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Comentario Soneto V

Carla Otero Liste 1.º B


La creación ante la que nos encontramos se trata del Soneto V, uno de los
cuarenta compuestos por el destacado guerrero y letrado Garcilaso de la Vega. A
pesar de pertenecer a su época temprana, ya se pueden ver varios elementos
correspondientes al petrarquismo, movimiento que inspiró mucho al autor a lo largo
de su obra.
El tema que trata es el amor platónico que está idealizado. La voz poética habla
con un romanticismo extremo y proclama todas las virtudes de la amada, que es
adorada como una santa. Esto sucede porque el amor hacia ella es tan fuerte que
llega a elevarla a la divindad, adorándola y haciéndole culto.
Si nos fijamos en la métrica, podemos conocer -tal y como nos indica su título-
que estamos ante un soneto. Este es un poema estrófico de catorce versos
endecasílabos, que están distribuídos en dos cuartetos y dos tercetos. Presentan
una rima consonante (“gesto”, v.1- “esto”, v.4/ “medida”, v. 10- “vida”, v.13), con el
esquema ABBA/ABBA/CDE/CDE. Por lo tanto, podemos decir que los cuartetos
tienen una rima abrazada, y los tercetos, cruzada.
Para hablar de la estructura podemos decir que se divide en dos partes. Por un
lado, las dos primeras estrofas son una alabanza a la mujer, donde él le confiesa
todo lo que le provoca. Por el otro, los tercetos constituyen la declaración de amor,
en la que el hombre nos da a conocer cómo se siente. Durante toda la composición
encontramos varios hipérbatons, uno de los recursos literarios más usados con la
intención de centrar el punto de atención del verso en un punto concreto.
En cuanto al contenido, en el primer cuarteto la voz poética confiesa que ella está
impresa en su interior, tal y como afirma en el primer verso con “Escrito ‘sta en mi
alma vuestro gesto”. En esta estrofa encontramos derivación (“escrito”, “escribir”,
“escribistes”), cuyo objetivo es destacar la palabra -en este caso la acción- para
darle una mayor importancia. Así, también, presenta una antítesis entre escribir y
leer para mostrar la pasividad del interlocutor frente a su amada.
A continuación, la voz lírica nos confiesa que “estaré siempre puesto”, es decir,
que ve un futuro para la relación, quiere que dure toda la vida. Tiene tintes divinos
por la aparición de la palabra “fe” en el verso ocho.
En el primero de los tercetos nos habla de la perfección de la amada, pues él está
“cortado a su medida”. Incluso, él se consiedra un mero vestido para su alma, un
adorno para su existencia.
Finalmente, se muestra la devoción total del enamorado, que está dispuesto
incluso a morir por la mujer a la que quiere. Encontramos una anáfora en los dos
últimos versos (“por vos nací, por vos tengo la vida,/por vos he de morir y por vos
muero.”), cuya intención es enfatizar todo lo que él está dispuesto a hacer para
poder estar juntos y proveer al verso de una mayor musicalidad. Además, en los dos
últimos versos aparece la antítesis vida-muerte, que quiere mostrar que llegaría a
las circunstancias últimas de su propia vida con tal de complarcela.
En el poema, se nota la influencia de la estética propia del poeta italiano Petrarca,
cuyo modelo de poesía se había difundido a principios del siglo XVI por toda

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Europa. Garcilaso fue uno de los poetas españoles en incorporar el estilo con éxito
tras estar en Italia durante un tiempo. La obra ante la que nos encontramos presenta
varias de las novedades métricas y temáticas introducidas por la nueva corriente
estilística.
En primer lugar, el petrarquismo introdujo nuevos versos y poemas estróficos, y
ambos están presentes en esta creación: son el endecasílabo y el soneto. Su
llegada a la literatura española fue más tardía que en otros países vecinos por la
dificultad de su creación y la gran barrera al progreso que suponía la Inquisición.
Asimismo, la nueva etapa artística que fue el Renacimiento es conocida por tener el
amor como forma central, pero con un enfoque neoplatónico. Esto es así porque la
amada es considerada un ser perfecto e inalcanzable y, gracias a ella, la voz poética
se aproxima a la verdad y a la belleza universales. La poesía petrarquista es un
gran ejemplo de la poesía renacentista, pues son destacables el lenguaje claro que
evita los juegos de palabras y la búsqueda continua de dinamismo y dramatismo.
Todo esto se conjuga con la armonía y el equilibrio con el objetivo de crear la poesía
más bella, simétrica y perfecta posible. Este nuevo gusto por la belleza convencional
tiene su origen en la vuelta a los ideales propios de los clásicos grecolatinos.
Para concluir, se trata de un soneto de Garcilaso de la Vega en el que se muestra
una completa devoción a la dama. Resultan novedoso para la época por la
incorporación de elementos provenientes del petrarquismo.

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