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La ventana y el espejo
Su ausencia es mi tumba.
La ventana abierta nos invita a mirar afuera, a descubrir que más allá de
nuestros ojos emparedados hay naturaleza, vida, luz y realidad. La
ventana nos introduce a la experiencia del clima, la temperatura, las
nubes, el sol, o la lluvia que se mece en la atmósfera… La ventana
también nos motiva a reconocer la vida de las personas que pasan por
delante, cada una transportando el misterio invisible que les acompaña.
La ventana abierta nos invita a la esperanza, sobre todo cuando estamos
a punto de recibir al amigo que está a punto de llegar. Se nos hace
eterno el momento de su llegada y nuestras miradas persistentes desde
las jambas quisieran acelerar el proceso de su venida.
y de mil maneras;
De alguna forma lo que no se conoce no existe. Por eso para los grandes
de la tierra no existen los pobres, porque son irrelevantes que no
aparecen en los titulares, porque no cuentan ni tienen voz ni vez.
Paradójicamente, Cristo, que es la Palabra, se hace uno con los “sin voz”
de la tierra. Porque Él es su voz: “La Buena Noticia se anuncia a los
pobres”. Es paradoja a lo divino: su fuerza se manifiesta en la debilidad.
Éste es el estilo que queremos vivir en la vida religiosa. Como Jesús,
también nosotros queremos ir a la Galilea de los gentiles de donde
procedió, pequeña aldea “irrelevante”, para desde ahí compartir con los
irrelevantes de la tierra la bienaventuranza del cielo. “El gran desafío
para los religiosos y religiosas es seguir caminando en la vida mística y
profética, pero desde otras categorías. Tal vez no estemos llamados a
ser grandes profetas, pero sí a vivir una profecía desde lo cotidiano,
desde la entrega del día a día, desde la comunión más que desde el
protagonismo o el estatus. Y en la mística quizá no estemos llamados a
ser los grandes místicos que se leen, pero sí como la mística de la
semilla de mostaza, del grano de trigo que muere, del grano que se
siembra, crece y da fruto”19.
CELEBRACIÓN PENITENCIAL
CANTO DE ENTRADA
Pequeña introducción:
Oremos:
Señor Jesús, tú has venido para ser la luz de la humanidad. Has dicho
que quienes creen en Ti no caminan en las tinieblas. Venimos a Ti,
Señor, para que tu presencia nos invada con la luz del amor que tanto
necesitamos.
“Entonces Yahvé Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en
sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente” (Gen
2,7).
La tierra nos recuerda que del polvo salimos y al polvo volveremos, pero
seremos “polvo enamorado”, es decir participación de tu eternidad. Y
por eso te decimos: gracias.
“De repente vino una ráfaga de viento impetuoso que llenó toda la casa.
Se les aparecieron unas lenguas como de fuego .. Quedaron llenos del
Espíritu Santo” (Hch 2,3-4)
El fuego nos purifica, nos deja, como en el hierro a punto para ser
maleados y forjados con una nueva visión, la de Dios sobre nosotros.
¡Perdón, Señor, por utilizar mal la luz que hemos recibido de Ti!
“Le dice la mujer a Jesús: Señor, dame de esa agua, para que no tenga
más sed y no tenga que venir aquí a sacarla” (Jn 4,15).
2 Gen 3, 8
4 En “Gita Anjali”
6 Ef 1, 5; 2, 8-9
7 Lc 11, 28
8 Lc 1, 38
9 Gal 4, 4-5
10 Jn 1, 1-4
11 Lc 1, 78’79
12 Lc 1, 28
15 Lc 1, 48
16 Lc 2, 18. 51
17 Jn 1, 46
18 Fil 3, 10-11