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República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN LABORAL

JORGE MAURICIO BURGOS RUIZ


Magistrado Ponente

SL3089-2014
Radicación No.42950
Acta No. 08

Bogotá, D.C., doce (12) de marzo de dos mil catorce


(2014).

Decide la Corte el recurso de casación interpuesto por la


demandada BRINKS DE COLOMBIA S.A. en contra de la
sentencia de segunda instancia proferida por el Tribunal
Superior de Pasto, Sala Laboral, el 14 de agosto de 2009,
dentro del proceso ordinario laboral que inició en su contra la
señora ÁNGELA MARÍA HERRERA JIMÉNEZ.
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I. ANTECEDENTES

En lo que concierne al recurso extraordinario, la


demandante inició proceso ordinario contra la demandada
para que se declare que la renuncia presentada por ella, bajo
coacción de la empleadora, es ineficaz por adolecer de vicio
del consentimiento de su parte; que se declare que el contrato
de trabajo celebrado entre las partes está vigente; que se
restablezca o restituya plenamente el contrato de trabajo en
el mismo estado en que se hallaría de no haberse presentado
el acto viciado; que se ordene la reinstalación de la
trabajadora a su cargo sin solución de continuidad;
consecuencialmente de lo anterior, solicita el pago de los
salarios y demás acreencias laborales dejadas de percibir.

Afirmó que se vinculó laboralmente con la demandada


por contrato de trabajo a término indefinido, desde el 1º de
agosto de 1995 y presentó renuncia bajo coacción a partir del
29 de marzo de 2005; que el 23 de diciembre de 2004, una
vez finalizado el procesamiento del cliente GRANAHORRAR
ATM, la cajera CHAPAL ACOSTA reportó un faltante de 15
billetes de $10.000, los cuales posteriormente fueron
encontrados por ella detrás de la máquina contadora, el
mismo día, pero cuando ya se había finalizado todo el
procedimiento, incluida la certificación al cliente, es decir, ya
se había reportado el faltante al cliente; que la cajera CHAPAL
ACOSTA le entregó a ella todo el dinero procesado (contado)
el día 23 de diciembre de 2004, y, a su vez, el 24 siguiente (al
finalizar el turno), ella hizo entrega del dinero a la persona
encargada de manejar la bóveda de seguridad, señora

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CHAMORRO, informándole sobre la novedad de los 15 billetes


de $10.000, explicándole que correspondían al cliente
GRANAHORRAR ATM, lo cual ya había sido establecido. Que
seguidamente, la señora CHAMORRO procedió a guardar
todo el efectivo en la bóveda de seguridad, incluidos los 15
billetes de $10.000; de donde infiere que esta señora, desde el
24 de diciembre de 2004, fecha en que recibió su turno, tuvo
conocimiento de está novedad y que el dinero del cliente
GRANAHORRAR ATM siempre permaneció en custodia.

Agregó que, dentro de las funciones de la señora


CHAMORRO, entre otras, estaban las de hacer el respectivo
arqueo físico diario en compañía del supervisor de seguridad
o director de la agencia, y la de guardar el efectivo físico en la
bóveda; por tanto, afirma, ellos debieron adelantar el arqueo
físico a los dineros recibidos el 23 de diciembre de 2004,
como ordenan los cánones de la empresa, donde, como ya lo
había dicho, estaban incluidos los 15 billetes de $10.000,
correspondientes a la novedad atrás comentada. De donde
estima que, si estos señores adelantaron el 24 de diciembre
de 2004, como era su obligación, el arqueo físico respectivo,
debieron constatar la novedad reportada por la actora, lo que
significaba que la dirección de la empresa tuvo conocimiento
de lo sucedido desde el 24 de diciembre de 2004, por lo cual
considera que no ameritaba informe alguno de ella sobre la
novedad y que, para la fecha de la diligencia de descargos que
se le adelantó, tal novedad ya había sido subsanada sin
perjuicio alguno para el cliente GRANAHORRAR ATM y
BRINKS DE COLOMBIA S.A., por cuanto los 15 billetes de
$10.000 habían sido consignados en la cuenta de su legítimo

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dueño, lo cual fue posible, sostiene, en razón a que el dinero


nunca salió de la custodia de la empresa.

Con relación a la supuesta renuncia al cargo, relató que


el 28 de marzo de 2005, después de que la actora había
terminado su turno de trabajo, es decir a las 8 y 30 pm, ella
fue obligada a permanecer en las instalaciones de la empresa
sin explicación alguna; que cuando eran, aproximadamente,
las 9 y 30 pm, la empleadora la llamó a la oficina de la
dirección para presentarle una comunicación denominada
diligencia de descargos, sobre hechos que justamente en ese
momento fueron puestos en conocimiento de la demandante,
por lo cual considera que no se le brindó la oportunidad de
preparar su defensa, además que no se le permitió estar
acompañada de un abogado o de un compañero de trabajo, y
que de esta manera se le violó el debido proceso.

Añadió que, al día siguiente, ella se presentó en su


horario normal de trabajo, pero le fue impedida por el
empleador su ubicación en el puesto y que este la obligó a
permanecer en la cafetería por aproximadamente una hora,
sin explicación alguna; que de inmediato fue citada a la
dirección de la empresa, donde le manifestaron que habían
decidido dar por terminado el contrato de trabajo con justa
causa y le leyeron la carta, al término de la cual le
manifestaron que le concedían la opción de renunciar a partir
de la fecha, a cambio de darle una constancia de tal manera
que pudiera conseguir otro trabajo; que no le dejaron
consultar con nadie la decisión a tomar, y, finalmente, bajo
coacción, ella optó por recibir la hoja en blanco y escribir lo

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que el señor PORTACIO MERCADO le dictó, esto fue su carta


de renuncia, cuyo texto y la letra de la actora, a su juicio,
indican que fue elaborada bajo presión. Por último relaciona
los nombres de otros compañeros de trabajo que también
fueron citados ese día, a quienes, afirma, se les dio un trato
desigual, pues unos fueron sancionados, otros despedidos y
otros desvinculados con renuncia bajo coacción, como su
caso.

III. RESPUESTA A LA DEMANDA

La demandada se opuso a las pretensiones, porque


considera que la actora no ha probado la existencia de
hechos que acrediten que la decisión de renunciar no
obedeció a su estricto fuero y voluntad. Aceptó los extremos
de la relación laboral, con la aclaración de que la actora tenía
el deber de levantar un acta el mismo 23 de diciembre,
cuando tuvo conocimiento del faltante de 15 billetes de
$10.000, pero lo omitió y entregó el dinero sin reportar los
faltantes; que ella tenía el deber de hacer el arqueo el mismo
23, pero que solo hasta el 24 de diciembre, un día después,
este se vino a realizar donde sospechosamente apareció el
dinero faltante que el día anterior se había extraviado;
además que la demandante sí había tenido la oportunidad de
preparar sus descargos, pues estos se hicieron el 5 de marzo
de 2005 y tenían que ver con hechos que habían sucedido
hace tiempo.

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Propuso las excepciones de falta de legitimación en la


causa por activa, inexistencia de las obligaciones
demandadas, cobro de lo no debido, prescripción y
compensación.

IV. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El a quo declaró la ineficacia de la declaración de


voluntad emitida por la demandante el 29 de marzo de 2005,
mediante la cual había rescindido el contrato de trabajo;
consecuentemente ordenó el reintegro, sin solución de
antigüedad, ordenó el pago de los derechos laborales
correspondientes al tiempo en que estuvo retirada del servicio
y declaró probada parcialmente la excepción de prescripción.

V. LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL

El tribunal modificó el ordinal segundo de la decisión


de primera instancia al resolver la apelación de la parte
demandada, en el sentido de ordenar la reinstalación, sin
solución de continuidad, y la confirmó en todo lo demás.

El juez colegiado delimitó la controversia a resolver a)


si la terminación del contrato de trabajo por parte de la
accionante era ineficaz por vicios del consentimiento y b) si

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la acción de reintegro no tenía vocación de prosperidad por


no reunirse los requisitos establecidos en el DL. 2351 de
1965.

Sobre el primer punto, el tribunal manifestó que le


correspondía a la parte demandante acreditar que la
renuncia se dio por un vicio del consentimiento y que para
el sub-lite se traducía a fuerza o coacción «que
supuestamente verificó el señor Director de la Agencia Pasto
de la sociedad demandada».

Precisó que, conforme al artículo 1508 del CC, el


consentimiento podía adolecer de los vicios de error, fuerza
o dolo, «entendiéndose por fuerza como la coacción física o
moral que se ejerce sobre una persona para inducirla a la
celebración de un acto jurídico, o en palabras de la H. Corte
Constitucional, “la fuerza o violencia es la presión física o
moral que se ejerce sobre una persona para obtener su
consentimiento, la cual infunde miedo o temor en la misma”1.»

De lo anterior dedujo que, para la invalidación de la


renuncia presentada por la trabajadora, se requiere que la
fuerza o coacción sea de tal intensidad que repercuta en el
ánimo del sujeto, lo que se traduce en que en el presente
evento se acredite por activa la existencia de la coacción o
inducción de parte del señor PORTACIO MERCADO, y «que
aquella entendida como la amenaza de ser despedida y de
no serle otorgada una “constancia en los términos que le
permitan conseguir otro trabajo”, tenga la naturaleza que

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CC C-993/2006

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inspire a la persona amenazada un temor capaz de


suprimirle la libertad de decisión».

A continuación anotó textualmente lo siguiente:

En este punto estima la Sala necesario clarificar que a la


demandante en su calidad de Coordinadora de Operación
Interna, le imputó la sociedad empleadora no cumplir con su
obligación de reportar “unas novedades” acaecidas el 23 y el 27
de diciembre de 2004 respecto de la cajera… CHAPAL, atinentes
a la “pérdida” de quince (15) billetes de $10.000
correspondientes al cliente GRANAHORRAR A.T.M. y luego el
registro de un sobrante del mismo cliente al efectuar el arqueo,
pese a lo cual no observó los procedimientos fijados por la
empresa para esa clase de eventos, consistentes en “levantar un
acta de inconsistencias y a la vez colocar en el sistema un
reporte donde se solicite reversar la novedad presentada”
(FL.146), aunque finalmente “no hubo faltante en el proceso y en
el efectivo enviado por el cliente” (FL. Id.) porque la cajera
encontró los billetes “detrás de la máquina contadora” (Fl.Id.),
pero si se tipificó la “omisión e incumplimiento de los
procedimientos establecidos por la compañía”, sin que hubiere
hurto de dinero, pero que ello le generó a la empleadora “una
pérdida de confianza en nuestra funcionaria” (Fl.146).

Que estos hechos fueron informados al área de Seguridad


y Recursos Humanos de Cali, ocasionando el desplazamiento a
Pasto de unos funcionarios “para realizar los descargos
correspondientes”, solicitándoles “a cada uno de los funcionarios
implicados un informe escrito, en el cual ellos narran lo
sucedidos (sic) y a la vez se realiza una acta de descargos”,
dentro de la cual la señora ANGELA HERRERA “reconoce las
faltas contenidas” (Fl.146) y “la compañía toma la decisión de
desvincularla por los hechos sucedidos (Fl.Id).

Declara el señor… PORTACIO MERCADO que “llegó la


instrucción de Recursos Humanos, me llegó la carta de
desvinculación de la señora ANGELA HERRERA, dirigida a
nombre mío como representante de la sede, yo se la entregué a
la señora ANGELA HERRERA, exactamente no tengo presente la
fecha, fue en el 2005” (Fl.147), “carta” en la que se le indicaba

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que quedaba desvinculada de la compañía por incumplimiento


de procedimiento por hechos generados el 23 y 27 de diciembre
de 2004” (Fl. Id.) y que al recibir la destinataria dicha
comunicación “me presentó la carta de renuncia, razón por la
cual se le manifestó a Recursos Humanos en Cali la decisión
tomada por la funcionaria y se le aceptó su carta de renuncia”
(Fl.Id)

A efectos de determinar si la accionante cumplió con el


onus probando que le correspondía se tiene que la accionada al
operar la litis contestatio manifestó expresamente al responder el
hecho 9º y frente al motivo de presentación de la carta de
renuncia que “si leemos la carta, de renuncia, encontramos que
de ella solo se puede vislumbrar la clara voluntad manifiesta de
la extrabajadora, como reacción a la situación de descuido que
había ocasionado su desinterés por los asuntos de la empresa, y
solo para evitar ser despedida, por incumplimiento de sus
obligaciones y deberes” (Fl.62), con lo cual se denota la clara
intención de la sociedad accionada de dar por terminado el
contrato de trabajo habido con la actora, situación que permite
inferir que la carta de renuncia no contemplaba la real
manifestación de la voluntad de la accionante, sino que encubría
la determinación de la sociedad de dar por terminado el contrato
de trabajo.

Lo anterior se corrobora con la prueba testimonial rendida


por el señor… PORTACIO MERCADO, quien, se reitera, señaló
que “Una vez la señora ANGELA HERRERA reconoce las faltas
cometidas, la Compañía toma la decisión de desvincularla por los
hechos sucedidos”, y posteriormente se contradice al manifestar
que le entregó la carta de renuncia a la accionante (FL.147), para
luego señalar que la “carta no fue entregada porque antes de
entregarla la funcionaria entregó la carta de renuncia” (Fl.148)

De lo anterior se puede colegir, que la decisión de dar por


terminado el contrato de trabajo ya se había adoptado por la
sociedad accionada, sin embargo la supuesta manifestación de
la accionante de presentar su renuncia irrevocable no se dio sino
hasta la reunión que tuvo con el señor Director de la Agencia de
Pasto, en la cual, como se refirió anteriormente, fue informada de
esa eventualidad, constituyéndose ello en una amenaza que

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cercenó y vició por coacción por inducir el libre albedrío de la


accionante, viéndose impelida a presentar la carta de renuncia,
máxime que ello se constituye en una amenaza, dadas las
implicaciones que tiene en el campo laboral en el que se
desarrollaba la accionante el ser despedida por el aducido
incumplimiento de los procedimientos establecidos para los casos
referidos con anterioridad.

Aunado a lo anterior, no es de recibo el argumento del


recurrente en el sentido de que fue la accionante quien obró de
mala fe al impedir ser despedida y presentar maliciosamente la
renuncia que le fue aceptada por la empleadora, pues la decisión
de aceptarla fue del resorte exclusivo del empleador, quien trató
de demostrar en el plenario la existencia de justa causa, pero
evidenciando que realmente la renuncia se presentó porque fue
inducida, Y es que la Sala acota que frente a la argumentación
vertida en el escrito de sustentación de la alzada, la empleadora
estaba en libertad de aceptar la renuncia o no, y en ese segundo
evento, mantener su determinación inicial del finiquito de
vincular aduciendo justa causa.

Por lo tanto, al haberse acreditado que la decisión de dar


por terminado el contrato de trabajo provino por inducción de la
accionada, y que la renuncia no obedeció al libre albedrío de la
accionante, sino a la coacción o inducción bajo amenaza, se
confirmará la decisión de primer grado.

En lo que tocaba con el segundo problema a resolver,


relacionado con las consecuencias de la suerte corrida por
la carta de renuncia que fue presentada por la actora, el ad
quem estimó que «pese a que el a quo cometió un error de
tecnicismo al condenar a la sociedad accionada al “reintegro”
de la accionante, lo cierto es que en el fallo se declaró la
ineficacia del despido, lo que trae como consecuencia la
reinstalación, figura cuyos efectos fueron los plasmados en la
sentencia objeto de alzada.»
Seguidamente, precisó que, en el presente evento, no
se trataba de la acción de reintegro y que por ello no eran

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aplicables los preceptos contenidos en el ordinal 5º del


artículo 8º del DL. 2351 de 1965, ni en el numeral 7º del
artículo 3º de la Ley 48 de 1968.

Para reforzar su dicho, hizo suyos los argumentos


contenidos en la sentencia CSJ SL 30 sep. 2006,
rad.22842, y concluyó que la ineficacia de la renuncia traía
como consecuencia la reinstalación de la accionante por
restablecimiento del vínculo, entendiéndose que el contrato
de trabajo no feneció, situación que a su vez implica que el
empleador debe cancelarle los salarios y prestaciones
sociales causados entre la separación del trabajo y su
reinstalación y que no ha sido solucionado por el
empleador.

Tras lo anterior, el juez de apelación concluyó que lo


dicho era suficiente para modificar la sentencia del a quo en
el entendido que la ineficacia reconocida en primera
instancia genera la reinstalación de la actora por
restablecimiento del contrato de trabajo y sus inherentes
consecuencias y, en efecto, así lo hizo.

III. DEL RECURSO DEL DEMANDADO

A través del presente recurso se pretende, como


alcance de la impugnación principal, con base en el primer
cargo, que la Corte Suprema de Justicia case totalmente la
sentencia del tribunal y, una vez se constituya en sede de

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instancia, revoque íntegramente el fallo del juzgado, para


que, en reemplazo de lo dejado sin efecto, absuelva a la
sociedad demandada de todas y cada una de las
pretensiones que se planearon en su contra en la demanda
inicial.

Como alcance subsidiario de la impugnación, con


fundamento en el segundo ataque, se aspira a que esta
Corte case totalmente la sentencia del tribunal y, una vez se
constituya en sede de instancia, revoque íntegramente el
fallo del juzgado, para que, en reemplazo de lo dejado sin
efecto, sólo condene a la demandada al pago de la
indemnización legal tarifada por la terminación unilateral y
sin justa causa del contrato de trabajo de la actora.

Con el citado propósito presentó dos cargos, los cuales


fueron objeto de réplica y se resolverán en su orden.

IV. PRIMER CARGO

Se acusa a la sentencia de violar indirectamente por


aplicación indebida, los artículos 19, 27, 47 (subrogado por
el artículo 5° del Decreto Ley 2351 de 1965), 61 (subrogado
por el artículo 5° de la Ley 50 de 1990), 62 y 63 (subrogados
por el artículo 7° del Decreto Ley 2351 de 1965), 64
(modificado por el artículo 8° del Decreto Ley 2351 de 1965,
y subrogado por los artículo 6° de la Ley 50 de 1990 y 28 de
la Ley 789 de 2002), 140, 186, 193, 249, 259 y 306 del
Código Sustantivo del Trabajo, 1° de la Ley 52 de 1975, 1°

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del Decreto Reglamentario 116 de 1976, 99 de la Ley 50 de


1990 y 1508 y 1746 del Código Civil, en relación con los
artículos 60, 61 y 145 del Código Procesal del Trabajo y de
la Seguridad Social y 177 del Código de Procedimiento Civil,
debido a que, para el censor, el tribunal cometió el
siguiente:

Error de hecho:

• No dar por probado, a pesar de estarlo, que la actora


renunció en forma libre y espontánea.

Las pruebas, a juicio del recurrente, erróneamente


apreciadas por el juez de apelación son:

1. La renuncia de la demandante (folio 27 del primer


cuaderno del expediente);
2. La contestación de la demanda (folios 60 al 66 del
primer cuaderno del expediente), y

3. El testimonio del señor César Julio Portacio Mercado


(folios 144 al 152 del primer cuaderno).

DEMOSTRACIÓN DEL CARGO

Refirió que, de acuerdo con el juez de apelación, la


renuncia de la actora no fue eficaz debido a que la sociedad
demandada tenía la intención de terminarle su contrato de
trabajo alegando una justa causa de despido y, además,

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debido a que el señor César Julio Portacio Mercado la forzó


a escribir dicha carta.

Considera que, de la simple lectura de la carta de


despido de la señora Herrera Jiménez que obra en el folio
27 del primer cuaderno del expediente, se deduce con
absoluta claridad que ésta, en forma voluntaria y alegando
razones personales, decidió renunciar irrevocablemente a
su cargo en la sociedad Brink’s de Colombia S.A.

Arguye que, como bien lo entendió el Tribunal, si la


actora pretendía destruir la presunción de validez de dicha
renuncia, ella tenía radicada en su cabeza la carga de la
prueba respecto de la presunta presencia de un vicio en su
consentimiento.

Pero el ad quem, prosigue el recurrente, con base en


suposiciones y desechando el correcto entendimiento de las
pruebas antes enunciadas, consideró que debido a que el
apoderado judicial de la sociedad demandada manifestó en
la contestación de la demanda que Brink’s de Colombia S.A.
había tomado la decisión de despedir a la actora con base
en una justa causa, «... la carta de renuncia no contemplaba
la real manifestación de la voluntad de la accionante...» (Folio
28 del segundo cuaderno del expediente).

Sostiene que la demandada había considerado que se


había tipificado una justa causa de despido de la actora y,
por lo tanto, la iba a despedir con base en esa situación
fáctica y jurídica, pero que la señora Herrera Jiménez, no

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saben con qué motivaciones, tal vez para evitar la deshonra


de ser despedida, prefirió anticiparse y renunciar.

Que así lo narró en forma diáfana el testigo Portacio


Mercado al expresar que la señora Herrera aceptó haber
cometido graves fallas laborales en la audiencia de
descargos que absolvió pocos días antes de renunciar, y que
él jamás la había amenazado ni forzado para que
renunciara.

Por esto, considera el recurrente que, en este caso,


estamos ante un evidente, grotesco y trascendental yerro
del tribunal quien, valorando equivocadamente tres
evidencias, basó su fallo, en suposiciones personales, al
margen de todo respaldo probatorio.

Concluye que las evidencias erradamente analizadas


por el juez de segundo grado son muy claras: la actora le
presentó a su empleador una carta de renuncia, la sociedad
demandada aceptó que iba a despedir a su entonces
trabajadora con base en una justa causa, y el señor César
Julio Portacio Mercado aseveró, en su testimonio, que
recibió una carta de renuncia redactada en forma libre y
espontánea por la ahora demandante.

Eso es todo, afirma el recurrente. Las demás


consideraciones fácticas del tribunal son simples conjeturas
sin ningún sustento demostrativo, fruto de unas
conclusiones simplemente fantasiosas, las cuales no llegan,
ni siquiera, a configurar indicios.

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V. RÉPLICA

Se aparta de lo dicho por la censura; considera que el


ad quem no cometió ningún yerro fáctico, en razón a que el
testigo Portacio, quien había actuado como representante
de la empresa al momento de la cuestionada renuncia, en
su versión testimonial se contradijo de tal forma que
incluso llegó a aceptar que él le había indicado a la actora el
contenido de la carta de despido (fl.147). En fin, el
antagonista del recurso considera que no hubo apreciación
errada de las pruebas de parte del tribunal.

VI. SE CONSIDERA

Le corresponde a la Sala resolver si el ad quem


incurrió en un yerro evidente de hecho al deducir, con base
en la contestación de la demanda y el testimonio del señor
PORTACIO HERRERA (persona que actuó como
representante del empleador al momento de la terminación
del contrato), que la empresa tenía la clara intención de dar
por terminado el contrato de trabajo, cuando la trabajadora
presentó la renuncia, la cual, a juicio del ad quem, se
constituyó en «…una amenaza que cercenó y vició por
coacción por inducir el libre albedrío de la accionante,
viéndose impelida a presentar la carta de renuncia, máxime
que ello constituye en una amenaza, dadas las implicaciones
que tiene en el campo laboral en el que se desarrollaba la

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accionante el ser despedida por el aducido


incumplimiento…», de donde, a su vez, infirió que «… la carta
de renuncia no contemplaba la real manifestación de la
voluntad de la accionante, sino que encubría la
determinación de la sociedad de dar por terminado el
contrato de trabajo habido con la actora»; además que
descartó el argumento de la empresa en el sentido que la
actora había obrado de mala fe al impedir ser despedida y
presentar maliciosamente la renuncia que le fue aceptada,
pues estimó que «…la decisión de aceptarla fue del resorte
exclusivo del empleador, quien trató de demostrar en el
plenario la existencia de (sic) justa causa, pero evidenciando
que realmente la renuncia se presentó porque fue
inducida…», como también que «…la empleadora estaba en
libertad de aceptar la renuncia o no, y en ese segundo
evento, mantener su determinación inicial del finiquito de
vincular aduciendo justa causa»

De lo anterior fluye que no fue que el ad quem


desconociera el texto de la carta de renuncia presentada por
la trabajadora, como lo señala el censor, sino que, del
examen de la prueba testimonial precitada, así como de la
misma contestación de la demanda, el juez colegiado
determinó que la actora presentó la aparente dimisión, a
raíz de la decisión de la empresa de darle por terminado el
contrato de trabajo por unos hechos ocurridos meses atrás
que esta los consideraba justa causa, pero que tal decisión
de la extrabajadora no había obedecido a su libre albedrío,
sino que fue resultado de la amenaza de despido con justa

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causa, a lo cual el juez de apelaciones le dio la categoría de


«amenaza» debido a que, conforme a las razones de la
experiencia, esta forma de terminación del contrato tenía
implicaciones negativas en el campo laboral, para conseguir
un nuevo empleo.

Para la Corte, del análisis de la prueba calificada que


la censura identifica como mal apreciada, no surge un error
evidente de hecho, pues las inferencias del ad quem no
contradicen los textos de la carta de terminación y de la
contestación de la demanda, sino que, en atención de los
hechos que estos medios indican, como son que la empresa
tenía tomada la decisión de despedir a la actora con justa
causa, ante lo cual la trabajadora presentó la renuncia,
dedujo, con base en la regla de la experiencia de las
implicaciones que en el campo laboral trae consigo esta
forma de despido, que la renuncia no fue voluntaria, sino
que fue producto de la amenaza de terminación del contrato
con base en una supuesta justa causa, razonamiento lógico
que constituye un indicio, y como tal no es prueba apta de
examen en casación para estructurar un yerro manifiesto
(art. 7 Ley 16/69).

Por demás, las deducciones del ad quem derivadas de


la prueba testimonial y de la contestación de la demanda,
no fueron «suposiciones personales», como las llama el
recurrente para descalificarlas, puesto que evidentemente
se sustentaron en hechos derivados de otros medios
probatorios.

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Por lo anterior, el cargo no prospera.

VII. SEGUNDO CARGO

Se acusa a la sentencia de violar directamente, por


interpretación errónea, los artículos 19, 62 y 63
(subrogados por el artículo 70 del Decreto Ley 2351 de
1965), 64 (modificado por el artículo 8° del Decreto Ley
2351 de 1965, y subrogado por los artículo 6° de la Ley 50
de 1990 y 28 de la Ley 789 de 2002) y 140 del Código
Sustantivo del Trabajo y 1508 y 1746 del Código Civil, lo
cual condujo a la aplicación indebida de los artículos 27, 47
(subrogado por el artículo 50 del Decreto Ley 2351 de
1965), 61 (subrogado por el artículo 5° de la Ley 50 de
1990), 186, 193, 249, 259 y 306 del Código Sustantivo del
Trabajo, 1° de la Ley 52 de 1975, 1° del Decreto
Reglamentario 116 de 1976 y 99 de la Ley 50 de 1990.

DEMOSTRACIÓN DEL CARGO

Explica el recurrente que, como el principal


fundamento del fallo del tribunal fue la jurisprudencia de la
Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia,
este cargo se formuló por la vía directa, en la modalidad de
interpretación errónea.

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Manifiesta que no están de acuerdo con la


hermenéutica jurídica del juez de segunda instancia,
porque si se acepta, como en efecto sucede debido al
sendero escogido para encaminar este ataque, y solo por
ello, que la renuncia de la demandante no fue libre y
espontánea, se trataría de un despido disfrazado donde
necesariamente debería primar la realidad sobre las
formalidades.

Como los reintegros en materia laboral están


determinados en forma taxativa en la ley a favor de algunas
personas expresamente establecidas por el legislador, las
cuales gozan de fueros o estabilidades laborales reforzadas,
estima la censura que la regla general en el ordenamiento
jurídico del trabajo colombiano es la estabilidad laboral
relativa. Por eso, si el empleador fuerza a su trabajador a
que se retire, lo que se presenta es una decisión unilateral y
sin justa causa del empleador de finalizar el vínculo. Y la
consecuencia legal de dicha decisión patronal encubierta
debe ser el pago de la correspondiente indemnización legal
tarifada por la terminación unilateral y sin justa causa del
nexo. Para reforzar su dicho, el censor asevera que así lo
trascribió el propio tribunal cuando, citando un fallo del 31
de mayo de 1960, Gaceta Judicial página 1125, expresó:

... La libre y espontánea voluntad del trabajador


encaminada a obtener el rompimiento del vínculo contractual, a
que debe obedecer toda renuncia, se encuentra viciada por actos
extremos, tales como la fuerza o el engaño. Actos que, como se
ha dicho, cuando provienen del empleador lo constituyen en el
único responsable de los perjuicios que la terminación
contractual cause al trabajador, como verdadero promotor de

20
RadicaciónRadicación. No 42950

ese rompimiento...”. (Subrayado y negrillas del


recurrente).

También alude a lo dicho por esta Sala de Casación


Laboral de la Corte Suprema de Justicia en la sentencia que
identifica con fecha del 9 de abril de 1986 y radicación
número 69, de donde cita el siguiente pasaje:

Renuncia es la dejación espontánea y libre de algún bien o


derecho por parte de su titular. No puede ser un acto sugerido,
inducido, ni mucho menos provocado o compelido por persona
distinta de su autor. Entonces, quien dimite de un empleo tiene
pleno derecho para redactar a su libre albedrío la comunicación
correspondiente, sin que su patrono pueda interferir la
manifestación prístina del renunciante, porque, si así lo hace, ya
no habrá la espontaneidad esencial en cualquier dimisión sino
una especie de orden que el empleador le imparte al
subalterno suyo para que se retire del servicio.

La renuncia pedida o insinuada en los términos de su


presentación por aquél que debe resolver sobre ella no es
renuncia verdadera sino apariencia simple de una dimisión que,
por consiguiente, no es equiparable jurídicamente a un retiro
voluntario del servicio por parte del empleado cuando se trata de
esclarecer las circunstancias en que terminó un contrato de
trabajo”. (Subrayado y negrillas del recurrente).

Concluye que, ante una «renuncia» provocada, la cual


adolece de un vicio del consentimiento, -la fuerza-, el
empleador que induce a dicho acto debe responder con el
pago de la indemnización legal por el rompimiento indebido,
producto de su decisión de obligar el retiro del trabajador a
través de un acto simulado con el objeto de evadir el pago
de la correspondiente indemnización por la terminación
patronal y sin justa causa del contrato de trabajo

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RadicaciónRadicación. No 42950

VIII. RÉPLICA

El antagonista del recurso considera que no hubo la


interpretación errónea que denuncia el recurrente, puesto
que, manifiesta, sobre las consecuencias de una renuncia
con vicios del consentimiento aplicadas por el tribunal, ya
se ha pronunciado la jurisprudencia en ese mismo sentido,
verbigracia las sentencias CSJ SL 30 sept. 2004, rad.
22842 y la CSJ SL oct.1995, rad. 7782.

CONSIDERACIONES:

En síntesis, para la censura la interpretación correcta


de las normas incluidas en la proposición jurídica del cargo
es aquella que a la renuncia presentada con vicio del
consentimiento del dimitente, se ha de tomar como un
despido disfrazado, en razón a que, si el empleador ha
forzado a su trabajador a que se retire, lo que en verdad se
presenta es una decisión unilateral y sin justa causa suya,
y que, por tanto, la consecuencia de dicha decisión patronal
encubierta debe ser el pago de la correspondiente
indemnización legal tarifada.

Sea lo primero advertir por la Sala que la censura no


presenta argumentos de cómo las normas señaladas como
mal interpretadas conducen a la solución que él pretende
que se le dé al caso del sublite. Omite referirse a cuál sería,
a su juicio, la interpretación que cabe de los artículos 1508

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RadicaciónRadicación. No 42950

y 1746 del CC, como también del artículo 140 del CST,
menos plantea su aplicación indebida, normas estas que le
sirvieron de sustento al tribunal para tomar la decisión de
dar la orden de reinstalación de la trabajadora.

El tribunal, luego de establecer que la renuncia


presentada por la extrabajadora no fue voluntaria, sino que
fue obtenida por el empleador mediante presión, le dio la
razón al a quo sobre que esta fue «ineficaz» y que, por tanto,
tal ineficacia traía como consecuencia la reinstalación de la
accionante por restablecimiento del vínculo, bajo el
entendido que el contrato de trabajo no había fenecido, con
base en el precedente de la CSJ SL, 30 sept.2004, Rad.
22482, cuyos apartes pertinentes se trascriben a
continuación, porque justamente responden las
inconformidades planteadas por la censura.

Sobre los efectos de la renuncia presentada con


vicios del consentimiento:

Asentó en dicha oportunidad esta Corte:

Con todo, en relación con las demás disposiciones


acusadas y con los argumentos planteados en el cargo acerca de
los efectos de la renuncia por vicios del consentimiento, conviene
destacar que, con la excepción que tal norma precisa, a partir de
la vigencia del artículo 6° de la Ley 50 de 1990 el despido sin
justa causa no tiene como consecuencia el reintegro, como sí lo
disponía el artículo 8° del Decreto 2351 de 1965 en beneficio del
trabajador que fuera despedido sin justa causa después de
haberle prestado sus servicios a la empresa por más de diez
años continuos. Pero esa regulación no significó la desaparición
de la legislación nacional de figuras jurídicas que conduzcan a la
reincorporación del trabajador a su empleo, porque tal precepto

23
RadicaciónRadicación. No 42950

legal es específico para el despido sin justa causa, pero no


contempla otro tipo de situaciones.

De hecho, el artículo 25 del Decreto 2351 de 1965, sobre


protección en conflictos colectivos, y el artículo 67 de la Ley 50 de
1990, sobre protección en casos de despidos colectivos, son dos
ejemplos que indican que la expedición del señalado artículo 6°
de la Ley 50 de 1990 no significó establecer como principio
general la eliminación en las relaciones laborales del reintegro de
un trabajador a sus labores.

Cumple precisar, por otra parte, que la renuncia afectada


por un vicio del consentimiento no puede equipararse al despido
sin justa causa. Tiene como fundamento la ineficacia de la
declaración de voluntad emitida por el trabajador y cuando se da
esa situación, la conclusión lógica, y legal, como se verá, es
considerar que el contrato de trabajo debe ser restituido al
mismo estado en que se hallaría de no haber existido el acto
viciado de nulidad, conforme lo establece el artículo 1746 del
Código Civil, norma que resulta aplicable en tal situación por
virtud de lo dispuesto por el artículo 19 del Código Sustantivo del
Trabajo. Y esa restitución supone, desde luego, el
restablecimiento del contrato de trabajo. El despido sin justa
causa, por el contrario, es un acto de declaración de voluntad del
empleador y, en principio, produce un efecto extintivo del contrato
y la propia ley le reconoce virtualidad suficiente para ello y para
generar en favor del trabajador el derecho a una indemnización
tarifada, como regla general.

De lo anterior fluye que la renuncia presentada como


resultado de la irresistible presión ejercida por el
empleador, es una declaración de voluntad que adolece de
un vicio del consentimiento2, por tanto no ha de producir
efectos3; es decir, para ser más exactos en esta
2
ARTICULO 1508. <VICIOS DEL CONSENTIMIENTO>. Los vicios de que puede adolecer el
consentimiento, son error, fuerza y dolo.
3
ARTICULO 1502. <REQUISITOS PARA OBLIGARSE>. Para que una persona se obligue a
otra por un acto o declaración de voluntad, es necesario:
1o.) que sea legalmente capaz.
2o.) que consienta en dicho acto o declaración y su consentimiento no adolezca de vicio.
3o.) que recaiga sobre un objeto lícito.
4o.) que tenga una causa lícita.
La capacidad legal de una persona consiste en poderse obligar por sí misma, sin el ministerio
o la autorización de otra.

24
RadicaciónRadicación. No 42950

oportunidad, conforme al artículo 1740 4 del CC, el acto es


nulo y, al ser declarada judicialmente nula la renuncia, en
los términos del artículo 1746 ibídem, las partes tienen el
derecho «para ser restituidas al mismo estado en que se
hallarían si no hubiese existido el acto o contrato nulo…», lo
que equivale concluir que el contrato de trabajo no finalizó
a consecuencia de la nulidad de la renuncia.

La reinstalación o reintegro y el pago de los


salarios dejados de percibir:

Dado que lo que resulta en un caso de renuncia con


vicios del consentimiento, como el de la actora, es el hecho
de que el contrato de trabajo no finalizó, sino que se
considera vigente, lo que sigue es resolver si la restitución
al mismo estado en que se hallarían las partes de no
haberse presentado el acto nulo, en los términos del
artículo 1746 del CC, le da derecho al trabajador de
reclamar los salarios de todo el tiempo en que estuvo
cesante a consecuencia de la renuncia involuntaria,
aunque, por obvias razones, no hubiese prestado el servicio.
Sobre el particular, en la misma sentencia atrás citada, esta
Corte asentó lo siguiente:

Ahora bien, el reintegro como consecuencia de la ineficacia


de la renuncia debe tener y tiene fundamento adicional en el
artículo 140 del Código Sustantivo del Trabajo, porque si la
renuncia no produce ningún efecto jurídico no puede afirmarse

4
ARTICULO 1740. <CONCEPTO Y CLASES DE NULIDAD>. Es nulo todo acto o contrato a
que falta alguno de los requisitos que la ley prescribe para el valor del mismo acto o contrato
según su especie y la calidad o estado de las partes.

25
RadicaciónRadicación. No 42950

que en realidad el contrato haya terminado y esto es


precisamente lo que regula ese precepto, cuyo título, “Salarios sin
prestación del servicio”, permite su aplicación a una variedad de
hipótesis en las cuales no se da la prestación del servicio por
culpa o disposición del empleador, una de las cuales es,
precisamente, una renuncia del trabajador afectada en su
validez.

En otras situaciones en que se da la ineficacia del acto por


medio del cual se termina el contrato de trabajo, el legislador ha
recurrido al artículo 140 citado para dar lugar al reintegro del
trabajador a su empleo. En efecto, el antes mencionado artículo
67 de la Ley 50 de 1990, que modificó el artículo 40 del Decreto
2351 de 1965, ordena aplicar el artículo 140 del Código en favor
de los trabajadores afectados por despidos colectivos o
suspensiones temporales de los contratos de trabajo que ocurran
sin la previa autorización del Ministerio de Trabajo y Seguridad
Social. El fundamento de esa aplicación está en que el despido
colectivo o la suspensión temporal de los contratos de trabajo es
ineficaz, tal como manda el numeral 5° del artículo 67 de la Ley
50 citada, en cuanto dispone: “No producirá ningún efecto el
despido colectivo de trabajadores o la suspensión temporal de
los contratos de trabajo, sin la previa autorización del Ministerio
de Trabajo y Seguridad Social, caso en el cual se dará aplicación
al artículo 140 del Código Sustantivo del Trabajo”.

En otras palabras, dado que el contrato de trabajo está


vigente, la no prestación del servicio por parte de la actora
no fue por su propia iniciativa, sino por culpa del
empleador en la medida en que este provocó una renuncia
involuntaria, de tal manera que se da el supuesto de hecho
regulado en el artículo 140 precitado que dice:

ARTÍCULO 140. SALARIO SIN PRESTACIÓN DEL SERVICIO.


Durante la vigencia del contrato el trabajador tiene derecho a
percibir el salario aun cuando no haya prestación del servicio por
disposición o culpa del {empleador}.

Por último, no está de más recordar que emplear el


vocablo reintegro para estos casos, no tiene incidencia

26
RadicaciónRadicación. No 42950

relevante en la legalidad de la decisión, dado que dicho


término no tiene una definición legal que obligue a
entenderlo únicamente como consecuencia posible donde el
legislador tiene previsto el reintegro para efectos de
reconocer una estabilidad laboral reforzada, verbigracia en
los casos de fuero sindical, o del fuero de maternidad, entre
otros. Así se expresó esta Sala sobre el particular en la
misma sentencia que se ha tomado como punto de
referencia en el presente caso:

Sobre las consecuencias que se desprenden de esa


disposición en materia del reintegro del trabajador, al precisar la
Sala que carece de incidencia la denominación que se le dé a esa
figura jurídica, ha manifestado lo que a continuación se
transcribe:

“Por lo demás, y como bien lo anota la recurrente, la


competencia para determinar cuándo una empresa o patrono ha
efectuado un despido colectivo de trabajadores está
explícitamente asignada al Ministerio de Trabajo en el ordinal 4º
del artículo 40 del Decreto Legislativo 2351 de 1965.

En efecto, de manera paladina dicho ordinal dispone que


"el Ministerio del Trabajo, a su juicio, y en cada caso,
determinará cuándo una empresa o patrono ha efectuado un
despido colectivo de trabajadores"; y el ordinal 3º de dicha
norma establece literalmente que "no producirá ningún efecto el
despido colectivo de trabajadores sin la previa autorización del
Ministerio del Trabajo".

De dichos preceptos legales resulta, como con entera razón


lo afirma la recurrente en el cargo, que es equivocado el
entendimiento del Tribunal cuando al artículo 40 del Decreto
Legislativo 2351 de 1965 le hace decir que la acción judicial
viable para la efectividad de la protección en caso de despido
colectivo "es la de petición de declaratoria de ineficacia del
despido colectivo y el consecuente restablecimiento del derecho".

Conforme lo dispone el artículo 28 del Código Civil, salvo


cuando haya de dárseles "su significado legal" porque el
legislador las haya definido expresamente para ciertas
materias, "las palabras de la ley se entenderán en su sentido
natural y obvio, según el uso general de las mismas palabras"; y
como ocurre que el legislador no le ha dado un significado legal

27
RadicaciónRadicación. No 42950

a la palabra "reintegro", debe ella entenderse en su sentido


natural y obvio, que para estos efectos no puede ser otro
diferente al uso general registrado en el Diccionario de la Lengua
Española, en donde dicho sustantivo está definido como "acción
y efecto de reintegrar", y "reintegrar" es verbo transitivo que en
la acepción pertinente significa "volver a ejercer una actividad,
incorporarse de nuevo a una colectividad o situación social o
económica". Como uno de los ejemplos del correcto uso de la
palabra se da el de "reintegrarse a sus funciones".

Quiere decir lo anterior que le asiste entera razón a la


recurrente cuando afirma que gramaticalmente la palabra
"reintegro" no puede significar otra cosa diferente a incorporar de
nuevo a alguien a su trabajo, por lo que desde el punto de vista
de la prevalencia del derecho sustancial resulta irrelevante que
en los casos en que un patrono ha efectuado un despido
colectivo, así determinado por el Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social, para hacer efectiva la protección de los
trabajadores y realizar el derecho que tienen "a percibir el
salario", el trabajador, quien por ministerio de la ley está
autorizado para considerar que se encuentra vigente su contrato
de trabajo, bien puede demandar que se le reintegre al empleo, o
que se le reincorpore a la empresa, o que se le instale en su
empleo, o que se le reinstale en su actividad laboral, pues,
independientemente de cuál sea la expresión que utilice en su
demanda, en la medida en que acredite el hecho de haber sido
afectado por un despido determinado como colectivo por la
autoridad administrativa competente, para que se cumpla la
voluntad de legislador y tenga consecuencias prácticas la
protección que le otorgan el artículo 40 del Decreto Legislativo
2351 de 1965 y el artículo 40 del Decreto Reglamentario 1469
de 1978, de no producir ningún efecto el despido colectivo de
trabajadores efectuado por el patrono, el juez debe
ineludiblemente ordenar la reinstalación del trabajador a su
empleo con todas las consecuencias que se derivan de dicha
decisión judicial.

Así pues lo resuelto por el ad quem no contravino las


normas que usó como fuente para resolver el caso ni las
denunciadas por el recurrente.

De acuerdo con lo anterior, no se casará la sentencia.

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RadicaciónRadicación. No 42950

Costas en el presente trámite a cargo del recurrente,


dado que hubo réplica. Deberá pagar por concepto de
agencias en derecho la suma de $6.300.000.

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


Sala de Casación Laboral, administrando justicia en nombre
de la República de Colombia y por autoridad de la ley, NO
CASA la sentencia de segunda instancia proferida por el
Tribunal Superior de Pasto, Sala Laboral, el 14 de agosto de
2009, dentro del proceso ordinario laboral que inició la
señora ÁNGELA MARÍA HERRERA JIMÉNEZ contra
BRINKS DE COLOMBIA S.A.

Costas como se indicó en la parte motiva.

Cópiese, notifíquese, publíquese y devuélvase al


tribunal de origen.

RIGOBERTO ECHEVERRI BUENO

JORGE MAURICIO BURGOS RUIZ

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RadicaciónRadicación. No 42950

ELSY DEL PILAR CUELLO CALDERÓN

CLARA CECILIA DUEÑAS QUEVEDO

GUSTAVO HERNANDO LÓPEZ ALGARRA

LUIS GABRIEL MIRANDA BUELVAS

CARLOS ERNESTO MOLINA MONSALVE

30

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