sometimes extravagant; and develops the concept of psychoanalytic interpretation to prove it.
Thus the author shows that the push-to-say is something quite different in psychoanalysis. The suf-
ferer is invited to test something that is not a dialogue, but rather a monologue, followed by an in-
terpretation.
Key words: signifier - signified - jouissance - sense - interpretation

Eduardo Abello, Carolina Aiassa, Natalia Andreini, Alejandro Willington:


Del miedo como afecto, en la obra de Jacques Lacan
Abstract: El texto comienza situando el problema de los afectos para Lacan, primer marco en
donde se sitúa el concepto miedo en su obra. Una perspectiva del concepto traza un arco que va
desde sus primeros Seminarios y Escritos, hasta su ultimísima enseñanza. El par conceptual miedo
-angustia es situado en distintos momentos de su articulación, subrayando siempre la “distinción
esencial” que Lacan destaca. El lugar del objeto en esta articulación es clave. La interrogación de
este problema en el ultimísimo Lacan desdibuja dicha diferencia, a la vez que el par sujeto - objeto
deja de ser la referencia primordial, ya que el ser hablante pasa definirse en todo caso a partir del
cuerpo como sustancia gozante.
Palabras clave: miedo - angustia - objeto - cuerpo
About fear as affect, in Jacques Lacan’s works
Abstract: The text begins by situating the problem of affects for Lacan, the first framework used
by the authors to place the concept of fear is in his works. A perspective of the concept traces an
arc from his earliest Seminars and Writings up to his very latest teaching. The conceptual pair fear-
angst is located at different points of its articulation, always stressing the "essential difference" that
Lacan highlights. The location of the object in this articulation is a key factor. The question about
this problem in the very latest Lacan blurs that difference, while the pair subject-object ceases to be
the primary reference, since the speaking being is defined, at any rate, from the body as jouissant
substance.
Key words: fear - angst - object - body

José Fernando Velásquez: ¿De qué tenemos miedo?


Abstract: El autor presenta al miedo como siendo ya una respuesta frente a lo imposible, mientras
que la angustia es la experiencia de impotencia. Ubica dos hechos actuales que los relaciona con el

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miedo. Primero, ha ido delimitándose una característica del sujeto posindustrial: el riesgo. Y segundo,
tomando a varios autores, nombra la sociedad actual como la sociedad del miedo. La contracara
paradójica es que en el miedo, la angustia y la fobia hay goces fijados al cuerpo. En la distribución
de goces ubica y desarrolla en su artículo dos tipos de goces: el goce del Amo y el goce del Uno.
Palabras clave: miedo - angustia - fobia - cuerpo - goce
What are we afraid of ?
Abstract: The author presents fear as already being a response to the impossible, while anxiety is
the experience of helplessness. He locates two current events that relate to fear. Firstly, a characte-
ristic of the postindustrial subject is defined: risk. Secondly, drawing from several authors, today's
society is named as the society of fear. The paradoxical other side is that in fear, anxiety, and phobia
there are jouissances fixed in the body. In the distribution of jouissances, two types of jouissance are lo-
cated and developed in this article: the Master’s jouissance and the jouissance of the One.
Key words: fear - anxiety - phobia - body - jouissance

Luis Fernando Carrijo da Cunha: El cuerpo sustraído entre el miedo y


la angustia
Abstract: El autor explora en su texto lo que del miedo se tornó síntoma para su propio caso, ubi-
cando así la amenaza ligada a un miedo constante como su compañera desde su infancia y la angustia
vivida siempre como una percepción de desaparición del cuerpo. Demuestra también que lo que el
psicoanálisis nos enseña acerca de la civilización no está desconectado de la vivencia de cada uno
en su absoluta soledad. En este sentido refiere que presenciamos un tiempo de violencia generali-
zada, desde violencias domésticas hasta los ataques terroristas que nos asombran, dejando los cuer-
pos aprisionados en el miedo.
Palabras clave: miedo - angustia - fobia - pase - cuerpo - síntoma
The body subtracted between fear and anxiety
Abstract: In his text, the author explores that about fear which became a symptom for his own
case, thus placing the threat linked to a constant fear as his companion since childhood, and the an-
xiety always experienced as a perception of the disappearance of the body. It also shows that what
psychoanalysis teaches us about civilization is not disconnected from one’s own experience in one’s
absolute isolation. In this sense, it states we are witnessing a time of generalized violence, from do-
mestic violence to the terrorist attacks that amaze us, leaving the bodies trapped in fear.
Key words: fear - anxiety - phobia - pass - body - symptom

Alvaro Stella: Pánico en el DSM-5


Abstract: El autor plantea cómo las clasificaciones de uso masivo y universal, como el DSM-5, anu-
lan la posibilidad de una escucha singular del sufrimiento subjetivo. El Trastorno de pánico es un
ejemplo de clasificación que saca de la consideración cardinal a la primacía de la angustia como señal
de lo más propio del sufrimiento psíquico.
Palabras clave: pánico- miedo- angustia- DSM-5- clasificación- diagnóstico
Panic in the DSM-5
Abstract: The author posits how classifications which are used widely and universally, such as the
DSM-5, annul the possibility of taking special heed of subjective suffering. Panic disorder is an
example of a classification that removes the primacy of anxiety from cardinal consideration as a
sign of that which is most singular of psychic suffering.
Key words: panic - fear - anxiety - DSM-5 - classification - diagnosis

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Estela Carrera: Notas sobre el miedo en los niños


Abstract: La autora plantea que el miedo toma la forma de una epidemia colectiva globalizada. El
analista tendrá que leer en la experiencia analítica el miedo que se presenta como fenómeno a los
fines de captar su función sintomática en el anudamiento singular. Se plantea la distinción entre
miedo, fobia y angustia. La institución educativa se plantea como el lugar propicio para la construc-
ción de las ficciones que favorezcan identificaciones.
Palabras clave: miedo - niños - fantasma - educación - fobia - angustia
Notes on fear in children
Abstract: The author considers that fear takes the form of a globalized collective epidemic. The
analyst will have to read in the analytic experience the fear that presents itself as a phenomenon in
order to understand its symptomatic function in the singular knotting. The distinction between fear,
phobia and distress is considered. The educational institution is considered a conducive place for
the construction of fictions that favor identifications.
Key words: fear - children - phantasm - education - phobia - anxiety

Jorge Chamorro: El corcel. El ataque de pánico: una frivolización de las ca-


tegorías miedo, angustia y espanto
Abstract: El autor pone de relieve al miedo en su función constitutiva del sujeto, en virtud de la
amenaza de castración, solución imaginaria al déficit de la función paterna; la declinación de la au-
toridad deja al sujeto sin ese recurso. Precisa por otra parte una solución real, singular, por el análisis
vía el sinthome, que confronte las categorías generales que proponen las clasificaciones, rescatando la
singularidad del sujeto.
Palabras clave: angustia - miedo - espanto - fobia - sinthome
The steed. The panic attack: a trivialization of the categories of fear, anxiety and threat
Abstract: The author emphasizes fear as a constitutive function of the subject, by virtue of the
threat of castration, an imaginary solution to the deficit of the paternal function; the decline of au-
thority leaves the subject without this resource. On the other hand, a singular, real, solution is re-
quired, through analysis via the sinthome, in order to confront the general categories proposed by
the classifications, rescuing the singularity of the subject.
Key words: anxiety - fear - threat - phobia - sinthome

Graciela Martínez: Los “sin-miedo”. Signos de la errancia contemporánea


Abstract: La autora considera la errancia subjetiva en relación a la época, como un efecto de la de-
cadencia del Nombre del Padre; y la ausencia de miedo, como uno de sus signos. Trabaja en torno
a la complejización de la instalación de la transferencia en la práctica con adolescentes.
Palabras clave: adolescencia - errancia - miedo - transferencia - S1 - objeto a
The “fearless”. Signs of contemporary wandering
Abstract: The author considers subjective wandering in relation to our time, as an effect of the de-
cline of the Name of the Father, and the absence of fear, as one of its signs. She works around the
complexity of the installation of transference in the practice with teenagers.
Key words: adolescence - wandering - fear - transfer - S1 - object a

Jean Claude Milner: “En un tiempo, la sociedad entera tendrá miedo de cada
uno”
Abstract: El autor, en la entrevista que Mediodicho le realiza, ubica especialmente el miedo susci-
tado por el otro, y de qué manera el individuo busca refugio del lado del poder para protegerse de

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Abstracts

éste. El miedo nacido del otro forma un circulo cuya circunferencia estaría por todas partes y el
centro en ninguna parte. Señala que la función de la política consiste en hacer posible que uno se
calle, sin tener temor de ser privado de hablar para siempre.
Palabras clave: miedo – sociedad – pequeño otro – poder – política
“At some point in the future, the whole society will be afraid of every one”
Abstract: In this Mediodicho interview, the author especially locates the fear caused by the other, and
how the individual seeks refuge in power to protect him/herself from it. Fear born of the other
forms a circle whose circumference would be everywhere, and its center nowhere. He points out
that the role of politics is to make possible for one to keep quiet, without the fear of being deprived
of talking forever.
Key words: fear - society - little other - power - politics

Juan Carlos Indart: Sobre la política del miedo y el discurso de Donald Trump
Abstract: El autor sitúa el discurso de Donald Trump para hablar de una política del miedo, en
tanto el mismo nombra un aspecto importante del malestar contemporáneo. El ascenso al cenit del
objeto a conduce a un modo de vida caracterizado por el goce del consumo. En este contexto, la
angustia es hoy el síntoma social por excelencia y la respuesta a ello es el recurso al discurso de la
segregación, para reinventar el lazo social perdido.
Palabras clave: política del miedo - segregación - capitalismo - angustia
On the politics of fear and Donald Trump’s discourse
Abstract: The author considers Donald Trump's discourse in order to speak about the politics of
fear, inasmuch as fear names an important aspect of contemporary discontent. The ascent to the
zenith of object a leads to a way of life characterized by the jouissance of consumption. In this con-
text, anxiety is today’s social symptom par excellence, and the response to it is to resort to the discourse
of segregation, in order to reinvent the lost social bond.
Key words: politics of fear - segregation - capitalism - anxiety

Celeste Viñal: El triunfo de los mártires y el incendio universal


Abstract: Mártires del empuje al goce del mercado neoliberal o soldados de la Causa Absoluta del
Islam, el sujeto parece no poder hacer uso de la angustia como señal, quedando derribado, aterrado
o muerto como modo particular del malestar en la cultura contemporánea.
Palabras Clave: terrorismo - miedo - terror - angustia - mártir
The triumph of the martyrs and the universal fire
Abstract: Martyrs of the neoliberal market’s push to jouir or soldiers of Islam’s Absolute Cause,
the subject seems unable to use anguish as a signal, and is left knocked down, terrified or dead as a
particular mode of discontent in contemporary culture.
Key words: terrorism - fear - terror - anguish - martyr

Antonia Caparroz: La sociedad del miedo


Abstract: El texto refiere a los hechos ocurridos el 3 y 4 de diciembre de 2013 en la ciudad de Cór-
doba. En el marco de una situación de alta tensión social y acuartelamiento policial, se sucedieron
saqueos, destrucción y violencia entre grupos de personas de diferentes condiciones y clases sociales,
que hicieron de la ciudad un escenario devastador. Leer es interpretar esos hechos en el marco de
nuestra orientación lacaniana y una apuesta a generar otras instancias que permitan el tratamiento
del goce del Uno, que hagan posible su dialectización.
Palabras clave: miedo - inseguridad - sociedad - un real sin ley - cuerpo - conversación

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The society of fear


Abstract: The text refers to the events of December 3rd and 4th, 2013, in the city of Córdoba. In
the context of a situation of high social tension, and after the police had intentionally withdrawn
to their barracks, there was looting, destruction, and violence among groups of people from different
social classes and conditions, which turned the city into a devastating setting. Reading is interpreting
those facts within our lacanian orientation, and a hope to generate other instances to make it possible
to treat the jouissance of the One, to make its dialectization possible.
Key words: fear - insecurity - society - a lawless real - body - conversation

Natalia Ferreyra: “…Vivir con la otredad”


Abstract: La autora responde, en esta entrevista que le realiza Mediodicho, qué significa para ella
“vivir con la otredad”, a partir del documental “La hora del lobo” que presentó como proyecto final
para el Postgrado de Documental Contemporáneo de la Escuela de Ciencias de la Información de
la U.N.C. Éste recoge los hechos acontecidos la noche del 3 de diciembre de 2013 en la Ciudad de
Córdoba, cuando la policía se declara en huelga a causa de una protesta salarial. Algunas preguntas
como: ¿quién era el lobo? ¿Cuáles son los lobos? ¿O todos nos volvemos lobos porque el otro se
vuelve un lobo para uno?, recorren toda la entrevista y ponen en tensión cuestiones como el miedo,
la angustia, el odio, la sociedad contemporánea.
Palabras clave: lobo - miedo - otro extraño - ideología - documental
“…Living with otherness”
Abstract: In this Mediodicho interview, the author answers what it means for her “to live with other-
ness”, based on the documentary “The hour of the wolf ”, which she presented as a final project
for the Contemporary Documentary postgraduate program of the School of Information Sciences
at the National University of Córdoba. It collects the events on the night of December 3, 2013, in
the city of Cordoba, as police go on strike because of a salary protest. Questions such as who was
the wolf ?, which ones are the wolves?, or do we all become wolves because the other becomes a
wolf for us?, run throughout the interview and call into question issues like fear, anxiety, hate, con-
temporary society.
Key words: wolf - fear - strange other - ideology - documentary

Cristian Ríos: Escenarios apocalípticos


Abstract: Hablar de escenarios apocalípticos, en la literatura y el cine, nos remite a un género espe-
cífico: la ciencia ficción. Pero, ¿qué interés reviste la ciencia ficción para el psicoanálisis? ¿Qué puede
enseñarnos este género literario? Es necesario tener en cuenta que el psicoanálisis ha despejado muy
bien la lógica del discurso científico y su lugar en la civilización. Si consideramos que el discurso ca-
pitalista, articulado a la tecno ciencia, ha horadado el significante del Nombre del Padre, nos resulta
posible no solo situar las consecuencias de dicho proceso en el orden social, sino también captar
qué se pone en juego en todo relato de ciencia ficción.
Palabras clave: apocalipsis - ciencia ficción - psicoanálisis - feminización del mundo
Apocalyptic scenarios
Abstract: To talk about apocalyptic scenarios in literature and film refers us to a specific genre:
science fiction. But how interesting is science fiction to psychoanalysis? What can this literary genre
teach us? It is necessary to bear in mind that psychoanalysis has cleared up the logic of scientific
discourse and its place in civilization. If we consider that capitalist discourse, articulated to tech-
noscience, has broken through the signifier of the Name of the Father, we find it possible not only
to locate the consequences of this process in the social order, but also to grasp what is at stake in
every science fiction story.

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Key words: apocalypse - science fiction - psychoanalysis - feminization of the world

Bárbara Navarro: “Lucifer sin vinilo”


Abstract: El texto busca ilustrar la sociedad del miedo a partir de uno de los productos del mercado
discográfico del rock actual: Marilyn Manson. Personaje controversial, ambiguo, que escandaliza y
busca producir horror. La lectura intenta cernir cuál sería el motivo de la provocación y el porqué
de su éxito. Para ello profundiza en lo que Jacques-Alain Miller llama “la sociedad del miedo”, en la
cual la búsqueda de la seguridad implica la adopción de medidas preventivas, de precaución y cui-
dados a los fines de reducir el riesgo.
Palabras clave: miedo - rock - religión - sexo
“Lucifer without vinyl”
Abstract: The text seeks to illustrate the society of fear on the basis of one of the products of the
current rock music market: Marilyn Manson, a controversial, ambiguous character who scandalizes
and seeks to cause horror. The article aims to discern what the reason for their provocation and
success might be. In order to do so, it delves into what Jacques-Alain Miller calls "society of fear",
in which the search for security implies taking preventive measures, caution, and care in order to re-
duce risk.
Key words: fear - rock - religion - sex

Alejandro Dolina: “A veces el humor sirve para quitarse el miedo”


Abstract: En la entrevista que Mediodicho le realiza, el entrevistado recorre diferentes aspectos del
miedo, que van respondiendo a la pregunta ¿De qué tenemos miedo? Miedo a lo desconocido, al
rechazo, al abandono, a la soledad y a la muerte; también a las políticas que no son las nuestras.
Nos recuerda, que muchas veces el humor sirve para quitarse el miedo, siendo en algunos casos el
último refugio de la dignidad.
Palabras clave: miedo - humor - rechazo - tiempo - política
“Sometimes humor can help us get rid of fear”
Abstract: In the Mediodicho interview, Alejandro Dolina covers different aspects of fear, answering
the question: what are we afraid of ? Fear of the unknown, rejection, abandonment, loneliness, and
death. We are also afraid of policies that are not ours. He reminds us that many times humor can
help us get rid of fear, and that it is sometimes the last refuge of dignity.
Key words: fear - humor - rejection - time - policy

Cristina Martinez de Bocca: El pase en la era del parlêtre


Abstratct: La práctica analítica, en su reconfiguración, está orientada desde su comienzo por el final
de análisis, a partir de las enseñanzas de los Analistas de la Escuela y de los Carteles del Pase. La so-
lución del deseo, en relación a la falta, a partir del atravesamiento del fantasma según el Pase del 67,
no es la solución del goce, así como analizar al sujeto tachado no es lo mismo que analizar al parlêtre.
¿Qué función cumple el fantasma en el parlêtre? El fantasma insiste hasta el final en relación al agujero
cavado por lalengua y trata de escribir la relación sexual recurriendo a la creencia en La mujer.
Palabras clave: fantasma - parlêtre - relación sexual - agujero - La mujer
The pass in the age of parlêtre
Abstract: Analytic practice, in its reconfiguration, is oriented from the beginning by the end of
analysis, on the basis of the teachings of the School’s Analysts and the Cartels of the Pass. The so-
lution to desire, in relation to lack, on the basis of the going through the phantasm, according to
Pass 67, is not the solution to jouissance, just as analyzing the barred subject is not the same as analy-
zing the parlêtre. What role does the phantasm play in the parlêtre? The phantasm insists until the

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end in relation to the hole dug by lalangue and tries to write the sexual relation by resorting to the
belief in The woman.
Key words: phantasm - parlêtre - sexual relation - hole - The woman

Ana Simonetti: Captar “una cierta precisión”


Abstract: Trasmisión al Cartel del Pase de precisión clínica que el pasante “pasa” al pasador y éste
al Cartel. En el texto del autor citado, P. Naveau, se trata de casos de mujeres que trasmiten la doble
versión del objeto a, el que quieren obtener del padre y el que se liga a su propia satisfacción y es
pasible de jugarse en su relación al partenaire sexual, y en la experiencia analítica, al analista mismo.
Dimensión que aborda además, con Miller, lo que en la doctrina de Lacan tiene de deslizamiento en
su enseñanza de la dimensión ontológica del objeto a la existencial.
Palabras clave: pase - objeto a - partener sexual - experiencia analítica
Capturing “a certain precision”
Abstract: Transmission to the Cartel of the Pass of a clinical precision that the passant "passes" to
the passer and this, in turn, passes to the Cartel. In P. Naveau’s text, there are cases of women who
transmit the double version of the object a, which they want to get from the father and is linked to
their own satisfaction, and can be brought into play in its relation to the sexual partner and, in the
analytic experience, to the analyst him/herself. This dimension is also addressed with Miller, which
in Lacan's doctrine has slippage in his teaching from the ontological dimension of the object to the
existential one.
Key words: pass - object a - sexual partner - analytic experience

Silvia Salman: La intensidad de lo real en el cartel del pase


Abstract: Se trata de constatar los diferentes modos en que se puede captar la experiencia de lo real
en los testimonios de pase. El fundamento clínico se encuentra en los diversos anudamientos posibles
del inconciente y la pulsión y una cierta relación al saber que se deriva de ellos. Para explorar dichos
anudamientos se pone de relieve lo que denominamos inconsciente lacaniano, es decir su dimensión
real; así como la pulsión lacaniana, es decir su dimensión de acontecimiento de cuerpo. Finalmente
se trata de precisar el régimen de goce en el que ambos se apoyan. Los testimonios de Paula Kalfus
y Luis Tudanca son tomados como referencia de lo que el Pase enseña sobre el peso de lo real en la
experiencia analítica.
Palabras clave: inconciente - pulsión - real - pase
The intensity of the real in the cartel of the pass
Abstract: It seeks to show the different ways in which it is possible to capture the experience of
the real in the testimonies of the pass discussed in this text. Its clinical foundation is based on the
various possible knots between the unconscious and the drive, and on a certain relation to the kno-
wledge derived from them. To explore these knots, what is highlighted is that which can be called,
on the one hand, the “Lacanian unconscious “ -that is to say, its real dimension-, and, on the other
hand, the “Lacanian drive” -that is to say, its dimension as “body event”. Finally, this article seeks
to specify the regime of jouissance on which these are both based. Paula Kalfus’s and Luis Tudanca’s
testimonies are taken as a reference of what the Pass teaches about the weight of the real in the
analytic experience.
Key words: unconscious - real - drive - pass

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Longo Robert
Selección de trabajos de la serie. “Magellan” (1996)
Normas de presentación

Formato
Tipografía: En la primera línea, título del artículo, en letra Times New Roman, tamaño
14, en negrita.
Segunda línea: colocar nombre y apellido del autor; en letra Times New Roman tamaño
14, sin negritas ni cursivas.
Para el cuerpo del trabajo, se utiliza letra Times New Roman tamaño 12.
Subtítulos: Letra Times New Roman, tamaño 12, en negrita. Separación: 2 líneas con el
texto precedente; una línea en blanco antes del texto siguiente.
Extensión: 8000 caracteres.

Referencias bibliográficas: Sistema MLA (Modern Language Association)

Referencia bibliográfica directa: Se coloca entre paréntesis, inmediatamente después


de la cita.
- Si hay un solo libro en la bibliografía del autor citado, se coloca entre paréntesis ape-
llido del autor y número de página. Ejemplo: “No hay misterio en la entropía: es un
símbolo, una cosa que se escribe en la pizarra (...) La entropía es una E mayúscula...”
(Lacan, 129)
Se entiende que lo citado remite al libro de Lacan incorporado, con sus datos completos,
en la bibliografía.
- Si en la bibliografía hay dos obras o más del mismo autor, se escribe el título del libro
en cursiva (o la primera parte seguida de puntos suspensivos) y el número de página.
Ejemplo: “A nuestro juicio, no hay sino un solo camino que pueda llevarnos a la com-
prensión de la singularísima vida sentimental y sexual de Leonardo…” (Freud, Psicoaná-
lisis del arte 15)
“Sabemos que la lengua es un corpus de prescripciones y hábitos común a todos los es-
critores de una época.” (Barthes, El grado…17)
- Si en el texto se menciona al autor, no se coloca su nombre en la referencia. Ejemplo:
Al respecto, Roland Barthes afirma: “Sabemos que la lengua es un corpus de prescrip-
ciones y hábitos común a todos los escritores de una época.” (El grado…17)
- Si tanto el autor como la obra han sido mencionadas en el texto, solo se coloca el nú-
mero de página entre paréntesis, al final de la cita. Ejemplo:
Con respecto a este tema, Roland Barthes, en El grado cero de la escritura, afirma: “Sabemos
que la lengua es un corpus de prescripciones y hábitos común a todos los escritores de
una época.” (17)

Referencias bibliográficas virtuales directas: Se coloca inmediatamente después de


la cita y entre paréntesis el autor y el sitio web; en el caso de que el autor haya sido citado
en el texto, sólo el sitio web.

Listado bibliográfico
Se coloca al final del artículo. El orden de los datos es:
Apellido del autor [coma] nombre del autor [punto] Título del capítulo o artículo (cuando
solo se cita parte del libro o publicación) entre comillas, sin cursivas [punto] Apellido y
nombre del autor del libro (si no coincide con el autor del artículo citado) [punto] Título
del libro o publicación en cursiva, sin comillas [punto] Lugar de edición [dos puntos]

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editorial [coma] año de edición [coma] edición o reimpresión (si no es la primera; por
ejemplo: 3ª edición). Si es un artículo o capítulo, agregar el rango de páginas.
Ejemplos:
Lacan, Jacques. “VII. El circuito”. El Seminario. Libro 2. Bs. As.: Ediciones Paidós, 1995,
6ª reimpresión, p. 123-142.
Wittgenstein, Ludwig. Sobre la certeza. Barcelona: Gedisa, 2000, 2ª reimpresión.

Bibliografía virtual
Se coloca al final del artículo en el siguiente orden:
Apellido [coma] Nombre [punto] Título del artículo[entre comillas] [punto] Nombre de
la página Web. Nombre de la Institución a cargo (en el caso de que exista). [punto] Día
mes año de publicación (si existe). [punto] Medio de publicación (web). [punto] Fecha
en que se visitó la página <dirección de la página>
Ejemplo: Schopf, Federico. “La Bandera de Chile, de Elvira Hernández”. Letras s5. Pro-
yecto Patrimonio. Web. 17 dic. 2008 <http://www.letras.s5.com/hernandez190802.htm>

Los datos de las fuentes consultadas deben consignarse con exactitud. Si se ha manejado
una obra en otro idioma, los datos se colocan en ese idioma, tal cual figuran en el libro
que se ha utilizado. Si se considera útil o necesario, puede incorporarse el dato de al-
guna/s versión/es en castellano, con los datos bibliográficos completos de dicha traduc-
ción.

Autor
Noticia: Se solicita agregar nombre completo, ciudad de residencia, título, cargo o acti-
vidad principal y algún otro dato pertinente (puede consignar alguna publicación).

Abstract
Agregar un abstract de 200 palabras y 4 o 5 palabras claves sugeridas, y la traducción al
inglés de los mismos.
El Comité se reserva el derecho a modificarlos.

176 Mediodicho. Revista de Psicoanálisis Nº 42 | 2016 | EOL Sección Córdoba | pp 175 - 176
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Se terminó de imprimir en la ciudad de Córdoa
en el mes de septiembre de 2016,
en los talleres gráficos de Soluciones Graficas SRL

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